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Full text of "Historia de la literatura española"

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EX-LIBRIS 
M.  A.  BUCHANAN 


PRESENTED  TO 

THE    LIBRARY 

BY 
PROFESSOR  MILTON  A.  BUCHANAN 

OF  THE 

DEPARTMENT  OF  ITALIAN  AND  SPANISH 

1906-1946 


"Vr 


I 


I 


HISTORIA 


LITERATURA  ESPAÑOLA. 


HISTORIA 


DE   LA 


eos 

LITERATURA  ESPAÑOLA, 

POR  M.  GrTICKNOR, 

TRADUCIDA    AL    CASTELLANO,    CON   ADICIONES    Y   NOTAS    CRÍTICAS, 
por  D.  PASCUAL  de  GAYANGOS  , 

individuo  de  la  Real  Academia  de  la   Historia, 

Y  D.  ENRIQUE  de  VEDIA. 


TOMO  CUARTO. 


MADRID, 


IMPRENTA  Y   ESTEREOTIPIA   DE   M.    RIVADENEYRA  . 

Salon  del  Prado,  núra.  8. 
1856. 


HISTORIA 


DC  LA 


LITERATURA  ESPAÑOLA. 


ter:era  época. 

LITERATURA  ESPAÑOLA  DESDE  QUE  OCUPÓ  EL  TRONO  LA  DINASTÍA  DE  BORDÓN 
HASTA  LA  INVASION  FRANCESA,  Ó  SEA  DESDE  LA  ENTRADA  DEL  SIGLO  XVlll 
HASTA   LOS   PRIMEROS   AÑOS   DEL    XIX. 


CAPITULO  PRIMERO. 

Guerra  de  sucesión.— Rama  borbónica— Felipe  V.— Academia  Española  de 
la  lengua;  su  Diccionario,  Ortografía,  Gramática  y  oirás  obras.— Acade- 
mia de  Barcelona.— Real  Academia  de  la  Historia. -Estado  de  las  letras. 
—Poesía;  Moraes,  Barnuevo,  Reinosa,  Ceballos,  Gerardo  Lobo,  Benegasi 
y  Jorge  Pitillas. 

Murió  Carlos  II  el  1 .°  de  noviembre  de  1700,  dejando 
el  cultivo  intelectual  de  sus  reinos  y  la  antigua  literatu- 
ra nacional  tan  mal  parada  y  en  tan  triste  estado  como 
acabamos  de  ver.  Aun  antes  mismo  que  pudiera  seria- 
mente pensarse  en  reparar  tamaño  desasiré,  una  guer- 
ra civil  cundió  por  todos  los  ámbitos  de  la  monarquía, 
y  agotó  mas  y  mas  sus  recursos.  Nadie  ignoraba  que 
Francia  y  Austria  pretenderían  á  un  tiempo  el  trono  es- 
pañol tan  pronto  como  quedase  vacante  por  muerte  de 
su  poseedor,  y  los  partidarios  de  una  y  otra  potencia, 
numerosos  y  seguros  del  éxito,  comenzaban  á  agitarse, 


6  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

no  solo  en  España ,  sino  en  toda  Europa.  En  estos  mo- 
mentos críticos,  y  próximo  ya  al  sepulcro ,  el  último  y 
desventurado  vastago  de  la  casa  de  Austria,  aunque  con 
marcada  repugnancia,  y  no  sin  algún  presentimiento  de 
los  males  que  iban  á  sobrevenir,  anunció  por  fin  su  pos- 
trema voluntad ,  y  en  su  testamento  político  y  secreto 
nombró  único  heredero  de  su  corona  y  dominios  al  du- 
que de  Anjou,  hijo  segundo  del  Delfín,  y  nieto  de  Luis  XIV 
de  Francia. 

A  nadie  sorprendió  una  resolución  como  esta,  que,  so- 
bre ser  esperada,  fué  tan  prudente  y  cuerda  como  la  que 
en  iguales  circunstancias  hubiera  podido  adoptar  un  mo- 
narca mas  sagaz  y  entendido  ;  pero  no  por  eso  habia 
de  ser  acatada  y  obedecida.  Austria  declaró  la  guerra 
á  la  nueva  dinastía  tan  pronto  como  se  hizo  pública  la 
última  voluntad  de  Carlos  II ,  y  Holanda  é  Inglaterra, 
irritadas  al  ver  la  mala  fe  del  monarca  francés,  que  dos 
años  antes  habia  acordado  con  ellas  bases  enteramente 
distintas  acerca  de  la  sucesión  al  trono  español,  hicieron 
liga  con  Austria.  Encendióse  por  todas  partes  la  guerra 
llamada  de  sucesión;  los  ejércitos  aliados  invadieron  á  Es- 
paña ,  y  la  lucha  se  prolongó  en  aquel  desgraciado  país, 
sostenida  tenazmente  ,  ya  por  tropas  extranjeras  ,  ya 
por  partidarios  de  una  y  otra  dinastía,  hasta  el  año  de 
4713,  en  que  el  tratado  de  Utrecht  confirmó  los  dere- 
chos de  la  casa  de  Borbon,  y  restituyó  la  paz  á  Europa, 
cansada  ya  de  tan  larga  y  sangrienta  guerra. 

Los  resultados  de  la  lucha  fueron  de  la  mayor  tras- 
cendencia para  España  ,  puesto  que  en  ella  perdió  ca- 
si la  mitad  de  sus  dominios  en  Europa ,  bajando  consi- 
derablemente, aunque  no  en  proporción  á  su  pérdida, 
del  rango  que  antes  ocupaba  entre  las  naciones.   Por 


TERCERA    ÉPOCA. — CAPÍTULO    PRIMERO.  7 

otra  parte,  la  nación  conservó  intactos  los  inmensos  re- 
cursos de  sus  colonias  americanas ;  también  el  pueblo 
recobró  su  energía,  empleándola  en  defensa  de  sus  hoga- 
res, y  la  antigua  lealtad  española  se  manifestó  de  una 
manera  poco  común  en  torno  de  un  príncipe  joven,  re- 
suelto y  animoso,  y  en  quien,  aunque  extranjero,  los 
españoles  no  vieron  sino  un  defensor  mas  contra  el, co- 
mún enemigo.  De  presumir  era,  pues,  atendidas  estas 
circunstancias,  que  quedaban  aun  en  España  bastante  vi- 
talidad y  sobrados  restos  del  antiguo  carácter  nacional 
para  servir  de  base  y  asiento  á  una  nueva  civilización1. 
Natural  era  que  Felipe  V  desease  restaurar  la  digni- 
dad intelectual  del  país  que  con  tanta  generosidad  y  ta- 
les sacrificios  le  habia  aceptado  por  rey  ;  pero  mientras 
duró  la  guerra,  esta  absorbió  necesariamente  toda  su  aten- 
ción, y  terminada  que  fué,  luego  se  echó  de  ver  que, 
aunque  acometió  la  empresa  con  ardor,  no  tenia  ni  el 
carácter  personal  ni  las  condiciones  indispensables  para 
llevarla  á  cabo.  A  pesar  de  sus  esfuerzos  y  diligencias 
para  asimilarse  al  pueblo  que  le  reconocía  por  señor, 
siempre  fué  Felipe  V  un  extranjero  poco  informado  de 
su  carácter  y  costumbres,  y  por  mas  que  hizo,  nunca  pu- 
do congeniar  del  todo  con  su  nacionalidad  propia  y  pe- 
culiar. Habíase  educado  este  príncipe  en  la  corte  de  su 
abuelo  Luis  XIV,  á  la  sazón  la  mas  brillante  de  Europa, 
y  en  la  que  las  letras  eran  no  solo  reputadas  como  par- 
te indispensable  de  la  educación ,  sino  como  honra  y 
gloria  del  imperio;  era  además  de  carácter  algún  tanto 


1  La  excelente  «Historia  déla  guer-  ter  español ,  la  misma  impresión  que 

ra  de  sucesión  en  España»,  de  Lord  las  relaciones  contemporáneas;  prue- 

Mahon  (Londres,  4852,  8.°),  deja,  en  ba  evidente  de  la  verdad  de  nuestro 

punto  á  los  resultados  y  cousecuen-  aserto', 
cias  de  aquella  lucha  sobre  el  carác- 


8  HISTORIA    DE    LA    LITERATTRA    ESPAÑOLA. 

indolente,  y  así  nunca  manifestó  gran  resolución  ni  una 
afición  decidida  á  determinadas  formas  de  cultivo  intelec- 
tual, si  bien  no  carecía  de  buen  gusto  para  apreciar  la 
refinada  elegancia  á  que  estaba  acostumbrado  y  forma- 
ba la  base  principal  de  su  educación;  en  una  palabra, 
era  francés,  y  como  tal ,  nunca  olvidó  el  imprudente  en- 
cargo de  su  abuelo,  Luis  XIV,  de  acordarse  siempre  que 
lo  era.  Así  es  que,,  cuando  manifestó  deseos  de  alentar 
y  proteger  las  letras,  recurrió  naturalmente á  los  mis- 
mos medios  que  las  habían  hecho  florecer  en  su  propia 
patria,  donde,  mas  que  en  otra  nación  alguna  de  Eu- 
ropa, recibieran  grande  impulso  y  protección  de!  poder 
real.  Pero,  si  bien  es  cierto  que  las  circunstancias  á  que 
hemos  aludido,  y  el  carácter  personal  de  Felipe,  le  ha- 
dan poco  apto  para  ciertas  cosas,  en  esta  al  menos  an- 
duvo muy  afortunado,  porque  la  primitiva  literatura  es- 
pañola estaba  tan  perdida  y  aniquilada  ,  que  mal  podían 
sus  débiles  restos  resistir  á  cualquiera  innovación  que 
en  ella  se  pretendiera  introducir,  ó  á  cualquiera  tenta- 
tiva de  imprimirla  un  carácter  menos  antiguo. 

Era  muy  genera!  por  aquellos  tiempos  el  pensamien- 
to de  favoreceré  impulsar  las  letras  por  medio  de  aca- 
demias formadas  con  autorización  del  Gobierno  y  com- 
puestas de  los  literatos  mis  distinguidos,  porque  la  Aca- 
demia Francesa,  fundación  del  cardenal  de  Richelieu  y 
modelo  de  todas  las  de  su  clase,  se  hallaba  á  la  sazón 
en  el  apogeo  de  su  fama  y  triunfos.  De  aquí  nació  que  el 
gran  proyecto  literario  del  reinado  de  Felipe  V  fuese  la 
creación  de  una  Academia  Española  con  esperanza  de 
iguales  resultados2.  Es  probable  que  Felipe  V  abrigase 

2  Ln  Biblioteca  Real,  liov  Nacional,    le  fué  el  primer  pensamiento  literario 
de  Madrid,  que  real  y  verdaderamen-    de  su  reinado,  se  fundó  en  1711,  pe- 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    PRIMERO.  9 

muy  desde  los  principios  de  su  reinado  semejante  pen- 
samiento; pero  si  lo  tuvo,  no  lo  dio  á  conocer  de  una 
manera  explícita  hasta  que  en  el  año  de  1713  fué  anun- 
ciado por  el  marqués  de  Villena  ,  ilustre  magnate  que 
en  los  intervalos  de  cinco  vireinalos  sucesivos  tuvo  tiem- 
po, no  solo  para  dedicarse  á  las  letras,  sino  también  pa- 
ra cultivar  algunos  de  los  ramos  mas  difíciles  de  las 
ciencias  físico-matemáticas.  El  plan  primitivo  fué,  se- 
gún parece,  el  de  formar  una  academia  cuyos  trabajos 
se  extendiesen  á  todos  los  ramos  del  saber  humano,  sub- 
divididos  por  el  sistema  de  Bacon;  pero  abandonóse  lue- 
go por  demasiado  vasto ,  y  se  acordó  fijar  con  exacti- 
tud las  obligaciones  del  nuevo  instituto,  limitándolas  «al 
estudio  y  conservación  de  la  pureza  del  idioma  castella- 
no». Con  dicho  fin  fué,  pues,  creada  la  Academia  Es- 
pañola, por  real  decreto  de  3  de  octubre  de  171 43. 

Como  sus  constituciones  estaban  calcadas  sobre  las 
de  la  Academia  Francesa ,  el  primer  pensamiento  de  sus 
individuos  fué  la  formación  de  un  Diccionario  de  la  len- 
gua castellana,  obra  muy  necesaria;  porque,  si  bien  des- 
de los  tiempos  de  Fernando  de  Herrera  esta  nó  se  habia 
notablemente  enriquecido,  habia,  sin  embargo,  recibido 
aumentos  de  alguna  consideración.  Introdujeron  Men- 
doza y  Coloma  algunas  voces  militares,  que  pasaron  muy 
pronto  al  dominio  público  ,  y  tanto  estos  escritores,  co- 
mo Ercilia,  Ürreay  otros,  se  familiarizaron  de  tal  ma- 
nera con  el  italiano,  que  llegaron  á  considerar  el  rico 
caudal  de  dicha  lengua  como  cosa  propia ;   Cervantes 

ro  durante  algunos  años  su  importan-  prologo  al  «Diccionario  de  la  lengua 

cia  fué  muy  es&isa.  «  Kl  lüh'iolerano  castellana,  por  la  Re;il  Academia  Es- 

y  e]  Trovador»,  Madr.d,  181I,  fot.,  pañola.»Madrid,l.  i,  1756,  f'ol.  Sempe- 

P-5.  re  y  Guarinos,« Biblioteca»,  1785.  Dis- 

3  «Historia  de  la  Academia»,  en  el  curso  preliminar  y  1. 1,  p.  55. 


10  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

mismo  hizo  en  este  punto  mas  que  todos  ellos,  pues  si 
bien  no  desconocía  el  peligro  de  adoptar  libremente  vo- 
ces de  origen  extraño,  ni  tampoco  los  verdaderos  prin- 
cipios que  deben  presidir  á  su  introducción  cuando  es 
necesaria  (como  lo  demostró  en  la  conversación  de  Don 
Quijote  con  los  impresores  durante  su  permanencia  en 
Barcelona  y  con  Sancho  en  el  castillo  de  los  Duques),  no 
dejó  por  eso  de  usar  ampliamente  de  los  derechos  que 
da  el  talento,  ejerciéndolos  con  mas  osadía  quizá  que 
ningún  otro  escritor.  En  efecto,  muchos  de  sus  giros  y 
modismos,  sus  frecuentes  latinismos,  el  desenterramien- 
to de  voces  anticuadas,  el  uso  repetido  de  locuciones 
italianas,  son  conocidos  de  todos  sus  lectores,  con  la  par- 
ticularidad de  queen  casi  todos  los  casos  las  voces  ex- 
trañas por  él  introducidas  forman  ya  hoy  dia  parte  del 
diccionario  vulgar  de  la  lengua  castellana.  Otros  varios 
escritores  se  aventuraron  á  seguir  el  mismo  rumbo  que 
Cervantes,  aunque  no  con  tan  buen  éxito;  si  bien  es 
preciso  confesar  que  con  el  pequeño  glosario  añadido 
por  Blasco  al  fin  de  su  Universal  Redención  en  1 384,  y  el 
que  Lopez  Pinciano  puso  en  1605  á  su  Pelayo,  muchas 
voces,  cuya  explicación  se  juzgaba  por  entonces  ne- 
cesaria, se  hicieron  después  familiares,  y  que  el  cau- 
dal de  la  lengua  castellana  se  fué  aumentando  mas  y 
mas,  durante  los  reinados  de  Felipe  III  y  IV,  con  infinitos 
vocablos,  que  hoy  dia  forman  parte  integrante  del  idio- 
ma castellano  K 

4  Garcés,  «Vigor  y  elegancia  de  la  laud.)  traían  de  lo  que  Cervantes  hi- 

lengua  castellana»,  Madrid,  1791,  dos  zo  en  este  particular,  y  Clemencin 

tom.  S.°,  cu  los   prólogos  á  ambos,  (edic.  «Don Quijote»,  t.  v, pp. 92, 292 y 

Mendoza  usó  con  repugnancia  la pa-  557)  inserta  un  catálogo  de  voces  lati- 

labra  «centinela»,  y  Coloma,  que  vi-  nás,  italianas  y  de  otras  lenguas,  usa- 

vió  largo  tiempo  enFlándes,  la  de  das  por  aquel,  si  bien  no  todas  alcan- 

«dique»,etc.Naviarrete(«Vida  deCer-  zaron  curia  de  naturaleza;  pero  en 

vántes»,  pp.  1G3-169)  y  Garcés  (loe.  otras  de  sus  notas  habla  de  su  intro- 


TERCERA    ÉPOCA.  —  CAPÍTULO    PRIMERO.  11 

Es  de  advertir,  sin  embargo,  que  durante  el  siglo  xvn 
se  hizo  un  abuso  muy  grande  de  la  antigua  lengua  cas- 
tellana. Desde  la  aparición  de  Góngora  muchos  escri- 
tores distinguidos  la  miraron  con  desden,  y  se  cuidaron 
muy  poco  de  conservar  íntegra  su  pureza  y  genio  ca- 
racterístico. La  Culta  Latiniparla,  como  Quevedo  llama 
á  la  afectada  manía  de  su  tiempo,  introdujo  muchos 
vocablos  latinos  y  frases  extrañas  contrarias  en  todo 
á  la  índole  del  castellano ;  novedad  que  gozó  de  gran 
favor;  pues  aun  cuando  Lope  de  Vega,  Calderón  y  otros 
escritores  ilustres  de  aquel  tiempo  las  calificaron  de 
afectadas  y  les  negaron  decididamente  su  apoyo,  hu- 
bieron, con  todo,  de  ceder  alguna  vez  que  otra  al  gusto 
dominante  de  la  época ,  y  usar  de  ellas  para  granjear- 
se el  aplauso  popular  y  coger  los  laureles  que  propor- 
cionaban s. 

Era  pues  de  todo  punto  indispensable  un  Diccionario 
de  autoridades  y  ejemplos,  que  al  paso  que  admitiese  las 
voces  debidamente  introducidas  en  la  lengua  castellana, 
y  provistas ,  por  decirlo  así,  de  carta  de  naturaleza ,  re- 
chazase las  que  no  merecían  los  honores  de  la  adop- 
ción; trabajo  enteramente  nuevo  en  España,  por  cuanto 
durante  todo  el  siglo  anterior  no  se  habia  publicado  mas 


duccion  en  términos  menos  favora-  s  Imposible  es  leer  las  obras  de  Vi- 
bles  que  Garcés.  No  menos  curiosas  llamediana  y  demás  discípulos  de 
son  las  que  Blasco  y  Lopez  Pinciano,  Góngora,  sin  encontrar  á  cada  paso 
en  sus  obras  arriba 'citadas,  juzgaron  en  ellas  pruebas  patentes  de  su  afán 
necesario  incluir  en  sus  respectivos  por  variar  completamente  el  lengua- 
glosarios,  definiéndolas  para  instruc-  je  de  la  literatura  española ;  una  lis— 
cion  y  aprovechamiento  de  los  lecto-  la,  aunque  incompleta  y  diminuta,  de 
res,  entre  las  cuales  se  cuentan  las  las  voces  y  frases  introducidas  por  es- 
siguientes  :  «fatal,  natal,  fugaz,  gru-  tos  innovadores  se  hallará  en  la  «De- 
ta,  abandonar,  adular,  anhelo,  aplau-  clamacion  contra  los  abusos  déla  len- 
so,  arrojarse, asedio, etc. »,yotrasque  gua  castellana»,  por  Vargas  Ponce, 
hoy  dia  se  consideran  como  castella-  p.  ISO;  obra  que  ilustra  mucho  esta 
ñas.  materia. 


12  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

que  un  diccionario  castellano  digno  de  ser  consuliado 
por  la  Academia;  á  saber,  el  Tesoro  de  Covarrubias, 
impreso  por  primera  vez  en  1611;  obra  curiosa  ,  llena 
de  erudición,  y  en  la  parte  etimológica  apreciable,  aun- 
que algún  tanto  afectada  y  falta  de  agudeza  filosófica  en 
las  definiciones6. 

Poco  pudo,  pues ,  la  nueva  Academia  aprovecharse  de 
los  trabajos  de  sus  predecesores,  y  así  es  que  para  en- 
contrar algo  de  provecho  hubo  de  retroceder  hasta  Le- 
brija  y  sus  editores;  mas  los  académicos  trabajaron  con 
mucho  tesón  y  diligencia ,  dando  á  luz  entre  los  años  de 
1726  y  1739  su  Diccionario,  compuesto  de  seis  tomos 
en  folio;  obra  que  en  general  les  honra,  pues  aunque 
algunas  veces  peca  por  falta  de  madura  reflexion  y  rec- 
to juicio ,  omitiéndose  en  ella  no  pocas  voces  que  de- 
bieron incluirse,  é  introduciéndose  indebidamente  otras, 
que  muchas  veces  no  se  apoyan  en  testimonios  satisfac- 
torios; con  todo,  ¡as  definiciones  son  en  su  mayor  parte 
buenas,  las  etimologías  (de  que  no  cuidaron  gran  cosa 
los  redactores)  respetables,  y  las  citas  extensas  y  opor- 
tunas, de  manera  que  cuantos  trabajos  se  habían  hecho 
hasta  entonces  en  este  género  se  quedaban  muy  atrás 
del  nuevo  Diccionario . 

Mas  no  tardaron  los  académicos  en  conocer  que  una 
obra  tan  voluminosa  no  podia  ejercer  en  el  pueblo  la  in- 
fluencia apetecida,  y  así  es  que  comenzaron  poco  tiem- 
po después  á  preparar  un  compeudio  de  toda  la  obra,  en 
un  solo  tomo,  destinado  al  uso  general  de  las  gentes, 
publicando  la  primera  edición  de  él  en  1780.  El  pro- 
yecto era  juicioso  y  la  ejecución  fué  acertada  :  omilié- 

G  Hay  una  edición  del  «Tesoro»  de    Noydens  (Madrid.  -1674.  fol.),  que  es 
Covarrubias,   por   Benito   Remigio   mejor  y  mus  completa  que  la  original. 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    TRÍMERO.  13 

ronseenél  las  discusiones,  citas  y  etimologías  de  la 
obra  grande,  pero  al  propio  tiempo  se  mejoró  conside- 
rablemente el  vocabulario  y  se  dio  mayor  claridad  á  las 
definiciones.  El  Diccionario,  pues,  fué  mirado  desde  su 
piimera  aparición  como  una  colección  de  autoridades 
en  materia  de  lenguaje,  y  merced  á  los  perseverantes 
trabajos  de  la  Academia,  ha  continuado  desde  entonces 
siendo,  en  las  ediciones  sucesivas,  el  tipo  fiel  y  exacto 
del  idioma  castellano,  si  bien  las  tareas  de  aquel  cuer- 
po desde  fines  del  siglo  xvm  han  debido  ser  mas  fati- 
gosas, difíciles  y  hasta  desagradables  por  la  tendencia 
constante  de  los  mejores  escritores, incluso  Melendez  y 
su  escuela,  á  incurrir  en  galicismos,  que  el  frecuente 
trato  con  Francia  inoculó  y  puso  de  moda  en  la  sociedad 
de  aquellos  tiempos. 

Otra  dificultad,  mas  grave  aun  que  el  voluminoso  apa- 
rato de  su  Diccionario,  encontró  luego  la  Academia 
en  la  ortografía  que  había  adoptado,  porque  la  pronun- 
ciación y  escritura  de  la  lengua  castellana  ,  ya  sea  por 
los  muchos  y  diversos  elementos  que  entraron  en  su 
composición ,  ya  por  el  carácter  popular  de  su  literatu- 
ra, habían  sido  siempre  mas  vagas  y  fluctuantes  que  las 
de  los  demás  idiomas  europeos.  Lebrija,  eminente  es- 
critor y  profundo  gramático  del  tiempo  de  los  Reyes  Ca- 
tólicos, fué  el  primero  que  trató  de  ponerla  en  orden,  y 
la  sencillez  de  su  sistema,  publicado  por  primera  vez  en 
4517,  hizo  concebir  esperanzas  de  que  seria  bien  aco- 
gido y  umversalmente  aceptado;  pero á  este  trabajo  del 
célebre  humanista  siguieron  treinta  tratados  cuando 
menos,  publicados  en  diferentes  épocas,  y  que,  excep- 
tuado el  ingenioso  y  agudísimo  de  Mateo  Alemán,  im- 


14  HISTORIA    DE    LA   LITERATURA    ESPAÑOLA. 

preso  en  Méjico  en  1609,  mas  sirvieron  para  embrollar 
y  oscurecer  el  asunto  que  para  ilustrarle ". 

No  es  de  extrañar,  pues,  que  la  primera  tentativa  de 
la  Academia,  hecha  en  forma  de  un  breve  discurso  pre- 
liminar á  su  Diccionario  produjese  escasos  resultados. 
Algo  mas,  aunque  no  mucho,  adelantó  después  con  una 
obrita  separada,  impresa  en  1742,  y  cuyas  ediciones 
sucesivas  mas  bien  sirvieron  para  demostrar  lo  indeciso 
déla  cuestión  que  para  resolverla.  Por  fin,  en  1815, 
al  dar  la  Academia  á  luz  la  octava  edición  de  su  Ortogra- 
fía, y  al  publicar  en  1817,  la  quinta  de  su  Diccionario, 
comenzó  á  introducir  alteraciones  y  reformas  importan- 
tes, que  han  adoptado  después  los  escritores  mas  auto- 
rizados, siu  que  por  eso  se  haya  cerrado  la  puerta  á  nue- 
vas modificaciones,  que,  á  decir  verdad,  no  serian8  del 
todo  inoportunas. 

Disponían  los  Estatutos  de  la  Academia  que  al  Dic- 
cionario de  la  lengua  acompañase  una  Gramática ;   mas 

7  La  «Ortografía  fie  la  lengua  cas-  misma  pureza  y  gracia.  Hayal  princi- 

tellana»  (Méjico,  1609,  4.°)  es  un  tra-  pió  una  canción  de  Lope  de  Vega,  en 

tado importantísimo  y  muy  agradable,  elogio  del  libro,  pero  no  sabemos  que 

comenzado  á  escribir  en  Castilla,  co-  estese  haya  nunca  reimpreso,  vio  ex- 

mo  dice  su  autor,  y  acabado  en  Amé-  trañamos,  porque  es  de  los  mas  en- 

rica.   En  él  propone  la  adopción  de  tretenidos  y  amenos  en  su  clase, 

una  c  inversa  para  espresar  la  ch  en  8  Las  dificultades  de  la  ortografía 

mucho,  usa  dos  clases  de  r,  escribe  la  castellana  están  muy  bien  explicadas 

conjunción  y  siempre  ¿,  como  Salva,  y  en  el  «  Diálogo  de  las  lenguas »  ( Ma- 

opina  que  la  s,  la  //  y  la  »  son  letras  yansy  Sisear,  «Orígenes»,  pp.  47-6o); 

distintas  y  separadas,  hecho  admití-  pero  su  autor  se  muestra  demasiado 

do  mucho  tiempo  hace.  severo  con  Lebrija.  Un  escritor  anóni- 

Al  hablar  de  Mateo  Alemán,  citaré-  mo  que  insertó  un  excelente  artículo 
mossu  «San  Antonio  de  Padua»  (12.°,  sobre  esta  materia  en  el  «Repertorio 
Valencia,  1607),  que  pertenece  al  mis-  americano»  (t.  i,  p.27),  trata  la  cues- 
mo  género  de  literatura  que  el  «San  tion  con  mucho  mas  juicio.  A  pesar 
PatriciosdeBíontalvan, aunque esmas  de  todo,  aun  existen  dudas  en  esta 
devoto  y  está  mejor  escrito.  En  él  trae  materia,  pues  en  el  «Manual  del  ca- 
gran  número  de  milagros  del  Santo,  jista»,  por  José  María  Palacios,  Ma- 
que tienen  el  mismo  carácter  nove-  drid  ,  1845.  8.°  (pp.  134-154),  se  in- 
lesco  que  los  cuentos  de  su  'Guzman  serta  un  «Prontuario  de  las  voces  de 
de  Alfarache»,  y  están  escritos  con  la  dudosa  ortografía»,  conmas de  1,800. 


TERCERA  ÉPOCA.  —  CAPÍTULO  PRIMERO.  15 

los  primitivos  individuos  de  aquel  cuerpo,  entre  loscua- 
les  eran  pocos  los  distinguidos  y  de  autoridad,  se  mos- 
traron poco  dispuestos  á  acometer  empresa  tan  difícil  y 
trabajosa ,  y  así  es  que  nada  hicieron  basta  el  año  de 
1740;  aun  entonces  caminaron  con  lentitud  y  con  cier- 
ta vacilación  y  zozobra,  de  suerte  que  el  resultado  de 
sus  tareas  no  vio  la  luz  pública  hasta  1771.  Semejante 
dilación  no  dejaba  de  ser  fundada  :  por  una  parte  los 
académicos  no  tenían  mas  guia  que  las  gramáticas  riva- 
les de  S.  Pedro  y  de  Gayoso,  publicadas  á  la  sazón  que 
el  cuerpo  confeccionaba  la  suya,  y  la  tentativa  original 
de  Lebrija,  ya  entonces  enteramente  olvidada.  Después 
de  tanta  tardanza,  natural  era  esperar  cosa  digna  de  la 
corporación,  y  sin  embargo,  los  académicos  solo  pre- 
sentaron una  obra  antiíilosófica  é  impracticable,  que,  si 
bien  después  fué  enmendada  y  revisada  varias  veces, 
estuvo  muy  lejos  de  lo  que  debiera  ser,  y  quedó  muy 
inferior  á  la  gramática  de  Salva 9. 

Taeabien  formaba  parte  de  los  Estatutos  de  la  Aca- 
demia la  obligación  de  trabajar  una  historia  de  la  len- 
gua castellana  y  un  arte  poética;  pero  no  llegaron  nun- 
ca á  publicarse,  si  bien  es  cierto  que,  en  vez  de  estos, 
ha  dado  posteriormente  á  luz  en  varias  ocasiones  otros 

9  Ya  tratamos  en  otro  lugar  de  la  cia,  1769,  8.°  Gayoso  atacó  esta  últ¡- 
gramática  de  Lebrija  (t.  11,  cap.  5,  ma,  encubierto  bajo  el  anagrama  de 
p.  107),  la  cual  se  reimprimió  por  es-  Gobeyos,en  un  libro  intitulado  «Con- 
tos  tiempos  en  fol.  menor,  falsifican-  versaciones  criticas»,  por  D.  Antonio 
do  la  primera  edición  de  1492,  espe-  Gobeyos  (Madrid,  1780.8.°),  proban- 
cie  de  superchería  muy  común  en  do  que  S.  Pedro  no  dijo  nada  nuevo, 
aquella  época,  según  el  P.  Méndez,  y  tratándole  además  con  sobrado  ri- 
quien  la  supone  hecha  unos  veinte  gor.  La  «Gramática  de  la  lengua  cas- 
años  antes  de  la  publicación  de  su  tellana  como  ahora  se  habla»,  de  Sal- 
«Typografia»  (1796);  véase p.  242.  Así  va.  se  imprimió  por  primera  vez  en 
y  con  todo  es  tan  rara,  que  cuesta  mu-  1851,  y  en  1844  se  dio  á  luz  en  Madrid 
cho  trabajo  encontrarla.  la  sexta  edición  en  8.";  prueba  eviden- 

LadeGayososeimprimióenMadrid,  te  de  la  mucha  falta  que  hacia  seme- 

4745,  8.°,  y  la  de  San  Pedro  en  Valen-  jante  obra. 


16  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

trabajos  que  no  la  fueron  encomendados,  publicando  es- 
meradasediciones  de  obras  de  reconocida  autoridad,  y 
entre  ellas  la  magnífica  y  costosa  del  Quijote  en  cuatro  to- 
mos, 1780-84.  Desde  el  año  de  1777  acá  ha  abiertocon- 
cursos,  premiando  las  mejores  composiciones  poéticas, 
aunque,  como  suele  suceder  en  semejantes  casos,  los  re- 
sultados no  siempre  han  correspondido  á  las  esperanzas. 
Por  último,  de  vez  en  cuando  ha  costeado  de  los  fondos 
suministrados  por  el  Gobierno  obras  dignas  por  su  mé- 
rito de  tamaña  distinción ,  y  entre  ellas  el  excelente  tra- 
tado de Garcés,  intitulado:  Fundamento  del  vigor  y  elegan- 
cia de  la  lengua  castellana,  que  salió  á  luz  en  1791,  bajo 
sus  auspicios  10.  La  Academia  Española  pues,  ocupada 
durante  todo  el  siglo  xvni  de  la  manera  que  hemos  visto, 
ha  seguido  después  siendo  una  institución  útil,  y  que,  sin 
tratar  como  la  francesa,  su  modelo,  lo  hizo  en  su  princi- 
pio, de  imponer  preceptos  al  gusto  público,  no  ha  olvi- 
dado nunca  los  objetos  para  que  fué  instituida,  si  bien 
no  siempre  se  ha  mostrado  tan  activa  y  diligente  como 
debiera. 

Otro  resultado  produjo  el  establecimiento  de  la  Aca- 
demia, que  fué  la  formación  de  otras  corporaciones  ó 
institutos  para  fines  análogos.  Eran  estas  academiasmuy 
diversas  de  aquellas  reuniones  amistosas  y  confidencia- 
les que,  á  imitación  de  las  italianas,  se  introdujeron  en 
España  en  tiempo  de  Carlos  V,  como  la  que  se  celebra- 
ba en  casa  de  Hernán  Cortés ,  el  célebre  conquistador 
de  Méjico  ";  aunque  de  presumir  es  que  estas  antiguas 

10  D.  Gregorio  Garcés  fué  un  je-  gado  por  Carlos  IV.  aboliendo  el  de  so 

suita  de  los  expulsos,  que  vivió  y  es-  padre  sobre  la  expulsion  de  la  Com- 

cribió  en  Ferrara  cerca  de   treinta  pañia  en  1767. 

años  .  hasta  que  en  1798  volvió  á  su  il  Véase  el  t.  n,  cap.  v.  p.  94. 
patria  en  virtud  del  decreto  proniul- 


TEIICERA    ÉPOCA. —  CAPÍTULO    PRIMERO.  17 

asociaciones  diesen  materia  para  la  formación  de  las  mo- 
dernas ;  así  sucedió  al  menos  con  la  Academia  de  Bar- 
celona, que  ha  prestado  importantes  servicios  á  las  le- 
tras desde  el  año  1751 ,  en  que  fué  fundada,  ó  por  me- 
jor decir,  comenzó  á  trabajar ,  después  de  haber  existi- 
do muchos  años  bajo  la  afectada  denominación  de  Aca- 
demia de  los  Desconfiados .  Mas  la  única  que  ha  influido  de 
una  manera  sensible  en  la  literatura  general  del  país  es 
la  establecida  durante  el  reinado  de  Felipe  V,  con  el  tí- 
tulo de  Real  Academia  de  la  Historia,  fundada  en  1738, 
y  cuyos  trabajos,  así  impresos  como  inéditos,  son  dig- 
nos de  atención  por  su  calidad  é importancia,  y  honran 
mucho  á  sus  individuos  12. 

Empero ,  asociaciones  de  este  género ,  aunque  útilí- 
simas é  importantes  bajo  otros  conceptos ,  nunca  ni  en 
parte  alguna  tuvieron  fuerza  bastante  para  crear  una  li- 
teratura nueva,  ó  resucitar  la  antigua  después  de  muer- 
ta. En  España  las  academias  no  fueron  mas  felices  :  to- 
do géflero  de  cultivo  literario  habia  desaparecido  casi 
del  todo  antes  de  la  entrada  de  los  Borbones,,  y  era  tan- 
ta la  frialdad  y  despego  con  que  miraban  las  letras  aque- 
llas clases  de  la  sociedad  que  mas  debieran  haberlas 
protegido,  que  bien  se  conocía  ser  necesario  mucho 
tiempo  para  dar  vida  al  cadáver,  y  que  la  tierra  des- 
cansase antes  de  poderse  esperar  de  ella  nueva  cosecha. 
Así  es,  que  durante  todo  el  reinado  de  Felipe  V,  que, 
contando  con  su  abdicación  nominal  y  pasajera  en  favor 

42  Noticias  de    esta  academia  se  desaparecido  ya,  cediendo  el  campo 

hallarán  en  la  «  Biblioteca»  de  Sem-  á  las  tertulias  ó  reuniones  literarias 

pere,  y  de  la  de  la  Historia  en  el  pri-  de  ambos  sexos,  que  también  han  si- 

mer  tomo  de  sus  «Memorias».  Las  do  puestas  en  ridículo  por  tí.  Ramon 

antiguas  academias,  imitando  las  ita-  de  la  Cruz  y  D.  Juan  del  Castillo  en 

lianas,  y  puestas  en  ridiculo  en  el  sus  saínetes. 
«Diablo  Cojuelo» ,  tranco  ix  ,  habían 

T.     IV.  9 


18  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

de  su  hijo ,  abraza  un  espacio  de  cerca  de  cuarenta  y 
seis  años,  hallamos  huellas  indelebles  de  este  triste  es- 
tado de  cosas;  apenas  aparece  un  escritor  que  merezca 
mencionarse,  y  muy  pocos  son  los  que  requieren  un  exa- 
men y  estudio  esmerado. 

Continuábase  escribiendo  poesía,  ó  mas  bien  una  cosa 
á  que  se  daba  este  nombre,  é  imprimíanse  algunos  tra- 
bajos en  medio  del  desaliento  que  naturalmente  habiade 
producir  la  general  indiferencia;  Botello  Moraes,  caba- 
llero portugués,  escribió  en  castellano  dos  poemas  he- 
roicos, el  primero  sobre  el  descubrimiento  del  Nuevo 
Mundo,  que  dio  á  luz  en  1701,  y  el  otro  sobre  la  fun- 
dación del  reino  de  Portugal,  impreso  en  1712;  ambos 
se  publicaron  sin  concluir,  sin  duda  por  el  afán  que  te- 
nia su  autor  de  alcanzar  fama  y  nombradía,  y  el  primero 
de  ellos  permanece  aun  en  tal  estado.  Mucho  tiempo  ha- 
ce, sin  embargo,  que  uno  y  otro  están  olvidados;  aquel, 
lleno  de  alegorías  extravagantes  y  ridiculas ,  tuvo  muy 
en  breve  el  fin  que  el  autor  mismo  conoció  merecía,  y 
este ,  aunque  mas  ajustado  á  las  reglas  del  arte  y  varias 
veces  reimpreso ,  no  alcanzó  mejor  fortuna. 

La  obra  mas  entretenida  de  Botello  es  una  sátira  en 
prosa,  impresa  en  1734,  é  intitulada  Las  cuevas  de  Sa- 
lamanca. Finge  el  autor  que  en  ciertas  grutas  misterio- 
sas ,  situadas  á  orillas  del  Tórmes ,  y ,  según  la  vulgar 
opinion,  cerradas  con  sellos  mágicos,  encuentra  á  Ama- 
dís  de  Gaula,  á  Oriana  y  á  Celestina,  y  habla  con  ellos 
y  otros  personajes  fantásticos,  de  lo  primero  que  le  viene 
á  las  mientes.  Hay  en  el  libro  trozos  llenos  de  fantasía; 
otros  muy  entretenidos  y  bien  pensados,  especialmente 
el  que  trata  de  la  lengua  española  y  de  las  academias,  y 
el  en  que  diserta  acerca  del  Telémaco,  de  Fenelon,  libro 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    PRIMERO.  49 

que  estaba  á  la  sazón  en  el  apogeo  de  su  gloria.  La  obra 
en  general  no  adolece  mucho  de  aquel  estilo  afectado  que 
aun  entonces  seguía  corrompiendo  y  desfigurando  toda 
la  literatura  del  país,  y  que,  aunque  ridiculizado  en  las 
Cuevas  de  Salamanca ,  se  deja  ver  en  otros  escritos  del 
mismo  autor  13. 

El  año  de  17351  se  imprimió  en  Lima  un  poema  he- 
roico harto  largo,  y  dividido  en  dos  partes,  cuyo  asunto 
es  la  conquista  del  Perú  por  los  Pizarras.  Siguió  su  autor 
principalmente  los  Comentarios  del  inca  Garcilaso  ,  pero 
rara  vez  interesa  tanto  su  obra  como  la  narración  histó- 
rica que  tomó  por  modelo;  llamábase  D.  Pedro  de  Peralta 
Barnuevo,  fué  empleado  en  el  ramo  de  hacienda  del  Perú, 
y  en  el  prólogo  á  su  poema  incluye  un  extenso  catálogo 
de  sus  obras,  así  impresas  como  manuscritas.  Era  indu- 
dablemente erudito ,  aunque  no  poeta;  como  Botello  dio 
á  la  historia  una  interpretación  mística ,  algunos  trozos 
de  su  poema,  como  el  en  que  América  se  presenta  á  Dios 
suplicando  ser  conquistada  para  ser  convertida,  son  una 
pura  alegoría,  y  en  general  la  interpretación  á  que  hay 
necesariamente  que  recurrir  es  forzada  y  antinatural.  To- 
do el  poema  es  pesado  y  de  mal  gusto,  y  las  octavas  en 
que  está  escrito  revelan  poca  facilidad  y  soltura  para 
versificar  ". 


13  Hay  una   edición  del  «Nuevo  singular  y  nueva    ortografía.  «Las 

Mundo»  hecha  en  Barcelona,   1701,  Cuevas  de^Salamanca»  (s.  I.,  1734)  es 

4.°,  con   muchos  trozos  en   blanco,  un  tomito  dividido  en  siete  libros, 

que  el  autor  se  proponía  llenar.  El  escrito  quizá  en  dicha  ciudad,  donde 

«Alfonso,  ó  fundación  del  reino  de  Moraes  gustaba  de  residir,  y  adonde 

Portugal»,  se  imprimió  en  1712,1716,  se  retiró  en  su  vejez;  además  de  las 

4731  y  1757.  En  Barbosa  (t.  n,  p.  119)  citadas,  publicó  en  castellano  otras 

hay  una  milicia  del  autor,  que  se  lia-  dos  obras,  y  dos  mas  en  latin,  todas 

maba   Francisco    Bolelho   Moraes  y  ellas  de  poco  interés. 

Vasconcellos,  y  al  tin  de  la  edición  **  «Lima  fundada»,  poema  heroico 

de  Salamanca,   1731,   se  halla   un  de  D.  Pedro  de  Peralta  Barnuevo,  Li- 

discurso  en  que  el  autor  defiende  su  raa,  1732, 4.".  de  unas  700  páginas. 


20  HISTORIA    DE    LA    LITERATTRA    ESPAÑOLA. 

AI  mismo  período  corresponden  otros  poemas  reli- 
giosos ,  como  son  uno  de  Pedro  de  Reinosa ,  impreso 
en  1727,  sobre  Santa  Casilda,  la  hija  de  un  rey  moro 
del  siglo  xi,  que  se  convirtió  al  catolicismo,  y  otro  inti- 
tulado La  elocuencia  del  silencio ,  en  que  se  cantan  las 
virtudes  de  S.  Juan  Nepomuck  ó  Nepomuceno ,  que  en 
el  siglo  xiv  fué  arrojado  al  Moldau  por  orden  de  un  rey 
de  Bohemia ,  por  no  haber  querido  revelar  al  Monar- 
ca celoso  el  secreto  que  la  Reina  le  habia  confiado  bajo 
el  sello  de  la  confesión.  Ambos  están  escritos  en  octa- 
vas, y  manifiestan  muy  á  las  claras  los  defectos  de  su 
tiempo.  Dos  burlescos  que  aparecieron  por  el  mismo 
tiempo  tampoco  son  de  mas  valer  13. 

Ni  es  mas  favorable  el  juicio  que  habremos  de  formar 
de  la  poesía  lírica  de  la  época  que  vamos  recorriendo, 
por  cuanto  es  del  mismo  gusto  que  la  narrativa.  La  me- 
jor, ó  mas  bien  la  que  entonces  pasaba  por  mejor,  se 
hallará  en  las  obras  poéticas  de  D.  Eugenio  Gerardo 
Lobo,  impresas  por  primera  vez  en  1738.  Militar  de 
profesión,  parece  no  haber  tenido  otro  objeto  al  hacer 
versos  que  el  de  divertirse;  mas  sus  amigos,  que  le  pro- 
fesaban una  admiración  muy  superior  á  su  mérito  ,  fue- 
ron imprimiéndolos  por  partes  á  medida  que  los  iba  Coin- 


's «Santa  Casilda», poema  en  octa-  otro  se  intitula  «La  Burromaquia»,  y 

vas  reales,  por  el  R.  P.  Fr.  Pedro  de  es  mejor,  aunque  no  muy  enireteni- 

Reinosa,  Madrid  ,  1757,  4."  Consta  de  do  :  está  incompleto  ,  y  se  encuentra 

siete  cantos ,  5  cada  uno  de  estos  tie-  entre  las  «Obras  postumas  de  Gabriel 

ne  una  especie  de  apéndice ,  que  el  Alvarez  de  Toledo»;  los  cantos  llevan 

autor  ¡lama  con  afectación  «contra-  el  r.ombre  de  «rebuznos».  He  visto 

punto».    «La  elocuencia   del  silen-  también  extractos,  harto  malos  por 

ció»,  poema  heroico  por  Miguel  de  cierto,  de  un  poema  del  P.  Butrón 

la  Reina  Ceballos,  Madrid,  1758,  l.°  á  Sla.  Teresa,  impreso  en  1722,?  de 

Dolos  poemas  burlescos  menciona-  otro  á  S.  Jerónimo,  que  publicó  en 

dos  en  el  texto,  el  uno  es  «  La  Pro-  1726  Fr.  Francisco  de  Lara;  pero  nun- 

serpina    ,  poema  heroico  joco-sério,  ca  lie  podido  haber  á  las  manos  los 

por  I).  Pedro  silvestre,  Madrid,  1721,  poemas  completos,  que  deben  ser  tan 

•i.",  en  doce  cantos  larguísimos;  el  malos  como  casi  todos  los  de  sudase. 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    PRIMERO.  21 

poniendo,  hasta  que,  por  último,  el  mismo  autor  se  de- 
cidió á  permitir  que  cierta  cofradía  devota  los  impri- 
miese por  completo.  Son  varios  en  la  forma ,  pues  hay 
dos  fragmentos  de  poemas  épicos  y  muchos  sonetos; 
y  no  menos  diversos  en  el  gusto  y  en  la  entonación, 
corriendo  su  autor  todos  los  géneros  conocidos,  desde 
el  villancico  religioso  hasta  la  sátira  mas  cruda;  pero  en 
general  son  de  muy  mal  gusto,  y  solo  muy  rara  vez  se 
encuentra  en  ellos  un  rasgo  de  verdadera  poesía. Bene- 
gasi  yLuxan,  que  publicó  en  1743  un  tomo  de  varias 
poesías  del  género  agradable  y  ligero,  propio  de  la  socie- 
dad en  que  vivia  ,  escribió  con  mas  sencillez  que  Lobo, 
aunque  no  logró  mayor  concepto;  mas  exceptuando  á 
estos  dos  escritores  y  algunos  pocos  que  los  imitaron, 
como  Gabriel  Alvarez  de  Toledo  y  Antonio  Muñoz,  nada 
hallamos  en  España  durante  el  reinado  del  primer  Bor- 
bon.  que  merezca  particular  mención  en  ninguna  de  las 
dos  clases  de  poesía  que  acabamos  de  examinar  1G. 

Mas  características ,  sin  embargo ,  que  estas  son  dos 
colecciones  de  versos,  escritas,  como  lo  expresan  sus 
títulos,  por  los  mejores  poetas  de  aquel  tiempo,  en  elo- 
gio del  Rey  y  de  la  Reina,  quienes  encontrándose  casual- 
mente con  el  Viático  que  un  sacerdote  llevaba  á  casa  de 
una  pobre  mujer,  cedieron  su  coche,  val  estilo  del  país, 
le  acompañaron  á  pié  con  la  mayor  reverencia.  Los 
nombres  del  autor  dramático,  D.  Antonio  de  Zamora, 
de  D.  Diego  de  Torres ,  tan  conocido  por  sus  obras  lite- 
rarias, físicas  y  matemáticas,  y  de  otros  poetas,  cuya 


oor 

Mad 

joco-sérias»,su  autov  1).  José  Joaq... 

Benegasi  y  Luxau,  Madrid,  1745,  4.° 


22  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESAÑOLA. 

memoria  aun  vive,  adornan  la  colección  primera;  pero 
todos  los  demás  que  á  ella  contribuyeron  son  tan  oscu- 
ros como  sus  obras,  y,  además,  la  colección  entera 
revela  la  deplorable  situación  en  que  se  encontraba  en 
materias  de  gusto  un  público  que  apreciaba  semejantes 
trabajos  r' . 

Un  solo  punto  brillante  se  divisa  en  todo  este  período 
de  la  historia  de  la  poesía,  tanto  mas  notable,  cuanto  ma- 
yor es  la  oscuridad  que  le  rodea  ;  es  una  sátira  atribui- 
da á  un  escritor  llamado  Herbás,  y  no  conocido  por  otros 
escritos ,  que  se  disfrazó  con  el  seudónimo  de  Jorje  Pi- 
tillas, y  la  publicó  en  un  periódico  literario.  Es  verdade- 
ramente felicísima  para  los  tiempos  en  que  salió  á  luz, 
circunstancia  digna  de  atención,  pues  no  parece  excitó 
emulación  alguna  ,  ni  sirvió  de  estímulo  á  su  autor  para 
volverse  á  presentar  al  público.  El  asunto  de  su  compo- 
sición fué  bien  escogido,  á  saber,  los  malos  escritores 
de  la  época;  desempeñólo  con  maestría  y  vigor,  de- 
signando á  sus  víctimas  unas  veces  por  su  nombre ,  y 
pintándolas  otras  de  manera  que  no  podian  equivocarse; 
sus  principales  dotes  son  la  facilidad  y  sencillez  del  es- 
tilo, la  verdad  y  rigor  de  la  sátira  y  las  buenas  imita- 
ciones de  los  antiguos ,  particularmente  de  Persio  y  de 
Juvenal,  á  quien  se  parece  bastante  en  lo  conciso  y  sen- 
tencioso 1S. 

17  « Sagradas  flores  del  Parnaso,  gusto  en  que  eslá  escrita.  Ambas 
consonancias  métricas  de  la  bien  tem-  reunidas  forman  un  tomo  de  unas  200 
piada  lira  de  Apolo,  que  á  la  reveren-  páginas,  con  poesías  de  hasta  citicuen- 
te católica  acción  de  haber  ido  acom-  la  ingenios,  todas  ellas  en  el  estilo 
pañando  SS.  MM,  el  Santísimo  Sacra-  mas  afectado  y  ridiculo  que  puede 
mentó,  que  iba  á  darse  por  viático  á  darse:  las  últimas  heces  del  gongo- 
una  enferma,  el  dia  28  de  noviembre  rismo. 

de  1722,  cantaron  los  mejores  cisnes  ls  «Sátira  contra  los  malos  escri- 
de España.»  Insertamos  íntegro  el  ti-  tores  de  su  tiempo  t.  Se  atribuye  ge- 
tulo  de  la  primera  de  estas  obras,  co-  neralmente  a  I).  José  Gerardo  de  Her- 
ni(i   testimonio  patente   del  pésimo  bás ;  pero  Tapia  (t  Civilización.»  to- 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    PRIMERO. 


23 


mo  iv,  p.  266)  la  cree  obra  de  D.  José 
Cobo  de  la  Torre ;  y  además  está  in- 
serta en  el  «Rebusco  de  las  obras  lite- 
rarias de  J.  F.  de  Isla  »  (Madrid,  1790, 
8.°),  como  si  fuera  de  este  último  á 
no  dudarlo.  Publicóse  por  la  vez  pri- 
mera en  la  segunda  edición  del  t.  vil 
del  «Diario  de  los  literatos» ,  primera 
publicación  ajustada  al  espíritu  de  la 
crítica  moderna  que  se  hizo  en  Es- 
paña, y  tan  avanzada  para  aquellos 
tiempos,  que  no  llegó  al  segundo 
año ,  pues  comenzó  á  salir  en  i 737,  y 
continuó  solo  durante  veinte  y  uñ 
meses,  formando  en  todo  siete  to- 
mos. En  vano  la  favorecieron  el  mis- 
mo monarca  y  los  personajes  mas 
distinguidos  de  la  corte  ;  era  obra 


demasiado  profunda  y  meditada  ,  era 
cosa  nueva,  lo  cual  desagrada  gene- 
ralmente á  los  españoles;  severa  en 
su  crítica,  y  así  fué  que  todos  los  es- 
critores de  aquel  tiempo  se  conjura- 
ron contra  ella,  y  la  acabaron  y  des- 
truyeron. 

A  la  misma  época  que  la  «  Sátira  » 
de  Pitillas  pertenece  el  poema  de 
«Deucalion»,  por  D.  Alonso  Verdugo 
de  Castilla,  conde  de  Torrepalma;  es 
una  imitación  de  Ovidio  en  sesenta 
octavas,  poco  mas  ó  menos,  notable 
por  la  robustez  y  valentía  de  la  ver- 
sificación ;  pero  en  época  mas  propi- 
cia al  arte  apenas  hubiera  llamado  la 
atención  del  público. 


CAPITULO  II. 

El  marqués  de  San  Felipe. — Influencia  francesa  en  la  literatura  española. — 
Luzan. — Sus  predecesores  y  doctrinas. — Triste  estado  del  cultivo  inte- 
lectual en  España. — Feijoó. 

Pertenece  enteramente  al  reinado  de  Felipe  V  una 
obra  histórica  de  alguna  importancia,  cual  es  la  historia 
de  España  desde  el  año  de  1701  hasta  el  de  1725,  por 
el  marqués  de  San  Felipe.  Fué  este  un  caballero  espa- 
ñol de  origen,  aunque  nacido  en  Cerdeña  á  fines  del  si- 
glo xvn,  que  desempeñó  en  su  juventud  varios  cargos 
importantes  del  uobierno español;  pero,  conquistada  su 
patria  por  los  austríacos ,  permaneció  fiel  á  la  dinastía 
francesa  y  huyó  á  Madrid.  Allí  fué  recibido  del  Mo- 
narca y  creado  marqués,  escogiendo  él  mismo  el  título 
de  San  Felipe,  en  obsequio  á  su  rey,  quien,  además  de 
emplearle  durante  la  guerra  en  asuntos  militares ,  le 
nombró  por  último  su  embajador  cerca  de  la  república 
de  Genova  ,  y  después  en  el  Haya,  donde  falleció  á  1  .°de 
julio  de  1  7¿G. 

Ilabia  el  Marqués  recibido  una  educación  esmerada, 
y  así  es  que  en  medio  de  los  graves  cargos  á  que  fué  des- 
tinado, buscó  distracción  y  recreo  en  el  estudio.  En  1709 
imprimió  un  poema  en  octavas,  fundado  sobre  el  Libro  de 
Tobías  y  también  compuso  una  Historia  de  la  monarquía 
hebrea,  tomada  principalmente  de  la  Biblia  y  de  Josefo, 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  11.  25 

que  no  salió  á  luz  hasta  1727,  un  año  después  de  su 
muerte.  Pero  su  principal  trabajo  literario  es  la  Histo- 
ria de  la  guerra  de  sucesión;  verdad  es  que  el  motivo  que 
le  impulsó  á  escribirla  fué  su  adhesion  á  los  Borbones, 
y  que  la  posición  elevada  que  ocupó,  y  su  intervención 
en  los  negocios  públicos,  le  proporcionaron  copiosos  ma- 
teriales, que  pocos  hubieran  podido  disfrutar.  Intitulóla 
Comentarios  de  la  guerra  de  España ,  é  historia  de  su  rey 
Felipe  V el  Animoso,  desde  el  principio  de  su  reinado  hasta 
el  año  de  17:2o;  pero  aunque  el  obsequio  á  su  soberano, 
que  aparece  en  la  portada,  continúa  por  toda  la  obra, 
no  dejó  por  eso  de  hallar  obstáculos  y  dificultades  en  su 
publicación.  Imprimióse  en  Madrid,  yen  folio,  el  primer 
tomo  de  ella;  mas  al  poco  tiempo  de  haberse  publicado 
fué  recogido  de  real  orden,  por  respeto  sin  duda  á  la 
honra  de  algunas  familias  españolas  que  hacian  un  pa- 
pel poco  lucido  en  las  turbulencias  de  aquella  época;  de 
manera  que  la  primera  edición  completa  salió  á  luz  en 
Genova,  sin  fecha,  aunque  probablemente  en  1729. 

Está  escrita  la  obra  con  cierta  animación  ,  abrazando 
con  ardor  la  causa  de  Castilla  contra  Cataluña ;  pero,  á 
pesar  de  su  carácter  decididamente  parcial  y  apasiona- 
do, es  la  mejor  narración  délos  acontecimientos  que  re- 
fiere, y  si  bien  participa  en  gran  manera  de  la  ligereza 
y  superficialidad  de  las  memorias  francesas,  que  tan  de 
moda  estaban  á  la  sazón ,  respira  los  antiguos  sentimien- 
tos españoles  de  religion  y  lealtad,  sentimientos  que  ve- 
mos por  la  lectura  de  este  libro  habían  sobrevivido  á  la  rui- 
na completa  del  carácter  nacional  durante  el  siglo  xvu, 
y  á  las  convulsiones  que  agitaron  el  país  á  principios 
del  xviu.  El  estilo  no  es  enteramente  puro,  advirtiéndo- 
se en  algunas  voces  y  modismos  la  educación  sarda  del 


26  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

autor  ,  así  como  ciertos  toques  epigramáticos  y  tal  cual 
sentencia  ingeniosa  y  aguda  de  la  escuela  retórica  de 
Gracian,  á  quien  se  propuso  seguir,  declarándose  su 
verdadero  y  fiel  discípulo  en  poesía.  Con  todos  estos  de- 
fectos, los  Comentarios  son  un  libro  muy  entretenido,  lle- 
no de  pormenores,  referidos  con  suma  modestia;  siem- 
pre el  autor  mismo  figura  en  ellos,  y  con  aquel  colorido 
que  solo  puede  dar  á  una  relación  quien  ha  tomado  par- 
te en  los  mismos  hechos1. 

Pero  al  hablar  de  la  literatura  española  en  el  reinado 
de  Felipe  Y,  no  debemos  echar  en  olvido  que  la  influen- 
cia francesa  iba  sucesivamente  haciéndose  sentir  mas  y 
mas  en  el  cultivo  intelectual  de  España ;  verdad  es  que 
ni  las  masas  populares  hacían  alto  en  esta  mudanza  ,  ni 
la  resistían  ,  y  que  el  nuevo  gobierno  procuraba  con  su- 
mo estudio  evitar  cuanto  pudiese  herir  ó  rebajar  el  an- 
tiguo espíritu  castellano  ;  pero  Paris  era  entonces,  como 
lo  habia  sido  por  mucho  tiempo,  la  capital  mas  adelan- 
tada y  brillante  de  Europa,  y  las  cortes  de  Luis  XIV  y 
Luis  XV,  íntimamente  relacionadas  con  la  de  Felipe  V, 
habían  necesariamente  de  introducir  en  Madrid  el  mis- 
mo tono  y  las  mismas  maneras  que  iban  ya  propagán- 
dose por  Alemania  y  por  las  partes  mas  avanzadas  del 
Norte. 

En  efecto  ,  comenzábase  ya  á  hablar  francés  en  la  so- 
ciedad mas  elegante  y  culta  de  la  capital  y  de  la  corte; 
cosa  absolutamente  desconocida  hasta  entonces  en  Es- 


1  «Los  Tobias  »,  su  vida  escrita  en  paña  hasta  el  año  de  1725  » ,  Genova, 

octavas  porD. Vicente  BacallarySan-  sin  fecha,  2  torn,  , -i.0  Hay  una  pobrí- 

na  , marqués  de  San  Felipe,  etc.,  4. u,  sima  continuación  de  ellos  hasta  el 

de  178  pp.,  sin  fecha;  pero  el  privile-  año  de  1742,  intitulada  «Conliima- 

gio  de  impresión  es  de  1709.  «Monar-  cion  de  los  comentarios,  etc.,  por  don 

ehia  hebrea);,  Madrid,  1727,  2  torn.,  José  del  Campo  Raso»,  Madrid,  17üG- 

4.°  «  Comentarios  de  la  guerra  de  Es-  63 ,  2  torn. ,  1° 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  II.  27 

paña  ,  á  pesar  de  que  repetidas  veces  habían  ocupado  el 
trono  español  princesas  nacidas  en  Francia.  Dicha  inno- 
vación era  un  obsequio  al  monarca  reinante,  y  así  es  que 
los  cortesanos  la  adoptaron  y  siguieron  con  todo  ahin- 
co. Jorge  Pitillas,  bajo  el  pretexto  de  burlarse  de  sí 
propio,  como  pecador  en  el  asunto,  ridiculiza  con  mucha 
gracia  á  los  que  seguían  la  nueva  moda,  y  diciendo : 

Hablo  francés,  aquello  que  me  basta 
Para  que  no  me  entiendan  ni  yo  entienda, 
Y  fermentar  la  castellana  pasta. 

Y  el  P.  Isla  se  ríe  de  lo  mismo,  pintando  á  un  hombre 
que  cree  casarse  con  una  andaluza  ó  castellana,  y  se  en- 
cuentra con  que  su  mujer  es  una  francesa  hecha  y  de- 
recha 2. 

Menudearon  entonces  las  traducciones  del  francés,  y 
por  fin  se  acometió  la  empresa  formal  de  introducir  en 
España  un  sistema  poético  fundado  sobre  las  doctrinas 
críticas  á  la  sazón  dominantes  en  Francia.  Fué  el  autor 
de  este  proyecto  D.  Ignacio  de  Luzan,  caballero  arago- 
nés, que  pasó  muy  niño  á  Italia,  donde  recibió  una  edu- 
cación clásica  en  Milan ,  Palermo  y  Ñapóles ;  allí  residió 
por  espacio  de  diez  y  ocho  años,  disfrutando  el  trato  y 
amistad  de  los  primeros  poetas  italianos  de  su  tiempo, 
y  entre  ellos  de  Maffei  y  Metastasio.  Volvió  por  último  á 
su  patria,  en  1733,  lleno  de  erudición  clásica,  empapa- 
do en  las  doctrinas  dominantes  en  Italia,  y  conocedor 
profundo  de  las  lenguas  italiana  y  francesa,  que  hablaba 
y  escribía  con  igual  perfección. 

Asuntos  personales,  y  su  carácter  naturalmente  mo- 
desto, le  hicieron  por  algún  tiempo  vivir  retirado  en  una 

'Pitillas,  RSátira*.— Isla.  A  losque  afectan  ser  extranjeros.— Rebusco, 
degenerando  del   carácter  español,    p. 178. 


28  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

de  sus  haciendas  situadas  en  el  reino  de  Aragón;  mas 
en  el  estado  de  postración  en  que  se  hallaba  la  literatura 
del  país.,  un  hombre  de  sus  conocimientos  no  podia me- 
nos de  ejercer,  cuando  quisiese,  grande  influencia.  La 
de  Luzan  comenzó  á  manifestarse  muy  en  breve ,  por- 
que era  aficionadísimo  á  escribir ,  y  lo  hacia  con  suma 
facilidad.  Ya  en  Italia  y  Sicilia  habia  publicado  varias 
obras  en  italiano  ven  francés;  en  su  casa  y  en  medio  de 
sus  paisanos  se  puso  naturalmente  a  escribir  en  castella- 
no. Hizo  traducciones  de  Anacreonte,  Safo  y  Museo; 
acomodó  los  dramas  de  Maffei,  Lachaussée  y  Metas- 
tasio  á  la  escena  española,  y  escribió  además  gran  nú- 
mero de  versos  cortos,  y  una  comedia  original  intitula- 
da La  virtud  honrada,  que  se  representó  en  Zaragoza  en 
una  casa  particular. 

Todo  cuanto  salia  de  su  pluma  era  bien  recibido,  si 
bien  entonces  imprimió  muy  poco ,  y  aun  después  la  ma- 
yor parte  ha  quedado  inédita;  sus  Odas  a  la  conquista  de 
Oran  excitaron  la  admiración  de  sus  amigos,  y  aunque 
algún  tanto  frias,  continúan  aun  leyéndose  con  gusto. 
Estas  y  otras  composiciones  llamaron  la  atención  del  go- 
bierno español,  ven  1747  fué  nombrado  secretario  de  la 
embajada  de- Paris.  Allí  permaneció  tres  años,  y  por  au- 
sencia de  su  jefe,  desempeñó  durante  mucho  tiempo  las 
funciones  de  representante  español  en  aquella  corte.  A 
su  vuelta  á  España  siguió  disfrutando  el  favor  y  la 
confianza  del  Monarca,  y  cuando  en  17o6  falleció  de 
muerte  repentina,  gozaba  inmenso  crédito  y  estaba  en 
vísperas  de  ser  nombrado  para  un  puesto  mas  impor- 
tante que  cuantos  habia  tenido  hasta  entonces  3. 

3  Latassi.'  lübl.  Nueva»  .  í.v.p.12.  y    su  iiijo.  1789.  Sus  poesías  nunca  se  ban 
prólogo  á  la  (Poética  de  Luzan»,  por    recogido  enteras,  y  solo  publicaron 


TERCERA    ÉPOCA. CAPITULO    II.  29 

Las  circunstancias  especiales  del  país,  y  las  de  su 
educación,  posición  y  gustos  literarios,  abrieron  á  Lu- 
zan ,  como  crítico ,  una  carrera  en  la  que  no  podia  rae- 
nos  de  alcanzar  señalados  triunfos.  Estaba  todo  tan  caí- 
do y  rebajado ,  que  nadie  era  capaz  de  resistir  á  su  en- 
señanza y  doctrinas:  la  importancia  política  de  España 
entre  las  demás  naciones  era  punto  menos  que  nula, 
su  dignidad  moral  insignificante,  su  escuela  poética  en- 
teramente destruida ;  el  antiguo  orden  de  cosas  en  Es- 
paña relativo  al  cultivo  literario  habia  pasado  para  no 
volver  mas,  juntamente  con  la  dinastía  austriaca,  que  lo 
habia  introducido  y  fomentado ;  hay  mas  aun  :  ninguna 
tentativa  digna  de  este  nombre  indicaba  aun  el  carácter 
intelectual  del  sistema  que  habia  de  reemplazarle.  En 
tales  circunstancias  un  esfuerzo,  por  leve  que  fuese, 
debia  imprimir  á  la  máquina  un  movimiento  decisivo,  y 
Luzan  era  el  hombre  mas  á  propósito  para  tomar  la  ini- 
ciativa. Educado  enteramente  en  los  principios  riguro- 
sos y  clásicos  de  la  escuela  francesa,  poseía  los  medios 
necesarios  para  exponer  sus  doctrinas  y  sostenerlas.  En 
1728,  y  estando  en  Palermo,  ofreció  á  la  Academia  de 
aquella  ciudad,  cuyo  individuo  era,  seis  disertaciones 
críticas  sobre  la  poesía,  escritas  en  italiano;  de  modo 
que  cuando  volvió  á  España  no  tuvo  mas  que  refundir 
sus  propios  materiales  y  formar  con  ellos  un  cuerpo  ho- 
mogéneo ,  acomodado  á  las  necesidades  literarias  de  su 
país;  liízolo  así,  y  el  resultado  de  este  trabajo  fué  su 

algunas  de  ellas  Sedaño,  Quinta-  ciones  á  las  distribuciones  de  pre- 
ña ,  etc.  Las  octavas  que  reciió  á  la  mios  en  1754  y  publicadas  en  las  <d¡e- 
inauguracion  de  la  academia  de  Be-  laciones, etc. «(Madrid, folio), son mag 
lias  Artes  de  San  Fernando  en  175-,  bien  una  prueba  de  su  aventajada  po- 
impresas  en  la  p.  21  de  la  «Abertura  sicion  social  y  de  su  instrucción  que 
solemne,  ele.  >,  publicada  con  tal  mo-  de  otra  cosa.  Latassa  insería  un  largo 
tivo  (Madrid,  folio) ,  y  otras  composi-  catálogo  de  sus  obras  inéditas. 


30  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Arte  poética ,  que  se  imprimió  por  la  vez  primera  en 
1737. 

No  era  nueva  la  empresa  ,  porque  mucho  antes  se  ha- 
bían anunciado  y  defendido  en  España  las  reglas  y  doc- 
trinas de  los  antiguos  en  materia  de  retórica  y  gusto  li- 
terario. El  mismo  Juan  del  Encina,  de  quien  bien  puede 
decirse  fué  el  primero  en  considerar  la  poesía  castellana 
como  arte,  no  ignoraba  los  preceptos  de  Cicerón  y  Quin- 
tiliano,  si  bien  en  su  brevísimo  tratado,  escrito  con  me- 
jor gusto  y  mas  cordura  que  la  que  podia  esperarse  de 
su  siglo ,  trató  el  asunto  del  mismo  modo  que  el  mar- 
qués deSantillana  y  los  provenzales  lo  habían  hecho  an- 
tes que  él,  es  decir,  considerando  la  poesía  principal- 
mente con  relación  á  formas  mecánicas4.  Rengifo,  lec- 
tor de  gramática  y  retórica  en  Salamanca,  cuyo  Arte  de 
poesía  castellana  se  publicó  en  1592,  se  limitó  igual- 
mente á  la  simple  estructura  del  verso  y  á  las  formas 
técnicas  de  la  composición  que  usaron  los  antiguos  poe- 
tas españoles,  comprendiendo  además  las  italianas, in- 
troducidas por  Boscan  ;  discusión  curiosísima,  en  la  que, 
valiéndose  de  la  autoridad  de  los  antiguos,  ventila  muy 
bien  el  mérito  de  la  escuela  nacional  y  sus  metros  pecu- 
liares 5. 

Alonso  Lopez,  llamado  comunmente  el  Pinciano,  au- 
tor del  poema  épico  El  Pelayo,  que  hemos  examinado  en 
otra  parte,  fué  mas  adelante.  En  1596  publicó  su  Filo- 
sofía antigua  poética,  en  que,  bajo  la  forma  de  diálogo 
entre  dos  amigos,  manifiesta  con  tanta  erudición  como 

*  Precede  al   «Cancionero»    del  5  «Arte  poética  española,  su  autor 

mismo  Encina,  cuya  primera  edición  Juan  Diaz  Hengifo»  (Salamanca  ,  1592, 

es  de  149ü,  folio,  lo  mismo  que  á  las  4."),  aumentada,  aunque  no  mejora- 

sucesiviis,  y  consta  de  nueve  capílu-  da,enlasedicionesdel700, 1737, etc., 

los  cortos.  de  José  Vicens. 


TERCERA  ÉPOCA.  CAPÍTULO  II.  31 

ingenio  su  opinion  en  punto  á  los  preceptos  de  los  an- 
tiguos maestros  sobre  las  diversas  formas  de  composi- 
ción poética  6.  Siguióle  Cáscales  en  1616  con  unos  diálo- 
gos mas  familiares  que  las  cartas  graves  y  mesuradas  del 
Pinciano,  y  allegándose  mas  á  las  doctrinas  de  Horacio, 
cuya  epístola  á  los  Pisones  imprimió  después  con  un  co- 
mentario latino  muy  bien  escrito7.  Salas,  al  contrario, 
en  su  Nueva  idea  de  la  tragedia  antigua,  que  salió  á  luz 
en  1633,  prefirió  á  todas  las  demás  autoridades  la  de 
Aristóteles,  é  ilustró  su  disertación,  la  mas  hábil  quizá 
que  hay  en  toda  la  literatura  española  en  este  punto,  con 
una  traducción  de  Las  Troyanas  de  Séneca  y  un  discur- 
so que  el  teatro  de  todos  los  tiempos  antiguos  y  moder- 
nos dirige  á  sus  respectivos  auditorios 8. 

Sin  embargo,  todos  estos  escritores,  y  los  de  otras  tres 
ó  cuatro  obras  sobre  el  mismo  asunto,  aunque  menos  im- 
portantes, al  tratar  de  establecer  la  doctrina  poética  so- 
bre principios  filosóficos,  no  echaron  mano  de  otros  argu- 
mentos que  de  las  reglas  de  Aristóteles  ó  de  los  retóricos 
romanos9,  lo  cual  era  un  error  muy  grave;  porque  mal 
podían  los  principios  retóricos  de  la  clásica  antigüe- 
dad aplicarse  estrictamente  á  ninguna  poesía  moderna, 
y  mucho  menos  á  la  española.  Así  vemos  la  escuela  de 
Lope  de  Vega  arrollarlos  y  pasar  por  encima  de  ellos 

G  « Philosophia  antigua  poética  del  D.  Jusepe  Antonio  Gonzalez  de  Sa- 

doctor  Alonso  López  Pinciano,  médi-  las»,  Madrid  ,  1653,4.° 

co  cesáreo»,  Madrid,  1596,  i.°  9  Vahemos  hablado  del  tratado  de 

1  «Tablas  poéticas  del  licenciado  Argote  de  Molina  que  antecede  á  su 

Francisco  Cáscales» ,  1616.  Otra  edi-  edición  del  «Conde  Lucanor»  de  1600 

cion  de  Madrid,  17T9,  8.°,  contiene  y  del  poema  de  Juan  de  la  Cueva.  Otro 

una  vida  del  autor  por  Mayans  y  Sis-  pequeño  discurso ,  intitulado  «  Libro 

car.  Cáscales  tuvo  la  presunción  de  de  erudición  poética»,  se  publicó  en- 

aneglar  el  «Ai  te  poética  de  Horacio»  tre  las  obras  de  D.Luis  Carrillo  (1611), 

en  una  forma  que  él  creyó  mejor.  y  pudiéramos  añadir  algunas  epíslo- 

8  «Nueva  idea  de  la  tragedia  anli-  las  de  Cristóbal  de  Mesa;  pero  lasúl- 

gua,  é  ilustración  última  al  libro  sin-  timas  valen  poco,  y  el  discurso  de 

guiar  de  Poética  de  Aristóteles ,  por  Carrillo  es  de  pésimo  gusto. 


32  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

como  un  torrente  impetuoso,  que  apenas  deja  rastro  de 
las  obras  hidráulicas  construidas  para  contener  su  cor- 
riente. Pero  Luzan  siguió  diverso  rumbo  :  sus  inmedia- 
tos predecesores  habían  sido  Gracia nt  defensor  y  re- 
presentante del  gongorismo  de  la  época  anterior ,  y  Ar- 
tigas, que  en  un  largo  tratado  De  la  elocuencia  española, 
escrito  en  romances,  parece  quiso  alentar  el  malísimo 
gusto  que  reinaba  á  principios  del  siglo  xvm  i0. 

Luzan  no  hizo  caso  de  ellos;  siguió  el  sistema  poéti- 
co de  Boileauy  Lebossu  ,  sin  olvidará  los  antiguos  maes- 
tros, pero  acomodando  sus  doctrinas  á  las  necesidades 
de  la  poesía  moderna,  como  lo  habia  hecho  anterior- 
mente Muratori,  y  esforzándolas  con  el  ejemplo  de  la 
escuela  francesa,  mas  admirada  á  la  sazón  en  Europa  que 
otra  ninguna11.  Su  objeto,  como  después  lo  explicó  él 
mismo,  fué  «sujetar  la  poesía  española  á  los  preceptos 
que  usan  las  naciones  cultas»;  y  la  obra  está  escrita 
con  todo  el  tacto  necesario  para  conseguir  dicho  fin. 
Trata  el  primer  libro  del  origen  y  naturaleza  de  la  poe- 
sía, y  el  segundo  de  los  placeres  y  ventajasque  propor- 
ciona su  ejercicio.  Estos  dos  constituyen  la  primera  mi- 
tad de  toda  la  obra,  y  después  de  explicar  en  ellos  lomas 
preciso  acerca  de  las  partes  del  arte  que  él  consideraba 
como  menos  importantes,  á  saber,  la  poesía  lírica,  la  sá- 


'l''  También  liemos  hecho  ya  mención  1845  ,  t.  i .  p.  21 )  dice  que  Luzan  co- 
deGracian. El«Epítomedelaelocuen-  pió  el  libro  de  Muralori  «Delia  per- 
cia  española  por  D.  Francisco  Arli-  f'etta  poesía  »,  en  tales  términos,  que 
gas,  o/¿mí  Artieda  »  ,  es.  segur!  el  pri-  el  tratado  español  le  sirvió  mucho  á 
vilegio  de  impresión ,  de  1725,  y  con-  él  (White)  para  aprender  el  italiano, 
tiene  unos  trece  mil  versos  :  libro  sin-  Pero  en  realidad  Luzan  no  copió  á 
gulary  verdaderamente  ridículo,  pero  Muratori  con  la  imperdonable  liber- 
muy  importante  como  muestra  del  mal  tad  que  indica  esta  observación,  aun- 
gusto  de  su  época,  sobre  todo  en  queadoptó  su  sistema, reconociéndo- 
lo relativo  á  la  elocuencia  del  pul-  le  con  franqueza  y  citándole  freeuen- 
pito.  mente. 

11  Blanco  Whke(<tVida»,  porThom., 


TEIICERA    ÉPOCA. —  CAPÍTULO    II.  33 

tira  y  el  género  bucólico  ó  pastoril,  consagra  los  otros 
dos  libros  á  tratar  del  drama  y  déla  poesía  épica,  ramos 
que  el  ingenio  español  habia  cultivado  con  mas  preferen- 
cia y  afición  que  otro  alguno.  El  libro  es  rigurosamente 
metódico  y  arreglado ,  y  el  estilo,  si  no  tan  rico  como  el 
de  los  prosadores  antiguos,  y  aun  menos  quizá  de  lo  que 
permite  la  misma  índole  de  la  lengua,  es  claro,  sencillo 
y  expresivo.  Cuando  explana  y  defiende  sus  opiniones  es 
cuerdo  y  templado,  y  las  numerosas  ilustraciones  que 
acompañan  á  su  trabajo ,  tomadas  no  solo  del  castella- 
no, francés  ,  griego,  latín,  sino  también  del  portugués  é 
italiano,  están  escogidas  con  exquisito  gusto,  y  muy 
bien  aplicadas  para  esforzar  los  argumentos  y  robus- 
tecer el  intento  de  la  obra.  En  esta  parte  es  difícil  escri- 
bir otra  mejor. 

El  efecto  que  produjo  fué  grande  y  rápido.  Todo  el 
mundo  vio  en  Luzan  el  remedio  del  mal  gusto  que  ha- 
bía acompañado,  y  en  gran  parte  apresurado,  la  deca- 
dencia de  la  literatura  desde  los  tiempos  de  Góngora; 
fué  por  lo  mismo  leida  con  ardor,  como  obra  de  todo  pun- 
to necesaria,  y  si  á  esto  se  agrega  que  la  literatura  fran- 
cesa del  siglo  de  Luis  XIY,  que  él  proponía  como  mo- 
delo de  todas  las  del  mundo,  era  á  la  sazón  mirada  en 
toda  Europa  con  entusiasmo  y  admiración  ,  no  nos  cau- 
sará extrañeza  que  la  Poética  de  Luzan  ejerciese,  desde 
el  momento  en  que  apareció,  una  autoridad  absoluta  en 
la  corte  española,  en  punto  á  materias  literarias,  y  que 
entrasen  desde  luego  en  el  número  de  sus  admiradores 
y  secuaces  los  pocos  hombres  distinguidos  que  entonces 
habia  en  el  país1"2. 

41  La  primera  edición  de  la  «Poéti-    1757,,  folio,  con  aprobaciones  muy 
caí  de  Luzan  salió  a  luz  en  Zaragoza,    encomiásticas  de  Navarro  y  Galline- 
TOM.  IV.  3 


34  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Pero  algo  masque  una  reforma  del  gusto  dominante  se 
necesitaba  en  España  para  establecer  sólidamente  en  ella 
los  cimientos  en  que  debia  estribar  un  adelanto  sensible 
de  la  amena  literatura.  Hacia  tanto  tiempo  que  se  habían 
perdido  de  vista  en  el  país  las  formas  mas  comunes  de 
la  verdad,  que  el  ingenio  parecía  allí  como  aniquilado 
y  raquítico  por  falta  de  un  alimento  propio  y  saludable. 
Las  ciencias  físicas  y  morales,  que  durante  un  siglo  mar- 
chaban á  pasos  agigantados  en  los  demás  pueblos  de  Eu- 
ropa ,  no  habían  podido  forzar  el  cordon  que  el  despo- 
tismo civil  y  eclesiástico  habían  establecido  con  vigilan- 
cia suma  en  los  pasos  del  Pirineo.  Desde  el  tiempo  de 
las  Comunidades  y  la  reforma  de  Lulero,  cuando  las  sec- 
tas religiosas  comenzaron  á  discutir  la  autoridad  délos 
príncipes  y  los  derechos  de  los  pueblos,  cuando  el  cas- 
tigo de  las  opiniones  llegó  á  ser  la  base  principal  del 
sistema  político  del  gobierno  español,  mirábase  como 
peligrosísimo  todo  lo  que  olia  á  instrucción  y  no  esta- 
ba sancionado  por  la  Iglesia.  En  las  universidades,  que 
por  razón  de  su  origen  eran  corporaciones  puramen- 
te eclesiásticas ,  y  por  lo  mismo  sostenían  con  todo  su 
poder  la  influencia  del  clero,  nada  se  concedia  al  estu- 
dio de  ¡a  amena  literatura,  y  solo  se  toleraba  lo  pu- 
ramente necesario  para  formar  sacerdotes  versados  en 
las  ciencias  escolásticas  y  fieles  católicos.   Las  ciencias 


ro,  amigos  del  aulor.  La  segunda,  hubiese  puesto  algunas  excepciones 
muy  mejorada  con  adiciones  sacadas  á  sus  alabanzas  y  recomendación,  Lu- 
de los  manuscritos  de  Luzan,  se  im-  zan,  que  era  hombre  muy  suscepti- 
primió  en  Madrid,  en  dos  lomos  en  ble,  contestó  con  mucha  acrimonia, 
8.°,  1789.  Cuando  se  publicó  la  pri-  bajo  el  nombre  de  Iñigo  de  Lanuza, . 
mera,  *  Fl  Diario  de  los  literatos »  Pamplona  (1740).  8.°,  conunsinlin 
(t.  vii,  1738)  la  elogió  mucho;  pero  de  notas  muy  pesadas  y  eruditas,  es- 
como uno  de  los  críticos  redactores  critas  por  Colmenares,  á  quien  el  li- 
de  aquel  periódico  ,  que  era  Iriarte.  y  bro  estaba  dedicado, 
escribió  la  última  paite  del  artículo, 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    II.  35 

físicas  y  exactas  estaban  rigurosamente  prohibidas,  re- 
duciéndose su  enseñanza  á  la  doctrina  de  Aristóteles,  y 
como  decía  Jovellanos  con  gran  resolución,  en  un  me- 
morial á  Carlos  IV:  «Hasta  la  misma  medicina  y  juris- 
prudencia hubieran  sido  desatendidas ,  si  el  instinto  na- 
tural permitiera  al  hombre  olvidar  los  medios  de  prote- 
ger su  existencia  y  su  propiedad15.» 

En  efecto,  las  universidades  españolas  seservianaun 
de  los  mismos  libros  y  métodos  de  enseñanza  que  en 
tiempo  del  cardenal  Jimenez  de  Cisneros ,  y  la  filosofía 
escolástica  se  consideraba  como  el  pináculo  del  estudio 
y  del  cultivo  intelectual.  Don  Diego  de  Torres,  tan  cé- 
lebre después  por  sus  conocimientos  físicos  ,  nacido  y 
educado  en  Salamanca  en  la  primera  mitad  del  siglo  xvín, 
dice  que,  después  de  haber  frecuentado  por  espacio  de 
cinco  años  las  aulas  de  aquella  universidad,  supo  ca- 
sualmente que  habia  ciencias  matemáticas14;  y  cincuen- 
ta años  después  Blanco  White  declaraba  que,  lo  mismo 
que  sus  demás  condiscípulos,  hubiera  concluido  sus  es- 
tudios teológicos  en  la  universidad  de  Sevilla  sin  saber 
que  hubiese  literatura,  á  no  haberle  la  suerte  proporcio- 
nado el  conocimiento  de  una  persona  que  le  enseñó  los 
primeros  rudimentos  de  la  poesía  española  15. 

Llegó  pues  á  triunfar  completamente  el  antiguo  orden 
de  cosas,  y  la  ignorancia  cundió  de  una  manera  tan  ex- 
traordinaria como  increíble.  Por  otra  parte,  así  como  las 
tinieblas  siguen  de  cerca  la  falta  de  luz,  brotaron  de  to- 

13  Cean  Bermudez,  «Memorias  de  do  de  la  esfera  del  padre  Clavio,  dice  : 

Jovellanos»,  Madrid, Í814,  8.°,  cap.x,  «Creo  que  fué  la  primera  noticia  que 

p.  221.  habia  llegado  á  mis  oidos  de  que  lia- 

11  «Vida, ascendencia, ele. ,deldoc-  bia  ciencias  matemáticas  en  elmuc- 

tor  D.  Diego  de  Torres  Villarroel»,  do.»  (p.  34.) 

Madrid  ,  1789,  4.°;  autobiografía  es-  1S  «Cartas  de  Doblado»,  1822.  pá- 

critaenelgustomasperversodeaquel  gina  113. 
tiempo  (1743).  Hablando  de  un  Trata- 


36  HISTORIA  DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

das  partes  las  mayores  locuras,  extravagancias  y  ab- 
surdos; pocos  eran  los  españoles,  á  principios  del  siglo, 
que  no  creian  en  las  ridiculeces  de  laastrología  judicia- 
ria  ,  y  menos  aun  los  que  negaban  la  influencia  malig- 
na de  los  cometas  y  eclipses.  El  sistema  de  Copérnico, 
no  solo  era  mirado  con  desvío,  sino  que  estaba  prohi- 
bida su  enseñanza,  como  contraria  á  las  sagradas  Escri- 
turas. Desconocíase  de  todo  punto  la  filosofía  de  Bacon, 
con  todas  sus  deducciones  y  consecuencias;  y  si  bien  no 
nos  atreveremos  á  decir  que  los  salutíferos  raudales  del  sa- 
ber hubiesen  enteramente  retrocedido  á  su  fuente,  bien 
se  puede  asegurar  que  no  habian  sido  agitados  por  fuer- 
za alguna  de  inteligencia,  y  que  permanecían  inmóvilesy 
estancados,  en  términos  que  ni  habia  en  ellos  vida ,  ni 
podían  ya  soportarla.  Parece  como  que  las  facultades  de 
pensar  y  raciocinar,  en  la  verdadera  acepción  de  estas 
palabras,  ó  habian  del  todo  desaparecido  de  España,  ó 
se  conservaban  parcialmente  en  algunos  individuos,  po- 
cos y  aislados,  que,  temerosos  de  la  tiranía  civil  y  reli- 
giosa, no  osaban  difundir  la  escasa  y  pobre  luz  que  veían 
sus  ojos. 

Situación  semejante  no  era  posible  que  durase;  el  es- 
píritu humano  no  puede  permanecer  mucho  tiempo  en 
estado  de  cautiverio,  y  la  prueba  evidente  de  este  hecho 
consolador  se  halla  en  que  el  primero  que  acometió  la 
noble  empresa  de  la  emancipación  intelectual  en  Espa- 
ña no  fué  un  hombre  de  extraordinarias  dotes  ni  cuya 
posición  fuese  bastante  ventajosa  y  elevada  para  el  pen- 
samiento á  que  consagró  toda  su  vida ,  sino  un  monje 
pacífico  y  templado,  el  P.  Fr.  Benito  Jerónimo  Feijoó. 
Nacido  en  1676,  de  una  familia  respetable,  en  Galicia, 
sus  padres  le  destinaron  desde  luego  á  la  carrera  ecle- 


TERCERA  ÉPOCA.  CAPÍTULO  11.  37 

siástica,  á  pesar  de  ser  el  primogénito,  y  llamado  por  lo 
tanto  á  sostener  los  honores  de  su  casa  y  disfrutar  las 
rentas  que  constituían  su  patrimonio.  A  la  edad,  pues, 
de  catorce  años  Feijoó  abrazó  el  estado  eclesiástico  ;  pe- 
ro, como  amaba  el  estudio,  no  solo  se  aplicó  á  la  teo- 
logía ,  sino  también  á  la  medicina  y  a  las  ciencias  físico- 
matemáticas,  según  lo  permitían  entonces  los  escasos 
medios  y  estado  lamentable  de  la  enseñanza.  En  4717 
entró  en  su  convento  de  benedictinos  de  Oviedo,  donde 
vivió  cuarenta  y  siete  años  en  el  retiro,  consagrado  en- 
teramente al  estudio,  y  fiando  de  vez  en  cuando  á  3a 
imprenta  el  fruto  de  sus  trabajos  para  la  enseñanza  y 
aprovechamiento  de  sus  compatriotas. 

Su  carácter  personal  y  recursos  le  hacían  en  cierta 
manera  muy  apto  para  la  inmensa  empresa  que  acome- 
tió. Era  católico  sincero  y  piadoso,  lo  cual  contribuyó 
eficazmente  á  fortificar  su  repugnancia  en  atacar  abusos 
que  protegía  abiertamente  la  autoridad  de  su  iglesia; 
circunstancia  sin  la  cual  se  le  hubieran  suscitado  mil  obs- 
táculos á  los  primeros  pasos.  Era  de  razón  vigorosa  y 
espíritu  paciente  é  incansable,  y  si  por  una  parte  su  po- 
sición y  carácter  ponían  coto  á  sus  investigaciones,  le 
proporcionaban  por  otra  la  inmensa  ventaja,  que  poquí- 
simos españoles  disfrutaban  á  la  sazón,  de  saber  mucho 
de  lo  que  en  Francia,  Italia  y  aun  Inglaterra  se  habia 
trabajado  en  beneficio  de  las  ciencias  durante  el  siglo 
anterior.  Era,  sobre  todo,  honradísimo,  y  escribía  lleno 
de  buena  fe.  A  medida  que  fué  adelantando,  fué  cono- 
ciendo mas  y  mas  el  abismo  que  separaba  á  su  patria  del 
resto  de  Europa,  vio  que  en  muchos  puntos  importantes 
la  verdad  era  completamente  desconocida,  y  que  mien- 
tras Cervantes  y  Lope  de  Vega,  Calderón  y  Quevedo 


38  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

se  habían  solazado  libremente  y  sin  trabas  en  el  campo 
de  la  imaginación ,  el  mundo  solemne  do  la  realidad,  el 
mundo  de  la  verdad  física  y  moral  había  estado  en  Es- 
paña completamente  cerrado  á  toda  investigación,  como 
si  dicho  país  no  formara  parte  de  la  Europa  civilizada. 

Alguna  vez  manifestó  Feijoó  inquietud  por  el  resulla- 
do  de  sus  tareas,  pero  en  general  no  conoció  el  des- 
aliento. No  era  un  genio  superior  ni  hombre  capaz  de 
inventar  un  sistema  nuevo  de  filosofía  ó  metafísica;  pero 
era  un  erudito  de  recto  juicio,  algún  tanto  empañado, 
aunque  no  del  todo  oscurecido,  por  preocupaciones  re- 
ligiosas, de  que  no  era  posible  se  emancipase  completa- 
mente ;  hombre  que  conocía  y  apreciaba  en  su  justo  va- 
lor los  trabajos  de  Galileo  ,  Bacon  y  Newton,  Leibnitz, 
Pascal  y  Gassendi,  y  mas  que  todo,  dotado  de  una  reso- 
lución incontrastable  para  comunicar  á  sus  paisanos  los 
progresos  científicos  que  la  cristiandad  toda  habia  he- 
cho bajo  la  influencia  de  aquellos  genios  creadores.  Al- 
go contribuyó  al  logro  de  tamaña  empresa  la  guerra  de 
Sucesión,  sacando  de  su  letargo  al  carácter  nacional,  y 
llamando  la  atención  de  los  españoles  hacia  lo  quepasa- 
baal  otro  lado  del  Pirineo;  si  bien  en  otras  materias  nada 
hizo,  según  ya  dijimos,  en  provecho  déla  cultura  nacio- 
nal. Sin  embargo,  cuando  en  1726  Feijoó  imprimió  el 
tomo  con  que  comenzó  su  obra ,  fué  bien  acogido  del 
público  y  alentado  en  sus  tareas;  intitulóle  Teatro  criti- 
co ,  y  en  las  disertaciones  de  que  se  compone,  que  son 
papeles  sueltos,  como  los  del  Espectador  inglés,  aunque 
mas  extensos  y  sobre  puntos  mas  graves,  atacó  con  el 
mayor  vigor  la  dialéctica  v  metafísica  que  entonces  se 
enseñaban  en  España ;  defendió  el  sistema  de  inducción 
en  las  ciencias  físicas,  proclamado  por  Bacon;  ridiculi- 


TERCERA    ÉPOCA.  CAPÍTULO    II.  39 

zó  las  opiniones  vulgares  respecto  á  los  cometas,  eclip- 
ses ,  artes  mágicas  y  divinatorias ;  estableció  reglas  de 
fe  histórica ,  que  excluían  las  tradiciones  primitivas  del 
país;  manifestó  mayor  deferencia  y  respeto  á  la  mujer, 
reclamando  para  ella  un  puesto  mas  elevado  en  la  so- 
ciedad ,  y  mas  digno  que  el  que  le  concedia  la  influen- 
cia déla  iglesia  española ;  y  en  fin ,  aconsejó  eficazmen- 
te á  sus  compatriotas  la  investigación  de  la  verdad  y  el 
adelantamiento  de  la  vida  social.  Ocho  tomos  de  esta 
obra  notable  salieron  sucesivamente  á  luz  hasta  1739,  en 
cuya  época  cesó  sin  razón  ni  motivo  conocido.  Volvió 
Feijoóen  1742  á continuar  las  mismas  discusiones  en  otra, 
intitulada  Cartas  eruditas,  que  concluyó  en  1760  con  un 
tomo  quinto ,  cerrando  con  él  esta  larga  serie  de  filosó- 
ficas, al  par  que  filantrópicas,  tareas. 

Excusado  es  advertir  que  hubo  de  sufrir  rudos  ata- 
ques. Desde  un  principio  apareció  un  Antiteatro  crítico, 
siguió  luego  otro  tratado  casi  con  el  mismo  título,  y  des- 
pués varios  tomos  y  cuadernos  sueltos,  dirigidos  contra 
diferentes  discursos  de  los  que  él  publicaba;  pero  Fei- 
joó  supo  defenderse.  Escribía  con  claridad  y  buen  gusto, 
cuando  todos  sus  antagonistas  empleaban  un  estilo  os- 
curo y  afectado  ,  y  si  alguna  vez  incurrió  en  galicismos, 
por  los  muchos  libros  franceses  que  hubo  de  manejar 
en  busca  de  materiales,  no  pecó  en  esto  sino  muy  rara 
vez,  v  generalmente  hablando ,  su  estilo  es  castizo  v  ver- 
daderameníe  castellano.  Tampoco  le  faltaron  ingenio  y 
agudeza,  si  bien  con  su  habitual  prudencia  los  usó  con 
parsimonia,  y  siempre  demostró  la  energía  que  suele 
acompañar  al  juicio  sano  y  á  la  sabiduría  práctica ,  cua- 
lidades todas  asaz  escasas  en  los  claustros,  donde  Feijoó 
pasó  su  vida. 


40  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Por  consiguiente,  los  ataques  que  le  dirigieron  sus 
émulos  no  sirvieron  mas  que  para  excitar  mas  y  mas  la 
atención  del  público  hacia  sus  obras;  de  modo  que,  en 
vez  de  perjudicar  á  la  causa  que  defendía,  la  favore- 
cieron. Hasta  la  misma  Inquisición,  á  la  que  fué  dela- 
tado repetidas  veces,  le  citó  en  vano  ante  su  tribu- 
nal 16.  Su  fe  era  incuestionable,  y  su  causa  mas  fuerte  que 
la  suya;  así  es  que,  á  pesar  de  lo  voluminoso  de  sus  obras, 
quince  ediciones  nada  menos  se  imprimieron  en  medio 
siglo,  creciendo  hasta  tal  punto  su  reputación,  que  á  su 
muerte,  ocurrida  en  1764,  pudo  volver  la  vista  atrás  lle- 
no de  complacencia ,  y  contemplar  el  impulso  que  había 
dado  al  espíritu  humano  en  su  patria;  pues  aunque  no 
llegó  ni  aun  con  macho  ú  elevar  ¡a  filosofía  española  al 
nivel  de  la  de  Francia  é  Inglaterra,  la  dio  buena  direc- 
ción, haciendo  él  solo  en  favor  de  la  vida  intelectual  de 
sus  paisanos  mas  de  loque  habían  hecho  sus  predece- 
sores en  un  siglo  entero17. 

16  Llórenle,  o  Histor.  de  la  Inquis.»,  eruditas  y  curiosas»,  con  la  polémica 
t.  ii ,  p.  146.  El  inglés  Goldsmith  pa-  <jiie  suscitaron ,  forman  quiuce  ó  diez 
ga  un  justo  tributo  al  mérito  del  pa-  y  seis  tomos.  La  edición  de  1778  tiene 
dre  Feijoó,  refiriendo  de  él  lasiguien-  la  vida  de  Feijoó  escrita  por  D,  Pedro 
te  anécdota.  Dice  que  pasando  por  Rodríguez  Campomanes,  ilustre  mi- 
una  aldea  á  la  sazón  que  la  gente  de  uistro  de  Estado  en  tiempo  de  Cár- 
ella  estaba  alborotada  con  un  mita-  los  111  ,  y  el  mismo  que,  á  propuesta 
gro,  les  demostró  que  no  era  tal  mi-  de  Franklin,  fué  admitido  miembro 
¡agro  sino  un  efecto  natural  de  la  re-  de  la  sociedad  filosófica  americana  de 
tracción  de  la  luz.  («  La  Abeja» .  nú-  Filadelfia.  Clemencin  ,  hablando  de 
mero  3.°,  20  de  octubre  de  1759,  Lón-  Feijoó,  dice  con  mucha  razón:  «A  cu- 
dres.  «Obras  misceláneas»  (Londres,  ya  ilustrada  religiosidad  se  debió  el 
1812,8.°,  t.  iv,  p.  19o).  Después  de  desengaño  de  muchos  errores  comu- 
muerlo  Feijoó,  la  Inquisición  hizo  nes,  y  gran  parle  de  los  adelantos 
una  ligera  corrección  en  uno  de  los  de  la  civilización  española  en  el  siglo 
tomos  de  su  «Teatro  critico».  índice  último.»  Motas  al  «Don  Quijote»,  t.  v, 
expurgatorio,  1790.  18  6,  p.  3o. 

1 7  El  «Teatro  critico»  y  las  «Cartas 


CAPITULO  III. 

Intolerancia,  credulidad  y  superstición.— Reinado  de  Fernando  VI.— Seña- 
les de  mejoría.  — La  literatura.  —  Saladueña.  —  Moraleja.  —  Academia  del 
Buen  Gusto.  —  Velazquez.  —  Mayans. —  Nasarre. 

Bien  puede  asegurarse,  sin  temor  de  contradicción,  que 
durante  los  cuarenta  y  seis  años  del  reinado  de  Felipe  V 
muy  poco  ó  nada  cedió  el  espíritu  de  rigor  é  intoleran- 
cia que  oprimia  á  las  letras.  Verdad  es  que  el  progreso 
intelectual  se  iba  poco  á  poco  abriendo  camino  y  aco- 
piando materiales  para  resistir  á  su  fuerza;  mas  esta  se 
conservaba  entera,  y  su  actividad  era  tan  temible  como 
siempre.  Luis  XIV,  cuya  vida  disipada  y  sensual  tuvo 
por  término  una  vejez  débil  y  supersticiosa,  aconsejó  á 
su  sobrino  que  sostuviese  á  toda  costa  la  Inquisición, 
como  uno  de  los  medios  mas  eficaces  para  la  conserva- 
ción y  mantenimiento  del  gobierno  político  del  país;  y 
este  consejo,  fundado  en  el  conocimiento  del  carácter 
español,  fué  seguido,  si  no  con  mucha  insistencia,  al 
menos  con  el  mejor  resultado. 

Parece,  en  efecto,  que  en  un  principio  el  Rey  andu- 
vo algo  vacilante  y  flojo  con  respecto  á  esta  poderosa 
máquina  de  autoridad.  La  primera  vez  que  la  Inquisición 
le  propuso  celebrar  un  auto  de  fe ,  como  parte  de  las 
demostraciones  públicas  y  solemnes  propias  de  la  inau- 
guración de  una  nueva  dinastía,  el  Monarca,  joven  aun 


42  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    KSi'AÑOLA. 

y  recién  llegado  de  la  magnífica  y  elegante  corte  de 
Versalles,  se  negó  á  autorizar  con  su  presencia  seme- 
jante barbarie.  Mas  tarde  alentó  á  Macanaz,  que  ocupa- 
ba un  elevado  puesto,  a  publicar  una  obra  en  defensa 
de  las  regalías  de  la  corona  contra  las  exageradas  pre- 
tensiones de  la  corte  romana,  y  hasta  hubo  momentos 
en  que  trató  seriamente  de  suspender  al  Santo  Oficio  y 
aun  abolido  del  todo  *. 

Pero  estas  disposiciones  eran  pasajeras,  y  el  clero  es- 
pañol consiguió  muy  pronto  que  el  Rey  variase  de  modo 
de  pensar.  Durante  la  guerra  de  Sucesión ,  cuando  su 
posición  llegó  á  ser  muy  crítica,  Felipe  expidió  un  real 
decreto  en  favor  de  las  doctrinas  de  la  inmaculada  Con- 
cepción, que  tan  veneradas  eran  de  los  españoles,  y 
cuando Feíreras  en  su  concienzuda  y  minuciosa  historia 
de  España  se  atrevió  á  poner  en  duda  la  autenticidad  de 
la  milagrosa  tradición  de  la  Virgen  del  Pilar  de  Zarago- 
za ,  el  Rey  mismo  le  obligó  a  borrar  el  pasaje  en  que  tal 
decia,  y  promulgó  un  edicto  sobre  el  asunto,  á  guisa  de 
expiación  -,  y  como  para  congraciarse  la  Iglesia  ultra- 

1  Llórente,  «Histor.  de  la  Inquis.»,  dosa  contienda  con  una  simple  de- 

l.  iv,  1818.  pp.  29  v  43.  El  papel  de  claracion  en  lasor  del  milagro.  Véase 

Macanaz  se  baila  incluido  en  el  Indi-  la  «Anlidefensa»  de  O   Luis  Sala/ ir  y 

ce  expurgatorio  de  1790.  la  «  Continuación  de  la  crisis  Ferré- 

•  «  Lúgubres  obsequios  de  la  uni-  rica  »,  Zaragoza.  1740,  4  °.  pp.  4  y  si- 
versidad  de  Salamanca  áD.  Felipe  V»,  guientes;  y  á  Soutliey,  «Peninsular 
Madrid.  1747, 4.°, p. 23. Don  Francisco  War»,  1823,  8.°,  t.  i,  p.  402,  nota.  La 
Freyle,  que  predicó  en  esta  solemni-  verdad  es  que  Felipe  V,  desde  el  mo- 
dada atribuye  la  victoria  decisiva  ga-  mentó  en  que  se  puso  en  camino  para 
nada  por  el  Rey  en  Almansa  en  1707,  recibir  la  corona,  trató  de  acomodar- 
es decir,  un  año  después  de  publicado  se  lo  mas  (pie  pudo  á  los  usos  y  cos- 
el  decreto  ,  a  su  celo  y  prontitud  en  tumbles  de  Kspaña,  pues  cuando  lle- 
sustentar  la  doctrina  de  la  inmaculada  go  a  Bayona  se  observó  por  los  de  su 
Concepción.  En  cuanto  á  los  pasajes  comitiva  cuan  puntual  y  exacto  era 
de  Ferreras,  citados  en  el  texto,  yque  en  el  cumplimiento  de  sus  deberes 
se  hallaran  en  los  torn,  i  y  u  de  su  religiosos  ,  oyendo  misa  todos  los 
«Historia»,  no  solo  produjeron  viva  dias  y  asistiendo  a  vísperas  a  pesar 
controversia,  sino  que  salieron  á  luz  del  nial  tiempo,  l'or  la  primera  vez 
infinitos  folletos  contra  su  autor,  y  en  la  historia  de  dicha  ciudad  se  ofre- 
Felipe  V  buho  de  p.mer  fin  á  tan  rui-  ció  el  publico  espectáculo  de  una  cor- 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  III.  43 

jada.  La  muerte  de  su  esposa,  ocurrida  en  1715,  y  que 
le  sumió  en  profunda  melancolía ,  contribuyó  poderosa- 
mente á  aumentar  la  influencia  y  poder  del  clero  que  le 
rodeaba,  y  al  siguiente  año,  cuando  la  Inquisición  atacó 
á  Macanaz  é  invadió  resueltamente  el  terreno  de  las  re- 
galías de  la  corona,  el  Rey  cedió,  y  Macanaz  se  vio 
obligado  á  huir  á  Francia.  Por  último,  cuando  en  1724, 
y  después  de  una  abdicación  de  pocos  meses ,  Felipe 
volvió  á  tomar  las  riendas  del  gobierno  ,  que  nunca  de- 
bió abandonar,  la  influencia  eclesiástica  tuvo  no  poca 
parte  en  la  energía  y  vigor  con  que  desempeñó  las  fun- 
ciones de  su  elevado  puesto.  Conforme  iba  adelantando 
en  años,  íbase  haciendo  mas  preocupado,  y  en  su  ve- 
jez ,  cuando  la  destrucción  de  los  pocos  privilegios  que 
aun  quedaban  en  Aragón  y  Cataluña  aumentó  la  suma 
de  su  poder  y  le  constituyó  el  monarca  mas  absoluto  que 
hubo  jamás  en  el  solio  español,  se  dedicó  con  la  misma 
complacencia  y  fervor  que  cualquiera  de  sus  anteceso- 
res á  acrecer  los  intereses ,  el  poder  y  la  influencia  de 
la  Iglesia. 

En  nada,  pues,  cedió  el  espíritu  intolerante  y  perse- 
guidor deesta:  las  hogueras  de  la  Inquisición  ardían  como 
si  hubiera  aun  reinadoFelipe  II;  celebráronse  autos  de  fe, 
á  razón  de  uno  al  año  cuando  menos,  en  cada  uno  de  los 
diez  y  siete  tribunales  en  que  el  país  estaba  dividido, 
de  manera  que  en  tiempo  de  Felipe  V,  por  el  cálculo 
mas  corto,  subieron  á  setecientos  ochenta  estos  terribles 
espectáculos  populares  de  la  Inquisición  y  del  fanatismo. 
No  se  sabe  con  exactitud  el  número  de  víctimas  conde- 


rida  de  toros  ,  dada  en  honor  del  Mo-  da  del  Bey  nuestro  señor  en  Bayo- 
narca,  y  á  la  que  este  asistió  con  to-  na»,  etc/,  Madrid  ,  27  de  enero  de 
da  su  comitiva.  «Relación  de  la  entra-    1701,  i.° 


44  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

nadas  á  la  hoguera  y  abrasadas  cnlre  ¡as  llamas;  perose 
cree  con  fundamento  que  pasaron  de  un  millar,  y  que  no 
bajaron  de  doce  mil  las  perseguidas  y  castigadas  con  la 
pública  deshonra  y  otras  penas  no  menos  duras  é  infa- 
mantes. El  judaismo,  que  desde  la  conquista  de  Portugal 
en  el  siglo  xvi  había  vuelto  á  retoñar  en  España,  era  el 
delito  capital,  el  crimen  por  excelencia ;  perseguíase  con 
todo  el  encarnizamiento  posible  ,  y  no  cabe  duda  ,  sino 
que  lo  poco  que  aun  quedaba  del  pueblo  hebreo  y  de  sus 
creencias  fué  entonces  por  segunda  vez  aniquilado  y 
destruido,  á  lo  menos  en  cuanto  lo  permitieron  el  sigilo 
de  la  propia  conciencia  y  las  precauciones  que  dictan 
el  odio  y  el  terror.  No  pararon  aquí  las  cosas;  literatos 
distinguidos,  como  el  Padre  Jesús  Belando,  autor  de  una 
historia  civil  de  parte  del  reinado  de  Felipe  V,  dedicada 
al  mismo  monarca  é  impresa  con  todas  las  licencias  y 
requisitos  legales ,  fueron  castigados  bajo  pretexto  de 
herejía  é  incredulidad;  otros,  como  Macanaz,  sospe- 
chados de  opiniones  políticas  hostiles  á  la  Iglesia  ó  al 
Gobierno,  procesados  por  el  Santo  Oficio,  y  no  siendo 
posible  probarles  delito  alguno,  obligados  á  expatriarse 
ó  retirarse  á  una  soledad.  De  modo  que,  considerada 
la  época  en  general  hasta  la  muerte  de  Felipe  V,  la  an- 
tigua alianza  entre  el  poder  civil  y  religioso,  alianza 
mantenida  por  el  asentimiento  general  del  pueblo  ,  con- 
tinuó robusta  y  firme  sin  contratiempo  alguno,  bastando 
su  autoridad  para  poner  trabas  á  la  libertad  de  discusión 
y  restringir  é  imponer  silencio  á  cualquiera  actividad 
intelectual  que  le  pareciese  peligrosa  5. 

3  Llórenle, '>H¡stori:i»,  t.  it,  pp. 420-  se  aproximen  á  la  verdad,  siempre 

424;  t.  iv,  p.  31.  Los  dalos  de  Lloren-  cansan  pavor.  Sin  embargo,  en  un 

te  no  son  tan  exactos  como  pudieran  folleto   impreso   en   1817   (como   él 

y  debieran  serlo;  pero,  por  poco  que  mismo  lo  dice  en  su  autobiografía. 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  III.  45 

Durante  el  reinado  de  Fernando  VI,  que  duró  trece 
años,  y  concluyó  en  1759,  las  cosas  mejoraron  sensible- 
mente. Las  semillas  sembradas  en  tiempo  de  su  padre, 
aunque  no  cuidadas  con  el  esmero  y  solicitud  debidas, 
empezaban  ya  á  germinar  y  crecer  en  el  terreno  frió  y 
tenaz  á  que  habían  sido  arrojadas.  Las  relaciones  con  el 
extranjero,  y  particularmente  conFrancia,  iban  introdu- 
ciendo ideas  nuevas:  Ferreras,  erudito  y  diligente,  aun- 
que pesada  analista  de  su  patria;  D.  Juan  de  Iriarte,  */" 
ilustre  bibliotecario  de  la  Real ;  su  sabio  sucesoTifcrT'eT; 
Mayans ,  tan  conocido  por  su  decidida  afición  á  recoger 
y  publicar  libros;  y  sobretodo,  el  sabio  y  modesto  Padre  ^ 
Fejjoó ,  no  habian  trabajado  en  vano,  y  vivieron  bastan- 
te para  contemplar  y  gozar  de!  fruto  de  sus  tareas. 

La  misma  Iglesia  empezó  á  reconocer,  aunque  con 
bastante  lentitud,  la  fuerza  irresistible  de  la  inteligencia 
en  su  marcha  progresiva,  y  la  Inquisición  sintió  su  influ- 
jo, sin  quererlo  confesar.  Tan  solo  diez  reos  murieron 
en  sus  hogueras  en  tiempo  de  Fernando  VI,  todos  judíos 
oscuros  y  relapsos ,  hombres  cuya  triste  suerte  no  deja 
de  ser  un  cargo  para  la  Inquisición  por  no  haber  sido 
personas  notables  é  ilustres,  pero  cuyo  castigo  no  causó 
ni  con  mucho  el  terror  y  la  lástima  que  el  de  los  pro- 
testantes de  Valladolid  ó  los  patriotas  aragoneses  en  el 
siglo  xvi.  En  realidad,  las  persecuciones  del  Santo  Ofi- 
cio, no  solo  disminuyeron  en  número  y  rigor,  sino  que 
se  subordinaron  en  cierto  modo  á  la  autoridad  política 

p.  170),  asegura  que  desde  1680  has-  trescientas  y  sesenta  y  cuatro  vícli- 

ta  1808  perecieron  en  las  hogueras  mas;  las  mifquinientas  setenta  y  ocho 

de  la  Inquisición  mil  quinientas  y  se-  debieron  perecer  todas  entre  1680 

tenta  y  ocho  personas;  y  que  once  y  1781 ,  en  cuyo  año,  según  diremos 

mil  novecientas  noventa  y  ocho  mas  en  el  capitulo  siguiente,  se  verificó 

sufrieron  castigos  degradantes  ;  lo  el  último  suplicio, 
cual  forma  un  total  de  catorce  mil 


46  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

del  país,  y  se  dirigieron  mas  eficazmente  contra  la  secta 
de  los  francmasones,  recien  introducida  entonces  en 
España  y  que  tenia  inquieto  y  receloso  al  Gobierno.  En 
medio  de  todo,  el  sistema  político  de  Fernando  VI  fué 
pacífico,  dulce  y  humano;  hiciéronse  vivas  diligencias 
para  recoger  documentos  que  ilustrasen  la  historia  pa- 
tria desde  la  mas  remota  antigüedad ;  enviáronse  fuera 
jóvenes  que  estudiasen  á  expensas  del  tesoro  público, 
se  invitó  y  animó  á  extranjeros  distinguidos  á  estable- 
cerse en  España  y  comunicar  y  difundir  en  ella  los  co- 
nocimientos que  habian  adquirido  en  países  mas  ade- 
lantados y  felices;  todo,  en  tin,  anunciaba,  si  no  un 
progreso  completo,  al  menos  un  cambio  muy  favo- 
rable 4. 

A  pesar  de  lo  que  llevamos  expuesto,  el  espíritu  y 
dirección  de  la  literatura  eran  los  mismos  que  á  princi- 
pios del  siglo,  y  los  esfuerzos  hechos  para  marchar  por 
el  camino  de  los  antiguos  escritores  tan  efímeros  como 
poco  satisfactorios;  y  en  prueba  de  ello  citaremos  un 
largo  poema  narrativo  del  conde  de  Saldueña,  sobre  la 
historia  de  D.  Pelayo,  y  dos  imitaciones  pobrísimas  del 
Para  todos  de  Montalvan,  una  de  Moraleja  y  otra  de  un 
tal  Ortiz;  bien  es  cierto  que  cuanto  en  este  género  se 
intentaba,  además  de  ser  escaso,  habia  necesariamente 
de  producir  cada  vez  menos  efecto,  porque  la  escuela 
francesa  iba  ganando  terreno  y  conquistando  el  favor 
popular  en  todos  los  ramos  de  la  amena  literatura  s. 

*  «Noticia  del  viaje  de  España»,  he-  de   las  Varillas,  conde  de  Saldue" 

cho  de  orden  del  Rej  por  L).  L.  J.  Ve-  fia,  etc.  (Madrid,  1754,  A.°) ,  const* 

lazquez.  Madrid,  1705,  4.u, «  passim»,  de  doce  cantos  en  octavas,  y  está  es- 

Llorente  ,  t.  iv,  p.  51;  Tapia,  t.  iv,  crito  con  muciía  afectación.  José  Mo- 

p  73.  raleja, «El  Entretenido»,  segunda  par- 

8  «El  Pelayo»,  poema  de  D.  Alonso  te  (Madrid,  1741,  4.°),  continuación 

de  Solís  Eolcli  de  Cardona  ííodriüuez  del  «Entretenido»  de  Sanchez  Tór- 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    III.  47 

También  ejerció  saludable  influencia  en  este  punto  / 
una  denominada  Academia  del  Buen  Gusto,  muy  de  mo-  [/ 
da  á  la  sazón  y  relacionada  con  la  corte;  fundóse  en 
1749,  quizá  á  imitación  de  aquellas  coteries  francesas 
que  comenzaron  en  el  palacio  de  Rambouillet  en  tiempo 
de  Luis  XIII,  y  que  tanta  importancia  adquirieron  des- 
pués en  la  historia  política  y  literaria  de  Francia.  Fué 
su  fundadora  la  condesa  de  Lémus ,  en  cuya  casa  se 
reunía ,  la  cual  logró  ir  poco  á  poco  reuniendo  en  ella 
los  personajes  mas  distinguidos  de  la  aristocracia  y  de 
las  letras,  entre  ellos  á  Luzan,  Montiano,  Nasarre  y 
Velazquez ,  todos  conocidos  entonces  ó  después  por  sus 
obras  6. 

Excepto  Luzan,  de  quien  ya  hemos  hablado,  el  mas 
distinguido  de  todos  sus  individuos  fué  D.  Luis  José  Ve- 
lazquez, descendiente  de  una  familia  ilustre  y  antigua 
del  Andalucía.  Nacido  en  1722,  la  posición  social  que 
tuvo  le  obligó  á  pasar  la  mayor  parle  de  su  vida  en  la 

toles;  el  argumentóse  resume  en  una  semejantes  papeles,  y  traíase  por 
reunion  de  amigos  que  se  divierten  medio  de  la  Academia  ú  de  otro  mo- 
duranle  cuatro  dias  recitando  entre-  do  de  resucitar  el  espíritu  de  los  si- 
meses, cuentos, composiciones  poéti-  glos  xvi  y  xvn  on  materia  de  roman- 
eas, cálculos  astronómicos,  etc.,  inez-  ees.  La  empresa  era  digna  de  Melen- 
cla  ridicula  y  absurda.  Baeria  («Hi-  dez;  mas  la  verdadera  poesía  popu- 
jos  de  Madrid «,  t.  m  ,  p.  81 ),  trae  la  lar  es  como  un  torrente  impetuoso, 
vida  del  autor.  Las  «Noches alegres»,  que  no  es  posible  detener  en  su  cur- 
de  Isidoro  F.  Ortiz  Gallardo  de  Villa-  so  ,  y  mucho  menos  hacerle  brotar  y 
roel  (Salamanca,  1758,  i. "),  son  mas  salir  por  una  boca  artificial.  El  pue- 
cortas  y  todas  en  verso.  Ambos  li-  blo  tendrá  siempre  una  literatura 
bros  son  de  lo  peor  que  puede  darse,  suya  propia  ,  acomodada  á  sus  hábi- 
6  Luzan,  «Arte  poética»,  edic.  1789,  tos  y  sentimientos;  y  así  es  que  hoy 
t.  i,  pp.  xix,  etc.  Tengo  en  mi  libre-  dia,  en  pleno  siglo  xix,  se  imprimeu 
ría  gran  número  de  papeles  sueltos,  y  circulan  en  Kspañn  la  misma  clase 
romances  de  ciegos,  etc. ,  que  indi-  de  jácaras  y  romances  que  Melendez 
can  suficientemente  cuál  era  el  gusto  hace  un  siglo  denunciaba  á  las  iras 
popular  entre  1700  y  1760  ,  sobre  todo  del  Gobierno  ;  pero  ninguna  escuela 
unos  veinte  sobre  el  advenimiento  al  poética  es  responsable  de  produc- 
trono  de  Fernando  VI  en  17.46.  No  ciones  de  este  género,  tan  insulsas 
puede  darse  nada  peor,  y  tenia  mu-  y  extravagantes.  Véanse  los  «  üiscur- 
cha  razón  Melendez  Valdés,  quien  en  sos  forenses  de  Melendez  Valdés», 
un  informe  fiscal  pidió  que  el  Go-  1821 ,  pp.  167  y  siguientes, 
bierno  prohibiese  la  publicación  de 


48  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

corte,  hasta  que  envuelto  y  comprometido  en  las  tur- 
bulencias é  intrigas  políticas  del  reinado  de  Carlos  III, 
sufrió  una  larga  prisión  (1766  á  1772),.  y  murió  de  apo- 
plejía el  mismo  año  en  que  recobró  su  libertad. 

Fué  Velazquez  hombre  laborioso  y  asiduo  y  de  mas 
talento  que  ingenio;  individuo,  no  solo  de  las  princi- 
pales academias  españolas,  sino  de  la  francesa  de  Ins- 
cripciones y  Bellas  Letras,  y  dejó  escritas  varias  obras 
muy  eruditas  sobre  las  antigüedades  y  literatura  de  su 
patria.  La  mas  apreciable  de  todas  hoy  dia  es  la  publi- 
/  cada  en  1754  con  el  título  de  Orígenes  de  la  poesía  caste- 
*/  llana,  y  es  la  historia  de  ella  hasta  los  tiempos  del  autor  ó 
poco  menos.  La  obra  es  muy  sucinta  ,  poco  metódica,  y 
demasiado  breve  para  daral  lector  una  idea  satisfactoria 
del  asunto;  pero  en  cambio  está  escrita  en  buen  estilo, 
y  á  veces  con  bastante  agudeza  é  ingenio  en  los  juicios 
críticos.  Echase  de  ver,  sin  embargo,  que  está  vaciada 
en  el  molde  de  la  escuela  francesa  ,  y  que  no  es  mas  que 
una  tentativa  de  robustecer  por  medio  de  una  discusión 
histórica  las  mismas  doctrinas  que  veinte  años  antes  ha- 
bía predicado  Luzan  en  su  Teoría  de  la  composición 
poética  '. 

Mayans,  caballero  valenciano  muy  instruido,  y  de 
los  que  mas  influencia  ejercieron  en  la  literatura  espa- 
ñola de  este  período ,  siguió  el  mismo  rumbo  en  su  Re- 
tórica, publicada  en  1757;  obra  fundada  mas  bien  en 
las  opiniones  filosóficas  de  los  preceptistas  romanos  que 

7  D.  Luis  José  Velazquez,  «Orige-  valor.  La  vida  de  Velazquez,  que  era 

ues  de  la  poesía  castellana);,  Mala-  titulo  de  Castilla  con  el  nombre  de 

ga,  1731,  4.u,  de  175  pág.  'I*.  A.  Dieze,  marqués  de  Valdeflores,  aunque  rara 

profesor  en  la  universidad  de  Gotin-  vez  usaba  este  dictado  en  sus  obras 

ga,  que  murió  en  178b,  publicó  en  impresas,  se  encontrará  en  Sempere 

•1769,  una  traducción  alemana,  con  ex-  y  Guarinos,  «Biblioteca  »,  t.  vi,  pá- 

celentes  y  copiosas  notas,  que  dupli-  gina  139. 
can  la  obra  original  en  tamaño  y  en 


TBKCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  III.  49 

en  las  modificaciones  introducidas  en  ellas  por  Boileau 
y  sus  discípulos.  Es  obra  larga  y  pesadísima ,  menos 
acomodada  á  las  necesidades  de  la  época  que  la  de  Lu- 
zan,  y  mas  hostil  aun  que  aquella  al  antiguo  espíritu 
castellano,  que  siempre  se  manifestó  enemigo  de  reglas 
y  preceptos;  pero,  por  otra  parte,  preciso  es  confesar 
que  es  un  gran  almacén  de  curiosos  extractos  de  autores 
pertenecientes  al  mejor  tiempo  de  la  literatura  española, 
escogidos  siempre  con  tino,  aunque  no  siempre  aplicados 
con  oportunidad  á  ¡a  materia  que  se  discute8. 

A  estas  obras  de  Mayans,  Velazquez  y  Luzan  debe 
añadirse  el  prólogo  de  Nasarre  á  la  edición  de  las  come- 
dias de  Cervantes,  publicadas  en  1749,  en  el  que,  va- 
liéndose de  la  autoridad  de  aquel  gran  nombre,  y  que- 
riendo explicar  la  escuela  dominante  de  su  tiempo,  pre- 
tende demostrar  que  los  trabajos  poco  felices  del  autor 
del  Quijote  fueron  solo- otras  tantas  caricaturas  para  ri- 
diculizar á  Lope  de  Vega,  y  no  composiciones  dramáti- 
cas escritas  con  intención  de  cultivar  el  ancho  campo  de 
extravagancias  que  el  ingenio  ameno  y  variado  de  Lope 
abrió  á  sus  contemporáneos.  Pero  esta  idea  era  tan  po- 
co fundada,  que  ninguna  aceptación  tuvo  en  su  tiempo, 
y  solo  la  mencionamos  como  una  de  las  muchas  tentati- 
vas hechas  para  desconceptuar  el  antiguo  teatro,  de  que 
hablaremos  mas  adelante  9. 

8  D. .Gregorio  Mayans  y  Sisear,  que  derno  intitulado  «Sinrazón  impug- 
escrihió  y  publicó  muchos  lilaos,  nula».  4.",  1750,  p  25,  y  ademas 
asi  latinos  como  castellanos,  nació  atacó  su  prólogo  [).  T.  de  Zaha'eta 
en  1699  y  murió  en  1782.  Jhneno,  to-  en  su  « Discurso  crítico»,  etc  (4  o, 
mo  ii ,  p.  524.  y  Faster,  t.  u,  p.  93,  1750,  p.  258),  que  es  una  defensa  ge- 
dan  largas  noticias  de  su  vida  é  in-  rieraJ  y  muy  desleída  de  Lope  y  su 
serian  un  catalogo  de  sus  diferentes  escuela.  Nada  de  esto  se  necesitaba  ; 
obras.  la  leona  de  Nasarre  era  (an  absurda, 

9  Respondió  con  mucha  dureza  á  que  mal  podia  adquirir  secuaces. 
Nasarre  l).  José  Carrillo  en  un  cua- 

T.   IV.  i 


CAPITULO  IV. 

Lentos  progresos  de  la  cultura.  —Carlos  III  y  su  política.  — Padre  Isla.  — Su 
Fray  Gerundio.— Su  Cicerón. — Su  Gil  Blas.— Esfuerzos  para  restablecer  la 
antigua  escuela  poética.  —  Huerta. — Sedaño-  —  Sanchez.  —  Sarmiento. — 
Conatos  de  introducir  la  escuela  francesa.  —  Moratin  el  padre  y  su  ter- 
tulia.— Cadahalso,  Iriarle,  Sanianiego,  Arroyal .  Montengon,  Salas, Me- 
ras, Noroña. 

Poco  notable  por  su  energía  política  el  reinado  de 
Fernando  VI,  terminó  lúgubremente  con  la  muerte  del 
Rey,  de  resultas  del  pesar  que  le  causó  la  pérdida  de  su 
esposa,  pero  no  sin  dejar  tras  de  sí  algunas  inlluencias 
saludables  para  el  país.  Por  primera  vez,  desde  el  des- 
cubrimiento de  América,  se  había  introducido  una  pru- 
dente economía  en  la  administración  de  los  negocios  pú- 
blicos. El  poder  abusivo  de  la  Iglesia  se  habia  restringido 
en  virtud  de  un  concordato  con  el  Papa;  la  instrucción 
habia  progresado. y  al  P.  Feijoó,  aun  vigoroso,  aunque 
anciano ,  le  era  todavía  permitido ,  si  bien  no  era  au- 
xiliado en  sus  útiles  tareas,  proseguir  su  grande  obra,  y 
fundar  una  escuela  sobre  los  nuevos  principios  filosófi- 
cos  reconocidos  en  Francia  é  Inglaterra. 

Xo  nos  dejemos,  sin  embargo  ,  alucinar  por  esta  ha- 
lagüeña perspectiva.  A  pesar  demedio  siglo  de  adelanta- 
miento general ,  España  se  hallaba  todavía  en  un  atraso 
deplorable  respecto  á  los  demás  países  occidentales  de  Eu- 
ropa en  cuanto  á  cultivo  intelectual,  sin  el  cual  no  puede, 


TEÍICEIÍA    ÉPOCA. CAPÍTULO    IV.  51 

en  los  tiempos  modernos,  ser  próspera,  fuerte  ui  respeta- 
da ninguna  nación.  «No  sé,  decía  el  marqués  de  la  En- 
senada, como  ministro  de  Estado,  en  un  memorial  al 
Rey,  no  seque  haya  cátedra  alguna  de  derecho  público, 

de  física  experimental,  de  anatomía  y  botánica No 

hay  puntuales  cartas  geográficas  del  reino  y  de  sus  pro- 
vincias, ni  quien  las  sepa  grabar,  ni  tenemos  otras  que 
las  imperfectas  que  vienen  de  Francia  y  Holanda.  De  es- 
to proviene  que  ignorárnosla  verdadera  situación  délos 
pueblos  y  su  distancia,  que  es  una  vergüenza  *.» 

En  tales  circunstancias,  el  advenimiento  al  trono  de 
un  príncipe  como  Carlos  III  fué  un  fausto  acontecimien- 
to para  la  nación.  Hombre  enérgico  y  de  buen  senti- 
do, español  por  su  cuna  y  por  carácter,  habia  ocupado 
por  espacio  de  treinta  y  cuatro  años  el  trono  de  Ñapó- 
les, durante  los  cuales  procuró  restituir  su  dignidad  á  una 
monarquía  abatida,  y  adquirió  entero  conocimiento  de 
la  situación  políásca  de  Europa  allende  el  Pirineo.  Así 
es  que  cuando  la  muerte  de  su  primo  Fernando  VI  le 
llamó,  al  trono  español,  fué  provisto  del  suficiente  cau- 
dal de  conocimientos  y  experiencia  para  regir,  durante 
veinte  y  nueve  años ,  los  destinos  de  una  monarquía  mas 
importante  y  mas  desgraciada  aun  que  aquella. 

1  Tapia,  «Historia»,  t.  iv.  c.  15. —  análogos.  Su  primera  ultra  conocida 
Los  mejores  datos  sobre  el  estado  de  fué  una  traducción  libre  del  ensayo 
la  cultura  de  España  durante  el  rei-  de  Mura  tori.  «Sobre  el  buen  gusto»,  al 
nado  de  Carlos  111  se  hallarán  en  la  cual  añadió  un  tratada  origina!  «So- 
«Biblioteca  de  los  mejores  escritores  bre  el  progreso  déla  literatura  de  los 
del  reinado  de  Carlos  ill »,  por  .luán  españoles  en  este  siglo»,  que  mas  tar- 
Semperey  Guarinos;  Madrid.  1787-89,  de  incluyó,  con  algunas  ligeras  altera- 
seis torn.  8.°  —  Treinta  y  cinco  años  ciones,ensu«Biblioteca>;.Estediligen- 
tenia  el  autor  cuando  publicó  esta  su  te  escritórmurió,  según  creo,  en  1854. 
obra  ;  pero  posteriormente  se  distin-  — Su  biografía,  escrita  probablemen- 
guió  mucho  mas  como  escritor  poli-  te  con  arreglo  á  noticias  facilitadas 
tico  con  sus  «Observacionessobre  las  por  él  mismo,  se  publicó- en  Madrid 
Cortes»  (1810),  con  su  «Historiadelas  enuncuaderno  en  8.°,  impreso  en  1821 
Cortes»  (1815),  y  con  otros  trabajos  por  Amarita. 


52  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

Afortunadamente  el  nuevo  monarca  dio  desde  luego 
muestras  de  haber  comprendido  su  verdadera  posición, 
y  de  que  conocía  estar  llamado  á  una  gran  tarea  de  re- 
generación y  de  reforma,  cuyo  punto  capital  eran  los 
abusos  eclesiásticos. 

La  fortuna  vino  en  cierta  manera  á  coronar  sus  esfuer- 
zos. Sus  ministros,  Roda,  Floridablanca.  ArandayCam- 
pomanes  eran  hombres  hábiles  y  entendidos.  Por  sus 
consejos,  y  con  su  ayuda  ,  logró  limitar  de  tal  manera  el 
poder  de  la  curia  romana,  que  ninguna  bula  ni  rescrip- 
to del  Papa  era  obedecida  en  España  sin  obtener  antes 
la  sanción  real;  redujo  el  ejercicio  de  la  autoridad  de 
la  Inquisición  á  los  casos  meramente  de  herejía  obstina- 
da ó  apostasía  ;  prohibió  que  se  condenase  ningún  libro 
sin  oir  antes  en  su  defensa  ai  autor  ó  á  los  interesados; 
y  finalmente,  considerando  á  losjesuitas  como  los  mas 
■  elicaces  y  activos  contrarios  de  las  reformas  que  procu- 
raba plantear,  los  expulsó  en  masa  de  todos  sus  domi- 
nios en  un  mismo  dia,  cerrando  sus  escuelas  y  confis- 
cando sus  cuantiosos  bienes'2.  Al  mismo  tiempo  procuró 
la  mejora  del  plan  de  estudios,  organizó  la  educación 
popular  como  nunca  lo  había  estado  en  España,  y  me- 
joró la  instrucción  y  métodos  de  enseñanza  en  aquellos 
pocos  establecimientos  superiores  á  que  pudo  llegar  el 
pleno  ejercicio  de  su  autoridad. 

Muchos  abusos  lograron,  sin  embargo,  sustraerse  á 
su  actividad.  Al  dirigirse á  las  universidades,  excitándo- 
las á  que  cambiasen  sus  antiguos  hábitos  y  planteasen 
la  enseñanza  de  la  física  y  ciencias  exactas,  la  de  Sala- 
manca contestó  en  1771  :   «Nada  enseña  Newton  para 

2  Llórente.  «Historia  déla  inquisición»,  t.  iv;  «Carlas  de  Doblado»,  1822, 
apéndice  a  las  carias  ni  y  vn. 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    IV.  53 

hacer  buenos  lógicos  ó  melafísicos ,  y  Gassendi  y  Des- 
cartes no  van  tan  acordes  como  Aristóteles  con  la  ver- 
dad revelada. »  Las  demás  universidades  mostraron  mas 
ó  menos  el  mismo  espíritu  que  la  de  Salamanca. 

Con  la  Inquisición,  el  éxito  de  sus  medidas  estuvo 
muy  lejos  de  ser  completo,  y  su  autoridad  fué  resistida 
en  cuanto  la  resistencia  era  posible;  pero,  por  otra  parle, 
el  progreso  de  la  inteligencia  quitaba  cada  dia  al  fana- 
tismo religioso  una  parte  de  su  actividad  y  energía;  y 
ora  se  considere  como  una  gloria  de  su  reinado,  ora  como 
una  afrenta ,  lo  cierto  es  quela  última  persona  que  pere- 
ció en  las  llamas  en  España,  por  autoridad  eclesiástica, 
fué  una  desdichada  mujer,  quemada  en  Sevilla  por  he- 
chicera en  1781  3. 

Bajo  la  influencia  de  un  espíritu  como  el  de  Carlos  ÍIÍ, 
durante  un  reinado  de  veinte  y  nueve  años,  echáronse 
de  ver  por  todas  parles  nuevos  y  considerables  adelan- 
tos en  todo  cuanto  tiende  á  hacer  apetecible  la  vida.  La 
población,  ahuyentada  ó  extinguida,  parecía  renacer 
de  nuevo  en  aquellos  lugares  que  la  tiranía  habia  de- 
jado desiertos;  y  habiendo  vuelto  algún  lanto  sobre  sí 
bajo  el  primer  Borbon,  se  rehacía  entonces  rápidamen- 
te, bajo  el  tercero,  de  las  pérdidas  sufridas  en  los  tiem- 
pos de  la  casa  de  Austria  por  las  guerras  que  España 
sostuvo  en  todo  el  mundo,  por  las  emigraciones,  por  la 
persecución  de  los  judíos  y  la  expulsion  de  los  moris- 
cos, por  la  mala  legíslarion  y  por  el  sañudo  espíritu  de 
intolerancia  religiosa.  Triplicáronse  durante  el  mismo 
período  las  rentas  públicas,  sin  imponer  al  pueblo  nue- 

3  Sempere  yOuarinos,  «Hiblinip-  gp  d'Espagne»  fs.  I.,  1785,42.°, p. 48), 

ca»,  t.  iv.,  art  «  Planos  de  estudios»;  dice  que  la  pobre  mujer  quemada  en 

Tapia, t. iv, c.  16:  Llórenle.)  iv.p.270.  Sevilla  era  «herniosa  y  joven». 
El  marqués  de  Lauyle,  en  su  «Voya- 


54  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

vos  gravámenes ,  y  la  nación  parecía  salir  de  un  estado 
de  completa  bancarota  para  pasar  á  otro ,  comparati- 
vamente hablando,  de  abundante  prosperidad.  Era  evi- 
dente que  España  salia  de  la  postración  á  que  se  vio 
reducida  en  tiempo  de  Carlos  II i. 

Mas  todo  cultivo  intelectual  se  opera  lentamente  ,  y 
mas  lentamente  aun  las  reformas  intelectuales.  Es  cier- 
to que  por  todas  partes  se  veian  brotar  los  gérmenes 
de  vida  y  de  salud  ,  restaurando  y  renovando  las  fuerzas 
del  país,  tan  largo  tiempo  abatidas ,  y  que  en  algún  pe- 
ríodo parecían  haber  estado  próximas  á  un  inminente 
aniquilamiento  ;  pero  al  mismo  tiempo  se  echaba  de  ver 
que  había  de  transcurrir  mucho  tiempo  antes  que  la  sa- 
via bienhechora  se  extendiese  á  todos  los  ramos  de  cul- 
tura ,  y  mas  tiempo  todavía  antes  de  que  pudiese  revi- 
vir aquella  elegante  literatura,  flor  delicada  y  producto 
exclusivo  de  una  verdadera  civilización.  Comenzaba  la 
vida  ,  veíase  ya  la  luz  ,  pero  aun  era  la  del  crepúsculo. 

El  primer  resultado  notable  producido  por  este  mo- 
vimiento vivificador  en  los  reinados  de  Fernando  Vi  y 
Carlos  III,  fué  una  obra  muy  en  armonía  con  el  espí- 
ritu nacional,  sublevado  ya  entonces  contra  los  abusos 
clericales,  que  por  tan  largo  tiempo  le  habian  subyuga- 
do. Era  esta  obra  un  ataque  al  estilo  común  de  los  pre- 
dicadores, que,  corrompido  primitivamente  por  Para- 
vicino,  distinguido  secuaz  de  Góngora,  habia  ido  deca- 
yendo sin  cesar  ,  hasta  dar  por  último  en  el  mayor  ex- 
tremo posible  de  vulgaridad  y  degradación. 

*  Tapia,  t.  iv,  pp.  12i,  etc.  Cuando  millones  y  medio;  disminución  mons- 

Cárlos  V  subió  al  trono  contaba  Es-  truosa,  si  se  atiende  al  acrecen tamien- 

paña  diez  millones  y  medio  de  habi-  to  que  la  población  del  resto  de  Bu- 
lantes ;  cuando  se  celebró  el  tratado  ropa  iba  lomando  por  la  misma  época, 
de  Utrecht   tenia   únicamente   siete 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  IV.  55 

Fué  su  autor  el  P.  Isla ,  jesuíta,  nacido  en  1703,  y 
muerto  en  1781  en  Bolonia,  adonde  fué  destinado  al 
tiempo  de  la  expulsion  de  la  Compañía  de  los  dominios 
españoles5.  La  primera  obra  que  publicó,  ó  en  que  to- 
mó parte  ,  fué  te  Juventud  triunfante ,  impresa  en  1727, 
que  contiene  la  relación  de  unas  fiesías  celebradas  en 
el  mismo  año,  y  durante  once  días  consecutivos,  en  Sa- 
lamanca en  honor  de  dos  jesuítas  muy  jóvenes  que  Bene- 
dicto Xllí  acababa  por  entonces  de  canonizar;  relación 
entretenida  ,  llena  de  poesías,  farsas  y  descripciones  de 
mascaradas  y  corridas  de  toros  que  tuvieron  lugar  en 
aquella  ocasión ,  y  en  la  que  se  trasluce  bastante  el  hu- 
iliQr_satiricQ.de  su  autor,  aunque  disimulado  con  suma 
destreza. 

Algo  mas  al  descubierto  empleó  el  P.  Isla  su  sátira 
en  otra  obra  semejante,  describiendo  la  proclamación  de 
Fernando  el  Sexto,  celebrada  en  Pamplona  en  1746  con 
tan  extravagantes  y  ridiculas  ceremonias,  que,  habién- 
dosele encargado  escribir  una  relación  de  ellas,  no  pudo 
irse  á  la  mano  en  sus  burlescos  instintos.  Pero  hízolo  de 
una  manera  tan  delicada  y  sutil ,  que  los  mismos  que  eran 
objeto  de  su  burla  no  la  sospecharon  siquiera  en  un  prin- 
cipio. Al  contrario,  la  diputación  de  Navarra  le  dio  las 
gracias  por  el  honor  que  la  había  dispensado ,  el  Arzo- 
bispo y  el  Obispo  le  cumplimentaron  por  su  trabajo,  mu- 
chas personas  de  quien  habia  hecho  especia!  mención 
le  hicieron  algunos  obsequios:  y  cuando  llegó  á  sospe- 
charse la  ironía,  fué  objeto  de  pública  controversia,  co- 
mo sucedió  con  el  opúsculo  de  Daniel  de  Foe,  intitula- 
do El  camino  mas  corto  con  los  disidentes,  el  determinar 

s  «Vida  de  J.  F.  de  IslaB,  por  J.  f.  de  Salas;  Madrid,  1803,  12.  ° 


56  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

si  los  elogios  del  aulor  eran  en  burla  ó  de  veras;  defen- 
diéndose Isla  con  admirable  tálenlo  é  ingenuidad,  como 
si  se  le  infiriese  una  injuria  personal  al  dudar  de  la  sin- 
ceridad desús  alabanzas.  La  discusión,  por  último,  pa- 
róen  su  salida  de  Pamplona,  fugitivo  ó  desterrado6. 

Ocupábase,  no  obstante,  en  esta  época  de  objetos  mas 
graves,  que  le  proporcionaron  ocasión  y  motivo  para  dar 
mayores  pruebas  de  su  talento.  Desde  la  edad  de  trein- 
ta y  cuatro  años  habia  ejercido  dignamente  el  cargo  de 
predicador,  desempeñándolo  con  fervor  y  celo  hasta  la 
crue!  expulsion  de  su  Orden.  Habia.  durante  sus  apos- 
tólicas funciones,  observado  cuan  poco  digno  de  tan 
sagrado  ministerio  era  el  estilo  que  generalmente  se 
empleaba  en  el  pulpito,  cuánto  se  envilecía  la  oratoria 
sagrada  por  el  pésimo  gusto,  por  la  forma  ridicula  de 
las  composiciones,  por  los  fallos  conceptos,  sutilezas  y 
hasta  bufonadas  groseras  á  que  se  entregaban  los  frai- 
les y  misioneros  para  obtener  e!  aplauso  de  un  auditorio 
estúpido,  que  los  escuchaba  en  iglesias,  calles  y  pla- 
zas, y  para  atraerse  una  abundante  cosecha  de  ofrendas 
y  regalos,  que  procuraban  acrecentar  por  medios  tan  po- 
co nobles  y  decorosos.  Cuéntase  que  el  mismo  Padre 
Isla  se  dejó  llevaren  un  principio  de  la  corriente,  es- 
cribiendo hasta  cierto  punto  en  el  estilo  de  ios  demás; 
pero  pronto  debió  reconocer  su  error,  pues  los  nume- 
rosos sermones  que  de  él  se  conservan  ,  predicados  en- 
tre 1729  y  1754,  se  distinguen  generalmente  poruña 
pureza  de  estilo  desconocida  hacia  mucho  tiempo ,  y  que, 

6  «Juventud  triunfante»,  Salaman-  de  octubre  de  1781.  El  otro  aulor  de 

ca.  1727,4  °  «Din  grande  de  Navarra»,  la  ol>ra  se  llamaba  el  P.  Losada;  pero 

segunda  edic,  Mullid.  17Í6.4."  «Se-  es  de  creer  que  los  chistes  son'del 

manario  Pintoresco»,  1810,  p.  150.  mismo  I*.  Isla. 

Caita  á  su  hermana,  con  fecha  de  21 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  IV.  57 

sin  llegar  á  la  facundia  y  fervorosa  unción  de  Leon  y  de 
Granada  ,  no  hubiera  seguramente  sido  indigna  del  pul- 
pito español,  aun  en  los  tiempos  de  aquellos  ilustres  es- 
critores7. 

Isla,  sin  embargo,  no  se  contentó  con  dar  un  buen 
ejemplo  con  sus  sermones,,  y  resolvió  atacar  directa- 
mente el  mal.  Con  este  objeto  compuso  la  Historia  del 
famoso  predicador  Fray  Gerundio;  novela  satírica,  en  la 
que  pinta  la  vida  de  uno  de  aquellos  predicadores  vul- 
gares, desde  su  nacimiento  en  una  oscura  aldea,  refi- 
riendo'sus  estudios  en  el  convento,  y  sus  aventuras  co- 
mo misionero  por  los  pueblos  de  la  comarca,  y  conclu- 
yendo con  los  preparativos  del  protagonista  para  predi- 
car, una  serie  de  sermones  en  cierta  población,  que  pa- 
rece ser  Madrid.  Está  escrita  la  obra  con  gran  ingenio, 
y  no  solo  el  carácter  y  las  costumbres  nacionales  resal- 
tan por  do  quiera  ,  sino  que  en  los  episodios  y  descrip- 
ciones de  la  vida  conventual  y  religiosa  de  su  tiempo  se 
echa  claramente  de  ver  que  copiaba  del  natural,  valién- 
dose el  autor  de  su  propia  experiencia.  Su  plan  se  ase- 
meja a!gun  tanto  a!  del  Quijote,  pero  en  su  ejecución  se 
acerca  mas  al  redundante  estilo  de  Rabelais,  aunque  sin  Y 
sus  groserías.  Grave  y  seria,  cual  corresponde  al  carác- 
ter español,  oculta  bajo  su  misma  gravedad  un  espíritu 
sarcástico ,  que  en  otros  países  no  se  considera  compa- 
tible con  la  verdadera  dignidad,  pero  que  en  España  se 
ha  conciliado  con  ella  en  mas  de  una  ocasión  con  muy 
feliz  resultado. 

Lo  mejor  que  contiene  el  Fray  Gerundio  son  las  va- 


7  «Vida  de  isla».  §  3;  «^ermones»,  muñesen  1680, cuando  madama  d'Aul- 
Malrid,  I7!i2  93,  seis  toin.8.0  —  Los  noy  se'halhiba  en  Lspaña.  «Viaje», 
sermones  en  las  calles   eran  ya  co-    edic.  de  lü93,  t.  u,  p.  lo'8. 


58  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

rias  muestras  del  estilo  oratorio  usado  entonces  en  el 
pulpito,  y  sirven  de  mucho  para  ilustrar  la  historia  li- 
teraria del  siglo  xvni.  Es  muy  bueno  el  siguiente  retra- 
to del  padre  predicador  á  quien  Fr.  Gerundio  habia  to- 
mado por  modelo: 

«Hallábase  el  padre  predicador  mayor  en  lo  mas  flo- 
rido de  la  edad,  esto  es,  en  los  treinta  y  tres  años  caba- 
les. Su  estatura  procerosa  ,  robusta  y  corpulenta;  miem- 
bros bien  repartidos  y  asaz  simétricos  y  proporciona- 
dos ;  muy  derecho  de  andadura,  algo  salido  de  panza, 
cuellierguido,  su  cerquillo  copetudo,  estudiosamente  ar- 
remolinado; hábitos  siempre  limpios  y  muy  prolijo  de 
pliegues,  zapato  ajustado,,  y  sobre  todo,  su  solideo  de 
seda,  hecho  deahuja,  con  muchas  y  muy  graciosas  la- 
bores, elevándose  en  el  centro  una  borlita  muy  airosa; 
obra  toda  de  ciertas  beatas  que  se  desvivian  por  su  pa- 
dre predicador.  En  conclusion,  él  era  mozo  galán,  y 
juntándose  á  todo  esto  una  voz  clara  y  sonora  ,  algo  de 
ceceo,  gracia  especial  para  contar  un  cuentecillo,  ta- 
lento conocid  )  para  remedar,  despejo  en  las  acciones, 
popularidad  en  los  modales,  boato  en  el  estilo  y  osadía 
en  los  pensamientos,  sin  olvidarse  jamásde  sembrar  sus 
sermones  de  chistes,  gracias,  refranes  y  frases  de  chi- 
meneas, encajadas  con  gran  donosura  ,  no  solo  se  arras- 
traba ios  concursos,  sino  que  se  llevaba  de  calle  los 
estrados  \ 

No  menos  fidedigno  y  característico  que  el  retrato  de 


8  «Historia  del  famoso  predicador  raímente  se  ha  creído  supuesto,  pero 

Fray  Gerundio  de[Campazas».Madrid,  que   realmente   era  el  de  un  ámi- 

1813,  cuatro  lonh  8.°,  t.  i,  p.  307.  En  go,  párroco  de  Villagarcia  .  donde  el 

la  primera  edición  y  en  otras  varias  P.  Isla,  que  hace  mención  de  él  en 

so  dice  escrita  la  obra  por  Francisco  sus  carias,  escribió  su  «Fray  Gerun- 

Lobon  de  Salazar,  nombre  que  sene-  dio». 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  IV.  59 

este  eclesiástico  jaque,  es  el  siguiente  trozo  de  elocuen- 
cia que  el  P.  Isla  pone  en  su  boca,  pues,  según  dice  él 
mismo,  lo  tomó  ,  según  acostumbraba  en  tales  casos,  de 
un  sermon  predicado  real  y  efectivamente  9: 

«Ya  era  sabido  que  siempre  habia  de  dar  principio  á 
sus  sermones,  ó  con  algún  refrán,  ó  con  algún  chiste,  ó 
con  alguna  frase  de  bodegón  ,  ó  con  alguna  cláusula  en- 
fática ó  partida ,  que  á  primera  vista  pareciese  una  blas- 
femia ,  una  impiedad  ó  un  desacato  ,  hasta  que  de?pues 
de  tener  suspenso  al  auditorio  por  un  rato,  acababa  la 
cláusula  ó  salia  con  una  explicación  que  venia  á  quedar 
en  una  grandísima  friolera.  Predicando  un  dia  del  mis- 
terio de  la  Trinidad,  dio  principio  á  su  sermon  con  este 
período :  Niego  que  Uios  sea  uno  en  esencia  y  trino  en  per- 
sonas; y  paróse  un  poco.  Los  oyentes,  claro  está,  co- 
menzaron á  mirarse  los  unos  á  los  otros,  ó  como  escan- 
dalizados, ó  como  suspensos,  esperando  en  qué  habia 
de  parar  aquella  blasfemia  heretical.  Y  cuando  á  nues- 
tro predicador  le  pareció  que  ya  los  tenia  cogidos,  pro- 
sigue con  la  insulsez  de  añadir:  Asi  lo  dice  el  evionista, 
el  marcionista,  el  amano,  el  maniqueo ,  el  sociniano ; 
pero  yo  lo  pruebo  contra  ellos  con  la  Escritura ,  con  los  con- 
cilios y  con  los  Padres.  — En  otro  sermon  de  la  Encar- 
nación comenzó  de  esta  manera:  A  la  salud  de  ustedes, 
caballeros;  y  como  todo  el  auditorio  se  riese  á  carcaja- 
da tendida ,  porque  lo  dijo  con  chulada ,  él  prosiguió 
diciendo:  No  hay  que  reírse,  porque  á  la  salud  de  us- 
tedes ,  á  la  mia  y  á  la  de  todos ,  bajó  del  cielo  Jesucris- 
to y  encarnó  en  las  entrañas  de  María.  Es  artículo  de 
fe  ,  pruébolo :  Propter  nos ,  homines ,  et  propter  nostram 
salutem  .  descendit  de  ccelis,  et  incarnatus  est.  Al  oír  esto 

9  «Cartas  familiares»,  1790,1.  vi. p.  313. 


60  HISTOHIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

quedó  iodo  el  auditorio  como  suspenso  y  embobado, 
mirándose  los  unos  á  los  otros,  y  cundiendo  por  toda  la 
iglesia  una  especie  de  murmullo,  que  faltó  poco  para  que 
parase  en  pública  aclamación10.» 

El  primer  tomo  del  Fnvj  Gerundio  se  imprimió  en  1 758, 
algo  mas  pronto  de  lo  que  el  autor  deseaba,  y  los  en- 
cargados de  la  edición,  que  estaban  en  el  secreto,  la  pu- 
sieron^en  venta  sin  conocimiento  suyo,  despachando  en 
un  solo  dia  ochocientos  ejemplares  !1;  popularidad  ex- 
traordinaria, que  no  redundó,  sin  embargo,  en  beneficio 
de  su  autor,  porque  el  clero,  yen  especial  los  padres  pre- 
dicadores, se  ensañaron  con  una  obra  que  dirigia  con- 
tra su  profesión  los  ataques  mas  formidables  y  rudos  que 
se  habían  visto  jamás  en  España;  resultando  de  ahí  que, 
aunque  el  Rey  y  la  corte  prestaron  su  asentimiento  á  la 
sátira,  se  nególa  licencia  para  continuar  su  publicación; 
que  el  autor  fué  citado  ante  la  Inquisición,  y  su  obra  con- 
denada en  1760.  Pero  el  P.  isla  estaba  demasiado  bien 
defendido  por  la  opinion  pública  y  por  el  respeto  que 
infundían  los  jesuitas.  para  ser  sujetado  á  una  correc- 
ción personal ;  era  su  Fray  Gerundio  un  vivo  y  fiel  retra- 
to déla  realidad,  y  habíase  esparcido  demasiado  para 
que  le  alcanzase  otro  anatema  que  el  de  una  prohibición 
ilusoria  ,2. 

El  segundo  tomo  no  tuvo  tan  buena  suerte;  y  con  la 
censura  del  primero  quedó  por  largo  tiempo  manuscri- 
to,  como  libro  prohibido.  Publicóse  por  primera  vez  en 


10  «Fray  Gerundio»,  t.  i,  p.  309.  respecto  ni  «Fray  Gerundio»,  en  el  se- 

11  «Cartas  familiares»,  t.  n.  p.  170.  guudo  lomo  de  las  «Carlas  familia- 

12  «Vida  de  Isla»,  p  65.  Llórente  res»  La  Inquisición  («Index»,  1790), 
«Hisl  »,  i  ii,  p.  450.  «Caitas  familia-  no  tan  solo  prohibió  esta  ol>ra,  sino 
res  de  Isla»,  t.  ii,  pp.  168,  etc.,  y  t.  ni,  cualquier  escrito  en  favor  ó  eu  contra 
p.  213.  Hay  varias  muy  entretenidas  de  ella. 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  IV.  61 

Inglaterra,  y  en  lengua  inglesa,  en  1772,  por  interme- 
dio de  Barretti,  á  quien  el  original  habia  sido  enviado 
después  de  la  salida  del  autor  á  Italia.  Poco  después  sa- 
lió á  luz  en  Bayona  una  edición  completa  de  todo  el  li- 
bro en  castellano,  seguida  de  otras  varias  en  diversos 
puntos;  y  aunque  hasta  1813  no  se  levantó  su  prohi- 
bición en  la  Península  (y  eso  para  ser  prohibida  de  nue- 
vo al  siguiente  año,  á  la  vuelta  de  Fernando  Vil),  con 
todo,  pocos  libros  habrá  en  España  mas  conocidos  de 
las  personas  instruidas  que  el  Fray  Gerundio,  desde  su 
primera  publicación  hasta  el  présenle  ;  y  lo  que  aun  es 
mas  importante,  pocos  han  obtenido  desde  luego  un 
éxito  tan  conforme  al  objeto  que  su  autor  se  propuso. 
El  sobrenombre  de  Fray  Gerundio  se  aplicó  en  seguida 
á  los  que  empleaban  aquel  vulgar  y  desatinado  estilo  de 
predicar,  y  bastaba  que  un  predicador  mereciese  con 
justicia  semejante  calificación,  para  no  tener  otro  au- 
ditorio que  el  del  populacho  de  las  calles  y  plazas 15. 

A  consecuencia  del  susto  y  ansiedad  que  le  oca- 
sionó la  repentina  y  violenta  expulsion  de  toda  su  or- 
denen 1767,  el  P.Jsla  sufrió  en  el  camino  de  laCoruña, 
donde  se  embarcó,  un  ataque  de  perlesía,  que  le  dejó 
postrado  durante  los  catorce  años  restantes  de  su  vida, 
uno  de  los  cuales  pasó  en  Córcega  y  los  demás  en  Bolonia 
y  sus  inmediaciones,  víctima  de  las  turbulencias  y  per- 
secuciones que  trujo  consigo  la  guerra  ,  y  viviendo  algún 
tiempo  á  expensas  de  sus  amigos.  A  pesar  de  esto,  no  es- 
tuvo ocioso  durante  aquel  triste  período,  según  se  echó 
de  ver  después  de  su  muerte.  Entre  sus  papeles  se  halló 


^s  Wnts, «Biblioteca*, art. Isla  Wie-    la  traducción  del  «Fr.ny  Gerundio», 
land.  «Teutsche Mevkur» ,  1773.  t.in.    Londres;  1772,  dos  loni.  8.° 
p.  19G.  Prospecto  de Barretli,  unido  á 


62  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

un  poema  eadiez  y  seis  cantos,  titulado  Cicerón,  que  está 
muy  lejos  de  ser,  como  él  pretende,  una  vida  del  célebre 
orador  romano.  Redúcese  á  una  sátira  contra  los  vicios  y 
extravagancias  de  su  tiempo,  comenzada  en  España,  aun- 
que escrita  en  su  mayor  parte  en  Italia  durante  su  destier- 
ro; comprende  algunos  trozos  de  una  supuesta  vida  de  la 
madre  de  Cicerón  ;  pero  en  cuanto  á  este  orador,  el  poe- 
ma le  deja  aun  en  la  cuna,  á  los  diez  y  ocho  meses  de 
edad.  Uno  de  los  objetos  de  su  sátira  es  ridiculizar  los 
poemas  narrativos  castellanos,  y  particularmente  los  con- 
sagrados á  las  vidas  de  santos,  de  los  que  bien  puede  de- 
cirse que  su  Cicerón  es  una  especie  de  parodia:  pero 
el  primero  y  principal  parece  haber  sido  burlarse  de  los 
currutacos  y  madamitas  de  nuevo  cuño,  como  á  la  sazón 
llamaban  á  los  elegantes  que  adoptaban  con  ansia  las 
modas  francesas.  Hállanse,  con  lodo,  en  la  obra  discusio- 
nes inoportunas  sobre  Italia,  la  poesía  y  costumbres  del 
país ,  y  sátiras  no  menos  inoportunas  contra  los  teatros, 
contra  los  músicos  y  los  poetas,  que  se  alaban  y  aplau- 
den recíprocamente  :  en  (in,  contra  cuanto  al  agrio  hu- 
mor del  P.  Isla  sana  al  paso  según  iba  escribiendo. 
Parece  ser  que  á  medida  que  adelantaba  en  su  tra- 
bajo lo  iba  leyendo  en  una  reunion  de  amigos,  com- 
puesta probablemente  de  algunos  de  sus  muchos  com- 
pañeros de  destierro,  que  vivían  como  él  en  Bolonia,  y 
reducidos  á  la  triste  peusion  señalada  por  el  gobierno 
español,  y  no  pagada  con  mucha  puntualidad.  Para  este 
fin  particular  la  obra  se  adaptaba  bien,  por  el  estilo  cla- 
ro y  fácil  y  lo  punzante  de  la  sátira ;  pero,  por  sus  largas, 
pesadas  é  infinitas  digresiones,  á  veces  triviales  por  la 
forma  y  el  asunto,  era  poco  á  propósito  para  ver  la  luz 
pública.  Presentóse,  sin  embargo,  á  la  censura,  y  fuéle 


TERCEP.A  ÉPOCA. CAPÍTULO  IV.  63 

negada  la  licencia  para  imprimiría ,  aunque  con  razo- 
nes tan  frivolas ,  que  bien  se  echaba  de  ver  no  ser  su 
oposición  tanto  al  poema  como  al  autor11. 

Otras  obras  del  P.  Isla  obtuvieron  mejor  fortuna.  Im- 
primiéronse seis  tomos  de  sus  sermones,  y  otros  seis  de 
cartas,  la  mayor  parte  dirigidas  á  su  hermana  y  á  su  cu- 
ñado, y  escritas  en  estilo  afectuoso  y  jovial,  lleno  de  na- 
turalidad y  de  gracia :  á  las  cuales  deben  añadirse  otros 
trabajos  de  menor  cuantía  y  de  carácter  mas  ligero,  es- 
critos en  varias  épocas ,  y  uno  ó  dos  mas  sobre  asuntos 
religiosos1'5. 

Pero  lo  que  mas  llamó  la  atención  del  mundo  litera— 


u  El  manuscrito  autógrafo  «.le 
"El  Gieeron»,  en  219  páginas  en  fo- 
lio, de  buen  carácter  de  letra,  á  dos 
columnas,  con  las  correcciones  del 
autor  y  las  del  censor,  se  guarda  en 
ei  Ateneo  de  Boston.  Contiene  ade- 
más tres  cartas  autógrafas  del  Padre 
Isla,  el  dictamen  del  censor  opi- 
nando contra  la  publicación,  y  una 
respuesta  á  dicho  dictamen,  ambos 
papeles  anónimos  Estos  curiosos  y 
estimables  manuscritos  fueron  ad- 
quiridos en  Madrid  por  E.  Weston, 
esq.,  y  regalados  por  élá  la  biblioteca 
de  dicho  establecimiento  en  1844. 

13  Estas  obras  son  «El  Mercurio  ge- 
neral» (Madrid,  1784,  8.°),  ó  sea  ex- 
tractos de  relaciones  que  se  suponen 
escritas  por  el  P.  Isla,  para  aquel  pe- 
riódico, en  1738,  sobre  los  asuntos  de 
Europa  durante  dicho  año,  pero  que 
seguramente  no  son  de  él;  «Carlas 
de  Juan  de  la  Encina»  (Madrid,  1784, 
en  18.' ),  obra  satírica  contra  losabsur- 
dos  de  la  medicina  en  España  ;  «Car- 
tas familiares»,  escritas  entre  1744 
y  1781,  publicadas  en  1781-86,  y  se- 
gunda vez,  Madrid,  1790,  seis  tomos 
8.° ;  « Colección  de  papeles  críti- 
co-apologéticos» (1788,  dos  tomos 
12.°) ,  en  defensa  de  Feijoó;  «Sermo- 
nes», Madrid,  1792,  seis  torn.  8.°; 
«Rebusco»,  etc.  (Madrid,  1790, 12.9); 


colección  do  obras  misceláneas  ,  las 
mas  de  las  cuales  no  son  probable- 
mente suyas;  «Los  Aldeanos  críti- 
cos, nueva  defensa  de  su  Fray  Gerun- 
dio»; y  varios  papeles  en  el  «Sema- 
nario erudito»,  tona,  xvi,  xx  y  xxxiv,  y 
en  el  tomo  suplementario  del  «Fray 
Gerundio»;  un  poema  titulado  «Sue- 
ño político»  (Madrid,  178o,  18.°),  con 
motivo  del  advenimiento  al  trono  de 
Carlos  III,  que  también  se  le  atribu- 
ye falsamente  ;  y  por  ultimo,  las  «Car- 
ias atrasadas  del  Parnaso»,  sátira  en 
que  se  encuentran  algunas  reminis- 
cencias del «Cicerón». 

De  sus  traducciones,  exceptuada 
la  del  «Gil  Blas»,  de  que  diremos  mas 
adelante,  parece  excusado  tratar.  Bas- 
te solo  decir  que  en  1751  tradujo  el 
«Theodosio  el  Grande»,  de  Flechier, 
y  poco  después  el  «Compendio  de  his- 
toria de  España»  del  padre  Duchesne; 
ambas  traducciones  las  hizo  algunos 
años  antes  que  se  publicasen ,  y  la 
última  ha  sido  durante  mucho  tiem- 
po el  texto  favorito  de  las  escuelas  de 
párvulos  de  España,  no  tanto  por  el 
conocido  mérito  de  su  original  fran- 
cés ,  cuanto  por  las  juiciosas  adicio- 
nes del  traductor,  y  por  un  sumario 
en  verso  antepuesto  á  cada  período 
histórico,  que  losniñosaprendiande 
memoria  y  retenían  con  facilidad. 


64  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

rio  fué  su  traducción  del  Gil  Blas,  impresa  en  1787,  en 
la  que  trató  de  reclamar  para  su  patria  la  obra  que  mas 
fama  habia  dado  al  francés  Le-Sage,  obra,  según  él  di- 
ce, «robada  á  España»  (son  palabras  textuales  del  Pa- 
dre Isla),  y  restituida  á  su  patria  por  un  español  celo- 
so16. Los  fundamentos  de  esta  grave  acusación  carecen 
de  solidez.  Voltaire  fué  el  primero  que  en  su  Siglo  de 
Luis  XIV  declaró  que  el  Gil  Blas  se  habia  sacado  de  la 
vida  del  escudero  Marcos  de  Obregon  ,  de  Espinel.  Este 
cargo,  según  ya  vimos  en  otro  lugar,  es  infundado,  y 
debemos  presumir,  con  alguna  razón,  que  procede  de 
la  enemiga  personal  de  Voltaire,  quien  se  vio  zaherido 
en  el  Gil  Blas,  y  llegada  á  entender,  de  una  manera  ó  de 
otra,  que  Le-Sage  se  habia  aprovechado  de  los  trabajos 
de  Espinel.  Posteriormente  se  repitió  esta  misma  espe- 
cie y  otras  análogas  en  dos  ó  tres  obras  de  poco  crédito, 
y  entre  ellas,  en  un  diccionario  biográfico  impreso  en 
Amsterdam  en  1  771 . 

Inducido,  sin  embargo,  por  tan  leves  sugestiones,  el 
P.  isla  emprendió  su  traducción,  añadiendo  á  ella  una 
larga  y  poco  atinada  continuación17,  y  declarando,  sin 


10  La  traducción  del  P.  Isla  lleva  el  Julio  Monti,  ciño  «Gil  Blas»  se  impri- 

siguiente  título:  «Aventuras  di>  Gil  mió  en  1735.  Monti  murió  en  1717. 

Blas  de  Santillana,  robadas  á  España,  El  ejemplar  que  poseo  de  dicha  Obra 

adoptadas  en  Francia  por  Monsieur  es  de  1755,  quinta    edición,  en  ocho 

Le-Sage,  restituidas  á  su  patria  y  á  tomos  Concluye  con  la  «Historia  de 

su  lengua  nal  iva  por  un  español  ce-  un  hijo  de  Gil  Rías»,  que  el  P.  Isla 

loso,  que  no  sufre  que  se  burlen  de  no  tradujo.    Oda  continuación    del 

su  nación»;  Madrid,  17S7,  seis  to m.  «Gil  Blas»,  menos  feliz  aun  que  la 

8.°  De  ella  se  hicieron  posteriormen-  del   canónigo  ¡Monti,  se  publicó  en 

te  repetidas  ediciones  ,  siendo  muy  Madrid  en  1792,  en  dos  torn,  en  8.°, 

de  ootar  que  el  producto  de  la  tra-  la  cual  lleva  por  lilulo  «Genealogía 

duccion  lo  destinase  generosamente  de  Gil  Blas;  continuación  de  la  vida 

el  P.  Isla,   pobre  y  desterrado   á   la  de  este  famoso  sugelo,  por  su  hijo 

sazón,  á  socorrer  la  miseria  de  un  D.  Alfonso  Blas  de  Liria».  Su  autor, 

caballero,  compatriotasuyo,  pobre  y  D.  Bernardo  María  de  Calzada,  que 

desgraciado  como  él.  se  habia  ocupado  anteriormente  en 

17  Es  obra  del  canónigo  de  Bolonia  varias  traducciones  del  francés  (Sem- 


TERCERA  ÉPOCA. CAPITULO  IV.  65 

mas  prueba  ni  ceremonia,  ser  el  Gil  Blas  obra  de  un  ajno-  \/ 
gado  andaluz  que  habia  confiado  el  manuscrito  áLe-Sa- 
ge  cuando  este  estuvo  en  España  en  calidad  de  secre- 
tario de  la  embajada  francesa  ó  como  amigo  del  Em- 
bajador. Mas  esta  suposición  carece  de  valor  alguno, 
puesto  que  ni  se  ha  descubierto  nunca  el  manuscrito 
original .  ni  se  ha  dado  con  el  nombre  de  semejante  abo- 
gado, ni  Le-Sage  estuvo  jamás  en  España.  No  por  eso 
cesaron  las  reclamaciones  por  parte  de  los  españoles.  Al 
contrario,  Llórente,  en  dos  escritos  de  bastante  ingenio 
y  erudición,  publicados  en  !82¿.  uno  en  francés  y  otro 
én  español,  insiste  de  nuevo  en  ella  con  grande  ahinco, 
pretendiendo  demostrar  con  razones  de  íntimo  conven- 
cimiento, mas  bien  que  con  pruebas  positivas ,  que  el 
Gil  Blas  es  sin  duda  alguna  de  origen  español,  y  obra 
probablemente,  no  ya  del  abogado  andaluz  del  P.  Isla, 
sino  del  historiador  Solís ;  opinion  en  cuyo  apoyo  no 
aduce  mejores  razones  que  la  de  ser  imposible  que  otro 
alguno  pudiera  escribir  en  la  época  á  que  se  refiere  el 

Gil  Blas  una  novela  semejante  I8. 

• 

pese,  «  Biblioteca»,  t.  vi,'  p.  231),  de-f  bajo  el  nombre  deTriaquero,.  lib.  x, 
clara  que  su  obra  es  también  tradu-  cap.  5.  Pero  la  mas  importante  y  cu- 
cidade  dicho  idioma,  añadiendo,  co-  riosa  délas  polémicas  relativas.'!  la 
ino  Isla,  «que  la  restituye  a  su  lengua  autenticidad  del  «Gil  lilas»  es  la  sos- 
primitiva  ».  Pero  esta  continuación  tenida  entrel818  y  1822  por  Francisco 
(que  no  llegó  á  concluirse)  es  una  de  Neufcbáteau  y  Antonio  de  Llo- 
liccion  insustancial  (incluso  su  mis-  rente,  autor  de  la' «Historia  de  la  fu- 
mo titulo),  sin  contar  que  la  pretcn-  quisicion».  Comienza  con  una  memo- 
sion  de  dar  a  Gil  Blas  una  noble  y  ria  leída  por  el  primero  á  la  Acade- 
preclara  ascendencia  por  parle  de  mía  Francesa  en  1818,  v  una  edición 
madre  se  conoce  desde  luego  ser  del  «Gil  Blas»  (Paris,  1820,  tres  to- 
iuvenciou  española.  Véanse  los  li-  mos,  8.°),  en  la  que  mantiene  ser 
bros  ni  y  iv.  Le-Sage  e!  verdadero  autor  de  aque- 

18  Voltaire,  «OEuvres»,  edición  lia  novela.  Impugnóle  Llórente  en 
Beaumarcliais,  l.xx,  p.  lo.'j.  Le-Sa-  otra  memoria  dirigida  también  ala 
ge,  «OEuvres»,  Paris,  1810,  8.",  to-  Academia  Francesa,  y  en  sus  «Ob- 
mo  i,  p.  59,  donde  se  lee  que  Voltai-  serva  tions  sur  Gil  Blas»  (Paris,  1822. 
re  fué  atacado  por  Le-Sage  en  uno  12."),  y  sus  «Observaciones  sobre  el 
de  sus  dramas;  y  también  se  supone  Gil  Blas*» '(Madrid,  1822,  8."),  sus- 
que  está  ridiculizado  en  el  «Gil  Blas»   tentando  en  ambos  escritos,  aunque 

TOM.   IV.  5 


66  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Pero  hay  respuesta  fácil  que  dar  á  toda  esta  crítica 
meramente  conjetural.  Le-Sage  procedió,  como  nove- 
lista ,  del  mismo  modo  que  lo  habia  hecho  cuando  escri- 
bia  para  el  teatro;  y  el  resultado  en  ambos  casos  pre- 
senta gran  semejanza.  En  el  drama  comenzó  por  tra- 
ducciones ó  imitaciones  del  teatro  español ,  como  en  su 
Punto  de  Honor,  que  tomó  conocidamente  de  Rojas,  y 
en  su  Don  César  Ursino .  tomado  de  Calderón;  mas  ha- 
biendo con  el  tiempo  adquirido  cierta  confianza  en  su 
propio  talento .  gracias  al  buen  resultado  de  estos  ensa- 
yos, dio  á  luz  su  Turcaret,  comedia  enteramente  origi- 
nal.  que  sobrepujó  en  mérito  á  sus  anteriores  obras, 
manifestando  lo  mucho, que  habia  malgastado  sus  pro- 
pias fuerzas  reduciéndose  al  papel  de  imitador.  La  mis- 
ma marcha  siguió  ai  escribir  sus  novelas.  Principió  tra- 
duciendo el  Don  Quijote  de  Avellaneda,  arreglando  y  am- 
pliando el  Diablo  cojudo  de  Guevara:  mas  el  Gil  Blas, 
la  mayor  y  mejor  de  sus  creaciones  en  prosa .  es  el  re- 
sultado de  la  conciencia  de  su  propio  mérito,  y  le  perte- 
nece tan  exclusivamente  como  el  Turcaret. 

En  cuestiones  de  esta  especie  el  convencimiento  ín- 
timo es  casi  tan  decisivo  cómo  las  pruebas  externas. 
Los  frecuentes  errores  geográficos  é  históricos  que  se 
advierten  en  el  Gil  Blas  demuestran  que  esta  notable 


no  con  las  mismas  razones ,  si  bien  que  vio  la  luz  publica  en  1758»  Esta 
deduciendo  de  ellas  iguales  conse-  teoría  de  Llórente  fué  explanada  aun 
cuencias.que  el  «Gil  lilas»  es  español  con  mas  habilidad  y  tálenlo  por  el  dis- 
en  su  origen,  y  probablemente  obra  tingnido  literato,  boy  difunto,  M.  A. 
del  historiador  Solis  ,  quien,  según  H.  Everett, en  un  articulo  que  se  pu- 
Llorente  conjetura,  escribió  una  no-  blicó  primero  en  la  «Revista  Norte- 
vela  titulada  «  E!  bachiller  de  Sala-  Americana»  del  mes  de  octubre  de 
manca  »,  cuyo  manuscrito  ,  yendo  a  1827,  siendo  su  autor  embajador  de 
parar  á  manos  de  Le-Sage,  le  pro-  los  Estados-Unidos  en  España ,  y  mas 
porcionó  los  materiales  para  su  «Gil  tarde  en  sus  entretenidos  «Critical 
Blas»,  publicado  en  1715-33 ',  y  aun  and  Miscellaneous  Essays»,  Boston, 
para  su  «Bachelier  de  Salamanqués,  1845,  12." 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    IV.  67 

novela  no  puede  ser  obra  de  un  español,  y  menos  aun 
de  un  autor  tan  instruido  como  el  historiador  Solís;  por 
otra  parte,  las  anécdotas  relativas  á  la  sociedad  francesa 
del  tiempo  de  Luis  XIV  y  Luis  XV  manifiestan  que  de- 
bió precisamente  ser  francés  el  autor  de  ellas,  al  paso 
que  la  franqueza  y  libertad  con  que  á  cada  momento  se 
aprovechaba,  ya  de  un  cuento  sacado  del  Marcos  de  Obre- 
gon,  ya  de  un, enredo  ó  relación  de  comedia  de  Men- 
doza, Rojas  ó  Figueroa,  están  perfectamente  de  acuer- 
do con  sus  hábitos  anteriores  y  su  práctica  de  entretejer 
diestramente  en  sus  trabajos  cuanto  hallaba  en  los  es- 
critores españoles  y  podia  serle  útil.  De  todo,  pues,  re- 
sulta queLe-Sage,  por  la  fuerza  de  su  propio  ingenio, 
produjo  una  obra  de  gran  mérito,  en  la  que,  familiari- 
zado como  lo  estaba  con  la  literatura  española,  y  poco 
escrupuloso  en  aprovechar  sus  materiales,  conservó  con 
tal  fidelidad  el  colorido  nacional,  que  á  cualquier  espa- 
ñol le  es  sumamente  difícil  resolverse á  creer,  especial- 
mente después  de  haber  leído  la  valiente,  aunque  no 
siempre  fiel,  traducción  del  P.  Isla,  que  el  Gil  Blas  pue- 
da ser  obra  de  autor  extranjero19. 

19  «El  punto  de  honor»  está  tomado  miliario,  las  pruebas  abundan.  Ya 
de  «No  hay  amigo  para  amigo»,  que  dijimos  en  otro  lugar,  al  hablar  de 
es  la  primera  de  l.:s  comedias  de  Ro-  Kspinel  ( t.  m,  pp.  óO^-T),  lo  mucho 
jas  ,  impresas  en  1680:  y  «  Don  César  que  Le-Sage  tomó  de  su  «  Marcos  de* 
Ursino. i  do  «Peor  está  que  estaba»,  de  Obregon»;  aquí  añadiremos  que  las 
Calderón  •(«Comedias».  1763,  t.  in),  avenluras  de  D.  Rafael  con  el  señor 
Los  errores  del  «Gil  Blas»  en  geo-  de  Moradas  en  el  «Gil  Rías»  (lib.  v. 
grafía  é  historia  de  España,  los  se-  cap.  1)  están  sacadas  de  los  «Empé- 
ñala Llórenle  como  otros  tantos  des-  ños  del  mentir»,  de  Mendoza  («  Fénix 
propósitos  de  Le-Sage  y  descuidos  castellano»,  1690,  p.  254);  que  la  his- 
suyos  al  trasladar  los  originales;  toria  del  «Casamiento  por  venganza» 
mientras  que,  por  otra  parte,  Neuf-  («Gil  Blas»,  lib.  iv,  cap.  4)  lo  está  de 
chateau  apoya  su  defensa  en  las  fre-  la  comedia  de  Rojas  «Casarse  por 
cuentes  alusiones  que  Le-Sage  hace  vengarse»;  y  la  historia  de  Aurora 
á  la  sociedad  parisiense  contempo-  de  Guzman  («Gil  Rías»,  lib.  iv,  capí- 
ránea.  En  cuanto  á  la  libertad  con  lulos  5  y  6)  de  «Todo  es  enredos 
que  este  se  aprovechaba  constante-  amor»,  de'D.  Diego  de  Córdova  y  Fi- 
niente de  libros  españoles,  sin  lo-  gueroa;  y  así  á  este  tenor.  Véanse  el 
marse   siquiera  el  trabajo  de  disi-  prólogo  de  Tieck  á  su  traducción  del 


68  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Consistía  el  principal  talento  del  P.  isla  en  la  sátira, 
y  de  ella  se  valió  para  prestar  á  su  patria  un  señalado 
servicio,  que  fué  desterrar  del  pulpito  el  vulgar  y  bajo 
estilo  con  que  por  largo  tiempo  le  habían  infestado  los 
predicadores;  empresa  que  llevó  á  cabo  su  Fray  Gerun- 
dio, tan  completamente  como  lo  habia  hecho  antes  el 
Quijote,  concluyendo  con  la  desordenada  afición  á  los  li- 
bros de  caballería  dominante  en  el  siglo wx:vii. 

Otras  tentativas  se  hacían  al  propio  tiempo,  aunque  por 
diverso  camino,  para  restaurar  la  literatura  nacional,  ya 
procurando  resucitar  el  gusto  déla  antigua  poesía,  ya  in- 
troduciendo las  doctrinas  literarias  del  siglo  de  Luis  XíV, 
ya,  por  último,  tratando  de  conciliar,  aunque  de  una 
manera  vaga  y  poco  definida ,  ambos  elementos,  y  for- 
mar con  ellos  una  nueva  escuela  distinta  de  una  y  otra, 
aunque  mas  adelantada  que  entrambas. 

Poco  se  adelantó  directamente  en  favor  de  la  antigua 
poesía  nacional,  pero  algún  mal  resultado  se  obtuvo  por 
otros  medios.  Huerta  ,  ardiente  aunque  desigual  adver- 
sario de  las  innovaciones  francesas,  imprimió  en  1778 
un  tomo  de  poesías  escritas  casi  enteramente  en  el  gus- 
to antiguo;  pero  su  obra  estaba  demasiado  impregnada 
del  mal  gusto  dominante  en  el  sigloanterior  para  poder, 
á  pesar  del  aplauso  pasajero  que  mereció  su  autor,  ar- 
rastrar secuaces  de  alguna  nota  en  una  senda  que  ya  se 
iba  abandonando  casi  del  todo  2U. 

«  Marcos  de  Obregon»  (1827),  las  da  tres  años  después  del  último  to- 
«  Poesías  de  Calderón  y  plagios  de  mo  del  «Gil  Blas»,  que  esta  traduci- 
Le-Sage»,  por  Adolfo  de  Castro  (Cá-  da  de  un  manuscrito  español,  siendo 
diz,  184\>,  12.0),  opúsculo  interesan-  asi  que  la  historia  de  l).a  Cinlia  de 
te  y  curioso;  el  cuarto  libro  del  «Con-  la  Carrera ,  en  los  capítulos  ü4  v  5o, 
de-duque  de  Olivares  »,  del  mismo  está  evidentemente  tomada  del  «Des- 
(Cádiz,  1846,  4.°).  Eu  su  «  Baehelier  den  con  el  Desden  »,  de  Moreto ,  co- 
de Salamanqués,  Le-Sage  fué  aun  media  bien  conocida  de  todos, 
mas  lejos,  pues  dice  expresamente  2ü  «Poesías de  D.  Vicente  García  de 
en  el  titulo  de  esta  novela,  publica-  la  Huerta»,  Madrid,  1778,  12.°,reim- 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  IV.  69 

Mas  felices  fueron  los  esfuerzos  de  otra  especie  para 
rehabilitar  la  memoria  de  los  antiguos  escritores.  Lopez 
de  Sedaño,  entre  1768  y  1778,  publicó  su  Parnaso  es- 
pañol en  nueve  tomos;  obra  que,  á pesar  de  su  mal  mé- 
todo y  no  mejor  gusto  en  la  elección  yen  la  crítica,  cons- 
tituye un  rico  depósito  de  poesía  nacional  en  sus  mejo- 
res tiempos,  y  contiene  importantes  materiales  para  la 
historia  de  la  literatura  española  desde  los  tiempos  de 
Boscan  v  >Garcilaso  21. 

Sanchez  tomó  después  la  tarea  desde  tiempos  mas  re- 
motos, ofreciendo  al  público  en  1779  el  tesoro  de  la 
poesía  en  los  siglos  heroicos,  comenzando  con  el  antiguo 
poema  del  Cid ;  desgraciadamente  dejó  incompleta  su 
obra ,  en  la  que  dio  muestras  de  mas  erudición  y  celo 
que  de  talento  é  ingenio22.  Por  último,  Sarmiento,  ami- 
go deFeijoó,  y  uno  de  sus  acérrimos  y  mas  competen- 
tes defensores,  emprendió  una  historia  de  la  poesía  es- 
pañola con  importantes  discusiones  sobre  el  período 
mismo  que  abrazan  las  investigaciones  de  Sanchez;  pe- 
ro también  quedó  la  obra  incompleta  por  muerte  de  su 
venerable  autor,  ocurrida  en  1770,  y  no  se  publicó  has- 
ta cinco  años  después  2~\  Aunque  estas  tres  produccio- 

prcsas  en  1786.  «La  Perromaquia»,  Londres,  1825,  8.°, p.25).  triarte pu- 

poema   heróico-burlesco  sobre    los  hlicó  contra  ella,  en  1778,  uiiUialogo 

amores  y  contiendas  de  algunos  per-  tiluiado  «Donde  las  dan  las  toman  », 

ros,  por  Francisco  Nieto  Molina  (Ma-  lleno  de  severidad  («Obras  »,  1805, 

drill,  1765,  8.°),  no  merece  ser  men-  t.  vi);  y  en   1785  contestó  Sedaño, 

donado  sino  como  una  tentativa  en  bajo   el   seudónimo  de  Juan    María 

favor  de  la  antigua  versificación  co-  Chavero  y  Eslava  de  Ronda,  con  cua- 

nocida  con  el  nombre  de  «redondi-  tro  tontitos  en   12°,  publicados  en 

lias».  Malaga  con  el  titulo  de  «Coloquios 

21  .i.  J.  Lopez  de  Sedaño,  «Parnaso  de  la  Espina». 

Español»  (Madrid,  Sancha,  1768-78,  *22  T.  A.  Sanchez  (nacido  en  1732, 

nueve  torn,  en  8.°);  obra  que  dio  lu-  muerto  en  1798)  publicó  sus  «Poesias 

gar  desde  su  aparición  á  muy  hue-  anteriores  al  siglo  xv»  (Madrid,  cua- 

nos  trabajos  críticos.  La  tertulia  de  tro  tom.  8.°,  1779-90);  pero  apenas 

Moralin  ,  padre  ,  la  recibió  muy  mal  se  conocen  de  él  otros  trabajos. 

(«Obras  postumas  de  N.  E.  Moralin»,  í3  Martin    Sarmiento,  «Memorias 


70  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

nes  excitaron  poco  la  atención  del  público  en  un  prin- 
cipio, son,  sin  embargo,  de  mucha  importancia,  y  sirvie- 
ron de  fundamento  para  mejorar  en  lo  sucesivo  el  estado 
de  las  letras. 

Las  doctrinas  de  la  escuela  francesa,  algún  tanto  mo- 
dificadas quizá  con  la  reproducción  de  los  modelos  de 
la  antigua  literatura  castellana,  aunque  sin  cambiar  por 
eso  sustancialmente  su  índole  y  carácter,  tuvieron  pro- 
pagadores mas  numerosos  y  activos.  Durante  el  reina- 
do de  Carlos  III,  Moratin  el  padre,  descendiente  de 
una  noble  familia  de  Vizcaya,  nacido  en  1737,  muerto 
en  1780,  fué  el  sucesor,  y  hasta  cierto  punto  el  herede- 
ro de  las  opiniones  de  Luzan ,  dedicándose  por  su  par- 
te á  reformar  el  gusto  literario  de  su  país.  Fué  amigo 
deMontiano,  quien  habia  procurado  también  introdu- 
cir la  tragedia  clásica  en  la  escena  española  ,  é  influyó 
probablemente  en  el  carácter  literario  del  joven  poeta. 
Pero  la  corte  ,  según  costumbre,  fué  un  poderoso  auxi- 
liar de  este  movimiento.  Moratin,  protegido  por  el  duque 
de  Medina-Sidonia ,  cabeza  entonces  de  la  ilustre  casa 
de  los  Guzmanes;  por  el  duque  de  Osuna,  embajador 
largo  tiempo  en  Francia ;  por  el  conde  de  Aranda  ,  sabio 
ministro  de  Estado  .  que  rara  vez  olvidó  alentar  la  cul- 
tura intelectual ,  y  por  el  infante  D.  Gabriel  deBorbon, 
elegante  traductor  de  Salustio,  pudo  con  tales  ventajas 
influir  poderosamente  en  el  movimiento  literario  de  Es- 
paña. 

para  la  historia  ele  la  poesía  y  poetas  algunos  trozos  de  ella.  Su  «Historia 

españoles»  (Madrid,  177b,  en  l.° ).  de  la  poesía «,  impresa  como  primer 

Nació  este  escritor  en  1692,  escribió  tomo  de  la  « Colección  de  sus  obras 

mucho  .  pero  publicó  muy  poco.  Su  postumas  » (que  no  continuó),  es  de 

defensa  del  maestro  Feijoó  (1732)  gran  valor,  por  cuanto,  siguiendo 

corre  unida  al  «Teatro  critico»,  de  un  rumbo  culeramente  distinto  del 

este;  y  en  el  «Semanario  erudito»,  de  Sanchez,  viene  á  parar  con  fre- 

tom.  s ,  vi ,  xix  y  xx  se  hallan  también  cuencia  á  un  mismo  resultado. 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    IV.  74 

Su  primer  trabajo  de  alguna  importancia  ,  prescin- 
diendo del  teatro  ,  de  que  hablaremos  mas  adelante,  fué 
su  Poeta,  que  apareció  eu  1761  ;  colección  de  poesías 
que  puede  servir  como  prueba  del  escaso  interés  que  á 
la  sazón  inspiraba  la  literatura,  puesto  que,  á  pesar  de 
no  contener  mas  que  unas  ciento  selenta  páginas,  fué 
preciso  acudir  al  espediente  de  publicarla  en  nueve  cua- 
dernos sucesivos  para  facilitar  su  circulación  y  lectura. 
Al  año  siguiente  dio  á  luz  la  Diana,  pequeño  poema 
didáctico,  en  seis  libros,  sobre  la  caza,  y  en  1785  un 
poema  descriptivo,  intitulado  Las  naves  de  Cortés  des-  \^^ 
fruidas, &  cuyos  trabajos  debemos  añadir  un  reducido 
volumen  que  su  hijo  publicó  en  182  1 ,  y  que  contiene, 
además  de  la  vida  de  su  autor,  modesta  y  bellamente 
escrita,  una  colección  de  poesías,  la  mayor  parte  iné- 
ditas. 

El  valor  de  estos  trabajos  no  es  muy  considerable, 
pero  algunos  de  ellos  merecen,  sin  embargo,  nuestra 
consideración.  El  Canto  épico  ,  como  su  autor  le  intitula, 
sobre  la  quema  de  las  naves  de  Cortés  es  la  mejor  de 
esta  clase  de  producciones  en  España  durante  el  si- 
glo xviii,  y  se  lee  con  mas  gusto  que  cualquiera  otro  de 
los  numerosos  poemas  históricos  que  le  precedieron.  Al- 
gunas de  sus  composiciones  cortas,  tales  como  sus  Ro- 
mances moriscos,  y  las  famosas  quintillas  á  una  fiesta  de 
toros  en  .Madrid  f  espectáculo  á  que  Moratin  era  muy  afi- 
cionado ,  y  del  cual  escribió  un  apreciable  bosquejo 
histórico),  son  muy  bellas  y  bien  escritas.  Las  dotes  que 
principalmente  distinguen  á  este  escritor  son  la  pureza 
y  exactitud  del  lenguaje  y  la  armonía  de  la  versificación, 
echándose  de  ver  que  aunque  poseía  en  grado  extra- 
ordinario e!  don  de  improvisar,  componia,  sin  embargo, 


72  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

con  mucho  esmero  y  acababa  sus  versos  con  mucha  pa- 
ciencia; pero  donde  mejor  éxito  obtuvo  .Moratin  en  su 
noble  empresa  de  corregir  el  mal  gusto  de  su  tiempo, 
uniendo  al  ejemplo  modesto  desús  propias  obras,  sus 
constantes  esfuerzos  como  profesor ,  fué  en  el  desem- 
peño de  la  cátedra  de  poética  del  colegio  Imperial,  en  la 
que  reemplazó  á  su  amigo  Avala21. 

Moratin,  hombre  amable  en  su  trato  privado,  reunió 
á  su  alrededor  un  círculo  de  amigos,  los  cuales  concur- 
rían a  uno  de  los  principales  calés  de  Madrid  la  fonda 
de  San  Sebastian),  formando  una  especie  de  tertulia  lite- 
raria, cuyas  puertas  se  abrían  con  facilidad  á  cuantos  de- 
seaban formar  parte  de  ella.  Avala,  poeta  trágico;  Cer- 
da ,  literato  y  anticuario  ,  Rios  ,  autor  del  Análisis  de  Don 
Quijote,  publicado  con  la  edición  déla  Academia  Espa- 
ñola; Ortega,  botánico  y  ¡itéralo;  Pizzi.  profesor  de  li- 
teratura arábiga;  Cadahalso,  poeta  y  autor  de  varias 
obras  sueltas;  Muñoz,  historiador  del  Nuevo-rMundo; 
Iriaríe,  el  fabulista  ;  Conti ,  traductor  italiano  de  una  co- 
lección de  poesías  españolas  ;  Signorelli,  autor  de  la  his- 
toria general  de  los  teatros,  y  otros  varios,  asistían  de 
ordinario  á  aquella  apacible  reunion. 

Cuan  conforme  al  carácter  español  y  ai  estado  de  la 
España  era  el  espíritu  que  presidia  en  aquella  sociedad, 

-;  Además  de  las  poesías  mencio-  Pn  Londres  en  182o.  en  8  °  La  «Carla 
nadas  en  el  texto,  tengo  de  Moratin  sobre  las  tiestas  de  loros.  (Madrid, 
el  padre  una  oda  escrita  para  cele-  1777,  12.°;  es  un  ligero  escrito  en 
brar  un  acto  de  clemencia  de  Car-  prosa,  en  que  el  autor  pretende  dé- 
los III  en  1772,  y  la  «Égloga  a  Ve-  mostrar  históricamente  el  origen  y 
lasco  y  González»,  impresa  con  mo-  carácter  español  de  dicho  espectá- 
tivo  de  la  exposición  de  sus  respecti-  culo;  punto  sobre  ei  cual  deben  abri- 
vos  retratos  en  la  Academia;  una  y  gar  pocas  dudas  los  que  hayan  leido 
otra  de  [toco  mérito,  aunque,  si  no  las  crónicas  de  Muiilaner  y  del  Cid. 
estoy  equivocado,  no  se  hallan  cita-  Moratin  poseía  en  grado  eminente  la 
das  en  ninguna  parte  Sus  «Obras  facultad  de  improvisar.  («Obras», 
póstumasw  fueron  impresas  en  Bar-  182o,  pp. 34-39. J 
celona  en  1821,  en  4.",  y  reimpresas 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  IV.  73 

lo  demuestra  el  hecho  de  no  haberse  establecido  para 
su  régimen  interno  mas  que  una  sola  ley,  á  saber:  que 
solamente  había  de  tratarse  en  ella  de  teatros  ,  de  toros, 
de  amor  y  de  poesía;  pero  cualquiera  que  fuese  la  ma- 
teria que  allí  se  discutía,  lo  era  con  profundidad  y  de  ve- 
ras. Leíanse  las  obras  de  los  concurrentes,  criticándo- 
las todos  fraternalmente  ;  discutíanse  ,  analizábanse  con 
libertad  los  escritos  nuevos  que  salían  á  luz  ;  en  una  pa- 
labra, hacían  cuanto  consideraban  oportuno  para  sacar 
de  su  postración  la  literatura  nacional.  Examinábase 
también  la  extranjera ;  y  si  bien  es  cierto  que  las  ten- 
dencias de  la  reunion  estaban  por  la  escuela  de  Boi- 
leau  y  los  grandes  maestros  de  la  Italia,  mas  aun  de  lo  ' 
que  podía  esperarse  del  espíritu  que  en  ella  presidía,  de- 
be tenerse  en  cuenta  que  dos  de  sus  miembros  mas  ac- 
tivos eran  literatos  italianos,  á  quienes  la  corte  habia 
traido  recientemente  de  Ñapóles,  y  que  el  gusto  de  aque- 
lla época  propendía  á  favorecer  todo  lo  que  era  fran- 
cés, especialmente  en  materias  de  teatro20. 

Figuraba,  como  hemos  visto,  entre  los  miembros  de 
esta  agradable  sociedad  D.  José  de  Cadahalso,  caballe- 
ro descendiente  de  una  antigua  familia  de  las  monta- 
ñas de  Santander,  aunque  nacido  en  Cádiz  en  1741. 
Recibió  su  educación  juvenil  en  Paris,  y  antes  de  los  trein- 
ta años  habia  recorrido  la  Italia ,  la  Alemania  ,  Inglater- 
ra y  Portugal ,  adquiriendo  el  conocimiento  de  las  len- 
guas y  literatura  de  estos  países,  sobre  lodo  de  la  ingle- 
sa; con  lo  cual,  y  emancipado  de  muchas  preocupacio- 
nes nacionales,  podia  servir  con  mas  ventaja  la  causa 
de  las  buenas  letras  en  España.  A  su  vuelta  tomó  el  há- 
bito militar  de  Santiago  y  entró  en  el  ejército,  llegan- 

K  N.  F.  Moratin,   «Obras  postumas»,  1821 ,  pp.  24-31. 


74  HISTOKIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

do  en  poco  tiempo  al  grado  de  corone!;  pero  en  todos 
los  puntos  adonde  le  llevaron  su  propia  elección  ó  las 
exigencias  del  servicio  (Zaragoza,  Madrid,  Alcalá  de 
Henares  y  Salamanca)  aprovechó  las  ocasiones  de  con- 
tinuar sus  estudios  literarios,  relacionándose  a!  propio 
tiempo  con  los  mayores  ingenios  de  su  tiempo,  tales  co- 
mo Moratin.  Iglesias,  Iriarte ,  el  sabio  Jovellanos  y  el 
joven  Melendez  Yaldés,  que  ya  daba  muestras  por  en- 
tonces de  lo  que  habia  de  ser  mas  adelante.  Pero  duró 
poco  su  gloriosa  carrera,  pues  murió  en  el  sitio  de  Gi- 
braltar, herido  de  un  casco  de  bomba,  el  27  de  febrero 
de  1782  ,  tomando  parte  el  gobernador  de  la  plaza  sitia- 
da en  el  duelo  general  causado  por  la  pérdida  de  un  ca- 
ballero tan  distinguido  en  las  letras  como  en  las  armas26. 
En  1772  Cadahalso  publicó  sus  Eruditos  á  la  violeta, 
curso  completo  de  todas  las  ciencias;  graciosa  sátira  de  los 
estudios  superficiales,  escrita  en  forma  de  lecciones,  so- 
bre el  modo  de  aprender  todos  los  conocimientos  huma- 
nos en  el  corto  espacio  de  una  semana ;  siendo  tal  el 
éxito  de  la  obra,  que  al  siguiente  año  publicó  un  suple- 
mento con  varias  ilustraciones  del  mismo  asunto,  y  al- 
gunas cartas  de  supuestos  discípulos  del  autor,  dándole 
cuenta  del  deplorable  resultado  de  su  aprendizaje  por 
aquel  lastimoso  método.  Los  Eruditos  á  la  violeta,  y  su 
suplemento,  un  tomo  mas  de  poesías,  impreso  alano 
siguiente,  con  algunas  traducciones  bastante  esmeradas 
de  los  antiguos  clásicos,  unas  cuantas  composiciones 
burlescas  imitando  á  Quevedo ,  y  varias  anacreónticas 
y  letrillas  por  el  estilo  de  las  de  Villegas,  son  las  únicas 
obras  publicadas  durante  la  vida  de  este  notable  es- 
critor. 

20  Sempore  .  «  Bibliotecj  » ,  t.  n,  p.  21 ;  í'uibusijut' ,  i.  » ,  p.  493. 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  IV.  75 

Pero  después  de  su  muerte  se  haüó  entre  sus  papeles 
una  colección  de  cartas  ,  que  se  supone  escritas  por  per- 
sona relacionada  con  el  embajador  de  Marruecos  en  Es- 
paña y  dirigidas  á  sus  compatriotas.  Este  trabajo  per- 
tenece á  la  gran  familia  de  obras  de  imaginación .  que 
inauguró  Maraña  con  su  Espía  turco,  y  son  imitación 
de  las  Cartas  persas  del  célebre  Montesquieu  ;  aunque 
en  realidad  la  obra  de  Cadahalso  tiene  en  el  fondo  mas 
analogía  con  el  Cosmopolita  de  Goldsmith,  si  bien  es 
cierto  que  entra  mas  en  discusiones  literarias  y  sátiras 
de  costumbres  contemporáneas  que  ninguna  de  las  dos 
mencionadas:  y  por  lo  tanto,  aunque  escrita  en  un  es- 
tilo puro  y  agradable,  con  agudeza  é  ingenio,  está  le- 
jos de  haber  obtenido  en  el  mundo  la  misma  aceptación 
que  aquellas.  Con  todo,  las  Cartas  marruecas ,  así  co- 
mo las  demás  obras  postumas  de  este  autor,  que  cons- 
tan de  varias  sátiras  en  prosa  y  algunas  composiciones 
en  versos  cortos,  siempre  populares  en  España,  han  si- 
do reimpresas  varias  veces,  y  no  caerán  fácilmente  en 
el  olvido  '2T. 

Otro  miembro  de  la  sociedad  fundada  porMoratin,  y 
uno  de  los  mas  eminentes ,  fué  D.  Tomás  de  Iriartc.  na- 
tural de  la  isla  de  Tenerife  ,  nacido  en  1730  y  educado 
en  Madrid  bajo  los  auspicios  de  su  lio  D.  Juan  de  Jriar- 
te ,  distinguido  bibliotecario  de  S.  M.  Dióse  el  sobrino 
á  conocer  como  escritor  dramático  desde  la  edad  de  diez 
y  ocho  años ,  traduciendo  del  francés  varias  comedias 
para  el  Teatro  real  á  los  treinta  y  uno;  mas  tarde  pu- 

17  Sus  «Eruditos  á  la  violeta»  y  sus  de  sus  obras  con  una  excelente  bio- 

poesias  «Ocios  de  mi  juventud»  se  im-  grafía  escrita  por  Navarrele,  que  se 

primieron  en  Madrid  en  1772  y  1775,  ha  reimpreso  después  mas  de   una 

en  i.°,  bajo    el  seudónimo  de  José  vez.  Respecto  a  la  opinion  de   sus 

Vazquez.  En  1818  se  publicó  en  Ma-  contemporáneos    véase  á  Sempere, 

drid,  en  tres  lom.  en  8.°,  una  edición  «  Biblioteca»,  en  eí  luíjar  citado. 


76  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

bSicó  en  latin  una  excelente  composición  poética  con 
motivo  del  nacimiento  del  Infante,  después  rey  Car- 
los IV;  y  distinguiéndose  en  la  corle  por  otras  produc- 
ciones literarias,  obtuvo  varios  cargos  públicos,  que, 
absorbiendo  la  mayor  parte  de  su  tiempo,  ya  en  el  mi- 
nislerio  de  Estado,  ya  en  el  de  la  Guerra,  le  impidieron 
el  dedicarse  con  la  asiduidad  que  antes  á  sus  estudios 
poéticos.  Tuvo  algunas  rivalidades  y  reyertas  con  Seda- 
no  ,  Melendez  ,  Forner  y  otros  contemporáneos  suyos ,  y 
en  1786  hubo  de  comparecer  ante  el  tribunal  de  la  In- 
quisición ,  acusado  de  seguir  la  nueva  escuela  filosó- 
fica de  Francia.  El  resultado  de  todas  estas  contrarie- 
dades é  interrupciones  cu  sus  estudios  fué,  que  al  reco- 
gery  darse  á  luz  después  de  su  muerte,  ocurrida  en  1 791 , 
sus  obras  completas,  se  echó  de  ver  que  mas  de  la  mi- 
tad de  los  ocho  volúmenes  de  que  constan  se  componían 
de  traducciones  y  controversias  personales;  las  prime- 
ras hechas  con  destreza,  y  las  segundas  escritas  con  agu- 
deza é  ingenio,  aunque  unas  y  otras  de  poca  impor- 
tancia. 

Algo  mejores  son  sus  poesías  originales,  las  que  se 
distinguen  mas  por  la  pureza,  regularidad  y  elegancia 
del  estilo  que  por  su  fuerza  y  elevación.  Lo  mas  es- 
cogido de  .sus  trabajos  sueltos  se  encuentra  en  once 
epístolas,  en  una  de  las  cuales,  dirigida  á  su  amigo 
Cadahalso ,  le  dedica  su  traducción  del  Arte  poética  de 
Horacio.  .Mas  dos  fueron  los  géneros  á  que  Iriarte  se 
dedicó  con  preferencia  y  en  que  mas  sobresalió  ,  siendo 
el  primero  de  ellos  la  poesía  didáctica.  Su  Poema  de  la 
Música  (asunto  que  eligió  por  ser  muy  aficionado  y  co- 
nocedor de  este  arte)  salió  á  luz  en  1780,  y  fué  recibido 
con  aceptación,  no  solo  en  España,  sino  en  Francia  é 


TERCERA  ÉPOCA. CAPITULO  IV.  77 

Italia.  Consta  de  cinco  libros,  en  queelautor  disente  con 
exactitud  lüosóíica  los  elementos  de  la  música,  sn  varia 
expresión  según  los  diferentes  géneros,  y  especialmen- 
te en  el  marcial  y  sagrado  ;  la  música  teatral ,  la  de  so- 
ciedad y  la  del  hombre  en  soledad.  Escrito  en  las  es- 
trofas irregulares  conocidas  en  castellano  con  el  nom- 
bre de  silvas,  está  dispuesto  con  bastante  acierto;  pero 
en  general  le  faltan  vigor  y  energía  para  vivificar  las 
formas,  frias  por  sí,  de  un  tratado  didáctico,  á  que  el 
autor  se  ciñó  rigurosamente  2S. 

El  otro  género  en  que  Iriarte  se  distinguió  fué  la  fá- 
bula ,  en  el  que  abrió  hasta  cierto  punto  una  nueva  sen- 
da :  pues  no  solo  todas  las  que  compuso  son  originales, 
cosa  que  no  se  observa  en  ningún  otro  fabulista  antiguo 
ni  moderno,  sino  que  su  objeto  moral  tiende  exclusiva- 
mente á  corregirlas  faltas  y  vicios  délos  literatos;  apli- 
cación que  nadie  antes  que  él  dio  á  este  género  de  poe- 
sía. El  número  total  de  ellas,  inclusas  unas  cuantas  que 
dejó  inéditas  y  se  publicaron  después  de  su  muerte,  as- 
ciende próximamente  á  ochenta ,  de  las  cuales  como 
unas  sesenta  se  imprimieron  en  1782.  Escribiólas  con 
gran  esmero,  en  cuarenta  diferentes  metros,  mostrando 
una  extraordinaria  facilidad  para  adaptar  los  instintos  y 
atributos  de  los  animales  á  la  enseñanza,  no  ya  de  la 


28  Al  lado  del  «Poema  de  la  Músi-  cionado  á  la  poesía  y  á  la  pintura; 
ca»,de  Iriarte,  debemos  ponerotrode  aunque  su  principal  ocupación  fué  el 
mérito  inferior,  publicado  poco  liem-  desempeño  de  una  pinza  importan- 
po  después  por  D.  Diego  Antonio  le  en  el  ministerio  de  Estado.  Murió 
Kejou  de  Silva  :  «La  Pintura»,  poema  en  179G.  Sempére  y  Guarióos  ( «Bi- 
didáctico  en  tres  cantos  (Segovia,  hlioteea»,  t.  v,  pp. 1-6)  hace  una re- 
1786,  8.") ,  de  los  cuales  el  primero  seña  de  sus  obras,  cortas  en  mime- 
trala  del  diseño,  el  segundo  de  la  ro  y  de  poca  importancia  ,  y  Cean 
composición  y  el  iercero  del  colorí-  Bermudez  («Diccionario»,  t.  iv,pá- 
do,  con  varias  notas  y  una  defensa  gina  I6i)  da  también  una  breve  no- 
de  los  artistas  españoles.  Fué  su  au-  ticia  de- su  vida, 
tor  un  caballero  murciano  muv  a(i- 


78  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

humanidad  entera,  como  siempre  se  había  hechoantes, 
sino  de  una  clase  muy  reducida,  entre  la  cual  y  los  se- 
res inferiores  de  la  creación  parece  difícil  hallar  puntos 
de  semejanza.  Tal  vez  por  esta  razón  abunda  demasia- 
do en  ellas  la  parte  narrativa,  echándose  algún  tanto  de 
menos  la  vivacidad  natural  que  distingue  á  EsopoyáLa- 
Fontaine,  los  dos  grandes  maestros  del  apólogo  y  déla 
fábula ;  pero  el  correctivo  que  se  propuso  administrar  era 
tan  oportuno  y  necesario  en  la  época  de  mal  gusto  litera- 
rio en  que  íriarle  vivía  ,  y  al  propio  tiempo  las  fábulas 
mismas  están  escritas  en  versos  tan  fáciles  y  agradables, 
que  no  solo  obtuvieron  gran  favor  en  un  principio,  sino 
que  todavía  no  le  han  perdido,  constituyendo  hoy  dia  la 
base  principalen  que  estríbala  reputación  literaria  de  su 
autor29. 

Criarte  i  sin  embargo,  tuvo  un  rival  que  compartió 
con  él  dicho  honor,  y  aun  se  le  anticipó  en  cierto  modo: 
hablamos  de  Sam  aniego,  caballero  vascongado,  nacido 
en  1745,  y  que  murió  en  180  I ,  después  de  haber  con- 
sagrado su  vida  con  el  mayor  desinterés  al  fomento  y 
bienestar  de  su  país  natal.  Fué  Samaniego  uno  de  los 
principales  y  mas  activos  miembros  de  la  primera  de 


29  «Obr'asdeD.  Tomás  de  ¡norte», 
Madrid,  180o,  ocho  torn.  8°:  Villanue- 
va,  «Memorias»,  Londres,  182'J,  8.°. 
t.  i,  p.  27; Sempere, «Biblioteca»,  io- 
nio vi.  p.  190;  Llórente  .  «  Historia  », 
t.  ii,  p.  -149;  F lorian  tradujo  ó  para- 
fraseó muchas  de  las  fábulas  de  Ii  ¡ar- 
te en  la  colección  que  de  las  suyas 
propias  publicó  en  1792  ,  y  en  la  que 
al  tratar  de  triarte  se  expresa  en  es- 
tos l ér minos  :  "Un  espagnol,  nommé 
Iriarte,  poete  dont  je  fais  grand  cas, 
el  qui  m'a  Iburni  mes  apologues  les 
plus  heureux.» 

Quizá  no  parezca  inoportuna  la 
observación  que  desde  los  tiempos 
del  arcipreste  de  Hita  la  fábula  ade- 


lantó po^o  en  España,  j  no  tuvo  el 
mejor  éxito.  Es  cierto  (pie  las  dePil- 
pay  se  tradujeron  n¡  castellano  y  se 
imprimieron  en  1495  y  1TU7  (Sar- 
miento, pp.  333-íO) ;  que  las  de  Eso- 
po  las  tradujo  Pedro  Simon  Abril ,  y 
se  imprimieron  en  1o7o  y  1647('(Cle- 
mens' Specimen», 4753, p,  iioj.  Pero 
si  exceptuamos  las  anteriores  tra- 
ducciones, apenas  recordamos  al- 
guna que  otra  contenida  en  las  obras 
de  los  Argensolas  y  en  el  « Fabula- 
rio»  (Valencia,  1614,  8.°)  de  Sebas- 
tian Mey,  pariente  del  célebre  impre- 
sor, quien  las  tomó  casi  todas  de  Fe- 
dro.  Jimeno,  t.  i,  p.  264. 


TERCERA    ÉPOCA. CAPITULO    IV.  79 

aquellas  sociedades  conocidas  con  ei  nombre  de  Amigos 
del  país ,  que  comenzaron  en  ei  reinado  de  Carlos  III ,  y 
que  esparcidas  poco  después  por  toda  la  Península,  ejer- 
cieron grande  influencia  en  la  educación  y  economía 
pública  del  reino,  procurando  sacar  las  arles  útiles  de 
la  degradante  condición  á  que  habian  llegado  durante 
el  último  período  de  la  dominación  austríaca. 

La  sociedad  vascongada  ,  establecida  en  1765,  se  de- 
dicó con  ahinco  á  mejorar  la  educación  popular,  y  Sa- 
maniego  ,  secundando  sus  esfuerzos,  emprendió  escribir 
una  colección  de  fábulas  acomodada  á  la  capacidad  de 
los  niños  que  concurrían  al  seminario  de  dicha  sociedad. 
No  consta  en  qué  tiempo  dio  principio  á  esta  tarea;  pero 
en  la  primera  parte,  publicada  en  1781,  y  por  lo  tanto  un 
año  antes  que  la  colección  de  Iriarte  ,  habla  de  este  co- 
mo de  su  modelo ,  sin  dejar  duda  por  lo  mismo  de  que 
había  visto  sus  fábulas.  Publicóse  ¡asegunda  en  1784. 
cuando  ya  la  de  su  rival  habia  sido  aplaudida  por  el  pú- 
blico, de  donde  se  originó  la  ruptura  de  sus  buenas  re- 
laciones, mediando  entre  ambos  cuestiones  y  folletos 
que  les  hacen  poco  honor.  La  colección  completa  de  Sa- 
maniego  contiene  ciento  cincuenta  y  siete  fábulas,  de 
las  cuales  las  últimas  noventa  ,  con  algunas  otras  mas, 
son  originales,  y  el  resto  lomadas  en  parte  de  Esopo, 
Fedro  y  los  fabulistas  orientales,  aunque  principalmen- 
te de  La-Fontaine  y  de  Gay.  Sus  fábulas  tuvieron  gran 
aceptación  ;  los  muchachos  las  estudiaban  de  memoria, 
y  los  maestros  hallaron  en  ellas  un  texto  de  lectura  en- 
tretenida y  oportunas  reflexiones  morales  para  sus  dis- 
cípulos. No  están  seguramente  tan  bien  escritas  co- 
mo las  de  Iriarte,  ni  aplicadas  con  tanta  exactitud  y 
originalidad;  pero  son  mas  sencillas,  mas  naturales  y 


80  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

mas  á  propósito  para  el  común  de  los  lectores;  en  suma, 
revelan  un  genio  poético  mas  fácil,  y  por  lo  tanto,  aun- 
que no  sobrepujan  en  mérito  á  las  de  Iriarte ,  han  goza- 
do y  gozan  aun  de  mayor  popularidad  r<0. 

Las  mejores  entre  ellas  son  las  mas  corlas  y  sencillas, 
tales  como  la  siguiente,  la  cual  está  muy  en  armonía  con 
la  época  en  que  salió  á  luz.  y  difícilmente  dejará  de  te- 
ner aplicación  en  cualquiera  otra  : 

LOS    GATOS    ESCRUPULOSOS. 

Micizuf  y  Zapiron 
Se  comieron  un  capon 
En  un  asador   metido; 
Después  de  haberle  comido  , 
Traíaron  en  conferencia 
Si  obrarían  con  prudencia 
En  comerse  el  asador ; 
¿  Le  comieron  ?  No  ,  Señor  ; 
Era  caso  de  conciencia  31. 

No  fué  Samaniego  el  único  de  los  que,  sin  pertenecer 
á  la  tertulia  de  Moratin  y  sus  amigos,  contribuyó  con 
ellos  al  adelantamienlo  de  la  literatura.  Otros  varios, 
aunque  con  menor  éxito  .  cooperaron  á  dicho  fin,  como 
Arroya],  que  en  1784  publicó  una  colección  de  poesías 
con  el  título  de  Odas,  compuesta  en  su  mayor  parte 
de  epigramas;  Montengon,  jesuíta,  queen  1786,  poco 
después  de  la  expulsion  de  su  orden,  dio  á  luz  el  Ense- 
bio, obra  de  educación,  en  que  trató  en  cierto  modo  de 


30  Félix  Mária  de  Samaniego,  «Fá-  '«Obras»  de  este.  En  cuanto á  las  «so- 
bulas  en  verso  castellano  para  el  uso  ciedades  económicas»,  véase  aSem- 
del  real  seminario  Vascongado»,  pere,  «  Biblioteca») ,  t.  v,  p.  13ü,  yto- 
Nueva  York.  1826,  en  18.°  El  lomo  iv  mo  vi.  p.  L. 

de  la  colección  de  Quintana  contiene  31  Parte  2.a,  lib.  u,  fábula  9,  déla 

la  vida  de  Samaniego  por  Navarrele,  cual  escribió  además  una  ampliación, 

y  una  réplica  ásu  ataque  contra Iriar-  aunque  de  mérito  muy  inferior  á  la 

te  se  lee  en  el  sexto  lomo  de  las  primera :  Il/iov  ffpiwu  T.a\zóc. 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  tV.  81 

imitar  al  Telémaco;  un  poema  en  prosa  intitulado  el  Ro- 
drigo,  un  tomo  de  odas,  y  algunas  otras  producciones, 
todas  escritas  con  mediano  talento,  y  que,  por  la  in- 
corrección de  su  estilo,  indican  bien  que  el  autor,  de 
resultas  de  su  larga  residencia  en  Italia,  habia  llegado 
á  olvidar  la  pureza  de  su  idioma  nativo.  También  de- 
bemos mencionar  á  Gregorio  de  Salas,  dulce  y  apaci- 
ble eclesiástico,  que  escribió  odas,  fábulas  y  otras  com- 
posiciones ligeras  y  burlescas ,  impresas  repetidas  veces 
desde  1790;  á  Ignacio  de  Meras,  palaciego  de  los  peores 
tiempos  de  Carlos  IV,  cuyos  dramas,  de  poco  ó  ningún 
mérito,  y  algunas  poesías  sueltas,  salieron  á  luz  en 
1792;  y  al  conde  de  Noroña,  military  diplomático  á  un 
tiempo,  quien  además  de  un  pesado  canto  épico  sobre 
la  separación  del  imperio  muslímico  de  España  del  im- 
perio árabe  oriental ,  imprimió  en  1799-1800  dos  to- 
mitos  de  poesías  tan  ligeras  y  frivolas,  que  alguna  vez 
le  valieron  el  nombre  del  Dorat  español.  Mas  todos  los 
escritores  arriba  nombrados  manifestaron  tendencias 
cada  vez  mas  decididas  hacia  lafriay  débil  escuela  fran- 
cesa del  siglo  xvii ;  y  careciendo,  como  carecían  todos 
ellos ,  del  talento  que  distinguía  á  los  pocos  genios  crea- 
dores reunidos  en  la  fonda  de  San  Sebastian  ,  no  pudie- 
ron ejercer  como  ellos  ninguna  influencia  favorable  en 
la  poesía  contemporánea  32. 

32  No  estarán  demás  algunas  no-  2.  Pedro  de  Montengon,  «Eusehio», 

ticias  de  estos  cinco  escritores  y  de  Madrid,  1786-87,   cuatro  tom.    8.° 

sus  obras:  Los  dos  primeros  produjeron  cierto 

1.  Las  «Odas»  de  Leon  de  Arro-  escándalo,  por  notarse  en  ellos  la 

yal,  Madrid,  1784, 8.°, concluyen  con  ausencia  completa  de  máximas  reli- 

unas  cuantas  anacreónticas  de  muy  giosas  como  parle  de  la  primera  edu- 

poco  mérito,  por  una  dama,  cuyo  cacion:  y  aunque  en  los  dos  siguien- 

nombre  no  se  expresa.  El  libro  co-  tes  el  autor  procuró  remediar  esta 

mienza  con  una  definición  muy  «es-  falta,  puede  sospecharse  con  algún 

pañola»  de  la  poesía  lírica;  á  saber,  fundamento  que  se  propuso  seguir 

la  poesía  cuyos  versos  pueden  reci-  el  sistema  del  «Emilio».  El  «Ante- 

tarse,  cantarse  ó  «bailarse».  nom  (Madrid,  1778  ,  dos  tom.  8.°), 

TOM.    IV.  6 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


82 

poema  en  prosa  sobre  la  fundación 
de  Padua  por  los  tróvanos.  El  «Ro- 
drigo» (Madrid,  1793,*8.°).  Otro  poe- 
ma en  prosa  en  doce  libros  sobre  el 
último  de  los  reyes  godos.  «Eudoxia» 
(Madrid,  1793, 8."),  libro  de  educación 
destinado  á  las  mujeres.  «Odas» (Ma- 
drid, 1394,  8.°).  de  poco  ó  ningún 
mérito.  Monlengou,  que  además  de 
estas, escribió  algunasotrascosillas, 
nació  en  Alicante  en  1745,  y  vivía  aun 
en  1813.  Entró,  siendo  aun  muy  jo- 
ven, en  la  carrera  eclesiástica,  y  re- 
sidió habitualmente  en  Ñapóles,  don- 
de se  dedicó  después  exclusivamen- 
te á  ocupaciones  seculares. 

3.  Francisco  Gregorio  de  Salas, 
«Colección  de  epigramas, ele.  «.1792, 
cuarta  edición,  Madrid,  1797,  dos  lo- 
mos 8.")  Su  «  Observatorio  rústico» 
(1770,  décima  edición  ,  1830)  es  una 
égloga  larga  y  prosaica,  dividida  en 
seis  partes,  que  alcanzó  una  popula- 
ridad muy  poco  merecida. L.  F.  Mo- 
ratin  («Obras»,  1830,  t.  ív,  pp.  287  y 
551)  escribió  un  epitafio  á  Salas  y 
una  inleresante  biografía,  en  la  que 
el  carácter  personal  de  este  venera- 
ble eclesiástico  excita  mas  simpatías 
que  sus  trabajos  poéticos;  y  Sempere 
(«biblioteca»,  t.  v,  pp.  69,  etc.)  pu- 
blicó una  lista  de  sus  obras,  todas 
las  cuales,  según  creemos,  se  bailan 
comprendidas  en  la  ya  citada  colec- 
ción, publicada  en  Madrid  en  1797. 
Creemos  que  el  último  de  sus  traba- 
jos fué  un  cuaderno  titulado  «Para- 
bolas  morales,  etc.»  (Madrid,  1803, 
8."),  que  contiene  varios  apólogos  en 
prosa,  algo  mejores  por  cierto  que 
todo  lo  que  anteriormente  habia  es- 
crito. 

i.  Ignacio  de  Meras,  «Obras  poé- 
ticas» (Madrid,  1797,  dos  torn.  8.°). 
Contienen  una  tragedia  llamada 
«Teonea»,  en  verso  suelto,  escrita 
con  sujeción  á  las  reglas ,  pero  des- 
nuda de  mérito ;  una  comedia  titula- 
da «La  Pupila  de  Madrid»,  del  gé- 


nero antiguo  llamado  de  «figurón», 
que  también  vale  muy  poco;  un  cauto 
épico  á  la  conquista  de  Menorca  en 
1782,  imitando  «Las  naves  de  Cor- 
tés», de  Mofatin ;  un  poema  á  la 
muerte  de  Barbaroja  en  1518;  y  por 
último,  sonetos  y  odas,  parte  de  las 
cuales  debieran  llamarse  romances, 
y  algunas  de  ellas  sátiras  ,  todo  muy 
flojo  y  de  escaso  mérito. 

5.  Gaspar  de  Noroña  ,  de  origen 
portugués.  Se  educó  en  la  milicia  y 
asistió  al  sitio  de  Gibraltar,  donde 
escribió  una  elegía  á  la  muerte  de 
Cadahalso  («Poesías  de  Noroña», Ma- 
drid ,  1799-1800,  dos  turn.  8.°,  t.  n, 
p.  190).  Llego  al  grado  de  teniente 
general,}'  publicó  entonces  su  oda 
«A  la  paz  de  1795»  (t.  i,  p.  172),  con  la 
que  se  dio  por  primera  veza  conocer 
como  poeta,  yes,  exceptuando  quizá 
alguna  queolra  de  sus  poesíascorlas, 
el  mejor  de  sus  trabajos.  Mas  tarde 
obtuvo  la  embajada  de  busia,  de  don- 
de Volvió  para  defenderá  su  patria  de 
la  invasion  francesa, siendo  nombrado 
gobernador  de  Cadiz.  Murió  en  1815 
(Fuster,  <t  Biblioteca»,  t.  u,  p.  381). 
En  1816  sepublicó  en  Madrid,  en  dos 
tomos  en  8.°,  su  poema  titulado 
«Ommiada »,  compuesto  de  mas  de 
quince  mil  versos,  el  cual,  si  bien  es 
tan  desmayado  y  flojo  como  los  demás 
de  su  clase  ,  que  tanto  abundan  en  la 
literatura  española,  peca  menos  con- 
tra las  reglas  del  buen  gusto  que  la 
mayor  parte  de  ellos.  En  1835  apare- 
cieron en  Madrid  sus  «Poesías  asiáti- 
cas ,  puestas  en  verso  castellano  », 
traducciones  del  árabe,  del  persa  y 
del  turco,  hechas,  según  él  mismo 
dice  en  su  prólogo,  con  el  fin  de  jun- 
tar materiales  para  su  poema.  Entre 
sus  poesías,  impresas  en  1800,  se  en- 
cuentra la  «  Quicaida  o ,  poema  he- 
róico-burlesco  en  ocho  cantos,  lleno 
de  parodias ,  y  en  extremo  pesado  y 
fastidioso. 


CAPITULO  V. 


Escuela  de  Salamanca.— Melendez  Valdés.— Gonzalez.— Forner.— Iglesias.  — 
Cienfuegos.— .lovellanos.— Muñoz.— Escoiquiz.— Moratin  el  hijo.— Quin- 
tana. 


Los  dos  partidos  en  que  se  hallaba  dividida  la  lite- 
ratura española  á  mediados  del  siglo  xvm  sustentaban 
opiniones  extremas,  que  rara  vez  suelen  ser  acertadas, 
sobre  todo  en  materias  de  buen  gusto.  Moratin  no  tenia 
razón  al  despreciar ,  como  lo  hacia,  el  bellísimo  roman- 
ce viejo  de  Calaínos,  y  Huerta  procedía  con  la  misma 
injusticia  sosteniendo  que  la  Thalía  de  Racine  era  bue- 
na cuando  mas  para  ser  representada  en  un  seminario 
conciliar.  Natura!  era,  por  lo  tanto,  que  se  formase  un 
tercer  partido  ó  nueva  escuela  con  el  fin  de  evilar  los 
excesos  de  ¡as  dos  precedentes ,  reuniendo  lo  bueno  de 
ambas,  y  que,  sin  desdeñarla  pompa  y  la  riqueza  de 
los  antiguos  escritores  del  tiempo  de  los  Felipes,  huye- 
se, sin  embargo,  de  sus  extravagancias  y  mal  gusto, 
acomodándose  en  lo  posible  alas  reglas  severas  del  gus- 
to literario  que  á  la  sazón  dominaba  en  el  continente. 
Nació  esta  escuela  en  Salamanca  á  fines  del  reinado  de 
Carlos  III  y  principios  del  siguiente. 

Debióse  en  gran  parte  su  fundación  á  D.Juan  Melen- 
dez Valdés,  nacido  en  Extremadura  en  1754,  y  quepa- 


84  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

só  á  estudiar  a  Salamanca  de  edad  de  diez  yc-cho  años, 
donde ,  si  no  residió  constantemente  ,  pasó  al  menos  los 
mejoresy  mas  dichosos  años  de  su  vida1.  Comenzó  muy 
pronto  á  versificar,  con  muy  mal  gusto  y  siguiendo  las 
huellas  de  Lobo,  que  aun  era  entonces  leído  y  admira- 
do; pero  no  tardó  mucho  en  caer  indirectamente  bajo 
la  influencia  de  Moratin  y  de  sus  amigos  de  Madrid;  pues 
Cadahalso,  que  habia  tenido  que  abandonar  reciente- 
mente las  tertulias  de  la  fonda  de  San  Sebastian,  llegó 
en  aquella  sazón  á  Salamanca,  y  habiendo  descubierto 
en  el  joven  Melendez  talento  y  disposición ,  le  recibió 
en  su  casa  y  le  inició  en  las  bellezas  de  la  antigua  lite- 
ratura castellana  ,  así  como  de  otras  naciones  ilustradas 
de  Europa;  dedicándose  con  grande  ahinco  y  afecto  á 
cultivar  el  ingenio  de  su  joven  discípulo,  de  tal  manera, 
que  se  dijo  después,  con  bastante  razón,  que  la  mejor 
j  obra  de  Cadahalso  habia  sido  Melendez.  Por  aquel  mis- 
mo tiempo  este  entró  en  relaciones  con  Iglesias  y  Gon- 
zalez, y  por  medio  del  último  con  Jovellanos,  ingenio 
superior,  que  hubo  de  ejercer  sobre  él  saludable  in- 
fluencia. 

En  1780  Melendez  se  dio  á  conocer  por  primera  vez 
con  una  oda,  premiada  por  la  Real  Academia  Española. 
Iriarte,  quecontaba  algunos  años  masy  era  ya  conocido 
ventajosamente  en  la  corte  ,  fué  su  mas  temible  rival  en 
aquel  certamen;  pero  su  trabajo  en  alabanza  de  la  vi- 
da campestre  es  el  de  un  hombre  cansado  del  bullicio 
de  la  corte,  y  participa  del  estilo  grave  y  declamatorio 
que  se  advierte  aun  en  los  mas  felices  trozos  de  la  an- 


1  Grandes  mejoras  habia  obtenido    pero  aun  quedaban  que  corregir  mu- 
ya la  enseñanza  en  Salamanca  cuando    chos  abusos  deplorables. 
Melendez  pasó  a  aquella  universidad; 


TERCENA  ÉPOCA. CAPÍTULO  V.  85 

tigua  pastoral  castellana  ;  al  paso  que  la  égloga  de  Me- 
lendez, escrita  recien  llegado  este  de  los  amenos  cam- 
pos, «huele  á  tomillo»,  según  la  expresión  feliz  de  uno 
de  los  jueces  del  certamen.  Era  en  efecto,  por  su  dul- 
zura y  sencillez,  ya  que  no  por  su  originalidad  y  vigor,  el 
mejor  recuerdo  de  las  suaves  melodías  de  Garcilaso  que 
se  habiaoidoen  España  de  un  siglo  antes.  Aunque  íriarte 
obtuvo  el  segundo  premio,  quedó  muy  disgustado  con 
dicha  decision  ,  desahogando  su  mal  humor  en  una  in- 
justa crítica  de  la  égloga  de  su  rival.  La  opinion  pú- 
blica, sin  embargo,  sancionó  la  sentencia  de  la  Aca- 
demia, cuya  justicia  en  aquel  acto  nadie  hasta  hoy  ha 
puesto  en  duda. 

Al  siguiente  año  vino  Melendez  á  Madrid  ,  donde  fué 
acogido  afectuosamente  por  Joveílanosy  sus  amigos,  re- 
cibiendo nuevos  honores  de  la  Academia  por  su  oda  A  la 
Gloria  enlas  arles;  mas  echando  de  menos  su  tranquilo 
y  poético  retiro  á  orillas  del  Tórmes,  y  habiendo  con- 
seguido la  cátedra  de  prima  de  letras  humanas  en  Sa- 
lamanca ,  corrió  gozoso  á  entregarse  ásus  nuevas  y  mo- 
destas funciones.- 

En  1 784 ,  á  excitación  de  Jovellanos ,  concurrió  á  un 
premio  ofrecido  por  la  villa  de  Madrid  á  la  mejor  come- 
dia,  escribiendo  con  dicho  objeto  Las  bodas  de  Camocho 
el  rico;  pero  el  talento  de  Melendez  no  era  dramático,  y 
así  es  que,  aun  cuando  obtuvo  los  votos  de  sus  jueces, 
no  consiguió  en  la  representación  el  favor  del  público, 
con  gran  descontento  de  su  patrono  y  protector. 

Compensó,  no  obstante,  este  contratiempo  al  siguien- 
te año  con  la  publicación  de  un  tomito  de  poesías,  la  ma- 
yor parte  líricas  y  pastorales,  escritas  generalmente  en 
versos  cortos ,  y  casi  todas  notables  por  su  elegancia  y 


86  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

delicadeza.  Recuerdan  sus  anacreónticas  las  de  Villegas, 
revelando  aun  mas  filosofía  y  mayor  ternura  sus  roman- 
ces(género  de  poesía  para  el  cual  tenia  igualmente  dispo- 
sición) ;  pues  si  bien  carecen  del  enérgico  vigor  de  los 
antiguos,  tienen,  sin  embargo  ,  ía  gracia,  la  ligereza  y 
la  esmerada  ejecución  que  caracteriza  la  poesía  de  una 
nación  en  épocas  de  mayor  adelantamiento  y  civiliza- 
ción, cuando  la  lira  popular  ha  cesado  ya  de  producir 
nuevas  y  originales  melodías.  Hállanse  por  do  quiera  en 
la  colección  rastros  de  una  imaginación  brillante  y  crea- 
dora, y  gran  delicadeza  de  percepción,  que  así  pinta  con 
fidelidad  y  gallardía  las  mudas  escenas  de  la  naturale- 
za, como  penetra  hasta  los  mas  íntimos  y  tiernos  senti- 
mientos del  corazón  humano.  Son  en  efecto  sus  poesías 
lo  mejor  que  ha  producido  España  desde  que  se  eclip- 
saron los  grandes  luminares  de  los  siglos  xvi  y  xvn,  y 
por  lo  mismo  fueron  recibidas  con  general  aplauso, 
no  solo  por  lo  que  en  sí  valian,  como  por  ser  el  primer 
albor,  largo  tiempo  esperado,  de  un  día  mas  brillante. 
No  acertó,  sin  embargo,  Melendez  á  utilizar  cual  con- 
venia tan  felices  disposiciones.  Acostumbraba  á  pasar 
sus  vacaciones  en  la  corte,  donde  le  dispensaban  favor 
muchas  personas  distinguidas.  Luego  que  se  vio  con  tí- 
tulos suficientes  á  la  pública  consideración ,  solicitó  del 
Gobierno  un  destino,  achaque  frecuente  y  antiguo  del 
carácter  español ;  que  aun  cuando  se  disfrace  con  el  nom- 
bre de  lealtad  y  de  celo  por  el  servicio  público,  no  es 
menos  cierto  que  la  empleomanía  en  España  ha  privado 
de  su  independencia  y  retraído  de  los  estudios  literarios 
á  muchas  inteligencias  privilegiadas.  Desgraciadamente 
Melendez  obtuvo  lo  que  deseaba,  siendo  primeramente 
nombrado  juez  en  Zaragoza  en  1789,  y  ascendido  des- 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  V.  87 

pues,  en  1791 ,  á  oidor  de  la  cnancillería  de  Valladolid; 
viéndose  de  esta  manera  mas  ó  menos  comprometido 
en  los  asuntos  políticos  y  de  gobierno  durante  la  admi- 
nistración del  príncipe  de  la  Paz,  quien  supo  hacer  délos 
funcionarios  públicos  otros  tantos  agéntese  instrumentos 
desús  fines  particulares.  ' 

Mas  no  por  eso  abandonó  Melendez  del  todo  sus  ocu- 
paciones favoritas ;  pues,  aunque  cumpliendo  con  la  ma- 
yor escrupulosidad  todas  las  obligaciones  de  su  empleo, 
todavía  hallaba  gran  placer  en  dedicar  sus  ocios  al  cul- 
tivo de  las  Musas.  En  1797  publicó  una  nueva  edición  de 
sus  obras,  aumentada  considerablemente  y  dedicada  al 
ministro  favorito,  arbitro  ala  sazón  del  poder  y  dispensa- 
dor de  gracias  en  el  país  que  tan  mal  gobernaba.  Obtuvo 
esta  el  mismo  aplauso  que  la  anterior  ;  manifestando  el 
autor  en  las  nuevas  composiciones  con  que  salió  enri- 
quecida, alguna  mas  gravedad  y  filosofía  que  en  sus 
primeras  poesías  líricas  y  pastorales,  como  también  ha- 
ber hecho  estudios  serios  en  las  literaturas  inglesa  y 
alemana;  aunque  esto  en  realidad  no  era  una  mejoría. 
Sin  duda  el  auto.'  imaginó  que  las  terribles  revoluciones 
deque  el  mundo  era  ala  sazón  testigo,  y  que  derrocaban 
por  do  quiera  los  tronos,  conmoviendo  profundamente 
la  sociedad ,  prescribían  á  la  poesía  asuntos  mas  eleva- 
dos y  solemnes  de  los  que  hasta  entonces  habia  canta- 
do; y  así  se  esforzó  por  corresponder  dignamente  á  tan 
grave  exigencia.  Una  ó  dos  veces  se  confiesa  inferior  á 
tamaña  empresa ,  y  sin  embargo ,  su  oda  Al  invierno, 
considerado  como  tiempo  propio  de  reflexiones  profun- 
das ,  en  la  que  mostró  haber  leido  con  cuidado  á  Thom- 
son, y  otra  A  la  verdad,  y  A  la  presencia  de  Dios  en  sus 
obras,  en  nada  desdicen  de  tan  elevados  asuntos.  Tam- 


88  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

bien  son  buenas  algunas  de  sus  epístolas  filosóficas,  y 
especialmente  una  dirigida  á  Jovellanos  y  otra  al  prín- 
cipe de  la  Paz.  Mas  no  fué  tan  feliz  en  sus  Canciones,  en 
las  que  quiso  imitar  á Petrarca,  y  en  su  Caída  de  Luzbel, 
en  que  siguió  las  huellas  de  Milton2. 

En  suma,  los  esfuerzos  que  Melendez  hizo,  por  con- 
sejo de  Jovellanos,  para  introducir  en  la  poesía  españo- 
la un  tono  de  discusión  moral  y  hasta  cierto  punto  meta- 
física, si  no  disminuyeron  su  gloria,  en  nada  aumen- 
taron su  fama.  La  concisa  energía  y  precision  filosófica 
que  semejante  entonación  exige ,  son  realmente  ajenas 
de  la  índole  fervorosa  del  antiguo  verso  castellano,  y 
no  se  compadecen  bien  con  la  humilde  fe  religiosa,  que 
es  uno  de  los  mas  importantes  elementos  del  carácter 
nacional.  En  esta  parte  Melendez  tuvo  pocos  imitadores. 

La  nueva  edición  de  sus  obras  obtuvo,  sin  embargo, 
favorable  acogida,  según  ya  hemos  indicado.  El  príncipe 
de  la  Paz  quedó  muy.  complacido  con  la  parle  que  en  ella 
le  cupo;  y  Melendez  fué  agraciado  con  un  destino  impor- 
tante en  la  corte,  donde  elevado  después  su  fiel  amigo 
Jovellanos  al  ministerio  de  Estado,  llegó  á  hacerse  mas 
agradable  y  ventajosa  su  posición  social  por  el  momen- 
to, abriéndose  delante  de  él  una  halagüeña  perspectiva 
de  fama  y  de  adelantamiento  en  su  carrera.  Pero  al  año 
siguiente  aquel  hombre  sabio  y  virtuoso,  fundamento  de 
tantas  esperanzas,  cayó  de  su  alto  puesto,  y,  según  la 
antigua  costumbre  de  la  monarquía  española,  arrastró 

2  Ignoro  si  la  «Caída  de  Luzbel»  título  y  de  escaso  mérito,  que  se  di- 

se  escribió  ó  no  en  concurso  a!  prp-  ceserde  Manuel  Perez  Vaiderrábano 

mió  ofrecido  por  la  Academia  Espa-  (Patencia,  177(3,  12.°),  y  compuesta 

ñola,  en  178o,  á  la  mejor  poesia  so-  para  aquel  certamen  ,  cuyas  condi- 

bre  este  asunto,  que  no  pasase  de  ciones parece  llenar  cumplidamente 

cíen  octavas  reales;  pero  tengo  en  la  oda  de  Melendez.  El  premio ofre- 

mi  poder  una  composición  con  igual  cido  no  llegó  á  adjudicarse. 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  V.  89 

en  su  caida  á  sus  amigos  políticos.  Melendez  fué  des- 
terrado primeramente  á  Medina  del  Campo,  y  después 
á  Zamora;  pero  en  1802  se  mitigó  algún  tanto  el  rigor 
de  su  persecución,  siéndole  permitido  volver  á  Sala- 
manca, teatro  de  sus  primeros  triunfos  y  cuna  de  su 
gloria. 

Pero  Melendez,  que  ya  no  era  joven  ,  habia  perdido 
parle  de  su  antigua  energía,  y  la  desgracia  le  habia  aba- 
tido. Con  poca  afición  ya  á  los  estudios  poéticos,  y  sin 
la  tranquilidad  de  espíritu  que  estos  requieren,  no  tardó 
mucho  en  ser  víctima  de  nuevos  disgustos  y  sinsabores. 
AI  cabo  de  seis  años,  pasados  en  la  inacción,  estalló  el 
motin  deAranjuez,  y  Melendez,  libre  de  nuevo,  se  apre- 
suró á  volver  á  Madrid.  Pero  ya  era  tarde;  el  Rey  se 
habia  dirigido  á  Bayona ,  y  los  franceses  dominaban  en 
la  capital.  Por  desgracia  Melendez  se  adhirió  al  gobier- 
no de  José ,  participando  primero  de  sus  desastres,  y  al 
fin  de  su  derrota.  Faltóle  poco  para  perecer  en  una  con- 
moción popular  ocurrida  en  la  ciudad  de  Oviedo ,  adon- 
de habia  sido  enviado  concierta  comisión;  en  otra  oca- 
sión saquearon  su  casa  en  Salamanca,  destruyendo  su 
preciosa  librería  los  mismos  franceses  á  cuyo  servicio 
se  habia  consagrado.  Por  último,  hubo  de  emigrar  al 
extranjero  cuando  aqueliosfueron  arrojados  de  España. 
Al  cruzar  la  frontera  se  arrodilló  y  besó  por  última  vez 
el  suelo  español ;  luego,  al  pasar  el  Bidasoa,  y  después 
de  haber  acrecentado  con  sus  lágrimas  el  raudal  de  sus 
aguas ,  exclamó,  lleno  de  angustia  :  j  Ya  no  volveré  ja- 
más á  pisar  el  suelo  de  mi  querida  patria ! »  Triste  profe- 
cía, que  fué  prontamente  cumplida.  El  24  de  mayo  de 
1817  bajó  al  sepulcro  en  Montpeller  el  pobre  emigra- 
do, al  cabo  de  cuatro  años  de  mísera  existencia,  pasada 


90  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

entre  congojas  y  azares  en  el  mediodía  de  Francia  ?. 
Para  pasar  menos  mal  las  tristes  horas  de  su  destier- 
ro, Meleodez  se  ocupó  en  ordenar  una  edición  comple- 
ta de  todas  sus  obras,  añadiendo  muchas  nuevas  y  cor- 
rigiendo las  primitivas;  edición  que  salió  á  luz  en  1820, 
y  es  base  de  cuantas  se  han  hecho  posteriormente.  Las 
obras  de  este  escritor  no  revelan  un  genio  poético  de  pri- 
mer orden  ni  tampoco  muy  flexible  y  variado;  pero  en 
cambio,  su  entonación  es  dulcísima  y  delicada,  siempre 
seductora  y  halagüeña  cuando  trata  asuntos  tiernos,  y 
vigorosa  á  veces  é  imponente  cuando  se  ocupa  de  otros 
mas  graves.  Lasbuenas  composiciones  de  Melendez  de- 
jan muy  atrás  las  de  Montiano  y  aun  las  del  mismo  Mo- 
ratin  el  padre;  son  mas  castellanas  y  están  escritas  cbn 
mas  sentimiento  que  las  de  aquellos  poetas;  también  su 
estilo  era  mas  fácil,  y  contribuyó  en  gran  manera  á  fijar 
la  manera  poética  que  después  ha  prevalecido.  Nótanse 
en  ellas  algunos  galicismos,  que  hubiera  podido  evitar  y 
que  desde  entonces  acá  han  obtenido  en  su  mayor  par- 
te carta  de  naturaleza  en  la  poesía  española ;  pero  al 
mismo  tiempo  Melendez  sacó  del  olvido  palabras  y  aun 
frases  antiguas,  restableciendo  su  uso  y  enriqueciendo 
con  ellas  el  lenguaje.  En  general,  sus  versos  son,  no  so- 
lamente fáciles,  sino  muy  acomodados  á  los  asuntos  que 
trata  ;  y  considerando  sus  propios  trabajos.,  y  la  influen- 
cia que  ejerció  en  los  demás  (especialmente  al  leer  la 

3  Según  el  médico  que  le  asistió,  pceta  D.  Juan  Nicasio  Gallegos  tuvie- 
la  miierle  de  Melendez  provino  del  ron  mucha  dilicultad  en  encontrar 
uso  exclusivo  de  alimentos  vegeta-  sus  restos  mortales  y  darles  mas  dig- 
les,  á  que  se  hahia  reducido  por  ca-  na  morada  en  uno  de  los  principales 
recer  absolutamente  de  medios  para  cementerios  de  Montpeller,  donde 
adquirir  otros  mas  sustanciosos,  y  erigieron  un  monumento  á  su  me- 
por  la  misma  razón  fué  tan  oscuro  é  moría;  historia  triste  en  verdad  y  la- 
ignorado  el  lugar  de  su  sepultura,  mentable.  «Semanario  Pintoresco», 
que,  en  1828,  el  duque  de  Friasy  el  año  de  1839,  pp.  551-333. 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  V.  91 

colección  que  publicó  en  sus  juveniles  años,  cuando  aun 
era  desconocido  en  la  corte  y  ajeno  á  las  convulsiones 
políticasenquefué  después  envuelto),  no  cabe  duda  que 
él  era  mas  á  propósito  para  fundar  una  nueva  escuela 
y  dar  un  movimiento  reguladora  la  poesía  nacional,  que 
ningún  otro  de  los  escritores  que  durante  un  siglo  hubo 
en  España4. 

De  mas  edad  que  Melendez,  aunque  participando  co- 
mo él  del  gusto  de  Cadahalso ,  que  ejerció  sobre  ambos 
bastaute  influjo  con  su  ejemplo  y  consejos  ,  fué  el  mo- 
desto Fr.  Diego  Gonzalez,  monje  agustino,  que  pasó 
parte  de  su  vida  en  Sajamanca,  entregado  a  los  debe- 
res religiosos  de  su  estado,  parte  en  Sevilla,  donde  tra- 
bó amistad  con  Jovellanos ,  y  últimamente  en  Madrid, 
donde  murió  en  1794,  á  los  sesenta  años,  sinceramen- 
te llorado  por  los  mas  nobles  ingenios  de  aquel  tiempo. 


4  Juan  Melendez  Váleles,  i  Poesías», 
Madrid,  1785,  8.°:  1797,  tres  tomos, 
8.°;  1820,  cuatro  tom.,  8.°;  la  últi- 
ma de  estas  ediciones  tiene  una  bio- 
grafía por  Quintana.  fPuybusque, 
t.  ii,  p.  496.)  Tengo  entendido  que 
con  la  edicíon-genuina  del  iomito  de 
poesías,  publicado  en  1785.  apare- 
cieron simultáneamente  otras  tres 
fraudulentas:  tan  grande  fué  desde 
un  principio  su  popularidad. 

El  primer  tomo  de  Hermosilla 
(«Juicio  critico  de  los  principales 
poetas  españoles  de  la  ultima  era», 
Paris,  1840,  dos  lorn.,  8.°)  contiene 
una  crítica  de  Melendez  tan  severa, 
que  no  acierto  á  explicarme  el  moti- 
vo que  la  produjo.  La  opinion  de 
Martinez  de  la  Kosa  en  las  notas  á  su 
«Poética»  es  mucho  mas  exacta  y 
fundada.  Melendez  corregía  sus  ver- 
sos'con  grande  esmero  y  algunas  ve- 
ces.con  demasiada  escrupulosidad, 
como  podrá  verlo  quien  compare  al- 
gunas de  sus  poesías  publicadas  en 
1785  con  las  mismas  corregidas  pos- 


teriormente en  la  colección  de  sus 
obras  de  1820. 

Poco  después  de  la  muerte  de  Me- 
lendez se  publicaron  algunos  de  sus 
discursos  en  el  primero  de  los  tres 
tomos  que  forman  la  continuación 
del  «Almacén  de  frutos  literarios». 
(Madrid,  1818,  4.")  Mas  tarde,  en 
1821,  se  reimprimieron  lodos  juntos 
en  un  tomito  ,  salido  de  la  Imprenta 
Real,  con  el  titulo  de  «Discursos 
forenses».  Una  mitad  de  ellos  (en 
todo  son  diez)  son  acusaciones  fis- 
cales en  causas  criminales  célebres, 
durante  el  tiempo  que  fué  fiscal  de 
corle;  los  demás  son  oraciones  ó 
arengas  pronunciadas  en  asambleas 
literarias.  Son,  generalmente  ha- 
blando, muy  elocuentes,  llenas  de 
nervio  y  vigor,  y  respiran  una  eleva- 
ción de  alma  y  de  ideas  digna  de  un 
discípulo  de  Jovellanos.  No  tienen 
mas  falta  que  una  entonación  deci- 
didamente francesa,  la  cual  es  bas- 
tante perceptible  en  sus  versos,  y 
mucho  mas  aun  en  su  prosa. 


92  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Gonzalez ,  como  poeta ,  seadhirió  mas  que  Melendez  á 
la  antigua  escuela  castellana  ,  aunque  eligiendo  uno  de 
sus  mejores  modelos,  pues  imitó  á  Fr.  Luis  de  Leon  con 
tan  feliz  éxito,  que  al  leer  sus  odas  y  algunas  de  sus  ver- 
siones de  los  salmos,  nos  parece  oir  aun  la  solemne  en- 
tonación de  su  gran  maestro.  Sus  poesías  mas  popula- 
res, sin  embargo,  pertenecen  al  género  festivo,  tales 
como  El  murciélago  alevoso ,  que  se  reimprimió  muchas 
veces;  sus  versóse  la  quemadura  de  un  dedo  de  Filis,  y 
otros  juguetes  semejantes,  en  que  se  mostró  dueño  ab- 
soluto de  cuantos  giros  felices  y  gracias  de  estilo  en- 
cierra el  antiguo  lenguaje  poético  de  Castilla.  Un  poema 
didáctico  sobre  Las  cuatro  edades  del  hombre ,  que  co- 
menzó, dedicándoselo  á  Jovellanos,  quedó  sin  concluir. 
Sus  poesías,  que  circularon  con  profusion  durante  su 
vida,  parecen  haber  sido  para  él  de  muy  poca  impor- 
tancia, y  así  es  que  su  íntimo  amigo  D.  Juan  Fernan- 
dez tuvogran  dificultad ,  después  de  su  muerte ,  en  reu- 
nirías y  darlas  á  luz  5. 

Otros  poetas,  entre  los  cuales  se  cuenta  á  Forner, 
iglesias  y  Cienfuegos,  sintieron  la  influencia  de  la  es- 
cuela de  Salamanca  aun  mas  que  el  mismo  maestro  Gon- 
zalez. Forner ,  extremeño  como  Melendez ,  fué  condis- 
cípulo suyo  en  aquella  universidad.  Sus  opiniones  crí- 
ticas, consignadas  parteen  una  sátira  Contra  los  vicios  in- 
troducidos en  la  poesía  castellana  ,  que  obtuvo  un  premio 
académico  en  1782,  y  parte  en  sus  controversias  con 
Huerta  sobre  el  teatro  español,  se  inclinan  mucho  á  la 

5  «Poesías  del  M.  Fr.  Diego  de  Jovellanos  y  Melendez,  tal  vez tuvié- 

Gonzalez»  ,  Madrid,    -1812,  8."   Fué  ramos  hoy  una  escuela  moderna  de 

natural  de  Ciudad-Rodrigo,  nacido  Sevilla,  coinu  tenemos  la  de  Sala- 

eu   17~).i.  Si   hubiera   tenido  menos  manca, 
modestia,  y  na  tanta  intimidad  coa 


TERCRRA  ÉPOCA. CAPÍTULO  V.  93 

rígida  escuela  francesa.  Sin  embargo,  en  la  práctica  se 
separó  algún  tanto  de  ella,  y  en  los  últimos  años  de  su 
vida  ,  siendo  magistrado  en  Sevilla  ,  estudió  á  Herrera, 
Rioja  y  demás  poetas  antiguos  andaluces,  adhiriéndose 
mas  decididamente  al  estilo  nacional  y  aproximándose 
mas  que  en  un  principio  á  la  severa  gravedad  de  Gon- 
zalez. Por  desgracia  su  vida,  muy  ocupada  en  los  ne- 
gocios públicos,  fué  también  bastante  corla.  Murió  en 
1797,  á  los  cuarenta  y  un  años;  y  exceptuando  sus  obras 
en  prosa,  la  mejor  de  las  cuales  es  una  apología  bien 
escrita  del  mérito  literario  de  su  patria,  contra  las  inju- 
riosas imputaciones  de  los  extranjeros,  dejó  escrito  de- 
masiado poco  para  poder  apreciar  su  mérito  peculiar,  ó 
la  influencia  que  por  su  parte  ejerció6. 

Iglesias ,  aunque  vivió  todavía  menos  que  el  anterior, 
fué,  en  cierto  modo,  mas  afortunado.  Nació  en  Sala- 
manca, donde  recibió  su  educación  bajo  los  mas  favo- 
rables auspicios.  Indignado  de  la  inmoralidad  de  su 
ciudad  natal ,  se  entregó  en  un  principio  á  la  sátira  bajo 
las  formas  mas  libres  de  la  versificación  castellana  :  ro- 
mances, apólogos,  epigramas,  y  especialmente  letrillas 
semi-sa líricas ,  en  lasque  obtuvo  un  éxito  brillante.  Mas 
ya  cuando  llegó  á  ser  cura  párroco  creyó  que  seme- 
jantes bagatelas  desdecían  de  la  dignidad  de  su  estado 
y  del  buen  ejemplo  que  estaba  obligado  á  dará  sus  fe- 
ligreses. Entregóse,  por  lo  tanto,  á  composiciones  mas 
graves  y  austeras,  escribiendo  romances,  églogas  y  sil— 

6  Juan   Pablo   Forner,   «Oración  vela»  (Burdeos,  1819,  cuatro  lomos 

apologética  por  la  España  y  su  mé-  en  8.°),  y  en  el  cuarto  tomo  de  las 

rito  literario»,  Madrid,  1786,  8.°  Sus  «Poesías"  selectas    de    Quintana», 

controversias  y  discusiones  críticas  En   1843  se  empezó  á  publicar  en 

salieron  á  luz  bajo  los  nombres  su-  Madrid  por  D.  Luis  Villanueva  una 

puestos  de  Tome  Cecial,  Varas,  Dar-  edición  de  todas  sus  obras,  que  no 

tolo,  etc. ;  sus  poesías  se  encuentran  pasó  del  primer  tomo, 
en  la  «Biblioteca  de  Meudivil  y  Sil- 


94  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPASOLA. 

vas  á  la  manera  de  Melendez,  y  publicando  además  un 
poema  didáctico  sobre  la  Teología;  todas  ellas  conse- 
cuencia de  su  nuevo  propósito  y  escritas  en  aquel  esti- 
lo puro  que  es  una  de  las  cualidades  que  mas  le  real- 
zan ;  pero  que  ,  no  siendo  producto  de  los  naturales  ins- 
tintos de  su  ingenio,  en  nada  contribuyeron  á  aumentar 
su  fama,  según  se  echó  de  ver  después  de  su  muerte, 
ocurrida  en  1791,  á  los  treinta  y  ocho  años  de  edad.  Pu- 
blicáronse sus  obras  en  dos  tomos:  el  primero  contiene 
las  poesías  de  estilo  mas  grave,  y  el  segundo  las  satí- 
ricas. La  decision  del  público  fué  instantánea;  sus  poe- 
sías ligeras,  quizá  algo  libres,  siendo,  como  lo  son  en 
efecto ,  la  mejor  imitación  de  Quevedo  que  se  haya  he- 
cho desde  su  tiempo,  fueron  leidascon  avidez;  las  otras, 
por  el  contrario,  pesadas  y  fastidiosas,  cesaron  pronto  de 
ser  leídas7. 

Cienfuegos ,  que  contaba  diez  años  mas  de  edad  que 
Meiendez,  siguió  mas  de  cerca  aun  las  huellas  de  este 
que  los  dos  anteriores ;  pero  alcanzó  peores  tiempos,  y 
por  lo  tanto  su  carrera ,  que  prometía  ser  brillante,  fué 
interrumpida  prematuramente  por  las  turbulencias  en 
que  se  vio  envuelto.  En  1778  dio  á  luz  sus  obras  poéti- 
cas, en  las  cuales  se  encuentran  muchas  anacreónticas, 
odas,  romances,  epístolas  y  elegías  ,  que,  si  bien  reve- 
lan gran  talento  y  vigor,  manifiestan ,  sin  embargo,  un 
sentimentalismo  exagerado,  así  como  el  afán  de  imi- 
tar el  estilo  meta  físico  y  filosófico  que  se  creia  reclama- 

7  «Poesías  de  D.  Josef  Iglesias  de  además  otras  muchas,  y  entre  ellas 
la  Casa» ,  Salamanca,  1798,  dos  to-  una  en  cuatro  tomilos,  1840,  el  últi- 
mos, 8.",  segunda  edic. ;  fueron  mo  de  los  cuales  contiene  gran  nú- 
probibidas  por  la  Inquisición.  «Indi-  mero  de  poesías  no  publicadas  ante- 
ce  expurgatorio»  ,  1803,  p.  27.  Las  nórmente  ,  cuya  mayor  parle,  y  tal 
mejores  ediciones  son  las  de  Barce-  vez  todas  ellas,  son  apócrifas, 
lona,  1820,  y  la  de  París,  1821 ;  bay 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  V.  95 

ba  el  espíritu  de  la  época  ;  defectos  ambos  que  pueden 
muy  bien  achacarse  al  ejemplo,  por  una  parte,  de  su 
amiíío  v  maestro  Melendez,  á  cuyas  lecciones  concurrió 
largo  tiempo  en  los  claustros  de  Salamanca,  y  por  otra, 
á  cierta  afectación  artificial ,  de  la  que  sin  duda  hubiera 
llegado  á  emanciparse  con  el  tiempo  un  hombre  de  ca- 
rácter tan  impetuoso  y  varonil  como  Cienfuegos. 

El  aplauso  que  obtuvo  esta  publicación  le  valió  el  em- 
pleo de  director  de  la  Gaceta  de  Madrid ,  y  cuando  los  fran- 
ceses invadieren  la  capital  en  1808  permaneció  firme 
en  su  puesto  ,  decidido  á  servir  en  él  cumplidamente  los 
intereses  de  su  patria.  Murat,  que  mandaba  las  tropas 
invasoras  ,  procuró  al  principio  seducirle  ó  someterle,  y 
no  habiendo  conseguido  ni  uno  ni  otro,  le  condenó  á 
muerte;  sentencia  que  infaliblemente  se  hubiera  lleva- 
do á  ejecución  (pues  Cienfuegos  rehusaba  de  todo  punto 
hacer  la  menor  concesión  á  las  autoridades  francesas) 
si ,  interviniendo  sus  amigos ,  no  hubieran  alcanzado  la 
conmutación  de  su  pena  de  muerte  en  la  de  destierro  á 
Francia;  cambio  que  por  sus  resultados  vino  en  cierto 
modo  á  no  ser  una  gracia,  porque  sus  padecimientos  en 
el  camino ,  que  hizo  como  prisionero  de  guerra  ;  el  do- 
lor de  dejar  á  sus  amigos  en  poder  de  unos  invasores, 
de  cuyas  manos  él  habia  escapado  á  duras  penas  con 
vida;  la  perspectiva  de  un  largo  destierro  en  país  ene- 
migo, quebrantaron  la  energía  de  aquel  espíritu  patrióti- 
co y  fogoso,  ocasionándole  la  muerte  á  los  cuarenta  y 
cinco  años,  en  julio  de  1 809 ,  á  los  pocos  dias  de  su  lle- 
gada al  punto  donde  fué  destinado8. 

s  <iOb''as  poéticas  de  D.  Nicasio  Al-  arcaísmos,  y  de  estos  últimos  se  atri- 

varez  de  Cienfuegos».  Madrid ,  1818,  huye  la  culpa,  aunque  sin  razón  su- 

dos  torn. ,  8.°  Se  lia  criticado  su  es-  üciente,  a  su  maestro  Melendez. 
tilo  por  sus  muchos  neologismos  y 


96  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Gira  persona,  de  quien  ya  hemos  hablado  con  en- 
comio, debe  ser  mencionada  aquí  particularmente;  cu- 
ya vida  ,  si  bien  consagrada  de  ordinario  al  servicio  del 
Estado  como  empleado  público,  no  por  eso  fué  extraña, 
sin  embargo ,  á  la  poesía  ,  y  ejerció  sobre  la  escuela  de 
Salamanca  una  influencia  que  pertenece  de  derecho  á 
la  historia  literaria.  Hablamos  de  Jovellanos,  ilustre  ma- 
gistrado y  ministro  de  Carlos  IV,  que  fué  víctima  de  la 
miligna  debilidad  de  su  rey  y  de  la  venganza  de  su  fa- 
vorito. Habia  Jovellanos  nacido  en  Gijon ,  puerto  de 
Asturias,  en  1744,  mostrando  desde  los  primeros  años 
grande  afición  á  todo  género  de  cultivo  intelectual  y 
aquella  elevación  de  carácter  que  le  distinguió  en  sus 
años  maduros.  La  posición  de  su  familia  le  proporcionó 
desdo,  luego  una  educación  esmerada:  destinado  en  un 
principioá  las  altasdignidadesdelaíglesia,  cursó  filosofía, 
cánones  y  leyes  en  Oviedo.  Avila,  Alcalá  de  Henares  y 
Madrid;  peroápuntoya  de  abrazar  la  carrera  eclesiástica, 
algunos  de  sus  amigos,  y  en  especial  el  distinguido  esta- 
dista Juan  Arias  de  Saavedra,  que  fué  para  él  un  segun- 
do padre,  le  disuadieran  de  ello  y  cambiaron  su  destino. 
La  primera  consecuencia  de  este  cambio  fué  su  nom- 
bramiento, en  1767, para  un  empleo  de  la  magistratura 
en  Sevilla,  donde  por  su  carácter  humano,  su  desinterés 
y  asiduidad  en  el  ejercicio  de  aquel  difícil  y  poco  agrada- 
ble puesto,  se  hizo  amar  y  respetar  generalmente;  al 
paso  que  con  los  estudios  que  entonces  hizo  en  econo- 
mía política  y  legislación  fué  preparando  la  senda  de  su 
futura  elevación  y  haciéndose  apto  para  el  desempeño 
de  los  negocios  públicos. 

Simpatizaba  Jovellanos  porcarácter  y  por  instinto  con 
todo  cuanto  era  noble  y  elevado.  Muy  pronto  descubrió 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    V.  97 

en  Sevilla  el  mérito  del  maestro  Gonzalez,  por  interme- 
dio del  cual  entabló  correspondencia  con  Melendez,  se- 
gún se  echa  de  ver  por  su  epístola  poética  ásus  amigos 
de  Salamanca,  animándolos  á  cultivar  los  géneros  mas 
sublimes  de  la  poesía.  Posteriormente  sus  relaciones 
con  Melendez,  que  también  fueron  muy  útiles  al  joven 
estudiante  de  Salamanca,  dieron  sin  duda  ocasión  y  es- 
tímulo á  Jovellanos  para  emprender  de  nuevo  el  cultivo 
de  la  literatura,  del  que,  á  pesar  de  su  grande  afición, 
le  habían  distraído  por  algún  tiempo  mas  graves  ocu- 
paciones. 

A  consecuencia  de  cierta  conversación  accidental, 
escribió  en  Sevilla  su  comedia  en  prosa  EL  delincuente 
honrado,  que  obtuvo  grande  aplauso,  y  en  1769  prepa- 
ró su  tragedia  en  verso  El  Pelayo,  que  no  se  imprimió 
hasta  algunos  años  después.  Otras  composiciones  poé- 
ticas mas  breves,  ya  graves,  ya  festivas,  le  sirvieron  de 
desahogo  en  los  intervalos  de  sus  penosas  tareas,  y 
cuando,  al  cabo  de  diez  años,  abandonó  la  brillante  ca- 
pital de  Andalucía ,  su  epístola  á  los  amigos  que  en  ella 
dejaba  muestra  bien  el  profundo  sentimiento  con  que 
se  despedía  de  aquel  período,  el  mas  feliz  de  su  vida. 

En  1778  fué  llamado  á  Madrid  á  desempeñar  uno  de 
los  mas  principales  cargos  de  justicia  en  la  corle  ,  y  por 
lo  tanto  hubo  de  volver  nuevamente  á  las  tareas  de  la 
administración  de  la  justicia  criminal,  de  las  cuales  ha- 
bía sido  relevado  durante  su  permanencia  en  Sevilla;  y 
aunque  estas  eran  poco  conformes  con  su  inclinación 
natural,  llenábalas,  no  obstante,  con  esmerado  celo, 
consolándose  del  disgusto  que  le  causaban,  con  el  trato 
amistoso  de  hombres  como  Campomanes  y  Cabarrus, 
dedicados,  como  él,  á  realzar  y  mejorar  la  condición 

TOM.  IV.  7 


98  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

del  pueblo.  Claro  está  que  Jovellanosno  podia  tener  por 
entonces  mucho  espacio  para  dedicarse  al  comercio  de 
las  musas;  mas  habiendo  ido  casualmente  al  convento 
del  Paular  con  una  comisión  importante  del  servicio,  de 
tal  manera  hirió  su  imaginación  la  solemne  magnificen- 
cia de  la  escena  y  el  tranquilo  reposo  de  aquel  santo  re- 
tiro, que  no  pudo  menos  de  desahogar  su  inspiración 
poética,  escribiendo  á  Mariano  Colon,  descendiente  del 
ilustre  descubridor  délas  Americas,  una  bellísima  epís- 
tola, impregnada  de  la  majestuosa  austeridad  de  aquel 
lugar  apacible  y  del  hondo  sentimiento  que  el  autor  ex- 
perimentaba al  tener  que  abandonarle. 

En  1780  fué  ascendido  Jovellanos  á  una  plaza  en  el 
Consejo  de  las  Ordenes,  donde  gozando  de  mayor  des- 
canso, pudo  ocuparse  de  objetos  mas  elevados,  tales 
como  un  informe  al  Tribunal  de  las  Ordenes,  un  plan  de 
enseñanza  para  el  colegio  imperial  de  Calatrava,  un  dis- 
curso sobre  el  estudio  de  la  historia  como  parte  esencial 
del  de  la  jurisprudencia,  y  otros  trabajos  análogos,  que 
le  acreditaron  de  excelente  escritor  en  prosa  y  de  pri- 
mer filósofo  y  estadista  del  reino.  Dedicábase  al  mismo 
tiempo  á  tareas  literarias  mas  amenas,  hallando  gran 
distracción  y  placer  en  reunir  en  torno  suyo  poetas  y 
hombres  de  letras. 

En  478o  escribió  algunos  romances  burlescos  con 
motivo  de  las  contiendas  de  Huerta ,  Iriarte  y  Forner 
acerca  del  teatro  ;  y  al  siguiente  año  publicó  dos  sátiras 
en  verso  suelto  y  en  el  estilo  de  Juvenal  contra  las  cos- 
tumbres corrompidas  de  la  época.  Todas  estas  produc- 
ciones fueron  muy  bien  recibidas  ;  especialmente  los  ro- 
mances ,  que,  aunque  no  se  imprimieron  hasta  mucho 
después,  quizá  eran  entonces  mas  buscados  y  leidos 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  V.  99 

con  mas  afán ,  por  lo  mismo  que  circulaban  solamente 
manuscritos. 

Personas  de  este  temple  é  influencia  en  los  negocios 
públicos  podían  fácilmente  sostenerse  y  brillar  en  la  cor- 
te de  un  rey  como  Carlos  III ;  pero  eran  poco  a  propósi- 
to para  la  de  su  hijo  y  sucesor  Carlos  IV.  En  1790,  dos 
años  después  del  advenimiento  de  Carlos  IV,  el  con- 
de de  Cabarrus,  no  solo  cayó  del  poder,  sino  que  fué 
reducido  á  prisión  ,  y  Jovellanos,  que  no  vaciló  en  salir 
á  su  defensa,  fué  confinado  á  Asturias  en  una  especie 
de  destierro  honroso  que  duró  ocho  años.  Apenas  lle- 
gado á  su  ciudad  nata! ,  se  dedicó  asiduamente  á  fo- 
mentar cuanto  creia  útil  y  conveniente  á  su  país,  ocu- 
pándose sin  descanso  de  minas,  de  carreteras,  y  par- 
ticularmente de  mejorar  la  educación  popular  con  el  mas 
desinteresado  celo.  Durante  este  período  de- retiro  forza- 
do, dirigió  muchas  exposiciones  al  Gobierno  sobre  dife- 
rentes objetos  de  interés  público,  escribiendo  además 
un  excelente  discurso  Sobre  las  diversiones  públicas ,  dado 
á  luz  posteriormente  por  la  Real  Academia  déla  Historia, 
y  un  tratado  de  legislación  con  relación  á  ¡a  agricultura, 
que  extendió  su  nombre  por  toda  Europa  ,  y  ha  sido  la 
base  de  todo  cuanto  después  se  ha  hecho  en  España 
en  esta  delicada  materia. 

En  1797  volvió  el  conde  de  Cabarrús  á  la  gracia  del 
príncipe  de  la  Paz,  regresando  Jovellanos  á  la  corle  á 
encargarse  del  ministerio  de  Gracia  v  Justicia.  Pero  du- 
ró  poco  esta  nueva  época  de  favor:  Godoy  odiaba  aun 
las  altas  cualidades  del  hombre  ilustre  en  quien  habia 
delegado,  á  pesar  suyo,  una  pequeña  parte  de  su  po- 
der; y  en  1798,  bajo  el  pretexto  de  que  pudiera  conti- 
nuar dedicándose  á  sus  anteriores  tareas,  Jovellanos 


100  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

fué  confinado  de  nuevo  á  las  montañas  de  Asturias,  á 
las  que,  así  como  otros  varios  hombres  distinguidos  que 
de  ellas  han  salido,  profesaba  un  afecto  exagerado, 
que  rayaba  en  pasión,  sin  tomarse  la  pena  de  disimu- 
larlo. 

No  satisfizo,  sin  embargo,  este  nuevo  destierro  al 
suspicaz  favorito:  en  1801,  Jovellanos,  víctimaen  par- 
te de  los  manejos  de  la  Inquisición ,  y  principalmente 
de  una  intriga  política,  fué  arrancado  á  deshora  de  su 
cama,  conducido  como  un  malhechor  á  través  de  la  Pe- 
nínsula ,  y  embarcado  en  Barcelona  con  dirección  á  Ma- 
llorca, donde  fué  confinado  ,  primero  en  un  convento  y 
después  en  un  castillo,  con  tanto  rigor,  que  le  fué  casi 
enteramente  prohibida  toda  comunicación  con  sus  ami- 
gos. Allí  permaneció  durante  siete  años,  sujeto  á  priva- 
ciones y  disgustos,  que  afectaron  considerablemente  su 
salud.  Verificóse,  por  último,  la  abdicación  y  caida  de  su 
débil  é  ingrato  soberano;  «y  entonces,  como  dice  Sou- 
they  en  su  Historia  de  la  guerra  de  la  Península , »  llegó 
la  hora  del  castigo  de  Godoy.  después  del  cual  lo  que 
los  españoles  deseaban  con  mas  ansia  era  la  libertad  de 
Jovellanos.»  Volvió,  pues,  este  de  su  destierro,  sien- 
do recibido  en  todas  partes  con  el  grande  amor  y  res- 
peto que  inspiraban  sus  muchos  servicios  y  sus  injus- 
tos padecimientos. 

Pero  la  falta  de  salud  le  molestaba  bastante, y  por  lo 
tanto,  se  negó  resueltamente  á  aceptar  ningún  cargo  pú- 
blico, aun  al  lado  de  aquellos  de  sus  amigos  que  se 
habian  consagrado  en  aquella  triste  época  á  la  defensa 
de  la  causa  nacional;  rechazó  indignado  la  oferta  que 
los  franceses  invasores  le  hicieron,  de  uno  de  los  prin- 
cipales ministerios  en  el  nuevo  gobierno  que  trataban 


TERCERA  ÉPOCA.  CAPÍTULO  T.  101 

de  establecer,  retirándose  tristemente  á  buscar  en  sus 
montañas  nativas  el  reposo  que  necesitaba ,  y  del  que 
no  le  fué  dado  gozar  por  mucho  tiempo.  No  bien  se  hu- 
bo organizado  en  Sevilla  la  Junta  Central,  cuando  fué 
comisionado  para  representar  en  ella  al  principado  de 
Asturias,  siendo  el  alma  de  sus  deliberaciones  en  los 
mas  sombríos  y  apurados  momentos  de  aquella  lucha  de 
vida  ó  muerte  á  que  España  se  vio  reducida.  Al  disol- 
verse la  Junta  (disolución  que  Jovellanos  deseaba  ar- 
dientemente), volvió  de  nuevo  á  su  retiro,  agoviado 
con  los  años,  los  pesares  y  los  trabajos,  y  esperando 
concluir  allí  tranquilamente  el  resto  de  sus  dias. 

Pero  hombres  del  temple  y  de  la  influencia  de  Jove- 
llanos han  sido  casi  siempre  perseguidos  en  España ,  y 
no  era  de  esperar  que  sus  enemigos  le  dejaran  en  paz: 
vióse,  como  otros,  en  aquellos  dias  de  revueltas,  ata- 
cado por  el  sañudo  espíritu  de  partido,  y  en  i 81 1  con- 
testó victoriosamente  á  sus  acusadores  en  una  defensa, 
de  lo  que  puede  considerarse  como  su  administración  en 
España  durante  los  dos  años  precedentes,  escrita  en  el 
estilo  grave ,  candoroso  y  puro  que  distingue  sus  mejo- 
res obras,  y  con  un  fervor  aun  mas  elocuente  y  podero- 
so que  el  que  hasta  entonces  habia  mostrado.  Hacia  el 
tin  de  esta  vindicación  personal,  admirable,  tanto  por 
su  modestia  como  por  su  energía ,  dice  con  profundo 
sentimiento,  que  no  pretendía  ocultar: 

«Con  todo,  al  levantar  la  pluma,  una  secreta  pena 
queda  en  mi  corazón  ,  que  le  turbará  en  el  resto  de  mis 
dias:  yo  no  he  podido  defenderme  á  mí  sin  ofender  á 
otros,  y  temo  que  por  la  primera  vez  de  mi  vida  empe- 
zaré á  tener  enemigos  que  yo  mismo  haya  excitado. 
Pero,  herido  en  lo  mas  vivo  y  sensible  de  mi  honor,  y  no 


102  HISTOP.IA   DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

hallando  autoridad  que  le  protegiese  y  salvase,  era  pre- 
ciso buscar  mi  defensa  en  la  pluma  ,  única  arma  que  ha 
quedado  en  mis  manos.  Manejarla  con  templanza  cuan- 
do un  dolor  tan  agudo  la  impelía  ,  era  muy  difícil.  Otro 
mas  diestro  en  estas  lides  la  hubiera  esgrimido  con 
mas  arte  y  herido  mas,  exponiéndose  menos  ;  yo,  ataca- 
do con  vehemencia  ,  y  entrando  en  la  lucha  inexperto  y 
solo,  me  entregué  á  ella  á  cuerpo  descubierto,  y  por 
salir  del  peligro  presente  no  me  curé  de  los  que  podian 
sobrevenir.  Tal  era  el  impulso  que  me  arrastraba  ,  que 
me  hizo  perder  de  vista  todas  aquellas  consideraciones 
que  tanto  pudieran  sobre  mí  en  otro  tiempo.  Venera- 
ción á  la  autoridad  pública,  respeto  á  las  personas  cons- 
tituidas en  dignidad,  afecciones  privadas  de  amistad,  de 
inclinación,  de  trato  y  familiaridad;  todo  cedió  en  mi 
espíritu  al  amor  á  la  justicia  y  al  deseo  de  que  la  ver- 
dad y  la  inocencia  triunfasen  sobre  la  envidia  y  la  ca- 
lumnia. Y  ¿será  tanto  perdonado  por  los  que  me  persi- 
guieron ni  por  los  que  me  negaron  su  protección?  Pero 
no  importa  :  llegó  ya  para  mí  el  tiempo  en  que  toda  des- 
aprobación que  no  venga  de  los  hombres  de  bien  y 
amantes  de  la  justicia  deba  serme  indiferente.  Cuando 
me  hallo  tan  cercano  á  la  edad  que  señala  un  término 
infalible  á  la  vida  del  hombre;  cuando  estoy  pobre  y 
desvalido,  y  sin  hogar  ni  protección  en  mi  misma  patria, 
¿qué  me  queda  que  desear,  después  de  su  gloria  y  su 
libertad ,  sino  morir  con  el  buen  nombre  que  procuré 
adquirir  en  ella?  »  9 

Al  tiempo  que  esta  elocuente  defensa  salia  á  luz  ,  los 
franceses  se  apoderaban  de  su  ciudad  natal,  viéndose, 

9  «D.  Gaspar  de  Jovellanos  á  sus  compatriotas»,  Coruña,  1811,  i.*,  t.  i, 
pp.  154-5. 


TERCERA    ÉPOCA.  CAPÍTULO    V.  103 

por  lo  tanto ,  obligado  á  refugiarse  apresuradamente  á 
bordo  de  un  buque  que  se  dio  á  la  vela  sin  rumbo  ni  di- 
rección determinada.  Después  de  haber  sufrido  durante 
ocho  dias  consecutivos  los  rigores  de  una  tormenta  en 
el  golfo  de  Vizcaya,  llegó  de  arribada  al  humilde  puerto 
de  Vega,  tan  enfermo  y  débil,  que  falleció  el  27  de  no- 
viembre, á  las  cuarenta  y  ocho  horas  después  de  haber 
saltado  en  tierra,  y  álos  sesenta  y  ochoaños  de  suedad. 
Muy  pocas  personas  habia  á  la  muerte  de  Jovellanos, 
tanto  en  su  patria  como  fuera  de  ella  ,  que  le  excedie- 
sen en  elevación  de  sentimientos ,  y  menos  aun  en  la 
intachable  pureza  de  su  carácter.  Fué  objeto  fijo  de  to- 
das sus  meditaciones  y  esfuerzos  el  bienestar  de  Espa- 
ña y  de  los  españoles,  á  cuyo  servicio  se  consagrócons- 
tantemente,  lo  mismo  en  sus  dias  afortunados  como  en 
los  de  tribulación  y  desgracia.  Este  pensamiento,  do- 
minaba exclusivamente  en  él ,  así  cuando  aconsejaba  á 
los  poetas  de  la  escuela  de  Salamanca  que  levantasen 
el  tono  de  su  lira ,  como  en  sus  propias  odas  cuando  es- 
timulaba el  ardor  patriótico  y  marcial  de  sus  conciuda- 
danos contra  la  invasion  francesa :  rebosa  también  este 
sentimiento  en  sus  paternales  desvelos  por  la  educación 
popular  el  tiempo  que  estuvo  desterrado  en  Asturias  ó 
prisionero  en  Mallorca,  en  el  ejercicio  de  su  autoridad 
como  magistrado  y  ministro  de  Carlos  IV,  y  como  jefe 
del  gobierno  supremo  en  Sevilla.  Vivió  ciertamente  en 
tiempos  muy  turbulentos,  pero  sus  virtudes  igualaron 
siempre  la  gravedad  de  las  circunstancias  y  de  los  con- 
flictos que  le  rodearon,  llevando  consigo,  al  morir  en 
una  miserable  posada,  la  consoladora  esperanza  de  que 
España  llegaría  á  triunfar  en  aquella  terrible  lucha,  cu- 
yos principios  él  mismo  habia  dirigido ,  y  presintiendo 


104  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

en  el  fondo  de  su  corazón  que  algún  día  las  Cortes  ha- 
bían de  honrar  su  nombre  á  la  faz  del  mundo,  decla- 
rándole benemérito  de  la  patria  10. 

No  debe  pasarse  en  silencio  una  obra  histórica  del 
reinado  de  Carlos  IV,  debida  á  la  pluma  de  D.  Juan  Bau- 
tista Muñoz,  y  comenzada  por  orden  especial  de  Car- 
los III,  quien  en  1779  encargó  al  autor  una  historia 
completa  del  descubrimiento  y  conquista  de  los  españo- 
les en  América.  Pero  Muñoz  encontró  mil  obstáculos 
en  la  ejecución  de  su  trabajo. Los  individuos  de  laReal 
Academia  de  la  Historia  no  llevaron  á  bien  el  que  á  un 
particular  se  diera  encargo  que  parecía  pertenecer  mas 
bien  á  la  jurisdicción  de  la  misma  Academia ;  así  fué 
que  habiéndose  pasado  á  su  examen  la  primera  parte  de 
la  obra,  por  acuerdo  del  Rey,  la  lentitud  empleada  en 
su  reconocimiento,  mas  aun  que  el  rigor  con  que  se  eje- 
cutaba, mostró  claramente  el  deseo  que  existia  de  impedir 
ó  retardar  su  publicación.  Removió,  sin  embargo,  este 
inconveniente  una  orden  terminante  del  Rey,  y  el  primer 


10  «Colección  de  obras  de  D.  Gas-  casi  siempre  se  publicó  con  su  nom- 
par  Melchor  de  Jovellanos»,  Ma-  bre  en  las  ediciones  sucesivas.  Jove- 
drid,  1830-52,  siete  tom. , -i.0  Hase  llanos  estaba  muy  familiarizado  con 
atribuido  á  Jovellanos  una  sátira  en  la  literatura  inglesa,  y  tradujo  el  pri- 
prosa,  en  estilo  declamatorio,  sobre  mer  libro  del « Paraíso  perdido»,  aun- 
el  estado  de  España  en  tiempo  de  que  no  con  mucho  acierto.  Quien  de- 
Cárlos  IV,  que  se  supone  fué  distri-  see  noticias  mas  individuales  de  este 
buida  al  pueblo  en  la  plaza  de  toros  personaje  las  hallara  en  las  «Memo- 
eu  Madrid  en  1796;  lleva  el  titulo  de  rias  de  Jovellanos»,  por  i).  Agustín 
«Pan  y  toros»,  recordando  el  anti-  CeanBermudez,  Madrid,  1814,12.°;  la 
guo  grito  de  Roma  :  «  Panem  et  cir-  biografía  inserta  al  final  de  la  colec- 
censes»,  y  fué  suprimida  tan  pronto  cion  de  sus  obr.is,  la  «Vida  de  Lope 
como  salió  á  luz,  aunque  después  se  de  Vega  »  por  Lord  Holland  ,  1817, 
ha  reimpreso  varias  veces.  Este  es-  t.n,  en  que  el  digno  sobrino  de  Mr.  Fox 
crilo  ,  entre  otras  cosas  notables,  paga  un  justo  tributo  á  Jovellanos;  y 
ofrece  la  singular  circunstancia  de  Llórenle,  t.  u,  p.  540,  y  t.  iv,  p.  122, 
haber  sido  traducido  al  inglés  éim-  donde  se  da  noticia  de  la  indigna 
preso  privadamente  en  1815a  bordo  persecución  deque  fué  victima.  Jo- 
de  un  buque  de  guerra  de  aquella  na-  vellanos  escribía  á  veces  su  apellido 
cion  estacionado  en  el  Mediterráneo;  tíove  Llanos»,  y  según  presumo,  así 
mas  noesobradeJovellanos,  aunque  debieron  de  usarle  sus  mayores. 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    V.  105 

tomo,  que  alcanza  hasta  el  año  de  1500,  salió  á  luz  en 
1793,  pero  no  así  los  restantes;  quedando  la  obra  in- 
terrumpida después  de  la  muerte  de  Muñoz,  ocurrida 
en  1799,  á  los  cincuenta  y  cuatro  años  de  edad,  y  sin  que 
desde  entonces  se  haya  pensado  en  continuarla  y  con- 
cluirla. Es,  sin  embargo,  tal  como  aquel  la  dejó,  un 
fragmento  histórico  escrito  con  filosofía  y  naturalidad, 
aunque  de  poca  importancia,  por  abrazar  una  parte  muy 
pequeña  del  vasto  asunto  á  que  la  obra  estaba  consa- 
grada M. 

Por  estos  tiempos  se  hizo  una  tentativa  épica,  aunque 
de  poca  importancia,  á  saber:  Méjico  conquistada,  poema 
heroico  en  veinte  y  seis  libros,  y  cerca  de  veinte  y  cin- 
co mil  versos,  que  comienza  con  la  exigencia  de  Cortés 
en  Tlascala,  de  ser  recibido  en  persona  por  Motezuma, 
y  concluye  con  la  toma  de  Méjico  y  la  prisión  de  Guati- 
mocin.  Fué  su  autor  D.  Juan  Escoiquiz,  tutor  de  Fer- 
nando, príncipe  de  Asturias,  y  sifconsejeroen  los  dis- 
turbios del  Escoria!,  Aranjuez  y  Bayona,  donde  dio 
muestras  de  honradez  y  rectitud;  cualidades  que  atraje- 
ron sobre  él  la  venganza  del  príncipe  de  la  Paz ,  de  Car- 
los IV,  de  Bonaparte,  y  últimamente  del  mismo  Fer- 
nando. 

La  afición  literaria  de  Escoiquiz  data ,  sin  embargo, 
de  fecha  mas  antigua  ,  y  continúa  aun  después  de  aquel 
aciago  período,  en  que  su  rectitud  é  integridad  se  vieron 
sometidas  á  tan  duros  conflictos  por  las  revueltas  y  per- 
secuciones políticas.  En  1797  publicó  una  traducción  de 

11  «Historia  del  Nuevo-Mundo»,  por  t.  in  de  las  «Memorias  de  la  Aca- 
D.  Juan  Baulisla Muñoz, Madrid,  1793,  demia»,  una  defensa  de  su  «Histo- 
en  fól.  menor;  Fuster,  «Bibl.»,  t.  n,  ria»  y  dos  ó  tres  tratados  en  latin, 
p.  191;  «Memorias  de  la  Acad.  de  la  son  lo  único  que  conocemos  de  es- 
Historia»,  t.  i,  p.  lxv.  «El  elogio  de  te  autor,  además  de  su  citada  liis- 
Lebrija» ,  por  Muñoz,  inserto  en  el  toria. 


106  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

las  Meditaciones  nocturnas  de  Young;  y  mientras  estuvo 
prisionero  en  Francia,  desde  1808  á  1814,  trabajó  en 
la  version  castellana  del  Paraíso  perdí  do,  de  Milton ; 
prueba  ,  cuando  menos,  del  placer  con  que  se  entre- 
gaba al  cultivo  de  las  letras,  y  la  distracción  que  en 
ellas  encontraba  en  medio  do  sus  privaciones  é  infor- 
tunios. Su  Méjico,  impreso  por  primera  vez  en  1798, se 
acerca  algo  mas  á  la  verdadera  forma  épica  que  los  poe- 
mas de  la  misma  clase  que  tanto  abundan  en  la  época 
de  los  Felipes,  empleando  su  autor  con  mas  éxito  que 
sus  predecesores  el  recurso  sobrenatural  de  la  maqui- 
;  naria  cristiana,  introducido  primeramente  por  el  Tasso. 
Mas  también  adolece,  como  ellos,  de  frialdad  y  del 
uso  excesivo  de  personajes  alegóricos,  asignándoles  pa- 
peles demasiado  importantes  en  el  curso  de  la  acción; 
y,  por  otra  parte,  ni  la  rigurosa  exactitud  histórica  en 
que  se  encierra,  ni  la  unidad  del  plan,  ni  sus  regulares 
proporciones,  pueden  compensar  el  descuido  con  que 
está  versificada  la  obra,  y  la  monotonía  de  su  cansada 
relación.  La  historia  en  prosa  de  Solíses  mucho  mas  in- 
teresante y  poética  que  aquel  insípido  poema  ,  cuyos 
principales  hechos  están  tomados  de  la  obra  del  citado 
historiador  ii. 

Leandro  Fernandez  de  Moralin  ,  hijo  del  poeta  de  este 
mismo  apellido  que  floreció  en  el  reinado  de  Carlos  III, 
sufrió  en  cierto  modo  aun  mas  que  Escoiquiz  por  las 
convulsiones  políticas  de  la  época  en  que  vivió  ;  pero  se 
distinguió  mucho  mas  que  él  en  el  mundo  literario.  Su 

<f  «México  conquistada»,  poema  años  antes  Francisco  Ruiz  de  Leon 
heróienpor  U.  Juan  de  Escoiquiz.  Ma-  con  «La  Hernandia».  «Triunfos  de 
drid,  1798,  tres  torn. .  8.°  Otra  tenia-  la  Fe  »  (  Madrid  ,  1755  ,  4.°) ,  poema 
Uva  épica,  mas  desgraciada  aun  que  que  consta  de  unas  400  páginas  y  so- 
la suya,  al  mismo  asunto  de  la  con  •  bre  1,600  octavas, 
quista  de  Méjico  ,  hizo  unos  cuarenta 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    Hf.V  107 

fama  principal  la  debe  á  sus  comedias,  de  las  que  ha- 
blaremos mas  adelante  extensamente;  bastando  insi- 
nuar aquí  que  en  los  demás  géneros  de  poesía  siguió 
las  huellas  de  su  padre,  modificando,  sin  embargo,  su 
estilo  de  tal  manera,  bajo  la  influencia  de  Conti,  litera- 
to italiano  que  vivió  largo  tiempo  en  Madrid,  que  en  sus 
composiciones  cortas  llegó  á  conciliar  la  ternura  y  de- 
licadeza de  la  lengua  italiana  con  la  pureza  y  energía 
del  castellano.  Obsérvase  esto  particularmente  en  sus 
odas  y  sonetos ,  y  en  el  bello  coro  de  Los  padres  del 
Limbo ,  composición  solemne  que  se  acerca  á  la  majes- 
tad fervorosa  de  Fray  Luis  de  Granada.  Sus  romances, 
por  otra  parte,  aunque  acabados  con  mucho  esmero, 
son  mas  nacionales  por  su  entonación  que  todas  las  de- 
más poesías  de  este  autor;  pero  las  mejores  y  mas  inte- 
resantes son  aquellas  en  que  se  abandona  por  completo 
á  las  impresiones  de  su  propio  temperamento  ó  de  sus 
afectos,  tales  como  la  epístola  A  Jovellanos  y  su  oda  A  la 
muerte  de  Conde  el  historiador. 

En  ninguna  de  sus  relaciones  personales  aparece,  sin 
embargo,  Moratin  bajo  un  aspecto  tan  favorable  como 
en  las  varias  y  difíciles  que  mantuvo  en  diversas  ocasio- 
nes con  el  príncipe  de  la  Paz.  Debia  Moratin  á  este  cor- 
rompido favorito,  no  solamente  los  medios  que  le  abrie- 
ron el  camino  para  distinguirse  como  escritor  dramáti- 
co, sino  también  una  posición  social  que  aseguraba 
hasta  cierto  punto  el  buen  éxito  de  sus  producciones. 
Sonó  la  hora  de  la  justicia,  cayendo  el  Príncipe  de  su 
alto  puesto,  y  aunque  Moratin  participó  en  cierta  mane- 
ra de  su  desgracia  y  de  las  persecuciones  de  sus  ene- 
migos, negóse  resueltamente  á  unir  su  voz  al  coro  uni- 
versal que  celebraba  la  caida  de  aquel  personaje;  ale- 


108  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

gando  con  nobleza  y  dignidad,  « yo  no  soy  ni  su  amigo 
ni  su  consejero  ni  su  criado;  pero  lodo  lo  que  soy  se 
lo  debo  á  él;  y  aunque  está  hoy  en  uso  cierta  filosofía 
acomodaticia,  queacostumbrarecibirbeneficiossin agra- 
decerlos, pagando,  cuando  se  mudan  las  circunstancias, 
los  favores  con  ofensas,  yo  estimo  demasiado  mi  buena 
opinion  para  suscribir  á  semejante  infamia. >  Persona 
que  obraba  á  impulsos  de  principios  tan  rectos  y  tan 
honrados  no  podia  medrar  en  el  reinado  de  Fernan- 
do VII;  así  pues,  no  es  extraño  que  Moratin  pasase  el 
resto  de  sus  dias,  voluntariamente  ó  contra  su  gusto, 
fuera  de  su  país,  y  que  muriera  por  último  en  el  des- 
tierro 15. 

E!  último  de  los  escritores  de  esta  clase  que  debemos 
mencionar  en  el  reinado  de  Carlos  IV  es  Quintana, 
quien,  así  como  Jovellanos,  Moratin  y  Escoiquiz,  tuvo 
mucho  que  sufrir  de  las  revoluciones  acaecidas  en  su 
tiempo;  pero  que  logrando  sobrevivirá  su  violencia,  ha 
llegado  á  disfrutar  y  disfruta  una  honrosa  y  tranquila 
ancianidad.  Nació  en  Madrid  en  1772,  recibiendo  lo 
mas  esencial  de  su  educación  literaria  en  Salamanca, 
donde  se  relacionó  con  Melendez  y  Cienfuegos.  Fué  su 
profesión  la  abogacía,  que  comenzó  á  ejercer  en  la  ca- 
pital, protegido  y  alentado  por  Jovellanos;  pero  Quinta- 
na preferia  el  cultivo  de  las  letras ,  que  llegó  á  con- 
vertirse en  pasión  con  el  estímulo  de  una  reducida  so- 
ciedad de  amigos  que  concurría  por  las  noches  á  su  ca- 

13  «  Obras  de  L.  F.  Moratin  » ,  Ma-  cuentran  las  «Observaciones  sobre  el 

drid,  1830-34,  cuatro  tona.,  8.°  mayor,  principe  de  la  Paz.,  y  una  nolicia  de 

divididos  en  seis  ,  cuya  edición  pre-  sus  relaciones  con  Gonti  en  la  p.  542. 

paro  él  mismo .  y  publico  después  de  Hermosilla,  en  el  primer  tomo  de  su 

su  muerte  laRealAcad.de  la  Histo-  «Juicio  critico»,  ya  citado,   hace  un 

ria.  Su  biografía  se  encuentra  en  el  elogioexagerado  délas  obras  de  este 

primer  tomo  y  sus  poesías  sueltas  en  autor, 
el  ultimo,  donde  á  la  p.  555  se  en- 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    V.  109 

sa.  En  1801  dio  al  público  su  tragedia  El  duque  de  Vi- 
seo ,  imitación  de  El  fantasma  del  castillo,  de  Lewis;  y  en 
1805  puso  en  escena  su  Pelayo,  con  el  patriótico  fin  de 
animar  á  sus  conciudadanos ,  con  tan  notable  ejemplo  de 
su  propia  historia,  á  resistir  la  opresión  extranjera.  La 
primera  de  dichas  tragedias  no  tuvo  grande  acogida;  pe- 
ro la  segunda,  aunque  escrita  con  sujeción  á  las  reglas 
y  doctrinas  de  una  escuela  mas  severa,  hirió  vivamente 
el  corazón  desús  oyentes,  y  obtuvo  un  éxito  brillante.  Al 
mismo  tiempo  ,  y  en  el  intermedio  de  una  á  oíra ,  publi- 
có en  1802  un  tomito  de  poesías ,  casi  todas  líricas,  em- 
pleando el  mismo  tono  noble  y  patriótico  que  en  su 
aplaudida  tragedia,  y  mostrando  un  ingenio  mas  pro- 
fundo y  ardiente  que  los  demás  poetas  de  la  escuela  de 
Salamanca  ,  á  laque  se  complacía  en  pertenecer,  como 
resulta  claramente  de  su  Epístola  á  Batilo.  Animado 
del  mismo  espíritu,  publicó  en  1 807  un  tomo  con  las  vi- 
das de  cinco  españoles  ilustres,  que  como  el  Cid  y  el  Gran 
Capitán,  triunfaron  de  los  enemigos  de  su  patria  dentro  y 
fuera  de  ella;  y  casi  al  propio  tiempo  preparaba  la  pu- 
blicación de  otros  tres  tomos  de  poesías  escogidas  de  au- 
tores españoles,  acompañadas  de  notas  críticas,  que, 
si  no  tan  profundas  como  podían  esperarse  de  Quinta- 
na, y  quizá  menos  generosas  de  lo  que  debieran  en  los 
elogios,  son  mas  españolasen  su  tendencia  y  están  me- 
jor escritas  que  los  trabajos  de  esta  clase  ejecutados 
hasta  entonces.  Nótase  quizá  en  una  y  otra  una  imita- 
ción demasiado  franca  de  la  escuela  francesa  ,  y  alguno 
que  otro  galicismo;  por  lo  demás  ambas  obras  están  escri- 
tas en  una  prosa  clara  y  agradable,  ambas  fueron  muy 
bien  recibidas  del  público  ilustrado,  como  no  podían 
menos  de  serlo,  y  una  y  otra  fueron  mucho  tiempo  des- 


HO  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

pues  ampliadaspor  su  distinguido  autor;  la  primera  con  la 
adición  de  las  vidas  de  otros  cuatro  españoles  ilustres,  y 
la  segunda  con  trozos  escogidos  de  los  poetas  del  último 
período  y  de  los  mejores  épicos  antiguos. 

Mas  aunque  el  gusto  de  Quintana  se  inclinaba  algún 
tantoá  la  literatura  de  Francia,  abrigaba,  con  todo,  en  su 
pecho  un  corazón  muy  español  y  muy  leal.  Aun  antes 
de  la  invasion  francesa  procuró  apartarse  tan  cuidadosa- 
mente de  la  influencia  y  patrocinio  del  príncipe  de  la 
Paz ,  que  .  á  pesar  de  pertenecer,  estrictamente  hablan- 
do,  á  la  misma  escuela  poética  que  Moratin .  estos  dos 
hombres  distinguidos  vivían  en  Madrid  aislados  el  uno 
del  otro,  y  acaudillando  en  cierto  modo  dos  sociedades 
literarias  distintas,  cuyas  relaciones  mutuas  no  eran  tan 
benévolas  como  hubiera  sido  de  desear.  Llegó  la  revo- 
lución de  4808 ,  y  Quintana  hizo  en  ella  el  papel  á  que 
se  sentía  naturalmente  llamado;  publicó  primero  sus 
valientes  Odas  á  la  emancipación  de  España ,  escribió  en 
los  diarios  de  aquel  tiempo  cuanto  creia  oportuno  para 
despertar  en  sus  compatriotas  el  espíritu  de  resistencia, 
fué  secretario  de  las  Cortes  y  de  la  Regencia,  y  redactó 
muchas  de  aquellas  proclamas,  manifiestos  y  alocucio- 
nes que  tan  noblemente  distinguieron  la  marcha  de  las 
diferentes  administraciones  de  que  formo  parte  durante 
la  sangrienta  guerra  déla  Independencia;  en  suma, 
Quintana  consagró  todo  su  talento  y  su  fortuna  al  servi- 
,;  ció  de  su  patria  en  aquellos  calamitosos  tiempos. 

Servicios  tan  eminentes  fueron,  sin  embargo,  mal 
premiados.  Mucho  de  lo  que  los  representantes  del  pue- 
blo español  habían  hecho  en  nombre  de  Fernando  VII 
durante  su  cautiverio  en  Francia ,  fué  anulado  por  la  im- 
bécil ceguedad  de  este  monarca,  ácuya  vuelta,  en  4  814, 


I 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    V.  1H 

siguió  inmediatamente  la  persecución  de  los  que  mas 
habían  contribuido  á  la  adopción  de  aquellas  medidas 
que  acababa  de  anular.  Una  de  las  primeras  víctimas 
fué  Quintana ,  que  se  vio  encerrado  en  la  ciudadela  de 
Pamplona  durante  seis  años,  privado  de  todos  los  me- 
dios de  escribir  y  de  toda  comunicación  con  sus  ami- 
gos. La  revolución  de  1820  devolvió  a  Quintana  su  li- 
bertad cuando  menos  lo  esperaba ,  restituyéndole  todos 
sus  honores,  y  aun  dándole  por  algún  tiempo  mayores 
distinciones;  pero  tres  años  después  un  nuevo  cambio 
político  le  privó  de  sus  empleos  y  de  su  influencia ,  y 
Quintana  hubo  de  retirarse  á  Extremadura,  donde  se  de- 
dicó exclusivamente  al  cultivo  de  !as  letras  hasta  que, 
aclarado  el  horizonte  político  con  la  muerte  del  Rey, 
volvió  al  ejercicio  de  sus  antiguos  cargos  públicos,  que 
tan  bien  habia  llenado ,  añadiendo  á  ellos  la  honrosa 
distinción  de  senador  del  reino.  Mas  desde  el  dia  en 
que  por  primera  vez  llamó  la  atención  del  público  con 
sus  bellas  odas  Al  Océano,  y  A  la  benéfica  expedición  en- 
viada á  América  para  propagar  la  vacuna ,  la  literatura  ha 
sido  siempre  su  ocupación  predilecta  ,  constituyendo  su 
orgullo  mientras  excitaba  con  sus  versos  el  ardor  pa- 
triótico de  sus  conciudadanos;  su  consuelo  en  el  cauti- 
verio y  en  el  destierro ,  y  su  brillante  corona  hoy  dia,  en 
una  apacible  y  honrada  ancianidad  i4. 

il  «Poesías  de  M.  J.  Quintana»,  caito  un  tomito  con  diez  ó  doce  com- 

Madrid,  18'21,  dos  torn. ,  8.°  La  parte  posiciones  suyas  y  el  siguiente  tí- 

lírica  se  ha  reimpreso  repetidas  ve-  tulo  :  «Poesías  de  D.  Manuel  Josef 

ees  desde  que  en  1802  salió  á  luz  la  Quintana».  Kn  la  dedicatoria  al  conde 

colección  de  sus  versos  en  un  lindo  de  Florida-Blanca  habla  de  ellas  co- 

tomito  en  8.°,   de  170  páginas.  Su  mo  de  «unas  primicias  que  mi  inge- 

biografia  se  lee  en  la  excelente  «Fio-  nio  ha  formado  en  otro  tiempo»,  y  de 

resta»  de  Woif,  en  Ochoa,  Ferrer  del  él  mismo  como  habiendo  dejado  el 

Rio,  etc.  asilo  de  las  Musas  para  entregarse 

Ya  en  1788,  y  cuando  apenas  con-  al  estudio  de  la  jurisprudencia, 
taba  diez  y  seis  años,  se  habia  publi- 


CAPITULO  VI. 

Tealro  en  el  siglo  xvui.— Traducciones  del  francés. — Comedias  originales. 
— Operas. — Teatro  nacional.  Caslro,  Añorbe.  —  Imitaciones  del  teatro 
francés.  Montiano,  Moratin  el  padre,  Cadahalso,  Sebastian  y  Latre. 
Trigueros,  Iriarte,  Avala,  Huerta,  Jovellanos.—  Prohibición  de  los  au- 
tos sacramentales. — Teatros  públicos  y  particulares.  —  Ramon  de  la 
Cruz,  Sedaño,  Cortés,  Cienfuegos  y  otros. — Colección  de  comedias  an- 
tiguas, ríe  Huerta.— Discusiones. — Valladares. — Zabala.  —  Cornelia. — Mo- 
ratin el  joven. — Estado  del  drama  al  comenzar  el  siglo  xix. 

Donde  mas  se  echa  de  ver  el  movimiento  literario  del 
siglo  xviii ,  y  lo  que  mejor  le  caracteriza  ,  es  el  drama, 
porque  á  él,  primero  que  á  otro  género  alguno  de  poe- 
sía ,  se  trató  de  aplicar  las  reglas  del  clasicismo  fran- 
cés. Ya  en  el  reinado  de  Felipe  V,  y  así  que  hubo  con- 
cluido la  guerra  de  Sucesión ,  se  hicieron  algunas  ten- 
tativas en  este  género.  En  1713  el  marqués  de  San 
Juan  tradujo  el  Cinna,  de  Corneille ;  primera  tragedia 
ajustada  á  las  reglas  del  teatro  francés,  que  salió  á  luz 
en  España ,  debiendo  probablemente  osla  distinción  á  las 
circunstancias  especiales  de  un  país  en  que  gran  núme- 
ro de  personas  distinguidas  se  hallaban  en  el  caso  de 
conciliarse  la  clemencia  del  nuevo  soberano,  cuyo  po- 
der habían  resistido  durante  la  pasada  guerra  civil1.  Pe- 
ro dicha  traducción  no  llegó  á  representarse,  y  cayó  pron- 
to en  olvido.  Cañizares,  el  último  de  los  escritores dra- 

1  Montiano  y  Lujando,  «Discurso  de  la  tragedia  », Madrid,  17o0,  8.°,  p.  66. 


TERCERA    ÉPOC.\. CAPÍTULO    VI.  113 

máticos  que  conservo  algún  tanto  las  tradiciones  del  an- 
tiguo teatro  español ,  se  inclinó  también  mas  de  una  vez 
á  la  nueva  escuela,  calificando  su  Sacrificio  de  ¡ftgenia, 
composición  absurda ,  que  (sea  dicho  de  paso)  tiene  muy 
poco  de  la  Ifigetiia  de  Racine ,  de  imitación  de  la  escue- 
la francesa-.  Pero  ni  esta  ni  otras  varias  piezas  de  formas 
irregulares  y  aun  vulgares,  como  las  de  Diego  de  Tor- 
res, catedrático  de  filosofía  natural;  Lobo,  oficial  de 
ejército,  y  el  sastre  Salvo,  obtuvieron  favor  permanen- 
te ,  ni  eran  á  propósito  para  servir  de  base  á  la  restau- 
ración del  drama  nacional.  Lo  único  que  á  la  sazón  se 
oia  en  la  escena  española ,  digno  de  semejantes  preten- 
siones, eran  las  obras  de  los  antiguos  dramáticos  y  las 
de  sus  pobres  imitadores,  Cañizares  y  Zamora  "'. 

Hallábase  entonces  el  teatro  español  en  plena  deca- 
dencia y  entregado  en  manos  del  populacho,  á  quien  no 


2  Dice  este  autor  a!  final  de  su  co- 
media que  su  intento  fué  <(  mostrar 
como  se»  escribían  comedias  a!  estilo 
francés».  Representábanse  aun  en- 
tonces de  vez  en  cuarrdo  comed ¡;is  de 
circunstancias,  mas  en  consonancia 
con  las  formas  y  carácter  de  las  del 
sigloantci'ior,  aunquecon  puco  éxito 
y  pronto  olvidadas:  citaremos  dos  de 
ellas  por  ser  las  mas  curiosas.  Lláma- 
se la  primera,  que  es  de  autor  anóni- 
mo,comootra  de  Lope  de  Vega,  «Sue- 
ños hay  que  son  verdades  »,  la  cual 
comienza  con  un  sueño  del  rey  de 
Portugal  y  concluye  con  la  realiza- 
ción de  dicho  sueño  en  la  toma  de 
Monsanto  por  las  tropas  de  Felipe  V 
en  1704.  La  otra  es  de  Rodrigo  Pedro 
de  Lrrutia.yse  intitula  «Rey  decreta- 
do del  cielo  »,  abrazando  un  espacio 
de  mas  de  seis  años  ,  que  comienza 
anunciando  Luis  XIV  al  duque  de  An- 
jou,  en  la  primera  escena, que  el  tes- 
tamento de  Carlos  II  le  declaraba  rey 
de  España,  y  concluye  con  la  victo- 
ria de  Almansa  en  1707.  Ambas  valen 
TOY?.    IV. 


muy  poco,  y  dan,  á  mi  juicio,  idea 
del  escaso  mérito  de  las  pocas  come- 
dias históricas  que  España  produjo 
al  principio  del  siglo  xviu. 

5  Acerca  del  teatro  español,  du- 
rante esta  especie  de  interregno  que 
duró  desde  1700  á  1790.se  hallarán  en 
Signorelli  «Storia  critica  dei  leatri», 
(Ñapóles,  1813,  8.°,  torn,  ix,  pp.  56- 
236);  L.  F.  Moralin  (Obras,  torn,  ii, 
parte  1.a.  prólogo),  y  en  cuatro  artícu- 
los de  Rianco  White  (en  los  tomos  x 
y  X!  del  «New  Monthly  Magazine», 
Londres  ,  1824).  Son  importantes  los 
datos  y  opiniones  de  Signorelli  en  la 
materia,  porcuanto  residió  en  Madrid 
desde  1765  á  1785  (Storia,  torn,  ix, 
p.  189),  y  era  uno  de  Jos  individuos 
del  club  ó  tertulia  de  la  fonda  de 
San  Sebastian  ,que  se  componía  prin- 
cipalmente de  autores  dramáticos,  y 
cuyas  discusiones  versaban  casi  siem- 
pre sobre  el  teatro.  «Obras  postumas 
de  N.  F.  Moratin»,  Londres,  1825, 

p.  XXIV.  • 


8 


114  BISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

solo  debió  en  tiempos  mas  felices  una  buena  parle  del 
carácter  que  le  distinguía ,  sino  que  Tur  su  protector  mas 
decidido  y  constante  en  sus  dias  de  adversidad  y  des- 
gracia. Ni  podia  tampoco  en  su  estado  actual  aspirar  con 
fundamento  á  mas  alta  protección.  Eran  todavía  en  Ma- 
drid ios  teatros  públicos  verdaderos  corrales  al  aire  li- 
bre., rodeados  de  galerías  ó  corredores,  sin  mas  res- 
guardo, en  caso  de  lluvia,  para  los  numerosos  especta- 
dores del  palio,  que  veian  la  comedia  en  pié,  que  un 
toldo  insuíicienie,  ó  el  recurso  de  invadir  las  galerías; 
de  suerte  que  cuando  la  mucha  concurrencia  de  estas 
les  impedía  ponerse  al  abrigo  de  la  intemperie,  se  sus- 
pendía la  función  y  se  dispersaba  el  auditorio.  La  repre- 
sentación se  hacia  de  dia  ,  era  casi  enteramente  desco- 
nocido el  aparato  escénico,  y  recogíase  en  metálico  á  la 
puerta  el  precio  de  la  entrada,  que  se  reducía  á  unos 
cuantos  maravedises  por  persona. 

Mal  podia  la  segunda  esposa  de  Felipe  V ,  Isabel 
Farnesio.  acostumbrada  como  lo  eslaba  á  las  represen- 
taciones escénicas  de  Italia,  contentarse  con  semejante 
estado  de  cosas  ;  y  así  es  que,  aprovechando  la  existen- 
cia de  un  mezquino  teatro,  en  el  que  una  compañía  ita- 
liana solia  de  vez  en  cuando  dar  óperas,  lo  hizo  ensan- 
char y  embellece:',  y  dispuso  que  en  dicho  local  se  esta- 
bleciese desde  1737,  de  una  manera  permanente,  un 
teatro  para  su  propio  recreo.  Produjo  su  efecto  este  im- 
portante cambio,  y  sirvió  de  estímulo  para  que  los  dos 
antiguos  corrales,  el  uno  primero,  y  después  el  otro,  co- 
menzaran á  reformarse,  rivalizando  desde  entonces  en 
las  mejoras  materiales,  como  durante  siglo  y  medio  ha- 
bían rivalizado  en  indolencia  y  desaliño,  y  que  se  esme- 
rasen no  menos  en  granjearse  el  favor  del  público.  Ba- 


TERCERA    ÉPOCA. CAPULLO    VI.  H5 

jo  tales  auspicios  se  construyó  el  nuevo  teatro  de  la  Cruz 
en  1743,  yon  1745  el  del  Príncipe. 

Mas  bajo  otros  aspectos  el  cambio  fué  ineficaz  é  in- 
suficiente. Fieles  á  las  tradiciones  de  su  origen  ,  los  nue- 
vos coliseos  continuaron  llamándose  corrales,  y  sus  pal- 
cos aposentos ;  la  cazuela  siguió  destinada  únicamente  á 
las  mujeres,  tapadas  con  sus  mantos  amanera  de  monjas, 
aunque  muydistantesdemerecereste  nombreporsu  por- 
te y  compostura;  aparecía  aun  en  el  proscenio  el  alcalde 
de  corte,  acompañado  de  sus  dos  alguaciles,  para  impo- 
ner respeto  y  conservar  el  orden.  Semíramis  salia  ala  es- 
cena vestida  con  tontillo  y  calzada  con  chapines,  y  Ju- 
lio César  caia  bajo  el  puñal  de  sus  asesinos  con  una  enor- 
me peluca  rizada,  una  chupa  de  terciopelo  y  un  som- 
brero de  plumas  debajo  del  brazo.  Continuaban,  por  lo 
tanto,  según  se  echa  de  ver ,  las  antiguas  aficiones,  por 
mas  que  en  la  arquitectura  y  disposición  de  los  nuevos 
coliseos  se  hubiesen  introducido  mejoras  de  considera- 
ción. 

Contribuyó  bastante  á  esto  último  la  protección  exclu- 
siva que  dos  reinas  italianas  dispensaron  sucesivamente 
á  la  ópera,  así  como  también  las  nuevas  relaciones  po- 
líticas entre  España  é  Italia.  El  teatro  del  Buen-Retiro, 
donde  tantos  triunfos  habia  alcanzado  Calderón,  fué  de- 
corado con  extraordinaria  magnificencia  por  Farinelli, 
el  primer  cantante  de  aquella  época ,  traído  á  España 
para  distraer  el  melancólico  humor  de  Felipe  V ,  y  que 
continuó  después  disfrutando  el  favor  especial  de  Fer- 
nando VI.  Luzan  tradujo  \a  Clemencia  de  Tito,  de  Metas- 
tasio,  para  la  apertura  de  aquel  brillante  coliseo  en  1747, 
y  durante  un  largo  período,  cuantos  recursos  pudo  la 
corte  destinar  al  fomento  de  la  poesía  y  de  la  música, 


116  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

ó  á  realzar  la  pompa  y  ostentación  del  aparato  escéni- 
co, se  prodigaron  en  un  espectáculo  exótico  que  no 
habia,  por  último,  de  aclimatarse  fácilmente  en  el  país4. 
Mientras  tanto  abastecían  el  teatro  nacional ,  aban- 
donado por  la  corte  y  por  las  clases  elevadas,  escrito- 
res como  Francisco  de  Castro,  actor  que  solicitaba  con 
farsas  vulgares  los  aplausos  de  la  ínfima  plebe5,  y  To- 
más de  Añorbe ,  capellán  del  monasterio  de  monjas  de 
la  Encarnación  de  Madrid,  cuyo  Paulino,  anunciado  co- 
mo drama  á  la  moda  francesa  con  todo  rigor  del  arte, 
provocó  la  justa  rechifla  de  Luzan ,  y  cuya  Virtud  ven- 
ce al  destino,  si  bien  no  menos  extravagante ,  encierra 
cierta  intención  moral  de  combatir  la  aslrología  y  la  su- 
persticiosa creencia  en  el  influjo  de  ios  astros6.  Viendo 
el  éxito  que  obtenían  tales  absurdos,  los  literatos  y  los 
hombres  de  gusto  parecían  desesperar  del  remedio.  Mon- 
tiano,  caballero  castellano  que  ocupaba  en  la  corte  un 
puesto  importante,  y  era  además  individuo  de  la  acade- 
mia del  Buen  Gusto,  que  se  reunía  en  casa  de  la  conde- 
sa de  Lémos ,  fué  el  primero  que  salió  á  la  palestra  en 
1750  con  una  tragedia  intitulada  Virginia,  tomada  de  la 
historia  romana  ,  la  que  presentó  como  prueba  délo  que 
podia  hacerse  para  la  reforma  del  teatro  español ;  acom- 
pañándola de  un  extenso  y  esmerado  discurso,  en  que 
pretende  demostrar  que  Bermudez  ,  Cueva  ,  Virués  y  al- 

1  L.  F.  Moratin ,  prólogo  ut  su-  ras,  pero  chavacanos  en  el  estilo,  y 

¡n. i .  y  Pellicer,  «Origen  del  teatro»,  en  general  de  ningún  valor. 
1802,  t  i,  p.  264.  e  Tomás  de  Añorbe  y  Corregel  pu- 

s  «Alegría cómica»  (Zaragoza,  (o-  blicó  su  «Virtud  vence  al  destino» 

mo  i,  1700:  t.  u,  170-2 )  y  «  Cómico  en  1753  y  su  «Paulino)  en  ! 7i0.  Llá- 

festejo»  (Madrid,  1742)  son  tres  pe-  mase  á  sí  mismo  capellán  del  real 

queííos  volúmenes  de  entremeses,  por  monasterio  de  la  Encarnación  en  la 

Francisco  de  Castro,  el  ultimo  délos  portada  de  la  primera  de  estas  come- 

cuales  se  publicó  después  de  la  muer-  dias,  insertando  en  los  intermedios 

te  de  su  autor,  no  desprovistos  en-  de  sus  jornadas  dos  absurdos  entre- 

leramente  de  ingenio  como  caricatu-  meses  de  su  propia  invención. 


TEKCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    VI.  117 

gunos  nías  de  lo;  antiguos  escritores  habían  tratado  de 
arreglarse  á  las  mismas  doctrinas  seguidas  por  él. 

Esta  tragedia,  pues,  que  viene  á  ser  una  especie  de 
apéndiceá  su  discurso ,  y  como  un  ejemplo  práctico  de 
la  aplicación  de  sus  doctrinas,  está  enteramente  ajus- 
tada á  los  modelos  de  la  escuela  francesa,  especialmen- 
te á  los  de  Racine;  todas  las  reglas,  hablando  técnica- 
mente, inclusa  la  de  no  dejar  nunca  la  escena  vacía 
durante  !a  representación  de  un  acto,  están  rigurosamen- 
te observadas;  pero,  á  pesar  de  todo,  la  composición 
es  tan  fría  como  regular;  semejante  á  los  límpidos  rau- 
dales que  descienden  de  los  Alpes,  su  misma  pureza  re- 
vela ¡as  frígidas  regiones  de  donde  salen.  Su  versifica- 
ción en  endecasílabos  asonantados  se  aparta  lo  mas  po- 
sible del  fuego ,  robustez  y  soltura  de  la  antigua  poesía 
castellana  ,  que  tanto  florece  en  el  drama  del  siglo  xvn; 
su  acción  es  lánguida  ,  y  la  catástrofe,  huyendo  el  autor 
del  escollo  de  ensangrentar  la  escena,  viene  á  daren  el 
opuesto,  y  deja  ya  de  ser  catástrofe.  No  se  trató  siquie- 
ra de  ponerla  en  escena,  y  su  lectura  influyó  muy  poco 
en  la  opinion  pública. 

Montiano,  sin  embargo,  no  desmayó  por  eso.  En 
1753  publicó  otro  discurso  crítico  y  otra  tragedia  con 
iguales  condiciones  y  los  mismos  defectos,  tomada  del 
reinado  y  muerte  de  Ataúlfo ,  tal  como  se  refiere  en  los 
antiguos  cronicones;  pero,  así  como  la  anterior,  ni  llegó 
á  representarse,  ni  es  hoy  leida7. 


7  «Discurso  sobre  las  comedias  (Berlin,  1794,  \S." ,  t.  xxn,  p.  9o). 
españolas  ele  D.  Agustín  Montiano  y  Pero  la  noticia  mas  circunstancia- 
Luyando»,  Madrid,  1750,  8.u;«D¡s-  da  de  su  vida  y  escritos  se  hallara  en 
curso  segundo  »,  Madrid ,  1755,  8.°  su  «Oración  fúnebre»,  por  el  muy 
Tradújolos  ambos  al  francés  M.  Her-  reverendo  padre  maestro  Vr.  Alonso 
millv,  y  de  ellos  y  de  su  autor  se  ha-  Cano,  Madrid  ,  1765.  4.°  Nació  Mon- 
ee mención  en  las  «Obras  de  Lessing»  tiano  ,  según  allí  se  lee,  en  Vallado- 


118  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

La  primera  comedia  ajustada  á  las  reglas  francesas 
que  apareció  en  castellano,  fué  una  traducción  del  Pré- 
jugé  á  la  mode,  de  Lachaussée,  hecha  por  Luzan,  é  im- 
presa en  17o  I 8,  en  la  que  este  tuvo  la  acertada  precau- 
ción de  emplear  los  asonantt :s,  tan  populares  en  España. 
Siguió  á  ella,  en  1754,  la  At  alia ,  de  Racine,  tradu- 
cida en  verso  suelto  y  con  mucha  gracia  por  Llaguno  y 
Amírola,  secretario  de  la  Heal  Academia  de  la  Historia. 
Pero  la  primera  comedia  española  original  de  este  géne- 
ro fué  la  Petimetra  (Je  Moratin  el  padre.  Imprimióse  en 
1762,  precedida  de  una  disertación,  en  la  que.  si  bien 
se  aprecian  ,  aunque  imperfectamente,  las  buenas  pren- 
das que  brillan  en  la  escuela  de  Lope  y  Calderón,  se 
poden  muy  de  bulto  sus  defectos,  dejando  mal  parados 
á  los  antiguos  ingenios  dramáticos. 


lid  en  1697,  y  pasó  su  niñez  :il  cuida- 
do de  un  lio,  que  ocupaba  alli  uu 
puesto  distinguido  en  la  administra- 
ción. A  la  edad  de  veinte  años  escri- 
bió su  «Robo  de  Dina»,  poema  en 
1Í2M  octavas,  escrito  en  estilo  mas 
puro  y  castizo  del  que  a  la  sazón  se 
acostumbraba,  aunque  falto  de  vigor 
y  nervio,  y  versando  sobre  un  asnillo 
muy  poco  á  propósito  para  el  caso 
(«Génesis»,  cap.  24).  Imprimióse  pri- 
meramente sin  su  consentimiento  ,  y 
mas  tarde,  en  Barcelona  sin  año  ,  cui- 
dando él  mismo  de  la  im¡ 
Montiano  fué  oficial  de  la  secretaria 
de  Estado  .  y  pasó  en  Madrid  los  años 
mas  lloridos  desu  vida,  consagrando 
el  tiempo  que  los  negocios  le  deja- 
ban libre  al  cultivo  de  las  letras,  y 
gastando  una  buena  parle  de  sus 
rentasen  socorrer  a  literatos  menos 
favorecidos  que  él  por  la  fortuna.  A 
su  muerte,  ocurrida  en  17Go,  era  di- 
rector de  la  Meal  Acad,  de  la  Histo- 
ria, á  la  que  leyó  la  oración  sobre 
Alonso  Cano  arriba  citada.  El  asunto 
desu  «Ataúlfo»  esta  sacado  de  la 
«Crónica  general  »,  parle  n,  cap  22. 
La  «Virginia»,  asi  en  el  modo  de 
presentar  las   costumbres  romanas 


como  en  el  e-tro  poético,  no  puede 
de  mai. era  alguna  sostener  la  com- 
paración con  la  tragedia  de  Allien 
al  mismo  asunto.  Lo  cierto  es  que 
Montiano  era  tan  ciego  partidario 
v  admirador  de  la  escinda  france- 
sa, que  su  obcecación  y  entusias- 
mo por  ella  le  impedían  comprender 
las  excelencias  \  bellezas  que  encier- 
ra la  castellana.  En  la  «Aprobación» 
que  escribió  para  la  edición  del 
Quijote»  de  Avellaneda  ,  publicada 
en  4732,  dire,  comparando  la  su- 
puesta segunda  ¡  arle  de  este  con  la 
genuina  de  Cervantes  :  "No  creo  que 
ningún  hombre  de  juicio  pueda  de- 
clararse en  favor  de  Cervantes  si 
compara  una  paite  con  otra». 

8  «La  razón  contra  la  moda»  (Ma- 
drid. 8.°,  1751)  salió  á  luz  sin  el  nom- 
bre del  traductor,  y  contiene  una  mo- 
desta defensa  de  las  reglas  clásicas 
francesas  en  forma  de  dedicatoria  á 
la  marquesa  de  Sarria,  insistiendo 
sobre  su  utilidad,  y  atacando  enérgi- 
ca, aunque  embozadamente,  la  inmo- 
ralidad «leí  drama  antiguo. 

Las  obras  de  Moratin  ,  el  padre,  se 
bailarán  en  el  t.  n  de  la  «  Biblioteca  » 
de  Rivadeneyra. 


TERCERA    ÉPOCA. CAPITULO    VI.  H9 

En  la  comedia  misma  trató,  según  parece,  Moratin, 
de  contemporizar  hasta  cierto  punto  con  los  afectos  y  sen- 
timientos del  público,  en  aquella  parte  en  que  todavía 
manifestaba  apego  por  la  antigua  escuela,  y  por  las  des- 
graciadas é  insulsas  imitaciones  que  de  vez  en  cuando 
salían  á  la  escena.  Repartióla,  pues,  en  tres  jornadas, 
siguiendo  la  antigua  usanza  ,  y  empleólos  antiguos  me- 
tros castellanos,  usando  unas  veces  la  rima  perfecta  y 
otras  el  asonante.  Pero  el  compromiso  que  envolvía  esta 
especie  de  transacción  no  fué  cordialmente  aceptado. 
El  carácter  principal  de  la  comedia,  D.a  Jerónima,  está 
débilmente  trazado  .  y  si  bien  es  cierto  que  la  versifica- 
ción y  el  estilo  son  siempre  fáciles  y  corrientes,  y  algu- 
nas veces  hasta  bellos,  también  lo  es  que  la  tentativa  de 
conciliar  el  genio  de  la  antigua  comedia  con  lo  que  Mo- 
ratin llama  en  la  portada  de  su  obra  «el  rigor  del  arte», 
no  tuvo  buen  éxito.  Otra  tentativa  análoga  hizo  al  año 
siguiente  en  la  tragedia,  tomando  por  asunto  la  muerte  de 
Lucrecia,  y  adoptando  mas  francamente  las  reglas  con- 
vencionales del.  teatro  francés ,  pero  tampoco  tuvo  me- 
jor resultado.  Wi  una  ni  otra  alcanzaron  los  honores  de 
la  pública  representación. 

Cupo  esta  distinción,  en  1770,  aunque  con  alguna  di- 
ficultad, á  la  tragedia  del  mismo  autor  titulada  Horme- 
sinda,  primer  drama  original  á  la  manera  de  Comedie 
y  de  Racine,  que  apareció  en  los  teatros  públicos  de  Es- 
paña. Fúndase  su  acción  en  sucesos  enlazados  con  la 
invasion  sarracena  y  las  hazañas  de  Pelayo ,  y  está  es- 
crito, así  como  la  Lucrecia,  en  las  estrofas  irregulares, 
parte  rimadas  y  parte  no,  conocidas  en  castellano  con 
el  nombre  de  diva,  y  que  son,  por  su  naturaleza,  laclase 
de  verso  mas  acomodada  para  la  improvisación. 


120  HISTORIA    DE    LA    LITEP.ATTRA    ESPAÑOLA. 

El  buen  éxito  obtenido  en  parle  por  esta  pieza,  que, 
á  pesar  de  una  infundada  conjuración  contra  ella ,  era 
digna  del  favor  con  que  fué  acogida,  indujo  ásu  autor, 
en  1777,  á  escribir  su  Guzman  el  Bueno,  dedicado  á  su 
protector  el  duque  de  Medina -Sidonia,  descendiente  de 
aquel  ilustre  personaje,  y  que  se  liabia  ocupado  algu- 
nos años  antes  en  traducir  al  castellano  la  Iftgenia ,  da 
Racine.  El  carácter  bien  conocido  del  héroe,  que  pre- 
firió la  muerte  de  su  hijo  por  los  árabes  á  la  entrega  de 
la  plaza  de  Tarifa,  cuya  defensa  le  estaba  encomenda- 
da, si  bien  no  está  pintado  con  todo  el  vigor  de  las  an- 
tiguas crónicas  ni  del  drama  de  Guevara  .  está  al  menos 
bien  sostenido  ,  y  revela  mayor  esfuerzo  poético  que  las 
demás  obras  dramáticas  de  este  escritor.  Pero  este  es 
quizá  su  único  mérito  ;  por  lo  demás,  la  última  tragedia 
de  Moratin,  ni  obtuvo  mejor  fortuna  que  la  primera ,  ni 
tal  vez  la  merecia. 

Cadahalso,  su  amigo,  de  quien  ya  tratamos  anterior- 
mente, calificándole  de  partidario  de  las  mismas  doctri- 
nas ,  dio  un  nuevo  paso  en  la  imitación  de  los  clásicos 
franceses.  Su  Don  Sancho  García,  tragedia  ajustada  alas 
reglas,  aunque  fria,  se  imprimió  en  1771  .  y  fué  repre- 
sentada algo  después.  Está  escrita  en  endecasílabos  pa- 
reados; innovación  que  no  podia  menos  de  tildarse  de 
monótona  en  un  teatro  como  el  español ,  donde  siempre 
sehabia  hecho  gala  de  una  lozana  y  abundante  varie- 
dad de  metros.  No  tuvieron  mejor  éxito  los  esfuerzos 
hechos  por  Sebastian  y  Latre  para  ajustar  á  las  nuevas 
teorías  dramáticas  dos  comedias  antiguas,  una.de  Ro- 
jas y  otra  de  Moreto .  que  aun  hoy  dia  siguen  represen- 
tándose ,  y  reducirlas  al  estrecho  límite  de  las  tres  uni- 
dades ,  á  pesar  de  que  los  gastos  necesarios  para  poner 


TKRCÉRA    ÉPOCA. CAPÍTULO    VI.  121 

en  escena  una  de  ellas  fueron  costeados  por  el  ministro 
de  Estado,  conde  de  Aranda.  igual  fin  tuvieron  las  ten- 
tativas hechas  por  Trigueros,  de  ajustar  algunas  de  las 
mejores  comedias  de  Lope  de  Vega  al  mismo  sistema. 
Era  tanta  la  diferencia  de  ambas  escuelas,  y  tan  violen- 
to su  maridaje,  que  debia  necesariamente  perderse  en 
la  refundición  gran  parte  de  la  gracia  y  agudeza  de  los 
originales,  quedando  de  este  modo  defraudada  lana- 
tura!  esperanza  de  los  espectadores  9. 

Iriarte,  mas  conocido  como  poeta  didáctico  y  fabulis- 
ta ,  goza,  sin  embargo  ,  el  honor  de  haber  escrito  la  pri- 
mera comedia  original  sujeta  al  rigor  del  arte,  que  se  re- 
presentó en  España.  Siendo  aun  muy  joven,  compuso 
una,  que  no  conceptuó  digna,  según  parece,  de  figurar 
después  en  la  colección  de  sus  obras  ;  ocupóse  también 
en  traducciones  de  Voltaire  y  de  Destouches  y  en  algu- 
nos otros  ensayos  de  menos  importancia,  escribiendo, 
por  último,  dos  comedias  completamente  originales,  que 
valen  mas  que  cuanto  habia  antes  producido  en  este  gé- 
nero la  escuela  á  que  pertenecía.  Una  de  ellas ,  El  sefío- 
ritomimado,  apareció  en  1778,  y  la  otra,  La  señorita  mal 
criada,  diez  años  después.  La  primera  tiene  por  objeto 

9  El  «  Don  Sancho  García  »  de  C.a-  de  Sevilla»,  reducidas  á  las  tres  uni- 

tahalso  se  imprimió  por  primera  vez  dades  por  O.  Candido  Mana  Trigue- 

en  1771  con  el  nombre  de  Juan  de  ros,  se  imprimieron  en  Madrid  yen 

Valle  y  en  1801  con  e!  de  su  verdade-  Londres.  Este  ultimo  autor  gozó  una 

ro  autor,  acompañado  de  una  pobre  reputación  transitoria  hacia  lines  del 

imitación  en  prosa  de  las  «Noches  lú-  siglo  xvín  ,  y  su  obra  principal  «La 

gubres»  de  Young  y  otras  varias  com-  Riada»,  que  consta  de  cuatro  cantos 

posiciones.  «Las  refundiciones»  de  en  silvas,  fué  atacada  en  una  carta 

Laire  se  imprimieron  con  bastante  de  Vargas  Ponce  y  en  un  discurso 

lujo,  probablemente  á  expensas  del  satírico  que  Forner  publicó  con  el 

conde  de  Aranda,  con  el  titulo  de  nombre   de   Antonio   \  aras.   Ignoro 

«Fnsavo  sobre  el  teatro  español»,  cuándo  murió;  pero  en  la  « Bibliote- 

Madrid  ,  1773,  en  fól.  menor.  Latassa  ca»  de  Sempere  y  Guarinos,  t.  vi,  se 

(«Bibl.  Nueva»,  t.  v,  p.  513)  hace  mé-  encuentra  una  lista  de  sus  obras  y 

rilo  de  este  autor,  que  murió  en  1792.  algunas  noticias  de  su  vida. 
«El  anzuelo  de  Fenisa»  y  la  «Estrella 


122  HISTORIA    f)E    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

demostrar  los  daños  producidos  por  la  indiscreta  indul- 
gencia de  una  madre  en  la  educación  de  su  hijo ,  y  la 
segunda  iguales  perjuicios  ocasionados  por  el  ciego  ca- 
riño y  el  descuido  de  un  padre  rico  con  su  hija.  Una  y 
otra  constan  de  tres  actos,  y  están  escritas  en  versos 
cortos  rimados,  género  de  versificación  siempre  grata 
á  oidos  españoles.  Hay  en  ambas  caracteres  bien  de- 
lineados y  un  estilo  fácil  y  agradable ,  y  que  si  no  revela 
gran  travesura  de  ingenio,  no  está  enteramente  falto  de 
cierta  originalidad  de  pensamiento.  Pero  exceptuando 
estas  comedias  de  Iriarte ,  las  de  Moratin ,  y  una  ,  poco 
feliz  por  cierto,  de  Melendez  Yaldés  en  1784,  sacada 
de  las  bodasdeCamachoen  el  Quijote,  con  algunas  poe- 
sías pastorales  bastante  buenas,  aunque  no  muy  aco- 
modadas á  las  rústicas  y  maliciosas  agudezas  de  Sancho, 
nada  hay  en  la  Talía  española  del  último  periodo  del 
reinado  de  Carlos  III 10  que  sea  digno  de  mención. 

Peores  aun  fueron  los  ensayos  hechos  en  la  tragedia. 
La  Numancia  destruida,  escrita  por  Avala,  literato  y  cen- 
sor de  los  teatros  públicos  de  Madrid  ,  se  puso  en  esce- 
na en  1775.  El  argumento  es  el  mismo  que  el  de  la  Nu- 
mancia de  Cervantes;  pero  los  horrores  del  asedio  no 
excitan  tan  vivamente  la  simpatía  del  auditorio  como  la- 
pintura  de  los  padecimientos  individuales  de  los  numan- 
tinos,  hecha  por  el  autor  del  Quijote,  y  por  lo  tanto  pro- 
duce mucho  menos  efecto.  No  carece,  sin  embargo,  de 
mérito  en  su  desempeño.  Échase  de  ver  en  esta  tragedia 
la  tentativa,  á  que  ya  aludimosanleriormente,  de  tran- 

10   Las  «Obras  de  triarte»  (Ma-  so  intituln  «Hacer  que  hacemos».  «Las 
drid,  1805,  ocho  lom.  12.°)  contienen  bodasde  Camacho»,  de  Melendez  Val- 
todas  sus  comedias,  excopio  la  pri-  des,  se  hallara  en  el  segundo  tomo 
mera  ,  que  compuso  cuando  no  con-  de  sus  obras,  1707. 
laba  mas  que  diez  y  ocho  años,  y  que 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  VI.  123 

sigir  hasta  cierto  punto  con  el  gusto  del  público  en  pun- 
to á  la  versificación,  pues  se  emplean  los  asonantes  cas- 
tellanos, aunque  usados  en  versos  largos,  como  si  el  au- 
tor hubiera  querido  al  propio  tiempo  pagar  tributo  á  la 
moda  francesa  ;  tentativa  que  no  fué  mas  afortunada  que 
la  anterior;  por  lo  demás,  e!  estilo  es  rico  y  enérgico 
y  la  entonación  elevada.  Tal  vez  los  ardientes  arranques 
de  patriotismo  y  de  odio  á  la  opresión  extranjera  que 
contiene  hayan  contribuido  á  que  esta  tragedia  se  pusie- 
ra en  escena,  tanto  quizá  como  su  verdadero  mérito  poé- 
tico. 

La  Raquel,  de  Huerta,  impresa  en  17.7,8,  tres  años  des- 
pués de  la  Numancia.  no  honra  tanto  á  su  autor,  y  pro- 
dujo en  el  público  una  impresión  menos  duradera.  E! 
argumento ,  que  es  el  mismo  de  la  Judía  de  Toledo,  ma- 
nejado ya  con  bastante  frecuencia  por  los  poetas  espa- 
ñoles, está  tomado  de  una  comedia  de  Diamante;  y  aun 
cuando  Huerta  ordenó  algo  mejor  los  materiales  que  es- 
ta le  ofrecía,  y  los  revistió  de  mas  grave  y  sonora  ver- 
sificación, disminuyó  algún  tanto  el  movimiento  y  es- 
pontaneidad de  la  acción,  por  la  necesidad  de  reducirla 
á  las  rígidas  convenciones  que  se  impuso,  y  la  hizo  per- 
der mucho  de  su  primitivo  interés;  de  suerte  que,  á pe- 
sar de  la  grande  aceptación  que  tuvo  en  un  principio, 
cayó  prontamente  en  olvido". 

El  primero  que  obtuvo  un  verdadero  triunfo,  intro- 
duciendo en  la  escena  española  algo  de  la  francesa,  fué 
Jovellanos,  si  bien  no  siguió  rigurosamente  el  clasicis- 
mo de  Racine  y  de  Boiieau.  Había  este  escritor  en  sus 

«  «Las  tragedias»  de  Avala  se  lian  la  «Electra»  de  Sófocles»  v  la  «Zaira» 

impreso  varias  veces.  La  «Haquel»  de  de  Voltaire.  La  edición  primitiva  de 

Huerta  se  hallará  entre  su    obras  (to-  la  «Raquel»  es  anónima  ,  sin  fecha  ni 

mo  i,  1786),  con  sus  traducciones  de  lugar  de  impresión. 


12 i  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

verdes  años  compuesto  una  tragedia  intitulada  Pelayo, 
en  el  mismo  género  de  metro  que  la  Numancia  de  Aya- 
la,  y  tomando  casi  el  mismo  argumento  que  Moratin  el 
padre  usó  en  su  Hormesinda;  pero  el  ilustre  filósofo  y 
político,  aunque  escribía  muy  buenos  versos  líricos,  no 
tenia ,  sin  embargo  ,  las  dotes  necesarias  para  poeta  trá- 
gico. Fué,  no  obstante  (lo  que  importa  algo  mas),  un 
hombre  de  bien  en  tuda  la  extension  de  la  palabra.  La 
honradez  de  sus  sentimientos  y  su  filantropía  le  mo- 
vieron á  escribir,  en  1773,  su  Delincuente  honrado,  en 
que  se  propuso  combatir  la  crueldad  e  ineficacia  de  las 
terribles  leyes  contra  el  desafío,  que  estaban  aun  vi- 
gentes en  España.  Es  esta  una  comedia  sentimental,  en 
prosa  .  por  el  estilo  del  Hijo  natural,  de  Diderot,  que, 
además  de  ser  el  primer  ensayo  de  este  género  en  la 
escena  española ,  reúne  la  circunstancia  de  haber  conse- 
guido mejor  fortuna  que  todas  las  demás  que  la  siguie- 
ron. Su  argumento  está  reducido  á  lo  siguiente:  un  ca- 
ballero después  de  rehusar  repetidas  veces  un  duelo, 
mata  en  desafío  y  sin  testigos  á  su  contrario,  indigno 
esposo  de  una  señora  con  la  cual  el  matador  se  casa  mas 
adelante;  mas  confesando  después  su  delito  por  salvar 
á  un  amigo,  injustamente  acusado  de  aquel  homicidio, 
es  condenado  á  muerte  por  un  juez  inflexible,  que  im- 
pensadamente resulta  ser  su  mismo  padre,  salvándose, 
por  último,  del  suplicio  por  la  clemencia  del  Rey,  aun- 
que no  de  una  pena  rigurosa. 

Desde  luego  se  echa  de  ver  lo  mucho  que  un  argumen- 
to como  este  se  presta  á  situaciones  interesantes  y  doloro- 
sas escenas;  supo  Jovellanos  aprovecharlas  con  destreza, 
manejando  el  asunto  de  la  manera  mas  sencilla  y  opor- 
tuna ,  con  gran  calor  y  afecto  en  los  sentimientos,  y  en 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    V!.  125 

un  estilo  cuya  pureza  y  corrección  no  son  el  menor  de 
sus  atractivos.  La  comedia  de  El  delincuente  honrado  fué, 
pues,  muy  bien  acogida  desde  luego,  y  siempre  que  sea 
bien  representada,  no  dejará  de  arrancar  lágrimas  á  los 
espectadores.  Hízose  por  primera  vez  en  uno  de  los  tea- 
tros reales,  sin  saber  el  nombre  de  su  autor;  difundióse 
en  seguida  por  toda  España,  representándose  en  Cádiz 
en  castellano  y  en  francés,  y  por  último,  llegó  áser  fami- 
liar en  los  teatros  de  Francia  y  Alemania  ;  éx.ilo  porten- 
toso, de  que  no  había  ejemplo  mucho  tiempo  antes  en  la 
historia  literaria  de  España1"2. 

Desde  la  primera  tentativa  de  introducir  en  la  esce- 
na española  comedias  ajustadas  á  los  modelos  franceses, 
habíase  suscitado  una  reñida  contienda,  que,  si  bien 
parecía  deber  terminar  á  favor  de  los  innovadores,  se  ha- 
llaba aun  muy  lejos  de  estar  completamente  acabada. 
En  1762  Moratin  el  padre  publicó  lo  que  él  llamaba  Des- 
engaño al  teatro  español,  en  tres  valientes  discursos  con- 
tra el  teatro  antiguo,  y  especialmente  contra  los  autos 
sacramentales  en  general ,  en  que,  sin  desconocer  e!  mé- 
rito poético  de  los  de  Calderón,  declaraba  y  sostenía  que 
representaciones  tan  rudas,  groseras  y  blasfemas  como 
lo. eran  aquellas  por  punto  general,  no  debían  tolerar- 
se en  una  nación  culta  y  devota.  Por  lo  que  toca  á  los  \ 
autos,  las  reclamaciones  de  Moratin  fueron  escuchadas 

12  Yo  poseo  la  octava  edición  del  obras,  publicadas  por  Cañedo).  Es 

«.  Delincuente  honrado»,  1^05,  en  la  cosa  digna  de  notarse  que  precisa- 

cual  todavía  no  consta  el  nombre  de  mente  cuando  apareció   en   España 

su  autor.  Fué  tan  popular  esta  come-  el  «  Delincuente  honrado»  publicaba 

(li.¡,  que  se  imprimió  muchas  veces  también  en  Francia  Fenouillet  una co- 

clandestinamente  por  copias  sacada  media  con  el  mismo  titulo,  eL'Hon- 

(I  ura  ii  le  su  representación  en  los  mis-  néte  crimine!»,  bien  que,  lacrad*'  es- 

mos  teatr  is,  v  aun  Fué  ptiesta  en  nía-  la  circunstancia,  en  nada  se  parecen 

los  versos  antes  de  que  Jovellaoos  una  y  otra ,  ni  aun  en  su  argumento. 

auto:  ¡/.ase  la  impresión   del  manus-  («Theatre  du  second  ordre  »,  ele  ) 
crilo  origina!  (Véase  el  t.  vn  de  sus 


126  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

y  tuvieron  buen  éxito .  siendo  prohibida  su  representa- 
ción por  una  pragmálica  de  17  de  junio  de  1765  ;  y  si 
bien  es  cierto  que  aun  en  el  presente  siglo  no  puede  de- 
cirse que  hayan  desaparecido  del  todo  en  pueblos  y  al- 
deas, donde  ya  de  muy  antiguo,  y  anteriormente  ai  rei- 
nado de  D.  Alonso  el  Sabio,  hacian  la  delicia  del  vulgo, 
también  lo  es  que  ni  en  Madrid  ni  en  las  ciudades  prin- 
cipales han  vuelto  á  representarse  desde  su  prohibi- 
ción13. 

Pero  esto,  y  no  mas,  fué  lo  que  alcanzó  Moratin.  En  la 
escena  profana  nada  influyeron,  por  punto  general,  ni  su 
poesía  ni  su  ingenio.  Dos  partidos  estacionados  en  los 
doscoliseosde  Madrid,  y  que  habían  adoptado  porcon- 
traseña  y  distintivo  una  cinta  en  los  sombreros,  capita- 
neados por  frailes  groseros  y  rudos  artesanos,  tan  osa- 
dos por  una  parte  como  desprovistos  por  otra  de  deco- 
ro y  urbanidad  .  aunque  acordes  en  .hacer  guerra  abier- 
ta a  toda  innovación,  consiguieron  impedir  hasta  1770 
la  representación  pública  de  todos  los  dramas  regulares 
escritos  por  aquellos  años.  Toleraban  hasta  cierto  punto 
á  los  antiguos  maestros,  especialmente  á  Calderón,  Mo- 
reto  y  á  los  dramáticos  del  último  períododel  siglo  xvn; 
pero  sus  autores  predilectos  eran  Ibañez,  Lobera,  el  có- 
mico Vicente  Guerrero  ,  el  coplero  Julian  de  Castro,  au- 
tor de  romances  de  ciegos,  que  acabó  su  vida  en  un 
hospital,  y  otros  de  la  misma  laya,  dignos  favoritos  del 
auditorio  que  los  aplaudía. 

Después  de  la  salida  del  conde  de  Aranda  del  minis- 

13  «Desengaño  al  teatro  español»,  el  tiempo  que  lo  conservaron,  has- 
tres  discursos  en  un  tomo  en  8."  me-  tara  leer  el  «índice  expurgatorio»  de 
nor,  p.  80.  Huella.  «Escena  española  166",  p.  84,  que  es  el  mas  volumino- 
defendida»,  Madrid,  1786,  p.  xi.m.  so  de  todos,  y  en  el  que  sen  muypo- 
l'ar.i  apreciar  debidamente  el  favor  eos  los  prohibidos,  y  aun  creo  que 
que  los  auios  tuvieron  en  España,  y  estos  son  lodos  portugueses. 


TERCERA    ÉPOCA.  —  CAPITULO    VI.  127 

terio,  en  177:3,  cambió  algún  tanto  el  estado  de  las  co- 
sas, pero  no  se  obtuvo  por  el  pronto  mejoría  alguna.  Ver- 
dad es  que  bajo  su  administración  ios  teatros  de  los  sitios 
reales  habían  abierto  sus  puertas  á  la  tragedia  y  á  la  co- 
media, representándose  en  ellos  ante  un  auditorio  esco- 
gido deia  corte,  con  bastante  acierto,  varias  traduccio- 
nes del  francés.  También  se  había  extendido  la  vigilancia 
del  Ministro  á  los  dos  coliseos  populares  de  Madrid,  in- 
troduciendo mejorasensu  parte  material,  y  ensanchando 
considerablemente e!  escenario,  desdeel  año  de  1768, en 
que  se  principió  ya  á  dar  funciones  por  la  noche14;  con- 
tinuaba, sin  embargo,  e!  teatro  en  una  situación  muy  de- 
plorable. Un  herrero  era  quien  ejercía  la  dictadura  de  la 
crítica,  y  cuya  venia  se  impetraba  para  poner  en  escena 
una  pieza  en  cualquiera  de  los  dos  coliseos;  de  manera 
que  entre  las  composiciones  regulares  traducidas  del 
francés  y  representadas  con  aplauso  ante  la  corte,  ó  las 
obras  originales  de  los  ingenios  arriba  citados  por  una  par- 
te, y  las  comedias  de  los  antiguos  poetas  dramáticos,  que 
aun  se  oian  de  vez  en  cuando  ,  y  las  compuestas  por  los 
verdaderos  favoritos  de  la  plebe,  que  predominaban  so- 
bre todas  las  demás  en  los  repertorios  teatrales  y  en  la 
general  aceplaeion,  resultaba  una  extraña  y  confusa  mez- 
cla. Pero,  cualesquiera  que  fuesen  las  producciones  pues- 
tas en  escena,  tanto  en  los  entreactos  como  al  principio 
y  fin  de  la  pieza  princ.pal  se  ejecutaban  tonadillas,  se- 
guidillas, romances  y  todo  linaje  de  entremeses,  saine- 
tes  y  bailes,  comunes  en  el  siglo  anterior,  ó  inventa- 
dos en  el  presente ,  llegando  á  veces  á  dividirse  un  mis- 
mo acto  para  dar  lugar  á  uno  ú  otro  de  aquellos  espec- 

"  Ramon  de  la  Cruz  y  Cauo,  «Teatro»,  Madrid,  1786-91,  diez  torn.  12.°, 
t.  ix,  p.  3. 


128  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAIÑOLS. 

táculos,  á  tin  de  complacer  y  agradar  á  un  auditorio  que 
se  mostraba  cada  vez  mas  intolerante  de  lodo  lo  que  no 
era  farsa  popular13. 

En  medio  de  esta  confusion  de  lo  antiguo  y  de  lo  nue- 
vo, de  la  rigidez,  corrección  y  regularidad  del  teatro 
extranjero  y  del  desaliño  y  desconcierto  de  las  produc- 
ciones nacionales  que  inundaban  la  escena,  apareció 
un  escritor  que,  por  la  fuerza  sola  de  su  natural  talen- 
to, acertó  instintivamente  con  cierto  género  no  indig- 
no del  teatro,  y  obtuvo,  gracias  á  é! ,  un  grado  de  favor 
negado  á  personas  de  mayor  importancia  poética.  Fué 
este  autor  D.  Ramon  de  la  Cruz,  de  noble  cuna  y  em- 
pleado del  gobierno  de  Madrid,  nacido  en  1731,  y  que 
desde  1765  hasta  su  muerte,  ocurrida  á  fines  del  siglo, 
entretuvo  constantemente  al  público  de  la  capital  con 
producciones  que  así  servían  para  deleitar  al  publico  en 
los  teatros  de  Palacio  como  en  los  coliseos  públicos  y 
en  los  de  algunas  casas  de  la  nobleza,  como  eran  el  de 
la  duquesa  de  Osuna  y  el  del  conde  de  Aranda,  minis- 
tro de  Estado. 

Escribió  este  autor  sobre  trescientas  composiciones, 
de  las  cuales  tan  solo  imprimió  una  tercera  parte,  las 
mas  de  ellas  simples  farsas,  sin  otro  objeto  que  el  de  agra- 
dar al  vulgo.  Llenan  unos  diez  tomos,  y  en  todas,  con 
muy  raras  excepciones,  usó  su  autor  los  versos  cortos 
del  antiguo  drama  nacional.  Diólas  diferentes  nombres, 
que  unas  veces  son  bastante  característicos,  y  otras  no 
tanto,  pues  unas  son  llamadas  caprichos  dramáticos  ,  tal 
vez  porque  su  índole  no  permite  calificarlas  de  una  ma- 
nera mas  adecuada;  otras  saínetes  para  cantar,  y  otras, 

13  L.  V.  Mora  fin,  «Obras»,  t.  i¡,  parle  1.a,  prólogo. 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    VI.  129 

en  ñn .  tragedias  burlescas.  En  ciertos  y  determinados  ca- 
sos, no  solo  carecen  de  título  especial,  sino  que  hasta 
faltan  los  nombres  de  los  personajes,  leyéndose  única- 
mente los  de  los  actores  encargados  de  sus  diversos  pa- 
peles ;  y  en  otros  son  designadas  con  el  de  loas ,  entre- 
meses y  zarzuelas,  aunque  en  verdad  tienen  muy  poca  se- 
mejanza con  las  composiciones  conocidas  con  estos  nom- 
bres en  el  antiguo  teatro.  Alguna  vez,  como  en  la  Clemen- 
tina, el  autor  trató  de  ajustarse  á  las  reglas  de  la  escuela 
francesa ;  mas  siendo  estas  poco  acomodadas  á  su  genio, 
casi  siempre  prescindió  de  ellas.  Su  principal  mérito 
consiste  en  sus  saínetes .  y  así  es  que  cuando  Duran  ,  á 
quien  tanto  debe  el  teatro  español ,  trató  de  publicar 
una  colección  escogida  del  de  D.  Ramon  de  la  Cruz,  se 
limitó  tan  solo  á  recoger  y  publicar  como  unos  ciento  y 
diez  de  sus  saínetes. 

Sus  argumentos  son  variados  y  de  desigual  exten- 
sion; mas  en  medio  de  su  variedad,  tienen  una  circuns- 
tancia, que  les  aseguró  siempre  buena  acogida  ,  y  es  la 
deestar  generalmente  fundadosen  las  costumbres  de  las 
clases  media  e  íntima  de  la  sociedad  de  la  corte,  lasque 
el  autor  supo  retratar  con  gran  verdad  y  viveza,  ora 
escogiese  sus  personajes  en  las  tertulias  de  medio  pelo, 
en  las  que  un  apuesto  y  almibarado  abate  y  un  cortejo 
reconocido  se  disputaban  los  favores  del  ama  de  la  casa; 
ora  en  el  concurrido  salon  del  Prado  y  entre  los  ociosos 
de  la  Puerta  del  Sol ,  donde  los  atavíos  y  modas  de  los 
petimetres  daban  al  populacho  ocasión  para  burlas  y 
graciosos  dicharachos  ;  ora,  por  último,  en  el Lavapiés  y 
Maravillas,  donde  la  clase  baja ,  con  sus  vistosos  y  pin- 
torescos trajes,  y  sus  costumbres  tradicionales  é  inva- 
riables, reinaba  libre  y  exclusivamente. 

TOM.    IV.  9 


130  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

En  todas  circunstancias  y  condiciones  D.  Ramon  de 
la  Cruz  acertó  con  sus  saínetes  á  entretener  agradable- 
mente á  su  auditorio,  aun  cuando  se  cuidó  muy  poco 
de  dar  un  giro  dramático  á  sus  combinaciones  y  prepa- 
rar un  desenlace;  aunque  su  estilo  es  generalmente  in- 
correcto y  poco  esmerada  su  versificación,  sin  embar- 
go sus  saínetes  están  tan  llenos  de  gracias  y  chistes ,  y 
sus  caracteres,  que  bien  pudieran  llamarse  caricaturas, 
están  tan  bien  trazados,,  y  retratan  con  tanta  exacti- 
tud las  costumbres  del  pueblo,  son  tan  nacionales  en 
su  forma  y  entonación,  que  parecen  hechos  para  servir 
de  remate  y  acompañamiento  á  los  dramas  de  Calde- 
rón y  de  Lope,  con  los  que  tienen  al  menos  de  común 
el  ser  dictados  por  ei  espíritu  popular  1tj. 

La  prensa,  entre  tanto,  daba  ya  mas  señales  de  vi- 
da. Sedaño  publicaba  su  Jahel,  tomada  del  Libro  de  los 
Jueces,  Lassala  su  Ifigenia,  Trigueros  sus  Tenderos  de 
Madrid,  y  Cortés  su  Atahualpa;  estas  dos  últimas,  es- 


16  [¿;i  el  prólogo  responde  á  Signo-  grésera.  En  1845-6  D.  Adolfo  de  Cas- 
relli,  quien  en  et  cap.  7  del  lib.  9  de  sa  tro  publicó  en  Cádiz  una  colección 
«Sloria  dei  teatri»le  dióunrudo  ata-  de  sus  obras,  entre  las  cuales  bay 
que,  principalmente  sobre  ciertas  ira-  unos  treinta  saínetes, una  tragedia 
ducciones  que  La  Cruz,  no  babia  pu-  intitulada  «Numa»,  una  comedia  en 
blicado,  según  parece.  La  colección  tres  netos  con  el  titulo  de  «La  ma- 
de saínetes,  tanto  impresos  como  iné-  dre  hipócrita  »,  un  poema  á  manera 
ditos,  de  D. Ramon  de  hi  Cruz,  con  un  de  invectiva  contra  los  franceses,  lln- 
discursoprelimin  irdeD.  AgustinDu-  mado  «La  Galíada  »,  y  una  escena  lí- 
ran,  etc.,  se  imprimió  en  Madrid  en  rica  sobre  el  asunto  de  Aníbal;  todo 
•1843,  dos  torn.  8.°  Baena,  «Hijos»,  ello  en  cuatro  torn,  en  8.°  Lo  mejor 
etc.,  t.  iv,  p.  2S0,  trac  noticiáis  de  su  de  todo  son  sus  «Saínetes»,  los  cua- 
vida.  les,  por  la  variedad  de  sus  asuntos,  la 

Casi  al  mismo  tiempo  que  D.  Ka-  fidelidad  y  exactitud  coa  que  están 
mon  de  la  Cruz  entretenía  a!  público  pintadas  las  costumbres  nacionales, 
de  Madrid  con  sus  farsas  y  saínetes,  y  la  sal  y  gracejo  de  su  sal  ira,  pre- 
ñada otro  tanto  en  Cádiz  Juan  Igna-  sentan  bastante  semejanza  con  los  de 
ció  Gonzalez  del  Castillo,  natural  de  D.  Ramon  de  la  Cruz,  aunque  por 
dicha  ciudad  y  apuntador  de  su  tea-  otra  parte  Castillo  nos  parece  menos 
tro.  Nació  en  1763,  y  murió  de  la  fíe-  fecundo  y  simpático,  y  se  advierte 
bre  amarilla  en  1800.  tan  sumamen-  menos  espontaneidad  y  soltura  en 
te  pobre,  que  hubieron  de  enterrar-  sus  composiciones, 
le  á  costa  de  la  parroquia  cuyo  feli- 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    VI.  131 

critas  con  aceptación  para  las  mismas  fieslas  de  1784, 
para  las  que  Melendez  compuso  con  tan  poco  éxito  sus 
Bodas  de  Camacho.  Cienfuegos ,  poeta  mas  original  y  de  ^ 
mas  ingenio  que  ninguno  de  ellos,  escribió  su  Pitaco, 
que  le  abrió  las  puertas  de  la  Academia  Española;  su  Ido- 
meneo,  del  cual ,  á  imitación  de  Alfieri ,  excluyó  la  pa- 
sión del  amor,  y  su  Condesa  de  Castilla  y  su  Zoraida, 
tomadas  ambas  de  las  antiguas  tradiciones  de  las  guer- 
ras y  contiendas  nacionales.  En  todas  estas  obras  dio 
Cienfuegos  pruebas  de  talento  ,  pero  de  talento  mas  bien 
lírico  que  dramático;  en  todas  mostró  su  adhesion  a  los 
modelos  griegos,  poco  oportunos  por  cierto  en  lo  to- 
cante á  la  Zoraida,  cuya  escena  pasa  en  los  jardines  de 
la  Alhambra1';  pero  todas  ellas,  al  menos  en  cuanto  á  su 
representación,  yacen  hoy  dia  en  completo  olvido.  Por 
otra  parte,  Huerta  en  1785  publicó  catorce  tomitos  de 
comedias  antiguas  y  uno  de  Entremeses;  obra  con  que 
pretendió  vindicar  al  teatro  español  del  siglo  preceden- 
te, y  colocarle  á  tanta  altura,  ó  quizá  mayor,  que  los  de- 
más de  Europa.  .Mas  no  acertó  Huerta  á  llenar  bien  su 
objeto;  porque  una  colección  destinada  á  realzar  el  mé- 
rito  de  los  grandes  maestros  de  la  escena  española,  y   i 
que,  por  no  hablar  de  oirás  imperfecciones,  prescindía   [ 
completamente  de  Lope  de  Vega,  llevaba  ya  en  sí  mis- 
ma un  defecto  capital.  Y  esta  circunstancia,  juntamen- 
te con  el  tono  arrogante  del  editor  en  sus  prefacios,  y  ¡a 
evidente  contradicción  de  sus  opiniones,  con  el  ejemplo 
que  ofrecían  sus  propios  trabajos  en  este  género,  tales 
como  !a  Raquel,  ajustada  enteramente  á  las  reglas  del 
teatro  francés,  y  sus  traducciones  de  la  Elcclra  de  Sófo- 

«  «Obras  de  Cienfuegos'),. Madrid,  1798,  dos  toin.  8.°  Es  la  única  edición 
publicada  por  el  autor. 


\l 


132  HISTORIA    ¡)E    LA    LITERATURA  •ESPAÑOLA. 

cíes  y  de  ¡a  Zaira  ele  Voltaire,  con  que  pretendió  defen- 
der la  escuela  francesa .  fueron  parle  para  que  su  Tea- 
tro español  no  produjese  el  efecto  que  de  otro  modo  se 
hubiera  conseguido  con  su  publicación,  no  del  todo  in- 
oportuna18. Los  Ira  bajos  de  Huerta  fueron,  con  todo,  im- 
portantes'y  tuvieron  resultados  que  el  público  supo  mas 
tarde  apreciar:  porque  las  discusiones  y  contiendas  li- 
terarias que  suscitaron  ,  contribuyeron  en  cierto  modo 
á  infundir  nueva  vida  en  el  teatro  mismo.  Ya  desde  la 
publicación  de  la  primera  tragedia  de  Montiano,  en  1750 
(fecha  que  puede  considerarse  como  el  punto  divisorio 
de  la  historia  del  teatro  español  durante  el  siglo  svm), 
habían  surgido  éntrelos  dos  opuestos  bandos  largas  dis- 
cusiones, en  que  cada  uno  pretendía  establecer  la  su- 
perioridad de  su  escuela  ;  estas  cobraron  nueva  tuerza 
y  animación,  ya  por  el  creciente  interés  que  el  drama 
nacional  excitaba  generalmente,  ya  por  el  fogoso  tem- 
peramento del  mismo  Huerta.  Uno  de  los  resultados  in- 
1'  mediatos  de  semejante  estado  de  cosas  fué  el  gran  in- 
cremento que  tomaron  las  comedias,  de  las  cuales  salie- 
ron á  luz,  durante  La  segunda  mitad  de  aquel  siglo, 
diez  veces  mas  que  en  la  mitad  anterior;  y  si  bien  se 
notaban  menos  mejoras  en  la  condición  del  teatro,  de 
las  que  podían  presumirse  de  aquella  competencia,  sin 
embargo,  hemos  visto  ya  salir  poetas  y  hombres  de  ta- 

18  Vicente  Garcia  de  la  Huerta  na-  tuvo  con  sus  contemporáneos.  No 
ció  en  17.~4  y  murió  en  1787.  Una  eslá  mal  pintado  su  carácter  en  el 
breve  reseña  de  su  vida,  une  fué  de  siguiente  epitafio,  escrito,  según  se 
alguna  importancia  literaria  y  social,  cree,  por  Iriarte,  uno  de  sus  conlrin- 
aunque  interrumpida  por  un  periodo  cantes  : 
de  desi ierro  y  de  desgracia,  se  pue- 
de ver  en  el  «Semanario  pintoresco»  De  juicio  sí,  mas  no  de  ingenio  escaso, 

M841»   n   otra    v  en  la  nota  inmedia-     Af|ui  ,Iuei't;i  el  audaz  desC;inso  ?oza  : 
iin+_,  p.  ovo),  j  en  ía  non  ínmeiiu      u-    un  pttest0  vacante  en  el  parnaso 

la  daremos  algunos  datos  sobre  las     Y  una  jaula  varía  en  Zaragoza. 

varias  contiendas  literarias  que  sos- 


TERCERA    ÉPOCA'. — CAPÍTULO    VI.  K)3 

lento,  como  I).  Ramon  de  la  Cruz,  arrastrados  por  el 
movimiento  general,  y  genios  previsores,  como  el  de  Jo- 
vellanos,  pronosticando  mejores  tiempos  para  la  (es- 
cena 19. 

Pero  el  mayor  ODStáculo  á  los  progresos  del  teatro 
consistía  en  los  muchos  escritores  que  halagaban  con  sus  \ 
obras  el  mal  gusto  de  la  clase  baja  y  del  vulgo  de  su 
tiempo. Entre  los  mas  notables  de  estos  se  cuentan  Va- 
lladares y  Zabala.  El  primero  escribió  hasta  cien  dra- 
mas sobre  todo  género  de  asuntos,  trágicos  y  cómicos, 
publicando  además  al  frente  de  su  Emperador  Alberto 
un  discurso  en  e!  sentido  de  los  de  Huerta,  en  que  pre-  L 
tendía  defender  el  drama  español  de  los  ataques  de  sus 
vecinos  los  franceses.  El  segundo  escribiría  la  mitad  de 
aquel  número,  algunos  de  los  cuales,  como  por  ejem- 
plo, sus  Víctimas  del  amor,  son  del  género  sentimental,  — =*■ 
al  paso  que  otros  ,  como  tres  que  compuso  sobre  la  his- 
toria de  Carlos  XII  de  Suecia,  son  tan  extravagantes  co- 
mo el  peor  de  cuantos  habian  escrito  los  dramáticos  á 
quienes  pretendía  imitar.  Uno  y  otro  emplearon  la  an- 
tigua versificación  .  procurando  á  porfía  seguir  y  hala- 
gar en  cuanto  podián  el  pésimo  gusto  del  público  en 
sus  composiciones  estrafalarias;  si  bien  alguna  vez  que 


D.  Jaime  Doms  atacó  á  Monliano  debieron  probablemente  circular  so- 
en  una  carta,  sin  lugar  ni  año  de  i  mi-  lamente  manuscritos,  según  la  cos- 
presioD,  y  fué  contestado  por  Do-  Cumbre  de  aquel  tiempo,  mientras 
mingo  Luis  de  Guevara  en  tros  car-  que  oíros,  contó  los  de  Cosme  Da- 
ta's (Madrid,  I7.T),  Ir?  "i ,  á  quien  di-  mián,  Tomé  Cecial  (esto  os,  J.  P.  ¡"'di- 
rigió una  contraréplica  Faustino  de  ner),  etc.,  se  imprimieron  en  1785, 
Quevedo,  en  Salamanca,  en  4754;12.°  contestando  á  ellos  Huerta  con  su 
La  publicación  del«Teatro»deHuer-  áspera  «Lección  crítica»  en  el  mis- 
t:i  excitó  aun  mayor  discusión.  El  rao  año.  Todo  este  período  de  la  lite- 
mismo  habla  (ert  su  «Escena  españo-  ratura  española  le  llenaron  casi  ex- 
la  defendida»,  Madrid,  1786,  8  °,  pá-  elusivamente  las  contiendas  de  Se- 
gina  CLiii)  del  enorme  número  de  fo-  daño,  Forner,  Huerta ,  triarte,  sus 
lletos  que  salieron  a  luz  contra  su  amigos  y  adversarios. 
«Prólogo»,  muchos  de  los  cuales 


1 3  i-  HISTORIA    riK    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

otra,  como  lo  hizo  Zavala  en  su  Triunfo  de  amor  y  de 
amistad,  escribieron  en  prosa,  y  otras,  como  en  La  de- 
fensa de  la  virtud ,  mostraron  tendencias  á  observar  las 
reglas  del  teatro  francés.  Pero  la  verdad  es  que  care- 
cían completamente  de  principio-  y  ríe  talento  poético, 
y  escribían  tan  solo  para  divertir  á  un  populacho  mas 
ignorante  aun  y  rudo  que  ellos  mismos. 

Algo  mejor  que  los  dos  anteriores,  y  seguramente 
mas  aplaudido  por  la  clase  culta  de  sus  contemporá- 
neos, fué  Cornelia  .  que  igualó  en  fecundidad  de  inge- 
nio á  Valladares.  Su  facilidad  en  escribir  y  en  inventar 
nuevas  é  inesperadas  situaciones  parecía  haber  produ- 
cido en  sus  oyentes  el  mismo  encanto  que  Lope  y  Cal- 
derón produjeron  en  su  tiempo.  Pero  por  desgracia  Co- 
rnelia carecía  del  ingenio  de  estos  grandes  hombres. 
Sus  fábulas  son  tan  enmarañadas,  y  á  veces  tan  intere- 
santes como  las  de  aquellos  poetas;  pero,  generalmente 
hablando,  rayan  en  el  mas  alto  grado  de  necedad  y  de 
absurdo.  Aun  tratando  asuntos  tan  conocidos  como  los 
de  Cristina  de  Suecia ,  Luis  XIV  y  Federico  el  Grande, 
Cornelia  prescinde  completamente  de  la  verdad  históri- 
ca, déla  verosimilitud  y  aun  de  la  conveniencia.  Su  ver- 
sificación es  también  pobrísima,  pues  aunque  empleaba 
el  género  de  metro  que  tan  popular  fué  siempre  en  Cas- 
tilla ,  carece  de  la  variedad,  riqueza  y  energía  que  tan- 
to distingue  a  los  antiguos  poetas.  Con  todo,  es  preci- 
so confesar  que  con  sus  diálogos  en  romance,  con  ¡a  ter- 
nura y  honradez  de  sus  sentimientos,  y  la  buena  elección 
del  asunto,  Cornelia  supo  de  tal  manera  ganarse  el  fa- 
vor de  su  auditorio,  que  mas  de  ciento  de  sus  dispara- 
tados dramas  (unos  en  prosa,  los  mas  en  verso,  ya  so- 
bre asuntos   históricos,  va   sobre  anécdotas  amorosas 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    VI.  135 

de  su  propia  invención)  fueron  recibidos  con  grande 
aplauso,  y  produjeron  mas  ganancia  á  los  teatros  que 
todo  cuanto  por  entonces  podían  ofrecer  á  la  multitud, 
de  quien  dependía  su  existencia  -°. 

Pero  mientras  Cornelia  gozaba  de  su  mas  alta  repu- 
tación, aparecía  un  formidable  antagonista,  no  solo  su- 
yo ,  sino  de  toda  la  raza  de  escritores  por  él  represen- 
tada. Fué  este  Mora  tin  el  jóy  en,  hijo  del  poeta  que  dio 
al  teatro  español  la  primera  comedia  original  escrita  con 
sujeción  á  las  doctrinas  francesas.  Nacido  en  1760,  su 
padre,  no  pudiendo  dejarle  una  fortuna  independiente, 
deque  carecía  él  mismo,  le  puso  de  aprendiz  en  casa 
de  un  joyero,  cuyo  oficio  ejerció  hasta  la  edad  de  vein- 
te y  tres  años,  manteniendo  de  este  modo  durante  una 
parte  de  su  aprendizaje  á  su  madre,  ya  viuda. 

Pero  su  natural  inclinación  á  la  poesía  era  demasiado 
fuerte  para  que  pudieran  sofocarla  las  apuradas  circuns- 
tancias de  su  posición.  A  los  siete  años  componía  ya 
versos,  y  á  los  diez  y  ocho  obtuvo  el  segundo  premio 
de  los  ofrecidos  por  la  Real  Academia  Española  al  me- 
jor poema  sobré  la  conquista  de  Granada ;  suceso  que 
sorprendió  mas  que  á  nadie  á  su  propia  familia,  pues  el 
joven  Moratin  había  escrito  ocultamente  su  poema  y  lo 
habia  presenlado  bajo  un  nombre  supuesto.  Otro  triun- 
fo de  la  misma  especie,  obtenido  dos  años  después, 
atrajo  nuevamente  !a  atención  del  público  sobre  el  des- 
valido joyero;  y  por  último,  en  1787,  fué  nombrado, 

,0  La  popularidad  de  Antonio  Va-  lia  época,  tales  como  Luis  Moncin, 

Hadares  tie  Sotomayor.de  Gaspar  de  Vicente  Rodriguez  de  Arellano,  José 

Zabala  y  Zamora  y  de  Luciano  Fian-  Concha,  etc.  Solo  de  Cornelia  tengo 

cisco  Cornelia,  no  fué  bastante  á  con-  treinta,  y  no  me  atrevo,  por  vergüen- 

seguir    que    se   coleccionasen    sus  za ,  á  confesar  cuántas  de  ellas  he 

obras.  Yo  poseo,  sin  embargo,  algu-  leido  por  el  único  placer  de  entrete- 

nas  comedias  sueltas  de  esios  auto-  nerme  con  sus  extravagantes  fábu- 

res  y  de  otros,  ya  olvidados,  de  aque-  las. 


136  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

por  influjo  de  Jovellanos,  secretario  de  la  embajada  es- 
pañola en  París,  pasando  á  dicha  capital  en  compañía 
del  embajador  conde  de  Cabarrus.  Durante  los  dos  años 
que  allí  estuvo,  trabó  amistad  con  Goldoni  y  con  otros 
literatos,  que  influyeron  poderosamente  en  la  dirección 
de  sus  estudios  ulteriores  y  en  el  carácter  de  sus  co- 
medias. 

De  vuelta  á  Madrid  obtuvo  la  protección  de  D.  Ma- 
nuel Godoy,  poco  después  el  poderoso  príncipe  de  la 
Paz,  y  desde  aquel  momento  su  suerte  parecía  asegu- 
rada. Pasó  con  encargo  especial,  y  por  cuenta  del  Es- 
tado, á  estudiar  los  teatros  de  Alemania  y  de  Inglater- 
ra, como  también  los  de  Italia  y  Francia;  disfrutaba  al 
mismo  tiempo  varias  pensiones  y  cargos  en  España ,  y 
á  pesar  de  que  á  su  vuelta  á  su  patria  le  aguardaba  un 
puesto  honorífico  en  la  secretaría  de  Estado,  que  habia 
de  darle  una  distinguida  posición  social,  todavía  le  que- 
dó tiempo  para  dedicarse  al  cultivo  de  las  letras,  que 
él  prefería,  y  con  mucho ,  a  toda  su  prosperidad  y  á  sus 
honores  oíiciales. 

Tan  felices  circunstancias  duraron  para  Moralio  has- 
ta la  invasion  francesa  en  1808  ,  que  sus  relaciones  so- 
ciales y  su  carácter  de  hombre  público  ocasionaron  su 
desgracia.  La  corriente  de  los  sucesos  le  privó  de  su 
puesto,  derribando  también  ásu  protector;  y  aun  cuan- 
do él  mismo  no  tomó  parte  de  modo  alguno  contra  su 
patria  en  aquellas  azarosas  circunstancias,  vióse,  sin 
embargo,  envuelto  y  complicado  con  las  nuevas  auto- 
ridades ,  en  términos  que  al  regreso  de  Fernando  VII 
fué  tratado  por  algún  tiempo  con  sumo  rigor.  Pasó,  no 
obstante,  la  tempestad,  yMoratin  volvió  de  nuevo  á  ser 
considerado  y  protegido;  mas  no  dejó  por  eso  de  sufrir. 


TERCERA    ÉPOCA. — CAPITULO    VI.  137 

Sus  amigos  yacían  cu  el  destierro,  y  viéndose  sin  ellos 
aisladoy  solitario,  pasó  á  buscarlos  á  Francia.  Un  impru- 
dente deseo  le  condujo  de  nuevo  á  su  patria,  donde  ya 
encontró  tan  cambiadas  las  cosas  por  el  despotismo,  á 
la  sazón  triunfante,  que  no  hallando  ya  la  España  que  él 
creia ,  resolvió  establecerse  definitivamente  en  Paris, 
donde  murió  en  1828,  siendo  enterrado  junto  á  Molie- 
re, á  cuyo  lado  descansa,  y  á  quien  había  honrado  y 
procurado  imitar  durante  su  vida. 

Al  empezar  Moralin  su  carrera  dramática  encontró 
por  todas  partes  obstáculos.  La  tragedia  Hnnnesinda, 
de  su  padre,  se  había  puesto  en  escena  merced  solo 
á  la  protección  ministerial  del  conde  de  Aranda  y 
contra  la  voluntad  de  los  actores  -1.  Cienfuegos,  que 
siguió  sus  huellas,  tampoco  consiguió  sino  á  duras  pe- 
nas que  se  representasen  dos  de  sus  cinco  tragedias; 
y  si  una  de  ellas  obtuvo  en  parte  favorable  acogida,  fué 
quizá  debido,  mas  que  á  otra  cosa,  á  la  circunstancia 
de  estar  fundado  su  argumento  en  sucesos  familiares  á 
todos  los  españoles  desde  el  tiempo  de  sus  antiguos  ro- 
mances, y  siempre  agradables  á  su  corazón.  Quintana, 
cuyo  nombre  era  ya  antes  de  esto  respetado,  y  que 
ejercía  no  poca  influencia ,  no  fué  mas  afortunado  con  su 
Duque  de  Visco.  Otros  escritores  se  desanimaron  al  ver  tal 
oposición,  y  desistieron  de  dedicarse  á  un  género  de 
literatura  en  que  tan  pocas  esperanzas  había  de  buen 
éxito. 

Tales  eran  las  circunstancias  de  la  escena  española 
cuando  Moralin  el  joven  se  presentó  como  candidato 
ante  el  público  de  Madrid.  La  nueva  escuela  había  ga- 

54  «Obras  postumas  de  N.  F.  Moralin»,  1825,  p.  xvi. 


138  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

nado  bastante  terreno  ,  y  Cornelia  era  el  menos  malo 
de  los  representantes  de  la  antigua;  pero  el  gusto  del 
público  no  había  cambiado,  y  los  empresarios  del  tea- 
tro se  veian  obligados,  y  aun  arrastrados  por  su  propia 
inclinación,  á  contemporizar  con  las  exigencias  y  con  el 
gusto  del  auditorio. 

Moratin  resolvió,  sin  embargo,  seguir  las  huellas  de 
su  padre,  á  cuya  memoria  siempre  profesóun  culto  sin- 
cero. Escribió,  pues,  su  primera  comedia^/  viejo  y  la 
niña,  enteramente  ajustada  á  las  reglas,  acabada  con 
gran  esmero,  aunque  dividida,  como  las  antiguas 
comedias  españolas,  en  solos  tres  actos,  y  empleando 
el  romance  octosílavo ,  siempre  popular.  Mas  cuan- 
do en  1786  ofreció  su  comedia  para  ser  representa- 
da, la  sencillez  de  la  trama,  tan  ajena  de  las  enmara- 
ñadas fábulas  con  que  tanto  se  deleitaba  aun  el  común 
de  las  gentes;  la  quietud  y  decoro  que  reinaban  en  toda 
ella,  alarmaron  á  los  adores  encargados  de  su  repre- 
sentación, y  les  hicieron  concebir  temores  acerca  de  su 
buen  éxito.  Hiciéronse  mil  objeciones,  que  juntamente 
con  otras  circunstancias,  fueron  causa  de  que  se  retar- 
dase durante  cuatro  años  su  representación:  y  cuando, 
por  último,  llegó  á  ponerse  en  escena  .  fué  recibida  con 
un  moderado  aplauso,  que  no  satisfizo  á  ninguno  de  los 
dos  partidos  extremos  en  que  se  hallaba  á  la  sazón  di- 
vidido el  auditorio:  quizá  no  fué  del  todo  injusto  el  fa- 
llo del  público  respecto  á  una  comedia  cuya  acción  es 
algún  tanto  lánguida  y  fría,  aunque  su  mérito  poético, 
por  otra  parte,  es  bastante  notable. 

Mas  sea  de  esto  lo  que  fuere,  ello  es  cierto  que  Mo- 
ratin ganó  mucho  en  consideración  y  aprecio.  Por  de 
pronto  consiguió  hacerse  oir:  su  mérito,  al  menos  en 


TERCERA    ÉPOCA. — CAPÍTULO    VI.  139 

parte,  fué  reconocido:  y  por  lo  tanto,  resolvió  seguir 
adelante,  sacando  á  la  pública  vergüenza  en  el  teatro 
mismo  á  aquellos  escritores  vulgares  que  lo  profanaban 
con  sus  absurdas  producciones.  Escribió  con  este  obje- 
to la  Comedia  nueva,  cuyo  argumento  se  reduce  á  ex- 
poner los  motivos  que  obligan  por  lo  común  á  un  autor 
necesitado  á  componer  uno  de  aquellos  desordenados  y 
extravagantes  dramas  que  con  tanto  aplauso  eran  aun 
recibidos  en  la  escena  española  ,  y  á  dar  cuenta  del  re- 
sultado de  su  primera  representación;  lodo  esto  referi- 
do por  el  aulor  mismo  y  sus  amigos  ,  reunidos  en  un  café 
contiguo  a!  teatro,  y  en  el  momento  mismo  de  la  su- 
puesta representación. 

Consta  la  comedia  de  dos  actos  en  prosa ,  y  su  desen- 
lace consiste  en  la  confusion  del  autor  y  de  su  familia  al 
oir  el  mal  éxito  de  la  pieza.  Desempeñada  con  acierto, 
produce  mayor  efecto  del  que  podia  esperarse  de  la 
sencillez  de  la  trama.  Tuvo  una  acogida  con  que  segu- 
ramente no  contaban  ni  Mora  tin  ni  sus  amigos.  Cornelia 
fué  desde  luego  designado  como  el  protagonista,  y  el 
carácter  de  algunos  otros  personajes  se  aplicó,  justa  ó 
injustamente,  á  otros  individuos  que  figuraban  por  en- 
tonces: reconociéndose  en  la  Comedia  nueva  una  bri- 
llante sátira,  severa  sin  duda  alguna,  pero  muy  bien  > 
merecida  y  felizmente  aplicada.  Desde  aquella  época, 
1792,  á  pesar  de  la  exasperada  oposición  de  los  parti- 
darios de  la  antigua  escuela  ,  adquirió  Moratin  un  pues- 
to permanente  en  la  escena  nacional,  y  lo  que  aun  es 
mas  notable,  esta  comedia  ligera,  que  casi  puede  de- 
cirse que  carece  de  acción  regular,  y  que  está  fundada 
tan  solo  en  intereses  puramente- locales,  se  tradujo, 
merced  al  ingenio  y  originalidad  que  en  ella  brillan,  y 


440  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

fué  representada  con  éxito  y  aceptación  en  Francia  y  en 
Italia  -. 

El  Baron,  que  también  consta  de  dos  actos,  en  ver- 
so, y  se  habia  escrito  primitivamente  para  cantar,  fué 
convertida  en  comedia  sin  licencia  de  Moratin,  y  repre- 
sentada en  uno  de  los  teatros  de  la  corte  durante  su 
ausencia  de  España.  A  su  vuelta  la  mejoró  con  varias 
adiciones,  y  la  hizo  representar  de  nuevo  en  1803.  Es 
la  mas  endeble  de  todas  sus  producciones  dramáticas, 
y  sin  embargo ,  fué  bien  acogida  del  público,  á  pesar  de 
una  vasta  conjuración  urdida  en  contra  de  su  autor,  y 
que  tenia  por  objeto  apoyar  otra  comedia  escrita  sobre 
el  mismo  asunto,  y  representada  al  mismo  tiempo  para 
disputarle  la  victoria. 

Mientras  Moratin  se  ocupaba  en  arreglar  su  Barón  para 
ponerla  en  escena,  traia  entre  manos  otra  comedia  en 
verso,  que  habia  de  dar  mayor  lustre  aun  á  su  reputa- 
ción. Era  esta  La  Mogigala,  escrita  ya  en  1791,  y  re- 
presentada varias  veces  en  casas  particulares,  aunque 
no  concluyó  de  retocarla  ni  fué  dada  al  público  hasta 
1804.  Es  una  excelente  muestra  de  caracteres  bien  tra- 
zados, siendo  los  dos  principales  el  de  una  joven  que, 
para  desarmar  la  severa  vigilancia  de  sus  padres,  apa- 
renta una  devoción  que  no  tiene,  y  el  de  una  prima  su- 
ya, cuyo  carácter  contrasta  singularmente  con  el  suyo, 
y  es  franca  y  simpática  de  resultas  de  un  tratamiento  en- 
teramente opuesto.  Este  asunto  colocaba  á  Moratin  en 

92  Según  una  carta  de  Moratin,  pu-  minada  cinco  veces,  no  se  obtuvo  si- 

blicada  en  el  «Semanario  pintoresco»  no  el  día  mismo  para  el  cual  esta- 

H84-Í,  p.  45),  parece  que  Cornelia  y  ba  anunciada  la  representación.  El 

sus  amigos   estorbaron    por  algún  aplauso  con  que  fué  recibida  indem- 

tiempo  la  representación  de  la  «Co-  ni/ó,  sin  embargo,  a  Moratin  de  los 

media  nueva»,  y  que  el  permiso  para  disgustos  <|ne  le  causaron  con  este 

representarla,  después  de  ser  exa-  motivo  sus  rivales  y  enemigos. 


TERCERA    ÉPOCA. — CAPÍTULO    VI.  141 

un  terreno  resbaladizo  y  expuesto,  y  así  es  que  la  In- 
quisición se  apresuró  á  prohibir  la  representación  <Je  su 
comedia;  pero  ya  no  era  este  tribunal,  otras  veces  tan 
formidable,  mas  que  un  instrumento  en  manos  del  po- 
der civil,  y  así  fué'  que  la  autoridad  del  príncipe  de  la 
Paz,  no  soio  libertó  á  Moratin  de  consecuencias  des- 
agradables, sino  que  bastó  para  que  el  público  de  Ma- 
drid pudiera  recrearse  con  la  representación  de  una 
pieza  que  deseaba  ver,  por  lo  mismo  que  habia  sido  pro- 
hibida. 

El  último  trabajo  dramático  y  original  de  Moratin  fué 
una  larga  comedia  en  tres  actos  y  en  prosa,  titulada  El 
Sí  de  las  niñas,  que  se  representó  en  1 800,  y  cuya  acción 
camina  con  mucha  naturalidad,  al  paso  que  participa  al- 
gún tanto  del  enredo  y  movimiento  que  tanto  agradaron 
en  el  antiguo  teatro  español.  Una  niña  joven,  criada  en  un 
convenio  de  monjas,  se  enamora,  durante  el  período  de 
su  educación,  de  un  apuesto  mancebo,  oficial  de  drago- 
nes: su  madre,  ignorando  estos  amores,  la  saca  del 
convento,  y  trata  de  casarla  con  un  respetable  anciano, 
á  quien  su  hija  no  ha  visto  nunca,  y  acepta  por  esposo 
por  debilidad  mas  bien  y  por  respeto  á  su  madre.  Jún- 
tanse  todos  en  una  posada  del  camino,  adonde  el  ofi- 
cial acude  para  ver  si  logrará  impedir  la  boda  ;  pero 
entonces  descubre,  con  gran  pesar  suyo,  que  su  rival 
es  su  tio,  á  quien  respeta  y  quiere  entrañablemente, 
y  á  quien  es  deudor  de  grandes  beneficios.  Los  lances 
y  enredos  de  una  noche  que  pasan  en  la  posada  pres- 
tan mucha  animación  á  la  comedia  y  están  referidos  con 
mucha  gracia;  por  otra  parle,  la  pasión  desinteresada 
de  los  amantes  y  la  benevolencia,  del  anciano  lio  au- 


142  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

menta n  la  complicada  situación  de  los  personajes  y  de 
sus  mutuas  relaciones,  produciendo  escenas  muy  inte- 
resantes y  nuevas,  y  de  gran  efecto  en  la  representa- 
ción: terminando  la  comedia  con  descubrirse  el  verda- 
dero estado  del  corazón  de  la  niña,  y  con  la  generosa 
renuncia  del  lio  en  favor  de  su  sobrino,  á  quien  nom- 
bra su  heredero. 

Hacia  ya  mucho  tiempo  que  ninguna  comedia  habia 
sido  tan  bien  recibida  en  los  teatros  españoles :  repre- 
sentóse durante  treinta  y  seis  noches  consecutivas  ante 
un  público  acostumbrado  á  oir  cada  dia  una  función 
nueva,  y  solo  dejó  de  echarse  por  sobrevenirla  Cuares- 
ma, durante  la  cual  se  cerraban  los  teatros.  La  crítica 
no  tuvo  acentos  sino  para  elogiarla,  y  el  éxito  fué  com- 
pleto. Pero  estaba  escrito  que  Moratin  no  gozada  mu- 
cho tiempo  de  su  triunfo.  Los  disturbios  de  su  país  co- 
menzaron muy  pronto,  y  ties  años  después  los  france- 
ses eran  dueños  de  casi  toda  la  Península.  Posterior- 
mente tradujo  y  arregló  con  gran  sagacidad  y  tino  dos 
comedias  de  Moliere :  La  escuela  de  los  maridos ,  que  se 
representó  en  1812,  y  El  médico  úpalos,  que  se  puso  en 
escena  en  1814;  pero  á  excepción  de  esta  y  de  otra 
traducción  poco  acertada  en  prosa  del  Hamlet  de  Sha- 
kespeare, impresa  en  1798,  y  que  nunca  llegó  á  re- 
presentarse, no  escribió  para  el  teatro  mas  que  las 
cinco  comedias  arriba  mencionadas.  Bastan  estas,  sin 
embargo,  si  no  para  constituir  una  reputación  dramáti- 
ca de  primer  orden  ,  al  menos  para  asegurar  á  su  autor 
una  fama  duradera;  pues  si  no  logró  con  ellas  fundar 
una  escuela  bastante  fuerte  para  concluir  de  una  vez 
con  las  malas  imitaciones  de  los  antiguos  maestros,  que 


TERCERA    ÉPOCA. CAPULLO    VI.  i  43 

aun  inundaban  la  escena,  han  conservado,  sin  embargo, 
y  conservan  todavía  ,  un  puesto  distinguido  en  la  litera- 
tura dramática  española  23. 

No  se  puede  dudar  que  durante  e¡  siglo  trascurrido 
entre  el  advenimiento  al  trono  de  la  casa  de  Borbon  y 
su  temporal  expulsion  por  las  armas  de  Bonaparte,  el 
drama  español  Iiabia  en  cierto  modo  adelantado.  Ha- 
bíanse construido  edificios  mas  propios  para  esta  cla- 
se de  espectáculos,  no  solo  en  la  capital,  sino  también 
en  las  principales  ciudades  del  reino.  Habíanse  adop- 
tado nuevas  y  variadas  formas  de  composición  dramáti- 
ca ,  que,  si  no  llenaban  por  completo  las  exigencias  del 
carácter  nacional,  verán  en  general  poco  favorecidas  del 
pueblo,  habian  al  menos  sido  bien  recibidas  perla  [jar- 
te mas  culta  de  la  nación,  y  contribuyeron  en  gran  ma- 
nera, ya  á  llamar  la  atención  del  publico  hacia  la  deca- 
dencia del  teatro. en  general,  ya  á  mover  los  ánimos  ha- 
cia su  restauración.  Aparecieron  de  vez  en  cuando  ac- 
tores de  extraordinario  mérito,  taies  como  Damián  de 
Castro,  para  quien  Zamora  y  Cañizares  escribieron  co- 
medias; María  L'Advenant ,  á  quien  Signorelli  calificó  de 
excelente  actriz  para  los  papeles  de  damas  de  Calderón 
y  de  Moreto;  la  Tirana,  cuyo  talento  trágico  dejó  ad- 
mirado al  inglés  Cumberland,  tan  perito  en  su  arte;  y 
por  último,  Maiquez,  que  gozó  de  la  amistad  y  aplauso 
de  casi  todos  los  hombres  de  letras  de  su  tiempo  u. 

sr>  El  que  desee  noticias  extensas  y  otra  fueron  restablecidas  de  nuevo 

<le  Mora  ti  a  el  joven,  puede  consultar  en  su  forma  original  en  1838. 

la  excelente  edición  de  sus  obras  pu-  -'  C  Pellicer,  «Origen  »,  t.  u  ,  pá- 

blicada  por  la  Real  Academia  de  la  gina  41.  Signorelli,  «Storia»,  lib.  ix, 

Historia.  Larra   («Obras»,  Madrid,  cap.  8.  R.  Cumberland  («Memoirs  of 

1813,  <8.°,  t.  ii,  pp.  183-187)  dice  que  Himself»,  London,  1807,8.°,  t.  u,  pá- 

«La  Mogigata»  fué  prohibida  según-  gina  107)  habla  de  la  Tirana  como  de 

da  vez,  y  que  «El  Si  de  las  niñas  »  su-  una  actriz  eminente  ,  y  añade  que  en 

frió  algunas  mutilaciones;  pero  una  cierta  ocasión  en  que  él  se  hallaba 


144  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Pero  nacía  de  esto  recordaba  el  espíritu  y  la  vida  del 
antiguo  drama  del  siglo  xvu.  El  auditorio,  que  así  se 
diferenciaba  del  de  los  tiempos  caballerescos  de  Feli- 
pe IV,  como  las  rudas  y  extravagantes  composiciones 
que  pretería  en  la  escena ,  comparadas  con  las  de 
los  antiguos  poetas  dramáticos,  contribuyó  por  su  par- 
te á  degradar  el  teatro,  tanto  y  mas  que  los  escri- 
tores y  actores  á  quienes  aplaudía  con  preferencia. 
Las  dos  escuelas  se  hallaban  frente  á  frente,  dispután- 
dose continuamente  la  victoria,  y  la  multitud  pare- 
cía entretenida  con  el  espectáculo  mismo  de  esta  con- 
tienda, mas  bien  que  alentada  con  ia  esperanza  de 
que  produjese  en  el  teatro  provechosos  resultados.  Por 
una  parte,  se  representaban  con  aplauso  dramas  absur- 
dos y  extravagantes,  llenos  de  hinchazón  y  de  bufona- 
das groseras:  por  otra,  mezquinas  comedias  sentimen- 
tales é  insulsas,  traducidas  del  francés,  y  que  los  acto- 
res se  veian  precisados  á  poner  en  escena,  instigados  por 
personas  queejercian  sobre  ellos  alguna  influencia.  En 
medio  de  esto,  y  con  beneplácito  de  unos  y  otros,  la 
Inquisición  y  la  censura  prohibían  centenares  de  come- 
dias del  antiguo  repertorio ,  y  entre  ellas,  no  pocas  de  las 
que  habian  dado  su  gran  reputación  á  Calderón  y  á  Lo- 
pe. El  siglo  xviii  es,  por  lo  tanto,  en  lo  relativo  al  teatro 
español ,  un  período  de  verdadera  revolución  y  cambio 
radica!;  pues  ,  al  paso  que  vemos  hacia  su  conclusion  que 
el  drama  nacional  no  puede  ya  ser  restablecido  en  ia 


presente,  su  energía  trágica  impre-  y  «Obras de N.  F.  Moralim;,  t.  iv,  pá- 
sionó  ile  tal  modo  al  auditorio,  cpie  gina  515;.  El  papel  que  este  actor  re- 
hubo  que  correr  el  telón  antes  de  presentaba  con  mayor  efecto  y  de 
concluirse  la  pieza.  Maiquez  fué  ami-  una  manera  admirable,  parece  ser  el 
gode  lílanco,  de  Moratin  el  joven,  ele.  de  Garcia  del  Castañar  eg  lacomedia 
(«New  Monthly  Magaz.»,  t.  ix,  p.  187,  de  Rojas. 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  VI.  145 

plenitud  de  sus  antiguos  derechos,  así  también  se  ob- 
serva que  el  nuevo  drama,  fundado  en  las  doctrinas  de 
Luzan  y  en  la  práctica  de  los  Moralines,  tampoco  con- 
sigue reemplazarle  2'. 


53  La  guerra  entre  la  Iglesia  y  el 
teatro  §e  mantuvo  viva  durante  todo 
el  siglo  xvm  y  hasta  fines  del  reinado 
de  Fernando  Vil,  en  el  xix.  No  es  de- 
cir por  esto  que  estuviesen  absoluta- 
mente prohibidas  las  comedias  du- 
rante todo  este  tiempo  en  la  capital 
y  en  el  resto  de  la  monarquía  ,  sino 
solo  en  diferentes  intervalos,  en 
ciertos  periodos  de  ansiedad  y  de 
luto  nacional,  especialmente  hacia 
los  años  de  1748,  en  que,  á  conse- 
cuencia del  terremoto  de  Valencia,  y 
bajo  la  influencia  del  arzobispo  de 
aquella  ciudad,  permaneció  cerrado 
su  teatro  por  espacio  de  doce  años 
(Luis  Lamarca,  «Teatro  de  Valencia», 
Valencia,  1840,8.°,  pp.  52-36),  y  ha- 
cia 1754,  en  que,  predicando  una  mi- 
sión el  P.  Calatayud ,  y  habiendo 
publicado  un  libro  contra  las  come- 
dias, hubo  con  este  motivo  en  las 
provincias  gran  reacción.  Fernan- 
do VI  dio  sobre  este  asunto  varias 
pragmáticas  muy  severas;  aunque 
fueron  poco  respetadas,  y  en  dióce- 
sis y  ciudades,  como  las  de  Lérida, 
Palencia,  Calahorra,  Zaragoza,  Ali- 
cante, Córdoba  y  otras,  los  teatros 
estuvieron  de  tiempo  en  tiempo,  y 
basta  1807,  sujetos  á  la  influencia 
clerical,  siendo  prohibidas  las  come- 
dia, y  cerrados  los  teatros  con  asen- 
timiento del  público.  En  Murcia, 
donde  parece  haber  sucedido  lo  pro- 
pio desde  1754  hasta  1789,  en  que  se 
toleraron  de  nuevo  las  representa- 
cionesleatrales,  las  autoridades  ecle- 
siásticas resistieron  abiertamente  la 
apertura  del  teatro ,  y  no  solo  llega- 
ron á  negar  los  sacramentos  á  los  ac- 
tores ,  sino  que  también  procuraron 
privarlos  del  goce  de  sus  derechos 
civiles,  como  de  recibir  mandas  ó  le- 
gados, etc.  Era  verdaderamente  un 
estado  de  cosas  anómalo  y  absurdo  el 
que  en  la  capital  del  reino  se  tolerase 
como  inocente  lo  que  se  consideraba 

TOM.   IV. 


criminal  y  pecaminoso  en  las  provin- 
cias. Era  una  guerra  de  escaramuzas 
hecha  después  de  rendida  la  plaza, 
pero  que  no  por  eso  dejaba  de  pro- 
ducir su  efecto,  sintiéndose  su  in- 
fluencia hasta  tanto  que,  con  el  cam- 
bio de  gobierno,  hubo  en  todo  una 
mejora  completa  y  radical.  Hállanse 
muchos  y  muy  curiosos  datos  relati- 
vos á  este  asunto  en  un  libro  muy 
disparatado,  escrito,  según  parece, 
por  un  eclesiástico  de  Murcia  ,  entre 
1789  y  1814,  en  cuyo  último  año  salió 
á  luz  con  el  título  de  «^antoja,  ó  re- 
solución histórica  teológica  de  un 
caso  práctico  de  moral  sobre  come- 
dias». Pautoja  era  el  nombre  de  una 
señora,  verdadera  ó  supuesta  ,  que 
habia  consultado  ciertos  escrúpulos 
acerca  de  la  legalidad  de  las  come- 
dias, y  á  quien  se  contesta  en  el  li- 
bro de  la  manera  mas  ridicula  y  cha- 
vacana.  Cuál  fuese  el  estado  del  tea- 
tro á  fines  del  siglo  xviu  y  principios 
del  xix  podrá  verse  en  el  «Teatro 
nuevo  español»  (Madrid  ,  4800-1801, 
cinco  torn,  en  8.°), colección  llena  de 
comedias  originales  y  traducidas, 
que  á  la  sazón  estaban  de  moda ,  y 
que  contiene  además  una  lista  de  las 
prohibidas,  en  la  que,  aunque  in- 
completa, se  citan  nada  menos  que 
quinientas  á  seiscientas,  entre  ellas 
«La  vida  es  sueño»,  de  Calderón, 
«El  tejedor  de  Segovia»,  de  Alarcon, 
y  olías  muchas  de  las  mejores  de  la 
antigua  escuela.  Duran  ,  en  una  nota 
de  su  «Prólogo  á  los  saínetes  de  Don 
Ramon  de  la  Cruz»  (t.  i,  p.  v),  da  á 
entender  que  esta  persecución  del 
teatro  se  debió  en  gran  parte  á  la  in- 
fluencia de  los  que  sustentaban  las 
doctrinas  francesas;  y  sin  embargo, 
solo  veinte  años  antes  las  mejores 
comedias  en  este  género  habían  sido 
silbadas»,  pues  Bourgoing,  que  viajó 
por  España  enl7¡s2-8o,  dice:  «lis  ont 
éléplus  scandalises  du«Misanlrope» 

10 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


146 

de  Moliere  et  de  « L'Alhalie»,  qu'ils 
ne  le  sont  des  indecences  de  leurs 
saynetes»  («Voyage»,ediciondel789, 
t.  u,  p.  568) ;  pero  es  preciso  advertir 
queBourgoing  consideraba  al  teatro 
español  todo  fcnjo  el  punto  de  vista 
francés,  y  por  lo  tanto,  es  excesiva- 
mente severo,  y  aun  parcial ,  en  sus 
juicios.  (Véase  allí  mismo,  pp.  327  y 


399.)  El  número  de  comedias  repre- 
sentadas ó  escritas  desde  1700  á  1823, 
ya  que  no  pueda  compararse  con  el 
de  igual  período  anterior  á  1700,  es, 
sin  embargo,  bastante  considerable; 
sino  me  engaño,  la  lista  publicada 
por  Moratin  contiene  como  unas  mil 
cuatrocientas,  casi  todas  ellas  poste- 
riores á  1750. 


CAPITULO  VIL 

Reinado  de  Carlos  IV. — Revolución  francesa.— Inquisición. — Motín  del  Es- 
corial.—Fernando  VII.— Bonaparte.— Invasion  y  ocupación  de  España  por 
los  franceses.— Restauración  de  Fernando  Vil.— Su  gobierno  absoluto. — 
Interregno  literario. — Reacción. — Conclusion. 

No  fué  el  reinado  de  Carlos  IV  de  aquellos  en  que  las 
contiendas  literarias  suelen  producir  provechosos  resul- 
tados, pues  faltaba  la  libertad,  elemento  indispensable 
de  todo  progreso  intelectual.  Su  corrompido  favorito, 
el  príncipe  de  la  Paz ,  durante  el  largo  período  de  su 
administración  ejerció  una  influencia  casi  tan  perniciosa 
y  nociva  para  todo  aquello  que  patrocinaba ,  como  pa- 
ra lo  que  era  objeto  de  su  animadversion.  La  revolución 
francesa,  rechazada  en  un  principio  en  España,  como  lo 
fué  en  los  demás  países,  aunque  después  se  contempo- 
rizó baja  y  servilmente  con  ella,  causó  en  Madrid  el 
mismo  temor  que  en  Ñapóles  y  en  Roma ;  y  si  bien  es 
cierto  que  las  tendencias  anticristianas  de  aquel  movi- 
miento causaron  aun  mas  horror  en  la  mayoría  de  los 
españoles  que  entre  los  habitantes  de  la  misma  Italia, 
no  por  eso  dejó  de  hacer  mella  en  los  antiguos  hábitos 
de  religion  y  lealtad,  preparando  los  ánimos  para  cam- 
bios semejantes  á  los  que  hacían  ya  temblar  los  tronos 
en  media  Europa.  Aprovechando  esta  confusion  de  ideas 
y  de  cosas,  la  Inquisición,  que  se  habia  convertido  en  ins- 
trumento dócil  y  máquina  política  en  manos  delGobier- 


148  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

no,  aunque  sin  renunciar  por  eso  á  sus  antiguas  pre- 
tensiones religiosas,  publicó  su  último  índice  expurga- 
torio ,  para  servir  de  dique  y  barrera  contra  el  desbor- 
damiento de  las  opiniones  y  el  filosofismo  de  la  Francia  *. 
De  este  modo,  y  siguiendo  las  órdenes  del  poder  político, 
admitió  contra  los  literatos ,  y  especialmente  contra  aque- 
llos que  tenían  relaciones  con  las  universidades,  infini- 
tas denuncias  ,  que,  si  bien  rara  vez  llegaron  á  producir 
castigos  personales,  fueron,  sin  embargo,  lo  bastante 
para  encadenar  el  pensamiento  é  impedir  la  emisión  pú- 
blica de  ciertas  opiniones,  que  hubieran  infaliblemente 
atraído  sobre  sus  autores  inminentes  riesgos.  Dejóse  ver 
en  todas  partes,  y  bajo  sus  formas  mas  horribles,  el  des- 
potismo civil  y  religioso,  desplegando  por  do  quiera  nue- 
va y  portentosa  energía.  No  habia  nadie  á  quien  no  al- 
canzase su  perniciosa  influencia,  y  hasta  el  mismo  prin- 
cipio vital,  contenido  en  la  atmósfera, parecía  contami- 
nado y  corrupto ;  mas  todos  presentían  que  en  aquella 
atmósfera  se  encerraba  el  germen  de  una  gran  revolu- 
ción; los  mas  alentados  caminaban  con  cautela,  aguar- 
dando en  silencio  el  cambio  de  las  cosas  y  el  choque  ter- 
rible de  elementos  contrarios,  que  ninguno  podia  encon- 
trar de  frente. 


1  El  último  «índice  expurgatorio»  cuál  era  el  punto  en  que  el  Santo 
es  de  Madrid,  1790(4.°,  305  hojas),  Tribunal  veia  mayor  peligro.  Así  y 
al  cual  babrá  de  añadirse  un  suple-  con  todo,  para  evitar  que  ningún  li- 
mento  de  53  páginas,  publicado  en  bro  pernicioso  escapase  á  su  vigi- 
4805 ;  ambos  muy  reducidos  si  se  lancia ,  se  previene  que  todo  papeL 
comparan  con  lostomazosenfóliode  tratado  ó  libro  acerca  de  la  revolu- 
los  dos  siglos  anteriores,  de  los  cua-  cion  francesa,  que  pudiese  inspirar 
les  el  de  1667  forma,  con  su  suple-  pensamientos  sediciosos,  fuese  in- 
mento,  un  volumen  de  mas  de  1,200  mediatamente  entregado  á  los  de- 
páginas. El  último  de  todos,  sin  em-  pendientes  del  Santo  Olicio.  «  Suple- 
bargo,  que  es  el  arriba  citado,  iguala,  mentó»  de  1805,  p.  5.  Las  «Reflexio- 
si  no  excede,  á  los  demás  en  rigor;  nos»  de  burke  se  prohibieron  tam- 
mostrando  bien,  por  el  gran  número  bien  en  este  «índice», 
de  libros  franceses  en  él  prohibidos, 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    Vil.  149 

Llegó  por  último  el  terrible  lance.  En  1807  el  here- 
dero del  trono  se  declaró  en  abierta  lucha  con  el  prín- 
cipe de  la  Paz,  tomando  al  propio  tiempo  sus  medidas 
para  defender  sus  derechos  personales.  Siguió  de  cerca 
la  intriga  y  causa  del  Escorial,  mas  tenebrosa  aun  que 
las  lúgubres  celdas  donde  fué  fraguada.  A  instigación 
del  favorito,  el  príncipe  D.  Fernando  fué  acusado  de 
atentar  á  la  vida  y  trono  de  sus  padres,  y  por  poco  mas, 
la  Europa  toda  hubiera  presenciado  un  crimen  que  aun 
el  despotismo  poco  escrupuloso  de  Felipe  II  no  se  atre- 
vió á  consumar ,  y  que  evitaron  por  fin  la  constancia  y 
esfuerzos  varoniles  de  Escoiquiz.  Pero  no  podían  las  co- 
sas continuar  por  mucho  tiempo  en  la  posición  falsa  y 
alevosa  en  que  las  habia  colocado  aquella  impruden- 
te tentativa.  La  gran  revolución  estalló  al  finen  Aranjuez 
por  marzo  de  1808.  Carlos  IV  abdicó  ,  lleno  de  ter- 
ror y  de  vergüenza,  y  Fernando  VII  subió  al  trono  va- 
cilante de  sus  antepasados  en  medio  de  las  aclamacio- 
nes de  su  pueblo.  Pero  Napoleon,  que  se  hallaba  á  la 
sazón  en  el  pináculo  de  su  gloria  y  poderío,  tomó  parte 
é  intervino  en  aquellos  disturbios,  que  él  mismo  habia 
fomentado,  so  pretexto  de  que  las  fatales  disputas  entre 
padre  é  hijo  podían  complicar  gravemente  los  negocios 
públicos  de  Europa.  Con  engaños  sacó  fuera  de  Espa- 
ña ala  familia  real,  llevándola  á  Bayona,  donde  la  co- 
rona, que  los  Borbones  le  cedieron  ignominiosamente, 
fué  dada  por  él  á  su  propio  hermano ,  á  la  sazón  rey  de 
Ñapóles. 

Todo  esto  fué  obra  de  pocas  semanas ,  y  la  suerte  de 
España  parecia  ya  irrevocablemente  fijada  de  una  manera 
que  todos  los  esfuerzos  humanos  no  hubieran  podido  con- 
trastar ;  mas  los  habitantes  de  aquel  país  clásico  de  la 


150  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

lealtad  y  de  la  caballería  no  olvidaron  su  deber  en  aque- 
llos aciagos  momentos.  La  nación  en  masa  se  negó  á  rati- 
ficar el  afrentoso  tratado  con  que  sus  reyes,  padreé  hijo, 
habían  deshonrado  su  nombre  ;  y  empuñando  con  reso- 
lución las  armas,  se  aprestaron  á  rechazar  la  dominación 
extranjera ;  empresa  atrevida  y  que  dio  lugar  á  una  lu- 
cha sangrienta.  Durante  seis  años  consecutivos  los  ejér- 
citos de  Francia  se  mantuvieron  en  la  Península  ,  unas 
veces  ocupándola  casi  toda  ,  y  reducidos  otras  á  ciertos 
y  determinados  distritos,  aunque  sin  ejercer  en  uno  y 
otro  caso  mas  autoridad  que  la  que  les  daban  las  armas 
en  las  provincias  y  distritos  que  ocupaban  militarmente 
ó  en  las  plazas  que  guarnecían.  Por  último,  en  1813, 
con  auxilio  de  Inglaterra,  el  ejército  invasor  fué  arro- 
jado mas  allá  del  Pirineo,  y  en  justa  reparación  al  ho- 
nor ofendido  de  Europa,  Fernando  Ylífué  restablecido 
en  el  trono  que  tan  cobardemente  habia  abandonado. 

Recibióle  su  pueblo  con  aquellas  demostraciones  de 
lealtad  y  júbilo  dignas  de  los  primeros  tiempos  de  la 
monarquía;  pero  Fernando  volvió  de  su  cautiverio  sin 
haber  aprendido  nada  en  la  desgracia  y  sin  manifestar 
el  menor  agradecimiento  por  aquella  heroica  fidelidad 
con  que  una  generación  entera  habia  aventurado  su  vida 
y  su  bienestar  en  defensa  de  su  trono.  Luego ,  sin  pér- 
dida de  tiempo,  restableció  las  formas  todas  del  antiguo 
despotismo,  alejando  de  sí  aquellos  mismos  hombres  á 
quienes  debia  su  propia  libertad  y  la  independencia  de 
su  patria,  y  que  no  pedían  mas  recompensa  que  una 
libertad  moderada  ,  sin  la  cual  el  mismo  Monarca  no 
podría  ya  mantenerse  en  el  trono  á  que  le  habían  resti- 
tuido la  constancia  y  valor  ele  sus  subditos'2.  La  Inqui- 

2  Uno  de  los  actos  mas  odiosos  de  la  restauración  de  Fernando  VII  tie- 


TERCERA  ÉPOCA. CAPÍTULO  VII.  151 

sicion  misma ,  cuya  abolición  fué  uno  de  los  actos  mas 
populares  de  los  franceses,  y  que  las  cortes  nacionales 
habían  declarado  serincompatible  con  la  Constitución  de 
la  monarquía ,  fué  solemnemente  restablecida ;  y  si  bien 
es  cierto  que  durante  un  reinado  deplorable  de  veinte 
años  hubo  épocas,  aunque  cortas,  en  que  la  palabra, 
el  pensamiento  y  la  prensa  obtuvieron  alguna  mas  li- 
bertad, esto  fué  debido  solamente  á  cambios  políticos 
ajenos  de  la  voluntad  del  Monarca,  y  en  los  cuales  apa- 
reció mas  como  víctima  que  como  autor  3. 

En  medio  de  tamaña  violencia  y  confusion,  y  cuando 
los  españoles  todos  vivian ,  por  decirlo  así ,  preparados 
y  apercibidos  para  la  pelea,  como  allá  en  los  primitivos 
tiempos  de  la  lucha  con  los  árabes ,  cuando  nadie  sabia 
al  acostarse,  si  !a  mañana  siguiente  se  veria  amanecer 
entre  los  suyos  ó  rodeado  de  enemigos,  fácilmente  se 
comprende  que  la  amena  literatura  no  echase  raíces  ni 
hiciera  progresos  de  ningún  género.  Las  graves  cues- 
tiones políticas  que  agitaban  el  país  y  conmovían  la  so- 
ciedad hasta  sus  cimientos  eran  de  tal  naturaleza ,  que 
debían  preocupar,  á  un  tiempo  y  de  una  misma  manera, 
así  á  los  hombres  instruidos  como  á  las  masas  igno- 

ne  relación  á  la  guerra  de  los  comu-  «Comuneros»,  Paris,  1834,  8.°,  pa- 
neros, acaecida  unos  tres  siglos  an-  gina208;  obra  interesante  y  digna  de 
tes.  Degollado  Juan  de  Padilla,  y  des-  fe,  escrita  en  gran  parte  sobre  do- 
terrada  su  noble  viuda,  en  1521,  fué  cumentos  inéditos, 
arrasada  la  casa  que  habitaban  en  5  Llórente,  «Historia  de  la  Inqui- 
Toledo ,  colocándose  en  el  sitio  que  sicion »,t.  iv,pp.  145-154.  Southey, 
antes  ocupaba  una  inscripción  infa-  «Historia  de  la  guerra  de  la  Peninsu- 
matoria,  que  las  Cortes  mandaron  la»,  Londres,  1823,  i.'\  t.  i.  La  In- 
quitar,  colocándose  en  su  lugar  un  quisicion,  abolida  de  nuevo  por  la 
sencillo  monumento  en  honor  de  revolución  de  1820,  no  se  llegó  á  res- 
aquellos  mártires  políticos.  En  1823  tablecer  en  1825  con  el  gobierno  ab- 
Fernando  VII  mandó  derribar  aquel  soluto.  Es,  por  tanto,  de  esperar  que 
monumento  y  poner  de  nuevo  la  anti-  aquella  institución ,  la  mas  odiosa  de 
gua  inscripción.  Pero  Martinez  de  la  cuantas' se  han  cobijado  indebida- 
Rosa  habia  ya  levantado  otro  monu-  mente  á  la  sombra  del  cristianismo, 
mentó  mas  digno  á  su  memoria,  es-  no  volverá  á  manchar  la  historia  de 
cribiendo  su  «Viuda  de  Padilla».  España. 
Véase  á  Enrique  Ternaux ,  en  sus 


152  historia  de  la  literatura  española. 

rantes ,  exponiéndolos  á  los  mismos  peligros  y  persecu- 
ciones. Y  así  sucedió  ;  porque  casi  todos  los  poetas  y 
escritores  conocidos  como  tales  hacia  fines  del  reinado 
de  Carlos  IY  se  vieron  envueltos  en  los  cambios  polí- 
ticos de  aquella  época;  cambios  tan  repentinos  y  violen- 
tos, que  los  que  conseguian escapará  las  consecuencias 
de  uno  de  ellos,  estaban  casi  seguros  de  ser  envueltos 
en  el  siguiente. 

Los  jóvenes  que  durante  este  desastroso  período  co- 
menzaban á  dar  muestras  de  su  ingenio  vieron  cortada 
su  carrera  muy  á  los  principios.  Martinez  de  la  Rosa, 
prisionero  de  estado  durante  cinco  años  en  un  presidio 
de  Africa ,  y  antes  de  cumplir  los  treinta  de  su  vida; 
D.  Ángel  Saavedra,  hoy  duque  de  Ribas,  mas  joven 
todavía,  dejado  por  muerto  en  los  campos  de  Ocaña; 
Galiano ,  sentenciado  á  muerte  en  su  patria  y  precisado 
á  ganar  su  vida,  en  Londres,  desempeñando  una  cáte- 
dra de  español ;  Toreno ,  conducido  á  su  patria  en  un 
ataúd,  al  volver  de  su  tercer  destierro;  Arriaza,  sir- 
viendo en  los  ejércitos  de  Fernando  VII ;  Arjona  y  San- 
chez Barbero,  reducidos  al  silencio  ;  Burgos,  Juan  Nica- 
sio  Gallego,  Xérica,  Hermosilla,  Mauri,  Mora,  Tapia,  y 
otros  muchos,  todos  jóvenes  ala  sazón  y  llenos  de  aque- 
lla fe  y  esperanza  que  las  letras  alimentan  en  pechos  ge- 
nerosos, se  vieron  arrastrados  por  la  corriente  de  los 
sucesos  políticos,  las  exigencias  de  los  partidos  ó  las 
inspiraciones  del  patriotismo,  á  seguir  una  senda  muy 
diferente  de  la  que  su  talento,  su  gusto  y  sus  relaciones 
sociales  les  tenían  marcada ;  senda  que  muchos  de  ellos 
han  recorrido  ya  en  gran  parte,  y  á  la  que  unos  y  otros 
son  deudores  délas  brillantes  distinciones  y  de  la  envi- 
diable posición  que  ocupan. 

Aun  lo  pasaron  peor  aquellos  que,  perteneciendo  á 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    VII.  153 

una  época  anterior,  se  habían  distinguido  con  sus  escri- 
tos y  ganado  el  favor  del  público;  porque  la  misma  ce- 
lebridad de  que  tan  justamente  gozaban  fué  una  razón 
mas  para  que  fuesen  alternativamente  perseguidos ,  ya 
por  uno  ya  por  otro  de  los  partidos  que  se  disputaban  el 
poder.  Jovellanosy  Cienfuegos,  según  hemos  visto,  mu- 
rieron víctimas  de  su  patriotismo;  Melendez  Valdés su- 
cumbió mas  tarde  con  circunstancias  aun  mas  agravan- 
tes; Conde  y  Escoiquiz  fueron  desterrados  por  causas 
enteramente  opuestas;  Moratin,  después  de  haber  lu- 
chado en  su  propio  país  con  la  mas  espantosa  miseria, 
terminó  sus  dias  en  Francia  en  el  estado  mas  deplora- 
ble; Quintana  fué  encerrado  por  su  ingrato  soberano  en 
la  ciudadela  de  Pamplona,  con  manifiesta  intención  de 
que  acabaseallísus  dias.  A  todos  les  fuénegadala  suer- 
te de  gozar  tranquilamente  del  aplauso  y  de  los  place- 
res que  proporciona  el  cultivo  de  las  letras,  á  que  se 
habían  consagrado,  alentados  en  su  carrera  por  amigos 
y  conciudadanos.  Los  mas  de  entre  ellos,  y  otros  muchos 
déla  clase  media,  á  que  pertenecían,  emigraron,  volun- 
tariamente ó  por  fuerza  ,  dejando  atrás  las  fronteras  de 
un  país  que  aun  pudieran  haber  amado,  pero  que  ya  no 
po.dian  respetar.  Los  demás  callaron;  resultando  de  aquí 
un  período  tal  de  ignorancia  y  embrutecimiento  cual  ; 
nose  vio  jamás  en  nación  alguna,  ni  aun  en  la  misma 
España  durante  la  guerra  de  Sucesión. 

Mas  no  era  posible  que  durase  mucho  tiempo  un  es- 
tado de  cosas  semejante.  Aun  en  vida  de  Fernando  Vil 
comenzó  en  España  un  movimiento  literario,  cuyo  pri- 
mer impulso  fué  debido  á  los  emigrados  españoles,  que 
procuraban  solazar  con  el  cultivo  de  las  letras  los  años 
de  su  emigración  en  Francia  é  Inglaterra ;  movimiento 


154  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

progresivo,  que  fué  aumentando  después  que  por  muer- 
te de  aquel  monarca  ingrato  les  fué  permitido  restituir- 
se á  los  patrios  hogares,  y  que  desde  entonces  acá  ha 
crecido  considerablemente  en  la  Península  4. 

Adonde  camina  dicho  movimiento,  qué  dirección  lle- 
va y  dónde  concluirá ,  son  cuestiones  que  no  pueden  re- 
solverse en  las  actuales  circunstancias.  Podrá  ser  que  la 
demasiada  influencia  extranjera,  y  la  tendencia  á  intro- 
ducir el  espíritu  del  Norte  en  una  poesía  cuyo  carácter 
es  esencialmente  meridional,  le  perjudiquen  y  le  apar- 
ten por  algún  tiempo  de  su  curso  natural.  O  tal  vez  el 
genio  nacional,  saltando  por  cima  de  todo  aquello  que 
embaraza  sus  naturales  instintos,  y  rechazando  auxilios 
extraños  que  amengüen  su  antigua  energía,  tome  sin 
vacilar  el  verdadero  camino,  completando  el  suntuoso 
edificio  de  su  literatura,  y  dando  á  sus  múltiples  y  va- 
riadas formas,  á  veces  bosquejadas  solamente  por  los 
grandes  maestros  del  siglo  de  oro  ,  todas  las  proporcio- 
nes ,  la  gracia  y  la  grandiosidad  que  de  derecho  le  per- 
tenecen. 

Mas  sea  de  esto  lo  que  fuere ,  y  haya  ó  no  de  esperarse 
pronto  en  España  un  gran  adelantamiento  intelectual,  lo 
cierto  es  que  la  ley  inmutable  del  progreso,  que  impele 
una  nación  hacia  el  bien  ó  hacia  el  mal ,  impera  en  la 
Península  como  en  las  demás  naciones  del  mundo  habi- 
tado; su  destino  está  en  manos  de  Dios,  y  habrá  de  cum- 
plirse. Los  recursos  materiales  que  la  proporcionan  su 
posición  geográfica  y  la  fertilidad  de  su  suelo  son  tan 

4  Este  movimiento,  tan  honroso  trióticos,  y  publicada  en  Londres  en 

para  el  carácter  español ,  se  advierte  siete  tom.  en  8.°,  desde  abril  de  1824 

en  los  «Ocios  de  españoles  emigra-  basta  octubre  de  1827,  por  los  pa- 

dos»,  obra  periódica  escrita  en  es-  triotas  refugiados  en  Paris  y  Londres, 
pañol  con  talento  y  sentimientos  pa- 


TERCERA    ÉPOCA. CAPÍTULO    VII.  155 

grandes  y  tan  abundantes  como  los  de  cualquiera  na- 
ción de  las  que  ocupan  la  superficie  del  globo.  Sus  ha- 
bitantes, y  especialmente  los  de  los  campos,  han  expe- 
rimentado menos  cambios,  y  están  en  cierta  manera  me- 
nos corrompidos  y  viciados  por  las  revoluciones  del  úl- 
timo siglo ,  que  los  de  aquellas  mismas  naciones  que  han 
invadido  sus  fronteras  ó  luchado  con  ella  de  poder  á  po- 
der. Son  aun  la  misma  raza  de  hombres  que  por  dos  ve- 
ces contuvieron  el  empuje  del  islamismo  y  salvaron  la 
cristiandad  y  la  civilización  en  Europa ,  los  mismos  que 
pelearon  entre  las  humeantes  ruinas  de  Zaragoza  y  que 
sucumbieron  dos  mil  años  antes  en  Sagunto.  No  han  per- 
dido nada  de  su  vigor  y  energía ;  y  mientras  conserven 
vivo  el  sentimiento  de  su  honra ,  la  sinceridad  y  el  des- 
precio de  todo  lo  que  es  bajo  é  indigno ,  dotes  que  fue- 
ron por  mucho  tiempo  las  de  su  carácter  nacional,  no 
hay  que  temer  que  degeneren. 

No :  yo  confio  en  que  un  pueblo  como  el  español ,  va- 
liente, altivo  aun,  y  leal  en  sus  clases  menos  favoreci- 
das, ya  que  no  enaquellas  cuyos  nombres  apenas  y  rara 
vez  reflejan  la  gloria  que  heredaron,  llegará  con  el  tiem- 
po á  crear  una  literatura  acomodada  á  su  noble  carácter 
y  á  su  natural  poético.  Los  antiguos  romances  no  vol- 
verán ya  mas,  porque  los  sentimientos  que  los  produje- 
ron pertenecen  ya  á  la  historia.  El  antiguo  drama  no  re- 
sucitará, porque  ni  aun  en  España  podría  la  sociedad  to- 
lerar hoy  dia  su  desenvoltura  y  excesos.  Los  mismos  cro- 
nistas antiguos,  si  levantaran  la  cabeza,  no  hallarian  ya 
prodigios  de  valor  ó  superstición  que  narrar,  ni  creduli- 
dad bastante  en  sus  lectores  para  darles  fe  y  crédito.  Sus 
poetas  no  serán  ya  monjes  y  soldados,  como  en  los  tiem- 
pos en  que  las  guerras  religiosas  y  los  odios  nacionales 


156  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

prestaban  su  colorido,  ora  brillante,  ora  lúgubre  y  som- 
brío, aunque  siempre  fuerte  y  vigoroso,  á  los  principales 
elementos  de  la  vida  social,  porque  la  civilización  que  la 
produjo  pasó  ya  para  no  volver  mas.  Pero  el  pueblo  es- 
pañol, aquella  antigua  raza  castellana,  que  bajando  de  los 
montes,  que  fueron  su  asilo,  llenó  la  Península  toda  de  sus 
heroicas  hazañas,  tiene  seguramente  delante  de  sí  un 
porvenir  digno  de  su  antigua  gloria ,  un  porvenir  lleno 
de  materiales  para  la  historia,  y  una  poesía,  si  cabe,  mas 
noble  aun.  Dichoso  él  si,  endoctrinado  por  la  experien- 
cia, ha  llegado  á  comprender  que,  al  paso  que  la  reveren- 
cia á  lo  que  es  noble  y  digno  constituye  la  esencia  de  la 
inspiración  poética ,  y  que  la  fe  y  los  sentimientos  reli- 
giosos son  sus  mas  firmes  fundamentos ,  hay  también 
cierta  especie  de  respeto  y  lealtad  bastarda,  que  así  de- 
grada al  que  hace  alarde  de  ella  como  al  que  es  objeto 
de  su  culto;  cierta  sumisión  ciega  y  exagerada  á  la  auto- 
ridad sacerdotal ,  que  rebaja  y  envilece  las  mas  nobles 
facultades  del  alma,  y  que  es  tanto  mas  peligrosa  cuan- 
to mas  sutilmente  se  insinúa.  Pero  ¡  ay  de  él,  si  despre- 
cia el  aprovechamiento  de  esta  lección  solemne,  escrita 
por  el  dedo  mismo  de  Dios  en  los  muros  vacilantes  del 
alcázar  de  sus  antiguas  instituciones  :  porque  sonó  ya  la 
última  hora  de  su  brillante  carrera  de  civilización  y  de 
literatura ! 


APÉNDICES. 


APÉNDICE  A. 


DEL  ORIGEN   BE   LA  LEXGÜA  CASTELLAN*. 


(Véase  cl  torn,  i,  pp.  13-59.; 


El  pais  que  hoy  se  conoce  con  el  nombre  de  España  ha  ex- 
perimentado, mas  que  otro  alguno  de  la  Europa  moderna ,  re- 
voluciones y  cambios,  que  han  dejado  rastros  permanentes  en 
su  población,  lengua  y  literatura  *. 

En  distintas  épocas,  y  hasta  donde  alcanzan  los  testimonios 
auténticos  de  la  historia ,  fué  invadida  y  ocupada  la  Península 
por  fenicios,  romanos,  godos  y  árabes ;  razas  de  hombres  com- 
pletamente diversas  por  su  condición  y  sus  hábitos,  que,  mez- 
cladas entre  sí  ó  con  los  primitivos  moradores,  dieron  origen  á 
nuevas  razas,  no  menos  distintas  y  características  que  aquellas. 
De  la  fusion  de  todas  ellas,  llevada  á  cabo  durante  tres  mil  años 
por  medio  de  cambios  y  revoluciones  sucesivas,  resultó  la  ac- 
tual nación  española ,  cuya  literatura  hemos  examinado  ya  en 
los  anteriores  tomos  por  un  espacio  de  siete  siglos. 

Mas  no  es  tarea  fácil  el  examinar  y  estudiar  la  literatura  de  un 
pueblo  sin  tener  algunas  ideas  previas  de  los  elementos  primiti- 
vos y  de  la  historia  de  la  lengua  en  que  dicha  literatura  está  for- 
mulada, y  que  constituyen  necesariamente  una  parte  no  peque- 

1  «Spain,  Espagne,  España,  Hispa-  tores  españoles  lian  propuesto  las 
nía»,  son  evidentemente  una  misma  conjeturas  mas  absurdas  acerca  de  es- 
voz.  Su  etimología,  sin  embargo,  no  te  particular.  Véase  á  Aldrete,  «Orí- 
puede  lijarse  de  una  manera  satisfac-  gen  de  la  lenguacastellana»,ed.l674, 
loria.  Sesun  la  opinion  de  YV.  Von  lib.  ni,  cap.  2,  fól.  68;  Mariana,  «  His- 
Humboldt  («Prüfung  der  untersu-  toria»,  lib.  i,  cap.  12;  y  Mendoza, 
chungen  über  die  Uibewohner  His-  «Guerra  de  Granada»,  ed.  1766,  li- 
paniens»,4.°,  1821,  p.  60).  Los  escri-  bro  ív,  p.  29o. 


100  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

ña  de  su  carácter  esencial.  Este  examen  y  estudio  del  origen  y 
progresos  del  idioma  lleva  forzosamente  consigo  el  de  aquellas 
naciones  que  contribuyeron  sucesivamente  y  poco  á  poco  á  darle 
consistencia,  hasta  llegar  á  fijarle  tal  cual  se  halla  en  las  formas 
mas  perfectas  y  acabadas  de  la  poesía  y  elocuente  prosa.  Así 
pues,  por  via  de  apéndice  á  esta  historia  literaria  de  España,  ha- 
remos una  breve  reseña  de  las  diferentes  naciones  que  en  dis- 
tintas épocas  ocuparon  la  península  ibérica,  y  han  ido  trayendo 
su  caudal  mas  ó  menos  considerable  para  la  formación  del  actual 
carácter  de  la  nación  española  ,  de  su  lengua  y  cultura. 

El  mas  antiguo  de  estos  pueblos,  y  el  que  debemos  considerar 
como  primitivo  en  la  Península,  son  los  iberos.  Los  pálidos  re- 
flejos de  la  mas  remota  tradición  nos  permiten  verlos  ya  exten- 
didos por  todo  el  territorio,  y  dando  nombre  á  sus  montes,  rios 
y  ciudades  ;  raza  indómita,  cuya  fiereza  nunca  logró  quebrantar 
por  entero  la  larga  serie  de  naciones  invasoras  que,  en  diferen- 
tes épocas,  ocuparon  el  resto  de  la  Península.  Aun  hoy  dia ,  los 
vascos  del  Pirineo,  menos  cambiados  y  mezclados  de  lo  que  de- 
biera suponerse  ,  atendido  su  contacto  con  las  diferentes  nacio- 
nes que  han  ido  sucesivamente  estrechando  sus  fronteras,  son 
considerados,  y  con  razón  bastante,  como  descendientes  legíti- 
mos de  aquella  antiquísima  raza.  Pero  sean  ó  no  originarios  de 
los  iberos,  ello  es  cierto  que  los  vascos  han  sido  y  son  una  raza 
distinta  y  separada  :  hablan  un  idioma  especial,  tienen  institu- 
ciones locales  de  índole  peculiar,  y  una  literatura  que  parece 
remontarse  á  mayor  antigüedad,  no  solo  que  la  de  otro  pueblo 
alguno  de  los  que  habitan  la  península  española,  sino  también 
de  toda  la  Europa  meridional.  Parece,  en  efecto,  estar  formado 
por  una  raza  distinta  y  aislada  de  todas  las  demás,  y  apenas  en- 
lazada aun  por  los  vínculos  naturales  del  lenguaje,  siempre  los 
mas  duraderos,  con  cualquiera  de  las  existentes  hoy  dia,  ó  de  que 
hay  memoria  ;  al  paso  que  algunas  de  sus  actuales  costumbres  y 
leyendas  populares  parecen  proceder  de  una  época  adonde  no 
llegan ,  sino  envueltas  en  misteriosas  sombras ,  la  historia  y  la 
tradición.  La  conjetura  mas  probable,  y  que  mejor  explica  has- 
ta ahora  lo  que  ciertamente  hay  de  singular  y  notable  en  las 
naciones  vascas,  es  la  que  los  supone  descendientes  de  aque- 
llos antiguos  y  misteriosos  iberos,  cuyo  lenguaje  parece  haber 


APÉNDICE    A.  161 

sido  en  algún  tiempo  general  en  toda  la  Península,  dejando 
huellas  que  aun  se  reconocen  en  el  castellano  moderno  -. 

Los  primeros  invasores  de  la  Iberia  fueron  los  celtas,  quie- 
nes, según  la  teoría  del  Dr.  Percy,  formaban  la  primera  oleada 
en  las  inundaciones  sucesivas  de  gente  que  el  Asia  derramó  so- 
bre Europa.  No  puede  determinarse  á  punto  fijo  la  época  en 
que  estas  gentes  penetraron  en  España  y  demás  regiones  occi- 
dentales de  Europa;  pero  la  lucha  entre  los  invasores  y  los  pri- 
mitivos habitantes  debió  ser  larga  y  sangrienta,  si  hemos  de  juz- 
gar por  los  escasos  datos  que  han  llegado  hasta  nosotros;  suce- 
diendo al  fin  lo  que  generalmente  ha  sucedido  en  las  primitivas 


•Acerca  de  los  vascos,  y  derivación  acostumbrada  erudición  y  agudeza, 
de  su  lengua  de  la  de  ios  antiguos  «Hist,  de  la  Gauleméridionale»,1836, 
iberos,  bastará  citar  las  dos  obras  si-  8.°,  t.  u,  app.  ni.  Nada  diré  del  agrada- 
guientes  :  primera,  «Uber  die  canta-  ble  «Tratado  de  la  antigüedad  y  uni- 
brische  oder  Baskische  Sprache»,  por  versalidad  del  vascuence  en  España», 
Guillermo  de  Humboldt,  publicada  que  publicó  Larramendi  en  1728 ;  ni 
como  apéndice  al  «Milhridates»  de  del  prólogo  y  apéndice  á  su  «Arte  de 
Adelung  y  Vater,  iheil  iv,  1817,  8.",  la  lengua  vascongada»,  1729;  ni  de 
pp.  275-360;  segunda,  «Prüt'ung  der  la  «Apología»,  de  Astarloa,  1803;  ni 
Untersuchungen  über  die  Urbewóh-  de  la  «Lengua  primitiva»,  de  Erro, 
ner  Hispaniens  verniillelst  der  Vas-  1806;  ni  de  su  «Mundo  primitivo», 
kiscbeu  Sprache» ,  etc.,  por  el  mismo,  obra  que  no  llegó  á  concluir,  1815; 
4.°,  Berlin,  1821.  La  admirable  erudi-  porque  todas  ellas  pecan  por  falta  de 
cion,  filosofía  y  agudeza  que  este  dis-  critica.  Si  alguno,  no  obstante,  desea 
tinguido  escritor  fia  manifestado  siem-  satisfacer  su  curiosidad  ,  puede  con- 
pre  en  todas  sus  investigaciones  filo-  sultar  un  buen  compendio  de  las  dos 
lógicas  brillan  mas  que  minea  en  estos  últimas  obras  citadas,  con  bastante 
dos  tratados,  los  cuales  son  tanto  referencia  a  las  dos  primeras  ,  publi- 
mas  importantes  para  el  asunto  que  cado  en  Boston,  en  1829,  por  G.  VValdo 
se  discute  ,  cuanto  que  ,  habiendo  su  Erving,  ministro  que  fué  de  los  Esta- 
autor  ejercido  durante  algún  tiempo  dos-L'nidos  en  Madrid  ,  con  un  prólo- 
el  cargo  de  ministro  de  Prusia  en  Ma-  go  y  notas,  bajo  el  titulo  de  «  El  alfa- 
diid  ,  visitó  las  provincias  vasconga-  beto  de  la  lengua  primitiva  de  Espa- 
das, y  estudió  su  lengua  entre  ellos,  ña». —  Humboldt,  sin  embargo,  es 
El  mas  antiguo  fragmento  de  poesía  considerado,  y  con  razón,  como  la  au- 
vascongada  hallado  por  él,  y  publicado  toridad  mas  segura  en  este  asunto, 
después  en  el  «Mithridales»(t.  iv,pá-  pues  aunque  la  obra  de  Astarloa  no 
ginas  554-356),  se  supone  por  algunos  carece  de  cierta  erudición  é  ingenio, 
eruditos  de  Vizcaya  ser  contemporá-  sin  embargo,  así  él  como  Erro,  que 
neo  (ó  poco  menos)  de  Augusto,  á  cu  escribió  después,  y  Larramendi,  que 
yas  guerras  con  los  cántabros  hace  había  escrito  antes,  pretenden  probar 
referencia;  conjetura  que  dificilmen-  principalmente  que  el  vascuence  es 
te  puede  admitirse,  si  bien  no  cabe  la  lengua  primitiva  de  toda  la  raza 
duda  que  es  el  mas  antiguo  de  cuan-  humana  ,  entregándose  á  este  propó- 
tos  presenta  la  literatura  poética  de  sito  á  delirios1  y  conjeturas  á  cuál 
la  Península.  Así  y  con  todo,  es  un  mas  absurdas;  y  no  merecen,  por  lo 
documento  importantísimo,  y  que  ha  tanto,  ser  considerados  como  guias 
sido    analizado  por  Fauriel  con  su  seguros  en  esta  materia. 

TOM.   IV.  11 


162  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

invasiones  de  países  por  masas  flotantes  de  la  raza  humana,  que 
una  parte  de  los  antiguos  habitantes  se  refugió  en  las  asperezas 
de  los  montes,  y  el  resto  se  fué  poco  á  poco  amalgamando  con 
los  conquistadores.  La  nueva  nación,  así  formada  por  la  union 
de  dos  razas  que  tuvieron  en  lo  antiguo  fama  de  guerreras  y  po- 
derosas,  fué  llamada  con  propiedad  celtíbera3,  constituyendo 
una  masa  de  población  distribuida  en  tribus  varias,  aunque  de 
costumbres  é  instituciones  muy  semejantes,  la  cual  ocupaba  la 
Península  cuando  esta  empezó  á  ser  conocida  de  las  naciones 
civilizadas  de  Europa.  El  idioma  de  los  celtas,  como  era  de  es- 
perar, se  trasluce  todavía  en  el  castellano  moderno ,  así  como 
en  el  francés  v  aun  en  el  kaliano  ,  aunque  ligeramente  en  todos 
ellos  K 

Hasta  aquí  todos  los  invasores  de  España  habían  llegado  por 
tierra ;  porque  en  las  primeras  épocas  de  la  historia  del  mundo 
no  se  conocía  otro  género  de  emigración  ó  invasion.  Pero  los  fe- 
nicios, primer  pueblo  comercial  de  la  clásica  antigüedad,  arri- 
baron poco  después  á  la  Península  á  través  del  Mediterráneo ;  si 
bien  se  ignora  la  época  exacta  en  que  fundaron  en  ella  su  pri- 
mera colonia.  Rodea  á  este  pueblo  singular  un  misterio  profun- 
do, mayor  aun  del  que  debia  esperarse  de  la  época  en  que  flore- 
ció, y  debido  sin  duda  á  la  manera  cautelosa  y  astuta  con  que 

3  Es  bien  conocido  un  pasaje  ñola-  sas  teorías  filosóficas  propuestas  por 
ble  de  Diodoro  Siculo  («  Bit).  Hist.»,  algunos  escritores  modernos.  Los  que 
lib.  v,  cap.  53);  pero  debemos  llamar  tengan  afición  á  esta  clase  de  inves- 
particularmente  la  atención  sóbrelas  ligaciones  hallarán  abundantes  ma- 
palabras  que  emplea  al  hablar  de  la  leriales  de  estudio  en  las  notables 
mezcla  de  aquella  población  :  Suow  «Discusiones  sobre  la  historia  física 
éOvwv  «Axip-uw  ;j.r/ Oí/Tur/.  También  de  la  humanidad.»,  del  Dr.  J.  C.  Pri- 
debe  leerse  la  sección  40  del  «  Prü-  chard,  cinco  tomos  en  8.°,  Londres, 
fung»  de  Humboldt,  y  el  principio  del  1846-47;  y  en  el  ingenioso  «Informe» 
lib.  ív  de  Estrabon,  donde,  según  del  caballero  Bunsen,  leído  en  la  de- 
acostumbra  este  geógrafo,  da  muchos  cimasétima  reunion  de  la  Asociación 
y  curiosos  pormenores  acerca  de  la  Británica,  Londres,  1848,  pp.  2o4- 
historia  y  costumbres,  si  bien  algunos  299-  Siguiendo  las  teorías  de  estos 
de  ellos  son  al^o  difíciles  de  creer  dos  filósofos ,  el  vascuence  debe  ser 
como  el  de  que°los  turdetanos  cono-  considerado  como  lengua  de  una  raza 
cian  ya  la  poesía  y  el  arte  poética  seis  sal¡da  originariamente  de  las  regiones 
mil  anos  antes  de  su  tiempo.  (Ed.  Ca-  tIel  »orte  de  Asia  y  Europa  ,  que  Pn- 
saub  ,  1720  p  130)  chard  denomina  ugro-tartara,  mien- 

1  A'l  trotar 'de  los  dos  primitivos  iras  que  la  lengua  céltica  corresponde 
idiomas  de  la  península  española,  me  á  las  grandes  emigraciones  proceden- 
he  limitado  á  hechos  conocidos,  sin  tes  de  comarcas  mas  meridionalesdel 
entrar  en  la  apreciación  de  las  curiu-  Asia  ,  que  Bunsen  llama  jafeücas. 


APÉNDICE    A.  163 

hacían  sus  expediciones  mercantiles.  Su  posición  geográfica  les 
obligaba  á  promover  la  fundación  de  colonias  como  el  medio  mas 
á  propósito,  y  acaso  el  único,  de  fomentar  su  riqueza  comercial,  y 
España  era  el  país  que  mas  se  brindaba  para  dicho  objeto.  Sus 
principales  colonias  españolas  estuvieron  cerca  de  las  columnas 
de  Hércules,  á  la  inmediación  de  la  moderna  Cádiz,  que  proba- 
blemente les  debe  su  origen,  y  no  lejos  de  la  embocadura  y  so- 
bre las  orillas  del  Guadalquivir ;  siendo  el  primordial  objeto  que 
allí  los  atrajo  la  explotación  de  las  ricas  minas  de  metales  precio- 
sos en  que  abundaba  su  tierra;  porque  España,  desde  los  tiem- 
pos primitivos  de  su  historia  hasta  la  caida  del  imperio  romano, 
fué  un  verdadero  Eí-Dorado  para  el  resto  del  mundo  habitado, 
suministrándole  en  gran  parte  los  metales  preciosos  para  la  cir- 
culación 5.  Parece  que  durante  un  largo  período  de  tiempo  los 
fenicios  fueron  los  únicos  que  tuvieron  noticia  de  estas  ricas  mi- 
nas, y  que  procuraron  reservar  para  sí  solos  el  secreto  que  tan 
gran  poder  é  influencia  les  daba  sobre  las  naciones  vecinas,  es- 
tableciendo al  propio  tiempo  colonias,  como  era  su  costumbre, 
con  el  fin  de  asegurar  las  ventajas  de  su  comercio,  é  introdu- 
ciendo su  lengua  y  costumbres  en  una  gran  parte  del  mediodía 
de  España,  y  aun  hasta  las  orillas  del  Atlántico  6. 

Mas  los  fenicios  habian  ya  antes  fundado  en  la  costa  septen- 
trional de  Africa  una  colonia,  que,  bajo  el  nombre  de  Cartago, 
habia  de  llegar  á  ser  mas  poderosa  aun  que  la  madre  patria.  Los 
medios  que  para  ello  emplearon  los  cartagineses  fueron  idénti- 
cos, pues  eran  un  pueblo  eminentemente  mercantil,  que  depen- 

5  Sobre  este  punto  puede  leerse  á  él  (ideen,  1824, t.  i,  ij,p.  68),  suponen 
Mariana  (lib.  i,  cap.  lo),  quien  trata  (pie  el  «Tarshish»de  los  profetas  Eee- 
la  materia  en  general,  y  apoyándose  quiel  (xxvij)  é  Isaías  (Ix,  8,9)esluvo 
indistintamente,  ya  en  la  tradición,  en  España  ,  y  que  no  fué  otra  cosa  si- 
ya  en  la  fábula  y  en  la  historia,  aun-  no  el  antiguo  Tartessus;  pero  esta 
que  con  la  poca  crítica  que  acostum-  opinion  ha  sido  posteriormente  com- 
bran  los  historiadores  españoles.  Al-  batida  («Memorias  de  la  Real  Acade- 
gunos  hechos  aislados  que  refiere  Tito  mia  de  la  Historia»,  t.  m,  p.  520),  y  á 
Livio  ( lib.  xxxiv,  cap.  10,  46;  lib.  xl,  no  dudarlo,  si  el  Tarshish  de  los  pro- 
cap.  45,  con  las  notas  de  Draken-  fetas  perteneció  á  España,  debió  ha- 
borch )  dan  una  idea  mas  clara  de  las  ber  en  Cilicia  otro  Tarshish,  mencio- 
inmensas  riquezas  que  se  sacaban  nado  en  varios  pasajes  de  la  Escri- 
antiguamente  de  España,  que  !a  que  tura. 

proporcionan  las  escasas  relaciones  6  Léase  á  Heeren  («Ideen»,  t.  i, 

de  Estrabon,  Diodoro,  etc.  Heeren,  y  pp.  24-71,  cuarta  edic. ,  4824),  donde 

otros  escritores  antes  y  después  de  hay  una  disertación  sobre  este  asunto. 


164  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

(lia  en  gran  manera  de  los  recursos  de  sus  colonias.  Siguiendo 
paso  á  paso  las  huellas  de  la  metrópoli ,  consiguieron  á  menudo 
suplantar  su  poder,  y  por  medio  de  las  mismas  colonias  fenicias 
lograron  poner  el  pié  en  la  Península,  de  cuyo  codiciado  terri- 
torio tan  solo  los  separaba  el  Mediterráneo.  Durante  largo  tiem- 
po, aunque  mantuvieron  en  Cádiz  una  numerosa  guarnición,  y 
fueron  extendiendo  con  osadía  y  fortuna  sus  conquistas  á  lo  lar- 
go de  la  costa,  no  parecían  muy  inclinados  á  penetrar  en  el  in- 
terior, limitándose  á  ocupar  los  puntos  estratégicos  necesarios 
para  mantener  á  raya  la  población  indígena  y  proteger  su  pro- 
pio tráfico.  Mas  cuando,  de  resultas  de  la  primera  guerra  púni- 
ca, España  adquirió  para  los  cartagineses  mayor  importancia  de 
la  que  hasta  entonces  habia  tenido,  emprendieron  su  completa 
conquista  y  ocupación.  Al  mando  de  Hamílcar,  padre  de  Aní- 
bal, y  unos  doscientos  veinte  y  siete  años  antes  de  la  era  cris- 
tiana, los  nuevos  pobladores  se  extendieron  por  casi  todo  el 
territorio  comarcano  hasta  llegar  al  Iberus  (Ebro),  y  fundando  á 
Cartagena  y  otras  plazas  fuertes,  se  hicieron  dueños  casi  absolu- 
tos de  la  Península  antes  que  los  romanos  pusiesen  en  ella  la 
planta. 

No  dejaron  estos  de  apercibirse  muy  luego  de  las  grandes  ven- 
tajas que  dicha  posesión  proporcionaba  á  sus  poderosos  rivales. 
En  el  primer  tratado  de  paz  celebrado  entre  estas  dos  grandes 
potencias  se  estipuló  que  los  cartagineses  no  pasarían  adelante 
en  sus  conquistas,  ni  molestarían  á  Sagunto,  ni  atravesarían  el 
Ebro;  condiciones  todas  que  Aníbal  violó  mas  tarde,  estallando 
de  resultas  la  segunda  guerra  púnica,  doscientos  diez  y  ocho 
años  antes  de  la  era  cristiana  7.  A  consecuencia  de  esto  los  Esci- 
piones  entraron  en  España,  y  al  fin  de  aquella  guerra  (A.  C.  201) 
los  cartagineses  habían  perdido  todas  sus  posesiones  en  Europa, 
dejando,  sin  embargo,  como  descendientes  de  los  fenicios,  en  la 

7  «  Ne  transieris  Iberum;  ne  quid  lor  de  sus  soldados  y  animarlos  con- 

rei  libi  sitcum  saguntinis.  Ad  Iberum  tía  los  romanos,  por  las  durísimas 

est  Sagunlum ;  nunquam  le  vestigio  condiciones  que  le  habían  impuesto, 

moveris.»  Tales  son  las  palabras  que  precisamente  al  tiempo  mismo  que  él 

Tito  Livio  pone  en  boca  de  Anníbal,  Halaba  de  quebrantar  la  paz.  («Hisl.», 

cuando  este  trataba  de  excitar  el  va-  lib.  sxi,  cap.  44.) 


APÉNDICE    A.  165 

población  y  lengua  de  España  huellas  profundas,  que  aun  no  se 
han  borrado  del  todo  8. 

Pero  9  aunque  los  cartagineses  fueron  completamente  ex- 
pulsados de  la  península  española ,  los  romanos  tardaron  mucho 
en  tomar  entera  y  segura  posesión  del  territorio.  Aun  los  mismos 
cartagineses,  ocupados  casi  exclusivamente  en  el  ejercicio  de 
un  comercio  pacífico,  estuvieron  en  perpetua  lucha  con  las  be- 
licosas tribus  celtíberas  del  interior;  y  así  es  que  los  romanos,  en 
su  calidad  de  invasores,  hubieron  necesariamente  de  aceptar  la 
herencia  de  guerra  que  aquellos  les  legaron.  Verdad  es  que  el 


8  Heeren  («Ideen»,  t.  u,  p.  8o- 
99  y  172-199)  da  bastantes  noticias 
acerca  del  establecimiento  de  los  car- 
tagineses en  España  ;  pero  la  relación 
de  Mariana  es  mas  nacional  y  mas 
ajustada  á  las  ideas  y  tradiciones  es- 
pañolas. (Lib.  i,  cap.  19,  etc.)  Dep- 
ping  es  aun  mas  extenso. 

9  («Hist,  genérale  de  l'Espagne», 
1811,  t.  i,  pp.  64  y  96.)  De  los  griegos 
en  España  hemos  creído  necesario 
uo  tratar  en  este  lugar.  Los  pocos 
establecimientos  que  se  sabe  funda- 
ron, estuvieron  en  la  costa  meridio- 
nal, ó  mas  bien  en  la  de  levante;  pe- 
ro tuvieron  poca  importancia,  y  no 
parece  ejercieron  influjo  alguno  en  el 
carácter  ni  en  el  idioma  del  país,  de- 
biendo en  realidad  ser  considerados 
ya  como  otras  tantas  hijuelas  de  las 
ricas  y  cultas  colonias  por  ellos  esta- 
blecidas en  el  mediodía  de  Fran- 
cia, y  cuya  capital  fué  la  moderna 
Marsella,  ó  ya  como  resultado  del  es- 
píritu aventurero  de  los  habitantes  de 
Rhodas  y  otras  ciudades  marítimas. 
Véase  la  «Hist,  literaria  de  la  Fran- 
cia», por  los  benedictinos  (1733,  4.°, 
1. 1,  p.  71,  etc.). Quien  desee  mas  am- 
plias noticias  acerca  de  este  punto, 
las  hallará  con  profusion  en  la  minu- 
ciosa y  pesada  obra  de  Masdeu  («Hist. 
crit.  de  España»,  t.  i,  p.  211;  t.  m, 
p.76,  etc.).  Aldrete  («Origen  de  la 
lengua  española»,  1674,  rol.  6o)  juntó 
unas  noventa  palabras  castellanas, 
que,  según  él ,  son  de  origen  griego; 
pero  casi  todas  ellas  pueden  ser  redu- 
cidas al  latin,  ó  pertenecen  al  idioma 


de  los  bárbaros  del  Norte  ó  al  italia- 
no. Mariana,  autoridad  respetable  en 
esta  materia,  dice  :  «No  niego  ni  se 
puede  dudar  que  en  la  lengua  espa- 
ñola existen  muchos  vocablos  pura- 
mente griegos,  y  algunas  frases  y 
locuciones  del  gusto  ático;  pero  esto 
consiste  en  que  la  lengua  latina,  ma- 
dre de  la  nuestra,  Tas  había  adoptado 
desde  su  mismo  origen ,»  etc.  («  Me- 
morias de  la  Heal  Academia  de  la 
Historia»,  t.  iv  ,  p.  47.)  Nuñez  de  Liao 
(«Origem  da  lingoa  portuguesa»,  Lis- 
boa, 1784,  p.  52)  cita  una  curiosa 
inscripción  de  un  templo  erigido  en 
Ampúrias  por  los  griegos  á  la  Diana 
de  Efeso,  en  la  que  se  lee  :  «Nec  re- 
licta grsecorum  lingua, nec  idiomate 
patrian  Iberas  recepto,  in  mores,  in 
liiiguam,  in  jura,  in  dictionem  cesse- 
re  romanam,  M.  Cathego  et  L.  Apro- 
nio  Coss.  »  A  no  dudarlo,  estos  grie- 
gos vinieron  de  Marsella  ó  mantuvie- 
ron relaciones  con  dicha  ciudad ,  y 
también  puede  asegurarse  que  habla- 
ban latin.  Por  otra  parte,  la  antigua 
lengua  ibérica  parece  haber  existido 
también  entre  ellos.  De  todos  modos, 
Ampúrias  ha  sido  siempre  conside- 
rada en  España  como  colonia  griega, 
según  puede  probarse  por  el  texto 
de  varios  autores,  y  especialmente 
por  estos  versos  de  Pedro  de  Espi- 
nosa, quien,  al  llevar  allí  á  Alambron 
con  la  infanta  Fenisa,  dice  : 

Juntan  á#la  ciudad,  que  fué  fundada 
De  cautos  griegos,  rica  y  bastecida. 

(«Segunda  parte  del  Orlando»,  ed.  de  1556, 
canto  xxxii.) 


166  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

senado  romano,  siguiendo  su  política  habitual ,  procuró  hacer 
de  la  España,  después  de  terminada  la  segunda  guerra  púnica, 
no  tanto  una  conquista,  como  una  provincia  de  su  vasto  imperio, 
y  que  por  este  medio  llegó  á  obtener  pacífica  posesión  de  una 
gran  parte  de  ella.  Pero  desde  que  las  legiones  romanas  en- 
traron por  la  primera  vez  en  la  Península,  hasta  que  llegaron  á 
hacerse  dueñas  de  ella  (excepto,  no  obstante ,  la  region  monta- 
ñosa del  norueste,  que  nunca  sucumbió  á  su  poder),  pasaron  dos 
siglos  enteros  de  sangrientas  luchas  é  iniquidades,  ninguna 
provincia  hubo  que  Roma  pagase  á  mas  alto  precio.  Los  varios 
sitios  de  Numancia  durante  un  período  de  catorce  años,  las 
guerras  contra  Viriato  y  la  de  Sertorio,  por  no  decir  nada  de  la 
de  César  y  Pompeyo,  manifiestan  muy  á  las  claras  lo  terrible  y 
formidable  de  la  lucha  que  la  poderosa  Roma  hubo  de  em- 
peñar y  sostener  para  consolidar  su  imperio  en  la  Península ;  en 
términos  que,  siendo  España  la  primera  porción  del  continente, 
fuera  de  Italia,  que  los  romanos  ocuparon  como  provincia,  fué, 
sin  embargo,  la  última  que  llegaron  á  poseer  tranquilamente10. 
Hubo,  con  todo,  desde  un  principio,  allí  donde  los  conquista- 
dores lograron  establecer  la  tranquilidad  y  el  orden,  cierta  ten- 
dencia de  union  entre  las  dos  razas;  porque  las  grandes  ventajas 
de  la  civilización  romana  no  podían  obtenerse  de  otra  manera 
que  por  la  adopción  de  las  costumbres  y  de  la  lengua  del  Lacio. 
Esta  union ,  atendida  la  grande  importancia  de  España  como 
provincia ,  era  no  menos  apetecida  de  los  romanos  que  de  los 
habitantes  indígenas  de  aquella.  Cuarenta  y  siete  años  después 
de  la  entrada  de  aquellos  en  España,  establecióse  ya,  por  decre- 
to formal  del  Senado,  una  colonia,  compuesta  de  descendientes 
de  la  raza  formada  por  la  mezcla  de  los  romanos  con  los  natu- 
rales, á  la  que  fueron  desde  luego  concedidos  privilegios  é  in- 

i°  Livius,  oHist. Rom.», lib. xxxvin,  ilustrarlas  batallas  campales  de  los 
cap.  -12  ;  sus  palabras  son  muy  nota-  romanos,  puso  en  la  portada  del  fa- 
bles :  «Itaque  ergo  prima  Romnnis  Helo  á  que  va  adju' to,  que  su  objeto 
initia  pro\hitiarum,  quíequidemcon-  al  publicarlo  no  fué  otro  que  el  pro- 
tinentissint ,  postrema  omnium,  nos-  bar  lo  que  dice  la  «Sagrada  Escritura», 
trá  demum  setale,  ductu  auspitioque  que  los  romanos  conquistaron  á  Es- 
Augusti  Cjesaris  ,  perdomita  est»  paña  «con  consejo  y  paciencia»,  alu- 
Cuando  el  erudito  Florez,  autor  de  la  diendo  a  un  pusaj'1  notable  del  prin- 
« España  Sagrada»,  publicó  en  1744  cipio  del  capítulo  8/'  del  primer  libro 
un  mapa  de  la  España  antigua  para  de  los  «Macabeus» 


APÉNDICE    A.  167 

munidades  superiores  á  los  que  la  política  de  su  gobierno  con- 
cedía habitualmente  **.  Aumentáronse  poco  después  las  colo- 
nias de  todas  clases;  y  es  imposible  leer  á  César  y  á  Livio  sin  co- 
nocer que  la  política  romana  fué  mucho  mas  generosa  con  Es- 
paña que  con  ninguna  délas  demás  regiones  que  sucesivamente 
fueron  cayendo  en  su  poder.  Tarragona ,  donde  aportaron  por 
primera  vez  los  Escipiones;  Cartagena,  fundada  por  Asdrúbal, 
y  Córdoba,  que  siempre  tuvo  grande  importancia,  tomaron  des- 
de luego  la  forma  y  carácter  de  los  municipios  italianos;  y  en 
tiempo  de  Estrabon,  Cádiz,  por  su  población,  riqueza  y  activi- 
dad comercial,  ocupaba  el  segundo  lugar  después  de  Roma  4í. 

Mucho  antes  pues  que  Agripa  hubiese  hollado  el  poder  de  los 
montañeses  del  Norte,  el  Mediodía  entero,  con  sus  ricas  y  fértiles 
llanuras,  estaba  convertido  en  una  segunda  Italia ;  hecho  acer- 
ca del  cual  la  descripción  que  Plinio  hace  en  el  libro  tercero  de 
su  Natural  Historia  no  deja  ninguna  duda ;  siendo  al  propio 
tiempo  muy  de  notar  que  el  emperador  Vespasiano ,  poco  des- 
pués de  la  pacificación  del  Norte ,  considerase  oportuno  y  con- 
veniente extender  á  toda  España  el  privilegio  de  los  municipios 
del  Lacio13. 

También  obtuvieron  los  españoles  antes  que  otra  nación  al- 
guna aquellas  distinciones  de  que  los  romanos  se  mostraban 
tan  codiciosos,  y  que  auna  sus  mismos  conciudadanos  dispen- 
saban con  dificultad.  El  primer  extranjero  que  obtuvo  la  dig- 
nidad consular  fuéBalbo,  natural  de  Cádiz,  así  como  también 
fué  el  primero  que  alcanzó  los  honores  del  triunfo  en  Roma. 
El  primer  extranjero  que  ocupó  el  trono  del  mundo  fué  Tra- 
jano ,  natural  de  Itálica,  cerca  de  Sevilla  il ;  y  en  verdad  que  si 

il  Livio,  « Hist.  Rom. »,  lib.  xlhi,  propios  de  lugares  de  España,  núme- 

cap.  3.  roproporcionalmenle  superior  al  que 

«  Estrabon  ,  lib.m,  y  especialmen-  presenta  ningún  otro  país ,  excepto 
te  en  las  pp.  168-169,  ed.  Casaubon,  Grecia  vía  Italia.» 
fól.  1620;  y  Plin.,  «Hist.  Nat.»,  lib.m,  13  Plin. ,« Hist. Nat.», lib.  vii.capí- 
§§.2-4,  pero  particularmente  t.  i,  tulo  44,  habla  de  esto  con  cierta  espe- 
ed. Franzii,  1778,  p.  547.  Una  prueba  cié  de  sorpresa,  diciendo  que  era  «un 
muy  convincente  de  la  gran  impor-  honor  que  nuestros  antepasados  ha- 
tancia  que  España  tuvo  antiguamente  bian  rehusado  hasta  al  mismo  Lacio» . 
se  hallará  en  estas  palabras  de  Guiller-  u  Plin.,  «Hist.  Nat.»,  lib.  v.,  cap.  5, 
mo  de  Humboldt  (Prüfung,  etc.,  §.  2,  con  la  nota  de  Hardouin,  y  N.  Anto- 
p.  5):  «Los  antiguos  escritores  nos  nio,  «Biblioteca  Hispana  Velus»,  folio 
han  dejado  gran  número  de  nombres  1787,  lib.  i,  cap.  2. 


168  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

examinamos  con  atención  la  historia  de  Roma  desde  los  tiem- 
pos de  Aníbal  hasta  la  caida  del  imperio  de  Occidente ,  proba- 
blemente hallaremos  que  ninguna  region  del  mundo,  fuera  de 
Italia,  contribuyó  tanto  como  España  á  la  riqueza,  engrandeci- 
miento y  poderío  de  su  metrópoli,  Roma,  así  como  ninguna 
provincia  recibió  en  cambio  tal  copia  de  honores  y  dignidades. 

Por  esta  y  otras  causas  las  relaciones  de  España  con  Roma  fue- 
ron muy  íntimas  y  estrechas,  y  la  civilización  y  cultura  de  la  pro- 
vincia se  formuló  y  entonó  sobre  la  de  la  metrópoli.  Sertorio,  si- 
guiendo una  política  muy  acertada,  dispuso  que  los  hijos  de  las 
principales  familias  españolas  aprendiesen  latin  y  griego,  y  se  ins- 
truyesen á  fondo  en  la  literatura  de  aquellas  dos  admirables  len- 
guas 13;  y  cuando  diez  años  después  Mételo,  á  su  vez,  destruyó  el 
poder  de  Sertorio  y  volvió  triunfante  á  Roma,  llevó  consigo  gran 
número  de  poetas  cordobeses ,  en  cuyo  latin  los  delicados  oídos 
de  Cicerón  no  tuvieron  otra  cosa  que  reprender,  sino  pingue 
quiddam adque  peregrinum;  esto  es,  algo  de  craso  y  extran- 
jero !6. 

Desde  este  tiempo  España  comenzó  periódicamente  á  proveer 
á  Roma  de  escritores  17.  Porcio  Latron,  natural  de  Córdoba,  que 
ejerció  en  Roma  la  abogacía  con  el  mayor  aplauso,  fundó  la  pri- 
mera de  aquellas  escuelas  de  retórica  que  llegaron  á  ser  con  el 
tiempo  tan  célebres  y  concurridas,  y  enquese  educaron  hombres 
tan  distinguidos  como  Octavio  César,  Mecenas,  Marco  Agripa  y 
Ovidio.  Los  dos  Sénecas  fueron  españoles,  como  también  lo  fué 
Lucano ;  nombres  bastante  célebres  para  dar  por  sí  solos  fama 
duradera  á  cualquiera  de  las  ciudades  pertenecientes  al  imperio. 
Marcial  fué  natural  de  Bílbilis,  y  en  su  vejez  se  retiró  á  su  patria 
para  terminar  tranquilamente  sus  dias  en  medio  de  las  apacibles 
escenas  que  tanto  parecía  haber  amado  durante  toda  su  vida. 
Columela,  el  mejor  de  los  escritores  latinos  de  re  rustica,  fué 
también  español;  siendo  muy  probable  que  también  lo  fuesen 


13  Plutarchus,  «in  Sertorium  i>,  ca-  las  excelentes  observaciones  conteni- 
pítuloi4.  ilas  en  la  introducción  á  la  «Historia 
V  1B  «Pro  Archiá»,§.10.  Debe  notar-  de  la  Galia  bajóla  administración  ro- 
se que  Cicerón  los  llama  naturales  de  mana»,  por  Amadeo  Thierry  (8.°, 
Córdoba  :  «Cordubse  nalis  poetis.»  4840, 1. 1,  pp.  211-218);  obra  que  de- 

17  Pueden  leerse  sobre  estepunto  jamuy  pocoque  desear  en  la  materia. 


APÉNDICE   A.  169 

Quintiliano  y  Silvio  Itálico.  Otros  muchos  pudiéramos  añadir, 
que  gozaron  gran  reputación  en  la  capital  del  mundo  durante 
los  últimos  tiempos  de  la  república  ó  en  los  mejores  diasdel  im- 
perio :  oradores,  historiadores  y  poetas;  si  bien  sus  obras,  aun- 
que muy  celebradas  en  aquella  época,  han  perecido  en  el  gene- 
ral naufragio  de  una  gran  parte  de  la  antigua  literatura.  Los 
principales  escritos,  debidos  á  la  pluma  de  españoles,  son,  con 
todo,  muy  conocidos  y  constituyen ,  á  no  dudarlo,  una  buena 
parte  de  nuestro  caudal  literario  clasico-latino,  así  como  un  tes- 
timonio brillante  de  la  civilización  romana  18. 

Desde  este  período  hasta  la  ruina  del  imperio  no  ocurrió 
en  la  Península  española  cambio  notable  que  merezca  ser  men- 
cionado 49.  Es  indudable  que  en  las  regiones  del  norueste,  y 
especialmente  en  las  montañas  y  valles  que  hoy  dia  llevan  el 
nombre  de  Provincias  Vascongadas,  nunca  lograron  introducír- 
sela lengua  ni  las  instituciones  de  Roma  20.  Mas  en  el  resto  de 
España  todo  cuanto  pertenecía  ala  política,  á  la  administración 
ó  al  cultivo  intelectual,  se  acomodó  á  la  civilización  de  Roma. 
Esta  comenzó,  sin  embargo ,  á  decaer  allí  como  en  todas  partes, 
y  si  bien  durante  los  últimos  cuatro  siglos  de  la  dominación  ro- 


18  Las  noticias  sobre  escritores  la-  aquel  tiempo  en  España  (circa  A.D. 
linos-españoles  abundan;  pero  el  li-  200)  mas  lengua  que  la  latina  ;  pues 
bro  primero  de  la  «  Dibljolheca  Ve-  cuando  los  «greci  plusculi  »  echaban 
tus» ,  de  D.  N.  Antonio,  es  mas  que  en  cara  á  Antouino  la  pobreza  de  la 
suficiente  para  formar  una  idea  com-  literatura  latina  ,  diciéndole  que  á  él 
pleta  de  ellos.  De  lodo  cuanto  acerca  le  tocaba  también  parte  de  dicha  cen- 
de  ellos  se  ha  escrito,  loque  mas  me  sura,él  se  defendió  como  hubiera  po- 
llama  la  atención  es  la  expresión  de  dido  hacerlo  un  verdadero  romano, 
Horacio,  quien,  para  caracterizar  mas  aduciendo  en  su  apoyo  citas  de  poe- 
puntualmente  á  los  españoles  de  su  tas  latinos ;  siendo  en  este  caso  su 
tiempo,  emplea  la  voz  peritus  (II,  patriotismo  verdaderamente  romano, 
Od.  xx,  19),  ano  ser  que  usase  dicha  y  la  patria  lingua  á  cuya  defensa  salía, 
voz  (de  experior)  en  el  sentido  de  él  idioma  del  Lacio. 

«bábil  ó  experto».  Sir  Jantes  Mackin-  20  En  el  bellísimo  fragmento  de  una 
tosh,  al  hablar  de  los  escritores  lati-  «Historia  de  Inglaterra»,  por  Sir 
nos  que  España  produjo ,  dice  que  J.  Mackintosh  {tit supra),  dice  este  con 
«eran  los  mas  famosos  entre  sus  con-  aquel  espíritu  de  generalización  filo- 
temporáneos».  («Hist,  of  England»,  sólica  que  tanto  le  distingue:  «La  po- 
vol.  i,  p.  51,  London,  1850.)  tilica  ordinaria  de  Roma  consistía  en 

19  La  anécdota  que  Aulo  Gelio  contener  á  los  bárbaros  dentro  desús 
(«Noc.  At.»,  lib.  xix,  cap.  9)  refiere  montañas.»  El  notable  poema  vascon- 
de  Antonio  Juliano,  español,  queejer-  gado,  publicado  por  Humboldt,  «  Mi- 
da en  Roma  la  profesión  de  retórico,  thridates»,  t.  iv,  p.  334, revela  el  mis- 
muestra  bien  que  no  se  hablaba  en  mo  hecho  con  relación  á  Vizcaya. 


170  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

mana  en  España  la  Península  gozó  mas  tranquilidad  que  nin- 
guna otra  de  las  provincias  del  imperio,  sufrió,  con  todo,  gran- 
des trastornos  políticos  durante  todo  aquel  fatal  período,  y  fué 
poco  á  poco  sucumbiendo  á  la  suerte  común. 

Durante  este  calamitoso  intervalo  se  introdujo  en  España,  y 
comenzó  á  producir  sus  efectos  en  la  cultura  intelectual,  otro 
nuevo  elemento,  que  fué  el  cristianismo.  No  puede  determinar- 
se á  punto  fijo  ni  la  manera  ni  el  tiempo  de  su  introducción, 
aunque  puede  asegurarse  que  tuvo  lugar  en  el  segundo  siglo,  y 
que  vino  tal  vez  de  Africa,  extendiéndose  por  las  provincias  del 
mediodía  **.  En  un  principio  los  cristianos  fueron  perseguidos 
en  España,  como  en  las  demás  partes,  y  tuvieron  que  profesar  su 
religion  en  secreto ;  sin  embargo ,  ya  en  el  año  300  existían  pú- 
blicamente varias  iglesias ,  y  desde  el  tiempo  de  Constantino  y 
de  Osio  el-  cordobés  el  cristianismo  era  reconocido  como  reli- 
gion dominante  en  gran  parte  de  la  Península.  Lo  que  princi- 
palmente importa  á  nuestro  propósito  es  dejar  aquí  consignado 
el  hecho  de  que  el  idioma  de  la  cristiandad  en  España  fué  el  la- 
tin; que  la  enseñanza  se  hacia  en  esta  lengua,  y  que  en  ella  tam- 
bién se  escribieron  los  primeros  y  mas  antiguos  documentos  li- 
terarios que  se  conservan  de  aquel  tiempo  22.  Esto  es  muy 
importante,  no  solo  para  probar  lo  muy  extendido  que  el  latin 
se  hallaba  desde  el  siglo  m  hasta  el  vni ,  sino  también  para 
deducir  la  necesaria  consecuencia  de  que  no  quedó  en  la  Pe- 
nínsula ninguna  otra  lengua  bastante  poderosa  para  luchar  con 
él,  al  menos  en  las  provincias  del  centro  y  mediodía. 

El  clero  cristiano ,  sin  embargo,  y  esto  debe  tenerse  bien  pre- 
sente, hizo  muy  poco  ó  nada  por  conservar  la  antigua  pureza 
del  idioma  latino  en  España ,  y  fomentar  la  cultura  intelectual 


21  «Depping»  ,  t.  n,  pp.  118,  etc.  Depping,  ano  ser  que  el  lector  quiera 
Pero  el  que  quiera  ver  los  muchos  ab-  hacer  un  estudio  profundo  y  especial 
surdos  en  que  incurrieron  hasta  los  de  la  materia,  en  cuyo  caso  le  reco- 
historiadores  mas  graves  al  hablar  de  mendarénios  la  «España  Sagrada»  de 
la  historia  primitiva  del  cristianismo  Florez  y  Risco  ,  y  las  autoridades  en 
en  España,  puede  consultar  el  lib.  iv  que  estos  se  apoyan.  Debe,  sin  embar- 
de  Marianay  lasobrasdeotrosmuchos  go, proceder  con  mucha  cautela,  por- 
escritores  españoles.  que  hallará  en  la  obra  bastantes  er- 

22  Acerca  de  los  primeros  tiempos  rores  del  género  de  los  que  hemos 
del  cristianismo  en  España  se  halla-  mencionado  en  la  precedente  nota, 
rán  bastantes  datos  en  el  lib.  ív  de 


APÉNDICE    A.  171 

debida  á  las  instituciones  y  escuelas  de  los  romanos  23.  Ignora- 
mos la  época  fija  en  que  estas  instituciones,  y  especialmente  las 
antiguas  escuelas,  comenzaron  á  decaer;  pero,  á  no  dudarlo,  esto 
sucedió  en  España  antes  que  en  ninguna  otra  parte  del  imperio. 
En  los  siglos  v,  viy  vu  los  eclesiásticos  se  hallaban  aun  sumidos 
en  tan  grosera  ignorancia,  que  cuando  Gregorio  el  Magno,  que 
fué  papa  desde  590  á  604,  escribió  á  Liciniano ,  obispo  de  Car- 
tagena, prohibiéndole  el  conferir  las  sagradas  órdenes  á  personas 
que  careciesen  de  instrucción,  este  contestó  que,  á  no  permi- 
tírsele ordenar  á  los  que  por  toda  ciencia  sabian  únicamente  que 
Jesucristo  habia  muerto  en  la  cruz,  no  respondía  de  hallar  quien 
ejerciese  dignamente  los  oficios  eclesiásticos 24.  En  efecto,  San 
Isidoro,  el  célebre  arzobispo  de  Sevilla ,  que  murió  en  656,  es  el 
último  de  los  eclesiásticos  españoles  que  conservó  en  sus  escri- 
tos algo  de  la  pureza  del  latín ,  á  pesar  de  que  tenia  tan  mala  opi- 
nion de  la  antigüedad  clásica,  que  prohibió  á  los  monjes  de  su 


83  Una  de  las  razones  por  las  que 
el  clero  se  cuidó  muy  poco  de  con- 
servar la  pureza  del  latin,  y  aun  fué 
causa  muy  inmediata  de  su  corrup- 
ción en  el  mediodía  de  Europa  ,  fue 
la  necesidad  en  que  se  vio  ,  para  ha- 
cerse comprenderdel  pueblo  bajo,  de 
emplear  un  latió  adulterado  y  bastar- 
do en  sus  pláticas  á  los  üeles,  que  cons- 
tituían su  ocupación  casi  exclusiva  du- 
rante losprimeros  tiempos  de  la  Igle- 
sia; porque  el  clero  cristiano,  así  en 
España  como  en  los  demás  países,  se 
dirigió  en  un  principio,  y  durante  un 
largo  periodo  de  tiempo,  á  las  clases 
mas  ínfimas  é  ignorantes  de  la  socie- 
dad, puestoque  la  cull  a  y  elevada  tenia 
á  menos  escucharle.  Mas  el  latin  que 
aquellas  hablaban, fueseónolo  que  se 
entiende  por  «lingua  rustica»  ,  era, 
á  no  dudarlo,  muy  diferente  del  idio- 
ma puro  y  elegante,  propio  de  las 
clases  altas,  como  lo  fué  en  Italia,  y 
quizá  aun  mas  diferente.  Los  docto- 
res cristianes ,  pues ,  debieron  consi- 
derar conveniente  yacaso  indispensa- 
ble el  uso  del  latin  corrupto,  que  era 
la  lengua  del  pueblo;  llegando,  por 
último,  á  ser  este  el  único  inteligible 
para  ellos  mismos,  pues  el  latin  gra- 
matical dejó  pronto  de  serlo  aun  para 


celebrar  el  oficio  de  la  misa.  Bajo  este 
punto  de  vista,  el  cristianismo  debió 
contribuir  materialmente  v  de  una  ma- 
nera directa  á  la  corrupción  del  latin 
y  á  la  formación  de  nuevos  dialectos, 
así  como  contribuyó  á  crear  una  nue- 
va civilización  distinta  de  la  antigua. 
Pero  sin  entrar  ahora  en  la  aprecia- 
ción de  las  infinitas  cuestiones  susci- 
tadas con  motivo  de  la  lingua  rustica 
ó  quotidiana ,  su  origen ,  carácter  ó 
influencia,  no  podemos  menos  de  de- 
jar aquí  consignada  nuestra  opinion 
en  este  punto,  á  saber,  que  las  lenguas 
modernas  del  mediodía  de  Europa  y 
sus  varios  dialectos  se  formaron,  en 
lo  relativo  al  latin,  sobre  el  idioma 
vulgar  que  el  pueblo  hablaba  ,  y  que 
el  cristianismo  fue  la  causa  mas  eficaz 
y  poderosa  de  llevar  definitivamente 
á  cabo  dicho  cambio.  Acerca  de  la 
lingua  rustica  ,  véase  á  Morhof ,  «  De 
Patavinitate  Liviana»  ,capítulos6, 7  y 
9  ,  y  á  Du  Cange,  «De  Causis  corruptas 
Latinitatis»,  §§.13-25,  en  su  Glosario. 
2*  El  pasaje  de  Liciniano  que  se 
cita  se  halla  en  una  nota  del  «  Alge- 
meine  Geschichte  der  cultur»,  por 
Eichhorn,  1799, 8°,  t.  n,p. 467.  Véase 
también  á  Castro,  «Biblioteca  Espa- 
ñola», 1786,  fól.,  t.  h,  p. 275. 


172  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

diócesis  la  lectura  de  libros  escritos  por  los  antiguos  gentiles  83, 
privándoles  así  del  único  medio  de  evitar  la  corrupción  inmi- 
nente de  la  lengua  que  hablaban  y  escribían  26.  Aumentóse 
esta  rápidamente  á  favor  de  la  confusion  y  de  las  turbulencias 
políticas,  hasta  el  punto  que  el  idioma  vulgar  del  pueblo  llegó  á 
ser  una  jerga  casi  ininteligible  para  los  que  no  eran  habitantes 
de  la  Península,  y  que  los  oficios  de  la  Iglesia,  tales  cuales  se 
decían  en  la  misa  y  en  las  fiestas  solemnes,  eran  incomprensibles 
para  el  común  délos  fieles.  Provino  esto  en  parte  déla  decadencia 
de  todas  las  instituciones  romanas,  así  como  del  olvido  completo 
de  todos  los  principios  en  que  se  apoyaban  aquellas  institucio- 
nes, y  en  parte  también  de  la  invasion  y  conquista  de  los  bár- 
baros del  Norte,  cuya  violenta  irrupción  hizo  imposibles  du- 
rante largo  tiempo  la  tranquilidad  y  reposo  necesarios  para  de- 
dicarse aun  á  las  mas  humildes  tareas  del  cultivo  intelectual 27. 
Esta  gran  irrupción  de  los  bárbaros  del  Norte  produjo  una 
nueva  y  muy  importante  revolución  en  el  idioma  de  la  Península, 
revistiéndole  de  un  nuevo  carácter;  porque  la  raza  de  hombres 
que  la  llevó  á  cabo  diferia  completamente,  ya  por  su  origen, 


23  San  Isidoro,  citado  á  menudo  por  id.  est,  vela  de  pellibus,  qualia  in 
Eichhorn  en  su  «Culuu»,  t.  u,  p.  470,  Éxodo  !eguntur»(«Etym.»,fóI.97,  b), 
nota  (i).  que  laminen  ha  pasado  sin  modilica- 

20  Respecto  á  Isidoro  Hispalense,  cion  alguna  al  castellano; — cantistas 
véase  áN.  Antonio,  « Líib.  Vet .»,  lib.  v,  vocamusquod  in  his  dormimus  inca- 
capítulos  3.  4,  y  a  Castro,  «Bib.  Esp.»,  mis»  («Elym.»,  fól.  96,  b),  cuya  última 
t.  ti,  pp.  293-34-1.  El  juicio  que  hemos  palabra  ,  cama  ,  explica  después  de 
hecho  del  latin  de  San  Isidoro  está  este  modo:  «Leelus  brevis  et  circa 
basado  principalmenleen  sus  «Ety-  terrain»  («Elym.»,  fól.  101,a),usán- 
mologiarum»,  lib.  xx,  y  «De  Summo  dose  una  y  oíra  actualmente  en  Es- 
Bono»,  lib.  m  ,  ful.  1483.  Hay  sin  du-  paña  en  el  mismo  sentido;— «maníum 
da  en  las  obras  de  Isidoro  de  Sevilla  hispani  vocant,  quod  manus  tegat 
muchas  voces  que  carecen  de  auto-  tantum ;  est  enim  brevis  amictus» 
ridad  clásica,  algunas  de  las  cuales  él  («Elym.»,  fól.  97,  a), que  es  eltnantode 
mismo  designa  como  vulgares,  y  otras  lasespañolas;— y  á  este  tenor  otras  va- 
no; pero  en  general  su  latin  es  bas-  rias  voces,  curiosas  únicamente  como 
tante  bueno.  Entre  las  palabras  cor-  restos  del  latin  corrupto  que  siguió 
rupias  que  emplea,  algunas  son  muy  hablándose  hasta  que  algunos  siglos 
curiosas  por  la  circunstancia  de  ha-  después  comenzó  el  castellano  mo- 
ber  pasado  al  castellano  moderno;  ta-  derno. 

les  como  «astrosas,  ab  astro  dictus,  "27  Véase  á  Eichhorn,  «Cultur»,  t.  n, 
quasi  malo  sidere  natus»  («Etimol.»,  pp.  472,  etc.;  y  si  se  quieren  mas  am- 
-1483,  fól.  50.  a),  de  donde  vino  astroso  plias  noticias,  la  «Bib.  Vet.»,  de  N. 
y  descifrado,  palabrasfamiiiares  en  el  Antonio,  libros  v  y  vi;  y  Castro,  «Bi- 
castellano,  autorizadas  por  la  Acade-  blioteca  Esp.»,t.  n. 
mia ;  — cortina,  que  deüue:  «Aulaea, 


APÉNDICE    A.  173 

ya  por  su  lengua ,  ya,  en  fin ,  por  todo  cuanto  caracteriza  á  una 
nación,  de  las  cuatro  razas  que  anteriormente  la  habían  ocu- 
pado. Los  nuevos  invasores  formaban  parte  de  aquella  vasta 
multitud  establecida  en  las  regiones  del  otro  lado  del  Rin,  y  bien 
conocidas  de  los  romanos  desde  los  tiempos  de  Julio  César,  y 
que  en  la  época  á  que  nos  referimos,  hacia  ya  mas  de  un  siglo 
que  estaban  sacudiendo  con  portentosa  fuerza  las  vacilantes 
barreras  que  á  orillas  de  aquel  glorioso  rio  habian  señalado  du- 
rante largo  tiempo  los  límites  del  romano  imperio.  Impelidos, 
no  solo  por  la  tendencia  natural  de  todas  las  naciones  del  Nor- 
te á  ocupar  climas  mas  benignos,  y  de  los  pueblos  bárbaros  en 
general  á  recoger  los  despojos  de  civilizaciones  mas  avanzadas, 
arrastrados  también  por  el  movimiento  impulsivo  de  los  tártaros 
del  Asia  superior ,  comunicado  por  las  tribus  eslavas  á  las  ger- 
mánicas, toda  aquella  masa  de  fuerza  acumulada  cayó  de  im- 
proviso y  con  irresistible  furia,  á  principios  del  siglo  v,  sobre 
las  extensas  y  mal  defendidas  fronteras  del  imperio.  Sin  de- 
tenernos ahora  en  particularizar  sus  primeras  tentativas  de  con- 
quista, contenidas  unas  y  rechazadas  otras  con  mas  ó  menos 
energía,  que  precedieron  á  esta  fatal  y  definitiva  invasion, 
basta  á  nuestro  intento  decir  que  las  primeras  hordas  de  aque- 
lla inundación  humana  que  derrocó  el  imperio  del  mundo  co- 
menzaron á  pasar  el  Rin  á  fines  del  año  de  406  y  principios 
de  407.  Pero  estas  hordas  eran  empujadas  (bien  puede  decirse 
así)  por  la  fuerza  material  de  grandes  masas  de  hombres  que  las 
seguían  de  cerca.  Una  tribu  sucedía  á  otra  con  la  rapidez  y 
desembarazo  propios  de  los  pueblos  nómadas,  que  ni  conocen 
intereses  ni  tienen  aficiones  de  localidad,  y  con  toda  la  violencia 
y  rigor  de  bárbaros ,  buscando  con  ansia  las  comodidades  y 
lujo  de  la  civilización;  de  manera  que  cuando,  al  concluir  aquel 
siglo,  la  última  de  estas  emigraciones  guerreras  logró  estable- 
cerse por  fuerza  dentro  de  los  límites  del  imperio  romano,  bien 
podía  decirse  sin  temor  de  contradicción  que  desde  el  Rin  y  el 
canal  de  la  Mancha  por  un  lado,  hasta  la  Calabria  y  Gibraltar 
por  el  otro ,  apenas  habia  una  region  en  el  imperio  romano  que 
no  hubiesen  invadido  y  donde  no  fuesen  ya  señores  del  suelo  ó 
dueños  del  poder  militar  y  político  28. 
28  Gibbon,  cap.  30. 


174  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

En  cuanto  al  carácter  especial  de  las  naciones  bárbaras  que 
definitivamente  se  establecieron  en  su  territorio,  España  fué 
seguramente  menos  desgraciada  que  la  mayor  parte  de  los  pue- 
blos de  Europa  víctimas  de  la  misma  invasion.  Las  primeras 
tribus  que  se  lanzaron  al  través  del  Pirineo,  los  francos,  que 
llevaban  la  vanguardia  en  la  general  irrupción,  y  los  vánda- 
los, suevos  y  alanos ,  que  fueron  los  primeros  en  penetrar  en 
España,  cometieron  sin  duda  alguna  horribles  excesos,  cau- 
sando los  males  y  sufrimientos  que  con  tanta  elocuencia  é  indig- 
nación describe  Mariana  en  un  pasaje  muy  conocido  de  su 
historia  29 ;  pero  en  un  período  de  tiempo  comparativamente 
breve,  estas  tribus  ó  naciones  pasaron  al  Africa  y  no  volvieron 
mas  á  la  Península.  Los  godos ,  que  vinieron  después  de  ellos, 
aunque  tan  bárbaros  como  sus  predecesores,  eran  de  índole  mas 
mansa  y  de  carácter  mas  generoso;  habian  residido  ya  en  Italia, 
y  adquirido  allí  algún  conocimiento  de  las  leyes,  costumbres  y 
lengua  de  los  romanos,  y  cuando  en  411  atravesaron  el  medio- 
día de  Francia  y  penetraron  en  la  Península ,  fueron  recibidos 
mas  bien  como  amigos  que  como  conquistadores  30.  En  un 
principio  llegaron  hasta  á  mandar  en  nombre  del  imperio,  pero 
antes  de  transcurrir  un  siglo  habia  cesado  de  reinar  el  último 
emperador  de  Occidente,  y  por  una  especie  de  necesidad  im- 
prescindible, la  dinastía  visigoda  se  estableció  en  casi  toda  Es- 
paña, y  fué  reconocida  por  Odoacer,  el  primer  rey  bárbaro  de 
Italia. 

Mas  antes  de  entrar  en  España,  los  visigodos  habian  sido  ya 
convertidos  al  cristianismo  por  el  venerable  Ulfikts  ,  y  entre  los 
años  de  466  y  488,  período  para  ellos  de  guerras  y  revueltas,  se 
habian  formado  un  código  criminal,  al  cual  añadieron  mas  tarde, 
en  506,  otro  civil;  sirviendo  ambos  de  baseá  la  importante  co- 
lección de  leyes  promulgada  un  siglo  después  por  el  cuarto 
concilio  toledano  ".  Pero  si  bien  los  visigodos  adoptaron  algu- 
nos de  los  medios  mas  eficaces  de  civilización  y  cultura,  su  len- 
gua, como  la  délas  demás  naciones  septentrionales  que  invadie- 
ron á  Europa ,  permaneció  esencialmente  bárbara  y  ruda.  En 

29  Lib.  v  ,cap.  i.  la  «Revista  de  Edimburgo»,  t.  xxxi, 

3ft  Mariana,  lib.  v.,  cap.  2.  sobre  las  leyes  visigodas  de  España; 

31  Gibbon  ,  cap.  37,  y  articulo  de    Depping,  t.  u,  pp.  217,  etc. 


APÉNDICE    A.  175 

ningún  tiempo  llegó  á  ser  en  España  idioma  escrito.  Pertene- 
cía á  la  familia  teutónica,  y  no  tenia  analogía  ninguna  con  el 
latin  ,  si  bien  es  cierto  que  los  que  la  hablaban  estaban  tan  ínti- 
mamente ligados  con  el  pueblo  conquistado,  y  por  otra  parte, 
vencedores  y  vencidos  se  hallaban  en  tal  situación  y  dependencia 
uno  de  otro,  que  forzosamente  habían  de  buscar  un  medio  de 
comunicación  acomodado  al  roce  continuo  y  trato  familiar  de 
la  vida.  Sucedió,  pues,  allí  lo  que  en  otras  provincias  del  imperio 
romano,  invadidas  de  la  misma  suerte  y  por  gentes  del  mismo 
origen;  verificóse  luego  cierta  fusion  y  amalgama  de  las  dos 
lenguas,  aunque  en  proporciones  muy  desiguales,  como  no  po- 
dia menos  de  suceder,  puesto  que  aliado  del  latín  militaban,  no 
solo  las  instituciones  á  la  sazón  existentes ,  aunque  en  decaden- 
cia, del  país,  sino  también  cuantos  elementos  de  civilización  y 
cultura  podían  entonces  hallarse  en  el  mundo  ,  sin  contar  el 
vasto  y  creciente  poderío  del  cristianismo,  con  su  clero  y  sacer- 
docio organizados,  que  no  querían  ser  escuchados  en  otro  idio- 
ma que  no  fuese  aquel.  Así  pues,  si  bien  los  godos  tenian  de  su 
parte  la  autoridad  civil  y  militar ,  y  quizá  también  un  carácter 
intelectual  mas  lozano  y  vigoroso,  viéronse,  sin  embargo,  obli- 
gados á  someterse  á  las  influencias  arriba  indicadas,  y  á  adoptar 
en  gran  manera  aquella  habla  que  sola  podia  proporcionarles 
los  goces  de  una  sociedad  mas  culta  y  avanzada.  El  latín ,  pues, 
corrompido  y  degradado  comoá  la  sazón  se  hallaba,  se  conservó 
en  España,  según  se  habia  conservado  en  otras  provincias  del  im- 
perio romano  sometidas  al  yugo  de  los  bárbaros ,  constituyendo 
desde  entonces  el  elemento  principal  y  mas  importante  del  idio- 
ma vulgar,  producido  por  su  fusion  y  amalgama,  y  la  base  del 
castellano  moderno. 

La  alteración  mas  importante  hecha  por  los  invasores  en  la 
lengua  de  los  españoles  de  aquel  tiempo  fué  su  estructura  gra- 
matical. Los  godos,  como  los  demás  pueblos  rudos,  aprendían 
con  facilidad  palabras  aisladas  de  una  lengua  mas  perfecta  que 
la  suya  y  que  oian  pronunciar  diariamente  ;  pero  érales  muy 
difícil  entender  el  espíritu  filosófico  de  su  gramática.  Así  pues, 
al  paso  que  adoptaron  libremente  el  extenso  y  rico  vocabulario 
de  la  lengua  latina,  amoldaron  sus  complicadas  yartificiosas  for- 
mas al  mecanismo,  mas  sencillo  y  natural,  de  sus  dialectos  nati- 


176  HISTORIA    DE    LA   LITERATURA    ESPAÑOLA. 

vos.  Esto  se  echa  de  ver  claramente  en  las  notables  variaciones 
por  ellos  hechas  en  las  inflexiones  de  los  nombres  y  verbos  lati- 
nos. Los  romanos,  como  lo  sabe  cualquiera  medianamente  ins- 
truido ,  tenian  declinaciones  para  designar  la  relación  de  los 
nombres,  y  también  conjugaciones  con  que  distinguirlos  tiem- 
pos y  modos  de  sus  verbos;  carecian  los  godos  de  estos  ins- 
trumentos ,  y  empleaban  artículos  unidos  á  preposiciones  para 
señalar  los  casos  de  sus  nombres ,  y  auxiliares  de  varias  espe- 
cies para  marcar  los  cambios  en  la  significación  de  los  verbos  3i. 
Al  recibir,  pues,  en  España  la  lengua  latina,  que  carece  de  ar- 
tículos, hicieron  que  el  ¡lie,  palabra  la  mas  aproximada  que  pu- 
dieron encontrar,  les  sirviese  de  artículo  definido,  y  el  unusáe 
indefinido;  de  aquí  proviene  que  en  sus  documentos  y  escritu- 
ras primitivas  se  halle  Ule  homo  (el  hombre),  itnus  homo  (un 
hombre),  illa  mulier  (la  mujer),  y  así  á  este  tenor,  locuciones  de 
las  que  los  españoles  tomaron  sus  artículos  el,  la,  uno  y  una,  etc., 
á  la  manera  que  los  franceses,  siguiendo  un  camino  semejante, 
tomaron  sus  artículos  le,  la,  un  y  une;  y  los  italianos  el  il,  la, 
uno  y  una 33.  En  vez  de  vici  (be  vencido  i,  dijeron  habeo  victum ; 
en  vez  de  amor,  soy  amado,  sum  amaíus;  y  del  uso  frecuente  de 
habere  y  esse  se  introdujeron  en  el  castellano  los  auxiliares  ha- 
ber y  ser ,  así  como  los  italianos  adoptaron  el  avere  y  essere,  y 
los  franceses  su  avoir  y  étre  3i.  Este  ejemplo  del  efecto  produ- 
cido por  los  godos  en  los  nombres  y  verbos  latinos  no  es  mas 
que  una  muestra  de  las  muchas  alteraciones  por  ellos  hechas  en  la 
estructura  general  de  la  lengua,  corrompiéndola  paulatinamen- 
te, y  contribuyendo  así  á  formar  el  castellano  actual;  revolución 
inmensa,  para  cuya  elaboración  se  necesitaron  mas  de  siete  si- 


32  En  el  libro  gótico  mas  antiguo  mo  desde  entonces  acá  los  han  usa- 
(«Los  Evangelios»  traducidos  por  Lili-  do.  Véase  á  Ululas.  «GotischeBibelü- 
las,  hacia  los  años  570  dé  J.  C.)  no  se  bersetzung»,  ed.  Zahn,  180o,  4.°,  y  es- 
encuentra artículo  indelinido,  yel  de-  pecialmente  la  introducción,  pp.  28- 
finido  no  siempre  aparece  cuando  está  37. 

en  el  griego;  debiendo  advertirse  que  33  Raynouard,  «Troubadours»,  t.i, 

el  venerable  Obispo  los  tradujo  de  pp.  59,  ¿3,48,  etc.,  y  üiez,«Gramma- 

esta  lengua,  y  no  déla  latina.  Pero,  á  tikderRomanischenSprachen»,  1838, 

nuestromodo  de  ver,  no  hay  motivo  8.°,  t.  it,  pp.  13,  14.98, 100,  144,145. 

bastante  para  suponer  que  los  godos  3i  Raynouard,  i  Troubadours»,  t.  i, 

y  las  demás  tribus  septentrionales  en  pp.  76-85. 
el  siglo  v,  usasen  de  uno  y  otro ,  co- 


APÉNDICE    A.  177 

glos ,  sin  contar  otros  dos  ó  tres  mas  para  llevarla  completa- 
mente á  cabo  3S. 

España  en  tanto  era  presa  de  otra  nueva  y  formidable  inva- 
sion imprevista,  irresistible  y  que  amenazaba  destruir  por  ente- 
ro los  pocos  restos  de  civilización  y  progreso  que  aun  quedaban 
de  las  antiguas  instituciones  del  país,  ó  habian  surgido  de  nue- 
vo bajo  los  últimos  dominadores.  Hablamos  de  la  notabilísima 
invasion  délos  árabes;  hecbo  que  naturalmente  nos  obliga  á  bus- 
car en  el  riñon  del  Asia  algunos  de  los  materiales  del  carácter, 
lengua  y  literatura  de  los  españoles,  así  como  ya  hubimos  de 
acudir  con  dicho  fin  al  norte  de  Europa. 

Los  árabes,  que  en  todas  las  épocas  de  su  historia  se  presen- 
tan siempre  á  nuestra  imaginación  como  un  pueblo  singular  y 
romántico ,  recibieron  de  la  fe  religiosa  que  les  supo  inspirar  el 
genio  y  el  fanatismo  de  su  profeta,  un  impulso  tal,  que,  consi- 
derado bajo  cierto  aspecto,  no  hallamos  su  par  en  los  anales  de 
género  humano.  En  el  año  de  623  de  Jesucristo  aun  andaba 
i  ndecisa  y  vacilante  la  fortuna  de  Mahoma  dentro  del  estrecho 
territoriohabitadopor.su  tribu,  pobre  y  vagabunda,  y  sin  em- 
bargo, en  menos  de  un  siglo  la  Persia,  la  Siria,  gran  parte  del  Asia 
Occidental,  el  Egipto  y  toda  la  costa  septentrional  del  Africa  su- 
cumbían ante  la  energía  de  su  fe  religiosa  y  entusiasmo  guerrero. 
Triunfo  tan  rápido  y  extenso,  fundado  completamente  sobre  el 
fanatismo,  y  seguido  de  cerca  de  la  pompa  y  arreos  de  la  ci- 
vilización, es  un  suceso  único  en  la  historia  del  mundo  36.  Así 
que  los  árabes  se  vieron  en  posesión  tranquila  de  las  ciudades 

35  Sobre  la  formación  de  los  dialec-  convincenle  de  alteraciones  en  la 
tos  modernos  de  la  Europa  Meridional  lengua  como  la  otra,  porque  pueden 
puede  leerse  la  ya  citada  y  excelente  haber  nacido  del  descuido  é  ignoran- 
«Grammatik  der  Romauischen  Spra-  cia  de  los  copiantes.  Muestras  de  todo 
chen»,  de  FedericoDiez,Donn.,  18o6.  generóse  hallan  en  la  «Colección  de 
En  materia  de  ejemplos  de  corrupción  cédulas»,  1. 1,  p.  47,  nota;  y  en  la  «Co- 
de la  lengua  española,  además  de  los  lección  defueros  municipales»,  de  Don 
citados  en  el  texto,  merecen  darse  los  Tomás  Muñoz  y  Romero  ;  Madrid, 
siguientes  :  Orate  ^ru  ;¡os,  en  vez  de  18-i",  fól.,  1. 1. 
orate  pro  nobis;  Sedeat  segregates  ti  50  En  las  agradables  «  Lecciones 
corpus  el  sanguis  Domini,  en  vez  de  ti  de  historia  moderna »,  del  Dr.  Smyth. 
corpore  elsanguine»  (Marina,  «Ensa-  (Londres,  1840,  8°),t.  i,  pp.  66, 
yo»,  p.  22,  nota.  «Memorias  de  la  67,  etc.,  se  hallanobservacionesmuy 
Real  Academia  de  la  Historia»,  l.  iv.)  nuevas  y  curiosas  acerca  de  la  vida  y 
Los  cambios  de  ortografía  son  innu-  hechos  de  Mahoma. 
merables,  pero  no  son  una  prueba  tan 

T.  IV.  12 


178  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

situadas  en  la  costa  de  Africa,  natural  era  que  echasen  sus  miradas 
sobre  España,  separada  únicamente  por  el  estrecho  mar  Mediter- 
ráneo; desembarcaron,  pues,  en7H,  con  fuerzas  considerables, 
siguió  labatalla  llamada  por  sus  escritores  deGuadalete,ypor  los 
cristianos  de  Jerez,  y  en  el  corto  espacio  de  tres  años,  con  su 
acostumbrado  ímpetu  y  rapidez,  habían  ya  conquistado  la  Es- 
paña entera,  á  excepción  de  las  provincias  del  noroeste,  á  cuyas 
ásperas  montañas  se  recogió  un  número  considerable  de  cris- 
tianos, acaudillados  por  Pelayo,  dejando  el  resto  del  país  en  ma- 
no de  los  vencedores. 

Pero  mientras  los  godos  que  lograron  salvarse  del  casi  general 
naufragio  se  parapetaban  en  las  gargantas  y  valles  de  Vizcaya 
y  Asturias,  y  empeñaban  desde  allí  una  lucha  desesperada  de 
ocho  siglos,  que  había  de  terminar  con  la  final  expulsion  de  sus 
invasores;  los  moros,  que  vivían  en  el  centro,  y  especialmente 
en  el  mediodía,  de  la  Península  *7,  constituían  y  cimentaban  un 
imperio  tan  espléndido  y  civilizado  como  lo  permitían  los  ele- 
mentos de  su  religion  y  carácter. 

Mucho  se  ha  escrito  acerca  de  las  glorias  de  este  imperio ,  y 
la  influencia  que  ejerció  en  las  costumbres  y  literatura  moder- 
nas; tiempo  hace  que  Huet  y  Massieu  fueron  de  opinion  que  la 
rima  y  las  ficciones  caballerescas  se  debían  á  los  árabes  españoles; 
mas  desde  entonces  acá  se  ha  probado  de  una  manera  satisfac- 
toria que  una  y  otras  son  producto  espontáneo  del  entendimien- 
to humano ,  elaboradas  en  distintas  épocas  y  por  diversas  na- 
ciones88. Posteriormente  el  abate  Andrés,  sabio  jesuíta  español, 
que  escribió  en  Italia  y  en  lengua  italiana,  ganoso  de  asegurar 
á  su  patria  el  honor  de  haber  comunicado  al  resto  de  Europa  el 
primer  impulso  civilizador  después  de  la  ruina  del  imperio  ro- 
mano, anunció  otra  teoría  aun  mas  vasta  y  determinada  que  la  pro- 


37  Llamáronse  así  por  su  residen-  ballerescas».  Las  notas  de  Price  á  la 
cia  en  la  Mauritania,  provincia  de  edición  en  8.°  dan  mucho  valor  ala 
Africa,  heredando  naturalmente  el  discusión  de  estascuesüones.  «Poesía 
nombre  de  los  antiguos manri.  inglesa  de  Warton»,  1824,  8.°,  t.  i. 

38  Véase  á  Huet,  «Origine  ejes Ro-  Massieu  («Hist.de  la  poesie  fran- 
mans»  (ed.  Í693,  p.  24),  y  especial-  coisc^,  1739,  p.  62),  y  Quadrio(«Sto- 
mente  á  Warton  en  su  primera  «Di-  ria  d'ogni poesía»,  17Í9,t.  iv.  pp.  299, 
ser lacion  sobre  el  origen  oriental  y  500)  siguen  á  Huet,  aunque  con  in- 
árabe  de  las  primeras  Gcciones  ca-  genio  y  habilidad. 


APÉNDICE    A.  179 

puesta  porHuet,  á  saber:  que  la  poesía  provenzal, 'universal- 
mente  reconocida  como  la  mas  antigua  de  la  Europa  meridional 
en  los  tiempos  modernos ,  se  tomó  directamente  de  los  árabes 
españoles;  teoría  que  adoptaron  y  siguieron  luego  Guinguené, 
Sismondi  y  los  autores  de  la  Historia  literaria  de  Francia  s9. 
Mas  todos  estos  escritores,  ola  mayor  parte  de  ellos,  caminan 
bajo  el  supuesto  falso  de  que  la  rima  y  la  composición  métrica, 
así  como  el  espíritu  poético,  comenzaron  en  la  Provenza  mucho 
después  de  lo  que  realmente  sucedió,  según  lo  han  puesto  en 
claro  investigaciones  posteriormente  hechas.  Porque  el  abate 
Andrés  y  Guinguené  fijan  la  época  de  la  influencia  arábigo-his- 
pana sobre  el  mediodía  de  Francia  después  de  la  reconquista 
de  Toledo,  y  en  1085,  cuando,  á  no  dudarlo,  el  tratoy  comuni- 
cación entre  ambas  naciones  se  hizo  mas  frecuente  40.  Pero 
Raynouard  il  ha  publicado  después  el  fragmento  de  un  poema, 
cuyo  manuscrito  no  parece  posterior  al  año  de  1000,  probando 
así  que  la  literatura  provenzal  existia  cuando  menos  un  siglo 
antes,  y  se  remonta  á  la  época  de  la  corrupción  gradual  de  la 
lengua  latina  y  á  la  formación  consiguiente  de  los  idiomas  mo- 
dernos. También  Schle'gel,  el  mayor ,  participó  de  esta  teoría, 
esforzándola  con  nuevos  argumentos  que  prueban  el  fundamen- 
to y  solidez  de  las  opiniones  de  Raynouard  en  esta  materia  *2. 


"''  El  abate  Andrés  manifiesta  re-  i0  Andrés,  «Storia» ,  t.  i ,  p.273. 

suelta  y  deciclidamentesuopinion  con  Guinguené.  t.  i,  pp.  248-250.  Este  úl- 

estas palabras :  «Quest'usodegli  spag-  timo  dice  :    «Quizá  por  este  tiempo 

nuolidi  verseggiarenella lingua,  nelia  (1083)  comenzaron  ios  primeros  ensa- 

misura ,  é  nella  rima  degii  arabi,  puo  jos  poéticos  en  España,  así  como  ve- 

dirsi  con  fundamento  la  prima  origine  mos  aparecer  los  primeros  cantos  de 

della  moderna  poesía.»  («Storia  d'ogni  nuestros  trovadores.» 

Iett»,lib.  i,  cap.  11,  §.  161,  y  pp.  163-  il  « Fragment  d'  un  poéme  en  vers 

272,  edic.  1808, -i.0)  Todavía  explican  romans  ,  sur  Boéce»,  publicado  por 

y  apoyan  esta  misma  teoría  con  mayor  M.  Raynouard, de  Paris,  8.°,  1817,  y 

calor  Guinguené,  «Hist.  lilt.  d'Ila-  en  sus  «Poesías  de  los  trovadores»", 

lie»,  1811  ,  t.  i,  pp.  187-285.  Sismon-  t.n.  Consúltese  además  la  «Gramática 

di,  «Litt.  du  Midi»,  1815, t.i,  pp.  58-  de  la  lengua  románica»,  en  la  misma 

416,  y  «Hist,  des  francais»,  8.°,  t.  iv,  obra,t.  i. 

1824,  pp.  482-494  ;  y  finalmente  ,  los  w  iNos  referimos  alas  «Observacio- 
autores  de  la  «  Historia  literaria  de  nes  sobre  la  lengua  y  literatura  pro- 
Francia», 4.°,  1814,  t.  xvn,  pp.  42  y  vénzales»,  de  A.  W.  Schlegel,  Paris, 
45.  Pero  estos  últimos  escritores  en  1818,  8.°,  impresas  privadamente, 
nada  aumentan  la  autoridad  del  abate  Véase  especj  límente  la  página  75, 
Andrés,  puesto  que  ninguno  de  ellos  en  la  que  el  aulor  habla  de  lo  diame- 
hace  mas  que  repetir  los  argumentos  tralmente  opuestas  al  gusto  árabe 
de  aquel.  que  son  en  tono  y  espíritu  las  pri- 


180  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Mas  si  no  podemos,  con  el  abate  Andrés  y  sus  secuaces,  atribuir 
principalmente  el  origen  de  la  poesía  y  civilización  del  mediodía 
de  Europa  en  los  tiempos  modernos  á  los  árabes  españoles, 
es  al  menos  indudable  que  algo  influyeron  en  la  lengua  y  litera- 
tura de  los  españoles,  porque  los  adelantos  de  aquellos  en  la 
carrera  de  la  ilustración  y  del  saber  no  fueron  ciertamente  me- 
nos brillantes  y  rápidos  que  en  la  déla  dominación  y  de  las  ar- 
mas. Los  reinados  de  los  dos  Abderahmanes,  y  el  glorioso  pe- 
ríodo del  califato  de  Córdoba,  que  comenzó  por  los  años  de  750  y 
continuó  casi  hasta  la  toma  de  dicha  capital  por  los  cristianos 
en  1236  ,  mirados  bajo  el  punto  de  vista  intelectual,  fueron  los 
primeros  de  su  tiempo  en  el  mundo  ;  y  si  bien  es  cierto  que  el 
reino  de  Granada,  que  terminó  en  1492,  no  llegó  en  este  ramo 
á  tanta  altura ,  los  aventajó  quizá  en  magnificencia  y  esplen- 
dor i3.  Las  escuelas  públicas  y  bibliotecas  de  los  árabes  españo- 
les eran  frecuentadas,  no  solo  por  los  musulmanes  indígenas  ó 
procedentes  de  Oriente,  sino  también  por  cristianos  de  diferen- 
tes puntos  de  Europa;  y  se  cree  comunmente  que  el  papa  Silves- 
tre 11,  uno  délos  hombres  mas  eminentes  de  su  siglo,  debió  prin- 
cipalmente su  elevación  al  pontificado  á  su  esmerada  educación 
en  Córdoba  y  Sevilla  H. 

En  medio  de  es'.e  floreciente  imperio  vivía  una  masa  consi- 
derable de  cristianos ,  que ,  en  lugar  de  seguir  á  sus  indómitos 

meras  poesías  proveníales,  y  mas  aun  no  es  de  creer  que  los  cristianos  tu- 
las españolas.  Diez,  «  í'oesie  des  viesen  en  Sevilla  y  Córdoba  escuelas 
trouvadours  »  ,  8.°,  1826,  pp.  19  y  importantes,  como  las  que  se  sabe  te- 
siguientes  ;  obra  de  mucho  mérito.  nian  los  árabes ,  las  autoridades  que 

13  Conde,  «Historia  de  la  domina-  Andrés  alega  dicen  que  Gerberto  es- 
cion  de  los  árabes  en  España»,  Ma-  ludió  con  los  moros,  y  por  consiguien- 
do!, 1820-1821,  4.°,  t.  i  y  n,  pero  es-  le,  prueban  mas  de  In  que  él  quiere, 
pecialmente  en  el  i,  pp.  158-226,  425-  Gerberto,  tumo  todos  los  hombres  de 
489,524-547.  ciencia  en  la  edad  media,  fuéconsi- 

11  Silvestre  II  (Gerberto)  ocupó  la  derado  como  nigromántico  y  hechice- 
sede  romana  desde  999  á  1005,  y  fué  ro.  En  !a  «Historia  literaria  de  Fran- 
el  primer  caudillo  que  Francia  dio  á  cia»,  t.  vi,  pp.  559-614,  hay  una 
la  Iglesia,  bien  sabemos  que  los  be-  noticia  extensa  de  sus  obras.  A  este 
nedictinos,  «Hist,  liter,  de  ti  Fran-  papa  Silvestre  se  atribuye  comunmen- 
cia»,  t.  vi,  p.  560,  indican  que  aun-  te  la  introducción  délos  números  ará- 
que  estuvo  en  España,  no  pasó  de  Cor-  bigos  en  Europa;  si  el  hecho  es  cierto, 
tloba;  y  tampoco  ignoramos  que  el  es  el  mayor  servicio  que  pudo  hacer 
abate  Andrés,  1. 1,  pp.  175-178,  c<  n-  al  mundo  civilizado.  Aschbach,  «Ges- 
cediendo  que  estuvo  en  Sevilla,  niega  cha  lite  der  Ommiaden  in  Spanien», 
que  estudiase  en  ctras  escuelas  que  S  .",  1830,  t.n,  pp.  235,551. 
enlascristiauas.  Pero  a  demás  deque 


APÉNDICE    A.  181 

compatriotas  en  su  marcha  al  norte  de  la  Península,  alas  órde- 
nes de  Pelayo,  continuaron  mezclados  con  los  conquistadores,  á 
favor  de  la  amplia  tolerancia  que  en  sus  principios  predicaba  y 
ejercía  la  religion  del  Islam.  A  excepción  de  que ,  como  venci- 
dos, pagaban  un  tributo  doble  del  de  los  moros,  y  además  otra 
contribución  por  los  bienes  y  propiedades  de  su  iglesia ,  estos 
cristianos  sufrían  pocas  cargas  y  gravámenes,  y  hasta  les  fué 
permitido  conservar  sus  obispos  é  iglesias  ó  monasterios ,  y  aun 
ser  juzgados  por  sus  leyes  y  tribunales  en  todas  las  cuestiones 
de  interés  propio,  á  no  ser  en  delitos  de  pena  capital  *5.  Pero 
si  bien  vivían  hasta  cierto  punto  como  un  pueblo  separado ,  y 
considerada  su  situación  particular,  mantenían,  como  nunca 
pudieran  imaginarlo,  su  fe  y  su  lealtad  religiosa,  la  influencia  de 
un  imperio  brillante  y  poderoso ,  y  el  espectáculo  de  una  pobla- 
ción mas  adelantada  y  feliz  no  podía  menos  de  obrar  poderosa- 
mente en  ellos.  Consecuencia  inevitable  de  esta  acción  lenta, 
aunque  continua,  fué  que  el  carácter  nacional  gradualmente 
cedió;  que  los  cristianos  llegaron  á  vestir  el  traje  de  los  vencedo- 
res, se  acomodaron  á  sus  costumbres,  se  alistaron  en  sus  ejércitos, 
y  hasta  ocuparon  distinguid  s  puestos  en  las  cortes  musulma- 
nas de  Córdoba  y  Granada;  mereciendo  así  el  dictado  de  mo- 
zárabes ó  muzárabes  ,  es  decir  árabes  por  idioma  y  hábitos ,  que 
les  fué  dado ,  y  mezclándose  con  los  conquistadores  en  térmi- 
nos, que  al  cabo  de  algún  tiempo  se  confundían  enteramen- 
te con  ellos ,  sin  distinguirse  mas  que  por  su  creencia  reli- 
giosa 46. 

43  La  condición  de  los  cristianos  ragoza, Risco,  t.  xxx,  p.  205,  y  t.  xxxt, 
bajo  el  yugo  musulmán  en  la  Penin-  pp.  112-117;  para  Leon  ,  t.  xxxiv,  pá- 
suía,  se  trasluce  en  muchos  pasajes  gina  132,  y  así  á  este  tenor.  En  efecto, 
de  Conde,  t.  i,  pp  39,  82,  etc.  Pero  por  la  historia  de  la  mayor  parte  de 
sobre  todo  las  involuntarias  confesio-  las  iglesias,  cuyos  anales  nos  presen- 
iles de  Florez  y  Risco,  en  los  cuarenta  tan  estos  dos  eruditos,  exornados  con 
y  cinco  tomos  de  la  «España  sagra-  ricos  éinmensosmaleriales,  se  ve  que 
da»,  prueban  basta  la  evidencia  lato-  los  moros  ejercieron  una  tolerancia 
lerancia  con  que  los  moros  procedie-  que  mutatis  mutandis  hubieran  ellos 
roa,  y  confirman  lo  que  en  este  punto  admitido  muy  gustosos  departe  de  los 
refieren  los  historiadores  árabes  En  cristianos  en  los  tiempos  de  Felipe  III. 
cuanto  a  Toledo,  véase  á  Florez,  t.  v,  4tí  Mucho  se  ha  disputado  acerca  de 
pp.  323-329;  para  Complutum  ó  Alca-  la  verdadera  significación  déla  voz 
lá  de  Henares,  t.  vii,  p.  1ST;  para  Se-  muzárabe;  la'opinion  mas  acertada 
villa,  t.  ix,  p.  234;  para  Córdoba  y  sus  parecía  ser  la  que  la  derivaba  de  mix- 
márlires,  t.  x,  pp.  245-471 ;  para  Za-  ti-arabes  ,  Covarrubias ,   « Tesoro  », 


182  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

El  efecto  de  todas  estas  circunstancias  reunidas  sobre  lo  que 
aun  quedaba  de  la  lengua  y  literatura  romanas,  fué,  por  consi- 
guiente, muy  perceptible  desde  un  principio.  Los  habitantes  in- 
dígenas que  vivían  entre  los  moros  olvidaron  muy  pronto  su 
latín  corrupto,  y  comenzaron á hablar  el  árabe ;  en  794  los  con- 
quistadores juzgaron  ya  conveniente  establecer  escuelas  en  que 
enseñar  su  lengua  á  sus  subditos  cristianos,  imponiéndoles 
hasta  la  obligación  de  no  frecuentar  otras 17.  Alvaro  de  Córdoba, 
que  escribió  su  Indiculus  Luminosus  en  8o4  *8,  yes  testigo  abo- 
nado en  la  materia,  asegura  que  lo  lograron  del  todo,  pues  se 
queja  amargamente  de  que  en  su  tiempo  los  cristianos  despre- 
ciaban el  latin  y  aprendían  la  lengua  arábiga,  hasta  el  punto  de 
que  entre  mil  cristianos  era  difícil  encontrar  uno  que  supiese 
escribir  una  carta  latina  á  un  correligionario  suyo ,  al  paso  que 
era  muy  frecuente  hallar  quien  escribiese  poesía  en  competen- 
cia con  los  mismos  árabes  i0.  Llegó  en  realidad  esta  lengua  á 

•1674,  ad  verb.  Que  tal  era  la  acepción  bres,pero  que  poseyéndola,  habla  co- 
genuina  y  común  de  dicha  palal  raen  mo  extranjero.»  La  palabra  se  usa 
los  tiempos  antiguos  ,  se  prueba  por  aun  hoy  dia  para  designar  el  ritualde 
un  texto  de  la  «Chronica  de  España»,  algunas  parroquias  en  Toledo.  Cas- 
parten;  y  que  continuó  asi,  también  tro,  «Biblioteca»,  t.  n,p. 458,  y  «Paleó- 
se evidencia  con  muchos  textos,  y  graphia  Esp.»,  p.  16.  Por  el  contrario, 
principalmente  con  el  siguiente  pasa-  ios  moros  que,  con  el  progreso  de  las 
je  de  «Los  Muzárabes  de  Toledo»,  co-  armas  cristianas  hacia  el  Mediodía, 
media  inserta  en  la  «Colección  de  co-  quedaron  encerrados  dentro  delapo- 
medins  escogidas»,  t.  xxxvin,  4672,  bl ación  cristiana  y  hablaron  su  len- 
p.  157,  en  la  que  un  muzárabe,  expli-  gua,  recibieron  el  nombre  de  moros 
cando  á  Alfonso  VII  quién  es  él  y  quié-  latinados;  véase  el  «  Poema  del  Cid», 
res  sus  compañeros,  poco  ¿ules  de  la  v.  2,676,  y  la  «Crónica  general»,  edi- 
toma  de  la  ciudad,  le  dice:  cion  1604*  fól.  304,  adonde,  hablando 
Mucárabes  nos  llamamos,  d,el  moroAlfaraxi,  convertidodespu.es 
Porque  entre  árabes  mezclados,  al  cristianismo  y  consejero  del  Cid, 
Los  mandamientos  sagrados  dice  que  «era  de  tan  buen  entendi- 
De  nuestra  ley  verdadera  miento  é  era  tan  ladino,  que  semejaba 
Con  valor  y  fe  sincera  chrisliano». 
Han  sido  tiempre  guardados.  i-,  con(]e   t.  T   n  2^9. 

(Jomada  ni.)  ¿8  Fiorez'?  «España'sagrada» ,  t.  xt, 

Pero  éntrelas  eruditas  investiga-  p.42. 

ciones  contenidas  en  las  notas  á  las  49  El    «Indiculus  luminosus»    es 

«Dinastías  mahometanas  en  España»,  una  defensa  de  los  mártires  de  Córdo- 

4.°,  Londres,  1840,  vol.  i,  pp.  419-420,  ba  que  padecieron  en  los  reinados  de 

ha  llegado  quizá  su  autor  á  fijar  esta  Abderrahman  II y  de  su  hijo.  El  pasaje 

cuestión,  si  no  importante,  al  menos  á  que  aludimos,  con  todas  sus  faltas 

muy  agitada.  Mozárabe  ó  muzárabe,  de  pura  latinidad  y  buen  gusto,  es  el 

según  él  dice,  «es  el  iw-áh^mustárab,  siguiente:  «Heu,  proh  dolor!  linguam 

hombre  que  quiere  imitar  al  árabe  y  suam  nesciunt  chrisliani,  et  linguam 

hacerse  árabe  en  la  lengua  y  coslum-  propiam  non  advertunt  latini,  ita  ut 


APÉNDICE    A.  183 

ser  tan  general  entre  los  cristianos ,  que  Juan,  obispo  de  Sevi- 
lla, varón  venerable,  y  tan  respetado  délos  musulmanes  como 
de  los  suyos,  conoció  la  necesidad  de  trasladar  al  arábigo  la  Sa- 
grada Escritura ,  en  atención  á  que  sus  feligreses  no  podían  ya 
leerla  en  otra  lengua  50.  Hasta  los  libros  de  las  iglesias  parro- 
quiales, desde  esta  época  en  adelante,  durante  algunos  siglos,  se 
llevaban  en  arábigo ,  y  en  el  archivo  de  la  catedral  de  Toledo  se 
conservaban ,  y  es  probable  que  aun  existan  mas  de  dos  mil  es- 
crituras arábigas ,  otorgadas  principalmente  por  cristianos  y  aun 
por  eclesiásticos 3l. 

Ni  varió  este  estado  de  cosas  cuando  los  cristianos  que  ba- 
jaban del  Norte  fueron  ganando  terreno ,  porque  aun  después  de 
reconquistado  el  centro  del  país,  las  monedas  acuñadas  por  los 
reyes  cristianos  para  circular  entre  sus  subditos  estaban  cuaja- 
das de  inscripciones  arábigas,  como  puede  verse  en  las  de  Al- 
fonso VI  y  Alfonso  VIII,  por  los  años  de  1185,  1188,  1191, 
1192,  1199  y  1212  b3. 

Cuando  D.  Alonso  el  Sabio,  por  su  cédula  dada  en  Burgos  á  18 
de  diciembre  de  1252,  creó  escuelas  públicas  en  Sevilla,  esta- 
bleció también  que  en  ellas  se  enseñase  la  lengua  arábiga,  al 


omni  Cbristi  collegio  vix  inveniatur  K0  No  se  sabe  á  punto  fijo  la  época 
unus  in  millenó  hominum  numero,  en  que  vivió  Juan  de  Sevilla  (Florez, 
qui  salutatoriasfratri  possit  raliona-  t.  ix,  pp.  242  y  siguientes);  pero  esto 
biliter  dirigere  literas ;  eí  reperitur  no  importa  a  nuestro  intento.  El  he- 
absque  numero  multiplex  turba,  qui  cho  de  haberse  traducido  la  «Biblia» 
erudilé  caldaicas  verhorum  explicet  al  arábigo  consta  de  la  «Crónica  ge- 
pompas,  ila  ul  metricé  erudition  ab  nerab (parte  m,  cap.  2,  fol.  9,  edición 
ipsis  gentibus  carmine  et  sublimiori  1604):  «Trasladó  las  Sanctas  Escrip- 
pulcliritudine,  etc.»  Se  encuentra  al  turas  en  arávigo,  é  tizo  las  exposicio- 
tin  del  tratado  que  reimprimió  Florez,  nes  dellas,  según  conviene  a  laSanc- 
t.xi, pp. 221-273. Lafrase  «omni  Chris-  ta  Eseriptura.»  Mariana  explica  muy 
ti  collegio»  la  supone  siempre  Mabi-  bien  la  razón  que  hubo  para  ello  ;  dí- 
llon,  «  Lie  re  diplomática»  ,  fól.  4861,  ciendoque  fué  «  á  causa  que  la  lengua 
Jib.  ii,  cap.  1,  p.  55,  relativa  al  clero,  arábiga  se  usaba  mucho  entre  todos; 
en  cuyo  caso  la  ponderación  es  aun  la  latina  ordinariamente  ni  se  usaba, 
mayor,  y  significa  que  «demilclérigos  ni  se  sabia».  (Lib.  vn,  cap.  5,  prope 
apenas  había  uno  que  supiese  saludar  finem.)  Véase  también  á  Antonio,  «Bi- 
por  escrito  á  uno  de  sus  hermanos»,  blioteca  Vet.»,  lib.  vi,  cap.  9;  Cas- 
(Hallam,  «  La  edad  media»,  Londres,  tro,  «Bibliot.  Esp.»,  t.  n,  pp. 454,  etc. 
8.°,  1819,  t.  in,  p.  552);  pero  presumí-  51  «Paleografía  española»,  p.  22. 
mos  que  al  hablar  Alvaro  en  estos  tér-  'úi  «Memorias  de  la  Beal  Acad.de 
minos,  trata  solamente  de  la  población  la  Hist.»,  t.  iv;  «Ensayo»  de  Marina, 
cristiana  de  Córdoba  y  susinmedia-  pp.  40-45. 
ciones. 


184  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

propio  tiempo  que  la  latina  5S.  Mas  tarde  aun,  y  rayando 
casi  el  siglo  xiv,  los  autos  y  escrituras  públicas  de  aquella 
parte  de  España  se  extendian  frecuentemente  en  lengua  arábi- 
ga, y  documentos  eclesiásticos  hay  de  grande  importancia ,  en 
los  que  las  firmas  de  los  otorgantes  están  hechas  con  letras  ará- 
bigas, aun  cuando  el  cuerpo  del  escrito  lo  esté  en  latin  ó  en 
castellano,  como  sucede  con  cierto  privilegio  otorgado  á  las 
monjas  de  San  Clemente  de  Toledo  por  Fernando  IV  5*.  De  ma- 
nera que  es  á  todas  luces  evidente  que  casi  hasta  la  toma  de 
Granada,  y  en  ciertas  cosas  aun  después,  la  lengua,  costumbres 
y  civilización  de  los  árabes  se  hallaban  muy  encarnadas  en  la 
población  cristiana  del  centro  y  mediodía  de  la  Península. 

Así  es  que  cuando  los  cristianos  del  norte ,  después  de  una 
lucha  la  mas  tenaz  y  prolongada ,  lograron  arrancar  la  mayor 
parte  del  suelo  patrio  al  yugo  musulmán,  y  acorralar  al  enemigo 
enlas  provincias  del  sur  déla  Península,  se  hallaron,  á  medida  que 
iban  avanzando,  rodeados  de  multitud  de  sus  antiguos  compa- 
triotas, cristianos,  es  verdad,  en  la  fe  y  en  el  sentimiento,  aunque 
ignorantes  de  la  moral  y  doctrina  católicas,  y  completamente  mo- 
ros en  el  traje,  hábitos  y  lengua.  Entonces  fué  cuando  se  amalga- 
maron y  confundieron  dos  masas  que  los  azares  de  la  guerra  ha- 
bían tenido  por  largo  tiempo  separadas,  y  que,  aunque  de  un 
mismo  origen  y  enlazadas  aun  por  las  simpatías,  mas  justas,  de  la 
naturaleza  humana,  hacia  siglos  que  no  tenían  un  idioma  común, 
único  medio  posible  de  mantener  el  trato  y  comunicación  diaria 
de  la  vida.  Mas  esta  union  de  dos  partes  de  un  mismo  pueblo, 
donde  quieray  en  cualquiera  tiempo  que  se  verificase,  habia  ne- 
cesariamente de  producir,  corno  siempre  lo  ha  hecho,  unamo- 
dificacion  inmediata  del  idioma  hablado  por  ambas.  A  no  du- 
darlo, esta  recomposición  del  latin,  ya  gotificado,  por  decirlo  así, 
y  corrompido ,  venia  verificándose  en  cierta  manera  desde  los 
tiempos  de  la  conquista  de  los  árabes ;  mas  en  la  época  á  que 
nos  referimos,  no  podia  menos  de  ser  llevada  á  cabo ;  y  la  len- 
gua arábiga ,  por  consiguiente ,  entró  á  formar  parte  integrante 

53  Mondéjar,  «Memorias  de  Don       M  «Memorias  déla  Real  Acad.de  la 

Alonso  el  Sabio»,  fól.   1777,  p  43;  Historia»,  t.  iv;  «Ensayo»  de  Marina. 

Ortiz  de  Zúñiga,  «Anales  de  Sevilla»,  p.  40. 
fól.  1677,  p.  79. 


APÉNDICE   A.  185 

del  idioma  vulgar  55,  siendo  este  el  último  elemento  importante 
que  el  castellano  recibió  dentro  de  sí.  Dicha  lengua  fué  sucesi- 
vamente perfeccionándose  y  puliéndose  durante  algunos  siglos 
de  adelantamiento  en  ciencias  y  civilización ,  si  bien  en  sus 
principales  rasgos  se  conserva  la  misma,  y  tal  cual  apareció  poco 
después  del  importante  suceso  llamado  con  característica  na- 
cionalidad «la  restauración  de  España»  56. 

Mas  esta  lengua,  que  los  cristianos  triunfantes  trajeron  del 
norte  y  que  luego  se  fué  modificando  á  medida  que  aquellos 
avanzaban  sobre  la  población  musulmana  del  sur,  no  era,  se- 
gún hemos  visto  ya ,  el  latin  clásico ;  era  un  latin  adulterado  y 
corrupto,  primero  por  las  causas  que  habían  contribuido  á  vi- 
ciarlo dentro  del  mismo  imperio  romano,  y  aun  antes  de  su  rui- 
na; después  por  la  inevitable  influencia  que  en  él  debió  ejercer 
el  establecimiento  de  los  godos  y  otras  naciones  bárbaras  en  el 
territorio  español;  y  por  último,  por  el  aumento  que  mas  ade- 
lante recibió  de  voces  ibéricas  ó  vascongadas,  adquiridas  du- 
rante la  residencia  de  los  cristianos  fugitivos  al  tiempo  de  la  con- 
quista musulmana,  entre  montañeses  que  conservaron  siempre 
su  idioma  nativo.  La  principal  causa,  sin  embargo,  de  la  última 
corrupción  de  la  lengua  latina  en  las  comarcas  del  norte  de  Es- 
paña á  mediados  del  siglo  vm,  debió  ser,  á  no  dudarlo,  la  misera- 
ble y  triste  condición  del  pueblo  que  la  hablaba.  Habíanse  los 
cristianos  refugiadoallíá  consecuencia  déla  ruina  totaldel  impe- 
rio latinizado  délos  godos,  y  fueron  perseguidos  por  los  aceros  mu- 
sulmanes hasta  encontrarse  reunidos  en  las  agrestes  montañas 
de  Asturias  y  Vizcaya.  Allí,  sin  las  instituciones  sociales  ácuya 
sombra  se  habian  educado ,  y  que,  á  pesar  de  su  decadencia  y 
ruina,  les  representaban  las  tristes  reliquias  de  civilización  que 
habia  aun  en  el  país;  mezclados  con  un  pueblo  que  conservaba 

'Vi  En  cuanto  á  la  copiosa  incorpo-  les  emigrados»,  t.  n,  p.  16,y  t.  m,  pa- 
racion  del  árabe  en  la  lengua  espa-  ginas291,  hay  dos  artículos  que  ilus- 
íiola,  véase  á  Aldrele,  «Origen»,  li-  tranmuchola  materia,  aunque  en  uno 
bro ni, cap.  15; Covarrubias, «Tesoro»,  de  ellos  se  da  al  elemento  arábigo 
passim,y  el  catálogo  de  85  paginasen  demasiada  importancia, 
el  t.  iv  de  las  «Memorias  de  la  Real  s6  La  frase  vulgar  y  característica 
Academia  de  la  Historia».  A  esto  pue-  usada  desde  muy  antiguo  para  expre- 
den  añadirse  los  curiosísimos  «Ves-  sar  la  conquista  de  España  por  los 
ligios  da  lingua  arábica  em  Portugal»,  árabes  es  <¡\apérdida  de  España»;  del 
per  Joao  de  Sousa;  Lisboa,  1789,  4.°  mismo  modo  se  ha  llamado  la  recon- 
Finalmente,  eu  los  « Ocios  de españo-  quista  «la  restauración  de  España». 


186  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

aun  parte  de  la  rudeza  y  barbarie  con  que  habia  resistido  las 
invasiones  de  romanos  y  godos ;  aglomerados  en  un  estrecho 
recinto  y  dentro  de  un  territorio  pobre  é  inculto,  que  apenas 
les  proporcionaba  medios  bastantes  de  subsistencia ,  los  cristia- 
nos del  norte  llegaron  casi  á  convertirse  en  un  pueblo  de  sal- 
vajes :  situación  poco  propia  por  cierto  para  conservar  la  pure- 
za de  su  idioma 57.  Ni  era  mas  ventajosa  su  posición  para  dichos 
fines,  cuando,  á  impulsos  de  la  desesperación,  comenzaron  á 
recobrar  el  suelo  que  habían  perdido  sus  mayores;  porque,  con- 
tinuamente armados ,  envueltos  en  incesantes  trabajos  y  an- 
gustiosos peligros,  abrigando  contra  el  común  enemigo  un  odio 
intenso ,  nacional  y  religioso ,  mal  podían  pensar  en  otra  cosa 
que  no  fuese  guerra  y  venganza ,  y  así  es  que,  al  avanzar  con  sus 
conquistas  hacia  al  mediodía  y  el  oriente,  se  fueron  poco  á  poco 
hallando  en  contacto  con  gentes  de  su  propia  raza ,  que  habían 
seguido  viviendo  entre  los  moros,  y  cuya  superior  civilización 
y  cultura  no  tardaron  mucho  en  reconocer. 

Eran  inevitables  las  consecuencias  del  roce  y  contacto  á  que 
hemos  aludido,  y  así  es  que  el  cambio  que  entonces  se  operó 
en  la  lengua  del  pueblo  fué  en  cierta  manera  debido  á  las  cir- 
cunstancias particulares  de  su  posición ;  porque ,  así  como  los 
godos  entre  los  siglos  v  y  vm  recibieron  muchas  voces  del  latin, 
por  ser  la  lengua  de  un  pueblo  con  quien  mantenían  estrechas 
relaciones,  y  que  estaba  infinitamente  mas  ilustrado  y  adelan- 
tado que  ellos;  así,  ahora  por  iguales  causas,  la  nación  toda  reci- 
bió del  árabe,  entre  los  siglos  vm  y  xm,  otro  aumento  conside- 
rable para  su  vocabulario ,  acomodándose  de  una  manera  muy 
notable  á  la  civilización ,  mas  adelantada ,  de  sus  compatriotas 
del  sur  y  de  sus  nuevos  subditos  musulmanes. 

No  es  fácil  señalar  con  exactitud  la  época  fija  en  que  esta 
union  del  latin  gotiticado  y  corrompido ,  que  vino  del  norte, 

57  Los  datos  de  los  historiadores  dnzados  en  andrajos,  etc.  (Conde, 
árabes,  que,  como  escritores  contení-  «Dominación»,  etc.,  parten,  cap.  18.) 
poráneos,  son  dignos  de  crédito,  pre-  Las  noticias  pintorescas,  aunque  du- 
sentan  una  pintura  muy  viva  de  los  dosas,  de  la  «  Crónica  general  n  en  su 
cristianos  del  norte  de  España  en  el  parte  ni,  y  la  narración,  mas  grave,  de 
siglo  vm  :  «Viven  como  lieras ,  que  Mariana  (lib.  vn),  no  dejan  la  menor 
nunca  lavan  sus  cuerpos  investidos,  duda  acerca  de  la  exactitud  y  verdad 
que  no  se  los  mudan,  y  los  llevan  de  esta  descripción, 
puestos  hasta  que  se  les  caen  despe- 


APÉNDICE    A.  187 

con  el  árabe  del  mediodía,  llegó  á  formar  la  lengua  llamada  des- 
pués española  ó  castellana  58 ;  porque  este  amalgama  debió  ser 
natural  resultado  de  uno  de  aquellos  cambios  lentos  y  silencio- 
sos que  se  suelen  operar  en  el  carácter  esencial  de  un  pueblo 
entero ,  aunque  sin  dejar  monumentos  duraderos  ni  memorias 
exactas.  Marina,  cuya  opinion  en  la  materia  es  muy  res- 
petable, asegura  que,  en  su  juicio,  no  existe  documento  alguno 
en  lengua  castellana  anterior  al  año  de  1  140 59.  En  efecto,  el  mas 
antiguo  que  se  cita  es  la  confirmación  de  los  fueros  de  Aviles, 
en  Asturias ,  hecha  en  1 15o  por  Alfonso  Vil  60 ;  y  por  lo  tanto, 


58  Véase á  Marina,  dínsayo»,  p.  19. 

59  Ibid.,  pp.  23,  24. 

6U  El  fuero  de  Oviedo  no  ha  sido 
aun,  á  lo  que  que  creemos,  examinado 
con  lal  escrupulosidad,  que  se  pueda 
sentar  una  opinion  decisiva  acerca 
de  su  antigüedad  y  carácter.  Mas  ten- 
go entre  mis  papeles  una  copia  de  la 
parte  de  dicho  fuero,  que  está  en  el 
dialecto  moderno,  tal  como  se  in- 
serta en  una  confirmación  del  dicho 
fuero  por  Fernando  IV  en  1293,  en 
cuya  época  es  muy  posible  que  las 
palabras  mismas,  ó  su  ortografía,  ha- 
yan sido  alteradas ,  y  aun  quizá  tam- 
bién que  el  documento  se  haya  tra- 
ducido, como  sucedia  á  menudo  en 
semejantes  casos.  Véase  lo  que  ya  di- 
jimos en  el  tomo  i,  p.  51,  nota  26,  y 
también  á  Dozy ,  «Recherches»,  to- 
mo i,  p.  641, n.  2. 

Para  muestra  del  romance  usado 
en  el  fuero,  copiaremos  un  trozo  de 
él  :  «Hié  si  vecino  á  vecino  tiadura 
negar,  tolla  del  fiador  á  doble  ,  á  ca- 
bo que  si  podier  arrancar  perjudicio 
della  villa  quel  peche  el  dublo;  et  si 
dos  ornes  trabaren  magar  que  el 
maiorino  ósagione  delant  estant,  non 
haian  hi  nada,  si  uno  dellos  non  Ili 
da  sua  voz,  si  fierro  molido  hie  non 
sacar  á  mal  fazer.» 

Pero  cualesquiera  que  sean  la  duda 
é  incertidumbre  acerca  del  fuero  de 
Oviedo,  lo  cierto  es  que  no  existen 
con  respecto  á  la  carta-puebla  de 
Aviles,  y  como  esta  última  es  solo 
posterior  de  dos  años,  es  decir  de 
1245,yprocede  de  la  misma  provincia 
de  España,  no  puede  apenas  haber 


diferencia  alguna  perceptible  entre 
unoy  otro  documento.  Pasemos,  pues, 
á  tratar  de  la  carta-puebla  de  Aviles, 
en  la  cual  hallamos,  así  en  el  or- 
den y  sintaxis  de  las  palabras,  co- 
mo en  la  ortografía,  cierto  sabor  de 
antigüedad  ,  si  cabe  aun  mayor  que 
en  el  fuero  de  Oviedo,  así  como  indi- 
cios evidentes  de  un  dialecto  luchan- 
do por  tomar  formas  permanentes  y 
fijas. 

La  carta-puebla  de  Aviles  es  consi- 
derada por  cuantos  de  ella  han  hecho 
mención  como  un  documento  impor- 
tantísimo para  la  primitiva  historia  de 
la  lengua  castellana.  Citóla  el  prime- 
ro, si  no  estamos  equivocados,  el 
P.  Risco  en  su  «Historia  de  la  ciudad 
y  corte  de  Leon»  (  Madrid,  1795,  4.°, 
t.  i,  pp.  252  y  253),  después  Marina  en 
su  «Ensayo»  («Memorias  de  la  Real 
Acad.  de  la  Hist.»,  t.  iv,  1805,  p.  53), 
ambos  jueces  muy  competentes,  que 
la  declararon  genuina.  Pero  Risco 
nada  imprimió  de  ella,  y  Marina  solo 
publicó  algunos  extractos.  Por  últi- 
mo, dióse  integra  á  luz  en  la  «Revista 
de  Madrid»,  segunda  época,  t.  vii,  pá- 
ginas 267-522) ,  según  los  originales 
mas  antiguos  existentes  en  el  país, 
por  D.  Rafael  Gonzalez  Llanos,  erudi- 
to asturiano,  natural  de  Aviles,  quien 
en  dicho  articulo  se  muestra  aman- 
tísimo  de  su  ciudad  natal,  y  muy 
familiarizado  con  sus  antigüedades. 

La  carta-puebla  de  Aviles  fuéorigi- 
nariamenle  otorgada  por  D.  Alfon- 
so VI,  quereinó  desde  1073  hasta  1109, 
en  el  latin  que  á  la  sazón  se  usaba; 
mas  en  1274  los  pobladores  hicieron 


188  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

por  muy  lenta  y  oscura  que  haya  sido  la  formación  del  caste- 
llano como  lengua  viva  de  la  España  moderna ,  bien  se  puede 
asegurar  que  á  mediados  del  siglo  xn  habia  conseguido  ya  ele- 
presente  á  D.  Alonso  el  Sabio  que  mines  cun  armas  derumpent  casa,  et 
aquel  documento  habia  perecido  en  de  rotura  de  orta  serrada,  lx  sólidos 
el  asalto  de  la  villa  por  su  hijo  D.  San-  al  don  de  la  orta  ,  el  medio  al  rei  é 
cho;  el  original,  pues,  se  perdió,  y  medioaldondela. — Homines  popula- 
sabemos  cómo.  tores  de  Abilies ,  non  dent  portage  ni 

La  que  hoy  existe  es  una  traducción  rivage  desde  la  mar  at  a  Leon.»  (Ibid., 

de  dicha  carta-puebla,  hecha  al  tiem-  p.  522.) 

po  desu  confirmación  por  Alonso  VII,  Según  laopii, ion  unánime  decuan- 
en  i  155,  y  se  conserva  aun  en  el  ar-  tos  han  examinado  esta  carta-puebla, 
chivo  de  la  villa,  en  un  pergamino  es  un  documento  legítimo  en  dialecto 
formado  de  dos  pieles  juntas  y  cosi-  vulgar  de  aquel  periodo,  dialectoque 
das,  que  tiene  cuatro  pies  y  once  pul-  el  Sr.  Gonzalez  Llanos  opina  recibió 
gadas  de  largo  y  diez  y  nueve  pulga-  su  carácter  esencial  y  propio  en  1206, 
das  de  ancho.  Está  unido  el  sello  de  es  decir  seis  años  antes  de  la  batalla 
Alfonso  Vil  y  las  firmas  originales  de  de  lasNavas;  aunque  mucho  después 
los  diferentes  personajesque  lo  auto-  de  ella  se  encuentran  documentos 
rizaron,  y  además  está  revestida  de  llenos  de  frases  y  voces  latinas.  («Re- 
las  confirmaciones  sucesivas  hechas  vista»,  ut  supr.,  t.  vin,  p. 197  ) 
durantecinco  siglos. (Véase «Revista»  No  ignoramos  que  Mr.  Hallam,en 
ut  supr.  pp.  329,  530.)  Ue  manera  que  una  nota  a  la  parte  n,  cap.  9,  desu 
todo,  inclusa  la  aspereza  del  perga-  «Historia  déla  edad  media»,  Londres, 
mino,  la  letra  y  el  estilo,  anuncia  que  1819,8.°,  t.  m,  p.  554,  cita  dos  docu- 
el  documento  es  genuino  y  legitimo,  mentos  en  castellano,  que  supone  de 
tanto  como  cualquiera  otro  de  su  fecha  anterior  á  este,  diciendo  :  «El 
época.  primer  escrito  en  castellano  que  re- 

Despues  de  un  encabezamiento  en  cuerdo  es  un  instrumento  publicado 

mal  latin,  comienza  con  las  palabras  por  Marlene  («Thesaurus  Anecdoto- 

siguientes  :  «Estos  sunt  los  foros  que  rum»,  t.  i,  p.  265),  cuya  fecha  es  de 

deu  el  rey  D.   Alfonso  ad   Abilies,  1095;  pero  no  dudo  que  otros  mas 

cuando  la  poblou  par  foro  Sancti  Fa-  versados  en  las  antigüedades  de  aquel 

cundi   et  otorgo  lo  Emperador  em  país  adelantarán  aun  mas.  Marina,  en 

primo,  per  solar  prender,  I  solido  á  su  «Teoría  de  las  Cortes»,  t.  in,  p.  1, 

lo reu,  etll  denarios  alo saion,é cada  publicó  otro  de  1101,  que  está  en  un 

ano  un  solido  en  censo  per  lo  solar  :  Vidimus  de  D.  Pedro  el  Cruel,  y  no 

i  qui  lo  vender,  de  I  solido  á  Iorai,  puedo   resolverme  á  creer  que  sea 

é  quil  comparar  dará  II  denarios  á  lo  traducción  del  latin.  «Pocos  votos  po- 

saion,»  etc.,  p.  267.  drán  hallarse  de  mas  autoridad  en  pun- 

Parte  de  uno  de  sus  artículos  mas  tos  históricos  que  el  de  Mr.  Hallam,  y 
importantes  dice  asi  :  «  Toth  homine  su  dicho  llevaría  la  fecha  auténtica  del 
qui  populador  for  ela  villa  del  rey,  de  idioma  de  Castilla  sesenta  años  antes 
quant  aver  quiser  aver,  si  aver  co-  del  período  en  que  nosotros  le  (¡ja- 
mo heredat,  dé  fer  en  toth  suo  placer  mos.  Pero  examinados  escrupulo- 
de  vender  ó  de  dar,  et  á  quen  lo  do-  sámente  los  documentos  que  cita,  los 
nar  que  sedeat  stabile  si  filio  non  juzgamos  posteriores  á  la  carla-pue- 
haver,  et  si  lilio  aver  del,  délo  á  ma-  bla  de  Aviles.  El  de  Marlene  es  una 
no  il lo  quis  quiser  é  fur  placer  que  mera  anécdota  relativa  á  la  toma  de 
non  deserede  de  loto:  et  si  tolo  lo  Exea  por  I).  Sancho  de  Aragón ;  el  len- 
deseredar,  toto  lo  perdan  aquellos  á  guaje  se  parece  mucho  al  de  las  «Par- 
quen  lo  der.x  («Revista»,  p.315.)  tidas»,  lo  cual  le  hace  descender  á 

Las  últimas  disposiciones  están  con-  mediados  del  siglo  xni;pero  enreali- 

cebidasen  eslos  términos:  «Duos  ho-  dad  no  tiene  fecha, y  solamente  dice 


APÉNDICE    A.  i 89 

varse  ala  categoría  de  lengua  escrita,  y  figuraba  en  los  docu- 
mentos públicos  importantes  de  aquel  tiempo. 

Desde  esta  época,  pues,  debemos  admitir  ya  en  España  la  exis- 
tencia de  una  lengua,  que  se  fué  extendiendo  gradualmente  por 
casi  toda  la  Península;  distinta  del  latin  puro  y  del  latin  corrup- 
to que  después  se  habló,  y  mas  distinta  todavía  del  árabe,  aun- 
que formada  sin  duda  alguna  de  la  union  de  ambos  idiomas,  y 
modificada  por  el  espíritu  y  analogías  de  los  dialectos  góticos; 
aumentada,  por  fin,  con  los  restos  del  vocabulario  de  las  tribus 
germánicas,  así  como  con  el  de  los  iberos,  celtas  y  fenicios,  que 
en  varios  tiempos  ocuparon  la  Península  toda  ó  parte  de  ella. 
La  lengua  así  formada  recibió  en  su  cuna  el  nombre  de  roman- 
ce, por  ser  en  su  mayor  parte  hija  de  la  romana,  á  la  manera 
que  los  cristianos  refugiados  en  las  montañas  del  norte  eran  lla- 
mados rom  ó  arromi  por  los  árabes,  que  los  creian  descendien- 
tes de  los  antiguos  romanos61.  Denominóse  después  española, 
del  nombre  tomado  por  el  pueblo  que  la  usó,  y  posteriormente 
ha  sido  llamada  con  mas  frecuencia  castellana,  por  aquella  parte 
del  país  cuyo  poder  político  predominó  mas  tarde,  hasta  el  pun- 
to de  dar  á  su  habla  una  preponderancia  marcada  sobre  las 
demás  de  la  Península,  como  son  el  gallego,  el  catalán  y  el 
valenciano,  dialectos  todos  que,  durante  mas  ó  menos  tiempo, 
fueron  lenguas  escritas  y  tuvieron  literatura  propia. 

La  proporción  exacta  en  que  cada  una  de  las  lenguas  compo- 
nentes del  castellano  contribuyó  á  la  formación  de  este  no  ha 
podido  nunca  averiguarse  de  una  manera  satisfactoria ,  si  bien 
existen  datos  bastantes  para  un  cálculo  aproximado  con  que 
apreciar  las  relaciones  generales  de  unas  con  otras.  Sarmiento, 


que  la  villa  de  Kxea se  tomó  á  los  escribiese  el  primitivo  castellano.  El 

moros  en  las  nonas  de  abril  de  109o.  documento  citado  por  Marina  es  de 

Debe,  por  lo  tanto,  haber  alguna  equi-  fecha  conocida  y  mas  moderna  toda- 

vocacion  ,  pues  D.  Sancho  de  Aragón,  vía ,  y  se  reduce  á  una  carta  de  privi- 

que  aquí  se  supone  su  conquistador,  legio  que  D.  Alonso  VI  concedió  á  los 

murió  el  4  de  junio  de  1094,  y  lesuce-  muzárabes   de  Toledo,  traducida  al 

dio  Ü.  Pedro  1,  y  el  autor  de   esta  castellano  en  1540,  al  confirmarla  Don 

relación,  que  en  último  resultado  pa-  Alonso  XI.  Así  lo  indica  el  mismo 

rece  ser  extracto  de  alguna  crónica  Marina,  que  al  citarla  en  el  índice  de 

monástica,  no  parece  vivió  tan  cerca  su  libro,  la  menciona  expresamente 

de  aquella  fecha  que  supiese  bien  el  como  «traducida  al  castellano», 
hecho.  Exea  está  además  en  Aragón,       cl  Marina,  «Ensayo»,  p.  19. 
donde  no  es  probable  se  hablase  ni 


190  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

que  estudió  detenidamente  este  asunto,  es  de  opinion  que,  di- 
vididas las  voces  del  castellano  en  cien  partes  iguales,  las  sesenta 
son  latinas,  ó  puras  ó  corruptas;  las  diez  eclesiásticas  ó  griegas; 
otras  diez  son  septentrionales ,  antiguas  ,  medias  y  modernas; 
otras  diez  orientales ,  anteriores  y  posteriores  á  la  invasion  de 
los  árabes,  y  las  diez  restantes  se  componen  de  voces  de  las  In- 
dias Orientales  y  Occidentales,  alemanas,  borgoñonas  y  de  la 
jerga  de  los  gitanos.  Probable  es  que  este  cálculo  no  diste  mucho 
de  la  verdad ;  pero  Larramendi  y  Humboldt  han  probado  hasta 
la  evidencia  que  á  los  elementos  ya  citados  habia  que  añadir  el 
vascongado;  y  mientras  que,  con  respecto  al  arábigo,  Marina 
disminuye  la  cuota,  G...  la  eleva  á  un  octavo  en  vez  de  un  dé- 
cimo. Sea  de  esto  lo  que  fuere,  un  hecho  hay  indudable,  y  es, 
que  el  origen  principal,  el  cimiento,  por  decirlo  así,  del  caste- 
llano, se  halla  en  el  latin,  al  cual  pertenecen  en  realidad  todas 
ó  casi  todas  las  raíces  que  comunmente  suelen  atribuirse  al  grie- 
go 62. 


c2  La  mejor  prueba  qu¡7á  que  pue-  sa  que  latin  corrupto.»  Añade  el  au- 
de  aducirse  del  gran  número  de  vo-  tor  haber  visto  muchas  cartas  españo- 
ces  y  construcciones  latinas  que  el  lasquenoeran sino  latinas, ypresenta 
actual  castellano  ha  conservado,  se  para  muestra  una  de  ellas.  Asimismo 
encuentra  en  muchas  páginas  en  pro-  pueden  citarse  el  «Diálogo  de  Fernán 
sa  y  verso,  escritas  en  diversas  épo-  Perez  de  Oliva»,  y  una  «Epístola»  de 
cas,  y  (¡ue  pueden  leerse  asi  en  latin  Ambrosio  de  Morales,  el  historiador, 
como  en  castellano.  Kl  primer  ensayo  impresas  ambas  entre  las  ohras  del 
de  este  género  que  conocemos  es  un  primero;  un  soneto  publicado  por 
trabajo  de  I).  Juan  Martinez  Silíceo,  Rengifo  en  su  «Arle  poética»,  1592; 
arzobispo  de  Toledo  y  ayo  de  Feli-  y  finalmente,  un  tomito  muy  raro  de 
pe  II,  que  estando  en  Italia,  escribió  tercetos,  que  compuso  Diego  de 
una  breve  disertación  en  prosa  para  Agiar,  impreso  en  1621,  con  el  título 
leerse  en  ambas  lenguas ,  dirigida  á  de  «Tercetos  en  latin  congruo  y  puro 
probará  varios  eruditosamigos  suyos  castellano» ,  del  cual  copiaremos  los 
en  aquel  pais,  que  el  castellano  tenia  dos  primeros  : 
mas  semejanza  con  el  latin  que  el  c  .,  , .  ,  . 
italiano-  esfuerzo  ríe  ingenio  one  ¡m-  ScIlbo  nist0l'ias  graves,  generosos 
uaiiano,  esiuerzo  cíe  ingenio  que  im-      Sp¡ritus  ,iivinos  heroes  puros, 

pnmio  en  su  « Iratadode  aritmética»  Magnánimos,  insignes,  bellicosos; 
en  l-i  14.  (Antonio,  «  Bibl.  Nov.»,  t.  n,  Canto  de  Marte  defensores  duros, 
p.  737.)  Otros  ejemplos  se  encuentran  Animosos  leones,  excellentes,          [ros, 
mas  adelante:  el  uno  es  una  «ramáli-  °e  rara  industria,  invictos,  grandes  rau- 
ca española  impresa  en  Lovaina  en  ^  os  animas  íllustres,  prominentes, 
1555,  intitulad.)  :  «Útil  y  breve  institu-  ,inoco>  elc- 

cion  para  aprender  lengua  hespaño-  En  versosde  esta  clase  ni  el  latin  ni 

lav:  libro  curioso  que  habla  del  cas-  el  castellano  se  hacen  notar  por  su 

tellano  comouna  délas  varias  leuguas  pureza,  pero  sirven  para  probar  la 

vulgares   de  la   Peninsula  en   aquel  semejanza  entre  ambos  idiomas, 

tiempo,  diciendo  de  él:  «No  es  otra  co-  Con  respecto  á  las  lenguas  que  en- 


APÉNDICE    A.  191 

La  lengua  española  ó  castellana  así  formada  fué  generalizán- 
dose con  mas  prontitud  y  facilidad  que  ninguna  otra  de  sus  her- 
manas de  nueva  creación,  que,  al  desaparecerla  confusion  de  la 
edad  media,  brotaron  en  el  mediodía  de  Europa,  y  reemplazaron 
así  el  idioma  universal  del  imperio  romano.  Consistió  esto  en  que 
las  relaciones  íntimas  y  extraordinarias  entre  moros,  muzárabes 
y  cristianos  hacían  mas  necesaria  que  en  otras  partes  su  creación 
y  uso;  que  el  reinado  de  San  Fernando,  principalmente  hasta  la 
conquista  de  Sevilla  en  1247,  fué  un  período,  sino  de  tranquili- 
dad absoluta,  al  menos  próspero  y  aun  brillante;  que  el  latín,  así 
el  escrito  como  el  hablado,  habia  entonces  llegado  á  tal  punto 
de  degradación,  que  no  podia  ofrecer  en  España  la  misma  resis- 
tencia que  en  otros  países,  donde  á  la  sazón  se  realizaban  cam- 
bios de  la  misma  especie  63.  No  debemos,  pues,  maravillarnos  al 
encontrar,  no  solo  muestras,  sino  monumentos  considerables  de 
literatura  española,  muy  poco  después  de  la  formación  de  la  len- 
gua. El  poema  narrativo  del  Cid,  por  ejemplo,  no  puede  razona- 
blemente colocarse  mas  tarde  que  el  año  de  1200;  y  Berceo,  que 
floreció  entre  1220  y  1240,  á  pesar  de  que  casi  casi  se  disculpa 
de  no  escribir  en  latín  u,  manifestando  de  esta  manera  vivir  en 

traron  á  formar  la  española,  véase  á  Roman  paladino  significa  el  «roman- 
Sarmiento,  «Mernorias»,_177o,  p.  107.  ee  vulgar  y  corriente»,  puesopinamos, 
— Larraniendi, « Antigüedad y  üniver-  con  Sanchez,  que  paladino  viene  de 

salidail  del  vascuence»,  1728,  cap.  16.  paiam  ,  aunque  Sarmiento  (en  su  di- 

— Vargas  Ponce,  «Disertación»,  1795.  sertacion  manuscrita sobreel  «Amadis 

pp.  10-26.— Rosseeuw  de  Saiut-Hi-  de  Gaula»,  ya  cítala  al  hablar  de  este 

laire,  «Estudios  sobre  el  origen  de  la  libro), refiriéndoseáestemismoverso, 

lengua  y  de  los  romances  españoles»,  dice :  «Paladino  es  de  palatino,  y  este 

Tesis,  1838, p.H. — W.von Humboldt,  es  de  palacio.»  Otrolatino  equivale, 

«Prüfung»,  etc. , vacilado  —Marina,  pues,  al  primer  latín  mas  ó  menos 

«Ensayo»,  en  las  «Mem.  de  la  Acad.  de  corrupto.  Usa  Cervantes  la  voz  ladino 

la  Histor.»,  t.  iv.  180o,  y  un  articulo  en    equivalencia   de  español  («Don 

del  British  and   foreign  Review  (nú-  Quijote»,  parte  i ,  cap.  41,  y  la  nota  de 

mero  xv,  1859),  escrito  por  D.  P.  de  O.  Clemencin),  y  también  Dante  (parte 

63  Todos  los  privilegios  concedidos  m,  63 )  la  usó  en  el  sentido  de  «  llano. 

á  Sevilla  por  S.  Fernando  después  fácil»,  ejemplos  ambos  curiosísimos 

de  la  conquista,  están  escritos  en  el  de  una  significación  indirecta,   im- 

romance  ó  lengua  vulgar  de  la  época,  puesta  violentamente  á  una  palabra. 

(Ortiz  y  Zúñiga,  «Anales  de  Sevilla»,  Por  prosa  entendemos  cuento  ó  narra- 

fól.  1677,  p.  89.)  cion.    Biagioli  (Ad   Purgatorio  xxvi, 

6i  Quiero  fer  una  prosa  en  román  pala-  1 18)  dice  :  «Prosa,  nell'  italiano  e  nell 

[diño  Provenzale  del  seco'o  x¡¡¡ ,   significa 

En  qual  sude  el  pueblo  fablar  á  su  vecino,  precisamente  istoria  ó  narrazione  in 

Ca  non  so  tan  letrado  por  ser otrolatino.  versh)  puede  cj,]darse  s¡  el  autor  ap|¡. 

intúí'oVÍVl.)  miUS  ,,,Ca"  có  con  razón  esta  observación  alpa- 


192  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

tiempo  que  luchaban  aun  las  dos  lenguas,  nos  ha  dejado  ,  con 
todo,  muchas  poesías  verdaderamente  españolas  ó  castellanas. 
Sin  embargo,  en  tiempos  posteriores  y  principalmente  en  el  rei- 
nado de  D.  Alonso  el  Sabio ,  desde  12o2  á  1282,  es  donde  debe 
buscarse  el  origen  del  castellano  como  lengua  escrita,  fija  y 
perfeccionada.  Por  su  mandato  la  Vulgata  se  tradujo  al  castella- 
no; él  dispuso  que  todos  los  contratos  civiles  y  documentos  le- 
gales se  escribiesen  en  dicho  idioma;  y  finalmente,  con  su  gran- 
dioso y  notable  código  de  Las  Partidas,  echó  los  cimientos  de 
su  autoridad  y  extension  mientras  duren  la  raza  y  poder  de  los 
españoles  63.  Este,  pues ,  debe  ser  el  punto  de  partida  de  toda 
investigación  sobre  el  origen  y  desarrollo  de  la  lengua  en  la  li- 
teratura propiamente  llamada  castellana. 


APÉNDICE  B. 

III.    LOS    ro'maxceros. 

(Véase  el  tomo  i,  pág.  111.) 

Siendo,  como  son,  los  mas  antiguos  romances  que  conocemos, 
obra  de  poetas  anónimos,  y  recogidos  en  diferentes  épocas  de  la 
tradición  oral ,  imposible  es  conocerlos  y  apreciarlos  bien  sin 
tener  antes  alguna  noticia  de  las  colecciones  llamadas  Roman- 
ceros, en  que  por  primera  vez  fueron  incluidos  y  publicados 
aquellos.  Ya  el  erudito  D.  Fernando  Wolf,  en  un  tratadito  espe- 
cial ,  impreso  en  el  tomo  cxiv  del  Yarbücher  der  Literatur  de 

saje  del  Dante,  mas  no  cahe  duda  que  misma  voz,  tan  frecuente  y  conocida 
es  aplicable  al  de  Berceo,  cuyo  ver-  en  el  rezo  eclesiástico,  (Du  Cange, 
dadero  sentido  no  comprendió  Bou-  «Glossarium»,  adverb.):  mas  nosotros 
terwek  ni  sus  traductores  españoles  opinamos  que  los  primeros  versifica- 
(  Bouterwek  ,  trad.  Cortina,  etc.,  8.°,  dores  españoles  la  tomaron  del  pro- 
Madrid, 1829, t. 1,  pp.  60  y  119).  Fer-  venza!,  y  no  del  latín  eclesiástico, 
nando  Wolf,  en  su  erudila'obra  «l'ber  6S  Mondéjar,  «Memorias  del  rey  Don 
die  Lais,  Sequencen  und  Ceiche»,  Alonso  el  Sabio»  ,  fól.,  Madrid,  1777, 
Heidelberg,  1841,  8.°,  pp.  92  y  304,  pp.  450-452;  Mariana,  «Hist.»,  lib.  xiv, 
es  de  parecer  que  la  voz  prosa  en  es-  cap.  7,  y  Castro ,  «Bib.»,  1. 1,  páginas 
te  pasaje,  y  en  toda  la  primitiva  lite-  411,  etc. 
ratura  española,  se  refiere  al  uso  de  la 


APÉNDICE    B.  493 

Viena  (1846,  pp.  1-72),  trató  esta  cuestión  importante  con  laeru- 
dicion  y  tino  que  le  son  propios,  y  por  lo  tanto,  al  entrar  en 
asunto  de  sí  tan  delicado  y  tan  bien  tratado  por  aquel  ilustre  li- 
terato, lo  hacemos  con  cierto  temor  y  no  poca  repugnancia; 
mas,  como  tengamos  en  nuestro  poder  ó  hayamos  visto  varios 
Romanceros  que  él  no  ha  logrado  ver,  y  como,  por  otra  parte,  no 
podamos  adoptar  su  opinion  respecto  al  que  él  cree  mas  antiguo, 
y  por  consiguiente,  mas  importante  de  todos,  habremos  necesa- 
riamente de  decir  lo  que  se  nos  alcanza  en  este  oscurísimo  ramo 
de  bibliografía  española  lo  mas  brevemente  que  nos  sea  posi- 
ble, limitándonos  tan  solo  a  hacer  aquellas  observaciones  que  no 
hayan  sido  anteriormente  propuestas,  y  tratando  la  cuestión 
en  cuanto  tiene  relación  con  la  historia  de  la  poesía  española  4. 
Tanto  en  bibliotecas  públicas  de  Europa,  como  en  librerías  de 
aficionados,  se  hallan  muchos  romances  impresos  en  letra  de 
Tórtis,  y  en  uno  ó  dos  pliegos  sueltos,  como  son  El  conde  Alar- 
eos,  El  moro  Calaínos,  y  otros.  Dos  colecciones  de  estos  roman- 
ces sueltos,  compuestas  la  una  de  doce  y  la  otra  de  cincuenta 
y  nueve ,  se  vendieron  en  Londres  entre  los  libros  de  M.  He- 
ber;  y  Brunet,  en  el  articulo  Romanceros,  cita  también  varios  ba- 
jo el  título  de  Romances  separes.  Ninguno  de  ellos,  sin  embar- 
go, tiene  fecha  de  impresión,  y  por  lo  tanto ,  muy  difícil  es  fijar 
el  año  en  que  respectivamente  salieron  á  luz.  Si  hemos  de  juzgar 
por  los  que  hemos  visto,  nos  inclinamos  mas  bien  á  creer  que 
estén  tomados,  en  su  mayor  parte,  de  colecciones  impresas  ya, 
y  que  se  sabe  ban  existido  ó  existen  todavía,  que  no  que  havan 
servido  para  formar  dichas  colecciones,  de  las  cuales,  la  mas 
antigua  se  anuncia,  al  publicarse,  como  formada  de  romances 
conservados  en  la  memoria  de  las  gentes  ,  ó  en  copias  manus- 
critas y  poco  correctas ,  que  circulaban  solo  entre  el  pueblo  2. 

*  Desde  que  en  1849  se  publicó  en  lung  SpanischerRomanzen»,pp.l33y 
ingles  la  primera  edición  deesia  obra,  siguientes. 

el  autor  de  ella  ha  tenido  la  mayor  2  El  citado  D.  Fernando  Wolf  halló 
satisfacción  al  ver  que  el  erudito  Don  en  1848  ó  1849,  en  la  biblioteca  de  la 
Fernando  Wolf  participa  también  úc  universidad  de  Praga,  un  lomoen4.° 
esta  opinion  relativamente  á  la  co-  forrado  en  pergamiuo  y  que  contenía 
lección  mas  antigua  de  romances,  se-  mas  de  ochenta  de  esto's  pliegos  suel- 
gun  lo  manifiesta  en  un  papel  leído  a  tos  con  romances.  Ninguno  de  ellos 
la  Academia  Imperial  de  (  iencias  de  tiene  fecha,  exceptuados  tan  solo  cin- 
Viena  en  1850,  con  el  titulo  de  n-Samm-  coque  se  imprimieron  entre  1550  y 

TOM.   IV.  J3 


194  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

í.  La  primera  colección  separada  de  romances  es  laque,  con 
el  título  de  Silva  de  varios  romances,  imprimió  Esteban  G.  de 
Nájera  en  Zaragoza,  año  de  1550,  y  dividida  en  dos  partes. 
(Véase  á  Brunet,  Manuel  du  libraire,  ed.  1845,  art.  Silva.)  He- 
mos tenido  á  la  vista  un  ejemplar  de  esta  Silva,  que  en  1838  era 
propiedad  de  M.  Henri  Ternaux-Compans,  de  Paris.  En  el  pró- 
logo ó  introducción  á  la  primera  parte,  el  editor  dice  haberse 
tomado  el  trabajo  de  juntar  todos  los  romances  de  que  tuvo 
noticia,  y  después  añade  :  «Puede  ser  que  falten  aquí  algunos 
(aunque  muy  pocos)  de  los  romances  viejos,  los  cuales  yo  no 
puse,  ó  porque  no  han  llegado  á  mi  noticia,  ó  porque  no  los  hallé 
tan  completos  y  períéctos  como  quisiera ,  y  no  niego  que  en 
los  que  aquí  van  impresos  haya  alguna  falta  ;  pero  esto  debe- 
rá imputarse  á  los  ejemplares  de  donde  los  saqué ,  que  estaban 
muy  corruptos,  y  á  la  flaqueza  de  la  memoria  de  algunos  que 
me  los  dictaron ,  que  no  se  podían  acordar  de  ellos  perfecta- 
mente. Yo  hice  toda  diligencia  porque  hubiese  las  menos  faltas 
posibles,  y  no  me  ha  sido  poco  trabajo  juntarlos  y  enmendarlos, 
y  añadir  algunos  que  estaban  imperfectos.  También  quise  tu- 
viesen alguna  orden,  y  puse  primero  los  de  devoción  y  sacados 
de  las  Santas  Escrituras  ,  después  los  de  cosas  de  España  ,  los 
de  Troya,  y  por  último,  los  de  cosas  de  amores.» 

Después  de  dichos  romances,  que  ocupan  las  ciento  y  noventa 


1564;  pero  todos  ellos  son  anteriores,  co  mencionados  por  Duran  se  hallan 
según  opina  Mr.  Wolf,  al  año  1570.  comprendidos  entre  ellos,  ó  son  otros 
Muchos  de  ellos  contienen  Ires  y  mas  diferentesy  distintos;  pero  por  lama- 
romances  populares,  entre  los  cuales  ñera  de  citarlos  infiero  que  el  erudito 
unos  treinta  eran  enteramente  deseo-  alemán  no  llegó  á  verlos.  Mas,  sea  de 
nocidos.  La  colección  toda  se  halla  ám-  esto  lo  que  fuere,  tengo  el  convencí  • 
pliamente  descrita  en  otro  papel  del  miento  intimo  de  que  el  número  de 
Sr.  Wolf,  leido  ala  Academia  Imperial  romances  impresos  en  pliegos  sueltos 
de  Ciencias  de  Viena,  «líber  eine  antes  del  año  1550  es  muy  reducido, 
Sanimlung  SpanischerHomanzen».  aunque  efectivamente  los  ha  habido. 
Tan  solo  cinco,  si  no  me  engaño,  de  Es  este  un  hecho  de  que  yo  tenia  mis 
los  150  pliegos  sueltos  de  poesia  po-  dudas  antes  de  haber  leido  la  nota  á 
pulur,  atribuidos  por  Duran  («Roman-  la  página  155  de  la  erudita  y  concien- 
cero  general»,  t.  i,  pp.  67-80),  á  poe-  zuda  «Disertación»  de  Wolf.  En  prue- 
tas  del  siglo  xvi.son  de  fecha  ante-  ha  de  su  corto  número  citaré  la  opi- 
rior  al  año  de  1550,  y  de  estos  cinco,  nion  de  Duran(«Romancero  General», 
tengo  yo  tres  que  no  son  romances.  1849,  t.  i,p.  25,  nota  18),  deque  no 
Wolf,en  su  papelarriha  citado  fp.  155,  se  hallan  romances  en  colecciones 
nota),  cita  otros  seis  pliegos  de  la  mis-  manuscritas  anteriores  al  año  de  1550. 
nía  clase;  pero  no  sabré  decir  si  loscin- 


APÉNDICE    B.  195 

y  seis  hojas  primeras  del  tomo,  siguen  veinte  y  cinco  hojas  mas 
de  canciones,  villancicos  y  chistes,  éntrelos  cuales,  á  fojas  199, 
se  halla  el  famoso  é  ingeniosísimo  Diálogo  entre  Castillejo  y  su 
pluma.  Al  concluir  la  primera  parte  (fól.  221)  se  halla  la  si- 
guiente advertencia  al  lector,  en  la  que  el  editor,  cambiando  sú- 
bitamente de  opinion  en  cuanto  á  haber  logrado  reunir  todos 
los  romances  viejos,  á  excepción  de  unos  cuantos,  nos  dice  :  «Al- 
gunos amigos  mios,  como  supiesen  que  yo  imprimía  este  Can- 
cionero, me  trajeron  muchos  romances  que  tenían,  para  que  los 
pusiese  en  él,  y  como  ya  íbamos  al  fin  de  la  impresión,  acordé  no 
ponerlos,  porque  fuera  interrumpir  el  orden  encomenzado,  sino 
hacer  otro  volumen,  que  será  la  segunda  parte  de  esta  Silva  de 
varios  romanceros,  la  cual  se  queda  imprimiendo.  Vale,  i 

Esta  segunda  parte  se  imprimió  en  efecto  en  el  mismo  año 
de  1550,  y  consta  de  doscientas  y  tres  hojas  de  romances,  nue- 
ve de  chistes,  y  dos  de  tabla ,  concluida  la  cual,  se  halla  una 
advertencia  del  impresor  del  tenor  siguiente:  «No  quise  in- 
cluir en  esta  parte  ninguno  mas  de  estos  chistes  cortos,  porque, 
Dios  mediante,  irán  en  otra  tercera  parte,  con  otras  muchas  co- 
sas de  placer  para  el  curioso  lector.  Vale. »  No  hemos  llegado  á 
ver  esta  tercera  parte,  ni  la  hallo  citada  en  ningún  autor ;  pero 
no  nos  cabe  duda  de  que  se  llegó  á  imprimir,  puesto  que  en  la 
portada  de  la  Silva  de  varios  romances,  de  que  Wolf  y  Brunet 
citan  varias  ediciones  hechas  entre  los  años  de  1578  y  1673,  y 
de  la  que  poseemos  una  hecha  en  1602,  se  declara  que  «con- 
tiene los  mejores  romances  de  los  tres  libros  de  la  Silva» . 

II.  Las  dos  primeras  partes,  formando  una  sola,  aunque  sin 
los  chistes,  salieron  luego  á  luz  en  Ambéres,  considerablemen- 
te aumentadas,  é  impresas,  aunque  sin  fecha,  por  Martin  Nució, 
célebre  impresor  de  libros  castellanos.  El  prólogo  de  esta  edi- 
ción es  casi  idéntico  al  de  la  primera  parte  de  la  Silva  de  Nájéra; 
mas  al  anunciar  el  orden  y  colocación  de  los  romances ,  el  im- 
presor cambia  de  método,  colocando  en  primer  lugar  los  rela- 
tivos «á  Francia  y  á  los  doce  pares»,  en  seguida  «los  de  histo- 
rias castellanas» ,  después  «los  de  Troya»,  y  últimamente  «los 
amatorios» .  Omítense  algunos  de  los  que  se  hallan  en  la  edición 
de  Zaragoza,  y  se  cambia  el  título  en  Cancionero  de  romances; 
guárdase  un  ejemplar  de  este  libro  en  la  biblioteca  del  Arsenal, 


196  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

en  Paris.  Que  la  edición  sea  posterior  á  la  Silva  de  Zaragoza,  y 
formada  de  ella,  parece  indudable,  puesto  que  la  una  debió  ser 
tomada  de  la  otra ;  que  la  nota  final  de  la  edición  de  Zaragoza 
declara  que  los  romances  en  ella  contenidos  fueron  recogidos 
é  impresos  en  diferentes  tiempos  ,  al  paso  que  el  orden  y  colo- 
cación del  Cancionero  de  romances  de  Ambares  manifiesta  que 
su  editor  los  tuvo  presentes  al  formar  su  colección.  Además, 
¿cómo  es  posible  que  Nució  pudiese  recoger  romances  conser- 
vados en  la  memoria  de  las  gentes  que  vivian  en  Ambéres,  don- 
de no  liabia  á  la  sazón  sino  muy  pocos  españoles,  y  esos  solda- 
dos? ¿Y  de  cuánto  menos  valor  no  debió  ser  una  colección  así 
formada,  comparada  con  una  hecha  en  España? 

III.  Otro  Cancionero  de  romances  hay  impreso  en  Ambéres, 
en  casa  de  Martin  Nució,  15oo,  del  cual  se  conserva  también 
un  ejemplar  en  la  referida  biblioteca  del  Arsenal,  en  Paris.  Tie- 
ne el  mismo  prólogo  que  la  edición  que  acabamos  de  describir, 
y  se  diferencia  solamente  en  que  tiene  siete  romances  menos  y 
treinta  y  siete  mas  que  la  citada  edición.  Las  erratas  que  se  ha- 
llan señaladas  á  fojas  272  de  la  edición  sin  fecha  están  corre- 
gidas en  la  de  4550,  lo  cual  es  una  prueba  evidente  de  que  esta 
edición  es  posterior,  como  lo  es  también  el  contener  romances 
que  no  se  hallan  en  la  otra. 

JV.  La  precitada  edición  de  1550  parece  haber  sido  impresa 
con  portadas  diferentes,  pues  Wolf  cita  un  ejemplar  déla  biblio- 
teca Imperial  de  Yiena,  con  fecha  de  4ooi.  Casi  todos  los  demás 
que  se  conocen  tienen  la  de  15oo,  bajo  cuya  fecha  la  citada  co- 
lección es  mas  conocida  y  comunmente  citada.  Es  una  reim- 
presión de  la  edición  de  1550,  que  ya  dijimos  se  conserva  en  la 
biblioteca  del  Arsenal,  hecha  á  plana  y  renglón,  y  como  no  hay 
señales  de  que  la  portada  haya  sido  contrahecha,  habremos  de 
inferir  que  en  el  mismo  año  de  looO,  en  que  la  Silva  salió  por  la 
primera  vez  á  luz  en  Zaragoza,  se  hicieron  tres  ediciones  mas, 
dos  de  ellas  por  Martin  Nució,  de  Ambéres.  Que  todas  tres  son 
una  misma  se  manifiesta  por  la  circunstancia  de  que,  en  general, 
tienen  los  mismos  romances  ,  de  que  el  prólogo  también  es  el 
mismo ,  aunque  algún  tanto  variado  en  la  segunda  y  tercera 
edición,  por  razón  de  los  romances  nuevamente  añadidos.  Todas 
ellas  son  en  12.°:  la  primera,  con  sus  dos  partes,  ocupa  cuatro- 


APÉNDICE    B.  197 

tientas  y  treinta  y  seis  hojas,  la  segunda  doscientas  y  veinte  Jy 
seis,  y  la  tercera  ciento.  La  ultimase  reimprimió  muchas  ve- 
ces ,  y  Wolf  cita  ediciones  de  ella  de  Ambéres,  1568  y  1573; 
Lisboa,  1581,  y  Barcelona,  1587  y  1626. 

Con  posterioridad  á  la  Silva  de  Zaragoza ,  se  hicieron  otras 
colecciones  de  romances,  de  que  ya  hablamos  en  el  texto,  co- 
mo la  de  Sepúlveda,  1551;  Timoneda,  157o;  Linares,  1575;  Padi- 
lla, 1583;  Maldonado,  1586;  y  Cueva,  1587;  las  cuales  todas  con- 
tienen romances,  compuestos  en  su  mayor  parte  por  dichos  au- 
tores. Por  último,  hízose  la  tentativa  de  formar  con  estos  mate- 
riales, ya  escritos,  ya  conservados  en  la  memoria  ó  tradición  de 
las  gentes,  principales  elementos  para  la  formación  de  este  lina- 
je de  libros,  un  Romancero  general,  que  los  comprendiese  y  abra- 
zase todos,  y  llevóse  á  cabo,  según  parece ,  en  Valencia,  donde 
un  tal  Andrés  Villalta  publicó  la  primera  y  segunda  parte  de  Flor 
de  varios  ij  nuevos  romances,  seguidas  de  una  tercera,  por  Feli- 
pe Mey,  literato  y  poeta,  al  propio  tiempo  que  librero  ,  quien 
las  imprimió  juntas  en  un  tomo  en  1593,  aunque  de  creer  es 
estuvieran  ya  antes  impresas  separadamente.  Cita  esta  edición 
el  Sr.  Duran  en  la  advertencia  á  sus  Romances  caballerescos 
(Madrid,  1852,  8.°,  tomoi)  ;  y  por  los  que  de  ella  sacó,  no 
cabe  duda  que  sus  tres  partes  se  diferenciaban  muy  poco  de  las 
tres  primeras  del  Romancero  general,  impreso  algún  tiempo  des- 
pués. El  segundo  tomo  de  esta  colección ,  intitulado  Cuarta  y 
quinta  parte  de  flor  de  romances ,  fué  compilado  por  Sebastian 
Velez  de  Guevara,  racionero  de  la  colegiata  de  Santander,  é  im- 
preso en  Burgos  en  1594,  en  un  tomo  en  12.°,  de  ciento  y  no- 
venta y  una  hojas.  No  es  evidentemente  la  primera  edición, 
puesto  que  la  aprobación  dada  por  Pedro  de  Padilla,  y  la  Ucencia 
para  imprimir,  son  de  1592,  al  paso  que  la  de  esta  edición  tiene 
la  fecha  de  11  de  agosto  de  1594,  y  en  ella  se  expresa  que  el  li- 
bro habia  sido  otras  veces  impreso.  De  suponer  es,  pues,  que  las 
dos  partes  (cuarta  y  quinta)  se  imprimieron  en  un  principio  por 
separado. 

El  tomo  tercero,  y  mas  importante,  se  intitula :  Sexta  parte  de 
flor  de  romances  nuevos ,  recopilados  de  muchos  autores  por 
Pedro  de  Flores,  librero.  Imprimióse  en  Toledo  ,  1594,  en  un 
tomo  en  12.°,  de  ciento  y  noventa  hojas.  Es  sin  duda  alguna  la 


198  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

edición  príncipe ;  pero  en  la  licencia  parece  hacerse  alusión  á 
una  cuarta  y  quinta  parte ,  también  compilada  por  Flores.  En 
un  romance  puesto  en  cabeza  de  este  tercer  tomo,  el  editor, 
Pedro  de  Flores,  es  acusado  ante  el  dios  Apolo  de  haber  toma- 
do mucho  trabajo  en  la  confección  de  él. 

De  diversas  flores 

Un  ramillete  ha  juntado. 
Las  cuales  con  grande  afán 
De  extrañas  partes  buscaron. 

Aloque,  en  propia  defensa,  que  sigue  después,  contesta  Flo- 
res, eran  romances  que  anclaban  descarriados ,  los  que  juntó 
con  sumo  trabajo.  Añade  además  que  publica  los  romances 
completos ,  y  no  á  la  manera  de  los  ciegos  y  cantores,  que,  des- 
pués de  cantar  una  mitad,  dicen  estar  cansados,  y  omiten  la  otra 
mitad  :  todo  lo  cual  nos  persuade  á  creer  que  la  mayor  parte  de 
los  romances  contenidos  en  esta  Sexta  parte,  que  es  excelen- 
te, y  consta  de  ciento  y  cincuenta  y  ocho,  fueron  recogidos 
por  el  mismo  Flores  de  la  memoria  de  las  gentes. 

El  cuarto  torno  contiene  la  Sétima  y  octava  parte  de  flor  de 
varios  romances  nuevos,  recopilados  de  muchos  autores,  y  se 
imprimió  por  Juan  Iñiguez  de  Lequerica  (Alcalá  de  Henares, 
1597,  12.°).  Hay  dos  licencias,  una  para  cada  parte,  la  primera 
con  fecha  de  4  ele  mayo  de  1596,  en  que  se  reconoce  ser  reim- 
presión, y  la  segunda  de  50  de  setiembre  de  1597,  como  si  fuera 
primera  edición,  con  el  título  de  Flores  del  Parnaso,  octava 
parte.  Una  y  otra  tienen  foliación  separada,  constando  la  séti- 
ma de  ciento  sesenta  y  ocho  hojas,  y  la  octava  de  ciento  treinta 
y  dos. 

El  quinto  y  último  tomo  lleva  el  título  de  Flor  de  varios  ro- 
mances, diferentes  de  todos  los  impresos,  novena  parte  (Madrid, 
Juan  Flamenco,  1597, 12.°,  de  ciento  y  cuarenta  y  cuatro  hojas). 
La  aprobación  es  de  4  de  setiembre  de  1597,  y  en  la  tasa,  que  es 
de  22  de  marzo  de  1596,  se  habla  de  ella  como  si  formase  la  oc- 
tava y  novena  partes;  pero  la  licencia,  que  no  tiene  fecha,  es 
solamente  para  la  Novena  parte. 

V.  Con  estas  nueve  partes  ,  con  muy  ligeros  cambios  y  alte- 
raciones, principalmente  hacia  lo  último,  se  confeccionó  el  Ro- 
mancero general,  que  se  imprimió  en  Madrid  en  1600,  4.°,  cuya 


APÉNDICE    B.  199 

tasa  tiene  la  fecha  de  16  de  diciembre  de  1599.  Un  ejemplar  de 
él  se  conserva  en  la  Biblioteca  Nacional  de  Madrid.  Segunda  edi- 
ción, también  con  algunos  cambios  y  alteraciones,  hizo  Juan 
de  la  Cuesta  (Madrid,  1614,  4.°);  si  bien  otro  mercader  de  libros, 
llamado  Miguel  de  Madrigal,  habia  ya  anteriormente  publicado 
la  Segunda  parte  del  Romancero  general  y  flor  de  diversa  poesía 
(Valladolid,  1605,  4.°),  la  cual  puede  propiamente  añadirse  á 
cualquiera  de  las  dos  últimas  ediciones  del  Romancero  princi- 
pal ,  y  ser  considerada  como  su  segundo  tomo.  Así  pues ,  las 
nueve  partes  que  componen  todas  las  cuatro  ediciones,  se  ex- 
tendieron hasta  trece.  Todas  ellas  son  en  4.°  menor,  y  consti- 
tuyen los  que  en  bibliografía  son  llamados  Romanceros  ge- 
nerales. 

La  publicación  de  tantas  colecciones  de  romances  diferentes 
en  la  última  mitad  del  siglo  xvi  y  primeros  años  del  xvn,  no  de- 
ja duda  alguna  de  que  los  romances  eran  ya  conocidos  en  to- 
das las  clases  déla  sociedad,  y  se  iban  abriendo  camino  y  adqui- 
riendo favor  entre  las  mas  elevadas.  Pero  los  Romanceros  gene- 
rales eran  demasiado  abultados  y  voluminosos  para  uso  del 
pueblo.  Imprimiéronse,'  pues,  colecciones  de  ellos  mas  reduci- 
das, tales  como  el  Jardín  de  amadores,  de  Juan  de  la  Puen- 
te, 1611;  la  Primavera,  de  Arias  Perez,  hecha  con  mucho  acier- 
to, y  publicada  en  1626,  1659,  etc.,  con  la  continuación  del  al- 
férez Jacinto  Segura;  las  Maravillas  del  Parnaso,  de  Jorge  Pinto 
Morales,  164.0;  los  Romances  varios,  de  Pablo  de  Val,  1655,  ge- 
neralmente hablando,  ligeros  y  satíricos ,  entre  los  cuales  hay 
varios  de  Quevedo;  los  Romances  varios,  de  Antonio  Diez,  y  mu- 
chas mas,  por  no  decir  nada  de  otras  menos  considerables,  com- 
puestas de  uno  ó  dos  pliegos,  que  citan  Depping  y  Wolf,  y  fue- 
ron publicadas  para  satisfacer  la  siempre  creciente  afición  del 
vulgo  á  esta  clase  de  literatura,  de  la  misma  manera  que  han  se- 
guido y  siguen  reimprimiéndose  hasta  nuestros  dias.  Por  las 
mismas  razones,  aunque  quizá  también  por  satisfacer  y  halagar 
la  pasión  militar  de  la  época  ,  y  proporcionar  solaz  y  recreo  á 
los  soldados  de  Italia  y  Flándes  y  aventureros  de  América,  se 
escogían  y  entresacaban  de  los  Romanceros  generales  y  de  otras 
fuentes,  romances  de  gusto  mas  marcial,  y  propios  para  mante- 
ner vivo  el  entusiasmo  guerrero  de  los  que  los  leían;  tales  como 


200  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

la  Floresta  de  romances  de  los  doce  pares  de  Francia,  compilada 
por  Damián  Lopez  de  Tortajada,  cuya  primera  edición  se  hizo 
en  Alcalá  en  1608,  y  el  Romancero  del  Cid,  por  Juan  de  Esco- 
bar, también  impreso  por  primera  vez  en  Alcalá ,  1642  (Anto- 
nio, Bib.  nov.,  t.  i,  p.  684);  colecciones  ambas  que  se  han  re- 
impreso muchas  veces  después. 

Esta  afición  á  los  antiguos  romances  y  á  otros  géneros  de 
la  antigua  literatura  castellana  comenzó  visiblemente  á  decaer 
entre  las  clases  altas  de  la  sociedad  al  finalizar  el  siglo  xvi ,  y 
con  el  advenimiento  al  trono  de  la  rama  de  Borbon ,  se  extin- 
guió casi  por  entero.  Pero  un  sentimiento  tan  fuerte,  y  que 
habia  echado  hondas  raíces  en  el  carácter  nacional,  no  podia 
ser  desarraigado  de  un  solo  golpe.  Verdad  es  que  los  romances 
dejaron  de  estar  de  moda ,  y  fueron  casi  olvidados  de  los  cor- 
tesanos y  de  los  nobles,  así  como  de  las  clases  mas  cultas  de  la 
sociedad  en  general ;  pero  la  masa  del  pueblo  continuó  fiel  y 
constante  en  sus  aficiones,  como  lo  prueban  suficientemente  el 
testimonio  del  P.  Sarmiento ,  y  el  hecho  de  haberse  seguido 
imprimiendo,  casi  sin  interrupción,  en  forma  popular  y  en 
pliegos  sueltos.  Por  último,  en  1796  Fernandez  (Estala)  intentó 
resucitar  este  género  de  literatura,  publicando  dos  tomos  de  ro- 
mances en  su  colección  de  Poesías  escogidas,  Quintana  formó 
con  ellos  un  florido  y  perfumado,  aunque  exiguo,  ramillete, 
para  su  Colección  de  poesías,  impresa  en  1807,  anteponiendo  á 
cada  uno  de  ellos  un  prólogo,  en  que  encomia  su  mérito  y  gra- 
cias, aunque,  á  nuestro  modo  de  ver,  no  con  todo  el  fervor  y 
ahinco  que  merecen.  Poco  ó  ningún  efecto  produjeron  en  Espa- 
ña estas  tentativas,  aunque  se  dejó  sentir  fuera  de  una  manera 
visible.  En  181o  Jacobo  Grimm  publicó  en  Viena  una  pequeña 
colección  de  los  mejores  romances  viejos,  sacados  principal- 
mente del  Romancero  de  looo;  y  mas  tarde  G.  B.  Depping  dio 
áluz,  enLeipzick,  1817,  otra  mas  extensa,  compuesta  de  unos 
trescientos,  con  un  prólogo  y  notas  en  alemán,  la  cual  se  reim- 
primió después  en  castellano  con  algunas  adiciones  y  correc- 
ciones, primeramente  en  Londres  por  D.  Vicente  Salva,  en  1825, 
y  después  con  grandes  é  importantes  aumentos  por  el  mismo 
Depping,  auxiliado  por  D.  Antonio  Alcalá  Galiano,  en  1844;  pu- 
blicaciones todas  de  bastante  mérito ,  y  que  han  contribuido 


APÉNDICE    B.  201 

mas  que  ninguna  de  las  anteriores  á  generalizar  en  Europa  el 
gusto  por  los  antiguos  romances  españoles,  produciendo  las  ad- 
mirables y  valientes  traducciones  del  inglés  Lockhart  en  1823, 
y  la  que  con  buena  crítica  y  ordenación  histórica  ha  hecho  pos- 
teriormente, en  prosa  francesa,  ¡VI.  Damas  Hinardde  unos  tres- 
cientos (Romancero  español,  Paris,  1844). 

La  mas  importante  ,  empero,  de  cuantas  colecciones  se  han 
hecho  hasta  el  dia,  y  la  mas  extensa,  se  debe  á  la  misma  Espa- 
ña, y  ha  sido  formada  porD.  Agustín  Duran,  literato  distinguido, 
á  quien  deben  mucho  el  teatro  y  otros  géneros  de  la  antigua  lite- 
ratura castellana.  Comenzó  en  1828  publicando  los  romances 
moriscos  del  Romancero  de  1614,  y  continuó  en  1829  con  dos 
tomos  mas  de  líricos,  terminando  su  tarea  en  1852  con  otros  dos 
de  caballerescos  é  históricos;  formando  así  una  colección  en 
cinco  tomos,  de  los  cuales,  los  cuatro  últimos  están  sacados  de 
las  fuentes  que  el  autor  pudo  haber  á  las  manos,  anteriores  al 
siglo  xvii ,  reimprimiéndose  mas  tarde  dicha  colección  en  Pa- 
rís, con  adiciones  de  Ochoa,  en  1838;  y  en  Barcelona,  por 
Pons,  en  1840. 

Pero  no  han  parado  aquí  los  laboriosos  desvelos  del  Sr.  Du- 
ran. No  satisfecho  con  su  primer  Romancero  ,  acaba  de  publi- 
car otro  mucho  mas  completo  y  copioso,  en  la  Riblioteca  de  auto- 
res españoles,' del  Sr.  Kivadeueyra,  tomo  x  y  xvi,  el  cual  com- 
prende cerca  de  2,000  romances,  todos  anteriores  al  año  1700, 
ordenados  y  dispuestos  con  sumo  tino  y  acierto.  Son  dignos  de 
elogio  los  detalles  bibliográficos  que  atestiguan  su  legitimidad, 
así  como  las  notas  críticas  é  históricas  que  los  ilustran.  Reunido 
cuanto  se  ha  hecho  hasta  el  dia  por  propios  y  extraños  para 
poner  en  evidencia  este  interesante,  aunque  oscuro,  géne- 
ro de  la  primitiva  literatura  castellana,  es  nada  en  comparación 
de  lo  que  el  modesto  literato  español  ha  hecho  con  sola  esta 
su  obra. 


202  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

APÉNDICE  C. 

DEL  BACHILLER  FERNÁN  GOMEZ  Y  Sü  CENTÓN  EPISTOLARIO. 

(Véase  el  tomo  i ,  pág.  420.) 

Hemos  tratado  del  Centón  epistolario  en  el  texto  y  en  el  lu- 
gar correspondiente,  como  de  una  colección  de  cartas  llenas  de 
naturalidad  y  gracia,  escritas  por  un  hombre  sencillo,  aunque 
algún  tanto  vanidoso  ,  que  sirvió  durante  cuarenta  años  á  Don 
Juan  ÍI  en  calidad  de  físico,  y  debió,  por  lo  tanto,  estar  bien  in- 
formado de  cuanto  ocurría  en  su  corte.  Mas  ,  á  pesar  de  todo, 
no  han  dejado  de  suscitarse  dudas  acerca  de  la  legitimidad  de  la 
obra.  Don  Gregorio  Mayans  y  Sisear  (en  sus  Orígenes,  t.  i, 
1757,  p.  205),  al  hablar  de  D.  Antonio  de  Vera  y  Zúñiga, 
conde  de  la  Roca,  autor  muy  conocido,  y  diplomático  de  los 
tiempos  de  Felipe  IV,  llamado  algunas  veces  Vera  y  Figueroa, 
dice  de  él  que  feamente  adulteró  las  epístolas  históricas  del  ba- 
chiller Fernán  Gomez  de  Cibdareal;  mas,  al  fulminar  acusa- 
ción tan  severa ,  Mayans  no  presenta  prueba  alguna ,  y  así  fué 
agriamente  reprendido  por  Diosdado  Caballero  (en  su  tratado 
De  prima  Typographic  Hispánica:  ¿Etate,  Roma,  1794,  p.  74), 
quien  califica  dicho  aserto  de  «atrox  aecusatio».  También 
Quintana,  en  su  vida  de  D.  Alvaro  de  Luna  (Vidas  de  españoles 
célebres,  t.  m,  1853,  p.  248,  nota),  halló  tal  contradicción  entre 
la  noticia  que  el  Rachiller  da  de  la  muerte  del  Condestable  y  los 
hechos  históricamente  conocidos,  que  suscitó  todo  género  de 
dudas ,  y  concluye  diciendo  «que  ha  seguido  al  Rachiller  como 
autoridad  suficiente ,  cuando  no  le  contradicen  otros  datos  de 
mas  seguridad  é  importancia». 

Mi  opinion  en  la  materia,  si  he  de  decir  verdad,  es,  que  el  libro 
entero ,  desde  el  principio  hasta  el  fin ,  es  una  superchería  inge- 
niosa, aunque  de  tan  feliz  desempeño  y  tan  agradable,  que  es 
triste  cosa  haber  de  calificarla  con  tanta  dureza  y  despojarla 
del  eminente  puesto  que  por  tanto  tiempo  ha  ocupado  en  la 
literatura  española  del  siglo  xv.  Los  hechos  en  que  se  funda 
son  los  siguientes  : 


APÉNDICE    C.  203 

1.°  Ni  en  las  crónicas  ni  en  las  cartas  de  la  época  en  que  se 
supone  vivió  el  Bachiller,  se  halla  la  menor  mención  de  su  per- 
sona ;  hecho  muy  notable  en  verdad ,  en  medio  de  las  noticias 
circunstanciadas  y  minuciosas  que  tales  libros  nos  proporcionan, 
hablando  de  casi  todos  los  personajes  importantes  de  la  corte 
de  D.  Juan  II ,  y  muchas  veces  de  individuos  menos  considera- 
dos que  lo  era  el  médico  y  confidente  del  Rey. 

2.°  No  se  ha  encontrado  códice  alguno  de  tal  correspon- 
dencia. 

3.°  La  primera  noticia  que  se  tiene  de  estas  cartas  es  su  pu- 
blicación en  un  tomo  en  4.°  de  166  hojas,  y  de  letra  gótica,  que 
se  dice  impreso  en  Burgos  en  1499,  y  cuyos  ejemplares  no  son 
tan  raros  como  otros  libros  del  siglo  xv.  Don  Nicolás  Antonio, 
que  murió  en  1684,  manifiesta  ya  (Bibl.  Vetus,  t.  n,  p.  250) 
alguna  duda  acerca  de  la  autenticidad  de  dicha  edición.  Bayer, 
en  la  reimpresión  de  1788,  y  en  una  nota  al  pasaje  que  trata  de 
la  obra  del  Bachiller,  dice  era  opinion  común  entre  los  litera- 
tos de  su  tiempo  que  la  edición  habia  de  atribuirse  á  D.  Anto- 
nio de  Vera  y  Zúñiga  (que  murió  en  1638);  y  Méndez  (en  su 
Tipografía,  1796,  pp.  291  y  293)  declara  que  la  edición  es,  á 
no  dudarlo,  posterior  de  cincuenta  años  á  la  techa  que  repre- 
senta; estos  tres  eruditos  son  testigos  muy  abonados  é  inteli- 
gentes en  la  materia,  además  de  ser  un  hecho  que,  en  mi  con- 
cepto ,  no  podia  ocultarse  á  nadie  que  estuviese  familiarizado 
con  los  libros  españoles  del  primer  siglo  de  la  imprenta,  y  que 
haya  examinado  detenidamente  un  ejemplar  del  supuesto  Cen- 
tón de  1499.  A  esto  debe  añadirse  que  el  nombre  de  Juan  de  Rey 
es  enteramente  desconocido  entre  los  impresores  de  Salamanca. 

4.°  La  segunda  edición  del  Epistolario  de  Cibdareal  es  la  de 
Madrid  de  1775,  hecha  por  D.  Eugenio  Llaguno  y  Amírola,  se- 
cretario de  la  Real  Academia  de  la  Historia,  quien  igualmente 
opinó  que  la  edición  primitiva  era  posterior  al  año  de  1600 ;  cir- 
cunstancia mas  que  probable ,  puesto  que  no  hay  autor  alguno 
de  tiempos  anteriores  que  haga  referencia  á  dicha  obra  ni  la 
cite.  En  efecto,  si  Vera  y  Zúñiga  intervino  en  la  impresión, 
debió  verificarse  bastante  después,  puesto  que  en  1600  este 
caballero  tenia  unos  diez  años. 

5.°  El  bachiller  Cibdareal  no  pone  fecha  á  ninguna  de  sus 


204  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

epístolas,  pero  hállanse  con  tal  facilidad  en  la  misma  O'ónica  de 
Don  Juan  11  los  hechos  y  alusiones  que  en  ellas  se  contienen, 
que  el  editor  del  Epistolario  en  177o  pudo,  sin  mas  auxilio  que  el 
de  aquella,  señalar  las  fechas  respectivas  á  las  ciento  y  cinco  car- 
tas de  que  consta  el  Centón;  operación  punto  menos  que  impo- 
sible si  ambas  obras  se  hubieran  escrito  independientemente 
una  de  otra. 

6.°  El  estilo  de  las  cartas,  aunque  acomodado  con  sumo  in- 
genio y  grande  habilidad  á  la  época  en  que  se  suponen  escritas, 
no  es,  sin  embargo,  uniforme,  y  adolece  de  arcaísmos  muy  no- 
tables ;  diremos  mas  aun  :  abunda  en  frases  y  modismos  de  que 
no  hay  ejemplo  en  la  lengua  castellana,  como  el  uso  del  ca  en 
lugar  del  que,  expresión  de  todo  punto  inadmisible,  y  así  es  que, 
para  que  hiciese  sentido,  se  corrigió  en  la  edición  de  177-'); 
otros  de  menos  bulto  se  pudieran  citar,  y  entre  ellos,  el  uso 
constante  y  sistemático  de  la  c  por  z  en  palabras  que  nunca  se  es- 
cribieron con  dicha  letra. 

7.°  Las  breves  palabras  del  «Aviso  al  Letor»,  y  las  todavía 
mas  concisas  con  que  se  encabezan  los  versos  hacia  el  final 
del  tomo,  aparecen  como  del  editor  del  libro,  quien,  según  Ba- 
yer, Méndez,  etc. ,  vivió  después  del  año  1600,  y  por  lo  tanto, 
debieran  estar  en  el  lenguaje  propio  de  la  época  de  Cervantes  y 
Mariana ;  mas  no  sucede  así,  sino  que  corresponde  exactamente 
al  de  las  cartas,  que  se  suponen  escritas  siglo  y  medio  antes,  y 
lo  que  es  peor  aun ,  adolece  de  los  mismos  defectos  que  el  de 
aquellas,  empleándose  el  ca  por  el  que,  expresión  que,  según 
queda  dicho,  es  propia  y  peculiar  del  Bachiller,  y  no  usada 
antes  por  otro  alguno. 

8.°  Las  mejores  noticias  y  mas  autorizadas  son  de  que  Juan 
de  Mena  murió  en  Torrelaguna  en  1456 ,  de  edad  de  cuarenta  y 
cinco  años  (Anton.,  Bibl.  Vetus,  edic.  Bayer,  t.  u,  p.  266;  y 
Romero,  Epicedio,  1578,  fól.  486,  al  fin  de  los  Proverbios  de 
Hernán Nuñez);  y  el  supuesto  Cibdareal  (epíst.  20)  pone  á  Juan 
de  Mena  en  1428,  es  decir,  á  la  edad  de  diez  y  siete  años,  en  re- 
laciones íntimas  y  de  familiaridad  con  el  Rey,  haciéndole  ya 
coronista  suyo  y  suponiendo  que  tenia  muy  adelantada  su  obra 
del  Laberinto,  lo  cual  es  harto  inverosímil,  si  recordamos  que 
Romero  dice  expresamente  que  Juan  de  Mena  tenia  veinte  y  tres 


APÉNDICE    C.  205 

años  cuando  se  dedicó  «al  dulce  trabajo  de  aquel  buen  saber». 
(Véanse  las  noticias  de  Juan  de  Mena.) 

9.°  La  relación  burlesca  y  satírica  que  Cibdareal  hace  del 
buen  obispo  Barrientos  es  muy  impropia  de  un  cortesano ,  que 
á  buen  seguro  no  se  atrevería  á  hablar  en  tales  términos  de  un 
personaje  tan  importante  y  que  subió  rápidamente  á  los  pri- 
meros puestos  del  Estado,  además  de  ser  absolutamente  falsa. 
Supone,  en  efecto,  que  aquel  ilustre  prelado  quemó,  sin  examen 
previo,  multitud  de  libros  de  la  biblioteca  de  D.  Enrique  de  Vi- 
llena,  cuyo  expurgo  le  fué  encargado  por  el  Rey  después  de  la 
muerte  de  aquel  noble,  acusado,  mientras  vivió,  de  darse  al  es- 
tudio de  la  magia ;  pero  casualmente  tengo  extractos  de  una 
obra  inédita  del  mismo  Barrientos ,  en  que  refiere  él  mismo  el 
caso  de  muy  diferente  manera.  En  un  erudito  tratado  sobre  las 
artes  divinatorias,  que  escribió  de  orden  de  D.  Juan  II  y  dedicó 
á  este  monarca,  y  en  el  prólogo  de  la  segunda  parte,  declara  que 
quemó  los  libros  de  orden  del  mismo  Rey ,  é  indica  que ,  en  su 
opinion ,  debieron  conservarse  : 

«Este  libro  es  aquel  que,  después  de  la  muerte  de  D.  En- 
rique  tú,  como  rey  christianísimo,  mandaste  ámí,  tu  siervo 

é  factura,  que  lo  quemase  á  vueltas  de  otros  muchos ;  lo  qual 
yo  puse  en  execution  en  presencia  de  algunos  tus  servidores. 
En  lo  qual ,  aáy  como  en  otras  cosas  muchas ,  paresció  é  paresce 
la  gran  devoción  que  tu  Señoría  siempre  ovo  á  la  religion  Chris- 
tiana ,  y  puesto  que  aqueste  fué  é  es  de  loar ,  pero  por  otro  res- 
pecto en  alguna  manera  es  bueno  guardar  los  dichos  libros, 
tanto  que  estuvieren  en  guarda  é  poder  de  buenas  personas  fia- 
bles, tales  que  no  usasen  dellos,  salvo  que  los  guardassen  á  fin 
que  en  algund  tiempo  podría  aprovechar  á  los  sabios  leer  en  los 
tales  libros ; »  etc. 

10.  El  acontecimiento  mas  notable  mencionado  en  las  cartas 
de  Cibdareal,  así  como  uno  de  los  mas  importantes  en  la  historia 
de  España  del  siglo  xv,  es,  ano  dudarlo,  el  suplicio  del  condes- 
table D.  Alvaro  de  Luna,  verificado  en  Valladolid  á  2  de  junio 
de  4453.  El  Bachiller  dice  que  estuvo  con  el  Rey  en  dicha  ciu- 
dad el  dia  mismo  del  suplicio  y  toda  la  noche  anterior;  que  Don 
Juan  se  mostró  muy  vacilante  é  irresoluto  hasta  los  últimos 
momentos,  que  pasó  la  noche  antes  inquieto  y  desasosegado;  y 


206  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

finalmente,  que  nadie  se  atrevió  á  decirle  que  la  justicia  era 
cumplida  hasta  después  de  haber  comido ;  añadiendo  á  estos 
curiosos  pormenores  la  pintura  de  varios  incidentes  locales, 
como  si  hubiera  sido  testigo  de  vista  de  aquello  que  refiere. 
Pero  la  verdad  del  caso  es ,  que  el  Rey  no  estuvo  en  Yalladolid 
aquel  dia  ni  algunos  antes  ó  después,  y  en  verdad  que  hubiera 
sido  el  colmo  de  la  inhumanidad  el  residir  allí  en  los  momentos 
en  que  un  antiguo  favorito  y  ministro,  á  quien  nunca  dejó  de 
amar  con  cariño ,  subia  las  gradas  de  un  patíbulo  por  satisfacer 
ala  turbulenta  nobleza,  que  siempre  tuvo  sujeta  y  oprimida.  En 
efecto ,  el  Rey  se  hallaba  entonces  en  el  sitio  de  Maqueda,  villa 
situada  unas  cuantas  leguas  de  Toledo  ,  como  lo  prueban  varias 
cédulas  y  provisiones  suyas,  de  29  de  mayo  ,  2 ,  5 ,  4 ,  o  y  6  de 
junio,  que  desmienten  completamente  la  relación  deCibdareal, 
y  prueban  la  falsedad  de  su  epístola  403.  Dice  además  el  su- 
puesto Bachiller  que  el  suplicio  se  verificó  «  víspera  de  la  Mag- 
dalena»; confundiendo  así  la  muerte  del  Condestable  con  la  del 
Rey,  ocurrida  en  dicho  dia  al  siguiente  año,  y  contando  como 
sucedido  en  21  de  julio  ,  víspera  de  la  Magdalena,  lo  que  efecti- 
vamente sucedió  el  2  de  junio ,  en  cuyo  dia ,  después  de  discusio- 
nes eruditas,  promovidas  muchos  años  después  de  la  publicación 
de  las  cartas,  se  ha  fijado  el  suplicio  del  Condestable.  Tan  grose- 
ra equivocación  en  las  cartas  del  supuesto  Bachiller  debió  nacer, 
según  creemos,  parte  de  descuido,  y  parte  por  ignorar  una  fe- 
cha entonces  incierta,  y  que  hoy  está  averiguada  y  conocida. 
(Véase  á  Méndez ,  Tipograplüa,  1796,  pp.  256,  260,  y  Quintana, 
Vidas,  tomo  m,  pp.  457,  459.) 

11.  La  época  en  que  yo  supongo  se  forjaron  las  cartas  de 
Cibdareal,  fué  muy  pródiga  en  supercherías  y  adulteraciones  del 
mismo  género.  No  hacia  mucho  tiempo  que  Guevara  había  man- 
tenido que  su  Marco  Aurelio  era  una  verdadera  historia.  Las  «Lá- 
minas »  de  Granada  y  los  « Cronicones »  del  padre  Roman  de  la 
Higuera  ,  aquellas  declaradas  auténticas  y  genuinas  por  la  au- 
toridad civil,  y  recibidos  estos  con  general  aplauso,  lograron  su 
mayor  boga  desde  lo9o  hasta  1652,  si  bien  desde  entonces 
acá  han  sido  examinados  sin  pasión  y  declarados  apócrifos.  No 
es  probable  que  hombres  tan  eminentes  como  Mariana  y  Arias 
Montano  diesen  crédito  á  semejantes  fábulas ;  pero  lo  cierto  es 


ArÉNDICE    D.  207 

que  ni  el  uno  ni  el  otro  se  sintieron  con  fuerzas  bastantes  para 
atacarlas  de  frente  y  hacer  que  menguase  su  influencia.  Las  co- 
sas en  tal  estado,  nada  tiene  de  extraño  que  un  escritor  de  inge- 
nio y  travesura ,  quizá  el  mismo  Vera  y  Zúñiga,  tan  sagaz  y 
despreocupado  como  aquellos  dos  sabios ,  aunque  menos  es- 
crupuloso, concibiese  la  idea  de  imitar  á  Roman  de  la  Higuera 
en  la  tentativa,  no  ya  de  introducir  á  sabiendas  hechos  falsos 
en  la  historia  nacional,  sino  de  burlarse  del  público  y  de  los 
literatos  por  mera  diversion  y  entretenimiento. 

A  estos  mis  argumentos  se  contestará ,  no  lo  dudo ,  con  la 
naturalidad  y  sencillez  de  las  cartas ,  con  sus  interesantes  por- 
menores, su  colorido,  tan  propio  de  la  época  que  pretenden  ilus- 
trar ,  y  principalmente  con  la  circunstancia  de  que  durante  dos 
siglos  han  sido  citadas  como  autoridad  de  primer  orden ,  en 
cuanto  á  los  hechos  que  refieren;  circunstancia ,  sin  embargo, 
cuyos  quilates  bajan  considerablemente  al  recordar  la  escasez 
que  siempre  hubo  en  España  de  criterio  y  buen  juicio  en  estas 
materias ,  y  el  hecho,  casi  análogo,  del  bachiller  Francisco  de  la 
Torre,  bajo  cierto  aspecto  mas  notable  aun  que  el  del  bachi- 
ller Cibdareal.  Mas,  sea  de  esto  lo  que  fuere ,  ello  es  cierto  que 
de  este  personaje  no  sabemos  mas  sino  que  la  primera  edición 
de  sus  supuestas  cartas  es  ya  una  falsedad  tipográfica,  con  la 
cual  se  quiso  encubrir  alguna  cosa,  probablemente  lo  espúreo  y 
apócrifo  de  toda  la  obra. 


APÉNDICE  D. 

SOBRE  EL  BUSCAPIÉ. 

(Véase  el  tomo  a,  pág.  210  y  siguientes.) 

Mucho  se  ha  hablado,  de  setenta  años  á  esta  parte,  y  sobre 
todo  últimamente  (1847-1849),  de  un  cuaderno  ó  librillo  intitu- 
lado El  Buscapié,  que  algunos  suponen  escrito  por  el  mismo 
Cervantes  á  poco  de  publicada  la  primera  parte  de  su  Quijote. 
Esta  cuestión ,  aunque  no  muy  importante ,  no  deja  por  eso  de 
ofrecer  algún  interés;  y  así,  indicaremos  los  hechos  principales 


208  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

relativos  á  ella,  que  son,  si  no  estamos  equivocados,  los  siguientes: 
En  la  vida  de  Cervantes ,  escrita  por  D.  Vicente  de  los  Rios, 
que  precede  á  la  magnífica  edición  de  la  Academia  Española, 
hecha  el  año  de  4780,  se  afirma  que,  según  cierta  tradición  (no 
mencionada,  alo  que  creo,  hasta  entonces),  al  salir  á  luz, 
en  1605,  la  primera  parte  de  aquella  novela,  fué  recibida  del 
público  con  frialdad  y  disgusto,  y  que,  á  consecuencia  de  esto, 
el  autor  publicó  un  librillo  anónimo,  llamado  El  Buscapié,  en 
que,  haciendo  una  graciosa  crítica  de  su  Quijote,  insinuaba  ser 
este  una  sátira  encubierta  de  ciertos  personajes  elevados  y  co- 
nocidos ,  aunque  sin  dar  la  mas  mínima  señal  de  quiénes  pu- 
dieran ser  estos;  lo  cual,  como  era  natural ,  excitó  la  pública 
curiosidad  de  una  manera  extraordinaria ,  y  llamó  la  atención 
hacia  la  obra  ,  obteniendo  de  este  modo  su  autor  un  éxito  com- 
pleto. 

En  una  nota  (p.  cxci)  unida  á  esta  narración  tradicional,  se 
halla  una  carta  de  D.  Antonio  Ruydiaz,  sugeto  de  quien  no  se 
tienen  mas  noticias  que  las  que  de  él  dio  el  mismo  D.  Vicente, 
calificándole  de  hombre  instruido  y  verídico.  Este  caballero, 
pues,  asegura,  en  carta  escrita  á  46  de  diciembre  de  1775,  que 
hacia  ya  unos  diez  y  seis  años  que  habia  visto  en  casa  del  conde 
de  Saceda  un  ejemplar  del  Buscapié,  y  le  habia  leido ;  que  era 
un  tomito  pequeño,  anónimo,  impreso  en  Madrid  con  buen 
carácter  de  letra  y  en  mal  papel ;  que  aparecía  estar  escrito  por 
persona  que  no  se  cuidó  de  comprar  ni  leer  el  Quijote  recien 
publicado ;  pero  que,  habiéndole,  por  último,  comprado  y  leido, 
quedó  lleno  de  admiración  y  prendado  de  su  mérito  ,  y  se  pro- 
puso, por  lo  tanto,  encomiarlo  y  ensalzarlo;  que  el  librillo  en 
cuestión  declaraba  ser  imaginarios  en  el  fondo  los  caracteres 
representados  en  el  Quijote,  aunque  insinuando  al  propio  tiem- 
po que  habia  cierta  intención  de  aludir  á  los  proyectos  mili- 
tares y  lozanías  del  emperador  Carlos  V  y  de  alguno  que  otro  de 
sus  principales  cortesanos;  y  que,  por  muerte  del  conde  de  Sa- 
ceda, á  quien  dicho  ejemplar  del  Buscapié  habia  sido  prestado 
por  persona  enteramente  desconocida  del  escritor  de  la  carta, 
no  pudo  este  dar  razón  mas  circunstancial  de  su  paradero. 

Esta  narración,  que,  como  el  lector  habrá  observado,  es  muy 
diferente  de  la  tradición  mencionada  en  el  texto ,  y  á  que  va 


APÉNDICE    D.  209 

unida ,  y  principalmente  en  lo  relativo  al  emperador  Carlos  V, 
fué  considerada  desde  luego  como  poco  fehaciente  y  satisfac- 
toria. Pellicer,  entre  otras  dudas  muy  fundadas,  llegó  á  propo- 
ner la  de  que  Cervantes  fuese  autor  de  semejante  escrito ,  aun 
dado  caso  que  lo  hubiese  habido  (Don  Quijote,  edic.  1797,  to- 
mo i,  p.  xcvn),  y  Navarrete  fué  de  opinion  que  en  todo  esto  ha- 
bía alguna  equivocación ,  y  que  era  imposible  que  Cervantes 
aludiese  al  Emperador  de  la  manera  que  se  decia.  (Vida  de  Cer- 
vantes, 1819,  §   105  y  siguientes.)  Posteriormente  Clemencin 
sugirió  la  especie  de  que  el  ejemplar  del  Buscapié  que  Ruydiaz 
dijo  haber  visto  pudo  muy  bien  ser  un  engaño  hecho  al  conde  de 
Saceda,  que  en  materias  de  libros  era  rico  y  goloso.  (Edic.  del 
Don  Quijote,  tomo  iv,  183o,  p.  50.)  En  efecto,  son  tan  absurdas 
de  suyo  las  alusiones  á  Carlos  V,  y  tan  conocido  el  hecho  (gene- 
ralmente ignorado  cuando  la  Academia  publicó  su  edición  de 
1780)  de  que  dentro  del  año  mismo  de  su  primera  publicación 
se  habían  hecho  cuatro  ediciones  de  la  primera  parte  del  Quijo- 
te, prueba  evidente  de  la  impaciencia  y  curiosidad  de  los  lecto- 
res, y  de  la  gran  popularidad  del  libro,  que  no  tardó  el  público 
en  persuadirse  que  no  se  habia  escrito  nunca  por  Cervantes  ú 
otro  alguno  tal  Buscapié.  Cesó,  pues,  toda  discusión  en  el  asun- 
to, y  solo  continuaron  ocupándose  de  este  incidente  las  personas 
dedicadas  á  escudriñar  los  pormenores  mas  íntimos  de  la  vida 
de  Cervantes. 

Mas  en  1847  retoñó  de  nuevo  el  asunto.  Don  Adolfo  de  Cas- 
tro, caballero  andaluz  muy  dado  á  investigaciones  literarias,  y 
autor  de  varias  obras  históricas  asaz  curiosas,  y  recibidas  con 
bastante  aprecio,  anunció  al  público  el  descubrimiento  de  un 
ejemplar  del  Buscapié,  que  publicó  luego  en  Cádiz  en  1848,  en 
un  tomo  en  8.°,  con  notas  muy  eruditas;  cuyo  texto,  impreso 
en  letra  clara,  grande  y  espaciada,  ocupa  46  páginas,  mientras 
que  las  notas  llenan  180,  y  á  haberse  impreso  en  el  mismo 
carácter  de  letra,  hubieran  sin  duda  pasado  de  250. 

Dice  el  Sr.  Castro  en  su  prólogo  que  el  Buscapié  que  da  á 
luz  está  sacado  de  una  copia  manuscrita  que  fué  de  D.  Pascual 
de  Gándara,  abogado  en  la  ciudad  de  San  Fernando,  cuya  li- 
brería, por  muerte  de  su  dueño,  se  habia  llevado  á  vender, 
hacia  unos  tres  meses,  á  Cádiz,  donde  el  Sr.  Castro  reside; 
TOM.  ív.  14 


210  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

que  el  manuscrito,  que,  á  no  dudarlo,  es  obra  de  Cervan- 
tes, se  intitula  :  El  muy  donoso  librillo  llamado  Buscapié,  don- 
de, demás  de  su  mucha  y  excelente  dotrina,  van  declaradas 
todas  aquellas  cosas  escondidas,  declaradas  en  el  ingenioso  hi- 
dalgo Don  Quijote  de  la  Mancha,  que  compuso  un  tal  de  Cer- 
vantes Saavedra;  que  el  manuscrito  no  es  autógrafo  de  Cervan- 
tes, sino  copia  hecha  en  Madrid,  según  se  expresa  á  conti- 
nuación del  título,  el  7  de  febrero  de  1606  ,  para  Agustin  de 
Molina ,  hijo  de  Gonzalo  Argote  de  Molina ,  que  después  pasó  á 
la  biblioteca  del  duque  de  Lafóes,  de  la  casa  real  de  Braganza; 
que  no  contiene  ninguna  alusión  poco  respetuosa  al  emperador 
Carlos  V,  á  quien  Cervantes,  en  opinion  del  Sr.  Castro,  pro- 
fesaba sincera  admiración;  qua,  según  la  aprobación  de  Gutierre 
de  Cetina,  fecha  á  27  de  junio  de  1605 ,  y  la  de  Tomás Gracian 
Dantisco,  del  6  de  agosto  siguiente,  el  libro  estuvo  dispuesto  y 
preparado  para  la  impresión ;  pero  que  evidentemente  no  llegó 
á  imprimirse ,  pues  en  tal  caso  hubiera  sido  trabajo  inútil  el  ha- 
cer una  copia  manuscrita  de  él  al  año  inmediato;  y  finalmente, 
que  el  objeto  real  y  verdadero  del  Buscapié  no  fué  llamar  la 
atención  del  público  hacia  el  Quijote,  sino  defenderlo  de  mu- 
chos que  tenian  fama  de  instruidos,  y  que  ,  como  indica  el  Se- 
ñor Castro,  lo  atacaron  con  bastante  vigor. 

A  estas  observaciones  sigue  el  famoso  Buscapié,  en  el  que 
Cervantes  supone  que,  saliendo  él  de  Madrid  un  diaporla  puer- 
ta de  Toledo ,  montado  en  una  rnula,  después  de  pasar  la  puen- 
te toledana,  vio  venir  hacia  sí  un  bachiller,  caballero  en  un  mal 
rocin,elcual,  después  de  una  grave  contienda  con  su  jinete  sobre 
si  seguiría  ó  no  adelante,  da  con  él  en  tierra.  Cervantes,  con  su 
acostumbrada  cortesía,  ayuda  al  caido  á  levantarse  y  á  cabalgar 
de  nuevo,  y  después  de  breves  palabras,  convienen  ambos  en 
pasar  el  calor  del  dia,  que  se  les  venia  á  mas  andar,  á  la  sombra 
de  unos  árboles  allí  cercanos.  El  Bachiller,  que  está  represen- 
tado como  de  pequeña  estatura,  corcovado,  casquivano  y  pe- 
tulante, saca  por  via  de  entretenimiento  dos  libros  que  llevaba  : 
el  uno  Los  versos  espirituales  de  Pedro  de  Enzinas,  que  ambos 
elogian  ,  y  de  cuyo  autor  Cervantes  se  dice  conocido  y  amigo; 
y  el  otro  *el  Don  Quijote,  que  el  Bachiller  critica  y  Cervantes 
defiende,  algún  tanto  desconcertado,  calificándolo  en  términos 


APÉNDICE    D.  211 

generales  de  obra  de  mérito ,  aunque  callando  que  él  sea  el 
autor,  y  fundando  su 'principal  defensa  en  que  el  libro  no  es 
otra  cosa  sino  una  feliz  tentativa  para  desterrar  del  mundo  la 
institución  de  la  andante  caballería. 

El  Bachillerejo ,  por  su  parte  ,' hombre  locuaz  é  impertinen- 
te, se  distrae  á  menudo  del  asunto  principal ,  hablando  de  sí 
propio  y  refiriendo  anécdotas  de  su  padre,  y  Cervantes  se  tra- 
baja por  volverle  al  asunto  del  Quijote.  El  Bachiller  entonces 
ataca  el  libro  de  frente  y  calificándolo  de  absurdo,  por  reco- 
nocer como  cosa  positiva  y  real  en  su  tiempo  la  existencia  de  la 
andante  caballería;  hechoque  Cervantes  admite  y  defiende,  ale- 
gando, en  prueba  de  su  verdad,  los  ejemplos  de  Suero  de  Qui- 
ñones y  del  emperador  Carlos  V;  á  lo  que  el  Bachiller  contesta 
que  se  alegraría  mucho  fuese  así,  porque  abrazaría  luego  la 
profesión,  y  ganaria  de  ese  modo  una  princesa  y  un  reino,  como 
lo  habían  hecho  antes  que  él  muchos  caballeros ;  y  esto  lo  dice 
en  lenguaje  tan  apasionado  y  maniático  como  el  del  mismo  hé- 
roe manchego.  Replica  Cervantes,  sosteniéndola  existencia  real, 
positiva'y  presente  de  la  caballería  andante,  y  trayendo  en 
apoyo  de  su  opinion  los  ejemplos  de  Olivier  de  la  Marcha  y 
otros ,  tan  importunos  como  los  de  Quiñones  y  Carlos  V,  antes 
citados  ;  en  estos  términos  continúa  la  disputa  hasta  que  sobre- 
viene una  verdadera  pelea  entre  el  cuartago  del  Bachiller  y  la 
muía  de  Cervantes,  muy  parecida  á  la  de  Rocinante  con  las 
jacas  gallegas  en  el  capítulo  xv  de  la  primera  parte  del  Qui- 
jote, la  cual  termina  con  la  derrota  y  vencimiento  del  jamelgo 
del  Bachiller;  incidente  que  interrumpe  la  conversación  y  da 
fin  al  libro  ,  dejando  Cervantes  á  su  compañero  salir  lo  mejor 
que  puede  de  su  trabajo. 

Al  terminar  la  lectura  de  este  festivo  y  agradable  juguete  li- 
terario, llama  desde  luego  nuestra  atención  una  circunstancia 
muy  singular,  y  es,  que  el  Buscapié  que  acabamos  de  leer  y  que 
se  declara  ser  obra  de  Cervantes,  nunca  impresa  hasta  el  año 
de  1848,  nada  tiene  que  ver  con  el  otro  anónimo  é  impreso,  cu- 
yo ejemplar  se  supone  visto  hacia  1759;  hecho  importante,  que 
envuelve  una  contradicción  formal  y  completa  de  cuanto  se  pen- 
só y  dijo  sobre  este  asunto  antes  de  que  el  libro  saliese  á  luz ;  y 
que  simplifica  mucho  la  cuestión,  porque  el  caso  es  enteramen- 


212  HISTORIA    DE    LA    LITERATLRA    ESPAÑOLA. 

te  nuevo,  y  por  lo  tanto,  hay  que  proceder  en  él  como  si  nunca 
se  hubiese  hecho  mención  de  la  existencia  de  tal  libro;  es  de- 
cir, que  habremos  de  examinar  el  Buscapié  de  D.  Adolfo  de  Cas- 
tro bajo  el  concepto  de  no  existir  anteriormente  ni  la  noticia  da- 
da por  D.  Vicente  de  los  Rios,  ni  la  caria  de  Ruydiaz. 

Luego  se  presenta  la  circunstancia,  no  menos  singular,  de  que 
la  copia  de  un  libro  como  este,  no  anónimo ,  sino  que  se  dice 
obra  del  ingenio  mas  grande  y  popular  de  su  nación,  haya  estado 
dos  siglos  y  medio  oscurecido,  sin  llamar  la  atención  de  nadie; 
no  así  como  se  quiera  encerrado  ú  olvidado  en  el  rincón  de  un 
archivo,  sino  pasando  de  Madrid  á  Lisboa,  y  volviendo  después 
á  España,  y  esto  cuando  durante  los  últimos  sesenta  años  tanto 
se  ha  hablado,  y  con  tanto  afán  se  ha  buscado  un  Buscapié. 

Tampoco  la  historia  del  manuscrito  mismo  que  ahora  se  im- 
prime es  muy  satisfactoria ,  considerada  como  narración  de  un 
hecho;  suponiéndose  haber  pertenecido  á  tres  personas,  acerca 
de  las  cuales  habremos  de  decir  algo. 

Según  el  Sr.  Castro ,  al  principio  del  manuscrito  se  lee  una 
nota  ó  advertencia  del  tenor  siguiente :  Copióse  de  otra  copia,  el 
año  de  1606,  en  Madrid,  27  de  hebrero,  año  dicho.  Para  el  Se- 
ñor Agustin  de  Molina,  hijo  del  muy  noble  señor  (que  santa  glo- 
ria  haya)  Gonzalo  Zatieco  de  Molina,  un  caballero  de  Sevilla. 
Ahora  bien ;  no  cabe  la  menor  duda ,  según  la  fe  de  muerto, 
que  aun  se  conserva,  de  Gonzalo  Zatieco  Argote  de  Molina,  que 
este  escritor ,  de  quien  repetidas  veces  hemos  hecho  mención 
(tomo  i,  pp.  81,  85,  84,  '122,  etc.),  habia  muerto  ya  en  dicho 
año.  En  una  copia  manuscrita  de  los  documentos  y  materiales 
que  aquel  iba  reuniendo  para  una  historia  de  Sevilla,  tomo  en  fo- 
lio, que  para  en  poder  de  un  amigo  mió,  se  hallan  machas  noti- 
cias y  papeles  relativos  al  mismo  Argote,  recogidos  sin  duda  por 
el  curioso  que  primero  los  copió;  por  ellos  se  viene  en  conoci- 
miento que  Gonzalo  Argote  de  Molina,  por  un  codicilo  fecho  á  5 
de  julio  de  1597,  dejó  á  su  hija,  á  su  hermano  y  dos  hermanas 
mas,  el  patronato  de  una  capellanía  que  él  habia  fundado  en  la 
capilla  que  para  su  enterramiento  y  el  de  su  familia  mandó  la- 
brar en  la  parroquia  de  Santiago  de  Sevilla  * ,  y  que  la  obra  se 

1  En  otra  escritura  detWle  julio  de  Ibnía,  func'ada  por  él  en  la  dicha 
1597  deja  por  patrouas  de  una  cape-  iglesia  de  Santiago,  á  doña  Francisca 


APÉNDICE    D.  213 

concluyó  en  1600;  colocándose  en  ella  una  inscripción,  que  de- 
cía ser  aquel  el  enterramiento  de  Argote  de  Molina ,  provincial 
que  habia  sido  de  la  Santa  Hermandad ,  y  veinte  y  cuatro  de 
Sevilla 2.  Estos  y  otros  datos  demuestran  que  Argote  falleció  en- 
tre 1597  y  1600.  Pero  ¿cómo  es  que  en  el  codicilo  de  1597  no 
hace  Gonzalo  mención  de  hijo  alguno,  cuando  tanto  encarga  la 
conservación  de  la  capilla  y  enterramiento  de  su  familia  después 
de  su  muerte  ?  Esto  lo  explica  bien  Ortiz  de  Zúñiga  ,  autoridad 
irrecusable  en  la  materia ,  quien,  al  hablar  de  Argote  de  Molina 
y  de  sus  manuscritos  (de  los  cuales  poseyó  algunos),  dice  que 
tuvo  hijos ,  pero  que  todos  murieron  antes  que  él ;  y  que  estas 
pérdidas  acibararon  tanto  los  últimos  años  de  su  vida ,  que  lle- 
gó á  turbarse  algún  tanto  su  razón  3.  ¿  Qué  diremos  pues  de 
este  Agustin,  para  quien  se  asegura  haberse  hecho  la  copia  del 
Buscapié  del  Sr.  Castro,  en  el  año  de  1606,  después  déla 
muerte  de  su  padre  Gonzalo  Argote  de  Molina,  quien ,  como  se 
ve ,  no  dejó  hijo  alguno? A. 

La  segunda  señal  que  se  dice  tiene  el  manuscrito  es  la  de  ha- 
ber pertenecido  á  la  librería  del  duque  de  Lafóes,  y  la  nota  que 
así  lo  afirma  está  en  portugués  y  sin  fecha  5.  Pero  ¿es  probable 
que  semejante  manuscrito  estuviese  oscurecido  é  ignorado  en 
aquella  preciosa  colección?  ¿Puede  creerse  que  D.  Juan  de 
Braganza,  uno  de  los  hombres  mas  insignes  e  ilustrados  de  su 
tiempo,  que  nació  en  4719  y  murió  en  1806,  amigo  del  prín- 
cipe de  Ligue ,  de  María  Teresa  y  del  gran  Federico  ,  fundador 
de  la  academia  de  Lisboa,  y  director  de  ella  hasta  su  muerte, 
en  cuya  casa  vivió  Correa  de  Serra,  y  se  reunían  cada  noche  los 


Argote  de  Molina  y  Mexía,  su  hija,  y  cados  el  28  de  enero  del  año  1586. 
de.-pues  de  ella,  á  doña  Isabel  de  Ar-  •"  Tuvo  hijos  que  le  precedieron  en 
gote  yádoña  Jerónima  de  Argole,  sus  la  muerte,  cuyo  sentimiento  hizo  iu- 
Eermanas,  y  a  sus  hijos  y  deseen-  fausto  el  último  térmioo  de  su  vida, 
dientes,  y  á  Juan  Argote  de  Mexía,  su  turbando  su  juicio,  que  lleno  de  al  ti— 
hermano,  y  á  sus  hijos,  etc.  vez,  levantaba  sus  pensamientos  áma- 

-  En  dicha  capilla  hay  una  inscrip-  yor  fortuna.  (  «Anales  de  Sevilla»,  fó- 
cion  del  tenor  siguiente :  «  Esta  capi-  íio  1677,  p.  706. ) 
ila  mayor  y  entierro  es  de  D.  Gonzalo  i  Varflora,  «Hijos  de  Sevilla»,  n.°  u, 
Argole  de  Molina,  provincial  déla  p.  76,  dice  :«  Murió  sin  dejar  hijos  ni 
hermandad  del  Andalucía  ,  y  veinte-  caudales  ,  y  con  algunas  señas  de  de- 
cuatro  que  lué  de  Sevilla,  y  de  sus  mente.» 

herederos.  Acabóse  año  de  1600.»  s  «Da  livreria  do  Senhor  Duque  de 
Compró  esle  privilegio  por  800  du-  Lafóes.» 


214  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

principales  escritores  y  literatos  de  aquella  época;  puede  creerse, 
repito,  que  una  obra  reconocida  como  de  Cervantes,  y  acerca  de 
la  cual  la  Real  Academia  Española  hizo  desde  el  año  de  1780  las 
mas  exquisitas  averiguaciones ,  estuviese  en  la  librería  de  este 
personaje  sin  que  lo  supiese  él  ni  ninguno  de  los  hombres  emi- 
nentes que  le  rodeaban  ?  Finalmente ,  y  viniendo  al  tercero  y 
último  poseedor  del  Buscapié,  ¿quién  admitirá  que  este  ma- 
nuscrito anduviese  errante  de  un  punto  á  otro,  sin  que  nadie  lo 
viese  ni  reconociese ,  hasta  venir  á  parar  al  oscuro  rincón  de 
la  librería  del  abogado  andaluz  don  Pascual  de  Gándara  ,  y  que 
este  mismo,  en  pleno  siglo  xix ,  cuando  Navarrete  y  Clemencin 
mantenían  aun  viva  la  discusión  de  un  problema  literario ,  co- 
menzada en  el  siglo  xvni,  nada  supiese  de  la  importancia  y 
valor  déla  alhaja  que  poseia,  ó  conociéndola,  tuviese  el  capri- 
cho de  ocultarla  á  la  vista  de  todo  el  mundo? 

Esto  en  cuanto  á  la  evidencia  externa,  la  que,  á  nuestro  modo 
de  ver,  queda  examinada  suficientemente,  y  es,  según  creemos, 
sospechosa  y  poco  satisfactoria;  si  de  ella  pasamos  á  la  inter- 
na, las  dudas  aumentan,  en  vez  de  desvanecerse. 

En  primer  lugar  el  Buscapié  que  tenemos  ala  vista  es  una  imi- 
tación ajustada  y  hasta  servil  del  estilo  y  manera  de  Cervantes, 
tal,  que  ni  él  mismo  la  hubiera  hecho.  Comienza  con  un  prólo- 
go muy  parecido  al  de  Persiles  y  Sigismunda,  en  que  la  con- 
versación que  Cervantes  refiere  como  habida  con  un  estudian- 
te en  medicina  que  iba  de  viaje ,  parece  haber  servido  de  mo- 
delo á  la  que  supone  tuvo  con  el  bachiller,  también  viandante, 
del  Buscapié;  sigue  después  este  examinando  uno  ó  dos  auto- 
res contemporáneos,  y  aludiendo  á  otros,  á  la  manera  que  lo 
hace  Cervantes  en  el  famoso  escrutinio  de  la  librería  de  Don 
Quijote ,  y  concluye  con  una  repetición  de  la  aventura  de  los 
arrieros  yangüeses  y  sus  yeguas  con  Rocinante,  recordando 
el  todo  diferentes  obras  de  Cervantes,  y  con  especialidad  la 
Adjunta  al  Parnaso.  En  muchos  casos  la  fraseología  está  co- 
piada literalmente  de  Cervantes;  así  es  que,  alabando  á  un  au- 
tor, se  dice  en  el  Buscapié,  p.  20  :  «Se  atreve  á  competir  con 
los  mas  famosos  de  Italia ;  »  frase  tomada  casi  al  pié  de  la  letra 
de  la  que  Cervantes  usa,  aplicándola  á  Rufo,  á  Ercilla  y  á  Virués 
en  su  Don  Quijote.  En  otra  parte  (p.  22)  se  hace  que  Cervantes 


APÉNDICE    D.  215 

diga  de  sí  mismo,  hablando  en  tercera  persona  del  autor  del 
Quijote:  «Su  autor  estarnas  cargado  de  desdichas  que  de  años;» 
locución  muy  parecida  á  la  hermosa  y  gallarda  que  á  sí  mismo 
se  aplica  como  autor  déla  Galatea;  y  finalmente,  en  otra  (p.  10) 
dice  que  los  gritos  del  Bachiller  á  su  muía  eran  tan  perdidos 
como  « si  los  echase  al  pozo  Airón  ó  á  la  sima  de  Cabra » ;  frase 
que,  con  mucha  mas  propiedad,  usó  Cervantes  en  la  Adjunta  al 
Parnaso,  donde  aconseja  á  las  madres  que  tengan  hijos  travie- 
sos los  amenacen  con  que  vendrá  el  poeta,  y  los  echará,  con  sus 
malos  versos,  á  la  sima  de  Cabra  ó  al  pozo  Airón,  cuevas  natura- 
les ambas  de  los  reinos  de  Granada  y  Córdoba,  sobre  las  que  han 
corrido  mucho  tiempo,  y  no  poco  autorizadas,  extrañas  fábulas 
y  consejas.  {Semanario  Pintoresco,  1859,  p.  25;  Diccionario  de 
la  Academia,  1726,  in  verbo  A  iron;  Don  Quijote,  edic.  Clemen- 
cin,  tomo  iv,  p.  237 ;  y  Miñano,  Diccionario  geográfico.)  Pero 
¿para  qué  hacer  mas  comparaciones?  El  Buscapié  está  lleno  de 
giros  y  frases  de  esta  especie ,  muy  bien  escogidas  unas ,  y 
acomodadas  con  gran  destreza  al  nuevo  lugar  que  ocupan  ,  co- 
mo son  las  tres  alusiones  á  las  palabras  de  Cervantes  sobre 
« echar  del  mundo  los  libros  de  caballerías » ;  y  otras  que,  como 
las  arriba  mencionadas ,  están  introducidas  con  poca  habilidad, 
y  no  se  ajustan  tan  bien  al  asunto  como  lo  están  en  el  original. 
Pero,  bien  ó  mal  aplicadas  y  bien  ó  mal  escogidas  ,  estas  frases 
del  Buscapié  muy  pocas  veces  ó  ninguna  aparecen  como  re- 
sultado natural  del  olvido  y  distracción  de  un  autor  que  se  re- 
pite; mas  bien  suenan  como  palabras  y  frases  escogidas  y  re- 
buscadas de  intento,  de  manera  que  dan  á  los  pasajes  en  que 
están  cierto  aire  forzado  y  de  violencia,  y  demuestran  que  el 
escritor  se  mueve  en  un  círculo  reducido  y  estrecho;  cualidad 
la  mas  impropia  y  opuesta  ala  soltura,  desenfado  y  lozanía,  que 
son  los  rasgos  eminentes  y  característicos  de  Cervantes. 

Además  de  lo  dicho,  el  Buscapié  contiene  no  pocas  alusiones 
á  autores  oscuros,  á  juguetes  literarios  mucho  tiempo  hace 
olvidados ;  pero,  con  alguna  ligera  excepción  ,  que  ostentosa- 
mente se  anuncia  como  tal  (p.  12,  nota  B.),  ninguna  hay  á 
quien  no  alcance  la  exquisita  erudición  del  Sr.  Castro,  cuyas 
extensas  notas,  acomodadas  con  sospechosa  exactitud  al  texto, 
obligan  al  lectora  creer  que  tan  arreglado  está  este  á  aquellas, 


216  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

como  aquellas  á  este.  Confirma  esta  sospecha  un  pequeño  des- 
cuido, cual  es  el  escribirse  varias  veces,  así  en  el  texto  como 
en  las  notas,  el  nombre  del  autor  de  los  Versos  espirituales 
(Cuenca,  1595),  no  Enzinas,  como  efectivamente  se  llamaba, 
sino  Ezinas,  sin  n,  como  inadvertidamente,  y  por  errata  de  los 
impresores  aparece  en  la  citada  edición,  que  tenemos  ala  vista 
(Buscapié,  pp.  19,  21 ,  notal);  equivocación  poco  importan- 
te ,  que  un  copiante  pudo  fácilmente  cometer  en  1606,  y  el  Se- 
ñor Castro  en  1847 ,  al  copiar  dicho  nombre  del  libro  impreso 
que  tenia  presente ;  pero  equivocación  que  bien  puede  ponerse 
uno  contra  mil  no  hubieran  cometido  ambos  si  no  hubiese 
entre  ellos  mas  relación  que  la  aparente.  Poco  mas  adelan- 
te se  encuentra  también  otro  error ,  hijo  sin  duda  de  la  excesiva 
y  recóndita  erudición  del  Sr.  Castro.   Úsase  en  el  texto  del 
Buscapié  el  antiguo  refrán  español,  «Al  buen  callar  llaman  sa- 
ge »  (p.  26),  y  en  la  nota  (L)  dice  el  editor :  «que  de  la  misma 
manera  se  usa  el  proverbio  en  el  Conde  Lucanor  y  en  otros  li- 
bros antiguos;  que  después  se  corrompió  y  se  dijo:  Al  buen  ca- 
llar llaman  Sancho  6».  Pero  la  idea  de  que  Cervantes  usó  el 
proverbio  en  su  antigua  forma  por  ignorar  ó  no  querer  usar  la 
que  se  supone  corrupta  ,  no  tiene  fundamento  alguno.  Del  úl- 
timo modo  aparece  el  proverbio  en  las  Cartas  de  Garay ,  que 
son  de  1553,  y  en  la  Colección  de  refranes  del  Comendador 
Griego  (1555) ,  y  aun  en  el  mismo  Cervantes  (Don  Quijote,  par- 
te ii,  cap.  43),  donde,  al  reprender  D.  Quijote  á  Sancho  Panza 
por  los  infinitos  refranes  que  ensarta  sin  venir  á  cuento  ,  el  es- 
cudero comienza  prometiendo  que  no  dirá  ninguno ,  mas  en  el 
mismo  momento  abre  la  boca  y  larga  el  susodicho.  Creo  en 
verdad  que  la  palabra  sage,  muy  usada  hasta  los  tiempos  de  Juan 
de  Mena,  habia  desaparecido  ya  del  lenguaje  culto  antes  de 
nacer  Cervantes;  Nebrija  la  califica  ya  de  anticuada  (Dicciona- 
rio de  la  Academia,  1739)  antes  del  año  1500. 


6  Sospecho  que  el  Sr.  Castro  co-  aquel  libro  he  podido  hallar  el  pro- 
metió en  este  lugar  otra  ligera  equi-  verbio  usado  ni  a  lo  antiguo  ni  á  lo 
vocación;  poique  habiendo  ienidooca-  moderno.  Algunos  escritores  de  fecha 
sion,  después  de  vista  su  nota,  de  leer  post  rior  lo  han  usado  de  otro  modo, 
nuevamente  el  «Conde  Lucanor»,  diciendo:  «  Al  buen  callar  llaman  sao- 
conservando  en  la  memoria  su  obser-  to;»  pero  son  muy  raros, 
vacion,  en  ninguno  de  los  cuentos  de 


APÉNDICE    D.  217 

La  última  reflexion  que  haré  respecto  á  la  legitimidad  del  ¿fos- 
cas/e publicado  por  el  Sr.  Castro,  es  que,  aunque  ofrece  en  la 
portada  aclarar  « todas  las  cosas  ocultas  y  recónditas»  del  Don 
Quijote,  en  realidad  nada  dice  de  ellas;  y  aunque  se  supone 
escrito  por  Cervantes  para  defenderse  de  varios  contrarios  sabios 
y  eruditos ,  á  ninguno  de  ellos  cita,  limitándose  á  defenderlo 
ligeramente  y  en  tono  de  chanza  de  los  ataques  del  Bachiller, 
admitiéndolos  como  ciertos  y  fundados,  aunque  alegando  para 
justificarse  que  la  caballería  andante  florece  y  está  viva  en  Es- 
paña; acusación  que  era  imposible  hiciese  ningún  hombre  dis- 
creto é  instruido ,  y  defensa  graciosa  tan  solo  por  lo  disparatada 
y  absurda. 

Algo  mas  pudiéramos  decir  sobre  este  punto,  como,  por  ejem- 
plo, cuando  se  hace  hablar  á  Cervantes  con  poco  aprecio  de  su 
patria,  Alcalá  de  Henares  (pp.  lo  y  14) ,  á  la  que  siempre  hon- 
ró ;  ó  como  cuando  se  pinta  al  Bachiller  burlándose  de  sí  mismo 
y  haciendo  mofa  de  su  propia  deformidad  y  defectos  corpora- 
les (pp.  24 ,  2o ,  28  y  29) ,  así  como  de  la  cobardía  y  pusilanimi- 
dad de  su  padre  (pp.  27  ,  28  y  54) ,  de  una  manera  que  desdice 
asaz  del  delicado  tacto  y  profundo  conocimiento  de  la  natura- 
leza humana,  que  caracterizan  al  inmortal  escritor  del  Quijote. 

No  pasaremos  adelante.  El  libro  publicado  por  D.  Adolfo  de 
Castro,  excepto  dos  ó  tres  pasajes  algún  tanto  verdes  7,  es  un 
juguete  literario  muy  agradable  é  ingenioso.  Manifiesta  en  mu- 
chos trozos  viveza ,  imaginación  y  talento ,  así  como  mucha  fa- 
miliaridad con  el  estilo  de  Cervantes  y  conocimiento  de  la  lite- 
ratura de  aquel  tiempo.  Si  es  obra  del  Sr.  Castro,  habrá  sido 
sin  duda  su  intención  reservar  para  mas  adelante  la  declara- 
ción de  que  es  parto  de  su  ingenio  ;  y  si  así  sucede  ,  añadirá 
un  laurel  mas  á  su  corona  literaria ,  sin  arrancar  ninguno  á  la 
de  Cervantes;  pero  si  no  lo  ha  escrito ,  seguramente  ha  padeci- 
do equivocación  respecto  al  manuscrito  adquirido  en  circuns- 
tancias que  le  movieron  á  creerlo  lo  que  en  realidad  no  era. 
Como  quiera  que  esto  sea ,  no  hallo  suficientes  pruebas  para 

7  Creo  se  han  suprimido  en  la  tra-  de  Cambridge»,  publicada  en  la  mis- 

duccion   de  Miss  Thomasina   Ross,  m'a  ciudad,  lSi9,  con  juiciosas  notas, 

impresa  en  el  «Magazines  de  Benlley  unas  originales  y  otras  extractadas  de 

(Lóndres,agostoysetiembredel848),  las  del  Sr.  Castro, 
y  la  de  «Un  colegial  de  la  universidad 


218  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

calificar  el  Buscapié  de  obra  de  Cervantes ,  ni  juzgo  haya  fun- 
damentos para  colocarlo  bajo  la  protección  de  tan  ilustre 
nombre. 


Lo  que  sigue,  continuando  los  anteriores  observacio- 
nes sobre  el  Buscapié,  es  original  del  Sr.  Ticknor,  quien 
nos  lo  ha  enviado  escrito  en  castellano,  y  rogándonos 
que  lo  insertemos  en  el  apéndice  á  esta  traducción  de 
su  obra. 

POSDATA. 

Juzgo  propio  de  este  lugar  el  replicar  á  lo  que ,  en  respuesta 
al  apéndice  anterior,  ha  creido  conveniente  publicar  D.  Adol- 
fo de  Castro,  primero  en  Madrid,  en  El  Heraldo  de  los  dias 
10  y  18  de  octubre  de  1850  ,  y  después  en  Cádiz,  juntamente 
con  varias  omisiones,  adiciones  y  enmiendas  á  la  tercera  edición 
de  su  Buscapié,  de  1857.  A  esta  última  edición  se  dirigirán, 
pues,  mis  observaciones,  tanto  porque,  en  razón  de  las  dichas 
omisiones,  adiciones  y  enmiendas ,  desdice  menos  de  la  repu- 
tación de  un  literato,  como  porque  deseo  probar  que  admite 
refutación  adecuada  y  concluyente  cuanto  el  Sr.  Castro  ha  di- 
cho en  el  asunto ,  inclusas  las  adiciones  que  se  encuentran  en 
el  discurso  preliminar  de  dicha  edición  tercera  del  Buscapié, 
p.  7,  y  en  las  notas,  pp.  77-80. 

I. 

tSegun  D.  Adolfo  de  Castro,  dice  Mr.Ticknor,  narrando  el  ar- 
gumento del  Buscapié,  el  presumido  y  charlatan  Bachiller 
prefiere  hablar  de  sí  propio  y  contar  aventuras  de  su  padre;  y 
no  sin  dificultad  vuelve  al  Don  Quijote  ,  al  que  entonces  asalta, 
como  un  libro  absurdo,  reconociendo  la  existencia  de  la  caba- 
llería andante,  cuando  se  publicó,  y  por  lo  tanto,  en  el  mismo 
tiempo  en  que  se  está  hablando.  Aquí  se  demuestra,  prosigue 
D.  A.  de  Castro,  que  Mr.  Ticknor  no  ha  entendido  pasajes  en- 
teros del  Buscapié.  En  ninguno  admite  el  Bachiller  la  existen- 


APÉNDICE    D.  219 

cia  de  la  caballería  andante  en  los  tiempos  en  que  fué  escrito 
el  Quijote. »  (Notas  al  Buscapié,  p.  78.) 

A  esto  replico  :  Que  no  dije  yo  que  era  el  Bachiller  quien,  en 
la  conversación  con  Cervantes  fingida  en  el  Buscapié,  reconocia 
la  existencia  contemporánea  de  la  caballería  andante ,  es  decir 
su  existencia  en  España  en  1605;  sino  que  el  Bachiller  atacaba  el 
Don  Quijote  como  un  libro  que  era  absurdo,  porque  reconocia  la 
existencia  de  la  caballería  en  aquel  tiempo,  diciendo:  «¿Cuándo 
ha  visto  su  infelice  autor  que  anden  tales  locos  por  la  república?» 
(Ed.  4848,  p.  50.)  Y  Cervantes,  se  supone,  contesta:  «¿Cómo 
qué?  ¿Es  posible,  amigo  Sr.  Bachiller,  que  vuestra  merced  de- 
fienda tan  acerbamente  que  no  andan  caballeros  andantes  por 
el  mundo  en  esta  nuestra  edad  de  hierro?»  (Pág.  52.)  Y  en  otro 
lugar  del  Buscapié  «se  le  hace  á  Cervantes  sostener,  de  la  misma 
manera  festiva,  la  existencia  de  la  caballería  en  los  tiempos  pre- 
sentes». (Pág.  44.)  Por  consiguiente,  D.  Adolfo  de  Castro  se  ha 
equivocado  en  lo  que  yo  he  dicho ,  probablemente  por  su  im- 
pericia en  el  inglés;  pues  no  cabe  la  menor  duda  de  que  al  Bus- 
capié se  le  hace  sostener  la  existencia  de  la  caballería  andante. 
Sin  embargo,  como  ya  dije  antes  (  pág.  517),  esto  tiene  lu- 
gar «ligeramente  y  en  tono  de  chanza» ;  pues  claramente  se  ve 
que  el  Buscapié  vindica  la  existencia  de  la  caballería  andante 
en  1605  en  el  mismo  sentido  en  que  Cervantes  la  sostiene  en 
su  Don  Quijote,  es  decir,  como  una  opinion  buena  para  que  la 
abrigue  un  loco,  pero  nadie  mas.  Esta,  digo,  fué  la  primitiva 
idea  de  D.  Adolfo  de  Castro  en  1848;  mas,  como  pronto  vere- 
mos, muy  desgraciadamente  la  alteró  en  1851 ,  y  esto  le  arras- 
tra al  aserto  mas  absurdo  é  imposible  de  defender. 

II. 

Dice  D.  Adolfo  de  Castro  :  «Primeramente niega  Mr.  Ticknor 
que  en  1606  pudiese  sacarse  una  copia  del  Buscapié  para 
Agustín  de  Argote,  hijo  de  Gonzalo  Zatieco  de  Molina ,  porque 
el  célebre  Gonzalo  de  Argote  y  de  Molina  murió  sin  sucesión, 
según  prueba  el  eruditísimo  anglo-americano  con  curiosos  do- 
cumentos inéditos.  Pero  le  falló  probar  que  el  Gonzalo  Zatieco 
de  Molina  de  quien  se  habla  en  el  Buscapié  es  el  mismo  Gon- 
zalo de  Argote  y  de  Molina.»  (Notas  al  Buscapié,  p.  78.) 


220  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

¿Le  faltó  probar?  Y  ¿porqué  había  yo  de  probarlo?  Don 
Adolfo,  en  su  mismo  prólogo  de  la  primera  edición  de  su  Bus- 
capié (1848,  p.  16),  no  como  quiera  admite,  sino  sienta,  que 
estos  dos  apellidos  solo  eran  diferentes  nombres  de  la  misma 
persona,  pues  expresamente  llama  á  Agustin  de  Argote  hijo 
primogénito  del  célebre  Gonzalo  Zatieco  (ó  Argote)  de  Molina. 
¿Para  qué,  pues,  pide  mas  prueba?  Pero  si  efectivamente  la 
quiere,  la  tiene  á  mano.  Gonzalo  de  Argote  y  de  Molina  em- 
pieza sus  bien  conocidos  apuntes  para  la  Historia  de  Sevilla 
con  estas  palabras :  «En  la  ciudad  de  Sevilla,  jueves,  20  dias  del 
mes  de  noviembre  de  1592 ,  yo ,  Gonzalo  Zatieco  de  Molina,  con 
deseo  de  hacer  algún  servicio  á  esta  ciudad,  mi  patria  ,  he  ad- 
juntado ,  etc.  Puede  verse  en  Varflora  (Valderrama),  Hijos  de 
Sevilla,  1791-800,  t.  ni,  p.  77. 

Pero  hay  en  este  asunto  una  circunstancia  que  hace  muy  mal 
efecto.  Don  Adolfo  de  Castro,  en  esta  tercera  edición  del  Busca- 
pié (1857),  ha  suprimido  completamente  su  prólogo  á  la  primera 
edición  (1848),  en  el  que  se  hallaba  el  imprudente  atestado,  que 
entonces  era  su  principal  apoyo  para  probar  que  el  manuscrito 
era  una  copia  sacada  en  1605.  Ahora  omite  igualmente  la  nota 
de  haber  estado  el  manuscrito  en  la  biblioteca  del  duque  de 
Lafóes.  (Véase  antes,  p.  513  y  nota  5.)  Pero  tanto  el  ates- 
tado como  la  nota  debieron  haberse  publicado  como  parte  in- 
tegrante ,  y  de  no  poca  importancia ,  del  mismo  manuscrito, 
así  como  debió  también  imprimirse  el  prólogo  en  que  D.  Adol- 
fo de  Castro  dio  la  historia  de  su  hallazgo.  El  renunciar  á  todos 
estos  documentos,  y  de  una  manera  tan  sospechosa  ,  sin  una 
sola  palabra  de  razonó  explicación,  es  poco  menos  que  aban- 
donar todo  el  manuscrito  en  prueba  de  cuya  autenticidad  fue- 
ron en  un  principio  presentados  aquellos. 

111. 

Dice  D.  Adolfo  de  Castro  :  «Dejando  aparte  la  evidencia  ex- 
terna del  Buscapié,  la  cual  Mr.  Ticknor  califica  de  sospechosa  é 
insuficiente,»  comienza  á  analizar  la  interna.  «El  Buscapié, 
dice ,  es  una  imitación  mas  fiel  ( close  ó  estrecha)  de  Cervantes 
que  este  la  hubiera  hecho  probablemente  de  sí  mismo.  Ol- 
vida desde  luego  Mr.  Ticknor  que  Cervantes  solia  copiarse  en 


APÉNDICE    D.  221 

la  invención  y  en  las  palabras.»  (Notas  al  Buscapié,  p.  79.) 
Respondo  que  no  he  dicho,  ni  digo,  que  Cervantes  nunca  se 
copiase,  sino  que  las  coincidencias  entre  el  Buscapié  y  las  obras 
reconocidas  de  Cervantes  no  parecen  ser  las  de  un  autor  que 
se  repite  por  acaso  ó  descuido,  sino  mas  bien  modos  de  expre- 
sión recogidos  con  esmero  de  sus  obras,  é  ingeridos,  con  acier- 
to unas  veces,  y  otras  sin  él,  para  dar  cierta  apariencia  de  ver- 
dad á  lo  que  no  es  verdadero.  Que  Cervantes  se  copiaba  sin 
reparo  ni  cuidado  lo  he  manifestado  ya  en  el  caso  del  Amante 
liberal  (vide  supra,  t.  11,  p.  220),  en  el  de  los  Baños  de 
Argel  (ibid.,  p.  228),  etc.;  pero  esto  es  muy  diferente  de  la 
manera  cuidadosa  y  astuta  con  que  lo  hace  el  Buscapié,  donde 
se  emplean,  no  tanto  ideas  y  opiniones  de  Cervantes,  como  fra- 
ses cortas  suyas  y  modismos  familiares. 

IV. 

Dice  D.  Adolfo  de  Castro  :  «La  frase  está  mas  que  no  es  pe- 
culiar de  Cervantes,  como  cree  el  historiador  de  nuestra  litera- 
tura, sino  de  la  lengua  castellana.))  (Notas  al  Buscapié,  p.  80.) 

Contesto  no  haber  dicho  nunca  que  lo  fuese ,  y  que  no  alcan- 
zo por  qué  D.  Adolfo  supone  que  así  lo  dije.  Quizá  le  extravió 
de  nuevo  su  falta  de  conocimiento  del  inglés,  á  que  ya  he  aludi- 
do. Como  quiera  que  sea,  la  frase  está  mas  que,  «is  more  than,» 
noes  ni  siquiera  peculiar  del  castellano,  como  lo  da  á  entender 
D.  Adolfo  de  Castro,  -sino  que,  en  cuanto  se  extienden  mis 
limitados  conocimientos,  la  creo  propiedad  común  de  todos  los 
autores  y  de  todas  las  lenguas.  Lo  que  yo  dije  es  que  la  locu- 
ción está  mas  cargado  de  desdichas  que  de  años  la  usaba  Cer- 
vantes en  su  Galatea. 

V. 

Dice  D.  Adolfo  de  Castro  :  «Hace  luego  Mr.  Ticknor  la  obser- 
vación de  que  en  el  texto  y  notas  del  Buscapié  se  lee  Ezinas, 
en  vez  de  Enzinas.— Frivolo  error,  dice,  en  que  pudo  haber 
incurrido  fácilmente  un  copista  en  J 606 ; »  que  D.  Adolfo  pudo 
también  haber  cometido  en  1847,  al  trasladar,  como  lo  hizo,  del 
libro  impreso  que  tuvo  á  la  vista ;  pero  error  del  que  no  hay  la 
probabilidad,  una  vez  en  mil  veces,  de  que  ambos  lo  hubieran 
cometido  si  no  existió  otra  cuestión  que  la  alegada. 


222  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

t  Aqui  me  parece,  dice  el  Sr.  de  Castro,  que  mi  sabio  contra- 
rio ha  cometido  una  ligereza.  Es  cierto  que  en  la  edición  de  los 
Versos  espirituales,  de  Fr.  Pedro  de  Enzinas ,  publicados  en 
Cuenca  por  Miguel  Serrano  de  Vargas ,  se  lee  el  nombre  de 
tal  autor  en  la  forma  que  queda  ahora  estampado;  pero  el  mis- 
mo impresor  fingió  segunda  edición  de  la  obra  en  1597,  hizo 
de  nuevo  la  portada  ,  yen  ella  puso  Ezinas  en  vez  de  Enzinas. 
Los  ejemplares  mas  comunes  de  esta  colección  de  versos  son  los 
de  la  edición  supuesta  en  1597,  de  manera  que  en  ellos  se  lee 
siempre  el  nombre  de  Enzinas. 

«También  era  entonces  cosa  muy  común  en  los  escritores, 
así  en  libros  de  mano,  como  en  los  impresos,  suprimir  las  mm 
y  las  nn  en  los  vocablos,  señalando  el  lugar  de  la  supresión 
con  un  tilde.  Así  se  lee  frecuentemente  vegan  en  vez  de  ven- 
gan, ebargo  en  vez  de  embargo.  En  el  Buscapié  así  se  halla 
usado  por  dos  ocasiones  el  nombre  de  Ezinas,  en  vez  de  Enzi- 
nas.i  (Notas  al  Buscapié,  pp.  80-81.) 

La  respuesta  á  todo  esto  es  muy  sencilla.  La  razón  por  qué  el 
Sr.  de  Castro  en  su  nota  1  al  Buscapié,  edición  de  1848,  escri- 
bió el  nombre  de  Enzinas  sin  la  primera  n  está  ya  patente; 
mas,  por  desgracia,  no  es  razón  bastante  para  que  Cervantes 
cometiese  exactamente  la  misma  equivocación,  ni  para  que  la 
cometiese  su  copista  en  1606.  A  la  verdad ,  mucho  antes  que 
llegasen  á  mi  noticia  las  observaciones  de  D.  Adolfo  de  Castro, 
habia  yo  ya  descubierto  lo  que  precisamente  había  en  el  par- 
ticular. 

El  caso  es  el  siguiente:  cuando,  en  1849,  publique  el  pasaje 
que  tanto  turba  al  Sr.  Castro,  únicamente  habia  yo  visto  un 
ejemplar  de  los  Versos  espirituales ,  sin  portada;  mas  en  1851 
tuve  la  fortuna  de  conseguir  otro  ejemplar  con  la  portada  de 
1597,  é  inmediatamente  eché  de  ver  de  qué  manera  D.  Adolfo  de 
Castro  habia  sido  extraviado;  pues  el  nombre  de  Enzinas  está 
efectivamente  equivocado  en  la  portada,  y  no  en  otra  pane  algu- 
na del  libro,  precisamente  como  el  Sr.  de  Castro  lo  equivocó, 
tanto  en  el  texto  de  su  Buscapié  como  en  las  notas;  es  decir, 
omitiendo  la  n  primera,  y  escribiendo  Ezinas,  sin  tilde,  diéresis, 
ni  cosa  alguna  que  indicase  la  ausencia  de  una  n,  como  D.  Adol- 
fo de  Castro  pretende  que  se  hace  siempre  en  dicha  edición. 


APÉNDICE    D.  223 

Tres  cosas,  pues,  saltan  desde  luego  á  la  vista. — Primera.  El 
nombre ,  tal  como  está  en  la  portada  de  mi  ejemplar  completo, 
que  tiene  fecha  de  1597,  aunque  la  nota  final  es  de  4596,  es,  á 
no  dudarlo,  una  mera  errata  del  impresor;  (a)  porque  luego 
en  los  preliminares  á  la  misma  obra ,  se  halla  escrito  Enzinas 
mas  de  una  docena  de  veces  por  los  amigos  del  autor  y  por 
otros,  (b)  Porque  Nicolás  Antonio  (Bibliolheca  Nova,  tomo  n, 
p.  589)  conserva  la  primera  n.  (c)  Porque  la  conservan  los 
Scriptores  ordinis  prcedicatorum  (fól.  1721 ,  tomoi,  p.  521, 
col.  2).  Y  (d)  porque,  según  me  informan  de  España,  la  con- 
servan otros  autores;  en  suma,  porque  la  conservan  todos, 
menos  el  cajista  ó  compositor  de  la  portada  de  la  edición  de 
1596-1597 ,  y  D.  Adolfo  de  Castro,  que  copió  la  errata  de  dicho 
cajista.  Enzinas,  por  consiguiente,  era,  sin  disputa,  el  nom- 
bre que  daban  al  autor  de  los  Versos  espirituales  sus  amigos 
y  conocidos. 

Segunda.  Pero  en  el  Buscapié  del  Sr.  Castro  se  le  hace 
decir  á  Cervantes :  « Conocí  á  su  autor ; »  y  si  lo  conoció  ,  debió 
escribir  su  nombre  de  la  manera  que  lo  escribían  sus  demás 
amigos,  y  no  de  aquella  manera  equivocada  de  D.  Adolfo  de 
Castro  y  del  impresor  de  la  portada. 

Tercera  y  última.  El  Sr.  Castro  tenia  ciertamente  á  la 
vista  un  ejemplar  de  los  Versos  espirituales ,  porque  en  su  no- 
ta 1  á  la  edición  de  1848,  p.  29,  cita  el  título  con  minuciosa 
escrupulosidad,  errata.y  todo;  pero  repárese  bien  en  esto,  sin 
la  tilde  ó  diéresis  que  ahora  nos  dice  halló  sobre  la  E  de  Ezinas. 

Por  donde  se  echa  de  ver  desde  luego  el  modo  y  manera' co- 
mo el  Sr.  Castro  fué  inducido  á  error;  y,  repito,  no  es  proba- 
ble, una  vez  entre  mil,  que  Cervantes  y  un  copista  de  escrito  al- 
guno suyo  hubiesen  coincidido  en  1605  y  1606  de  manera  á  co- 
meter entrambos  á  dos  exactamente  la  misma  equivocación. 

Lástima  es,  por  cierto,  que  el  Sr.  Castro  no  leyese  los  pre- 
liminares á  los  Versos  espirituales,  ó  acertase  por  otro  medio 
y  por  sí  mismo  con  la  verdadera  manera  de  escribir  y  pronun- 
ciar el  nombre  de  Enzinas  por  Cervantes  y  sus  amigos.  Pero  ya 
no  tiene  remedio ,  y  todos  los  extremos  tienden  fuertemente 
á  probar  que  las  notas  al  Buscapié  y  su  texto  son  parto  de  un 
solo  y  mismo  ingenio. 


224  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

VI. 

Dice  el  Sr.  Castro:  *  Continúan  las  observaciones  de  Mr.  Tick- 
nor  :  mas  adelante  ocurre  un  error  que  parece  deberse  á  la 
excesiva  y  recóndita  erudición  de  D.  Adolfo.  El  antiguo  pro- 
verbio castellano,  Al  buen  callar  llaman  sage,  se  encuentra 
en  el  texto  del  Buscapié,  y  D.  Adolfo,  en  la  nota  á  dicho  refrán, 
nos  informa  que  de  la  misma  suerte  que  está  aquí  usado  por 
Cervantes  dicho  proverbio ,  se  lee  en  el  Conde  Lucanor  y  en 
otras  obras  mas  antiguas.  Alguno  lo  corrompió  (dice)  en  « Al 
buen  callar  llaman  Sancho».  Pero  la  idea  de  que  Cervantes  se 
adhirió  á  una  antigua  forma  del  proverbio  porque  desechó  ó 
no  conoció  el  supuesto  corrompido,  no  está  bien  fundada.  *  (No- 
tas al  Buscapié,  p.  81.)  Y  aquí  pasa  D.  Adolfo  á  citar  el  prover- 
bio «Al  buen  callar  llaman  Sancho»  de  colecciones  publicadas 
en  1515,  1555  y  1582,  una  de  las  cuales  habia  yo  ya  citado  : 
la  de  1555. 

A  esto  replico:  Que  sus  observaciones  y  citas  ni  siquiera  to- 
can la  dificultad  que  yo  suscité.  El  Sr.  Castro  dio  motivos  para 
inferir  que  Cervantes  no  conocía  el  refrán  en  la  forma  «Al  buen 
callar  llaman  Sancho» ,  y  yo  probé  que  lo  conocía ,  citando  un 
pasaje  de  su  Quijote ,  parte  n  ,  cap.  43  ,  en  que  está  empleado. 
Igualmente  demostré  que  estaba  en  uso  en  1555  y  1555,  y  que 
«Al  buen  callar  llaman  sage »  no  está  en  el  Conde  Lucanor,  á 
pesar  de  asegurarnos  el  Sr.  Castro  (nota  1 ,  edición  de  1848, 
pp.  55  y  36)  que  hoy  lo  está;  todo  lo  cual  no  se  atreve  á  con- 
tradecir. 

Pero  del  mismo  modo  que  renuncia ,  suprimiéndolos  en  esta 
edición  de  1851 ,  al  prólogo  y  al  atestado  de  la  copia  del  Bus- 
capié de  1606,  en  que  tanto  se  apoyó  en  1848,  así  en  1851 
guarda  completo  silencio  respecto  á  la  importante  nota  sobre 
«Al  buen  callar»  ,  según  aparece  en  la  edición  de  1848,  disi- 
mulando así  sus  errores  acerca  del  Conde  Lucanor  y  otros  pun- 
tos. (Véase  la  nota  1  de  la  edición  de  1848,  y  compárese  con  la 
nota  2  de  la  edición  de  1851.) 

Un  poco  mas  adelante  asegura  D.  Adolfo  de  Castro  que  yo 
no  supe  que  Sanchez  el  Brócense  habia  empleado  este  prover- 
bio para  explicar  una  estanza  de  las  Trecientas  de  Juan  de  Me- 


APÉNDICE    D.  225 

na,  diciendo  :  «No  leyó,  en  verdad,  un  libro  que,  sin  embargo, 
cita.»  (Pág.  81.)  Pues,  á  pesar  de  esto,  si  el  Sr.  Castro  hubiese 
leido  mi  Historia  (t.  i ,  p.  190,  nota,  ed.  de  Nueva-York,  1849), 
habría  visto  que  yo  citaba  aquella  misma  estanza  de  las  Tre- 
cientas, en  prueba  del  uso  de  esta  misma  voz  sage,  y  la  ver- 
dad es,  que  la  misma  nota  que  el  Sr.  Castro  dice  no  leí,  fué  la 
que  llamó  mi  atención  hacia  dicha  palabra. 

Por  último,  á  mi  observación,  «Nebrija  antes  de  1500  dice 
que  sage  era  anticuado,»  contesta  D.  Adolfo  de  Castro  intré- 
pidamente :  «Nebrija  jamás  dijo  tal  cosa, »  y  cita  por  su  parte 
una  edición  del  Vocabulario  de  Nebrija  (Granada,  1545),  en 
que  «solo  halla  (dice)  las  palabras  sage,  casi  adivino,  sagaz, 
prcesagus*.  Pero  esto  no  hace  á  la  cuestión  de  lo  que  Nebrija 
dijo  antes  de  1500.  La  primera  edición  de  su  Vocabulario  se 
imprimió  en  1492,  y  él  murió  en  1522.  Las  siguientes  edicio- 
nes de  aquella  obra,  empezando  ya  con  la  de  1556,  fueron, 
como  es  bien  sabido,  alteradas  y  aumentadas.  (Muñoz,  Memo- 
rias de  la  Real  Academia  de  la  Historia,  t.  m,  p.  10;  y 
Brunet,  Manuel,  ed.  4.a)  Mas  la  Academia  ,  que  yo  cité,  usó 
la  primera  edición ,  y  aun  conserva  un  ejemplar  de  la  obra  en- 
tre sus  preciosidades  bibliográficas.  Además,  en  1759,  dice  la 
Academia  terminantemente,  en  el  quinto  tomo  de  su  Dicciona- 
rio grande,  en  lá  voz  Sage  :  «Tráele  Nebrija  en  su  Vocabula- 
rio, pero  dice  que  es  anticuado;»  la  misma  palabra  que  yo  usé. 
Queda  pues  la  cuestión  éntrela  Academia  y  el  Sr.  Castro;  y 
yo,  como  no  tengo  á  Nebrija ,  me  fio  de  la  Academia. 

VIL 

Dice  el  Sr.  Castro:  «La  última  observación  que  tengo  que 
hacer  (prosigue  el  autor  anglo-americano) ,  relativa  á  la  auten- 
ticidad del  Buscapié  publicado  por  D.  Adolfo  de  Castro ,  es  que, 
aun  cuando  en  la  portada  de  su  libro  se  anuncia  explanar  to- 
das las  cosas  escondidas  y  no  declaradas  en  el  Quijote  ,  ni  si- 
quiera alude  á  una  de  ellas. 

i  Ya  he  demostrado ,  prosigue  el  Sr.  de  Castro ,  que  Mr.  Tick- 
nor  no  ha  entendido  pasajes  del  opúsculo  mencionado;  y  aho- 
ra vuelvo  á  confirmar  mi  opinion  en  vista  de  su  extraño  argu- 
mento. En  el  Buscapié  se  dice  que  el  verdadero  objeto  del  autor 
tom.  iv.  15 


226  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

de  Don  Quijote  es  burlarse,  no  de  los  libros  caballerescos,  como 
se  afirma  clara  y  terminantemente  en  el  prólogo  y  otros  pasa- 
jes del  Ingenioso  Hidalgo ,  sino  de  las  prácticas  de  la  andante 
caballería,  que  estaba  en  uso  en  tiempo  de  Cervantes. »  (Notas  al 
Buscapié,  p.  82.)  Casi  lo  mismo  viene  á  decir  elSr.  Castro  en  su 
prólogo  á  esta  edición  de  18ol ,  donde  nos  informa  con  grave- 
dad (pág.  vn)  que  tía  caballería  andante ,  en  la  parte  realizable, 
existia  aun  en  España  cuando  Cervantes  se  determinó  á  escri- 
bir su  Don  Quijote». 

Pero  esta  es  evidentemente  una  segunda  idea  del  Sr.  Castro, 
y  por  cierto  muy  poco  feliz.  El  aserto  puesto  en  boca  de  Cer- 
vantes en  el  Buscapié,  de  que  la  caballería  andante  existia  en 
esta  nuestra  edad  de  hierro,  es  decir,  en  160o,  no  se  hizo  en  un 
principio  por  el  autor  del  Buscapié  con  mayor  seriedad  que  lo 
fué  por  Cervantes  el  argumento  en  igual  sentido,  que  en  la  pri- 
mera parte  del  Don  Quijote  pone  en  boca  del  loco  caballero,  en  su 
conversación  con  el  discreto  canónigo,  ó  que  el  respeto  burlón 
que  profesa  Sanson  Carrasco  á  la  andante  caballería,  en  la  segun- 
da. Pero  no  hallando  otra  respuesta  que  dar  ala  objeción  de  que 
su  Buscapié  nada  explicaba  de  aquello  mismo,  cuya  explicación 
se  ha  dicho  constantemente  (desde  los  dias  en  que  por  primera 
vez  lo  mencionaron  Pellicer  y  los  Rios,  por  los  años  1778-1780, 
hasta  la  publicación  del  Sr.  Castro  en  1848)  era  el  objeto  pri- 
mordial para  que  se  escribió  el  Buscapié,  desesperado  el  Señor 
Castro,  declara  que  se  compuso  para  revelar  el  profundo  se- 
creto, jamás  antes  sospechado,  de  que  Cervantes  escribió  su 
Don  Quijote,  no  ya  para  desterrar  la  lectura  de  los  libros  de  ca- 
ballería, sino  para  derrocar  la  misma  institución  de  la  caballería 
andante,  como  una  institución  que  existia  en  su  tiempo. 

Ni  fué  otro  el  objeto  que  el  Sr.  Castro  se  propuso  al  citar, 
en  1848,  las  apócrifas  aprobaciones  de  Gutierre  de  Cetina  y 
Tomás  Gracian  Dantisco,  de  160o,  declarando  su  respeto  al 
Buscapié,  como  libro  provechoso  para  los  que  quisieren  dester- 
rar del  mundo  la  vana  lección  de  los  libros  de  caballería ,  y  de 
ningún  modo  una  reprensión  de  la  misma  institución  de  la  an- 
dante caballería  como  si  entonces  existiera.  A  la  verdad  ,  ha- 
bría Cervantes  de  haber  sido  tan  loco  como  su  D.  Quijote,  para 
creer  que  en  su  tiempo  florecía  la  caballería  andante  en  Espa- 


APÉNDICE    D.  227 

ña,  y  el  Sr.  Castro  no  hubiera  aventurado  tal  absurdo  como  su- 
ponerlo en  Cervantes ,  si  no  se  hubiera  visto  arrastrado  a  ello 
para  defender  su  insostenible  aserto. 

Habíase  estado  diciendo  durante  setenta  años,  siempre  que  de 
un  Buscapié  se  hablaba,  que  se  escribió  para  explicar  cierta  sig- 
nificación satírica  del  Quijote,  bien  sea  relativa  á  Carlos  V,  bien  al 
duque  de  Lerma,  bien  á  algún  otro  personaje,  ó  cosa  por  el  estilo. 
Hacíase,  pues ,  forzoso  para  el  Sr.  Castro  el  conformarse  de  al- 
guna manera  con  la  antigua  tradición,  de  suerte  que  el  Buscapié 
que  presentó  en  4848  explicase  algo;  mas  cuando  en  1851  se  vio 
precisado  á  decir  qué  era  lo  que  en  él  explicaba,  solo  pudo 
echar  mano  de  dicha  estratagema.  Sensible  me  es  decir  que  el 
recurso  que  ahora  imagina  ni  siquiera  puede  reducirse  á  los  lí- 
mites de  una  mediana  probabilidad ,  porque  ,  á  lo  que  creo,  es 
muy  seguro  que  durante  el  reinado  de  Felipe  III  no  existió  en 
España  ningún  caballero  andante  fuera  de  la  imaginación  de 
D.  Quijote,  y  que  nadie  pretende  hoy  mantener  semejante  ab- 
surdo, exceptuando  tan  solo  D.  Adolfo  de  Castro. 

VIII. 

Continúa  el  Sr.  Castro:  «El  docto  anglo-americano ,  para 
sustentar  sus  dudas  acerca  de  la  autoridad  del  referido  librillo, 
dice  :  Aunque  confiesa  (en  el  Buscapié)  haber  escrito  Cervantes 
(el  Quijote)  con  objeto  de  defenderse  de  ciertos  doctos  adversa- 
rios, no  cita  á  ninguno  de  ellos.»  (Notas al  Buscapié,  p.82.) 
Aquí  hay  un  error  de  traducción,  debido  á  la  ignorancia  del  in- 
glés del  Sr.  Castro.  Debió  haber  traducido :  Aunque  declara  (el 
Buscapié)  haberse  escrito  por  Cervantes  con  objeto  de  defenderse 
de  ciertos  doctos  adversarios ,  no  cita  á  ninguno  de  ellos.  En  otro 
lugar  llama  D.  Adolfo  de  Castro  á  estos  doctos  adversarios  mu- 
chas personas  que  tenían  la  reputación  de  doctos.  'Prólogo,  1848, 
p.12.) 

La  réplica  es  muy  fácil.  El  Sr.  Castro  no  pretende  que  el  Bus- 
capié cite  ninguna  de  tales  personas,  y  por  consiguiente,  no  da 
contestación  á  lo  que  dije,  ni  á  mi  indicación  deque  el  hecho 
alegado  pedia  que  nombrase  su  Buscapié  las  tales  personas.  Pero 
cambia  de  táctica.  Dice  :  «Absorto  quedé  en  leer  esta  observa- 
ción de  Mr.  Ticknor,  considerando  que  pudo  muy  bien  este  se- 


228  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

ñor  hallar  su  respuesta  en  libros  que  parece  haber  tenido  pre- 
sentes, puesto  que  los  cita  en  su  curiosa  obra.»  (Notas  ut  supra.) 
Y  enseguida,  para  sustentar  su  proposición  alega  dos  autores 
que  yo  menciono,  á  saber,  Valladares  de  Valdeloraar  y  Gracian, 
de  los  cuales,  el  primero,  en  su  Caballero  venturoso,  y  el  segun- 
do, en  suCriticon,  aluden  á  Cervantes  con  poco  respeto.  Pero 
los  nombres  de  estos  escritores  en  nada  mejoran  su  aserto,  pues 
en  160o,  supuesta  fecha  del  Buscapié,  fué  de  todo  punto  impo- 
sible que  Cervantes  respondiese  á  Gracian,  que  no  publicó  el  Cri- 
ticón hasta  164o,  ni  á  Valladares,  que  no  escribió  hasta  1617  el 
Caballero  venturoso,  nunca  jamás  impreso.  (Véase  ante,  p.  88.) 

Igual  observación  es  aplicable  á  otros  cuatro  ó  cinco  auto- 
res citados  por  D.  Adolfo  de  Castro  con  igual  intención  en  su 
prólogo  (1831,  p.  9),  porque  publicaron  sus  burlas  ó  críticas  de 
Cervantes  demasiado  tarde  para  que  estas  puedan  favorecer  al 
Sr.  Castro;  á  saber  :  Salas  Barbadillo,  1627;  Hortensio  Paravi- 
cino,  1618;  Vicente  Espinel,  1618;  Suarez  de  Figueroa,  16)7, 
y  Manuel  de  Villegas ,  1617.  Todos  ellos  en  verdad  después  de 
la  muerte  de  Cervantes,  ocurrida  en  1616.  Ni  la  cita  que  en  se- 
guida hace  el  Sr.  Castro  de  Juan  Gallo  de  Andrade ,  que ,  en 
una  especie  de  carta  al  fin  de  los  Proverbios  de  Patón,  pa- 
rece aludir  á  un  pasaje  del  prólogo  del  Quijote,  le  puede  servir 
de  nada,  puesto  que  no  escribió  hasta  161  o,  diez  años  después 
de  la  supuesta  fecha  del  Buscapié. 

En  verdad  que  el  Sr.  Castro  ha  equivocado  completamente  el 
punto  que  se  discute,  porque  no  es  la  cuestión  si  en  algún  tiem- 
po tuvo  Cervantes  doctos  adversarios,  sino  si  ya  en  mil  seiscien- 
tos y  cinco  tenia  algunos  que  impidiesen  el  éxito  de  su  Quijote, 
y  á  quienes  de  hecho  contestase  en  un  Buscapié  escrito  por  aquel 
año.  Esta  es  la  cuestión,  y  el  Sr.  Castro  ni  aun  se  ha  aproxima- 
do á  ella. 

IX. 

Continúa  D.  Adolfo  de  Castro :  «Dice  Mr.  Ticknor  que  á  Cer- 
vantes se  hace  hablar  mal  de  Alcalá  de  Henares  en  el  Buscapié, 
cuando  este  autor  solia  en  sus  escritos  rendir  muchas  alaban- 
zas á  su  patria.  Pero  Mr.  Ticknor  no  comprendió  que  no  es  Cer- 
vantes quien  habla,  sino  el  ridículo  Bachiller ,  el  cual  se  jacta  á 


APÉNDICE    D.  229 

cada  paso  de  ser  graduado  en  Salamanca,  y  no  en  Alcalá  de  He- 
nares, siguiendo  la  necia  presunción  que  tenían  todos  los  estu- 
diantes de  aquella  universidad.»  (Notas  al  Buscapié,  p.  83.) 

La  respuesta  es  obvia.  Si  Cervantes  no  ha  de  considerarse 
responsable  de  las  burlas  sobre  Alcalá ,  porque  están  puestas 
en  boca  del  Bachiller,  tampoco  merece  nada  por  las  alabanzas 
de  aquella  ciudad  que  se  hallan  en  su  Galatea  y  Don  Quijote, 
porque  en  el  primer  caso  las  pone  en  boca  de  la  pastora  Teolin- 
da  (Galatea,  libro  i  y  n),  y  en  el  segundo  en  la  del  mismo  D.  Qui- 
jote (parte  i,  cap.  xxix).  Pero  este  es  un  resultado  que  no 
desearian  alcanzar  sus  biógrafos  y  admiradores,  los  cuales  quie- 
ren naturalmente  que  su  alma  generosa  tenga  todo  el  mérito  de 
haber  hablado  bien  del  lugar  de  su  nacimiento.  Y  con  razón, 
porque  siempre  que  un  autor  alude,  en  bien  ó  en  mal ,  al  lugar 
de  su  nacimiento  ó  á  alguno  de  sus  contemporáneos,  sea  quien 
fuere  aquel  bajo  cuyo  nombre  oculte  dicha  alusión  ,  es  consi- 
derado personalmente  responsable  de  ella.  Así  ha  sido  siempre, 
así  será,  y  así  es  justo  que  sea. 

X. 

Prosigue  D.  Adolfo  de  Castro  :  t  Dice  Mr.  Ticknor  que  Cer- 
vantes, en  el  donoso  librillo,  representa  á  su  imaginario  Bachi- 
ller hablando  de  sus  propias  y  penosas  fealdades  personales  y 
de  la  despreciable  cobardía  de  su  padre,  de  una  manera  incom- 
patible con  el  tacto  y  el  conocimiento  de  la  naturaleza  humana, 
que  están  entre  los  mas  grandes  rasgos  característicos  del  autor 
del  Quijote. »  Esta  observación  de  Mr.  Ticknor,  dice,  no  es  me- 
nos vana  que  todas  las  anteriores,  pues  la  mayor  parte  de 
nuestros  poetas  cómicos  y  novelistas  han  caido  en  ese  pretenso 
defecto.»  (Notas  al  Buscapié,  p.  84.)  Y  en  seguida  aduce  pa- 
sajes en  que  Salas  Barbadillo  y  Moreto  hicieron  lo  propio. 

Bespondo  que  es  cierto  que  lo  hicieron,  y  que  otro  tanto  han 
hecho  muchos  escritores,  así  en  español  como  en  otras  len- 
guas. Pero  Cervantes  rayaba  mas  alto,  y  no  creo  incurriese  nun- 
ca en  semejante  desacierto ,  como  tampoco  incurrió  en  él  Sha- 
kespeare. No  es  honrar  á  Cervantes  el  suponer  que  así  lo  hizo. 


230  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

XI. 

Continúa  el  Sr.  Castro  :  «También  dice  Mr.  Tickuor  que  no 
hay  en  el  Buscapié  cosa  alguna  que  yo  no  haya  anotado ,  lo 
cual  le  hace  sospechar  que ,  así  como  las  notas  pudieron  escri- 
birse para  el  texto ,  pudo  muy  bien  escribirse  un  texto  para  las 
notas.  Las  muchas  nuevas,  y  necesarias,  añade  el  Sr.  Castro, 
para  la  claridad  de  la  obra,  que  salen  á  luz  en  esta  edición  del 
Buscapié  me  excusan  de  responder  al  argumento  de  mi  sagaz 
adversario.»  (Notas al  Buscapié,  p.  84.) 

Pero  esta  no  es  respuesta.  Por  el  contrario,  cuantas  mas  no- 
tas añada,  tanto  mas  demuestra  que  poseia  los  minuciosos  co- 
nocimientos que  se  requieren  para  la  formación  de  un  texto 
ficticio.  Con  todo,  sus  adiciones  de  esta  clase  en  la  edición 
de  1851  no  son  nada  considerables,  y  difícilmente  pueden  lla- 
marse necesarias.  En  verdad  yo  las  juzgo  supérfluas,  como  mu- 
chas de  la  primera  edición. 

XII. 

Dice  D.  Adolfo  de  Castro :  «M.  Landrin  en  Francia  comba- 
tió furiosamente  en  La  Presse  del  8  de  junio  de  1848,  la  auten- 
ticidad del  Buscapié;  pero  mi  respuesta  á  sus  observaciones 
de  tal  forma  le  convenció ,  que  en  los  dias  4  y  10  de  enero  del 
presente  año  (1850)  publicó  en  el  mismo  una  traducción  fran- 
cesa del  mencionado  librillo ,  como  obra  de  D.  Miguel  de  Cer- 
vantes, desentendiéndose  de  lo  que  dijo,  de  las  razones  con  que 
contradije  sus  hablillas  y  denuestos,  y  del  nombre  del  que 
habiadado  á  luz  por  vez  primera  el  opúsculo  famoso.»  (Notas 
al  Buscapié,  p.  84.) 

Replico  :  Que  M.  Landrin  en  1848  impugnó  en  efecto  la  au- 
tenticidad del  Buscapié  en  el  periódico  La  Presse;  cuya  impug- 
nación tengo.  En  1850  tradujo  el  mismo  Buscapié  para  la  misma 
Presse ,  sin  añadir  prólogo  ni  comentario,  y  sin  dar  opinion  al- 
guna sobre  su  autenticidad;  cuya  traducción  tengo  también.  Yo 
podría  hacer  ahora  lo  mismo  que  hizo  M.  Landrin  en  4  y  10  de 
enero  de  1850,  y  sin  embargo,  tengo  el  Buscapié  por  apócrifo. 


APÉNDICE    D.  231 

xni. 

Dice,  por  último,  elSr.  Castro:  «Perdone  Mr.  Ticknor,  perono 
reconozco  en  extranjero  alguno,  por  muy  grande  que  sea  su 
erudición  en  cosas  de  España,  la  autoridad  bastante  para  califi- 
car de  auténtico  ó  apócrifo  cualquiera  de  nuestros  libros.»  (No- 
tas al  Buscapié,  p.  84.) 

Respondo  :  Que  si  así  es,  ningún  extranjero  es  competente 
para  escribir  la  historia  de  la  literatura  española ,  porque  las 
cuestiones  sobre  la  autenticidad  de  Cibdareal,  de  Tomé  de  Bur- 
guillos,   del  bachiller  La-Torre  y  del  Gil  Blas,  todas  han  do 
discutirse  y  resolverse  en  obras  de  esta  naturaleza.  Personas  de 
muchos  mayores  conocimientos  que  los  mios  en  la  literatura  es- 
pañola, tanto  en  España  como  fuera  de  ella,  son,  sin  embargo,  de 
mi  misma  opinion,  á  saber :  que  el  Buscapié  no  es  obra  de  Cer- 
vantes. Y  esta  es  la  convicción  (me  atrevo  á  añadir)  á  que  han 
de  llegar  con  el  tiempo  las  personas  de  buen  juicio,  aun  las  no 
versadas  en  dicha  literatura,  si  consideran  atentamente  los  fun- 
damentos en  que  D.  Adolfo  de  Castro  apoyó  las  pretensiones 
del  Buscapié,  cuando  por  primera  vez  lo  publicó  en  1848,  y  los 
muy  diferentes  que  ahora  aduce  en  su  edición  de  1851;  ó  si 
fijan  la  atención  en  el  hecho  de  que  en  los  cinco  ó  seis  años  que 
han  trascurrido  desde  que  anunció  la  existencia  del  manuscrito, 
y  durante  los  cuales  se  ha  disputado  su  autenticidad ,  no  lo  ha 
sometido  á  ninguna  de  las  academias  de  Madrid ,  ni  á  ningún 
otro  tribunal  competente  para  fallar  si  en  realidad  es  lo  que  en 
un  tiempo  nos  declaró  tan  resueltamente ,  á  saber :  una  copia 
manuscrita  de  una  obra  de  Cervantes,  sacada  en  160G  para 
Agustin  de  Molina,  hijo  primogénito  del  célebre  Gonzalo  Zatie- 
co  (ó  Argote)  de  Molina.  (Véase  el  prólogo  de  1848,  pági- 
nas 6  y  16.)  Ni  ha  faltado  á  D.  Adolfo  de  Castro  amplia  amo- 
nestación sobre  el  particular.  Por  el  contrario,  D.  Bartolomé 
José  Gallardo,  á  quien,  en  el  prólogo  de  su  Buscapié  (1848),  ala- 
ba el  Sr.  Castro  como  «el  muy  docto  filólogo  español»  ,  le  re- 
quirió de  la  manera  mas  formal  á  que  lo  hiciese  (Zapatazo  á  Za- 
patilla, Madrid,  1851,  800,  p.  88),  y  sometiese  su  manuscrito 
apersonas  hábiles  en  la  materia,  presentando  sus  títulos  de  au- 
tenticidad á  una  comisión  de  académicos.  Esto,  repito,  D.  Adolfo 


232  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

de  Castro  no  lo  ha  querido  hacer,  y  mientras  no  lo  haga,  y  ob- 
tenga una  decision  declaratoria  de  la  autenticidad  de  su  libro,  no 
puede  alegar  excepción  alguna  que  le  escude  de  un  examen 
como  el  que  he  creído  deber  hacer  de  su  Buscapié,  ya  se  haga 
tal  examen  por  un  español  de  nacimiento,  ya  lo  haga  un  extran- 
jero tan  humilde  como  yo,  animado  tan  solo  de  respetuosa  ad- 
miración por  Cervantes  y  afición  sin  igual  á  la  literatura  del 
país  que  le  dio  el  ser. 


APÉNDICE  E. 

DE  LAS  DIVERSAS  EDICIONES  É  IMITACIONES  DEL  DON  QUIJOTE. 

(Tomo  ii,  pp.  238-56  ) 

Interesa  tanto  todo  lo  relativo  al  Quijote,  que  he  pensado  dar 
aquí  noticia  de  las  varias  ediciones,  traducciones  é  imitaciones 
que  de  él  se  han  hecho,  en  prueba  de  su  inmensa  y  extraordi- 
naria popularidad,  así  en  España  como  fuera  de  ella. 

La  primera  edición  de  la  Primera  parte  del  Don  Quijote,  de 
la  que  tengo  á  la  vista  un  ejemplar,  salió  á  luz  con  este  título  : 
El  ingenioso  hidalgo,  Don  Quijote  de  la  Mancha,  compuesto 
por  Miguel  de  Cervantes  Saavedra,  dirigido  al  duque  de  Béjar, 
marqués  de  Gibraleon,  etc.,  aT\o  1605.  Con  privilegio,  etc.  Ma- 
drid, por  Juan  de  la  Cuesta,  4.°  En  el  mismo  año  salieron  tam- 
bién á  luz  otras  tres 'ediciones,  á  saber  :  una  en  Madrid,  otra  en 
Lisboa,  y  otra  en  Valencia.  Estas,  y  la  de  Bruselas  de  1607,  que 
hacen  cinco,  son  las  únicas  ediciones  publicadas  antes  que  el  au- 
tor pensase  en  enmendar  algunos  de  los  errores  y  equivocacio- 
nes del  impresor ;  pero,  como  ya  dijimos  en  el  texto,  esto  lo  hizo 
muy  imperfectamente  y  con  mucho  descuido.  Entre  otras  varia- 
ciones ,  introdujo  la  de  no  dividir  ya  el  tomo  en  cuatro  partes, 
como  antes  estaba,  si  bien  al  hacerlo,  ni  siquiera  se  tomó  la  mo- 
lestia de  quitar  del  texto  las  comprobantes  de  dicha  division, 
como  puede  verse  al  fin  de  los  capítulos  vm,  xiv  y  xxvn ,  donde 
terminaban  respectivamente  cada  una  de  aquellas  partes,  sub- 


APÉNDICE    E.  233 

sistiendo  aun  en  todas  las  ediciones  modernas  los  rastros  de 
aquella  primera  division.  Estas  correcciones  pues,  y  varias  al- 
teraciones que  juzgó  oportuno  hacer  en  la  escritura  de  algunas 
voces ,  aparecieron  por  primera  vez  en  la  edición  de  Madrid 
de  1608,  4.°,  de  que  también  poseo  un  ejemplar.  Aunque 
algún  tanto  mejor  que  la  primera  ,  esta  edición  de  1608  no 
se  distingue  por  la  corrección  y  el  esmero ;  mas  al  fin ,  como 
tiene  las  únicas  enmiendas  que  Cervantes  hizo ,  es  mas  apre- 
ciada y  mas  buscada  que  la  primera  ,  y  por  lo  mismo  ha  ser- 
vido de  texto  á  todas  las  buenas  impresiones  que  posterior- 
mente se  han  hecho.  Sigue  á  esta  la  edición  de  Milan  de  1610, 
otra  de  Bruselas  de  1611,  anteriores  ambas  á  la  publica- 
ción de  la  Segunda  parte  en  1615,  de  manera  que  en  nueve 
ó  diez  años  se  hicieron  ocho  ediciones  de  la  Primera  parte  del 
Quijote;  éxito  brillante,  que  no  alcanzaron  con  sus  obras  Sha- 
kespeare ,  Milton  ,  Racine  ni  Moliere,. ilustres  escritores  de  la 
misma  época  ,  que  tomamos  por  lo  mismo  por  tipos  de  com- 
paración. 

La  primera  edición  de  la  Segunda  parte  de  Don  Quijote,  que, 
lo  mismo  que  la  de  la  Primera  está  malísimamente  impresa,  se 
intitula  :  Segunda  parte  del  ingenioso  hidalgo  Don  Quijote  de 
la  Mancha,  por  Miguel  de  Cervantes  Saavedra,  autor  de  su 
primera  parte,  dirigida  á  D.  Pedro  Fernandez  de  Castro,  conde 
de  Lemos,  etc.,  año  1615.  Con  privilegio.  En  Madrid,  por  Juan 
de  la  Cuesta ,  4.°  Imprimióse  también  por  separado  en  Valen- 
cia, 1616;  Bruselas,  1616;  Barcelona,  1617,  y  Lisboa,  1617; 
después  acá  no  sabemos  se  haya  reimpreso  sola  en  ninguna 
parte  *. 

Vemos,  pues,  queen  diez  años  se  hicieron  ocho  ediciones  de 
la  Primera  parte,  y  en  dos,  cinco  déla  Segunda.  En  1617  sa- 

1  Es  muy  curioso  que  el  «índice  borrados  en  el  ejemplar  de  la  prime- 
Expurgatorio»  de  1667,  p.  794,  yelde  ra  edición  que  tengo  á  la  vista.  Cer- 
1790,  p.  51,  mandan  tachar  dos  ren-  vántes,  pues,  caminaba  bajo  un  su- 
glones  del  cap.  56,  y  no  tocan  nada  puesto  falso  cuando  afirmaha,  en  el 
mas  al  resto  de  la  obra  ;  los  dos  ren-  cap.  20  de  la  misma  primera  par- 
glones  así  tachados  decían  que  «las  te,  que  su  «Don  Quijote»  no  contenia 
obras  de  caridad  hechas  con  espíritu  ni  siquiera  un  pensamiento  que  no 
débil,  nada  aprovechan,  ni  sirven  de  fuese  verdadera  y  rigurosamente 
cosa  alguna».  Están  cuidadosamente  cristiano.» 


234  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

lieron  á  luz  ambas  en  Barcelona  en  dos  tomos  en  8.°,  y  desde 
entonces  acá  se  han  ido  repitiendo  y  multiplicando  las  edi- 
ciones, tanto  en  España  como  fuera  de  ella,  contándose  ya  mas 
de  cincuenta  de  alguna  importancia,  y  entre  ellas,  cinco  que 
merecen  ser  mencionadas  muy  particularmente,  á  saber :  1.°  La 
edición  de  Tonson  (Londres,  1758,  cuatro  tomos  4.°),  publicada  á 
instancias  de  Lord  Carteret ,  en  obsequio  á  la  Reina,  y  adornada 
con  la  vida  de  Cervantes,  por  I).  Gregorio  Mayans  y  Sisear,  á  que 
ya  antes  hemos  aludido;  primera  tentativa  de  publicar  el  Qui- 
jote y  la  vida  de  su  autor  con  algún  primor  y  elegancia.  2.°  La 
magnífica  edición  de  la  Academia  Española  (Madrid,  4780,  cua- 
tro tomos  4.°),  en  la  que  se  restableció  el  texto  genuino  con  bas- 
tante habilidad,  enriqueciéndolo  con  algunas  notas,  una  vida  de 
Cervantes,  y  un  análisis  ó  mas  bien  elogio  y  defensa  de  su  Qui- 
jote, escrito  por  D.  Vicente  de  los  Rios;  papel  algo  extravagante, 
reimpreso  varias  veces  después ,  aunque  la  exagerada  y  á  veces 
inoportuna  admiración  del  autor  por  Cervantes  lia  hallado  de 
vez  en  cuando  impugnadores.  Fué  uno  de  ellos,  y  no  de  los 
menos  resueltos  y  decididos,  un  español  llamado  D.  Valentin 
Foronda,  autor  de  notas  muy  embozadas  y  capciosas  tú  Quijote, 
escritas  en  forma  de  cartas,  entre  los  años  de  1795  y  1799,  y 
publicadas  en  Londres,  en  1807,  con  el  título  de  Observaciones 
sobre  algunos  puntos  de  la  obra  de  Don  Quijote,  por  T.  E.  A  Cle- 
mencin  debemos  el  nombre  de  este  autor  ,  que  de  otro  modo 
nos  seria  desconocido.  (Ed.  del  Quijote,  t.  i,  p.  505.)  5.°  La 
muy  esmerada  en  tres  tomos,  dos  de  texto  y  uno  de  anotacio- 
nes, índices  de  nombres  propios,  palabras  mas  notables,  y  va- 
rias lecciones,  que  publicó  en  Salisbury,  de  Inglaterra,  en 
1781,  4.°,  y  en  castellano,  el  reverendo  Juan  Bovvle,  párro- 
co de  una  pequeña  aldea  inmediata  á  aquella  ciudad,  quien 
consagró  catorce  años  de  continuo  é  ímprobo  trabajo  á  dicha 
empresa,  estudiando  como  base  principal  de  sus  notas  é  ilustra- 
ciones los  antiguos  autores  españólese  italianos,  y  especialmente 
los  romanceros  y  libros  de  caballerías,  y  terminando  su  tarea  li- 
teraria, ó  al  menos  fechando  su  prólogo,  el  25  de  abril,  aniver- 
sario de  la  muerte  de  Cervantes.  Pocos  libros  habrá  de  tanto 
estudio  y  erudición,  y  al  propio  tiempo  de  tan  pocas  pretensio- 
nes, como  este  tercer  tomo,  verdadera  base  y  cimiento  de 


APÉNDICE    E.  235 

cuanto  después  acá  se  ha  trabajado  para  explicar  é  ilustrar  el 
Don  Quijote,  debiéndosele  masa  Bowle,  en  este  concepto,  que 
á  ninguno  de  los  editores  y  anotadores  de  dicho  libro ,  excep- 
tuando tan  solo  á  Clernencin.  4.°  La  edición  (Madrid,  4797-98, 
cinco  tomos  en  8.°)  de  D.  Juan  Antonio  Pellicer,  caballero  ara- 
gonés, quien  empleó  veinte  años  en  prepararla.  (Latassa,  Bibl. 
Nov.  Arag.,  t.  vi,  p.  319.)  Contienen  las  notas  á  esta  edición 
muchas  noticias  curiosas,  aunque  no  siempre  oportunas;  las  no- 
tas al  texto  son  pocas  y  no  explican  mas  que  una  pequeña  parte 
de  las  dificultades  que  aquel  ofrece.  También  es  de  observar 
que  Pellicer  tomó  de  Bowle  mucho  mas  de  lo  que  él  mismo 
confiesa,  y  que  de  vez  en  cuando  incurre  en  errores  muy  re- 
parables en  punto  á  hechos  históricos.  o.°  La  de  D.  Diego 
Clernencin  (Madrid,  1835-39,  seis  tomos  4.°),  con  uno  de  los 
comentarios  mas  completos  que  se  conocen  sobre  autor  alguno, 
antiguo  ó  moderno.  Está  escrito  con  buen  gusto  y  sana  crítica 
en  lo  relativo  al  mérito  de  Cervantes,  mostrándose  el  autor  libre 
de  aquella  ciega  idolatría  que  distingue  á  D.  Vicente  de  los  Ríos 
y  á  la  edición  de  la  Academia ;  y  aunque  peca  por  demasiada 
extension ,  también  es  cierto  que  apenas  deja  pasaje  oscuro 
que  no  declare  competentemente.  Siguió  Clernencin  el  mismo 
sistema  que  Bowle,  y  así  es  que  la  erudición  sólida  y  oportuna 
con  que  su  comentario  está  adornado  deja  en  realidad  muy  po- 
co que  desear  en  cuanto  á  anotaciones. 

No  es  menos  conocido  el  Don  Quijote  fuera  de  España,  sien- 
do digno  de  observarse  que  hasta  el  año  de  1700  son  tantas  las 
ediciones  del  original  hechas  en  países  extranjeros  como  las  es- 
pañolas, sin  contar  las  muchas  y  varias  traducciones  á  diferentes 
idiomas.  La  primera  version  francesa  es  de  1620,  y  desde  en- 
toncesse  han  hecho  otras  seis  ó  siete,  entre  ellas  la  muy  pobre  de 
Florian,  que  ha  sido  la  mas  leida,  y  la  excelente  de  Luis  Viardoí 
(Paris,  1 856,  dos  tomos  8.°),  admirablemente  ilustrada  por  el  pin- 
tor Granville,  aunque  tratada  con  excesiva  dureza  por  F.  B.  F. 
Tiedermann,  en  un  folleto  intitulado  :  Don  Quichole  est  la  tache 
de  ses  traducteurs  (Paris,  1857,  8.°).  La  mas  antigua  que  hay  en 
inglés  es  la  de  Skelton,  1612-16*20,  cuya  primera  mitad,  según 
él  mismo  anuncia  en  su  dedicatoria,  hizo  algunos  años  antes  en 
cuarenta  dias;  siguió  á  esta,  otra  en  estilo  vulgar  y  ramplón,  y 


236  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

al  propio  tiempo  infiel,  de  un  tal  Juan  Phillips ,  sobrino  de  Mil- 
ton, en  1687;  otra  de  Motteux,  1712;  otra  de  Jarvis,  1742,  de  la 
cual  Smollet  se  aprovechó  con  mucha  libertad  para  la  suya  de 
175o;  otra  de  Wilmot,  1774;  y  finalmente,  la  anónima  de  1818, 
cuyo  autor  se  aprovechó  de  todas  las  anteriores.  Las  mas  de  es- 
tas traducciones  se  han  reimpreso  varias  veces ;  pero  la  mejor 
y  mas  agradable  de  todas,  aunque  demasiado  libre,  es,  á  nues- 
tro modo  de  ver  la  de  Motteux,  según  la  edición  de  Edim- 
burgo (1822,  cinco  tomos  12.°),  á  la  que  acompañan  notas  y  tra- 
ducciones aclaratorias  de  M.  J.  J.  Lockhart,  llenas  de  gracia  y 
energía.  Ningún  país  extranjero  ha  hecho  tanto  por  Cervantes  y 
su  Don  Quijote  como  Inglaterra,  ya  publicando  ediciones  del  ori- 
ginal, ya  traduciéndolo  varias  veces.  En  1654  Edmundo  Gayton, 
mancebo  alegre  y  de  buen  humor,  á  quien  Wood,  sin  embargo^ 
trata  de  una  manera  que  le  hace  poco  honor,  publicó  en  Lon- 
dres un  tomo  en  folio,  no  muy  abultado,  con  el  título  de  Notas 
amenas  al  Don  Quijote,  que  es,  á  no  dudarlo,  la  mejor  obra  sa- 
lida de  su  pluma,  yse  juzgó  digna  de  la  reimpresión  en  el  siguien- 
te siglo  por  la  mucha  soltura  y  gracia  con  que  está  escrita,  á 
pesar  de  que  sus  observaciones  en  nada  ilustran  los  pasajes 
oscuros  y  difíciles  del  original ;  parte  de  la  obra  está  en  verso, 
y  toda  ella  fundada  en  la  traducción  de  Skclton. 

Ni  dejaron  por  eso  las  demás  naciones  europeas  de  buscar  los 
medios  de  disfrutar  de  la  lectura  del  Don  Quijote  en  sus  idiomas 
nativos,  puesto  que  hay  traducciones  latinas,  italianas,  holan- 
desas, dinamarquesas,  rusas,  polacas  y  portuguesas.  Probable- 
mente ninguna  de  ellas  compile  en  fidelidad  y  exactitud  con  la 
version  alemana  de  Luis  Tieck,  hecha  con  una  valentía  verdade- 
ramente admirable,  y  con  profundo  conocimiento  del  carácter 
de  Cervantes,  publicándose  luego  cuatro  ediciones  de  ella  desde 
el  año  1815  al  51 ,  y  condenando ,  como  era  natural ,  al  olvido 
las  cinco  traducciones  alemanas  que  ya  existían,  y  que  comien- 
zan con  una  tentativa  bastante  imperfecta  en  1669.  Asimismo 
debemos  observar  que  las  ediciones  del  original  hechas  en  Ale- 
mania durante  los  cincuenta  últimos  años  son  en  mayor  nú- 
mero que  todas  las  impresas  en  otros  países  extranjeros  desde  la 
publicación  del  Quijote. 

De  las  imitaciones  hechas  fuera  de  España  solo  citaremos 


APÉNDICE    E.  237 

tres.  Es  la  primera  la  Vida  de  Don  Quijote,  alegremente  traduci- 
da en  verso  hudibrásticopor  Eduardo  Ward  (Londres,  1711,  dos 
tomos  8.°),  tentativa  desgraciadísima,  llena  de  chistes  groseros 
y  de  mal  gusto,  que  no  se  hallan  en  el  original.  La  segunda  el 
Don  Silvio  de  Rosalva,  de  Wieland,  cuyo  objeto  es  poner  en  ri- 
dículo la  creencia  en  fadas,  duendes  y  otros  agentes  sobrenatu- 
rales; primera  obra  de  este  autor  en  el  género  romántico  y  que 
nunca  gozó  gran  concepto.  Y  finalmente  ,  la  tercera  es  un  cu- 
riosísimo poema  en  doce  cantos  ,  escrito  por  Meli ,  el  mejor 
de  los  poetas  sicilianos,  quien  se  propuso  contar  en  el  dialecto 
de  su  país  la  historia  de  Don  Quijote,  en  octavas  fáciles,  escritas 
con  toda  la  ligereza  heróico-cómica  del  Ariosto.  Adolece  su 
obra  de  grandes  defectos,  como  es  el  representar  á  Sancho  Pan- 
za muy  versado  en  erudición  clásica  y  mitología  griega.  El  poe- 
ma ocupa  los  tomos  ni  y  iv  de  la  colección  intitulada  Poesie 
siciliane  de  Meli  (Palermo,  1787,  cinco  tomos  12.°).  Todas  estas 
tentativas,  así  como  el  Sir  Launcelot  Graves ,  de  Smollet ,  y 
el  Don  Quijote  femenino,  de  Mr.  Lennox ,  publicados  ambos 
en  4762,  son  imitaciones  declaradas  del  Don  Quijote,  y  bajo  este 
punto  de  vista,  á  cual  mas  desgraciadas.  El  Hudibras,  de  Butler 
(primera  edición,  1663-78),  libro  lleno  de  gracia,  sal  y  viveza,  es 
quizá  el  que  mas  se  aproxima  á  su  modelo,  y  el  mayor  esfuerzo 
que  pudo  hacer  el  ingenio  humano  en  el  campo  de  la  imitación. 

Don  Quijote  ha  sido  presentado  varias  veces  en  la  escena 
española,  á  saber:  en  una  comedia  de  Francisco  de  Avila,  pu- 
blicada en  Barcelona  en  1617;  en  dos  de  Guillen  de  Castro, 
de  1621;  en  una  de  Calderón,  que  se  ha  perdido ,  y  en  otras  de 
Gomez  Labrador,  Francisco  Martí,  Valladares,  Melendez  Val- 
dés,  y  últimamente  por  D.  Ventura  de  la  Vega,  de  las  cuales 
hemos  citado  algunas  al  tratar  de  la  poesía  dramática ,  aunque 
todas  ellas  han  tenido  poco  éxito.  (Clemencin,  edic.  del  Don 
Quijote,  t.  iv,  1835,  p.  399,  nota.) 

En  cuanto  á  las  imitaciones  en  prosa  hechas  en  España,  si 
exceptuámosla  de  Avellaneda,  publicada  en  1614,  ninguna  co- 
nocemos durante  el  primer  siglo.  Mas  desde  que  renació  en 
España  la  popularidad  del  libro  original,  aparecen  varias,  como 
la  de  Cristóbal  Anzarena,  con  el  título  de  Empresas  literarias 
del  ingeniosísimo  Don  Quijote  de  la  Manchuela  (Sevilla,  12.°,  sin 


238  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

año,  aunque  impresa  al  parecer  hacia  1767),  en  la  que  el  autor 
trató  de  ridiculizar  el  gusto  literario  de  sus  tiempos,  y  después  de 
pintar  la  educación  del  héroe,  acaba  ofreciendo  una  segunda 
parte,  que  no  dio  á  luz.  Otra  de  ellas,  intitulada  Adiciones  á 
Don  Quijote,  por  Jacinto  María  Delgado  (Madrid,  12.°,  s.  a.),  im- 
presa, al  parecer,  al  mismo  tiempo  que  la  anterior,  refiere  la  vida 
de  Sancho  Panza  después  de  la  muerte  de  su  amo,  y  le  supone 
viviendo  con  los  duques  en  Aragón,  donde,  con  rhuy  poca  gra- 
cia por  cierto,  le  hacen  creer  que  es  barón  ;  otra  de  D.  Alonso 
Bernardo  Ribero  y  Larrea ,  llamada  El  Quijote  de  la  Cantabria 
(Madrid,  1792,  dos  tomos  12.°),  refiere  los  viajes  á  la  corte  de  un 
hidalgo  llamado  D.  Pelayo ,  su  residencia  en  ella,  y  su  vuelta  á  la 
montaña,  admirado  y  sorprendido  de  que  los  vizcaínos  y  mon- 
tañeses no  estén  reputados  en  todas  partes  por  los  mas  nobles  é 
ilustres  del  mundo.  Hay  aun  una  cuarta  imitación,  que  es  la  His- 
toria de  Sancho  Panza  (Madrid,  1793-98,  dos  tomos  12.°);  tenta- 
tiva desgraciada,  cuyo  objeto  parece  ser  el  dar  cierta  impor- 
tancia á  Sancho,  como  persona  separada  é  independiente  de  su 
señor, haciéndole,  después  déla  muerte  de  este,  alcalde  de  su 
pueblo,  llevándole  después  á  la  capital  de  la  provincia  ,  donde 
hace  cierto  papel,  y  concluye  por  ir  á  la  cárcel ;  desenlace  por 
cierto  triste,  y  que  desdice  bastante  de  la  vida  alegre  y  entrete- 
nida del  pobre  escudero.  Finalmente,  una  quinta,  de  D.  Juan 
Francisco  Siñeriz,  bajo  el  título  de  El  Quijote  del  siglo  xyiii,  en  la 
que  pinta  á  un  filósofo  francés,  que,  acompañado  de  su  escu- 
dero ,  sale  á  regenerar  el  mundo;  mas  al  volver  á  sus  hogares, 
cuando  cabalmente  terminaba  la  revolución  francesa,  ocurrida 
mientras  él  estaba  en  Asia,  se  cura  de  su  manía  filosófica  con- 
templando los  resultados  de  aquella  terrible  convulsion  política; 
obra  pesada ,  necia  y  difusa ,  tan  poco  agradable  como  la  his- 
toria en  ella  contenida.  Quizá  haya  algunas  mas  imitaciones  es- 
pañolas del  Don  Quijote,  pero  ninguna  conocemos  de  bastante 
mérito  para  ser  aquí  mencionada. 

Esta  noticia ,  aunque  incompleta  ,  de  las  diversas  ediciones, 
traducciones  é  imitaciones  que  durante  dos  siglos  han  corrido 
por  Europa,  siempre  será  una  prueba  patente  del  éxito  inmenso 
y  popularidad  de  este  libro  extraordinario.  Mas  singular  es  to- 
davía el  ver  que  millares  de  individuos  que  ni  le  han  leido,  ni 


APÉNDICE    F.  239 

oido  nunca  nombrar  á  Cervantes,  conocen,  sin  embargo,  á  Don 
Quijote  y  á  Sancho  Panza ,  y  sus  nombres  les  son  tan  familiares 
como  las  voces  mas  vulgares  y  domésticas  de  la  vida  común. 
Por  lo  mismo  puede  asegurarse  que  ningún  autor  moderno  ha 
alcanzado  tan  alto  grado  de  fama  y  nombradla. 


APÉNDICE  F. 


DE  LAS  PRIMERAS  EDICIONES   DE  COMEDIAS  ANTIGUAS  ESPAÑOLAS. 

Durante  el  siglo  xvn  salieron  á  luz,  en  diferentes  puntos  de 
España ,  dos  grandes  colecciones  de  comedias ,  y  varias  mas 
pequeñas ,  muy  parecidas  las  unas  á  las  otras ,  tanto  en  su  con- 
tenido como  en  la  forma  de  su  publicación  ;  á  la  manera  que  en 
el  siglo  anterior  se  imprimieron  los  Romanceros.  Dignas  son  de 
ser  particularmente  mencionadas  dichas  colecciones,  en  cuanto 
presentan  con  mucha  claridad  la  peculiar  fisonomía  del  anti- 
guo drama  español ,  proporcionando  así  materiales  copiosos  é 
importantes  para  su  historia. 

De  la  primera  colección ,  cuyo  principal  título  parece  haber 
sido  Comedias  de  diferentes  autores  ,  suponemos  seria  casi  im- 
posible formar  hoy  dia  una  serie  completa  ó  que  se  aproximase 
á  serlo ;  solo  poseo  tres  tomos  de  ella ,  y  tengo  noticias  bastante 
auténticas  de  otros  dos.  De  estos,  el  primero  es  el  tomo  xxvde 
la  colección,  impreso  en  Zaragoza,  en  1633,  por  Pedro  Escuer. 
Como  casi  todos  los  de  su  clase,  es  en  4.°  menor  y  contiene  doce 
comedias ,  siete  de  ellas  atribuidas  á  Montalvan  ,  autor  á  la  sa- 
zón en  su  mayor  boga,  y  una  á  Calderón,  que  comenzaba  enton- 
ces su  carrera  como  autor  dramático ;  mas  una  de  las  siete  atri- 
buidas á  Montalvan  no  es  suya,  sino  de  su  maestro,  Lope  de  Vega, 
y  la  de  Calderón  está  mal  impresa,  y  tiene  además  muy  adulte- 
rado el  texto.  El  tomo  xxix  se  imprimió  en  Valencia  en  1636,  y 
el  xxxii  en  Zaragoza  en  1640  ;  pero  no  he  logrado  ver  ninguno 
de  ellos.  En  el  xxxl  ,  impreso  en  Barcelona  en  1638 ,  las  doce 
comedias  se  dan  como  anónimas,  aunque  sabemos  quiénes  fue- 


240  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

ron  sus  autores,  y  el  xlih,  impreso  en  Zaragoza  en  1650,  con- 
tiene comedias  de  Calderón,  Moreto  y  Solís,  y  algunas  mas  de 
autores  desconocidos ,  hasta  completar  el  mismo  número  de 
doce.  Es  bastante  singular,  por  cierto,  que  se  sepa  tan  poco  de 
una  colección  compuesta  de  cuarenta  y  tres  tomos ;  pero  así  es. 
Tal  maña  se  dieron  la  Inquisición  y  el  confesonario  en  la  última 
mitad  del  siglo  xvn  y  reinado  del  imbécil  Carlos  II,  á  la  sazón 
que  el  teatro  habia  entrado  en  su  período  de  decadencia  ,  que 
en  muy  pocos  años  destruyeron  y  aniquilaron  la  mas  antigua  y 
copiosa  colección  de  comedias  publicada  en  España  ,  y  la  que 
mas  desearíamos  hoy  dia  poseer. 

Siguió  á  esta  la  conocida  con  el  título  de  Comedias  escogidas 
de  los  mejores  autores;  titulo  por  cierto  no  muy  propio  por  lo 
que  respecta  á  algunos  de  sus  tomos,  la  cual  fué  mas  feliz  que 
la  anterior.  No  por  eso  es  menos  escasa;  nunca  la  he  podido  ver 
completa,  aunque  de  los  cuarenta  y  ocho  tomos  que  la  compo- 
nen he  logrado  reunir  cuarenta  y  uno,  y  tengo  noticia  exacta  del 
contenido  de  los  siete  restantes. 

Publicóse  la  primera  parte  de  esta  segunda  colección  en  1652, 
y  la  postrera  en  1704;  pero  en  los  últimos  años  del  período  com- 
prendido entre  aquellas  dos  fechas  llegó  el  teatro  español  á  tal 
grado  de  postración ,  que  aunque  al  principio  salían  dos  ó  tres 
tomos  cada  año ,  en  los  veinte  y  tres  posteriores  á  la  muerte  de 
Calderón,  ocurrida  en  1681 ,  no  se  publicó  mas  que  el  último, 
ó  sea  la  parte  cuarenta  y  ocho.  Consta  toda  la  colección  de 
quinientas  setenta  y  cuatro  comedias,  de  todas  las  formas  y  gé- 
neros del  antiguo  drama  español,  acompañadas  algunas  de  ellas 
de  sus  correspondientes  loas  y  entremese  s ;  hay  entre  ellas  treinta 
y  siete  anónimas,  y  las  quinientas  treinta  y  siete  restantes  son 
de  ciento  ochenta  y  ocho  ingenios  diferentes. 

La  colección ,  como  era  de  esperar,  es  sumamente  desigual. 
De  Calderón ,  el  mas  célebre  y  feliz  escritor  de  su  época ,  hay 
cincuenta  y  tres  comedias,  de  las  cuales,  ni  una  sola  se  imprimió 
con  su  licencia  y  por  copias  correctas  y  esmeradas,  como  podrá 
verlo  el  que  las  compare  con  las  ediciones  auténticas  de  sus 
obras.  De  Moreto,  que  como  escritor  dramático  y  popular,  ocu- 
pa el  puesto  inmediato  á  Calderón,  hay  cuarenta  y  seis,  impre- 
sas del  mismo  modo,  con  la  misma  incorrección,  y  probable- 


APÉNDICE    F.  241 

mente  sin  su  consentimiento ,  puesto  que  miró  siempre  el  es- 
cribir para  el  teatro  como  una  ocupación  profana,  y  se  retiró 
á  un  convento  en  1657.  Matos  Fragoso,  que  vivió  poco  después, 
tiene  treinta  y  tres ;  Fernando  de  Zarate,  veinte  y  dos ;  Antonio 
Martínez,  diez  y  ocho;  Mira  de  Mescua,  diez  y  ocho;  Zavaleta, 
diez  y  seis;  Rojas,  diez  y  seis;  Luis  Velez  de  Guevara,  quince; 
Cáncer,  catorce  ;  Solís,  doce ;  Lope  de  Vega,  doce  ;  Diamante, 
doce  ;  Pedro  de  Rósete,  once ;  Belmonte,  once,  y  Francisco  de 
Villegas ,  once.  De  otros  varios  autores  las  hay  en  menor  nú- 
mero aun,  y  además  figuran  en  la  colección  sesenta  y  nueve 
autores  mas ,  casi  desconocidos ,  y  algunos  de  ellos  con  nom- 
bres supuestos,  de  quienes  solo  se  incluye  una  comedia. 

Que  las  comedias  contenidas  en  la  colección  no  todas  per- 
tenecen á  los  autores  á  quienes  están  atribuidas,  es  un  hecho 
averiguado,  como  también  lo  es  el  que  el  colector  ó  colecto- 
res tuvieron  tan  poco  esmero  en  este  punto,  que  la  designación 
allí  hecha  apenas  puede  citarse  como  autoridad  respetable. 
Trece  á  lo  menos  de  las  atribuidas  á  Calderón  no  son  suyas ,  y 
una  conocidamente  de  su  pluma,  que  es  La  Batida  y  la  Flor, 
aparece  como  anónima  en  la  parte  xxx,  con  el  título  de  Hacer 
del  amor  agravio;  y  otra,  Amigo,  amante  y  leal,  se  halla  repetida, 
pues  está  en  la  parte  iv,  1653,  y  en  la  xvm,  1662 ;  aunque  muy 
diversamente  impresa,  y  tomada  en  uno  y  otro  caso  de  un  ma- 
nuscrito muy  defectuoso. 

Lo  mismo  pudiera  decirse  con  respecto  á  otros  autores;  hay 
en  la  colección  varias  comedias  de  Solís  impresas  dos  veces,  y 
una  tres;  y  en  dos  tomos  seguidos,  que  son  la  parte  xxv  y  xxvi, 
nos  encontramos  con  una  misma  comedia  de  Matos  Fragoso, 
muy  conocida  y  popular  en  su  tiempo,  la  de  Lorenzo  me  llamo. 
Por  consiguiente,  bien  mirada  esta  colección  y  la  anterior ,  no 
son  mas  que  especulaciones  de  mercaderes  de  libros,  hechas 
sin  el  consentimiento  de  los  propios  autores ,  cuyas  obras  ro- 
baban sin  el  menor  escrúpulo,  y  algunas  veces  sin  la  menor  con- 
sideración á  sus  fundadas  quejas  y  reclamaciones.  El  escándalo 
y  desvergüenza  con  que  esto  se  ejecutaba  resulta  de  los  hechos 
que  acabamos  de  citar,  y  otros  muchos  que  pudiéramos  traer  en 
apoyo  de  nuestro  aserto;  baste  decir  que  el  Vencimiento  de  Tur- 
no, en  la  parte  xn ,  se  atribuye  sin  escrúpulo  alguno  á  Calderón, 

TOM.  IV.  16 


242  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

y  después,  al  concluir,  se  restituye,  en  los  últimos  versos,  á  su 
verdadero  autor,  Manuel  del  Campo. 

Con  todo,  á  pesar  de  tantos  defectos,  estas  dos  grandes  co- 
lecciones ,  y  los  tomos  sueltos  que  de  vez  en  cuando  solian  pu- 
blicar mercaderes  de  libros  é  impresores ,  como  Mateo  de  la 
Bastida  en  1652,  Manuel  Lopez  en  1653 ,  Juan  de  Valdés  en 
1655 ,  Robles  en  1664,  y  Zafra  y  Fernandez  en  1675,  de  todos 
los  cuales  me  he  servido  al  tratar  de  la  poesía  dramática,  nos 
presentan  una  pintura  fiel  y  animada  de  lo  que  era  el  teatro  es- 
pañolen el  siglo  xvn ;  porque  las  comedias  allí  contenidas  son  las 
mismas  que  se  representaban  de  ordinario  y  en  todos  los  teatros 
de  la  Península,  y  porque  la  colección  nos  las  ha  conservado,  no 
ya  como  las  escribieron  sus  autores,  sino  arregladas  por  los  au- 
tores y  empresarios  de  compañías  para  la  representación  escé- 
nica, imprimiéndose  por  manuscritos  de  cómicos  y  apuntadores, 
y  quiza  también  copiándose  en  los  mismos  teatros,  por  libreros 
piratas,  durante  la  representación. 


APÉNDICE  G. 

DEL  ORIGEN   DEL  MAL  GUSTO  Y  DEL  CULTERANISMO  EN  ESPAÑA. 

(Véase  el  tomo  ni,  p.  202. 

A  fines  del  siglo  xvm  se  suscitó  en  Italia  una  cuestión  muy 
notable  acerca  del  origen  del  mal  gusto,  conocido  en  la  literatu- 
ra española,  desde  1600  en  adelante,  con  el  nombre  de  cultis- 
mo ó  culteranismo;  echándose  unos  á  otros  la  culpa  los  hom- 
bres mas  eminentes  y  distinguidos  de  ambos  países,  que  toma- 
ron parte  en  dicha  contienda ;  las  circunstancias  especiales  del 
caso,  que,  bien  miradas,  pueden  considerarse  como  parte  de  la 
historia  literaria  de  España,  son  las  siguientes : 

En  1773  el  abate  Javier  Bettinelli,  escritor  superficial,  aunque 
bastante  popular,  en  su  Risorgimento  d' Italia  negli  Studj,  etc., 
dopo  il  Mille,  acusó  á  la  España,  y  particularmente  al  teatro  es- 
pañol, del  mal  gusto  que  reinó  en  Italia  luego  que  aquella  nación 


APÉNDICE    G.  243 

quedó  en  gran  parte  sujeta  al  dominio  español,  añadiendo,  des- 
pués de  una  ligera  noticia  de  Lope  de  Vega  y  Calderón,  las  si- 
guientes palabras:  «Este  es  el  gusto  que  pasó  á  Italia,  y  corrom- 
pió todo  lo  puro  y  lo  bello.  »  (Parte  n,  cap.  3.°,  Tragedia  é  Com- 
media.)  Jerónimo  Tiraboschi,  en  su  Storia  della  letteratura  ita- 
liana, publicada  por  primera  vez  entre  los  años  de  1772  y  1785, 
mantuvo  la  misma  opinion  ,  pretendiendo  hallar  las  causas  del 
mal  gusto  en  el  mismo  suelo  y  clima  de  España,  buscando  su 
origen  en  la  antigüedad,  y  sentando  como  principio  q\ie  también 
la  literatura  clásica  latina  se  corrompió  con  la  ida  de  España  á 
Roma  de  los  Sénecas  y  Marciales,  como  en  tiempos  mas  moder- 
nos fueron  los  españoles  causa  de  los  desatinos  del  Marini  y  de 
su  escuela.  (Tomo  n,  üisertazione  preliminare,  §  27.) 

Preciso  es  confesar  que  ambos  escritores,  al  enunciar  tan  re- 
sueltamente su  opinion  en  la  materia,  usaron  un  tono  demasiado 
doctrinario;  mas,  como  para  ello  ni  uno  ni  otro  se  valió  de  frases 
duras  ó  expresiones  denigrantes,  no  se  figuraron  ni  remotamen- 
te que  sus  observaciones  serian  miradas  como  un  ataque  violen- 
to á  la  literatura  y  buen  nombre  de  un  país  extraño,  que  preci- 
samente habia  de  provocar  súplicas  y  contestaciones,  y  estas  dar 
lugar  á  una  polémica  larga  y  empeñada. 

Casualmente  habia  á  la  sazón  en  Italia  gran  número  de  es- 
pañoles instruidos,  que,  perteneciendo  á  la  Compañía  de  Jesús, 
habian  sido  desterrados  en  1767;  hombres  que  no  tenían  mas 
recurso  ni  distracción  que  las  letras,  y  que,  á  fuer  de  buenos  es- 
pañoles, no  dejaron  por  un  momento  de  amar  muy  de  veras  á  su 
patria,  aunque  expulsados  de  ella  por  orden  superior.  Así  es 
que,  casi  sin  excepción,  todos  ellos  quedaron  resentidos  de  estas 
y  otras  opiniones  análogas  de  Bettinelli  y  Tiraboschi,  y  lo  sintie- 
ron tanto  mas,  cuanto  estos  distinguidos  escritores  pertenecían 
también  á  la  perseguida  Compañía  de  Jesús. 

Comenzaron,  pues,  á  publicarse  respuestas  á  dichas  inculpa- 
ciones, publicándose  dos  de  ellas  el  año  1776 :  una  del  Padre 
Tomás  Serrano,  jesuíta  valenciano,  quien,  en  varias  cartas  lati- 
nas, impresas  en  Ferrara,  defendió  á  los  escritores  latinos  espa- 
ñoles de  la  acusación  formulada  por  Tiraboschi  (Jimeno,  to- 
mo íi,  p.  335;  Fuster,  t.  n,  p.  111),  y  otra  del  Padre  Juan  An- 
drés, quien,  en  una  disertación  impresa  en  Cremona,  defen- 


244  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

dio  el  mismo  tema  que  mas  tarde  amplió  y  esforzó  con  nuevos 
argumentos  en  su  grande  obra  sobre  la  literatura  general  (Dell' 
origine ,  progresso  e  statto  attuale  d'ogni  letteratura,  4782-1799, 
nueve  tomos  4.°),  en  la  que,  no  solo  sostuvo  la  dignidad  y 
honrosos  timbres  de  la  literatura  patria  en  todos  ramos,  sino  que 
dejó  sentado  que  lo  mas  florido  y  brillante  de  las  literaturas 
modernas  de  Europa  se  debia  á  la  influencia  de  los  árabes,  que, 
saliendo  de  España,  se  propagó,  pasando  porProvenza,  aFran- 
cia  é  Italia. 

Respondieron  luego  á  las  cartas  de  Serrano,  Clemente  Vanet- 
ti,  á  quien  iban  dirigidas,  y  Alejandro  Zorzi,  amigo  de  Tirabos- 
chi,  y  á  la  disertación  de  Andrés,  el  mismo  Tiraboschi,  aunque 
en  términos  muy  corteses,  en  las  notas  á  las  ediciones  posterio- 
res de  su  Storia  della  letteratura.  (Véanse  Angelo  Ant.  Scotti, 
Elogio  storico  del  padre  Giovanni  Andres,  Napoli,  1817,  8.°,  pá- 
gina 1514;  Tiraboschi,  Storia,  edi.  Roma,  1782,  t.  n,  p.  23.) 

Entre  tanto  otros  jesuitas  españoles,  desterrados  en  Italia, 
como  Arteaga,  que  escribió  mas  tarde  su  apreciable  obra  de  las 
Rivoluzioni  del  teatro  musicale,  1785,  y  el  P.  Isla,  célebre 
por  su  Fray  Gerundio,  1758,  tomaron  parte  en  la  cuestión  (Sa- 
las, Vida  del  Padre  Isla,  Madrid,  1803,  12.°,  p.  156.) Mas  el  es- 
critor que  mejor  la  ilustró,  empleando  para  ello  erudición  no 
vulgar,  y  dándola  cierta  importancia  en  la  historia  literaria  de 
España,  fué  D.  Francisco  Javier  Lampillas  ó  Llampillas,  jesuita 
catalán,  nacido  en  1751,  y  catedrático  de  humanidades  en  Bar- 
celona, el  cual,  desde  su  destierro  en  1767,  hasta  su  muerte 
en  1810,  vivió  siempre  en  Genova  ó  en  sus  cercanías,  dedicado 
exclusivamente  a  estudios  literarios,  y  publicó  de  vez  en  cuan- 
do obras,  ya  en  prosa,  ya  en  verso  italiano,  que  escribia  con 
bastante  pureza. 

Fué  una  de  ellas  el  Saggio  storico  apologético  della  letteratu- 
ra spagnuola,  impreso  entre  1778  á  1781,  en  seis  tomos  en  8.°, 
y  destinado  á  defender  formalmente  la  literatura  española 
de  los  ataques  de  Bettinelli  y  Tiraboschi,  corrigiendo  de  paso 
los  errores  de  otros  escritores,  que,  como  Signorelli,  habian  tra- 
tado la  misma  materia.  En  las  disertaciones  sueltas  de  que  se 
compone  este  libro,  bastante  notable  y  digno  de  atención,  dis- 
cute el  autor  el  enlace  y  conexión  entre  los  poetas  latinos  es- 


APÉNDICE    G.  2Í5 

pañoles  y  los  romanos  en  la  época  inmediata  á  la  muerte  de 
Augusto;  examínala  cuestión  del  clima  de  España,  suscitada  por 
Tiraboschi;  reclama  para  su  patria  mayor  antigüedad  en  el  cul- 
tivo intelectual  que  la  de  Italia,  así  como  también  mayor  exten- 
sion é  importancia;  afirma  que  España  no  debió  á  Italia  la  res- 
tauración de  las  letras  dentro  de  su  propio  recinto  durante  los  si- 
glos medios,  ni  el  conocimiento  de  la  navegación,  que  la  abrió 
las  puertas  del  Nuevo-Mundo  ;  al  propio  tiempo  que  asegura  de- 
ber la  Italia  á  España  gran  parte  de  la  reforma  de  sus  estudios 
teológicos  y  jurídicos,  principalmente  en  el  siglo  xvi;  terminan- 
do su  trabajo,  en  las  disertaciones  sétima  y  octava,  con  una  ex- 
posición bistórica  de  los  muchos  títulos  que  tiene  la  poesía  es- 
pañola en  general,  y  con  una  defensa  del  teatro  español,  desde 
el  tiempo  de  los  romanos  hasta  sus  dias. 

Verdad  es  que  algunas  de  estas  pretensiones  carecen  de  fun- 
damento sólido,  y  otras  están  llevadas  mas  allá  de  lo  justo;  tam- 
bién lo  es  que  el  tono  general  de  la  obra  tiene  mas  de  declama- 
torio que  de  filosófico  y  templado;  pero  también  es  fuerza  confe- 
sar que  la  defensa  en  muchas  partes  está  muy  bien  entendida,  y 
que  la  obra  toda  contiene  datos  y  noticias  de  la  literatura  espa- 
ñola, si  no  importantes,  á  lo  menos  de  interés.  Sea  como  fuere, 
el  hecho  es,  que  la  obra  de  Lampillas  influyó  favorablemente 
en  la  opinion  pública  de  Italia,  y  que,  gracias  á  ella  y  á  los  tra- 
bajos que  mas  tarde  publicaron  allí  mismo  Arteaga,  Eximeno, 
Clavigero,  Andrés  y  otros  jesuítas  españoles,  expulsados  de  su 
patria,  se  consiguió  ir  desarraigando  las  muchas  preocupacio- 
nes que  entre  italianos  habia  respecto  á  la  literatura  castellana; 
preocupaciones  nacidas  en  los  tiempos  en  que  los  españoles  do- 
minaban aquel  país  á  guisa  de  conquistadores,  atrayendo  sobre 
sí  la  aversion  y  mala  voluntad  de  los  vencidos. 

Ni  faltaron  tampoco  réplicas  á  la  obra  de  Lampillas,  aun  an- 
tes que  acabase  de  publicarla;  Bettinelli  imprimió  una  en  el  to- 
mo xix  del  Diario  de  Modena,  y  Tiraboschi  otra  en  1778,  en  un 
cuaderno  suelto,  que  mas  tarde  reunió  á  las  diferentes  edicio- 
nes de  su  grande  obra.  A  ambos  contestó  Lampillas,  en  1781, 
con  no  menos  ira  que  lo  habia  hecho  en  su  Ensayo  apologético, 
aunque  no  con  tan  buen  éxito,  pues  no  pudo  mantener  algunas 
posiciones  que  sus  adversarios  supieron  elegir,  y  en  que  le  ata- 


246  HISTORIA    EE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

carón  con  habilidad,  ni  probar  algunos  hechos  que  estos  pu- 
sieron en  duda.  Tiraboschi  reimprimió  esta  réplica  de  Lampi- 
llas  con  notas  suyas  propias,  y  no  le  volvió  á  contestar. 

Mas  en  España  el  triunfo  de  Lampillas  fué  mirado  como  com- 
pleto y  decisivo.  La  Real  Academia  de  la  Historia  recibió  con 
grandes  muestras  de  aprecio,  así  su  Ensayo  apologético  como  la 
Defensa;  obras  ambas  que,  traducidas  al  castellano  por  Doña 
María  Josefa  Amar  y  Borbon,  dama  aragonesa  de  alguna  repu- 
tación literaria,  se  imprimieron  primeramente  en  1782  en  seis 
tomos,  y  después  en  4789  en  siete.  Pero  lo  que  mas  debió  com- 
placer al  autor  fué,  que  Ciarlos  111,  el  mismo  monarca  por  quien 
habían  sido  expulsados  los  de  su  religion ,  le  señaló  en  premio 
una  decente  pension ,  después  de  haber  mandado  reconocer  el 
mérito  y  cualidades  de  la  obra  por  su  ministro,  el  conde  de  Flo- 
ridablanca,  quien,  en  un  extenso  informe,  elogia  al  autor  por  su 
erudición  y  urbanidad,  prenda  esta  última  que  hoy  dia,  y  pa- 
sado ya  el  calor  de  la  contienda,  no  es  fácil  hallar  en  los  escritos 
del  ex-jesuita  español.  (Serapere,  Bibliot.,  t.  m,  p.  165.) 

Con  esto  fué  debilitándose  la  controversia,  hasta  cesar  de  to- 
do punto,  advirtiéndose  solamente  en  las  notas  con  que  Tira- 
boschi fué  enriqueciendo  las  ediciones  sucesivas  de  su  impor- 
tante obra,  hasta  el  año  de  1794,  época  de  su  muerte.  El  resul- 
tado de  la  contienda  prueba,  á  nuestro  modo  de  ver,  que  tanto  en 
España  como  en  Italia,  principalmente  desde  los  tiempos  deGón- 
gora  y  de  Marini,  reinó  muy  mal  gusto  literario,  que  este  mal 
gusto  pudo  en  cierto  modo  aumentarse  por  las  relaciones  y  sim- 
patías existentes  á  la  sazón  entre  ambos  pueblos,  pero  que  á 
ninguno  de  ellos  puede  hacerse  exclusivamente  responsable  de 
su  origen  y  propagación. 


APÉNDICE    H.  247 

APÉNDICE  H. 

POESÍAS  inéditas. 

Hemos  dado  mayor  ensanche  á  esta  nuestra  obra,  con  el  so- 
lo y  único  fin  de  dar  á  luz  algunos  de  los  muchos  trozos  de  an- 
tigua poesía  castellana,  que  nos  han  sido  suministrados  por  Don 
*     *  ,  de  Madrid ;  sintiendo  que  nos  falte  el  espa- 
cio para  publicarlos  todos. 

NÚM.    1. 
POEMA  MORISCO  ALJAMIADO  DE  JOSÉ  EL  PATRIARCA. 

(Biblioteca  Nacional  de  Madrid,  Cg.,  núm.  101.) 

EL  ALHADITS  *  DE  JÚSUF  áleihi-s-selúm  (sobre  él  la  paz!). 
Bismi-llahi-r~rahmani-r-rahimi  (en  el  nombre  de  Alá  piadoso,  de  piedad). 

Loamientoad  Alláh  ;  el  alto  es  y  verdadero, 
Honrado  écomplido,  señor  dereiturero, 
Franco  é  poderoso ,  ordenador  sertero. 

Grande  es  el  su  poder,  todo  el  mundo  abarca; 
Non  se  le  encubre  cosa  queen  el  mundo  nasca, 
Siquiera  en  la  mar  ni  en  toda  la  comarca, 
Ni  en  la  tierra  prieta  ni  en  la  blanca. 

Fágovos  á  saber.,  oyádes,  mis  amados, 
Lo  que  acontesió  en  los  tiempos  pasados 
A  Yacop  y  á  Yusuf  y  á  sus  dies  hermanos , 
Por  cobdisia  del  hobieron  á  seyer  malos; 

Porque  Yacop  amaba  á  Yusuf  por  maravella, 
Por  qu'él  era  ninno  puro  é  sin  mansella  ; 
Era  la  su  madre  fermosa  é  bella  , 
Sobre  todas  las  otras  era  amada  ella. 

Aquesta  fué  la  rason  porque  le  hobieron  envidia  : 
Porque  Yusuf  sonnó  una  noche  ante  el  dia; 
Sueño  por  que  entendieron  sus  hermanos  todavía 
Que  siempre  que  viviese  levaría  mejoría. 

Aquesto  fué  que  vio  onse  estrellas 
Que  marras2  la  guerra  era  tan  ahí  con  ellas, 
Que  el  sol  y  la  luna  era  que  andaba  entre  ellas, 

i  Cuento,  relación  ,  historia. 

i^Marras,  del  arábigo  marra  y  marralan,  una  vez,  en  cierto  tiempo. 


2'í8  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

E  á  Yusuf  se  humillaban  con  todas  sus  parellas. 

Como  hí  era  Yusuf  nimio  de  pocos  annos, 
En  visándolo  3  el  padre,  non  se  encubrió  de  los  hermanos, 
E  contóles  el  suenno-que  vido  en  los  altos; 
Pensáronle  traision  é  andáronle  en  enganno. 

Disieron  todos  á  una  :  «Fagámosla  sertera, 
Rueguemos  á  nueso  padre  rogada  verdadera  , 
Que  nos  dé  á  Yusuf  en  comanda  sertera  * , 
E  mostrarle  hemos  mannas  de  muy  buenas  maneras.» 

Esto  hobieron  fecho  y  á  su  padre  rogado. 

Yacop  les  dijera  :  «Fijos,  los  mis  fijos 

Non  vos  lo  hubiera  á  dar  ni  menos  fiado; 
Ca  podría  ser  '-> » 

Disieron  ellos  :  «Padre,  eso  non  pensédes; 
Nos  somos  onse  hermanos ,  aquesto  non  dubdédes; 
Que  seriamos  taraidores  aquesto  non  pensédes. 

•>  Aquesto  facemos,  sábele  el  Criador, 
Porqu'él  válese  mas  é  ganase  el  vuestro  amor , 
Y  hubiese  las  ovejas  y  el  ganado  mayor; 
Pero  si  non  vos  place ,  mandad  como  sennor.  » 

Atanto  le  dijieron  de  palabras  piadosas , 
Atanto  le  prometieron  de  palabras  fermosas, 
Qu'él  les  dio  el  ninno,  é  dijoles  las  horas 
Que  lo  catasse  Alláh  de  manos  engannosas. 

Diógelo  el  padre ,  como  non  lo  debia  far , 
Enfiáudose  en  ellos,  non  quiso  mas  dubdar. 
Dijo:  «Filhos,  los  mis  filhos,  lo  que  os  quiero  rogar6, 
Que  me  lo  catéeles  y  me  lo  querádes  guardar, 

»E  me  lo  volvádes  luego  por  amor  del  Criador  7 ; 
A  mi  farédes  placer,  y  á  él  muy  grant  sabor  8. 
En  esto  9  non  fallescádes ,  fijos ,  por  mi  amor ; 
Encomiéndolo  ad  Alláh ,  poderoso  sennor.» 

Leváronlo  en  cuellos  mientras  el  padre  los  vido. 
Desque  se  vieron  lejos ,  verédes  qué  fueron  á  far  : 
Derrocante  del  cuello  ,0,  en  tierra  lo  van  á  posar. 
Cuando  esto  vido  Yusuf,  por  su  padre  fué  á  sospirar. 

5  Mirándose  en  él. 

*  Lo  mismo  que  «en  encomienda  verdadera». 

s  El  original  de  donde  se  han  sacado  las  nueve  primeras  estrofas  de  este  poema  está 
estropeado  por  la  humedad ,  de  suerte  que  no  se  han  podido  leer  algunos  trozos  de  él. 
De  aqui  en  adelante  lo  designaremos  con  la  letra  A.,  y  llamaremos  B.  al  de  la  Biblioteca 
Nacional,  que  le  es  muy  inferior  bajo  todos  conceptos. 

6  Dijo  :  «Escuitadme,  los  mis  filhos,  lo  que  os  quiero  rogar.»  (.4.) 
?  E  que  venga  ahina  por  amor  del  Criador.  (B.) 

8  A  mí  taréis  grant  placer,  é  á  él  muy  grant  favor.  (B.) 

9  Desto.  (B.) 

'o  Bajáronlo  de  los  cuellos.  (B.) 


APÉNDICE    H.  249 

Dejábanlo  zaguero,  malandante  é  colpado  ; 
Era  él  aun  tierno,  é  fincó  muy  querebantado; 
Dijoles:  «Atendedme,  hermanos,  que  voy  muy  cansado; 
Non  queráis  que  finque  aquí  desmamparado. 

«Non  queráis  que  finque  de  sin  padre  é  sin  madre, 

Y  non  queráis  que  muera  de  sete  ni  de  fambre  ; 
Dadme  agua  de  fuente,  de  rio  ó  de  mare ; 
Miémbreos  lo  que  os  dijo  el  cano  de  mi  padre.» 

Uno  de  los  hermanos  cuando  esto  oyó, 
Dio  de  mano  al  agua ,  en  tierra  la  vació , 

Y  de  punnos  é  de  calces  H  atan  mal  lo  firió , 
El  ninno  con  las  sobras  en  tierra  cayó. 

Afeyábanlo  sus  hermanos,  diciéndole  :  ''¿Es  torozón? 
Es  torozón?  ¿Es  landre?  Válante  tus  fados. 
¿Quién  cree  en  tus  suennos  que  vies  en  los  altos? 
Aqui  las  pagarás  todas  por  mal  de  tus  pecados  12.» 

Húbose  de  rencorar  á  uno  de  los  hermanos , 
Yahuda  es  el  su  nombre,  muy  arreciado  de  manos, 
Fuésele  á  rogar  ad  aquellos  honrados, 
Non  murió  estonces;  quisiéronlo  sus  fados. 

Tomaron  su  consejo ,  é  hubiéronlo  por  bien 
Que  lo  levasen  al  monte,  al  pozo  de  Sayen  13; 
Frió  es  é  muy  fondo,  las  fieras  allí  yacían, 
Porque  se  lo  comiesen  y  nunca  mas  lo  verían. 

Pensaron  que  dijesen  al  su  padre  honrado 
Que  vino  á  las  ovelhas  un  lobo  airado , 
Estando  durmiendo  Yusuf  á  su  costado, 
Vino  el  lobo  maldito,  á  Yusuf  hobo  matado. 

Yacop  en  este  medio  estaba  entrepensado, 
Por  rason  de  su  tardar,  que  non  via  á  su  amado  , 
Diciendo  :  « ¡  Ay  Sennor!  en  tí  creio  é  fio; 
Tú  me  guarda  á  Yusuf  de  fieras  é  de  frió.» 

Yacop,  con  el  sentido,  salióse  á  las  carreras14 
Por  saber  de  sus  fijos  nuevas  verdaderas; 
Asomáronse  al  monte,  bajando  las  laderas, 
Disiendo  :  «¡Oh  hermano  Yusuf,  de  tan  buenas  maneras!»  • 

Cuando  él  los  vido  venir  con  tal  apellido, 
Luego  en  aquella  hora  cayó  amortesido; 
Cuando  llegaron  á  él,  no  le  hallaron  sentido. 
Disíeron  todos  :  «Sennor,  dadle  el  perdón  complido.» 


**  Lo  mismo  que  coces. 

12  Toda  esta  estrofa  falta  en  el  manuscrito  de  la  Biblioteca  Nacional. 

*3  Que  lo  echasen  al  pozo  del  monte  d'Azrayel.  (B.) 

i*  Yacop,  afligido,  salióse  á  las  carreras 

Por  oir  é  saberlas  nuevas  verdaderas ; 

Vidolos  venir  meciendo  las  cabezas, 

Disiendo  :  «¡°h  hermano  Yusuf,  de  tan  buenas  maneras!»  (B.) 


230  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

Allí,  dijo  Vahuda  á  todos  sus  hermanos, 
«Vayamos  á  Yusuf,  adugámoslo  privado  ,3, 
Y  habremos  el  perdón  de  nueso  padre  honrado; 
Yo  vos  prometo  selar  cuanto  habédes  yerrado.» 

Dijieron  los  hermanos  :  «  Aquesto  uon  farémos ; 
Mas  vayamos  á  Yusuf,  é  lo  esmembremos 1R, 
Ed  asy  á  nueso  padre  aquesto  le  diremos  : 
Que  se  lo  comió  el  lobo,  é  seremos  creederos.» 

A  poco  de  rato  qu'el  padre  hobo  acordado, 
Dijo  á  los  sus  fijos :  «¿  Dó  es  el  mi  amado? 
¿Qué  lo  habédes  fecho?  ¿  En  dó  lo  habédes  echado?» 
Ellos  le  respondieron  :  « El  lobo  se  lo  habrá  tragado.» 

Dijo  :  (Non  vos  creio ,  mis  fijos,  en  lo  que  me  desídes; 
Mas  cazad  al  lobo  alli  de  do  venídes; 
Yo  le  taré  fablar,  corvas  las  cervices , 
Con  ayuda  de  Alláh,  si  verdad  me  desídes.» 

Fuéronse  á  cazar  al  lobo  con  falsía  muy  mala, 
Disiendo  que  había  fecho  muerte  tan  grauada  ; 
Aducieron  la  camisa  de  Yusuf  ensangrentada, 
Porque  Yacop  creyese  aquello  sin  dudansa. 

Rogó  Yacob  al  Criador,  y  el  lobo  luego  fué  á  fablar: 
«No  manda  Alláh  que  á  nabí  1T  fuese  yo  á  matar, 
En  tan  extranna  tierra  me  fueron  á  buscar; 
Hanme  fecho  pecado,  viéngolo  á  lacerar. 

» — Non  vos  creio,  mis  fijos,  ca  tuerto  me  tenédes; 
En  cuanto  me  prometides,  en  todo  me  fallescédes; 
Mas  yo  fio  en  Alláh  que  aun  lo  verédes, 
Todas  estas  cosas  aun  las  pagarédes.» 

Volvióse  Yacop,  é  volvióse  llorando; 
Quedaron  sus  filbos  como  desmamparados ; 
Fuéronse  á  Yusuf,  donde  estaba  encelado, 
E  lleváronlo  al  poso  por  el  suelo  rastrando. 

Echáronlo  en  el  poso  con  cuerda  muy  larga, 
Cuando  estuvo  al  medio,  hubiéronla  cortada, 
E  cayó  entre  una  peña  y  una  fiera  airada ; 
Mas  quiso  Alláh  del  sielo  que  non  le  nució  nada. 

Allí  cayó  á  Yusuf  en  aquella  agua  fría, 
Por  do  pasaba  gente  con  mercaduría. 
Que  tenían  sed  con  la  calor  del  dia , 
E  enviaron  por  agua  allí  do  él  vacia. 

*S"  Volvamos  por  Yusuf  donde  estaba  encelado.  (A.) 

*6  El  manuscrito  de  la  Nacional  trae  los  tres  últimos  versos  de  esta  estrofa  de  muy 
distinta  manera : 

Somos  dies  hermanos,  eso  bien  sabemos  ; 
Vamos  á  nuestro  padre  é  todo  se  lo  contemos; 
Que  contándole  aquesto,  seremos  creederos. 
«"  Profeta. 


APÉNDICE    H.  251 

La  ferrada  echaron ,  en  la  cabesa  le  daban ; 
Non  la  podían  sacar  ,  que  mucho  les  pesaba. 
Por  rason  que  Yusuf  della  se  trababa ; 
Pusieron  hí  esfuerzo ,  salió  la  bella  barba. 

Ellos,  de  que  vieron  lan  noble  criatura, 
Maravell.ironse  todos  de  su  grant  fermosura; 
Leváronlo  á  su  señor,  placióle  la  su  figura, 
Prometióles  muy  grant  bien  y  muyta  mesura. 

A  poco  de  rato  sus  hermanos  vinieron 
A  demandar  á  Yusuf,  su  cativo  lo  ficieron: 
Él  se  lo  otorgó,  pues  ellos  lo  quisieron  , 
Yahuda  los  consejó  allí  por  do  vinieron. 

Dijo  ei  mercader  :  «Amigos,  si  los  querédes , 
Teinte  dineros  daré  por  él ,  si  lo  vendédes.— 
Plácenos,  dijieron  ellos,  con  que  lo  empresionédes 
Fasta  la  Tierra  Santa ,  que  non  lo  soltarédes.» 

Ficiéronle  sus  cartas  de  cómo  lo  vendieron , 
E  todo  por  sus  manos  por  escripto  lo  pusieron  , 
Ad  aquel  mercader  su  carta  le  rindieron  , 
E  lévanlo  encadenado  así  como  pusieron. 

Cuando  vino  el  mover,  Yusuf  iba  llorando, 
Por  espedirse  de  sus  hermanos  mal  iba  quejando, 
Maguer  qu'ellos  eran  malos,  él  facia  su  guisado; 
Ruego  al  mercader,  otorgóselo  de  grado. 

Dijo  el  mercader  :  «Esta  hí  es  maravella, 
Ellos  te  vendieron  como  si  fueses  ovelha , 
Diciendo  que  eras  ladrón  y  de  falsa  pellelha. 
Yo  por  tales  como  aquesos  non  daria  una  arbella. 

Fué  Yusuf  á  sus  hermanos,  la  cadena  rastrando , 
Yahuda  aquella  no^he  los  estaba  velando ; 
Espertólos  á  todos  muy  apriesa  llorando, 
Dijo  :  «  Levantad  vos,  señores,  y  ved  al  torteado.» 

Dijo  Yusuf :  «Hermanos,  perdónevos  el  Criador 
Del  tuerto  que  me  tenédes;  perdóneos  el  Señor; 
Que  siempre  é  nunca  se  parta  el  nuestro  amor. » 
Abrazó  á  cada  guno,  é  partióse  con  dolor. 

Iban  muy  grant  gente  con  aquel  mercadero, 
Allí  iba  Yusuf  solo  é  sin  compañero, 
Pasaron  por  un  camino,  por  un  fosal  sennero . 
Do  yacia  la  su  madre  aserca  de  un  otero. 

Dio  salto  del  camello  do  iba  cabalgando , 
No  lo  sintió  el  negro  que  lo  iba  guardando , 
Cayó  Yusuf  en  tierra ,  la  cadena  rastrando, 
Fuese  para  la  fuesa  de  su  madre  lorando. 

Dijo  :  «Madre ,  señora ,  perdónete  el  Criador ; 
Madre,  si  me  veyeses ,  de  mí  hobieses  dolor ; 
Liévanme  con  cadena  captivo,  con  sennor, 


252  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Vendido  de  mis  hermanos,  como  si  fuera  laraidor. 

«Kilos  me  han  vendido  non  teniéndoles  tuerto  ; 
Partiéronme  de  mi  padre  ante  que  fuese  muerto, 
Con  arte  y  con  falsía  ellos  me  hobieron  vuelto, 
Por  mal  presio  me  vendieron ,  é  voy  ajado  é  cueyto.» 

Desí  volvió  el  negro  que  iba  en  la  camella , 
Requirió  á  Yusuf,  é  non  lo  falló  en  ella; 
Tornóse  por  el  camino,  aguda  su  orella ; 
Fallólo  en  el  fosal  llorando,  qu'es  maravella. 

Cuando  el  negro  lo  vido,  húbolo  mal  ferido, 
E  luego  en  aquella  hora  cayó amortesido ; 
Dijo  :  «Tú  eres  malo  é  ladrón  complido; 
Ansi  nos  lo  dijeron  los  que  te  hobieron  vendido.» 

Dijole  Yusuf:  «  Yo...  no  soy  malo  ni  ladrón , 
Mas  aquí  vas  la  mi  madre  ,  é  vengóla  pedir  perdón. 

Ruego  ad  Allan  del  cielo  é  le  fago  oración 

Que  si  culpa  non  te  tengo,  él  te  dé  su  maldición. » 

Andaron  toda  la  noche  fasta  el  otro  dia , 
Enturbíeseles  el  mundo,  un  gran  viento  corría , 
Fallecióles  el  sol  á  hora  de  mediodía; 
Non  vedian  por  dó  ir  con  la  mercadería. 

Fizóse  el  mercader  mucho  maravellado 
De  aquesta  fortuna  que  facía  el  pecado, 
Dijo  á  sus  compañas:  «Yo  vos  mando  privado 
Qui  pecado  ha  fecho  que  vienga  acordado. 

»Qu'es  aquesta  fortuna  que  agora  habernos 
Por  algunos  pecados  que  entre  nosotros  tenemos ; 
Qui  pecado  ha  fecho  perdone  é  perdonemos , 
Camiarémos  ventura,  todos  escaparemos.» 

Dijo  el  negro  :  « Señor  ,  yo  di  una  puñada 
Ad  aquel  vuestro  cativo  que  fuia  á  la  alborada.  » 
Llamó  el  mercader  á  Yusuf  una  vegada , 
Que  se  vengase  del  negro  é  de  la  su  yerrada. 

Dijo  Yusuf :  «Amigo ,  eso  no  es  de  mi  afar ; 
Que  yo  non  so  de  aquesos  que  se  quieren  vengar, 
Mas  soy  de  tal  rais,  que  quiero  perdonar  18. 
Gran  yerra  que  seia ,  yo  asi  lo  quiero  far. » 

De  que  aquesto  fué  fecho ,  é  el  negro  perdonado , 
Aclareció  el  dia  é  el  mercader  fué  pagado, 
Dijo  á  Yusuf:  «  Ah  hermano ,  ay  amigo  granado , 
Si  no  por  la  composición,  ya  habríate  soltado  19.» 

A  pocos  de  dias  á  la  su  tierra  llegaron  , 

i  Yo  no  vengo  d'aquellos  que  se  quieren  vengar, 

Antes  vengo  d'aquellos  que  quieren  perdonar.  (B.) 

*o  Sino  por  lo  compuesto,  soltaríate  de  grado.  (B.) 


APÉNDICE    H.  253 

Yusuf luego  fué  suelto ,  en  el  rio  lo  vaciaron, 
De  púlpura  y  de  seda  muy  bien  lo  aguisaron , 
De  piedras  preciosas  muy  bien  lo  agastonaron  20. 

Cuando  por  la  villa  entró,  las  gentes  se  maravellaban, 
El  dia  era  nublo  y  él  bien  lo  aclaraba, 
Maguer  que  era  oscuro ,  él  bien  lo  blanqueaba, 
Por  do  quier  que  pasaba  él  todo  lo  alombraba. 

Decían  las  gentes  ad  aquel  mercadero 
Se  era  aquel  ángel  ú  hombre  santurero, 
Dijo:  «Anda  21  mi  es  cativo  leal  y  verdadero, 
Querríalo  vender,  sil' fallase  mercadero. 

Fizo  saber  la  hora  que  lo  vendería  al  mercado. 
Salieron  luego  nuevas  por  todo  el  reinado  22f 
Vinieron  todas  las  gentes  el  dia  señalado, 
Estando  Yusuf  apuesto,  en  un  banco  posado. 

Non  fincó  en  la  comarca  hombre  ni  mujer, 
Ni  chico  ni  grande,  que  non  lo  fuese  á  ver; 
Alii  vino  Zalija,  que  lexó  23  el  comer, 
Cabalgada  en  una  muía  cuanto  podia  correr. 

Por  él  daban  su  peso  de  plata  bien  pesado, 
Asimismo  facían  otro  de  oro  esmaltado, 
De  piedras  preciosas,  como  dice  el  deitado  2I, 
Asimismo  su  peso  de  aljóhar  *  granado. 

Compiólo  el  Rey  por  su  peso  de  alchohor  26, 
Llevólo  á  su  mujer  Zalija  ,  con  amor, 
Tomáronlo  por  lilho  legítimo  y  mayor, 
Amáronlo  entrambos  de  muy  buen  amor. 

Levantóse  el  pergonero  y  pergonó  á  sabor, 
Dijo  :  «¿ Quién  compra  profeta  cuerdo  y  sabidor, 
Leal  y  verdadero,  firme  en  el  Criador, 
Ansí  como  paresce  por  su  fecho  é  valor?» 

Dijo  Yusuf:  «Non  pergones,  amado, 
Di,  quien  comprará  cativo  torpe  y  aviltado.» 
Dijo  el  pergonero :  «  Eso  non  faré  ,  amado ; 
Que  si  aqueso  dijiese  non  te  mercarian  de  grado.» 

Dijo  Yusuf:  «Si  eso  non  quieres  pergonar, 
Pergona  la  verdad  ,  y  non  quieras  falsar ; 
Di :  ¿Quién  compra  profeta  y  de  alto  lugar? 
Filho  es  de  Yacop,  si  le  oistes  nombrar.» 

Cuando  el  mercader  supo  que  era  de  tal  natura, 

80  El  de  la  Nacional  afeitaron. 

2*  Es  la  partícula  arábiga  enda  ó  inda,  que  significa  «en  casa,  en  poder  de». 

82  El  otro  ejemplar  condado. 

23  Lexó  está  por  dejó. 

2*  El  dictado. 

23  Aljófar. 

2f>  Alchohor  es  voz  arábiga  que  vale  tanto  como  «joyas,  piedras  preciosas». 


254  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Rogó  al  comprador  se  lo  tornase  por  mesura ; 
E  doblarle  y  ha  el  precio  de  su  compradura ; 
Non  loquería  far  por  guardar  ventura. 

Besándole  pies  y  manos  que  lo  quisiese  far, 
Él  por  ninguna  guisa  non  lo  quiso  derogar. 
Túvose  por  malandante,  la  cuenta  le  fuéá  tornar; 
Salvando  lo  que  costó .  non  le  quiso  mas  tomar. 

Dijo  el  mercader  a  Yusuf  en  esta  sazón 
Que  rogase  ad  Alláh  del  cielo  le  diese  criazón 

Y  le  alargase  la  vida  lo  que  fuese  razón ; 

Que  de  doce  mujeres  que  tenia  ,  todas  con  amor, 

Que  en  todas  doce  le  diese  criazón. 
Rogó  Yusuf  «ad  Alláli  y  le  tizo  oración; 
Ficierónse  todas  preñadas  cada  una  en  su  sazón, 
Cuando  vino  el  delibrar  parieron  de  dos  en  dos  8T. 

Cuando  la  hora  fué  que  hubieron  de  librar 
Plació  ad  Alláh  del  cielo,  todas  fueron  á  echar 
Muy  nobles  criaturas,  figuras  de  alegrar, 
Alláh  nuestro  Señor  las  quiso  ayudar. 

Criólo  Zalija;  muy  bien  lo  hubo  criado 
E  de  buen  corazón  lo  hubo  guardado; 
Como  era  apuesto,  pagóse  del  privado, 
Demandóle  barato  é  nol'  semejó  guisado. 

Dijo  á  su  privaüa  :  «.  Ya  sabes,  hermana, 
Como  yo  crié  á  Yusuf  en  cada  semana  , 
Muy  bien  lo  guardé  de  noche  y  de  mañana , 

Y  él  no  me  lo  precia  mas  que  si  fuese  vana. 
Dame  sabiduría  é  sapiensa  clara, 

Ca  yo  non  puedo  facer  qu'él  acate  mi  cara  ; 
Solamente  que  él  me  vediese  é  luego  me  amara, 
E  ficiese  a  mis  guisas  en  lo  que  yo  mandara.» 

Dijo  la  su  privada  :  «Yo  vos  daré  un  consejo, 
Vos  dadme  haber  é  yo  faré  un  bosquejo, 
Yo  habré  un  pintor  que  mestorará  28  arrecho, 
Yo  faré  de  manera  que  él  vienga  á  vuestro  lecho.» 

Cuanto  la  demandó,  todo  fué  bien  guisado; 
Fizo  facer  un  palacio  apuesto  é  cuadrado, 
Todo  lo  fizo  blanco ,  paredes  é  terrado , 

27  El  manuscrito  de  la  Nacional  trae  estas  dos  estrofas  de  may  distinta  manera : 

Rogó  el  mercadero  á  Yusuf  la  sazón 
Que  rogase  ad  Alláh  del  cielo,  poderoso  señor, 
Que  en  doce  mujeres  que  tenia,  todas  doce  con  amor, 
Que  en  todas  le  diese  lilhos  é  criazón. 

Levantóse  Yusuf  é  fizo  loacion, 
Rogó  ad  Alláh  del  cielo ,  de  buen  corazón , 
Que  alargase  la  vida  al  bueno  del  varón, 
Y  empreñáronse  todas,  cada  una  á  su  sazón. 

*8  Mestorar  es  lo  mismo  que  pintar. 


APÉNIMCE    H.  255 

Fizólo  figurar  á  un  pintor  privado. 

De  Yusuf  v  de  Zalija  allí  fizo  lasfeguras, 
Que  se  abrazaban  ambos  privados  sin  mesura; 
Que  semejaban  vivos  con  seso  y  cordura, 
Poique  era  figurado  de  mistura  por  natura. 

Desque  el  palacio  fué  fecho  todo  bien  acabado 
Allí  vino  Zalija  y  asentóse  de  grado ; 
Enviaron  por  Yusuf  luego  con  el  mandado  : 
«Yusuf,  tu  señora  quiere  que  viengas  privado.» 

Allí  vino  Yusuf  do  Zalija  sedia  , 
Como  quiso  denttar,  luego  sintió  falsía; 
El  quísose  tornar,  ella  non  lo  consentía, 
Trabólo  de  la  falda,  llevólo  do  vacia. 

Allí  fincó  Yusuf  con  muy  grande  espanto, 
Falagábalo  Zalija ,  é  él  volvíase  de  canto ; 
Prometiéndole  habere  riquezas  abasto; 
«Agora ,  dijo  Yusuf,  Alláh  mandará  á  fasto. » 

Do  quiera  que  cataba  veía  fegura  artera, 
Diciéndole  Zalija  :  «Esta  es  fiera...  manera  ; 
Tú  eres  mi  cativo,  é  yo  tu  señora  sertera, 
E  no  puedo  faser  te  guies  á  mi  carrera.» 

Yusuf  en  aquella  hora  quísose  encantar  ; 
El  pecado  lo  fasia  que  lo  queria  engañar ; 
Mas  vido  que  no  era á  su  padre  honrar, 
Repentido  fué  luego ,  comencóse  de  afermar. 

Luego  volvió  las  cuestas  é  comengó  de  fuir; 
De  zaga  íbale  Zalija  ,  non  lo  podía  sofrir , 
Trabólo  de  la  falda,  como  oirías  desir, 
Echando  grandes  voces  :  «Aquí  habrás  de  venir. » 

Oyólo  su  marido  por  do  vino  allí  privado, 
Falló  á  Yusuf  llorando  su  mal  fado  ; 
Rota  tenia  la  falda  en  su  costado, 
Y  el  su  corazón  negro  por  miedo  de  pecado. 

Zalija  tenia  tendidos  sus  cahellos, 
En  manera  de  forzada,  los  sus  olhos  bermelhos, 
Diciendo  al  buen  Rey  :  «Ya,  Señor,  de  tus  parelhos 
Aquí  son  menester  todos  los  tus  conselhos. 

»Cata  aquí  tu  cativo  que  tenias  en  fieldad , 
Hame  caesido  por  sin  ninguna  piedad, 
Habiéndolo  criado  con  tan  grand  poridad 
Como  face  madre  á  filho,  ansí  yo  lo  quise  far.» 

Dijo  el  Rey  á  Yusuf  aquesta  razón  : 
«¿Cómo  me  has  pensado  en  tan  grande  traición, 
Toviéndote  aquí  puesto  en  mi  corazón? — 
La  hora,  dijo  Yusuf,  no  vengo  de  tal  morgón. » 

Reutaban  á  Zalija  las  dueñas  del  lugar 
Porque  con  su  cativo  queria  voltariar; 


256  HISTORIA    DE    LA    LITEKATURA    ESPAÑOLA. 

Ella  de  que  lo  supo  arle  las  fué  á  buscar 
Convidólas  á  todas  é  llevólas  á  yantar. 

Diólas  ricos  comeres  é  vinos  esmerados , 
Que  iban  lii  todas  agodas  de  dictados ; 
Diólas  sendas  toronjas  é  cannineles  en  las  manos. 
Tajantes  é  apuestos  é  muy  bien  temperados. 

Y  fuese  Zalija  adó  Yusuf  estaba 
De  púrpura  é  de  seda  muy  bien  lo  aguisaba 
E  de  piedras  preciosas  muy  lo  afeitaba, 
Verdugadero  en  sus  manos ,  á  las  dueñas  lo  enviaba. 

Ellas,  de  que  lo  vieron,  perdieron  su  cordura, 
Tanto  era  de  apuesto  é  de  buena  fegura ; 
Pensaban  que  era  tan  ángel,  é  tornaban  en  locura, 
Cortábanse  las  manos,  é  non  de  habian  cura, 

Que  por  las  toronjas  la  sangre  iba  andando; 
Zalija  ,  cuando  lo  vido ,  toda  se  fué  alegrando ; 
Dijoles  Zalija :  «¿Qué  faces,  locas ,  de  sin  cuidado, 
Que  por  vuesas  manos  la  sangre  iba  andando?» 

Ellas,  desque  lo  vieron,  sintieron  la  su  locura, 
Diciéndoles  Zalija:  "¿Dó  vais, 'locas,  sin  cordura; 
Que  á  por  una  vista  sola  tomádes  tal  tristura? 
¿Qué  debria  yo  facer  dende  el  tiempo  que  me  dura?  > 

Dijiéronle  las  dueñas :  «  A  tí  non  le  colpamos ; 
Nosotras  somos  las  yerradas  que  del  te  razonamos, 
Mas  antes  guisaremos  que  él  venga  á  tus  manos, 
De  manera  que  seáis  avenidos  erilerambos. » 

E  fuéronse  las  dueñas  á  Yusuf  á  rogar  , 
Yedéredes  cada  una  cómo  lo  quería  far; 
Pensábase  Zalija  que  por  ella  iban  á  rogar 
Mas  cada  una  iba  para  sí  á  recabar. 

Yusuf,  cuando  aquesto  vido,  reclamóse  al  Criador, 
Diciendo:  «Padre  mío,  de  mi  náyades  dolor, 
Son  tornadas  de  una  muchas  en  mi  amor ; 
Pues  mas  quiero  ser  preso  que  non  ser  traidor. » 

Cuando  Zalija  vido  la  cosa  mal  parada, 
Que  por  ninguna  via  no  pudo  haber  de  entrada, 
Dijo  al  buen  Rey:  «Este  me  ha  difamado, 
No  teniendo  yo  culpa,  mas  á  falsía  granada.» 

Echólo  en  la  prisión  aquí  á  que  se  volviese 
E  que  por  aquello  á  ella  obedeciese, 
E  entendiólo  el  liey  anle  que  muriese, 
E  juró  que  non  salria  mientras  que  él  viviese. 

E  cuando  aqueslo  fué  fecho,  Zalija  fué  repentida, 
Non  lo  habría  querido  facer  en  dias  de  su  vida, 
Diciendo:  «¡Oh  mezquina!  nunca  seré  guarida 
De  este  mal  tan  grande  en  que  soy  caída; 

»Que  si  yo  supiera  que  esto  había  de  venir 


APÉNDICE    H.  257 

Que  por  ninguna  via  no  se  ha  podido  eomplir, 
Que  yo  no  lie  podido  de  este  mal  guarir, 
Por  deseo  de  Yusuf  habré  yo  de  morir. 

Allí  yace  diez  años  como  si  fuese  cordero 
O'aquí  á  que  mandó  el  Rey  á  un  su  portero 
Echar  en  la  prisión  dos  hombres,  y  el  tercero, 
El  uno  su  escanciano ,  é  el  otro  un  panicero, 

Porque  habían  pensado  al  Rey  de  far  traición, 
Que  en  el  vino  é  en  el  pan  que  le  echasen  ponzon; 
Probado  fué  al  panicero ,  é  id  escanciano  non , 
Porque  mejor  supo  catar  é  encobrir  la  traición. 

Allí  do  estaban  presos  muy  bien  los  castigaba, 
E  cualquiera  que  enfermaba  muy  bien  lo  curaba, 
Todos  lo  guardaban  por  do  quiera  que  él  estaba, 
Porque  él  lo  merecía,  su  figura  se  lo  daba. 

Soñó  el  escanciano  un  sueño  tan  pesado, 
Contólo  á  Yusuf,  y  sáceselo  de  grado; 
Dijo  :  «Tú  fués  escanciano  de  tu  señor  honrado, 
Mas  hoy  en  serás  á  tu  oficio  tornado , 

»E  abrás  perdón  de  tu  señor. 
Ayúdete  el  seso,  é  guíete  el  Criador; 
Ca  á  quien  AUáh  da  seso,  dale  grande  honor, 
Volverás  á  tu  oficio  con  muy  grand  valor.» 

Dijo  el  panicero  al  su  compañero  : 
*  Yo  diré  á  Yusuf  qué  he  soñado  un  sueño 
De  noche,  en  tal  día,  cuando  salía  el  lucero, 
Y  veré  qué  me  dice  en  su  seso  certero.» 

Contóle  el  panicero  el  sueño  que  quería, 
E  sáceselo  Yusuf,  é  nada  non  le  mentía; 
Dijo :  « Tú  fués  panicpro  del  Rey  y  todavía , 
Mas  aquí  yacerás,  porque  ficieste  falsía; 

»Que  al  tercero  día  serás  tú  luego  suelto , 
E  serás  enforcado  á  tu  cabeza  el  tuerto, 
E  comerán  tus  meollos  las  aves  del  puerto; 
Allí  serás  colgado  hasta  que  sias  muerto.» 

Dijo  el  panicero  :  « Non  soñé  cosa  certera; 
Que  yo  me  lo  decía  por  ver  la  manera.» 
Dijo  Yusuf:  «  Esta  es  cosa  verdadera; 
Que  lo  que  tú  dijistes,  AUáh  lo  envió  por  carrera.» 

Dijo  Yusuf  al  escanciano  aquesta  razón  : 
«Ruégote  que  recuerdes  al  Rey  de  mi  prisión, 
Que  harto  me  ha  durado  esta  gran  maldición.» 
Dijo  el  escanciano:  «Pláceme  de  corazón.» 

Luego  al  tercer  dia  salieron  de  grado 
E  fuéronse  delante  el  Rey,  su  señor  honrado., 
E  mandó  el  panicero  ser  luego  enforcado ; 
Dijo  :  «El  escanciano  á  su  oficio  ha  tornado.» 

TOM.  IV.  17 


258  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Olvídesele  al  escanciano  de  decir  el  su  mandado, 
E  no  le  membró  por  dos  años,  ni  le  fué  acordado 
Fasta  que  soñó  un  sueño  el  Rey  apoderado; 
Doce  años  estuvo  preso,  é  esto  mal  de  su  grado. 

Aqueste  fué  el  sueño  que  el  Rey  hubo  soñado: 
De  que  salia  del  agua  un  rio  granado , 
Anir  era  su  nombre,  grande  é  muy  preciado, 
E  vido  que  en39  salian  siete  vacas  de  grado; 

Eran  bellas  é  gordas ,  é  de  lay  muy  cargadas , 

Y  vido  otras  siete  magras  ,  flacas  y  delgadas; 
Comíanse  las  flacas  á  las  gordas  granadas, 

E  no  se  les  parecía  ni  henchían  las  hilladas. 

E  vido  siete  espigas  muy  llenas  de  grano, 
Verdes  é  fermosas  como  en  tiempo  de  verano ; 
E  vido  otras  siete  secas  con  grano  vano, 
Todas  secas  é  blancas  como  cabello  cano. 

Comíanse  las  secas  á  las  verdes  del  dia, 
E  non  se  les  parecía  ninguna  mejoría; 
Tornábanse  todas  secas,  cada  guna  vacía, 
Todas  secas  é  blancas,  como  de  niebla  fria. 

El  Rey  se  maravelló  de  cómo  se  comían 
Las  flacas  á  las  gordas  granadas, 

Y  las  siete  espigas  secas  á  las  verdes  mojadas, 
Entendía  que  en  su  sueño  habia  largas  palabras , 
E  no.podia  pensar  á  qué  fuesen  sacadas. 

Y  llamó  á  los  sabidores,  é  el  sueño  les  fué  á  contar, 
Que  se  lo  sacasen,  é  no  ge  diesen  vagar, 

E  ellos  le  dijeron:  «Nos  queráis  aquejar, 
Miraremos  en  los  libros,  ó  non  te  daremos  rogar.» 

Dijéronle:  «Señor,  no  seáis  aquejado, 
No  son  los  sueños  ciertos  en  tiempo  arrebatado; 
Los  amores  crecen,  según  nos,  ó  cuidado, 
Mas  a  las  de  veras  suelen  tornar  en  falso.» 

Y  amansóse  el  Rey  y  dióles  de  mano, 
Porque  él  entendía  que  andaban  en  vano; 
E  hubo  de  saber  aquello  el  escanciano. 
E  vínose  al  Rey,  é  díóle  la  mano, 

E  dijole:  «Señor,  yo  sé  un  sabidor  honrado, 
El  cual  está  en  prisión  firmemente  atorteado, 
Dos  años  habernos  que  del  non  me  he  acordado, 
He  fecho  como  torpe,  é  siénteme  yerrado. 

i) Ya  me  sacó  uu  sueño,  cierto  le  vi  venir.» 

Y  el  Rey  le  respondió:  «Amigo,  empieza  de  ir 
E  cómaselo  todo ,  como  has  oido  decir, 

E  librarlo  hemos  muy  presto,  é  sacarlo  ye  de  allí.» 


29  Está  por  ende.  Anir  es  el  río  Hilo. 


APÉNDICE    H.  259 

E  fuese  el  escanciano  á  Yusuf  de  grado 
E  dijo:  «Perdóname,  amigo,  que  olvidé  tu  mandado, 
E  fizólo  el  miedo  de  mi  señor  honrado; 
Mas  agora  es  tiempo  de  mandarlo  doblado. 

»Mas  ruégote,  hermano,  en  amor  del  Criador, 
Que  me  saques  un  sueño  que  vido  mi  señor. — 
La  hora,  dijo  Yusuf,  pláceme  de  corazón, 
Pues  que  no  puedo  salir  fasta  que  quiera  el  mayor.» 

E  contóle  el  sueño  todo  bien  cumplido , 
Porque  no  yérrase  Yusuf  en  lo  que  era  sabido; 
Cuando  el  sueño  fué  contado,  Yusuf  hubo  entendido, 
Dijo  Yusuf:  «El  sueño  es  cierto  é  tenido. 

»Sabrás  que  las  siete  vacas  gordas  é  granadas, 
E  las  siete  espigas  verdes  é  mojadas, 
Son  siete  años  muy  lluviosos  de  aguas, 
Do  quiera  que  sembráredes  todas  nacerán  dobladas; 

»  Y  las  magras  vacas  y  las  secas  espigas , 
Son  siete  años  de  muy  fuertes  prisas. 
Cómense  á  los  buenos  bien  á  las  sus  guisas , 
Do  quiera  que  sembráredes  no  ya  saldrán  espigas; 

»Por  que  face  menester  que  sembrédes  abasto 
En  estos  años  buenos  que  haberédes  á  tarto, 
Y  desédes  provienda  para  vos  y  el  ganado, 
E  alzédes  lo  otro,  ansí  el  fecho  llegado, 

»Con  su  espiga  mesma  sin  ninguna  trilladura , 
E  la  palla  sea  guardada  muy  bien  de  afolladura  , 
Porque  no  se  caiga  polilla  ni  ninguna  podredura , 
Porque  en  estos  tiempos  secos  tengádes  folgadura ; 

»Porque  en  aquestos  años  tengádes  qué  comer, 
E  vuestros  bestiales  é  las  vacas  de  beber, 
E  todos  vos  esforcédes  é  podádes  guarecer, 
E  saldréis  al  buen  tiempo  é  habréis  mucho  bien.» 

Cuando  el  escanciano  vio  del  sueño  la  glosa, 
Volvióse  al  Rey  con  verdadero  goso, 
E  fizóle  á  saber  al  de  la  barba  donosa 
Cuanto  era  el  sueño  con  razón  fermoso. 

E  placióle  mucho  al  Rey ,  é  hobo  gran  placer , 
E  súpole  muy  mal  de  tal  preso  tener, 
Cuerdo  é  verdadero  complido  en  el  saber, 
E  mandó  que  lo  trayesen,  que  él  lo  queria  ver. 

E  fuese  el  escanciano  á  Yusuf  con  el  mandado, 
E  dijo  cómo  el  Rey  por  él  habia  enviado, 
E  que  fuese  presto,  del  Rey  non  fuese  airado  ; 
E  dijo  Yusuf:  «No  seré  tan  entorbiado; 

»Mas  vuélvete  al  Rey ,  y  dile  desta  manera : 
Yo,  ¿qué  fiuza  tendré  en  tu  merced  certera, 
Que  me  tuviste  preso  doce  años  en  cárcel  negra 


260  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

A  tuerto  é  sin  razón  y  á  traición  verdadera? 

»Mas  yo  de  su  prisión  non  quiero  salir 
Fasta  que  me  venga  de  quien  allí  me  fizo  ir, 
De  las  dueñas  fermosas  que  me  ficieron  fuir 
Cuant  se  cortaban  las  manos  é  non  lo  podían  sentir. 

«Aplácelas  el  Rey,  pues  que  me  dañaron , 
Que  digan  la  verdad  por  qué  me  acusaron, 
O  por  cuál  razón  en  la  cárcel  me  echaron, 
Porque  entienda  el  Rey  por  qué  me  colparon; 

»E  cuando  serán  ajuntadas,  é  Zalija  con  ellas, 
Demándelas  el  Rey  verdad  á  todas  ellas, 
E  cuando  él  verá  que  la  culpa  tienen  ellas , 
La  hora  yo  salré  de  muy  buenas  maneras.» 

Aplazólas  el  Rey,  é  demandólas  la  verdad ; 
Ellas  le  dijeron :  «Todas  fecimos  maldad, 
E  Yusuf  fué  certero  manteniendo  lealtad, 
Nunca  quiso  voltariar  ni  le  dio  la  voluntad.» 

Y  levantóse  Zalija,  y  comenzó  de  decir 
A  todas  las  dueñas :  «  No  es  hora  de  mentir, 
Sino  de  seyer  firmes  é  con  verdad  venir, 
Que  yo  me  entremetí,  por  mi  loado  vivir. 

»Que  todas  hicimos  yerro,  si  30  nos  valga  el  Criador, 
E  le  tenemos  culpa;  Alláh  es  perdonador; 
Yusuf  es  fuera  de  yerro  é  de  pecado  mayor.» 
El  Rey  cuando  las  oyera,  maldiciólas  con  dolor. 

E  fizo  saber  el  Rey  á  Yusuf  la  manera 
Cómo  era  quito,  cosa  verdadera, 
De  todas  las  dueñas  con  prueba  certera: 
E  la  hora  salió  Yusuf  de  la  cárcel  negra. 

Y  en  el  portal  de  la  prisión  fizo  facer  un  escripto : 
«La  prisión  es  fuesa  de  los  hombres  vivos, 

E  sitio  de  maldición  é  banco  del  abismo; 
Alláh  nos  cure  de  ella  á  todos  los  amigos.» 

Envióle  el  Rey  muy  rica  cabalgadura 
E  gran  caballería  que  lo  habian  á  cura , 
Levábanlo  en  medio,  como  señor  de  natura , 
E  fuéronse  al  palacio  del  buen  Rey,  de  mesura. 

El  Rey,  como  lo  vido,  luego  se  fué  á  levantar, 

Y  el  Rey  se  fué  á  él ,  lo  que  no  solia  usar, 

Y  asentólo  cabo  á  él ,  lo  que  no  solia  far, 

Y  en  la  hora  la  dijo  el  Rey :  «Mi  filio  te  quiero  far.» 
Con  setenta  fablaches 31  el  Rey  le  hobo  fablado, 

E  respondióle  Yusuf  á  cada  uno  privado, 

E  fabló  Yusuf  al  Rey,  é  el  Rey  no  supo  dar  recabdo, 

50  Lo  mismo  que  asi. 

•1  Lengua,  idioma,  dialecto. 


APÉNDICE    H.  261 

E  maravillóse  el  Rey  de  su  saber  granado. 

Dijo  el  Rey  á  Yusuf :  «Ruégote,  hermano, 
Que  me  cuentes  el  sueño  que  te  dijo  mi  escanciano, 
Que  lo  oiga  de  tu  lengua,  y  sea  yo  alegrado, 

Y  adrezarémos  nuestras  cosas ,  seyendo  yo  librado.» 

Y  dijo  Yusuf  al  Rey:  «Encomiéndote  al  Criador, 
Que  de  aqueste  sueño  habrás  muy  grande  honor; 
Mas  tú  has  menester  de  hombre  de  corazón 

Que  ordene  la  tu  facienda  y  la  guie  con  valor. 

»Mas  adreza  tu  facienda  como  yo  te  he  fablado, 
Que  el  pan  de  la  tierra  todo  seya  alzado, 
El  de  los  años  buenos  para  el  tiempo  afortunado, 
Que  de  sede  é  de  fambre  todo  el  mundo  sea  aquejado. 

»Verná  toda  la  gente  en  los  tiempos  faltos, 

Y  mercarán  el  pan  de  los  tus  alzados 
Por  oro  y  plata  y  cuerpos  y  algos, 

De  manera  que  serás  señor  de  altos  y  de  bajos.» 

Y  el  Rey,  cuando  esto  oyera  ,  comenzó  de  pensar; 
Yusuf,  como  le  vido,  volvióle  á  tablar 

Y  dijole  :  « En  eso  no  pensédes  que  Alláh  lo  ha  de  librar, 
Que  yo  habré  de  ser  quien  lo  habré  de  guiar.» 

Dijo  el  Rey : « Oh  amigo ,  y  cómo  me  has  alegrado, 
Yo  te  lo  agradezco ,  de  Alláh  ende  habrás  grado, 
Que  tú  serás  aquel  por  quien  se  ensalzará  el  condado, 

Y  que  de  hoy  adelante  te  dejo  el  reinado; 
«Porque  tú  perteneces  mandar  el  reinado, 

Y  á  toda  la  gente,  ivierno  y  verano ; 
Todos  te  obedeceremos,  el  joven  y  el  cano, 
Como  las  otras  gentes  quiero  ser  de  grado. 

¿Porque  tú,  lo  mereces,  de  Alláh  te  venga  guianza;    ;' 
Pero  ruégote,  amigo,  que  seyasen  amiganza 
Queme  vuelvas  mi  reino  y  non  pongas  dudanza 
Al  cabo  de  dicho  tiempo,  non  finques  con  mal  andanza. 

»Con  aquesta  condición ,  que  te  quedes  en  tu  estado," 
Como  rey  en  tu  tierra ,  mandando  y  sentenciando ; 
Que  asi  lo  mandaré  hoy  por  todo  el  reinado , 
Que  no  quiero  yo  ser  ya  mas  rey  llamado.» 

Y  placióle  á  Yusuf  y  húbolo  de  otorgar, 
En  el  sitio  del  Rey  luego  se  hubo  de  sentar, 

Y  mandó  el  Rey  á  la  gente  delante  del  humillar, 
Firmemente  lo  guardaban  como  lo  debian  far. 

Y  cuando  vido  Yusuf  la  luna  prima  y  delgada 
En  el  sino 3-  que  se  iba  con  planta  apresurada , 
Que  dentraban  los  años  de  ventura  abastada, 
Mandó  juntar  la  tierra  y  toda  su  compaña. 


*2  Está  por  signo. 


262  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Y  de  que  fueron  llegados  todos  sus  vasallos, 
Fizóles  á  saber  por  qué  eran  llegados ; 

Que  se  fuesen  á  sembrar  los  bajos  y  altos, 
Que  sembrasen  toda  la  tierra ,  valles  y  galachos. 

Y  fuéronse  á  sembrar  todos  con  cordura , 
Así  como  mandaba  su  señor  de  natura, 
Venian  redoblados  con  bien  y  con  ventura, 
Y,  maravilláronse  de  su  sabencia  pura. 

Y  luego  mandó  Yusuf  á  todos  sus  maestros 
Que  ficiesen  graneros  de  muy  grandes  peltrechos, 
Muy  anchos  y  largos,  de  muy  fuertes  maderos, 
Para  adalzar  el  pan  de  los  tiempos  certeros. 

Nunca  vieron  los  hombres  estancias  tamañas, 
Unas  encima  de  otras ,  que  semejaban  montañas , 

Y  mandó  segar  el  pan  ansí  entre  dos  tallas, 

Y  ligar  los  fachos  con  cuerdas  delgadas. 

Y  facíalos  poner  en  los  graneros  atados, 
Ansí  con  sus  espigas  que  fuese  bien  guardado, 
Que  no  y  cayese  polilla  ni  nada  hubiese  cuidado, 
Cada  año  lo  fizo  ansí  facer,  y  ficiéronlo  de  grado. 

E  tanto  llegó  del  pan,  que  no  le  fallaban  cuantía, 
E  cuando  vido  la  luna  en  el  sino  que  se  iba , 
Que  dentraba  la  seca  de  muy  mala  guisa, 
Mandó  que  no  sembrasen  después  de  aquel  dia, 

Fasta  que  pasasen  otros  siete  años  cumplidos, 
Que  de  sete  é  de  fambre  serian  fallecidos , 
E  no  hí  habia  aguas  de  cielo  nin  de  rios , 
Ansí  como  lo  dijo  Yusuf,  así  fueron  venidos. 

Y  puso  el  Rey  fieles  para  su  pan  vender, 
Buenos  é  verdaderos,  según  el  su  saber, 

E  mandó  que  diesen  el  drecho,  ansí  lo  manda  facer, 
E  precio  subido  por  el  que  fiz  prender. 

E  mandó  á  sus  fieles  que  vendiesen  de  grado 
El  uno  á  los  de  la  tierra,  y  el  otro  á  los  de  fuera  del  reinado, 
A  cada  guno  demandasen  nuevas  de  dó  eran  privados, 
O  si  eran  de  la  tierra,  que  no  les  diesen  recabdo. 

Que  á  pocos  de  dias  las  tierras  fueron  vacías 
De  todo  el  pan  é  mercaderías, 
E  no  ya  y  habia  que  comer  en  cibdades  ni  en  villas, 
E  mercaba  de  Yusuf  el  que  sabia  las  guaridas. 

Los  primeros  años  con  dinero  é  mobla  33  mercaron, 
Levaron  plata  é  oro,  é  todo  lo  acabaron, 
E  luego,  empues  de  aquello,  la  criazón  gastaron, 
E  non  les  bastó  aquello,  que  mucha  res  ya  llevaron. 

Que  al  seteno  año  vendieron  los  cuerpos, 

33  Bienes  muebles. 


APÉNDICE    H. 
E  fueron  lodos  cativos,  todos  vivos  é  muertos, 
E  todo  volvió  al  Rey,  las  tierras  élos  pueblos, 
E  extendióse  la  fambre  en  reinos  extranjeros. 

Pues  cuando  lo  vido  Yusuf  todo  á  su  mandar, 
E  todos  los  cativos  que  podia  vender  ó  dar, 
Volvióse  al  Rey  é  l'uéle  á  fablar, 
Dijo  :  «¿Qué  te  parece,  Rey,  de  lo  que  me  has  visto  far?» 

E  dijole  el  Rey :  « Tú  harás  por  el  reinado, 
Porque  tú  mereces  mandar  el  condado. 
Porque  tú  perteneces  mandar  el  reinado; 
Que  yo  no  quiero  ser  ya  mas  rey  llamado. » 

Dijo  Yusuf  al  Rey  aquesta  razón  : 
«  Ya  fago  franco  á  todos  é  quito  con  honor, 
Y  á  tí  tu  reismo 3i  con  todo  señor.  — 
La  hora,  dijo  el  Rey  ,  eso  no  seria  razón; 

»Que  no  me  lo  consintiria  el  mi  corazón, 
Que  tan  noble  sabencia  fuese  á  baldón, 
Antes  de  hoy  adelante  quiero  que  tu  seyas  señor.» 

35 

E  cuando  Yusuf  vido  la  fambre  apoderada  , 
Que  por  toda  la  tierra  era  tan  recargada, 
Entendió  que  á  tierra  de  su  padre  seria  llegada, 
Puso  ya  regimiento  cómo  la  nueva  fuese  arribada. 

Mas  á  pocos  de  dias  la  fambre  fué  llegada 
A  tierras  de  Yacop  é  de  su  barba  honrada , 
Tenia  mucha  gente  é  una  moyer  guardada , 
Todos  á  su  propia  costa  é  bien  apoderada. 

Dijo  Yacop  :  «Filhos,  yo  be  sentido 
Que  en  tierras  de  Egito  hay  un  rey  cumplido, 
Bueno  é  verdadero,  franco  y  entendido, 
E  tiene  mucho  pan  partido  é  vendido. 

«Querría  que  tomásedes  deste  nuestro  haber, 
E  que  fueseis  luego  ad  aquel  rey  á  ver, 
Contadle  nuestra  cuita,  é  querrá  vos  creyer, 
Con  la  ayuda  de  Alláh  querrá  á  vos  vender.» 

Dijieron  sus  lilhos:  «Plácenos  de  grado; 
Iremos  á  veyer  ad  aquel  rey  honrado, 
E  veremos  la  su  tierra,  é  también  el  su  reinado, 
E  con  la  ayuda  de  Alláh  él  nos  dará  recabdo. » 

De  que  llegaron  á  la  tierra  avistada 
Preguntaron  por  el  Rey  dó  era  su  posada; 
Dijo  un  escudero :  «  Aquí  es  la  su  morada, 
Yo  vos  daré  del  pan  é  también  de  la  cebada ; 

»  Que  yo  soy  fiel  del  Rey,  que  vendo  el  pan  alzado 

3*  Derechos  reales,  regalia. 
35  Parece  fallar  un  verso. 


264  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

A  los  de  fuera  del  reino ;  á  los  otros  no  me  es  mandado; 
Decidme  de  dónde  sois,  é  libraros  he  de  grado, 
Ca  si  sois  de  aquesta  tierra,  non  vos  daré  recabdo. 

Decidme  de  dónde  sois  ó  de  qué  lugar, 
Porque  podcis  ansi  d'aqueste  pan  levar, 
E  daré  á  cada  guno  cuanto  queráis  mercar, 
Segunt  el  dinero  lo  haré  yo  mesurar. 

Y  ellos  le  dijieron  todos  sus  dictados 

E  la  tierra  de  do  eran,  é  cómo  eran  hermanos, 
Filhos  de  Yacop  é  de  Isac,  muy  amados 
En  Jerusalen,  allí  do  eran  fincados. 

E  dentro  el  escudero  al  Rey  é  contóle  la  razón, 
E  de  qué  logar  eran  é  de  cuál  morgón, 
Filhos  de  profeta  é  de  buena  generación; 
«  Señor,  si  tú  lo  mandas,  librarlos  he  con  amor. » 

E  mandó  el  Rey  que  entrasen  delante  del  privado, 
E  que  los  diesen  á  comer  del  mayor  pescado, 
E  que  los  guardasen  por  todo  el  reinado, 
E  no  los  dejasen  ir,  é  toviesen  su  mandado. 

Y  el  Rey,  como  los  vido,  hobo  placer  con  ellos, 
E  mandóse  adrezar  luego  de  vestidos  bellos, 

Mil  caballeros  al  costado  esquerro,  mil  al  drecho, 
De  una  parte  placer,  de  otra  gran  despecho. 

Los  vestidos  que  traia  eran  de  gran  valor, 
Eran  de  oro  é  de  seda,  é  de  fermosa  labor, 
E  traia  piedras  preciosas ,  de  que  salia  claror, 
Mas  traia  algalia  é  muy  rico  golor. 

E  mandó  que  dentrasen  á  veyer  su  figura, 
E  diéronle  salvación  ,  según  su  catadura, 
E  mandólos  asentar  con  bien  y  apostura, 
Maravilláronse  mucho  de  su  buena  mesura. 

Ellos  estando  en  piedes  y  el  Rey  posado, 
Hételos  al  Rey  fieramente  catando, 
Ellos  no  se  dudaban  nin  de  habían  cuidado, 
Tratábalos  el  Rey  con  amor  é  de  grado. 

E  de  que  vieron  al  Rey  bella  su  catadura, 
Yúdasdijo:  « Hermanos, oid  mi  locura; 
Temóme  de  este  rey  y  de  su  encontradura, 
Ruguémosle  luego  nos  envié  por  mesura.» 

Por  mucho  que  le  dijieron,  él  no  lo  quiso  far, 
Fasta  el  tercero  día  allí  los  fizo  estar, 
Fizóles  mucha  honra,  cuanta  les  pudo  far, 
Ansí  como  á  filhos  los  mandaba  guardar. 

La  mesura  del  pan  de  oro  era  obrada, 
E  de  piedras  preciosas  era  estrelada, 
E  era  de  ver  toda  con  tal  guisa  enclavada, 
Que  facia  saber  al  Rev  la  verdad  apurada. 


APÉNDICE    II.  265 

Dijoles  el  Rey,  nuevas  les  demandaba, 
La  mesura  en  su  mano,  que  se  la  meneaba, 
Diciéndoles  el  Rey  que  mirasen  lo  que  hablaban, 
Que  si  decían  mentira  ella  lo  declaraba. 

Quien  con  el  Rey  habla  guárdese  de  mentir, 
Ni  en  su  razón  non  quiera  mentir, 
Porque  cuando  lo  facia  hacíala  retiñir, 
Y  ella  le  decia  verdad  sin  cuentradecír. 

Díjolesel  Rey:  «¿De quién  sedes  fllhos, 
O  de  qué  linaje  sedes  venidos? 
Veos  yo  de  gran  fuerza,  fermosos  é  cumplidos , 
Quiero  que  me  lo  digádes,  é  seremos  amigos.» 

Ellos  le  dijeron:  «Nosotros,  Señor, 
Somos  de  profeta,  creyente  al  Criador ; 
De  Yacop  somos  filos,  creyente  al  Criador, 
E  venimos  por  pan  si  hallamos  vendedor.» 

E  firió  el  Rey  en  la  mesura  é  fizóla  sonar, 
Pónela  á  su  orelha  por  oir  é  guardar, 
Díjoles  el  Rey,  é  no  quiso  mas  dudar  : 
«Según  dice  la  mesura ,  verdad  puede  estar.» 

Díjoles  el  Rey  :  «¿Cuántos  sos,  amados?» 
Ellos  le  dijieron  :  «Eramos  dose  hermanos, 
Al  uno  se  comió  el  lobo,  según  nos  cuidamos, 
E  el  otro  queda  con  él,  su  amor  acabado.» 

Díjoles  e!  Rey:  «Prometo  al  Criador, 
Sino  por  acatar  á  vuestro  padre  é  señor, 
Yo  os  tendría  presos  en  cadena  con  dolor, 
Mas  por  amor  del  viejo,  enviaros  he  con  honor.» 
Ellos  dijieron:  «Señor,  rogárnoste  en  amor, 
Por  el  Señor  del  mundo,  que  te  dio  honra  é  valor, 
Nos  quieras  enviar  á  nueso  padre  é  señor, 

Y  habrás  gualardon  é  merced  del  Criador. 

»E  non  cates  á  nos  mas  al  viejo  de  nueso  padre, 
Porque  es  hombre  muy  viejo  é  flaco  en  verdad, 
Que  si  tú  le  conocieses,  querríasle  honrar, 
Porque  es  hombre  muy  sano  é  de  buena  voluntad. 

»  —  Yo  no  cato  á  vosotros ,  mas  á  quien  debo  mirar 
E  aquel  hombre  bueno  que  me  venídes  á  rogar, 
Alláh  me  traiga  en  tiempo  que  yo  lo  pueda  honrar, 
Que  como  face  filho  á  padre,  yo  así  lo  quiero  far.  ' 

«Saludadme  al  viejo,  á  vueso  padre  el  cano, 

Y  que  me  envié  una  carta  con  el  chico,  vueso  hermano, 
E  qué  fué  de  su  tristeza  que  ha  tornado  en  vano; 

E  si  aquesto  olvidáis,  no  os  daremos  grano.. 

»Mas  en  vosotros  no  me  fio  ni  me  caye  en  grado, 
Mas  porque  á  mí  seya  cierto,  quede  el  uno  restado 
Hasta  que  venga  la  carta  con  el  chico,  vueso  hermano, 


266  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Yen  esto  echad  suertes  cuál  quedará  arrestado.» 

E  cayó  la  suerte  á  uuo  que  decían  Simeon, 
El  que  cortó  la  soga  á  Yusuf  la  sazón 
Cuando  lo  echaron  en  el  pozo,  y  cayó  allí  el  varón, 
E  hubo  de  fincar  ende  con  la  dicha  condición. 

E  luego  el  Rey  mandó  la  moneda  dellos  ser  tomada, 
E  luego  á  cada  uno  en  su  jaco  ligada, 
E  ellos  no  se  dudaban  nin  de  habian  cuidado, 
Fizólo  el  Rey  porque  tornasen  de  grado. 

Y  espidiéronse  del  Rey,  é  vinieron  muy  pagados, 
E  contaron  al  su  padre  del  Rey  é  sus  condados, 
Que  nunca  vieron  tal  rey,  é  de  tantos  vasallos 
E  de  buena  manera  é  de  consejos  sanos. 

E  que  se  verificaba  en  todo  su  afer 36 
A  su  padre  Yacop,  en  honra  é  saber, 
Quien  no  lo  conociese  é  lo  fuese  á  ver, 
Entendería  que  es  profeta  ,  é  habrialo  á  creyer. 

Desataron  los  sacos  del  trigo,  é  hubieron  catado, 
Fallaron  la  cuantía  que  hubieron  llevado; 
Dijeron  á  su  padre  :  «Este  es  hombre  abonado, 
Que  sobre  toda  la  honra  la  cuantía  nos  ha  tornado. 

»Mas  sepádes,  padre,  que  él  os  envia  á  rogar 
Que  le  enviés  á  vuestro  filho,  é  non  le  queráis  tardar, 
Con  una  carta  escripia  de  todo  vueso  afar. 
Padre,  si  no  nos  lo  dádes,  no  nos  cabe  mas  tornar. 

»Ni  nos  dará  del  pan  ni  seremos  creídos ; 
Padre,  si  nos  lo  dádes  seremos  guaridos; 
Tememos  nuestra  fe  é  seremos  creídos, 
E  trairémos  del  pan  é  ganaremos  amigos. » 

Dijoles  el  padre  :  « No  lo  podría  mandar; 
Este  es  mi  vida,  é  con  él  me  he  de  conhortar, 
Ni  en  vosotros  yo  non  quiero  mas  Dar. 
Porque  antes  de  agora  me  hobiestes  á  falsar. 

«Cuando  Devastes  á  Yusuf  é  no  me  lo  tornastes, 
Quebrantastes  vuestra  fe  é  vuestros  homenajes, 
Perdisles  á  mi  filho  como  desleales, 
Yo  me  quiero  guardar  de  todas  vuestras  maldades. » 

Por  mucho  que  le  dijieron,  él  no  lo  quiso  far, 
Ni  por  ninguna  via  lo  quiso  otorgar; 
Hobiéronse  de  sofrir,  é  no  ya  quisieron  tornar, 
Fasta  que  el  pan  fué  comido,  é  no  ya  habia  que  amasar. 

E  la  hora  tornaron  á  su  padre  á  rogar 
Que  les  diese  á  su  hermano  é  los  quiera  guiar; 
Que  al  buen  Rey  prometieron  de  sin  él  no  tornar, 
E  qu'ellos  lo  guardarían  sin  ninguna  crueldad. 

36  Lo  mismo  que  afar,  del  francés  nfaire. 


APÉNDICE    H.  267 

Tanto  le  dijieron  é  le  fueron  á  rogar, 
Que  viendo  la  gran  fortuna ,  hóbolo  de  otorgar, 

Y  ellos  le  prometieron  de  muy  bien  le  guardar 
E  de  no  volver  sin  él  jura  le  fueron  á  far. 

Y  á  uno  de  sus  filhos  tizo  facer  un  escripto , 
En  el  cual  decia:  «  A  tú,  rey  de  Egipto, 
Salud  é  buen  amor  de  Yacop  el  tristo  ,■ 
Yo  te  agradezco  é  tu  fecho  é  tu  dicto. 

»  A  lo  que  me  demandas  ,  qué  fué  de  mi  estado  , 
Sepas  que  mi  vejez  é  mi  bien  he  logrado , 
O  lami  ceguedad,  que  ya  soy  quebrantado, 
Primeropor  pavor  del  Criador  honrado, 

»E  por  Yusuf,  mi  ülho,  parte  de  mi  corazón , 
Aquel  que  era  fuerza  de  mí  en  toda  sazón  , 

Y  era  mi  amparo ,  é  perdilo  sin  razón, 

No  sé,  triste ,  si  es  muerto  ó  vivo  en  prisión. 
»  Entiendo  que  soy  majado  del  Rey  celestial ; 

Y  ansí ,  que  deste  mi  ülho  tomes  mancilla  é  pesar , 
E  lo  que  yo  te  ruego ,  como  á  rey  natural , 

Que  me  vuelvas  á  mi  filho ,  ca  por  él  soy  yo  mortal. 

»  Que  si  no  por  este  filho ,  yo  ya  seria  finado ; 
Que  él  me  daba  conhuerto  de  Yusuf,  el  mi  amado, 
Yo  te  lo  envió  en  fe  que  me  lo  tornes  privado, 
Enguárdete  el  Alláh,  señor  apoderado.» 

De  que  la  caria  fué  fecha ,  dijolos  él  de  grado : 
«Filhos  ,  los  mis  filhos,  complid  el  mi  mandado; 
No  dentreis  por  una  puerta ,  mas  por  muchas  privado, 
Porque  seria  mejor,  porque  ansí  lo  he  probado.» 

Despidiéronse  de  su  padre,  é  fueron  con  alegría; 
Caminaron  todos  juntos  la  noche  y  el  dia, 
E  llegaron  á  la  cibdad  con  la  calor  del  dia ; 

Y  el  Rey,  como  lo  supo,  hubo  gran  mejoría. 

E  mandóse  adrezar  el  Rey  de  ricas  vestiduras, 

Y  á  toda  su  gente  muy  ricas  cabalgaduras, 
Enbalsamienta  de  oro  é  safomerios  de  gran  mesura , 
De  diversas  maneras,  y  olores  de  gran  altura. 

Cuando  fué  acabado  lo  que  el  Rey  hobo  mandado, 
Mandó  que  dentrasen  delante  de  él  privado , 
Yr  cuando  ellos  iban  por  la  corte  dentrando, 
Echóles  palmas  el  chico  en  las  loores  de  grado, 

E  besóles  por  su  cara  é  por  su  vestidura; 
Rebtábanlo  los  otros  que  hacia  gran  locura , 
Diciendo:  «¿Qué  haces,  loco,  de  sin  cordura? 
¿Entiendes que  por  tí  han  puesto  aquesta  fermosura?  » 

Díjoles:  «  Hermanos,  ruégoos  no  vos  quejédes; 
Oid  mi  razón,  que  luego  la  sabrédes; 
Mas  conviéneos ,  hermanos ,  que  os  aparejédes , 


268  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Porque  entienda  el  Rey  que  parientes  buenos  tenédes.» 

E  conocieron  todos  que  tenia  razón, 
Tomaron  su  consejo  como  de  buen  varón  , 
E  fueron  delante  el  Rey  con  buena  condición, 
De  parte  del  padre  era  la  su  generación. 

Tanto  era  el  Rey  de  apuesto  ,  que  no  lo  conocían; 
Unos  certificaban,  y  otros  no  podian  , 

Y  el  Rey  se  sonrió,  é  dijo  qué  querían 

O  de  qué  tierra  eran,  que  buena  gente  parecían. 

Y  ellos  le  dijeron  del  afar  pasado , 
De  cómo  traían  la  carta  con  el  chico  su  hermano ; 
Ansí  como  prometieron,  con  homenaje  dado 
Pusiéronle  delante  é  placióle  de  grado. 

Traía  con  él  una  carta  escreipla, 
Del  estado  de  su  padre  é  de  su  vida  feita ; 
El  Rey,  cuando  la  leyó,  lloró  con  gran  mancilla, 

Y  encubrióse  de  los  otros,  que  ellos  no  lo  vían. 

E  luego  mandó  el  Rey  á  todos  sus  menesteres, 
De  embasillamiento  de  oro  que  henchiesen  las  mesas, 
E  otras  tantas  de  plata  de  diversas  maneras  , 
E  mandóles  asentar  á  que  comiesen  en  ellas. 

E  de  que  fueron  sentados,  mandó  que  los  sirviesen  , 
E  mandó  el  Rey  que  de  dos  en  dos  comiesen , 
Ansí  como  nacieron ,  que  ansí  lo  Hiciesen , 
Porque  á  él  le  parecía  que  no  se  ende  estoviesen. 

De  que  vieron  de  comer  entre  dos  una  escodilla , 
Hubo  de  fincar  el  chico  con  su  mano  en  la  mejilla , 
Porque  fincaba  solo,  triste  con  mancilla, 
Por  tristeza  de  su  hermano ,  que  eran  de  una  nacida. 

E  vedósele  el  comer ,  por  dolor  de  su  hermano , 
Porque  cada  guno  comía  con  su  par  cormano , 
Llorando  con  tristeza ,  y  él  su  meollo  vano  , 
E  dejó  de  comer  el  buen  filho  del  cano. 

Cuando  aquesto  hobieron  techo  ,  cayó  amortecido  , 
E  el  Rey ,  cuando  lo  vido,  á  él  fué  arremetido ; 
Tomólo  de  la  mano,  é  honrólo  el  valido. 

37. 

Dijo  el  Rey :  «  Amigo ,  ¿quién  te  ha  ferido  ?  » 
Dijo  él:  « Vos  sos ,  señor  cumplido , 
Que  me  membrastes  á  mi  hermano  el  bellido , 
El  cual  mi  corazón  no  lo  echó  en  olvido.  i> 

Dijo  el  Rey :  «  Amigo ,  ¿  quiérasme  perdonar , 
Que  yo  no  sabia  quién  eras  ni  de  qué  lugar"? 
Pues  que  tú  fincas  solo,  habréte  de  acompañar 
En  lugar  de  tu  hermano,  con  tú  quiero  yantar.» 

*7  Parece  faltar  un  verso. 


APÉNDICE    H.  269 

Sirvióle  el  Rey  de  muy  buena  voluntad, 
E  mandó  que  le  parasen  mesa  de  gran  beldad , 
Que  quiere  comer  con  él,  que  le  había  piedad. 
Tanta  fué  la  bondad  del  Rey,  y  honra  que  le  fué  á  dar, 

Que  le  quitó  la  ira  ,  é  comió  con  él  de  grado; 
Sus  hermanos ,  que  lo  vieron  ,  tomaron  mal  cuidado ; 
E  por  invidia quisieran  haberlo  matado; 
Diciendo  unos  á  otros :  «  Aqueste  nuestro  hermano 

»Allá  con  nuestro  padre  luego  fará  grandía, 
De  que  seremos  en  nuestra  tierra  éél  todavía. 
— Yo  comi  con  el  Rey  porque  lo  merecía , 

Y  aquestos  á  mis  piedes  de  noche  é  de  dia. — » 
Díjole  el  Rey  si  habia  mover  é  filho; 

Y  él  le  dijo:  «He  moyercon  tres  niños; 

Por  deseo  de  Yusuf ,  púseles  nombres  piadosos , 
Al  cual  mi  corazón  no  le  echa  en  olvido. 
»  Al  uno  dicen  Lobo ,  y  al  otro  dicen  Sangre , 

Y  al  otro  dicen  Yusuf,  filho  de  buena  madre , 
Esto  porque  dijieron  mis  hermanos  á  mi  padre 
Que  el  lobo  maldito  en  Yusuf  se  fué  afartado. 

»  Trajeron  en  sangre  la  su  camisa  clara , 
E  yo  con  aquestos  nombres  no  olvido  su  cara; 
No  lo  olvido  ni  de  noche  ni  de  dia  encara  38, 
Porque  él  era  mi  vida  é  era  mi  ampara. 

*  Nacimos  dambos  juntos  en  el  vientre  de  mi  madre , 

Y  húbose  de  perder  en  el  tiempo  de  mi  padre; 
No  sé ,  triste ,  si  es  muerto  ó  vivo  en  tierra  ó  mare, 
Habéismelo  mandado,  é  tícísteme  pesare.» 

Y  aquejósele  al  Rey  á  la  hora  el  corazón , 

Y  quiso  echar  voces  j  encubrir  la  razón , 

Y  tomólo  de  la  mano  y  apartólo  á  un  rincón ; 

Y  díjole  el  Rey  y  hablóle  como  varón. 
Díjole  el  Rey:  «¿Conócesme,  escudero?» 

Y  él  le  dijo :  «No ,  á  fe  de  caballero.» 

Dijo:  «  Yo  soy  Yusuf,  yo  soy  tu  hermano  certero.» 

Y  abrazáronse  dambos  y  andarían  un  mulero. 
Tanto  tomó  del  gozo  con  Yusuf  su  hermano, 

Que  cayó  amortecido  el  su  meollo  vano ; 

Y  el  Rey  ,  como  le  vido ,  tomóle  de  la  mano. 
Díjoles:  «  No  hayas  miedo  mientras  yo  seya  sano.» 

Apartólo  el  Rey ,  y  díjole  esta  razón : 
«Yo  quiero  que  finques  con  mí  en  toda  sazón ; 
No  lo  sabrá  ninguno,  muyer  ni  varón ; 
Yo  hacerlo  he  con  buen  arte  é  muy  buena  razón. 

»  E  por  farlo  mas  secreto ,  te  fago  sabidor,. 


38  Lo  mismo  que  aun. 


270  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Porque  non  hayas  miedo  ni  ninguna  temor ; 
Yo  mandaré  meter  la  mesura  de  valor, 
Dentro  en  el  tu  saco ,  y  esto  por  tu  amor. » 
Ninguno  sabia  del  Rey  la  poridad  , 

Y  envióles  á  todos  de  buena  voluntad  ; 
Caminaron  todos  juntos ,  toda  la  hermandad , 
Ed  allí  oyeron  voces  de  gran  crueldad. 

E  paráronse  todos  á  ver  qué  querían  , 
E  vieron  que  era  el  Rey  con  gente ,  que  corrían , 
Disiendo :  «¡Guardaos,  traidores,  que  habéis  hecho  falsía! 
Mala  obra  obrastes  al  Rey  todavía.» 

Quedáronse  todos  cada  gimo  espantado 
Del  dicho  que  oyeron  á  tan  mal  airado; 
E  dijieron  todos:  «Aun  ganádes  gran  pecado, 
De  llamarnos  ladrones  no  siéndonos  probado. 

»  Decidnos ,  ¿qué  querédes  ó  qué  demandádes , 
O  qué  os  han  furtado ,  que  ansí  os  aquejádes?» 
E  ellos  les  dijieron  :  « La  mesura  vos  tomastes, 
La  que  decía  al  Rey  todas  las  verdades. 

»Déla  quien  la  tiene,  y  albricias  le  daremos 
Un  cafiz  de  trigo  del  mejor  que  tenemos.» 

Y  ellos  les  dijieron :  «  Por  la  fe  que  tenemos , 

No  somos  mal  fautores,  que  nos  non  lo  farémos. 

» No  venimos  de  natura  de  facer  desaguisados; 
No  lo  habernos  fecho  en  el  tiempo  pasado ; 
Esto  bien  sabédes,  pues  nos  lo  habéis  probado; 
Nonos  quejéis  aquejamiento  airado.» 

E  dijo  un  caballero  aquesta  razón : 
«Amigos,  si  mentédes,  ¿qué  será  en  gualardou?» 

Y  ellos  les  dijeron :  « Cativo  quede  el  ladrón , 
Al  uso  de  la  tierra  con  muy  buena  razón.» 

Ruscaron  los  sacos  del  trigo  ,  é  cada  uno  privado , 
Dejáronse  en  tal  mente  el  del  chico  atado ; 
Sus  hermanos,  de  que  lo  vieron,  tomaron  mal  cuidado, 
Porque  como  su  saco  no  lo  habian  buscado. 

Dijieron  al  Rey,  y  también  á  su  caudillo, 
Por  qué  no  habian  buscado  el  saco  de  su  hermanillo ; 
Dijieron  ellos :  «Antes  vamos  al  castillo.» 
E  ellos  uiesmos  le  buscaron  ,  é  fallaron  el  furtillo. 

E  de  que  vieron  ellos  todos  los  hermanos 
Que  era  la  mesura ,  quedaron  espantados. 
Dijieron  :  «¡Oh  hermano!  cómo  nos  has  aviltado  , 
Que  te  habé  acontecido,  quedamos  deshonrados.» 

Dijo  :  «  Hermanos,  ruégoos  no  vos  aquejédes; 
Oidme  razón  ,  que  luego  lo  verédes , 
Que  yo  culpa  no  vos  tengo ,  é  luego  lo  otorguédes ; 
No  lo  querría  far  por  cuanto  vosotros  tenédes. 


APÉNDICE    H.  271 

»Mas  acuérdeseos,  hermanos ,  cuando  failastes  la  cuantía, 
Cada  uno  en  su  saco ,  no  supiéndola  aquel  dia ; 
Si  aquello  vos  furtastes ,  de  noche  ó  de  dia , 
Ansí  he  furtado  yo  la  mesura  todavía. 

»  Si  decis  que  no  sabéis  ,  tampoco  sabo  yo , 
Que  aquesto  nunca  furté ,  ni  nunca  tal  fice  yo. » 
Sus  hermanos  ,  que  lo  vieron  ansí  razonar  , 
Luego  con  aquello  hubieron  á  sosegar  ; 

Dijieron:  «Señor,  si  ha  furtado,  nolohayasámaravella; 
Que  un  hermano  tenia  de  muy  malapelelha  ; 
Cuando  era  chico  ,  furtónos  la  cinta  bella; 
Ellos  eran  de  una  madre,  é nosotros  non  de  aquella.» 

E  sonrióse  el  Rey  dentro  en  su  corazón, 
De  la  palabra  mala  dicha  á  sin  razón. 
Díjoles  el  Rey :  «  Yo  vos  digo  la  sazón , 
Que  todos  á  mí  tenédes  trazas  de  ladrón. » 

E  mandó  que  lo  tomasen  é  lo  levasen  rastrando  , 
Mas  no  de  manera  que  lo  habia  mandado, 
Mas  porque  sus  hermanos  fuesen  certificados 
Que  lo  levaban  preso,  y  esto  mal  de  su  grado. 

Mandólo  el  Rey  levar  á  su  cámara  real 
Fasta  que  sus  hermanos  fuesen  á  yantar; 
E  cuando  fueron  idos  é  mandados  del  lugar, 
El  Rey  se  fué  aprisa  á  su  hermano  á  fablar. 

E  tomáronse  los  dos  luego  de  mano  á  mano  , 
Disiéndole  el  Rey :  «Yo  soy  Yusuf,  tu  hermano, 
El  que  fué  perdido  de  mi  padre  el  cano  , 
El  cual  por  mí  es  triste,  y  yo  por  él  no  soy  sano.» 

Mandólo  adrezar  el  Rey  de  nobles  paños  privados, 
Los  mejores  que  habia  en  todos  sus  reinados. 
Díjoleel  Rey :  «  Hermano  acabado, 
Ruégote  que  te  alegres  é  fagas  lo  que  mando. 

» Ir  he  á  nuesos  hermanos,  y  veré  en  qué  andan 
O  qué  querrán  facer  ,  é  veré  qué  demandan. » 
Cuando  el  Rey  fué  á  ellos ,  fallólos  que  pensaban , 
Tristes  é  malandantes,  con  vergüenza  andaban. 

Firió  el  Rey  en  la  mesura  ,  como  de  primero , 
El  son  escuitaba  el  buen  Rey  verdadero, 
Diséudoles:  «¿Qué  diceeste  son  certero?» 
Y  dijiéronle  ellos :  « No  lo  entendemos  á  fe  ,  caballero. 

» — Dice  aqueste  son  que  todos  habéis  pecado, 
De  treinta  años  acá  ,  que  no  os  habéis  tornado.» 
E  comenzaron  de  plorar  é  dijieron :  «Señor  honrado, 
Quiérenos  perdonar,  é  del  mayor  ende  habrás  grado. 

»E  no  cates  á  nos,  que  andamos  en  vano ; 
Mas  cata  á  nueso  padre,  que  ya  es  anciano;; 
Que  si  tú  le  conocieses  á  nueso  padre  el  cano, 


272  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Luego  le  enviaras  al  preso  nueso  hermano.» 

E  cuando  oyera  el  nombre  de  Yacop  nombrar, 
Atligiósele  el  corazón,  y  el  Rey  cuidó  llorar; 
Díjoles: « Amigos,  si  no  fuera  por  acatar 
A  vueso  padre  Yacop  ,  yo  vos  faria  matar.» 

Dijoles  el  Rey: «Id  vuesa  carrera; 
No  vos  he  menester  por  ninguna  manera ; 
Vueso  padre  me  rogó  por  su  carta  verdadera 
Que  luego  os  enviase  en  toda  manera.» 

Volviéronse  al  Rey  de  cabo  á  rogar 
Que  les  diese  á  su  hermano  é  los  quiera  guiar. 
Que  á  su  padre  prometieron  de  sin  él  no  tornar, 
E  que  tomase  al  uno  dellos,  é  lo  pusiese  en  su  lugar. 

Díjoles  el  Rey  :  «Eso  no  seria  razón , 
Que  yo  tomase  al  cativo  é  dejase  al  ladrón; 
Id  de  aquí,  no  me  enojéis  ,  que  me  hacéis  gran  sermon, 

Y  empezad  de  caminar;  que  no  habréis  mas  razón.» 
Apartáronse  a  consejo ,  en  qué  manera  farian, 

O  á  su  padre  qué  razón  le  darían  , 
O  si  por  fuerza  de  allí  lo  sacarían, 
E  la  fe  que  dieron  cómo  se  la  tendrían. 

Comenzó  de  decir  Yúdas  el  mayor : 
«Id  á  vueso  padre  é  contadle  la  razón , 
Que  su  filho  ha  furtado ,  fizónos  deshonor, 
Que  el  Rey  lo  tiene  preso  por  furto  de  grand  valor. 

¿Porque  sepádes,  hermanos,  que  yo  de  aquí  no  partiria ; 
Que  todos  le  prometimos  de  no  facerle  falsía, 
Ni  á  nueso  padre  mentir  no  se  podria; 
Fasta  que  el  Rey  lo  mande,  yo  de  aquí  no  iria. 

«Mas  fagamos  tanto ,  si  nos  cave  en  grado, 
Volvamos  al  Rey ,  é  roguémosle  privado  , 

Y  si  no  lo  quiere  facer  ,  pongamos  hí  recabdo, 
Combatiremos  el  castillo,  en  la  cibdad  entrando. 

»Yo  fallo  en  la  cibdad  nueve  barrios  granados, 

Y  el  palacio  del  Rey  es  al  un  costado, 

Yo  combatiré  al  Rey  é  matar  le  beá  recabdo, 

Y  vosotros  á  la  cibdad,  cada  uno  á  su  barrio.» 

Y  dentro  Yúdas  al  Rey,  sañudo  como  un  león , 
Dijo:«Ruégote,  Rey,  queme  dédes  un  don, 
Que  me  des  á  mi  hermano,  y  habremos  gualardon; 
Yr  si  no  lo  quieres  facer,  tomar  non  quieras  honor. 

»Que  si  echo  una  voz ,  como  face  el  cabrón  , 
No  fincará  en  la  comarca  mujer  ni  varón , 
Ni  aun  preñada,  que  no  mueva  á  la  sazón, 
Todos  amortecidos  caerán  á  baldón.» 

Díjoles  el  Rey  :  «Faced  lo  que  querrédes; 
Que  en  mal  grado  os  lo  pongo  ,  si  vos  no  lo  facédes ; 


APÉNDICE    H.  273 

Que  si  vos  sois  de  fuerza,  otros  end  fallarédes, 
Que  en  lugar  sois  agora  ó  menester  la  habrédes.» 

Yúdas  se  ensañó  del  una  saña  muy  airada, 
El  tomó  una  muela  mucho  grande  é  pesada. 
Echóla  por  cima  el  muro,  como  si  fuera  manzana  ; 
Mandóla  volver  el  Rey  á  su  lugar  sitiada. 

Allegóse  el  Rey  á  la  muela  privada, 

Y  puso  el  pié  en  el  o!ho  59,  y  echóla  muy  airada, 
Muy  alta,  por  cima  el  muro  donde  era  posada, 

E  fizólo  ligieramente  sin  la  falda  arremangada. 
Yúdas  en  aquella  hora  empezóse  de  ensanyar, 

Y  el  Rey ,  como  lo  conocía ,  dejóle  bien  hinchar, 
E  cuando  entendió  que  habia  de  vaciar 
Aseñó  á  su  filho  que  lo  fuese  á  tocar. 

E  levantóse  su  filho,  é  fuélo  á  tomar 
Delante  del  Rey  su  padre  lo  fué  á  levar, 
E  luego  la  saña  se  le  fué  á  quitar, 
E  también  la  fuerza  le  fué  á  faltar. 

Fué  á  buscar  á  sus  hermanos,  é  non  dubdó  cosa, 
«En  mi  alma  me  ha  locado  esta  criazón  donosa, 
Entiendo  que  es  criazón  de  Yacop,  esa  barba  canosa; » 
E  fuélos  á  buscar  por  la  cibdad  fermosa. 

E  cuando  Tos  falló  dijo  :  «Hermanos,  ¿quién  me  ha  tocado?» 
Ellos  le  dijieron  :  «No  no-s,  á  la  fe  ,  hermano. » 
Dijo:  «Cierto  yo  soy,  según  mi  cuidado, 
De  la  crianza  de  Yacop  anda  por  el  mercado.» 

Allí  fabló  Yahudaá  todos  sus  hermanos: 
«  Este  es  el  consejo  de  los  hombres  malos ; 
Cuando  yo  vos  decía  no  seyamos  yerrados, 
E  no  mequisistes  creyer,  caímos  en  los  lazos. 

«Cuando  yo  deria  algún  bien ,  no  me  queríais  escuchar, 
De  mi  padre  me  pasa  cuanto  me  puede  pasar , 
Roguenios  al  Criador  que  nos  haya  piedad  , 
E  también  al  noble  Rey  que  nos  quiera  perdonar. » 

Allí  fué  á  hablar  Yúdas  el  mayor: 
«Vamos  delante  el  Rey  con  muy  fermosa  razón, 
E  de  cualquiera  manera  demandémosle  perdón , 
Querría  que  fuésemos  fuera  del  reino  del  Leon.» 

E  fuéronse  al  Rey,  é  dijiéronle  esta  razón: 
«¿Quieres  acatar  primero  al  Criador 
Yá  nueso  padre  Yacop,  de  Alláh  conocedor?» 
Díjoles  el  Rey  :  «Guerra  me  hicistes  y  error. 

»Yo  os  quise  mostrar  mi  fuerza  é  mi  ventura, 
Porque  entendiésedes  todos  con  seso  é  cordura 
Que  la  nuestra  fuerza  nos  sobra  por  natura.»     * 

39  El  ojo  ó  encaje  de  la  rueda  de  molino. 

TOM.    IV.  18 


274  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

E  perdonólos  el  Rey,  y  asentóse  la  mesura. 

Ellos  estaban  alegres,  porque  el  Rey  los  ha  perdonado, 
E  dijoles  el  Rey :  «Amigos,  la  mesura  me  ha  fablado  ; 
E  dice  que  ad  aquel  vueso  hermano  en  un  pozo  habéis  echado"; 
Yo  creo  que  lo  ficistes,  é  eso  mal  su  grado. 

»E  cuando  lo  sacastes,  por  mal  precio  fué  vendido, 
Dísteslo  por  veinte  dineros,  como  mozo  abatido. — 
Rogárnoste,  Señor,  que  seamos  creídos, 
No  creyas  tales  malezas  ,  de  tal  parte  no  venimos. v 

E  sacó  el  Rey  una  carta  que  tenia  en  alzado, 
Escripia  en  hebraico  del  tiempo  pasado; 
De  cómo  lo  vendieron  é  lo  hubieron  mercado, 
Guardada  la  tuvo  el  valido  fasta  daquel  estado. 

Yúdas  tomó  la  carta  é  leyó  los  dictados, 
Llorando  de  sus  olhos,  todos  maravillados; 
Diciendo:  «¿Quién  dio  estacarla  al  Rey  en  sus  manos?» 
Dijoles  el  Rey:  «Non  seyádes  dudados.» 

Dijieron:  «Señor,  aquesta  es  la  carta 
Del  cativo  que  temarnos,  é  dimosla  por  falsa.» 
Yúdas  leyóla  toda  de  sin  falta; 
Dijoles  el  Rey :  «Sois  de  muy  mala  casta.» 

E  Crió  el  Rey  en  la  mesura  como  de  primero, 

Y  el  son  escuilaba  el  buen  Rey  verdadero, 
Disiéndoles  enpues :  «Dice  este  son  certero 
Que  aquel  vueso  hermano  es  vivo  é  caballero. 

«Además  siniíica  que  él  cierto  non  es  muerto, 
E  que  aun  vendrá  con  muy  gran  conhuerto  , 
E  dirá  á  todas  las  gentes  los  que  se  habian  vuelto, 

Y  á  todos  los  de  la  tierra  los  que  le  han  fecho  tuerto. 
»E  dirá  aqueste  son ,  que  todos  sois  pecadores, 

E  que  á  vueso  padre  hicisteis  malas  labores, 

Y  que  es  la  su  tristeza  por  los  vuesos  yerrores, 
Cada  dia  le  entristecédes,  como  facen  traidores.» 

Y  el  Rey,  cuando  aquesto  vido  ,  llamó  á  sus  privados  , 
Que  veniesen  los  ferreros  é  les  cortasen  las  manos, 

Y  ellos,  desque  los  vieron  con  cuchillos  y  mazos, 
Dijieron:  «Perdidos  somos  por  nuesos pecados.» 

E  dijieron  al  Rey :  «Si  nosotros  lo  viésemos, 
La  tierra  que  él  pisase  lodos  la  besaremos  ; 
Mas  conviénenos  que  nos  remediemos 
E  mejoremos  ventura,  é  lodos  escaparemos.» 

E  perdonólos  el  Rey,  pues  que  conocieron 
Que  andaban  yerrados,  é  se  arrepintieron , 
E  ficieron  buenas  obras,  é  ansí  lo  prometieron, 
E  fueron  á  su  padre,  é  grande  alegría  ficieron. 

Allí  se  fué  á  quedar  Yúdas  é  Simeon, 

Y  no  fueron  á  su  padre  mas  de  ocho,  non , 


APÉNDICE    H.  275 

Y  el  padre,  cuando  los  vido,  dijo  aquesta  razón : 
«No  habédes  vergüenza  de  mujer  ni  de  varón. 

«¿Qué  son  de  vuesos  hermanos,  el  mayor é  menor, 
Candela  de  mis  olhos,  que  por  él  soy  con  dolor?» 
Dijiéronle :  «Padre  ,  la  mesura  furló  al  Emperador, 
El  Rey  lo  habria  muerto,  sinon  fuera  por  tu  amor. 

»Y  quedan  por  tu  vergüenza  Yúdas  y  Simeon, 
Non  quisieron  venir  por  ninguna  razón.» 
E  dijoles  el  padre :  «Venídes  con  traición , 
De  guisa  farédes  que  non  de  quedará  morgón. 

»Cadadia  menguádes,  é  crece  mi  tristura , 

Y  aun  tesliguádes  firmemente  en  locura 
Que  mi  filho  furto  al  Rey  la  mesura.» 

Y  dijiéronle :  «Padre,  lo  que  vimos  es  cierto  todavía.» 
E  fizóles  una  carta  para  daquel  rey  honrado; 

Enviábale  á  decir  que  buscasen  á  su  hermano, 
A  Yusuf  el  chico,  el  malaventurado  , 
Por  do  quiera  que  pasasen  siempre  preguntando. 
Y  dijiéronle:  «Padre,  volved  en  vuesa  cordura, 
Agora  no  os  hí  mentédes  de  muertos  sin  figura. » 
Díjoles:  «Faced  lo  que  yo  mando;  que  yo  sé  déla  altura 
Lo  que  vosotros  no  sabéis ,  de  buen  Señor  de  natura  í0.» 


Núm..  2. 

Discurso  de  la  luz  y  descendencia  y  linaje  claro  de  nuestro  cau- 
dillo y  bienaventurado  anaví '  Muhamad,  compuesto  y  acopilado 
por  el  siervo  y  mas  necesitado  de  su  perdonanza ,  Muhamad 
Rabadán,  aragonés,  natural  de  Rueda,  del  rio  de  Xalon, 
repartido  en  ocho  historias ,  y  mas  la  distinción  de  la  línea  de 
Izháq  ,  patron  del  pueblo  de  Israel.  Va  asimesmo  añadida  la 
historia  del  dia  del  juicio,  y  los  ayunos  y  azalaes 2  de  las  doce 
lunas  del  año ,  y  los  nombres  de  Alláh  en  arábigo,  y  sus  decla- 
raciones alchemiadas 3.  Fué  compuesto  el  año  de  1605  del  naci- 
miento de  lea  i. 

PRÓLOGO. 

Las  causas  mas  principales,  creyente  y  discreto  lector,  que 
rae  movieron  á  hacer  esta  copilacion,  entre  otras  muchas,  fue- 

•»o  No  hemos  podido  hallar  lo  restante  de  este  poema ,  que ,  como  se  echa  de  ver, 
está  incompleto,  aunque  no  deben  faltarle  muchas  estrofas 
1  Profeta. 

•-  Plural  de  azala,  que  es  oración. 
5  Escritas  en  aljamia  ó  lengua  de  cristianos. 
*  Jesús. 


270  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

ron  haberme  hallado  personalmente  en  muchas  pláticas  y  con- 
versaciones con  hombres  de  raro  juicio  de  nuestra  nación  y 
reino,  donde  vi  tratar  y  argüir  sobre  las  excelencias  de  nuestro 
caudillo  y  bienaventurado  profeta  Muhamad  altas  y  delicadas 
razones,  en  tin  de  las  cuales  todos  quedaban  absortos .  alaban- 
do al  sumo  Hacedor,  que  tal  especialidad  y  merced  hizo  á  los 
de  su  familia,  creyendo  y  afirmando  ser  la  mayor  y  mas  aven- 
tajada gracia  que  su  bondad  divina  ha  hecho  a  criatura  suya  en 
cielo  y  en  tierra ,  preferida  á  la  de  los  demás  navies  y  profetas, 
y  en  especial  á  la  de  lea,  siendo  resollo  de  su  Hacedor  y  en- 
gendrado sin  instrumento  de  varón ;  diciendo  que  era  grande 
lástima  no  haber  quitéb s  señalado  sobre  su  descendencia  y  ge- 
nealogía, que  trate  cual  conviene  de  esto  solo,  haciendo  men- 
ción de  la  de  Abdulmúnef  y  Héxim,  y  quedando  obscura  y  se- 
pultada toda  la  demás  genealogía;  viniendo  rectamente  des- 
de Edam  hasta  nuestro  verdadero  y  último  profeta,  de  padre 
á  hijo,  sin  interrupción  ni  atajo.  Y  como  esto  fué,  y  el  tiem- 
po andaba  tan  rompido,  y  los  pobres  muzlimes  tan  amedren- 
tados, mezclaban  la  línea  de  Izháq  con  la  de  la  Luz,  hacién- 
dolo todo  un  linaje,  ignorando  la  diferencia  que  en  ello  habia, 
y  los  qne  la  entretuvieron  y  llevaron  desde  Edam  hasta  Bráhim, 
y  de  allí  hasta  Muhamad.  Y  sobre  todo  lo  dicho ,  el  ver  la  común 
voz  y  opinion  de  los  cristianos,  que  con  tantas  veras  y  certidum- 
bre aplicaban  é  imputaban  de  botado 6  ai  justo  Izmael  y  á  toda  su 
varonía  y  linaje ,  quitándole  la  palma  del  sacrificio  y  dándola  a 
Izháq,  poniendo  objeto  en  el  buen  Abraham  y  en  nuestro  cau- 
dillo, diciendo  que  por  ser  de  línea  bastarda  no  podia  ser  pro- 
feta ;  y  aunque  la  fe  y  creyencia  estaba  refirmadísima  en  todo 
nuestro  reino  por  la  gracia  de  Alláh ,  siempre  las  tales  cosas, 
entre  la  gente  flaca  suelen  causar  tibieza ,  y  escándalo  en  los 
de  entendimiento  levantado,  en  especial  en  corazones  tan  fla- 
cos, de  amonestación  muy  limitada,  y  tan  incitados  é  induci- 
dos y  amenazados  y  punidos  de  los  bravos  alquefirinos\  que 
solo  en  esto  ponían  su  felicidad  y  gloria. 

Viendo,  pues,  una  tan  notable  ofensa  hecha  al  sol  y  luz  de 

3  Libro. 

6  Vano,  nulo. 

"  ínfleles,  descreídos. 


APÉNDICE    H.  277 

todos  los  navies,  y  caudillo  y  amparo  nuestro,  para  quien  to- 
das las  cosas  habian  sido  criadas,  siendo  él  uno  de  ellos ,  co- 
mo es  el  igualarle  con  los  demás ,  cuando  todos  los  demás  na- 
vies gustaron  y  se  gloriaron  ser  anunciadores  de  su  santo  ad- 
venimiento y  criados  por  cosa  suya ,  determiné  de  salir  á  la 
defensa  con  mi  poco  caudal ,  como  el  soldado  que  temeraria- 
mente se  arroja  á  la  pelea  y  venganza  de  un  grande  agravio 
hecho  a  su  capitán  y  caudillo ;  mas  adornado  de  su  buen  celo 
que  de  sobradas  fuerzas,  con  acuerdo  y  auxilio  de  los  sobre- 
dichos ,  y  sobre  todo,  con  el  amparo  y  auxilio  de  su  divina  bon- 
dad, que  ayuda  y  da  esfuerzo  á  los  buenos  propósitos ,  acu- 
diendo á  lo  que  su  divina  Alteza  nos  manda,  que  sea  su  santa 
ley  enseñada  á  todo  el  mundo,  y  el  nombre  de  su  naví  y  sus  de- 
cretos defendidos  con  armas  ó  como  mejor  se  pueda,  y  su  adin  8 
ensalzado  y  mantenido.  Puse,  pues,  mano  en  esta  labor,  decla- 
rando el  fundamento,  origen  y  descendencia  de  nuestro  profe- 
ta bienaventurado ,  y  distinguiendo  la  de  ízháq  y  la  de  Izmael, 
dando  á  cada  uno  su  principio  y  discurso,  cosa  que  tan  obligados 
estamos  los  muzlimes  á  saber  y  traer  en  la  memoria ;  porque, 
como  dice  Alhacan ,  es  la  metad  de  la  creencia ,  y  la  segunda 
palabra  déla  unidad,  aprobando  con  la  misma  verdad  la  lim- 
pieza y  castidad  de  Bráhim,  y  deshaciendo  las  dudas  que  so- 
bre ello  se  podian  ofrecer ,  dando  á  Izmael  su  derecho ,  y  ale- 
grando á  los  muzlimes  con  la  mayor  gracia  y  merced  que  su 
divina  bondad  ha  hecho  á  ninguna  nación  declarada  y  paten- 
te, sin  ninguna  confusion  ni  embeleco,  en  lo  cual  he  puesto  el 
cuidado  y  trabajo  que  solo  Alláh  sabe  (él  me  sea  testigo),  bus- 
cando escripturas  y  papeles  en  diversos  partidos  y  riberas  de  es- 
te nuestro  reino,  que  ya,  por  miedo  de  la  inquisición,  estaban 
perdidas  y  ofuscadas ;  á  lo  cual  su  divina  bondad  me  dio  la  mano, 
y  de  tal  manera,  que  cosas  que  en  mi  niñez  habia  estudiado  y 
visto  por  sombra ,  en  luz  me  venían  á  la  memoria ,  y  aquello 
que  buscaba  para  conseguir  mi  propósito ,  todo  venia  á  mano 
diestra;  y  hice  la  compusicion  en  verso  llano  y  apacible,  por- 
que con  mas  suavidad  y  gusto  se  caulleven  en  la  memoria  cosas 
tan  dignas  de  ser  tratadas  y  memoradas.  Pues  si  en  esta  copila- 

&  Religion . 


278  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

cion  y  discurso  se  hallare  alguna  disonancia  ó  cosa  mal  aplicada, 
al  discreto  lector  suplico  la  corrija  y  enmiende  con  discreción  y 
prudencia ,  considerando  piadosamente  mi  buen  celo ,  pues  es 
cierto  habrá  sido  ignorancia,  de  la  cual  no  se  puede  librar  el 
mas  sabio ,  cuanto  mas  un  miserable ;  que  nadie  tanto  desea 
acertar  como  el  que  se  pone  á  cosas  semejantes.  Plegué  á  su 
divina  bondad  me  dé  gracia  para  que  á  su  divino  loor  y  en 
agradable  aplazo  y  beneficio  de  los  muzlimes  de  la  aluma 9  de 
Muhamad. 


Canto  primero  ,  eu  que  se  dedica  esle  libro  á  solo  Alláh,  criador  de  toda 
cosa. 

Canto  segundo ,  en  el  cual  se  cuenta  la  criazón  y  formación  del  mundo, 
hasta  la  caida  de  nuestros  primeros  padres. 

Segunda  historia:  habla  del  engendramiento  de  Siz,  segunda  parte  de  la 
Luz ,  y  los  que  de  él  descendieron  hasta  Nob. 

Canto  tercero:  trata  del  diluvio  de  Noh,  y  pasa  á  la  varonía  de  la  Luz 
hasta  Bráhim,  donde  se  cumplió  la  segunda  edad  del  mundo. 

Historia  de  Bráhim:  comienza  desde  su  nacimiento,  y  lo  que  le  vino  con 
el  Bey  Namerud. 

Segundo  canto  de  la  historia  de  Bráhim. 

Tercera  historia  de  idem. 

Canto  cuarto  de  la  historia  de  idem. 

Canto  quinto  de  idem  :  cuéntase  en  este  canto  la  linea  de  Izháq,  patron 
de  los  judíos  y  cristianos,  y  el  asiento  del  pueblo  de  Israel. 

Historia  cuarta  del  discurso  de  la  luz  de  Muhamad. 

Historia  de  Héxim ,  hijo  de  Abdulmunef  y  bisabuelo  de  nuestro  anaví 
Muhamad. 

Segundo  canto  de  la  historia  de  Héxim  :  trata  la  conclusion  de  su  casa- 
miento la  noche  que  envió  Héxim  á  su  hermano  Almutálib  á  visitar  á  Zalma. 

Canto  cuarto  de  la  historia  de  Héxim  :  trata  su  muerte,}'  el  nacimiento  de 
Jaibacanas. 

Historia  de  Abdulmulálib,  cuyo  nombre  se  llama  Jaibacanas,  hijo  de 
Héxim. 

Segundo  canto  de  la  historia  de  Abdulmutálib. 

Canto  tercero  de  idem. 

Canto  cuarto  de  idem. 

Historia  de  Abdulmulálib,  y  del  discurso  déla  luz  de  Muhamad. 

Segundo  canto  de  la  historia  de  Abdulmutálib. 

Historia  de  nuestro  anavi  Muhamad  :  trata  su  nacimiento. 


9  Pueblo,  nación,  gente,  congregación. 


APÉNDICE    H.  279 

Canto  segundo  de  la  declaración  del  honrado  Alcoran ,  y  las  propieda- 
des de  nuestro  anavi  Mnhamad. 

Canto  tercero :  trata  el  subimiento  de  los  cielos  y  ensalzamiento  de  los 
cinco  azalase. 

Canto  de  la  declaración  de  la  azora™  de  Alhamdulillehi. 

Canto  de  la  muerte  de  nuestro  anavi  Muhamad. 

Historia  del  espanto  del  dia  del  juicio. 

Canto  segundo  de  la  historia  del  dia  del  juicio. 

Canto  de  las  lunas  del  año  :  cuéntanse  los  ayunos,  y  dias  blancos  y  azalaes 
que  se  han  de  hacer,  y  las  racas  M  en  cada  dia. 

Los  nombres  de  Alláh  en  arábigo,  y  sus  declaraciones  alchemiadas,  con 
su  rogaria  al  cabo. 


HISTORIA  DE  HEXIM,  HIJO  DE  ABDULMUNEF  Y  BISAGUELO  DE  NUESTRO 
ANABÍ  MUHAMAD. 

Contiene  cuatro  cantos. 
CANTO  PRIMERO. 


Ya  queda  atrás  referido 
Cómo  la  luz  de  Muhamad, 
Primero  que  la  sacase 
El  que  mereció  llevarla, 
Sus  madres  la  entretenían 
Mientras  estaban  preñadas ; 
Cuyas  caras  mas  hermosas 
Que  la  luna  se  mostraban. 
Pues  como  Héxim  casase 
Con  mujeres  de  su  casta, 

Y  en  ellas  tuviese  hijos, 
Según  Alhacan  *  señala, 
Siete  varones  y  hembras, 

Y  la  luz  siempre  asentada 
Estaba  sobre  su  frente , 
Que  ninguno  la  sacaba. 

Y  esto  se  le  bacía  de  mal 

Y  le  daba  pena  tanta, 
Que  todos  los  dias  orando 


io  Capítulo  del  Coran  que  empieza  con 
las  palabras  Alhamdulillehi  (las  loores  á 
Dios). 

*'  Genuflexiones. 

1  Autor  árabe  que  escribió  una  vida  de 
Mahoma. 


Al  derredor  del  Aleaba  % 
Andaba  rogando  ad  Alláh 
Le  dé  un  hijo,  por  quien  mudada 
Sea  la  luz  de  su  frente, 
Y  al  debido  curso  vaya. 
Andaba,  pues,  de  esta  suerte 
Con  esta  ansia  cotidiana, 
Cuando  durmiendo  una  noche, 
Oyó  una  luz  que  le  habla  : 
«Anda,  vés  á  Yaciriba  5, 
Do  hallarás  que  te  aguarda 
Una  mujer  de  alto  prez, 
Rica  y  muy  acaudalada , 
Limpia,  casta  y  muy  honesta ; 
En  esta  será  mudada 
Esa  luz  que  te  da  pena, 
Qu'es  digna  de  tal  comanda ; 
En  esta  tendrás  un  hijo 
De  la  línea  ensalzada. 
Ella  se  dice  Zalma, 
Ornar  su  padre  se  llama. » 

2  Casa  santa,  ó  templo  cuadrado  en  la 
Mecca. 

o  Nombre  primitivo  de  la  ciudad  de  Me- 
dina, en  la  Arabia. 


280  HISTORIA    DE    LA    L1TERA71RA    ESPAÑOLA. 

A  esta  que  tanto  me  alabas; 
Iremos  haciendo  prueba 
De  la  obra  que  nos  llama.» 
Todos  ellos  respondieron : 
« Hágase  como  lo  mandas  ; 
Que  nos  te  acompañaremos 
Con  afición  voluntaria.» 


Héxim  despertó  admirado, 

Y  juntando  sus  compañas, 
Les  da  cuenta  de  aquel  caso 
Qu'el  Señor  le  revelaba. 
A  todos  pareció  bien , 

Y  el  que  mostraba  mas  gana 
Era  su  hermano  Almutálib  *, 

Y  respondió  estas  palabras : 
«Ya  sabes,  querido  hermano, 
Que  te  han  sido  señaladas 
Hijas  de  reyes  y  grandes, 

Y  otras  de  muy  grandes  famas, 
Para  casarte  con  ellas , 

Y  jamás  les  fué  aceptada 
Voluntad  de  nuestra  parte; 
Porque  esta  nuestra  prosapia, 
Mas  que  de  reyes  ,  estima 

La  limpieza  y  su  alleganza; 

Y  ahora  digo  que  es  bien 
Que  lo  que  se  negó  á  tantas, 
A  esta  se  le  conceda, 

Por  ser  digna  de  esta  palma. 
Yo  la  conozco  muy  bien 
A  Zalma,  su  padre  y  casa; 
Es  muy  gallarda  y  bella, 
Lo  que  puede  ser  de  honrada, 
Cumplida  de  entendimiento, 
Afable,  honesta,  estimada, 
Entre  todas  conocida, 
Tenida  y  reverenciada 
En  Yaciriba  y  su  tierra, 
Donde  se  extiende  su  fama. 
Mira  cómo  quies  que  sea, 
O  si  quieres  que  yo  vaya 
Apidilla  en  casamiento, 
Iré  de  muy  buena  gana, 
Porqu'esmal  perdido  tiempo 
El  que  este  caso  dilata.» 
Dijo  Héxim  :  «Si  os  parece, 
En  esta  alegre  jornada 
Yo  quiero  ser  mensajero, 
Que  Dios  ansí  me  lo  manda ; 
Iré  yo  en  compaña  vuestra 

*  Su  nombre  verdadero  fué  Abdu-l-niu- 
tálib  ,  como  mas  adelante  escribe  el  poe- 
ta, pero  conviniendo  á  la  medida  del  verso, 
lo  abrevió  en  Almutálib. 


Con  esto  se  aparejaron, 

Y  otro  día  de  mañana 
Sus  hermanos  y  parientes, 

Y  toda  aquella  compaña 
De  los  de  Abdulmunef, 
Con  gran  gozo  aderezaban. 
Muchos  camellos  cargaron 
De  sus  provisiones  y  armas, 

Y  con  todo  este  aparato, 
Héxim  se  despide,  y  marcha 
Con  cuarenta  caballeros, 
Todos  señores  de  salva  ; 
Parten  contentos  y  alegres, 

Y  él  su  persona  arreada 
Con  vestidos  de  Aliaman  3 
Trae  rica  y  bien  labrada, 
Tendido  el  pendón  antiguo 
De  Micera  6,  que  lo  llevaba 
Por  ensignia  antigua  y  grave 
Desta  linea  ilustrada. 
Llegaron  á  Yaciriba 

De  n8che,y  como  entraban, 
La  luz  de  la  frente  de  Héxim 
Entraba  por  las  ventanas 
De  las  casas,  y  salían 
Las  gentes  maravilladas 
De  ver  qué  podia  ser 
Aquello  que  relumbraba 
Por  las  hendrijas  y  puertas, 

Y  dentro  de  sus  moradas 
Clareaba,  cual  los  rayos 
Del  sol  y  la  luna  clara. 

Y  como  viesen  entrar 
Tan  hermosa  cabalgada, 
Llamábanse  unos  á  otros 


•>  Entiéndase  el  Yemen,  ó  Arabia  Feliz. 
6  Egipto. 


APÉNDICE    H. 


281 


A  grandes  voces  que  salgan 
A  ver  tan  lucida  gente, 
A  quien  todos  preguntaban, 
Deseosos  de  saber 
Quién  eran  ó  qué  buscaban. 
Decían  :  «¿Quién  sois  vosotros? 
Que  gente  tan  noble  y  rara 
No  vimos  en  nuestra  tierra, 

Y  mas  que  en  su  cara 
Lleva  esos  ramos  de  luz 
Que  desde  los  cielos  baja.» 
Almutálib  responde : 

«  Somos  de  la  casa  santa 
Moradores,  y  vecinos 
De  AHáh  en  su  silla  estimada ; 
Somos  de  los  de  Curax  7, 
Del  linaje,  tribu  y  raza 
De  la  gran  casa  de  Caebu, 
Hijo  de  Enai,  qu'en  Meca 
Es  nuestro  asiento  y  guarida, 
Villa  de  Allah  especialada. 
Este  es  nuestro  hermano  Héxim, 
Especialado  en  la  gracia, 

Y  viene  á  vuestras  honras 
(La  suya  sea  ayudada, 

Y  que  en  vuestra  ciudad  sea 
Esta  luz  aposentada), 

Por  Zalma,  hija  de  Ornar 
Única,  y  á  esta  causa 
Somos  venidos,  cual  veis, 
Desde  nuestras  propias  casas.» 
Omar,  que  en  esta  ocasión 
Entre  las  gentes  estaba, 
Respondió  con  alegría : 
«Buena  sea  vuestra  llegada, 
Oh  varones  ensalzados, 
Señores  de  la  alabanza, 
De  alteza  y  ensalzamiento, 
Príncipes  de  la  silla  alta, 
Corona  de  la  franqueza, 
Los  que  agospedan  y  gastan 
Por  los  huéspedes  de  Alhichan  8. 
Con  largueza  y  mano  franca 
A  vosotros  será  dado, 


7  Corayx. 

8  Peregrinos. 


Con  voluntad  agraciada , 
Todo  cuanto  me  pidiereis, 

Y  mas  de  aquello  sin  falta ; 
Qu'esa  doncella  es  mi  hija 
Muy  querida  y  muy  amada, 

Y  aunque  se  juzga  por  sí 
El  gobierno  de  su  casa, 
Ayer  se  salió  al  mercado 
De  Caicanea  la  nombrada, 
Con  gran  gente  de  los  suyos, 
A  cosas  que  le  importaban. 
Si  entre  tanto  sois  servidos 
Ser  mis  huéspedes,  mi  casa 
Será  honrada  con  vosotros, 

Y  lo  que  mis  fuerzas  bastan, 
Harán  en  vuestro  servicio 
Lo  que  en  él  son  obligadas.» 
Así  fueron  hospedados, 

Sin  tener  mas  alteranza , 
Todos  en  casa  de  Ornar, 
Padre  de  la  desposada, 
Adonde  fuerou  servidos 
De  muy  sabrosas  viandas , 
Con  gran  copia  de  presentes 
Que  de  la  gente  estimada 
De  la  ciudad  le  traian  ; 

Y  con  alegría  sobrada 
Pasaron  aquella  noche, 

Y  otro  día  á  la  mañana 
No  quedó  dueña  de  honor 
Ni  doncella  de  importancia 
Que  á  ver  á  Héxim  no  fuesen, 
Su  beldad  y  linda  cara 
Codiciantes,  á  su  luz 
Rendidas  v  aficionadas. 


Mas  tanto  cuanto  de  alegres 
Estas  gentes  se  mostraban, 
Tanto  mas  tristes  y  feos 
Los  falsos  judíos  andaban , 
Muestras  dando  de  malicia , 
Envidia,  rencor  y  saña 
Que  contra  Héxim  tenían, 
Porque  en  su  escriptura  hallan 
Qu'el  patron  de  aquella  luz 
Que  cubre  su  frente  y  cara, 


282  HISTORIA   DE 

Habia  de  ser  el  cuchillo 
De  la  torpeza  en  que  estaban. 
Lloraban  los  adevinos 
De  aquella  gente  malvada. 
Dijo  el  mayoral  de  todos, 
A  quien  por  nombre  llamaban 
Armón  ,  hijo  de  Caiton  , 
Y  el  que  mas  saber  alcanza : 
«El  lloro  y  el  sentimiento , 
El  pesar,  tristeza  y  ansia , 
A  vosotros  pertenece , 
Solo  á  vosotros  es  dada ; 
Llorad  ,  pues  podéis  llorar, 
Que  ya  la  hora  es  llegada; 
Que  viene  el  Señor  del  tiempo 
Con  la  promesa  fadada.» 
¡  Oh  ceguedad  de  enemigos, 
Dureza  liera,  obstinada , 
Descreencia  á  ojos  vistos , 
Horror  á  vista  declarada!    ' 
Vióse  en  todas  las  naciones 
Malicia  tan  arraigada , 
Que  abominan  y  persiguen 
Lo  que  á  su  pesar  alaban. 
¡Oh  pernicioso  accidente! 
Oh  pésima  y  mortal  Haga, 
Que  á  trueque  de  contentarse, 
Siegan  su  propia  garganta! 
«Este  es,  prosigue  el  adevino, 
Aquel  caudillo  esmerado 
Que  borrará  vuestro  nombre  , 
Vuestras  tierras  y  murallas  , 
Vencerá  los  barraganes , 
Contrastará  vuestras  armas, 
Destruirá  vuestros  castillos, 
Asolará  vuestras  casas. 
Robaros  ha  vuestros  hijos, 
Vuestras  mujeres  y  hermanas, 
Derramará  vuestra  sangre, 
Descubrirá  vuestras  trazas; 
Aquel  que  los  almalaques  9 
Siempre  serán  en  su  guarda, 
Conocido  en  la  Escriptura 
Profetiza  abeniciada10; 


9  Angeles. 

*«  Sin  duda   quiso  decir  por  profecía 
anunciada  ab  initio. 


LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Que  el  que  aquí  viene  es  su  rostro, 
Que  en  esa  luz  lo  señala.» 
A  las  razones  que  el  sabio 
Decia  con  tanta  basca, 
Lloraban  amargamente 
Aquella  liera  canalla, 
Diciendo  todos  á  una  : 
«  Mira ,  sabio ,  lo  que  mandas 
Que  hagamos  en  este  caso; 
Quizá  tendremos  libranza 
De  este  mal  que  nos  anuncias.  » 
Dijo  Armón  con  voz  turbada  : 
« Tan  guay ,  tan  guay  de  vosotros, 
Que  no  os  puede  valer  nada, 
Que  os  faltarán  vuestras  fuerzas , 
Vuestras  espadas  y  lanzas, 
Porque  nosotros  hallamos 
En  nuestra  Escriptura  Santa 
Qu'este  Muhámad  será 
De  tan  cumplida  ventaja , 
Que  hablará  con  su  señor 
Mano  á  mano  y  cara  á  cara. » 
Dijeron  :  «  Pues  si  es  ansí , 
Qu'es  este  la  semejanza 
Del  que  tiene  de  venir, 
Y  tanto  mal  nos  amenaza, 
Nosotros  á  matar  hemos 
Esta  luz  antes  que  haga 
Ramos,  y  la  tallar  hemos , 
Porque  su  dueño  no  nazca. » 
Esto  dijeron ,  y  entre  ellos 
Pensaron  mil  trazas  malas 
Contra  Héxim  y  su  gente ; 
De  do  quedó  comenzada 
La  enemistad  y  rencor 
Contra  la  luz  de  Muhámad. 


Dejar  quiero  estos  malignos 

Con  su  intincion  indignada ; 

Que  siempre  el  que  está  entre  malos 

Está  cerca  de  su  fama. 

Ellos  vendrán  á  su  tiempo , 

Que  á  sus  horas  ciertas  llama, 

Y  el  tiempo  será  testigo 

De  lo  que  aquí  se  dilata ; 


APÉNDICE    II. 


283 


Volvamos  á  los  taquíes  u , 
Pongámonos  de  su  banda ; 
Qu'el  lado  de  un  hombre  bueno 
Es  espía  de  la  gracia. 
Ya  se  aparejaban  todos 
Sus  caballos,  ropas  y  armas, 
Para  salir  al  mercado, 
Do  Zalma  dijo  que  estaba; 

Y  para  esta  salida 

i  Oh  qué  bien  se  aderezaban ! 
De  ricas  ropas  vestidos , 
Aljubas  lindas,  preciadas, 
Coronadas  las  cabezas 
Con  diademas  laureadas , 

Y  la  insignia  de  Micera 
Tiende  al  aire  la  vanguardia. 
Héxim ,  entre  medio  de  ellos , 

Y  Omar,  que  los  acompaña 
Con  toda  su  parentela 

Y  la  gente  mas  granada 
De  Yaciriba  y  su  tierra. 
Toda  esta  nobleza  marcha 
Al  mercado,  que  era  donde 
Muchas  gentes  se  allegaban 
De  la  propia  Yaciriba 

Y  otras  tierras  arredradas;  , 

Y  en  el  punto  que  ¡legaron 
Al  mercado ,  relumbraba 

La  luz  de  la  frente  de  Héxim ; 
Y'  cuantos  en  la  gran  plaza 
De  Caicanea  se  hallaron, 
Por  ver  esta  cabalgada 
Desmampararon  sus  tiendas, 
Sus  tratos ,  pompas  y  trazas, 
De  la  luz  embelesados 
Los  ojos  que  la  miraban , 
Siempre  aumentando  sus  rayos; 
Que  ya  el  Señor  da  estas  trazas 
Cuando  su  estrecho  juicio 
Quiere  que  se  cumpla  y  haga. 
Estaba  en  esta  ocasión 
Zalma  de  donde  miraba 
La  gente,  la  luz  y  á  Héxim, 
Sin  que  ella  fuese  mirada 
De  nadi ,  y  decia  entre  sí , 

11  Justos. 


Cuando  en  Héxim  contemplaba 
Su  claredad  y  hermosura  : 
« ¡Oh  qué  bienaventurada 
Será  la  que  á  tí  se  allegue 
En  coyugal  alleganza ! 
¡  Ah ,  el  de  la  cara  hermosa , 
De  la  luz  cumplida  y  alta !  » 
Estaba  tan  placentera , 

Y  tanto  de  verle  gustaba, 
Que  de  la  grande  alegría 
Las  carnes  le  tremolaban , 
Cuando  llegó  con  gran  priesa 
Su  padre  ,  y  ansí  le  habla  : 
«Ave  albricias,  hija  mia, 

De  una  embajada ,  que  causa 
A  tu  padre  gran  contento, 

Y  á  tí  ennoblece  y  ensalza. 

—  Déjame,  padre,  responde, 
No  me  digas  ahora  nada, 
No  me  diviertas  la  vista 
Ni  á  mí  me  hables  palabra; 
Que  las  albricias  mayores , 
La  nobleza  y  alabanza, 
La  riqueza  y  la  grandeza, 
El  cumplimiento  y  la  gracia, 

Y  todo  cuanto  este  mundo 
Ciñe ,  comprende  y  abarca , 
No  llega  á  lo  que  mis  ojos 
Agora  miran  y  alcanzan 

En  la  frente  de  aquel  hombre, 
Que  le  relumbra  su  cara. 
— Pues  esas  son  mis  albricias, 
Hija;  que  por  tu  causa 
Viene  á  casarse  contigo, 

Y  es  de  los  taquíes  de  fama ; 
Héxim,  hijo  de  Abdulmúnef, 
El  de  la  honra  ensalzada , 
Varón  de  alto  linaje, 
Caudillo  y  señor  de  Maca. » 
Cuando  aquesto  oyó  á  su  padre , 
Quedóse  muy  atajada, 

Muy  afrentada  y  corrida 
De  las  razones  pasadas, 

Y  al  tin  de  muchas  que  dijo 
En  satisfacion  de  su  falta , 
Dijo  á  su  padre  :  «No  dudes 

Que  aunque  la  honra  y  las  gracias 


284  HISTORIA    DE    LA 

Está  en  esta  genle  ilustre, 
Que  á  todo  el  mundo  aventaja  , 
Si  de  mí  y  mi  casamiento 
Se  satisface  y  agrada , 

Y  quieren  que  yo  convenga 
Con  ellos,  es  cosa  llana 

Que  ha  de  ser  cuando  me  cumplan 
En  dote ,  alhadia  n  y  arras, 
Lo  que  á  mi  honor  pertenece, 
Sin  que  le  falte  una  dará  13; 

Y  no  hiciéndolo  ansí. 
Será  en  vano  su  llegada.  » 
Aquesto  decia  Zalma 

Por  dar  color  á  su  habla, 

Y  que  no  entienda  su  padre 
Su  afición  tan  á  la  clara. 
Era  prudente  y  di«creta , 
Trascendida  y  avisada , 
Hermosísima  y  briosa , 

De  lindo  cuerpo  terciada, 
En  grosura  y  de  faiciones 
Cumplida  y  perficionada; 
Muy  paladina  de  lengua, 
De  sabroso  acento  y  gracia, 
De  apresurada  respuesta, 
Aguda  y  bien  dotrinada , 
Afabip  ,  grata  y  muy  leda  , 
De  toda  virtud  apurada, 
Limpia  de  toda  rudeza, 
Colmada  de  toda  gracia; 

Y  en  todo  lo  sobredicho 
Lleva  Héxim  la  ventaja  ; 

Que  cuantos  lo  ven  le  invidian , 

Y  enamora  á  cuantos  habla. 
Luego  se  volvió  su  padre 
Donde  dejó  la  compaña; 
Que  de  contento  no  coge 
En  sí,  al  ver  allegada 

La  hora  de  que  su  hija 
Sea  con  Héxim  casada. 


Mas  ¿qué  diré  de  la  invidia, 
Del  infernal  fuego  y  saña , 


i2  Regalo  de  boda. 
15  Adirham  ó  drarma. 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Con  qu'el  maldito  Lucifer 
Quema  sus  fieras  entrañas, 
Buscando  medio  por  donde 
El  casamiento  deshaga? 

Y  para  poder  cumplir 
Su  pésima  y  mortal  rabia, 
Se  puso  en  traje  de  viejo , 
De  bellas  y  blancas  canas, 
Ropas  largas,  venerables, 
Que  la  vista  aficionaba, 
Muy  paladino  de  lengua, 

Y  á  Zalma  se  presentaba 
Con  gran  recato  y  crianza. 
Dando  sobre  ella  azálem  u 
Muy  cumplida  y  con  gran  salva, 

Y  apartándola  en  secreto, 
Ansí  le  dice  y  le  habla  : 
n  Has  de  saber,  gran  señora , 
Que  yo  soy  de  la  compaña 
De  Héxim ,  que  á  causa  suya 
He  salido  de  mi  casa, 

Y  á  mí  invia  á  que  te  diga 
De  su  venida  la  causa. 
Sabe,  pues,  que  á  semejantes 
De  mí  les  es  grande  causa 
Qu^mientan  á  tal  señora, 

Y  que  el  honor  de  mis  canas 
Deje  de  ser  manifiesto 
Donde  quiera  que  se  halla ; 

Y  aunque  soy  casamentero , 

Y  me  obliga  la  comanda 
De  Héxim  á  hacer  su  parte, 
Has  de  ser  desengañada 
De  mf ,  de  sus  condiciones, 
De  sus  defectos  y  tachas, 
Porque  nunca,  en  ningún  tiempo, 
De  tu  parte  me  sea  dada 
Afrenta  ,  ni  por  los  tuyos 
Mi  cara  sea  avergonzada. » 
Dijo  Zalma  :  « Ye,  buen  viejo . 
No  calles  ni  encubras  nada  ; 
Dime  la  verdad  en  todo  , 
Desnuda ,  patente  y  clara ; 
Que  la  mentira  en  los  hombres 


i*  El  saludo  habitual :  «La  paz  sea  con- 
tigo.» 


Es  cuchiliu  de  su  fama , 

Y  no  bay  maldad  que  se  iguale 
Al  que  con  malicia  engaña. » 
Dijo  aquel  rayo  de  invidia  : 
«  Sabe ,  señora  estimada , 
Que  Héxim  es  muy  hermoso, 
Cual  ves ,  de  presencia  y  cara, 
Salvo  que  sus  condiciones 
Toda  su  hermosura  manchan. 
Trata  mal  a  sus  mujeres, 
No  las  respela  ni  acata  ; 
No  dura  con  él  ninguna , 
Por  muy  cuerda  y  por  muy  casta 
Que  sea,  mas  de  diez  dias , 
O  un  mes  la  que  mas  duraba ; 

Y  cuanto  fuese  en  el  mundo 
La  mas  discreta  y  honrada, 
Dura  un  año ;  y  á  mas  desto , 
Es  muy  vil ,  de  prendas  bajas , 
Escaso,  sin  honra  alguna, 
Nunca  huésped  vio  su  casa  ; 
Cobarde,  triste  y  medroso , 
Huyela  lid  y  batalla; 
Ya  le  conocen  sus  vicios 
En  toda  nuestra  comarca ; 
Por  eso  viene  á  la  vuestra , 
Porque  en  la  suya  no  halla 
Mujer;  que  de  lasque  tiene 
Tienen  expiriencia  tanta 
En  su  vicio  y  malos  tratos; 
Por  eso  todos  se  guardan 
De  no  convenir  con  él. 
No  sé  yo  cómo  te  agrada 
Con  todo  esto  que  te  he  dicho  , 
Qu'es  la  verdad  pura  y  llana. 
—  ¿Cómo  me  ha  de  contentar 
Un  hombre ,  que  en  él  se  hallan 
Tan  infames  propiedades, 
Cual  aqui  tú  me  señalas; 
Que  con  la  menor  de  aquellas 
Pudiera  ser  excusada 
Su  venida  y  casamiento, 
Cuanto  y  mas  que  son  nombradas 
Tres  cosas  tan  aborridas 
A  los  que  la  honra  guardan  : 
Decir  qu'es  cobarde  y  huye 

La  lid  y  guerra  trabada , 


APÉNDICE    H.  285 

Y  que  deja  las  mujeres, 
Siendo  ya  con  él  casadas  ? 
Homenaje  ad  Alláh  hago 
De  no  otorgar  su  demanda  , 
Si  ya  no  me  hicieran  fuerza 
Con  rigor  de  duras  armas; 
Vete  de  aquí,  viejo,  ai  punto, 
No  me  repliques  palabra. » 

Y  así  se  fué  el  enemigo , 
Dejándola  tan  airada, 
Cuanto  arrepentida  y  triste 
Por  la  aticion  en  que  estaba. 
No  se  contentó  con  esto 
El  Ebliz  ,s  esta  jornada, 
Que  otras  tres  veces  volvió  * 
Con  ropas  diferenciadas, 
Refiriendo  las  razones 
De  la  jornada  pasada, 
Por  donde  venia  á  ponerla 
De  puro  enojo  embriagada. 
En  esto  llegó  su  padre , 

Y  viéndola  tan  mudada 
De  lo  que  l'habia  dejado 
Con  las  albricias  pasadas , 
Le  preguntó  la  ocasión 
De  aquella  nueva  mudanza. 
«¿Cómo  quies,  padre,  que  sea, 
Dijo  Zalma  ,  desposada 
Con  hombre  que  de  los  suyos 
Han  venido  aquí  do  estaba 
Tres  hombres,  que  me  han  contado 
Mil  bajezas  y  mil  tachas?» 

Y  díjole  todo  aquello 
Que  el  Axaitan  &  le  informara, 
De  lo  cual  quedó  espantado 
Ornar ,  y  aunque  procuraba 
Quitarle  de  la  memoria 
Las  informaciones  falsas , 
No  pudo ,  porque  el  Ebliz 
Aseguró  bien  su  traza. 
Al  üu  la  dejó  y  se  fué, 
Diciéndole  que  ella  haga 
A  su  libre  voluntad  ; 

Y  ella  quedó  tan  cargada 


«  Diablo. 
16  Satanás. 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


28G 

De  enojo  y  de  pesadumbre , 
Que  no  sabia  dónde  estaba. 


Mas  como  los  corazones 

Son  hechos  de  carne  humana , 

Y  los  formó  en  libertad 
El  que  los  hizo  de  nada , 
Quiso  su  bondad  divina 
Que  el  Axaitan  y  sus  trazas 
Fuese  roto  y  abatido , 
Inflamando  las  entrañas 

A  Zalma  con  amor  puro , 

Que  le  enciende  cuerpo  y  alma ; 

Y  para  satisfacerse 

De  las  grandes  varianzas 
Que  aquel  dia  había  tenido, 
Siendo  la  noche  llegada , 
Se  desnudó  del  vestido 
Que  llevaba  ,  y  disfrazada , 
Se  determinó  á  salir 
En  busca  de  quien  le  causa 
Aquel  amortan  ardiente, 
Que  las  entrañas  le  abrasa. 

Y  así ,  en  diferente  traje 
Salió  acaso  de  su  casa. 
Preguntando  va  por  Héxim 
A  cuantos  topa  en  la  plaza , 
Hasta  que  le  dio  la  luz 
Que  desde  los  cielos  baja 
Hasta  la  frente  de  aquel 
Que  busca  con  tanta  gana  ; 

Y  respondióle  una  voz : 

«  Yo  soy  Héxim.  ¿Quién  me  llama' 

Y  como  le  dio  la  luz  , 
Espavorida  y  pasmada , 
Volvió  su  cara  á  un  lado, 

Y  luego  la  luz  se  aparta. 
Viéronse  estos  dos  amantes 
Tan  iguales  en  la  llaga  , 
Que  punto  no  se  difieren ; 
Ninguno  lleva  ventaja. 
Salúdanse  el  uno  al  otro, 

Y  con  sabrosas  palabras 
Se  dicen  sus  pretensiones, 
Do  quedó  desengañada 
Zalma  de  los  falsos  dichos 


Qu'el  Ebliz  le  denunciaba. 

Y  al  fin  de  lodo  le  dijo 
Estas  palabras  formadas: 
«Respondiendo  á  lo  que  dices, 
¡  Oh  Héxim  !  doy  mi  palabra 
Que  soy  contenta  y  me  place 
Ser  tu  mujer  cual  lo  mandas; 
Pero  adviértote  una  cosa : 

Que  aunque  en  la  vida  quedaras , 

Y  te  pidan  mas  de  lo  justo  , 
Que  no  repares  en  nada ; 

Mira  que  hay  grandes  contrarios, 

Y  entre  ellos  mi  nombre  y  fama 
Es  tenida  y  reputada 

Sobre  la  honra  mas  alta , 
Que  de  aquello  y  lo  demás 
Te  hago  derecho  y  gracia. 
Sobre  Alláh  y  su  delitaje  1T, 
Que  no  te  será  trocada 
Esta  palabra  que  doy, 
Sino  fija  y  contrastada.)) 
Héxim  le  agradeció  mucho 
La  oferta  tan  libertada , 
Diciendo  :  «  A  tí  será  dado 
Lo  que  su  nobleza  aguarda, 

Y  todo  cuanto  me  pidan 
Digo  que  otorgo  sin  falta.  » 
Dijo  Zalma :  «  Una  cosa  , 
Si  te  place ,  me  sea  dada  ; 

Y  es  que  ,  como  sabes ,  soy 
Mujer  tenida  y  preciada , 

Y  me  honran  en  mi  ciudad, 

Y  obedecen  mis  palabras; 
Que  no  me  has  de  sacar  della  , 
Ni  me  has  de  llevar  á  Maca. » 
Dijo  Héxim  :  «  Soy  contento ; 

¿  Tienes  mas  otra  demanda  ? » 
Dijo  Zalma  :  «  Que  si  acaso 
Tendré  hijos  de  tu  casta , 
Que  no  los  quites  de  mí , 
Sino  que  estén  en  mi  guarda.  » 
Dijo  Héxim  :  <t  Que  me  place , 

Y  tan  bienaventurada 
Serás,  si  parieres  hijo, 


17  Está  por  deleitaje,  y  significa  gloria, 
paraíso. 


APÉNDICE    H. 


287 


Que  parezca  esta  comanda. 

¿  Quieres  olra  cosa  alguna?  » 

Dijo :  <  Si  acaso  te  apartas 

De  mi ,  y  con  otras  mujeres 

Te  fueres ,  por  esta  causa 

Me  pueda  quitar  de  ti , 

Quedando  desobligada. 

—  Lo  demás  que  has  demandado, 

DijoHéxim,  muy  de  gana 

Otorgo,  mas  eso  no, 

Y  no  respondo  á  esa  causa. 
Mira  si  quies  otra  cosa 
Que  por  tu  contento  haga.  » 
Dijo  Zalma  :  « Harta  estoy ; 
Yo  soy  contenta  y  pagada 
Con  aquello  que  tú  quieres; 
Levantarte  has  de  mañana 
A  hacer  el  casamiento 

Con  toda  nuestra  compaña ; » 

Y  dándose  azalem  los  dos , 
Se  vuelven  á  sus  posadas. 


Pues  cuando  vido  el  Ebliz 
Que  sus  malditas  marañas 
Ninguna  surtió  en  efeto , 
Todas  fueron  desligadas, 
Hizo  ajuntar  los  judíos 
Que  en  el  mercado  se  hallan, 
Para  incitarlos  á  ira , 
Todo  por  la  enemiganza 
Que  contra  Muhámad  tiene 
De  su  salida  y  estada, 
Porque  de  su  nacimiento 
Tanto  daño  se  le  apaña  , 
Que  asolar  ha  la  herejía , 
Qu'es  su  sustento  y  vianda. 
Estaba,  pues,  aquel  dia 
Lleno  el  mercado  y  sus  plazas 
De  los  vecinos  judíos 

Y  de  toda  la  comarca , 
De  las  villas  y  castillos; 
Que  no  quedó  esta  jornada 
Judío  que  no  viniese 

A  esta  boda  emplazada ; 

Y  en  medio  de  tanta  gente 
Enemiga  y  adversaria 


De  la  compaña  escogida , 
Se  les  presenta  y  prepara 
En  figura  de  hombre  sabio , 
Cuya  presencia  enseñaba 
Un  aspecto  de  hombre  antigo  , 
Ropa  larga  y  barba  blanca; 

Y  como  venir  lo  vieron 
Aquella  fiera  canalla, 

Con  muy  grande  reverencia 
Lo  reciben  y  lo  honraban  , 
Desando  su  mano  y  ropa , 

Y  la  tierra  do  pisaba 

La  cogían  á  gran  priesa , 

Y  para  salud  la  guardan  , 
Diciendo  :  «  ¿Cómo  ,  Señor, 
No  nos  lia  sido  avisada 

Tu  venida  ,  y  no  cayera 
Sobre  nosotros  la  talla 
De  salirte  á  recebir? 
Perdona  nuestra  ignorancia. » 
Dijo  el  Ebliz  :  «  Anoche  vine , 
Nunca  fuera  mi  llegada, 
Ni  pisara  en  vuestra  villa, 
Ni  viera  lo  que  se  trata ; 

Y  no  veis  lo  que  yo  veo. 

¿No  habéis  visto  esa  compaña 
De  Maca?»  Dijeron  :  «Sí. 

—  Pues  en  esa  cabalgada , 

¿  No  visteis  un  hombreen  ellos, 
De  muy  hermosa  asomada, 
Que  le  relumbra  su  frente 
Con  una  luz ,  que  se  llama 
Héxim ,  y  viene  á  casarse , 
Según  que  ya  deilo  hay  fama, 
Con  Zalma?»  Dijeron:  «Si. 

—  Pues  tened  por  cosa  llana 
Que  si  casa  entre  vosotros, 
Os  pesará  en  las  entrañas, 
Porque  os  quitará  los  algos , 
Vuestro  sosiego  amenaza , 
Cautivará  vuestros  bijos , 
Comerá  vuestras  viandas , 

Y  os  vendrá  á  señorear 

A  todos  de  banda  á  banda. 
Este  es  aquel  que  de  sabios 
En  la  Escriptura  se  halla, 
Derramador  de  las  sangres  : 


288  HISTORIA    ÜE    LA 

¡Ved  qué  confusion  tan  brava ! 
¿Qu'es  lo  que  determináis 
En  remedio  desta  llama? » 
Dijo  Armón  :  «  Ya  les  lie  dicho 
Qu'es  este  aquel  que  se  llama 
Deshacedor  de  las  leyes 

Y  el  que  las  traiciones  arma. » 
— Dijo  el  Ebliz  :  «  Si  vosotros 
Determináis  que  se  haga 
Remedio,  cortad  el  árbol, 

Y  no  crecerán  sus  ramas. 
Cumpliréis  vuestros  deseos , 
Libertaréis  vuestra  patria 
Deste  monstruo  sin  segundo : 

Y  para  que  de  aquí  salga 
El  el'eto  que  aguardamos, 
Cuando  venga  la  mañana  , 
Que  á  demandar  á  Zalma 
El  casamentero  vaya , 
Haciendo  su  parlamento , 
Turbalde  todos  su  plática  , 

Y  á  las  primeras  palabras, 
Dad  sobre  ellos  de  improviso 
Con  vuestras  furiosas  armas, 
De  suerte  que  todos  mueran 
A  vuestras  manos  y  espadas ; 
Que  al  fin  ellos  son  muy  pocos. 
Gente  triste,  descuidada; 

Y  pues  vosotros  sois  muchos , 
Juntad  una  fuerte  escuadra 
De  cuatrocientos  varones , 
Armados  de  suerte,  que  haya 
Diez  para  cada  uno  dellos, 

Y  haréis  á  vuestra  salva ; 

Que  yo  estaré  allí  entre  tanto , 

Y  haré  de  muy  buena  gana 
Todo  cuanto  mal  pudiere 
Contra  la  parte  contraria.» 


Esto  dijo  el  malaon  18, 

Y  ellos  todos  afirmaban 
Aquel  consejo  por  bueno , 

Y  al  efeto  se  aprestaban. 
Así  pasaron  la  noche ; 


»8  El  maldecido. 


LITERATI KA    ESPAÑOLA. 

lléxim  se  acostó  en  su  cama , 

Y  vio  en  su  dormir  un  sueño : 
Que  unos  perros  le  cercaban, 

Y  se  leponiau  delante 
Con  las  colas  enroscadas, 
Batiendo  varios  aullidos ; 

Y  como  que  con  su  rabia 
Querían  saltar  sobre  él , 

Y  él  tirando  de  su  espada, 
Les  cercenaba  los  rostros, 

Y  aquellos  que  mas  mostraban 
Ser  mas  bravos  que  los  otros, 
Su  espada  los  alcanzaba. 
Despertóse  espavorido , 

Y  llamando  su  azihaba  <,J, 
Les  dio  parle  de  aquel  sueño, 
De  lo  cual  se  admiraban. 
« Si  dices  lo  que  coliges 
Que  desta  absolución  salga.» 
Dijo  :  «Sabed  qu'eslos  perros 
Son  gente  perversa  y  mala, 
Insidiosos ,  que  procuran 
Todo  mal ,  toda  zizaña. 
Alláh  sea  con  nosotros , 
Nuestra  ayuda  y  nuestra  guarda , 

Y  nos  defienda  de  aquellos 
Qu'en  nuestra  contra  se  amañan; 
Adviértoos,  queridos  deudos, 
Pues  en  vosotros  se  halla 
El  valor  y  la  cordura  , 
La  prudencia  y  la  constancia , 
Estéis  en  alerta  todos , 
Apercebid  vuestras  armas, 
Mirad  con  atentos  ojos 
A  todas  partes,  no  haya 
En  vosotros  negligencia, 
Mas  cuidado  y  vigilancia, 
Siempre  las  manos  asidas 
En  el  puño  de  la  espada, 
Porque  si  acaso  se  ofrece , 
Podáis  bien  ejercilallas ; 
Qu'en  solo  Alláh  y  vuestros  brazos 
Estriba  la  buena  andanza.» 
Todos  ansí  le  ofrecieron , 

Y  á  lo  emplazado  se  amañan. 

ly  Compañeros. 


APÉNDICE    H. 


289 


CANTO  SEGUNDO 

De  la  historia  de  Héxim.  Trata  de  la  conclusion  de  su  casamiento. 


Al  tiempo  qu'el  alba  bella 
Enseña  su  rostro  aleare, 

Y  rompiendo  las  tinieblas. 
Su  clara  luz  resplandece , 
Dando  las  nuevas  qu'el  dia 
En  su  seguimiento  viene, 

Y  el  rojo  Apolo  tras  ellas, 
Dorando  los  campos  verdes; 
Cuando  las  avps  noturnas 
Se  recogen  en  su  albergue, 

Y  las  que  la  luz  gobiernan 
El  delgado  viento  hienden; 
Cuando  los  hombres  despiertan 

Y  el  pesado  sueño  vencen, 
Para  dar  á  su  Hacedor 

El  débito  que  le  deben; 
Entonces  la  honrada  compaña 
Del  hijo  de  Abdulménef 20 
Se  levanta  y  apercibe 
Al  casamiento  solemne. 
Hacen  primero  oración 

Y  limpieza  de  aziguéque  21 , 

Y  con  preciosos  olores 

Sus  bellas  ropas  guarnecen 
Con  resinas  Gloríenlas. 
Con  almizcladas  especies, 

Y  en  sus  caballos  bien  puestos, 
Con  sus  pajes  y  sirvientes, 
Marchan  todos  al  mercado 

Con  graciosos  continentes; 

Y  en  entendiendo  Zalma 
Que  ya  la  compaña  viene, 
Manda  cá  su  padre  y  deudos 
Que  se  apresten  y  aderecen 
A  recebir  los  de  Maca  , 

Y  que  á  ello  se  aparejen 
Los  mas  preciosos  asientos, 
Adonde  los  aposienten 


2°  El  poeta  escribe  unas  veces  Abde-1- 
ménef,  otr.is  AIde-1-múnef,  según  lo  pide 
el  asonante. 

21  Ablución  ,  lavatorio,  principalmente 
la  que  se  hace  restregando  el  cuerpo. 


TOM.  IV. 


Con  gran  honra  y  alegría. 
Cual  su  valor  lo  merece. 
Hizo  armar  ella  una  tienda 
En  campo  raso,  do  fuese 
Recogida,  y  á  los  otros 
Todos  de  su  compaña 
Mandó  tender  los  tapetes, 
Mesas  lindas  y  abundantes  , 
Muy  delicados  comeres. 
En  esto  asomó  el  pendón 
De  la  compaña ,  do  vienen 
Cuarenta  principes,  tales, 
Que  en  el  mundo  par  no  tienen , 
Sobre  caballos  ligeros , 
Preciosísimos  jaeces , 
Arreos'lindos,  galanes, 
bordados  de  todas  suertes , 
Hopas  largas,  rozagantes, 
Con  vistosos  aruleles  22 
Debajo  sus  fuertes  armas, 
Para  si  acaso  se  ofrece. 
Héxim  iba  muy  galán. 
Cual  á  su  estado  conviene, 
Vestido  al  antiguo  traje, 
Hermoso  extremadamente. 
Aquellos  arreos  que  lleva 
Ya  de  muy  atrás  los  tiene; 
No  los  envejece  el  tiempo, 
Porque  el  tiempo  no  envejece 
Lo  que,  sin  tiempo  criado, 
Siempre  en  un  ser  pertenece. 
De  su  padre  Abdulménef, 
Guarnecida  y  plateada, 
Y  sobre  su  linda  frente, . 
La  corona  de  Cuzay, 
De  quien  era  descendiente 
El  andel  de  Curax. 
Todos  príncipes  y  reyes. 
Llevaba  en  sus  pies  calzados, 
Como  en  tales  casos  suelen  , 

22  Mantos  d  capas ;  debió  decir  ar-ri- 
dées,  y  es  palabra  arábiga. 

19 


290  HIST0IUA    DE    LA 

Los  zapatos  del  gran  Siz, 
¡  01),  qué  bien  que  le  parecen  ! 
Que  en  todos  los  pies  se  ciñen 
Cual  de  su  hechura  fuesen. 
Llevaba  el  bastón  de  Bráliim 

Y  el  arco  del  fuerte  Izuiéil , 

Y  la  estimada  divisa 
De  Micer  al  aire  tiende; 

Y  él  en  medio  su  compaña , 
Como  el  sol  qu'en  el  oriente 
Asoma ,  y  con  sus  rayos 
Dora  las  tierras  campestres, 
Ansí  la  luz  de  su  cara 

Todo  el  mercado  comprende, 
Que  cuantos  ojos  le  miran 
Su  clara  vista  amedrece ; 
Pues  cuando  venir  le  vieron , 
La  gente  noble  y  parientes 
De  Zalma  se  adelantaron 
Con  muestras  graves  y  alegres, 
Todos  con  muy  lindas  faces 
La  paz  y  salud  se  rienden ; 

Y  ansí,  los  aposentaron 
Seguo  la  usanza  que  tienen. 
Acudió  grande  gentío, 
Luego  el  Ebliz  con  los  judios, 
Aquellos  fieros  infieles; 
Acudieron  muchas  gentes 

De  naciones  diferentes, 
De  Yaciriba  y  su  tierra, 
Al  casamiento  presente. 

Y  estando  en  sosiego  todos, 
Que  nadi  la  lengua  mueve, 
Soltó  la  voz  Almutálib, 

De  los  hermanos  de  Héxim 
Mas  paladino  de  lengua 

Y  en  razones  mas  prudente , 

Y  con  el  debido  acato, 

El  rostro  exento  y  alegre  , 
Diceles,  mirando  á  todos, 
Estas  razones  siguientes : 
«Las  loores  son  ad  Allá h, 
El  alto  Rey  de  los  reyes, 
El  que  nos  puso  en  su  silla 
Cobernadores  y  reyes , 
El  que  nos  ha  contentado 
En  estado  premiuente, 


LITERATURA   ESPAÑOLA. 

Y  nos  doló  con  su  gracia 
Bendiciones  y  mercedes; 
Somos  güéspedes  de  Alláh, 
Moradores  y  sirvientes 
En  su  casa ,  la  ensalzada , 
Nos  y  nuestros  decendientes; 
Somos  los  especialados 
Sobre  todos  los  vivientes , 
Escogidos  con  la  insignia 
De  la  luz  resplandeciente, 
Por  la  cual  somos  guiados 
Del  alto  alarx  i'\  do  pende 
Por  la  alcanzara  **  famosa, 
Pura,  limpia  y  sin  dobleces; 
Por  los  caños  mas  lucidos 

Y  por  los  mas  castos  vientres 
De  los  mas  perfelos  hombres 

Y  mas  guardadas  mujeres, 
Desde  nuestro  primer  padre, 
Como  sucesivamente, 
Pasando  de  padre  en  hijo, 
Su  indíuido  2;i  corriente 
Por  Luay,  Caebu,  Cuzay , 
Hasta  qu'en  Abdulménef , 
Nuestro  antecesor  y  padre, 
Ha  venido  á  entretenerse; 
De  donde  fué  trasladado 
A  este  nuestro  hermano  Héxim  , 
Qu'es  candela  entre  los  hombres 

Y  defiende  nuestras  leyes. 
Somos  libres  del  fornicio 

Y  todos  sus  albelees  -,;, 
Por  lo  cual  nos  hizo  Alláh 
Los  casamientos  háleles  -' ; 

Y  ansí,  por  Alláh  guiados, 
Este  nuestro  hermano  Héxim, 
Como  veis ,  acompañado 
De  sus  deudos  y  parientes, 
A  pidir  viene  por  mujer, 
Con  la  honra  que  se  debe, 
A  Zalma,  hija  de  Ornar, 

23  El  trono  de  la  Majestad  divina. 

2i  Cadena  ;  pero  también  significa  la 
fuente  ó  manantial  de  donde  proceden  los 
rios  del  paraíso. 

23  Indiviso,  no  interrumpido. 

2i¡  Tentaciones. 

27  Licilos. 


Bendita,  qu'eslá  presente. 
Por  t;uito,  honrada-; compañas. 
Ved  lo  que  en  esto  os  parece ; 
Que  nosotros  ofrecemos 
Todo  lo  que  os  acontente 
Cumplir,  sin  tallar  un  punto  , 
Con  honra  y  con  interese; 

Y  pues  tenéis  entendido 

La  voluntad  que  nos  mueve, 
Responded ,  si  sois  servidos , 
Cuál  vuestra  voluntad  fuere.» 
Aquí  cerró  Almutálib , 
Aguardando  respondiesen, 

Y  luego  le  respondió  Omar, 
Qu'el  responder  le  compele  : 
«La  paz  y  salvación  sea  ; 

La  honra  y  los  altos  preces, 
Las  reverenciadas  salvas 
Solo  a  vosotros  se  deben, 
¡Oh  compaña  especialada , 
Los  mejores  de  las  gentes , 
Pobladores  de  la  casa 
Agraciada  y  reverente! 
Respondiendo  á  vuestra  causa,. 
Yo ,  en  nombre  de  los  presentes . 
Digo  que  somos  contentos 
Y.  se  admite  y  obedece 
Vuestra  graciosa  demanda. 

Y  muy  contentos  y  alegres, 
Damos  fe  del  casamiento , 
Porque  á  nosotros  conviene 
Allegará  vuestras  honras, 
Con  las  cuales  se  ennoblecen 
Nuestro  linaje  y  estado , 

Y  nuestro  nombre  engrandecen. 
Digo  que  yo  y  mi  hija 

El  alhadia  y  presente 
Seremos  con  toda  gracia 
Para  vosotros  y  á  Héxim  ; 
Empero  ya  os  es  notorio 
El  alto  precio  que  tiene 
El  estado  de  mi  hija  , 
La  virtud  en  que  florece , 
El  caudal  tan  poderoso. 
La  riqueza  é  interese  ; 
¿Qué  es  lo  que  señaláis 
En  su  dote  competente, 


APÉNDICE    H.  291 

Que  á  todos  los  circunstantes 
Satisfaga  y  acontente?» 
Dijo  Abdul-mutálib  :  «Darle  hemos 
Cien  annecas-s  muy  valientes, 
Nuevas ,  grandes  y  bragadas , 
Ved  qué  mas  os  apetece. » 
Estaba  en  esta  ocasión 
Aquella  infernal  serpiente 
Junto  á  Ornar  y  aseñóle 
Ser  poco ;  que  no  lo  hiciese.    . 
Dijo  Oniar  :  «¡Oh  maucebo! 
No  iguala  lo  que  prometes 
Al  estado  de  mi  hija  ; 
Alarga,  si  te  parece.» 
Dijo  :  «Darle  hemos  mil  doblas 
Jazarinas  -9,  juntamente 
Con  las  annecas.»  Y  á  esto 
Dijo  el  Ebliz:  «Di  que  no  quieres; 
Qu'es  muy  poco  lo  que  manda, 

Y  á  tu  hija  no  conviene. » 
Dijo  Ornar :  «  Bueno  es  eso 
Que  mandas,  empero  crece 
Mas  de  aquello  que  has  mandado. — 
Pues  para  que  os  acontente, 
Dijo  Almutálib,  darle  hemos, 
Con  que  su  persona  arree , 
Treinta  ropas  escogidas 
En  Misera  y  Alireque  30, 
Tejidas  de  seda  y  oro, 
Caulias  hechas  de  arbete  3I ; 
¿Sois  contento?»  Y  el  maldito 
Aseñóle  que  no  lo  hiciese. 
Ornar  con  grande  vergüenza 
Volvió  á decir:  «Ciertamente 
Es  mucho  lo  que  has  mandado, 

Y  por  tal  se  os  agradece; 
Pero  acrece  alguna  cosa 
Sobre  lo  que  dicho  tienes.— 
Creceré,  dijo  Almutálib  , 
Porque  á  vuestro  gusto  llegue  , 
Mas  cien  aludas52  de  alambre, 

Y  otras  cien  de  almizcle  lleve  ; 

2s  Camellas  jóvenes. 
2'J  Del  Jazar,  ó  tierra  á  orillas  del  mar 
Caspio. 
3u  Egipto  y  el  país  de  Babilonia. 

31  Alcabteas  ó  piezas  de  lienzo. 

32  Labor  de  nudos. 


292  HISTORIA    DE    LA 

Ved  si  contentaros  puede.»' 

Y  como  el  maldito  Ebliz 

No  hay  cosa  que  le  avergüence , 
Volvió  á  decir :  «Qu'es  poco 
Cuanto  te  mandan  y  ofrecen.  i> 
Volvió  Ornar  sobre  Ebliz, 
Airado,  y  dice  :  "¿No  lomes, 
Viejo  invidioso,  malvado, 
Que  desta  suerte  me  afrentes? 
¿Hasla  cuándo  lia  de  durar 
Tu  desvergüenza  en  traerme?» 
A  oslo  dijo  Almulálib: 
«  l)¡  lú,  viejo,  lo  que  quieres; 
Veamos  lo  que  propones, 

Y  si  será  suficiente 

Tu  razón,  la  cumpliremos, 
Aunque  mas  algo  nos  cueste. 
— Pues  advierte,  dijo  Ebliz, 
El  dote  que  habéis  de  hacerle  , 
Conforme  a!  estado  suyo , 
Que  es  en  la  forma  siguiente : 
Que  le  fragües  un  alcázar 
Muy  alto,  que  se  sustente 
En  los  aires,  de  manera 
Que  admire  á  cuantos  lo  vieren; 
Tenga  en  largo  una  jornada  , 

Y  en  anchura  lo  siguiente 
Otro  tanto,  y  en  alteza 
Sobrepuje  á cuantos  fueren; 
Que  desde  sus  miradoras 
Se  pueda  ver  claramente 
Los  navios  que  en  la  mar 
Naveguen  hacia  poniente, 
Apartamiento  de  un  mes , 
Cuanto  la  vista  comprende; 

Y  que  le  cavéis  un  rio. 

Que  dentro  el  alcázar  Uenlre, 

Y  en  él  se  parlan  tres  ramos 
Con  caudalosas  corrientes, 
Que  por  cualquiera  de  aquellos 
Que  los  navios  naveguen ; 

Y  en  todas  estas  orillas 
Deslos  rios  plantar  deben 
Datileras  en  tal  compás, 
Que  unas  á  otras  se  mezclen  ; 

Y  estas  que  produzgan  fruta 
En  todo  tiempo  igualmente, 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 
Madura,  tierna,  sabrosa, 
Todo  género  d'especies, 

Y  que  lleguen  estos  rios , 
Plantados  de  aquesta  suerte  , 
Desde  los  mares  de  Uzmen  33 
Hasta  entrar  en  Alireque3*. » 
Alinutálib,  que  ya  estaba 
De  la  cólera  impaciente  , 
Le  dice  :  <¡  Calla,  malvado, 
Falso,  Heno  de  dobleces, 
Invidioso ,  viejo  malo, 
Que  ya  en  lo  que  dicho  tienes 
Se  conoce  tu  malicia ; 
No  hay  para  qué  nos  enseñes 
Tus  desatientos  de  loco, 
Tus  malditos  acídenles.  — 
Yo  cumpliré ,  dijo  Ebliz  , 
Lo  que  digo,  y  mas  si  quieren  ; 
Cásenme  á  mí  con  Zalma, 

Y  lancen  de  aquí  esta  gente ; 
Que,  como  lo  quieren  ellos, 
Es  justo  que  aquí  se  quede 
Entre  nosotros  casada 
Mejor  que  con  el  ausente.  > 
En  esto  gritó  Zalma 
De  manera  que  la  oyesen 
Todos  los  que  estaban  fuera, 
Diciéndoles  que  no  otorguen 
Ni  admitan  los  falsos  dichos 
De  aquel  viejo  impertinente. 
A  esto  replicó  Armón, 
Aquel  tirano  rebelde: 
a  Pesar  para  vuestro  dicho, 

Y  á  vuestro  consejo  cueste; 
Es  sabio  de  los  mas  sabios 
El  abid  33  santo,  que  tiene 
Fama  en  Axem  30  y  Alireque, 

Y  es  justo  lo  que  defiende, 
Que  te  quedes  entre  nos, 
Que  no  que  de  aquí  te  lleven ; 

Y  nosotros  cumpliremos 
Todo  lo  qu'ellos ofrecen, 
Sin  faltar  en  cosa  alguna, 


33  Oman. 

1,1  La  Iraca  ó  Caldea-. 

"'  Sanio,"  religioso,  devoto. 

3i¡  Persia. 


Y  te  daremos  mas ,  si  quieres. » 
Dijo  Zalma:  « ¿No  hais  vergüenza 
En  vuestras  caras  raheces 
De  querer  ser  importunos 
A  quien  tantóos  aborrece? 
Que  no  quiero  á  vuestros  algos, 
Ni  los  qifese  viejo  cliéiiil" 
Propone  con  su  malicia ; 
Que  cuanto  aquí  dice  luiente. 
Ni  á  él  ni  á  vosotros  quiero. 
Aunque  el  mundo  se  atraviese. 
Solo  Héxim  me  content:! , 
Los  demás  no  me  amolesten. » 
Respondió  el  traidor  de  Armón  : 
«Pues  no  será  lo  que  quieres ; 
Que  aquí  te  habrás  de  quedar, 
Aunque  pese  á  cuantos  pese.» 

Y  aseñando  á  los  judíos, 
Dándoles  voces  crueles, 
Sacan  las  ocultas  armas  , 

Y  en  I  punto  qu'esto  ven 
Los  hijos  de  Abdulménef, 
Como  que  se  desenvuelven , 
Viendo  declararlo  el  sueño 
Que  soñó  su  hermano  Iléxim  , 
Ponen  mano  á las  espadas 
Como  leones  valientes, 

Y  con  coraje  encendido 
Solos  cuarenta  acometen         «, 
Aquel  feroz  escuadrón 
De  tanta  maldita  gente  ; 

Y  aunque  eran  pocos  los  nuestros  , 
El  coraje  los  enciende 
De  la  generosa  sangre 
Que  dentro  del  pecho  hierve. 
Dan  sobre  aquellos  traidores  , 
Destruyen  ,  matan  y  hieren, 
Desgobiernan,  parten,  cortan  , 
Derriban,  matan  y  hienden, 
Cortan,  golpean ,  deshacen, 
Aquí  acuden  ,  allí  vuelven ; 
Espántanse  sus  contrarios , 
Huyen  ,  blasfeman  y  temen  , 
Corre  sangre  aquel  mercado , 
Que  por  lanías  partes  vierten. 


APÉNDICE    II. 

Ya  los  cuerpos  se  amontonan 
De  los  que  á  sus  manos  mueren 
Sin  defensa,  que  defiende 
Estos  rayos  de  la  muerte. 
Sobre  el  malvado  Armón 
Almutálib  arremete ; 
Pelean  como  leones, 

Y  aunque  el  traidor  se  defiende, 
Queda  hecho  dos  pedazos, 
Sin  poder  nadie  valerle. 

Y  como  vio  la  revuelta, 
El  que  todo  lo  revuelve,  > 
A  su  gusto  ya  encendida, 
Quiso  salirse,  y  ponerse 
En  salvo  de  la  batalla, 
('orno  acostumbrado  siempre; 

Y  al  tiempo  que  fué  á  salir 
Acertó  Héxim  á  verle, 

Y  saltó  sobre  el  traidor 
Antes  que  se  le  ascondiese; 

Y  asióle  de  los  cabezones 

Y  le  sacudió  tan  fuerte, 
Que  le  aboconó 38  en  la  tierra, 

Y  él  aullando  como  sierpe, 
Cuando  lo  cubrió  la  luz 
Que  Héxim  lleva  en  su  frente. 
Salió  Zalma  de  su  tienda 
Al  alarido  que  tienen, 
Estrope/.ando  en  sus  haldas, 

Y  como  asidos  los  ve, 
Dijo  :  «Señor,  da  Vitoria 
A  Héxim,  ayuda  á  Héxim, 
Contra  su  fiero  adversario, 
Ayúdale  y  favorece.» 
Cuando  el  Axaitan  se  vio 
Asido  de  aquella  suerte, 

Y  que  ya  sus  falsas  trazas 
No  bastan  para  asconderse  , 
«Déjame, Héxim,  le  dice. 
¿Hasta  dó  llegar  pretendes? 
Que  muy  en  vano  trabajas, 
Si  piensas  darme  la  muerte; 
Que  no  llegan  hoy  tus  fuerzas, 
Ni  el  Señor  te  las  concede: 
Que  soy  de  los  aquejados 


293 


57  Tonto,  necio. 


58  Le  hizo  hocicar  en  tierra. 


294  HISTORIA    DE    LA 

Hasta  la  postrera  suerte.» 
Dijo  Héxim  :  «¡Oh  Axaitan, 
Traidor,  confundido  fueses, 
Qu'enlre  los  siervos  de  Alláh 
Tantos  daños  hechos  tienes!» 

Y  así  lo  dejó,  y  se  fué, 

Y  volvió  á  mirar  su  gente; 
Qu'entre  aquellos  descreídos 
Yacían,  y  de  los  suyos 
Ninguno  falta  ni  puede; 
Llamólos  luego  y  les  dijo 
Que  de  la  matanza  cesen , 
Qu'el  que  urdió  la  maraña 
Era  el  Ebliz  ciertamente. 
Así  pasó  la  pelea, 

A  costa  de  tantas  muertes 
Que  hicieron  estos  varones, 
De  la  Luz  muralla  fuerte, 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 
Quedando  muy  indignados 
Estos  judíos,  de  suerte 
Que  duró  contra  Muhámad 
Su  hinchazón  perpetuamente. 
Omar  Ibnu  Zaidin 
Hizo  paces  al  presente, 

Y  el  casamiento  acabaron 
Sin  ningún  inconviniente; 

Y  en  vez  de  la  colación 
Que  en  tal  caso  partir  deben, 
Hizo  repartir  Zalma 
Espléndida  y  largamente 
Muchas  doblas  y  adirhames   , 
Por  la  circunstante  gente; 

Y  con  olores  dealmizque 
Cubrió  las  ropas  de  Hóxina, 

Y  todos  con  gran  contento 
A  Yaciriba  se  vuelven. 


CANTO  TERCERO. 

Aquella  propia  noche  invió  Héxim  á  su  hermano  Almutálib  á  visitar  á  Zalma,  y  con  su 
hermano  invió  preciosísimas  joyas  en  arras  del  desposorio,  y  las  recibió  ella,  y  vol- 
vió ella  otro  tanto  en  satisfacción  de  aquello  y  mucho  mas,  y  pasó  con  Almutálib  las 
palabras  siguientes  : 


«Advierte,  hermano  Almutálib, 
Escucha  no  te  diviertas, 
Mientras  te  digo  mi  historia, 
Déla  que  te  doy  larga  cuenta. 
Sabrás  que  he  sido  casada 
Otra  vez,  á  menos  desta, 
Y  he  tenido  otro  marido, 
A  quien  he  sido  sujeta ; 
Este  se  llamó  Uchaichate, 
Tan  rico  de  algos  y  rentas, 
Cuanto  á  todos  en  su  tiempo 
Sobrepujó  su  nobleza; 
Tuvo  ganados  sin  cuento, 
Camellos ,  vacas ,  ovejas, 
Datileras,  servidores, 
Grandes  campos  y  dehesas. 
Tuvo  mas  este  Uchaichate , 
Con  la  que  está  en  tu  presencia, 
Noventa  y  nueve  mujeres, 
Todas  vírgenes  y  bellas; 


Y  cuando  casó  conmigo 

Capitulé  de  manera, 

Que  mi  gusto  fué  medida, 

Si  después  lo  mantuviera  ; 

Pósele  por  condición 

Que  si  burlando  ó  de  veras. 

El  me  daba  mala  vida, 

Sin  ser  yo  la  causa  della. 

Me  pudiese  quitar  del 

Sin  darle  razón  ni  cuenta, 

Ni  él  pudiese  impedir 

El  ser  de  su  yugo  absuelta; 

Pero,  como  pocas  veces 

Lo  que  el  sugeto  argumenta 

Suele  salir  al  compás 

De  lo  que  su  dueño  piensa, 

Salió  mi  cuenta  al  revés, 

Como  acontece  en  las  cuentas 

Que  se  cuentan  sin  el  dueño, 

Salir  de  ordinario  adversas; 


Quiso  mi  suerte  que,  siendo 
Su  mujer,  que  no  debiera, 
Con  muy  malas  condiciones 
Trocó  su  naturaleza. 
Luego  aborreció  á  mi  padre 

Y  á  loda  mi  parentela  , 

Y  á  mí  me  tenia  oprimida, 
Como  si  fuera  su  sierra. 

Yo,  viendo  qu'en  duro  invierno 
Se  trocó  mi  primavera, 

Y  en  cautiverio  mi  vida, 
Siempre  mi  salud  enferma, 
Quise  valerme  de  un  medio 
Que  avisé  siendo  doncella; 
Mas  por  donde  quiera  hallaba 
Con  mil  candados  las  puertas; 

Y  viéndome  tan  perdida, 
Buscaba  modo  y  manera 
Por  donde  poder  salir 
Desla  esclavitud  tan  fiera; 
Pasaba  los  tristes  días 
Entre  congojas  revuelta, 

Y  las  noches  sin  dormir , 
Fabricando  mil  quimeras; 

Y  (odas  salian  en  vano, 
Porque  su  cierta  sospecha 
Hacia  que  de  ordinario 
Estaba  en  mi  centinela; 
Desocupó  sus  negocios, 
Todos  sus  tratos  y  haciendas, 

Y  en  solo  guardarme  p  uso 
Todo  su  cuidado  y  veras. 
Sacóme  de  mi  ciudad, 

Y  de  mis  deudos  ;ijena, 
En  un  castillo  me  puso, 

Que  por  mi  desdicha  hiciera. 
Aquí  me  tenia  encerrada, 
Adonde  mi  edad  tan  tierna 
A  mas  andar  consumía 
Con  esta  grande  estrecheza. 
Quiso  su  Bondad  divina 
Que  en  medio  de  tantas  penas, 
Pariese  un  hijo,  que  fuese 
Bonanza  de  mi  tormento; 
No  porque  su  padre  hiciese 
Mejora  de  vida  buena. 
Cual  suelen  hacer  los  padres 


APÉNDICE    H.  295 

Que  con  los  hijos  se  huelgan; 

Antes  bien  ,  en  daño  mió , 

Su  mal  humor  siempre  aumenta, 

Y  siempre  á  mi  lado  estaba, 
Siempre  estaba  en  mi  presencia ; 

Y  al  fin,  como  es  cosa  cierta 
Que  aquella  parte  revienta 
Que  con  mas  veras  la  tiran 
O  con  mas  veras  la  aprietan, 
Determiné  de  poner 
Remedio  á  morir  siquiera, 
Dando  un  tiento  á  la  fortuna, 
Que  tanto  en  mi  daño  rueda. 
Después  de  haberme  acostado 
Una  noche,  en  ira  envuelta, 
Con  mi  marido  y  mi  hijo, 
Algo  alterada  y  suspensa, 
ToMé  á  mi  hijo  querido 

Y  atéle  un  hilo  de  seda 
En  su  pierna  delicada 
Lo  que  ser  pudo  de  prieta. 
Lloraba  el  niño  inocente, 
Padeciendo  culpa  ajena; 
Que  á  veces  un  hijo  paga 
La  culpa  de  quien  lo  engendra. 
Su  padre,  muy  congojado, 
No  sabiendo  mi  cautela, 
Veló  mas  de  lo  ordinario; 

Y  al  punto  que  las  tinieblas 
En  medio  su  curso  estaban, 
Aflojé  al  niño  la  cuerda, 

Y  al  punto  cesó  su  lloro, 

Y  él  y  su  padre  sujetan 
Los  ojos  al  dulce  sueño; 
Mas  los  mios  se  despiertan. 
Probo  á  llamarle  una  vez, 
Por  ver  si  duerme  ó  si  vela; 
Mas  él  no  me  responde  ; 
Que  ya  la  suerte  siniestra 
Puso  treguas  á  «¡i  daño  ; 

Y  como  vi  que  sosiega. 
Dejé  de  presto  la  cama , 
Cual  si  me  abrasara  en  ella, 

Y  até  á  mi  cuerpo  una  soga 

Y  por  entre  dos  almenas, 
De  la  torre  del  castillo 
Me  dejé  caer  por  ella, 


296  HISTORIA    DE    LA 

Por  donde  medí  el  espacio 
Que  habia  de  allí  á  la  tierra; 

Y  al  punto  senté  las  plañías, 
Cual  suele  el  ave  que  sueltan 
Dentro  las  redes  y  lazos, 
Volar  con  mas  ligereza. 
Volvíme  á  casa  de  padre, 
Adonde  esluve  resuelta 

De  jamás  volver  al  yugo 
De  Uchaichale,  ni  volviera 
Si  contra  mi  conspirara 
El  mundo  y  toda  su  fuerza. 
Así,  querido  Almutálib, 
Toda  esta  pasada  arenga, 
Cual  demi  boca  lias  oido, 
A  tu  hermano  se  la  cuenta, 
Para  que  de  mis  trabajos 
Todo  este  discurso  entienda, 

Y  el  mal  término  de  aquel 
Siempre  en  su  memoria  tenga  , 

Y  en  el  trato  lo  aventaje, 
Como  en  la  naturaleza, 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

I  Y  yo  pued'haber  trocada 
|  Aquella  continua  guerra, 
Y  en  su  poder,  cual  confio, 
En  paz  y  amor  se  convierta.» 


Con  esto  cesó  su  historia, 

Y  Almutálib  dio  la  vuelta 
Adonde  estaba  su  hermano, 
A  quien  luego  dio  sus  nuevas, 
De  lo  cual  quedó  admirado; 

Y  en  aquella  tarde  mesma 
Se  vieron  los  dos  en  uno. 

Y  con  alegría  inmensa 
Folgaron  aquella  noche; 
Con  que  la  suma  grandeza 
Mudó  la  luz  i  Zalma, 

Que  era  lo  que  mas  desea; 

Y  asi,  amaneció  preñada 
Con  la  luz  alta  y  perfela, 
Insignia  de  varonía 

De  la  escogida  linea 


CANTO  CUARTO 

De  la  historia  de  Héxini.  Trata  de  su  muerte  y  del  nariraiento  de  Jaibacanas. 


Luego  como  vido  Héxim 
Que  su  esposaba  recibido 
La  luz  del  santo  homenaje, 

Y  él  sin  ella  ha  amanecido, 
Recibió  el  mayor  cemento 
Qu'ensu  vida  habia  tenido 
Viéndose  con  sucesor 

Del  linaje  preferido; 
\  para  cumplir  con  ella 
Lo  que  le  tenia  ofrecido  , 
Puso  por  obra  de  ir 
Por  las  joyas  y  vestidos; 

Y  primero  de  partirse. 
Con  amor  enternecido 
Llamóla  en  lugar  secreto, 
Ydesta  suerte  le  dijo: 
«¡Oh  cara  y  amada  esposa! 
Advierte  esto  que  te  digo , 
Cumpliendo  al  honor  que  tengo 


A  tu  valor  ofrecido; 
Ese  que  en  tu  vientre  tienes 
Es  varón  santo  y  bendito; 
Yo  te  lo  encargo  ,  cual  Adán 
Lo  encargó  á  todos  sus  hijos , 
Y  unos  á  otros  hicieron , 
Todos  lo  han  mantenido. 
Si  acaso  siendo  yo  ausente 
Parieres ,  sea  contigo 
Como  la  luz  de  tus  ojos ; 
.Mira  que  tiene  enemigos, 
Mira  que  lo  quieren  mal 
Estos  traidores  judíos; 
Que  los  contrarios  del  padre 
Lo  serán  también  del  hijo. 
En  habiéndolo  criado, 
Invíalo  con  sus  lios 
A  la  antigua  y  noble  Meca, 
Su  patria  y  antiguo  nido, 


Po  pstá  su  genealogía, 
Todos  sus  deudos  y  amigos, 
En  la  casa  de  su  honra 
En  el  asiento  debido; 
Mira,  Zalma,  que  no  hagas 
Otro  desto  que  has  oido; 
Que  á  mi  me  darás  contento, 

Y  al  Señor  harás  servicio.  » 
Dijo  Zalma  :  «  Yo  obedezco 
De  voluntad  lo  que  has  dicho, 
Así  como  me  lo  mandas 
Te  ofrezco  que  sea  cumplido, 
Aunque  con  tu  proceder 
Me  has  alterado  el  sentido ; 
Empero  tengo  fianza 
Que  volverás  sano  y  vivo.» 
Después  llamó  á  sus  hermanos , 

Y  con  un  amor  crecido 
Les  amonesta  y  previene, 
Como  si  el  último  aviso 
Fuera  aquel:  qu'es  gran  prudencia 
Del  hombre  qu'es  advertido 
Prevenir  á  lo  futuro , 
Cual  si  lo  tuviese  visto. 
«¡Oh  hijos  de  Abdulmúnef, 
Hermanos,  deudos  y  amigos, 
Sobre  cuyos  hombros  carga 
El  prez  del  culto  divino! 
Ya  sabéis  cómo  la  muerte 
Es  ordinario  camino , 
Que  ha  de  caminar  por  él 
El  que  fué  una  vez  nacido, 

Y  ha  de  gustar  de  su  acíbar 
El  viejo,  mancebo  y  niño, 
El  emperador  y  el  rey , 
El  labrador  y  el  mendigo; 
A  nadie  troca  la  suerte, 
A  ninguno  da  desvío 
De  cuando  le  llega  el  punto 
A  su  plazo,  está  medido; 

Y  he  de  partir  de  vosotros , 

Y  no  sé  si  en  el  camino 
Ordenará  su  bondad 

De  llevarme  al  otro  siglo: 
Encomiéndoos  la  hermandad, 
La  concordia  y  amorío; 
Socórreos  en  vuestras  cuitas , 


APÉNDICE    I!. 

Al  pobre  y  al  afligido ; 

No  os  dividáis  unos  de  otros, 

listad  todos  siempre  unidos, 

Y  seréis  sobre  los  reyes 
Respetados  y  temidos; 

Y  en  mi  nombre  y  mi  lugar 
Quiero  sea  instituido 
Mi  caro  hermano  Almutálib, 
Que  dest. i  comanda  es  digno; 

Y  si  yo  acaso  muriere, 
Rendiréisle  el  señorío 
De  todo  mi  potentado ; 
Respetalde  en  nombre  mió  , 
Dalde  las  llaves  de  Maca 

Y  del  abrevado  rio, 
La  cámara  del  Consejo, 
Las  llaves  de  los  archivos  ; 
Dalde  el  pendón  de  Mieera  , 

Y  los  zapatos  antiguos, 
Con  el  arco  de  Izmael, 

Y  todo  aquel  poderío 
Que  á  mi  me  dejó  mi  padre.- 
Haceldo  como  os  lo  digo, 

Y  sobre  todo,  os  encargo 
Cómo  de  vosotros  lio 
Lo  que  pariere  Zalma  , 
Que  será  de  hecho  altivo, 

Y  en  teniendo  edad  cumplida , 
Todo  lo  de  arriba  dicho 
Le  entregaréis,  cual  yo  hago, 
Que  es  su  derecho  ofrecido.» 
Todos  ansi  lo  ofrecieron, 
Sin  faltar  nada,  cumplirlo, 
Aunque  su  razonamiento 
Les  dio  grande  escandalizo; 
Que  siempre  los  corazones , 
Con  estos  tristes  avisos, 
Profetizan  de  ordinario 
El  daño  que  está  vecino. 


297 


Pasadas  estas  razones. 
Ya  de  lodos  despedido, 
Se  sale  de  Yac. riba 
Con  un  contento  crecido  ; 
Cente  noble  le  acompaña, 
De  los  suyos  escogidos , 


298  HISTORIA    DE    LA 

Con  gran  copia  de  sirvientes 
Que  siempre  lleva  consigo. 
Llegó  en  Axem ,  y  compró 
Todo  aquello  que  convino, 
Muchas  ropas  y  preseas 
D'estima  y  de  precio  rico. 
Ya  que  todo  estaba  á  punto , 
Puesto  en  los  cofres  ó  lios, 
Para  volver  á  su  tierra, 
Siendo  el  día  amanecido, 
Quiso  la  Bondad  divina 
Que ,  por  lo  que  fué  servido, 
Allí  se  acaben  sus  dias, 
Pues  ya  se  engendró  en  tal  signo. 
Después  de  haberse  acostado 
En  su  cama ,  fué  herido 
De  aquel  último  acídente 
Que  ha  de  guslar  lodo  vivo; 

Y  como  se  vio  aquejado 
Con  un  dolor  excesivo, 
Mandó  llamar  á  los  suyos 
Cuantos  con  él  habian  ido, 

Y  dijoles:  «Partid  luego, 
No  estéis  aquí  detenidos ; 
Que  yo  soy  muerto  sin  duda, 

Y  mi  plazo  es  ya  cumplido; 
Llevaréis  de  mí  las  nuevas 
Qu'el  mandamiento  divino 

Se  ha  de  cumplir  donde  quiera. 
No  hay  darle  ningún  desvio.» 
¡Oh,  cómo  dijo  verdad 
Aquel  pronóstico  antiguo, 
Que  se  vería  apartado 
El  amigo  de  su  amigo! 
Bienaventurado  d'aquel 
Qu'entre  hermanos  y  vecinos 
En  su  propia  casa  muere 
De  todos  favorecido. 
Sus  compañas  le  esforzaban , 
Aunque  muy  entristecidos, 
Porque  en  extremo  le  amaban, 
Que  era  de  todos  querido; 

Y  no  quisieron  partirse, 
Aunqu'él  los  ha  persuadido, 
Hasta  á  ver  de  su  señor 

El  trance  difinitivo. 
Pasó  ansí  toda  la  noche  , 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Y  al  tiempo  qu'el  alba  vino, 
Con  voz  flaca  y  congojosa, 
Papery  tinta  ha  pidido", 
Sobre  la  cama  acostado, 
Ya  todo  el  vigor  perdido, 
Con  la  mano  tremolando 
Esta  breve  carta  ha  escrito. 


i  A  vosotros  rrrfs  hermanos , 
Los  del  linaje  escogido, 
Invio  la  salvación 
Entre  estas  letras  que  escribo; 
Sabed  que  estando  yo  á  punto 
Para  emprender  mi  camino, 
Me  ha  llegado  el  mandamiento 
Del  Señor  engrandecido, 
Que  quiere  que  comparezca 
Ante  su  estrecho  juicio, 
Dando  de  mano  á  este  mundo 

Y  á  sus  deleites  y  vicios; 

Y  pues  la  muerte  y  la  vida 
Para  juzgamos  la  hizo , 
Aquí  y  en  todo  lugar 

lia  de  ser  obedecido. 
Ahí  os  invio  mi  hacienda, 
línlre  vosotros  parlildo, 

Y  todas  las  demás  cosas 

A  vuestro  honor  las  remito; 
Encomiéndoos  á  mis  hijas. 
Como  vuestros  propios  hijos, 

Y  como  si  vuestras  fuesen 
Les  aplicad  los  maridos. 
Llevad  de  mí  el  azalem 

A  la  que  en  la  vida  ha  sido 
Candela  y  luz  de  mis  ojos , 
Regalo  y  contento  mío; 
Ruégoos  en  amor  de  Dios, 
Si  nunca  los  be  merecido. 
Que  de  vos  sea  visitada 
Mas  que  si  yo  fuese  vivo; 
Mirad  que  tiene  en  su  vientre 
Mi  hijo  y  vuestro  sobrino, 
En  el  cual  está  influida 
La  luz  de  vuestro  apellido; 
Yo  os  lo  encomiendo,  que  queda 
Güérfano  sin  ser  nacido ,  ■ 


Y  pues  no  conoció  padre , 
Conozca  el  amor  de  tios. 
Sacarlo  heis  de  Yaciriba 
Después  que  sea  nodrido, 

Y  llevaldo  entre  vosotros 
A  su  prometido  sitio.» 

Y  dando  azalem  sobre  ellos, 
Con  un  profundo  suspiro 
Cerró  la  carta  y  sellóla 

Con  su  acostumbrado  signo, 

Y  dijo  que  lo  acostasen  , 
De  todas  fuerzas  vacío. 
Sudando  el  sudor  postrero, 
Acongojado  y  rendido, 
Alzando  al  cielo  sus  ojos  , 
Muy  humilde  y  dolorido, 
Dijo: «  Señor,  piedad 
Deste  siervo  enílaquecido, 
Siquiera  por  el  espacio 
Que  mi  frente  ha  poseído 
La  luz  de  tu  mensajero , 

El  mejor  de  los  nacidos.» 

Y  diciendo  estas  palabras  , 
Vino  el  postrer  parasismo 
Y'  recibió  Azarayel 

Aquel  arroh  39  santo  y  limpio. 
Amortajaron  su  cuerpo 
Los  que  con  él  habian  ido, 

Y  diéronle  sepollura 
Como  mejor  han  podido; 

Y  luego  marcharon  todos 
Con  las  recuas  y  cautivos , 
Caminando  á  grande  priesa 
Tan  tristes  y  desabridos. 


Ya  Zalma  con  su  compaña 
A  recebir  ha  salido 
La  cabalgada  de  Héxiin , 
Largo  trecho  en  el  camino, 
Cuando  la  compaña  triste 
Asomó  por  los  egidos ; 
Rasgadas  todas  sus  ropas, 
Sus  rostros  todos  hendidos, 
Todos  venían  llorando , 

59  Alma. 


APÉNDICE    H.  299 

Dando  grandes  alaridos, 
Que  los  montes  retronaban 
Con  un  eco  entristecido ; 
Acémilas  y  camellos 
Mostraban  sentir  lo  mismo, 
Trasquilados  los  copetes, 
Las  clines,  colas  y  hocicos; 

Y  para  causar  mas  duelo , 
Cada  acémila  un  vestido 
Traía  de  los  de  Héxim 
Sobre  la  carga  tendido. 

Y  ellos,  que  venían  gritando, 
Dando  voces  y  gemidos, 
Repitiendo  á  cada  paso 
El  nombre  de  su  caudillo. 
¿Quién  podrá  contar  en  breve 
Los  duelos,  llantos  y  gritos 
De  los  que  aguardando  estaban, 
Cuando  vieron  tal  prodigio? 
¿Porqué  término  diremos 
El  sentimiento  excesivo 
De  lo  que  su  esposa  aguarda 
Por  momentos  tan  medidos, 
Con  tanto  apercebimiento 
De  contento  y  regocijo, 
Con  tantas  mesas  tendidas 
De  manjares  escogidos , 
Con  tantos  honrados  deudos 
Para  honrar  á  su  marido? 

Y  había  de  ser  en  obsequias 
Todo  el  placer  convertido  , 
Qu'es  bien  qu'en  la  muerte  se  honre 
Quien  fué  tan  honrado  vivo. 
Tantos  extremos  hacia , 
Sentada  en  el  suelo  frío  , 
La  triste  Zalma ,  que  causa 
Dolor  y  espanto  en  decillo ; 
Hiere  con  golpes  su  cara , 
Su  hermoso  rostro  hendido, 
Haciendo  de  su  persona 
Un  lastimoso  martirio ; 
Decia  á  voces :  « ¡  Oh  Héxim , 
Oh  señor,  oh  caro  amigo , 
Oh  luz  de  quien  te  adoraba! 
¿  üó  quedas ,  dulce  bien  mío? 
Con  tí  murió  mi  alegría 
Desla  qu'en  tus  manos  puso 


300  HISTORIA    DE    LA 

El  ser  que  (ena  influido. 
Falló  la  luz  de  las  vegas 
En  fallarles  lu  apellido  , 

Y  á  mí  me  falló  el  consuelo, 
Mi  confianza  y  abrigo. 
¿Quién  será  á  tu  amada  esposa 
Su  compañero  y  marido  , 

Y  amparo  y  padre  fiel 
De  lu  desdichado  hijo?» 
Tantas  lástimas  dec¡:i , 
Qu'es  mejor  cortar  el  hilo ; 
Que  nunca  la  lengua  dice 

Lo  que  siente  un  bu<m  sentido. 
Pues  ¿qué  diremos  de  Maca*0, 
Cuando  en  ella  fué  entendido 
Por  sus  hermanos  y  hermanas 

Y  por  sus  deudos  y  amigos? 
La  impaciencia  de  sus  hijas , 
Los  lloros  y  desatinos  , 
Que  sin  tiento  decian 

Tan  terribles  desvarios. 
Cuando  lieron  la  carta 
Do  su  testamento  hizo, 
A  cada  le!ra  lanzaban 

*o  Lo  mismo  que  Meca  6  La-Mtxca. 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Mil  laslimosossospiros. 
Pasado  el  Manto  y  tristeza, 
Luego ,  como  Héxim  dijo , 
Entregaron  á  Almutálib 
El  señor  tal  señorío. 
Quiso  Alláh  qu'entre  estos  duelos 
Vino  su  divino  auxilio; 
Que  nunca  vino  trabajo 
Sin  algún  placer  cumplido. 
Parió  /.alma  en  estos  di;is 
Un  infante  hermoso  y  lindo 
Con  la  luz  del  homenaje; 

Y  ansi  como  fué  nacido, 
Vieron  que  estaba  riendo, 
Dando  de  alegría  indicio, 
Que  la  venida  anunciaba 
Del  mejor  de  los  nacidos. 
Sacó  la  cabeza  cana , 
De  donde  tomó  apellido 
De  llamarle  Jaibacanas , 
Varón  insigne  y  altivo, 
Cuyas  famosasbazañas 
No  es  bien  se  echen  en  olvido , 

Y  pido  para  contallas 
Que  se  me  dé  atento  oído. 


HISTORIA  DE    ABDULMUTAL1B ,  CUYO  NOMDRE  SE   LLAM\  JAIBACANAS, 
HIJO  DE  HÉXIM. 

Contiene  cuatro  cantos. 
CANTO  PRIMERO. 


Jaibacanas  fué  criado 
En  la  noble  Yaciriba, 
En  custodia  de  su  madre , 
En  buena  y  santa  dotrina; 
Y  luego  dio  á  conocerse 
Entre  aquella  gente  inica, 
Porque  su  sangre  y  nobleza 
Es  bien  sea  conocida. 
Todos  lo  quisieron  mal , 
Porque  es  ya  regla  sabida 


Que  la  enemistad  se  hereda 

Y  la  amistad  multiplica. 
Siendo  ya  de  siete  años, 
Fué  su  fama  tan  temida, 
Que  sus  obras  los  espanta 
Y'  la  luz  los  consumía  , 

Y  por  do  quiera  que  andaba 
En  altas  voces  decía : 

«  Yo  soy  el  hijo  de  Héxim  , 
El  de  la  línea  escogida.  » 


API 

Eslo  es  lo  que  abominaban , 
Eslo  es  lo  que  aborrecían  , 
Tanto,  que  ya  procuraban 
El  acortarle  la  vida. 
Diciendo  aquellas  palabras , 
Sucedió  acaso  que  ui;  dia 
Pasara  un  hombre  de  Maca  , 

Y  notó  lo  que  decían  ; 
Paróse  y  dijo  :*«  Mancebo , 
Dime  ahora,  por  tu  vida  , 
¿Quién  eres  ,  de  adó  desciendes'?» 

Y  él ,  al  momento  ie  explica 
Su  nombre  y  el  de  su  padre , 
La  parte  do  descendía  , 

Y  dijo  mas:  «  Pues  la  suerte 
Ha  querido  que  tu  via 
Fuese  por  este  lugar , 
Lleva  esta  mensají 

Diles  a  mis  nobles  tíos 

Que  por  qué  en  tan  pocos  dias 

Olvidaron  de  su  hermano 

La  encomendada  al  guacia  '; 

Porqué  me  han  desmamparado, 

Por  qué  tan  presto  me  olvidan, 

Por  qué  tan  solo  me  dejan 

Entre  esta  gente  enemiga  ; 

Arredrado  de  mi  patria  , 

Ht.érfano,  sin  compañía, 

Sin  saber  quién  son  mis  deudos , 

Ni  yo  saber  dónde  habitan. 

Así  el  Señor  le  socorra 

En  todas  tus  agonías, 

Que  luego  en  llegando  á  Maca, 

Aquesta  encomienda  digas; 

No  lo  pongas  en  olvido, 

Duélale  de  mi  mancilla.» 

Este  llevó  la  embajada, 

Y  luego  al  siguiente  dia 
Puso  por  obra  Alinulálib 
Ce  partir  á  Yaciriba  , 

En  un  caballo  ligero, 
Su  espada  al  lado  ceñida  , 
Que  la  ejercitaba  bien 
Cuando  menester  la  habia. 
Lleva  una  darga  embrazada 

1  Encomienda,  albaceazgo. 


NblCIÍ    II.  301 

Y  pendiente  de  la  silla, 

Y  el  arco  del  fuerte  Ismael, 
Que  á  él  pertenecía. 
Este  fué  el  que  por  sus  hechos 
Alcanzó  lal  nombradla , 
Que  adonde  llegó  su  nombre 
Era  su  espada  temida. 
Cubierto  llevaba  el  rostro 
Con  la  toca  que  traía  , 
Para  no  ser  conocido 
De  los  que  le  conocían  ; 

Y  porque  su  intente  era 
Llevar  lo  que  pretendía  , 
Por  hurto  ó  como  pudiese , 
Por  paz  ó  guerra  reñida. 
Llegó  al  fin  de  su  jornada  , 

Y  antes  de  entrar  en  la  villa , 
Vio  los  mancebos  jugando 
Que'n  mil  pruebas  se  ejercitan. 
Estaba  Jaiba  2  con  ellos , 

Y  entre  otras  pruebas  que  hacia, 
Era  arrojar  un  gran  canto 
Á  quien  mas  trecho  le  lira  ; 

Y  como  llegó  Almutálib  , 
Conoció  la  luz  alliva 
Sobre  la  frente  de  Jaiba , 
Oue  le  dio  grande  alegría  ; 

Y  mas  que  oyó  á  su  sobrino , 
Cuando  e!  canto  despidia , 
Decir:  «Anda,  hijo  de  Héxim, 
Señor  de  la  santa  villa.» 
Llamóle  aparte  Almutálib 
Con  amorosas  caricias , 

Y  diósele  á  conocer, 

Y  dijo  á  lo  que  venia. 
«Mira,  dice,  si  es  contento, 
De  ir  en  mi  compañía 
Á  tu  patria ,  entre  tus  deudos , 
Á  tu  principado  y  silla, 
Donde  vivieron  tus  padres 

Y  toda  tu  varonía  , 

Y  donde  manda  el  Señor 
Que  sus  sucesores  vivan. 
Mira ,  pues ,  sobrino  amado  , 
Qu'es  lo  que  te  determinas ; 

2  Abreviatura  de  Jaibacanas. 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


302 

Que  do  he  salido  de  Maca 
Mas  de  por  la  causa  dicha.  » 


Cual  suele  el  azor  que  aguarda 
La  seña  ,  cuando  le  avisan 
Cómo  la  jara  arremete 
Donde  la  caza  divisa ; 
Así  el  bravo  mancebo, 
Que  vio  la  seña  esculpida 
En  la  lengua  de  su  tio, 
Cosa  qu'él  tamo  codicia, 
Sin  responderle  palabra , 
Con  presteza  nunca  vista  , 
Salta  á  las  ancas  y  dice: 
«  Suelta  las  riendas  y  pica ; 
Salgamos  de  entre  esta  gente, 
Antes  que  de  mi  partida 
Tenga  noticia  mi  madre, 

Y  por  suerte  '■  nos  la  impida." 
Así  los  dos  á  caballo 

Á  grande  priesa  caminan, 
Contentísimo  Almutálib 
De  la  ocasión  sucedida  ; 
Viéndose  con  su  sobrino, 
Que  mas  que  á  sí  lo  quería. 
Pasan  por  Ddsilefala 
Á  la  qu'el  sol  se  ponía  *, 

Y  allí  tomaron  refresco 
Del  cansancio  que  traían. 

Y  como  cerró  la  noche , 
Por  el  monte  se  metían  , 
Por  no  topar  con  algunos 
Que  les  estorben  su  vía. 
Pues  cuando  menos  cuidaban 

Y  con  mas  cuidado  aguijan , 
Oyeron  un  gran  ruido  , 
Grande  gente  y  vocería  ; 
Paráronse  de  su  andar, 
Por  ver  qué  cosa  seria  , 

Y  al  fin  se  certificaron 
Que  sus  pisadas  seguían. 

Dijo  Almutálib:  ¿Qué  liaremos, 
Sobrino ,  en  esta  agonía? 

3  Lo  mismo  que  acaso  ó  casualidad. 
*  Es  decir,  «á  la  hora»    que  se  ponia 
el  sol. 


¿Cómo  nos  esconderemos, 
Si  esa  luz  que  va  influida 
En  tu  frente  nos  descubre, 

Y  nuestro  hecho  publica'» 
Dijo  Jaiba:  a  ¡Ah  mi  buen  tio! 
Si  quieres  que  no  sea  vista 

Mi  luz ,  cúbreme  la  cara 
Con  mi  toca,  y  será  impidida.» 
Así  lo  hizo  Almutálib  , 
Viendo  tan  gran  maravilla. 
« Grande  es  tu  hecho,  sobrino, 
No  hay  para  que  esté  escondida; 
Que  aquel  que  te  honró  con  ella 
Será  en  nuestra  compañía. 
Él  será  en  nuestra  defensa, 
Nuestro  amparo  y  nuestra  guia ; 
Á  él  solo  le  encomiendo, 
Él  te  guarde  y  te  bendi 
Estas  palabras  hablaba, 
Cuando  mas  con  vocería  , 
Cargados  de  todas  armas, 
Liego  la  caballería. 
Siempre  pensaron  que  fuesen 
Los  barraganes  de  estima 
De  la  gran  casa  de  Zalma , 
Que  de  ordinario  tenían 
Gran  gente  de  parentesco 

Y  otros  que  su  pan  comían  , 

Y  que  venían  por  Jaiba 
Para  volvello  a  su  villa; 
Mas  presto  vio  el  desengaño. 
Jaiba,  que  los  conocía, 
Dijo,  mirando  á  su  tio : 

« Malas  señas  se  divisan ; 
Otro  es  de  lo  que  cuidamos , 

Y  aun  peor,  si  bien  se  mira; 
Al  contrario  lo  juzgamos. 

Si  no  me  engaña  la  vista , 
Estos  son  mis  enemigos , 
Que  vienen  en  busca  mía  ; 
Que  de  ordinario  procuran 
Mi  muerte  y  fin  de  mis  dias. » 
Cuando  Almutálib  oyó 
Lo  que  su  nietu  decia  , 
Apretósele  el  temor, 
No  sabiendo  qué  haria  , 
Mas  por  su  amado  sobrino 


Que  por  temor  de  su  vida ; 
Llorábale  amargamente , 
Viendo  su  edad  lan  florida, 

Y  aquella  luz  de  su  cara , 
Que  hasta  los  cielos  subia, 

Y  que  de  sus  enemigos 
Ya  escapar  no  se  podia. 
Del  todo  desconliado 

De  poder  librar  sus  vidas , 
Besábale  entre  sus  ojos , 

Y  estas  palabras  decía  : 
«¡Oh  caro  y  dulce  sobrino! 
Si  yo  hubiera  noticia 
Destos  que  aquí  te  persiguen 

Y  que  tan  mal  te  querían, 
Nunca  te  hubiera  sacado 
De  dentro  de  Yaciriba  ; 
Mas  por  Alláh  te  aseguro 
Que  has  de  ver  aquí  tendida 
Mi  persona  ,  eu  este  llano, 
Despedazada  y  rompida , 
Primero  que  vea  en  la  tuya 
Una  mínima  herida. 

—  ¡Esfuerza,  esfuerza ,  buen 
No  te  espantes  ni  te  aflijas! 
Dijo  Jaiba  ;  qu'esta  noche 
Has  de  ver  gran  maravilla ' 
En  el  hijo  de  tn  hermano, 
Con  el  ayuda  divina.» 
Á  vista  de  donde  estaban 
Unos  á  otros  se  miran. 
Ellos  estando  en  aquesto, 
Llegó  la  tropa  enemiga. 


Dijo  Alhazan  s  la  ocasión 

Y  el  camino  que  traían ; 
Fué  que  aquellos  mozuelos 
Que  con  Jaiba  combatían  , 
Tirando  el  canto  ó  la  barra, 
Oyeron  lo  que  decían 

Tío  y  sobrino,  y  al  punto 
Luegoffc  sus  padres  avisan; 

Y  aquella  noche  marcharon 


APÉNDICE    H. 

De  la  judaica  cuadrilla 
Setenta  hombres  armados, 
Con  la  sedienta  codicia 
De  ver  cumplido  el  deseo 
Que  guardaron  estos  días, 
Que  era  ver  á  Jaibacanas 
Donde,  á  costa  de  su  vida, 
Pudiesen  vengar  la  rabia 
Que  contra  la  Luz  tenian. 
Al  fin  llegaron  al  punto 
Que  deseado  tenian, 
Sobre  ligeros  caballos 

Y  lanzas  gruesas  tendidas, 
Sus  adargas-embrazadas , 
Armados  de  brazo  arriba; 

Y  á  resistir  tantas  armas, 
Tanta  rabia ,  tanta  ira , 
Sale  un  muchacho  desnudo, 
Que  á  los  diez  años  no  arriba; 
Figura  del  gran  David 
Con  el  soberbio  Golías. 
Deja  á  su  tio  llorando 

Y  grande  trecho  s'esvia 
tio,           Á  recebir  la  canalla 

Con  gran  valor  y  osadía, 

Y  antes  que  á  él  se  allegasen 
Con  voz  humilde  y  sencilla , 
Alzando  al  cielo  sus  ojos , 
Estas  palabras  decía: 


«Señor,  que  la  escuredad 

Y  las  tenebrosas  sombras 
Con  lu  claredad  encubres, 

Y  alumbras  á  quien  te  adora ; 
Sabio,  que  en  los  corazones 
Mas  encerrados  te  asomas, 

Y  lo  mas  oculto  sabes, 
Pues  no  se  te  asconde  cosa; 
Oidor  de  quien  te  llama 

En  su  apretada  congoja ; 
Socorredor  de  las  cuitas , 
Recebidor  de  las  obras , 
Ordenador  de  los  plazos 
Que  tus  halecailbs  6  gozan ; 


303 


5  Nombre    del    autor  á  quien  sigue   el 
poeta  en  su  relato. 


6  Criaturas. 


304  HISTORIA    DE    LA 

Pues  panto  no  se  diluían 

De  lo  que  pinta  lu  hoja  7. 
Si  en  lus  secretos  juicios 
Adelantaste  la  obra 
Esla,  que  tus  escogidos 
Han  gozado  siempre  y  gozan  , 
Suplico  a  tu  gran  bondad 
No  permitas  qu'esta  hora 
En  mi  poder  se  derogue, 
Por  ser  mis  fuerzas  tan  pocas; 
Sino  que  arredoblezcas 
La  gracia  de  que  le  adornas, 

Y  en  el  ensalzamiento  suba 
De  lo  que  ba  sido  hasta  ahora. 
Señor,  por  el  homenaje 
Desla  luz  alta  y  preciosa 

Con  quo  sellaste  mi  frente 

Y  me  ennobleces  y  adornas, 
Te  ruego  que  me  defiendas 
Desla  compaña  alevosa , 
Que  quieren  malar  tu  luz 
Porque  su  gran  prez  ignoran; 
Todas  las  airadas  manos 
Ante  la  tuya  se  postran  , 

Y  las  poderosas  fuerzas 
Solo  á  tu  nombre  se  postran. 
I'ues  ¿cómo  tendré  yo  miedo 
Á  los  que  eu  lu  ofensa  osan 
Levantar  los  brazos  lieros 
Con  indignación  rabiosa? 

Si  en  mi  encerraste  el  secrclo 
Que  á  lus  nacidos  importa , 

Y  adelantaste  mi  hecho  , 
Como  esla  !uz  lo  denota  , 
Por  ella  vuelvo  a  rogarle 
jQue  en  este  paso  me  acorras, 

Y  estos  que  atajar  la  quieren  , 
Tu  grande  poder  conozcan, 

Y  caiga  el  az,ods  sobre  ellos 
De  la  furia  cavernosa ; 

Que  tú  á  ios  soberbios  hundes, 

Y  á  los  humildes  coronas.» 

Por  Alláh  ,  dijo  Almulálib, 


'  De  lo  que  está  escrito  en  tu  libro. 
8  Azote. 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Que  al  tiempo  qu'esto  decía 
Le  alcanzaban  ya  las  puntas 
De  las  lanzas  enemigas; 

Y  cual  la  pelóla  vuelve 
Del  suelo  hacia  quien  la  tira , 
ü  como  resurte  9  cuando 
Hiere  en  la  pared  maciza  , 
Desta  propia  suerte  fueron 
Con  tal  fuerza  rebatidas, 
Como  si  airas  las  tiraran 
Con  aquella  fuerza  misma. 
Ellos,  espautados  deslo, 
Necio  los  caballos  pican, 
Pugnando  llegar  á  Jaiba; 
Mas  ¡  or  demás  los  herían , 
Que  ios  cerros  encorvados 
Revuelven  y  el  cuello  erizan; 
Dando  bufidos,  corcovos, 
Huyen  de  espanto  y  se  empinan, 
lil  animoso  mancebo, 
Que  sin  lemor  se  los  mira 
Corridos  y  avergonzados, 
Á  voces  les  dice  y  grita: 
« ;  Ah  suciedad  de  judíos, 
Canalla  torpe  J  maldita  , 
Naturaleza  de  gimios, 
Gente  infame  y  abatida! 
¿  Qué  os  parece  del  misterio 
Con  que  el  Señor  os  avisa, 
Con  que  nuestra  luz  ensalza  , 

Y  vuestro  inlenlo  castiga? 
¿Queréis  amatar  la  luz 
Que  á  los  altos  cielos  fija , 

Y  el  Señor  la  especíalo, 
Por  su  gran  sabiduría, 
Para  guiar  á  sus  siervos 

Y  acabar  la  idolatría  , 

Y  puesto  su  grande  amparo 
En  10  vuestra  inunción  maligna, 
Ha  menguado  vuestras  fuerzas? 
Por  lanío,  gente  perdida, 
Yolved  eu  paz  y  seguros, 
Dejad  esa  fantasia ;  f 
Si  uo,  rogaré  ad  Alláh 


9  Bota. 

io  En  está  aqui  por  contra. 


Que  confunda  vuestras  vidas. » 
Respondió  el  capitán  dellos, 
Que  se  llamaba  Lelía: 
«  ¡Oh  liijo  del  fuerte  Héxim, 
Déjate  desa  porfía; 
Que  nosotros  no  dudamos 
Qu'está  la  honra  cumplida 
En  vos  los  de  Abdulménef, 
Á  quien  los  demás  se  humillan 
Pero  vivis  engañados , 
Según  tu  razón  publica  , 
En  decir  que  por  matarte 
Salimos  de  nuestra  villa; 
Antes  bien  somos  venidos 
Por  volverte  á  Yaciriba 
Á  los  ojos  de  tu  madre , 
Qu'está  triste  y  afligida. 
A  mas  desto,  tú  bien  sabes 
La  amistad  y  cortesía 
Con  que  todos  te  tratamos; 
No  hay  razón  por  qu'eso  digas; 
Que  tú  eres  nuestro  contento, 
Nuestro  placer  y  alegría  , 
Candela  de  nuestros  ojos, 
Regalo  de  nuestras  vidas. 
—  Todos  sois  mis  enemigos , 
Esto  es  cosa  conocida , 
Replicó  Jaiba  animoso ; 
Ya  está  vuestra  intuición  vista; 
Siempre  me  quisistes  mal. 
Porque  toda  vuestra  vida 
Me  mirastes  con  mal  ceño, 
Siempre  con  cara  fingida, 

Y  todas  vuestras  razones 
Son  fundadas  en  mentira; 
Sino  que  vuestras  cautelas 
Han  salido  cuesta  arriba  , 

Y  no  han  llegado  al  efecto 

Á  que  vuestra  inunción  aspira ; 
Porque  la  promesa  inmensa 
De  fuerza  ha  de  ser  cumplida.  » 

Y  con  un  desden  gracioso, 
Sin  muestra  de  cobardía, 
Los  dejó  y  se  fué  á  su  lio 
Adó  dejado  lo  había. 

Como  lo  vieron  volver, 
Ton.  ív. 


APÉNDICE    H. 

Los  judíos  descendían 
Apriesa  desús  caballos, 

Y  con  una  infernal  ira 
Sacan  las  fuertes  espadas , 

Y  á  pies  los  acometían. 
Cuando  losvido  Almutálib, 
De  hedíase  apercebia 
Para  salir  al  encuentro; 
Mas  Jaiba  se  lo  impidia, 
Diciendo:  «Agora  verás 
La  segunda  maravilla; 
Ruégote  que  te  estés  quedo, 
Estáte  agora  á  la  mira  , 
Dame  tu  arco  y  las  jaras , 
Que  yo  haré  la  conquista. 

—  No  podrás ,  dijo  Almutálib; 
Tus  pocas  fuerzas  retira, 
Porque  no  hay  en  toda  Maca 
Hombre  que  á  lo  tal  se  atreva, 
Sino  los  de  Abdulménef, 
Por  su  santa  fortaleza. 
Este  es  el  arco  de  Ismael, 
Que  tu  padre  lo  tenia 
En  Axem ,  cuando  murió, 

Y  á  mi  quedó  remitido; 
Con  él  demandamos  agua 

Y  otras  muchas  rogativas, 
Que  su  divina  bondad 
Nos  tiene  ya  concedidas. 

—  Dámele  pues,  dijo  Jaiba, 
Que  esta  prenda  á  mí  es  debida ; 
Que  yo  también  soy  de  aquellos, 
Aunque  mi  edad  lo  desdiga.» 

Y  tomándole  en  sus  manos , 
Con  tal  fuerza  lo  impelía, 
Que  casi  los  dos  extremos 
En  uno  juntar  hacia. 
Armólo,  como  si  fuera 
Varón  ya  de  edad  cumplida  , 

Y  como  si  el  arco  fuera 
De  verde  mimbre  cogida. 
Ya  los  judíos  llegaban, 
Cuando,  tomando  una  vira  , 
El  diestro  joven  apunta, 

Y  al  mas  orgulloso  tira ; 
Dióle  por  el  corazón  , 

Y  luego  el  feroz  raquía, 

20 


305 


306  HISTORIA    DE 

Dando  voces  como  (¡era  , 
El  aliña  infernal  vomita, 

Y  sin  perder  ocasión  , 
Otra  jara  despedida, 

Y  otra  luego,  y  tras  de  aquella 
La  cuarta  saeta  envia, 
Tan  ciertas,  que  todas  cuatro 
Rebataron  cuatro  vid;¡s ; 

Y  cuando  flechaba  el  arco 
En  alias  voces  decia : 
«  Yo  soy  el  hijo  de  Héxini, 
Jaibacanas  me  apellidan.  » 
Dijo  el  traidor  de  Lelía: 
«  Esa  razón  averigua; 
Que  no  pare  la  culebra 
Sino  ponzoñosas  víboras.» 

Y  volviéndose  á  los  suyos, 
Les  dice :  « ¡  Gente  rendida ! 
¿No  neis  vergüenza  que  un  mozuelo 
Vuestro  poder  afemina? 
Salgamos  de  un  tropel  lodos, 

Y  de  impetuosa  corrida 
Demos  sobr'ellos  con  furia, 

Y  mueran  de  arremetida  , 
Aunque  de  nos  maten  diez, 
Pues  les  quitemos  las  vidas, 
Vivirán  después  honrados 
Los  que  de  nosotros  vivan.  » 
Esto  dijo  el  enemigo, 

Y  hechos  todos  una  pina , 
Fueron  á  les  embestir ; 
Mas  antes  que  les  embistan 
Temieron  de  las  saetas 
La  fuerza  con  que  venían  ; 

Y  al  fin  se  determinaron 
Pedir  concierto,  y  decían 
Á  Jaiba ,  como  valiente : 
«Pidímoste  en  cortesía 
Que  apartes  de  nos  las  flechas, 
Que  tan  sin  razón  nos  liras  , 

Y  veremos  entre  todos 
El  mejor  camino  y  via 
Que  habrá  para  que  te  vuelvas 
Aquí  en  nuestra  compañía. 
Mira  que  á  todos  nos  pesa 
Que  salgas  deuuesira  villa, 
Porque  al  claro  nos  agravias: 


LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Mira  que  al  fin  has  nacido 
Entre  nosolros,  y  mira 
Que  todas  nuestras  mujeres 
Te  han  servido  de  nodrizas  ; 
En  sus  haldas  te  criaste, 
En  sus  pechos  le  tenían, 

Y  en  pago  de  estos  regalos , 
¿  Por  qué  de  nos  te  desvias? 

Y  en  pago  de  la  agonía 
Que  todos  poní  pasamos, 
Nos  tratas  de  aquesta  guisa, 
Que  has  muerto  de  nos  cuatro 
De  la  gente  mas  lucida ; 

Y  todos  lo  Lacemos  bueno, 
Todo  se  deja  y  se  olvida , 
Aunque  fueran  otros  lautos; 
Entiende  que  mas  se  estima 
De  nosotros  tu  contento 
Que  cuanto  hay  en  esta  vida. 
Deja  tu  lio  Almutálib  , 
Vaya  en  buen  hora  su  via  , 

Y  tú  vuelve  con  nosolros 
Á  tu  natural  guarida, 
Donde  vivirás  honrado 

Y  adonde  es  razón  que  vivas ; 

Y  no  quieras  caullevar 
La  conduelma  y  gran  mancilla 
De  tu  madre  y  de  tu  agüela 
Por  tu  arrostrada  salida, 
Sin  dispidirte  de  naide 

Y  sin  que  fuera  entendida 
De  loda  lu  parentela 

Y  tú  les  dieras  noticia. 
¡  Oii  si  los  vieses ,  mancebo , 
Cómo  los  dos  se  lastiman ; 
Moverle  han  compasión 
Las  lágrimas  que  destilan ! 
;  Cómo  se  rasgan  sus  caras ! 
Cómo  gimen  y  apellidan! 
Ea  pues,  querido  Jaiba, 
Resuélvete  y  determina, 
Considera  estas  razones, 
Que  tan  de  admitir  son  dignas.» 


Tales  las  razones  fueron 
Que  aquel  traidor  proponía  , 


Que  ya  de  su  buen  sobrino 
Almutálib  desconfía: 

Y  dijo,  casi  llorando: 
«Ya  sabes  que  mi  venida 
Solo  por  li  fué  de  Maca , 
Porque  en  tu  ditado  y  silla 
Vivas  como  tus  pasauos 
Han  vivido  en  reta  línea; 
Mas  veo  tantas  razones 
Como  estos  te  notifican , 
El  amor  con  que  te  llaman  , 
La  honra  con  que  te  albrician, 
La  fama  en  que  estás  entre  ellos  , 
Cómo  lodos  te  acarician; 
Saben  tu  claro  linaje. 
Tu  estado  y  caballería  ; 
Si  le  contenta  ir  con  ellos , 
Vés  en  la  hora  bendila  , 

Y  cuando  el  tiempo  te  llame, 
Siendo  ya  de  edad  cumplida  , 
Tú  te  volverás  á  Maca.» 
Dijo  Jaiba :  «¡Cómo  tu  deuda  te  obliga 

Y  cómo  te  han  decebido  ", 

Y  cuan  preslo  facilitas 
Sus  razones  de  estos  sucios , 

Y  cómo  los  acreditas! 
¿No  sabes  que  son  judíos  , 
Canalla  torpe  y  maldita  , 
Malvados  y  fementidos , 
Llenos  de  engaño  y  falsías? 
No  te  ablanden  sus  razones; 
Que  no  hay  verdad  que  estos  digan , 
Compañeros  de  Luzbel , 
Que  siempre  siguen  su  via ; 
Déjalos  ir  con  la  saña 
Del  Señor,  y  con  la  ira.» 


Holgóse  de  esto  Almutálib, 
Al  punto  se  apercebia , 
Toma  su  espada  y  adarga 
Y  contra  el  traidor  de  Lelía 
Se  sale  como  un  león 
Que  el  suelo  temido  pisa. 
Gritábale  en  altas  voces, 


*t  Engañado. 


APÉNDICE    H. 

Y  estas  palabras  decia  : 
« Tú ,  que  has  echado  al  aire 
Tantas  razones  fingidas, 
Envueltas  entre  cautelas , 
Entre  engaños  y  mentiras , 
Deja  el  hablar  doble  y  falso, 

Y  mira  si  en  tu  cuadrilla 
Hay  quien  con  mí  mano  á  mano 
Acabe  nuestra  porfía. 
Salga  luego ,  que  te  aguardo ; 
Qu'es  bien  que  las  obras  digan  * 
Lo  que  la  lengua  blasona , 
Porque  eslo  ansí  se  averigua.» 
Dijo  Lelía  á  los  suyos: 
«Ya  veis  que  nos  desafia 
Este  qu'en  su  genealogía 
Alcanza  mas  Hombradía, 
Capitán  de  los  taquíes  H , 
Flor  de  la  barragania, 
Reprobado  13  en  toda  Arabia  , 
En  sus  ciudades  y  villas , 

Y  nadi  vencer  le  puede 
Ni  su  fuerza  resistilla ; 

Y  si  á  él  vencer  podemos 

Y  le  quitárnosla  vida, 
Muerto  es  su  sobrino  Jaiba , 

Y  su  luz  esclarecida. 
Ea,  guerreros  famosos , 
Que  el  que  le  quite  la  vida  , 
Le  mando  cien  datileras 
Nuevas ,  tiernas,  femininas.» 
Respondió  el  uno  de  aquellos, 
Que  Elsemio  se  decia: 
« No  quiero  de  ti  otra  cosa 
Que  me  des ,  si  le  vencia , 
Mas  de  que  me  afranques  ** 
La  deuda  que  te  debia. 
—  Pláceme ,  dijo  el  traidor, 

Y  mas  otro  tanto  encima.» 
Asjfué  contra  Almutálib, 
Que  á  recibirlo  salia, 
En  cuyas  valientes  manos 
Dio  la  vida  descreída  ; 
Hendióle  hasta  los  pechos, 

«  JuStOS. 

13  Dos  veces  probado. 

"  Me  hagas  franco  y  quito. 


307 


308  HISTORIA    DE    LA 

Y  luego  dijo  Letía : 

«  Muerto  es  Elsemio;  salga  otro 
De  la  gente  mas  lucida.» 
Salió,  y  por  la  misma  via 
Muchos  judíos  murieron  ^ 
Hasta  que  dijo  uno  de  ellos : 
«  Lelía ,  esto  mal  se  pinta. 
¿  Quieres  que  nos  mate  á  todos , 

Y  tú  te  estés  á  la  mira? 
Salta  tú  al  campo  con  él; 
Que  s*olo  con  tu  salida 
Fenecerá  la  contienda , 
Porque  es  cosa  conocida 
Que  su  fuerza  entre 'tus  manos 
Al  punto  será  rendida.» 

Dijo  el  traidor:  «  Yo  saliera, 
Sin  que  nadi  me  lo  diga , 
Sino  por  el  gran  respeto 
Que  á  su  madre  le  tenia 

Y  á  toda  su  parentela , 

Y  porque  Zulma  no  diga 
Que  yo  le  maté  á  su  hijo ; 
Pero',  pues  ya  tengo  vista 
Vuestra  voluntad,  saldré, 
Pues  la  ocasión  lo  pidia. » 


Alteróse  el  enemigo, 
Mostrando  grande  osadía; 
Quedaron  de  blancas  hojas, 
De  fino  acero  lucidas, 
Sus  fuertes  miembros  armados ; 
Persona  grande  y  fornida 
Con  una  adarga  embrazada  , 
La  espada  alzada  y  saluda , 
Saltando  cual  suelto  gamo , 
Qu'el  mirar  lo  atemoriza , 
Diciendo  :  «Llama  á  tu  nieto , 
Que  salga  en  tu  compañía; 
Para  que  los  dos  á  una 
Me  entreguéis  aquí  las  vidas.— 
Llama,  responde  Almutálib, 
A  tu  cobarde  cuadrilla , 
Que  te  libre  de  mis  manos, 
Pues  antes  que  venga  el  dia 
Heis  de  morir  todos  juntos, 
Sin  quedar  persona  viva.» 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Ansí,  los  dos  se  toparon 
Con  fuerza  tan  sin  medida, 
Como  si  fueran  dos  peñas, 
O  como  cuando  martillan 
Los  herreros  en  el  yunque; 
Ansí, con  tal  osadía 
Se  daban  tan  fuertes  golpes , 
Que  no  hay  lengua  que  lo  diga. 
Los  judíos  esforzaban 
A  su  caudillo  y  su  guia, 

Y  admíranse  que  Almutálib 
Tanto  se  le  defendía. 
Asimismo  Jaibacanas, 
Que  á  su  noble  tiomira, 
Comiéndose  de  coraje 
De  ver  que  se  sostenía 
Un  hombre  solo  á  su  lio , 
Loque  muchos  no  podían; 
Pone  la  vira  en  el  arco , 
Sin  poder  regir  su  ira, 

Y  al  traidor  de  Leitia  apunta, 

Y  con  tal  fuerza  la  envía, 
Que  le  dio  por  las  espaldas 

Y  le  pasó  á  la  barriga. 
Cuando  los  judíos  vieron 
Muerto  al  que  los  defendía, 
Movidos  de  grande  rabia, 
Contra  Jaiba  acometían, 
Sino  que  les  puso  pausa 
Una  grande  vocería 
Que  vieron  venir  tras  ellos; 

Y  vueltos adó  la  oían, 
En  una  gran  polvareda 
Vieron  cómo  relucían 
Armas  ,  espadas  y  adargas, 
Grebas,  brazaletes,  picas, 
Grande  tropa  de  caballos  , 
Gente  esforzada  y  lucida, 
En  sudor  y  polvo  envueltos. 
Llegaron  á  grande  prisa 
Cuatrocientos  caballeros; 
En  medio  de  ellos  venia 
Zalma,  su  padre  y  parientes , 
Porque  tuvieron  noticia 
De  los  traidores  judíos 
El  intento  que  traían. 

Y  en  el  punto  que  llegó 


Toda  la  caballería, 
Sin  admitirles  palabra, 
A  la  canalla  maldita 


APÉNDICE    H. 


Los  degollaron  á  todos, 
Sin  quedar  persona  viva. 


309 


CANTO  SEGUNDO 

de  la  historia  de  Abdulrautálib. 


Muertos  todos  sus  contrarios, 

Y  cesando  el  grande  estruendo, 
El  suelo  corriendo  sangre, 
Cubierto  de  cuerpos  muertos, 
Cansado  de  combatir 

En  tantos  tieros  encuentros, 
De  descargar  tantos  golpes 

Y  dividir  tantos  miembros. 
De  sustentar  la  batalla 
Toda  aquella  noche  en  peso, 
Que  cuando  de  bronce  fuera , 
Quedara  roto  y  deshecho; 
En  su  caballo  arrimado, 

Y  desahogado  el  aliento , 
Que  suspendido  le  tuvo 
Mientras  duró  el  vencimiento  , 
Estaba  el  fuerte  Almutálib 
Apercebido  de  nuevo, 

Las  armas  al  fuerte  brazo-, 

Y  el  animoso  denuedo 
Contra  los  que  le  ayudaron 
Como  fieles  compañeros; 
Que  no  es  socorro  el  socorro 
Bajo  de  interese  hecho. 

Si  á  su  sobrino  le  piden , 
Quiere  morir  defendiendo 
Su  opinion ,  sin  admitir 
Mas  razones  y  conciertos. 
Toma  la  Hecha  en  la  mano  , 

Y  contra  los  cuatrocientos 
Que  vinieron  en  su  ayuda 
Apuntó  el  agudo  yerro. 
Dijo  Zalma  en  altas  voces, 

Que  bien  los  dos  lo  entendieron  : 
«¿Quién  ha  sido  el  atrevido 
Que  sin  mas  conocimiento, 
Sin  darme  parte  ninguna  , 
A  sus  parientes  ni  deudos, 


Me  ha  sacado  á  mi  hijo 
De  mi  casa,  y  mi  sosiego? — 
Yo  soy,  responde  Almutálib  , 
Quien  lo  ha  traído  a  este  puesto , 

Y  el  que  pretende  llevarlo 

A  cumplir  mi  justo  intento,        # 

Al  estado  de*su  honra, 

A  la  silla  que  tuvieron 

Todos  sus  antecesores , 

Sus  padres  y  sus  abuelos; 

A  ser  señor  de  la  villa 

Que  tuvieron  todos  estos , 

Y  al  mas  noble  potentado  15 
Que  hay  en  todos  los  imperios. 

Y  por  si  acaso  me  igroras 
En  las  señas  de  mi  gesto , 

O  finges  que  no  te  acuerdas 
De  aquel  ya  pasado  tiempo, 
Almutálib  es  mi  nombre. 
Del  fuerte  Curax  soy  nieto , 
Hijo  soy  de  Addulmúnef , 
De  los  de  Curax  deciendo; 
Hermano  de  tu  marido , 
Héxim,  el  del  cumplimiento, 
Quien  siempre  le  acompañó 
Mientras  vivió  en  este  suelo. 
Soy  quien  te  casó  con  él ; 
Que  si  bien  te  acuerdas  de  esto, 
Mucha  sangre  ajena  y  propia 
Vertimos  por  tu  respeto; 
Tío  carnal  de  tu  hijo, 

Y  padre  en  todos  mis  hechos ; 
Quien  mas  que  tú  le  desea 
Vida ,  salud  y  provecho.» 

<5  Está  sin  duda  por  potentazgo,  siendo 
aquí  sustantivo, y  no  adjetivo,  como  pudiera 
creerse.  Es  como  si  dijera  :  «Al  mas  noble 
señorío,»  etc. 


310  HISTORIA    DE    LA 

Quedó  Zalma  tan  contenía, 
Que  con  el  rostro  risueño 
Miraba  al  buen  Almutálib, 
Estas  palabras  diciendo  : 
«Pues  ¿cómo,  querido  hermano, 
Cupo  en  tí  tan  grande  yerro? 
¿Sin  decirme  á  mí  palabra, 
Sin  mas  hacer  cumplimiento 
Con  esta  que  lo  ha  parido, 
Con  mi  padre  y  con  mis  deudos, 
Sacarlo  de  mi  ciudad 

Y  ponerlo  en  tanto  riesgo, 
Que ,  si  no  por  esta  gente , 
Hubiérades  sido  muertos? 

Y  tú,  radiante  hijo  mió, 
Que  te  olvidabas  tan  presto 
De  los  pechos  de  tu  madre, 
Cual  si  fueras  hijo  ajeno, 
Puedes  creer  una  cosa , 

Por  el  Señor  que  te  ha  hecho  : 
Que  sino  tuviera  aviso 
De  estos  traidores  sedientos, 
Que  por  matarle  venían , 
No  fuera  en  tu  seguimiento ; 
Porque  en  venir  con  tu  tio, 
Por  averiguado  tengo 
Que  vas  con  la  mayor  honra 
Que  le  puede  dar  el  suelo. 

Y  pues  que  al  fin  has  salido 
De  junto  mi  lado  diestro, 
Y\o  he  venido  á  este  punto 
Con  este  acompañamiento, 
Présenle  está  aquí  tu  tio, 

A  tu  discreción  lo  dejo, 
Que  escoja  la  compaña 
Que  te  diere  mas  contento; 
Si  quieres  irte  con  él , 
Tu  voluntad  no  la  tuerzo  , 

Y  si  con  mí  quies  volver, 
Ya  sabes  lo  que  te  quiero.» 
Abajó  Jaiba  los  ojos 

Y  estuvo  un  rato  suspenso, 
Que  le  cobija  la  cara 
Aquel  vergonzoso  velo; 
Mira  una  vez  á  su  madre  , 

Y  aquel  pecho  blando  y  tierno 
Que  lo  llevó  nueve  meses 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Y  le  dio  el  primer  sustento ; 
Otra  vez  mira  á  su  tio 

Y  aquel  tan  debido  deudo 
Que  le  obligaba  á  seguir 
El  mandamiento  paterno; 
Al  fin  respondió  á  su  madre 
Con  un  singular  respeto  : 
« A  lauto  merecimiento , 
Querría  seguir  mi  tio, 
Si  á  tí  no  desobedezco. 
Temoad  Alláh  si  le  enojo; 

Y  por  lanío ,  me  resuelvo 
Que  iré  donde  tú  quisieres, 
Supuesto  lo  que  he  propuesto.» 
Como  conoció  Zalma 
Adó  el  principal  deseo 
De  su  hijo  caminaba, 
No  quiso  mas  detenerlo; 
Antes  bien  con  grandes  muestras 
De  amor  y  contentamiento 
Lo  bendice ,  abraza  y  besa , 

Y  luego  se  despidieron 
Delia  con  gran  reverencia 

Y  grandes  ofrecimientos 
De  la  una  y  otra  parte, 

Y  su  camino  emprendieron. 
Ella  se  fué  á  Yaciriba 

Y  ellos  á  Maca  se  fueron, 

Y  andando  por  el  camino, 
Almutálib,  muy  contento, 
Dijo  á  su  caro  sobrino  : 
« Escucha  lo  que  te  advierto  : 
Si  te  pregunlan  quién  eres, 
Tendrás  tu  nombre  en  secreto ; 
No  digas  qu'es  deudo  mío, 
Sino  dirás  que  es  mi  siervo; 

Y  mira  que  si  en  Yaciriba 
Traidores  te  persiguieron, 
No  menos  en  esta  villa 
Hay  de  la  sangre  de  aquellos; 

Y  en  el  ínter  que  no  seas 
Para  regir  este  pueblo, 
No  conviene  que  se  emienda 
Tu  linaje  ni  aun  por  señas.» 

Ansí  entraron  por  Maca, 
Con  este  apercebimieulo, 


APÉNDICE    H. 


311 


Aunque  de  la  luz  los  rayos 
Entraron  los  delanteros. 
Cuantos  á  Jaiba  miraban 
Tan  hermoso,  ¡indo  y  bello, 
Que  relumbraba  su  cara 
Como  cristalino  espejo, 
Preguntaban  :  «¡Oh  Almulálib! 
¿  Dó  traes  ese  mancebo?» 
Respondió  :  «Es  mi  criado, 
Que  lo  traigo  de  otro  reino 
Para  mi  casa  y  servicio;» 

Y  dióle  nombre  de  siervo. 
Aquí  se  permutó  el  nombre 
De  Jaiba,  porquel'  creyeran 
Ser  criado  de  Almulálib 1C; 

Y  así,  por  este  respeto , 
Fué  llamado  Abdolmutálib, 
Dejando  el  nombre  primero; 
A  quien  la  ciudad  amaba 

Y  le  honraban  por  extremo  , 
Que  su  luz  los  incitaba 

A  bendecillo  y  querello , 

Con  que  en  todas  sus  congojas 

Rogaban  al  Rey  del  cielo 17 ; 

Con  ella  pidian  agua 

En  tiempos  fuertes  y  secos, 

Y  en  todas  las  demás  cuitas 
Que  consigo  trae  el  tiempo, 

Y  siempre  fueron  oídos 

Del  Señor  todos  sus  ruegos , 
En  nombre  de  aquella  luz 
De  su  patron  y  heredero. 
Extendióse  su  renombre, 
Su  hermosura  y  grandes  hechos 
En  Maca  y  toda  su  tierra, 
En  los  de  cerca  y  de  lejos. 

Y  como  siempre  los  tales, 
Cuanto  mas  justos  y  rectos, 
A  veces  tienen  mas  ciertos 
Los  émulos  envidiosos , 
Los  enemigos  secretos , 

Que  al  bueno  siempre  persiguen, 
Si  no  un  traidor,  otro  reo; 

<u  Abdo-1-miih'iiib  significa  en  arábigo  el 
siervo  de  Al-mul;tlib. 

'7  Asi  m  el  códice;  pero  debe  de  haber 
error  ú  omisión. 


Este  los  tuvo  continuos , 
Pues  desde  su  nacimiento 
Le  fueron  buscando  modos 
Para  acabarlo  y  perderlo. 


Era  en  este  tiempo  en  Maca 
Un  hombre  allegado  en  deudo, 
De  este  Abdulmutálib  primo, 
Del  buen  Abdulmúnef  nieto ; 
Hombre  grave  y  muy  altivo, 
A  quien  guardaban  respeto 
Por  su  linaje  y  riqueza, 
Gran  regidor  de  consejo. 
Tenia  á  Maca  á  su  mando, 
Era  el  todo  en  el  gobierno , 

Y  todos  se  le  humillaban 
Yá  todos  tenia  sujetos; 

Qu'es  la  invención  grande  madre 
De  cargos  y  cargamientos. 

Y  como  ya  Aldulmulálib 
Llegó  á  ser  hombre  perfecto, 
Casado  ya,  con  un  hijo, 
Aunque  sin  la  luz  y  herencia, 
Olvidaron  á  su  primo, 
Como  si  ya  fuera  muerto. 
Ningún  caso  del  hacían 

En  cosa  del  regimiento  , 
Ni  á  su  mandado  atendían; 
Antes  bien  á  Jaiba  dieron 
Las  llaves  de  la  ciudad 

Y  las  casas  del  Consejo, 
Los  archivos  y  escripturas 

Y  el  señorío  del  templo. 
Hiciéronle  adelantado, 
Caudillo  y  capitán  de  ellos, 

Y  lodos  le  obedecían 

Con  grande  amor  y  contento, 
De  lo  cual  nadi  ha  sentido. 
Enojado  de  ver  esto , 
Lleno  de  rabiosa  invidía, 
De  ambición  y  de  ira  envuelto, 
Ruscó  ocasión  por  do  asirse 
De  razones  con  su  deudo , 

Y  acaso  un  dia  lo  tuvo, 
Lleno  de  cólera ,  ciego 

Y  con  indignado  pecho, 


312  HISTORIA    DE 

Delante  de  alguna  gente 
Le  dijo  tales  denuestos  : 
«;,Adónde  quieres  llegar, 
Mozo,  con  tus  pensamientos , 

Y  di  quién  pretendes  ser, 
Que  ansí  desplegas  al  viento 
Tu  necedad  vana  y  triste , 
Sin  raíz  de  buen  cimiento? 
O  di ,  ¿por  ventura  piensas 
Que  aquí  no  te  conocemos? 
Ayer  veniste  á  esta  villa 
Desnudo,  pobre  y  mozuelo, 
Que  estabas  en  Yaciriba 
Algaribo1*  y  entre  hebreos, 

Y  aquí  entre  nos  has  sido 
Mozo  de  los  mozos  nuestros; 
Aquí  te  habernos  honrado 

Y  te  habernos  dado  asiento , 

Y  tú  quieres  entonarte 
Con  tu  caudal  t  n pequeño , 
Que  no  tienes  ningún  hijo 
Ni  es  hombre  para  tenerlo. 
Pues  ¿por  qué  te  ensoberbeces 
Con  nosotros,  conociendo 
Que  no  te  da  el  Señor  hijos, 
Solo  por  no  merecellos?» 
Abdulmutálib,  corrido 

De  aquel  decir  tan  soberbio, 
Mostrando  el  valor  altivo, 

Y  su  enojo  reprimiendo , 
Respondió,  algo  turbado : 
«Si  no  por  el  parentesco 
Que  el  Señor  puso  entre  nos , 
A  lo  cual  miro  y  atiendo , 

Yo  te  cruzara  esa  cara , 
Descarado  y  sin  respeto , 

Y  te  hiciera  desdecir 

El  blasón  tan  torpe  y  ciego; 
Pues  por  tener  solo  un  hijo, 
Pudiendo  también  tenellos, 
Que  es  poner  tasa  en  mi  honra 
Porque  solo  un  hijo  tengo. 
Homenajead  Alláh  hago, 

Y  ante  su  deidad  lo  ofrezco  , 


is  Extraño,  peregrino,  forastero;  es  pala- 
bra arábiga. 


LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Que  si  diez  hijos  me  diese, 

Sacrificaré  uno  de  ellos 

En  su  alcorben  ,9  y  holocausto.» 

Y  para  confirmar  esto 
Se  fué  á  la  casa  ensalzada , 

Y  en  la  santa  aleaba  puesto , 
Trabado  de  las  acitras  20 , 
Lo  dicho  afirma,  diciendo : 


«Señor  del  alarx  granado , 
Que  desde  su  grande  altura, 
Estás  mirando  los  hechos 
De  la  una  y  otra  adunia  -' ; 
Tú,  que  estás  en  todas  partes , 

Y  ningún  lugar  ocupas  , 

Y  donde  quieren  te  hallan 
Los  que  demandan  tu  ayuda; 
Tú ,  que  á  lí  solo  se  deben 
Las  suplicaciones  justas , 
Como  universal  Señor, 

Que  riges,  gobiernas,  juzgas  ; 
Tú,  que  solo  es  el  que  sabes 
El  cómo  de  tus  criaturas, 

Y  de  sus  madres  los  sacas 
Del  talle  que  las  figuras ; 
Tú,  que  de  tu  divina  esencia 
Las  buenas  nuevas  relumbras  , 

Y  las  nocientes  y  adversas 
Cambias,  truecas  y  mudas; 
Tú,  que  sabes  que  me  afrentan 
Por  lo  que  no  tengo  culpa , 
Pues  solo  lo  que  tú  quieres 

Se  hace ,  y  es  bien  se  cumpla ; 
Si  por  lo  que  en  mí  encerraste , 
Me  menosprecian  é  impulan  , 
Justo  será  que  á  mis  faltas 
Tu  divina  gracia  supla. 
Señor,  si  me  das  diez  hijos 
Que  á  tu  santa  ley  acudan, 

Y  á  tí  solo  reverencien, 
Como  tus  siervos  se  aunan  , 
Desde  aquí  vuelvo  á  ofrecerte 

•o  Sacrificio. 

20  Cortinas  que  rodean  la  aleaba  o  casa 
santa 
¿i  Mundo. 


Cumplir  sin  ninguna  duda 
Lo  ofrecido  á  tu  servicio, 
Sin  faltar  en  cosa  alguna.» 
Fué  la  oración  tan  contrita , 
Y  su  hablar  tan  sincero, 
Que  su  divina  Bondad 
Satisfizo  á  su  deseo. 
Diez  Lijos  le  dio  varones, 
De  seis  madres  procedieron , 


APÉNDICE    H. 

Todas  de  nobles  linajes ; 

Y  el  menor  de  todos  ellos 
Sacó  la  luz  escogida  , 

A  quien  por  nombrel'  pusieron 
Abdullá,  lindo  y  hermoso, 
Gallardo  y  de  bellos  miembros, 
A  quien  el  cielo  bendijo, 

Y  quien  alegraba  el  suelo. 


313 


CANTO  TERCERO 

de  la  historia  de  Abdulmutálib. 


Tanto  debe  ser  tenida 
La  dedicación  y  oferta  , 
Cuanto  en  provecho  resulta, 
Si  en  el  efecto  se  acierta; 
Que  cuanto  en  provecho  sube 
Ante  la  bondad  inmensa, 
Tanto  desmerece  y  pierde 
Si  dedicada  la  dejan. 
La  promesa  es  voluntaria, 
Pero  después  que  está  hecha , 
Poniendo  al  Señor  por  medio , 
Es  como  que  la  preceptan; 

Y  derogarse  de  aquello, 
Supuesto  qu'el  tal  no  peca , 
Pierde  el  crédito  de  siervo-2, 
Su  palabra  y  nombre  afea ; 

Y  así  es  bien  lo  considere 
Quien  dedica  una  promesa , 
Que's  lo  que  hace  y  por  quién  , 
Antes  que  lo  tal  emprenda. 

No  se  arroje  de  improviso, 
Haga  despacio  su  cuenta  , 

Y  ajuste  lo  que  promete 
Con  lo  que  sustentar  pueda  ; 

Y  hecha  su  resolución  , 
Afírmela  de  manera 

Como  que  á  cumplir  le  obliga 
Su  mas  estimada  prenda  ; 
Porque  en  las  cosas  deidosas 


22  Es  decir,  siervo  de  Dios  ,  que  le  acata 
y  obedece. 


Hase  de  hablar  siempre  veras', 
¡\'o  burlas ,  que  no  se  sufren 
Aun  en  las  cosas  terrenas. 
Virtud  es  muy  conocida, 
Él  que ,  en  su  salud  entera , 
Por  ver  lascosac  divinas 
Al  mundo  los  ojos  cierra  , 
Cuando  su  libertad  priva 

Y  su  voluntad  refrena  , 
Cuando  su  gusto  reprime 

Y  su  apetito  sujeta. 

Esto  es  lo  que  mas  afirman 
Nuestros  alimes  23 ,  y  aprueban , 
Cuanto  á  los  divinos  ojos 
Mas  aplace  y  mas  contenta  ; 
Pero  entre  las  buenas  obras, 
La  que  escogen  por  mas  buena 
Es  la  ofrecida ,  que  á  Dios 

Y  á  sus  ángeles  alegra  ; 
El  voto  es  superlativo  , 
Que  nada  con  él  se  allega  , 
Cuando  la  lengua  lo  dice 

Y  el  corazón  lo  cimienta , 
Cuando  para  confirmalle 
Se  junta  la  vehemencia , 

Y  hacen  un  mismo  consorcio 
Los  sentidos  y  potencias ; 
Entonces  se  graba  en  el  pecho, 
Entonces  se  desapega 

De!  mundo,  y'graciosamente 

23  Sabios  y  doctores. 


314  HISTORIA    DE    LA 

Pone  sobre  sí  esla  deuda. 
Bien  es  verdad  que  seria 
Mejor  que  nuestra  vivienda 
Fuese  tal ,  que  no  tuviese 
Necesidad  de  estas  pruebas ; 
Mas,  como  tan  quebradiza 
Fué  nuestra  naturaleza , 
Rómpese  á  veces,  y  es  bien 
Que  se  soldé  con  la  inmienda. 
.  Evitemos  la  ocasión 
Del  vicio ,  porque  con  ella 
No  se  grava  la  oblación  , 
Que  casi  viene  por  fuerza. 
Ya  que  ocasión  tengamos, 
No  seamos  causa  de  ella  , 
Porque  la  causa  que  es  justa, 
Es  justo  se  salga  á  ella. 
Ocasión  tuvo  quien  duda 
Que  no  fué  grande  la  afrenta 
Que  recibió  Abdulmutálib 
En  la  pasada  contienda  ; 
Grave  fué  sin  duda  alguna, 
Cuando,  por  salir  de  aquella, 
Ofreció  a!  Señor,  de  un  hijo 
La  vida,  que  tanto  cuesta. 


Era  en  aquel  tiempo  en  Maca  , 

Y  en  todas  las  demás  tierras , 
Tenido  el  hombre  sin  hijos 
Por  hombre  de  bajas  prendas; 

Y  es  cierto  que  si  otra  cosa 
Su  contrario  conociera 
Que  mas  afrenta  le  hacia , 
Otra  peor  le  dijera; 
Porque  en  tales  ocasiones 
Suele  la  cólera  ciega 
Provocar  palabras  tales 

Que  á  quien  las  dice  afrentan ; 

Y  á  un  hombre  de  tanta  estima 
Como  Abdulmutálib  era, 

Fué  desconcierto  muy  grande 
Tratallo  de  tal  manera, 
Por  tomar  lo  que  era  suyo, 
Su  patrimonio  y  herencia, 

Y  aquello  que  le  venia 
Por  tan  derecha  linea; 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Y  así,  no  podrá  decirse 
Qu'él  fué  la  ocasión  primera 
Por  do  después  le  obligasen 
A  satisfacción  tan  fiera; 
Pero  fué  mucho  arrojarse, 
Derogó  su  gran  prudencia; 
Que  fué  temeraria  cosa 
El  ofrecer  vida  ajena; 
Cosa  incierta  de  cumplir  , 

Y  en  caso  que  la  cumpliera, 
A  todos  sus  descendientes 
Daba  ejemplo  de  crueza. 
Ejemplo  que  tanto  obliga 
A  dar  ejemplarias  muestras 
A  los  que  para  dechado 
Los  puso  Dios  en  la  tierra; 
Aquellos  que  tras  de  sí 
Los  ojos  del  vulgo  llevan, 
En  cuyos  hechos  miraban 

Y  a  cuyas  obras  se  apela. 

Ya  sus  diez  hijos  tenia, 
De  edad  cumplida  y  entera , 
Padres  con  hijos,  algunos 
Casados  y  con  haciendas, 
("uando  de  verlos  á  todos 
Mas  se  contenta  y  se  huelga; 

Y  cuando  mayor  regalo 
Le  causaban  sus  presencias, 

Y  cuando  mas  descuidado 
De  su  pasada  promesa 
Está  ,  que  el  tiempo  vario 
Mueve  su  inconstante  rueda, 
Recordóle  la  memoria 
(Que  Alláh  es  al  fin  quien  remiembra 
Los  hechos  de  sus  amigos, 
Porque  su  gloria  no  pierdan) 
Aquel  alto  ofrecimiento 
Que  él  hizo  á  la  suma  Alteza, 
De  sacrificar  un  hijo 
Si  á  los  diez  sus  hijos  llegan ; 

Y  al  punto  que  fué  acordado, 
Con  afligida  conduelma, 
Sin  dar  una  hora  de  espacio, 
Que  la  dilación  no  es  buena, 
Antes  con  las  cosas  tales, 
Mejor  cuanto  mas  se  abrevian, 


Llamó  á  sus  hijos  queridos  , 

Y  puestos  en  su  presencia, 
A  todos  diez  les  declara 
Lo  que  al  Señor  ofreciera. 
Ellos  quedaron  suspensos, 
Que  nadie  mueve  la  lengua  , 
Abajadas  las  ciervices  , 
Los  ojos  puestos  en  tierra; 
Mirábanse  unos  á  otros, 
Altéranse  y  titubean , 

Que  la  muerte  en  medio  de  ellos 

Les  cuajó  la  sangre  nueva. 

Ninguno  nada  responde , 

Porque  cada  cual  recela 

La  suerte  del  sacrificio, 

Que  no  es  mucho  que  la  tengan; 

Y  al  fin  ,  rompiendo  el  silencio, 
Con  cara  alegre  y  serena  , 
Abdullá  ,  el  menor  de  todos , 
Dio  la  siguiente  respuesta: 
«Cierto,  carísimo  padre , 

Que  has  ofrecido  una  empresa 
Que  jamás  en  tiempo  alguno 
Ha  sido  por  nadie  hecha; 
Pero,  pues  que  ya  la  hecisle, 
No  hay  para  qué  mas  se  atienda 
Mas  de  cumplir  lo  ofrecido 
A  su  divina  obediencia; 

Y  jamás  Alláh  permita 

Que  entre  nos  haya  otras  señas 
Que  aspiren  mas  de  á  servirle 
En  cuanto  mandes  y  quieras. 
Todos  diez  somos  tus  hijos  , 
Todos  damos  la  obediencia 
Al  Señor  que  nos  crió 

Y  al  padre  que  nos  engendra ; 
Todos  somos  muy  contentos, 
Todos  sus  vidas  entregan, 

Y  yo ,  por  todos,  ofrezco 
Mi  garganta  la  primera.  » 
Volvióse  el  padre  á  los  otros, 
Por  ver  si  lo  dicho  aprueban  , 

Y  todos  le  respondieron 
De  aquella  propia  manera, 
Diciendo:  «No  solo  el  uno  , 
Mas  si  le  place  que  mueran 
Todos,  lodos  moriremos 


APÉNDICE    H.  315 

Con  voluntad  muy  sincera.» 


Quedó  tan  agradecido 
De  la  humildad  y  nobleza 
Con  que  todos  se  ofrecían, 
Sin  dar  muestra  de  flaqueza, 
Que  mil  veces  les  bendice, 
Deshecho  en  lágrimas  tiernas  ; 

Y  dijoles  :  « Hijos  míos, 
Pues  así  queréis  que  sea, 

Y  lal  esfuerzo  me  dais, 
Cuando  la  mañana  sea 

Tahar aréis  2i  vuestros  cuerpos, 

Y  vestiréis  ropas  nuevas; 
Encomendaos  ad  Alláh , 
Como  el  que  á  morir  se  adreza; 
Despedios  de  vuestras  madres 

Y  hijos ,  el  que  los  tenga  ; 
Iréis  al  aleaba  santa , 

Y  porque  nadie  se  ofenda, 
Echaros  he  á  todos  suerte, 

Y  el  que  Alláh  mande  que  muera, 
Aquel  será  el  escogido 

Al  sacrificio  y  degüella.» 
Todos  ansi  lo  hicieron , 

Y  al  tiempo  que  el  alba  quiebra, 
Se  levantó  Abdulmulálib 

Y  á  lo  dicho  se  apareja ; 
Tahara  su  cuerpo ,  y  luego 
A  su  Señor  se  encomienda  ; 
Vístese  ropas  preciadas, 
Reliquias  de  los  profetas , 
Toma  un  alfanje  de  Alliinde  25, 

Y  luego  al  hecho  se  apresta. 
Salió  á  llamar  á  sus  hijos, 

Y  todos  con  gran  presteza 
Salieron  sin  detenerse, 

Y  ante  el  padre  se  presientan. 
Solo  Abdullá  se  tardaba  , 
Aunque  al  salir  no  empereza, 
Sino  que  su  madre  triste 

Lo  deliene  y  no  le  deja. 
Salió  abrazada  de  él , 


2*  Tnhnrar  es  aümpiar  ó  purificar. 
*3  De  Hind  ó  Hindostán. 


316  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Cuanto  mas  dalle  la  muerte  , 
Siendo  de  mi  luz  candela  ; 
Mas  la  ofrenda  del  Señor 
No  es  razón  que  yo  la  tuerza 
Por  su  beldad  y  tu  duelo 
Ni  cuanto  el  mundo  sustenta; 
Yo  le  soy  mas  piadoso  , 
Yo  le  quiero  con  mas  veras 
Que  todos  cuantos  le  quieren  , 
Ni  cuantos  duelos  le  muestran; 
Yo  le  llevaré  al  aleaba , 

Y  quizá  én  la  mente  eterna 
Será  juzgado  en  que  viva, 
Con  su  piedad  inmensa ; 

Y  si  le.diere  la  suerte, 
Habremos  de  obedescella; 
Que  no  hay  que  torcer  el  juicio 
Del  que  nos  manda  y  devieda.» 


Y  él,  por  desasirse  de  ella , 
Niega  aquel  materno  amor 
Que  enterneciera  á  las  piedras , 
Diciendo:  «Dejadme  ir 
Adó  mi  padre  me  espera, 
No  me  notéis  de  cobarde 
O  de  alguna  negligencia; 
Que  mas  me  obliga  aquel  deudo 
Que  cuantas  lágrimas  echas. 
Déjame,  que  si  el  Señor 
Ordenara  que  yo  muera  , 
Yo  mereceré  la  palma 
Qu'esta  mi  alma  desea  , 

Y  libraré  á  mis  hermanos 

Y  á  mi  padre  de  esta  deuda ; 

Y  si  no  ,  yo  \olveré, 
Si  Alláh  se  sirve  que  vuelva.» 
En  esto  llegó  su  padre 
A  llamarle  con  gran  priesa  , 

Y  vuelta  Fatima  á  él, 

Toda  en  lágrimas  deshecha , 

Le  dice:  «¿Dónde  has  hallado, 

En  qué  parte  ó  en  qué  tierra , 

En  qué  escritura  has  leído 

Que  el  padre  que  un  hijo  engendra  , 

Lo  degüelle  por  sus  manos, 

Sin  que  nadie  le  haga  fuerza? 

¿Hay  crueldad  que  se  iguale, 

Cuando  de  ti  el  mundo  entienda 

Que  degollaste  tu  hijo 

Por  un  enojo  siquiera? 

Y  si  acaso  no  se  excusa 

De  hacer  esto  que  intentas, 
Toma  de  los  nueve  el  uno , 

Y  este  mas  pequeño  deja; 
Duélete  de  su  niñez, 

Su  hermosura  considera; 
Mira  la  luz  de  su  frente  , 
Que  hasta  los  cielos  clarea ; 
Mira  que  en  solo  su  muerte 
Esta  triste  vida  cuelga, 

Y  es  cierto  que  no  tendré 
Mas  vida  que  la  que  él  tenga.» 
Respondió  Abdulmutálib: 
«No  dudes  que  á  mí  me  pesa 
Quitalle  solo  un  cabello 

De  encima  de  su  cabeza , 


Esto  dijo  Abdulmutálib, 

Y  luego  el  hijo  se  adreza; 
Despídese  de  su  madre, 

Y  ella  lo  bendice  y  besa, 
Diciendo  tales  palabras, 

Que  hicieran  llorar  las  piedras 
«¡  Oh  hijo,  á  quien  el  Señor 
Ordenó  que  en  mi  presencia 
Tu  padre  te  degollase, 

Y  que  estos  nys  ojos  vean 
Refregar  tu  hermosa  cara 
En  la  sangre  de  tus  venas! 
Oh  hijo,  que  en  solo  verte 
Remediabas  mis  conduelmas, 

Y  agora  me  da  tu  vista 
Congoja ,  pena  y  tristeza  ! 
Hoy  se  acaba  mi  contento, 

Y  mi  amargura  comienza  ; 
Porque  ya  no  habrá  consuelo 
Que  dentro  mi  pecho  quepa; 
Hoy  pierde  Maca  su  lumbre, 
Hoy  se  escurecen  sus  venas, 
Porque  en  faltarles  tu  luz 

Se  cubren  de  duras  nieblas. 
Acompañen  hoy  mi  lloro 
Cuantos  en  ella  se  encierran, 
Yacudanáver  mi  duelo 


Las  comarcas  extranjeras. 
¡Oh  hijo,  que  en  lu  rescate 
Mi  propia  vida  pusiera , 
Si  con  ella  se  apagara 

Y  algo  de  importancia  fuera; 
Voy  buscando  tu  remedio 
Entre  mis  Hacas  quimeras, 

Y  no  hallo  medio  humano 
Por  donde  librarle  pueda. 
Correrán  mis  ojos  agua , 
Mientras  lo  sufran  sus  telas; 

Y  cuando  aquellas  se  rompan, 
Sangre  les  haré  que  viertan, 

Y  de  hoy  mas  ningún  descanso 
Quiero  que  conmigo  sea ; 
Pues  el  que  hasta  aquí  he  tenido 
Será  mi  pasión  perpetua  !» 
Esto  Fátima  decia, 
Llorando  con  lanías  veras, 
Como  si  viera  á  su  hijo 
Degollado  á  su  presencia. 
Abdulmutálib  lloraba, 
Convertido  en  tierna  cera; 
Que  lágrimas  tan  ardientes  . 
No  es  mucho  le  enternezcan. 
Al  fin .  mandó  á  su  hijo, 
Sin  buscar  mas  detenencia 
Ni  dar  audiencia  á  mas  lloros , 
Salirse  la  puerta  afuera. 
La  triste  Fátima  sigue 
Tras  de  ellos  como  la  oveja 
Que  el  tierno  hijo  le  quitan  , 

Y  con  él  le  hacen  señas. 
Así  llorando  camina, 
Turbada  y  en  agua  envuelta, 
Que  sus  haldas  la  acongojan, 
En  ellas  mismas  tropieza ; 
Derrámase  en  la  comarca  , 
En  Maca  y  toda  su  tierra 
La  nueva ,  y  ansí  vinieron 
Cuantos  oyeron  las  nuevas. 
Llegóse  tanto  gentío 
A  ver  esta  gran  tragedia , 
Que  en  la  ciudad  no  cogían 
Su  gente  y  la  forastera. 
Vinieron  los  adevínos 
De  aquella  gente  perversa, 


APÉNDICE    H.  317 

Que  siempre  á  los  de  la  luz 
Fueron  armando  cautelas; 
Porque  siempre  estos  traidores 
Tenian  cierta  sospecha 
Que  el  patron  de  aquesta  luz 
Acabaría  sus  sectas, 

Y  mas  ,  que  en  sus  relicarios 
Estos  malditos  profetas 
Tenian  una  camisa 
Que  fué  con  la  sangre  envuelta 
Del  justo  Yah  y  je  2G,  y  decían 
Sus  escripturas  y  letras 
Que  al  tiempo  que  aquella  aljuba 
Gotease  sangre  espesa , 
Se  acercaba  la  venida 
De  la  espada  de  su  guerra. 

Y  como  nació  Abdullahi , 
Vieron  patentes  las  señas  ; 
Que  á  toda  prisa  la  sangre 
De  la  túnica  golea, 

Y  por  aquí  conocieron 
Que  su  perdición  se  allega; 

Y  á  esta  causa  juntaron 
En  las  ciudades  y  aldeas 
Los  barraganes  mas  fuertes , 
Dándoles  orden  expresa 
Que  matasen  á  Abdullahi 
Por  donde  quiera  que  puedan. 
Así  llegaron  á  Maca, 
Con  la  codicia  sedienta 
De  haberlo  puesto  en  la  lista 
De  la  ofrecida  degüella ; 

Y  por  si  acaso  la  suerte 
Daba  á  su  gusto  la  vuelta  , 
Se  ofrecieron  grandes  dones, 
Grandes  joyas  y  preseas. 
Llegó,  pues,  Abdulmutálib 
A  la  casa  reverenda  , 
Con  sus  diez  hijos  delante , 

Y  las  suertes  luego  ordena , 
Según  entonces  se  usaba, 

Y  al  sortero  las  entrega. 
Dióle  también  sus  diez  hijos  , 

Y  luego  en  el  aleaba  entran 
Los  mancebos  y  el  sortero, 


2ts  San  Juan  Bautista. 


318  HISTORÍA    DE    LA 

Quedando  el  padre  defuera 
Con  el  alfanje  en  la  mano, 
Que  al  delgado  dio  tiembla ; 
Que  alterado  al  fin  era 
De  esta  compostura  humana  , 
Fundada  en  tantas  flaquezas; 

Y  antes  que  las  suertes  echase , 
A  las  acilras  se  allega , 

Y  asido  dellas  rogaba 

Ad  Alláh  que  en  su  degüella 
Reciba  con  la  afición 
Que  lo  hace  y  lo  desea. 
Rogó  también  que  Abdullahi 
Libre  de  la  muerte  sea , 

Y  que  la  suerte  cayese 
Sobre  los  otros  que  quedan; 
Porque  este  solo  cuidado 
Era  el  que  mas  le  apreta  , 
Porque  mas  á  este  amaba 
Que  si  tuviera  cincuenta. 
Acabada  su  oración , 
Luego  las  acitras  deja, 
Diciendo  al  sortero  que  eche 
Las  suertes,  y  no  se  detenga. 
Estaba  este  justo  entonces 
Puesto  en  pública  almoneda, 
Tanto  mirado  de  lodos 

Y  con  tanta  deferencia. 
Estaba  todo  el  gentío 

En  torno  de  la  ancha  puerta  , 
Aguardando  que  saliese 
El  que  la  suerte  condena ; 
AIM  estaban  sus  amigos, 
Sus  émulos  y  invidiosos , 
Que  lo  persiguen  y  aguezan ; 
Los  unos  se  compadecen 
De  su  trabajo  y  conduelma  , 
Que  el  bueno  tiene  de  ser 
Como  el  suyo  es  bien  lo  sienta; 
Otros  quisieran  mas  verle 
En  miserias  mas  estrechas; 
Qu'el  malo  mas  mal  concibe 
Que  el  que  por  defuera  muestra. 
Los  unos  al  padre  llaman  , 
Los  otros  mal  le  desean; 
Los  unos  al  hijo  aman  , 
Los  otros  ya  le  condenan. 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

De  esla  manera*  la  turba 
De  la  gente  estaba  puesta  , 
Condición  del  vulgo  vario. 
Que  nunca  lo  bueno  aprueba. 
Las  tristes  madres  présenles, 
Que  cada  cual  teme  y  piensa 
Dar  á  su  hijo  tal  suerte ; 
Sus  parientes  allí  eran 
En  medio  la  turba  inquieta; 
Sus  blandas  manos  torcían  , 
Gimen  de  cuidado  y  tiemblan 
Por  aquel  trasgo  que  aguardan 
Entre  congoja  y  tristeza. 


Asi  de  esta  suerte  estaban , 
Mirando  la  santa  puerta, 
Tantos  ojos  sin  moverse 
Las  pestañas  y  las  cejas; 
Unos  por  cima  de  otros 
Se  levantan  y  enderezan, 
Sobre  las  puntas  se  empinan , 
Se  alargan  y  el  cuello  infieSlan  27; 
f.uando  la  puerta  se  abre , 

Y  vieron  salir  por  ella 
Al  sortero  ,  y  tras  de  sí 
Al  buen  Abdullahi  lleva; 
Una  toca  al  blanco  cuello , 
Dada  por  él  una  vuelta  , 
Sin  luz  su  cara  amarilla  , 
Temblando  sus  carnes  bellas, 

Y  tras  del  sus  nueve  hermanos 
Llorando,  y  por  él  vocean 

El  sentimiento  excesivo, 
Como  si  en  ello  se  vieran. 
Cuando  lo  vio  Abdulmutáüb, 
Vino  á  dar  consigo  en  tierra, 
Sino  qu'el  ánimo  fuerte 
De  su  prosapia  lo  esfuerza. 
Alzó  la  gente  un  ruido , 
Gimen,  suspiran  ,  lamentan  ,    ' 
Viendo  el  mas  gallardo  mozo 
Que  crió  naturaleza, 
El  cuchillo  á  la  garganta  , 
En  la  edad  mas  tierna  y  bella . 

87  Alargan. 


319 


¿  Qué  diremos  de  su  madre , 
Cuando  su  cierta  sospecha 
Vio  patente  y  a  la  clara 
Averiguada  y  deshecha? 
Considérenlo  las  madres, 
Que  una  llaga  muy  pequeña 
De  sus  hijos  las  destina  -s , 
Las  aflige  é  impacienta. 
¿Qué  hará  la  que  lo  mira 
Como  al  toro  en  la  trinchera? 
Esta  tenia  otro  hijo  , 
Mancebo  de  grande  cuenta, 
Hermano  de  padre  y  madre 
Del  que  está  en  ¡a  degüella ; 
Abulálib  se  llamaba, 
El  cual  con  cara  serena , 
Incitado  y  conmovido 
De  aquella  bondad  inmensa 
Que  de  sus  antecesores 
Tiene  por  línea  reta , 
Ante  su  padre  se  humilla  , 

Y  dice  que  le  conceda 
La  rogaría  que  al  Señor 
Quiere  hacer  en  la  defensa 
De  la  vida  de  su  hermano, 
Poniendo  la  suya  en  trueca. 
«No  osaré ,  dijo  su  padre , 
Hacer  otra  en  contra  de  esta; 
Que  al  Señor  no  ha  de  volverse 
Su  servicio  y  obidiencia. 

— Pues  para  que  en  nada  faltes 
Replicó  Abulálib ,  echa 
La  suerte  segunda  vez, 
Veremos  si  á  mí  endereza; 
Que  yo  rogaré  al  Señor, 
Que  esta  mi  rogaría  acepta 
Sea  de  su  gran  bondad ; 
Que  al  fin  oye  á  quien  le  ruega. 

Y  diciendo  estas  palabras, 
En  el  aleaba  se  entra , 

Y  asido  de  las  acitras. 
Implora  de  esta  manera : 

ORACIÓN  DE    ABUTÁLIB. 

t¡Oh  Señor  de  las  naciones  , 
28  Está  por  desatina. 


APÉNDICE    H. 

Que  tus  secretos  criaste  , 
Donador  de  las  mercedes, 
Furmador  de  los  alarjes  2<J ! 
Has  juzgado  sobre  nos 
Aquello  que  á  ti  te  place , 
De  lo  cual  somos  contentos 
Nosotros  y  nuestro  padre , 
Que  prometió  una  promesa 
liarlo  fuerte  y  harto  grave, 
Pues  ofreció  nuestras  vidas 
Antes  que  nos  engendrase. 
Cumplístele  su  codicia 
En  lo  que  fué  á  demandarte, 

Y  ahora  viene  á  cumplir 
Lo  que  ofreció  consagrarte. 
Echónos  á  todos  suertes 
Porque  ninguno  se  agí  avie , 

Y  ha  caido  al  mas  tenido , 
Como  tú,  Señor,  bien  sabes; 
Es  luz  de  nuestro  contento, 
Consuelo  de  nuestros  males , 
Claredad  de  nuestros  ojos , 
Espejo  de  su  linaje. 
Señor ,  si  eres  servido 
En  mi  alcorben  apagarle, 

Y  libertar  á  mi  hermano 
De  la  suerte  que  le  cabe , 
Yo  digo  que  muy  contento, 
Si  tú  quieres  acetarme, 
Por  redimir  á  mi  hermano 
Daré  mi  vida  en  rescate; 

Y  por  piadad  que  del  tengo , 
Por  el  amor  entrañable, 
Trueco  mi  arroh50  por  el  suyo, 

Y  su  sangre  por  mi  sangre. 
Señor,  redime  á  mi  hermano, 
Habe  piedad  de  su  madre, 

Y  aceta  mi  petición, 
Pues  ya  mi  designio  sabes.» 

Y  dejando  las  acitras, 
A  su  padre  dice  y  ruega 
Que  en  su  garganta  ejecute 
El  débito  de  su  oferta. 

Y  para  desengañarle 


29  Plural  de  alarx,  que  significa  el  trono 
de  la  Majestad  diviua. 
50  Alma. 


320  HISTORIA    DE    LA 

La  segunda  suerte  echan, 

Y  dieron  sobre  Abdullalii, 
Como  la  suerte  primera. 

Juzgado  está  ya  este  hecho ; 
No  hay  buscar  otras  arengas , 
Sino  cumplir  lo  juzgado 
Por  su  santa  Providencia. 

Y  tomando  al  justo  hijo 
Con  muy  grande  diligencia, 
Le  puso  en  aquel  lugar 
Digno  de  tal  adahea  3I. 

El  mancebo,  que  ya  estaba 
Sin  luz  su  cara  tan  bella, 
Esforzaba  á  su  buen  padre, 
Diciendo:  «Padre,  ¡10  temas; 
Ala  mis  pies  y  mis  manos 
Con  fuerza  ligera  y  presta, 
Que  al  tiempo  de  hacer  el  hecho 
No  te  embarace  ni  empeza; 

Y  si  cuando  el  crudo  hilo 
Atravesare  mis  venas 

Te  movieres  á  piedad , 
Apreta  y  los  ojos  cierra , 
Apresurando  el  cuchillo, 
Para  que  no  te  enternezcas. 
Desnúdate  de  piedad, 

Y  de  paciencia  te  arriedra; 
Que  obedeciendo  al  Señor, 
Harto  consuelo  te  queda. 
Yo  soy  contento  y  gozoso 
De  que  en  edad  tan  pequeña 
El  Señor  con  mí  se  apague, 

Y  sea  bastante  prenda 
Para  redemir  la  causa 
Dedo  tu  congoja  cuelga. 
Adviértote  que  desvies 
Tus  ropas,  porque  no  sean 
Goleadas  de  mi  sangre , 
Que  te  causará  tristeza, 

Y  porque  no  se  apasione 
Mi  madre  cuando  las  vea, 

Y  á  tí  en  algo  te  culpe; 
Si  fundare  justa  queja, 
Consolarla  has ,  padre  amado , 

31  Víctima  sacriQcatoria. 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

En  su  llanto  y  en  mi  ausencia; 
Que  al  fiu  es  madre  piadosa, 
Femenil,  de  entrañas  tiernas. 
Alláh  sea  en  vuestro  consuelo 

Y  esparcie  vuestra  conduelma, 

Y  concluye  el  mandamiento; 

Y  tú  alcorben  delibera.» 


Al  tiempo  que  el  tierno  joven 
Inclinó  el  cuello  y  cabeza, 
Despidió  su  hermosa  frente 
Hayos  que  á  los  cielos  llegan 
De  aquella  luz  relumbrante 
Que  entrerompe  las  esferas 
De  las  celestiales  cortes 
Hasta  la  esfera  setena , 
De  donde  los  almulaques, 
Aquellos  qu'el  alarx  llevan , 
Daban  voces  de  humildanza 
Al  Señor  de  la  nobleza, 
Diciendo  :  «  Señor  piadoso, 
Habe  piedad  y  clemencia 
De  estos  justos ,  pues  bien  sabes 
Sus  entrañas  tan  sinceras.» 
Dijo  Alláh  :  «Todo  lo  veo  , 
Todo  pasa  en  mi  presencia; 
Soy  tárduo,  no  me  apresuro, 
Ni  hay  cosa  que  me  comueva ; 
Yo  reprobaré  á  mis  siervos 
El  muelle  de  su  firmeza  , 

Y  libraré  á  quien  me  llama 

Y  a  cuantos  de  mí  se  acuerdan.» 
Cuando  ya  Fálima  vido 

La  luz  de  sus  ojos  puesta 
Al  agudo  y  cruel  cuchillo, 
Sin  remedio  su  dolencia, 
En  tanto  que  Abdulmutálib 
Apreta  las  duras  cuerdas 
En  los  delicados  miembros 

Y  al  efecto  se  apareja , 
Sale  d'en  medio  la  gente, 

Que  mas  no  aguarda  ni  espera , 
Como  la  leona  brava 
Cuando  á  su  hijo  le  ajenan, 
O  como  la  vaca  fiera 
Que  le  quitan  la  becerra; 
Gime,  rabia  y  se  lastima, 


APENDICií    H. 


321 


Brama,  apellida  y  vocea, 
De  calle  en  calle  corriendo, 
Llamando  de  puerta  en  puerta, 
Que  vengan  á  socorrella 

Y  de  su  hijo  se  duelan  , 

Y  que  á  su  hijo  rescaten 
Por  armas  ó  como  puedan. 

Eran  tantos  los  clamores 

Y  los  alaridos  que  echa  , 
Que  toda  Maca  retumba , 
Sus  calles,  plazas  y  vegas; 
De  cuyo  dolor  movidos 

Los  hombres  que  están  en  ella, 
Digo  los  de  su  prosapia , 
De  su  casa  y  parentela , 

Y  los  demás  que  en  tal  caso 
De  gente  noble  se  precian, 
Acudieron  con  gran  furia  , 

Y  aquel  tumulto  atropellan , 
Con  las  espadas  desnudas , 
Haciendo  ancha  carrera. 
Llegaron  á  Abdulmutálib 

Al  mesmo  punto  que  afierra  .  ■ 
El  cuchillo  á  la  garganta 

Y  el  sacrificio  acelera , 

Y  con  un  pecho  furioso 

Y  con  denostanza  honesta 
Le  quitaron  el  cuchillo 

Que  tiene  en  la  mano  diestra , 
Reprendiéndole  su  intento, 
Diciéndole  :  «Ten  vergüenza 
De  matalle  á  esta  mujer 
Su  hijo  á  fuerza  violenta, 
Sin  darte  ocasión  ninguna. 
¡  Hay  semejante  crueza ! 
Así  pues,  tened  por  cierto 
Que  antes  que  en  tus  manos  veas 
Ese  cuchillo  teñido 
En  esa  sangre  inocente, 
Que  todos  los  que  aquí  vienen 
Morirán  en  su  defensa , 

Y  no  habernos  de  permitir 
Esa  crueldad  que  intentas.» 
Dijoles  Aldulmutálib  : 

«¿Por  qué  queréis  que  yo  tuerza 
El  juzgo  de  mi  señor, 

TOM.  IV. 


Y  que  le  desobedezca? 

¡  Señor!  juzga  entre  mí  y  estos 
Este  caso ;  que  me  fuerzan 

Y  me  impiden  el  servicio 
Que  debo  á  tu  gran  nobleza.» 

Ellos  estando  en  aquesto  , 
Heos  que  oyeron  defuera 
Venia  un  hombre  gritando, 
Clamando  que  se  detengan ; 
Qu'él  dará  la  traza  y  modo 
Por  do  cese  su  contienda. 
Así  se  sosegó  el  ruido , 

Y  al  punto  que  el  hombre  llega , 
Mirando  á  Abdulmutálib, 

Le  dice  de  esta  manera  : 
«  Tú  eres  caudillo  de  Maca 

Y  regidor  de  sus  vegas 

Y  el  mayor  adelantado, 
Todo  por  tí  se  gobierna  : 

Y  podrá  ser  que  algún  cha, 
Si  ese  tu  hijo  degüellas, 
Algunos  te  vituperen 

Y  te  culpen  y  reprehendan; 
Porque  querrán  imitarte 
Los  que  después  de  tí  vengan 
En  sacrificar  sus  hijos, 
Pues  eso  tú  les  enseñas ; 
Cosa  que  sobre  los  reyes 

Ha  de  parecer  muy  fea, 

Y  esto  será  á  cargo  tuyo, 

Si  acaso  en  culparte  yerran. 

No  dudes,  Abdulmutálib, 

Que  un  hombre  de  tantas  prendas 

Como  tú  dar  mal  ejemplo 

Mal  parece  y  muy  mal  suena.» 

Respondióle  Abdulmutálib : 

«¿Será  bien  que  desfallezca 

La  ofrenda  del  que  me  ha  hecho 

Por  cuanto  en  el  mundo  se  encierra?» 

Respondió  el  buen  Igrama, 

Que  así  su  nombre  propio  era  : 

«Yo  le  daré  buena  traza. 

Si  quieres  valerte  de  ella  : 

Aquí  en  tierras-de  Alhichez  32, 

S2  Hechaz  ó  Hechez,  provincia  deArabía. 

21 


322  HISTORIA    DE 

De  nuestra  comarca  cerca , 
Vive  una  mujer  muy  docla , 
Que  á  semejantes  querellas 
Da  muy  bastantes  remedios 
Y  aplaca  muchas  conduelinas. 
Vamos  allá,  si  tú  quieres; 
Que  tengo  por  cosa  cierta 
Qu'hemos  de  tener  remedio 
De  lo  que  tanto  te  aqueja.» 
A  todos  pareció  bien 
Lo  que  Igrama  aconseja, 


LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Y  parando  el  sacrificio, 
Determina  de  liacer  pruebas 
Si  por  ventura  habrá  medio, 
Sin  que  al  deudo  contravenga. 
Para  librar  á  su  hijo; 

Y  así ,  su  jornada  ordena 
Adó  estaba  la  mujer; 
Que  siempre  el  que  está  en  tinieblas 
Confia  que  ha  de  salir 
Do  vea  la  luz  febea. 


CANTO  CUARTO 
tie  la  historia  de  Abdulmuiálib. 


;  Oh  llaga  corrupla  y  fiera  , 
Infernal  tósigo  amargo, 
Cáncer  que  acabas  las  vidas, 
Sin  valer  de  medio  humano; 
Ihvidia,  que  á  tantos  buenos 
Consumes  y  das  el  cabo, 
A  cuántos  hombres  abajas 

Y  ensalzas  á  tantos  malos! 
¿Qué  hiciste  del  justo  Hebil? " 

Y  si  mas  atrás  tornamos  , 
¿Quién  destronizó  á  su  padre 
De  aquel  sumo  potentado  ? 
Quién  á  Jacob  dio  tristeza? 
Quién  á  Yusuf  hizo  esclavo? 
Quién  lo  puso  en  la  cisterna? 
Quién  á  Daniel  en  el  lago? 
Quién  á  David  en  destierro, 
En  vez  de  ponerle  un  lauro? 

Y  ¿quién  le  abrevió  su  curso 
Al  gran  monarca  Alejandro  ? 
Quién  al  mancebo  Abdullahi 
Tiene  puesto  en  tal  estado , 
El  cuchillo  á  la  garganta 

Y  atado  de  pies  y  manos? 
Quién  al  buen  Abdulmuiálib 
Hace  andar  peregrinando, 
Buscando  para  sus  males 
Algún  consuelo  ó  reparo : 

33  Abe!. 


Inquieto,  afligido  y  triste, 
Sus  deudos  con  tal  cuidado; 
Unos  culpando  su  ofensa  , 
Otros  su  intento  culpando; 
Puesta  Maca  en  competencia 
Si  fué  bien  ó  mal  mirado? 
¡  Oh  cuánto  mal  sufre  un  bueno , 

Y  cuánto  mal  hace  un  malo  ! 

Cuando  fué  el  tercero  día 
Del  sacrificio  coulado, 
Que  no  le  dio  mas  lagar 
Aquel  profundo  cuidado , 
Parte  el  buen  Abdulmuiálib 
Adó  le  fué  aconsejado 
Por  el  prudente  Igrama  , 
Varón  insigne  y  muy  sabio, 
Con  ochenta  caballeros , 
Que  le  van  acompañando, 
Nubles  de  nobles  linajes, 
Deudos  suyos  muy  cercanos , 
Que  á  todos  les  da  la  pena 
De  su  caudillo  el  trabajo , 

Y  la  muerte  de  su  hijo 

Les  causa  mayor  quebranto; 
El  cual  dejaron  en  Maca , 
Que  no  quisieron  llevarlo. 
Acabada  su  jornada, 
Cuando  á  la  mujer  llegaron , 
Después  de  muchas  promesas 


Y  joyas  que  presentaron  , 
Con  grandísimas  caricias 
Que  cada  cual  por  su  cabo 
Le  ofrecía  largamente 
Si  por  ventura  ó  acaso 
Les  daba  buena  esperanza 
Deaquelloque  van  buscando; 
Ella  con  muy  grande  amor 
Los  recibe,  y  dice  :  « Hermanos , 
Holgad  de  vuestra  venida; 
Que  si  querrá  el  Soberano , 
Mañana  os  daré  soltura 
De  lo  que  me  habéis  preguntado. » 
Pasaron  toda  ia  nociie 
El  claro  día  aguardando, 

Y  cuando  fué  la  mañana  , 
Después  que  la  saludaron, 
Les  dijo  :  « Noble  compaña  , 
Señores  de  alto  estado , 
Moradores  en  la  casa 
Del  perdón  asegurado , 
Volved  en  paz  y  contentos, 
Siempre  en  Allah  confiados 
Que  os  ha  de  dar  la  saluda 
De  su  piadosísima  mano; 

Y  para  que  el  sacrificio 
En  nada  quede  menguado, 
Tomaréis  muchos  camello ;, 

Y  en  el  lugar  señalado 
Los  pondréis,  que  estén  preséhtes 
Con  el  mozo  señalado, 

Y  echad  sobre  los  diez  de  ellos 
La  suerte,  y  en  entre  tanto 
Que  caiga  sobre  el  mancebo 
De  diez  en  diez,  y  adjuntando 
La  suma  de  los  cnmellos , 

Y  siempre  la  suerte  echando, 
Hasta  que  sobre  ellos  caiga  , 

Y  tomaréis  todos  cuantos 
La  suerte  lleve  y  comprenda, 
Yen  alcorben  degollaldos; 
Que  con  su  sangre  de  aquellos 
Será  el  Señor  apagado. » 

Con  esto  se  despidieron 
Delia,  y  á  Maca  lomaron 
Contentísimos  y  alegres, 


APÉNDICE    H.  323 

Y  algunos  se  adelantaron 
A  demandar  las  albricias 
A  Fátima  del  espacio 
Qu'en  la  degüella  traian, 
De  que  lodos  se  alegraron. 
Cuando  llegó  Abdulmutálib 

Y  los  que  le  acompañaron, 
Saliólos  á  recibir 
Abdullá  y  sus  nueve  hermanos, 

Y  dijo  :  «En  el  alma  siento 
Este  afán  que  te  has  lomado ; 
Que  yo  muy  contento  fuera 
Que  cumplieras  lo  mandado; 
Empero  hazme  á  saber 
Si  por  ventura  has  hallado 
Descanso  á  tu  afligimiento ; 
Qu'eslo  es  lo  que  yo  mas  amo. » 
Díjole  su  padre  entonces, 
Tomándole  entre  sus  brazos, 
Besándole  entre  sus  ojos: 
«¡Oh  hijo  y  dulce  recalo! 
He  hallado  confianza 
Para  cumplir  mi  holocausto; 
Quizá  si  es  el  daño  tuvo  , 
Aunque  á  costa  de  mis  algos ; 
Qué,  aunque  todos  se  atraviesen , 
Pensaré  comprar  barato; 
Lo  cual  probaré  mañana  , 
Cuando  el  pueblo  esté  juntado 
Ame  tu  misma  presencia , 
Con  licencia  del  Rey  alto. — 
A  todo  estaré  obidiente 
Cuanto  sea  tu  mandado; 
Ordénalo  como  quieras,» 
Respondió  el  mancebo  honrado. 
A  esto  llegó  su  madre, 
Que  aun  de  llorar  no  ha  cesado , 
Abarrancada  su  cara , 
Sus  ojos  apestañados, 
Diciendo:  «Abdulmutálib, 
No  repares  en  los  algos; 
Que  yo  y  mi  madre  tenemos 
Mil  camellos  aprestados 
En  rescate  de  mi  hijo; 
Todos  puedes  degollarlos, 

Y  si  mas  querrá  el  Señor, 
Daremos  de  los  ganados , 


324 


HISTORIA    DE    LA 


Carneros ,  vacas  y  ovejas 
Los  que  fueren  necesarios; 

Y  si  mas  qu'esto  pidiesen, 
Yo  daré  de  muy  buen  grado 
Á  todos  los  alhijantes s* 
Mesa  franca  en  ancho  y  largo  ; 

Y  si  de  esto  no  se  paga, 
Nuestro  tesoro  te  damos, 
Ajorcas  de  plata  y  oro, 
Lo  por  labrar  y  labrado; 

Y  si  todo  esto  no  basta, 

Mis  parientes  me  lian  mandado 
Que  pondrán  en  su  remedio 
Camellos  y  oro  guardado ; 

Y  si  no  fuere  bastante, 
Jré  a  los  reinos  extraños, 
En  Aüaman  y  Axem  , 

Y  á  los  perlados  romanos , 

Y  trastornaré  este  mundo 
Á  la  una  y  otra  mano; 

Y  si  todo  será  poco, 

Y  no  podré  contentarlo 
Sin  la  vida  de  mi  bijo, 
Sea  por  siempre  loado; 
Cúmplase  su  voluntad, 
Á  cuyo  juzgo  me  Hamo 

Y  á  cuyas  obras  me  apelo.» 
Respondióle  Abdulmutálib : 

«  Por  cierto  que  me  he  holgado 
De  tu  grande  ofrecimiento; 
Empero  estoy  confiado 
Serán  mis  algos  bastantes, 
Sin  echar  del  tuyo  mano.» 
Mandó  luego  á  sus  pastores 
Que  todos  cuantos  rebaños 
De  ganado  apacentaban 
En  las  montañas  y  llanos , 
Camellos,  cabras  y  vacas 
Traigan  al  punto  asignado; 

Y  él  tomó  luego  su  alfanje , 
Las  cuerdas  y  el  aparato , 
Su  hijo  delante  de  él, 

Y  en  llegando  ad  aquel  patio 
Que  ha  de  ser  Alláh  servido, 
Todo  el  pueblo  congregado 

r>i  Peregrinantes. 


LITERATURA   ESPAÑOLA. 

Y  los  camellos  presentes, 
Grande  copia  de  ganados, 
Tomó  al  humilde  mancebo, 

Y  con  un  valor  sobrado 
Lo  tendió  sobre  la  tierra, 
Atado  de  pies  y  manos, 

Y  hizo  atar  diez  camellos 
Tras  de  su  hijo  amarrados , 

Y  él  se  entró  en  el  aleaba , 

Y  las  acitras  trabando, 
En  altas  voces  decia, 
Á  sus  criados  llamando: 
«Señor,  lo  que  á  tí  se  ofrece 
Es  débito  preceptado, 

Y  tu  juicio  es  derecho, 
Que  se  da  á  cumplir  forzado ; 
No  hay  salir  de  tu  reismo, 
Tuyos  somos  y  á  tí  vamos. 
Señor,  el  siervo  es  tu  siervo 

Y  el  algo  es  también  tu  algo ; 
Si  el  siervo  quies,  helo  aquí 
Humilde  y  aparejado; 
Si  con  el  algo  te  apagas, 
Tu  voluntad  solo  aguardo.» 

Y  mandó  lanzar  las  suertes, 
Gomo  hablan  comenzado, 

Y  sobre  Abdullá  salieron, 
Y'  luego  al  momento  ataron 
Diez  camellos  con  los  otros , 

Y  otra  vez  la  suerte  echaron ; 

Y  salió  sobre  Abdulíahi , 

Y  con  los  veinte  juntaron 
Otros  diez,  que  fueron  treinta, 

Y  las  suertes  continuando, 
Salieron  sobre  el  mancebo, 

Y  sin  poner  mas  espacio, 
Fueron  otros  diez  camellos 
Con  los  treiuta  señalados; 

Y  siempre  la  dura  suerte 
Seguía  su  acostumbrado; 
Asimismo  los  cincuenta 

Y  todos  cuantos  echaron , 
Hasta  llegar  á  noventa  , 

Y  el  buen  mancebo,  aunque  atado 
Estaba  sobre  la  tierra , 
Dio  voces ,  algo  enojado , 
Diciendo  :  « ¿Hasta  dó  pretendes 


Rcvellar  3S  el  tiempo  en  vano, 
Echar  al  aire  las  suertes? 
Que  yo  estoy  avergonzado 
De  ver  que  á  contra  derecho 
Trocas  lo  que  te  han  mandado. 
Veo  mi  obra  menguada 

Y  mi  lugar  aviltado; 
Desfalleces  mi  servicio, 

Y  he  de  ser  menospreciado; 
Que  no  pertenece  al  siervo 
Ser  remiso  ni  arrimado ; 
Que  el  Señor  quiere  una  cosa , 

Y  él  porlia  lo  contrario; 

Y  pues  ya  ves  claramente 
Tan  patente  el  desengaño, 
Allégate  á  mí,  si  quieres, 
Acaba  lo  comenzado, 

Y  cumple  el  apagamiento 
Del  Señor  que  está  á  tu  cargo. » 
Aquí  cayó  gran  bullicio, 
Grande  lloro  y  grande  llanto 
En  todo  aquel  gran  contorno 
Cuando  oyeron  lo  hablado. 
Dijo  el  buen  Abdulmutálih, 
En  su  intincion  afirmando: 
« Siempre  el  que  á  una  puerta  llama 
Confia  ser  apiadado.» 
Allegando  los  camellos 
Al  número  centenario,  s 
Alzando  al  cielo  su  cara , 
Dijo :  « Señor  soberano , 
Rey  de  la  casa  ensalzada  , 
Ordenador  de  los  plazos , 
La  redemision  recibe 
Por  tu  piadoso  amparo , 
Por  la  gracia  de  esta  luz 
Con  que  nos  has  ilustrado, 
Criada  ante  que  criaste 
Los  espíritus  humanos, 
Corriendo  por  los  varones 
Mas  limpios  y  mas  honrados , 
Hasta  que  nos  la  entregaste 
Por  tu  saber  encumbrado, 
Por  cuyo  prez  y  homenaje 
Pido  tu  divino  amparo. » 

33  Gastar. 


APÉNDICE   II.  325 

I Y  dichas  estas  palabras, 

Siempre  al  Señor  invocando , 

Mandó  al  sortero  que  echase 

Las  suertes  con  gran  cuidado: 

Y  toda  la  demás  gente  , 
Digo  los  de  pecho  sano, 
Rogaban  á  su  Hacedor 
Se  contente  y  sea  pagado. 

Y  Alláh  ,  el  poderoso,  inmenso. 
Que  á  sus  siervos  mas  amados 
Por  su  saber  los  estrecha 
Hasta  el  mas  estrecho  paso, 
Siempre  por  su  beneficio  , 

Y  para  que  su  dechado 
Ejemple  3G  los  deste  suelo, 
Que  ya  su  piadosa  mano 
Los  crió  de  tal  figura  , 
Tan  perfectos  y  afinados , 
Que  á  todas  las  tentaciones 
Tienen  ya  su  yugo  dado ; 

Y  como  ya  el  Señor  sabe 
Sus  pechos  tan  acendrados, 

Y  que  por  ninguna  fuerza 
Tienen  de  ser  denunciados, 
Alumbra  á  los  hijos  de  Edam 
Con  la  luz  de  sus  trabajos , 
Considerando  que  fueron 
Hombres  los  que  le  pasaron: 
Quejamos  á  nadi  apreta 
El  Señor  en  ningún  caso 
De  lo  que  la  suficencia 
De  que  lo  tiene  dotado. 
Así  fué  con  estos  justos  , 
Que  estaban  determinados 
De  cumplir  su  ofrecimiento, 

Y  vínoles  despacio 
De  la  mano  poderosa ; 
Cuando  ellos  menos  cuidaron 
Cae  sobre  los  camellos 
La  suerte,  que  alegró  á  tantos , 

Y  de  dentro  del  aleaba 
Salió  una  voz  sonorando. 
Que  jamás  en  este  suelo 
Otra  mejor  no  ha  sonado, 


3(>  Ejemplar  está  aquí 
ejemplo». 


usado   por  «dar 


326  HISTORIA    DE    LA 

Diciendo:  «  Ya  es  recibida 
La  redemision  en  pago 
De  la  ofrenda  á  mi  debida  , 
Ya  es  el  tiempo  allegado 
Que  salga  y  alegre  al  mundo 
Muhamad  el  deseado.» 
En  diciendo  eslo  la  voz  , 
Aparecieron  los  rayos 
De  la  luz  esclarecida, 
Tan  relumbrantes  y  claros, 
De  la  frente  de  Abdullahi, 
Que  cielo  y  tierra  alumbraron. 
¿Quién  podrá  significar 
El  contento  tan  sobrado, 
Las  alabanzas  sin  cuerno 
De  toda  la  gente,  cuando 
Vieron  declinar  la  suerte 
Á  lo  que  lodos  codiciaron? 
Y'  cuando  la  voz  oyeron 
Con  tanto  gusto  y  regalo, 
Unos  tiran  con  gran  prisa , 
Corriendo  y  antecuitados , 
Á  desalar  al  mancebo ; 
Otros  muy  apresurados 
Á  degollar  los  camellos 
Que  estabau  aparejados; 
Unos  á  oíros  se  encuentran, 
De  muy  alegres,  turbados. 
Dijoles  Abdulmulálib: 
«  Poco  á  poco ,  sosegaos ; 
Que  por  ventura  el  sortero 
En  la  suerte  se  ba  engañado ; 
Que  habiendo  dado  diez  veces 
Sob:e  mi  hijo  á  una  mano, 
No  será  bien  que  una  tuerza 
Lo  que  diez  han  aiirmado. 
Volvamos  á  echar  las  suertes; 
Que  si  del  cielo  es  mandado , 
Aunque  cienlo  las  echemos, 
Que  tuerza  será  excusado.» 
Conocieron  su  razón, 


LITEIÍ.ÍTURA    ESPAÑOLA. 

Y  al  punió  se  sosegaron, 

Y  aquella  vez  y  oirás  dos, 
Porque  llegaron  á  cuatro, 
Dieron  sobre  los  camellos, 

Y  en  siendo  certificados 
Que  ya  de  su  ofrecimiento 
Era  el  Señor  apagado , 
Aunque  quiso  echar  mas  suertes, 
La  gente  no  le  dejaron. 
Levantaron  al  mancebo, 
Paciente,  humilde  y  honrado, 

Y  á  desalar  sus  liganzas 
Corrieron  sus  nueve  hermanos. 
Tomólo  su  amada  madre 
Con  muchos  besos  y  abrazos , 
Dando  al  Señor  loaciones 
Porque  se  lo  hubo  librado; 

Y  no  quedó  hombre  ninguno 
De  cuantos  allí  se  hallaron, 
tN¡  mujer  en  toda  Maca, 
Que  todas  no  le  abrazasen; 

Y  llevándole  á  su  casa, 
Dijo  su  padre:  «Dejaldo; 
Que  quiero  que  esté  presente 
Al  hecho  redemisario.» 

Y  allí ,  en  su  misma  presencia, 
Sin  mas  punto  dilalallo, 
Acolaron  cien  camellos, 

Y  siendo  despedazados, 
Mandó  que  se  repartiesen 
Á  todos  en  igual  grado, 
Á  ricos  y  principales, 
Á  los  parientes  y  extraños, 
Á  pobres  y  á  pasajeros, 
Peregrinos  y  acuitados, 

Y  las  aves  y  animales 
Todas  sus  carnes  gustaron. 
Después  fueron  á  su  casa 
Contentos  y  descansados, 
Alabando  á  su  Señor, 
Que  les  libró  de!  quebranto. 


APÉNDICE    H.  327 

Num.  3. 
POEMA  ANÓNIMO  EN  ALABANZA  DE  MA1IOMA. 

Las  loores  son  ad  l  Alláli,  el  alio,  verdadero, 
Honrado  y  comalido,  Señor  muy  derechero, 
Señor  de  todo  el  mundo,  uno  solo  y  señero , 
Franco,  poderoso,  ordenador  serlero; 

Al  cual  pido  y  demando  su  ayuda  y  favor , 

Y  perdón  de  mis  pecados,  de  mi  gran  falta  y  error, 

Y  á  mi  padre  y  a  mi  madre  y  á  todos  mis  hermanos 
Él  nos  quiera  perdonar  nuesas  yerras  y  pecados. 

Y  tornando  á  declarar  lo  que  tengo  en  inunción 
De  alabar  y  ensalzar  á  quien  es  tanta  razón , 
Pues  que  por  su  nacimiento  fué  nuesa  redención, 

Y  fuimos  todos  librados  y  quitos  de  perdición, 
No  me  siento  yo  complido  para  esto  declarar; 

Porque  soy  muy  torpe  y  rudo  para  haber  de  hablar 
En  tan  alta  criatura ,  luna  clara  y  de  beldad , 
El  de  la  gran  hermosura,  sol  de  alteza  y  claridad. 
Pero  quiero  declarar  lo  que  está  bien  asentado 

Y  se  halla  por  verdad  que  estaba  profetizado, 
Que  juró  nueso  Señor,  el  alto,  de  la  gran  dia, 
Que  si  no  por  nueso  amado  ,  cosa  criado  no  habria. 

Así  fué  luego  enviado  con  descanso  y  bendición 
Al  reparo  de  las  gentes  y  muy  gran  consolación, 

Y  con  ley  muy  claro  declarando  la  verdad, 
Desfaciendo  la  mentira  de  loda  la  Treuidad. 

Y  como  al  mundo  salió,  demostró  su  gran  bondad, 
Que  luego  hizo  obediencia  al  Rey  alto  de  verdad  ; 
Alzó  luego  su  cabeza,  aseñando  "2  con  su  dedo 

Que  era  solo  y  sin  segundo  el  Rey  alio  ,  verdadero. 

Y  también  pidió  perdón  por  su  alomma 3  a  su  Señor, 
Lo  segundo  que  habló  con  cuidado  y  con  amor. 

Pues  que  nos  tuvo  en  memoria  en  todas  sus  peticiones, 
Razón  es  que  lo  tengamos  puesto  en  nuesos  corazones. 

Pues  lo  quiso  demosar*  en  su  alto  puiamienlo5, 
Son  cosas  lau  excelentes,  que  no  tienen  ningún  cuento'; 


i  Ad  está  aquí,  y  en  casi  todos  estos  libros,  usado  en  lugar  de  la  preposición  á;  la 
eufonía  de  la  lengua  arábiga  consiente  iura  vez  el  choijue  de  dos  vocales;  y  asi,  los 
moriscos  escribían  y  pronunciaban  ad  aquel,  ad  este,  ad  Allah. 

*  Señalando, 
s  Pueblo. 

*  Demostrar. 

5  Celsitud,  majestad. 


328  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

Que  toda  la  idolatría  fué  luego  derribada , 

Y  la  casa  en  que  nació  de  almalaques  6  rodeada. 
Y  las  aves  revolando  y  los  montes  relumbrando , 

Y  los  cielos  bien  abiertos  almalaques  deballaban  7, 

Y  los  peces  de  la  mar,  en  las  ondas  donde  estaban, 

Y  las  alimañas  brutas,  en  los  bosques  do  posaban  , 
Todas  están  al  rededor,  que  no  se  pueden  contar, 

Diciendo  :  «  Sea  ensalzado  el  que  lo  quiso  enviar ; 
Que  por  su  nacimiento  fuimos  todos  reparados 
De  este  amigo  amado,  santo  ,  bienaventurado.» 

Fue  tomando  muy  aprisa  sin  tardanza  ni  vagar, 
Rodeando  todo  el  mundo  por  la  tierra  y  por  la  mar; 
Porque  todos  lo  viesen  que  era  el  Enviado , 
El  que  estaba  prometido ,  escrito  y  profetizado. 

Fué  luego  tornado  con  muy  grande  acatamiento , 
Cuando  fuere  complido  todo  suexcitamiento8  ; 
Todas  á  él  venian  por  haberlo  de  criar , 
Mas  al  fin  fué  Jalima  ,  la  de  aquel  alto  lugar ; 

Que  oyeron  un  clamante  que  clamaba  y  decía  : 
«Ensalzada  será  la  que  leche  le  daría; 
Pueblo  ,  si  en  tí  entrara  esta  luz  de  bendición , 
Seremos  todos  librados  y  quitos  de  perdición.» 

Luego  salieron  aprisa  del  pueblo  que  ha  hablado  , 

Y  todas  se  fueron  á  Mecca  de  gran  prisa  y  de  grado  , 

Y  nenguna  lo  vido  á  este  bienaventurado , 
Sino  Jalima  la  noble ,  que  esto  le  fué  mandado. 

Como  fué  llegada  á  Mecca  ,  fuese  luego  sin  tardar 
A  la  casa  de  su  madre  ,  ad  haberlo  de  tomar. 
Fuá  contento  su  agüelo  de  este  profeta  amado 
Que  lo  hubiese  de  criar  9 

Tomóle  luego  Jalima  para  darle  á  tetar; 
Púsole  en  la  teta  izquierda ,  mas  non  la  quiso  tomar ; 
Mosando l0  con  la  derecha  al  mundo  fué  enviado , 
Que  tenia  un  hijo  que  venia  de  aquel  lado. 

Pues  contar  aquella  limpieza  que  fué  en  su  criazón 
Es  descanso  á  los  ojos  y  alegría  al  corazón; 
Jamás  de  él  salió  suciedad  ni  rudeza, 
De  la  luna  de  beldad ,  mas  de  bondad  y  limpieza. 

Tornando  á  declarar  lo  que  se  siguió  adelante, 
Se  me  rompe  el  corazón  y  me  pone  solevante , 
En  ser  yo  tana'revido  en  sus  cosas  de  hablar, 
Mas  con  su  poder  y  ayuda  algunas  he  de  contar. 

o  Angeles-  é 

i  Abajaban,  hadan  bajar,  enviaban  «le  lo  alto.» 

8  Salida. 

9  Falta  lo  restante  del  verso. 
*Q  Mostrando. 


APÉNDICE    H.  329 

Que  volvió  con  gran  derecho  la  tierra  de  gran  verdad, 

Y  quitó  aquella  ceguera  de  falsía  y  de  maldad, 
Hasta  en  tanto  que  dejó  la  tierra  bien  asentada ; 
Aunque  la  halló  sola ,  la  dejó  muy  alabada. 

Su  corazón  fué  sacado  de  su  cuerpo  sin  dudar , 
Lavado  y  alimpiado,  luego  vuelto  á  su  lugar; 

Y  la  luna  vino  á  él  riendo  y  con  humildad , 

Haciendo  el  sala  "  sobre  él,  diciendo:  «Ya,  Mohammad, 

»Dime  lo  que  quies  que  haga  luego,  sin  demás  tardar, 
Ya  mi  amigo  amado  ,  quien  honró  este  lugar; 
Que  mandado  me  ha  seido  del  Rey  alto,  verdadero, 
Que  te  sea  obidiente  en  todo  y  por  entero.» 

En  la  cueva  se  salvó  cuando  fué  reacosado12, 
La  taratana  tesió  luego  por  donde  hobo  entrado , 
La  paloma  hizo  nido  por  cerrar  el  agujero, 
Porque  no  fuesen  hallados  él  y  su  buen  compañero. 

La  peña  le  voceó,  diciendo  que  le  hablase; 
El  árbol  se  arrancó,  diciendo  que  le  mirase; 
El  tronco  le  halagaba,  diciéndole  :  «¡Muy  amado! 
¿Por  qué  te  has  ido  de  mí ,  que  tan  triste  me  has  dejado?» 

El  hardacho  le  habló  y  dijo  de  esta  manera  : 
Que  siguiendo  y  amando  su  camino  y  carrera  , 
Que  la  gloria  alcanzarían  todos  amigos  y  amados, 
Donde  muchos  lo  oyeron  que  estaba  cierto  probado. 

El  lobo  con  él  habló  riendo  y  con  alegría , 

Y  le  dijo  :  « Mensajero,  á  tí  un  pastor  vernia  , 

Que  yo  lo  he  desengañado,  que  creerá  en  tu  Señor, 

Y  que  á  tí  venga  de  grado ,  luego  sin  nengun  temor.» 
Luego  vino  el  pastor  sin  nengun  detardamienlo 

A  nueso  amigo  amado  á  muy  gran  razonamiento, 
Diciendo  que  él  quería  tornarse  á  la  creencia, 
Porque  era  la  ley  mejor  enviada  de  la  Esencia. 

Pues  contar  aquel  milagro  de  su  alto  puiamiento 
A  la  corte  celestial  con  grande  acatamiento, 
Que  todos  los  siete  cielos  los  ando  en  un  momento , 

Y  llegó  á  su  Señor  á  muy  gran  razonamiento  ; 

Que  nadie  puede  pensar  el  secreto  tan  excelente 
Que  con  su  Señor  pasó  en  aquella  noche  presente ; 
Que  llegó  á  una  grada  donde  nadie  habia  llegado , 

Y  todo  lo  que  allí  habia  le  fué  cierto  demosado  ,3 ; 
Y  todos  los  almalaques  con  honor  y  alegría 

Lo  salieron  á  recebir  y  hacerle  compañía  ; 
De  todos  fué  visitado  con  placer  y  albriciado , 

h  Oración. 

**  Alude  el  poeta  á  la  ocultación  de  Mahoraa  y  de  Abu-Bequer  en  la  cueva  de  Tsur  á 
la  sazón  que  iban  perseguidos  por  los  de  Mecca. 
<3  Demostrado. 


330  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

Diciendo  que  él  era  cierto  el  bienaventurado. 

Y  que  Allah  no  jaleco  u  cosa  de  mas  gran  valer, 

Y  qu'él  era  el  Profeta  y  el  tresoro  y  el  saber, 

Y  qu'él  fué  cierto  el  mayor  de  los  que  en  el  mundo  fueron, 
Y'  el  fiel  mas  ensalzado  de  todos  los  que  nacieron. 

Las  flores  y  las  olores  nacieron  de  su  sudor, 

Y  el  día  del  judicio  cierto  él  será  rogador; 
Que  sino  por  su  rogaría  nadie  fuera  escapado, 

Y  de  su  tristeza  de  él  nadie  severa  librado. 

De  sus  manos  nacieron  fuentes  de  agua  de  bendición 
Cuando  estaba  eu  el  desierto  y  la  gente  en  perdición.  — 
¡Oh  escogido  y  amado,  luna  clara  y  de  alegría! 
Señor,  con  ti  me  defiende  en  la  noche  y  en  el  dia. 

Que  según  son  mis  pecados  de  mi  gran  falta  y  error, 
Que  en  todas  las  heladas  l*  no  hay  mas  torpe  pecador 
Que  yo,  torpe,  desdichado  ;  tú  me  quieras  perdonar, 

Y  por  su  rogaría  del  tú  me  quieras  escapar  1C. 

Y  pues  hallo  de  mi  cuenta  que  no  hay  quien  pueda  cantar 
Sus  gracias  ni  maravillas,  ni  poderlas  declarar, 

Basta  que  él  es  el  mayor  que  al  mundo  fué  enviado, 
El  liel  mas  rogador  en  el  dia  atribulado. 

llagamos  el  sala  n  sobre  él,  que  no  se  pueda  contar, 
En  la  noche  y  en  el  dia,  luego,  sin  demás  tardar ; 
Ruguemos  ad  Alláh  nos  saque  ¡untos  con  él 
En  el  dia  del  judicio,  cabo  él  y  en  su  tropel. 

Y  por  su  alta  excelencia  él  nos  quiera  amparar , 

Y  en  esta  alta  creencia  nos  deje  bien  acabar, 

Y  al  fin  de  nuesas  vidas  nos  deje  testimoniar 
Aquella  noble  palabra ,  que  nos  podamos  salvar. 

En  la  entrada  de  la  fuesa  nos  dé  fuerte  corazón 
Para  bien  le  responder  en  aquella  tentación ; 
Que  es  tan  recia  y  tan  amarga,  que  no  lo  oso  decir, 
Pensando  y  mirando  en  Monearon  y  Nathir  18. 

No  quiero  de  esto  paga  de  este  mu:.do  de  tristura, 
Ni  tampoco  vanagloria  ni  nenguna  hermosura  ; 
Porque  lo  que  yo  he  hablado  es  gracia  de  mi  Señor, 
Yr  no  cierto  agudeza  de  mí ,  torpe  pecador. 
'   Y  cumple  de  apaganza  ad  aquella  compañía 
Que  siguieron  á  Mohammad  en  aquella  agonía, 

Y  á  todos  los  seguidores  y  á  mi  Señor  honrado, 

Y  á  todos  los  muslimes  por  su  honra  y  estado. 

M  Crió. 

15  Regiones,  países. 

»6  Lo  mismo  que  «salvar  ó  hacer  escapar  del  fuego». 
*7  Azula  ó  pregaría. 

is  Nombres  de  dos  ángeles  que,  según  las  creencias  mahometanas,  atoraeataa  al 
muerto  eu  rl  sepulcro. 


APÉNDICE  ir.  331 

Núm.  4. 

EL  LIBRO  DEL  RABBI  SANTOB. 

Estas  poesías,  obra  de  un  judío,  natural  de  Carrion 
de  los  Condes,  cuyo  nombre  se  halla  escrito  de  varias 
maneras,  se  imprimen  por  el  códice  de  la  Biblioteca 
Nacional,  Bb,  82.  Ya  en  el  t.  i,  pp.  86-7,  tratamos  de 
ellas  y  de  su  autor;  y  por  lo  tanto,  no  se  nos  ocurre  otra 
cosa  que  decir  en  este  lugar,  sino  que  seria  de  desear 
que  el  manuscrito  de  Madrid  se  cotejase  escrupulosa- 
mente con  el  del  Escorial. 


CONSEJOS  Y  DOCUMENTOS  DEL  JUDIO  RABBI  DON  SANTO 
AL  REY  DON  PEDRO  DE  CASTILLA. 

Como  quiera  que  dice  Salomon ,  é  dice  verdat ,  en  el  Libro 
de  los  Proverbios,  «quien  acrescienta  ciencia,  acrescienta do- 
lor; >  pero  que  yo  entiendo  que  á  esto  que  él  llama  dolor,  que 
es  trabajo  del  corazón  é  del  entendimiento;  éasí  non  le  debemos 
tener  el  tal  dolor  por  malo,  ca  él  non  lo  dijo  mal  dolor,  nin  causa 
porque  home  debe  excusarse  de  la  ciencia  é  de  la  buena  arte, 
ca  la  ciencia  es  causa  al  entendido  ponerle  en  folgura  corpo- 
ral é  espiritual.  E  aun  digo  que  Salomon  antes  é  después  que 
escribió  é  dijo  en  los  dichos  Proverbios  « el  que  acrescienta 
ciencia  acrescienta  dolor» ,  al  acrescento  ciencia  amos  del  ha  de 

hoy  vista  en  la  Biblia  que  le  e1 el  dicho  Libro  de  Proverbios, 

é  el  Libro  de  los  Cantares  ó  Canticores,  é  el  Libro  de  Vanidades 
ó  Clesiasticas,  é  íiso  el  Libro  de  Sapiencia:  amad  justicíalos  que 
judgádes  la  tierra.  E  sea  así,  que  se  entiende  que  non  lo  dijo  por 
mal  dolor ;  ca  si  lo  él  sintiera  por  dolor,  non  se  trabajara  de  acres- 
centar  ciencia;  pero  este  dolor  es  asemejado  al  trabajo  de  bien 
faser,  que  trabaja  home  en  ir  luengo  camino  por  alcanzar  com- 

*  El  códice  de  la  Biblioteca,  único  en  que  se  encuentra  este  prólogo,  está  falto  c 
muchos  lugares,  y  además  muy  viciado^ 


332  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

plimiento  de  su  deseo,  é  es  aquel  trabajo  folgura,  gloria,  é  non 
dolor,  aunque  pasa  por  él,  porque  lo  mucho  del  bien  fase  ningu- 
no aquel  dolor,  é  así  que  dijo  « acrecienta  dolor »,  porque  quien 
mucho  lee  mucho  trabaja,  é  mientra  mas  acrescienta  el  es- 
tudio, mas  acrescienta  trabajo  por  el  fruto  que  el  entendido 
toca  del  tal  trabajo.  Porque  el  fruto  ó  dolor  es  de  tamaña  gloria, 
que  el  trabajo  é  dolor  con  que  se  alcanzó  es  ninguno  é  cosa  ol- 
vidada é  non  sentida,  nin  empecible,  mas  antes  fué  é  es  cau- 
sa de  bien  é  es  afigurado,  como  sy  diesen  á  omen  contar  doblas 
para  él;  cierto  es  que  trabaja  en  el  contar,  pero  mas  pro  saca 
mientra  mas  contare.  Así  que,  non  lo  elijo  por  dolor  empecible  ni 
malo,  ca  dolor  hay  que  home  desea  a  las  veces,  que  con  él  ha- 
brie  grant  folgura,  é  non  sin  él ;  así  que  es  muchas  veces  deseado 
dolor,  ct  comino  la  mejor  manera  que  todavía  cobdicia  aquel 
dolor  mas  que  todas  las  folguras  é  vicios  del  mundo,  porque  es 
causa  de  todo  su  deseo;  así  que,  es  dolor  necesario  ó  provechoso, 
é  por  esto  non  debe  cesar  de  fablar  ciencia  el  que  la  sabe,  por 
cuita  de  sofrir  trabajos  ó  dolor,  mayormente  que  es  notorio  que 
■viene  por  devina  influida  de  Diosen  el  homen  que  la  tiene.  Así 
que  non  la  da  Dios  para  que  la  calle  nin  para  aquel  iniluido,  solo 
salvo  para  faser  bien ,  commo  la  sacra  ley  que  dio  á  Muysen  non 
sollámente  para  él,  mas  para  su  pueblo,  de  generación  en  gene- 
ración, é  aun  para  todos  los  nascidos  que  á  su  ley  se  allegaron, 

como  dice  Isaías  en  el  capítulo « El  linaje  que  lo  sirviere  será 

contado  á  él  por  público  suyo;»  así  que,  el  Señor  da  sabiduría  á 
uno  para  enseñarla  á  muchos;  también  la  podría  dará  los  mu- 
chos, é  en  verdat  para  qué  ó  por  qué  es  esto,  diría  yo  á  él;  res- 
póndote  que  también  podría  dar  Dios  la  ley  sin  que  se  enseñase 
por  escritura  á  cada  nascido,  pero  no  se  le  entendria  nin  seria 
sabido  que  venia  de  Dios,  nin  por  acarreamiento  del  Espíritu 
Santo.  Así  que,  non  seria  Dios  tan  conoscido,  é  por  esto  es  en 
el  secreto  de  Dios  é  vien  lo  que  á  nos  non  se  entiende,  ca  el  Señor 
todas  las  cosas  que  él  fiso  é  son  con  sabiduría  acabada  que  es  en 
él;  así  que,  debemos  creeré  es  bien  aprender  que  quien  pretende 
é  las  fiso  entiende  punar  en  el  tal  trabajo,  que  nace  dello  gloria 
é  folgura;  así  que,  non  es  dolor  doloroso,  mas  es  dolor  prove- 
choso. Pues  así  es,  placiendo  á  Dios,  declararé  algo  en  las  trovas 
de  Rabi  Santob,  el  judío  de  Carrion,  en  algunas  partes  que  pares- 


APÉNDICE    H.  333 

cen  escritas,  aunque  no  son  escritas,  salvo  por  cuanto  son  trovas, 
é  toda  escritura  rimada  parece  entrepatada,  é  non  lo  es;  que  por 
guardar  los  consonantes  dise  algunas  veces  lo  que  ha  de  desir 
después;  díselo  antes.  E  esto  quiero  yo  trabajar  en  declarar  con  el 
ayuda  de  Dios,  para  algunos  que  puede  ser  que  leerán,  é  non  en- 
tenderán sin  que  otri  gelas  declare,  comino  algunas  veces  lo  ha- 
yan visto  esto,  por  cuanto  sin  dubda  las  dichas  trovas  son  muy 
notable  escritura,  que  todo  homen  la  debiera  decorar,  ca  esta 
fué  la  entencion  del  sabio  Rabi  que  las  fiso,  porque  escritura 
rimada  es  mejor  decorada  que  non  la  que  va  por  texto  llano.  E 
dise  así  el  prólogo  de  sus  rimas,  que  es  veinte  é  tres  coplas  fasta 
do  quiero  desir  del  mundo  : 


i. 
Señor  Rey,  noble,  alto, 
Oyd  este  sermon , 
Qu'os  viene  decir  Santo, 
Judío  de  Carrion. 

2. 

Comunalmente  trovado 
De  glosas  moralmente, 
De  filosofía  sacado, 
Según  que  va  siguiente. 

3. 

Cuando  el  rey  don  Alfonso 
Finó ,  fincó  la  gente 
Como  cuando  el  pulso  2 
Fallesce  al  doliente. 


Que  luego  non  cuidaba, 
Que  tan  grant  mejoría 
A  ellos  fincaba, 
Nin  homen  lo  entendia. 


2  El  Cod.  Esc: 

«El  rey  don  Alfonso  finado, 
Así  fincó  la  gente 
Como  el  pulso  cuando.» 


Cuando  la  rosa  seca 
En  su  tiempo  sale , 
El  agua  della  finca3 
Rosada,  que  mas  vale. 

6. 

Así  vos  lincastes  del 
Para  mucho  turar, 
E  faser  lo  que  él 
Cobdiciaba  librar. 

7. 

Como  la  debda  mia, 
Que  á  vos  muy  poco  monta, 
Con  la  cual  yo  podria 
Vevir  sin  toda  onta1, 


Estando  yo  en  afrueuta 
De  miedos  de  pecados , 
Que  muchos  fis  sin  cuenta , 
Menudos  é  granados, 


3        Cuando  es  seca  la  rosa, 
Que  ya  su  sazón  sale, 
Queda  el  agua  olorosa. 

*  Lo  mismo  que  vergüenza. 


334 


HISTORIA    DP,    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


Teníame  por  muerto, 
Mas  vínome  el  talante 
Un  conhorte  muy  cierto, 
Que  me  fizo  bien  andante. 

10. 

Homen  torpe,  sin  seso. 
Seria  á  Dios  baldón 
La  tu  maldat  en  peso 
Poner  con  su  perdón. 

11. 

Él  te  fizo  nascer, 
Vives  en  merced  suya ; 
¿Cómo  podría  vencer 
A  su  obra  la  luya  ? 

12. 

Pecar  es  la  tu  maña, 
E la  suya  perdonar; 
Él  alongar  la  saña  , 
Los  yerros  olvidar. 

15. 

Ríen  commo  es  mas  alto 
El  cielo  que  la  tierra, 
El  su  perdón  es  tanto 
Mayor  que  la  tu  yerra. 

14. 

Segunt  el  poder  suyo, 
Tanto  es  la  obra  suya; 
Segunt el  poder  luyo , 
Tal  es  la  obra  tuya. 

lo. 

Obra  de  homen  que  nada 
Es  todo  el  su  fecho , 
Ca  su  vida  penada 
Es  a  muy  poco  trecho. 

16. 

¿Cómo  seria  tan  grande 
Como  la  del  Criador, 
Que  lodo  el  mundo  anda, 
E  fas  en  derredor 


17. 

Andar  aquella  rueda, 
El  sol  y  las  estrellas, 
E  jamás  nunca  queda, 
E  sabe  cuenta  dellas? 

18. 

Cnanto  el  tu  esta,do 
Es  ante  la  su  gloria, 
Monta  el  tu  pecado 
A  su  misericordia. 

19. 
Seria  cosa  extraña. 
Muy  fuera  de  nalura, 
La  tu  yerra  tamaña 
Ser  como  su  mesura. 

20. 
El  desto  non  temas; 
Porque  ser  non  podría 
Que  non  tornes  jamás 
En  la  tu  rebeldía, 

21. 

Mas  en  te  arrepenlir 
E  facer  oración, 
Et  merced  le  pedir 
Con  magnifestacion 


De  todo  lo  pasado, 
E  partir  delío  mano; 
Con  lanío  perdonado 
Serás  bien  de  liviano. 

23. 

Et  non  sabe  la  persona 
Torpe  que  non  se  baldona 
Por  las  priesas  del  mundo 
Que  nos  da  á  menudo. 

24. 

E  non  sabe  que  la  manera 
j    Del  mundo  esta  era, 
Tener  siempre  viciosos 
A  los  hombres  astrosos , 


£5. 

Et  ser  (de)  guerreados 
Los  Lomes  honrados. 
Alza  los  ojos  é  cata, 
E  verás  lámar  alta, 

26. 

Et  sobre  ias  st-5  cuestas 
Anclar  cosas  muertas, 
E  yacen  ¿afondadas 
En  él  piedras  presciadas. 

27. 
Et  el  peso  así 
Abajar  otrosí, 
La  mas  llena  balanza 
E  la  mas  vasía  alza. 

28. 

Et  en  el  cielo  estrellas, 
E  sabe  cuenta  dellas  , 
Non  escuresce  dellas  una  , 
Sinon  el  sol  é  la  luna. 

29. 

Las  mis  canas  tefiílas,   ' 
Non  por  las  aborrescer, 
Nin  por  desdesirlas, 
Nin  mancebo  parescer, 

50. 

Mas  con  miedo  sobejo 
De  bornes  que  buscarían 
En  mí  seso  de  viejo, 
E  non  lo  fallarían. 

51. 

Pues  trabajo  me  mengua. 
Donde  puede  haber, 
Prod  iré5  de  mi  lengua 
Algo  de  mi  saber. 

52. 

Cuando  no  es  lo  que  quiero, 
Quiero  yo  lo  que  es; 

s  Produciré,  publicaré. 


APÉNDICE    II.  335 

Si  pesar  he  primero, 
Placer  habré  después. 

53. 

Mas,  pues  aquella  rueda 
Del  cielo  una  hora 
Jamás  non  está  queda, 
Peora  el  mejora. 

5L 

Aun  aqueste  lazo 

Renovará  el  escripto, 

Este  pandero  manso 

Habrá  el  su  retinto ,;. 

55. 

Sonará ;  verná  día 
Habrá  su  libertad, 
Paresció  como  solia 
Valer  el  su  caudal. 

5fi. 

Yo  probé  lo  pesado, 
Probaré  lo  liviano; 
Quizá  mudaré  fado 
Cuando  mudare  la  mano. 

57. 

Rescelé,  si  fablase, 
Que  enojo  faría, 
Pero  si  me  callase 
Por  torpe  Anearía. 


Aquel  que  non  se  muda, 
Non  falla  lo  quel'  pías; 
Dicen  que  ave  muda 
Agüero  nunca  fas. 

59. 

Porque  pisan  por  aquella 
Sazón ,  yerran  peilando 7, 

6  Lo  mismo  que  retintín,  del  verbo 
retiñir. 

7  Así  en  el  códice  de  la  Nacional; 
pero  no  parece  estar  completo  el  sen- 
tido, y  en  el  del  Escorial  se  lee  faltan 
en  lugar  de  pisan,  en  el  tercer  verso. 


336 

Homes  que  pisan ,  ella 
Para  siempre  callando. 

40. 

Entendí  que  en  callar 
Habrie  grant  mejoría, 
Aborrescí  fablar, 
E  fu  eme  peoría. 

41. 

Que  non  só  para  menos 
Que  otros  de  mi  ley, 
Que  hobieron  buenos 
Donadíos  del  Rey. 

42. 
Mas  vergüenza  afuera 
Me  ¡  io,  y  á  pro, 
Si  non  (anlo  no  fuera, 
Sin  honra  é  sin  pro. 

43. 

Si  mi  rason  es  buena, 
Non  sea  despreciada, 
Porque  la  dis  presona8 
Rafez;  que  mucha  espada. 

44. 

De  fino  acero,  sano, 
Se  ve  de  rola  vaina 
Salir,  e  del  gusano 
Fascer  la  seda  fina. 

45. 

E  un  tosco  garrote 
Facer  muy  ciertos  fechos , 
E  algunt  astroso  pellote 
Cubrir  los  blancos  pechos. 


Et  muy  sotil  trolero 
Aduce  buenas  nuevas, 
E  muy  vil  vocero 
Presenta  ciertas  pruebas. 


8  Porque  de  hombre  suena. 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAISOLA. 


47. 

Por  nascer  en  el  espino 
No  val  la  rosa  cierto 
Menos,  nin  el  buen  vino 
Por  nascer  en  el  sarmiento. 

48. 
Non  val  el  azor  menos 
Por  nascer  de  mal  nido, 
Ni  los  enjemplos  buenos 
Por  los  decir  judío. 

49. 

Non  me  tengan  por  corto; 
Que  mucho  judio  largo 
No  enlraria  á  coto 
A  facer  lo  que  yo  fago. 

50. 
Bien  sé  que  nunca  tanto 
Cuatro  tiros  de  lanza 
Alcanzarian  cuanto 
La  saeta  alcanza; 

51. 
Et  raz*on  muy  granada 
Se  diz  en  pocos  versos , 
E  cinta  muy  delgada 
Sufre  costados  gruesos. 

52. 

Et  mucho  home  entendido, 
Por  ser  vergonzoso, 
Es  por  lorpe  tenido 
E  llamado  astroso. 

53. 

Et  si  viese  sazón 
Mejor  é  mas  apuesta, 
Diria  su  razou 
Aquel  que  lo  denuesta. 

54. 

Quiero  decir  del  mundo 
E  de  las  sus  maneras , 
E  comino  del  dubdo 
Palabras  muy  certeras. 


APÉNDICE    H. 


337 


55. 

Que  non  sé  tomar  tiento 
Nin  facer  pleitesía, 
De  acuerdos  mas  de  ciento 
Me  torno  cada  dia. 

56. 

Lo  que  uno  denuesta 
Veo  á  otro  loallo, 
Lo  que  este  apuesta  9 
Veo  á  otro  afeallo. 

57. 

La  vara  que  menguada 
La  diz  el  comprador, 
Esta  mesma  sobrada 
La  diz  el  vendedor. 

58. 

El  que  lanza  la  lanza. 
Seméjale  vaguarosa  10, 
Pero  al  que  l'alcanza 
Seméjale  presurosa. 

59. 

Diré ,  si  quier  no  diese 
Pan  nin  vino  al  suelo, 
En  tal  que  lióme  viese 
Ya  la  color  del  cielo. 

60. 

Olvidado  habernos 
Su  color  con  nublados, 
Con  lodos  non  podemos 
Andar  por  los  mercados. 

61. 

Lo  mucho  non  es  nunca 
Bueno  nin  de  especia  fina; 
Mas  vale  contralla  poca 
Que  mucha  melecina. 


9  Considera  hermoso  ó  lindo. 
'0  Pesada ,  tardía» 
TOM.   IV. 


62. 
Non  puede  cosa  ninguna 
Sin  fin  mucho  crescer; 
Desque  finche  la  luna 
Torna  á  fallescer. 

63. 
A  todo  home  castigo; 
De  sí  mesmo  se  guarde 
Mas  que  de  enemigo, 
Con  tanto  seguro  ande. 

64. 

Guárdese  de  su  envidia, 
Guárdese  de  su  saña, 
Guárdese  de  su  cobdicia, 
Que  es  la  peor  maña. 

65. 
Non  puede  home  tomar 
En  la  cobdicia  liento; 
Es  profundo  mar, 
Sin  orilla  é  sin  puerto. 

66. 

De  alcanzar  una  cosa 
Nasce  cobdicia  de  otra 
Mayor  é  mas  sabrosa; 
Que  mengua  de  bien  sobra. 

67. 

Quien  buena  piel  tenia 
Que  es  amplia  para  el  frió, 
Tabardo  non  pidiria 
Jamás,  sinon  por  brio: 


Porque'l  su  verino11, 
Buen  tabardo  tenia, 
Con  celo  el  mezquino 
En  cuidado  venia. 

'  69. 

Fué  buscar  tabardo, 
E  fallólo  á  otra  cuesta 


"  Forrado  de  peñas  veras. 


22 


338 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


Por  otro  mas  honrado 
Para  de  fiesta  en  fiesta. 

70. 

Etsi  aquel  primero 
Tabardo  non  fallara , 
Del  otro  disantero 
Jamás  non  se  membrara. 

71. 

Cuando  lo  poco  viene 
Cobdicia  de  mas  cresce; 
Cuanto  mas  home  tiene, 
Tanto  mas  le  fallesce. 

72. 

Et  cuanto  mas  alcanza, 
Mas  cobdicia  dos  tanto, 
AI  fin,  desque  calza, 
Calzas  tiene  por  quebranto. 

73. 

De  andar  de  pié  camino 
Va  á  buscar  rocin ; 
De  calzar  calzas  vino 
A  cobdicia  sin  fin. 

74. 
Para  el  rocin  quier  hombre 
Quel'  piense ,  é  cebada, 
Establo  é  buen  pesebre, 
E  desto  todo  ó  nada. 


Non  te  menguaba  nada, 
Las  calzas  non  tenia; 
Los  zapatos  solados, 
Su  jornada  complia. 

76. 

Yo  fallo  en  el  muedo 
Dos  homes,  é  non  mas. 
E  fallar  nunca  puedo 
El  tercero  jamás. 


Un  buscador  que  cata. 
E  no  alcanza  nunca, 


E  otro  que  nunca  se  farta. 
Fallando  cuanto  busca. 


Quien  falle  é  se  farte 
Yo  non  puedo  fallarlo; 
Que  pobre  bien  andante 
Es  rico  homen  llamado. 

79. 

Que  non  es  homen  pobre, 
Sinonel  cobdicioso, 
Nin  rico,  sinon  homen 
Con  lo  que  tiene  gozoso. 

80. 

Quien  lo  quel'  cumple  quiere 
Poco  le  ahondará, 
E  quien  sobras  quesiere, 
El  mundo  non  le  cabrá. 

81. 

Cuanto  cumple  á  hombre , 
De  su  algo  se  sirve ; 
De  lo  demás  es  siempre 
Siervo  á  cuanto  vive. 

82. 

Todo  el  dia  lazrado, 
Corrido  por  traello; 
A  la  noche  cintado 
Por  miedo  de  perdello. 

83. 

El  tanto  non  le  place 
Del  algo  que  haberlo, 
Cuanto  pesarle  face 
El  miedo  de  perderlo. 

84. 

Non  se  farta ,  non  le  cabiendo 
En  afán  nin  en  talega; 
Et  lazra  non  sabiendo 
Para  quién  lo  allega. 

83. 

Siempre  las  almas  grandes, 
Queriéndose  honrar, 


APÉNDICE    H. 


339 


Facen  en  sus  demandas, 
A  los  cuerpos  lazrar. 

86. 
Por  cumplir  sus  talantes 
Non  les  dejan  folgar; 
Facen  los  viandantes 
De  logar  en  logar. 

87. 

La  alma  granada  viene 
A  perderse  con  el  celo  , 
Cuanto  que  demás  tiene 
Su  vecino  un  pelo. 

88. 

Tiene  grant  miedo  fuerte, 
Que  le  aventajaría , 
E  non  le  membra  de  la  muerte, 
Que  los  igualaría. 

89. 

Por  buscar  lo  demás 
Es  cuanto  mal  habernos; 
Por  lo  nescesario  jamás 
Muy  poco  lazrarémos. 

90. 

Si  non  que  te  mengüe  quieres 
Deja  la  tu  cobdicia; 
Lo  que  haber  podieres, 
Solo  eso  cobdicia. 

91. 

Tanto  es  un  dedo  fuera 
De  la  raya  asignada, 
Commo  si  lueñe  tierra  fuera 
Dende una  jornada. 


Cuanto  mas  que  habiia 
Pesar  el  homen  loco, 
Lo  qu'este  perdia 
Por  mucho  que  por  poco. 

93. 
Cuando  por  poco  estorbo 
Perdió  lo  que  buscaba  ? 


Del  grant  pesar  que  hobo 
Nunca  se  conhortaba. 

94. 

Non  sabe  que  por  cobrirse 
Bel  ojo  cumple  tanto 
Un  lienzo,  como  si  fuese 
Muro  de  cal  y  canto. 

95. 

Tanto  es  lo  que  yace 
Detrás  del  destajo , 
Cuanto  lo  que  face 
El  de  allende  Tajo. 

96. 

Lo  que  suyo  non  era, 
Tanto,  con  dos  pasadas , 
Lueñe  es  como  si  fuera 
Dende  veinte  jornadas. 

97. 

Tan  lueñe  es  de  ayer 
Commo  el  año  pasado , 
A  aquel  que  ha  de  ser 
De  feridas  guardado. 

98. 

Tanto  val  un  escudo 
Entre  él  é  la  saeta, 
Como  si  todo  el  mundo 
Entre  él  é  ella  meta  ; 

99. 

Ca,  pues  non  lo  lirio, 
Tal  es  un  dedo  cerca 
Del ,  commo  la  que  dio 
Allende  la  cerca. 

100. 

El  dia  de  ayer  tanto 
Alcanzar  podemos, 
Nin  mas  nin  menos  cuanto 
Hoy  mili  años  (aremos. 

101. 

Nin  por  mucho  anda» 
Aliñar  su  pasado , 


340    .  HISTORIA    DE 

Nin  pierden  por  quedar 
Lo  que  aun  non  es  llegado. 

102. 

Tan  fea  nin  fermosa 
En  el  mundo,  ya  ves, 
Se  puede  alcanzar  cosa, 
Sinonporsu  revés. 

103. 

Quien  ante  non  esparce 
Trigo ,  non  allega, 
Si  so  tierra  non  >ace, 
A  espiga  nunca  llega. 

104. 

Non  se  puede  coger  rosa 
Sin  pisar  las  espinas, 
La  miel  es  dulce  cosa, 
Mas  tien  agrás  vecinas. 

105. 

La  pas  non  se  alcanza 
Sinon  con  guerrear; 
Non  se  gana  folganza 
Sinon  con  e!  lazrar. 

106. 

Por  la  grant  mansedat 
A  home  follarán, 
E  por  grant  cueidat 
Todos  lo  aborrescerán. 

107. 
Por  la  grant  escaseza 
Tener  lo  han  por  poco ; 
Por  mucha  franqueza 
Razonar  lo  han  por  loco. 

108. 

Si  tacha  non  oviese 
En  el  mundo  pobreza , 
Non  dudo  que  valiese 
Tanto  como  la  flaqueza  ; 

109. 

Mas  ha  en  ella  una 
Tacha  que  le  empesce 


LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Mucho,  que ,  comino  la  luna , 
Mengua  é  después  cresce. 

110. 

La  franqueza  sosobra 
Es  de  toda  costombre, 
Que  por  usarla  cobra 
Saber  las  cosas  hombre. 

111. 
Lo  que  homen  mas  usa, 
Eso  mejor  aprende , 
Si  non  es  esla  cosa 
Que  por  usarla  mas  pierde. 

112. 

Usando  la  franqueza, 
No  se  puede  excusar 
Üe  venir  á  pobreza 
Quien  mucho  la  usar. 

113. 

Que  todavía  dando 
Non  fincaria  qué  dar  ; 
Así  que,  franqueando 
Menguará  el  franquear. 

114. 

Comino  la  candela  mesma, 
Tal  cosa  es  el  hombre 
Franco,  que  ella  se  quema 
Por  dar  á  otro  lombre. 

lio. 

Al  Rey  solo  conviene 
De  usarla  franqueza, 
E  siguranza  tiene 
De  non  venir  á  pobreza. 

116. 

A  otro  nonesbieu 
Sinon  lo  comunal ; 
Dar  é  tener  convien, 
E  lo  demás  es  mal. 

117. 

Si  homen  dulce  fuere, 
Gommo  agua  lo  venerarán : 


APÉNDICE    H. 


341 


E  si  agro  sopiere , 
Todos  lo  escopirán. 

Siquier  por  se  guardar 
De  los  astreros  hombres, 
A  menudo  mudar 
Debe  las  costombres. 

119. 

Que  tal  es  ciertamente 
El  homme  commo  el  vado., 
Recelando  la  gente 
Ante  que  lo  han  pasado. 

120. 

Uno  dando  voces : 
«¿Dónde  entrádes? 
Fondo  es  cient  bracas , 
¿Qué  vos  aventurádes?» 

121. 

Desque  pasa  á  la  orilla 
Diz  :  «¿Quédubdádes? 
No  daá  la  rodilla; 
Pasad  é  non  temádes.» 

122. 

Et  bien  tal  es  el  hombre  , 
Desque  es  barruntado 
En  alguna  costombre ; 
Por  ella  es  entrado. 

123. 

Por  esto  los  hombres, 
Por  se  guardar  del  dampno . 
Deben  mudar  costombres , 
Como  quien  muda  panno. 

124. 

Hoy  bravo ,  eras  ,2  manso 
Hoy  simple,  eras  lozano  ; 
Hoy  largo,  eras  escaso ; 
Hoy  en  cerro,  eras  en  llano, 


«  Mañana 


125. 


Una  vez  humildanza, 
E  otra  vez  baldón  , 
E  un  tiempo  venganza, 
E  en  otro  tiempo  perdón. 

126. 

Bien  está  el  perdón 
AI  que  se  puede  vengar, 
E  sofrir  el  baldón 
Cuando  se  puede  negar. 

127. 
Con  todos  non  convien 
Usar  por  un  iguaj  ; 
Mas  á  los  unos  con  bien, 
A  los  otros  con  mal. 

128. 

Pagado  é  sañudo 
Vez  deja  é  vez  ti  en, 
Que  non  ha  mal  en  el  mundo 
En  que  non  haya  bien. 

129. 

Tomar  del  mal  lo  menos 
Elo  demás  del  bien  ; 
A  malos  é  á  buenos , 
A  todos  esto  convien. 

150. 
Honrar  por  su  bondat 
Al  bueno  es  probado; 
El  malo  di?  maldat 
Fuya,  por  ser  guardado. 

131. 

Lo  peor  del  buen  hombre. 
Que  non  vos  faga  bien , 
Que  daño  de  costombre 
Del  bueno  nunca  vien. 

152. 
Et  lo  mejor  del  malo  , 
Que  mas  del  n'on  hayádes, 
Ca  nunca  bien  fallarlo 
En  él  non  entendádes. 


342 


HISTORIA   DE   LA   LITERATURA   ESPAÑOLA. 


133. 

Pues  ser  bomme  manso 
Con  todos  non  convien ; 
Mas  hoy  priesa ,  eras  paso ; 
Veces  mal ,  veces  bien. 

134. 

El  que  quisiere  folgar 
Ha  de  lazrar  primero ; 
Si  quiere  á  paz  liegar, 
Sea  antes  guerrero. 

13ÍJ. 

El  que  torna  del  robo 
Fuelga,  maguer  Jazrado, 
Place  al  ojo  del  lobo 
Con  el  polvo  del  ganado. 

136. 

Siembra  cordura  tanto 
Que  non  nasca  pereza , 
E  vergüenza  en  ciíanto 
Non  la  llamen  torpeza. 

157. 

Fizo  para  laceria 
Dios  al  borne  nascer, 
Por  ir  de  feria  en  feria 
A  buscar  do  guarescer. 

138. 

Por  rúas  é  por  feria 
A  buscar  su  ventura , 
Ca  es  muy  grant  soberbia 
Querer  pro  con  folgura. 

139. 

Non  ha  tal  folgura 
Commo  laceria  compró , 
E  quien  por  su  cordura 
Su  entencion  cumplió. 

140. 

Quien  por  su  seso  cierto 
Quiere  acabar  su  fecho, 
Una  vez  entre  ciento 
No  sacará  provecho. 


141. 

Ca  en  las  aventuras 
Yace  la  pro  colgada, 
E  es  con  las  locuras 
La  ganancia  comprada. 

142. 

Quien  las  cosas  dubdará 
En  todas  non  se  metió , 
De  lo  que  cobdiciare 
Poco  acabará. 

143. 

Por  la  mucha  cordura 
Es  la  pro  estorbada, 
Pues  en  la  aventura 
Está  la  pro  colgada. 

144. 
Pues  por  regla  derecha 
El  mundo  non  se  guia ; 
El  mucho  dubdar  echa 
A  home  en  astrosía. 

145. 

Mal  seso  manifiesto 
Non  digo  yo  usar, 
Qu'el  peligro  presto 
Débelo  excusar. 

146. 

Mas  igual  uno  de  otro 
El  menguar  é  el  sobrar, 
A  lazrar  ó  encuentro 
Débese  aventurar. 

147. 
Quien  vestir  non  quiere 
Sinon  piel  sin  ijada, 
De  frió  que  liciere 
Habrá  razón  doblada. 

148. 

Quien  de  la  pro  quiere  mucha 
Ha  de  perder  en  brio ; 
Quien  quiere  tomar  trucha 
Aventúrese  atrio. 


APÉNDICE    H. 


343 


149. 
Quien  los  vientos  guardare 
Todos  non  sembrará ; 
E  quien  las  nueve  catare, 
Jamás  non  segará. 

150. 

Non  hay  sin  noche  dia, 
Nin  segar  sin  sembrar , 
Nin  hay  fumo  sin  fuego , 
Ni  sin  zomas  iT>  farina. 

151. 

Ni  ganar  sin  perder, 
Ni  sin  bajar  alteza, 
Salvo  en  Dios  poder 
Qu'él  lo  ha  sin  flaqueza. 

152. 

Ni  ha  sin  tacha  cosa, 
Ni  cosa  sin  sozobra, 
Ni  sin  fea  hermosa, 
Ni  sol  ni  luz  sin  sombra. 

153. 
La  bondal  de  la  cosa 
Sanen  por  su  revés; 
Por  agrá  la  sabrosa, 
La  faz  por  el  envés. 

151. 

Sin  noche  non  hobiésemos 
Ninguna  mejoría; 
Conoscer  la  sabríamos 
A  la  lumbre  del  dia. 

155. 
Non  ha  piel  sin  ijadas , 
Ni  luego  sin  después , 
Ni  vientre  sin  espaldas , 
Ni  cabeza  sin  pies. 

156. 

Demás  que  son  muy  pocos 
Los  que  saben  el  seso; 

'3  Lo  mismo  que  salvado. 


Tampoco  van  los  locos , 
Los  cuerdos  por  un  peso. 

157. 

Uno  non  sabe  el  cuánto 
Buscar  de  lo  que  debe , 
E  el  otro  dos  tanto 
Del  derecho  se  atreve. 

158. 

El  uno  por  allende 
Buscar  de  su  derecho, 
El  otro  por  aquende 
No  hobieron  provecho. 

159. 

Et  los  que  trabajaron 
Délos  en  paz  meter, 
Por  muy  torpes  fincaron 
Solo  en  lo  cometer. 

160. 

De  sí  da  cuenta  cierta 
Quien  orgullo  mantieu , 
Que  poco  en  su  tiesta 
De  meollo  non  tien. 

161. 
Que  si  non  fuere  loco, 
No  usaría  así, 
Si  conosciese  un  poco 
Al  mundo  é  á  sí. 

162. 
Si  esta  paz  fisiera, 
Ligero  fuera  luego 
De  creer  que  volviera 
Al  agua  con  el  fuego. 

165. 

Usa  el  home  noble 
A  los  altos  alzarse, 
Simple  é  convenible 
A  los  bajos  mostrarse. 

.  164. 
Muestra  la  su  grandeza 
A  los  desconocidos, 


344 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


É  muestra  gran  simpleza 
A  los  bajos  caídos. 

165. 

Es  en  la  su  pobreza 
Alegre  é  pagado, 
É  en  la  su  riqueza 
Muy  simple  mesurado. 

166. 

Su  pobreza  encubre , 
Dase  por  bien  andante , 
É  la  su  priesa  sufre 
Mostrando  buen  talante, 

167. 

Revés  usa  el  villano  , 
Abajándose  á  los  mayores ; 
Alto  é  lozano 
Se  muestra  á  los  menores. 

i  68. 
Mas  de  cuantas  es  dos  tanta , 
Muestra  su  mal  andanza; 
En  el  mundo  espanta 
La  su  buena  andanza. 

169. 
En  la  su  mala  andanza 
Es  mas  bajo  que  tierra , 
É  en  su  buena  andanza , 
Al  cielo  quiere  dar  guerra, 

170. 

Al  que  oir  quisiere 
Las  nuevas  del  villano, 
Porque  cuando  lo  viere 
Lo  conozca  de  plano, 

171. 

Non  fas  nada  por  ruego , 
É  la  pena  consiente; 
Quebrantadlo,  é  luego 
Vos  será  obediente. 

172. 

Como  el  arco  lo  cuenta 
Yo  en  lodo  su  fecho , 


Que  fasta  quel'  facen  tuerto, 
Nunca  fiere  derecho. 

173. 

Peor  es  levantarse 
Un  malo  entre  la  gente , 
Mucho  mas  que  perderse 
Diez  buenos  ciertamente. 

174. 

Ca  perderse  los  buenos  , 
Cierto  el  bien  fallesce  ; 
Pero  el  daño  menos 
Es  el  que  mal  crece. 

iTJ. 

Cuando  el  alto  cae, 
El  bajo  se  levanta  ; 
Vida  al  fumo  trae 
El  fuego  que  amata. 

176. 
El  caer  del  rocío    • 
Faz  levantar  yerbas ; 
Hónranse  con  el  oficio 
Del  señor  las  siervas. 

177. 
Home  que  la  paz  quieres, 
E  non  temes  merino, 
Cual  para  tí  quisieres, 
Quieras  para  tu  vecino. 

178. 

Fijo  de  home,  que  te  querellas 
Cuando  lo  que  te  aplace 
Non  se  cumple,  é  rebellas 
En  Dios  porque  no  face 

179. 

Todo  lo  que  tú  quieres, 
E  andas  muy  irado  ; 
;,Non  te  miembras  que  eres 
De  vil  cosa  criado? 

180. 

De  una  gota  sucia  , 
Podrida  é  dañada  , 


E  tiéneste  por  lucia 
Estrella,  muy  preciada. 

181. 

Pues  des  veces  pasaste 
Camino  muy  avikado , 
Locura  es  preciarte; 
Daste  por  menguado. 

182. 

En  mas  que  un  mosquito 
El  tu  cuerpo  non  val; 
Desdeaquel  esprito 
Quel'  mesce  del  sal. 

183. 

No  se  te  encuentra  cima  , 
E  andas  de  galope, 
Pisando  sobre  la  sima , 
Do  las  muestra  don  Lope, 

184. 

Que  tu  señor  seria 
Mil  veces;  et  gusanos 
Comen  de  noche  é  de  día 
Su  rostro  é  sus  manos. 

185. 

Mucho  te  maravillas , 
Tiéneste  por  menguado  , 
Porque  todas  las  villas 
No  mandas  del  regnado. 

186. 

Eres  rico ,  non  te  fartas , 
E  tiéneste  por  pobre  ; 
Con  codicia  que  has ,  non  catas 
Si  ganas  para  otre. 

187. 

E  de  tu  algo,  pocas 
Para  envolver  tus  huesos 
Habrás  varas  pocas 
De  algunos  lienzos  gruesos. 

188. 

Lo  ál  heredará 
Alguno  que  no  te  ama; 


APÉNDICE   H. 

Para  tí  no  fincará 
Sola  la  mala  fama. 

189. 


345 


Del  mal  que  en  tus  dias , 
E  la  mala  verdat, 
En  las  plazas  facia* 
E  en  tu  poridat. 

190. 

Cuando  las  tus  cobdicias 
Ganas  para  ser  mintroso, 
Por  muy  sabio  te  precias, 
E  antes  por  astroso. 

191. 

Et  los  enjemplos  buenos 
Non  murieron  jamás , 
15  cuanto  es  lo  de  menos  , 
Tanto  es  lo  de  mas. 

192. 

El  seso  certero, 
Al  que  da  Dios  ventura, 
Acierta  de  ligero, 
E  non  por  su  cordura , 

193. 

A  facer  lo  que  place 
A  Dios  en  todo  pleito; 
Homme  nada  non  face 
Por  su  entendimiento . 

194. 

Si  fas  por  ventura 
Lo  que  á  él  le  placía  , 
Tien  qu'es  por  su  cordura 
E  su  sabiduría. 

193. 

E  face  del  escarnio 
Dios,  porque  quiere  creer 
Que  puede  alongar  daño, 
E  provecho  traer. 

196. 

Pero  por  non  errar, 
Este  es  seso  cierto; 


346  HISTORIA    DE 

Conlhiúe  trabajar 
Quien  fallará  puerto. 

197. 

Que  las  gentes  no  digan 
Del  que  es  perezoso , 
Nin  del  escarnio  fagan, 
NI  lo  tengan  por  astroso. 

198. 

Trabaje,  y  non  cese 
Commo  si  en  el  poder 
Del  hombre  mesmo  fuese 
El  ganar  ó  el  perder. 

199. 

Et,  por  conhortarse, 
Si  su  lazrar  es  vano, 
Debe  bien  acordarse 
Que  no  es  en  su  mano. 

200. 

Lazre  por  guarescer 
Homme  é  la  pro  cuelgue 
En  Dios,  que  lo  nascer 
Fizo  porque  no  fuelgue. 

201. 

Darle  ba  su  galardón, 
Bueno  é  sin  destajo, 
No  querrá  que  sin  don 
Sea  el  su  trabajo. 

202. 

Non  puede  cosa  nascida 
Sin  afán  guarescer, 
E  non  habrá  guarida 
Menos  por  bollescer. 

203. 

Non  quedan  las  estrellas 
Punto  en  un  lugar; 
Seria  mal  lazrar  ellas, 
E  los  homes  folgar. 

204. 

No  se  mescen  las  estrellas 
Por  facer  á  sí  vicio; 


LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

Es  el  merced  dellas 
Facer  á  Dios  servicio. 

205. 

Et  el  merced  del  homme 
Es  para  mejorar 
A  sí ,  é  non  á  otre 
Lo  mandaron  lazrar. 

206. 

Dióle  Dios  entendimiento 
Porque  busque  guarida, 
Porque  fallescimiento 
Non  haya  en  su  vida.  * 

207. 

Si  cobro  non  falló 
Por  el  bollescer, 
Non  dicen  que  valió 
Menos  por  se  mescer. 

208. 

Por  su  trabajo  quito 
De  culpa  fincará , 
E  quizá  dia  y  vito il 
Alguno  fallará. 

209. 
Es  por  andar  la  rueda 
Del  molino  presciada, 
E  por  estar  queda, 
La  tierra  es  follada. 

210. 

Establo  es  de  huerto, 
En  que  fruto  non  cresce; 
Non  vale  mas  que  muerto 
El  homme  que  non  se  mesce. 

211. 

Non  cumple  que  non  gana , 
Mas  lo  ganado  pierde; 
Faciendo  vida  penada 
El  su  cabdal  expiende. 

11  Vito,  parece  estar  aquí  usado  por 
vicio,  del  latin  vicias,  alimento,  susten- 
to diario,  y  bollescer  en  la  estrofa  202, 
por  bullir  ó  menearse. 


APÉNDICE    H. 


347 


212. 

Non  ha  mayor  afán 
Que  la  mucha  folgura , 
Que  pone  á  home  en  grant 
Baldón  é  desmesura. 

215. 

Face  el  cuerpo  folgado 
El  corazón  lazrar , 
Con  mucho  mal  cuidado , 
Que  lo  trae  á  errar. 

214. 

Demás,  el  que  quisiere 
Estar  siempre  folgado, 
De  lo  que  mas  hobiere 
Menester  será  menguado. 

215. 

El  que  lo  desearía, 
Cuando  lo  non  toviese  á  ojo, 
Veyéndolo  cada  dia , 
Toma  con  él  enojo. 

216. 
Sacan  por  pedir  lluvia 
Las  reliquias  é  cruces , 
Cuando  el  tiempo  non  uvia  15, 
Dan  por  ella  voces. 

217. 

Et  si  viene  á  menudo, 
Enójanse  con  ella, 
E  maldicen  al  mundo, 
E  la  pro  que  vien  della. 

218. 

Farian  dos  amigos 
Cinta  denn  anillo, 
En  que  dos  enemigos 
No  meterían  dedillo. 

219. 

Aun  lo  que  Lope  gana, 
A  Domingo  empobresce ; 

13  Avuda. 


Con  lo  que  Sancho  sana , 
Pedro  adolece. 

220. 

Cuando  viento  se  levanta, 
Ya  apelo,  ya  aniego  ltí, 
La  candela  amata , 
Enciende  el  grant  fuego. 

221. 

Do  luego  por  mi  sentencia, 
Que  es  bien  del  crescer , 
E  tomar  grant  acucia 
Por  ir  bollescer. 

222. 

Que  por  la  su  flaquesza 
La  candela  murió, 
E  por  su  fortaleza 
El  grant  fuego  vivió. 

223. 

Mas  apelo  á  poco 
Rato  de  este  juisio, 
Que  veo  escapar  el  ílaco 
E  perescer  el  recio. 

224. 

Que  ese  mesmo  viento 
Que  á  esos  dos  mal  facia, 
Fizo  zozobra  deslo, 
En  este  mesmo  dia. 

225. 

El  mesmo  menuzó 
El  árbol  muy  granado, 
E  non  se  espelusó 
Del  la  yerba  del  prado. 

226. 
Quien  sus  casas  se  quema 
Grant  pesar  ha  del  viento ; 

ig  En  el  del  Escorial : 

«Ya  otorgo,  ya  niego;» 

pero  en  uno  *y  otro  nos  parece  viciado 

el  texto ;  quizá  debió  decir : 
«Ya  solano,  ya  avrego.» 


HISTORIA    DE    LA    LIT^IUTURA    ESPAÑOLA. 


348 

Cuando  sus  eras  aventa , 
Con  él  ha  grant  pagamiento. 


Por  ende  non  sé  jamás 
Tenerme  á  una  estaca, 
Nin  sé  cuál  me  val  mas  , 
Si  preta  nin  si  blanca. 

228. 

Cuando  cuido  qu'el  drecho, 
En  toda  cosa  s'  presta , 
Fallo  á  poco  trecho 
Que  no  es  cosa  cierta. 

229. 

Si  uno  pro  ha , 

A  otro  caro  cuesta; 

Lo  que  el  peso  loa, 

El  arco  lodenuesta. 

230. 

Ca  el  drecho  del  arco 
Es  ser  tuerto  fecho , 
E  su  placer  del  maestro 
Haber  pesar  derecho. 

251. 

Por  ende  non  puedo  cosa 
Loar  ni  denoslalla, 
Ni  desirla  fermosa 
Nin  por  fea  faohalla. 

232. 

Segunt  es  el  lugar 
E  la  cosa  cual  es, 
Si  faz  priesa  ó  vagar 
El  faz  llama  envés. 

235. 
Yo  nunca  hequerella 
Del  mundo  y  de  sus  fechos 
E  de  aquellos  muchos 
Se  tienen  por  mal  trechos. 

234. 
Que  faz  bien  á  menudo 
Al  torpe  é  al  sabio, 


Mas  el  entendido. 
Esto  ha  por  agravio. 

233. 

Et  visto  como  homme 
Sálvase ,  grande  ó  chico  , 
Faz  al  acucioso  pobre, 
E  al  que  se  duerme  rico. 

236. 

E  aquesto  Dios  usa  , 
Porque  uno  de  ciento' 
Non  cuida  que  faz  cosa 
Por  su  entendimiento. 

237. 

Unos  vi  por  locura 
Alcanzar  grant  provecho , 
E  otros  que  por  cordura 
Pierden  todo  su  fecho. 

238. 

Non  es  buena  locura 
La  que  á  su  dueño  baldona , 
Nin  es  mala  locura 
La  que  loa  persona. 

239. 

Yo  vi  muchos  tornar 
Sanos  déla  facienda, 
E  oíros  ocasionar17 
Dentro  en  la  su  tienda. 

240. 

Et  muere  el  doctor 
Que  la  física  reza, 
E  por  guarescer  el  pastor 
Con  la  su  grant  torpeza. 

241. 

Non  cumple  grant  saber 
A  los  que  á  Dios  non  temen , 
Nin  acumple  el  haber 
De  que  pobres  non  comen. 


17  Lo  mismo  que  morir. 


APEMMCE    H. 


242. 
Cuando  yo  meto  mientes , 
Mucho  alegre  seria 
Con  lo  que  otros  tristes 
Veo  de  cada  dia. 

243. 
Pues  si  certero  bien 
Es  aquel  que  cobdicio , 
¿Por  qu'el  que  lo  tien 
No  toma  con  el  vicio? 

244. 

Mas  esta  es  señal 
Que  non  ha  bien  tercero 
En  el  mundo ,  é  non  La  mal 
Que  sea  verdadero. 

24o. 

Bien  cierto  el  servicio 
De  Dios  es  ciertamente  ; 
Mas  por  quitar  el  vicio 
Olvídalo  la  gente. 

246. 

Es  otro  bien  á  par  deste 
El  servicio  del  Rey, 
Que  mantiene  la  gente 
A  derecho  é  ley. 

247. 
Suma  de  la  razón 
Digo  qu'es  grand  torpedat, 
Librar  toda  sazón 
Por  una  egualdat. 

248. 
Mas  tómase  á  menudo 
Como  el  mundo  se  torna, 
A  las  veces  escudo, 
A  las  veces  azcona. 

249. 

Toda  buena  coslombre 
Ha  cierta  medida, 
E  si  la  pasa  hombre, 
Su  bondat  es  perdida. 


250. 
De  las  cobdicias  siempre 
Los  sabores  dejando, 
E  de  toda  costumbre 
Lo  de  medio  tomando. 

251. 

De  las  muchas  querellas 
Que  en  corazón  tengo, 
Una,  la  mayor  dellas, 
Es  la  que  contar  vengo. 

252. 

Dar  la  ventura  pro 
Al  que  usa  malicia, 
A  los  unos  buena  pro 
A  los  otros  cobdicia. 

253. 
De  poco  algo  ganar 
Faria  gran  astrosía, 
E  de  querer  perdonar. 
Esto  non  lo  podría. 

254. 

Que  la  ventura  tiene 
Por  guisado  de  le  dar, 
Mucho  mas  que  viene 
Por  boca  de  mandar. 

255. 

Et  íacele  bien  andante 
De  la  honra  é  valía , 
Lo  cual  por  talante 
Buscar  no  pensada. 

256. 

Ventura  quiere  usar 
Subir,  de  tal  subida, 
Cual  nunca  cobdiciar 
Osó  en  la  su  vida. 

257. 

El  siempre  trabajado, 
De  melerse'ha  á  cuanto 
Baldón  tiene  el  honrado 
Por  mal  é  por  quebranto. 


350 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


2o8. 

Tenerse-ia  por  vano. 
Sin  solo  cuidar  en  ella  , 
E  viénele  á  la  mano 
Sin  trabajar  por  ella. 

259. 

Al  sabio  preguntaba 
Sudisciplo  undia 
Por  qué  trabajaba 
De  alguna  merchandía, 

260. 
Et  ir  á  bollescer 
De  lugar  en  lugar, 
Para  enriquescer 
E  mas  faciendo  ganar. 

261. 
Et  respondióle  el  sabio 
Que  por  facienda  cobrar 
Non  tomaría  agravio 
De  un  punto  lazrar. 

262. 

Diz:  «  Porque  buscaré 
Cosa  de  que  jamás 
Nunca  me  farlaré, 
Fallándola,  é  mas.» 

263. 
Acucia  nin  cordura 
Non  ganan  haber; 
Gánase  por  ventura 
Non  por  sí  nin  por  saber. 

264. 

Piérdese  por  franqueza 
Facer ,  é  mucho  bien , 
Guardando  escaseza , 
Vileza  non  mantien. 

26o. 
Et  por  esta  razón 
Faria  locura  granada 
El  sabio  que  sazón 
Perdiese  en  tal  demanda. 


266.     * 
Con  todo  eso,  convien 
Al  que  algo  hobiere , 
Facer  del  mucho  bien 
Cuanto  él  mas  pudiere. 

267. 

Non  lo  pierde  franqueza 
Cuando  es  de  venida, 
Nin  lo  guarda  escaseza 
Cuando  es  de  ida. 

268. 

Non  ha  tan  buen  tesoro 
Como  el  bien  facer , 
Nin  haber  tan  seguro , 
Nin  con  tanto  placer. 

269. 

Como  el  que  tomará 
Aquel  que  lo  íiciere , 
En  la  vida  lo  honrará 
E  después  que  muriere. 

270. 
El  bien  fecho  non  teme 
Que  lo  furten  ladrones , 
Nin  que  fuego  lo  queme , 
Nin  otras  ocasiones. 

271. 

Nin  ha  por  guardarlo 
Condesijo  18  menester, 
Nin  en  arca  cerrarlo, 
Nin  so  llave  meter. 


Fincarle  ha  buena  fama , 
Cuando  fueren  perdidos 
Los  algos  é  la  cama, 
E  los  buenos  vestidos. 

273. 

Por  él  será  honrado 
El  linaje  que  fincare, 

*s  Sitio  donde  se  condesa  d  guarda 
alguna  cosa. 


Cuando  fuere  acabado 
Lo  que  del  heredare. 

274. 

Jamás  el  su  buen  nombre 
Non  se  olvidará; 
Que  lengua  de  todo  hombre 
Siempre  lo  nombrará. 

275. 
Por  ende  del  bien  facer 
Tu  poder  mostrarás, 
En  ál  de  tu  placer 
Lo  demás  dejarás. 

276. 

De  toda  cobdicia 
Deja  la  mayor  parte  , 
E  de  facer  malicia 
Los  homes  han  talante. 

277. 

Quien  de  mala  ganancia 
Quiere  sus  talegas  llenas , 
De  buena  seguranza 
Vaciará  sus  venas. 

278. 

Nonhá  tan  dulce  cosa 
Como  la  seguranza , 
Nin  ha  miel  mas  sabrosa 
Que  por  homildanza. 

279. 

Nin  ha  cosa  tan  quista 
Como  la  humildanza; 
Nin  tan  sabrosa  vista 
Como  la  buena  andanza. 

280. 

Nin  ha  tal  lozanía 
Como  la  obediencia, 
Nin  tal  barraganía 
Como  la  buena  sufrencia. 

281. 

Non  puede  haber  tal  maña 
Homen  como  en  sofrir , 


APÉNDICE    H. 

Nin  faga  con  la  saña 
Que  le  fagan  repentir. 

282. 

El  que  porque  sufrió 
Se  tovo  por  aviltado, 
Ala  sima  salió 
Por  mas  aventurado. 

283. 

Non  ha  tan  atreguada 
Cosa  como  la  pobreza , 
Nin  cosa  guerreada 
Tanto  como  la  riqueza. 


351 


284. 
Digo  que  homen  pobre 
Es  príncipe  deshonrado , 
Así  el  rico  homen 
Es  honroso  lazrado. 

285. 

Quien  se  enlozanesció 
Con  honra  que  lecrescia, 
A  entender  bien  dio 
Que  no  !o  merescia. 

28G. 
Tiene  la  lozanía 
El  seso  tan  desfecho , 
Que  entrar  non  podria 
Con  ella  so  un  lecho. 

287. 

Nunca  homen  nasció, 
Que  cuanto  le  pluguiese, 
Segunt  lo  cobdició, 
Tal  se  le  cumpliese. 

288. 

Quien  quiere  facer  pesar, 
Convienle  apercebir 
Que  non  se  puede  excusar 
De  atal  rescebir. 

.     289. 

Si  quieres  facer  mal , 
Pues  fazlo  á  tal  pleito  , 


352  HISTORIA   DE    LA 

De  rescebir  atal 
Cual  tú  Gcieres  cierto. 

290. 

Morí  puedes  escapar, 
Si  una  mala  obra 
Ficieres,  de  topar 
En  rescebir  tú  otra. 

291. 

Sabe  que  non  nascisle 
Por  venir  apartado, 
Al  mundo  non  veniste 
Por  ser  aventajado. 

292. 
En  el  Rey  mete  mientes, 
Toma  enjemplo  del, 
Mas  lazra  por  las  gentes 
Que  las  gentes  por  él. 

293. 

Por  sus  mañas  el  hombre 
Se  pierde  ó  se  gana, 
E  por  su  costombre 
Adolece  ó  sana. 

¿94. 

Cosa  que  tanto  le  cumple 
Para  amigos  ganar, 
Non  ha  como  ser  simple 
E  bien  se  razonar. 

295. 

Sin  que  esté  presente, 
Conoscerás  de  ligero 
Al  homme  ,  en  su  absenté, 
En  el  su  mensajero. 

296. 

Por  su  cara  será 
Conocido  de  cierto; 
Por  ella  parescerá 
En  su  entendimiento. 

297. 

En  el  mundo  tal  cabdal 
Non  ha  como  el  saber, 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Nin  heredat ,  nin  ál, 
Nin  alguno  otro  haber. 

298. 

El  saber  es  la  gloria 

De  Dios  é  la  su  gracia, 

Non  ha  tan  noble  joya  , 

Nin  tan  buena  ganancia, 

299. 

Nin  mejor  compañón 
Qu'el  libro,  nin  tal, 
E  lomar  entencion 
Con  él ,  mas  que  paz  val. 

500. 

Los  sabios  muy  granados; 
Que  homme  deseaba, 
Filósofos  honrados 
Que  vercobdiciaba. 

301. 

Lo  que  de  aquellos  sabios 
El  cobdicia  había, 
Eran  sus  petaQos  19 
E  su  sabiduría. 

302. 

Allí  lo  fallará 
En  el  libro  signado; 
Respuesta  habrá 
Dellos  por  su  dictado. 

303. 

Fallará  nueva  cosa 
De  mucho  bien  é  cierto , 
De  mucha  buena  glosa 
Que  Ccieron  al  texto. 

304. 

Non  querría  sinon  leer 
Sus  letras  é  sus  versos , 
Mas  que  non  ver 
Sus  carnes  é  sus  huesos. 


Ede  los  sus  labios 
Oir  sabiduría. 


APÉNDICE    H. 


353 


305. 

La  su  sabencia  pura 
Escrita  la  dejaron; 
Sin  ninguna  voltura 
Corporal  la  asuntaron. 

506. 

Sin  vuelta  terrenal 
De  ningún  elemento , 
Saber  celestial, 
Claro  entendimiento. 

507. 

Por  esto  solo  quier 
Todo  home  de  cordura 
A  los  sabios  ver , 
E  non  por  la  figura. 

308. 

Por  ende  tal  amigo 
Non  ha  como  el  libro, 
Para  los  sabios  digo; 
Que  con  torpes  non  lidio. 

509. 

Ser  siervo  del  sabio 
E  siervo  del  homme  nescio, 
De  estos  dos  me  agravio , 
Que  andan  por  un  prescio. 

310. 

El  homen  torpe  es 
La  peor  animaba 
Que  en  el  mundo  es, 
Cierto  é  sin  falía. 

311. 

Non  entiende  facer 
Sinon  deslealiad; 
Non  es  su  placer 
Sinon  facer  maldad. 

512. 

Lo  que  él  mas  entiende 
Que  bestia,  es  cobdicia; 
En  engi.ños  lo  expiende , 
Y  en  facer  malicia. 
T01I.  IV. 


513. 

Non  puedes  otro  haber 
En  el  mundo  tal  amigo, 
Como  el  buen  saber, 
Nin  peor  enemigo 

314. 
Que  la  su  torpedat; 
Que  del  torpe  su  saña 
Mas  pesa  en  verdat 
Que  arena  é  maña  20. 

515. 

Non  ha  tan  peligrosa 
Nin  ocasión  tamaña, 
Como  en  tierra  dubdosa 
Camino  sin  compaña. 

516. 

Nin  tan  esforzada  cosa 
Como  la  verdat, 
Nin  cosa  mas  dobdosa 
Que  la  deslealiad. 

517. 

El  sabio  con  corona 
Como  león  sempja; 
Ma  verdat  es  leona, 
La  mentira  gulpeja  -l. 

518. 

Decir  siempre  verdat , 
Maguer  que  daño  tenga  , 

29  Maña  parece  estar  aquí  por  mari- 
na; pero  el  códice  del  Escorial  trae 
estos  versos  de  diferente  manera  : 

«Del  nescio  que  es  grand  pena , 
Es  mas  pesada  en  verdat 
Que  plomo  ni  arena.» 

2t  Culpcja  es  zorra,  del  latin  vulpécula. 
El  códice  de  la  Nacional  trac  estos  ver- 
sos asi: 

«El  sabio,  coronada 
Leona  semeja. 
La  verdal  es  formada, 
La  mentira  gulpeja.» 

23 


354  HISTORIA    DE 

E  non  la  falsedat, 
Maguer  pro  della  venga. 

319. 

Non  ha  cosa  mas  larga 
Que  la  lengua  del  minlroso, 
Nin  ama  mas  amarga 
De  comienzo  sabroso. 

520. 

Face  ricos  los  homes 

Con  sus  prometimientos, 

Después  fállansc  pobres, 

Odres  llenos  de  vientos. 

5-21. 

Las  orejas  tiene  fartas. 
El  corazón  fambrienlo. 
El  que  oye  lascarlas 
"Y  dichos  sin  cimiento. 

522. 

Non  ha  fuerte  castillo 
Mas  que  la  lealtad, 
Nin  tan  ancho  portillo 
Como  la  mala  verdat. 

523. 

t'on  ha  home  tan  cobarde 
Como  el  que  mal  ha  fecho, 
Ni  barragan  tan  fuerie,  grande , 
Como  el  que  trae  derecho. 

524. 
Non  ha  tan  sin  vergüenza 
Como  es  el  derecho, 

Que  face  esa  fuerza 

Del  daño  que  del  provecho. 

32-j. 
Tan  sin  piedat  mata 
Al  pobre  é  al  rico , 
E  cen  un  ojo  cata 
Al  grande  é  al  chico. 

326. 

Al  Señor  no  lisonja 
Mas  que  al  servicial: 


LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

I  El  Rey  non  aventaja 
Sobre  su  olicial. 

527. 

Para  el  jaez  malo 
j  Fácese  del  muy  franco ; 
J  Al  que  no  lo  lien  dalo, 
Face  vara  del  arco. 

328. 
El  mundo  en  verdat 
De  tres  cosas  se  mnnlien: 
De  juicio  é  de  verdat, 
E  paz,  que  dellos  vien. 

329. 

Pero  el  juicio  es 
La  piedra  cimenta!; 
De  todas  estas  (res 
Es  la  que  mas  val. 

530. 
Ca  el  juicio  faz 
Descobrir  la  verdat, 
E  con  la  verdat ,  paz 
Viene  é  amistad. 

331. 

Et  pues  por  el  juicio 
El  mundo  se  mantiene, 
Tan  honrado  oficio 
Baldonar  non  conviene. 


Debíale  catar  antes 
De  dar  tal  petición, 
Al  homen  que  bien  cate 
Que  le  es  su  enlincion  -i. 


Tal  homen  que  non  mude 
La  regla  del  oficio, 


2?  El  del  Escorial : 

«Débese  catar  ¡inte 
Al  que  dan  tal  meneo, 
Qiiu  sea  hombre  constante 
Y  tenga  buen  deseo.» 


APÉNDICE    Hi 


355 


Ni  entienda  nin  cuide 
Que  fué  dado  por  vicio 

334. 

Ca  por  perro  del  ganado 
Es  puesto  el  pastor, 
Non  se  pone  el  ganado 
Por  la  pro  del  pastor; 

335. 

Non  cuide  que  fué  fecho 
Porque  por  presente 
Del  ajeno  derecho 
Faga  al  su  pariente. 

536. 

Nin  porque  dé  por  suelto 
Al  que  fué  su  amigo, 
E  sin  derecho  tuerto 
Faga  al  su  enemigo. 

337. 

Canon  se  puede  ayunar 
Jamás  este  pecado, 
Al  sano  perdonar 
Feridas  del  llagado. 

538. 

Al  pagado  soltar 
Demanda  del  forzado , 
Al  entrego  testar 
La  voz  del  torliciado. 

339. 
Por  amor  nin  prescio 
Maldícelo  la  ley, 
Ca  de  Dios  el  juicio 
Es  solo  é  del  Key. 

340. 
A  las  veces  teniente 
Es  de  Dios  el  del  Rey, 
Porque  juzgue  la  gente 
A  derecho  é  á  la  ley. 

341. 

Mensajero  lo  ficfcron 
De  una  cosa  signada, 


Fn  poder  non  le  dieron 
Crescer  uiu  menguar  nada. 

342. 

Para  sí  non  entienda 
Levar  sinon  las  voces  , 
Su  salario  atienda 
De  aquel  quel'  da  las  voces. 

343. 

Ft  cual  oura  ficiere, 
Tal  gualardon  habrá ; 
Fl  que  en  esto  entendiere 
Jamás  non  errará. 

344. 

Al  juez  sin  malicia 
Es  afán  é  embargo , 
Al  juez  concobdicia 
Válele  un  obispado. 

345. 

Cobdiciaé  derecho, 
Esta  es  cosa  cierta, 
Non  entrarán  en  un  techo 
Nin  so  una  cubierta. 

546. 

Nunca  de  una  camisa 
Amos  se  vistieron; 
Jamás  de  una  devisa 
Señores  nur.ca  fueron. 

547. 

Cuando  cobdicia  viene, 
Derecho  luego  sale; 
Do  este  poder  tiene, 
Este  otro  poco  vale. 

348. 
El  oficro  a!  hombre 
Fs  cosa  emprestada ; 
F  la  buena  costombre 
Es  joya  muy  presciada. 

340. 

Quien  de  dos  tiene  fuerza 
Non  faga  del  anillo; 


356  HISTORIA    DE    LA 

Guarde  Dios  la  cabeza 
Quu  non  menguará  el  capillo. 

550. 
Lo  que  es  suyo  pierde 
Hornen  por  su  maldat , 
E  lo  ajeno  puede 
Ganarlo  por  bondat. 

351. 

Perderse  ha  un  consejo 
Por  tres  cosas  privado: 
Saber  el  buen  consejo 
Que  non  es  escuchado, 

552. 

E  las  armas  tener 
El  que  no  las  defiende, 
E  algo  haber 
El  que  non  lo  despiende. 

555. 

Fallo  tres  dolencias 
Que  non  pueden  guarescer. 
Kin  ha  tales  especias 
Que  las  puedan  vencer. 

551. 

El  pobre  perezoso 
Non  puede  haber  consejos, 
Mal  querencia  de  envidioso 
E  dolencia  de  hombres  viejos. 

555. 

Si  de  los  pies  guaresce, 
Duélele  luego  la  mano, 
Del  bazo  adolece 
Cuando  del  figado  es  sano. 

556. 

Et  malquerencia  que  vien 
De  celo  non  se  puede 
Partir,  si  aquel  bien, 
El  que  lo  ha  non  pierde. 

557. 

A  los  hornos  el  celo 
Mata  é  lacobdicia; 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Pocos  ha  so  el  cielo 
Sanos  desla  dolencia. 

558. 

Ha  celo  uno  de  otro, 
El  alto  é  el  simple; 
E  el  que  tiene  cuatro 
Tatito  de  lo  quel'  cumple. 

559. 

Cuanto  quier  que  mas  algo 
Ha  el  su  vecino, 
Tiene  lodo  su  algo 
Pomada  el  mezquino. 

560. 
Tan  bien  grant  mal  le  fas, 
Non  le  teniendo  tuerto, 
Por  venir  tú  en  paz, 
Se  tiene  el  por  muerto. 

561. 
¿Qué  venganza  quisiste 
Haber  del  envidioso, 
Mayor  que  estar  él  triste 
Cuando  tú  estás  gozoso? 

562. 
Tres  son  los  que  viven 
En  cuidado  profundo, 
E  de  los  que  mas  deben 
Dolerse  todo  el  mundo. 

365. 

Fijodalgo  que  menester 
Ha  al  home  villano, 
K  con  mengua  á  meter 
Se  viene  en  su  mano. 

564. 

E  fidalgo  de  nalura, 
Usado  de  franqueza, 
Ttájolo  la  ventura 
A  mano  de  vileza. 

565. 

E  justo  ser  mandado 
De  señor  torticiero 


un  do  facer  forzado , 
E  el  olro  tercero. 

366. 

Sabio  que  ha  por  premia 
De  servir  señor  nescio , 
Toda  la  otra  laceria 
Ante  esta  es  grant  prescio. 

367. 

Con  un  pan  se  gobierna, 
E  de  fruía  se  farta  , 
E  en  cada  taberna 
Bebe  basta  que  se  farta. 

368. 
Este  solo  en  el  mundo 
Vive  sabrosa  vida  , 
E  otro  ha  segundo 
De  otra  mayor  medida 

369. 

El  torpe  bien  andante , 
Que  con  su  grant  torpeza; 
Non  le  pasa  en  talante, 
¿Qué  puede  haber  pobreza? 

370. 

Faciéndolo  quel'  place, 
Non  entiende  el  mundo,      * 
Nin  los  cambios  que  face 
Su  rueda  á  menucio. 

371. 

Cuida  que  estará 
Siempre  de  una  color, 
E  que  non  abajará 
Él  de  aquel  valor. 


Como  el  pesce  en  el  rio- 
Vicioso  é  riendo. 
Non  sabe  el  sandio 
La  red  qneF  van  tejendo. 

373. 

Mas  bomen  entendido , 
Sabio,  por  bien  quel'  vaya , 


APÉNDICE    H. 

Nunca  en  el  mundo  vido 
Bien  con  que  placer  baya. 

371. 

Rcscelando  del  mundo 
E  de  sus  cambiamienlcs , 
Ede  cómo  á  menudo 
Se  cambian  los  sus  vientos. 


357 


575. 

Sabe  que  la  riqueza 
Pobreza  es  su  cima, 
Y  so  la  alteza 
Yace  fonda  sima. 

576. 
Ca  el  mundo  conosce, 
E  que  su  buena  obra 
Muy  ahina  fallesce, 
E  pasa  como  sombra. 

577. 

Cuanto  es  el  estado 
Mayor  de  su  medida , 
Ha  domen  mas  cuidado  , 
Temiendo  la  caida. 

378. 

Cuanto  mas  cae  de  alto,. 
Tanto  peor  se  fiere  ; 
Cuanto  mas  bien  ha,  tanto 
Mas  teme,  si  se  pierde. 

579. 
El  que  por  llano  anda 
Non  lien  que  descender; 
El  que  non  tiene  nada  -5, 
Non  recela  el  perder. 

580. 

Esfuerzo  en  dos  cosas 
Non  puede  bomen  tener; 
Tanto  son  dubdosas: 
El  mundo  é  la  mar. 


SJ  El  que  algo  non  manila, 


358 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 


381. 
El  bien  non  es  seguro. 
Tan  ciertos  son  sus  cambios ; 
Non  es  su  placer  puro 
Con  sus  malos  resabios. 

332. 

Torna  sin  detenencia 
La  mar  mansa  muy  brava  , 
E  e¡  mundo  hoy  desprecia 
Al  que  ayer  honraba. 

583. 

Por  ende  el  grant  estado 
Ha  homen  de  rabér; 
Fócelo  vevir  cuitado 
E  tristeza  haber. 

584. 

El  homen  que  es  hombre 
Siempre  vive  cuitado; 
0  de  rico  ó  de  noiire, 
Nunca  le  mengua  cuidado. 

58o. 

El  afán  el  fidalgo 
Sufre  en  sus  cuidados, 
E  el  villano  su  algo 
Y  afán  en  sus  costados. 

586. 
El  homen  presciado 
Non  es  mas  que  el  muerto , 
E  el  rico  guerreado 
Es ,  nou  teniendo  tuerto. 

387. 

Del  homen  dicen 
J.as  gentes  cus  maldades , 
E  desque  muere  ,  facen 
Cuenta  de  sus  bondades. 

388. 

Cuando  pro  non  le  terna 
Lóanlo  bien  la  gente, 
De  !o  que  le  non  verná 
Danle  bien  largamente. 


389. 
Et  cuando  es  vivo,  callan 
Con  celo  lodos  cunnios 
Bienes  ha  et»  él ,  é  fallan 
Desque  mueren  dos  tantos. 

590. 

Que  mientra  vivo  fuere 
Siempre  le  crescen  celosos, 
E  menguan  desque  mueren, 
E  crescen  minlrosos. 

391. 

Quien  de  sus  mañas  quiere 
Ser  enderezado, 
E  guardado  quesiere 
Ser  bien  de  pecado, 

592. 

Nunca  jamás  fará 
En  escondidamente 
Cosa  quel' pesará 
Que  lo  sepa  la  gente. 

505. 

Poridat,  que  querría 
Encohrir  de  enemigo, 
Non  la  descubriría 
Tampoco  al  amigo. 

594. 

Ca  puede  ocasionar, 
Fiando  de  amigo. 
Que  se  podrá  tornar 
Con  saña  enemigo. 

595. 

Ca  por  poca  conlienda 
Se  cambian  los  talantes, 
E  sabrán  su  fasíenda 
Homes  que  querría  antes 

396. 

Morir,  que  barruntado 
Hobiesen  el  su  fecho, 
E  repentir  se  ha  cuando 
Non  le  terna  provecho. 


APÉNDICE   B. 


359 


597. 

Sin  eslo  que  ha  él , 
Olro  amigo  suyo 
E  él ,  liando  del , 
Descubrir  le  ha  lo  sujo. 

398. 

Et  el  amor  del  tuyo 
Non  te  aprovechará, 
Pues  qu'el  amigo  suyo 
Tufasienda  sabrá. 

599. 

Ca ,  puesto  que  non  venga 
Daño  por  el  primero, 
Non  sé  que  pro  te  tenga, 
Pues  lo  sabe  el  tercero. 

400. 
Es  enjemplo  certero 
Que  lo  que  salten  tres, 
Es  ya  pleito  placero, 
Sábelo  toda  la  res. 

401. 
Demás,  es  grant  denuesto 
E  fealdat  é  mengua, 
Su  corazón  angosto , 
E  larga  la  su  lengua. 

402. 

Son  las  buenas  costombres 
Ligeras  de  nombrar, 
Was  son  pocos  los  hombres 
Que  las  saben  obrar. 

403. 

Seria  muy  buen  hombre 
El  que  sopiere  obrar 
Tanla  buena  costomhre 
Que  sabría  yo  nombrar. 

404. 

Todo  bomme  non  es 
Para  decir  é  facer; 
E  asi  (orno  alguna  vez 
En  las  contar  placer. 


403. 


Pesar  lomo  después 
Porque  las  sé  nombrar 
Tan  bien ,  que  cumple ,  pues 
Que  non  las  sé  obrar. 


M'entrctcngo  en  nombrallas , 
Como  si  las  sopiese 
Obrar,  y  en  contallas 
Como  si  las  sopiese. 

407. 

Sin  las  obrar  decirlas, 
Si  á  mi  pro  non  lien , 
Algunos  en  oirías 
Aprenderán  algunt  bien. 

408. 

Non  decir  nin  facer 
Non  es  cosa  loada; 
Cuanto  quier  de  placer, 
Mas  vale  algo  que  nada. 

409. 
Non  tengas  por  vil  home, 
Por  pequenno  que  le  veas, 
Nin  esc.  ibas  lu  nome 
En  carta  que  no  leas. 

410. 
Dolo  que  tú  querrás 
Facer  al  tu  enemigo, 
Deso  le  guardarás 
Mas;  eslo  te  castigo. 

411. 

Ca  por  le  empescer 
Te  lernas  en  mal ,  cuanto 
Non  te  podrá  noscer 
Del  enemigo  lanío. 

412. 

Todo  el  tu  cuidar 

Primero  é  mediano 

Sea  en  bien  guardar 

Luego  á  ti  de  mano. 


360 


BISTORÍA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 


413. 

Et  desque  ya  pusieres 
Bien  en  salvo  lo  luyo, 
Entonces  v  si  quisieres , 
Piensa  en  daño  suyo. 

414. 

Fasta  que  puesto  haya 
En  salvo  su  reino, 
El  rey  cuerdo  non  vaya 
Guerrear  el  ajeno. 

415. 

Lo  que  ahina  quisieres 
Facer,  faz  de  vagar; 
Ca  si  priesa  te  dieres , 
Conviene  le  embargar . 

416. 
Por  endereszar  erranza 
Nascerá  el  quejarte, 
E  será  lu  tardanza 
Mas  por  apresurarle. 

417. 

Quien  rebato  sembró, 
Cojo  repenlimienlo, 
Quien  con  sosiego  obró, 
Acabó  su  tálenlo. 

418. 

Nunca  h ornen  perdió 
Cosa  por  la  sufrencia , 
E  quien  priesa  se  dio 
liescebió  repentencia. 

419. 

De  peligro  é  mengua 
Si  quisieres  ser  quilo  , 
Guárdale  de  tu  lengua, 
E  mas  de  tu  esprito. 

420. 
De  una  fabla  conquista 
Puede  nascer  é  muerte  ; 
E  de  una  sola  vista 
Crescer  grant  amor  fuerte- 


421. 

Pero  lo  que  fablares , 
Si  en  escrito  non  es, 
Si  tú  pro  tallares, 
Negar  lo  has  después. 

422. 

Negar  lo  que  se  dice 
A  veces  ha  lugar; 
Mas  si  escrito  yace  , 
Non  se  puede  negar. 

423. 

La  palabra  á  poca 
Sazón  es  olvidada , 
E  la  escritura  finca 
Para  siempre  guardada. 

424. 

E  la  razón  que  puesta 
Non  yace  en  escrito, 
Tal  es  como  saeta 
Que  no  llega  a!  lito. 

42o. 
Los  unos  de  una  guisa 
Dicen ,  los  otros  de  olra  ; 
Nunca  de  su  posquisa 
Viene  cierta  obra. 

426. 

De  los  que  hi  eslovieron 
Pocos  se  acordarán ; 
De  cómo  lo  oyeron 
Nunca  se  concertarán. 

427. 
Si  quier  brava ,  si  mansa, 
La  palabra  es  tal, 
Como  sombra  que  pasa 
E  non  deja  señal. 

428. 

Non  ha  lanza  quépase 
Todas  las  armaduras, 
Nin  que  lanío  traspase, 
Como  las  escrituras. 


APÉNDICE   H. 


361 


Que  la  saeta  lanza 
Fasta  un  cierto  filo, 
E  la  letra  alcanza 
Desde  Burgos  á  Egibto. 

430. 
Que  la  saeta  fiere 
Al  vivo  que  se  siente , 
E  la  letra  conquiere 
En  vida  é  en  muerte. 

431. 

La  saeta  non  llega 
Sinon  al  que  es  presente , 
E  la  escritura  llega 
Al  de  allende  Oriente. 

432. 
De  saeta  defiende 
Al  moro  un  buen  escudo, 
E  lodo  el  mundo  ende , 
E  de  letra  non  pudo. 

453. 

A  cada  placer  tiene 
El  sabio  asignado 
Tiempo,  é  ende  viene 
Todavía  menguado. 

45 1. 

Placer  de  nuevo  paño 
Dura  un  mes  después; 
Todavía  lian  daño 
Fasla  que  rolo  es. 

45o. 
Un  año  es  cosa  nueva  , 
En  cuanto  la  lanilla 
Es  blanca  ,  fasta  que  lueva 
E  se  torna  amarilla. 

436. 

Demás,  que  ha  por  natura 
El  hombre  de  enojarse 
De  lo  que  mucho  tura, 
E  con  ello  quejarse. 


437 

Por  tal  de  mudar  cosa 
Nueva  de  cada  dia, 
Por  poco  la  l'ermosa 
Por  fea  cambiaría. 

438. 
Placer  que  toma  nombre 
Con  quien  bien  lo  entiende, 
Mejor  placer  el  hombre 
Tomar  nunca  puede. 

439. 

Pues  la  cosa  non  sabe 
Con  que  á  él  le  place, 
Que  lure  ó  que  acabe , 
Delia  fuerza  non  face. 

440. 
Mas  la  que  entendiere 
Que  della  ha  placer, 
Fará  cuanto  podiere 
Por  la  facer  crescer. 

441. 

Por  aquesto  fallesce 
El  placer  corporal, 
E  el  que  siempre  cresce 
Es  el  espiritual. 

442. 

Tristeza  ya  non  siento 
Que  mas  me  faga  penar 
Qu'el  placer  que  só  cierto 
Que  se  ha  de  acabar. 

443. 

Turable  placer  puedo 
Decir  del  buen  amigo; 
Lo  que  me  diz  entiendo, 
E  él  lo  que  yo  digo. 

444. 

Muy  grant  placeí  el  que 
Me  entiéndeme  faz, 
E  mas  porque  sé  que 
Del  mi  bien  le  plaz. 


362 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


445. 
Aprendo  todavía 
Del  buen  entendimiento, 
E  él  de  mí  cada  dia 
Nuevo  departimiento. 

446. 

El  sabio,  que  las  glosas 
Ciertas  facer  non  queda  Zi, 
Dice  que  de  las  cosas 
Las  hay  de  una  manera. 

447. 

Et  en  el  mundo  non  habria , 
Nin  sobre  fierro, oro, 
De  lan  gran  mejoría 
Commo  ba  bombre  sobre  otro  ; 

4  ¡8. 

Ca  el  mejor  caballo 
En  el  mundo  non  val  cierto, 
E  un  bomen  yo  fallo 
Que  val  de  otros  un  ciento. 

449. 
Onza  de  mejoría 
Del  oro  espiritual 
Comptar  non  se  podría 
Con  cuanto  e!  mundo  val. 

480. 

Todos  los  corporales 
De  sin  entendimiento, 
Mayormente  metales 
Que  non  lian  sentimiento ; 

451. 

Todas  sus  mejorías 
Podrían  poco  montar 
E  en  muy  pocos  de  días 
Se  podrían  descontar. 

452. 

Las  cosas  de  sin  lengua 
E  sin  entendimiento, 

2»  «Non  queda»  está   aquí  por  «i 
deja  de  liacei». 


Su  placer  va  á  mengua 
E  a  fallescimienlo. 

455. 

Desque  á  desdecir 
Su  compostura  venga 
Nunca  mas  sabrá  decir 
Cosa  que  pro  le  tenga. 

454. 
Por  esto  el  placer 
Del  homen  crescer  debe 
En  decir  e  en  facer 
Cosa  que  lo  renueve. 

455. 

El  liomme  de  metales 
Dos  es  confacionado; 
Metales  desiguales, 
Uno  vil ,  otro  honrado. 

456. 

El  uno  terrenal , 
E  él  bestia  semeja, 
E  el  otro  celestial , 
Angeles  le  apareja. 

457. 

Et  en  que  come  é  bebe 
Semeja  animaba; 
Asi  \ive  et  muere, 
Como  bestia  sin  falia. 

458. 

Del  mundo  entendimiento 
Commo  el  ángel  es; 
Non  ha  deparlimienlo, 
Sí  por  el  cuerpo  non  fues. 

459. 

Quien  peso  de  tin  dinero 
Ha  mas  de  entendimiento, 
Dor  aquello  señero, 
Vale  un  home  por  ciento. 

4C0. 
Ca  de  aquel  cabo  tiene 
Todo  su  bien  el  hombre; 


APÉNDICE    II . 


363 


De  aquella  parle  le  viene 
Toda  buena  coslombre. 

461. 

Mesura  é  franqueza, 
Discreción  é  buen  saber, 
Cordura  é  simpleza 
E  vergüenza  tener23. 

462. 

Del  otro  cabo  nasce 
Toda  la  mala  maña, 
E  por  allí  cresce 
La  cobdicia  é  saña. 

463. 

De  allí  le  viene  malicia 
E  la  mala  verdal, 
Fornicio  é  avaricia 
E  toda  enfermedat. 

464. 

Engaños  et  mala  arte 
E  desnuda  entincion; 
Que  nunca  Dios  departe 
Eu  la  mala  condición. 

46o. 

Por  ende  non  faüesce 
Placer  de  compañías,       *. 
E  de  hommes  sabios  cresce, 
E  va  á  mejoría. 

466. 
Place  á  homen  con  ellos, 
E  á  ellos  con  él; 
Entiende  él  á  ellos, 
E  ellos  también  á  él. 

467. 
Porque  aquesta  compaña 
Deliomme  entendudo, 
Alegría  tamaña 
Non  La  en  el  mu'ido. 


*»  E  las  cosas  saber. 


463. 

Porque  amigo  claro, 
Leal  y  verdadero, 
lis  de  fallar  muy  caro, 
Non  se  falla  a  dinero. 

469. 

Homme  es  grave  de  topar 
En  compliscar  egual; 
De  fallar  en  su  par 
Duen  amigo  leal. 

470. 

Amigo  de  fortuna, 
Prospera  cuando  cresce, 
Tura  mientras  es  una , 
Cuando  mengua  fallesce. 

471. 

Si  amigóte  loar 
De  bien  que  non  feciste, 
Non  debes  del  fiar 
El  mal  que  non  desiste. 

472. 

Afeártelo  bien  lia 
En  pos  tí20,  cierto  seas, 
Pues  por  su  costumbre  ha 
Lisonjar,  non  le  creas. 

473. 

Por  lisonjarte  quien 
Te  dijere  de  otri  mal, 
A  otros  atan  bien 
Dirá  de  ti  alai. 

474. 

El  homme  lisonjero 
Miente  á  cada  uno  , 
Ca  amor  verdadero 
Non  ha  con  ninguno. 

473. 

Anda  joyas  27  faciendo 
De  mal  deste  á  este; 
2j  Detrás  de  ti. 
2'  Parece  estar  por  gozos,  alegrías,  del 


364  HISTORIA 

Mal  de  uno  diciendo, 
Fase  al  olro  présenle. 

476. 
Tal  homiíie  nunca  acojas 
Jamás  en  tu  compaña  , 
Que  con  las  sus  lisonjas 
A  los  hombres  engaña. 

477. 

Quien  la  buena  hermandat 
Aprenderla  quisiere, 
E  una  amistad 
Usar  sabor  hobiere, 

478 

Siempre  mientes  debía 
Meter  en  las  tiseras: 
Delias  aprendería 
Muchas  buenas  maneras. 

470. 

Que  cuando  meto  mientes 
Cosas  tan  derecheras, 
Non  fallo  entre  las  gentes 
Como  son  las  tiseras. 

480. 

Parten  al  que  las  parte, 
Et  non  por  se  vengar, 
Si.ion  con  gran  talante 
Que  se  han  de  juntar. 

481. 

Como  en  rio  quedó 
El  ques'melió  entre  ellas , 
Dentro  el  su  dedo 

Molió  entre  dos  muelas. 

482. 

Quien  mal  recibe  dellas 
El  mesmo  ge  lo  busca; 
Que  de  grado  de  aquellas 
Non  lo  buscarán  nunca. 


francos  jnie ,  italiano  g'wia.  En  el  códi- 
ce cscurialen.se  se  lee  en  efecto  yozos. 


DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


483. 

Desque  de  entre  ellas  sal , 
En  lai.lo  son  pagadas. 
Que  nunca  facen  mal 
En  cuanto  son  juntadas. 

484. 
Yacen  boca  cou  boca 
E  manos  sobre  manos ; 
Diferencia  tan  poca 
Non  vi  entre  dos  hermanos. 

483. 

Tan  grande  amor  hobieron'. 
Leal  é  verdadero, 
Que  amas  se  ciñieron 
De  un  solo  cintero. 

488. 

r   Por  amor  de  estar  en  uno 
Siempre  amas  á  dos , 
Por  facer  de  dos  uno, 
Facen  de  uno  dos. 

487. 

Non  ha  mejor  riqueza 
Que  buena  hermandat 
Nin  tan  mala  pobreza 
Comino  la  soledat. 

488. 

La  soledat  aduce 
Mal  pensamiento  fuerte; 
Por  ende  el  sabio  induce 
Compañía  ó  muerte. 

489, 
Porque  tal  podría 
.Ser  la  soledat, 
Que  mas  que  ella  valdría: 
Esta  es  la  verdat. 

400. 

Mal  es  la  soledat, 
Mas  peor  es  compaña 
De  homen  sin  verdat , 
Que  á  su  amiga  dapna. 


APÉNDICE    H. 


365 


491. 

Poor  compañía  ileslas 
Es  liotnme  torpe  pesado; 
Traer  querría  á  cuestas 
Albarda,  mal  de  su  grado. 

492. 
Muevo  pleitesía 
Por  tal  que  me  dejase , 
Digol'que  non  querría 
Que  por  mí  se  estorbase. 

493. 
Id  vos  enhorabuena 
A  librar  vuestra  facíenda; 
Quiza  que  pro  alguna 
Vos  venia  á  la  tienda. 

494. 
El  diz  :  «  Por  bien  non  tenga 
Dios  que  solo  linquédes, 
Fasta  que  alguno  venga 
Otro  cou  quien  fablédes.» 

493. 
Él  cuida  que  placer 
Me  hace  su  compaña, 
E  yo  querría  mas  yacer 
Solo  en  la  montaña.       .     N 

496. 
Yacer  en  la  montaña 
Entre  sierpes  cercado 
Que  non  entre  compañas 
De  homes  torpes ,  pesados. 

497. 

Él  cuida  queen  irse 
Seria  desmesurado, 
E  yo  temo  caerse 
Con  ñusco  el  sobrado. 

498. 
Ca  de  los  sus  enojos 
Esto  ya  tan  cargado, 
Que  fasta  en  mis  ojos 
Son  mas  que  él  pesado. 


499. 
El  medio  mal  seria 
Sí  él  callar  quisiese; 
Yo  del  cuenta  faria 
Como  si  un  poste  fuese. 

500. 
Non  dejaría  nunca 
Lo  que  me  place  cuidar; 
Mas  él  razones  busca 
Para  tiuuca  quedar. 

501. 

No  le  cu  mple  decir  juntas 
Cuantas  vanidades  cuda28; 
Mas  él  face  preguntas 
Necias ,  á  que  él  recuda. 

502. 

Yo  querría  ser  mudo 
Ante  que  le  responder, 
E  sordo,  si  ser  pude, 
Aules  que  lo  entender. 

503. 

Cierto  es  par  de  muerte 
La  soledat;  mas  tal 
Compañía  é  tan  fuerte , 
Estar  solo  mas  val. 

504. 
Si  mal  es  estar  selo, 
Peor  es  tal  compañía ; 
El  bien  cumplido  á  dolo 
¿Fallar  quiéu  lo  podría? 

503. 
Non  ha  del  todo  cosa 
Mala,  nin  toda  buena; 
Mas  que  suya  fermosa 
Querría  feu  ajena. 

50G. 
El  homme  non  eobtiicia 
Sinon  lo  que  non  lieue, 

*8  Está  por  cuida. 


366 


HISTORIA    DE    LA 


E  lupgo  lo  desprecia 
Desque  á  mano  le  viene. 

507. 

Suma  de  la  razón 
Non  lia  en  el  mundo  cosa 
Que  non  haya  sazón, 
Quier  fea  ó  fermosa. 

508. 

Pero  lo  que  los  hombres 
Loamos  en  general 
Es  de  las  costombres 
Lo  mas  comunal. 

500. 
Mal  es  mucho  tablar, 
Mas  peor  es  ser  mudo; 
Ca  non  fué  para  callar 
La  lengua,  segunt  cudo. 

o  10. 

Pero  la  mejoría 
Del  callar  non  podemos 
Negar  de  to  I  avía 
Con  bien  que  la  tomemos. 

511. 
Porque  la  miatad  de 
Cuanto  oíamos  fablemos , 
Una  lengua  por  ende 
E  dos  orejas  tenemos. 

512. 

Quien  mucho  quiere  Tablar 
Sin  grant  sabiduría, 
Cierto  en  se  callar 
Mejor  barataría. 

513. 

El  sabio  que  loar 
El  callar  bien  querría, 
E  el  fablar  afear, 
Esta  razón  decia : 

514. 

«Sí  fuese  el  fablar 
De  plata  figurado, 


LITERATURA    ESPAÑOLA. 
Sería  el  callar 
Üe  oro  debujado.» 

515. 

De  los  bienes  del  callar 
La  pas  uno  es  de  ciento, 
El  menor  mal  de  fablar 
Es  arrepentimiento. 

510. 
E  dice  mas,  á  vuelta 
De  mucha  mejoría, 
Que  el  callar  sin  esta 
Sobre  el  fablar  hahia. 

517. 
Sus  orejas  fasian 
Pro  solamente  á  él, 
De  su  lengua  habían 
Pro  los  otros ,  é  non  él. 

518. 

Conlesce  al  que  escucha, 
A  mí  cuando  yo  fablo 
Del  bien  se  aprovecha, 
E  réstame  lo  malo  -°. 

519. 

El  sabio,  por  aquesta 
Razón ,  calkir  querría, 
Porque  su  fabla  presta 
Solo  al  que  lo  oia. 

520. 

Querría  él  castigarse 
En  otro,  él  callando, 
Mas  que  castigarse 
Otro  en  él  /ablando. 

521. 

Las  bestias  han  alan 
E  mal  por  no  fablar, 
E  los  homes  lo  lian 
Los  mas  por  non  callar. 

29  Contesce  al  que  escucha 
Los  dichos  de  mi  lengua, 
Del  bien  se  aprovechó 
Por  el  mal  medio  mengua. 


APÉNDICE    H 


367 


522. 

El  callar  tiempo  no  pierde, 
E  piérdelo  en  fablar; 
Por  ende  home  non  puede 
Perderlo  por  el  callar. 

523. 

El  que  calla  la  razón 
Que  lu  cumpliera  fublar 
Non  mengua  la  sazón 
Min  perdió  por  el  callar 

524. 

Mas  quien  fabla  razón 
Que  debiera  callar, 
Perdió  ya  la  sazón, 
Que  non  podrá  cobrar. 

525. 

Lo  que  hoy  se  callare 
Puédese  eras  fublar, 
E  lo  que  hoy  se  fablare 
No  se  puede  callar. 

526. 

Lo  dicho  dicho  es; 
Lo  que  dicho  non  lias 
Decir  lo  has  después, 
Si  hoy  no,  será  eras. 

527. 

Fabla  que  non  podemos 
En  olla  mal  fablar 
Es  la  que  despendemos 
Eu  loar  el  callar. 

528. 

Pero  porque  sepamos 
Que  non  ha  mal  sin  bien, 
Nin  bien  sin  mal ,  digamos  : 
« A  par  dello  convien.» 

529. 

Pues  que  tanto  denostado 
El  fublar  ya  habernos, 
Semejante  guisado 
De  hoy  mas  lo  loemos. 


530. 


E  pues  tanto  habernos 
Loado  el  callar, 
Sus  lachas  contaremos, 
Loando  el  fublar. 

531. 

Con  el  fablar  decimos 
Mucho  bien  del  callar, 
Callando  no  podemos 
Decir  bien  del  fablar. 

533. 
Por  ende  es  derecho 
Que  sus  bienes  contemos ; 
Ca  bienes  ha  de  fecho 
Porque  non  lo  denostemos. 

533. 

Porque  todo  liomme  vea 
Que  en  el  mundo  cosa 
Non  ha  del  todo  fea 
Nin  del  todo  fermosa. 

534. 

Et  el  callar  jamás 
Del  todo  non  loemos, 
Si  non  fahlamos,  mas 
Que  bestias  no  valemos. 

535. 

Si  los  sabios  callaran , 
El  saber  se  perdería ; 
S¡  ellos  non  fablaran, 
Diciplo  non  habrían. 

530. 
Del  fablar  escribamos , 
Por  ser  él  muy  noble; 
A  bien  que  pocos  fallamos 
Que  lo  sepan  como  comple. 

537. 

Mas  el  que  sabe  bien 
Fublar  grand  virtud  usa  ; 
Que  diz  lo  que  l'convien , 
E  lo  demás  excusa. 


368 


HISTORIA   DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 


558. 

Por  bien  fablar  honrado 
Será  en  toda  plaza; 
Por  él  será  nombrado, 
Ganará  bienandanza. 

539. 

Por  razonarse  bien 
Será  lióme  amado , 
E  sin  salario  lien 
Los  Lomes  á  mandado. 

540. 

Cosa  que  menos  cuesta 
E  que  lanía  pro  tenga , 
Non  ha  como  respuesta 
Buena ,  quier  corla  ó  luenga. 

541. 

No  ha  tan  fuerte  gigante 
Como  la  luenga  tierra, 
Niu  que  así  quebrante 
A  la  saña  la  pierna. 

5i2. 

Ablanda  la  palabra 
Buena  la  dura  cesa, 
A  la  voluntad  agrá 
Faz  dulce  é  sabrosa. 

543. 

¿  Si  término  hobiese 
El  fablar  mesurado 
Que  decir  no  podiese 
Siuon  lo  guisado? 

544. 

En  el  mundo  non  habría 
Cosa  tan  presciada; 
La  su  grant  mejoría 
Non  podría  ser  comprada. 

54o. 

Mas  porque  ha  de  poder 
De  mal  se  razonar, 
Por  ende  el  su  perder 
Es  mas  que  el  su  ganar. 


Que  los  torpes  mili  tantos 
Son  que  los  entendidos, 
L  no  saben  en  cuántos 
Peligros  son  caídos. 

547. 

Por  el  fablar  por  ende 
Es  el  callar  loado; 
Mas  para  quien  entiende, 
Mucho  es  denostado. 

548. 

Ca  el  que  apercebir 
Se  sabe  en  fablar 
Sus  bienes  escrebir 
En  labias  non  podrau. 

549. 
El  fablar  es  clareza, 
E  el  callar  escure/a; 
E  el  fablar  es  franqueza, 
Et  el  callar  escaseza. 

550. 

E  el  fablar  ligereza, 
E  el  callar  pereza  ; 
E  el  falilar  es  franqueza, 
E  el  callar  pobreza. 

551. 

Et  el  callar  torpedat, 
El  fablar  saber; 
El  callar  ce¿uedat, 
E  el  fablar  vista  haber. 


Cuerpo  es  el  callar, 
E  el  saber  su  alma; 
Home  es  fablar, 
Et  el  callar  su  cama. 

553. 

El  callar  es  lardada, 
E  el  fablar  ahina; 
El  saber  es  espada, 
El  el  callar  su  vaina. 


APÉNDICE    SI. 


369 


354. 

Talega  es  el  callar, 
Et  algo  que  yace 
En  ella  es  el  fablar , 
E  provecho  non  face. 

555. 

En  cuanto  encerrado 
En  ella  estudiere, 
Non  será  mas  honrado 
Por  ello  cuyo  fuere. 

556. 

El  callar  es  ninguno, 
Que  non  meresce  nombre; 
E  el  fablar  es  alguno, 
Et  por  él  es  home  hombre. 

557. 

Figura  es  el  fablar 
Al  callar;  é  asi, 
Non  sabe  el  callar 
De  otro  nin  de  sí. 

558. 

El  fablar  sabe  bien 
Al  callar  razonar ; 
Que  mal  guisados  lien 
De  lo  gualardonar. 

559. 

Tal  es  en  toda  costombre , 
Si  bien  parares  mientes, 
Fallarás  en  todo  hombre 
Que  lo  es  el  que  denuestes. 

560. 

Segunl  que  el  raíz  lien, 
El  árbol  así  cresce; 
Cual  es  el  home  é  quien 
En  sus  obras  paresce. 

561. 

Cual  talante  hobiere, 
Tal  rostro  mostrará ; 
E  como  sesudo  fuere, 
Tal  palabra  oirá. 

TOM.  IV. 


562. 

Sin  tacha  son  falladas 
Dos  costumbres  cruentas ; 
Amas  son  igualadas, 
Que  non  han  comprimentas. 

565. 

La  una  es  el  saber, 
E  la  otra  es  el  bien  facer ; 
Cualquier  destas  haber 
Escomplido  placer. 

564. 

De  todo  cuanto  face 
El  home  se  arrepiente; 
Con  lo  que  hoy  le  place 
Cras  loma  mal  tálente. 

,-)65. 

El  placer  de  la  sciencia 
Es  complido  placer; 
Obra  sin  dependencia 
Ella  del  bien  facer. 

566. 
Cuanto  mas  aprendió, 
Tanto  mas  placer  tiene; 
Nunca  se  arrepintió 
Home  de  facer  bien. 

567. 

Home  que  cuerdo  fuere , 
Siempre  se  rescelará; 
Del  gran  bien  que  hobiere 
Mucho  nol'  lineará. 

568. 
Ca  el  gran  bien  se  puede 
Perder  por  culpa  de  hombre , 
E  el  saber  nol'  defiende 
De  ál  sinon  de  ser  pobre. 

569. 

Ca  el  bien  que  dello 
Fisiere  le  fincará, 
E  para  siempre  aquello 
Guardado  estará. 

24 


370 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


570. 

E  fucia  non  ponga 
Jamás  en  su  algo, 
Por  mucho  que  lo  tenga 
Bien  parado  é  largo. 

571. 

Por  rason  que  en  el  mundo 
Han  las  cosas  sosobras , 
Fase  mucho  á  menudo 
Contrarias  cosas  de  otras 

572. 

Cambiase  como  el  mar 
De  ábrego  á  cierzo ; 
Non  puede  home  tomar 
En  cosa  el  esfuerzo. 

573. 

Non  debe  fiar  sol 
Un  punto  de  sn  obra , 
Veses  lo  pon  al  sol, 
E  veses  á  la  sombra. 

574. 

Todavía,  por  cnanto 
I.a  rueda  se  trastorna, 
El  su  bien  el  santo 
Fas  igual  de  corona. 


De  la  sierra  al  val , 
De  la  nube  al  abismo, 
Segunl  lo  pone,  val 
Como  letra  de  guarismo 

576. 

Sol  claro  é  placentero 
Las  nubes  Tacen  escuro., 
De  \\n  día  entero 
Non  es  home  seguro. 

577. 

El  home  mas  non  val 
Nin  monta  su  persona 
De  bien,  é  asi  de  ál 
Como  la  espera  trastorna 


578. 

El  home  que  aviltado 
Es  en  su  descendida, 
Asiinesmo  honrado 
Es  en  la  subida. 

579. 

Por  eso  á  menudo 
El  home  entendido 
A  los  cambios  del  mundo 
Está  bien  aperccbi.lo. 

580. 

Non  temen  apellido 
Los  hornos  avisados; 
Mas  val  un  apercebido 
Que  muchos  desarmados. 

581. 

Home  cuerdo  non  puede, 
Cuando  enlrompezare 
Olri ,  que  lome  alegría 
De  su  pesar,  pues  él 

582. 
Seguro  non  há  que  tal 
A  él  non  acaesca, 
Ni  se  alegre  flftl  mal 
Que  á  olri  se  aconlesca. 

585. 

De  haber  alegría 
Sin  pesar  nunca  cuide, 
Como  sin  noche  dia 
Jamás  haber  non  puede. 

581. 

La  merced  de  Dios  sola 
E*  la  liucia  cierta. 
Otra  ninguna  non  la  ha 
Hombre  sin  refierta. 

585. 
De  lo  que  á  Dios  piase 
Nos  pesar  non  tomemos; 
P>ien  es  cuanto  él  face, 
Aunque  non  lo  entendemos. 


APÉNDICE    H. 


371 


AI  home  mas  le  dio 
E  de  mejor  mercado 
De  lo  que  entendió 
Que  le  era  mas  forzado. 

587. 

De  lo  que  mas  aprovecha, 
De  aquello  mas  habernos , 
Pan  é  del  agua  mucha 
E  del  aire  leñemos. 

588. 

Todo  home  de  verdat 
E  bueno  es  debdor 
De  contar  la  bondat 
De  su  buen  servidor. 

589. 

Cuando  serviese  por  prescio 
0  por  buen  gualardon  , 
Mayormente  servicio 
Que  serviendo  meresció. 
590. 

Por  ende  un  servicial. 
De  que  mucho  me  prescio, 
Quiero;  (anlo  es  leal 
Contar  el  su  bollicio. 

591. 

Ca  debdor  só  forzado 
Del  gran  bien  conoscer ; 
Que  me  han  adelantado 
Sin  ge  I  o  mcrescer. 

592. 

Non  podría  nombrar 
Nin  sabría  en  an  año 
Su  servicio  conlar, 
Qu'él  es  cuan  extraño. 

593. 

Sirve  boca,  callando , 
Sin  faser  grandes  nuevas ; 
Servicio  muy  granado 
Es  sin  ningunas  bielmas  30. 

so  Asi  en  uno  y  en  otro  códice. 


594. 

Cosa  maravillosa 

E  milagro  muy  fiero; 

Sin  le  decir  yo  cosa, 

Fase  cuanto  quiero. 

595. 

Con  el  ser  yo  mudo, 
Non  me  podria  noscir; 
Ca  fas  cnanto  quiero 
Sin  gelo  yo  desir. 

590. 
Non  desir  é  faser 
Es  servicio  loado ; 
Con  que  toma  plaser 
Todo  home  granado. 

597. 

Ca  en  cuanto  home  eu  desir 
Tanto  ha  mengua 
Del  faser  é  fallescer 
La  mano  por  la  lengua. 

598. 
Leyendo  é  pensando 
Siempre  en  mi  servicio  , 
Non  gelo  yo  nombrando, 
Faré  cuanto  cobdicio. 

599. 
Esta  cosa  mas  ahina 
Que  del  ninguna  nasce, 
Nin  quier  capa  nin  saña  , 
Nin  zapato  que  calce . 

000. 

Tal  cual  salió 
Del  vientre  de  su  madre , 
Tal  anda  en  mi  servicio 
En  todo  lo  quel'  mande. 

601. 
Eningunt  gualardon 
Non  quiere  por  su  destajo; 
Mas  quiere  servicio  en  dou  , 
E  sin  niugunt  trabajo. 


372 


HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 


602. 

Non  quier  manjar  comer, 
Sinon  la  boca 
Ua  poquillo  mojar 
En  gota  de  agua  poca. 

603. 
E  luego  que  la  gasla, 
Semejal' que  tien  carga, 
E  esparce  la  gota , 
Jamás  della  non  traga. 

604. 

Non  lia  ojos,  nin  ve 
Cuanto  en  corazón  tengo, 
E  sin  orejas  lo  oye, 
E  tal  lo  fase  luego. 

605. 

Callo  jo,  é  él  calla, 
E  amos  nos  fablamos ; 
En  callando  non  fabla 
Lo  que  amos  buscamos. 

606. 

.Non  quier  ningunt  embargo 
De  comer  rescebir, 
De  su  afau  es  largo 
Para  buenos  servir. 

607. 

Si  me  piase  ó  pesa  , 
Si  fea  ó  fermosa , 
Tal  mesma  la  fase 
Cual  yo  pienso  la  cosa. 

608. 
Vesino  de  Castilla 
Por  la  su  entencion  , 

Sabrá  el  de  Sevilla 
En  la  su  condición. 

609. 

Las  gentes  lian  acordado 
Despagarse  del  non ; 
Mas  de  cosa  tan  pagado 
Non  >6  yo  cómo  del  non. 


610. 

Del  dia  que  preguntado 
Hobe  á  mi  señora  si  non 
Habla  otro  amado 
Sinon  yo,  dije  que  non. 

611. 

E  sin  fuego  lióme  vida 
Un  punto  non  habría, 
E  sin  fierro  guarida 
Jamás  non  fallaría. 

612. 

Mili  tanto  mas  de  fierro 
Que  de  oro  fallamos, 
Porque  salvos  de  yerro 
Unos  de  otros  seamos. 
613. 

Del  inundo  mal  dcsimos 
E  en  el  otro  nial , 
Non  lian  sinon  nos  mismos, 
Nin  vestigelos  3I  nin  ál. 

614. 

El  mundo  non  tiene  ojo, 
Nin  entiende  faser 
A  un  lióme  enojo 
E  á  otro  plaser. 

615. 

Rason  lia  cada  uno, 
Segunt  la  su  fasienda; 
El  non  ha  con  ninguno 
Amistad  \,\\-,  contienda. 

616. 

.Nin  se  paga  niu  se  ensaña, 
Nin  ama  nin  desama  , 
Nin  ha  ninguna  maña, 
Nin  responde  nin  llama. 

617. 

Él  es  uno  todavía 
Cuanto  es  denostado , 
A  tal  como  el  dia 
Que  es  mucho  loado. 

•"''  Vestiglos. 


APÉNDICE    H. 


373 


618. 

E!  rico  le  rasona 
Bien ,  é  tenlo  por  amigo  . 
La  cuita  lo  baldona 
E  tienlo  por  enemigo. 

619. 

Non  le  fallan  ningunt 
Cambio  los  sabidores , 
Los  cambios  son  segnnt 
Los  sus  rescebidores. 

020. 

La  espera  del  cielo 
Nos  fase  que  nos  mesce , 
Mas  amor  nin  celo 
De  cosa  non  le  cresce. 

621. 

So  un  cieio  todavía 
Encerrados  yacemos, 
E  fasemos  noche  é  dia  , 
E  nos  á  él  non  sabemos. 

(¡22. 

A  esta  lueñe  tierra 
Nunca  posimos  nombre: 


Si  verdal  es  6  mentira, 
Delia  mas  non  sabe  hombre. 

623. 

E  ningunt  sabidor 
Non  le  sopo  ú  hombre  cierto, 
Sinon  que  obrador 
Es  de  su  cimiento. 

624.      . 

Dé  Dios  vida  el  Rey, 
A  nuestro  mantenedor, 
Que  mantiene  la  ley 
E  es  defendedor. 

625. 

Gentes  de  su  tierra 
Todas  á  su  servicio 
Traiga,  é  aparte  guerra 
Delia,  mal  é  bollicio. 

626. 

E  la  mercet  que  el  noble 
Su  padre  prometió 
La  terna  como  comple 
Al  Santob  el  judío. 


Nüm.  5. 

LA  DANZA  GENERAL  DE  LOS  MUERTOS. 

De  este  poema  ,  hasta  ahora  inédito,  se  trató  ya  en 
el  tomo  i,  pp.  95-97,  y  en  la  nota  Ti  de  la  p.  95  pro- 
pusimos la  conjetura  de  que  su  asunto  habia  sido  tomado 
de  otro  poema  francés  mas  antiguo;  pero  debemos  aña- 
dir en  este  lugar  que,  á  pesar  de  lo  que  entonces  diji- 
mos, no  conocemos  ninguno  anterior  á  este  y  bajo  la 
misma  forma  en  las  demás  literaturas  de  Europa.  El 


374  HISTORIA.    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

original  se  conserva  en  la  librería  del  Escorial,  en  el 
cajón  iv,  let.  B,  núm.  21. 


DANZA  GENERAL. 

Prólogo  en  la  tradadacion. 

Aquí  comienza  la  Danza  general ,  en  la  cual  íracta  cómo  la 
Muerte  avisa  á  todas  las  criaturas  que  paren  mientes  en  la  bre- 
viedad  de  su  vida,  é  que  della  mayor  cabdal  non  sea  fecho  que 
ella  meresce.  E  asimesmo  le  dice  é  requere  que  vean  é  oyan 
bien  lo  que  los  sabios  pedricadores  les  dicen  é  amonestan  de 
cada  día ,  dándoles  bueno  é  sano  consejo ,  que  pugnen  en  facer 
buenas  obras,  porque  hayan  complido  perdón  de  sus  pecados. 
E  luego  siguiente,  mostrando  por  experiencia  lo  que  dice,  lla- 
ma é  requere  á  todos  los  estados  del  mundo  que  vengan,  de  su 
buen  grado  ó  contra  su  voluntad.  Comenzando,  dice  ansí : 

DHJE   LA   MUERTE. 

Yo  só  la  Muerte  cierta  á  lo-das  criaturas 
Que  son  é  serán  en  el  mundo  duraute; 
Demando  y  digo :  ;  Oh  home!  ¿  Por  qué  curas 
De  vida  tan  breve,  en  punto  pasante? 
Pues  non  hay  lan  fuerte  nin  recio  gigante, 
Que  deste  mi  arco  se  pueda  amparar, 
Conviene  que  mueras,  cuando  lo  tirar, 
Con  esta  mi  frecha  cruel,  traspasante. 

¿Qué  locura  es  esta  tan  magniilesta? 
¿Qué  piensas  tú,  home,  que  el  otro  morra 
É  tú  quedarás,  por  ser  bien  compuesta 
La  tu  complision,  é  que  durará? 
Non  eres  cierto,  si  en  punto  verná 
Sobre  ti  á  deshora  alguna  corrupción , 
De  landre  ó  carboneo  ó  tal  ¡nficion, 
Poique  el  tu  vil  cuerpo  se  desatará. 

O  piensas  por  ser  mancebo  valiente, 
O  niño  dedias,  que  á  lueñe  estaré, 
E  fasta  que  llegues  á  viejo  impotente, 
La  mi  venida  me  detardaré. 


APÉNDICE   II.  37$ 

Avísate  bien  que  yo  llegaré 
A  lí  á  deshora,  que  non  he  cuidado, 
Que  tú  seas  mancebo  ó  viejo  casado, 
Que  cual  te  fallare ,  tal  te  levaré. 


La  plática  ser  pura  verdad 
Aquesto  que  digo,  sin  otra  fallencia, 
La  Sancta  Escriplura  con  certenidad 
Da  sobre  todo  su  firme  sentencia ; 
A  todos  diciendo  :  Faced  penitencia, 
Que  á  morir  hahédes ,  non  sabédes  cuándo ; 
Si  non  ved  el  fraire  que  eslá  pedricando , 
Mirad  lo  que  dice  de  su  grand  sabiencia. 

DICE    EL  PEDRICADOft. 

Señores  honrados,  la  Santa  Escriplura 
Demuestra  é  dice  que  todo  home  nacido 
Costará  la  muerte,  maguer  sea  dura, 
Ca  trujo  al  mundo  un  solo  bocado. 
Ca  papa  ó  rey  ó  obispo  sagrado , 
Cardenal  ó  duque  excelente, 
O  emperador  con  toda  su  gente , 
Que  son  eu  el  mundo  de  morir  han  forzado. 

DUEÑO  É   SANO   CONSEJO. 

Señores,  punad  en  facer  buenas  obras, 
Non  vos  fiédes  en  alios  estados, 
Que  non  vos  valdrán  tesoros  ni  doblas 
A  la  Muerte,  que  tiene  sus  lazos  parados. 
Gemid  vuestras  culpas,  decid  los  pecados  , 
En  cuanto  podádes  con  satisfacion , 
Si  querédes  haber  cumplido  perdón 
l)e  aquel  que  perdona  ¡os  yerros  pasados. 

Faced  lo  que  digo,  non  vos  detardédes, 
Que  ya  la  Muerte  escomienza  á  ordenar 
Una  danza  esquiva  ,  deque  non  podédes 
Por  cosa  ninguna  que  sea  escapar  ; 
A  la  cual  dice  que  quiere  levar 
/lodos  nosotros,  lanzando  sus  redes; 
Abrid  las  orejas,  que  agora  oirédes 
De  su  churumbela  un  triste  cantar. 


376  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

DICE  LA    MUERTE. 

A  la  danza  mortal  venid  los  nacidos, 
Que  en  el  mundo  soes,  de  cualquiera  estado; 
El  que  no  quisiere  á  fuerza  é  amidos 
Facerle  he  venir  muy  tosté  parado, 
Pues  que  ya  el  fraire  vos  ha  pedricado, 
Que  todos  vayáis  á  faser  penitencia ; 
El  que  non  quisiere  poner  diligencia , 
Por  mí  non  puede  ser  mas  esperado. 

(Primeramente  llama  á  su  danza  á  dos  doncellas. ) 

Esta  mi  danza  trae  de  presente 
Estas  dos  doncellas  que  vedes  fermosas, 
Ellas  vinieron  de  muy  mala  mente 
A  oír  mis  canciones ,  que  son  dolorosas : 
Mas  non  les  valdrán  flores  é  rosas, 
Nin  las  composturas  que  poner  solían  ; 
De  mí ,  si  pudiesen  ,  partir  se  querrían , 
Mas  non  puede  ser,  que  son  mis  esposas. 

A  estas  é  á  todas  por  las  aposturas 
Daré  fealdad  la  vida  partida  , 
E  desnudedad  por  la  vestidura 
Por  siempre  jamás  muy  triste  aborrida ; 
E  por  los  palacios  daré  por  medida 
Sepulcros  escuros,  de  dentro  fedientes, 
E  por  los  manjares  gusanos  royentes , 
Que  coman  de  dentro  su  carne  podrida. 

E  porque  el  Santo  Padre  es  muy  alto  señor, 
Que  en  todo  el  mundo  non  ha  su  par, 
E  desta  mi  danza  será  guiador, 
Desnude  su  capa ,  comience  á  sotar; 
Non  es  ya  tiempo  de  perdones  dar, 
Nin  de  celebrar  en  grande  aparato ; 
Que  yole  daré  en  breve  mal  rato. 
Danzad  ,  Podre  santo,  sin  mas  detardar. 

DICE    EL    l'ADKK    SANTO. 

;  Ay  de  mi  triste,  qué  cosa  tan  fuerte ! 
A  yo,  que  tractaba  con  gran  prelacia  . 
Haber  de  pasar  agora  la  muerte, 
E  non  me  valer  lo  que  dar  solía ; 
Beneficios  é  honras  é  grand  señoría 


APÉNDICE    H.  377 


Tove  en  el  mundo,  pensando  vevir; 
Pues  de  tí ,  Muerte,  non  puedo  luir, 
Valme  Ihesucristoé  la  Virgen  María. 


HICE  LA   MUERTE. 

Non  vos  enojédes,  señor  Padre  Santo, 
De  andar  en  mi  danza ,  que  tengo  ordenada ; 
Non  vos  valdrá  el  bermejo  manto , 
De  lo  que  fecistes  hahrédes  soldada  ; 
¡Non  vos  aprovecha  echar  la  cruzada  , 
Proveer  de  obispados  nin  dar  beneficios , 
Aquí  morirédes  sin  laser  mas  bollicios. — 
Danzad,  imperante,  con  cara  apagada. 

DICK    EL    EMPERADOR. 

¿Qué  cosa  es  esta  que  atan  sin  pavor 
Me  lleva  á  su  danza  á  fuerza ,  sin  grado? 
Creo  que  es  la  Muerte,  que  non  ha  dolor 
De  home ,  que  grande  ó  cuitado, 
Non  hay  ningund  rey  nin  duque  esforzado. 
Que  della  me  pueda  agora  defender; 
Acorredtne  todos,  mas  non  puede  ser, 
Que  ya  tengo  della  todo  el  seso  turbado. 

DICE   LA   MUERTE. 

Emperador  muy  grande,  en  el  mundo  potente 
Non  vos  cuitédes  ,  ca  non  es  tiempo  tal 
Que  librar  vos  pueda  imperio  nin  gente  , 
Oro  nin  plata  ,  nin  otro  metal ; 
Aquí  perderédes  el  vuestro  cabdal , 
Que  atesorastes  con  grand  tiranía , 
Faciendo  batallas  «de  noche  y  dedia»  , 
Morid,  non  enredes. — Venga  el  Cardenal. 

HICE   E!.   CARDENAL. 

¡  Ay  Madre  de  Dios!  nunca  pensé  ver 
Tal  danza  como  esta,  á  que  me  fasen  ir; 
Querría,  si  pudiese,  la  muerte  eslorcer, 
Non  sé  dónde  vaya ,  comienzo  á  tremer ; 
Siempre  trabajé  ,  noctar  y  escrebir. 
Por  dar  beneficios  á  los  mis  criados  , 
Agora  mis  miembros  son  todos  torbados . 
Que  pierdo  la  vista  é  non  puedo  oir. 


378  HISTORIA    DE    LA    LITKRATfJRA    ESPAÑOLA. 

DICE  LA   MUERTE. 

Reverendo  padre,  bien  vos  avisé 
Que  a<|ui  habriudes  por  fuerza  á  llegar, 
En  esla  mi  danza ,  en  que  vos  faré 
Agora  ahina  un  poco  sudar; 
Pensasles  el  mundo  por  vos  Irastornar , 
Por  llegar  á  papa  é  ser  soberano, 
Mas  non  lo  serédes  aqueste  verano. — 
Vos,  rey  poderoso,  venid  á  danzar. 


DICE  EL  RE7. 

Valia ,  valia ,  los  mis  caballeros , 
Yo  non  querría  ir  á  tan  baja  danza; 
Llegad  vos  con  los  ballesteros, 
Amparadme  lodos  por  tiier/.a  de  lanza; 
Mas  ¿qué  es  aquesto  que  veo  en  balanza, 
Acortarse  mi  vida  é  perder  los  sentidos? 
El  corazón  se  me  quebra  con  grandes  gemidos, 
Adiós,  mis  vasallos ;  que  muerte  me  trauza. 

DICE  LA  MUERTE. 

¡  Ay  fuerte  tirano,  que  siempre  robastes 
Todo  vuestro  reino  ó  lenohistesel  arca! 
De  faser  justicia  muy  poco  curastes  , 
Segunt  es  notorio  por  vuestra  comarca ; 
Venit  para  mí ,  que  yo  só  monarca  , 
Que  prenderé  á  vos  é  á  otro  mal  alto  ; 
Llegad  á  la  danza  cortés  en  un  salto, 
En  pos  de  vos  venga  luego  el  Patriarca . 

DICE  EL  PATRIARCA. 

Yo  nunca  pensé  venir  á  tal  pinito, 
Nin  estar  en  danza  tan  sin  piadad , 
Ya  me  van  privando,  segunt  que  barrunto, 
De  beuelicios  é  de  dignidad. 
¡Oh  home  mesquino,  que  en  grand  ceguedad 
Andove  en  el  mundo,  non  parando  mientes , 
Cómo  la  Muerte, con  sus  duros  dientes, 
Roba  á  lodo  lióme  de  cualquier  edad! 


apéndice  a.  379 

DICE  LA  MUERTE. 


Señor  Patriarca ,  yo  nunca  robé 
En  alguna  parle  cosa  que  non  deba ; 
De  matar  á  lodos  costumbre  lo  lie, 
De  escapar  alguno  de  mi  non  se  atreva; 
Esto  vos  ganó  vuestra  madre  Eva 
Por  querer  gostar  fructa  devedada , 
Poned  en  recabdo  vuestra  cruz  dorada ; 
Sígase  con  vos  el  Duque ,  antes  que  mas  veva. 

DICE  EL  DUQUE. 

¡ Oh, qué  malas  nuevas  son  estas,  sin  falla, 
Que  agora  me  traen  :  que  vaya  á  tal  juego! 
Yo  tenia  pensado  de  laser  batalla; 
Espérame  un  poco,  Muerte,  yo  te  ruego. 
Si  non  te  detienes,  miedo  he  que  luego 
Me  prendas  ó  me  males ,  habré  de  dejar 
Todos  mis  deleites ,  ca  non  puede  estar 
Que  mi  alma  escape  de  aquel  duro  fuego. 

DICE  LA  MUE11TE. 

Duque  poderoso,  ardite  valiente, 
Non  es  ya  tiempo  de  dar  dilaciones» 
Andad  en  la  danza  con  buen  continente, 
Dejad  á  los  otros  vuestras  guarniciones; 
Jamás  non  podrédes  cebar  los  halcones, 
Ordenar  las  justas  nin  faser  torneos; 
Aquí  habrán  fin  los  vuestros  deseos.— 
Venit,  Arzobispo,  dejal  los  sermones. 

DICE  EL  ARZOBISPO. 

¡Ay Muerte  cruel!  ¿qué  te  merescí, 
O  porqué  me  llevas  tan  arrebatado? 
Viviendo  en  deleites,  nunca  te  temí, 
Fiando  en  la  vida  ,  quedé  engañado ; 
Mas  si  yo  bien  rigera  mi  arzobispado, 
De  tí  non  hobiera  tan  fuerte  temor; 
Mas  siempre  del  mundo  fui  amador. 
Bien  sé  que  el  ¡níierno  tengo  aparejado. 


380  HISTORIA    DK    LA   LITERATURA    ESPAÑOLA. 

MCE  LA  MUERTE. 

Señor  Arzobispo,  pues  tan  nial  registes 
Vuestros  subditos  é  cleresia  , 
Gostad  amargura  por  lo  que  comistes  , 
Manjares  diversos  con  grand  golosía ; 
Estar  non  podrédes  en  Santa  María 
Con  palo  romano  en  pontifical ; 
Venit  a  mi  danza,  pues  soes mortal. — 
Pase  el  Condestable  por  otra  tal  via. 

DICE  EL  CONDESTABLE. 

Yo  vi  muchas  danzas  de  lindas  doncellas, 
De  (hienas  fermosas  de  alto  linaje  . 
Mas,  segunt  me  paresce,  non  es  esta  dellas, 
Ca  el  tañedor  trae  feo  visaje  ; 
Venid  ,  camarero,  desid  á  mi  paje 
One  traiga  el  caballo,  que  quiero  fuir  : 
Que  esta  es  la  danza  que  disen  morir ; 
Si  della  escapo  tenerme  han  por  saje. 

DICE  I.A  MUERTE. 

Fuir  no  conviene  al  que  ha  de  estar  >piedo; 
Estad,  Condestable  .dejat  el  caballo, 
Andad  en  la  danza  alegre,  muy  ledo, 
Sin  faser  ruido,  ca  yo  bien  me  callo: 
Mas  verdad  vos  digo  que  al  caniar  del  gallo 
Serédes  tornado  de  otra  fisura. 
Allí  perderédes  vuestra  fermosura.— 
Venit  vos  ,  Obispo,  á  ser  mi  vasallo. 

DICE  EL  OBISPO. 

Mis  manos  apriete  de  mis  ojos  lloro, 
Porque  soy  venido  á  tanta  tristura  ; 
Yo  era  abastado  de  plata  y  de  oro. 
De  nobles  palacios  é  mucha  folgura; 
Agora  la  muerte  con  su  mano  dura 
Tráeme  en  su  danza  medrosa,  sobejo. 
Parientes,  amigos,  ponedme  consejo 
Que  pueda  salir  de  ta!  angostara. 


APÉNDICE    H.  381 


DICE  LA  MUERTE. 


Obispo  sagrado,  que  Tuestes  pastor 
De  ánimas  muchas  por  vuestro  pecado, 
Ajuicio  irédes  ante  el  Redentor, 
E  darédes  cuenta  de  vuestro  obispado; 
Siempre  anduvistes  de  gentes  cargado 
En  corte  de  rey  é  fuera  de  igreja, 
Mas  yo  gorsiré  la  vuestra  pelleja. — 
Venit ,  caballero  que  estádes  armado. 


DICE  EL  CABALLERO. 

A  mi  noa  paresce  ser  cosa  guisada 
Que  deje  mis  armas  é  vaya  á  danzar 
A  tal  danza  negra ,  de  llanto  poblada  , 
Que  contra  los  vivos  quisiste  ordenar; 
Segunt  estas  nuevas ,  conviene  dejar 
Mercedes  é  tierras  que  gané  del  Rey  ; 
Pero  á  la  fin  sin  dubda  non  sey 
Cuál  es  la  carrera  que  habré  de  llevar. 

DICE  LA  MUERTE. 

Caballero  noble,  ardite  ligero, 
Fased  buen  semblante  en  vuestra  persona, 
Non  es  aquí  tiempo  de  contar  dinero, 
Oid  mi  canción,  por  qué  modo  entona; 
Aquí  vos  faré  correr  la  atahona , 
E  después  verédes  cómo  ponen  treno 
A  los  de  la  banda  que  roban  lo  ajeno. — 
Danzad ,  abad  gordo,  con  vuestra  corona. 

DICE  EL  ARAD. 

Maguer  provechoso  só  á  los  religiosos, 
De  tal  danza,  amigos,  yo  non  me  contento; 
En  mi  celda  había  manjares  sabrosos, 
De  ir  non  curaba  comer  á  convento ; 
Darme  hédes  signado  como  non  consiento 
De  andar  en  ella,  ca  he  gran  rescelo, 
E  si  tengo  tiempo,  provoco  y  apelo; 
Mas  non  puede  ser,  que  ya  desatiento. 


382  HISTORIA   OE   LA    LITERATURA    ESPAÑOLA, 

DICE  LA  MUERTE. 

Don  Abnd  bendicto,  Colgado,  vicioso, 
Que  poco  curaste  de  vestir  celicio, 
Ahrazadme  agora ,  serédes  mi  esposo, 
Pues  que  deseastes  plaseres  é  vicio; 
Ca  yo  só  bien  presta  á  vuestro  servicio, 
Habedme  por  vuestra,  quitad  de  vos  safia , 
Que  mucho  me  piase  en  vuestra  compaña. — 
E  vos,  escudero,  venit  al  oficio. 


DICE  EL  ESCUDERO. 

Dueñas  é  doncellas,  Imbed  de  mí  duelo, 
Que  lácenme  por  fuerza  dejar  los  amores  ; 
Echóme  la  Muerte  su  sotil  anzuelo, 
Fácenme  danzar  danza  de  dolores  ; 
Non  traen  por  cierto  firmalles  nin  flores. 
Los  que  en  ella  danzan  ,  mas  grand  fealdad. 
¡Ay  de  mí  cuitado,  que  en  gran  vanidad 
Andove  en  el  mundo,  sirviendo  señores ! 

DICE  LA  MUERTE. 

Escudero  polido,  de  amor  sirviente  , 
Dejad  los  amores  de  todo  persona, 
Venid,  ved  mi  danza  é  cómo  se  a  dona , 
E  á  los  que  danzan  acompañaf édes ; 
Mirad  su  figura  ,  tal  vos  tornarédes  .  . 
Que  vuestras  amailas  non  vos  querrán  ver"; 
Habed  buen  conhorte  ,  que  así  ha  de  ser. — 
Venit  vos ,  Dean  ,  non  vos  correrédes. 

DICE  F.L  DEAN. 

¿Qu'es aquesto,  que  yo  de  mi  seso  salgo? 
Pensé  de  fuir,  é  non  fallo  carrera  , 
Grand  renta  tenia  é  buen  deanasgo, 
E  mucho  trigo  en  la  mi  panera; 
Allende  de  aquesto,  estaba  en  espera 
De  ser  proveído  de  algund  obispado; 
Agora  la  muerte  envióme  mandílelo, 
Mala  señal  veo,  pues  fasen  la  sera. 


apBxmce  i!.  383 

DICE  LA  MUERTE. 


Don  rico  avarienlo,  Dean  muy  ufano, 
flue  vuestros  dineros  trocasles  en  oro, 
A  pobres  é  á  viudas  cerrasles  la  mano, 
E  mal  despendisles  el  vuestro  tesoro; 
Non  quiero  que  eslédes  ya  mas  en  el  coro  ; 
Salid  luego  fuera  sin  otra  peresa; 
Yo  vos  mostraré  venir  á  pobresa. — 
Venit,  merendero,  á  la  danza  del  lloro. 


!)íf.fí  El.  MERCADERO. 

¿A  quién  dejaré  todas  mis  riquezas 
E  mercadurías,  que  traigo  en  la  mar? 
Con  muchos  traspasos  é  mas  sotilezas 
Gané  lo  que  tengo  en  cada  lugar. 
Agora  la  muerte  vínome  llamar; 
¿Qué  será  de  mi?  Non  sé  qué  me  faga. 
Olí  muerte,  tu  sierra  á  mí  es  grand  plaga  ; 
Adiós,  mercaderos,  que  voyme  á  finar. 

DICE  LA  MGERTE. 

De  hoy  mas  non  curédes  de  pisar  en  Flándes ; 
Estad  aquí  quedo,  é  irédes  á  ver 
La  tienda  que  traigo  de  bubas  y  landres, 
De  gracia  las  dó,  non  las  quiero  vender; 
Una  sola  dellas  vos  fará  caer 
De  palmas  en  tierra  en  mi  botica, 
E  en  ella  entrarédes  maguer  sea  chica.— 
E  vos,  Arcediano,  venid  al  tañer. 

DICE  EL  ARCEMANO. 

¡Oh  mundo  vil,  malo  é  fallescedcro, 
Cómo  me  engañaste  con  tu  promisión  ! 
Prometisteme  vida ,  de  tí  non  la  espero; 
Siempre  mentiste  en  toda  sason. 
Faga  quien  quisiere  la  vesitacion 
De  mi  arcedianasgo,  por  que  trabajé. 
Ay  de  mi,  cuitado,  grand  cargo  tomé; 
Agora  lo  siento,  que  fasta  aquí  non. 


384  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

MCE  I.A  MUERTE. 

Arcediano  amigo,  quitad  el  bonete, 
Veuil  á  la  danza  suave  é  honesto, 
Ca  quien  en  el  mundo  sus  amores  mete, 
Él  mesmo  le  fase  venir  á  todo  esto; 
Vuestra  dignidad,  segiinl  dice  el  texto. 
Es  cura  d'ánimas  é  darédes  cuenta ; 
Si  mal  las  registes,  haluvdesafruenta. — 
Danzad,  Ahogado,  dejad  el  Digesto. 

DICE  II.  ABOGADO. 

¿Que  fue  lior;i .  mesquino,  de  cuanto  aprendí, 
De  mi  saber  lodoé  mi  liberar? 
Cuando  estar  pensé ,  entonce  caí , 
Cegóme  la  muerte,  non  puedo  estudiar ; 
Kescelo  lie  grande  de  ir  al  lugar 
Do  non  me  valdrá  libelo  nin  fuero: 
Peor  es,  amigos,  que  sin  lengua  muero, 
Abarcóme  la  muerte,  ¡ion  puedo  fablar. 

MCE   I.A  MUERTE. 

Don  falso  Abogado,  prevalicador, 
Que  de  amas  las  partes  levaste  salario, 
Véngase  vos  miente  cómo  sin  lemor 
Volvistes  la  foja  por  otro  contrario  ; 
El  Chino  é  el  Bartolo  é  el  Coletario 
Non  vos  librarán  de  mi  poder  mero; 
Aquí  pagarédes,  como  buen  romero.— 
E  vos,  Canónigo,  dejad  el  Breviario. 

HICE  EL  CA.XÓ.MGO. 

Vete  agora ,  Muerte  ,  non  quiero  ir  contigo  ; 
Déjame  ir  al  coro,  ganar  la  ración , 
Non  quiero  tu  danza  nin  ser  tu  amigo, 
En  folgura  vivo,  non  he  turbación ; 
Aun  este  otro  día  hobe  provision 
Desta  calongía,  que  me  dio  el  prelado, 
Desto  que  tengo  soy  bien  pagado, 
Vaya  quien  quisiere  á  tu  vocación. 


APÉNDICE    II.  385 

DICE  LA  MUERTE. 

Canónigo  amigo,  non  es  el  camino 
Ese  que  pensádes;  dad  acá  la  mano, 
El  sobrcpelís  delgado  de  lino 
Quitadlo  de  vos,  é  irés  mas  liviano ; 
Danos  lie  un  consejo  que  vos  será  sano: 
Tornadvosá  Dios  éfased  penitencia, 
Ca  sobre  vos  cierto  es  dada  sentencia.—* 
Llegad  acá,  Físico,  que  esláües  ufano. 

DICE  EL  FÍSICO. 

Mintióme  sin  dubda  el  fin  l  de  Avicena, 
Que  me  prometió  muy  luengo  vevir, 
Rigiéndome  bien  á  yantar  é  cena , 
Dejando  el  beber  después  del  dormir; 
Con  esta  experiencia  pensé  conquerir 
Dineros  é  plata ,  enfermos  curando, 
Mas  agora  veo  que  me  va  llevando 
La  muerte  consigo ;  conviene  sufrir. 

DICE  LA  MUERTE. 

Pensastes  vos,  Físico,  que  por  Galeno 
O  don  Hipocrás,  con  sus  iiilbrismos, 
Seriades  librado  de  comer  del  tono2, 
Que  otros  gastaron  de  mas  sologisniOS; 
Non  vos  valdrá  laser  gargarismos , 
Componer  jaropes  nin  tener  diecta; 
Non  sé  si  lo  oisles,  yo  só  la  que  aprieta. — 
Venidos  vos,  don  Cura,  dejad  los  bautismos. 

DICE  EL  CORA. 

Non  quiero  excepciones  ni  conjugaciones, 
Con  mis  perroquianos  quiero  yo  Colgar, 
Ellos  me  dan  pollos  é  lecliones, 
E  muchas  obladas  con  el  pié  de  altar ; 
Locura  seria  mis  diesmos  dejar, 
E  ir  á  tu  danza,  de  que  non  sé  parle; 

i  Lo  mismo  que  «el  fino  de». 

2  7/»,  que  se  pronuncia  ten,  es  voz  arábiga,  que  vale  tanto  como  lodo,  barro.  También 
se  llamaba  ten  cierta  tierra  arcillosa  como  la  de  los  búcaros,  de  que  se  hacia  hastaule 
uso  en  medicina  durante  la  edad  media,  y  abunda  mucho  cu  el  distrito  de  Toledo, 

Tou.  ív.  25 


386  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Pero  á  la  fin  no  sé  por  cuál  arte 
Desta  tu  danza  pudiese  escapar. 

DICE  LA  MUERTE. 

Ya  non  es  tiempo  de  yaser  al  sol 
Con  los  perroquianos ,  bebiendo  del  vino  ; 
Yo  vos  mostraré  un  re  mi  fa  sol 
Que  agora  compuse  de  canto  muy  fino; 
Tal  como  á  vos  quiero  haber  por  vecino, 
Que  muchas  ánimas  tovistes  en  gremio ; 
Segunt  las  registes  habrédes  el  premio. — 
Dance  el  labrador  que  viene  del  molino. 

DICE  ELLAURADOR. 

¿Cómo  conviene  danzar  al  villano 
Que  nunca  la  mano  sacó  de  la  reja? 
Busca,  si  te  place,  quien  dance  liviano, 
Déjame,  Muerte,  con  otro  trebeja ; 
Ca  yo  como  tocino,  é  á  veces  oveja, 
Ees  mi  oficio  trabajo  é  afán  , 
Arando  las  tierras  para  sembrar  pan  ; 
Por  ende  non  curo  de  oir  tu  conseja. 

DICE  LA  MUERTE. 

*"  Si  vuestro  trabajo  fué  siempre  sin  arte, 

Non  fasiemlo  furto  en  la  tierra  ajena, 

En  la  gloria  eternal  habrédes  grand  parte  , 

E  por  el  contrario,  sufrirédes  pena ; 

Pero,  con  todo  eso,  exponed  la  melena, 

AHegadvos  á  mi ,  yo  vos  buiré  3, 

Lo  que  á  otros  fice  á  vos  lo  faré.— 

E  vos,  monje  negro,  tomad  buen  estrena. 

DICE  EL  MONJE. 

Loor  é  alabanza  sea  por  siempre 
Al  alto  Señor,  que  con  piadad  me  lieva 
A  su  santo  reino,  adonde  contemple 
Por  siempre  jamás  la  su  majestad  ; 
De  cárcel  escura  vengo  á  claridad  , 
Donde  lmbré  alearía  sin  otra  tristura ; 
Por  poco  trabajo  habré  grand  folgura. — 
Muerte,  non  me  espanto  de  tu  fealdad. 

s  Buir  es  aguzar  o  hacer  puntu. 


APÉNDICE    H.  387 


MCE  LA  MOEÜTB. 

Si  la  regla  santa  del  monje  bendicto 
Guardastes  del  modo,  sin  otro  deseo, 
Sin  dubda  tened  que  soes  escripto 
En  libro  de  vida ,  segunt  que  yo  creo ; 
Pero  si  fesistes  lo  que  faser  veo 
A  otros  que  andan  fuera  de  la  regla, 
Vida  vos  darán  que  sea  mas  negra. — 
Danzad,  usurero ;  dejad  el  correo. 

DICB   EL    USURERO. 

Non  quiero  tu  danza  nin  tu  canto  negro, 
Mas  quiero ,  prestando,  doblar  mi  moneda; 
Con  pocos  dineros  que  m'dió  mi  suegro, 
Otras  obras  fago,  que  non  uso  Beda ; 
Cada  año  los  doblo,  demás  está  queda 
La  prenda  en  mi  cesa,  que  está  por  el  lodo, 
Allego  riquezas  y  arriendo  de  cobdo; 
Por  ende  tu  danza  á  mí  non  es  leda. 


DICE    LA    MUERTE. 

Traidor  usurario,  de  mala  conciencia , 
Agora  verédes  lo  que  faser  suelo; 
En  fuego  infernal ,  sin  mas  detenencia , 
Porné  la  vuestra  alma  cubierta  de  duelo  ;  ■ 
Allá  eslarédes  do  está  vuestro  abuelo, 
Que  quiso  usar  según  vos  usasles; 
Por  poca  ganancia  mal  siglo  ganastas. — 
E  vos ,  fraire  menor,  venid  á  señuelo. 

DICE   EL   FRAIRE. 

Danzar  non  conviene  á  maestro  famoso, 
Segunt  que  yo  só  en  la  religion  , 
Maguer  mendigante,  vivo  vicioso, 
E  muchos  desean  oir  mi  sermon ; 
Decídesine  agora  que  vaya  á  tal  son , 
Danzar  non  querria,  si  me  das  lugar; 
¡Ay  de  mi  cuitado!  que  habré  á  dejar 
Las  honras  é  grado ,  que  quiera  ó  que  non. 


338  HISTORIA   DE   LA   LITERATURA   ESPAÑOLA. 

DICE  LA.   MUERTE. 

Maestro  famoso ,  solil  é  capaz , 
Que  en  todas  arles  Cuestes  sabidor, 
Non  vos  acuitédes  ,  limpiad  vuestra  faz, 
Que  á  pasar  habrédes  por  este  dolor; 
Yo  vos  lavaré  ante  un  sabidor, 
Que  sabe  las  arles  sin  ningunt  defecto, 
Sahrédes  leer  por  otro  decreplo. — 
Portero  de  oíaza,  venid  al  tenor. 


DICE   EL   PORTERO. 

¡  Ay  del  Rey  varones ,  acorredme  agora , 
Llévame  sin  grado  esta  muerte  brava  ; 
Non  me  guardé  della ,  tomóme  a  deshora ; 
A  puerta  del  Rey  aguardando  estaba; 
Hoy  en  este  día  al  Conde  esperaba 
Que  me  diese  algo  porque  le  di  la  puerta; 
Guarde  quien  quisiere  ó  finqúese  abierta, 
Que  ya  la  mi  guarda  uo  vale  una  faba. 

DICE   LA  MUERTE. 

Dejad  esas  voses,  llegad  vos  corriendo, 
Que  non  es  ya  tiempo  de  estar  en  h  vela, 
Las  vuestras  baratas  yo  bien  las  entiendo, 
E  vuestra  cobdicia  porqué  modo  suena , 
Cerrádes  la  puerta ,  demás  cuando  biela, 
Al  borne  mezquino  que  vien  á  librar; 
Lo  que  del  levastes  habrés  á  pagar. — 
E  vos,  ermitaño,  salid  de  la  celda. 

DICE  EL   ERMITAÑO. 

La  muerte  recelo ,  maguer  que  só  viejo; 
Señor  Jesueríslo,  á  tí  me  encomiendo, 
De  los  que  te  sirven  tíi  eres  espejo; 
Pues  yo  te  serví ,  la  tu  gloria  atiendo; 
Sabes  que  sufrí  laseria  viviendo 
En  este  desierto,  en  contemplación, 
De  noche  é  de  día  faciendo  oración, 
E  por  mas  absliuencia  las  yerbas  comiendo. 


APÉNDICE   H.  389 


DICE  LA  MUERTE. 

Fases  grand  cordura,  llamar  te  ha  el  Señor, 
Que  con  diligencia  pugnasles  servir; 
Si  le  servisles,  habrédes  honor 
En  su  sanio  reino,  do  babés  á  venir, 
Pero  con  todo  esto,  habrédes  á  ir 
A  esta  mi  danza  con  vuestra  barbaza; 
De  matar  á  todos  aquesta  es  mi  caza.— 
Danzad,  Contador,  después  de  dormir. 

DICE  EL  CONTADOR. 

¡Quién  podria  pensar  que  tan  sin  disanto 
Había  á  dejar  mi  contaduría, 
Llegué  á  la  muerte  é  vi  desbarato 
Que  facia  en  los  homes  con  grand  osadía; 
Allí  perderé  toda  mi  valía, 
Haberes  y  joyas  y  mi  grand  poder, 
Fasa  libramientos  de  hoy  mas  quien  quisier, 
Ca  cercan  dolores  el  ánima  mía. 


DICE    LA  MUERTE. 

Contador  amigo,  asi  bien  vos  catádes, 
Como  por  favor,  é  á  veces  por  don , 
Libraste?  hs  cuentas,  razón  es  que  hayádes 
Dolor  é  quebranto  nor  tal  ocasión; 
Cuento  de  alguarismo  nin  su  division 
Non  vo  terna. i  pro,  é  irédes  conmigo; 
Andad  acá  luego,  asi  vo  lo  digo. — 
E  vos,  Diácono,  venid  á  lección. 

DICE  EL  DIÁCONO. 

Non  veo  que  tienes  gesto  de  lector, 
Tú  que  me  convidas  que  vaya  á  leer, 
Non  vi  en  Salamanca  maestro  nin  doctor 
Que  tal  gesto  tenga  nin  tal  parescer; 
Bien  sé  que  con  arle  me  quieres  facer 
Que  vaya  á  tu  danza  para  me  malar; 
Si  esto  así  es,  venga  administrar 
Otro  por  mí ,  que  yo  vóme  á  caer. 


390  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 


DICE    LA    MUERTE. 


Maravillóme  mucho  de  vos,  Diacon, 
Pues  que  bien  sabédes  que  es  mi  doctrina 
Malar  á  todos  por  justa  razón, 
E  vos  esquivádes  oír  mi  bocina; 
Yo  vos  vestiré  almática  fina , 
Labrada  de  pino,  en  que  miuistrédes; 
Fasta  que  vos  llamen  en  ella  irédes. — 
Venga  el  que  recabda,  é  dance  ahina. 

DIOE    F.L    RECABDADOB. 

Asaz  he  que  faga  en  recabdar 
Lo  que  por  el  Rey  me  fué  encomendado; 
Por  ende  non  puedo  nin  debo  danzar 
En  esta  tu  danza,  que  non  he  acostumbrado; 
Quiero  ir  agora  apriesa  priado, 
Por  unos  dineros  que  me  han  prometido, 
Ca  he  esperado  é  el  plazo  es  venido; 
Mas  veo  el  camino  del  todo  cerrado. 


DICE  LA    MUERTE. 

Andad  acá  luego,  sin  mas  detardar, 
Pagad  los  cohechos  que  habédes  levado, 
Pues  que  vuestra  vida  fué  en  trabajar 
Cómo  robaríedes  al  home  cuitado; 
Dar  vos  he  un  poyo  en  que  estéis  asentado 
E  fagádes  las  rentas ,  que  tenga  dos  pasos; 
Allí  darés  cuenta  de  vuestros  traspasos.— 
Venid ,  Subdiácouo,  alegre  é  pagado. 

DICE  EL  SUUDIÁCOXO. 

Non  he  menester  de  ir  á  trocar, 
Como  fasen  esos  que  traes  á  tu  mando, 
Antes  de  Evangelio  me  quiero  tornar 
Estas  cuatro  témporas  que  se  van  liegando; 
En  lugar  de  tanto,  veo  que  llorando 
Andan  todos  esos,  non  fallan  abrigo; 
Non  quiero  tu  danza ,  así  te  lo  digo , 
Mas  quiero  pasar  el  salterio  rezando. 


APÉNDICE    H.  391 

DICE  LA  MUERTE. 

Mucho  es  supérfluo  el  vuestro  alegar, 
Por  ende  dejad  aquesos  sermones; 
Non  tenes  maña  de  andar  á  danzar, 
Nin  comer  obladas  cerca  los  tisones; 
Non  iiédes  mas  en  las  procisiones, 
Do  dábades  voces  muy  altas  en  grito, 
Como  por  enero  facia  el  cabrito. — 
Venid,  sacristan,  dejad  las  razones. 

DICE   EL    SACRISTAN. 

Muerte ,  yo  te  ruego  que  hayas  piadad 
De  mí,  que  só  mozo  de  pocos  dias, 
Non  conocí  á  Dios,  con  mi  mocedad, 
Nin  quise  tomar  nin  seguir  sus  vias; 
Fia  de  mí ,  amiga,  como  de  otros  fias, 
Porque  satisfaga  del  muí  que  he  fecho; 
A  tí  non  se  pierde  jamás  tu  derecho, 
Ca  yo  iré,  si  tú  por  mí  euvias. 

DICE  LA   MUERTE. 

Don  Sacristanejo,  de  mala  picana, 
Ya  non  tenes  tiempo  de  saltar  paredes 
Nin  de  andar  de  noche  con  los  de  la  caña , 
Faciendo  las  obras  que  ves  bien  sabédes ; 
And  ir  á  rondar  vos  ya  non  podrédes, 
Nin  presentar  joyas  á  vuestra  señora, 
Si  bien  vos  quiere  quinte  vos  agora. — 
Venid  vos,  Habí;  acá  meldarédes  ■». 

DICE  EL  RABÍ. 

Helohim  é  Dios  de  Abraham , 
Que  prometiste  la  redempcion, 
Non  sé  qué  me  faga  con  tan  granel  afán, 
Mándanme  que  dance  é  non  entiendo  el  son; 
Non  ha  home  en  el  mundo  de  cuantos  y  son, 
Que  pueda  luir  de  su  mandamiento; 
Veladme,  dayanesy,  que  mi  entendimiento 
Se  pierde  del  todo  con  grand  aflicción. 

*  Meldarédes  dice  el  códice,  verbo  cuyo  significado  nos  c's  desconocido;  quizá  debió 
decir  mcldirédes,  contracción  de  me  lo  duales. 
6  Vayan  es  voz  hebraica,  que  vale  tanto  como  jues,  en  materias  de  religion. 


392  HISTORIA   DE   LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 


DICE  LA  MUERTE. 

Don  Rabí  barbudo,  que  siempre  esludiastes 
En  el  Talmud  é  en  los  doctores , 
E  de  la  verdad  jamás  non  curastes, 
Por  lo  cual  habédes  penas  é  dolores, 
Llegad  vos  acá  con  los  danzadores, 
Ed ¡redes  por  canto  vuestra  verana6; 
Danos  han  posada  con  rabí  Azá. — 
Venid,  Alfaqui,  dejad  los  sabores. 

DICE   El.   ALFAQTJÍ. 

Sí  Alláh  me  vala ,  es  fuerte  cosa 
Esto  que  me  mandas  agora  facer. 
Yo  tengo  mujer  discreta  graciosa  , 
De  que  he  gasajado  ó  a«as  placer; 
Todo  cuanto  tengo  quiero  perder, 
Déjame  con  ella  solamente  estar, 
De  que  fuere  viejo  mándame  levar, 
E  á  ella  conmigo ,  e i  á  ti  ploguiere. 

DICE  LA  MUERTE. 

Venid  vos  ,  amigo ,  dejad  el  zalá  7, 
Ca  el  gameño  pedricarédes 

A  los  veinte  é  siete:  vuestro  capellá , 
Nin  vuestra  camisa  non  la-veslirédes 
En  Meca  nin  en  Layda ,  y  non  estarédes 
Comiendo  buñuelos  en  alegría; 
Busque  otro  alfaqui  vuestra  morería  — 
Pasad  vos,  santero;  veré  qué  dirédes. 

DICE  EL  SANTERO. 

Por  cierto,  mas  quiero  en  mi  ermita  vevir 
Que  non  ir  allá  do  tú  me  dices; 
Tengo  buena  vida  ,  aunque  ando  ó  pedir, 
E  como  á  las  veces  pollos  v  perdices; 
Sé  lomar  al  tiempo  bien  las  codornises 
E  tengo  en  mi  huerto  asaz  de  repollos; 
\  ele.  que  non  quiero  tu  gato  con  pollos, 
A  Dios  me  encomiendo  y  á  señor  San  Ueliscs. 

C  Lo  mi«mo  que  bendición,  do  baracá. 
'  Lo  mismo  que  azala  ú  orador. 


APÉNDICE    H.  393 

DICE  LA   MUERTE. 

Non  yos  vale  nada  vuestro  recelar; 
Andad  acá  luego  vos,  don  Taleguero, 
Que  non  quisisles  la  ermita  adobar, 
Fesistes  alcuza  de  vuestro  garguero; 
Non  vesitarédes  la  bola  de  cuero 
Con  que  a  menudo  solíades  beber, 
Zurrón  nin  talega  non  podrédes  traer  , 
Nin  pedir  gallofas,  como  de  primero. 

LO  QUE   DICE   LA   MUERTE  Á  LOS  QUE  KON  NOMBRO. 

A  todos  los  que  aquí  no  lie  nombrado, 
De  cualquier  ley  é  estado  ó  condición , 
Les  mando  que  vengan  muy  tosté  priado, 
A  entrar  en  mi  danza  sin  excusación ; 
Non  recibiré  jamás  excepción , 
Nin  otro  libelo  nin  declina! oria , 
Los  que  bien  Asieron  habrán  siempre  gloria , 
Los  que  contrario,  habrán  dapnacioo. 

DICEN   LOS  QUE   HAN  DE  PASAR  POR   LA   MUERTE. 

Pues  que  así  es  que  á  morir  habernos 
De  necesidad  ,  sin  otro  remedio, 
Con  pura  conciencia  todos  trabajemos 
En  servir  á  Dins  sin  otro  comedio; 
Ca  él  es  principe,  fin  é  el  medio 
Por  do,  si  le  place,  habremos folgura, 
Aunque  la  muerte  con  danza  muy  dura 
Nos  meta  en  su  corro  en  cualquier  comedio. 


Este  poema  y  los  dos  anteriores  de  José  el  Patriarca  y  el  Rab- 
bi Santob,  particularmente  este  último,  contienen  bastantes 
errores,  causados  por  la  habitual  torpeza  é  ignorancia  de  an- 
tiguos copiantes.  Algunos  de  ellos  se  reconocen  á  primera  vista, 
y  pudieran  fácilmente  haberse  remediado ;  pero  me  ha  parecido 
que  no  era  propio  de  un  extranjero  el  engolfarse  en  un  asunto 
puramente  nacional  y  filológico.  He  debido,  pues,  limitarme  á 


394  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA." 

reproducir  dichos  poemas  de  la  manera  que  hoy  se  encuentran, 
y  con  la  puntuación  que  me  ha  parecido  mas  conveniente  para 
su  inteligencia,  dejando  á  los  literatos  españoles  el  cuidado  de 
ilustrarlos  y  corregirlos.  A  ellos,  y  al  acendrado  patriotismo  de 
que  siempre  han  dado  pruebas  muy  marcadas,  encomiendo  la 
agradable  tarea  de  publicar  de  nuevo,  así  los  trozos  poéticos  con- 
tenidos en  este  apéndice,  como  también  la  Crónica  rimada,  de 
Fernán  Gonzalez;  el  Rimado  de  Palacio,  del  gran  canciller  Pero 
Lopez  de  Avala ;  el  Aviso  par  a  cnerdos,  de  Diego  Lopez  de  Haro; 
las  poesías  de  Juan  Alvarez  Gato,  y  tantos  otros  monumentos  de 
la  antigua  literatura  como  he  citado  en  varios  lugares  de  esta 
historia;  puesto  que,  hallándose  comunmente,  como  el  poema  de 
José  el  Patriarca ,  en  solo  un  ejemplar,  y  rara  vez  en  mas  de 
dos  ó  tres,  están,  por  consiguiente,  expuestos  álos  muchos  pe- 
ligros que  generalmente  corre  este  género  de  monumentos,  y 
pueden  ser  irremisiblemente  perdidos  para  las  letras. 


NOTAS 


ADICIONES  DE  LOS  TRADUCTORES. 


NOTAS  Y  ADICIONES. 


Capítulo  i,  p.  18. — Moracs  se  había  ya  ensayado  con  un 
poema  heroico  en  alabanza  de  los  Sousas,  que  imprimió  en 
Córdoba  (4696 , 4.°)  con  el  título  de  Panegyrico  historial  genea- 
lógico de  la  familia  de  Sonsa ;  consta  de  88  octavas  reales,  en 
que  el  autor  refiere  las  hazañas  de  aquella  antiquísima  familia. 

Cap.  i,  p.  19. — Don  Pedro  de  Peralta,  Barnuevo,  Rocha  y 
Bcnavidcs,  doctor  en  ambos  derechos,  catedrático  de  prima  de 
matemáticas  en  la  universidad  de  Lima,  y  contador  de  cuentas 
y  particiones  de  su  audiencia,  escribió  una  Historia  de  España 
vindicada,  que  se  imprimió  en  Lima  (1750,  fól. )  por  solicitud  y 
á  costa  de  D.  Ángel  Ventura  Calderón,  á  quien  se  la  había  dedi- 
cado. Es  un  tomo  bastante  abultado,  en  que  el  autor  hace  la  des- 
cripción de  España,  población,  lengua  y  reyes  primitivos,  de- 
fiende la  venida  y  predicación  del  apóstol  Santiago ,  la  aparición 
de  Ntra.  Sra.  del  Pilar  de  Zaragoza ,  vindica  la  primitiva  historia 
eclesiástica ,  y  discute  largamente  de  sus  mártires ,  todo  con  mas 
erudición  que  crítica  y  de  un  modo  que  revela  á  las  claras  el  es- 
píritu dominante  de  su  época.  En  un  segundo  tomo,  que  no  llegó 
á  imprimirse ,  prosigue,  ó  mas  bien  empieza,  la  historia  de  Es- 
paña. 

Al  mismo  asunto  hay  otro  poema  épico  ,  compuesto  por  el 
P.Rodrigo  de  Valdés,  jesuíta,  que  se  imprimió  en  1687  con  el 
siguiente  título  :  Poema  heroico  hispaiio-latino-panegírico  de  la 
fundación  y  grandezas  de  la  ciudad  de  Lima;  Madrid,  por  Anto- 


398  HISTORIA   DE   LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

nio  Roman,  4.° ;  no  tiene  mas  de  notable  que  el  estar  escrito  en 
latin  y  castellano  á  un  tiempo ,  y  de  manera  á  poderse  leer  en 
cualquiera  de  los  dos  idiomas ;  esfuerzo  raro  de  ingenio,  de  que 
hay  algunos  ejemplos  en  nuestra  literatura ,  y  cuando  no  para 
otra  cosa,  sirve  para  probar  la  gran  semejanza  entre  ambos  idio- 
mas. 

Cap.  i,  p.  19,  nota. — El  poema  de  Butrón,  mencionado  en  esta 
nota  del  autor,  se  intitula :  Harmónica  vida  de  Santa  Teresa  de 
Jesús,  fundadora  de  la  reforma  de  Carmelitas  Descalzos  y  Des- 
calzas, por  el  P.  Josef  Butrón  y  Muxica;  Madrid,  por  Fran- 
cisco del  Hierro,  4722,  4.°  Es  de  lo  mas  disparatado  y  extra- 
vagante que  se  ha  escrito  en  dicho  género.  El  de  Lara  se  anun- 
ció con  el  pomposo  título  de  El  Sol  Máximo  de  la  Iglesia,  San 
Jerónimo,  Poema  heróyco  en  octavas  ritmas,  su  autor  el  Padre 
Maestro  Fr.  Francisco  de  Lara;  Sevilla,  por  Francisco  Sanchez 
Reciente,  1726,  4.° 

Cap.  ii,  p.  2G. — Durante  todo  el  tiempo  que  duró  la  guerra 
de  Sucesión,  la  poesía  popular  tomó,  como  era  natural,  un 
giro  político ,  escribiéndose  por  poetas  anónimos  infinidad  de 
versos  en  que ,  con  la  vena  satírica  propia  del  pueblo  ,  se  ponia 
en  ridículo  a  Guido-Staremberg ,  al  general  Stanhop,  marqués 
de  las  Minas  y  otros  caudillos  del  ejército  aliado.  Fieles  siempre 
á  la  tradición ,  y  los  últimos  en  abrazar  reformas  literarias  de 
gusto  extranjero,  los  que  tales  composiciones  escribían  para  el 
pueblo  seguían  en  todo  su  inspiración  poética ;  de  manera  que 
algunas  de  ellas,  aunque  escritas  por  los  años  de  1717-21  ^le- 
van el  sello  propio  de  la  poesía  popular  del  siglo  anterior.  Cita- 
remos como  prueba  lostitulos  de  algunas  de  estas  composicio- 
nes las  mas  notables,  como  son  la  zarzuela  intitulada  La  vida  es 
sueño  y  Lo  que  son  juicios  del  cielo,  y  la  de  Hacer  cuenta  sin  la 
huéspeda;  la  comedia  de  El  sueño  del  perro,  el  entremés  de  I.os 
valientes  de  la  Ampa  y  Fanfarrón  de  la  Europa,  la  loa  de  A  ?nas 
tinieblas  mas  luces,  Al  llanto  mas  alegría,  lascarías  de  Magda- 
lena la  loca  y  María  la  tonta,  los  Donayres  de  Perico  y  Marica, 
el  papel  intitulado  Entre  bobos  anda  el  juego,  y  otros  muchos, 
que  aunque  impresos  en  forma  popular,  y  por  consiguiente, 
sueltos,  se  encuentran  en  colecciones  de  papeles  varios  de  aque- 
lla época.  Algunos  de  los  mas  chistosos  y  de  los  que  mas  se  acer- 


ADICIONES    Y    NOTAS.  39ü 

can  á  la  poesía  vulgar  del  siglo  anterior  reconocen  por  autor  á 
un  ingenio  de  esta  corte  llamado  Francisco  de  Castro,  á  quien 
no  cita  Baena  entre  los  hijos  de  Madrid. 

Cap.  u,  p.  35.  —  Lamentable  era  por  este  tiempo  el  estado 
de  los  estudios  en  nuestras  universidades,  como  lo  prueba  Don 
Francisco  Perez  Bayer  en  dos  informes  suyos  muy  extensos  é 
importantes,  redactados  de  orden  de  Carlos  III,  y  que  permane- 
cen aun  inéditos.  Es  el  uno  de  ellos  el  intitulado :  Por  la  libertad- 
de  la  literatura  española.  Memorial  al  Rey  Nuestro  Señor  Don 
Carlos  ///(1769 ,  en  dos  tomos  en  folio) ;  en  el  que  su  autor  hace 
ver  cómo  los  colegios  mayores  de  las  universidades  de  Alcalá, 
Valladolid  y  Salamanca ,  que  en  otro  tiempo  habian  dado  varo- 
nes eminentes  á  la  Iglesia  y  al  Estado ,  gloria  á  los  tribunales, 
fomento  y  prosperidad  á  la  monarquía ,  eran  á  la  sazón ,  por  la 
inobservancia  de  sus  mismos  estatutos,  é  introducción  de  otros, 
contrarios  al  espíritu  de  sus  fundadores,  causa  de  la  decadencia 
y  exterminio  de  las  mismas  universidades,  del  general  desaliento 
de  la  juventud  española ,  y  el  único  embarazo  y  obstáculo  para 
la  reforma. 

En  el  segundo,  que  consta  de  tres  partes,  y  se  escribió  en  el 
año  de  4778,  Bayer  describe  menudamente  los  progresos  de  la 
reforma  comenzada  en  1771,  y  que  se  llevó  por  fin  á  cabo,  no 
sin  mucha  resistencia  por  parte  de  los  colegios,  en  20  de  enero 
de  1778.  Uno  y  otro  obran  originales  en  nuestro  poder,  y  con- 
tienen noticias  literarias  de  mucha  importancia. 

Cap.  ni,  p.  44. — El  fomo  m  de  la  obra  de  Fr.  Nicolás  de 
J-esus  Belando ,  que  comprende  la  cuarta  parte  tie  la  Historia 
civil  de  España,  desde  el  año  1713  aide  1752,  se  mandó  reco- 
ger por  la  autoridad ,  siendo  hoy  dia  excesivamente  raro.  Para 
obviar  á  este  inconveniente,  el  célebre  jurisconsulto  D.  Melchor 
Macanaz  escribió  un  compendio  de  lo  contenido  en  dicho  tomo, 
que ,  aunque  no  llegó  á  imprimirse,  circula  entre  los  curiosos,  y 
se  halla  frecuentemente  llenando  el  lugar  de  tercero  en  ejem- 
plares de  aquella  obra. 

Cap.  ni,  p.  47. — Tenemos  á  la  vista  las  actas  originales  de 
las  sesiones  de  esta  academia,  celebradas  en  casa  y  bajo  la  pre- 
sidencia de  la  condesa  de  Lémus,  marquesa  de  Sarria,  D.*  Jo- 
sefa de  Zúñiga  y  Castro,  con  las  poesías  que  en  ellas  se  leyeron, 


400  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

firmadas  de  sus  respectivos  autores.  Componían  la  academia 
Luzan,  Nasarre,  Montiano,  Velazquez,  Porcel,  y  otros,  como  se 
puede  ver  en  una  nota  á  la  edición  de  la  Poética  de  Luzan  que  se 
hizo  en  Madrid  en  1789  (p.  xix).  Duraron  sus  sesiones,  que  eran 
mensuales ,  desde  el  o  de  enero  de  1749  hasta  el  lo  de  setiemhre 
de  1751.  Leyeron  poesías  el  Peregrino  (D.  Ignacio  Luzan),  el 
Aventurero  (D.  José  Porcel),  autor  de  las  Églogas  venatorias  ci- 
tadas por  Quintana.  Este  escribió  para  la  academia  un  graciosí- 
simo papel  en  prosa,  intitulado  Juicio  lunático,  censurando  las 
obras  de  sus  co-académicos  y  sus  mismas  Églogas.  De  dicho  pa- 
pel resulta  que  en  la  academia  del  Trípode  de  Granada  era 
conocido  con  el  nombre  del  Caballero  de  los  Jabalíes.  Era  secre- 
tario de  la  Academia,  con  el  seudónimo  de  El  Humilde ,  Don 
Agustín  Montiano  y  Luyando,  de  quien  hay  varias  poesías  iné- 
ditas, así  como  del  Marítimo  (D.  Luis  José  Velazquez),  del  Di- 
fícil, conde  de  Torrepalma;  el  Justo  desconfiado,  que  parece 
ser  el  abarquer  de  Moutellano;  y  otros,  como  el  Sátiro,  el 
Amusso,  el  ícaro,  el  Incógnito,  el  Remiso  y  el  Zángano,  cuyos 
verdaderos  nombres  no  hemos  podido  aun  hallar.  Del  último  de 
ellos  hay  un  saladísimo  vejamen  en  verso. 

Cap.  ni,  p.  48. — De  D.  Diego  José  Velazquez ,  marqués  de 
Valdeflores,  hemos  visto  varios  trabajos  literarios  é  históricos, 
que  no  han  visto  la  luz  pública,  y  tenemos  á  la  vista  un  tomo 
de  cartas  autógrafas  escritas  por  el  á  su  grande  amigo  D.  Agus- 
tín de  Montiano  y  Luyando ,  secretario  de  la  Real  Academia  de 
la  Historia ,  durante  el  tiempo  que ,  por  encargo  del  Gobierno, 
recorrió  nuaefcras  provincias ,  buscando  documentos  para  una 
historia  de  España,  según  el  método  y  plan  por  él  concebido.  Véa- 
se su  Viaje  de  España,  Madrid,  1740.  Fué  Velazquez  erudito  y  la- 
borioso en  extremo,  como  lo  manifiesta  su  colección  de  papeles 
y  apuntes,  conservada  en  la  Academia ;  hombre  de  chispa  y  de 
no  vulgar  ingenio ,  de  humor  algún  tanto  satírico,  y  bastante  pa- 
gado de  su  propia  persona  y  merecimientos.  Adicto  á  la  escue- 
la francesa,  contribuyó  poderosamente,  con  Luzan,  Mayans, 
Nasarre  y  otros,  á  lo  que  ellos  llamaban  el  «renacimiento  del 
clasicismo  en  la  literatura  castellana  ¡>.  En  la  correspondencia 
á  que  aludimos  rara  vez  alaba,  y  casi  siempre  zahiere,  á  los  que 
al  mismo  tiempo  que  él  cultivaban  las  letras ;  verdad  es  que  su 


ADICIONAS    Tí    NO>TAS.  401 

carácter,  algún  tanto  adusto  y  fuerte,  debió  agriarse  en  fuerza  de 
la  injusta  persecución  de  que  fué  víctima,  habiendo  estado  mu- 
chos años  preso  de  resultas  del  ruidoso  motin  de  Esquiladle. 

Cap.  ív,  p.  69,  nota  23.- — De  lo  mucho  que  escribió  este  sa- 
bio y  modesto  benedictino  tan  solo  imprimió  en  vida  suya  la 
defensa  que,-  con  el  título  de  Demostración  crítico-apologética, 
hizo  de  las  obras  del  P.  Feijóo  ;  sus  demás  obras,  á  excepción 
de  Las  memorias  para  la  historia  de  la  poesía,  y  alguno  que  otro 
opúsculo  publicado  por  sus  aficionados,  permanecen  aun  ma- 
nuscritas. Fué  el  P.  Sarmiento  una  de  las  lumbreras  del  siglo , 
y  su  erudición ,  verdaderamente  inmensa,  solamente  puede  ser 
comparada  con  la  de  su  maestro  Feijóo ,  a  quien  imitó  en  la 
noble  empresa  de  desterrar  vulgares  preocupaciones ,  así  en 
literatura  como  en  ciencias.  Echase  de  ver  en  sus  escritos  un 
noble  deseo  de  ser  útil  á  sus  iguales ,  y  aunque  su  estilo  es 
bastante  desaliñado,  y  adolece  de  la  confusion  y  repeticiones 
consiguientes  á  quien  escribe  de  corrido  y  sin  intención  de  dar 
sus  obras  á  la  imprenta ;  aunque  de  vez  en  cuando,  y  en  cuestio- 
nes literarias  principalmente,  se  deja  arrastrar  de  su  patriotismo, 
algún  tanto  exagerado,  preciso  es  confesar  que  en  todos  ellos 
resplandece  la  sana  crítica  y  un  juicio  recto,  y  que  ningún 
eclesiástico  de  su  tiempo  le  aventajó  en  erudición  profana.  Re- 
suelto á  no  dar  sus  trabajos  á  la  imprenta,  pasó  su  vida  copiando 
sus  propios  escritos  para  repartirlos  entre  unos  pocos  admira- 
dores que  concurrian  diariamente  á  su  celda.  Fué  en  esto  tan 
minucioso,  que  en  28  de  noviembre  de  4767,  cinco  años  antes  de 
su  muerte,  ocurrida  á  7  de  diciembre  de  i  772,  hizo  de  su  puño  y 
letra  un  resumen  ó  catálogo  de  todas  las  obras  que  habia  escrito 
en  aquella  época,  señalando  escrupulosamente  la  fecha  de  cada 
una  y  el  número  de  pliegos  de  que  constaba ,  resultando  que 
á  los  72  años  de  su  edad  habia  escrito  mas  de  3,000  pliegqs 
marquilla  á  varios  asuntos.  A  la  vista  tenemos,  original  y  autó- 
grafa, dicha  noticia ,  ó  mas  bien  efemérides ,  en  la  que  están 
igualmente  apuntados  algunos  sucesos  de  su  vida ,  comenzando 
de  esta  manera  :  Catálogo  de  los  pliegos  que  yo,  Fr.  Martin  Sar- 
miento, benedictino  y  profeso  en  San  Martin  de  Madrid,  he  es- 
crito de  mi  mano,  pluma  y  letra  sobre  diferentes  asuntos.  Dice 
que  nació  el  8  de  marzo  de  1695  y  que  fué  bautizado  el  19  con 
tom.  ív.  26 


402  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

el  nombre  de  Pedro  José;  que  el  3  de  mayo  de  1710  salió  de 
Pontevedra  para  esta  corte  á  vestir  el  santo  hábito ;  que  á  últi- 
mos de  octubre  del  siguiente  fué  al  colegio  de  Irache,  en  Navar- 
ra ,  á  estudiar  artes,  y  á  mediados  de  abril  de  1714  á  San  Vi- 
cente de  Salamanca  á  estudiar  teología.  A  primeros  de  junio 
de  i 7 16  volvió  á  Madrid,  y  en  1720  por  noviembre  salió  para 
Asturias,  parando  cinco  años  en  Zelorrio.  En  1754  salió  de  Ma- 
drid para  Pontevedra,  donde  pasó  algunos  años  acopiando  pre- 
ciosos materiales  para  una  descripción  física  del  reino  de  Gali- 
cia, estudiando  la  lengua  y  costumbres  de  sus  habitantes,  y 
reuniendo  datos  arqueológicos  de  la  mayor  importancia. 

Cap.  iv,  p.  75.  —  La  edición  délas  Noches  lúgubres,  hecha 
en  Barcelona  en  1804,  tiene  añadidos  varios  papeles  satíricos  del 
coronel  Cadalso ,  como  la  Guia  de  hijos  de  vecino  y  forasteros 
para  este  año,  el  que  viene  y  todos  los  demás,  etc. ;  una  carta  es- 
crita á  nombre  de  una  señora  andaluza ,  cuyo  marido  se  hallaba 
en  la  corte,  y  al  parecer  no  bien  entretenido,  exhortándole  á 
que  vuelva  cuanto  antes  al  hogar  doméstico  ;  y  por  último,  los 
Anales  de  cinco  dias,  ó  Carta  de  un  amigo  á  otro ,  que  es  una  in- 
vectiva harto  punzante  contra  el  lujo,  modas  y  usos  importados 
de  allende  el  'Pirineo. 

Cap.  v,  p.  1 14,  nota  14.  —Desde  que  el  autor  anglo-america- 
no  escribía  esta  nota,  pagando  así  tributo  al  mérito  y  virtudes 
sociales  del  ilustre  vate,  á  quien  parece  haber  conocido  y  tra- 
tado durante  su  permanencia  en  la  Península,  la  muerte  nos  le 
ha  arrebatado,  y  susamigos  y  admiradores  han  debido  vestir  luto 
por  él,  el  1 1  de  abril  último.  Poco  mas  de  dos  años  antes,  el  25  de 
marzo  de  4855,  Quintana  recibía  de  sus  compatriotas  una  de 
aquellas  recompensas  que  muy  de  tarde  en  tarde  suelen  conce- 
derse al  talento:  era  públicamente  coronado  por  mano  de  S.  M., 
y  la  corona  de  oro  que  ciñó  sus  plácidas  sienes,  legada  por  él 
mismo  á  la  Real  Academia  de  la  Historia,  habia  solemnemente  de 
depositarse  allí  como  un  monumento  de  la  mayor  prez  y  estima. 

Cap.  vi,  p.  116,  nota  6. — Escribió  este  autor  no  pocas  co- 
medias, de  las  que  hemos  visto  sueltas  como  unas  catorce,  to- 
das ellas,  á  excepción  de  El  Paulino,  en  el  género  bastardo  que 
cultivaron  Zamora  y  Cañizares.  La  Tutor  a  de  la  Iglesia  y  Doc- 
tora de  la  Ley,  en  tres  partes,  fué  agriamente  censurada  por 


ADICIONES    Y    NOTAS.  403 

los  redactores  del  Diario  de  los  literatos,  contestándoles  Añor- 
be  en  el  prólogo  á  una  zarzuela  intitulada  Júpiter  y  Dañas,  im- 
presa en  1638  y  dedicad» á  D.  Pedro  Vedoya.  Su  principal  ar- 
gumento consiste  en  citas  de  Lope  de  Vega  y  Suarez  de  Figue- 
roa  y  otros,  que ,  despreciando  las  reglas  del  arte ,  se  dedicaron 
exclusivamente  á  dar  gusto  al  público.  En  1740  imprimid  su 
Paulino  en  imitación  del  China  de  Corneille ,  declarando  en  el 
prólogo  que  el  principal  motivo  que  le  habia  movido  á  salir  del 
camino  castellano  fué  el  haberse  di^ho  delante  de  él  que  no  ha- 
bia ingenio  español  que  supiese  hacer  una  tragedia  conforme  á 
las  leyes  de  Horacio  y  á  la  práctica  de  Corneille  en  su  Cinna,  y 
que  lo  intentó  con  todas  sus  fuerzas,  violentando  su  ingenio  á  lo 
que  no  era  de  su  genio. 

Apéndice  A,  p.  490,  sobre  el  origen  de  la  lengua  castellana. — 
A  la  luminosa,  cuanto  erudita  disertación  que  nuestro  autor  con- 
sagra á  los  orígenes  de  nuestra  habla  castellana,  poco  ó  nada 
tenemos  que  añadir  ó  reparar.  No  estamos,  sin  embargo,  con- 
formes con  la  division  y  clasificación  de  todas  las  voces  de  nues- 
tra lengua,  hecha  por  el  P.  Sarmiento ,  á  que  el  autor  se  refiere 
en  lap.  i  90  de  dicho  apéndice.  Creemos  no  ser  tantas  como  él  su- 
pone las  llamadas  eclesiásticas  ó  griegas,  y  mayor  el  número  de 
septentrionales,  si  por  tales  han  de  entenderse  todas  aquellas  que 
tienen  origen  teutónico ,  ya  se  introdujesen  en  España  por  los 
godos ,  ya  viniesen  por'  medio  del  francés  y  provenzal.  Al  pro- 
pio tiempo  somos  de  opinion  que  el  elemento  oriental  no  pue- 
de suficientemente  ser  apreciado  y  calculado,  mientras  no  se 
haga  un  estudio  formal  y  detenido  de  la  lengua  castellana  en 
sus  primeros  períodos.  Verificóse  en  el  siglo  xvi,  propiamente 
llamado  « el  siglo  de  oro  de  nuestra  literatura » ,  una  verdadera 
revolución  en  la  lengua ,  la  cual  se  latinizó  mucho  mas  de  lo  que 
ya  lo  estaba,  gracias  á  los  esfuerzos  hechos  por  nuestros  mejores 
escritores  para  amoldar  su  frase  y  su  dicción  á  la  de  los  clásicos 
latinos.  Formado  mas  tarde  el  diccionario  de  autoridades  de  la 
lengua  castellana,  sobre  las  obras  de  escritores  considerados  clá- 
sicos, y  cuyo  principal  trabajo  consistió  en  descartar  todas  aque- 
llas voces  que  tenian  sabor  arábigo,  debió  naturalmente  resul- 
tar que  las  palabras  en  él  incluidas  no  representasen,  ni  con  mu- 
cho, el  estado  de  la  lengua  en  sus  diferentes  períodos.  ¿No  se 


404  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

añaden  cada  dia  voces  de  origen  extranjero ,  dándoles,  por  de- 
cirlo así,  carta  de  naturaleza,  y  agregándolas  al  caudal  de  la 
lengua?  ¿Porqué,  pues,  privar  de  ella  *  infinitas  voces  usadas  por 
escritores  de  los  siglos  xiv  y  xv ,  y  que  se  encuentran  aun  usa- 
das por  el  vulgo  en  algunas  provincias?  A  nuestro  modo  de  ver, 
el  Diccionario  académico  debiera  ser  un  vasto  repertorio  de  toda 
palabra,  hablada  ó  escrita,  que  pertenezca  ó  haya  pertenecido  á 
la  lengua,  por  mas  que  la  neta  de  anticuada  nos  indique  que  ya 
no  está  en  uso.  No  sucedería  entonces  lo  que  ahora  sucede,  que 
á  cada  libro  antiguo  es  necesario  hacerle  su  correspondiente 
glosario ,  si  los  lectores  han  de  entenderle. 

Reducido,  pues,  el  elemento  oriental  á  la  parte  que  hoy  dia 
ocupa  en  el  Diccionario  de  la  Academia  Española,  no  puede  du- 
darse que  no  forma,  ni  con  mucho,  la  décima  parte  de  las  voces 
de  la  lengua;  pero  si  se  agregan  á  él  las  infinitas  que  han  estado  en 
uso  antes  del  siglo  xvi  y  han  sido  posteriormente  expulsadas  del 
idioma,  fuerza  será  convenir  que  su  número  es  mucho  mayor. 
No  es  decir  por  esto ,  como  han  pretendido  algunos ,  que  la  len- 
gua arábiga  haya  contribuido  mucho  á  la  formación  del  romance 
castellano.  Aserción  es  esta  que ,  aunque  repetida  hasta  la  sa- 
ciedad ,  es  errónea  é  infundada,  pues  una  lengua  de  índole  com- 
pletamente diversa  ,  que  no  ha  dado  á  la  nuestra  sino  muy  po- 
cos verbos ,  una  sola  preposición  y  alguna  que  otra  interjección, 
no  puede  decirse,  sin  cometerun  solecismofilológico,  que  ha  ser- 
vido para  la  formación  del  castellano.  Lo  que  sí  hay  es,  que,  su- 
periores á  nosotros  en  civilización  y  cultura,  así  como  en  artes  y 
comercio,  los  árabes  introdujeron  en  España  infinidad  de  voces 
de  agricultura,  industria,  comercio  y  artes ,  y  que  las  ciencias 
mismas,  la  medicina,  la  botánica,  química  y  astronomía,  la  ar- 
quitectura, y  hasta  los  oficios  mecánicos,  tenían  hasta  mediados 
del  siglo  xv  una  nomenclatura  exclusivamente  arábiga,  que  des- 
pués se  ha  sustituido  con  la  latina. 

Apéndice  B,  p.  493. — Aunque  en  todo  conformes  con  la 
doctrina  y  opiniones  de  nuestro  autor  en  lo  que  respecta  á  las 
colecciones  de  poesía  popular,  conocidas  con  el  nombre  de  Ro- 
manceros, habremos  de  advertir  alguna  que  otra  omisión,  naci- 
da principalmente  de  no  haber  el  Sr.  Ticknor  tenido  presentes 
y  á  un  tiempo  las  varias  ediciones  de  estos  rarísimos  libros.  Tam- 


aligiomjs  y  \otas.  405 

poco  podemos  lisonjearnos  de  haberlas  visto  todas ;  pero  tenien- 
do algunas  de  ellas  á  la  vista,  y  valiéndonos  de  los  excelentes 
trabajos  publicados  ya  porlosSres.  Duran  y  Wolf,  vamos  á  acre- 
centar, en  cuanto  nos  sea  posible,  la  curiosa  cuanto  intrincada 
bibliografía  de  nuestros  romanceros. 

Y  en  primer  lugar ,  la  opinion  de  que  la  Silva  de  varios  ro- 
mances, impresa  en  Zaragoza,  por  Esteban  G.  de  Nájera,  1550, 
es  la  edición  príncipe  de  dicho  libro,  y  la  que  sirvió  de  tipo  á  la 
publicada  sin  fecha,  en  Ambéres,  por  Martin  Nució;  opinion  de 
que  nosotros  mismos  participábamos,  antes  de  haber  leido  las 
eruditas  investigaciones  de  D.  Fernando  José  Wolf  ( Primavera 
y  flor  de  romances,  prólogo) ,  habrá  de  abandonarse  en  vista  de 
los  argumentos  y  pruebas  presentadas  por  este  distinguido  lite- 
rato. Por  mas  natural  y  probable  que  nos  parezca  aquella ,  aten- 
dida la  práctica  casi  constante  en  este  género  de  publicaciones, 
que  se  hacían  primero  en  la  Península,  y  se  reproducían  después 
en  Flándes  y  en  Italia,  habremos  de  convenir  en  que  con  este 
notabilísimo  libro  sucedió  todo  lo  contrario,  y  que  la  primera 
edición  de  la  Silva  se  hizo  fuera  de  España.  Repetimos  que  tal 
es  el  convencimiento  que  han  dejado  en  nuestro  ánimo  las  sóli- 
das razones  del  bibliófilo  alemán. 

Pedro  de  Flores,  editor  de  la  sexta  parte,  y  que,  ano  dudarlo, 
es  el  mismo  que  mas  tarde  reunió  las  nueve  en  un  solo  tomo, 
habia  antes  impreso  en  Lisboa  untomito  en  12.°  con  el  siguiente 
título:  Ramillete  de  flores;  cuarta,  quinta  y  sexta  parte  de  flor  de 
romances  nuevos,  hasta  agora  nunca  impresos ,  4593.  Era,  según 
parece ,  continuación  de  otro  tomo,  intitulado  Primera ,  segunda 
y  tercera  parte  de  la  Flor  de  romances,  etc. ,  que  algunos  años 
antes  habia  dado  á  luz  el  cronista  Pedro  de  Moncayo ,  natural, 
á  loque  creemos,  de  Borja  de  Aragón  ,  y  no  de  Berja,  como 
comunmente  se  lee  escrito.  El  mismo  Moncayo  habia  antes  im- 
preso por  separado  (Huesca ,  1589,  12.°)  la  primera  parte,  mas 
tarde  las  dos ,  y  por  último  las  tres ,  si  bien  es  de  suponer  que 
al  verificarlo  no  hizo  mas  que  refundir  las  colecciones  anterior- 
mente publicadas  por  los  valencianos  Andrés  Villalta  y  Felipe 
Mey. 

Mas  al  mismo  tiempo  que  Flores  publicaba  su  continuación, 
saha  á  luz  otra  hecha  por  Sebastian  Velez  de  Guevara,  con  el 


406  HISTORIA    BE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

título  de  Cuarta  y  quinia  partes,  si  bien  distintas  en  todo  de 
aquellas,  como  puede  fácilmente  inferirse  de  la  circunstancia 
de  haberse  compilado  é  impreso  en  diferentes  puntos  las  dos 
colecciones  ,  aquella  en  Lisboa,  esta  en  Burgos.  Viene  en  se- 
guida la  Sétima,  de  Francisco  Enriquez,  Madrid,  iodo,  y  Tole- 
do, 1593, 12.°;  la  Octava,  de  Luis  de  Medina,  Toledo,  4596, 4-2.°, 
y  una  Novena  (Madrid,  1597,  12.°),  de  colector  anónimo.  La 
sétima  y  oclo,va  reunidas  se  reimprimieron  en  Alcalá,  4597,  42.°; 
y  por  último,  con  los  romances  de  estas  nueve  partes,  no  ínte- 
gras, sino  algo  alteradas,  formó  mas  tarde  Pedro  de  Flores  su 
Romancera  General,  impreso  en  Madrid,  1600,  4.°,  aunque  hay 
motivos  para  sospechar  que  también  se  imprimió  antes,  en  1599. 

Apéndice  B,  p.  498. — A  lo  que  nuestro  autor  dice  acerca  de 
las  varias  ediciones  del  Romancero  General,  añadiremos  que 
en  4602  salió  á  luz  en  Medina  del  Campo,  impresa  por  Juan 
Godinez  de  Milus ,  una  nueva  y  segunda  edición  en  4.°  de  las 
nueve  partes  primitivas,  aumentadas  con  otras  cuati  o.  Brunet,  en 
su  Manuel  du  libraire,  t.  iv,  p.  17,  dice  equivocadamente  que 
son  diez  y  seis  las  partes ,  no  siendo  en  realidad  mas  que  trece. 
A  esta  segunda  edición  siguió  de  cerca  otra  tercera,  hecha  en 
Madrid  por  Juan  déla  Cuesta,  1604,  4.°,  que,  aunque  con  la  acos- 
tumbrada nota  de  añadido  y  aumentado,  no  contiene  mas  ni 
menos  que  la  anterior.  Viene,  por  último,  la  de  4644,  reproduc- 
ción servil  de  las  dos  anteriores,  y  en  que  por  primera  vez  apa- 
rece en  la  portada  el  nombre  del  colector  Pedro  de  Flores,  li- 
brero ó  mercader  de  libros,  que  ya  en  4595  había  hecho  im- 
primir en  Lisboa  por  Antonio  Alvarez,  en  12.°,  Ya. cuarta,  quinta 
y  sexta  partes  del  Ramillete  de  flores,  según  queda  dicho  ante- 
riormente. 

Apéndice  B,  p.  499.  —  De  la  colección  de  romances  formada 
por  Flores  hay  cuatro  ediciones  distintas,  cuando  no  cinco, 
puesto  que,  según  dejamos  ya  sentado  anteriormente,  hay  fun- 
damento para  creer  se  imprimió  en  4599.  La  primera  conocida 
lleva  el  título  de  Romancero  General,  en  que  se  contienen  todos 
los  romances  que  andan  impresos  cu  las  nueve  partes  de  roman- 
ceros :  aora  nuevamente  impreso ,  añadido  y  enmendado.  Ma- 
drid ,  4600 ,  4 .°,  con  licencia  y  tasa  de  46  de  diciembre  de  4599. 
La  segunda  es  de  Medina  del  Campo,  Juan  Godinez  de  Mi- 


ADICIONES    V    NOTAS.  407 

llis,  1602,  4.°  La  tercera  está  encabezada  :  Romancero  General, 
en  que  se  contienen  todos  los  romances  que  andan  impresos.  Aora 
nuevamente  añadido  y  enmendado.  Año  de  1604.  Con  licencia. 
En  Madrid,  por  Juan  de  la  Cuesta.  Véndese  en  casa  de  Fran- 
cisco Lopez.  Tomo  en 4.",  á  dos  columnas,  de 499  hojas,  con  7 
mas  de  tabla  y  4  de  preliminares.  Contiene,  además  de  las  nue- 
ve partes  anteriores,  otras  cuatro,  hasta  trece.  Licencia  á  Fran- 
cisco Lopez,  mercader  de  libros,  fecha  en  Madrid  a  16  de  fe- 
brero de  1601.  Tasa,  fecha  en  Valladolid  á  11  de  setiembre 
de  1604.  Fe  de  erratas,  firmada  por  el  licenciado  Murcia  de  la 
Llana,  en  Alcalá  á  2o  de  agosto  de  1604.  Advertencia  del  bi- 
bliopola Francisco  Lopez  al  lector  (Madrid  50  de  setiembre  de 
1604),  en  la  que,  después  de  anunciar  que  el  tomo  « contiene, 
repartidos  en  trece  partes ,  los  romances  que  han  sido  oidos  y 
aprobados  generalmente  en  España  » ,  añade  :  «  Y  de  aquí  he 
cobrado  ánimo  para  exponerlos  á  la  mas  rigurosa  censura,  que 
es  la  de  la  lección,  pues  agora  escritos  y  desnudos  del  adorno 
de  la  música ,  por  fuerza  se  han  de  valer  por  sí  solos  y  de  las 
fuerzas  de  su  virtud. »  Otra  cuarta  y  última  edición  es  la  cono- 
cida con  el  título  de  Romancero  General,  etc.,  ahora  nueva- 
mente añadido  y  enmendado  por  Pedro  Flores.  Año  de  1614.  En 
Madrid,  por  Juan  de  la  Cuesta.  A  costa  de  Miguel  Martinez.  Es 
reimpresión  textual  de  la  anterior,  hecha  á  plana  y  renglón,  y 
la  única  y  primera,  según  queda  dicho ,  en  que  aparece  en  la 
portada  el  nombre  del  colector. 

La  edición  de  1604  va  generalmente  acompañada  de  un  se- 
gundo tomo ,  publicado  por  Miguel  de  Madrigal ,  y  en  el  cual  se 
incluyeron  bastantes  poesías  que  no  son  romances.  Su  título  ín- 
tegro es  :  Segunda  parte  del  Romancero  General  y  Flor  de  di- 
versa poesía,  recopilados  por  Miguel  de  Madrigal.  Dirigida  á 
Doña  Catalina  Gonzalez,  mujer  del  licenciado  Gil  Ramirez  de 
Arellano,  del  Consejo  Supremo  de  su  Majestad.  Armas  de  los 
Arellanos.  Año  160o.  Con  privilegio,  en  Valladolid,  por  Luis 
Sanchez.  Tasa  en  Valladolid  á  11  de  julio  de  1605.  Aprobación 
de  Antonio  de  Herrera  de  20  de  octubre  del  mismo  año.  Licen- 
cia para  imprimir  de  12  de  noviembre.  Dedicatoria  sin  fecha. 
Tomo  en  4.°,  de  220  hojas,  con  4  mas  de  tabla  y  otras  4  de  pre- 
liminares. Hasta  el  folio  120  inclusive  son  romances,  lo  restante 


HISTORIA   DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

del  toma  hasta  el  fin  son  canciones,  sonetos,  octavas  y  versos 
largos. 

Apéndice  C,  p.  202. — Esta  cuestión  de  la  legitimidad  de  las 
cartas  atribuidas  al  bachiller  Cibdareal  ha  sido  tratada  con  mu- 
cha crítica  y  erudición  por  el  Sr.  marqués  de  Pidal ,  en  un 
artículo  de  la  Revista  española  de  ambos  mundos,  correspon- 
diente al  mes  de  julio  de  1854,  f.  n ,  pp.  257-80.  No  todos  los 
argumentos  que  presenta  Mr.  Ticknor  para  probar  la  completa 
falsificación  de  las  Car-tas  le  parecen  igualmente  aceptables  á 
nuestro  crítico  ;  pues  aun  cuando  admite  la  falsificación  de  la 
supuesta  edición  de  1499 ,  y  reconoce  también  la  interpolación 
de  varios  pasajes  que,  por  referirse  á  la  familia  y  ascendencia  de 
los  Veras,  persuaden  á  que  el  conde  de  la  Roca,  y  no  otro,  fué  el 
verdadero  autor  de  ellos,  rechaza  la  suposición  de  que  el  Centón 
todo  sea  obra  de  dicho  escritor.  «Mientras  no  se  descubra,  dice 
en  sustancia,  el  verdadero  objeto  que  este  pudo  tener,  aparte  del 
engrandecimiento  y  glorias  genealógicas  de  su  familia,  no  se  con- 
cibe que  se  tomase  tan  improbo  trabajo  como  el  de  acomodar  su 
estilo,  algún  tanto  enfático  y  amanerado,  al  sencillo  y  familiar 
del  tiempo  de  D.  Juan  II;  puesto  que  pudo  muy  bien,  viniendo  á 
sus  manos  algún  cartulario  de  persona  residente  en  dicha  corte 
(ya  fuese  médico  del  Rey  ó  no ,  se  llamase  Cibdareal  ó  de  otra 
manera),  alterarlo  de  manera  á  introducir  en  él  noticias  relati- 
vas á  su  propia  familia;  noticias,  por  cierto,  que,  comparadas  con 
las  de  otros  escritores  de  linajes,  resultan  ser  completamente 
falsas  y  gratuitas.»  Este,  si  no  estamos  equivocados,  es  el  modo 
que  nuestro  amigo  el  Sr.  Marqués  tiene  de  considerar  la  cues- 
tión ,  negando,  por  lo  tanto,  la  completa  falsificación  de  las  Car- 
tas ;  de  manera  que  si  algún  crítico  se  tomase  el  trabajo ,  no  li- 
gero por  cierto,  de  estudiar  detenidamente  los  giros  y  modismos 
del  Centón ,  analizar  su  sintaxis  y  compararla  con  la  de  otros 
escritos  de  la  misma  época,  y  al  hacerlo  así,  hallase  esas  contra- 
dicciones y  veleidades,  que  rara  vez  se  encuentran  en  un  escritor 
original ,  caería  por  tierra  el  principal  argumento  del  Marqués, 
y  se  probana  que  el  Epistolario  es,  por  mas  que  á  primera  vista 
nos  parezca  empresa  punto  menos  que  imposible ,  obra  exclusi- 
va del  conde  de  la  Roca.  No  disimulamos  que  tal  es  nuestra 
convicción  ;  la  inexactitud  de  la  mayor  parte  de  los  hechos  his- 


AffifclttKES  V  NOTAS.  409 

tóricos,  no  tornados  de  la  crónica  de  Di  Juan  lí,  nos  parece 
probada ;  por  otra  parte,  cuando  las  cartas  están  conformes  con 
ella,  lo  están  de  manera,  que  alejan  toda  suposición  de  que  pu- 
diesen escribirse  de  otro  modo  que  teniendo  á  la  vista  la  crónica 
de  D.  Juan  ;  de  manera  que  no  nosquedaria  absolutamente  otro 
argumento  en  prueba  de  su  autenticidad  parcial  que  la  particu- 
lar gracia ,  aplomo  y  espontaneidad  con  que  parecen  escritas. 

Apéndice  D,  p.  207. — La  última  parte  de  este  apéndice 
(pp.  218-32)  son  nuevas  observaciones  del  autor,  contestando 
á  dos  artículos  de  D.  Adolfo  de  Castro  en  defensa  de  su  Busca- 
pié, publicados  en  los  números  del  fleraldo  correspondientes 
al  40  y  18  de  octubre  de  185o.  Hanse  insertado  aquí  á  ruegos 
del  autor,  quien,  á  últimos  de  1855,  nos  las  remitió  para  su  pu- 
blicación ,  no  ya  escritas  en  inglés  como  el  resto  de  la  obra ,  sino 
en  castellano  y  de  la  manera  que  las  hallarán  nuestros  lectores. 

A  esto  añadiremos  que .  habiendo  nosotros ,  los  traductores, 
ilustrado  en  cuanto  nos  era  posible  algunas  de  las  muchas  cues- 
tiones literarias  suscitadas  en  esta  obra,  parecía  natural  que 
consignásemos  también  nuestra  opinion  en  asunto  que  tanto  ha 
llamado  la  atención ,  y  sobre  el  cual  se  ha  escrito  no  poco.  Se- 
remos breves  :  El  Buscapié  es ,  á  nuestro  juicio,  un  juguete  li- 
terario del  Sr.  Castro,  quien  sin  duda  se  propuso  divertirse á  costa 
de  sus  muchos  amigos  y  cofrades  en  el  estudio  de  las  letras.  Hay 
cierta  vanidad  literaria  en  embaucar  á  los  que  de  críticos  se  pre- 
cian y  se  llaman  maestros  en  estas  materias ;  vanidad  que  nada 
tiene  de  reprensible  cuando  se  trata  de  un  supuesto  hallazgo, 
que,  como  el  presente,  nada  aféctalas  creencias  históricas  y  reli- 
giosas de  nuestro  país.  A  este  sentimiento  parece  haber  cedido  el 
Sr.  Castro;  y  si,  como  hemos  oido  asegurar,  algunos  de  nues- 
tros literatos  creyeron  en  un  principio  que  el  Buscapié  era 
efectivamente  obra  del  inmortal  Cervantes ,  el  Sr.  Castro  debe 
estar  pagado  y  satisfecho,  aunque  otros,  ó  mas  incrédulos  ó  mas 
versados  en  los  misterios  de  nuestra  lengua  y  literatura,  hayan 
desde  luego  descubierto  su  travesura. 

Apéndice  E,  p.  252,  de  las  diversas  ediciones  del  Quijote. — 
Poco  ó  nada  tenemos  que  añadir  á  la  erudita  disertación  que  el 
autor  consagra  á  las  principales  ediciones  del  Quijote ,  proban- 
do así  la  popularidad  y  buen  éxito  que  desde  luego  tuvo,  y  lo 


410  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA   ESPAÑOLA. 

general  que  se  hizo  su  lectura  en  toda  Europa.  Cita  el  Sr.  Tick- 
nor  cuatro  ediciones  de  la  primera  parte ,  todas  dentro  del 
ano  160o  ;  á  estas  podemos  añadir  una  mas  de  Valencia,  distin- 
ta de  la  conocida  y  descrita  por  Brunet,  y  años  atrás  vimos  en  la 
Haya,  en  poder  de  un  aficionado  á  libros  castellanos ,  otra  que 
no  recordamos  bien  si  era  de  Pamplona  ó  de  Barcelona.  La  de 
Valencia  á  que  nos  referimos  es  en  8.°,  de  768  páginas  y  16  ho- 
jas de  preliminares.  Está  también  impresa  por  Pedro  Patricio 
Mey;  pero,  á  diferencia  de  la  otra,  tiene  en  la  portada,  encima 
de  la  fecha,  un  grabadito  en  madera  que  representa  á  un  caba- 
llero con  lanza  en  el  acto  de  acometer. 

Apéndice  F.  —  Además  de  los  cinco  tomos  aquí  descritos  por 
el  autor  de  la  colección  de  comedias  generalmente  llamada  de 
varios,  la  antigua  ó  la  de  fuera,  para  diferenciarla  de  la  mas 
moderna  de  las  escogidas,  que  comenzó  en  1652,  y  cuyas  partes 
todas  se  imprimieron  en  Madrid ,  podemos  citar  las  siguientes 
partes,  á  saber  :  la  xxx,  impresa  en  Zaragoza  en  1636;  la  xxxm, 
de  Valencia,  1642;  la  xxxviu,  en  Huesca,  1654;  la  xli,  cuyo  lu- 
gar y  año  de  impresión  nos  son  desconocidos,  por  estar  falto  de 
portada  el  ejemplar  que  se  cita;  la  xlii,  de  Zaragoza,  1650; 
la  xliv,  de  Zaragoza,  16o:2.  De  manera  que ,  empezando  la  se- 
gunda colección  donde  concluye  la  primera,  aunque  con  dis- 
tinta numeración,  y  como  formando  nueva  serie,  casi  podria 
reputarse  como  continuación  de  aquella.  No  falta,  sin  embar- 
go, quien  crea,  atendida  la  suma  rareza  de  los  tomos  de  esta 
colección,  que  no  todos  llegaron  á  imprimirse,  sino  que  libre- 
ros de  fuera,  estimulados  por  la  ganancia  que  sin  duda  hacian 
los  de  la  corte,  publicaban  de  vez  en  cuando  tomos  con  la  nu- 
meración que  se  les  antojaba;  porque  es  preciso  tener  en  cuenta 
que  nada  escasea  tanto  entre  bibliófilos  como  los  tomos  de  co- 
medias, siendo  muy  pocos  los  que  pueden  vanagloriarse  de  te- 
ner completa  la  segunda  y  menos  rara  de  las  dos  colecciones.  A 
continuación,  pues,  insertamos  la  descripción  de  los  pocos  to- 
mos de  ella  que  hemos  logrado  ver,  algunos  de  los  cuales  des- 
cribió ya  Von  Schack  en  su  Geschichteder  dramatischer  literatur 
und  Kunstin  Spanien. 

Parte  veinte  y  cinco  de  comedias  recopiladas  de  diferentes 


ADICIONES    Y    NOTAS.  4ii 

autores  é ilustres  poetas  de  España,  dedicadas  á  diferentes  per- 
sonas. En  el  hospital  real  y  general  de  Nuestra  Señora  de  Gracia 
de  la  ciudad  de  Zaragoza ,  1652 ,  á  costa  de  Pedro  Esquer ,  mer- 
cader de  libros. 

Cómo  se  engañan  los  ojos,  de  Juan  de  Villegas. 

No  hay  vida  como  la  honra,  de  Montalvan. 

Amor,  lealtad  y  amistad,  de  idem. 

El  capitán  Belisario,  de  idem. 

Los  celos  en  el  caballo,  de  Enciso. 

El  gran  Séneca  de  España ,  Felipe  II,  de  Gaspar  de  Avila. 

La  mas  constante  mujer,  de  Montalvan. 

Sufrir  mas  por  querer  mas,  de  Villarizan  (léase  Villaizan). 

De  un  castigo  dos  venganzas,  de  Montalvan. 

El  amante  astrólogo ,  de  Calderón. 

El  mariscal  de  Virón,  de  Montalvan. 

El  discreto  porfiado ,  de  D.  Juan  de  Villegas. 

Parte  veinte  y  ocho  de  comedias  de  varios  autores.  En  Huesca, 
por  Pedro  Blusón,  impresor  de  la  Universidad,  año  de  4654, 
á  costa  de  Pedro  Esquer,  mercader  de  libros.  El  tomo  está  fal- 
to, y  contiene  tan  solo  cuatro  de  las  doce  comedias  que  le  com- 
ponían, á  saber :  5,  La  industria  contra  el  poder,  y  el  honor  con- 
tra la  fuerza;  7,  El  celoso  extremeño  ;  8,  Un  castigo  en  tres  ven- 
ganzas ;  42,  La  Cruz  en  la  sepultura. 

De  unos  apuntes  que  nos  ha  facilitado  nuestro  amigo  D.  Agus- 
tín Duran ,  resulta  que  las  demás  comedias  contenidas  en  esta 
parte  vigésimaoctava  son :  4,  La  despreciada  querida;  2,  El  la- 
brador venturoso;  4,  El  Palacio  confuso;  5,  La  porfía  hasta  el 
temor;  6,  El  juez  de  su  causa;  9,  el  Príncipe  D.  Carlos;  40,  El 
Príncipe  de  los  Montes ;  4  4 ,  El  Príncipe  Escanderbeg. 

Parte  veinte  y  nueve,  ó  sea  doce  Comedias  famosas  de  varios 
autores.  Valencia,  por  Silvestre  Esparsa,  4656;  4.°  Contiene  esta 
parle  veinte  y  nueve  las  siguientes  comedias  : 

Un  gusto  trae  mil  disgustos,  de  Montalvan. 

La  dama  duende,  de  Calderón. 

El  galán  valiente  y  discreto,  de  Mira  de  Mescua. 

Hay. verdades  que  en  amor,  de  Lope. 


4P12  HISTORIA    DE    LA    LITEIUTL'ISA  ESPAÑOLA, 

Aborrecer  lo  que  quiere,  de  Montalvan. 
Venga  lo  que  viniere,  de  Villaizan. 
Olimpo,  y  Viveno,  de  Montalvan. 
El  guante  de  Doña  Blanca,  de  Lope. 
Casarse  por  vengarse,  de  Calderón. 
La  Toquera  vizcayna,  de  Montalvan. 
Per  siles  y  Segismundo,  de  Rojas. 
Casa  con  dos  puertas,  de  Calderón. 

Parte  treinta  de  comedias  famosas  de  varios  autores.  Zaragoza, 
en  el  hospital  real  y  general  de  Kuestra  Señora  de  Gracia, 
año  1636,  4.°;  contiene  : 

Lo  que  son  juicios  del  cielo. 

La  doncella  de  labor,  de  Montalvan. 

La  dama  duende,  de  Calderón. 

La  vida  es  sueño ,  de  Calderón. 

Ofender  con  las  finezas,  de  Jerónimo  de  Villaizan. 

La  mentirosa  verdad,  de  Juan  de  Villegas. 

El  marido  hace  mujer,  de  Antonio  de  Mendoza. 

Casarse  por  vengarse,  de  Francisco  de  Rojas. 

El  privilegio  de  las  mujeres,  de  Montalvan. 

Persiles  y  Sigismundo ,  de  Rojas. 

El  guante  de  Doña  Blanca ,  de  Lope. 

El  catalán  Serralonga  (sic),  de  Coello,  Rojas  y  Luis  Volez 
de  Guevara. 

('orno  es  fácil  de  advertir,  algunas  délas  comedias  conteni- 
das en  esta  parte  estaban  ya  impresas  en  la  anterior  de  Valen- 
cia, lo  cual  prueba  lo  que  ya  hemos  dicho  antes,  de  la  especie 
de  independencia  con  que  se  publicaban. 

Parle  treinta  y  una  de  las  mejores  comedias  que  hasta  oy  han 
salido,  recogidas  por  el  doctor  Francisco  Torivio  Ximenez.  Y á 
la  fin  va  la  comedia  de  Santa  Madrona ,  intitulada  La  viuda  tira- 
na, y  conquista  de  Barcelona.  En  Barcelona ,  1658,  en  la  im- 
prenta de  Jaime  Romeu,  á  costa  de  Juan  Sapero,  mercader  de 
libros.  Contiene  las  siguientes,  sin  expresar  el  nombre  de  sus 
autores : 

Darles  con  la  entretenida,  de  D.  Luis  de  Belmente. 


ADICIONES    Y    NOTAS.  413 

Con  quien  vengo ,  vengo ,  de  Calderón. 

Celos,  honor  y  cordura. 

Contra  valor  no  hag  desdicha,  de  Lope  de  Vega. 

El  silencio  agradecido. 

El  conde  de  Sex,  de  Ü.  Antonio  Coello. 

El  valeroso  Arislomenes  Messenio,  del  maestro  Alfaro. 

El  valiente  negro  en  Flándes,  de  Andrés  de  Glaramonte. 

Los  amotinados  en  Flándes,  de  D.  Luis  Velez  de  Guevara. 

Santa  Isabel,  reina  de  Portugal,  de  Rojas. 

Los  trabajos  de  Job ,  del  Dr.  Felipe  Godinez. 

Santa  Madrona,  la  viuda  tirana,  y  conquista  de  Barcelona. 

Parte  treinta  y  dos,  con  doce  comedias  de  diferentes  autores, 
dedicada  al  ülustrissimo  señor  D.  Juan  Martin  de  Villanueva, 
conde  de  San  Clemente,  señor  de  las  villas  de  Asso,  Bisinbre  y 
del  lugar  de  Sanol.  Con  licencia,  en  Zaragoza,  por  Diego  Dor- 
mer. Año  mdcxl,  á  costa  de  Giusepe  Ginobart,  mercader  de 
libros.  — Aprobación.  Deste  Colegio  de  San  Vicente  Ferrer,  de 
Zaragoza,  á  12  de  mayo  de  1640.— Licencia.  En  Zaragoza 
á  xin  de  junio  de  mdcxl  ;  442  páginas,  en  4.°.  Contiene  las  co- 
medias siguientes  : 

Obligados  y  ofendidos,  de  D.  Francisco  de  Rojas. 

El  duque  de  Memoransi,  del  Dr.  Martin  Peyron  y  Queralt. 

Virtudes  vencen  señales ,  de  Luis  Velez  de  Guevara. 

Donde  hay  valor,  hay  honor,  de  D.  Diego  de  Rojas. 

El  enemigo  engañado,  de  Lope  de  Vega  Carpió. 

Lastres  mujeres  en  una,  delDr.  Remon. 

Amor ,  ingenio  y  mujer,  de  D.  Pedro  Calderón. 

El  sufrimiento  del  honor ,  de  Lope  de  Vega  Carpió. 

El  caballero  sin  nombre,  del  Dr.  D.  Antonio  Mira  de  Mescua. 

Los  desagravios  de  Cristo,  de  D.  Alvaro  Cubillo. 

El  santo  sin  nacer,  y  mártir  sin  morir,  del  Dr.  D.  Antonio 
Mira  de  Mescua. 

Basta  intentarlo ,  del  Dr.  Felipe  Godinez. 

Parte  treinta  y  tres,  de  doce  comedias  famosas  de  varios  auto- 
res, dedicadas  al  muy  illustre  señor  D.  Antonio  de  Córdoba  y 


414  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Aragón,  etc. ,  en  Valencia,  4642,  por  Claudio  Macé,  á costa  de 
JuanSonzoni,  mercader  de  libros. 

Los  trabajos  de  Tobías,  de  Rojas. 

Morir  pensando  matar,  de  idem. 

Vida  y  muerte  del  falso  M ahorna ,  de  idem. 

Mira  al  fin ,  de  D.  Pedro  Rósete. 

El  gran  Tamorlan  de  Persia ,  de  Lope  de  Vega  Carpió. 

Ello  es  hecho,  de  D.  Pedro  Rósete. 

El  valiente  sevillano,  4.a  parte,  de  D.Rodrigo  Jimenez  de 
Enciso. 

—  —  2.a  parte,  de  idem. 

La  victoria  por  la  honra,  de  Lope  de  Vega  Carpió. 

El  buen  vecino,  de  idem. 

Santa  Margarita,  de  Diego  Jimenez  de  Enciso. 

La  mayor  hazaña  de  Carlos  V,  de  idem. 

Parte  cuarenta  y  dos  de  comedias  de  diferentes  autores.  Zara- 
goza, \ 650,  4.°. 
No  hay  burlas  con  el  amor,  de  D.  Pedro  Calderón. 
El  secreto  á  voces ,  de  idem. 
El  pintor  de  su  deshonra,  de  idem. 
Manases,  rey  de  Judca,  de  D.  Juan  Horozco. 
Del  Rey  abajo  ninguno,  de  D.  Pedro  Calderón. 
La  hija  del  aire,  de  Antonio  Enriquez  Gomez. 
Transformaciones  de  amor,  de  Villaizan. 
Lo  dicho  hecho,  de  D.  Antonio  Coello. 
El  mayor  desengaño,  del  maestro  Tirso  de  Molina. 
El  prisionero  mas  valiente. 
El  labrador  mas  honrado ,  de  tres  ingenios. 
Los  celos  de  Carrizales. 

Parte  cuarenta  y  tres  de  comedias  de  diferentes  autores.  Za- 
ragoza, 1650. 

Los  mártires  de  Córdoba ,  de  D.  Antonio  de  Castro. 

El  demonio  en  la  mujer,  y  Primera  parte  del  rey  Ángel  de 
Sicilia,  de  Juan  de  Moxica. 

El  príncipe  demonio,  y  Segunda  parte  del  rey  Ángel  de  Sici- 
lia, del  mismo. 


ADICIONES    Y    NOTAS.  415 

La  de? dicha  de  la  voz,  de  D.  Pedro  Calderón. 
Hacer  cada  uno  lo  que  debe,  de  D.  Jerónimo  Cuellar. 
La  mas  hidalga  hermosura ,  de  tres  ingenios. 
Palmerin  de  Oliva,  delDr.  Juan  Perez  de  Montalvan. 
Lo  quemerece  un  soldado,  de  D.  Agustín  Moreto. 
Amparar  al  enemigo,  de  D.  Antonio  de  Solís. 
Las  academias  de  amor,  de  D.  Cristóbal  de  Morales. 
El  padre  de  su  enemigo,  de  Juan  de  Villegas. 
A  un  tiempo  rey  y  vasallo ,  de  tres  ingenios. 
Tiene  al  fin  unas  coplas  de  Cáncer  con  el  título  de  Pintura  de 
una  dama. 

Parte  cuarenta  y  cuatro  de  comedias  de  diferentes  autores.  En 
Zaragoza,  por  los  herederos  de  Pedro  Lanaja  y  Lamarca,  im- 
presores del  reino  de  Aragón  y  de  la  Universidad,  año  de  1652. 

Los  amantes  de  Teruel,  del  Dr.  Juan  Perez  de  Montalvan. 

El  guante  de  Doña  Blanca,  de  Lope  de  Vega  Carpió. 

La  mas  constante  mujer ,  de  Montalvan. 

El  mas  impropio  verdugo  por  la  mas  justa  venganza,  de  Rojas. 

El  divino  portugués ,  San  Antonio  de  Padua,  de  Montalvan. 

De  un  castigo  dos  venganzas,  de  idem. 

El  mariscal  de  Virón,  de  idem. 

Sufrir  mas  por  querer  mas,  del  Dr.  Villaizan. 

Ofender  con  las  fuerzas,  del  licenciado  D.  Jerónimo  de  Vi- 
llaizan. 

El  juramento  ante  Dios,  del  alférez  Jacinto  Cordero. 

El  villano  en  su  rincón ,  de  Lope. 

Por  último,  el  expresado  VonSchack,  en  su  Geschkhte,  etc., 
describe  un  tomo  de  comedias,  que,  á  juzgar  por  su  título,  per- 
tenece á  la  misma  colección,  aunque  no  se  expresa  qué  parte 
sea.  Intitúlase:  Doce  comedias  de  varios  autores,  los  títulos  de 
las  cuales  van  en  la  siguiente  oja.  Con  licencia,  empreso  en  Tor- 
tosa  en  la  emprenta  de  Francisco  Martorell ,  año  de  1658,  y  con- 
tiene las  siguientes  : 

La  hija  de  Geptea  (tragedia). 

El  santo  sin  nacer,  y  mártir  sin  morir,  que  es  San  Ramon 
Nonat. 

El  primer  conde  de  Orgaz  y  servicio  bien  pagado. 


416  HISTORIA   DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

El  cerco  de  Túnez  y  ganada  de  la  Goleta  por  el  emperador 
Carlos  V,  del  licenciado  Sanchez,  natural  de  Piedrahita. 

La  isla  bárbara ,  de  Lope  de  Vega. 

El  renegado  Zanaga,  del  licenciado  Bernardino  Rodriguez, 
vicario  de  Santibañez ,  diócesis  del  obispado  de  Coria. 

El  corsario  Barbaroja  y  huérfano  desterrado,  2.a  parte,  del 
licenciado  Juan  Sanchez,  natural  de  Piedrahita. 

Los  celos  de  Bodamonte,  del  Dr.  Mira  de  Mescua. 

La  bienaventurada  madre  Santa  Teresa  de  Jesús,  de  Luis 
Velez  de  Guevara. 

El  cerco  de  Trcmccen ,  de  D.  Guillen  de  Castro. 

El  espejo  del  mundo,  de  Luis  Velez  de  Guevara. 

Doña  Inés  de  Castro  (tragedia),  del  licenciado  Mexia  de  ,1a 
Cerda. 

Apéndice  H,  p.  247. — Nuestro  autor,  según  se  ve,  ha  enri- 
quecido su  interesante  obra  con  un  apéndice  de  poesías  inédi- 
tas que  años  atrás  le  mandamos  á  Boston,  cumpliendo  así  la 
oferta  que  entonces  nos  hizo  de  imprimirlas  al  fin  de  su  obra. 
Merece  por  esto  el  Sr.  Ticknor  el  reconocimiento  y  las  gracias 
de  todos  los  amantes  de  nuestras  glorias  literarias.  Ya  están, 
por  decirlo  así ,  exhaustas  las  fuentes  de  las  literaturas  euro- 
peas, y  la  nuestra,  tan  rica  en  este  género  de  producciones, 
apenas  cuenta  mas  colección  que  la  de  D.  Tomás  Sanchez,  im- 
presa, es  verdad ,  varias  veces ,  pero  no  continuada ,  á  pesar  de 
los  varios  anuncios  que  de  tiempo  en  tiempo  se  han  hecho. 

Sensible  nos  es  decirlo,  pero  los  extranjeros  han  hecho  en 
este  punto  mas  de  lo  que  debería  razonablemente  esperarse  de 
ellos,  mucho  mas  de  lo  que  nosotros  mismos  hemos  hecho. 
Grimm  Bohl  de  Faber,  Wolf,  son  nombres  que  irán  siempre 
unidos  á  las  glorias  de  nuestra  antigua  poesía. — No  hace 
mi  año  que  Ludivig  Lembke  publicó  en  Leipzig,  coa  el  título 
de  ¡landbuch  der  spanisches  liter alur,  tres  gruesos  tomos  de 
trozos  y  extractos  de  nuestros  mejores  autores,  así  en  prosa  co- 
mo en  verso,  antiguos  y  modernos.  Pocas  colecciones  hemos 
visto  hechas  con  el  juicio  y  buen  tino  que  se  advierte  en  esta; 
siendo  también  de  advertir  que  las  noticias  biográficas  en  alemán, 
que  preceden  á  cada  sección,  son  en  general  exactas  y  tstán 
bien  hechas.  Comprende  el  primer  tomo  trozos  de  las  Partidas, 


ADICIONAS    Y    NOTAS.  417 

de  D.  Juan  Manuel,  del  Amadis,  del  Centón  epistolario  del  Ar- 
cipreste de  Talayera ,  Alfonso  Martinez  de  Toledo ;  de  los  Claros 
varones,  de  Fernán  Perez  de  Guzman;  de  las  Generaciones  y 
semblanzas,  de  Hernando  de  Pulgar;  de  la  Celestina;  de  Fernán 
Perez  de  Oliva,  de  Francisco  Cervantes  de  Salazar,  de  Diego 
Hurtado  de  Mendoza,  Montemayor,  Perez  de  Hita,  Alemán, 
Herrera  (Antonio),  Mariana,  Granada  (Fr.  Luis) ,  Perez  (Anto- 
nio), Cervantes,  Guevara  (Luis  Velezde),  Quevedo,  Saavedra 
(D.  Diego),  Gracian  (Baltasar),  Soils  (D.  Antonio),  Feijóo,  Isla, 
Cadahalso,  Muñoz  (D.  Juan  Bautista),  y  otros  distinguidos  es- 
critores, justamente  apreciados  dondequiera  que  se  cultiva  y 
aprecia  la  habla  castellana.  Los  dos  tomos  restantes  de  la  colec- 
ción están  consagrados  al  teatro,  y  contienen  muestras  bien  es- 
cogidas de  nuestros  mejores  dramáticos,  desde  Torres  Naharro 
y  Juan  de  Encina  hasta  nuestros  dias. 

Por  esto ,  repetimos ,  es  muy  laudable  el  celo  con  que  el  Se- 
ñor Ticknor  ha  publicado  por  primera  vez  algunas  poesías  iné- 
ditas ;  de  buena  gana  hubiéramos  aumentado  algo  en  este  punto 
á  no  habernos  faltado  el  tiempo  y  el  espacio ,  y  á  no  tener  la 
seguridad  de  que  muy  en  breve  verá  la  luz  pública  un  tomo  de  la 
Biblioteca  de  Rivadeneyra,  que,  á  mas  de  las  recogidas  por  San- 
chez, contenga  otros  monumentos  notables  de  nuestra  antigua 
poesía. 

El  primero  de  los  poemas  publicados  por  el  Sr.  Ticknor  es  el 
titulado  Historia  de  José,  el  Patriarca,  acerca  del  cual  ha- 
bremos necesariamente  de  extendernos  algún  tanto  en  estas 
nuestras  notas ,  atendida  la  clase  á  que  pertenece,  la  singula- 
ridad de  estar  escrito  con  caracteres  arábigos  y  ser  obra  de  un 
morisco  aragonés. 

El  original  se  conserva  en  la  Biblioteca  Nacional ,  en  un  cua- 
derno de  papel  y  letra,  al  parecer ,  de  principios  del  siglo  xvn. 
Está  escrito  en  caracteres  arábigos,  como  acostumbraban  los  mo- 
riscos á  hacerlo  siempre  que  se  servían  del  castellano ,  ya  de- 
seasen de  esta  manera  encubrir  sus  escritos,  ya  les  repugnase  ó 
no  quisiesen  usar  las  letras  de  nuestro  alfabeto.  Esta  última  ra- 
zón nos  parece  mas  probable,  si  se  atiende  á.que  de  todos  tiem- 
pos las  naciones  de  origen  oriental  han  manifestado  una  venera- 
ción casi  supersticiosa  por  sus  caracteres,  considerándolos  como 
TOM.  ív.  27 


418  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

revelados  y  sagrados.  Así  es  que  los  judíos  modernos  escriben 
todas  las  lenguas  de  Europa  y  Asia  con  sus  propias  letras  hebrai- 
cas ;  que  algunas  tribus  de  la  India  se  sirven  aun  de  las  antiguas 
sánscritas  y  de  las  de  otras  lenguas  ya  perdidas,  para  expresar 
sonidos  de  dialectos  que  ninguna  conexión  tienen  con  aquellas. 
Olvidaron  los  moriscos  españoles  su  lengua,  hasta  el  punto  de  ser 
muy  contados  los  que ,  á  fines  del  siglo  xvi ,  podían  hablarla  y 
entenderla;  mas  no  por  eso  dejaron  de  enseñar  á  sus  hijos  las 
letras  en  que  fué  escrito  su  libro  sagrado,  el  Coran;  servíanse 
de  ellas  para  escribir  el  castellano,  y  muy  rara  vez  usaban  de  las 
nuestras ;  empleando  varios  sistemas  de  ortografía ,  según  la 
localidad  ó  provincia  en  que  habitaban. 

No  deja  de  ser  vasta  é  importante  la  literatura  así  producida 
por  el  choque  de  ideas  y  lenguaje  entre  dos  razas  opuestas  en 
origen,  religion  y  costumbres,  hallándose  en  ella  no  pocos  li- 
bros de  poesía,  historia  tradicional,  leyes  y  jurisprudencia;  si. 
bien,  por  causas  que  no  se  explican  fácilmente,  ha  sido  hasta 
hace  poco  descuidada  por  completo  y  casi  desconocida.  El  que 
ahora  se  imprime  fué  calificado  por  Casiri  de  poema  en  lengua 
persa,  no  sospechando  este  erudito  ni  remotamente  que  el  libro 
que  describía  era  castellano  j  otro  tanto  sucedió  con  otro  poe- 
ma, que  mas  adelante  nos  proponemos  publicar,  y  que  fué  tam- 
bién calificado  por  un  célebre  orientalista  francés  de  poema  en 
lengua  berberisca.  Abundan  en  nuestras  bibliotecas,  así  públi- 
cas como  particulares,  los  libros  de  este  género,  que  bien  me- 
recerían un  capítulo  separado  en  una  historia  como  esta;  nos- 
otros hubiéramos  de  buena  gana  emprendido  tan  gustosa  al 
par  que  útil  tarea,  á  no  habernos  retraído  la  idea  de  que  asunto 
de  esta  naturaleza ,  tan  íntimamente  ligado  con  la  condición  so- 
cial, historia  y  costumbres  de  los  moriscos  españoles ,  mas  bien 
que  capítulo  de  una  obra,  debía  ser  objeto  de  un  libro  especial. 
Así  pues,  habremos  de  limitarnos  á  hacer  aquí  algunas  ligeras 
observaciones  acerca  déla  materia  en  general,  y  en  especial  sobre 
el  poema  que  ahora  se  publica ;  refiriéndonos  por  lo  demás  al 
Memorial  Histórico  de  la  Real  Academia  de  la  Historia,  t.  vi, 
y  á  cierto  artículo  del  British  and  Foreign  Review  de  Londres, 
1837  .  donde  ya  se  trató  con  alguna  mas  extension  el  asunto 
que  ahora  nos  ocupa. 


ADICIONES   Y    NOTAS.  419 

No  es  fácil  averiguar  en  qué  tiempo  los  moriscos  españoles 
comenzaron  á  servirse  de  sus  letras  para  escribir  nuestra  len- 
gua ó  la  que  ellos  llamaban  aljamia  (mezcla  del  castellano  y 
arábigo);  el  libro  mas  antiguo  que  conocemos  así  escrito  nos 
parece  ser  este  mismo  poema  de  José ;  pero,  si  bien  su  estilo 
y  lenguaje  revelan  mediana  antigüedad,  hay  motivos  fundados 
para  creer  que  se  escribió  á  mediados  del  siglo  xvi.  Se  nos  dirá 
que  el  metro  en  él  empleado,  la  rudeza  de  la  versificación,  y 
sus  muchos  arcaísmos ,  revelan  una  antigüedadhnucho  mayor ; 
pero  á  esto  responderemos  que  en  un  pueblo  vencido  y  sujeto  á 
otro  mas  poderoso,  la  lengua  propia  ó  adoptiva  se  mantiene  fija 
y  estacionaria,  sin  adelantar,  y  conservando,  por  consiguiente, 
por  mucho  tiempo  su  tipo  primitivo  ;  y  no  podia  menos  de  ser 
así  entre  los  moriscos  españoles,  que,  ó  vivían  aislados  en  po- 
blaciones de  corto  vecindario ,  ó  separados  con  esmero  de  los 
cristianos  viejos,  ya  ejerciendo  industrias  ú  oficios  que  necesi- 
taban poco  ó  ningún  roce  con  las  clases  mas  privilegiadas  de  la 
sociedad ,  ya  privados  casi  enteramente  de  aquel  trato  y  comu- 
nicación que  provocan  y  determinan  la  modificación  ,  adelanta- 
miento ó  corrupción  de  una  lengua.  Hoy  dia  los  judíos  de  la 
costa  de  Africa,  los  de  Tesaldnica,  Esmirna  y  Constantinopla  ha- 
blan con  corta  diferencia  el  mismo  castellano  que  se  usaba  al 
tiempo  de  su  expulsion  ;  y  el  que  entre  ellos  alcanza  mediana 
literatura  y  ha  bebido  en  buenas  fuentes,  escribe  con  tanta  pu- 
reza y  elegancia  como  lo  harían,  si  viviesen,  Juan  de  Mena  y  el 
marqués  de  Santillana.  En  Constantinopla  se  publica  actual- 
mente el  Aor  Israel,  periódico  en  castellano  y  con  caracteres 
hebraicos,  que  pudiera,  atendido  su  estilo  y  lenguaje,  referirse 
á  los  tiempos  de  Alfonso  el  Sabio. 

Ni  puede  razonablemente  asignarse  al  poema  de  José  mayor 
antigüedad  de  la  que  dejamos  sentada,  puesto  que  no  es  de  pre- 
sumir que  entre  la  conquista  de  Valencia  y  Sevilla,  acaecida  en 
el  último  tercio  del  siglo  xni,  y  la  de  Granada ,  que  se  verificó 
en  1492,  es  decir,  en  un  período  de  poco  mas  de  dos  siglos, 
se  verificase  en  un  pueblo  numeroso ,  á  la  sazón  rico,  muy  ape- 
gado á  sus  tradiciones ,  y  habitando  en  grandes  centros  de  po- 
blación ,  el  singular  fenómeno  de  olvidar  completamente  su 
idioma  natal ;  pues  no  de  otra  manera  se  explica  la  existencia 


420  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA   ESPAROLA. 

de  esta  literatura,  como  lo  atestiguan  sus  propios  escritores, 
haciendo  ver  la  precision  en  que  se  hallaban  de  usar  la  lengua 
odiada  de  los  cristianos,  si  se  habían  de  hacer  entender  de  los 
suyos.  «Ni  uno]solo  de  nuestros  correligionarios  (dice  un  autor 
morisco)  sabe  algarabía  (la  lengua  arábiga),  en  que  fué  revelado 
nuestro  santo  Alcoran ,  ni  comprende  las  verdades  del  adin 
(dogma) ,  ni  alcanza  su  excelencia  apurada ,  como  no  le  sean 
convenientemente  declaradas  en  una  lengua  extraña ,  cual  es 
la  de  estos  perros  cristianos,  nuestros  tiranos  y  opresores  (¡  con- 
fúndalos Alá  !).  «Así  pues,  séame  perdonado  por  aquel  que  lee  lo 
que  hay  escrito  en  los  corazones,  y  sabe  que  mi  intención  no 
es  otra  que  abrir  á  los  fieles  muslimes  el  camino  de  la  salvación, 
aunque  sea  por  tan  vil  y  despreciable  medio.» 

Así  se  expresaba  un  alfaqui  morisco  que  escribía  en  1G02  un 
Compendio  ó  suma  breve  de  los  dogmas  y  preceptos  de  la  reli- 
gion musulmana ,  dando  así  patente  testimonio  de  que  la  lengua 
•arábiga  era  ya  tan  extraña  á  sus  correligionarios  como  lo  era 
á  nuestros  cristianos  viejos.  Al  aportar  los  expulsos  en  las  playas 
de  Argel,  no  solo  no  podían  hacerse  entender  de  turcos  y  alar- 
bes ,  sino  que  cincuenta  años  después  era  aun  común  la  habla 
aljamiada,  allí  como  en  Túnez,  en  poblaciones  y  aduares  ocupa- 
dos por  los  moriscos. 

Probada  ya  la  especie  de  fijeza  y  estabilidad  que  la  lengua  ad- 
quiere entre  una  raza  perseguida  y  privada  de  todo  contacto, 
se  comprenderá  fácilmente  cómo  un  morisco  pudo  en  el  siglo  xvi 
componer  un  poema  en  estilo  y  lenguaje  parecidos  á  los  del 
siglo  xiv.  Lo  propio  se  advierte  en  el  que  mas  adelante  impri- 
mimos en  elogio  de  Mahoma ,  y  en  los  del  morisco  aragonés 
Mohamad  Rabadán,  que  escribía  en  1603;  unos  y  otros  mani- 
fiestan mayor  antigüedad  de  la  que  realmente  tienen.  Como 
podrá  fácilmente  suponerse ,  este  olvido  de  la  lengua  debió  de 
ser  lento  y  parcial ,  y  no  tan  completo ,  que  no  quedasen  en  la 
morisca  aljamia  muchas  voces  de  origen  arábigo ,  aunque  con 
terminaciones  castellanas.  En  Aragón ,  sobre  todo ,  donde  por 
causas  locales  comenzó  antes  la  amalgama  y  fusion  de  las 
dos  lenguas,  hubo  pueblos  en  que  se  hablaba  y  escribía  una  jer- 
ga casi  ininteligible  para  los  no  versados  en  la  lengua  arábiga  ; 
en  Castilla  y  Andalucía ,  por  lo  contrario ,  se  hablaba  y  escribía 


ADICIONES   Y   NOTAS.  421 

mejor,  y  libros  hemos  visto,  escritos  en  Toledo  y  Granada,  cuyo 
estilo  y  lenguaje  no  desmerecen  de  nuestros  clásicos.  En  Va- 
lencia se  formaba  por  el  propio  tiempo  una  aljamia  particular, 
que  participaba,  como  es  consiguiente,  del  dialecto  lemosin, 
y  era,  por  lo  tanto,  distinta  de  la  castellana.  En  libros  devotos  y 
ascéticos,  ó  en  materias  que  se  rozaban  con  la  fe  musulmana, 
solían  los  moriscos  aragoneses  y  castellanos  emplear  aun  con 
mas  profusion  voces  tomadas  de  la  lengua  arábiga,  como  si  les 
repugnase  usar  las  castellanas  para  designar  k>s  objetos  de  su 
culto  y  creencia  ;  así  es  que  en  algunos  escritos  de  este  género 
no  es  raro  tropezar  con  frases  enteras  que  reconocen  un  origen 
arábigo,  como  por  ejemplo  esta,  tomada  de  la  obra  de  un  expo- 
sitor, natural  de  Almagro,  en  la  Mancha ;  Jalacó  Allah  el  adonia 
y  los  asemaes  y  las  anochomas  relonbrantes  que  aseñan  al  alhi- 
chante  moslim  el  camino  de-  la  perfección  ;  así  mesmo  jalacó  los 
arrohes  é  influyó  en  ellos  la  espiritualidad ;  lo  que,  traducido  al 
castellano,  vale  tanto  como  «Crió  Dios  el  mundo  y  los  cielos, 
como  también  las  claras  estrellas,  que  señalan  al  peregrino  mus- 
lím  el  camino  de  la  perfección ;  asimismo  crió  las  almas,  etc>> 

Réstanos  decir  algo  acerca  de  la  forma  y  fondos  del  poema. 
Su  asunto  es  la  historia  de  José  el  Patriarca  según  el  Coran  y 
las  tradiciones  musulmanas  ;  y  si  no  estamos  equivocados ,  su 
autor  no  hizo  mas  que  poner  en  verso  castellano  alguna  de  las 
muchas  versiones  de  esta  historia  popular  que  corría  entre  los 
moriscos.  En  cuanto  al  metro ,  se  ve  que  su  autor  se  propuso 
emplear  el  llamado  «nueva  maestría  »  por  Berceo  ,  y  es  el  de 
los  mas  antiguos  monumentos  de  nuestra  poesía  nacional.  Úsa- 
le el  poeta  sin  cuidarse  mucho  de  la  medida  del  verso,  emplean- 
do unas  veces  estancias  de  tres  versos,  otras  de  cuatro,  y  echan- 
do mano  indistintamente  del  asonante  y  del  consonante.  Ver- 
dad es  que  en  la  manera  de  contar  las  sílabas  hay  que  tener  en 
cuenta,  así  en  este  poema  como  en  otros,  la  peculiar  ortografía 
de  los  árabes,  que  nunca  pronuncian  sin  intermedio  de  vocal 
dos  consonantes  en  una  misma  sílaba,  escribiendo  palaza  por 
plaza ,  pelebe  por  plebe ,  pirivado  por  privado ,  porovecho  y 
puluma  por  provecho  y  pluma,  como  también  tai abajo,  tere- 
bejo,  aaranada,  pereboste,  baladoro,  estupuro,  y  así  á  este  tenor. 

Faltábanle  al  ejemplar  del  poema  que  se  conserva  en  la  Bi- 


422  HISTORIA   DE    LA   LITERATURA   ESPAÑOLA. 

blioteca  Nacional,  y  es  el  mismo  publicado  por  Mr.  Ticknor,  se- 
gún una  copia  que  años  atrás  le  remitimos,  las  ocho  primeras 
estrofas  ó  estancias  ;  pero  afortunadamente  se  han  podido  suplir 
con  otro  de  mayor  antigüedad  (aunque  también  falto  al  fin),  que 
ha  sido  hallado  en  un  tomo  de  historias  y  cuentos  tradicionales, 
de  letra  arábiga  del  siglo  xvi ,  traido  últimamente  de  Aragón ,  y 
encontrado  en  una  cueva  á  vueltas  de  otros  varios  de  la  misma 
especie  y  de  algunas  armas  de  fuego,  escondidas  sin  duda  allí 
para  burlar  la  vigilancia  de  las  autoridades.  Cotejado  con  el  de 
la  Biblioteca,  este  último  presenta  diferencia  bastante  en  el  texto 
para  hacer  suponer  que  es  la  redacción  primitiva,  y  que  el  que 
la  copió  un  siglo  después  corrigió  el  estilo ,  alteró  la  ortografía 
y  perfeccionó  algún  tanto  la  versificación  y  la  rima :  solo  así 
pueden  explicarse  las  muchas  y  considerables  variantes  que  en 
él  se  advierten. 

Pág.  27o. — Discurso  de  la  luz,  etc.  El  códice  original  de  don- 
de se  ha  sacado  este  poema  se  conserva  en  la  biblioteca  del 
Museo  Británico  de  Londres,  y  fué  traido  de  Túnez  por  Joseph 
Morgan ,  cónsul  de  Inglaterra  en  aquella  regencia  por  los  años 
de  1705.  En  una  obra  harto  interesante,  que  dicho  Morgan  dio  á 
luz  á  su  vuelta  á  Londres,  intitulada  Mohammedanism  explained, 
y  en  la  cual  hace  larga  mención  y  aun  traduce  trozos  enteros  de 
este  libro ,  cuenta  el^modo  que  tuvo  de  hacerse  con  él ,  y  lo 
muy  estüuado  que  era  de  los  hijos  y  nietos  de  moriscos  espa- 
ñoles que  habitaban  aun  en  Túnez  y  sus  alrededores.  Otra  copia 
mas  moderna  y  bastante  defectuosa  se  guarda  en  la  biblioteca 
Imperial  de  Paris,  la  misma  que  ya  describió  el  Sr.  Ochoa  en  su 
catálogo  de  manuscritos  españoles. 

Del  autor  Mohamad  Rabadán  no  sabemos  mas  que  lo  que  él 
mismo  nos  dice  :  fué  natural  de  Rueda ,  en  Aragón,  y  debió  ser 
uno  de  los  pocos  que  en  su  tiempo,  al  comenzar  el  siglo  xvii,  sa- 
bían la  lengua  y  cultivaban  aun  la  literatura  arábiga,  pues  todo 
lo  que  escribió  está  evidentemente  tomado  y  traducido  de  obras 
conocidas,  y  principalmente  de  una  que  escribió  Alhasan  con  el 
título  de  Quitáb  Al-anwár,  ó  Libro  de  las  luces,  y  es  una  Vida  de 
Mahoma  y  sus  ascendientes.  Debió  emigrar  á  Túnez ,  pues  se- 
gún declara  Morgan ,  su  memoria  era  aun  muy  respetada  entre 
los  moriscos  de  cierta  población  bastante  próxima  á  Túnez,  don- 


ADICIONES    Y    NOTAS.  423 

de  se  recogieron  gran  parte  de  los  expulsos  de  Valencia,  y  en  la 
que  en  su  tiempo  muchos  hablaban  aun  castellano. 

Para  dar  mejor  idea  de  su  contenido  hemos  copiado  el  índice 
que  sigue  al  prólogo  ;  y  de  muy  buena  gana  hubiéramos  impre- 
so íntegros  los  varios  poemas  de  que  se  compone  el  libro,  á  no 
habernos  faltado  el  tiempo  y  el  espacio.  Bastará,  sin  embargo, 
esta  muestra  para  dar  á  conocer  que  su  autor  manejaba  la  len- 
gua con  soltura ,  y  que ,  á  pesar  de  su  desaliño  é  incorrección, 
se  advierten  en  él  accidentes  de  poeta. 

Apéndice  H,núm.  4.  p.  527. — Hállase  este  poema  aljamiado 
en  un  tomo  de  misceláneas  arábigas ,  en  4.° ,  de  letra,  al  pare- 
cer, de  fines  del  siglo  xvi,  y  que,  según  nos  han  informado,  pro- 
cede de  la  villa  de  Borja ,  en  Aragón ,  donde  fué  hallado  en  1842 
á  vueltas  de  otros  varios,  al  derribar  unas  casas  que  en  lo  anti- 
guo fueron  aljama  ó  ayuntamiento  de  moriscos.  El  que  los  descu- 
brió, hombre  codicioso  é  ignorante,  creyó  desde  luego,  como 
en  semejantes  casos  acontece,  que  aquellos  libros  eran  otros 
tantos  indicios  de  algún  tesoro  allí  encerrado  desde  el  tiempo 
de  los  moros;  túvolos  algunos  años  en  su  poder,  reservándolos 
hasta  de  su  propia  familia ,  y  sin  dejarlos  ver  de  personas  que 
pudieran  haberle  desengañado  acerca  de  su  contenido,  gastó 
no  pequeña  parte  de  su  hacienda  en  hacer  secretamente  exca- 
vaciones que  le  condujesen  á  vista  del  supuesto  tesoro  ;  y  á  su 
muerte,  ocurrida  catorce  años  después,  tan  solo  pudo  hallarse 
el  que  ahora  se  describe.  Hemos  creído  deber  hacer  esta  digre- 
sión por  ver  si  se  puede  así  poner  coto  á  la  especie  de  persecu- 
ción que  á  todas  horas  y  en  todos  los  ángulos  de  la  monarquía 
se  está  ejerciendo  contra  estaclase  de  monumentos  escritos ,  que 
así  pueden  aumentar  el  caudal  de  nuestra  literatura,  como  ar- 
rojar luz  sobre  la  historia  civil  de  aquella  raza,  resto  de  los  anti- 
guos conquistadores. 

Quién  sea  el  autor  del  poema  se  ignora  de  todo  punto  ;  nin- 
guna indicación  hemos  hallado  en  el  resto  del  tomo ,  que  se 
compone  casi  en  su  totalidad  de  fragmentos  de  libros  caste- 
llano-arábigos,  reunidos  por  el  colector.  El  estilo  y  lenguaje, 
atendidas  las  razones  ya  expuestas  en  otro  lugar ,  nos  parecen 
pertenecer  al  último  tercio  del  siglo  xvi ,  es  decir ,  medio  siglo 
después  que  el  poema  de  José. 


424  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Apéndice  H,  núm.4,  p.oói.  El  libro  del  Rabbi  Santob.—  Razón 
tenia  el  autor  para  desear  que  el  códice  de  la  Nacional,  defectuoso 
y  sobremanera  incorrecto,  se  cotejase  con  el  del  Escorial.  Algo 
de  esto  habíamos  ya  hecho,  restableciendo  el  texto  en  algunos 
lugares  en  que  conocidamente  estaba  viciado,  y  corrigiendo  en 
otros  no  pocas  palabras  alteradas  por  el  copiante ,  cuando  tuvi- 
mos ocasión  de  ver  el  escrupuloso  cotejo  que  de  uno  y  otro  tiene 
hecho  el  Sr.  D.  José  Coll  y  Vein,  catedrático  de  Autores  Clásicos 
en  el  instituto  de  San  Isidro ,  sugeto  aficionado  á  este  linaje  de 
estudios  y  que  prepara  actualmente  un  tomo  de  poesías  anterio- 
res al  siglo  xv  para  la  Biblioteca  de  Autores  Españoles  de  Riva- 
deneyra.  No  habiendo  dicho  señor  tenido  inconveniente  alguno 
en  manifestarnos  su  interesante  trabajo,  nos  hemos  aprovechado 
de  él,  así  para  corregir  el  texto  del  Rabbi  en  algunos  pasajes, 
como  para  añadir  las  muchas  estrofas  contenidas  en  el  códice 
escurialense  y  que  no  se  hallan  en  el  de  la  Biblioteca  Nacional. 

Está  aquel  conforme  con  este ,  aparte  de  algunas  ligeras  va- 
riantes ,  en  las  22  primeras  estrofas ;  mas,  concluidas  estas,  en- 
tran en  el  códice  escurialense  las  10  siguientes,  que  faltan  en  el 
de  la  Nacional : 

En  menos  una  fremosa 
Besaba  una  vegada, 
Estantío  muy  medrosa 
De  los  de  su  posada. 

Fallé  boca  sabrosa, 
Salina,  muy  lemprada, 
Non  vi  tan  dulce  cosa, 
Mas  agrá  la  dejada. 

Non  sabe  la  persona, 
Secreto  es  muy  profundo ; 
Torpe  es  quien  se  baldona 
Con  los  bienes  del  mundo. 

Non  sabe  su  manera 
Que  á  los  hombres  astrosos 
Del  mundo,  lo  mas  era 
Tener  siempre  viciosos. 

Según  el  peso  asi 
Abaja  todavía, 
La  mas  llena,  otrosí, 
Ensalza  la  vasia. 


Un  astroso  cuidaba , 

Y  por  mostrar  que  era 
Solil ,  yo  le  enviaba 
Escripto  de  tisera. 

El  nescio  non  sabia 
Que  lo  fice  por  infinta, 
Porque  yo  non  quería 
Perder  en  él  la  tinta. 

Ca  por  non  le  deunar 
Fice  vasía  la  llena  , 

Y  non  le  quise  donar 
La  carta  sana  buena. 

Como  et  que  tomaba 
Meollos  de  avellanas 
Para  si,  y  donaba 
Al  otro  cascas  vanas. 

Yo  del  papel  saqué 
La  razón  que  decia, 
Con  ella  me  finqué, 
Díle  carta  vacía. 


Siguen  después  la  29  y  50  hasta  la  55 ,  omitiéndose  casi  en  su 


ADICIONES   Y  NOTAS.  425 

totalidad  las  23,  24,  25,  26,  27  y  28.  Concluida  la  estrofa  30, 
hay  una  suscricion  que  dice : 

T  Acaba  el  prólogo, 

y  comienza  el  tratado. 

suscricion  que  falta  enteramente  en  el  códice  de  la  Nacional 
y  que  parece  natural  hubiese ,  atendido  que  el  poema  consta 
evidentemente  de  dos  partes :  prólogo  ó  preámbulo,  y  colección 
de  documentos.  Por  otra  parte ,  no  se  hallan  en  el  del  Escorial 
ni  las  estrofas  56  y  37  ni  los  tres  primeros  versos  de  la  38 ,  ni 
hay  de  la  39  mas  que  el  primero. 

Falta  la  estrofa  42  en  el  códice  de  la  Nacional ,  y  en  el  del  Es- 
corial la  que  este  pone  como  46,  y  empieza :  tEt  muy  sotil  trote- 
ro.» Después  de  la  estrofa  58  el  del  Escorial  pasa  á  las  señaladas 
con  los  números  218  y  219  en  el  de  la  Nacional,  y  después  con- 
tinúa : 

Camino  errado  anda  J  La  mejilla  fase  prieta , 

Ycaederahes,  El  lienzo  emblanquesce. 

Ca  nunca  cosa  demanda  El  tal  es  y  tal  yase 


La  sal  y  otra  la  pez. 

Por  lo  que  este  fase 
Cosa ,  otro  la  deja ; 
Con  lo  que  á  mí  piase , 
Otro  mucho  se  queja. 

El  sol  la  sal  aprieta 
Y  la  pezemblandesce, 


En  la  su  grande  altura, 
Cuando  grande  frió  fase 
Como  cuando  calura. 

Con  frió  lo  fase  fiesta, 
Y  sale  á  su  encuentro 
El  que  cuando  fase  fiesta 
Se  está  la  puerta  dentro. 


Inmediatamente  después  de  las  anteriores  estrofas ,  que  no  se 
hallan  en  el  de  la  Nacional ,  siguen  en  el  del  Escorial  las  allí  se- 
ñaladas con  los  números  220-48,  volviendo  después  á  la  91,  que 
empieza : 

Tanto  es  un  dedo  fuera. 

Los  dos  primeros  versos  de  la  estrofa  69  forman  mejor  senti- 
do ,  según  se  hallan  en  el  códice  del  Escorial : 

Un  tavardo  alcanzado 
La  su  cuita  se  enfiesta. 

De  aquí  en  adelante  el  códice  del  Escorial ,  aunque  mas  con- 
forme en  la  lección ,  presenta  gran  variedad  en  el  orden  de  las 
estrofas ,  y  tanta ,  que  no  es  fácil  atinar  con  la  causa  della.  He- 


426  HISTORIA    DE   LA    LITERATURA"  ESPAÑOLA. 

mos  dicho  que  desde  la  estrofa  248  pasaba  á  la  91 ,  sigue  con- 
forme con  el  otro  hasta  la  159,  donde  pasa  á  la  191,  y  continúa 
así  sin  interrupción  hasta  la  217.  Después  de  esta,  pasa  repen- 
tinamente á  la  59  ,  sigue  hasta  la  90 ,  y  volviendo  á  la  250,  pro- 
sigue hasta  la  285  ,  terminada  la  cual  pasa  á  la  159  hasta  la  199. 
Las  estrofas  77  y  78  presentan  bastante  variedad  en  el  códice 
del  Escorial : 


Un  buscador  que  tienta 
Y  cosa  non  alcanza , 
Otro  non  se  contenta 
Fallando  en  abastanza. 


Quien  falla  é  se  contenta 
Nunca  puede  fallarlo, 
Ca  podría  ciertamente 
Rico  hombre  ser  llamado. 


Pág.  559.  —  También  la  87  se  halla  algo  alterada  en  el  códi- 
ce del  Escorial.  Dice  así: 

Tanto  que  hombre  se  tiemple, 
Basta  con  lo  que  toviere, 
Del  demás  será  siempre 
Siervo  cuanto  viviere. 

Pág.  545,  estrofa  196.  —  Los  dos  últimos  versos  de  esta  es- 
trofa ,  según  los  pone  el  de  la  Nacional ,  son  : 

Trabaja  por  lazrar 

Si  quier  ladra  de  riebto. 

Pág.  548.  — La  estrofa  252  y  dos  siguientes ,  en  el  códice  del 
Escorial,  dicen  de  esta  manera  : 


Segunt  es  el  lugar, 
Y  el  tiempo  cual  es, 
Fase  priesa  el  vagar, 
E  las  tornar  envés. 

Yo  nunca  be  querella 
Del  mundo  y  de  sus  fechos , 


Aunque  muchos  de  aquellos 
Se  tienen  por  mal  trechos. 

Cuando  al  malo  aprovecha 
Dañar  al  bueno  aducho , 
El  mal  por  el  bien  pecha , 
Desto  me  agravio  mucho. 


Pág.  552.' — Después  de  esta  estrofa  297,  hay  en  el  códice 
del  Escorial  la  siguiente,  que  falta  en  el  de  la  Nacional : 

Cuanto  mal  va  tomando 
Con  el  libro  porfía, 
Tanto  irá  ganando 
Buen  saber  todavía. 

Pág.  556,  estrofa  558. — En  lugar  de  esta  estrofa,  el  códice 
escurialense  trae  la  siguiente  : 


ADICIONES    Y    NOTAS.  427 

El  celo  con  su  obra 
Al  que  es  meuguado  gasta , 
Y  al  rico  que  le  sobra 
Cuatro  tanto  que  le  basta. 

También  la  siguiente  presenta  variantes  de  consideración : 

Cuidando  que  mas  largo 
Algo  ha  su  vecino , 
Tiénese  por  amargo 
Con  lo  suyo  el  mesquino. 

Pág.  357. —Después  de  la  366  hay  estas  cinco  en  el  del  Esco- 
rial: 


Estos  bien  lazrados 
De  cuerpo  y  corazón , 
Amargos  y  cuitados , 
Viven  en  toda  sazón. 

De  noche  y  de  dia 
Cuitados,  mal  andantes, 
Fasiendo  todavía 
Revés  de  sus  talantes. 

El  derecho  amando, 
Fase  por  fuerza  tuerto, 

Pág.  357,  estrofa  576 : 


Y  yerros  cobdiciando , 
Obrar  el  seso  cierto. 

Hombre  tanto  folgado 
Nunca  nasció  jamás, 
Como  el  que  nunca  ha  pensado 
De  nunca  valer  mas. 

Hombre  rahez ,  astroso, 
Tal  que  nos  ha  vergüenza, 
Este  vive  vicioso, 
Que  nin  piensa  nin  sueña. 


Sabe  si  el  mundo  alaba 
Cosa,  ó  por  mejor  nombra, 
Que  muy  ahina  se  acaba, 

Y  pasa  como  la  sombra. 

Pág.  561,  estrofa  458. — Esta  estrofa  se  halla  muy  viciada  en 
uno  y  otro  códice.  El  del  Escorial  la  trae  así : 

Placer  que  toma  hombre 
Con  lo  que  non  entiende 
Medio  placer  ha  hombre, 

Y  tura  non  es  ende. 

Pág.  562,  estrofa  447: 

E  en  el  mundo  non  habria 
Nin  sobre  fierro  otro  hombre 
De  tan  grande  mejoría 
Como  de  hombre  á  hombre. 

Pág.  565.  —  De  muy  diferente  manera  se  halla  esta  estrofa 
470  en  el  códice  de  la  Nacional : 


428  HISTORIA    DE   LA   LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Amigo  de  la  buena 
Andanza  cuando  cresce, 
Luego  así  se  loma 
Cuando  ella  fallesce. 

Pág.  364 ,  estrofa  482 : 

Quien  mal  recibe  dellas 
Él  se  busca  lo  tal, 
Ca  del  grado  de  aquellas 
Nunca  1*  farian  mal. 

Entre  las  estrofas  494  y  49o  se  hallan  en  el  códice  del  Es- 
corial las  siguientes : 


Es  de  huésped  compaña 
De  las  cosas  pesadas; 
Que  á  todo  el  mundo  dapna 
Fallo  algunas  vegadas. 

Non  digo  por  pariente 
O  amigo  especial , 
Que  ha  por  bien  la  gente 
Compañía  deste  tal. 

Sabe  mi  voluntad 
Esto  con  él  en  gloria , 
Non  tenga  poridad 
Que  á  él  non  es  notoria. 

Mas  hombre  que  pesado 
Es  en  todo  su  fecho , 
Quiere  tal  gasaiado 
Que  en  anchura,  en  estrecho. 

Que  al  tal  nin  por  ruego 
Non  querría  fablar, 
Cuanto  mas  tras  mi  fuego 
Escuchar  su  parlar. 

Y  si  uno  non  es  ido, 
Catar  otro  do  llega  , 
La  mengua  que  non  vido 
Al  otro  non  se  niega. 

Cuando  uno  se  parte 
Pienso  perder  querella , 
Viene  por  otra  parte 
Quien  desfase  su  huella. 

Hoy  me  preguntaba 
Alegre  por  mi  puerta, 
Non  sabie  si  quedaba 
La  mujer  medio  muerta. 

Con  la  poca  farina 


Del  dinero  otro  tal , 
Descubrióse  ahina 
El  suelo  del  cabdal. 

Si  vendí  mi  ganado 
Por  mengua  de  cebada, 
El  de  resien  llegado 
Non  piensa  desto  nada. 

Quiera  que  á  su  caballo 
Buen  aparejo  salle, 
Yo  con  vergüenza  callo , 
Paseando  por  la  calle. 

Por  ver  algún  vesino 
Si  me  querrá  dar  de  la  paja 
A  treque  de  algunt  vino, 
Rescelandb  la  baraja. 

Va  mujer  por  villa 
Si  sabe  que  lo  buscase , 
Era  cierto  rensilla 
Por  pagarme  fincase. 

Él  quiere  buen  semblante 
En  todos,  de  placer  ; 
Cosa  sin  catar  ante 
De  lo  que  puede  ser. 

Sí  non  basta  el  primero 
Nin  el  dia  segundo, 
Mas  quiere  en  el  tercero 
Que  si  le  via  el  mundo. 

Cierto  es  y  non  fallezce 
Proverbio  todavía 
El  huésped  y  el  pece 
Fiedenal  tercero  día. 

Además  de  su  empacho , 
Que  enojado  me  deja , 


ADICIONES 
De  otra  cosa  le  tacho 
Con  que  doblo  mi  queja. 

Ca  los  de  mi  compaña 
Pasarían  con  quienes  quiera , 
Por  mostrarles  fazaña 
Doles  yantar  entera. 

Ga  en  casa  regida 

Pág.  365,  estrofa  506: 


Y    NOTAS. 

Con  la  sazón  convien , 
Gobernarse  la  vida 
Cras  mal,  eras  bien. 

Y  siervo  que  mendrugo 
Comería  de  centeno, 
Por  su  causa  madrugo     • 
A  comprarle  pau  bueno. 


429 


Homme  non  querría 
Sino  daquello  que  non  lieu, 
Desprecíalo  el  día 
Que  á  la  mano  le  fien. 

Pág.  566,  estrofa  518. — Esta  estrofa  se  halla  de  muy  distinta 
manera  en  el  códice  escurialense : 

Contesce  al  que  escuchó 
Los  dichos  de  mi  lengua, 
Del  bien  se  aprovechó , 
Por  el  mal  me  dio  mengua. 


Pág.  567. — Inmediatamente  después  de  la  estrofa  531  si- 
guen en  el  códice  del  Escorial  las  siguientes: 


Al  que  non  quiera  engaño 
Nin  en  don  nin  en  prescio, 
Por  fuír  del  dapno 
Rasónaslo  por  nescio. 

Por  algos  allegar 
Falsandoy  robando, 

Y  la  verdad  negar, 
Sobre  ello  perjurando. 

Conosce  tu  medida, 

Y  nunca  errarás , 


En  toda  la  tu  vida 
Soberbia  non  farás. 

Cual  quieres  rescebir 
Tal  sea  rescibido 
De  sí  y  sabe  servir 
Si  quieres  ser  servido. 

Fas  pagados  los  hombres, 
Y  faserte  han  pagado , 
Honrarás  los  sus  nombres 
Si  quieres  ser  honrado. 


Pág.  567. —Esta  estrofa  556  se  halla  en  el  códice  escuria- 
lense de  la  manera  siguiente  : 

Del  fablar  extrañamos 
Non  por  á  él  tachar, 
Mas  pocos  fallamos 
Que  lo  sepau  templar. 


430  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Pág.  368,  estrofa 552: 

Cuerpo  es  el  callar, 
El  fablares  el  alma; 
Animal  el  fablar, 
f  El  callar  es  la  salma. 

Salma  aquí  está  conocidamente  por  enjalma. 
Pág.  369,  estrofa 559: 

En  toda  costumbre  tal 
En  todos  hombres  esto, 
Verás  que  hay  bien  y  mal, 
Han  loor  y  denuesto. 

La  estrofa  5G1  falta  en  el  códice  del  Escorial ,  y  en  la  si- 
guiente el  verso  tercero  se  lee  de  esta  manera : 
Dos  pieles  sin  ijadas. 
Estrofa  564. — El  último  verso: 

Cras  el  contrallo  siente. 
Estrofa  568: 

Como  grant  bien  se  pueda 
•    Perder  sin  que  mal  obre , 
Nin  por  su  saber  cueda 
Defender  de  ser  pobre. 
Estrofa  592: 

Lo  que  cria  y  defiende , 
De  aquello  mas  habernos  , 
Agua  mucha  por  ende 
E  del  aire  tenemos. 

Tales  son  las  notables  variantes  que  presenta  el  códice  del 
Escorial  cotejado  con  el  de  la  Biblioteca  Nacional;  variantes 
de  tal  especie,  que  casi  nos  hacen  sospechar  sea  una  redacción 
posterior  y  mejorada  de  la  misma  obra.  Solo  así  se  explica  la 
falta  de  identidad  que  se  nota  en  uno  y  otro. 

Antes  de  cerrar  las  notas  correspondientes  al  Apéndice,  ha- 
bremos de  advertir  que,  aunque  en  la  pág.  256  del  tomo  n  pro- 
metimos dar  á  luz  el  Diálogo  entre  Caronte  y  el  alma  de  Alejan- 
dro Farneüo,  obra  del  célebre  D.  Diego  Hurtado  de  Mendoza, 
no  es  ya  necesario,  por  haberse  anticipado  nuestro  amigo  Don 
Adolfo  de  Castro,  publicándolo  en  el  tomo  de  Curiosidades 
bibliográficas,  xxxvili  de  la  Colección  de  Rivadeneyra. 


ADICIONES    Y    NOTAS.  431 

Apéndice  H ,  núm.  5,  p.  373. —  Este  poema  déla  Danza  ge- 
neral de  la  muerte  ha  sido  publicado  el  año  pasado  en  Paris 
por  D.  Florencio  Janer,  aunque  sin  las  notas  é  ilustraciones  que 
el  público  tenia  derecho  de  esperar  de  quien  tiene  dadas  mues- 
tras de  erudición  y  aprovechamiento  en  estas  materias.  Ignoraba 
sin  duda  que  el  Sr.  Ticknor  lo  habia  ya  dado  á  luz  en  4853 ,  pues 
de  lo  contrario  es  de  creer  no  hubiera  omitido  el  conveniente 
cotejo  entre  el  códice  del  Escorial  y  el  manuscrito,  mas  moderno, 
de  la  biblioteca  Imperial  de  Paris,  del  cual,  sin  embargo,  nos 
hemos  aprovechado  alguna  vez  que  otra  para  corregir  palabras 
y  frases  viciadas  en  la  copia  impresa  por  nuestro  autor. 

Del  asunto  del  poema  se  ha  dicho  ya  lo  bastante  en  el  curso 
de  esta  obra  para  que  sea  necesario  volver  sobre  él ;  baste  decir 
que  fué  general  en  toda  Europa,  hallándose  en  latin  y  en  todas 
las  literaturas ,  como  lo  hizo  ya  notar  el  Sr.  marqués  de  Pidal 
en  cierto  trabajito  sobre  un  «fragmento  inédito  de  poema  anti- 
guo castellano».  A  este  mismo  asunto,  y  copiando  á  veces  las 
palabras  del  poema,  escribió  Juan  de  Pedraza ,  tundidor  y  veci- 
no de  Segovia,  una  farsa,  que  se  imprimió  en  1  551 ,  en  un  tomo 
en  8.°  mayor,  intitulada:  Farsa  llamada  Danza  de  la  muerte , 
en  que  se  declara  cómo  d  todos  los  mortales ,  desde  el  Papa  hasta 
el  que  no  tiene  capa,  la  muerte  hace  en  este  mísero  suelo  ser 
yguales,  y  á  nadie  perdona.  Contiene  mas :  cómo  cualquier  vi- 
viente humano  debeamar  la  razón,  teniendo  entendimiento  della; 
considerando  el  provecho  que  de  su  compañía  se  consigue.  Va 
dirigida  á  loor  del  Santíssimo  Sacramento  :  hecho  por,  etc.  Hcá- 
llase  esta  farsa  en  un  precioso  tomo  de  farsas  y  églogas  de  la  bi- 
blioteca de  los  duques  de  Baviera,  de  que  dio  ya  extensa  noti- 
cia el  erudito  é  infatigable  D.  José  Wolf,  publicando  íntegra  di- 
cha farsa,  ilustrada  con  notas  críticas  y  filológicas  de  no  escaso 
valer.  Eine  Spanisches  Frohnleich  nasspiel  von  Todtentanz 
(sobre  un  auto  sacramental  de  la  Danza  déla  muerte),  Vie- 
na,  1852. 


SUPLEMENTO  A  LAS  NOTAS. 


Por  causas  independientes  de  nuestra  voluntad  nos  hemos 
visto  precisados  á  emplear  mas  tiempo  del  que  era  regular  en  la 
publicación  de  los  cuatro  tomos  de  que  se  compone  esta  Histo- 
ria de  la  literatura ;  pero  esto  mismo  nos  ha  dado  ya ,  y  nos 
da  ahora,  ocasión  y  motivo  de  hacer  en  ellos  algunas  adiciones 
y  rectificaciones  de  importancia.  El  mismo  Sr.  Ticknor,  con 
cuya  amistad  nos  honramos,  y  con  el  cual  seguimos  hace  años 
una  correspondencia  en  extremo  amena  ,  al  par  que  instructi- 
va, aprovechándose  -del  largo  intervalo  que,  mal  que  nos 
pese,  ha  transcurrido  entre  la  impresión  del  tomo  primero  de 
esta  nuestra  traducción  y  los  siguientes  ,  ha  tenido  á  bien  re- 
mitirnos nota  de  algunas  rectificaciones  que  deseaba  se  hiciesen 
en  su  texto ,  y  así  lo  hemos  hecho  exactamente  siempre  que 
sus  indicaciones  y  deseos  han  llegado  á  tiempo  de  cumplirse. 
También  nosotros ,  volviendo  sobre  lo  que  ya  hemos  dicho  en 
las  notas  á  los  tres  tomos  anteriores ,  aprovechamos  la  ocasión 
que  se  nos  ofrece,  ya  de  reparar  omisiones,  ya  de  corregir  da- 
tos y  noticias  que  no  son  enteramente  exactas ;  porque ,  como 
dice  el  adagio  latino,  errare  humanum  est,  y  mas  queremos  con- 
fesar nuestras  culpas,  á  fuer  de  pecadores  arrepentidos,  que  no 
pasar  plaza  de  renitentes  é  inducir  en  error  á  nuestros  lectores. 

Tomo  i,  nota  14,  p.  25o. — Al  tratar  del  Dr.  Ferreira  hemos 
citado  mal  el  titulo  de  su  obra ,  que  no  es  Poesías  lusitanas,  se- 
gún allí  dijimos ,  sino  Poemas  lusitanos ;  y  mas  adelante  hemos 
tom.  ív.  28 


434  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

dicho  equivocadamente ,  siguiendo  en  esto  á  nuestro  autor,  que 
dicho  poeta  portugués  atribuyó  el  Amadls  al  infante  D.  Antonio 
de  Portugal,  siendo  así  que  á  quien  el  hijo  de  Ferreira,  que  pu- 
blicó sus  poesías,  alude,  es  á  D.  Alfonso.  En  la  misma  página, 
nota  1 2,  está  mal  escrito  el  nombre  de  Briolanja,  y  á  la  vuelta, 
pág.  254,  donde  dice  García  Ordoñez  de  Montalvo,  castellano 
de  Medina  del  Campo,  habrá  de  leerse  regidor. 

Pág.  244.  —  Dijo  el  autor  equivocadamente,  y  nosotros  lo 
repetimos  en  la  traducción,  que  Anaxártes,  el  héroe  caballeres- 
co, creado  por  la  fértil  inventiva  de  Feliciano  de  Silva ,  fué  hijo 
de  Lisuarte  de  Grecia ,  lo  cual  es  un  error,  como  puede  verse  en 
el  árbol  genealógico  de  esta  familia ,  que  hace  poco  publicamos 
entre  los  preliminares  al  tomo  xl  de  la  Biblioteca  de  autores 
españoles.  Anaxártes  fué  hermano  de  D.  Florisel  de  Niquea,  é 
hijos  ambos  de  Amadís  de  Grecia. 

Tampoco  está  citado  con  exactitud  (en  la  pág.  255)  el  título 
del  libro  de  caballerías  que  compuso  Gonzalo  Fernandez  de 
Oviedo.  No  habíamos  entonces  logrado  tener  á  la  vista  esta  ra- 
rísima obra,  de  la  que  no  conocemos  mas  que  un  solo  y  único 
ejemplar  con  el  siguiente  título  :  Libro  del  muy  esforzado  et  in- 
vencible caballero  de  la  Fortuna ,  propiamente  llamado  Don  Cla- 
ribalte,  que,  según  su  verdadera  interpretación,  quiere  decir  feli- 
ce ó  bienaventurado,  nuevamente  imprimido  et  venido  á  esta 
lengua  castellana,  etc.  Valencia,  1519. 

Pág.  25o,  habrá  de  leerse  Baladro  por  Baladros ,  y  en  la  272 
Gil  Arribato  por  Gil  de  Ribato. 

Pág.  282  ,  en  lugar  de  Domingo  de  Castega  habrá  de  leerse 
Domingo  de  Gaztelu.  Fué  este  un  caballero  vizcaíno  muy  aficio- 
nado á  las  letras,  que  residió  por  muchos  años  en  Milan,  Vene- 
cia y  otros  puntos  de  Italia,  con  algún  cargo  ó  comisión  de  Car- 
los V,  ya  que  no  sea  el  mismo  Gaztelu  que  le  siguió  después  á 
Yuste,  y  fué  secretario  de  su  hijo  Felipe  II.  No  fué  autor  de 
ninguna  continuación  de  la  Celestina;  lo  que  hizo  fué  publicarla 
de  nuevo  en  Venecia  en  1556,  juntamente  con  la  segunda 
parte  de  Feliciano  de  Silva,  que  acababa  de  salir  á  luz  en  España. 

Pág.  285. — Juan  Sedeño,  que  puso  en  verso  la  Celestina, 
no  fué  traductor  del  Tasso,  como  dice  nuestro  autor;  es  otro 
Sedeño  distinto,  que  vivió  cerca  de  un  siglo  después,  y  que  tam- 


Sll'LEMENTO    A   LAS    NOTAS.  435 

bien  tradujo  Le  lagrime  di  San  Pietro  de  Luigi  Tansilo.  Y  en 
cuanto  á  la  comedia  intitulada  El  celoso ,  de  que  se  trata  en  la 
nota  25,  correspondiente  ala  p.  284,  habremos  de  advertir 
que  es  la  misma  intitulada  La  Lena ,  con  la  circunstancia  de  que 
en  un  mismo  año  la  imprimía  dog  veces  en  Milan  un  mismo  im- 
presor ,  una  vez  con  el  título  de  Celoso,  otro  con  el  de  Lena.  En 
una  de  ellas  el  autor  se  denomina  Alfonso  Velazquez  de  Velas- 
co ,  lo  cual  no  deja  duda  en  cuanto  al  significado  de  la  abre- 
viatura Vz. 

Pág.  531. — Donde  dice  Guillermo  Ameller  habrá  de  leerse 
Anelier  ó  Aneliers,  y  por  Plagues,  Plagues. 

Pág.  453. — Aquí  se  llamó  inadvertidamente  á  Fernando  de 
Pulgar  Fernán  Perez  de  Guzman. 

Pág.  500.  —  Hay  aquí  error  en  la  fecha  en  que  se  compuso 
el  Libro  de  Patronio,  ó  sea  El  Conde  Lucanor;  en  lugar  de  era 
m,cccc  lxsx  años,  habrá  de  leerse  m,ccc  é  lxxxui,  que  corres- 
ponde al  año  de  1345.  Don  Juan  Manuel ,  habiendo  nacido  á  5 
de  mayo  de  1282,  tenia  á  la  sazón  sesenta  y  tres  años. 

Pág.  576. — Al  tratar  en  la  Addenda  el  Corrigenda  á  este  to- 
mo i,  del  fuero  de  Oviedo  y  de  la  carta-puebla  de  Aviles,  que 
son  hasta  ahora  los  documentos  mas  antiguos  que  se  conocen 
en  castellano ,  citamos ,  bajo  la  autoridad  de  un  erudito  tan 
distinguido  como  D.  José  Velazquez  ,  un  privilegio  otorgado  por 
el  conde  Garci  Fernandez  al  conde  Hernán  Mentalez,  su  vasa- 
llo, en  la  era  de  988,  suponiendo  que  tenia  mas  antigüedad  que 
aquellos.  Pero  examinada  mas  de  cerca  la  cuestión ,  y  habien- 
do reconocido  algunas  copias  de  dicho  documento,  tenemos 
motivo  para  sospechar  que  fué  redactado  primeramente  en  latín 
y  después  romanceado. 

Tomo  ii,  p.  47. — En  la  nota  55 ,  correspondiente  á  Francisco 
Sanchez  el  Brócense,  y  al  hablar  de  la  traducción  del  Garcilaso 
hecha  en  Londres  por  J.  H.  Wiffen ,  dijo  nuestro  autor  que 
estaba  precedida  de  una  Vida  de  aquel  poeta  y  de  un  Discurso 
sobre  la  poesía  castellana.  Esta  última  noticia  necesita  rectifica- 
ción. Lo  publicado  por  el  editor  es  el  discurso  del  Sr.  Quintana 
que  precede  á  la  colección  de  sus  poesías*.  En  la  misma  nota, 
pues ,  y  columna  siguiente ,  donde  dice  disertación ,  habrá  de 
leerse  vida. 


436  HISTORIA    DE    LA.    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

Cap.  xni,  nota  45,  p.  280.  —  Donde  se  dice  que  la  primera 
edición  del  Peregrino  en  su  patria  es  de  Madrid,  habrá  de  leerse 
Sevilla. 

Cap.  xv,  p.  514.  —  Hay  equivocación  en  el  número  de  co- 
medias que  Lope  anunció  ya  como  suyas  en  4605 ,  pues  en 
lugar  de  541  ,  como  dice  el  texto,  habrá  de  leerse  219  ;  si  bien 
él  mismo  se  contradice,  pues  en  el  prólogo  al  Peregrino,  1605, 
dice  que  son  250,  y  en  algunas  ediciones  posteriores,  y  princi- 
palmente en  la  de  160o ,  que  sirvió  para  la  reimpresión  de  sus 
Obras  sueltas ,  t.  iv ,  se  dice  terminantemente  que  fueron  558. 

Tomo  m,  cap.  xxiv,  p.  56. — Donde  dice  Astrónomo  fingido, 
habrá  de  leerse  Astrólogo  fingido. 

Cap.  xxvn,  p.  149.  —  Donde  dice  Tomás  Caundish ,  habrá  de 
leerse  Cavendish  ;y  en  la  152,  línea  20,  en  lugar  de  punto 
bastante  elevado,  habrá  de  decir  puesto. 

Pág.  158,  lin.  9. — Por  Gutierrez  de  Cetina,  léase  Gutierre. 

Pag.  185,  nota 20,  col.  1.a,  lin.  8. — Hace  poco  honor,  in- 
sértese tan. 

En  la  p.  514  citó  el  autor  la  Historia  de  la  reina  Sevilla,  y 
el  libro  de  los  Honestos  amores  de  Peregrino  y  Ginebra ,  dos  de 
las  novelas  mas  populares  del  género  llamado  caballeresco.  No 
habiendo  entonces  logrado  ver  ni  una  ni  otra,  no  nos  fué  posi- 
ble decir  nada  en  las  notas;  mejor  informados  hoy  dia,  dire- 
mos que  en  la  primera  de  ellas,  fundada  en  un  episodio  de  la 
historia  fabulosa  de  Carlomagno,  aparece  un  personaje  llamado 
el  conde  Tomillas ,  «gran  traidor  y  aleve»,  que  pudiera  muy 
bien  ser  el  mismo  de  quien  Cervantes  asegura  haber  historia 
escrita. 

De  la  segunda  hemos  visto  una  edición  hecha  en  Sevilla  por 
el  mismo  Jacobo  Cromberger,  1527 ,  4.° ,  con  el  siguiente  títu- 
lo :  Libro  de  los  honestos  amores  de  Peregrino  y  Ginebra,  etc., 
fingidos  por  la  mayor  parte  moralmenie ,  etc.  Fué  su  autor  Her- 
nando Diaz,  estudiante  de  Salamanca. 

Cap.  xxxix,  p.  450,  lin.  22. — Donde  dice  Avisos  de  Foras- 
teros, habrá  de  ser  Guia  y  Avisos. 

Pág.  481.  — Donde  dice  Sebastian  Mathevrad,  léase  Mathevad. 

Pág.  489.  —Aquí  citamos  mal  el  libro  de  D.  Juan  Hurtado  de 
Mendoza ,  señor  del  Fresno  de  Torote ,  pues  en  lugar  de  Siete 


SUPLEMENTO    Á    LAS    NOTAS.  437 

discantes,  debe  ser:  El  buen  placer  trovado,  en  trece  discan- 
tes, etc. 

Pág.  546.  —  Al  citar  en  las  adiciones  á  la  nota  4  del  capítu- 
lo xxxv  algunos  títulos  de  novelas  del  género  llamado  caballe- 
resco-sentimental,  cometimos  alguna  inexactitud  por  no  tener 
presentes  los  libros  á  que  nos  referíamos.  Mejor  informados  hoy 
día ,  diremos  que  las  dos  primeras  componen  un  solo  libro  con 
el  siguiente  título :  Tractado  compuesto  por  Johan  de  Flores  á 
su  amiga.  Al  fin  :  «Acaba  el  tractado  compuesto  por  Johan  de 
Flores  ,  donde  se  contiene  el  triste  fin  de  los  amores  de  Grisel  y 
Mirabella  ,  la  cual  fué  á  muerte  condemnada  por  cierta  sen- 
tencia disputada  entre  Torrellas  y  Bracayda ,  sobre  quién  da 
mayor  ocasión  de  los  amores,  los  hombres  á  las  mujeres,  ó  las 
mujeres  á  los  hombres ,  y  fué  determinado  que  las  mujeres  son 
mayor  causa.  Donde  se  siguió  que,  con  su  indignación  y  mali- 
cia, por  sus  manos  dieron  cruel  muerte  al  triste  de  Torrellas. »  La 
edición  que  hemos  visto  es  en  4.°,  sin  año  ni  lugar  de  impresión, 
pero  debe  ser  del  siglo  xv. 

Otra  hay  mas  moderna  de  Sevilla,  1524,  4.ü,  con  el  título 
algo  cambiado  :  La  historia  de  Grisel  y  Mirabella,  con  la  dispu- 
ta, etc.,  y  por  fin  otra  tercera  de  Toledo,  1526,  4.° 

La  de  Luzman  y  Arbolea  es  la  misma  conocida  con  el  título 
de  Selva  de  aventuras,  de  que  ya  se  trató  en  el  t.  ni,  p.  314  de 
esta  traducción. 

En  la  n.  548  ciiamos  una  historia  del  moro  Abindarraez  an- 
terior al  año  de  1565,  en  que  publicó  su  Inventario  Antonio  de 
Villegas.  En  efecto,  hemos  visto  una  intitulada:  El  moro  Abin- 
darraez-}! la  bella  Xarifa,  4.°,  letra  de  Tórtis,  sin  año  ni  lugar 
de  impresión ,  aunque  hecha,  al  parecer,  entre  lósanos  de 
4555  y  1540.  Se  reimprimió  mas  tarde  con  el  mismo  título  en 
Toledo,  por  Miguel  Ferrer  ,  156!  ,  12.°  Del  Inventario  de  Ville- 
gas, además  de  la  edición  en  8.°  de  156o.  hay  otra  anterior 
en  4.° 

Pág.  549. — Por  cálculo  solo  fijamos  la  muerte  del  célebre  no- 
velista Alonso  Jerónimo  de  Salas  Barbadillo  á  fines  del  año  1654 
ó  principios  del  siguiente;  pero  de  un  cuaderno  formado  por  Don 
Tomás  Vargas  Ponce  á  la  vista  de  los  libros  de  defunciones  de 
las  parroquias  de  esta  corte  ,  y  que  original  se  guarda  en  la  bi- 


438  HISTORIA    DE    LA    LITERATURA    ESPAÑOLA. 

blioteca  de  la  Real  Academia  de  la  Historia  ,  resulta  que  murió 
á  40  de  julio  de  4635 ,  en  la  calle  de  Toledo,  en  las  casas  de  la 
0  Compañía. 

El  autor  del  Meson  del  Mundo,  á  quien  equivocadamente 
llamamos  Ribero  en  la  p.  552  de  este  tomo  ni,  es  el  misino  Ro- 
drigo Fernandez  de  Ribera,  secretario  del  marqués  de  Algaba, 
de  quien  ya  se  hizo  mención  en  la  p.  544  del  mismo  tomo. 

Tomo  ív,  cap.  vi,  nota  18,  pág.  452. — Por  su  omisión  de 
Lope,  y  otras  no  menos  notables  en  su  Teatro  español,  Huerta 
fué  vivamente  atacado  en  un  papel  intitulado  Carta  á  D.  Vi- 
cente García  de  la  Huerta,  etc.,  por  D.  J.  D.  C.  (Madrid,  4787, 
42.°,  pp.  56-46).  También  se  escribió  contra  él  otro  papel  con 
el  título  de  Diálogo  transpirenaico  é  hiperbóreo  (s.  a.,  42.°), 
en  el  que,  entre  otras  cosas,  se  le  ridiculiza  por  el  empleo  de  vo- 
ces extrañas  ,  como  las  de  instremeos ,  puzibilidad  ,  y  otras,  y 
por  escribir  Xaira  en  lugar  de  Zaira  en  su  traducción  de  dicha 
tragedia. 

Cap.  vi,  p.  457.  —  La  postración  del  drama  continuó  hasta 
los  tiempos  de  Moratin  el  joven  y  sus  triunfos.  El  autor  de  la 
Década  epistolar  sobre  el  estado  de  las  letras  en  Francia  (8.°, 
Madrid,  4781 ,  reimpreso  en  4797) ,  después  de  dar  una  noticia 
muy  amplia  y  favorable  de  los  teatros  de  Paris ,  aprovecha  la 
ocasión  de  dar  su  opinion  acerca  de  la  reforma  de  los  teatros 
españoles,  y  le  dice  al  amigo  á  quien  escribe,  estas  notables 
palabras  :  «  Empiece  V.  por  echarlas  abajo,  y  después  hablare- 
mos.» Parecía  en  verdad  no  haber  ala  sazón  otro  remedio 
para  el  teatro  que  el  que  aconseja  este  autor ,  quien  fué  nada 
menos  que  duque  de  Almodóvar,  embajador  en  Lisboa,  San- 
Petersburgo  y  Londres ,  y  á  su  muerte  director  de  la  Academia 
Española.  Su  Década  está  escrita  con  gracia  y  ligereza,  si  bien 
es  algo  superficial.  Aunque  su  autor  se  manifiesta  partidario  de- 
cidido de  la  escuela  francesa  en  materias  literarias,  ataca  con 
vehemencia  la  filosófica.  Hay  un  elogio  del  Duque  ,  escrito  por 
D.  Nicolás  Rodriguez  Laso ,  que  se  leyó  en  la  Academia  el  2  de 
julio  de  4794  ,  y  se  imprimió  al  siguiente  año  en  4.° 

Cap.  vi,  nota  22,  pág.  140. — Antes  de  publicarse  la  Comedia 
Nueva,  ya  habia  Moratin,  en  su  Derrota  de  los  pedantes  (Madrid, 
1789  ,  12.°),  atacado  á  los  poetas  dramáticos  de  su  tiempo,  po- 


SUPLEMENTO    Á   LAS  NOTAS.  439 

niéndolos  de  gente  « que  embadurnan  y  apestan  al  teatro  con 
unas  cosas  que  llaman  comedias,  Compuestas  de  retazos  mal  ar- 
rancados de  aquí  y  de  allá,  atestadas  de  mas  defectos  que  los 
originales  que  copian  ,  y  sin  ninguna  de  aquellas  perfecciones 
que  disculpan  ó  hacen  olvidar  los  errores  de  los  antiguos».  (Pá- 
gina 8.) 

Cap.  vni,  nota  2,  p.  151.  —  Mas  ya  para  entonces  habia 
Martinez  de  la  Rosa  levantado  á  su  memoria  un  monumento 
mas  noble  y  duradero  con  su  Viuda  de  Padilla,  representada  por 
primera  vez  en  Cádiz  en  1812,  durante  el  sitio  de  los  franceses, 
en  un  teatro  provisional  construido  al  efecto ,  por  hallarse  el  de 
la  ciudad  expuesto  á  las  bombas  que  arrojaba  el  enemigo.  El 
sagaz  embajador  de  la  república  veneciana  á  Carlos  V,  Andrea 
Navagiero ,  se  halló  en  Toledo  cuatro  años  después  del  suplicio 
de  Padilla ,  y  hace  una  relación  sucinta ,  aunque  bien  trazada, 
de  todo  el  suceso  (Viaggio,  1563,  f.  10). 


ÍNDICE  ALFABÉTICO 

DE  NOMBRES  PROPIOS  Y  MATERIAS  CONTENIDAS 

EN    LOS    CUATRO    TOMOS    D2    ESTA    HISTORIA. 


F.  significa  floreció.  —  M.  murió. —  C.  compuesto. 


Aarsens  de  Somerdyck  ,  su  Viaje  por 
España.  Tomo  mi  ,  página  17. 

Abad  (Pedro),  chantre  de  Sevilla  en 
tiempo  de  S.  Fernando,  i ,  495. 

Abarbanel.  sus  Diálogos,  traducidos 
por  Garcilaso.  ni,  59o. 

Ai.bad  i  Per),  copiante  del  Poema  del 
Cid.  i,  10. 

Abencerraje  (El),  de  Villegas.  m,551. 

Abril  (Pedro  Simon),  sus  traduc- 
ciones de  los  antiguos  dramáti- 
cos, íi,  156. 

Academia  de  Barcelona,  iv,  17. 

—  del  buen  Gusto.  ív,  47, 599. 

—  de  los  Desconfiados.  ív,  17. 

—  Española  de  la  Lengua 
(Creación  de  la).  ív,  9.  —  Diccio- 
nario. 12. 

Academia  de  los  Nocturnos.  n,428. 
Academia  Real  de  la  Historia,  ív,  17. 
Academias  al  uso  de  Italia.  ív,  16. 
Academias  del  Jardín ,  de   Polo  de 

Medina,  ni,  551. 
Academias  de  las  Musas,  de  Polo,  ni, 

227. 
Acaecimiento  amoroso,  silva  de  Jáu- 

regui.  ni .  225. 
Acero  (El)  de  Madrid  ,  por  Lope  de 

Vega.  ii.  520. 
Acevedo  (Alonso  de),  F.  1615.  —  Su 

Creación  del  mundo,  ni.  155;  480. 
Acosta  (Cristóbal  de),  F.  1578.  ni,  414. 
Actores  y  cómicos  (especies  de),  n, 

480. — A  veces  improvisados.  597. — 

Su  condición  y  número,  ni,  111. — 

Pagados  al  dia.  115. 
Actrices   ó  cómicas ;  representaban 

papeles  de  hombre,  m,  112. 

Fernando  de),  M.  1580.— Su 


vida  y  obras,  u,  50-54.— Sobre  el 
imperio  universal  y  sus  versos  suel- 
tos. 51.— Su  amistad  con  Silves- 
tre. 60. 

Addison  (J.),  dedicatoria  de  sus  obras. 
ii,234. 

Adenez,  su  Ogier  le  Danois.  i,  250. — 
Su  Cleomádes.  256. 

Adjunta  al  Parnaso,  por  Cervan- 
tes, ii ,  224. 

Adorno.  ( V.  Espinel. ) 

Adriano,  cardenal,  inquisidor  gene- 
ral y  papa,  n,  15. 

Advertencias  para  reyes,  m ,  425. 

Afectos  de  odio  y  amor,  comedia  de 
Calderón,  m ,  65. 

Agmar  ( ¿  Aguiar?  i .  García  del ,  poeta 
del  siglo  xv.  i,  570. 

Agonía  ( La )  del  Tránsito ,  por  Vene- 
gas,  n ,  98. 

Agraz  (Juan),  poela  popular  del  si- 
glo xv.  i,570. 

Agreda  y  Vargas  í  Diego  de),  F.  1620. 
—  Novelas,  ni,  540. 

Aguas  Sanias  (Nuestra  Señora  de;, 
poema  por  Diaz,  ni ,  154. 

Agudeza  y  Arte  de  Ingenio,  por  Gra- 
dan, ni ,  451. 

Aguiar  (Diego  de),  F.  1621 .  —  Sus  ter- 
cetos en  latin  congruo.  ív,  191. 

Agdilar  (El  maestro),  F.  1655.  m, 
512. 

Aguilar  (Gaspar  de),  autor  dramá- 
tico, F.  1625.ii  ,  424-8. — Amigo  de 
Lope.  425. — Obras  líricas.  527. 

Agdilar  (Juan  bautista),  poeta,  F. 
1080.  ni,  252. 

Aguirre  del  Pozo  (Matías ) ,  F.  1654. — 
Noveh'S.  ni,  550. 


442 

Aguja  ( La )  de  navegar  cullos,  de  Que- 
vedo,  ii,  407. 

Agustín  (Antonio),  arzobispo  de  Tar- 
ragona, F.  1560.  —  Sus  cartas,  m, 
364. 

Aimeric  de  Bellinoi  ,  trovador,  i ,  47. 
—     de  Peguilaix,  trovador,  i, 328. 

Alarcon  (Fr..  Arcángel  de),  F.  Io-i0. 
ni.  270,  523. 

Alarcon  (D.a  Cristobalina  Fernan- 
dez de),  F.  -1600.  m,  196,  507,528. 

Alarcon  (Juan  Ruiz  de),  M.  1659.— 
Sus  coinedias,  ii  ,  466 ,  470. 

Alarcos  (Conde),  romance,  i,  130. — 
Comedias  á  este  asunto.  131. 

Alra  (Antonio,  duque  de),  protector 
de  Lope  de  Vega,  ii,  261. 

Alba  (Duque  de),  Poesías  del ,  en  el 
Cancionero  General,  i,  475. 

Alba  (I).  Fernando,  duque  de),  su 
conducta  examinada  por  la  Inquisi- 
ción, ii,  16.  —  Discípulo  de  Dos- 
can.  30.  —  No  es  el  mencionado  en 
la  Arcadia  de  Lope.  261.  —  Hace  im- 
primir las  obras  de  Fr.  Luis  de 
dañada,  m  ,  416. 

Albigenses  (Guerra  de  los),  i ,  329. — 
Poema  sobre  la.  330. 

Albornoz  (Carrillo  de),  F.  1564.  i,358. 

Alburquerofe  (Duque),  Poesías  del, 
en  el  Cancionero  General,  i ,  475. 

Alcalá  (Universidad  de).  II,  25. 

Alcalá  (Jerónimo  de).  ( V.  Yañez. ) 

Alcalá  y  Herrera  (Alonso  de),  F. 
1611.  —  Sus  novelas,  ni,  317. 

Alcalde  (El )  de  Zalamea,  por  Calde- 
rón, ii ,  3*>2  :  ni  .42,  64. 

Alcázar  (Baltasar  de),  M.  1606.— 
Sus  Poesías,  m,  21o. 

Alciato  (Emblemas  de),  m,  256. 

Alcocer  (  Hernando  de) ,  F.  1550.  — 
Su  traducción  del  Orlando  Furio- 
so, ni .  485. 

Ai.dana  (Francisco  de),M.  1590. — 
Su  Poesía  didáctica,  m  ,  253. 

Aldana  (Cosme  de),  F.  1586.  —  Su 
Asneida.  m  ,  168,496. 

Alday  y  Vergar\  (Doña  Ana  María  de), 
poetisa,  ni  ,507. 

Aldeanos  críticos  .  del  P.  Isla,  iv,  63. 

Alderetf  (Bernardo  de),  Antigüeda- 
des de  España,  n  ,  544.  —  Origenes. 
iv, 185. 

Alderetf.  (Pablo) ,  publica  algunas  de 
las  obras  de  Quevedo.  n  ,  404. 

Aldos  (Los)  protegidos  por  D.  Diego 
de  Mendoza,  n  ,69. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Alegoría  (La) ,  de  Boscan.  n,  35. 

Alegoría  cómica,  de  Castro,  vi,  116. 

Alejandra  (La),  tragedia  de  Lupercio 
Leonardo  de  Argensola.  n,  159. 160. 

Alejandro  de  París  ,  poeta  francés,  su 
Historia  de  Alejandro  Magno,  en 
verso,  i,  61. 

Alejandro  el  Grande  (Poema  de),  por 
Lorenzo  Segura,  i,  61.  —  Asunto 
muy  cultivado  de  los  poetas  de  to- 
dasnacioues.  62. 

Alemán  (Mateo),  F.  1609.  — Su  su- 
puesta caria  á  Cervantes,  ni,  295  — 
Su  Guzman.  294.  —  Ortografía.  427. 
—  Su  San  Antonio  de  Padua.  vi,  14. 

Alemana  (La),  baile,  m,  125. 

Alfarache.  (V.  Guzman  de) 

Alfay  (Josef),  F.  1654.— Su  colección 
de  poesías,  ni ,  505.  —  Sus  Delicias 
de  Apolo.  506. 

Alfonso  ,  ó  fundación  del  reino  de 
Portugal,  vi,  18. 

Alfonso  (Pedro),  F.  1106.  —  Su  Dis- 
ciplina Clericalis.  i,  75 ,  76;  ii,  556. 

Alfonso  II  de  Aragou  ,  M.  1 196. — Sus 
Cobles,  i,  528. 

AlfonsoIII  de  Aragón,  M.  1291.1,540. 

—  IVde  Aragón,  M.  1556.  i,  541. 

—  V  de  Aragón ,  M.  1458.  i,  356, 
370,  559. 

Alfonso  VII  de  Castilla,  Fueros  que 
dio  á  Aviles,  vi ,  187. 

Alfonso  VIH  de  Caslilla,  en  la  Jeru- 
salen  de  Lope  de  Vega,  u ,  281 . 

Alfonso  IX  de  Castilla,  M.  1214.— Sus 
relaciones  con  poetas  provenzales. 
ii,  512. 

Alfonso  X  de  Castilla,  el  Sabio.  M. 
1284.  —  Sus  relaciones  con  los  tro- 
vadores, i ,  47  .  542.  —  Su  vida.  58 , 
41.— Su  carta  á  D.  Alonso  Perez  de 
Guzman.  40.  —  Lista  de  sus  obras. 
42. —Las  Cantigas  46. —  Las  Que- 
rellas. 48.  —  El  Tesoro.  48.  —  Su 
traducción  de  la  Biblia.  48.  — Su 
gran  Conquista  de  ultramar.  49.— 
El  Fuero  Juzgo.  51.—  El  Espéculo. 
42,  53.  — El  Fuero  Real.  55.— Sie- 
te Partidas.  54.— Opúsculos  legales. 
53.  —  Crónica  General.  161.  —  Ro- 
mances fundados  en  esta  obra,  ni , 
262.  —  Escuelas  para  la  enseñanza 
de  la  lengua  arábiga,  vi,  183.— In- 
fluencia de  esta  en  el  idioma  caste- 
llano. 192.  — Forma  la  lengua,  n  , 
110. 

Alfonso  XI  de  Caslilla,  M.  1350.— Su 


DE    NOMBRES    PKOPIOS    Y    MATERIAS. 


Libro  de  monteria.  i,  82. —  Crónica 
rimada  de  su  reinado.  83  — Manda 
poner  en  ejecución  el  código  de  las 
Partidas.  54. 

Aliaga  (Fr.  Luis  de) ,  F.  1605.— Creí- 
do ser  el  mismo  que  Avellaneda. 
H,  24o;  ni,  554. 

Alivios  de  Casandra,  novela  de  Cas- 
tillo Solorzano.  ni,  547. 

Aljamia,  qué  cosa  sea.  iv,  419. 

Al  llanto  mas  alegría  ,  loa.  ív,  598. 

Almela.  (V.  Rodriguez  de.) 

Almirante  (Las  cuatrocientas  del),  n, 
86. 

Alonso,  mozo  de  muchos  amos,  por 
Yañez  y  Ribera,  u  ,  507. 

Alonso,  gramático,  poeta  ó  juglar,  i, 
492. 

Alonso  (Agustín),  F.  1585. —  Hazañas 
de  Bernardo  del  Carpió,  m ,  157. 

A  lo  que  obliga  el  amor .  comedia  de 
Enriquez  Gomez,  in,  9 1. 

A  lo  que  obligan  los  celos  ,  comedia 
de  Zarate,  ni,  91. 

Altamira  (Vizconde  de),  poesías  del, 
en  el  Cancionero  General,  i,  475. 

Altamira  (Pedro  de) ,  autor  dramáti- 
co^. 1527.ii.150. 

Altamip.ano  y  Portocarrebo  (Balta- 
sar) ,  F.  1646.  —  Novela  de.  m,  551. 

Altamonte  (Pedro  de) ,  poeta,  ni,  559. 

Alvarez  (Joam),  su  Crónica.  ■  n  ,  51. 

Alvarez  (Fr.  Damián),  F.  1613.  —  Su 
traducción  de  Tansilo.  m,  541. 

Alvarez  Baena  (José Antonio),  Hijos 
de  Madrid,  i ,  214. 

Alvarez  Gato  (Juan),  poeta  del  si- 
glo xv.  i ,  460. 

Alvarez  de  Lugo  y  Uso  de  Mar  (Pe- 
dro), F.  1664.  —  Sus  Poesías,  ni, 
526. 

Alvarez  de  Toledo  (Alonso),  poeta 
del  siglo  xv.  i,  461. 

Alvarez  de  Toledo  (Gabriel),  F.  1720. 
— LaBurromaquia.  ni. 

Alvarez  de  Yillasandino  (Alfonso), 
poeta,  i,  416,520,534. 

Alvaro  de  Córdoba,  iv,  182. 

Alvaro  de  Luna.  (V.  Luna.) 

Alventosa  (Pedro  de),  F.  1550.— Su 
poema  de  los  Amantes  de  Teruel. 
IM.496. 

Amadís  de  Caula,  el  original  portu- 
gués perdido,  i ,  255.— En  español 
porMonlalvo.254.— Origen  del.  251, 
520. — Su  carácter.  256. — Libros  de 
la  descendencia  de  Amadís.  244-6. 


443 

— Alabado  por  el  Tasso.241. — Por 
D.  Diego  de  Mendoza,  u ,  68. 

Amadís  de  Ganla,  comedia  de  Gil  Vi- 
cente, ii,  150. 

Amadís  de  Grecia,  libro  de  caballe- 
rías, i ,  244. 

Amante  (El)  liberal,  de  Cervantes. 
n,220. 

Amantes  (Los)  de  Teruel ,  comedia  de 
Artieda.  ii ,  156 ;  m ,  498.— De  Mon- 
talvan.  n,  447.— De  Tirso.  448. 

Amantes  (Los)  de  Teruel,  poema  de 
Yagiie  de  Salas,  ni,  164. 

Amar  y  Borbon  (María  Josefa),  iv, 
246. 

Amar  después  de  la  mutrle ,  de  Cal- 
derón, ni,  34,  39. 

Amar  por  razón  de  estado,  comedia 
de  Tirso,  u,  461. 

Amarilis (La)«  de  Fígueroa.  ni,  286. 

A  mas  tinieblas  mas  luces  ,  loa  satíri- 
ca, iv  ,  598, 

Amat  (D.  Félix  Torres),  Biblioteca  de 
autores  catalanes,  i  ,527. 

Amaya  (  D.  Francisco  de ),  F.  1655.  — 
Comenta  el  Polifemo  de  Góngora. 
ui.208,512. 

América  (Relaciones  antiguas  de). 
ii,114. 

Americanas  ( Palabras)  en  el  castella- 
no, ii ,  548. 

Amescua.  (V.  Mira  de  Mescna.) 

Amigo,  amante  y  leal,  de  Calderón, 
ni ,  54. 

Aminla  (La),  del  Tasso,  traducida  por 
Jáuregui.  ni,  221. 

Amírola  (D.  Eugenio  Llaguno  y),  pu- 
blica varias  obras,  u,  206. 

Amor  con  amor  se  paga ,  de  Mendo- 
za, n  ,465. 

Amor  (El)  enamorado,  de  Jacinto  Vi- 
llalpando.  m ,  163. 

Amor  (El)  por  la  piedad  ,  novela  de 
Castillo  Solorzano.  m  ,  550. 

Amor,  engaños  y  celos,  comedía  de 
Manuel  Bolelbo.  m,  515. 

Amores  (Los)  de  Clareo  y  Florisea, 
por  Reinoso.  m,  515. 

Amorosa  (La),  égloga  de  Lope,  u, 
579. 

Amphryso,  sobrenombre  poético  de 
D.  Antonio,  duque  de  Alba,  n, 
265. 

Amplivtrion  de  Planto,  por  Villalobos, 
i.  308;  ii,  151,520. 

Anacreonte,  de  Quevedo.  n  ,  419. 

Anaxárete,  por  Gallegos,  m ,  223. 


444 

Anaxartes  (Historia  de),  libro  de  ca- 
ballerías, i,  244. 

Andosilla  Larramendi  (Juan  de),  u, 
490. 

Andrada  (Pedro  Fernandez  de),  F. 
1599.— Libro  de  la  Gineta.  iu.427. 

Andrés  (Giovanni),  Sobre  el  origen  de 
la  poesía  moderna,  iv,  179.— Sobre 
el  cullismo.  244. 

Andrómeda  (La),  de  Lope  de  Vega. 
ii ,  293. 

Andújar  (Juan  de),  poeta  del  siglo  xv. 
1,561,366. 

Anelier  (Guillermo) ,  trovador  pro- 
venzal.  i ,  551. 

Anfiteatro  de  Felipe  el  Grande,  por 
Pellicer.  ni  ,511. 

Ansel  (E!)  de  la  Guarda  ,  de  Valdi- 
vielso.  ii  ,  464. 

Angélica.  (V.  Lágrimas'.) 

Angélica  (La  hermosura  de),  poema 
caballeresco  de  Lope  de  Vega,  n, 
267. 

Ángulo  (Juan  de),  F.  1555.  ni,  561. 

Ángulo  y  Pulgar  (Martin  de),  F.  1635. 
— Defiende  a  Góngora  contra  Cas- 
cales,   ni,  511. 

Antenor(EI),  por  Montengon.  iv,  82. 

Antes  que  todo  es  mi  dama ,  de  Cal- 
derón, ni,  34,  57. 

Antiguos  metros,  imitados  en  Espa- 
ña, ni.  225. 

Antigüedades  de  España  y  África,  por 
Aldrele.  n,  544. 

Antillon  (Isidro),  Sobre  los  Amantes 
de  Teruel,  ni ,  165. 

Antiquijote  (Examen  crítico  del),  i, 
52. 

Antolinez  de  Piedrabuena  (Novela 
de),  ni,  550,  552. 

Antonio  (Luis),  F.  1658.  —Sus  Poe- 
sías, ni  .531. 

Antonio  (Nicolás) ,  M.  1684.— Cartas 
de.  ni,  372. 

Antruejo,  significado  de  esta  voz.  i, 
295. 

Anzuelo  (El)  de  Fenisa  ,  comedia  de 
Lope.  íi ,  550. 

AxÑorre  y  Corregel  (D.  Tomás  de  ), 
F.  1740 —Comedias,  iv,  116,402. 

Apolo  y  Climene  ,  de  Calderón,  m,  64. 

Apología  de  Paravicino  ,  por  Jáure- 
gui.  ni,  532. 

Apolionio  (Libro  de),  juicio  de  este 
poema.  i,28. — Sacado  deAGestaRo-- 
manorum.29. 

Aponte  (Jerónimo  de) ,  su  edición  de 


ÍNL1CE    ALFA11ET1C0 


las  comedias  de  Calderón,  m,  15. 

Apotegmas  (Los)  de  Thamara.  m,  556. 

Apotegmas  (Los  seiscientos)  de  Juan 
Ruló.  iii,173,  189,498. 

Arábiga  (Lengua) ,  su  extension  y  uso 
en  España,  iv,  180. — Su  mezcla  con 
el  castellano.  182. 

Aragón  (Anales  de),  por  Zurita,  m, 
375. 

Aragón  (D.  Enrique  de).  (V.  Yille- 
na.) 

Aragonés  (Juan),  anécdotas  de.  ni, 
334. 

Arana  de  Varflora  (Fermín),  seudó- 
nimo del  P.  Valderrama  ,  F.  1791. 
—Sus  Hijos  de  Sevilla.  in,216. 

Aranda(Luís  de),  su  Comentario  á 
las  coplas  de  Jorge  Manrique,  i, 
436. 

Aramia  (Conde  de ) ,  protege  el  dra- 
ma, iv,  121. 

Araucana  (La),  de  Ercilla.  ni,  158. — 
Continuada  por  Osorio.  144.— Tra- 
ducida por  Hayley.  Ibid. 

Arauco domado,  poema  de  Pedro  de 
Oña.  ni,  146. 

Arauco  domado,  comedia  de  Lope  de 
Vega.n,  547. 

Árbol  El)  de  la  vida,  de  Valdiviel- 
so.  ii ,  464. 

Arbolanciies  (Hyerónimo),  F.  1566. — 
Su*  Havidas.  m,  557. 

Arcadia,  de  Sannazaro.  n,  262. 

Arcadia  (La),  de  Lope,  ti,  263. 

Arcadia  (  El  bachiller  de  ),  seudóni- 
mo de  don  Diego  de  Mendoza ,  Car- 
ta de.  ii ,  74. 

Arellano  (Luis  de),  F.  1634.— Avisos 
para  la  muerte,  ni,  266. 

Argel  fingido,  comedia  de  Lope,  ii, 
552. 

Arejel  (Cautiverio  de  Cervantes  en),  n, 
lüfl. —  Descripción  de,  por  Haedo. 
191. — Esclavitud, y  su  influencia  en 
el  drama.  95. — En  la  novela  espa- 
ñola, ni.  275.  515. 

Argensola.  (V.  Leonardo.) 

Argentina  (La),  de  Darco  Centenera. 
ni ,  148. 

Arcóte  de  Molina  (Gonzalo),  F.  1570. 
— Su  nobleza  de  Andalucía,  i,  43. — 
Publica  El  Conde  Lucanor.  69,  81 . 
— El  Libro  de  montería  del  rey  don 
Alonso.  82.— Su  muerte,  iv  .  213. 

Arguello  (Francisco  de). poeta.  i,474. 

Arguello  (Gutierre  de) ,  poeta  de!  si- 
glo xv.  !  .    " 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Argihjo  (Juan  de),  poeta  sevillano, 
F.  1605. — Sus  Epístolas  en  verso. 
m,2i6,239. 

Arias  del  Busto  ,  poeta  del  siglo  xv. 
i ,  562. 

Arias  Montano  (Benito),  M.  1598. — 
Sus  Cánticos  de  Salomon,  n,  171. — 
Biblia  poliglota,  mi,  580. 
Arias  Perez  (Pedro),  F.  1623.— Su 
primavera  de  romances,  m ,  268;  ív, 
199. 

Ariosto,  su  Orlando.  (V.  Alcocer, 
Alonso,  Bolea,  Garrido  de  Villena, 
Urrea  y  Vázquez  de  Contreras.) 

Aristófanes,  imitado  por  Lope  de 
Rueda,  ii,  158. 

Aristóteles,  su  Poética,  traducida 
por  el  príncipe  de  Viana.  ni,  405. 

Armada  ( La  Invencible ),  Lope  de  Ve- 
ga sirve  en  la.  n,  266.— Oda  de 
Góngora  a  la.  m,  204. 

Armas  (Las)  de  la  Hermosura,  co- 
media de  Calderón,  ni,  55. 

Armona  (Antonio),  corregidor  de  Ma- 
drid ,F.  1790. —  Sus  memorias  cro- 
nológicas del  teatro,  n  ,  542. 

Arnalt  ó  Arnaldo  Plagnés,  trovador 
provenzal.  i ,  351. 

Arnalte  y  Lucenda,  de  Diego  de  San- 
pedro.  i,  456. 

Aróstegui  (Jerónimo  de),  poeta,  F. 
1621.iii,509. 

Arredondo  (Gonzalo  de),  F.  1522. — 
Su  Crónica  poética  de  Fernán  Gon- 
zalez, ni,  136. 

Arrieta,  su  Espíritu  de  Cervan- 
tes, ii,  222. 

Ar-romí ,  signilicado  de  esta  voz.  ív, 
189. 

Arroyal  (Leon  de),  F.  1784.  — Sus 
odas.  ív,  82. 

Arte  Cisoria,  de  Villena.  i,  381. 

Arte  de  galantería  de  Francisco  de 
Portugal,  ni ,  428. 

Arte  de  la  pintura,  de  Céspedes,  ni, 
255. 

Arte  de  trovar,  de  Villena.  i ,  582. 

Arte  nueva  de  hacer  comedias  ,  por 
Lope,  ii,  316. 

Arte  poética  de  Rengifo.  ív,  30. 

Arteaga  (  Stefano) ,  su  Teatro  musi- 
cale.  ni,  103;  ív,  245. 

Arteaga.  ( V.  Paravicino.) 

Artemidoro,  seudónimo  de  Micer  Rey 
de  Artieda.  (V.) 

Artes  (Jerónimo  de),  poeta  del  si- 
glo xv.  i,  473. 


445 

Artes  y  Muñoz  (Rodrigo  de),  poeta, 

F.  1680.  ni ,  232. 
Artieda.  (V.  Rey  de.) 
Artiga  ( Francisco  José  de) ,  F.  1725. 

—  Su  Elocuencia  española.  ív  ,  32. 

Artüs  y  su  Tabla  Redonda,  i.  229. 

Arlús  de  Algarbe,  libro  de  caballe- 
rías, i ,  523. 

Arze  Solorzano  (Juan  de),  F.  1604. 

—  Sus  Tragedias  de  amor,  ni,  285. 
A  secreto  agravio  secreta  venganza, 

de  Calderón,  ni,  46. 

Asneida  (La),  de  Cosme  de  Alda- 
na.  ni,  168,496. 

Asonante ,  qué  cosa  sea.  i ,  1 17. — Ca- 
rácter del.  118. — Su  gran  populari- 
dad. 119.— El  inglés.  117.  — Carta 
sobre  el.  509. 

Áspides  (Los)  de  Cleopatra,  de  Ro- 
jas, ni ,  85. 

Astarloa,  su  Apología  de  la  lengua 
vascongada. ív,  161. 

Astorga  (  Marqués  de) ,  poeta  del  si- 
glo xv.  i,  475,  570. 

Astrea  ( La ) ,  de  Pellicer.  ni ,  510. 

Astrólogo  (El)  fingido,  comedia  de 
Calderón,  m,  56. 

Astry  (Sir  John),  su  traducción  de 
Saavedra.  ni ,  425. 

Atabualpa  (tragedia  de),  por  Cor- 
les, ív,  450. 

Atalanta,  fábula  de  Céspedes,  m,  495. 

Atalanta  y  Hipomene ,  de  Monca- 
yo.  ni,  163. 

Ataúlfo,  tragedia  de  Montiano.  ív,  1 17. 

Atila  furioso,  tragedia  de  Virués.  ir, 
155. 

Auditorios  del  teatro  en  el  siglo  xvn. 
ni ,  1 14.  —  En  el  xvm.  ív,  127 ,  144. 

Aula  Dei ,  de  Dicaslillo.  ni,  257. 

Aulnoy  (Mad.  la  condesa  de),  sus 
viajes  por  España,  ni,  25. 

Aurelia  (La),  de  Timoneda.  n,  446. 

Aurora  (La)  en  Capocabana,  de  Cal- 
derón, ni,  55. 

Auroras  (Las)  de  Diana  ,  de  Castro  y 
Anaya.  ni,  545. 

Ausencia  y  soledad  tre  amor,  novela 
de  Villegas,  ni,  531. 

Anstriada  (La),  de  Rufo,  ni,  174, 
498. 

Auto  de  Clarindo  ,  por  Antonio  Diez 
(1535).  iii,527. 

Auto  de  la  angustia  de  Nuestra  Seño- 
ra, por  Molina,  ni,  518. 

Auto  de  la  cena  de  Emaus,  por  Alta- 
mira,  ii,  130. 


446 

Autora,  ó  primera  dama,  m,  108. 

Autores  de  compañías  teatrales, pues- 
tos en  ridiculo  por  el  auditorio,  m, 
409. 

Autos  sacramentales,  u,  569. — Su  an- 
tigüedad y  popularidad.  570. — Los 
de  Lope.  571. — Colección  manus- 
crita de  ellos.  572. — Los  de  Mon- 
ta! va  i.  451.—  De  Tirso.  460.  —  De 
Valdtvielso.  464.— De  Calderón,  iii, 
46— De  Hojas.  8o. 

Aveilaneda  (Alonso  Fernandez  de), 
seu  lónimo  de  Fr.  Luis  de  Aliaga, 
atac:i  a  Cerrantes,  h,  214.— Su  con- 
tinuación del  Quijote.  245. — Répli- 
ca de  Cervantes.  947. — Traducido 
por  Le-Sage.  iv,  66.  (V.  también 
Aliaga,  Blanco  de  Paz,  Le-Sage.) 

Aveilaneda  (Fr.  Francisco  de),  F. 
4618.  ni,  528 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Ayamonte  (Marqués  de),  poeta,  F. 
4655.  ni,  511. 

Ayli.on  (Diego  Jimenez  de).  F.  1579.— 
Su  poema  del  Cid.  ni,  156. 

Ayllon.  (V.  Peralvarez  de.) 

Aymihicdf.  Bellikoi,  trovador  provea- 
sal,  asiste  en  la  corte  de  D.  Alfon- 
so IX  de  Castilla,  i,  47.— Y  de  Al- 
fonso X.  Ibid. 

Ayrolo  (Gabriel  de),  F.  4624.  —  Su 
Laurentina.  ni,  501. 

Azara  (José  Nicolas  de),  su  edición  de 
Garcilaso.  n,  47. 

AzKMWi  ii.  Nec.ro,  trovador.  1.550. 

Azote  (El),  de  su  patria,  porMoreto. 
ni.  96. 

Azucena  (La),  de  la  Etiopía,  comedia 
de  Bolea,  ni,  529. 

AziRAiíA  (Gomes  Eannes de),  cronista 
portugués.  i,251. 


Avellaneda  (Fr.  Tomás  de),  F.  164-0. 

—Su  fábula  de  Dido y  Eneas,  ni.  494. 

Avf.ndaxo  (Francisco    de),  escritor  Bacallar  y  Saxna  ,  marqués  de  San 

dramático,  F.  4555.  n,  153.  Felipe,  M.  4726.  iv,  24. 

Avendaño  (Pedro  de),  poeta,  F.  4617.  j  Bachiller  (El)  de  Salamanca,  iv.66. 

ni,  509.  Bachiller  (El)  Trapaza,  de  Castillo  So- 

Aviia  (Diego  de).  F.  4516,  quizá  el  lorzano.  m,  508. 

mismo  que  Diego  Guillen  de  Avila  Badajoz.  (V.  Garcisancliez.) 

(V.).  ni,  466.  Baena  (Francisco  de),  poeta,  F.4450. 


Avila  (Francisco  de),  F.  1576.  ii,510 
— Su  comedia  de  Don  Quijote,  iv, 
257. 

Avila  (GoilleB  de),F.  4500—  Su  Pane- 
gírico de  la  Beina  Católica.  m,460. 

—  Su   traducción   de    Sexto  Julio 
Frontino.  466. 

Ávila,  poeía  del  siglo  xv.  i,  475. 

Avila  (Gaspar  de),  su  Gobernador 
pi udente.  n.  64. 

Avila  (Juan  de),  perseguido  por  la  In- 
quisición ,  M.  1569.  ii,  16.— Su  epis- 
tolario. 98;  ni.  418. 

Avila  y  Heredia  (Andrés).  F.  4650. — 
Su  defensa  del  tentro.  u¡.  25. 

Avila  y  Zuñtga  (D.  Luis  de),  F.  1  ^40 . 

—  Su  guerra  de  Alemana,  ni,  577. 
Aviles  (Fueros  de),  iv,  187. 

Aviso  y  Guia  de.  Forasteros,  ni,  450. 

Avisos  para  la  muerte,  de  Arellano, 
ni,  266. 

Ayala.  (V.  Lopez  de.) 

Avala  (Pero  Lopez  de,  el  Canciller). — 
Su  Bimado  de  Palacio,  i,  105  ,  506. 
— Crónicas.  484.— Obras  y  traduc- 
ciones. 486. — Proverbios  de  Salo- 
mon, en  verso.  507.— Libro  de  ca- 
za. 508. 


i ,  542. 

Baeha  Uuan  Alfonso  de).  F.  1450.— 
Su  Cancionero,  i,  417,459,  512. 

Baena.  ( V.  Alvarez.) 

Baile  nacional,  i,  149:  m,  425.— En  el 
teatro.  124.— Entremesado.  01,126. 

Bal;id;is  ,  inglesas  y  escocesas,  i,  156. 

Baladro  (El)  de  Merlin,  i,  235. 

Balbi  de  Corregió  (Francisco),  F. 
4567.  —  Su  historia  de  Abindarraez, 
en  verso,  ni.  555.  547. 

Balblena  (Bernardo),  M.  4627.  ni, 
227 .  284. 

B.iHovjnos  (El),  de  Cáncer,  m ,  168. 

Baltasar  i  Francisca),  actriz  y  mon- 
ja, ni.  415. 

Balvas  Barona  (Antonio),  poeta, 
F.  4627.— Sus  églogas,  ni,  216.514. 

Ballesteros  Saavf.dra  (El  capitán), 
F.  1610.  —  Traduce  la  Eufrosina. 
i ,  285. 

Bamba  (Comedia  del  rey),  por  Lope 
de  Vega,  u,  546. 

Bances  Cándamo  ( Francisco).  M.  4704. 
— Sus  comedias,  u.5.0,  555 — Poe- 
sías, ni,  99.  252,  45i. 

Banda  (La)  y  la  Flor,  de  Calde- 
rón, ni,  60. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Baños  de  Argel ,  de  Cervantes,  ir,  228. 

Barahona  de  Soto  (Luis),  F.  1596. — 
Sus  Lágrimas  de  Angélica,  in,  158. 
— Poesías  líricas.  189,  237.— Éclo- 
gas. 246. 

Barbadillo.  (V.  Salas.) 

Bárbara  (Santa),  por  Guillen  de  Cas- 
tro, ii,  451. 

Babbazan,  su  colección  de  Fabliaux 
ó  fábulas  antiguas  en  verso,  i,  89, 90. 

Barbosa  (Arias),  ii,  24. 

Barbosa  Machado  (Diego),  su  Biblio- 
teca lusitana,  ni,  401. 

Barceló  (Juan),  poeta,  F.  1680.  m, 
252. 

Barcelona  (Literatura  provenzal  en). 
i,  52o.  —Tomada  á  los  árabes.  526. 
— Consistorio  de  la  gaya  ciencia 
en.  546. — Influencia  de  este  en  la 
poesía.  593. 

Barcia  (Andrés  Gonzalez),  M.  1745. 
—  Sus  historiadores  primitivos  de 
Indias,  n,  115. 

Barco  Centenera  (Martin  del),  F. 
1600.  ni,  149. 

Baretti  (Juan),  publica  en  Londres  el 
Fray  Gerundia,  de  isla,  iv,  61. 

Barnuevo. (V.  Mosquera.) 

Barnuevo.(V.  Peralta.)  . 

Barón  (El),  comedia  (le  Moralin. 
iv  ,  140. 

Barreto  (J.  V.)  v  Monteiro  (.1.  G.) 
dan  á  luz  las  obras  de  Gil  Vicen- 
te, i,  298. 

Barrientos  (Fr.  Lope  de),  i,  580,  543. 

Barrios  (Miguel  de),  comedias,  ni,  92. 
—Poesía  lírica.  252.— Églogas.  247. 

Barros  (Alonso  de),  F.  1567.  — Sus 
Proverbios  morales,  ni ,  41 1,  556. 

Bastardo  (El)  Mudarra,  comedia  de 
Lope,  ii ,  547. 

Bastida  (Mateo  de  la),  su  colección 
de  comedias,  iv,  242. 

Basurto.  (V.  Enriquez.) 

Bataille  ( La )  de  Karesme  et  de  Char- 
nage  (La  batalla  de  la  Cuaresma  y 
del  Carnaval),  composición  poética 
de  un  trovador  francés,  imitada 
por  el  arcipi  este  de  Hila,  i ,  89. 

Bataille  des  vins,  composición  poe- 
tic;) del  trovador  D'Andeli.  i ,  89. 

Batalla  (La)  del  honor,  comedia  de 
Lope,  ii,  252. 

Batalla  (La)  naval,  de  Cervantes. 
ii  ,  199. 

Bautismo  (El)  del  príncipe  de  Mar- 
ruecos ,  de  Lope,  u ,  363. 


447 

Bautismo  (El)  de  San  Juan,  auto. 
ii,130. 

Bavia  (Luis),  F.  1615. —  Versos  de 
Góngora  á  su  Historia  pontifical. 
ni,  203. —  Fué  poeta.  512. 

Bayer. (V.  Perez.) 

Bavle,  su  Juicio  de  Alonso  X.  i,  59. 

Becerra  (Domingo),  F.  1585.  —  Tra- 
duce el  Calateo  de  Giovanni  della 
Casa,  ni,  560. 

Bei.ando  ( Fr.  Nicolás  de  Jesús),  per- 
seguido por  la  Inquisición,  iv,  44. 
—Su  Historia  civil  de  España.  44, 
599. 

Belardo,  seudónimo  poético  de  Lo- 
pe, ii  ,  265. 

Belerma  (Romance  de),  i,  137. 

Belianísde  Grecia,  libro  de  caballe- 
rías i,  252. 

Belisa  ,  anagrama  de  Isabela,  esposa 
de  Lope,  n,  266. 

Belmonte  (Luis),  sus  Hechos  del  mar- 
qués de  Cañete,  ii,  470. 

Bello  (Andrés),  loque  dice  del  aso- 
nante, i,  117. 

Bembo,  sus  églogas,  m,  275. 

Benavekte  (Luis  Quiñones  de),  F. 
1650.— Sus  loas.,  ni,  120. 

Benavente  y  Benavides  ( Cristóbal ), 
F.  1643.  ni.  425. 

Benedictina  (La),  de  Bravo,  ni,  152. 

Be>egassi  y  Luxan  (Juan  José  de), 
F.  1745.  — Sus  Poesías,  iv,  21. 

Berceo  (Gonzalo  de),  F.  1220. —  Sus 
Poesías,  i,  52. 

Bergedá  ó  BERGEDA:v(Guillaume  de), 
trovador  provenzal.  i,  551. — En 
otra  parte  llamado  Guillen  de  Ber- 
guedá. 534. 

Bermudez  de  Castro  (Salvador) ,  su 
Antonio  Perez,  ni,  570. 

Bermudez  ( Jerónimo ) ,  M.  1590.— Sus 
dramas,  n,  157. 

Bernaldez  (Andrés),  cura  de  los  Pa- 
lacios, F.  1480.— Su  Crónica  de  los 
Reyes  Católicos,  i,  196. 

Bernard  deRoyenac,  trovador,  i.  532. 

Bernardo  del  Carpió  (Romances  de),  i, 
141.  —  Tomados  á  menudo  de  las 
crónicas  castellanas.  142.  —  Histo- 
ria de,  en  la  general.  159.  —  Dra- 
mas de.  111,546. — Poema  de  Bal- 
buena.  227.  284. 

Bernardo  del  Carpió,  comedia  de  Juan 
de  la  Cueva,  ir,  152. 

Bernardo  en  Francia,  comedia  de  Lo- 
pe, ii,  346. 


448 


Berriozábal  (Juan  Manuel),  su  re- 
fundición de  la  Cristiada.  ni,  15L 

Bertrán  Carbonel,  trovador  pro- 
venzal,  dedica  sus  obras  á  D.  Al- 
fonso el  Sabio,  i,  47. 

Bertcch,  traduce  al  alemán  la  Galo- 
máquia  de  Lope,  u,  293. 

Bélica  (Con(|uista  déla),  por  Cueva. 
(V.  Conquista.) 

BETTiNELLi(Saverio),su  opinion  acer- 
ca del  cultismo,  iv,  215. 

Beuve.  ( V.  Sainte  Ueuve.) 

Bias  contra  fortuna  ,  composición 
poética  del  marqués  de  Santula- 
ria. 1,397. 

Biblia,  traducida  al  castellano  por 
orden  de  U.  Alonso  el  Sabio,  i, 
42-48.  —  Lemosina.  540. —  Catala- 
na. 5t3i.—  Arábiga,  iv,  183. 

Bibliotecas.  (  V.  Amat,  Antonio,  Bar- 
bosa ,  Castro ,  Faster,  Rodrigue:, 
Xitneno.) 

Bidpay  (Fábulas  de),  i,  73. 

Bisbe  y  Vidal,  seudónimo  de  Juan  Fer- 
rer, su  Tratado  de  las  Comedias. 
íi,  538. 

Bizarrías  (Las)  de  Belisa,  comedia 
de  Lope,  u,  .121,  331. 

Blanco  de  Paz  i  Fr.  Juan),  creído  ser 
el  mismo  que  Avellaneda,  u,  245. 

Blasco  (Francisco  Hernandez),  i. 
1580.  ni.  150,  474. 

Blasco  (Luis  Hernandez),  F.  1600.  ni, 
47L 

Blasquasset,  trovador,  i,  534. 

Boba  (La)  para  los  otros  y  discreta 
para  sí ,  de  Lope,  n,  328,  363. 

Bobo  (El)  en  los  autos,  n,  572. 

Bocacio  ,  sus  obras  conocidas  en  Es- 
paña, i ,  537. — Imitadas,  ni ,  35 í .— 
Su  Ameto.  275 

Bocanegra  (Francisco  de),  poeta  del 
siglo  xv.  i,  570. 

Bocángel  r  Unzüeta  (Gabriel  de), 
M.  1658.  —  Obras  poéticas  de.  m, 
513. 

Bcdas  (Las)  de  Camacho,  comedia  de 
Melendez  Vaklés.  iv,  131. 

Boecio,  Be  consolación,  traducido 
por  Avala,  i.  186. 

Boecio,  traducido  por  Villegas,  ni, 
22!. 

Bolea  (José  de),  poeta  dramático,  F. 
1667.  ni,  72. 

Bolea  y  Castro  (Martin  Abarca  de),  F. 
1578.  — Su  Orlando  determinado, 
ni.  186. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Boloña  (Lniversidad  de),  i,  568. 

Bonilla  (Alonso),  F.  1617.— Sus  Poe- 
sías, ni,  508. 

Borja  (García  de),  poeta  del  siglo  xv. 
i,  570. 

Borja  y  Esquilache.  (V.  Esquiladle.) 

Borra  (Mosen),  trovador,  i,  555. 

Boscan  Alsiogacar  (Juan) ,  M.  1515. — 
Su  vida,  ii ,  28. — Sus  relaciones  con 
Navajero.  29. — Su  erudición  clási- 
ca. 51.— Obras.  52-8,  488. 

Boschan  (Johan).  i ,  555. 

Botelho  de  Carvalho  ( Miguel ),  F. 
1252.  —  Su  pastor  de  Clenarda.  m, 
286. 

Botelho  de  Oliveira  (Manuel ),  sus 
Poesías,  ni,  515. 

Botelho  (El  capitán  Miguel),  F.  1641. 
—  Su  Filis,  novela  en  verso,  m, 
286,545. 

Botelho  Moraes  (Francisco).  iv,  19, 
597. 

Bou  (Baltasar),  i ,  555. 

Bouscal  (Guerin  de),  imita  los  dramas 
españoles,  n ,  loó. 

Bouterwek  (Frederic) ,  M.  1828. — Lo 
que  dice  del  poema  del  Cid.  i,  27. 
— Su  historia  de  la  literatura  espa- 
ñola. 57.  — Su  opinion  del  Quijote, 
u,  259. 

Bovadilla.  (V.  Gonzalez-  de.) 

Bowle,  su  carta  al  doctor  Percy,  u, 
212. 

Boxador  (Andreu),  trovador.  i,555. 

Boyardo.  (V.  Garrido  de  V Hiena.) 

Brasil  (El)  restituido,  comedia  de  Lo- 
pe, ii ,  551. 

Gravo  (Nicolás),  su  Benedictina,  m, 
152. 

Bhemom  ,  traduce  al  francés  el  Guz- 
man tic  A I  far  ache,  in,  501. 

Breton  de  los  Herreros  ,  sus  Poesías 
satíricas,  ni,  1 17. 

Breve  relación  de  la  jornada  del  du- 
que de  Alba  á  Flándes,  poema  de 
Vargas,  ni,  500. 

Brevísima  relación  de  la  deslrui- 
cion  de  las  Indias,  por  Las  Casas, 
ii,  125. 

Briant  (Sir  Francis) ,  traduce  á  Gue- 
vara, ii,  103. 

Bristol  (  Lord),  imita  á  Calderón,  m, 
56. 

Brócense  (El).  (V.  Sanchez.) 

Brut  d'Angleterre,  por  maislre  Wa- 
ce.  i,520. 

Boelna  (Conde  de).  (V.  Niño.) 


DE  NOMBRES  PROPIOS  Y  MATERIAS. 


Buen  (El )  repúblico  ,  de  Agustin  de 
Rojas,  ni,  421,  558. 

Buen  placer,  trovado,  de  Mendoza,  u, 
505 ;  nt,  552. 

Buen-Retiro  (El),  auto  de  Calderón, 
tu ,  72. 

Buena  (La)  guarda  ,  comedia  de  Lo- 
pe. n,552. 

Buitrago  ( El  señor  de) ,  romance  de. 
i,  149. 

Bulow  (Edward) ,  su  traducción  ale- 
mana de  la  Celestina,  i ,  285. 

Bululú,  qué  sea.  n,  480. 

Bun'sen  (Chevalier),  su  Disertación 
sóbrela  lengua  vascongada.  ív,  162. 

Bureo  (El)  de  las  musas,  de  Polo  de 
Medina,  m,  552. 

Burgos  (Diego  de),  poeta  del  siglo  xv, 
secretario  del  marqués  de  Santilla- 
na.  i ,  460,  570. 

Blrguillos  (Tomé  de),  n  ,  289,  291, 
292;  ni,  238. 

Burlador  (El)  de  Sevilla,  de  Tirso,  n, 
455. 

Buscapié,  de  Cervantes  (Juicio  del). 
ii,  240;  iv,  207-52,  410. 

Bustamante  ,  su  edición  de  Gomara. 
ii,U7, 

Bustos  ( Francisco  Gonzalez  de) ,  es- 
critor dramático  del  siglo  "xvi.  u, 
146. 

Butler,  su  Hudibras  y  Don  Quijote. 

ív,  257. 
Butrón  y  Muxica  (P.  .losé  de),  F.  1722. 
—  Su  poema  de  Santa  Teresa.  ív, 
198. 
Byron  (Lord),  su  Don  Juan,  n,  457. 


Caballería  celestial,  por  San  Pedro, 
i ,  257 ,  524. 

Caballería  cristiana,  i,  257. 

Caballería  ( Instituciones  de  la)  en  Es- 
paña, i,  254. 

Caballerías.  (V.  Libros  de.) 

Caballero  de  la  Clara  Estrella,  i ,  257. 

Caballero  de  la  Cruz,  Lepolemo,  li- 
bro de  caballerías,  i,  522. 

Caballero  del  Febo,  libro  de  caballe- 
rías, ii,  243. 

Caballero  de  Olmedo,  de  Monteser. 
in,168. 

Caballero  Determinado ,  de  Acuña, 
íi,  51. 

Caballero  (  Diosdado),  su  opinion 
acerca  del  Centón  Epistolario.  ív, 
202. 

TOM.  IV. 


449 

Caballero  (El)  Asisio,  de  Fr.  Gabriel 

Mata,  ni,  150,  474. 
Caballero  ( Fermín),  Pericia  geográ- 
fica de  Cervantes,  ir,  222. 
Caballero  perfecto,  novela  de  Salas 

Barbadillo.  ni,  558. 
Caballero  puntual ,  novela  de  Salas 

Barbadillo.  ni,  559. 
Caballero  venturoso,  de  Valladares  de 

Yalddoincir.  m,  325. 
Caballero  y  escudero  (  Libro  del),  por 

D.  Juan  Manuel,  i,  70,  74. 
Caballeros  (Los)  comendadores,  co- 
media de  Lope,  ii,  544. 
Cabezade  Vaca  (Alvar. \uñez),F.  1540. 

— Sus  Naufragios,  n,  127. 
Cabrera  (Luis),  F.  1635.  ni,  512. 
Cáceres  (Francisco  de)  el  Judio,  F. 
1663. — Traduce  del  italiano  la  Vi- 
sion deleitable,  i,  446. 
Cáceres  (Pedio  de),  publica  las  obras 

de  Silvestre,  u,  66. 
Cáceres.  (V.  Felices.) 
Cadahalso  (José),  M.    1782. — Sus 
obras,  iv,  75.  402.  — Influencia  so- 
bre Melendez.  84. —  Sus  comedias 
y  traducción  de  Young.  120. 
Cadira  (La)  del  honor,  i, 546. 
Caer  para  levantar,  comedia  de  Mo- 

reto.  ii,  465. 
Cuida  de  príncipes,  deBocaccio,  tra- 
ducida por  Ayala.  i,  186. 
Caida  (La)  de  Luzbel,  por  Melendez. 
ív,  88. —  La  de  Valderrábano.  Ibid. 
Cairasco  de  Figueroa  (Bartolomé), 
M.  1610.— Obras  poéticas,  m,  525. 
Cal  Traviesa  (Pedro  de. la),  poeta 

del  siglo  xv.  i,  570,571. 
Calaínos  (Romance  del  moro),  i,  137. 
r.ALATAYLD  (El  P.),  denuncia  el  tea- 
tro, ív,  145. 
Calataydd.  (V.  Enriquez.) 
Calavera  (Fernán),  poeta  del  siglo  xv. 

i,419. 
Calderón  de  la  Barca  (Pedro),  M. 
1681.— Vida  de.  ni,  5-15.— Come- 
dias, autos  sacramentales.  17-23. 

—  Coinedias  de  santos.  24.  —  Pro- 
fanas. 34. —  De  capa  y  espada.  56. 

Calderón  (María ),  cómica,  madre  del 
segundo  D.Juan  de  Austria,  m,  111. 

Calixto  y  Melibea  (Tragicomedia  de). 
(V.  Celestina.) 

Calvo  (Sebastian  de  Nieva),  F.  1625. 
ii!,  155. 

Calzada  (Bernardo  María  de),  F.  1792. 

—  Gil  Blas,  iv,  64. 


450 

Calzas  (Diálogo  de  las),  por  Lope  de 

Rueda,  u,  145,  540. 
Callecerrada  (Marcelo  Diaz),  F.  1627. 

—  Su  Endimion.  in,495. 
Camargo.  (V.  Domínguez.) 
Gahargo  (Ignacio),  ataca  el  drama. 

ni,  2o. 

Camargo  y  SALGADo(Fr.  Fernando), 
F.  1628.—  Su  poema  de  San  Nicolás 
deTolentino.  uí,  482. 

Camerino  (José),  F.  1623.— Sus  nove- 
las, ni,  341. 

Camino  de  la  perfección,  de  Sta.  Te- 
resa, ni,  11". 

Camoens  ( Luis ),  F.  1360.— Su  poesía 
epigramática,  m,  249. 

Campillo  de  Baile  (Ginés),  F.  1689. 

—  Novelas,  ni,  344. 

Campo  (Meudo  de),  poeta  del  siglo xv. 

i,  370. 
Campo  Raso  (Josef  de),  su  Contiiyia- 

cion  de  losComeutarios  de  san  Fe- 
lipe, iv,  26. 
Campomanes  (Conde  de),  su  vida  de 

Feijoó.  ív,  40. 
Camporedondo.  (V.  Fernandez.) 
Camls  (Felipe),  i,  523. 
Cáncer  y  Velasco    ( Jerónimo  de), 

M.  1654. —  Sus  comedias,  ni,  90.  — 

Poesías.  230. 
Cancionero  catalán  de  la  universidad 

de  Zaragoza. i ,  533. 
Cauciónelo  de  Baena.  i,  439. 
Cancionero  de  Estúñiga.  i,  55,  440, 

560-6. 
Cancionero  de  Ixar.  i,  566. , 
Cancionero  de  Lopez  de  Ubeda.  ni, 

52(1. 
Cancionero  de  Lopez  Maldonado.  m, 

190. 
Cancionero  de  Luzon,  in,  516. 

—  de  Llavia.  i,  426. 

—  de  Martinez  de  Burgos. 
460-1. 

Cancionero  de  Montemayor.  m,  189. 

—  de  Montesino,  ni,  517. 

—  de  obras  de  burlas,  pro- 
vocantes á  risa,  i ,  474. 

Cancionero  de  Romances.  iv,  195. 

Cancionero  Espiritual,  del  P.  Las 
Casas,  ni.  519. 

Cancionero  Espiritual,  por  un  reli- 
gioso de  San  Jerónimo  (C.  1549). 
!ii,519. 

Cancionero  General,  de  Hernando  del 
Castillo,  i,  463. 

Candamo.  (Y.  Dances.) 


ÍNDICE  alfabético 


Cantar  (El)  de  los  Cantares ,  de  Fray 
Luis  de  Leon,  n,  174. 

Cantigas  de  serrana ,  usadas  por  el 
arcipreste  de  Hita,  i, 88. 

Cantigas  ( Las)  de  Alfonso  el  Sabio 
(Juicio  de).  1,42,46,47. 

Cantoral.  (V.  Lomas.) 

Canlorbery  (Los  cuentos  de),  obra 
de  un  monje  inglés,  i ,  62,  76. 

Cantos  (Los  cuarenta),  de  Fuentes, 
ni,  260. 

Cantos  (Los)  morales,  de  Fr.  Gabriel 
Mata,  ni,  475. 

Cañizales.  (V.  Cañizares.) 

Cañizares  ó  Cañizales  (Diego  y  Alva- 
ro), poetas  del  siglo  xv.  i ,  570. 

Cañizares  y  Autiaga  (José),  M.  1660. 
— Poeta  dramático,  m,  104.— Imita 
el  teatro  francés.  105. 

Capmany,  sus  Memorias  históricas,  i , 
541 .—  Su  Teatro  de  la  Elocuencia, 
ni,  562. 

Caporali  (Cesare),  imitado  por  Cer- 
vantes, ii.  225. 

Caracteres  arábigos,  usados  para  es- 
cribir el  castellano.  ív,  419. 

Carbonel.  (V.  Bertrán.) 

GAp.BONELL(Pero  Miquel).  i,535. 

Cárcel  de  amor,  de  Diego  de  San  Pe- 
dro, i,  431;  ni.  314,  346.  —  Conti- 
nuada por  ¡N'uñez.  i ,  455. 

Cardenal  de  Belén  (El),  de  Lope  de 
Vega,  ii,  564. 

Cardenal  (Pedro),  trovador  proven- 
zal.  i,  532. 

Cárdenas  (Pero),  poeta  del  siglo  xv. 
i,  570. 

Cárdenas  (Rodrigo),  poeta  del  siglo 
xv.  370. 

Cardona,  poeta  del  siglo  xv.  475. 

Cariucho  (Vincencio),  F.  1651. —  Sus 
diálogos,  ni,  429. 

Garew  (  Richard),  su  traducción  de 
Huarte.  ni,  428. 

Caricatura,  tendencia  á  la,  en  la  lite- 
ratura española,  ni,  168. 

Cario  Famoso,  de  Luis  Zapata,  m,  155. 

Carlomagno  (Libro  de  caballerías  de). 
1.230.255,  524. 

Carlos  II ,  M.  1700.  —  Efectos  de  su 
reinado,  ni,  445 ;  ív,  5.  —Cree  estar 
hechizado,  ni ,  444. — Lisonjeado 
por  Solís  y  por  Calderón.  72  430. 

CárlosIH,  influencia  de  su  reinado  en 
la  literatura.  ív,  51-55. 

Carlos  IV,  influencia  de  su  reinado  en 
la  literatura.  ív,  147-9. —  Abdica. 


DE    NOMBRES    PROPIOS   Y    MATERIAS? 


150. — Persigue  á  Jovellanos.  m, 
72,  350. 

Carlos  V  en  Francia,  comedia  de  Lo- 
pe, ii,  552. 
Carlos  V  sobre  Túnez,  comedia  de 
Cañizares,  m,  105. 

Carnestolendas  de  Castilla,  por  Hi- 
dalgo, ni,  356. 

Carnestolendas  de  Zaragoza,  por  An- 
tolinez  de  Piedrabuena.  m ,  552. 

Caro  (Rodrigo),  F.  1595.  m,  228. 

Caro  y  Cejudo  (Martin),  sus  refra- 
nes, ni,  411. 

Carolea  (La),  de  Samper,  i,  524;  m, 
155. 

Carranza  (Fr.  Bartolomé),  arzobispo 
de  Toledo,  perseguido  por  la  In- 
quisición, i,  16. 

Carrillo  (Gomez),  poeta  del  siglo  xv. 
i.  570. 

Carrillo  (José),  F.  1750.— Su  defen- 
sa del  antiguo  drama  y  de  Cervan- 
tes, ii,  251. 

Carrillo  Lasso  de  la  Vega  (Alonso), 
F.  1657. —  Sus  versos  sueltos,  n, 
51. 

Carrillo  y  Sotomavor  (Luis),  M.  1619. 
ni ,  197. 

Círroz,  (Francés), poeta  del  siglo  xv. 
i,  473. 

Cartagena  (Alonso  de),  obispo  de 
Burgos,  i,  425,  55 i. 

Cartagena  ( Alvaro  de ) ,  hijo  de  Pe- 
dro, i,  555. 

Cartagena  (  Pedro  de).  —  Es  el  poe- 
ta del  Cancionero,  i  ,423,  555. 

Cartas  de  Magdalena  la  Loca  y  Maria 
la  Tonta,  papel  poético  del  tiempo 
de  Felipe  V.  iv,  398. 

Cartas  filológicas  de  Cáscales,  ni.  214, 
511. 

Cartas  (Las)  del  caballero  de  la  Te- 
naza, ii,  414. 

Cartujano  (El).  (V.  Padilla.) 

Carvajal  ,  poeta  del  siglo  xv.  i ,  564. 

Carvajal  y  Saavedra  (Mariana  de), 
F.  1650. — Novelas  de.  ni,  345. 

Carvajales  (Los),  poetas  del  siglo  xv. 
i ,  564  ,  565 ,  566. 

Casa  con  dos  puertas,  etc. ,  de  Calde- 
rón, ni,  57. 

Casa  de  placer  honesto,  de  Salas  Bar- 
badillo.  ii,  338. 

Casa  (Giovanni  della),  su  Galateo.  ni, 
560. 

Casa  (La)  de  juego,  novela  de  Navar- 
rete.  m ,  552. 


451 

Casa  (La)  de  los  locos  de  amor,  de 
VanderHamen.  u,  417. 

Casamiento  (El)  engañoso,  novela  de 
Cervantes,  n .  222. 

Casamiento  ( El)  en  la  muerte ,  come- 
dia de  Lope,  n ,  547,  388. 

Casandra  (La),  comedia  de  Virués. 
íi,  155. 

Casarse  por  vengarse,  de  Rojas,  ni,  85. 

Casas  (Bartolomé  de  las),  M.  1566. 

—  Sus  obras,  ii  ,  122.  —  Su  opinion 
acerca  de  la  esclavitud.  123.  —  Su 
Brevísima  relación.  125.  — Su  His- 
toria de  las  Indias.  126. 

Cáscales  (Francisco),  F.  1616. —  Sus 
tablas  poéticas.  ív,  31. —  Cartas, 
ni,  571. — Ataques  contra  el  drama 
antiguo,  ii,  476.  —  Defensa.  480. — 
Su  ataque  contra  Góngora.  ni,  214. 

Casilda  (Santa),  poema  de  Reinosa. 
ív,  20. 

Cassandra  (Auto  de),  por  Vicente,  i, 
500 

Castega  (Domingo  de),  Segunda  Ce- 
lestina. 1,282.  — (V.  Gazt'elií.) 

Caste l  (Louis  de  Vieil),  su  opinion 
del  antiguo  drama,  n,  475. 

Castelví  (Francisco),  poeta  valencia- 
no, i,  559. 

Castelví  (Mosen  Joan  de),  trovador, 
i,  554. 

Castellano,  prevalece  en  el  mediodía 
de  Espana.  i,  560-4.  —  Su  pureza, 
ii,  109.— Nombre.  ív,  189.— El  de 
Garcilaso.  n,  48. 

Castellanos.  (  V.  Vezilla. ) 

Castellanos  (Juan  de),  F.  1588.— 
Sus  i  legías.  ni,  147. 

Castkjlione  (Balthasar),  su  Cortesa- 
no ,  traducido  por  Boscan.  n,  55. 

Castigo  de  la  miseria,  por  Juan  de  la 
Hoz.  ni,  94 

Castigo  (De  un)  dos  venganzas,  n,  453. 

Castigo  sin  venganza ,  de  Lope,  n,  542. 

Castigos  (  Libro  de  los),  por  don  Juan 
Manuel,  i,  499. 

Castigos  y  document  os  para  bien  vivir, 
obra  de  D.  Sancho  el  Bravo,  i,  65. 

Castilla  (Francisco  de),  F.  1536.  — 
Su  Poesía  didáctica,  ni ,  252,  535. 

—  Sus  Proverbios.  251. 
Castillejo  (Cristóbal  de),M.  1556. 

n,55,499;  ni,  256. 

Castillo  (Andrés),  F.  1641.  —  Nove- 
las. iii,346. 

Castillo  (Diego  del),  poeta  del  si- 
glo xv.  419,  461,  561,  562,  567.  — 


452 

Quizá  e!  mismo  que  Diego  Enriquez 
del  Castillo  (V.). 

Castillo  (Fernando  del),  su  Cancio- 
nero General,  i ,  465,  78. 

Castillo  interior  de  Sta.  Teresa,  ui, 
417. 

Castillo  (Miguel  del),  F.  1637. — Ver- 
dadero autor  del  Aula  Dei.  ni . 
553. 

Castillo  (Pedro  del),  poeta  del  si- 
glo xv.  i,  564. 

Castillo  Solorzano  (Alonso  de),  F. 
1616.— Comedias  de.  n,  471.— No- 
velas, ill,  508. 

Castillo.  (V.  Enriquez  del.) 

Castillo.  (V.  Gonzalez.) 

Castro  (Adolfo  de),  n,  483.— Subre 
el  Busca-pié  de.  iv,  207-32,  410. 

Castro  (Conde  de),  poeta  del  siglo  xv. 
l,  473. 

Castro  (Conde  de),  poeta.  F.  165o.  m, 
SU. 

Castro  (Damián  de),  cómico.  ív,  143. 

Castro  (D.  Fadrique,  duque  de),  Cor- 
te poética  de.  i ,  461,  571. 

Castro  (Francisco  de),  F.  1720.— Sus 
comedias.  ív,  1 16. 

Castro  (Francisco  de),  poeta  popular 
del  siglo  xvni.  ív,  399. 

Castro  (Guillen  de),  M.  1689.— Co- 
medias de.  ii ,  428,  38. 

Castro  (Julian  de),  poeta  dramático, 
F.  1770.  ív,  126. 

Castro  (La),  comedia  portuguesa  de 
Ferreira.  n,  158. 

Castro  (Rodriguez  de) ,  M.  177'J.  — 
Biblioteca  española,  i,  28. 

Castro  y  Anaya  (Pedro  de),  F.  1652. 
— Novelas,  ni,  545. 

Castro  y  OROzeo(José),  su  Fray  Luis 
de  Leon,  u,  184. 

Catalan  Dialecto),  i,  541,  545.— Se 
cultiva  aun.  565. 

Cataluña  (Guerra  de),  por  Meló,  m, 
569. 

Catariberas  (Carla  de  los),  por  Sala- 
zar,  u ,  74,  50o. 

Cautivos  (Los)  de  Argel ,  por  Lope  de 
Vega,  ii,  554. 

Cazalla  ,  capellán  de  Carlos  \  ,  con- 
denado per  la  Inquisición,  i,  16. 

Cean  Bermidez,  su  Vida  de  Jovella- 
nos.  iv,  104. 

Cecial  (Tomé),  seudónimo  de  For- 
ner.  ív,  95. 

Céfalo  y  Procris,  comedia  burlesca 
de  Calderón,  ni,  35. 


ÍNDICE  alfabético 


Cejudo.  (V.  Caro.) 

Celestial  caballería,  i,  524. 

Celestina (C.  1480).  i,  275, 282.-Con- 
linuaciones  é  imitaciones  de  la. 
282-5. 

Celestina  (La),  C.  1480.  i .  275.  82.— 
Autores  de.  277.— Fecba  desu  com- 
posición. 276. —  Estilo  de  sus  dos 
partes.  280. — Varias  ediciones,  tra- 
ducciones é  imitaciones.  285. 

Celestina  (La),  comedia,  por  Antonio 
de  Mendoza,  i,  284. 

Celestina  (La  segunda),  comedia  de 
Agustín  de  Salazar.  i,  284. 

Celestina  (La  segunda),  por  Feliciano 
de  .Silva,  i,  -2X-2. 

Celos  aun  del  aire  matan  ,  de  Calde- 
rón, ni ,  55. 

Celoso  (El).  (V.  Zeloso.) 

Celoso  (El)  extremeño,  de  Cervan- 
tes. II,  222. 

Celtas  en  España  ,  su  idioma.  IV,  161. 

Centenera.  (V.  Barco.) 

Centiloquio  de  problemas,  de  Agus- 
tín de  Buescas.  m  ,  507. 

Centiloquio  (  El),  colección  de  pro- 
verbios, por  el  marqués  de  Santi- 
llana.  i ,  400. 

Ceo  (Violante  do) ,  poetisa  portugue- 
sa, M.  1695.— Poesías,  ni,  211. 

Cepeda.  (V.  Romero  de.) 

Cerco  ( El )  de  Santafé ,  comedia  de 
Lope,  ii,  591. 

Cerco  (El)  de  Zamora  ,  comedia  de 
Juan  de  la  Cueva,  n,  152. 

Cerco  (El)  de  Zamora,  de  Diaman- 
te, ni ,  95. 

Cerda  y  Rico,  su  edición  de  la  Diana 
de  Monteniayor.  m,   288. 

Certamen  de  amor  y  celos,  comedia 
de  Calderón   m  ,  9. 

Certamen  poético  de  Santa  Catalina, 
i ,  540. 

Certamen  poético  de  Valencia,  i ,  572. 

Certámenes.  (V.  Justas.) 

Cer>  untes  de  Salazar  (Francisco),  n, 
94. 

Cervantes  Saavedra  (Miguel  de) ,  M. 
1  (¡  10.— Nacimiento,  educación  y  ser- 
vicios, u  ,  185-94.  — Su  Galatea.  194 
-98—  Comedias.  196,  210.— Nove- 
las. 214,  218.  — Quijote.  238-55.— 
Viaje  del  Parnaso.  223. — Entreme- 
ses. 228. —  Persiles  y  Sigismunda. 
235-58. 

Céspedes  ,  F.  1630.  —  Su  Atalanta,  m, 
493. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Céspedes  (Pablo  de),  M.  1608.  — Su 
poesía  didáctica,  m ,  254. 

Céspfdes  y  Menéses  ( Gonzalo  de) ,  M. 
1638. —  Su  trágico  Gerardo  y  Sol- 
dado Píndaro.  ni ,  324. 

Cetina  (Gutierre  de),  poeta  del  siglo 
xvi  ii,  54. 

Cevaixos  (Jerónimo  de),  ni ,  440. 

Cevai.los   (V.  Ordoues.) 

Chamilo  (Mendo) ,  poeta  del  siglo  xv, 
i ,  570. 

Chateaubriand,  su  Abencerraje,  ni , 
522. 

Chantillón.  (V.  Güaltero  de  ) 

Chaucer  ,  poeta  inglés  del  siglo  xv, 
citado,  i.  87. 

Chavarria  ,  poeta  granadino  ,  F.  1655. 
ni,  512. 

Chrespina  Marauzmana,  título  de  un 
poema  lieróico-burlesco.  m  ,  170. 

Chrisliada  (La),  de  Enciso y  Monzón. 
ni ,  155. 

Christina  de  Suecia  (Comedia  sobre), 
por  Calderón,  m  ,  66. 

Christopatia  (La),  de  Quirós.  ni.  480. 

Chróniques  d'i;spanva,de  Carbonell. 
1,556. 

Cuidareal.  (V.  Gomez  de.) 

Cicerón  (El),  del  P.  Isla,  iv,  62. 

Cid  (Crónica  rimada  ó  poema  del),  jui- 
cio, i,  19,  27,495. 

Cid  (El)  resucitado,  por  Santos,  ni, 
555. 

Cid  (Noticia  del),  relaciones  arábi- 
gas, i,  19. — Su  Vida  por  Risco  y 
ÍViüIler.  17.  —  Oscuridad  de  su  his- 
toria. 20.  —  Su  Crónica  rimada.  27. 
— Noticia  del,  en  la  General.  164.— 
La  particular  suya.  171-8.  —  La  de 
Soulhey.  19. —  Sepultura  de!.  172. 

Cid  (Poema  del) ,  por  Ayllon.  ni,  156 

—  Por  Arredondo.  157. 

Cid  (Poema  del ) ,  su  fecha,  i,  16.  — 
La  del  único  códice  que  se  conser- 
va. Ibid. —  No  ajustado  enteramente 
á  la  historia.  19.— Asunto,  estilo.  21. 

—  Medido  y  rima.  22.  —  Se  recita- 
ba probablemente  en  público.  24. 

Cid  (Romancero  del),  i,  145 

Ciegos  (Los),  paso  de  Timoneda.  u, 

148. 
Cielo  (Violante  del),  poetisa.  (V.  Ceo.) 
Cienfuegos  (í.'icasio  Alvarez  de) ,  M. 

1809.  iv,  131. 
Cifar,  libro  de  caballerías,  i,  255. 
Cigarrales  de  Toledo,  de  Tirso,  ni, 

342. 


453 

Cigarrales,  etimología  de  esta  pala- 
bra, ni ,  550. 

Cinco  CLos)  mártires  de  Arabia,  por 
Rodriguez  de  Vargas,  ni ,  155. 

Cipna,  tragedia  de  Corneille.  iv,  112. 

Cintia  (La)  de  Aranjuez,  por  Corral. 
ni,  286,551. 

CintioMeretisso  español,  su  Chrespi- 
na Marauzmana.  m,  169. 

Circe  (La) .  de  Lope  de  Vega,  ii,  293. 

Circourt  (El  conde  Alberto  de),  i,  483. 

Cisma  (El)  de  Inglaterra  ,  de  Calde- 
rón, ni .  66. 

Cisne  (Caballero  del),  episodio  fabu- 
loso del  .  introducido  en  la  Gran 
Conquista  de  ultramar,  i,  49.  496. 
—  Es  traducción  del  francés.  50. 

Cisneros  (Alonso  de),  M.  1579. — Sus 
autos  sacramentales,  n,  151. 

Cisneros  (Antonio),  poeta  dramático  v 
actor,  F.  1579.  ii,  151,  166. 

Cisneros  (Maria  de),  su  historia  coñ- 
uda en  la  vida  de  Santo  Domingo 
de  Silos,  por  Gonzalo  de  Derceo. 
i,  "6. 

Citara  (La)  de  Apolo,  de  Salazar.  ni, 
212. 

Clamádes,  libro  de  caballerías,  i,  256. 

Clara  (La)  Diana  ,  á  lo  divino  ,  de  Pon- 
ce.  ni,  556. 

Clareo  y  Florisea,  de  Reinoso.  ni, 
313. 

Claribalte  ,  el  esforzado  caballero,  li- 
bro de  caballerías,  por  Oviedo,  i, 
253:  ii,  550. 

Clarindo  (Auto  de),  u.  525. 

Clarisel  (Don)  de  las  Flores,  libro  de 
caballerías,  por  Urrea.  ii,  511. 

Claros  (Conde),  romance  del.  i,  126. 

Claros  varones  de  Castilla,  por  Pul- 
gar, i,  450. 

Clavellinas  de  recreación ,  por  Sala- 
zar.  m,5il. 

Clavuo  (Ruy  Gonzalez  de),  M.  1412. 
— Su  Vida  del  gran  Tainorlan.  i,  212. 
— Su  idea  acerca  de  un  rio  del  pa- 
raíso, i,  218. 

Clemencia  (Diego  de),  lo  quo  dice  del 
Ruscapié.  ni,  209.— Su  edición  del 
Quijote.  255. — Su  elogio  de  la  reina 
Isabel.  864. 

Clemente  (San),  colegio  español  de, 
en  Bolonia,  i,  568. 

Clérigos,  escriben  para  el  teatro,  m, 
25. 

Ci.ihente  (Fabio),  seudónimo  de  Ja- 
cinto Villalpando.  ni,  165. 


454 


Coblas, significado  de  la  palabra,  i,  328. 
Cobo  de  la  Torre  (José),  iv.  23. 
Cuello  (Antonio) ,  poeta  dramático. 

ii,  474. 
Cofradías  religiosas,  su  interés  en  el 

teatro,  u,  164. 
Colmenares  (Diego  de),  su  Historia  de 

Segovia,  u,  136. 

COLOUBERO  DE  VILLALOBOS  (Miguel),  F. 

^  1629.— SuTeseo.  ni,  495. 

Coloma  (Carlos),  marqués  de  Espinar, 
M.  1637. — Sus  guerras  de  los  Esta- 
dos-Bajos, ni ,  398.— Aumenta  vo- 
ces al  castellano,  iv,  9,  10. 

Coloma  (Juan  de),  F.  1379.— Su  Dé- 
cada de  la  Pasión,  m,  157. 

Colon  (Cristóbal ),  M.  1506. —  Sus 
obras,  i.  216,  20. — .Noticias  de,  por 
Bernaldez.  197.  — Por  Humboldt. 
221.— Su  intolerancia.  480. —En  co- 
medias de  Lope  de  Vega.  n,339,  42. 
— Su  urina  y  carias,  m  ,  [5. 

Colon  (Hernando)  hijo  del  Almirante, 
poeta,  i,  343,  570. 

Colonna  (Giovanni).  Su  Mare  Historia- 
rían, i,  427. 

Colonna  (Guido),  i.  62. 

Colonna  (Vitoria),  n,  25. 

Coloquio  (El)  de  los  perros,  por  Cer- 
vantes. n,221. 

Coloquio  pastoril,  de  Torquemada. 
ii,  557. 

Coloquios  de  la  Espina,  por  Sedaño, 
ni,  254. 

Coloquios  (Dos)  de  amores ,  y  otro  de 
bienaventuranza,  por  Juan  Sedeño. 
ii,  94. 

Coloquios  (Los)  pastoriles,  de  Lope 
de  Rueda,  u,  158. 

Coloquios  satiricus  de  Torquemada. 
n,  536. 

Collado  del  Hierro  (Agustín),  poeta, 
F.  lfllb.  iii,5H. 

Comedia  Aquilana,  de  Naharro.  i, 
508,  532. 

Comedia  Armelina,  de  Lope  de  Rue- 
da, ii,  157,  158. 

Comedia  Calamita,  por  Naharro.  i, 
512,552. 

Comedia  Clariana,  C.  1522.  n,  525. 

—  Cornelia,  de  Timoneda.   n, 
147. 

Comedia  Custodia,  C.  1541.  n,  150. 

—  de  los  Engañados,  por  Lope 
de  Rueda,  n,  156. 

Comedia  de  los  Meneemos,  de  Timo- 
neda. ii,  147. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Comedia  de  Preteo  y  Tibaldo,  por  Pe- 
ralvarez  de  Ayllon.  C.  1552.  n,  527. 

Comedia  Eufemia,  de  Lope  de  Rueda, 
ii,  157,  538. 

Comedia  Himenea  ,  de  Naharro.   i, 
508. 

Comedia  Jacobina,  C.  1590,  por  Da- 
mián de  Vegas,  n,  421,  504. 

Comedia  (La)  Nueva,  deMoratin.  ív, 
159. 

Comedia  Medora,  de  Lope  de  Rueda, 
ii,  158,  558. 

Comedia  Melamorfosea,  de  Romero 
de  Cepeda.  II,  154. 

Comedia  Nineusis,  por  Juan  de  Valen- 
cia, ii,  557. 

Comedia  (Mea,  G.  153 i.  n,  130. 

Comedia  Radiana,  por  Agustín  Ortiz, 
ii,  135. 

Comedia  Salvaje,  de  Romero  de  Ce- 
peda.  íi.  154. 

Comedia  Serafina,  de  Naharro.  i,  517. 
—       sin  fama ,  qué  cosa,  m,  119. 
Soldadesca  ,  de  Naharro.  i, 
512. 

Comedia  Tesorina,  porHuete.  n,  154. 

Comedia  Timbria,  de  Lope  de  Rueda, 
ii,  140. 

Comedia  Vidriana,  por  Huele,  n,  154. 

Comedias  á  fantasía,  qué  cosa,  i,  516. 

—  á  noticia,  i,  316. 

—  de  apariencias,  n,  550. 
Comedias  de  capa  y  espada,  n ,  o  18; 

ni,  56. 

Comedias  de  diferentes  autores  (Co- 
lección de),  ív,  239,410-16. 

Comedias  de  figurón,  m,  79. 

—  de  gracioso,  ni,  82. 

—  de  la  vida  común.  n,3o0. 

—  de  ruido,  n  ,  550. 

—  de  santos,  n ,  565. — Su  su- 
puesta influencia  religiosa.  369, 
474,  .478. — Tono  mundano  de  las 
mismas  ,  y  opinion  de  Figueroa. 
ni,  52. 

Comedias  de  Torres  Naharro.  i,  551. 
Comedias  de  varios  (Colección  de), 

llamada   también  la  de  fuera,  ir, 

240. 
Comedias  escogidas  (Colección  de). 

ív,  240. 
Comedias  heroicas  ó  historiales,  n, 

531. 
Comedias  (Las  cuatro),  de  Lope  de 

Rueda,  n,  157. 
Comedias  latino-castellanas,  n,  545 

-50. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Comedias  religiosas,  divinas  ó  de  de- 
voción, ii ,  558. 

Comedíela  (La),  de  Ponza ;  no  es 
drama,  i,  272,  598. 

Comella  (Luciano  Francisco  de), 
F.  1790. —  Sus  comedias,  iv,  154. 
—  Atacado  por  Moratin.  153. 

Comentarios  de  ia  guerra  de  Alema- 
nia ,  por  Avila  y  Zuñiga.  ni ,  579. 

Comentarios  de  la  guerra  de  España, 
por  S  '.n  Felipe,  iv  ,  24. 

Comentarios  reales  del  Perú,  por  el 
Inca  Garcilaso.  ui,395,594. 

Cómico  (Festejo),  de  Castro,  iv,  116. 

Cómicos  (Los)  amantes,  novela  de 
Salas  Barbadillo.  m,  549. 

Cónmodo  ( El ) ,  de  Herodiano  ,  tradu- 
cido por  Zavaleta.  ni ,  91. 

Comparaciones  de  Villegas,  n,  58. 

Compendio  de  boticarios ,  del  Doctor 
Saladino.  i,  548. 

Competencia  ( La )  en  los  nobles ,  co- 
media de  Lope,  ir,  55á. 

Composición  histórica,  ni,  575. — 
406. 

Comprehensorium  (El)  de  Valencia, 
i ,  572. 

Conceptistas  ( Escuela  de  los),  m,  200. 

Conceptos  espirituales,  de  Ledes- 
ma.  ni,  199,200. 

Conde  (Claudio) ,  amigo  de  Lope  de 
Vega.  íi ,  264. 

Conde  (El)  de  Alarcos,  comedia  de 
Guillen  de  Castro,  u,  438. 

Conde  ( El )  de  Essex ,  comedia  atri- 
buida á  Felipe  IV.  ii  ,  472. 

Conde  ( El )  d'Irlos ,  comedia  de  Gui- 
llen de  Castro,  n,  438. 

Conde  (José  Antonio),  M.  1821.  Pró- 
logo, vii. — Su  opinion  sobre  los  ro- 
mances. i,114.  — Sobre  Miguel  de 
Luna.  225.— Sobre  Don  Quijote. 
252.  —  Anécdota  de  Narvaez.  555. 

Condenado  por  desconfiado ,  de  Tirso 
de  Molina,  ni,  28. 

Condesa  (La)  de  Castilla  ,  por  Cien- 
fuegos,  iv,  151. 

Condiciones  (Las)  de  las  mujeres, 
diálogo,  por  Castillejo,  n,  56,  499. 

Confessio  Amantis,  poema  latino  del 
inglés  Gower.  i ,  28. 

Confusa  (La),  comedia  perdida,  de 
Cervantes,  u ,  199. 

Conquista  de  Granada,  por  Diaz.  ni. 
177. 

Conquista  de  la  Bética,  poema  de 
Juan  de  la  Cueva,  m,  178. 


455 

Conquista  de  la  Nueva-Castilla  ,  poe- 
ma, ni,  155. 

Conquista  del  Perú  (Relación  de  la ), 
por  Jerez,  u,  128,  517,518. 

Conquista  (La)  de  Africa,  por  Fuen- 
tes, ii,  484. 

Conquista  (La)  del  Nuevo-Méjico,  poe- 
ma, por  Villagra.  m ,  149. 

Conquista  (La)  de  Méjico,  porSolís. 
ni ,  405. 

Conquista  (  La )  de  Sena ,  por  Fuen- 
tes, ii ,  484. 

Conquista  (La )  de  Sevilla,  por  San 
Fernando,  de  Vera  y  Figueroa.  ui, 
182. 

Conquista  ( La  Gran)  de  Uitramar.  i , 
49,  50,495-8. 

Consejo  (  El)  y  consejeros  de  prínci- 
pes ,  por  Furió.  n ,  512. 

Consejos  (Libro  de  los),  por  D.  Juan 
Manuel,  i,  69. 

Consolatoria ,  obra  en  prosa ,  atribui- 
da á  D.  Enrique  de  Aragón,  i ,  546 . 

Consonante,  qué  sea.  i,  117. 

Constante  (La)  Amarilis  ,  de  Figue- 
roa. ni ,  285. 

Contienda  (La)  deAjax,  Telamón  y 
Ulíses.  i,  547  ;  ii ,  55. 

Contra  valor  no  hay  desdicha,  de  Lo- 
pe, ii,  349. 

Contreras  ( Jerónimo  de ) ,  Selva  de 
aventuras,  ni,  314. — Dechado. 515. 

Contreras  ,  poeta  del  siglo  xv.  i ,  570. 

Contreras.  (V.  Vivas.) 

Conversion  ( La ) de  la  Magdalena,  ni, 
419. 

Copla  de  cuatro  versos,  su  introduc- 
ción en  España,  i ,  34. 

Coplas  de  Jorge  Manrique,  i,  454. 

Coplas  de  Vita  Christi,  por  Fr.  Iñigo 
de  Mendoza,  m,  516. 

Cordero  (El  alférez  Jacinto),  sus  co- 
medias. 11,470. 

Córdoba  (Ferrando  Felipe  de) ,  poeta 
del  siglo  xv.  i ,  568. 

Córdoba  (Francisco  de),  F.  1655.  tu, 
512. 

Córdoba  (Gonzalo  de),  su  Crónica,  por 
Pulgar,  i,  210.  — Versos  de.  570. 

Córdoba  ( María  de ),  actriz,  ni,  111. 

Córdoba  Salcedo  (Sebastian  de),  tras- 
lada á  lo  divino  las  obras  de  Boscan 
y  Garcilaso.  i ,  488. 

Corneille  (Pierre),  imita  el  teatro 
español,  m,  108. — Toma  de  Guillen 
de  Castro,  n,  457.— De  Mira  de  Mes- 
cua.  463.  —De  Alarcon.  469. 


456 


Corneille  (Tomás),  imita  á  Tirso  de 
Molina,  ii,  456. —  A  Calderón,  m, 
78.  —  A  Rojas.  88.  —  A  Solís.  97. 

Cornejo  (Fr.  Francisco  Damián),  au- 
tor dramático,  n,  474. 

Córelas.  (V.  Lopez  de. ) 

Coro  de  las  musas ,  de  Miguel  de  Bar- 
rios, ni,  92. 

Coro  febeo,  de  Juan  de  la  Cueva,  m, 
264. 

Corona  gótica,  de  Saavedra.  ni,  491. 

Corona  trágica  ,  de  Lope,  ii,  296. 

Coronación  (La),  de  Juan  de  Mena. 
1,407. 

Coronas  del  Parnaso,  de  Barbadillo. 
ni ,  539. 

Coronel,  poeta  del  siglo  xv.  i,  47o. 

—  (  Bárbara ) ,  cómica,  ni,  111. 

—  (V.  Salcedo.) 

Corpus  Christi  (Procesión  del),  u, 
368-72. 

Corral  (Gabriel  de),  F.  1629. -Su 
Cintia  de  Aranjuez.  ni,  286. 

Corral  (Pedro  del ),  atribuyesele  la 
Crónica  de  D.  Rodrigo.  i,519. 

Correa  de  Serra  (José),  m,  52. 

Correa  (Isabel  de),  F.  1694.  — Su  tra- 
ducción del  Pastor  Fido.  ni ,  285. 

Corrección  de  vicios,  novela  de  Salas 
Barbadillo.  m ,  549. 

Cors  (Lamben  li).  i,  61. 

Corte  ,  influencia  en  la  antigua  litera- 
tura castellana,  i.  111. — Escuela  de 
poesía  en  la  de  D.  Juan,  n,  572,  476. 

Corte  (La)  de  Satanás,  comedia  de- 
vota de  Guevara,  n,  442. 

Cortereal  (Hierónimo  de),  F.  [578. 
ni .  472. 

Cortés  de  Tolosa  (Juan).  F.  I(¡I7.— 
Novelista.  ii,68;  in,562. 

Cortés  ( Fernando ),  Dedicatoria  á.  n, 
95.  —  Academia  en  su  casa.  147; 
ív,  16.  — Relaciones.  414. —  Opi- 
nion de  Las-Casas.  426.  —  Poemas 
sobre  sus  hazañas,  ni,  147. 

Cortés,  su  tragedia  de  Atabualpa. 
ív, 459. 

Cortés  valeroso,  de  Laso  de  la  Ve- 
ga, ni.  447. 

Cortesano  (El),  de  Boscan.  n,  55-4. 
484. 

Cortesano  (El),  de  Luis  Milan,  i,  486. 

Cortina.  (V.  Gomez  de  la. ) 

Cortesano  (El)  descortés,  novela  de 
Salas  Barbadillo.  ni,  548. 

Cortesano  (El)  discreto,  romance  de 
Bocángel.  in,  514. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Cosquilla  (La)  del  gusto,  por  Mal- 
venda, ai,  550. 

Costana,  poeta  del  siglo  xv.  i,  497. 

Costanza  C  La) ,  comedia  de  Castille- 
jo, ii,  57,500. 

Cota  (Rodrigo),  F.  1470.  Supuesto  au- 
tor de  las  coplas  de  Mingo  Revul- 
go, i,  274.  —  Del  diálogo  entre  el 
Amor  y  un  Viejo.  275.  —  Del  primer 
acto  déla  Celestina.  276. 

Covarrlrias  Herrera  ( Jerónimo  de), 
F.  1594. — Su  enamorada  Elísea,  ni, 
283 ,  542. 

Covarrobias  (Sebastian  de),  F.  1611. 

Covarrurias  ,  su  Tesoro.  ív,  12. (V. 
Horozco.) 

Creación  (La)  del  mundo,  comedia  de 
Lope,  ii,  563. 

Creación  ( La )  del  mundo,  poema  por 
Acevedo.  m.  154,  480. 

Crespi  de  Borja(Luís),  ataca  el  dra- 
ma, ni,  2o. 

Crespi  (Luis),  poeta  valenciano,  F. 
4506.1,559. 

Cristiada  (La),  de  Diego  de  Hoje- 
da.  ni ,  135,  480.  —  La  de  Encíso. 
455. 

Cristianismo  inlroducido  en  España. 
—  Su  influencia  en  el  idioma  lati-- 
no.  ív ,  170. 

Criticón  (  El  ).  de  Gracian.  m  ,  451. 

Croisade  'Laj  contreles  hereliques 
albigeois .  poema  antiguo  francés 
publicado  por  Fauriel.  i .  55. 

Crónica  (abreviada)  de  España,  por 
Valera.  i,  191. 

Crónica  de  Alfonso  X.  i,  480. 

—  de  Alfonso  XI.  r,  481. 

—  de  D.  Alvaro  de  Luna,  i,  207. 

—  de  D.  Jaime  el  Conquistador. 
i,555. 

Crónica  de  D.  Juan  I.  i,  484. 

—  de  D.  Juan  II.  i,  490. 

—  de  D.  Pedro  el  Cruel,  i,  484. 

—  de  D.  Pedro  Niño.  i.  20o. 

—  de  D.  Rodrigo  I.  518. 

—  de  D.  Sancho  el  Bravo,  i,  180. 

—  de  Enrique  111.  i,  484. 

—  de  Enrique  IV,  por  Castillo. 
i,  495. 

Crónica  de  Enrique  IV,  por  Palen- 
cia.  i,  195. 

Crónica  de  España,  de  D.  Juan  Ma- 
nuel, i,  70,  517. 

Crónica  de  Fernando  é  Isabel,  por 
Pulgar  i ,  197. 

Crónica  de  Fernando  IV.  i,  480. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Crónica  de  las  dos  conquistas,  i,  518. 

—  del  Cid.  i,  171. 

—  del  Gran  Capitán,  por  Pul- 
gar. i,209. 

Crónica  del  Gran  Tamorlan.  i ,  213. 

—  del  Paso  Honroso,  i,  201. 

—  del  Seguro  de  Tordesillas. 
i,  205. 

Crónica  de  Muntaner.  r,  536. 

Crónica  de  Navarra  ,  del  príncipe  de 
Viana.  i,  435. 

Crónica  de  San  Luis,  por  Ledel.i,  227. 

Crónica  General  de  España,  por  el  rey 
don  Alonso  el  Sabio.  1,42. 

Crónica  rimada  de  España,  posterior 
al  poema  del  Cid.  i,  27. 

Crónica  rimada  del  conde  Fernán 
Gonzalez,  i,  98. 

Crónica  Sarrazina.  i,  518. 

Crónica  Universal ,  de  Maldonado. 
ni .  590. 

Crónicas  de  personajes  notables,  i, 
207- 1 1 . 

Crónicas  de  sucesos  particulares. 
i,  200-6. 

Crónicas  de  viajes,  i,  211-27.  —  Vida 
del  Gran  Tamorlan.  212. — Viaje  de 
Colon.  216. 

Crónicas  fabulosas,  i,  222-7.  —  La  de 
D.  Rodrigo.  222. 

Crónicas  reales,  i,  159-78. 

Crónicas  románticas  y  caballerescas, 
i,  222. 

Crónicas  (Suma  de  todas  las),  por 
Viñoles.  ii,  226. 

Cros  (Francisco),  F.  1626.  m,  528. 

Cruz  (La),  poema  de  Ramirez  de  la 
Trapera,  m  .  256. 

Cuarenta  (Los)  cantos  de  Fuentes. 
ni ,  260. 

Cuatro  (Las^  virtudes  cardinales, 
poema  de  Fernán  Perez  de  Guz- 
man, i,  426. 

Cubillo  de  Aragón  (Alvaro),  F.  1654. 
— Sur  comedias,  m,  88.  —  Poe- 
sías 529. 

Cudolada  ,  significación  de  la  pala- 
bra, i,  355. 

Cuellar.  (V.  Martinez.) 

Cuentas  (Las)  del  Gran  Capitán, 
ni ,  105. 

Cuento  (El)  de  cuentos,  de  Que  ve- 
do, n  .  143. 

Cuerdo  ( El )  en  su  casa  ,  comedia  de 
Lope,  u,  551  ;1n ,  2!  í. 

Cuerpo  (El)  de  guardia,  de  Fonseca. 
111,121. 


457 

Cuestión  de  Amor.  ( V.  Question. ) 

Cueva  (Juan  de  la),  F.  1570.— Poeta 
dramático,  n  ,  152. — Poesía  épica. 
1"7. — Didáctica,  m  ,  254, 505.— Ro- 
mances. 261. 

Cueva  (La)  de  Salamanca,  entremés 
de  Cervantes,  n  ,  229. 

Cuevas  (Francisco  de  las),  seudó- 
nimo de  Quintana,  ni.  286. 

Cuevas  ( Las )  de  Salamanca ,  por  Mo- 
raes.  iv,  18. 

Culpa  (La)  del  primer  peregrino,  de 
Enriquez  Gomez,  ni,  155. 

Culta  (La)  Latiniparla,  de  Queve- 
do.  íi.  407. 

Culteranismo,  ni.  203-17. 

Cumplida  (La),  de  D.  Juan  Manuel,  i, 
70. 

Cumplir  con  su  obligación  ,  comedia 
de  Montalvan.  n,  446. 

Curial  (El)  del  Parnaso,  de  Matías  de 
los  Reyes,  ni,  344. 

Curioso  (El)  impertinente,  comedia 
de  Guillen  de  Castro,  n,  438. 

Curioso  (El)  impertinente  ,  novela  de 
Cervantes,  n,  218. 

Curioso  (El)  y  sabio  Alejandro,  nove- 
la da  Salas  Barbadillo.  m,  548. 

Cruz  (Ramon  de  la),  F.  1790.  —Sus 
saínetes,  iv,  128. 

Cruz  (San  Juan  de  la).  M.  1591.—  Sus 
obras  didácticas,  m,  417. —  Perse- 
guido, ii.  16. 

Cruz  (Sor  Inés  de  la),  M.  1695.  — Su 
poesía  lírica,  m,  252. —  Sus  come- 
dias. 106.— Églogas.  247. 

Crvselia  (La)  de  Lidaceli ,  novela,  ni, 
522. 


Dafne  (La),  por  Villamediana.  iii,163. 
Dafne  y  Apolo  (Fábula  de),  por  Sil- 
vestre, ii,  59. 
Daliso  de  Orozco  (Gaston),  m,  550. 
Dama  Beata  (La),  de  Camerino,  ni, 

541. 
Dama  (La)  Duende ,  de  Calderón,  ni, 

58. 
Dama  (La)  Presidente,  comedia  de 

Leyva.iu,90. 
Damián  (Cosme),  seudónimo  deFor- 

ner.  iv,  155. 
Dante,  la  Divina  comedia,  en  catalán. 

i.  349.— En  castellano,  por  Villena. 

572.  — Por  Villegas.  438. 
Dantisco.  (V.  Gradan.) 
Danza  de  la  Muerte,  farsa  represen- 


458 


¡ÍNDICE    ALFABÉTICO 


table,  de  Juan  de  Pedraza.  iv,  451. 
Danza  general,  i,  95.— No  es  drama. 

272. — Poema  de  la,    imitado  del 

francés.  95. — Traducido  al  catalán 

por  Carbonell.  5*36;  iv,  434. 
Danzas  habladas,  qué  cosa,  ni,  124. 
Dar  la  vida  por  su   dama ,  comedia 

atribuida  á  Felipe  IV.  n,  472. 
Dávalos  (  D.  Fernando),  marqués  de 

Pescara. — Su  crónica  por  Valles,  n, 

25,  484. 
David  (El),  poema  de  Uciel.  ni,  155. 
David   perseguido,  de   Lozano,   ni , 

434. 
Dávila  (Juan  ),  F.  1661.  —  Su  Pasión 

del  Hombre-Dios.  iu,155. 
Dávila  y  Heredia,  F.  1676. — Comedia 

sin  música,  ni,  101. 
Daza,  emblemas  de  Alciato.  ni,  256. 
Década  (La)  de  la  Pasión  ,  por  Colo- 
ma.  ii,  157. 
Década  (La) de  los  Césares,  n,  101. 
Décimas,  ni,  188,  505. 
Declamation  contra  los  abusos  de  la 

lengua  castellana,  iv,  11. 
Declamación  sobre  el  verso  Quoniam 

videbocoslos  titos  ,porD.  Enriquede 

Aragón,  i,  545. 
Declamaciones  castellanas  en  verso, 

de  Bocángei.  ni,  514. 
Degollado  (El),  de  Juan  de  la  Cueva. 

ii,  152. 
De  la  Rue,  Essai  sur  les  Bardes,  ci- 
tado, i,  50,  91. 
Deleitar  aprovechando,  de  Tirso,  ni, 

343. 
Deleitoso  ( El ),  de  Lope  de  Rueda,  n, 

539. 
Delgado    (Jacinto  María),    su    Don 

Quijote,  iv,  238. 
Delgado  (Juan  Pinto),  F.  1590  ..—  Sus 

Poesías,  ii,  182. 
Delincuente  (El)  honrado,  de  Jovella- 

nos.  iv,  97.  125. 
Delena.  (V.  Rodriguez  de  Lena.) 
Delfino  ( Dominico ) ,  se  apropia  la 

Vision  deleitable,  i,  446. 
Deniell  (Arnao).  trovador,  i,  -¡34. 
Dennis  (Jorge),  su  Crónica  del  Cid. 

i,18. 
Depping  (C.  B.).  — Su  Romancero,  i, 

155. 
Desafios,  en  las  comedias,  ni,  66. 
Desden  (Él)  con  el  desden ,  de  More- 
te, ni,  85. 
Desengaño  al  teatro,  de  Mora  tin.  iv, 

126." 


Desengaño  de  celos  por  Enciso.  m, 
282. 

Desengaño  del  hombre,  de  Martinez 
Cuellar.  m,  530. 

Desgraciada  (La)  amistad  ,  de  Monlal- 
van.  ni,  544 

Desgraciada  (La)  Raquel ,  comedia  de 
Mira  de  Mescua.  n,  462. 

Desprecio  de  la  Fortuna,  por  San  Pe- 
dro, i,  455. 

Dessi  (Juan  de),  F.  1600.  —Su  poema 
sagrado,  ni,  481. 

Destruicion  de  Trova,  por  Cepeda, 
ni,  162. 

Deucalion  (El)  de  Torrepalma.  iv,  25. 

Devoción  (La)  de  la  Cruz,  por  Calde- 
rón, ni,  28. 

Dextro  (Flavio  Lucio),  Cronicón  apó- 
crifo de.  ni,  589. 

Deza  (Alonso  de),  poeta  del  siglo  xv. 
i.  571. 

Deza  y  Avila.  F.  1663. —  Sus  entre- 
meses, ni,  123. 

Día  (El)  de  fiesta  en  Madrid,  novela 
de  Zavaleta.  ni,  434. 

Dia  (El)  de  fiesta,  por  Zavaleta.  m, 
454. 

Dia  grande  de  Navarra,  por  Isla,  rv,  65. 

Dia  y  noche  de  Madrid,  novela  de 
Francisco  Santos,  m,  551. 

Diablo  (El),  anda  suelto,  de  Santos, 
ni.  354, 

Diablo  (El)Cojuelo,  de  Guevara,  ni, 
548. 

Diablo  ( El)  Predicador,  comedia,  ii, 
172. 

Dialecto  gallego,  su  importancia  y 
extension,  i,  45. 

Diálogo  de  la  dignidad  del  hombre, 
porXervántes  Salazar.  n,  94. 

Diálogo  de  la  invención  de  las  calzas, 
por  Lope  de  Rueda,  n,  145,  540. 

Diálogo  de  las  lenguas,  por  Valdés. 
ii,  104,  312. 

Diálogo  de  la  verdadera  honra  mili- 
lar,  por  Urrea.  n,  96. 

Diálogo  de  Pluton  y  Aqueronte,  de  Vi- 
llamediana.  ni,  312. 

Diálogo  entre  Caronte  y  e!  ánima  de 
Pedro  Luis  Farnesio,  por  Mendoza, 
ii,  506. 

Diálogo  entre  Castillejo  y  su  pluma, 
ii.  56. 

Diálogo  entre  el  Amor  y  un  Viejo  (C. 
1470).  i,  274. 

Diálogos  de  amor,  de  Juan  de  Enci- 
nas, tu,  554. 


DE  NOMBRES  PROPIOS  Y  MATERIAS. 


Diálogos  de  Amor,  de  Leon  Hebreo, 
traducidos  por  el  inca  Garcilaso. 
i»,  593. 

Diálogos,  de  Avila,  u,  509. 

Diálogos  de  contención,  etc.,  por  Nu- 

'  ñez  de  Velasco.  n,  509. 

Diálogos  de  la  pintura,  por  Cardu- 
cho.  ni,  429. 

Diálogos  del  arte  militar,  por  Esca- 
lante. ii,509. 

Diálogos  de  la  vida  del  soldado,  por 
Nuñezde  Alba.  n,509. 

Diálogos  de  Pedro  de  Navarra,  ii, 
94. 

Diálogos  de  Pero  Mejía.  n,  510. 

Diálogos  (Los) familiares,  de  Juan  de 
Luna,  ni,  559. 

Diamante  (Juan  Bautista),  F.  1674.— 
Sus  comedias,  ni, 92. — Imita  áCor- 
neille.  95.  —  En  las  comedias  esco- 
gidas, iv,  241. 

Diana  cazadora,  de  Moratin.  iv,  71. 

Diana  (La) enamorada,  deMontema- 
vor.  ni,  276.  —  De  Perez.  278.  — 
De  Polo.  279.—  De  Tejeda.  557. 

Diana  (Las  Fortunas  de),  de  Lope  de 
Vega,  ii,  295. 

Diario  de  los  literatos,  iv,  23. 

Díaz  (Alonso),  F.1611.  ms  154. 

Diaz  (Bernal),  F.  1556.—  Su  historia. 
11.118. 

Díaz  ( Duarte ),  F.  1590.  —  Su  poema 
sobre  la  conquista  de  Granada,  m, 
177. —  Sus  poesías  varias.  499. 

Díaz  de  Cárdenas  (Juan),  el  capitán, 
ii,  498. 

Díaz  de  Rivas  (El  licenciado  Pedro), 
F.  1635. —  Comenta  el  Polifemo  de 
Góngora.  m,  512. 

Díaz  de  Toledo  (Pero),  F.  1470.— Co- 
menta los  Proverbios  de  Santula- 
ria, i,  401. 

Díaz  de  Vivar  (Rodrigo),  el  Campea- 
dor. —  Su  vida  y  hechos,  i,  17. — 
Lo  que  .dicen  de  él  los  escritores 
árabes.  19. 
Díaz  ( El  bachiller  Juan ),  compone  el 

octavo  de  Amadis.  i,  245. 
Die  astillo,  F.  1657.  —  Aula  de  Dios. 

iii,257. 
Diccionarios,  los  mas  antiguos  caste- 
llanos, ii,  107.—  El  de  la  Academia 
Española.  ív,  9. 
Dicha  (La)  en  el  desprecio,  de  Ma- 
tos Fragoso,  ni,  95. 
Dicha  (La)  merecida,  novela  de  Cas- 
tillo Solorzano.  ni,  550. 


459 

Dichosos  (Los  mas)  hermanos,  de  Mo- 
reto.  ni,  80. 

Dido  (La  reina),  i,  165.—  Defendida 
por  Ercilla.  ni,  142. 

Diego  de  Noche  (Don),  por  Salas  Bar- 
badillo.  ni,  559. 

Diego  (San)  de  Alcalá  ,  por  Lope,  n, 
564. 

Diego,  trovador,  i,  555. 

Diez  (Antonio),  F.  1555,  escritor  dra- 
mático, ii,  527. 

Diez  (Frederic),  Poesías  de  los  tro- 
vadores, i,  58. — Su  gramática  déla 
lengua  romana.  ív,  177. 

Diez  (J.  A.),  traduce  los  Orígenes  de 
la  poesía ,  de  Velazquez.  ív,  48. 

Diez  (Mosen  Rodrigo),  trovador,  i, 
555 ,  558. 

Diez  y  Foncai.da  (Alberto),  m,  531. 

Diferencias  de  los  libros ,  por  Vené- 
gas.  n,98. 

Dineros  son  calidad,  de  Lope  de  Ve- 
ga, ii  ,  519,  455. 

D'Írlos.  (V.  Irlos.) 

Disciplina  clericalis,  de  Pedro  Alfon- 
so, i,  76. 

Discreto  (El),  de  Gracian.  m,  432. 

Discurso  de  la  Luz,  poema  aljamiado 
de  Mohammad  Rabadán,  ni,  441; 
ív,  275-326. 

Discurso  de  la  poesía  española,  por 
Argote  de  Molina,  n,  61. 

Discurso  métrico-ascético,  de  Calde- 
rón, ni,  455. 

Discurso  militar,  deLondoño.  n,  502. 

Discurso  sobre  el  estilo  culto,  por 
Jáur'egui.  ni,  214. 

Discursos  del  Danzado,  por  Esquivel. 
ni,  458. 

Discursos  (Los)  morales,  novela  de 
Cortés  de  Tolosa.  ni,  552. 

Discursos  morales  de  Boecio,  por  Ra- 
mirez, in,  455. 

Discursus  de  erroribus,  etc.,  de  Ma- 
riana, ni,  585. 

Disfrazado  (El),  novela  de  Castillo 
Solorzano.  ni,  550. 

Disparates  trovados ,  por  Juan  del  En- 
cina, i ,  529. 

Diversiones  públicas  (Discursos  sobre 
las),  de  Jovellanos.  ív,  99. 

Divina  (La)  comedia,  del  Dante,  tra- 
ducida al  catalán  por  Febrer.  i,  549. 
—Al  castellano  por  D.  Enrique  de 
Villena.  570. 

Divina  (La)  semana,  de  Juan  Dessi.  m, 
481. 


460 

Divino  (El)  nazareno  Sanson  ,  come- 
dia devota  de  Montalvan.  n,  447. 

Divino  (El)  Orfeo  ,  de  Calderón,  m. 
21. 

Doülado  (Cartas  de),  por  Blanco  Whi- 
te li,  525,473;  iv,  3d. 

Doce  novelas  morales,  de  Agreda  m, 
540. 

Doce  Pares  (Romancero  de  los),  por 
Tortajada.  iv,  200. 

Doce  triunfos,  de  Padilla,  i,  441. 

Doctrina  cristiana,  en  verso,  obra  de 
un  poeta  del  siglo  xiv.  i ,  01. 

Docl lina  (La)  cristiana,  del  P.  Cór- 
doba, ii,  551. 

Dohrn,  traduce  al  alemán  comedias 
de  Lope.  II,  37(¡. 

Dómine  (El)  Lúeas,  de  Cañizares,  ni, 
1(  5. 

Domingo  de  Don  Blas,  de  Alarcon.  H, 
467. 

Domingo  (Santo)  de  Silos,  por  Ber- 
ceo.  i ,  55.  36. 

Domínguez Camargo  (Fray  Hernando), 
F.  1666— Su  Sanlgnacio.  m,  155, 
481. 

Doms  (Jaime),  iv,  155. 

Donado  (El)  hablador,  de  Yañez.  m, 
508. 

Donaires  del  Parnaso,  por  Castillo  So- 
lorzano.  m ,  195. 

Donaires  CLos)  del  Parnaso,  novela 
de  Castillo  Solorzano.  ni.  550. 

Donaires  (Los)  de  Perico  y  Marica, 
papel  poético  del  tiempo  de  Feli- 
pe V.  iv,  598. 

Doncella  (La)  Teodor,  historia  de.  u, 
555,  554.  —  Comedia  de  Lope,  ii, 
552. 

Don  Enrique  deVillena,  comedia,  i, 
545. 

Dones  ( Lo  libre  de  les),  por  Roig.  i, 
558. 

Don  Quijote,  comedia  de  Cuillen  de 
Castro   ii ,  450. 

Dohmer  (Diego  José),  su  Vida  de  Zu- 
rita, ii,  575. 

Dorotea  (La),  de  Lope  de  Vega,  n, 
160,  298. 

Doscientas  (Las)  preguntas,  de  Gon- 
zalez de  la  Torre,  u,  88. 

Dos  (Las)  venganzas,  deMontalvan.  n, 
452. 

Dos  ( Los)  monarcas  de  Europa  ,  por 
Bartolomé  de  Salazary  Luna,  n,  26. 

Dos  (Los)  Tobías,  por  el  marqués  de 
San  Felipe,  iv,  24. 


ÍNDICE  alfabético 


Dos  (Los)  verdaderos  amigos,  m, 
525. 

Dragonfea  (La),  de  Lope,  n ,  279. 

Drama  antiguo  clásico  (Decadencia 
del),  i,  256. — Desterrado  de  España 
por  los  árabes.  257. 

Dramáticos  (Poetas),  consideración 
de  los.  ni,  108. —  Sus  tribulaciones 
y  miseria.  109.  —  Gran  número  de 
ellos.  127. 

Driden  imita  á  Calderón,  ni,  57. 

DuardosdeBretanha  (Crónica  de  don), 
por  Diego  Fernandez. i,  249. 

Duardos  (Don),  comedia  por  Gil  Vi- 
cente, i,  505. 

Duelo  (  El )  de  la  Virgen,  poema  de 
Gonzalo  de  Berceo.  i,  55. 

Duelos  de  amor  y  lealtad,  de  Calde- 
rón, ni,  72. 

Dueñas  ó  Dcennas  ( Jelian  .  Juan  de), 
poeta  del  siglo  xv.  i,  410,  531.  562. 

Dearth  (Enrique  de),  ni.  191. 

Duque  de  Estrada  ( Diego).  F.  1624. — 
Su  poema  relativo  á  Filiberto  de 
Saboya.  m.  500. 

Duque  (El)  de  Viseo,  tragedia  de 
Quintana.  ív,  157. 

Duquesa  (  La)  de  Mantua,  novela  de 
Castillo  Solorzano.  ni,  550. 

Duras  (Agustín  I,  su  Romancero,  i, 
133;  iv,  281. — EslrelladeSevilla.il, 
345  —  Sobre  el  teatro  español,  ni, 
46. —  SainetesdeRamonde  laCruz. 
iv,  150. 

Durandarte  (Romance  de),  i,  157. 


Edades  (Las)  del  mundo,  poema  de 

Santillana,  atribuido  á  D.  Pablo  de 

Ninla  Maria,  i,  597. 
Égloga  de  Juan  de  Paris  (C.  1556).  ii, 

15-2 
Égloga  de  Martin  de  Herrera,  ti,  525. 
Égloga  de    Morales,  publicada    por 

Argote  de  Molina,  m,  247 
Égloga  de  Tirsi,  por  Figueroa.  n,  51. 
Égloga  interlocutoria ,  de  Diego  de 

Avila,  ni,  466. 
Égloga  real,  del  bachiller  de  la  Pradi- 

lla.  ni.  167. 
Égloga  silviana,  por  Luis  Hurtado  de 

Toledo,  ii,  555. 
Églogas   dramáticas  represenlables, 

de  Juan  del  Encina,  i,  290. 
Églogas,  ni,  241-8.  —  Representadas 

á  menudo,  u,  580.—  En  la  cuestión 

de  amor,  i,  457.  —  Las  de  Garcila- 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


so.  ii,  45.—  De  Lope  de  Vega.  579. 

—  Melendez.  iv,  84. 

Églogas  pastoriles,  de  Pedro  de  Pa- 
dilla. hi,247. 

Eichendorff  (John),  traduce  el  Conde 
Lucanor.  i,  81.  ■ 

Eichhor.n  (Juan  Godofredo).— Su  in- 
troducción á  la  Historia  de  las  cien- 
cias ,  artes  y  letras  desde  su  rena- 
cimiento. i,57. 

Ejemplar  ( El)  poético,  de  Juan  de  la 
Cueva,  ni,  234,  505. 

Ejemplo  mayor  de  la  desdicha  y  ca- 
pitán Belisario  ,  de  Lope,  ii  ,  518. 

Ejemplos  (Libro  de  los),  en  la  Biblio- 
teca Nacional,  i,  502. 

Electra  (La)  de  Sófocles,  traducida 
por  Oliva,  ii,  151. 

Elegia  á  la  muerte  del  infante  don 
(arlos,  por  Calderón,  ni,  455. 

Elegías  de  varones  ilustres  de  Indias, 
por  Castellanos,  ni,  147. 

Elegías,  ni,  242-44. 

Elena  (La  ingeniosa),  por  Salas  Bar- 
badillo.  i,  285;  m,557. 

Elisa  Dido,  comedia  de  Virués.  n,  loo. 

Elocuencia  española,  de  Jimenez  Pa- 
lón, ni,  427. —  De  Artiga,  iv,  52.  — 
De  Capmany.  ni,  565. 

Elocuencia  forense,  ni,  558-60. —  Del 
pulpito.  560. — Mal  gusto  en  la.  562. 
— Decadencia.  565. 

Elocuencia  (La)  del  silencio,  de  Bei- 
nosa.  iv,  20. 

Elocuencia  sagrada  ó  del  pulpito. 
ni,  560-2. 

Elogios  en  loor  de  los  tres  famosos 
varones,  por  Gabriel  Lasso.  m,  55o. 

Embajador  (El),  de  Vera  y  Figueroa. 
ni,  182. 

Emblemas,  m,  256. 

Emigrados  (Ocios  de  españoles),  iv, 
154. 

Empeños  de  seis  horas,  de  Calderón. 
ni,  57. 

Empeños  (Los)  del  mentir,  de  Men- 
doza, iv,  67. 

Empresas  políticas,  de  Saavedra.  ni, 
424. 

Ems  (Gaspar),  traduce  al  alemán  el 
Guzman  de  Alfarache.  ni,  500. 

Enamorada  (La )  Elísea,  de  Covarru- 
bias  Herrera,  m,  285. 

E>ciso(Bartolomé  Lopez  de),  F.  1586. 

—  Su  desengaño  de  celos,  m,  282. 

—  Su  comedia,  de  Juan  Latino  (?). 
ni,  172. 


461 

Enciso  ( Diego  Jimenez  de),  poeta  dra- 
mático, n,  470. 

Enciso  ( Lope  ó  Lopez  de  ).  —  Su  co- 
media de  Juan  Latino,  m,  172. 

Enciso  y  Monzón  (Juan  Francisco  de), 
F.  1694.  ni,  155. 

Encomienda  (La)  mal  guardada,  co- 
media de  Lope,  n ,  5j2. 

Endechas,  ni ,  245. 

Enemiga  (La)  favorable ,  de  Tárrega. 
ii ,  425. 

Engañados  íLos) ,  de  Lope  de  Bue- 
da.  ii  ,  157. 

Engaños  (Los)  de  este  siglo,  novela 
de  Loubayssin  de  la  Marca.  m,525. 

Engaños  (Libro  de  los),  de  D.  Juan 
Manuel,  i,  70,  502. 

Enrique  IV de  Castilla,  M.  1474,  poe- 
ta, i ,  475.  —  Decadencia  de  la  lite- 
ratura en  su  tiempo,  ii,  22^ 

Enriquez  (Alonso),  poeta  del  siglo  xv. 
i,  562,  567,  571. 

Enriquez  (Andrés  Gil),  F.  1645,  poe- 
ta dramático,  u ,  470. 

Enriquez  de  Guzman  (D.a  Feliciana), 
ii ,  565. 

Enriquez  (El  hijo  del  Almirante),  poe- 
ta del  siglo  xv.  i ,  571. 

Enriquez  Gomez  (Antonio),  F.  1660. — 
Comedias  de.  ni,  91.— Sanson,  155. 
—Siglo  pitagórico.  509. 

Enriquez  (Juan),  poeta  del  siglo  xv. 
i ,  571. 

Enriquez  (Luis) ,  almirante  de  Cas- 
tilla, impugna  á  Herrera,  n,  492. 

Entre  bobos  anda  el  juego,  papel 
poético  del  tiempo  de  Felipe  V.  iv, 
598. 

Entremeses  (  Origen  y  carácter  de 
los),  ii,  142,  575;  ni,  122. — Escri- 
tores de.  ni,  124. — Timoneda.  n, 
157.  —  Cervantes.  225. — Lope  de 
Vega.  375,  574,  576-8. 

Entretenido  (El),  de  Sanchez  Torto- 
les, ni,  544. — De  Moraleja.  Ibid. 

Entretenimiento  de  las  musas,  por 
Francisco  de  la  Torre.  m,212. 

Encina  (Juan  de  la),M.  1534. — Habita 
en  Boma,  i,  287.— Visita  á  Jerusa- 
lem 287,  528.— Sus  obras.  288.— 
Bepresentaciones.  290.  —  Estruc- 
tura de  sus  dramas.  291. — Religio- 
sos. 295. — Profanos.  294. — Boman- 
ces.  126. — Su  poética.  ív,  30. — 
Cancionero.  529. 

Encina  (Juan  de  la),  carta  de  ,  por  el 
P.  Isla.  ív,  63. 


462 

Encinas  'Juan  de),  F.  1393.— Sus  Diá- 
logos de  amor,  ni ,  554. 

Encinas  (Pedro  de),  F.  1590.— Églo- 
gas, ni ,  246.  —  Mencionadas  en  el 
Buscapié,  iv.  216.  221  ,  222. 

Envidia  (La)  de  la  nobleza,  comedia 
de  Lope,  n,  590. 

Epigramas,  ni ,  249. 

Epigramas  y  jeroglíficos  de  Ledes- 
nía.  ni ,  508. 

Epistolario ,  de  Juan  de  Ávila,  n,  98. 

Epistolario  cristiano,  de  Orozco.  m, 
558. 

Epístolas,  en  verso,  m  ,  239-42. — 
En  prosa.  362. 

Epístolas  satisfactorias,  de  Ángulo, 
ni,  511  . 

Ercilla  (Alonso  de),  F.  1590.— Su  vi- 
da, m,  13S. — Araucana,  líl.— 
Efecto  que  produjo  en  el  idioma. 
iv,  9.— Comedia  de  Lope  á  su 
asunto,  ii.  ."¡7. 

Errores  celebrados,  de  Zabaleta.  ni, 
134. 

Erro  ,  su  lengua  primitiva,  iv.  161. 

Eruditos  á  la  violeta  ,  de  Cadahalso, 
iv,  74. 

Erving  ((*.  WaMo),  sobre  la  lengua 
primitiva  de  España,  iv.  161 . 

Es  \<  i;\  \ ,  poeta  de!  siglo  xv.  i,  57 1 . 

Escalante  i  Bernardino  de),  n,  509. 

Escanderberg,  auto  de  Hontalvan. 
ii ,  43 1 . 

Escarmiento  de  Atrevidos,  novela  de 
Castillo  Solor/.ano.  ni ,  550. 

Escarmientos  de  Jacinto,  de  Villal- 
pando.  ni ,  347. 

Escarmientos  para  cuerdos ,  comedia 
de  Tirso,  n,  461. 

Esclava  de  su  galán,  de  Lope,  n,  320. 
350. 

Esclavo  (El)  del  demonio,  de  Mira  de 
Mescua.  i¡ ,  463. 

Esclavos  (Los)  en  Argel ,  de  Lope  de 
Vega,  n  ,  226. 

Escobar  Careza  de  Vaca  (Pedro  de), 
F.  l.'iS7.— Su  Lucero  de  Tierra  San- 
ta, i ,  2X7. 

Escobar  (Fr.  Luis  de),  F.  1552. —Sus 
cuatrocientas  respuestas,  n,  86. 

Escobar  (Juan  de) ,  F.  1600— Su  ro- 
mancero del  Cid.  ni ,  268;  iv,  200. 

Escobar  y  Mendoza  (Antonio  de),  F. 
-1615— Sus  dos  poemas  épicos  sa- 
grados, ni .  154  .  155. 

Escoiqwz  (Juan  de),  F.  1814.— Obras, 
iv,  10o.— Su  posición  política.  149. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Escondido  (El)  y  la  Tapada  ,  de  Cal- 
derón, ni,  71. 

Escriba  (El  comendador),  F.  1497. 
— Queja  de  su  amiga,  i ,  508 .  558. 

Escritores  ascéticos,  ni,  414-21. 

Escuadrón  humilde,  de  Fernandez  de 
Ribera,  ni,  542. 

Escuela  (La)  de  Celestina,  comedia 
de  Salas  Barbadillo.  i ,  185. 

Escüer  (Pedro) ,  editor  de  comedias. 
iv,  259. 

Esfuerzo  bélico-heróico,  de  Palacios 
Ruidos,  ii,  97. 

Esi  w\  (Antonio  de),  F.  1609—  Nove- 
las, ni,  510 . 

Eslata  (Juan  Mam  Cha  vero  y),  seudó- 
nimo de  Sedaño. iv,  69. 

España  defendida,  poema  épico,  de 
Pigueroa.  hi,  is: i. 

España  libertada,  poema  de  D.a  Ber- 
narda Perreiráde  la  Cerda,  ni,  181 . 

Español  (El)  en  Oran,  de  Barrios,  m, 
92. 

Española  (La)  inglesa,  novela  de  Cer- 
vantes, ii.  214. 

Españoles  (Los)  en  Chile,  comedia  de 
Bustos,  ii .  146. 

Especulo  (El),  ó  espejo  de  todos  los 
derechos,  i ,  42.— Obra  de  D.  Alon- 
so el  Sabio.  53. 

Espejo  para  magistrados,  poema  in- 
glés, i .  96. 

Espejo  y  disciplina  militar,  por  Val- 
de-.  ii ,  509*. 

Espina  (Coloquios  déla),  por  Seda- 
ño, iv.  60. 

Espinel  Adorno  (Jacinto  de),  F. 
1630.  ni.  545. 

Espinel  í  Vicente) .  F.  1625.— Toma 
liarle  en  las  lie-tas  de  S.  Isidro. 
ii.  289.— .Sus  poesías,  m,  188.— 
Epístolas.  259. —  Églogas.  247.— 
Aite  poética. 253.-Márcos  de  Obre- 
gon.  505. 

Espinelas  (Décimas),  ni,  304. 

Espinosa  i  Viro!;!-  de),  F.  1550.— Su 
continuac  on  del  Orlando,  n  .  458. 

Espinosa  (Pedro  de) ,  F.  1605.—  Sus 
Flores  de  poetas,  ni ,  196.  —  Églo- 
gas. 217. 

Espinosa  y  Malo  (Félix  Lucio  dei.  F. 
Ki74. — Sus  poesías  líricas,  m.  232. 

Esplandian  (Las  Sergas  de),  por  Mon- 
talve.  i ,  247. 

Expulsion  de  los  moriscos,  poema 
de  Perez  de  Culla.  m  ,  506. 

Esquilache  (Príncipe  de;,  M.   1658. 


DE  NOMBRES  PROPIOS  Y  MATERIAS. 


463 


—Su  Ñapóles  recuperada,  ur ,  182, 
185. — Sus  poesias  líricas.  229,  514. 
—Epístolas.  240.— Églogas.  242.— 
Elegías.  247.  —  Epigramas.  249.— 
Romances.  268. 

Esquivel  (Juan  de),  sus  discursos  del 
Danzado.  m,458. 

Estados  (Los  tres)  de  la  Espiritual 
Jerusalen,  por  el  P.  Márquez,  ni, 
423. 

Estafeta  (La)  del  dios  Momo  ,  novela 
de  Salas  Barbadillo.  ni,  548. 

Estamarin,  poeta  del  siglo xv.  i,571. 

Estebamllo  Gonzalez, F.  1648. —  Su 
vida ,  escrita  por  él  mismo,  ni,  510. 

Estella  (Fr.  Diego  de),  M.  1578.— Es- 
critor en  prosa  didáctica,  ni,  428. 


'.míe.) 
Estrella  (La)  de  Sevilla  ,  comedia  de 


Estrada.  (V.  Duque.) 
estrella  (La)  de 
Lope,  ti ,  54'). 

Estúxiga  (Lope  de),  su  Cancionero. 
i.  460, 559.— Poesías.  534,  560.  561. 

Esvero  v  Almedora,  poema,  por  Mau- 
ry, i,  202. 

Eufemia  (La),  de  Lope  de  Rueda,  n, 
158. 

Eufrosina  (La),  comedia  en  prosa. 
1,283. 

Europa  portuguesa  ,  de  Faria  y  Sou- 
sa.  i,  45. 

Eusebio  (El),  de  Montengon.  iv,  81. 

Eustorgio  y  Clorilene  ,   novela   de 
Suarez  dé  Mendoza,  n  ,  257. 

Evia  (Jacinto  de),  F.  1676.— Sus  poe- 
sías, ni,  232. 

Examen  de  ingenios,  de  Huarte.  m, 
429. 

Examen  (El)  de  maridos,  comedia  de 
Alarcon.  n,  465,  469;  m,  429. 

Eximeno  (Antonio),  su  Apología   de 
Cervantes,  n,  252. 

Expedición  de  catalanes,  de  Monea- 
da, ni,  396. 

Experiencias  de  amor,  de  Quintana, 
ni ,  286. 

Extremeño  (El)  celoso,  novela  de 
Cervantes,  n ,  222. 


Fábulas  (Las)  ó  Apólogos,  de  don 
Juan  Manuel,  i,  76.  —  De  Hita.  91. 
—  De  Leiva.  n ,  90.  —  De  Lupercio 
Leonardo  y  Argensola.  m  ,  238. — 
Iriarte.  iv,  77. — Samaniego.  79. 

Fábulas  ó  poemas  mitológicos,  imita- 
dos de  la  clásica  antigüedad,  m, 
160-5.  —  Adonis,  de  Mendoza,  ni, 


161.  —  Apolo  y  Dafne,  de  Polo  de 
Medina.  551.  —  Céfalo  y  Prócris. 
ni,  523.  —  Dafne ,  de  Perez  162.— 
Dafne  y  Apolo,  de  Silvestre.  161.— 
Dido  y  Eneas,  de  Avellaneda.  494. 
—Eco,  por  Ribera.  165.— Endimion, 
de  Caliecerrada.  495.— Europa,  de 
Laporta.  495.  —  Id.  de  Mercader. 
540.— Europa  y  Júpiter,  de  Villame- 
diana.  163.  —  Genil,  de  Espinosa. 
247.— Hipomenes  y  Atalanta,  de  Co- 
lodrero.  495.— Id.  de  Mendoza.  161. 
—Leandro,  de  Roscan.  247.—  Lean- 
dro y  Ero,  porüocángel.  513.— Pan 
y  Siringa.  551.— PíramoyTisbe,  de 
Góngora.  207. —  Id.  de  Montema- 
yor.  161.—  Id.  de  Castillejo.  162.— 
Id.  de  Silvestre.  161.— Id.  de  Ville- 
gas. 162.— Teseo  y  Ariadna,  de  Co- 
lodrero.  495.  —  Tres  (Las)  diosas, 
de  Polo  de  Medina.  551. 
Fadrique  (  El  conde  D.)  de  Trastama- 

ra.  i,  571. 
Fadrique  (El  duque  D.).  (V.  Castro.) 
Fajardo  (Diego).  i,57Í. 
Faina  postuma  de  Lope  de  Vega,  por 

Montalvan.  n,  500. 
Fantasías  (Las)  de  un  susto ,  de  Mo- 
ya, ni,  345. 
Faria  y  Sousa  (Manuel  de).  F.  1624.— 
Noches  claras,  ni,  428. — Fragmen- 
tos de  antigua  poesía,  publicados 
en  su  Europa  portuguesa,  i,  45. 
Farmer  (Dr.),  sobre  la" Diana  de  Mon- 

lemayor.  m ,  276. 
Farsa  á  manera  de  tragedia  (C.  1557). 

ii ,  527. 
Farsa  de  Jacinta,  distinta  de  la  come- 
dia de  Torres  .Naharro.  n,  155. 
Farsa  de  Pedro   Lopez   P.angel  (C 

1555).  íi,  153. 
Farsalia  (La) ,  de  Jaúregui.  ni ,  225. 
Farsas  del  Sacramento,  n ,  372.  —  De 

Timoneda.  146. 
Farsas  y  églogas  al  modo  y  estilo  pas- 
toril y  castellano,  por  Lúeas  Fer- 
nandez, i ,  578. 
Fauriel  (Charles),  i,  33,  529. 
Fausto  (El) ,  de  Goethe,  ni ,  29. 
Faxaruo.  (V.  Guaxardo  v  Saavedra. ) 
Ferrer  (Andrés),  F.  1428.  —  Poeta 
catalán;  traduce  la  Divina  Come- 
dia, i ,  549. 
Febrer  (Jaume) ,  F.  en  el  siglo  xm. — 

Poeta  valenciano,  i ,  552. 
Felices  de  Cáceres  (Juan  Bautista). 
n,287. 


464 

Felices  (Marqués  de  San).  (V.  Mon- 
cayo.) 

Feliciana,  hija  de  Lope  de  Vega,  n, 
269. 

Felicísima  victoria  de  Lepanto ,  por 
Cortereal.  111,  173. 

Felipe  (Marqués  de  San). (V.San  Fe- 
lipe.) 

Felipe  II  (  M.  1598) ,  misterios  repre- 
sentados en  el  bautismo  de.  n,  130. 
— Manda  cerrar  los  teatros.  477.  — 
Poesía  épica  en  su  tiempo,  ni ,  154. 

—  Su  conducta  con  Perez.  36o. — 
Con  Ercilla.  144. — Influencia  de  su 
reinado  en  las  letras.  440. 

Felipe  III  (M.  1621),  cura  milagrosa 
de.  por  S.  Isidro  Labrador,  n,  272. 

—  Mencionada  por  Lope.  Ib.  —  Ca- 
samiento en  Valencia.  311. — Los 
jesuítas  representan  una  comedia 
en  su  presencia,  ni ,  1 1 1.— Influen- 
cia de  .su  reinado.  440. 

Felipe  IV  (  M.  166o),  falta  á  su  pala- 
bra con  respecto  á  Lope,  u  ,  395.— 
Improvisa.  597. — Escribecomedias. 
472. — Traduce  a  Guicbardini.  Ib. — 
Protege  a  Calderón,  ni,  9,  79.  — 
Fiestas  a  su  segando  casamiento. 
71 — Al  de  su  bija  María  Teresa.  72. 

—  Influencia  de  su  reinado.  I  ¡5. 
Felipe  V  iM.  174ÜJ,  reinado  de.  IV,  (i. 

Carácter.  7.  —  Proyectos  literarios. 
«S. — Estado  de  las  letras  en  su  tiem- 
po. 17. — Influencia  dé  Francia.  26. 

—  Intolerancia.  41-4.  —  Efecto  de 
esta  en  el  teatro.  1 12. 

Félix  Marte  de  Hircania,  libro  de  ca- 
ballerías, i,  252. 

Fenicios  en  España,  iv,  163. 

Fénix  (El  |de  España,  comedia. ni,  32. 

Fenollar  (Bernardo),  i,  557. 

Fenollar  (Mossen),  trovador,  i,  538. 

Fenton  (Sir  Geoffrey),  sus  traduccio- 
nes de  Guevara,  u,  102. 

Fernán  Gonzalez  (Poema  de),  C.  1380. 
i,  97-100.— Romances.  1  42. — Anéc- 
dota de  D.  Juan  Manuel,  relativa  á. 
77. 

Fernandez.  (V.  Romancero.) 

Fernandez  (Alfonso).  (V.  Hernandez.) 

Fernandez  (Diego),  su  Crónica  caba- 
lleresca de  Don  Duardos.  i,  250. 

Fernandez  (Lúeas»,  escritor  dramáti- 
co, F.  1514.  — Sus  farsas,  i,  575; 
H,  579. 

Fernandez  (Sebastian),  F.  1547.— Es- 
critor dramático,  i,  525. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Fernandez  Camporedondo  (Calixto), 
poema  de.  m,  598. 

Fernandez  de  Heredia  (M.  1549),  poe- 
ta, i,  559,  475. 

Fernandez  de  Heredia  (Juan  Francis- 
co), escritor  aragonés,  F.  1685. — Su 
prosa  didáctica,  ni,  435 

Fernandez  de  Ixar  (D.  Juan),  el  Ora- 
dor, Cancionero  compilado  por.  i, 
566. 

Fernandez  de  Oviedo  (Gonzalo),  M. 
1567.  — Su  Historia  de  Indias,  ir, 
119.— Quincuagenas.  121,514. 

Fernandez  de  Ribera  (Rodrigo),  F. 
1600.— Obras,  m,  541. 

Fernandez  de  Santaella  (Rodrigo), 
traduce  los  viajes  de  Marco  Polo, 
ni,  489. 

Fernandez  de  Velasco  (D.  Pedro), 
el  buen  conde  de  Haro.  i,  204. 

Fernandez  de  Velasco  (Pedro),  con- 
denable de  Castilla,  ii,  492. 

Fernandez  y  Peralta  (.luán).  F.  1650. 
— Novelas,  m,  544. 

Fernando,  hijo  del  infante  I).  Juan 
Manuel,  i,  499. 

Fernando  III,  el  Santo  ÍM.  1252).  i, 
38,46,  111. 

Fernando  el  Católico  (M.  1516),  es- 
tablece la  Inquisición,  i,  4X1. 

Fernando,  el  hijo  de  Carlos  V.  i,  174. 

Fernando  el  Justo,  rey  de  Aragón 
(M.  1415),  protege  á  los  trovadores, 
i,  546,  548 

Fernando  VI  (M.  1759),  estado  de  las 
letras  en  su  tiempo,  iv,  45. 

Fernando  VIL  Efectos  de  su  reinado 
en  las  lelras.  iv,  150,  155. 

Fernando  (El),  ó  Sevilla  restaurada, 
de  Vera  v  Figueroa.  ni,  185. 

Fernando  (El),  ó  Templo  de  la  fama, 
por  Bocángel.  ni,  515. 

Ferr.wdis  (Vicente),  i,  558. 

Ferreira,  poeta  portugués,  su  Castro, 
n,  158. 

Ferreíra  de  la  Cerda  (D.a  Bernarda), 
poetisa  portuguesa ,  F.  1618.  m, 
181,  185. 

Ferreira  de  Vasconcellos,  F.  1615. 
— Su  Comedia  Eufrosina.  i,  285. 

Ferrer  (Bonifacio),  M.  1477.  — Tra- 
dúcela Biblia  al  catalán,  i,  564. 

Ferrer  (Francescb).  i,  554. 

Ferrer  (Juan),  seudónimo  de  Bisbe  y 
Vidal,  ii,  558. 

Ferrer  (Pedro;,  poeta  del  siglo  xvi. 
ni,  497. 


DE  NOMBRES  PROPIOS  Y  MATERIAS. 


Ferreras,  el  historiador.  ív,  45. 

Ferrusó  FERRCz(Pero),  poeladel  si- 
glo xiv.  1,419,520. 

Ferruz  (Macslro),  auto  por  el.  ir,  372. 

Feyjoó  (Denilo),  M.  1764.—  Teatro 
crüico  y  cartas  eruditas,  iv,  56.  — 
Defendido  por  ls!a.G5. 

Fianza  (La)  satisfecha,  de  Lope,  n, 
363. 

Ficción  romántica  á  últimos  del  si^lo 
xv.  i,  433. —  En  tiempo  de  Cervan- 
tes. H,  250. 

Fiesta  de  los  Carros,  ii,  371. 

Fiestas  á  D.a  Margarita  de  Flándes, 
poema  descriptivo  de  Hernán  Vaz- 
quez de  Tapia,  m,  468. 

Fiestas  á  la  beatificación  de  Sta.  Te- 
resa, ni,  528. 

Fiestas  de  Córdoba,  ni,  528. 

Fiestas  de  Üenia,  de  Lope,  ii,  274. 

Fiestas  de  la  boda  de  la  incansable 
mal  casada,  novela  de  Salas  Barba- 
dillo.  ni,  548. 

Fiestas  de  Salamanca,  ni,  527. 

Fiestas  de  Toledo,  por  Ángulo,  iff, 
561. 

Fiestas  de  Valencia  á  S.  Luis  Bertrán, 
por  Aguilar.  ni,  527. 

Fiestas  de  Valencia  á  S.  Lúeas,  m, 
527. 

Figueroa  (José  Lorenzo),  traduce  la 
historialilerariadeSismondi.  i,57. 

Figueroa  (Francisco  de),  llamado  el 
Divino  (M.  1620),  sus  versos  suel- 
tos, ni,  188.  —  Églogas,  ii,  51 ;  m, 
247. 

Figueroa  (Lope  de),  carácter  de  Don, 
en  Calderón,  n,  190. 

Figueroa  (Boque  de),  comediante. 
iii,H1. 

Figueroa.  (V.  Sitar ez  de.) 

Figurón  (Comedias  de),  qué  cosa 
sean,  ni,  81. —  De  Cañizares.  103. 

Filis  (La),  del  capitán  Botellio.  tu, 
286,  545. 

Filis  (La),  tragedia  de  Lupercio  Leo- 
nardo y  Argensola.  u,  159. 

Filomena  (La ) ,  de  Lope  de  Vega.  ii. 
295. 

Filosofía  antigua  poética,  del  Pincia- 
no.  ív,  51. 

Filosofía  (La)  vulgar,  de  ¡Hallara,  ni, 
411. 

Filósofo  (El),  de  Aldea,  de  Velazquez. 
ni,  450. 

Firmeza  en  los  imposibles,  novela  de 
Altamirano.  m,  351. 
TOM.  IY. 


465 

Flamenco  (Juan),  Romancero  de.  ív, 
198. 

Flegetonte  (El  capitán).  La  Cryse- 
lia.  ni,  525. —  Bompecolumnas.  Ib. 

Flema  (La)  de  Pedro  Hernandez,  no- 
vela de  Marcos  García,  ni,  550. 

Flor  de  la  rosa  fragante  ,  libro  de  ca- 
ballerías á  lo  divino,  i,  258. 

Flor  de  romances,  ni,  267;  ív,  197. 

Flor  CLa  )  y  la  banda,  de  Calderón. 
iii,70.  ' 

Flora  (La  sabia)  malsabidilla,  de  Sa- 
las Barbadillo.  n,  283. 

Florando  de  Castilla,  por  Huerta,  m, 
159, 489. 

Florares  Robles  (Rafael),  i,  491, 518. 

Flores  de  filosofía  ,  libro  atribuido  á 
1).  Alonso  el  Sabio,  i,  42. 

Flores  de  poetas,  por  Espinosa,  ni, 
197. 

Flores  (Juan  de),  ni,  515. 

Flores  (Juan  de),  su  Aurelio  é  Isa- 
bella,  ni,  515. 

Flores  (Sagradas)  del  Parnaso,  iv,  22. 

Floresta  de  varia  poesía  ,  por  Pagan. 
1,530;  H.492. 

Floresta  (Pedro  de  la),  i,  523. 

Florean.  (V.  Rodríguez.) 

Florian,  su  Galatea,  ii,  196. — Gonzalo 
de  Córdoba,  m ,  522.  — Traducción 
del  Quijote.  ív,  235. 

Florida  (Historia  de  la) ,  por  el  inca 
Garcilaso.  ni,  395. 

Florinea  ,  comedia  en  prosa ,  por  Ro- 
dríguez Florian ;  imitación  de  la 
Celestina,  i.  282,283. 

Florisando,  libro  de  caballerías,  i, 
244. 

Florisel  (Don)  de  Niquea,  libro  de 
caballerías,  i ,  244. 

Flos  Sanctorum,  de  Rivadenevra.  m, 
578. 

Foe  (Daniel  de),  Sobre  Don  Quijote,  n, 
240.  —  Su  Caballero.  ív.  511. 

Fogazot,  el  trovador,  i ,  549. 

Folquet  de  Lunel,  trovador  proven- 
zal,  celebra  la  elección  de  Alfon- 
so X  al  imperio  de  Alemania,  i ,  47. 

Folquet  de  Marsella  ,  trovador,  i , 
550. 

Fonda  de  San  Sebastian  (Tertulia  li- 
teraria de  la).  ív,  72. 

Fonseca  (Luis  Enriquez  de),  F.  1669. 
—  Sus  loas.. ni,  121. 

Fontefrida  (Romance  de),  i,  127. 

Ford  (Richard) ,  su  Manual  del  viaje- 
ro en  España.  n¡ ,  165. 

30 


466 

Foresto  (Felipe),  su  Supplementum 
chrouicarum.  i.  226. 

Fornf.r(Ju.tii  Pablo), M.  1797. — Obras 
de.  iv ,  95. 

Foronda  (Valentin) ,  sus  notas  al  Qui- 
jote, iv ,  234. 

Fortescuk  (T.) ,  traduce  á  Pero  Me- 
xía.  ii,  94. 

Fortuna  de  amor  (Los  diez  libros  dej, 
por  Lofrasso.  m,  2S0. 

Fortuna  (La)  con  seso,  de  Quevedo. 
ii,  414. 

Fortunas  (Las),  de  Andrómeda  y  Per- 
seo,  ni.  35. 

Fragoso.  (V.  Malos.) 

Francesilla  (La) ,  de  Lope,  n  ,  587. 

Fraxch  (Narcís),  traduce  al  catalán  el 
Corvaclio.  i .  535. 

Franchi  (Fabio),  amigo  de  Lope,  n  , 
48(1. 

Francia  v  Agosta (  Francisco  de),  F. 
1657.  —  Sus  poesías. ni,  515. 

Franco  (P.),  traduce  á  Quevedo  en 
italiano,  n  .  ¡lo. 

Frejenal  (Vasco  Diaz).  (V.  Tanco.) 

Frías  (Duque  de),  su  monumento  á 
Melendez.  iv,  90. 

Fuenhayor  (Antonio  de) ,  F.  16  l.  — 
Su  prosa  didáctica,  m  .  428. 

Fuente  (La)  de  Aleo  ver,  poema  de 
Mey.  ni,  308. 

Fuente  Ovejuna,  de  Lope,  u  ,  34i 

Fuentes  (Alonso  de),  sus  Cuarenta 
cantos,  ni  ,260.  — Su  Filosofía  vul- 
gar. 537. 

Fuentes  (Pedro  ele),  i.  484. 

Fuero  Juzgo  ó  Forum  Judicum,  paite 
que  en  su  traducción  castellana  tu- 
vo D.  Alfonso  el  Sabio.  i,5!.  —  Le- 
yes del,  acerca  de  la  honra  domés- 
tica, ii ,  68. 

Fuero  Real,  de  D.  Alonso  el  Sabio,  i, 
55. 

Fundación  <!e  la  orden  de  la  Merced, 
comedia  de  Tárrega.  u ,  424. 

Furió  Cekiol  (Federico),  u,  512;  ni, 
498. 

Fuster  í  fücronim  ó  Jerónimo) .  i, 541. 

Foster  (Justo  Pastor) ,  F.  1 829.  —Bi- 
blioteca valenciana,  i .  362. 


Gacoi  l  (Jaume),  poeta  valenciano,  i, 

35S. 
Gaiferos  v  Melisendra  (Romances  de). 

i,  150. 
Gaitas  (Juana),  poetisa,  ni,  507. 


ÍNDICE  alfabético 


Galán  valiente  y  discreto ,  de  Mira  de 
Mescua.  n,  46o. 

Galantería  i  Arte  de),  por  D.  Pedro 
de  Portugal,  ni,  428. 

Galatea  (La),  de  Cervantes.  H,  194-8. 

Calateo  (El),  de  Gradan  Dantisco. 
iu,427. 

Galindezde  Carvajal  (Lorenzo),  i,  5  IS. 

Gallardo  ( Bartolomé  Joséj.  i,575; 
ii,  486,  500,505. 

Gallardo  (El)  Escarraman,  comedia 
de  S;ilas  Barbadillo.  iu,549. 

Calíanlo  (  El)  español,  de  Cervantes. 
ii.  2-26. 

Gallardo  (El)  montañés,  novela  de 
Salas  Barbadillo.  m,  549. 

Gallego  (Dialecto),  i,  43,  45;  n.  108. 

Galli  go  Juan  Nicasio),  M.  1855.  iv, 
90. 

Gallegos  (Manuel  de),  M.  1665,— Su 
Gigamomachia.  m,  162. 

Galtero  ( Pedro  Jerónimo),  F.  1631. 
ni.  53  t. 

Galvanv  (  Pere),  trovador,  i.  535. 

Calvez  dk  Montai.vo  ( Luis),  M.  1591. 
—Traduce  las  Lágrimas  de  San  Pe- 
dro. iii,280,489. 

Gamez  (Gutierre  Diaz  de),  F.  1455. — 
Su  Crónica  de  Don  Pero  Niño,  i,  206. 

Ganar  amigos, de  Alarcon.  u,  ;i¡7. 

Candor  ó  Graindor  he  Dolay,  conclu- 
ye la  historia  fabulosa  del  Caballe- 
jo del  Cisne,  i,  50. 

Cara;:  (Joban  ,  trovador,  i,  533. 

Garav  (Blasco  de),  F.  1550.  —  Sus 
Cartas  en  refranes,  ni, 

Garcés  (Gregorio),  F.  1798.  — Su  Vi- 
gor y  elegancia  de  la  lengua  espa- 
ñola! iv,  10,  16.  —  Lo  que  dice  de 
D.  Diego  de  Mendoza,  u, 84. 

García  (Alfonso),  poeta  del  siglo  xv. 
i,  345,570. 

García  (Marcos),  F.  1657.  —  Sus  no- 
velas, ni,  350. 

García  (Martí),  trovador,  i,  555. 

García  (Miquel),  poeta  valenciano. 
1,542. 

García  (Vicente),  M.  1625.  — Poeta 
valenciano,  i,  560. 

García  nt:  la  Huerta  (Vicente),  M. 
1727.  —  Poesías,  iv,  68. —  Teatro, 
125,   15!. 

García  i>e  Santa  MARÍA(Alvar),  su  Cró- 
nica de  D.  Juau  II.  i,  191,  425.— 
Poesías,  461. 

García  Oriolano  (Gaspar),  F.  1600.— 
Su  Murgetana.  m,  500. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Garcilasso  de  la  Vega.  (V.  Vega.) 

Garcilasso  de  la  Vega  (El  inca),  m, 
355. 

Garcisanchez  de  Badajoz.  (V.  San- 
chez. ) 

Garduña  (La)  de  Sevilla,  de  Castillo 
Solorzano.  ni ,  508. 

Garibay  (Esteban  de),  cronista,  n,  113. 

Garrido  de  Yillena  ( Francisco).  F. 
1577.  —  Su  Orlando  enamorado, 
ni,  488. 

Gakzom  ( Thomaso),  traducido  por  Fi- 
gueroa.  ni .  560. 

Gato.  (V.  Alvarez.) 

Gatomachia  (La),  de  Lope,  ir,  291. 

Gaya  (La)  de  Segovia  ,  por  Guillen, 
i ,  35 1 . 

Gayoso,  poeta  del  sicclo  xv.  i ,  -Í61 . 

Gayoso,  F.  I 74o.  —  Su  Gramática,  iv, 
15. 

Gayton.  Notas  al  Quijote,  iv,  256. 

Gazxelu  (Domingo  de),  iv,  431. 

Gazul  (Romances  de),  i,  150. 

Genealogía  de  (iarci  Perez  de  Var- 
gas, por  el  inca  Garcilasso.  ni,  553. 

Genealogía'' La)  de  Gil  Blas,  por  Cal- 
zada, iv,  64. 

Generaciones  y  semblanzas,  de  Guz- 
man, i.  427. 

Genest,  traduce  áQuevedo.  n,413. 

Geoffroy  ó  Godofredo  de  Monmouth, 
trovera  anglo-normando.  i,  229. 

Gerardo  (trágico),  de  Céspedes,  m, 
524. 

Gerena,  poeta  del  siglo  xvi.  1.419. 

Ger mania,  qué  cosa  sea.  ni,  265. 

Germánicas  (Voces)  ó  teutóuicas  en  el 
castellano,  n,  106. 

Gerundio  (Fray) ,  del  P.  Isla,  iv,  57. 

Gesta  Romaiiomm,  colección  de  cuen- 
tos y  novelas  de  la  edad  media,  i, 
28. 

Gigantomachia,  de  Gallegos,  m,  162. 
—De  Sandoval.  494. 

Gigantones  (Los)  de  Madrid,  de  San- 
tos, ni ,551. 

Gil  Blas,  novela  picaresca,  ir,  66.  — 
Marcos  de  Ohregon.  ni,  506.  —  Pa- 
dre Isla,  iv,  511. 

Gil  (Don)de  las  Calzas  Verdes,  deTir- 
so.  ii .  157. 

Gil  (El  P.  Juan)  v  Cervantes,  ii,  192. 

Gil  y  Zarate  (Antonio),  Carlos  II  el 
Hechizado,  ni,  445. 

Gilberto  ,  poeta,  i ,  192. 

Giner  t'Miguel),  F.  1587. — Su  poema 
del  sitio  de  Ambéres.  m,  177. 


467 

Gineta  (Libro  de  la) ,  por  Andrada.  m, 
427. 

Gitanilla  (La),  comedia  de  Solís.  ni, 
97. 

Gitanilla  (La),  novela  de  Cervantes. 
n,220. 

Glosas  (Origen  de  las),  i,  471. 

Gobernador  (El )  cristiano,  de  Már- 
quez, ni ,  422. 

Gobeyos,  seudónimo  de  Gayoso.  iv,15. 

Godinez  (Felipe),  autor  dramático. 
n  ,  470. 

Godos  en  España,  rv,  171. 

Gomara.  (V.  Lopez.) 

Gomez.  (V.  Enriquez.) 

Gomez  de  Cibdareal (Fernán)  i.  573. 

—  Su  Epistolario.  574,577,  420. — 
.Inicio  acerca  de  su  geuuinidad.  iv, 
202-7. 

Gome/,  de  la  Cortina  (José)  ,  traduce 
al  castellano,  é  ilustra  con  notas  la 
historia  de  Bouterwek.  i ,  57. 

Gómez  de  Luqce  (  Gonzalo),  F.  1580. 

—  Su  Celidon.  m  ,  490. 

Gómez  de  Taima  ,  poeta  granadino  ,  F. 

1580. — Su  écloga  al  nacimiento  de 

la  infanta  D.a  Isabel,  i,  83;  ni,  217. 
Gomez  de  Toledo  (  Gaspar) ,  F.  1557. 

— Continúa  la  Celestina,  i .  282. 
Gomez  Tejada  de  los  Beyes  (Cosme), 

F.  1650. — Leon  prodigioso,  ni,  527. 
Gósgora  (Luis  de),  M.  1626.  ni,  203-9. 

— Sátiras.  259.—  Epístolas.  240. — 

—  Epigramas.  24S.  —  Romances. 
2'  ¡9.  —Teatro,  n,  471 .— Polifemo.  lit, 
165. — Sus  relaciones  con  Lope.  214. 

—  Se  burla  de  Boscan.  n  ,  51. —  Su 
escuela  poética,  m,  205. 

Gongorismo.  ni,  218. 

Gonzalez  (Diego) ,  M.  1791.  —Obras. 

iv,  92. 
Gonzalez  (Estebanillo).  (V.  Esteba- 

nillo.) 
Gonzalez  de  Doradilla  (Bernardo), 

F.  1587. — Sus  Ninfas  y  pastores  de 

Henares,  ni,  285. 
Gonzalez  del  Castillo  (Juan  Igna- 
cio), F.  1800.— Suscomedias.  ivJÓO. 
Gonzalez  de  Salas  (Jusepe  Antonio), 

F.  1653. — Tragedia  antigua.  iv  ,51. 

Ataca  áGóngora.  214.— Publícalas 

obras  de  Quevedo.  n  ,  404. 
Gonzalez  de  la  Torre  (Juan),  F.  1590. 

—Sus  Doscientas  preguntas,  n,  88. 
Gótico  ( Idioma)  en  España,  iv,  174-6. 
Goyeneche  (Juan),  editor  de  Solís. 

ni ,  99. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


468 

Gozzi,  imila  á  Calderón,  ni ,  78. 

Govyer,  su  Confessio  Amanlis.  i.  28. 

Gracia  Dei  (Pedro) ,  F.  1520.  i ,  "190. 

Gracias  (Ballhasar),  M.  1650.  —  Su 
cultismo,  ni ,  451. — Obras.  152. 

Gracias  Dan  risco  (Lúeas).  F.  1599.— 
Su  Cortesano,  ni,  427. 

Gracioso  (Papel  de),  indicado  en  Tor- 
res Naharro.  i ,  517.  —  Perfecciona- 
do por  Lope,  n  ,  588. — En  Cervan- 
tes. 228.— En  Calderón,  ni,  17. 

Graindor.  (V.  Candor.) 

Gran  (El)  duque  de  Moscovia,  de  Lo- 
pe, ii .  547. 

Gran  ( La)  Cenoliia  ,  de  Calderón,  m, 
64. 

Gran  Tacaño  (El),  por  Quevedo.  u, 
512;  ni,  408. 

Granada  (Fr.  Luis  de),  M.  1538.— 
Su  elocuencia  en  el  pulpito,  m,  415. 
—  Prosa  didáctica.  414. —  Persecu- 
ción por  la  Inquisición,  ii,  16. 

Granada  (Guerra  de),  por  Mendoza. 
ii,  77. 

Granada  (Guerras  civiles  de),  por  Pe- 
rez de  Hita,  ni,  515. 

Grande  de  Tena  (Pedro),  F.  1658.— 
Su  elogio  de  Montalvan.  n ,  4í4. 

Grandezas  divinas,  por  Vivas  de  Con- 
treras.  ui,  15*¡. 

Grandezas  y  excelencias  de  la  Virgen, 
por  Padilla,  ni,  505. 

Gregorio  Guadaña.  (V.  Vida.) 

Grealf  El  santo),  que  cosa,  i,  252.— 
La  demanda  del ,  libro  de  caballe- 
rías. 255. 

Grimalte  v  Fromesta  (Carlas  de),  m, 
546. 

Grimm  (Jacobo),  su  Romancero,  i, 
116. 

Grisel  y  Mirabella  ,  novela  sentimen- 
tal de  Diego  de  San  Pedro,  m,  546. 

Griselda  (cuento  de),  en  Timoneda. 
ni,  554. 

Glajardo Fajardo  (Alonso),  F.  1604.— 
Sus  Proverbios,  ni ,  557. 

Gdaltero  de  Ciiatillon  ,  su  Alejan- 
dréis, ó  vida  de  Alejandro,  en  ver- 
sos latinos.  i,61,  62. 

Guanches  ( Los )  de  Tenerife ,  por  Lo- 
pe, ii  ,  547. 

Guarda  (La)  cuidadosa,  de  Cervan- 
tes, ii  ,  229. 

Guárdate  del  agua  mansa,  de  Calde- 
rón, ni,  57. 

Guarinos  (Romances  de),  i,  !57. 

Gcarinos.  (V.  Sempere.) 


Godiel  de  Peralta  (  Catalina),  poe- 
tisa, ni,  507,  5_'8. 

Guerau,  trovador.  i,349. 

Guerra,  F.  1682.  Deíiende  el  teatro. 
ni,  71). 

Guerra  de  Alemania  ,  por  Avila  y  Zú- 
ñiga.  ni .  ."77. 

Guerra  de  Alemania,  por  Salazar.  II, 
504. 

Guerra  de  Cataluña,  de  Meló.  m,599. 

Guerra  de  Chile,  poema  de  Melchor 
Xufré  del  Águila,  ni ,  472. 

Guerra  i  La)  de  Granada  ,  por  Mendo- 
za, ii,  77-82. 

Guerra  civil  de  Navarra,  i,  552. 

Guerra  de  los  Estados-Bajos,  de  Co- 
loma, ni,  598. 

Guerras  de  Troya,  de  Hita,  iu, 547. 

Guerras  (Las)  civiles  de  Granada, 
por  Perez  de  Hila,  ni,  517. 

Guerrero  i  Vicente),  autor  dramático 
y  representante,  iv,  126. 

Guevara  (Antonio  de),  M.  1545. — 
Obras,  ii, 98-104.— Su  Libio  áureo. 
99. — Sus  epístolas  familiares.  102. 
— Tratados  varios.  105. — Trabajos 
históricos.  112. 

Guevara  (Domingo  Luis  de),  iv,  155. 

Guevara  (Fernando  de),  i,  571. 

Guevara  óGuivara,  poeta  del  Cancio- 
nero General,  i,  46(¡. 

Guevara.  (V.  Velez.) 

Guia  y  Avisos  de  Forasteros  ,  por  Li- 
lian y  Verdugo,  ni,  540. 

Guia  de  pecadores,  de  Fr.  Luis  de 
('.ranada,  ni,  415. 

Guillen  (Pero),  poeta;  sus  varias 
obras,  i,  551,  555. 

Giinart  (Hoque),  célebre  bandolero. 
Alusión  á,  eu  Cervantes,  i,  354. 

Gusto  picaresco  (Origen  del),  u  .  >>7  ; 
m,294. 

Guzman.  (V.  Pérez-  de.) 

Guzman  (Francisco  de),  F.  1580.— Su 
poesía  didáctica,  ni,  252. 

Guzman  (Juan  de),  F.  1589.— Su  Retó- 
rica, ii,  509. 

Guzman  de  Alearache,  primera  parte, 
ni,  295. — Segunda  supuesta.  297. — 
Id.  genuina.  298.— Carácter  de  am- 
bas. 502. 

Guzman  el  Bueno,  de  Guevara,  u,  459. 
—De  Moratin.  iv,  120. 

Hacer  cuenta  sin  la  huéspeda,  papel 
poético  del  tiempo  de  Felipe  V.  iv, 

598. 


DE  NOMBRES  PROPIOS  Y  MATERIAS. 


Hado  y  Divisa,  comedia  de  Calderón, 
ni,  71. 

Haedo  (Diego  de),  F.  161-2.— Su  To- 
pografía é  historia  de  Argel,  n,  191. 

Ha  in  (L.),  traduce  al  alemán  la  histo- 
ria literaria  de  Sismondi.  i,  57. 

Hamlet  (Tragedia  de),  por  Moratin. 
iv,  1 .12. 

Haro  (Conde  de),  el  Bueno.  Sus  poe- 
sías en  el  Cancionero  General,  i, 
475. 

Harpías  (Las)  de  Madrid  ,  de  Castillo 
Solorzano.  in.  550. 

Havidas  (Las),  por  Arbolanches.  m, 
537. 

Hay  amigo  pura  amigo,  comedia  de 
Manuel  liolelbo.  m,  513. 

Hay  verdades  que  en  amor,  comedia 
de  Lope,  n,  551. 

Hazañas  de  Bernardo  del  Carpió,  por 
Alonso,  ni,  157. 

Hecho  (A  lo)  pecho,  comedia  de  Mon- 
talvan.  n.  4  íi¡. 

Hecuha  (La),  de  Sófocles,  traducida 
por  Oliva,  ii,  132. 

Heliodoro,  su  Theágenesy  Cariclea, 
traducido  por  Mena,  i,  2o6;  ii,  257. 

Henrique,  principe  de  Portugal,  i, 
215. 

Henrique  IV  de  Francia,  ampara  á 
Antonio  Perez.  Hi,  367. 

Henriquez  Basürto  (Diego),  F.  1649. 
ni,  484. 

Henriquez  de  Calatatiid  '"Pero  Lopez), 
F.  1594.— Traduce  á  Carlo  Dolce, 
ni,  485. 

lleráclito  defendido,  de  Vievra.  ni, 
424. 

Heráclito  y  Demócrito,  de  Antonio 
Lopez  de  Vega.  ui,425. 

Herbás  (José  Gerardo  de).  F.  1737.— 
Sátiras  de.  iv,  22. 

Hércules  Furens,  de  /.árale,  ni,  231. 

Herder,  su  Romancero  del  Cid.  i,  17. 

Heredia.  (V.  Fernandez  de.) 

Hermano  (El)  de  su  hermana,  come- 
dia de  Quirós.  m,  510. 

Hermosa  (La)  Ester,  n,  562. 

Hermosa  (La)  fea,  de  Lope,  n,  519. 

Hermosilla,  su  Juicio  critico,  iv,  91. 

Hermosura  (La)  de  Angélica.  (V.  An- 
gélica.) 

Hernandez  (Alonso),  F.  1516.  —  Su 
Historia  Partenopea.  mi  ,  137,  470. 

Hernandia  ( La ),  de  Ruiz  de  Leon,  iv, 
106. 

Hero  y  Leandro,  de  Boscan.  n  ,  54. 


Héroe  ( El ),  de  Gracian.  ni ,  451. 
Heroidas  bélicas,  de  Vera  Ordonez. 

ni,  525. 
Herrera  (Antonio  de),  M.  1625.— 

Su  Historia  general  de  las  Indias. 

m ,  390.  —  Otras  obras.  391. 
Herrera  (Fernando  de),  M.  1597.— 

Vida,  ni ,  190.  —  Obras  perdidas. 

191.— Canciones  y  odas.  192.  — Es- 

(ilo  poético.  194. —Elegías.  24o.  — 

Alabadas  por  Lope  de  Vega.  213.  — 

Su  edición  de  Garcilaso/n  ,  58;  m, 

Í95. 
Herrepa  ( Martin  de ),  F.  1510.  — poe- 

ma  y  égloga  á  la  toma  de  Oran,  u, 

523. 
Herrera  (Pedro  de),  su  descripción 

del  Sagrario  de  Toledo,  ni,  528. 
Herrera  (Rodrigo  de),  autor  dramá- 
tico, ii ,  470. 
Herrera.  (V.  Perez  de.) 
Hespaña  libertada,  por  D.a  Bernarda 

Ferreira  de  la  Cerda,  ni,  183. 
Hidalgo  (  Gaspar  Lúeas  de),  novelas. 

ni ,  556. 
Hidalgo  (Juan),  Romances.  m,265. 
Higuera  (P.  Roman  déla),  F.  4624.  m. 

590. 
Hija  (La)  de  Pierres  y  Celestina,  no- 
vela de»  Salas  Barbadillo.  m,  548. 
Hijo  (El)  de  Marco  Aurelio,  m  ,  91. 
Hijo  (El)  pródigo  de  Valdivielso.  n. 

461. 
Hinard  (  Damas),  Romancero,  iv,  201. 
Hipólito  vAminta,  de  Ouintana.  ii, 

237. 
Historia  civil  de  España,  por  Belando. 

iv,  41,399. 
Historia  cristiana  ,  libro  de  caballe- 
rías á  lo  divino,  i ,  257. 
Historia  de  la  Doncella  Teodor,  n,  554. 
Historia  de  la  Florida,  del  inca  Gar- 

cilaso.  ni,  594. 
Historia  déla  reina  Sevilla.  m,514. 
Historia  (La)  de  la   Virgen,  poema 

épico  sagrado  de  Escobar,  ni ,  154. 
Historia  délos  amores  de  Abinde-Ar- 

raez,  ó  Abindarraez.  ni,  555,  547. 
Historia  de  Lucindaro  v  Medusina.  m, 

513. 
Historia  de  Tobías,  comedia  de  Lope. 

ii ,  565. 
Historia  (La)  deWamba,  comedia  de 

Lope,  n ,  346. 
Historia  del  cisma  de  Inglaterra,  por 

Rivadeneyra.  ni, 578. 
Historia  general  de  España  ,  por  Ma- 


470 


riana.  ni,  383. —  Credulidad.  383. 
— Correcciones  hechas  en.  Ib. — Ar- 
caísmos y  estilo  elocuente.  386. — 
Areneras  y  pintura  de  caracteres. 
587. —  Mérito  indisputable  y  ata- 
ques contra  ella.  5SS. 

Historia  general  de  las  Indias,  ni,  !  19, 
390,  515. 

Historia  general  del  mundo,  m,  300. 

Historia  (La)  de  los  jJos  verdaderos 
amigos,  novela  de  Loubayssin.  in, 
325 .  547. 

Historia  (La)  de  Sagunto,  Numanciay 
Carlago.  poema  de  Zamora,  m,  177. 

Historia  (La)  tragicómica  de  I).  En- 
rique deCastro,  novela  de  Loubays- 
sin.  ni,  525. 

Historia  lastimosa  de  Marcilla  y  Segu- 
ra, in,  '.'.'ii. 

Historia  moral  del  dios  Momo,  novela 
de  Noydens.  ni ,  323. 

H'storia  partenopea,  poema  de  Alon- 
so Hernandez,  in,  137,  470. 

Historia  troyana,  de  Guido  de  Colup- 
na  .  traducida  por  Ayala  i.  186. 

Historia  universal,  compilada  de  or- 
den de  D.  Alonso  el  Sabio,  i .  42. 

Historiadores  eclesiásticos,  ni,  378. 

Historiadores  españoles,  m  .  373. — Su 
prudencia  y  precaución.  588. —  Su 
carácter  general.  405. —  Se  dedican 
principalmente  á  la  historia  local. 
Ib. 

Historias  fabulosas,  de  Antonio,  m, 
589. 

Historias  peregrinas,  de  Céspedes, 
ni.  313. 

Hita ( Arcipreste  de),F.  1343.  —  Vi- 
da, i.  85.  — Obras.  86-93.— Apólo- 
gos. 01.  — Carácter.  02. 

Hita.  (V.  Perez  de.) 

Hojas  (Las)  de  la  rosa  fragante,  libro 
de  caballerías  á  lo  divino,  i,  258. 

Hojeda  (Diego  de),  F.  1611.  — Su 
Cristiada.  ni ,  153. 

Hojfda.  c!  descubridor  de  tierras,  i, 
221. 

Holcboft  (Tomás),  traduce  á  Lope, 
ii ,  577. 

Holland  (Lord),  su  Vida  de  Lope, 
ii ,  39. 

Honor  (El)  es  lo  primero,  comedia 
de  Leiva.  m,  90. 

Honrador  ( El)  de  su  padre ,  por  Dia- 
mante, ni,  95. 

Honrador  ( El )  de  sus  hijas ,  por  Fran- 
cisco Polo.  m,  93. 


ÍNDICE    ALFAÍ5ETICO 


Horacio  (Traducciones  é  imitaciones 
de) .  por  Fr.  Luis  de  Leon,  n  .181. 

—  Los  Argensolas.  358.  — Cáscales. 
iv,  31.  —  Espinel,  ni,  255.  —  íriar- 
te.  iv,  76. 

Hormesinda  CLa),  de  N.  F.  Mora- 
lin.  iv,  119. 

Horozco.  (V.  Orozco.) 

Horozco  (Alonso  de),  F.  1568. —  Su 
Reina  Sabá.  ni,  420. 

Horozco  (J.  Covarrubias ) ,  sus  Em- 
blemas, ni ,  256. 

Hospital  (El)  de  incurables,  de  .la- 
cinto  Polo  de  Medina,  m  ,  310.331. 

Hospitales .  su  interesen  el  teatro,  ii, 
104.  —  Defienden  la  causa  del  dra- 
ma. Í78. —  Padecen  algunas  veces. 
480. 

Hotos  '.luán  Lopez  de),  maestro  de 
Cervantes,  u,  187. 

Hoz  (Juan  de  la),  escritor  dramáti- 
co. Y.  1689.  iii,03. 

Hernando  de),  traduce  los 
Triunfos  de  Petrarca. ii,  '■'■''■ 

Hoarte  (Juan  de),  F.  1500.  —  Exa- 
men de  ingenios,  ni,  42S. 

Hürer  (V.  A.),  escritor  prusiano. — 
Su  historia  verónica  del  Cid.  I,  17, 
24,27,  174.' 

Iíi  erta  (Jerónimo  de),  F.  1588. —  Su 
Florando,  m  ,  150,  489. 

Huerta.  (La)  de  Valencia,  novela  de 
Castillo  Solorzano.  m,  350. 

Huerta.  (V.  Garda  de  la.) 

lli  fría  Sigler  í Antonio),  comedias. 
in,l02. 

Hof.te  C. Jaime  de) ,  autor  dramático, 
F.  1531.  ii,  134. 

Hugai.de  y  Mollixedo  (Nicolás),  tra- 
duce al  castellano  la  historia  de 
Bouterwek.  i ,  57. 

Hugo  de  Mataplaxa,  trovador,  i,  331. 

Hugo  de  Saixt  Cyr ,  trovador,  i,  550. 

Hugo  (Victor),  Nuestra  Señora  de 
Paris,  ni ,  99. 

Humboldt  (Alejandro  Von),  sobre  Co- 
lon, i,  221.— SobreUrsuay  Aguir- 
re.  ni,  148. 

Humboldt  (El  barón  Guillermo  Von), 
sobre  la  lengua  vascongada,  iv,  161. 

Hlt.tado  de  Toledo  (Luis),  F.   1550. 

—  Palmerin  de  Inglaterra,  i,  248. — 
Sus  églogas  y  otras  poesías,  n ,  527, 
553 ,  556. 

Hymenea  (La),  de  Naharro.  i ,  508. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Iago  (Mosen),  poeta  del  siglo  xv.  i, 
562. 

Ibañez ,  autor  dramático,  F.  1770.  iv, 
126. 

Ibañez  de  Segovia  (Gaspar),  mar- 
qués de  Mondéjar,  su  Historia  de 
Alfonso  el  Sabio,  i ,  41  , 45. 

Iberiada  (La),  de  Savariego.  m,  180. 

Iberos  en  España,  iv,  161. 

Idea  de  un  principe  cristiano,  por 
Saavedra.  ni ,  159. 

Ideas  de  Apolo,  de  Vergara  Salcedo. 
111.211. 

Iglesia  ( La) ,  se  muestra  enemiga  del 
drama  bajo  Carlos  V  y  Felipe  II.  n, 
557 ,  476,  478. —  En  tiempo  de  Cal- 
derón, ni, 70. —  En  el  siglo xvm.  ív, 
145. 

IcLEsus(Josefde),  M.1797. — Obras, 
ív,  94. 

Ignacio  (El)  de  la  Cantabria,  por 
Oria,  ni .  471. 

Iliada  (La),  parafraseada  por  Juan  de 
Mena,  i ,  547. 

Imperial  (Fr.  Pedro),  poeta  del  siglo 
xv.  i ,  567. 

Imperial (Micer  Francisco),  poeta  del 
siglo  xiv.  i,  418,459,  521,  554. 

Imprenta,  su  establecimiento  en  Es- 
paña. i,357. — Vigilada.  483. — Su- 
jeta á  los  oidores.  Ib. — Intervenida 
por  la  Inquisición.  486. 

Improvisación  en  España,  u,  396. 

Inclinación  (  La)  española,  novela  de 
Castillo  Solorzano.  ni ,  550. 

índice  Expurgatorio,  n,  5,  12. —  Pri- 
mero. 483. —  Último.  ív,  147,  148. 

Infamador  (  El ) ,  comedia  de  Rlallara. 
íi ,  153. — De  Juan  de  la  Cueva.  Ib. 

Infanta  (La)  coronada,  de  Soarez  de 
Alarcon.  m,  502. 

Infante  (Libro  de!),  por  D.  Juan  Ma- 
nuel, i,  69. 

Ingenio  de  esta  corte  (Comedias  de 
un),  ii,  472. 

Ingeniosa  (La)  Elena,  de  Barbadillo. 
i,  285. 

Inquisición  en  España,  i,  481. — Pro- 
hibe los  libros  heréticos,  n,  10.  — 
Castiga  á  sus  autores  ó  dueños.  12. 
—  Su  intervención  en  la  imprenta. 
Ib.  —  Persigue  á  los  escritores.  — 
Ataca  al  teatro.  16.  —  Su  influencia 
en  tiempo  de  Felipe  II.  17.  —  En  el 
siglo  xvii.  ni,  445. — En  el  reinado 
de  Felipe  V.  ív,  41.  —  De  Fernan- 
do VI.  45.  —De  Carlos  III.  55.—  De 


471 

Carlos  IV.  147.  —  De  Fernando  VI. 
151. — Supresión  de  la.  155. 

Intolerancia.  i,479,  480.  —  Efecto  de 
la ,  en  la  cultura  intelectual  y  en  las 
letras,  n,  17. 

Invectiva  (La)  poética,  de  Sanchez  de 
Meló,  ni,  435. 

Invectiva  contra  el  vulgo,  de  Cosme 
de  Aldana.  m,  496. 

Invención  de  la  Cruz ,  por  Zarate,  m, 
167. 

Invenciones,  qué  cosa,  i,  469. 

Inventario  poético,  de  Villegas,  ii,  58; 
111,533,548. 

Inventores  (los)  de  las  cosas,  por 
Cueva,  ni,  234. 

Iñiguez  de  Lequerica  (Juan),  su  Ro- 
mancero, ív,  198. 

Irlos  (Conde  de),  romance  de.  i,  150, 
157. 

Isabel  la  Católica  (M.  1504),  favorece 
el  establecimiento  de  la  Inquisi- 
ción, i,  481. — Protege  á  los  sabios. 
ii,  108.— Sus  cartas,  m,  564. 

Isabela  (La),  tragedia  de  Luper- 
cio  Leonardo  y  Argensola.  u  ,  159, 
160. 

Isidoro  (San)  de  Sevilla,  M.  636.— Su 
latin.  ív,  172.— Palabras  castellanas 
en.  Ib. 

Isidro  (San )  Labrador,  su  vida  y  mi- 
lagros, ii.  271. — Poema  de  Lope  a. 
272.  —  Fiestas  en  su  beatificación. 
286. —Id.  en  su  canonización.  290. 
— Comedia  de  Lope.  565,  585. 

Isla  (P.),  M.  4781.— Su  Juventud  triun- 
fante, ív,  53.  —  Día  grande.  Ib.  — 
Sermones.  56.  —  Fr.  Gerundio.  57. 
—Cicerón.  62.— Gil  Blas.  64.  — Sá- 
tira de  Pitillas,  atribuida  á.  25. 

Tsócrates,  traducido  por  Mejia.  ii,  96. 

¡sópete,  ó  colección  de  las  fábulas  de 
Esopo. —  Dos  libros  con  este  título, 
en  la  literatura  francesa  del  siglo 
xiu ,  conocidos  del  arcipreste  de 
Hita  y  de  D.  Juan  Manuel,  i,  91. 

Italia  (Infiuencia  de  la)  sobre  España, 
i,  364-71. — En  tiempo  de  los  Heyes 
Católicos,  it,  24.— De  Carlos  V.  23. 
— Glorias  de.  27. 

Italiana  (Escuela)  en  la  literatura  es- 
pañola, ii,  24,49. —  Disputas.  55-62. 
—Éxito  final.  62. 

Italiana  (Lengua),  influencia  de  la,  ea 
el  castellano,  i,  571;  n,  107. 

Ixar.  (V.  Fernandez  de.) 

IziAR  (Juan  de),  F.  1550.  n ,  509. 


índice  alfabético 


472 

Jacinta  (La),  comedia  de  Naharro.  i, 
."12. 

Jacinto  (San),, justa  poética  de.  h,  213. 

Jacobina  (La),  de  Bamian  de  Vegas. 
ii,  421,  504. 

Jacopin  (Carta  del  preste),  atribuida  ;i 
D.  Luis  Enriquez  y  al  Condestable. 
íi,  492. 

Jael  ( La ),  de  Sedaño,  iv ,  150. 

Jaime  1  de  Aragon(M.  1270;,  protege 
á  los  trovadores.  331,  532. — Su 
crónica.  333.  —  Relación  de  la  con- 
quista de  Valencia.  35  4.—  Libro  de 
la  Saviesa.  333.  —  Historia  de,  por 
Muntaner.  336. 

Jaime  II  de  Aragón  Í.M.  1527).  i,  340. 

Jardín  de  amadores,  colección  de  ro- 
mances, ív,  199. 

Jardín  de  flores,  de  Torquemada.  ni, 
112. 

Jardín  espiritual,  de  Padilla,  ni ,  503. 

Jahvis  .  traduce  el  Quijote  al  inglés. 
iv,  236. 

Jádregoi  (Juan  de),  F.  1640.— Ataca  á 
Góngora.  m,  214.— Su  Orfeo.  222. 
— Farsalia.  225.— Sátiras.  238.  -  u 
Apologia  de  Paravicino.  532. 

Jerez.  (V.  Xerez.) 

Jerusalen  conquistada  ,  de  Lope,  n, 
280. 

Jerusalen  La),  del  Tasso,  ira  lucida 
por  Sedeño,  iv.  ¡'  í. 

Jesuítas  (Expulsion  de  los),  iv,  243. 
—  En  Italia.  244. 

Job  (El),  de  Fr.  Luis  de  Leon.  u.  I7¡. 

Jocoseria  ,  colección  de  loas  y  saíne- 
les de  Quiñones,  ni.  120. 

Johan  (El  duque),  i.  535. 

Johan  (Perot),  trovador.  I,  555. 

Johnson  ( Samuel),  lee  el  Félixmarte 
de  Hircania.  i.  252.  —  Lo  que  dice 
acerca  de Castiglione.  n,  52. 

Joi.wille,  cronista,  i,  227. 

Jonson  (Ben),  su  opinion  de  Aiaman. 
m ,  500. 

Jordí  ,  trovado!  catalán  del  siglo  xw. 
1,548. 

Jornada  (La) de  Madrid,  por  Ribero 
de  Barros,  m,  252. 

Jornadas  alegres,  de  Solorzano.  ni, 
347. 

Jornadas  en  las  comedias,  qué  cosa, 
ni.  121. 

José  (Poema  aljamiado  de).  ív,  247- 
73. 

Joseph  (El)  de  las  mujeres,  de  Cal- 
derón. !I!,  29. 


Jovellanos  f  Gaspar  Melchor  de) ,  M. 
1811.  ív,  96- 104. — Teatro  de.  97.— 
Protección  á  Llórenle,  i ,  46. — So- 
bre la  inmoralidad  del  teatro  anti- 
guo. II,  257. 

Joan  (Marqués  de  San),  F.  1715. — Su 
China,  ni,  112. 

Juan*  I  de  Aragón (1395),  lleva  á  Bar- 
celona  el  consistorio  de  la  gaya 
ciencia,  i ,  5Í0,  547. 

Joan  II  de  Aragón  (M.  1479),  protege 
las  letras,  i ,  556. 

Juan  II  de  Castilla  (M.  1454),  su  reí- 
nado  favorable  á  las  letras,  i ,  372. 
— Poeta.  577.  —  Muerte.  421.  —  Be- 
cadencia  de  las  letras  en  su  tiem- 
po, ti  .  25. 

Juan , obispo  de  Sevilla,  su  Hiblia  ará- 
biga.  iv.  1S5. 

Juan,  poeta,  judio  converso,  F.  si- 
glo xv.  i .  569. 

Juan  de  la  Cruz  (S.),  censurado  por 
la  Inquisición,  i ,  10;  m  .  416. 

Joan  (Ü.)  de  Austria  (M.  1578),  man- 
da la  Sania  Liga.  u.  ISO. — Comedía 
de  Montalvan.  451. — !>e  Zamora,  ni. 
104.  —  Inquisición,  i ,  10.  —  Fama. 
tu,  172. 

mii.  .  sobrino  de  B.  Alonso  el 
Sabio  (M.  1347),  su  Crónica  de  Es- 
paña. 7(».  —  Tratado  de  la  caza.  70. 
— Cancionero.  70. — Carta  a  su  her- 
mano sobre  las  armas  de  su  fami- 
lia. 75 — Consejos  a  su  hijo  B.  Fer- 
nando, i ,  74.— El  libro  del  caballe- 
ro y  del  escudero.  74. — Conde  Lu- 
canor.  75.  —  Otras  obras.  80,  498- 
506. 

.Ilan  Manuel,  camarero  mayor  del 
rev  de  Portugal  (F.  1497),  sus  poe- 
sías en  el  Cancionero  General,  i, 
473. — Atribuidas  equivocadamente 
al  infante  de  su  mismo  nombre.  70; 
ii,  251. 

Juana  Inés  de  la  Cruz  (Sor),  F,  1680. 
— Poesías,  ni  .  232. 

Judas  Iscariote  ,  de  Zamora,  m  ,  105. 

Judíos  (Odio  á  los),  i,  479.  —  Perse- 
cución de  los.  481. — En  tiempo  de 
Felipe  V  y  Fernando  VI.  ív,  43. 

Juegos  de  Noche  Buena ,  por  Ledes- 
ma.  ni,  508. 

Juglares,  i ,  121. 

Julio  III,  el  papa,  y  B.  Biego  de 
Mendoza,  i,  70. 

Justa  poética  de  Alcalá,  en  1658.  ni, 
529. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Justas  poéticas.  i,  357. —  En  Zarago- 
za, ii,  287. — En  oirás  ciudades,  mi, 
526-29. — Lo  que  de  ellas  dice  Cer- 
vantes, ii,  357. 

Juventud  triunfante,  de  isla,  iv,  55.. 


Keil  (J.  J.) ,  su  edición  de  las  come- 
dias de  Calderón,  ni,  16. 

Keller  (A) ,  su  edición  del  Conde  Lu- 
canor.  i,  81.  —  Su  Romancero  del 
Cid.  143. 


Laberinto  (El)  del  duque  de  Cádiz, 

por  Padilla,  i,  440. 
Laberinto  (El)  de  Juan  de  Mena,  i, 

408,  412. 
La  Chica  (Diego  de),  poeta,  m,  270. 
Ladino  (Significado  de  la  voz),  iv,  191. 
Lágrimas  de  Angélica,  por  Barahona 

de  Soto,  ni,  458. 
Lágrimas  de  un  alma  arrepentida,  por 

Calderón.  455. 
Lágrimas  (Las)  de  Mana  Magdalena, 

poema  de  Erasmo  de  Valvasone. 

iii,541. 
Lágrimas  (Las)  de  S.  Pedro,  de  Tan- 
silo,  poema  traducido  por  Bolea  de 

Castro,  ni,  487. — Por  Juan  Sedeüo. 

Ib.  —Por  Luis  Galvez  de  Montalvo. 

281 ,  487. 
Lágrimas  panegíricas  á  la  muerte  de 

Montalvan.  ii,  444 


473 

143.— En  la  Crónica  General.  168. — 
Comedia  de  Juan  de  la  Cueva  al 
asunto  de  los.  n,  152.  — De  Lope. 
547.— De  Cubillo.  m,89. 

Lardizábal  y  Uriüe  (D.  Manuel  de),  su 
discurso  preliminar  á  la  edición  del 
Euero  Juzgo,  hecha  por  la  Acade- 
mia Española,  i,  52. 

Larra  ^  Mariano),  M.  1836. —  Su  Don- 
cel de  don  Enrique  el  Doliente,  i, 
579,  587. —  Su  Macías.  587. 

Larrame.mu,  Sobre  el  vascuence,  iv, 
101. 

Las  Casas  (el  P.),  F.  1546.— Su  Can- 
cionero Espiritual,  ni,  519. 

Laso  de  la  Vega  (Gabriel),  F.  1588. 
Su  Mejicana,  m  ,  147.  —  Romance- 
ro. 55o. 

Lassala,  su  tragedia  de  iligenia.  iv, 
150. 

Latin  en  España  (Escritores  en),  iv, 
166.  —  Su  cultivo  general.  169.  — 
Efectos  del  Cristianismo  sobre.  170. 
—  Corrupción.  172. —  Es  el  funda- 
mento del  castellano.  189. 

Latinas  (Las),  de  Villegas,  ni,  223. 

Latiniparla  (La  culta),  de  Quevedo. 
iv,  11. 

Latino  (Juan),  el  Negro,  poeta,  F. 
1573.  ni,  172. 

La  Torre.  (Y.  Torre.) 

Laurel  de  Apolo,  de  Lope,  ii,  297. 

Laurentina  (La),  poema  de  Airólo,  ni, 
501. 


Laínez  (Pedro),  poeta,  citado  en  la  I  La  Via  (Francescli  de  la),  trovador 


Galatea,  ti,  193. 

Lamarca.  (V.  Loubayssin.) 

Lampillas  (Francisco  Javier),  M.  1810. 
—  Sobre  las  comedias  de  Cervan- 
tes, ii,  251.  —  Defensa  de  la  litera- 
tura española,  iv,  244. 

Lances  de  Calderón  ,  qué  sean,  ni,  56. 

Lando  (Ferrant  Manuel  de) ,  poeta  del 
siglo  xv.  1,419,459. 

Lando  (Francisco  Manuel  de),  poeta 
del  siglo  xv.  i  ,512. 

Lanini  (Fr.  Pedro) ,  autor  dramático, 
ni ,  104. 

Lanl/a  (Iñigo),  seudónimo  de  Luzan. 
iv ,  54. 

LAPORTA(Jusepe),  F.  1650.— Su  fábu- 
la de  Júpiter  v  Europa,  ni ,  495. 

Lara  (Agustín  de),  F.  1682.— Obelis- 
co fúnebre  á  Calderón,  ni,  5. 

Lara  (P.  M.  Fr.  Francisco  de),  F.  1726. 
— Su  poema  de  S.  Jerónimo,  iv,  198. 

Lara  (Siete  infantes  de),  romances,  i, 


i,  535.  —  Su  libro  de  Frey  Bernat. 
338. 

Lazarillo  (El)  de  Manzanares,  por 
Juan  Cortés  de  Tolosa.  n,  68;  ni, 
532. 

Lazarillo  (El)  de  Tórmes,  por  Men- 
doza, n,  63. —  Castigado  por  Velas- 
co.  499, 501. — Segunda  parley  otras 
continuaciones.  67;  m,294. 

Leandro  (El)  de  lioscan.  (V.  Fábu- 
las.) 

Leandro  el  Bel,  libro  de  caballerías. 
i,  245,  522.  523. 

Leíjrua  (Antonio  de),  F.  1490.  i,  568. 
—  Crónica  atribuida  á.  i,  197. — Es- 
tudios clásicos.  368;  u,  23.  —  Dic- 
cionario y  gramática,  iv,  15.  —  Or- 
tografía. 13;  ii,  107. 

Ledel  (Jacques),  i,  227. 

Ledesma  (Alonso  de),  M.  1625. —  Sus 
conceptos,  ni,  199. — Monstruo  ima- 
ginado. 200.  —  Poesías.  508. 


M\ 


Lembee  (Ludivig),  su  Manual  de  la 

literatura  española,  iv.  247. 

Lémos  (Gonf)e  de),  virey  de  Ñapóles, 
protege  las  letras,  m,  219. 

Lémos  (Conde  de),  marqués  de  Sar- 
ria (M.  1622),  protege  á-Cervántes. 
ii,  268. 

Lémos  (Conde  de),  poeta,  F.  1055.  ni, 
511. 

Lémos  (Condesa  de),  marquesa  de 
Sarria.— Celebra  en  su  casa  acade- 
mias poéticas,  iv,  47. 

Lengua  española  (Origen  y  formación 
de  la).  ív,  15í»-92.  —  Primer  docu- 
mento escrito,  i,  13;  iv,  187. 

Lentiscar  de  Cartagena  (Cusios  y  dis- 
gustos del ),  novela  de  Campillo  y 
Baile,  in,  r¡  í  i. 

Leon  (Diego  de),  poeta  del  siglo  xv. 
i,  563. 

Leon  (El)  de  España,  por  Vecilla  Cas- 
téllanos.  m,  17o. 

Leon  Fernandez  (Melchor  de),  con- 
cluye el  último  auto  de  Calderón. 
ni.  11.  —  Sus  comedias.  106. 

LEON(Fr.  Luis  de),. Nacimiento  y  edu- 
cación, ii.  168.  —  Enseña  en  Sala- 
manca. 169.— Es  perseguido  por  la 
Inquisición.  170. — Sus  Nombres  de 
Cristo.  176. — Perfecta  Casada.  178. 
Poesías.  181.— Publicadas  por Que- 
vedo.  407. 

León  Hebreo  i'F.  1550),  sus  Diálogos 
de  amor,  ni,  59o. 

Leos  Marchante  (Manuelde),  M.  I6D0. 
—Poeta,  m,  529. 

Leon  prodigioso,  novela  de  Tejada, 
ni,  527. 

Leonardo  y  Argensola(D.  Bartolo- 
mé), M.  1651.  ni.  218-21.  —  Ataca 
el  teatro  antiguo,  n,  475. — Sus  car- 
las,  ni,  571.  —  Anales  de  Aragón. 
575.— Historia  de  las  Molucas.592. 

Leonardo  y  ARGENsoLA(Lupercio),  M. 
1615.  ni,  219-21.  —  Sus  tragedias. 
n,158. 

Lepanto  (Batalla  de),  Cervantes  se 
baila  en  la.  u,  119.  — Poema  de 
Cortereal  á  la.  ni,  175.  —  Oda  de 
Herrera.  192. 

Lepolemo,  libro  de  caballerías,  i,  25o, 
522. 

Lequerica.  (V.  Iñiguez  de.) 

Lerma  (Pedro  de),  i,  508. 

Lesac.e,su  Estebanillo  Gonzalez,  ni, 
510.  —  Imita  á  Hojas,  m.  8o. —  Su 
Guzman  de  Alfarache.  500.— Se  sir- 


INDICE    ALlAi.ETICO 


ve  del  Conde  Lucanor.  i,  77. — Mar- 
cos de  Obregon.  ni,  500. — Del  Dia- 
blo Cojuelo.  549.  —  Autor  del  Gil 
Blas.  ív,  6í-8. — Echa  mano  de  mu- 
chos autores  españoles.  67. 

Letrillas,  i,  154. 

Leyba  (Antonio  de),  escritor  dramá- 
tico. m,90. 

Leyba  ó  Leiva  (Francisco  de),  ni.  90. 

Libre  de  les  dones,  por  Boig.  i,  555. 

Libreros ,  sus  fraudes  con  los  escrito- 
res dramáticos,  ii,  520,44o;  ni,lo. 

Libros  de  caballerías  (Origen  y  noti- 
cia de  los),  i.  228-50.— Á  lo  divino. 
257-65.  —  Influencia  v  desarrollo. 
265-68. 

Libro  de  caza,  del  canciller  Avala. 
i ,  508. 

Libro  de  la  caballería,  por  D.  Juan 
Manuel,  i ,  501. 

Libro  de  la  caza,  por  D.  Juan  Ma- 
nuel, i ,  70. 

Libro  de  la  gineta  de  España,  de 
Andrada.  ni,  427. 

Libro  ( El )  de  las  valencianas  lamen- 
taciones, por  Juan  de  Narvaez. 
iu,467. 

Libro  del  Infante,  por  D.  Juan  Ma- 
nuel, i,  499. 

Libro  de  los  sabios,  por  D.  Juan  Ma- 
nuel, i .  501. 

Libro  (El)  de  los  Cantares,  por  don 
Juan  Manuel,  i ,  502. 

Libro  (El)  de  los  ejemplos,  i,  502-5. 

Libro  (El)  de  los  engeños,  por  don 
Juan  Manuel,  i,  501  ,  502. 

Libro  ( El )  de  los  problemas ,  por  Vi- 
llalobos'. n,89. 

Libro  (El)  de  Patronio,  ó  Conde  Lu- 
canor. i ,  500. 

Libro  ( E! )  de  todas  las  cosas ,  de 
Quevedo.  u,  415. 

Libro  infinido,  de  D.  Juan  Manuel, 
i ,  499. 

Libros  prohibidos,  n  ,  9. — Becogi- 
dos.  10. — Efectos  de  la  intoleran- 
cia religiosa  sobre  los.  19. 

Liga  (La)  deshecha,  de  Vasconce- 
los, m,  181. 

Lima  fundada,  de  Peralta.  iv,19. 

Lindo  (El)  Don  Diego,  de  Moreto. 
iii,82. 

Liñan  (Pedro  de),  F.  1605.  m,  196. 

Liñan  y  Verdugo  (Antonio),  F.  1620. 
— Novelas,  m,  540. 

Lira  (La)  de  las  musas,  por  Bocán- 
gel.  iu,515. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Lisseno  y  Fenisa,  de  Párraga.  m,  329. 
Lisuarte  de  Grecia,  libro  de  caballe- 
rfas.  i,  244. 

Literatura  española ,  su  origen  en 
tiempos  turbulentos.  i,8. — Prime- 
ra época  de  la.  7-488.— Segunda, 
ii,  5-480;  ni,  5-450.— Tercera,  iv, 
5-156. 

Literatura  francesa,  su  influencia  en 
la  española,  ni ,  557  ;  ív,  26,  46-49. 

Loas,  ii,  575. — De  Lope,  ni,  120. — De 
Calderón.  -16. — De  otros  autores. 
121, 

Loaisa  ,  descubridor  de  tierras,  i, 
221. 

Loaisa  (El  cardenal),  F.  1535.— Car- 
tas á  Carlos  V.  m,  582. 

Lobeira  (Vasco  de),  M.  1403.— Su 
Amadís  de  Gaula.  i,  231-41,  521. 

Lobera  ,  escritor  dramático.  ív,  126. 

Loco  (Eugenio  Gerardo),  F.  1758.— 
Poesías.  ív,  20. — Comedias.  115. 

Loco  (Francisco  Rodriguez),  su  Pri- 
mavera, ni,  288. 

Loco  (Un)  bace  ciento,  comedia  de 
Solís.  ni,  97. 

Lofrasso  (Antonio  de),  F.  1573. — Su 
Fortuna  de  Amor,  m ,  280. 

Logroño  (Auto  de  fe  de).ui,  445. 

Lomas  Cantoral,  F.  1578. — Sus  sá- 
tiras, ni,  257. — Elegías.  242. — Poe- 
sía didáctica.  253. 

Londoño  (Sancho  de),  su  disciplina 
militar,  n  ,  509. 

Loor  de  virtudes,  por  Zamora,  m, 
518. 

Loores  de  los  claros  varones  de  Es- 
paña ,  obra  en  verso,  por  Perez  de 
Guzman,  i,  426. 

Loores  de  mujeres,  de  Acosla.  ni, 
414. 

Loores  de  Nuestra  Señora ,  poema  de 
Gonzalo  de  Berceo.  i ,  55. 

Lope,  hijo  de  Lope  de  Vega,  n,  394. 

López  (Alonso),  el  Pinciano.F.  1596. 
— Escribe  contra  el  drama  anti- 
guo, ii,  475. — Su  Pelayo.  m,  179. 

Lopez  de  Aguilar  (Francisco) ,  F. 
1618.  H.558. 

Lope?,  df.  Avala  (Iñigo),  su  Vida  de 
Mendoza.  n,65.— SuNumancia.  ív, 
122. 

López  de  Avala  (Pero),  canciller  de 
Castilla,  M.  1407.— Su  Rimado  de 
Palacio.  i,105.— Sus  crónicas.  184. 
—Otras  obras.  186.  — Juicio  de 
ellas.  187. 


475 

Lopez  de  Córelas  (Alonso),  F.  1546. 
—  Sus  Trescientas  cuestiones,  n, 
87;  ni,  557. 

Lopez  de  Gomara  (Francisco),  F. 
1550. — Su  Vida  de  Cortés,  n,  116. 

Lopez  de  Mendoza  (Iñigo),  marqués 
de  Santulona ,  obras  de.  508- 
403.— Poesías.  475,  554,  561 ,  562, 
568. 

Lope/,  de  Tortajada  (Damián),  F. 
1630. — Su  colección  de  romances. 
iu,267,  556;  ív,  200. 

Lopez  de  L'beda  (Francisco),  el  Be- 
neficiado, nombre  supuesto  de  An- 
drés Perez  de  Leon;  su  Cancione- 
ro, ni ,  502. 

Lopez  de  Vega  (Antonio),  F.  1641.  — 
Poesías  de.  ni,  211.  —  Prosa  didác- 
tica. 425,  560. 

Lopez  de  Velasco  (.luán),  n,  599. — 
Corrige  la  Propalladia ,  las  obras 
de  Castillejo  y  el  Lazarillo,  n,  499. 

López  de  Vicuña  (Juan),  publica  las 
poesias  de  Góngora.  m ,  510. 

Lopez  de  Zarate  (Francisco),  M.  1658. 
Invención  déla  Cruz,  ni,  167. — 
Fiestas  de  San  Isidro,  u,  291. — Poe- 
sías de  Lope  ,  atribuidas  á.  295. — 
Poesías  líricas.  514.  —  Églogas,  ni , 
247. 

López  (Manuel),  su  Colección  de  co- 
medias, ív,  242. 

López  Sedaño  (F.  . I.),  F.  1778.  —  Su 
Parnaso.  ív,  69.  —  Lo  que  dice  de 
él  Iriarle.  Ib.  —  Su  Jael.  150.  — 
Coloquios  de  la  Espina,  m  ,  254. 

Lo  que  ha  de  ser,  comedia  de  Lope. 
ii ,  551. 

Lorenzo  (El  martirio  de  San) ,  poema 
por  Berceo.  i ,  55. 

Loubavssin  de  la  Marca  (Francisco), 
F.  1617.  — Su  Historia  tragicómica 
de  Don  Enrique  de  Castro.  m,524. — 
Otras  novelas.  557. 

Loyola  (Ignacio  de),  poema  de  Esco- 
bar, ni,  154.  — De  Camargo.  155, 
482. 

Lozano  (Cristóbal) ,  F.  1660.  — Reyes 
Nuevos  de  Toledo,  m,  528.  —  No- 
velas. 328.  —  Prosa  didáctica.  434. 

Lucanor  (Conde),  ediciones  del.  i,81. 

Lucas  ,  obispo  de  Tuy.  Su  Cronicón. 
1,172. 

Li'cena  (Juan  de),  F.  1455.  — Su  Vita 
Beata,  i,  445. 

Lucero  de  Tierra  Santa,  poema  por 
Escoliar,  i,  287. 


476 


Luces  de  la  Aurora,  ni,  529. 

Lucindaro  y  Medusina (Historia  de),  i, 
456. 

Lucrecia  (La) ,  de  M.  F.  Moratin.  iv, 
119. 

Ludueña ,  el  comendador,  i.  473. — 
Su  poesía  didáctica,  m  ,  251. 

Lugo  (Francisco),  F.  102:2.  —  Nove- 
las, ni ,  541. 

Luis  Perez  el  (¡allego  ,  de  Calderón, 
ni  ,  35. 

Luna  (Alvaro  de),  romances  relativos 
á.  i ,  194. —  Crónica  de.  207.—  En- 
tremeses. 271.  —  Su  influencia  en 
las  letras.  372. — Poema  del  mar- 
qués de  Santularia  á  su  caida.  597. 
— Poesías.  175. — Fecha  de  su  muer- 
te, iv  ,  20."  >. 

Luna  (Juan  de),  segunda  parte  del 
Lazarillo,  u  ,  68. —  Sus  Oiálogos. 
ni ,  559. 

Luna  (La)  de  la  Siena  ,  por  Guevara. 
íi ,  440. 

Lüxan  i  Pedro  de),  F.  1565.  i .  25  i. 

Lux  an  de  Sayavedra  (Mateo),  seudó- 
nimo de  .Marti,  ni ,  297. 

Luz  del  alma  ,  por  linca  y  Serna,  ni. 
210. 

I  izan  (Ignacio  de).  M.  1754.  iv.  57. 

—  Arte  poética.  50.  —  Otras  obras. 
53. — Academia  del  Iluen  (insto.  47. 

Luzon  (Juan  de),  F.  1508.— Su  Can- 
cionero, ni,  516. 

Luzman  y  Arbolea,  novela  caballe- 
resco- sentimental ,  de  Contreras. 
ni,  546. 

Llaguno  v  Amírola,  traduce  laAtha- 
lia.  iv,  118. 

Llanos  (Halad  Gonzalez),  sobre  el 
mero  de  Aviles,  iv,  187. 

Llavia  (Ramon),  F.  1Í92. —  Su  Can- 
cionero, i ,  420. 

Llórente  (Antonio) ,  M.  1823.  —  His- 
toria de  la  Inquisición,  i,  487. — 
Publica  los  opúsculos  de  Las-Casas. 
ii,  126.  —  Su  opinion  del  (¡i!  lilas. 

—  Oirás  obras,  i ,  572. 


Macabeo  (Fl),  de  Silveyra.  ni ,  160. 

Macanaz,  perseguido  por  la  Inquisi- 
ción, iv,  45 

Machuca.  (V.  Vargas.) 

Hacías,  el  enamorado,  i,  385-87, 
459. 


IXntCE    ALFABÉTICO 


Madariaga  (Pedro  de),  F.  1505.  n, 
509. 

Madrigal  (Pedro  de),  su  segunda 
parte  del  Romancero  General,  iv  , 
199,407. 

Maestría,  significación  dada  á  esta 
palabra  por  el  autor  del  libro  de 
Apollonio.  i,  20. 

Magalona  (La  linda),  libro  de  caba- 
llerías, i .  52  í. 

Magdalena  (Conversion  de  la),  de  Ma- 
lón de  Chaide.  ni .  410. 

Mágico  (El)  prodigioso,  de  Calderón. 
ui,29. 

Malcasados  (Los)  de  Valencia,  por 
Guillen  de  Castro,  u  ,  429. 

Maldonado  (Alonso),  F.  1620.  — Cró- 
nica universal,  ni ,  500. 

Maldonado  (Lopez),  !•'.  1580. — Sus 
poesías,  ni,  190.— Epigramas.  248. 
—  Romances.  208. 

Malineo  (Guillermo),  ó  Van  Male, 
sus  Carlas,  u  .  52. 

Malí. ara  (Juan  de),  F.  15X0.  —  Au- 
tor dramático,  ii.  152.  —  Refranes 
de.  m  ,  410. 

Malón  de  Chaide  (Pedro) ,  Poesías,  ni, 
199.  —  Su  Conversion  déla  Mada- 
lena.  n  .  !'7;  ni .  419. 

.  el  enamorado,  poeta.  1.554, 
502.  —  Comedia  de  Lope  á  su  asun- 
to, ii ,  530. 

Mal  lea  (  La),  de  Sauz.  ni.  137. 

Malucas  (Conquista  de  las),  por  Leo- 
nardo y  Argeusola.  ni,  302. 

Malvenda  (Jacinto  Alonso  de),  F.  1629. 
m,  550. 

Manojuelo  de  romances,  de  Gabriel 
Laso,  ni,  555. 

Manrique  (  Fr.  Ángel ).  m,  509. 

Manrique  (Gomez).  F.  1482.  i,  431. 

Manrique  (Jorge),  M.  1479.  —  Coplas. 
i,433,  451,  458. 

Manrique  (Pedro),  M.  1 140.  i.  430. 

Manrique  (Rodrigo),  M.  1470.  i,  451. 

Manso  (Fij  de  Ñapóles,  amigo  de  Tas- 
so  y  de  Milton,  ni,  219. 

Mantua  (Marqués  de),  Romances  del. 
i,  137. 

Mantuano (Pedro),  sus  Advertencias 
á  Mariana,  ni,  387. 

Manuel.  (V.  Juan.) 

Manuel  (  Juan  )  de  Portugal ,  F.  1497. 
i,70,  126,473;  ni,  251. 

Manuel  de  Lando.  (V.  Lando.) 

Mañana  (La)  de  San  Juan,  comedia  de 
Lope,  ii,  323. 


DE    NOMURES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Maravillas  (Las) de  Babilonia,  u, 438. 

Marcela  (La),  comedia  de  Virués.  n, 
15o. 

Mar  de  historias,  de  Perez  de  Guz- 
man, i,  427. 

March  (Arnau),  trovador,  i,  555. 

March  (Ausías),  F.  ¡450.—  Sus  poe- 
sías, i,  549,  550,  555,  534,  538. 

March  (Jaume),  trovador.  F.  1571. 
543,  548,  5r>">. 

.March  (Mosen  Pere),  trovador,  i,  553. 

Marchante.  (V.  Leon.) 

Marche  (Olivier  de  la),  su  Chevalier 
Determiné,  u,  51. 

Marco  Aurelio  (El),  de  Guevara,  n,  99. 

Marcos  de  Obregon(El  escudero;,  por 
Espinel,  ni,  505. 

Maruones.  (V.  Salazur.) 

María  Estuardo,  comedia  de  Diaman- 
te. ui,95. 

María  de  Francia,  sus  poesías,  publi- 
cadas por  Roquefort,  i,  91. 

Mariana  (Juan  de),M.  1652. — Jesuíta. 
ni,  579. — Perseguido  por  los  de  su 
orden.  380. — Obras.  582. —Historia 
de  España,  ut,  579. —  De  Speclacu- 
lis.  381. 

Marina  (Francisco  Martinez). — Su  En- 
sayo crítico,  i,  52. —  Sobre  los  orí- 
genes de  la  lengua  castellana,  iv, 
176,  184,  187. 

Marineo  (Lucio)  Sículo.  ii,  24. 

Mariner,  traduce  á  Ausías  March,  i, 
552. 

Marinistas,  m,  202. 

Mármol  Carvajal  (Luis  del),  F.  1575. 
1,480. 

Marmolejo  (Juan),  poeta  del  siglo  xv. 
1,570,571. 

Márquez  (Juan),  F.  1612.—  El  Gober- 
nador cristiano,  ni,  425. 

Martin  (D.),  rey  de  Aragón,  (M.  14C9), 
concede  nuevos  privilegios  al  Con- 
sistorio, i,  546. 

Martí  (Juan),  F.  1605.— Continúa  el 
Guzman  de  Alfarache.  m,  297. 

Martin  el  Tañedor,  poeta  popuiardel 
siglo  xv.  i,  571. 

Martínez  (Antonio),  autor  dramático, 
ni,  104. 

Martinez  (Eugenio),  F.  1600.— Su  To- 
ledana discreta,  n,  245;  ni,  492. 

Martínez  (Pedro),  poeta  del  siglo  xv. 
i,  569. 

Martínez  de  Ampies  (Martin),  F.  1495. 
— Su  Cancionero,  ni,  516. 

Martínez  Cüellar  (Juan),  F.  1663.— 


477 

Sus  comedias,  ni,  92. — Novelas. 350. 

Martínez  de  la  Plaza  (Luis),  M.  1635. 
— Su  traducción  de  Tansilo.  ni,  540. 

Martínez  de  la  Rosa  (Francisco),  i, 
210,211,272;  iv,  91,  152. 

Martínez  Silíceo  (Juan),  m.  190. 

Martirio  de  San  Lorenzo,  poema  de 
Gonzalo  de  Berceo.  i,  55. 

Martorell  (Johannot).  i,  549,  557. 

Martyr  (Pedro)  de  Anghiera  ó  An- 
gleria,  F.  1500.  n,25. 

Mas  (La)  constante  mujer,  comedia 
de  Monlalvan.  u  ,  452. 

Mas  (La)  ilustre  fregona,  de  Cañi- 
zares, ni ,  105. 

Mas  (Los)  dichosos  hermanos,  de 
Morelo.  m,  80. 

Mas  merece  quien  mas  ama ,  de  Men- 
doza, ii ,  465. 

Mas  pesa  el  Rey  que  la  sangre,  co- 
medía de  Guevara,  u ,  440. 

Mas  puede  el  amor  que  la  sangre,  no- 
vela de  Castillo  Solorzauo.  ni  ,550. 

Masdovelles  (Berenguer  de),  trova- 
dor, F.  1455.  i,  548. 

Maspons( Mosen  Domingo),  trovador, 
F.  1594.  ii    505. 

Mata  (Fr.  Gabriel  de) ,  F.  1580.—  Su 
Caballero  Assisio.  ni,  150,  47o. — 
Cantos  morales.  475-81. 

Mata  (Jerónimo  Fernandez),  nove- 
lista, F.  1658.  iii,346. 

Mataplana.  ( V.  lingo.) 

Mates  (Bartolomé),  i ,  572. 

Mathieu  de  Qcercv  ,  trovador  proven- 
zal.  i ,  551. 

Matos  Fragoso (Juan  de) , M.  1668. — 
Comedias,  m,  94. 

Maüry  ( Juan  María ).  i ,  202. 

Mausinho  de  Quevedo  (Vasco),  F. 
1619.  ni,  5.-Í. 

Mayans  y  Siscar  (  Gregorio),  M.  1782. 
— Sus  Orígenes,  n,  10o. —  Edición 
de  las  poesías  de  Fr.  Luis  de  Leon. 
180.  —  Vida  de  Cervantes.  18o.— 
Pastor  de  Filida.  ni ,  280.— Justina. 
505. — Cartas  de  varios  autores. 572. 
—Vida  de  Nicolás  Antonio.  590. — 
Su  aficiona  libros,  iv,  45. —  Retó- 
rica. 49.  —  Su  opinion  acerca  del 
Centón.  202. 

Mayor  ( El)  encanto  amor,  de  Calde- 
rón, ni ,  55. 

Mayor  (El}  monstruo  los  celos,  de 
Calderón,  ni,  46. 

Médico  (El)  de  su  honra,  por  Calde- 
rón, ni ,  55,  42. 


i  78 

Medida  poética  ,  en  el  poema  del  Cid. 
I,  22.— En  el  de  Apollonio.  29. — En 
Santa  Maria  Egipciaca.  50. — EnBer- 
ceo.  55. — En  Alfonso  X.  42. — Ar- 
cipreste de  Hita.  So. — En  Avala.  405. 
—  Introducción  de  las  italianas,  u, 
54.  —  Variedad  de  las  de  Iriarle 
ív,  77. 

Medina  (Johan  ó  .Inan  de),  poeta  del 
siglo  xv.  i ,  562. 

Medina-Sidonia  f  Duque  de),  poesías 
del,  en  el  Cancionero  general,  i, 
175. 

Medina-Sidonia  ( tiuque  de),  traduce 
la  ingenia,  ív,  120. 

Medinilla  (Baltasar  Elisio  de),  ni, 80. 

Medinilla  (Pedro  de),  amigo  de  Lo- 
I»e  de  Vega,  n,  i 

Medora(La),  de  Lope  de  Rueda,  n. 
138. 

Medrano  (Francisco  de),  F.  1617. — 
Poeta,  ni ,  215. 

Mejicana  (La),  de  Gabriel  Lasso  de 
la  Vega,  ni,  147. 

Méjico  conquistada,  de  Escoiquiz.  ív, 
105. 

Mejor  (El)  alcalde  el  Rey,  de  Lope, 
n ,  347. 

Mejor  esta  que  estaba ,  comedia  de 
Calderou.  ni ,  56. 

Mejor  (La)  mujer,  madre  y  virgen, 
poema  sacro  de  Sebastian  .Nieva 
Calvo,  ni,  155. 

Mejor  (El)  representante  >'■'  Ginés, 
por  Cáncer.  i;i .  90. 

Melendez  Valdés  (Juan  .  M.  ¡817.  ív, 
83-91 .  —  Arcaísmos.  90.  —  Come- 
dia. 151. 

Melindrosa  ( La ),  de  Lope,  n,  585 

MelisendraiLa  ,  auto  de  Lope,  n.577. 

Meló  (  Francisco  Manuel  de  ),  M.  1666. 
ni,  211.— Su  Guerra  do  Cataluña. 
599. — Epístolas  poéticas.  515. 

Memorial  de  diversas  hazañas, de  Va- 
lera,  i,  517. 

Mena  (Fernando  de),  su  Teagenes y 
Cariclea.  i,  257. 

Mena  (Juan  de),  M.  1 156. — Su  influen- 
cia en  la  lengua  castellana,  i,  £15.— 
Crónica  de  ü.  Juan,  n  ,  190.— Poe- 
ma a  D.  Alvaro  de  Luna.  208.— No 
es  autor  de  las  copias  de  Mingo 
Revulgo.  274. — Parodia  de  las  Tres- 
cientas. 474.— Poesías.  562,565, 
566,  567,570.— Fecha  de  su  muer- 
te, ív,  294. 

Mengos  ( Miguel  de ).  ni,  533. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Méndez  Silva  (Rodrigo),  cronista  y  es- 
critor de  linajes,  su  Noticia  de  las 
primitivas  representaciones,  i,  291. 

Mendoza  (  ?  ),  poeta  del  siglo  xv. 
i ,  563. 

Mendoza  (Antonio  de),  F.  1622.— Su 
Celestina,  i,  284.  —  Comedia  con 


Villamediana.  n .  524 


Que- 


vedo.  525. —  Otras  comedias,  n, 
465. — Sobre  el  príncipe  Baltasar. 
mi  ,  71. — Comedia  de  Cubillo.  89.— 
Sus  loas.  120. — Poesías  líricas.  230. 
— Romances.  266. 
Mendoza  ( Üieg"  Hurtado  de),  u.  65-84. 
— Su  Lazarillo.  65. — Carta  del  ba- 
chiller de  Arcadia.  74.  —  Carta  al 
cardenal  Espinosa.  501. 

Mendoza  (Fr.  Iñigo  de).  F.  1490.— 
Su  Vita  Christi  en  verso,  ni ,  516. 

Mendoza  ( Iñigo  Lopez,  de),  marqués 
de  Santillaua,  M.  1458.  t,  588-405, 
126. — Poema  de  Juan  de  Mena  en 
elogio  de.  107. — Proverbios  ó  re- 
franes, tu  , 409. 

Mendoza  (Juan  Hurlado  de).  F.  1544. 
Poesía  didáctica  de.  n,  5i>5;  ui,255, 
489. 

Mendoza  (Pedro  de),  poeta  del  si- 
glo xv.  i ,  570. 

Mendoza  (Salazar  de),  sobre  la  ex- 
pulsion de  los  gitanos,  ni , 

Mendoza.  (  V.  Puente  de.) 

Menéenos  (Los)  de  Timoneda.  n,  1 47. 

Meneses (Licenciado), poeta,  F.  1655. 
ni .  572. 

Menina  é  Moca,  de  Bernardim  Ribei- 
ro.  ni ,  288. 

Meras  (Ignacio  de),  F.  1797.— Obras, 
iv,  81. 

Mercader  (El)  amante,  de  Aguilar. 
íi ,  424. 

Mercader  (Gaspar  de),  su  novela  pas- 
toril. iu,539. 

Mercader  y  Cervellon  (  Gaspar  de), 
su  Alfonso  VIH.  ni,  424. 

Mercurio  general ,  de  Isla.  ív,  65. 

MercuriusTrímegístus,  de  Patón,  ni, 
561. 

Merlo  (Juan  de),  i,  571. 

Mesa  (Cristóbal  de),  F.  4612.— Poesía 
épica,  ni,  177.  —  Lírica.  198. —  Di- 
dáctica. 253.— Ataca  el  teatro  anti- 
guo, ii,  476. 

Mescua  (Francesco  de),  trovador,  i, 
534. 

Meson  (El)  del  mundo,  de  Ribera,  hi, 


DE    NOMDRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Mexan,  poeta  catalán,  i,  554. 

Mexía  íDiego),  Parnaso  antartico,  m, 
242,531. 

Mexía  (Ferranl),  F.  1492. — Nobiliario, 
ni,  535. 

Mexía  (Hernán) ,  acaso  el  mismo  que 
el  anterior. — Sus  poesías  en  el  Can- 
cionero general,  i,  466. 

Mexía  (Luis),  F.  1540.  n,  9í. 

Mexía  'Pero),  M.  1531  —  Somete  sus 
obras  á  la  Inquisición,  ir.  I!.  —  Su 
Silva  de  varia  lección.  95.— Diálo- 
gos. 96. — Crónica.  1 13. 

Mey  (Felipe),  F.  1580.— Sus  rimas. 
ni,  508. 

Michel  (Franeisque),  literato  francés, 
publica  la  crónica  rimada  de  Espa- 
ña, r,  27. 

Milagros  (Los)  de!  Desprecio,  de  Lo- 
pe, ni,  85. 

Milagros  (Los)  de  Nuestra  Señora,  de 
Berceo.  i,  55. 

Milan  (Luis),  i.  486. 

Milanés  (JoséG.),  Obras,  i,  151. 

Miles  gloriosus,  comedia  de  Plaulo, 
traducida,  u,  520. 

Millot,  su  Historia  de  los  trovadores, 
citada,  i,  59. 

Mimoso  (.luán  Sardina),  Relación  de  la 
tragicomedia,  m,  ¡11. 

Minerva  sacra ,  de  Toledano,  ni, 
506. 

Mixgo  Hevulgo  (Coplas  de),  i,  272-5.— 
Glosadas  por  Pulgar. Jb. 

Miqüell  (Bernat),  trovador,  i,  553. 

Mirados  de  Nuestra  Señora,  por  Cor- 
ee o.  (V.  Milagros.) 

Mira  de  Mescua  (Antonio),  F.  1635. — 
Comedias,  n,  462. — Su  conde  Alar- 
eos,  i,  151. 

Miranda.  (V.  Seta.) 

Miranda  y  Villafa5íe  (Francisco),  F. 
1582.  n,  509. 

Mira  val  (Raimundo  de) ,  trovador,  i, 
530. 

Misterios  antiguos  españoles,  i,  268. 
— Tiempo  de  Carlos  Y.  297. — Pasan 
á  ser  autos,  ir,  150. 

Místicos  (Escritores),  m,  414. — Suin- 

fluencia  en  la  literatura.  419. 
Mocedades  (Las)  de  Bernardo,  come- 
dia de  Lope,  n, 546. 
Mocedades  (Las)  del  Cid,  por  Guillen 

de  Castro,  n,  452. 
Mohamad  Rabadán  ,  F.  1603.  —  Poe- 
ma aljamiado  de.  ui,441  ;iv,  275. — 
326,  "425. 


479 

Mojiganga  del  Gusto ,  por  Castillo,  ni , 
546. 

Mojigata  (La),  de  Moratin.  iv,  140. 

Moliere,  imita  á  Lope.  n,321.  —  A 
Tirso.  456.  —A  Morelo.  ni,  83.  — 
Imitado  por  Moral  in.  ív,  142. 

Molina.  (  V.  Argot e  de. ) 

Molina  (El  bachiller  Juan  de),  ni,  518. 

Molina  (Tirso  de),  sus  comedias,  u, 
434.  —  Novelas,  ni ,  312. 

Momo  (Historia  moral  de),  por  Noy- 
dens.  ni ,  525. 

Monarquía  (La)  hebrea,  por  el  mar- 
qués de  San  Felipe.  ív,  24. 

Moncada  ( Francisco  de) ,  F.  1623.  — 
Expedición  de  catalanes,  m,  596. 

Moncada  (Sancho  de).  Sobre  la  ex- 
pulsion de  los  gitanos,  ni,  443. 

Moncayo  y  Gurrea  (Juan),  marqués 
de  San  Felices.  —  Su  Atalanta,  ni, 
163. —  Poesías.  211. 

Moncayo  (Mosen),  poeta  del  siglo  XV. 
i ,  57 1 . 

Moncayo  (Pedro de),  F.  1589.— Cro- 
nista, ni ,  519.  —  Su  Romancero.  ív, 
405. 

Moudego  (El),  por  Saa  de  Miranda, 
ni,  243. 

Mondéjar  (Marqués  de),  F.  1770. — 
Su  Yida  de  Don  Alfonso  el  Sabio,  i, 
41.  — Advertencias,  m  ,  587. 

Monestir ( Mossen  del),  trovador,  i, 
555. 

Monroy,  escritor  dramático,  ni,  92. 

Monserrale  (El),  de  Virués.  ni,  151. 

Monstruo  (El)  imaginado,  de  Ledes- 
ma.  ni,  200. 

Montagnagout  ,  trovador  provenzal, 
sus  relaciones  con  Alfonso  X.  i,47. 

Mqntalvan.  ( V.  Perez. ) 

Mo.ntalvo  (Garci  Ordoñez de),  tra- 
duce y  aumenta  el  Amadís.  i,  254. — 
Sus  Sergas  de  Esplandian.  241. 

Montalvo  (  Luis  Calvez  de).  M.  1591. 
—  Su  Pastor  de  Filida.  m ,  280.  — 
Sobre  la  escuela  italiana,  u ,  61.    . 

Montañés  (El)  en  la  corte,  de  Cañi- 
zares, ii ,  103. 

Montanos  (Alfonso  de),  poeta  del  si- 
glo xv.  i,5í;5,  364,566. 

Monte  Calvario,  de  Guevara,  n,  105. 

Monteiro.  ( V.  Bárrelo.) 

Montejo  (Fr.  Benito),  su  Disertación 
sobre  los  principios  de  la  indepen- 
dencia de  Castilla,  i ,  98. 
Montemayor  (Jorge  de),  M.  1561. — 
Su  Diana  enamorada,  u,   194;  m, 


480 

276. —  Traduce  á  Ausias  March,  i, 
552.  —  Poesía  narrativa,  m,  1  tí ! . — 
Lírica.  188.  —  Satírica. 257 — Églo- 
gas. 276.  —  Su  Historia  del  moro 
Abindarraez.  535. — Muerte  de.  536. 

Montengon  (Pedro  de).  F.  1815.  iv,  82. 

Montería  (La) ,  de  Alfonso  XI.  i ,  83. 

Montería  (Libro  de) ,  de  D.  Juan  Ma- 
nuel, i ,  69. 

Montkser,  escritor  dramático,  ni  ,92. 

Montesino  (Ambrosio)  el  Cartujano, 
F.  1502.  —  Su  Vita  Christi.  i,  442. 

—  Caucionero,  tu,  517. 
Montesinos  (Romances  de),  i .  157. 
Montiano   y  Lütando  (Agustín),  M. 

1764.  —  Su    Virginia,  iv  ,    116-  — 

Ataúlfo.  1 17. 
Montoro  (Antonio  de),  i ,  568  .  571 . 
Montoro  (Juan  de),  poeta  del  siulo  xv. 

1,571. 
Montoro.  (V.  Perez.) 
Moraes  (Francisco),  traduce  el  Pal- 

merin  de  Inglaterra,  i,  24V 
Mopaes  y  Vasconcellos  I  Francisco 

Botelhodej,  F.  1734.— Obras. iv,  18. 
?»1oraleja  (José),  F.  1741.  —  Novelas. 

u¡,  544.  —  El  Entretenido,  n  .  16. 
Morales  i  Ambrosio  de),  M.  1591. — 

Su  Historia  de  España,  ni T 596,  .V>¡. 

—  Discursos  íi,  93. —  (.arta;-,  ni , 
364.  —  Epístola  en  latín  y  castella- 
no. iv ,  190. — Alaba  á  Roscan,  ii,  53. 

Morales  ,  cómico  representante,  ni, 
111. 

Morai.es  (Juan  de),  F.  1600.— Églo- 
gas, iu,  247. 

Morales  i  Juan  Bartolomé),  F.  1620. 

—  Traduce  la  Primavera  de  Lobo. 
ni,  288. 

Morales  (Licenciado) ,  F.  1655.  ni  . 
512. 

Morales.  (V.  finio.) 

Morales  de  San  Gregorio  ,  por  Avala. 
1,18(5. 

Moralidades  de  Lope  de  Vega,  n,  509. 

Morana  ,  poeta  del  siglo  xv.  i ,  565. 

Moratin  (Nicolás  Fernandez  de),  M. 
1780.  —  Obras,  iv,  71.  — Tertulia. 
72.  —  Improvisaciones.  75.  —  Co- 
medias. 118,  119.— Desengaño  al 
teatro.  126. 

Moratin  (Leandro  Fernandez  de),  M. 
1828. —Teatro,  iv,  155-42.— Poe- 
sías. 107.— Auto  de  fe  de  Logro- 
ño, m,  445. —  Sobre  el  teatro  anti- 
guo, i,  272,  281.  — Sobre  el  Libro 
del  Tesoro  y  las  Querellas,  i ,  48. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Morayma (Romance  de),  i,  427. 
Moreno  (Juan),  poeta  valenciano,  i  , 

55S. 
Moreno  de  Vargas  (Bernabé) ,  F.  1650. 

—  Lo  que  dice  acerca  de  la  Cróni- 
ca de  D.  Rodrigo,  i ,  51.S. 

Moreto  (Agustín j,  M.  1669.  —  Escri- 
tor dramático,  sus  comedias,  ni , 
79,88. 

Morillo  i  Diego  de),  su  Poesía  didác- 
tica, ni.  255. 

Moriscos  (Expulsion  de  los),  ni ,  440. 

—  Literatura  de  los.  n  ,  247,  417- 
25. 

Moros  latinados,  qué  cosa.  ív,  1S2. 

Mosquea  (La),  deVillaviciosa.m,  170. 

Mosquera  de  Barnoevo  (Francisco), 
F.  1012.  —  Su  Numantina.  m,  180. 

Mosqueteros,  qué  sean,  ni,  115, 117. 

Motes  con  glosa,  del  Cancionero  Ge- 
neral, i,  470. 

Moxica,  poeta  del  siglo  xv.  i,562, 570. 

Moya  (Juan  Martinez  de),  F.  1650.  m, 
r>¡.¡ 

Moza  (La) ,  de  Cántaro  de  Lope,  n,  550. 

Mucio Escévola,  de  Leiva.  ni,  90. 

Muerte  (La)  de  Raldovinos,  de  Lei- 
va. ni.  90. 

Muerte  (La)  de  Raldovinos,  por  Cán- 
cer, ni,  168. 

Muirte  (La),  entierro  y  bonras  de 
Clirespiua  Marauzmana.  m,  169. 

Mujeres  (Loor  de  las),  por  Acosta. 
ni,  414. 

Mullí  i;  (Juan) ,  escritor  suizo,  su  Vi- 
da del  Cid  Campeador,  i,  17. 

Mumin  (  Elj .  obra  de  un  morisco  es- 
pañol, ni,  440. 

Müntaner  (Ramon),  F.  1528.  —  Su 
(irónica,  i,  556. —  Uso  que  de  ella 
hizo  Moneada,  m  ,  596. 

Muñecas  (Las)  de  Marcela,  por  Cubi- 
llo, in.  Sil. 

Muñoz  (Antonio),  F.  1759. — Obras, 
iv,  21. 

Muñoz  (Juan  Bautista),  F.  M.  1799. — 
Historia.  ív,  104. 

Miratori,  Delia  perfelta  poesía,  ir, 
52. 

Murgelana  (La)  del  Oriolano.  m,500. 

Morillo  (Gregorio),  F.  1600.— Sáti- 
ras, ni ,  257,  255. 

Música  (La),  poema  de  Iriarte.  ív,  78. 

Música  do  Parnasso  ,  por  Botellio  de 
Oüveyra.  ni,  515. 

Muza  (Romances  de),  i ,  152. 

Muzárabes,  su  condición.  ív,  182. 


4 


DE  NOMBRES  PROPIOS  Y  MATERIAS. 


Nacimiento  de  Cristo,  auto  de  Lope. 
ii,  359,  381.— De  Diamante,  m,  102. 

Nacimiento  (El )  de  la  Mejor,  de  Val- 
divielso.  íi,  464. 

Nagore  (,Fr.  Agustín ).  m,  553. 

Naiiarro.  (V.  Torres.) 

Nájera  (Esteban  de),  silva  de  Ro- 
mances, iv,  194. 

Ñapóles  recuperada ,  poema  del  prin- 
cipe de  Esquiladle,  ni,  182. 

Narvaez  (D.a  Hipólita),  poetisa  (F. 
1613).  ni,  198. 

Narvaez,  el  de  Antequera,  su  histo- 
ria, ni,  333. 

Narvaez  (Juan  de),  F.  1518.— Sus 
dos  poemas,  ni,  467. 

Nasarre  (Blas),  Sobre  el  teatro  an- 
tiguo español,  i ,  272.— Sobre  Cer- 
vantes, íi ,  250. 

Nat  de  Mons  ,  trovador  provenzal, 
dedica  á  Alfonso  X  su  poema  sobre 
la  influencia  de  los  astros,  i ,  38, 
47 ,  53 1 . 

Natividades  de  Zaragoza,  colección 
de  novelas  de  Aguirre  del  Pozo, 
ni ,  550. 

Naufragio  de  Manuel  de  Souza.  m,  173. 

Navagiero  (Andrea),  su  grande  in- 
fluencia en  la  poesía  castellana, 
ii ,  29. 

Navarra  (Pedro),  F.  1367.— Diálo- 
gos, ii,  94. 

Navarrete  (Martin  Fernandez  de), 
colección  de  viajes,  i ,  221 ,  222.— 
Vida  de  Cervantes,  ii,  185. — Sobre 
Lope.  217, 281. —Cadalso,  ív,  75.— 
Samaniego.  280. 

Navarrete  (Pedro  Fernandez  de),  F. 
1625.— Su  perfecto  privado.  iii,423. 

Navarrete  y  Ribera  (Francisco  de), 
novelista  ,  F.  1644.  ni ,  552. 

Navarro  (Cristóbal),  escritor  anti- 
guo dramático,  n ,  569. 

Navarro  (Gonzalo),  F.  1685. — Ataca 
el  teatro,  m,  70. 

Navarro  (Mossen),  trovador.  i,533. 

Navas  (Las)  deTolosa,  poema  épico 
de  Mesa,  ni,  178. 

Naves  (Las)  de  Cortés,  por  Moratin. 
iv,  71. 

Navidad  y  Corpus  Cliristi,  de  Lope. 
ii ,  359. 

Navidades  en  Madrid  ,  novela  de  do- 
ña Mariana  de  Carvajal,  ni ,  345. 

Neapolisea  (La),  de  Trillo,  ni, 532. 

Necio  (El)  bien  afortunado,  de  Sa- 
las Barbadillo.  ni,  339. 
TOM.  IV. 


;81 

Negrete.  (V.  Ta falla.) 

Nibelungenlied ,  poema  nacional  de 
los  alemanes. — Es  posterior  al  del 
Cid,  de  medio  siglo,  i,  27. 

Nicolás,  el  de  los  romances,  i,  121. 

Nicolás  (San)  de  Tolenlino,  de  Lo- 
pe. n,565. 

Nidel  (Fr. ),  de  la  orden  del  Cristel 
(seudónimo  de  Castillejo),  n ,  499. 

Nieremeerg  (P.  Eusebio  de).  iii,425. 

Nieva  Calvo  (Sebastian  de),  F.  1625. 
—Su  poema  de  la  Virgen,  ni,  155. 

Ninfas  y  pastores  de  Henares,  de 
Gonzalez  de  Bobadilla.  ni,  283. 

Niña  (La),  de  Gomez  Arias,  de  Cal- 
derón, mi,  38. 

Niña  (La)  de  los  embustes,  de  Cas- 
tillo Solorzano.  iu,508. 

Niño  (Pero) ,  conde  de  Buelna  ,  cró- 
nica de.  i,  206. — Versos  á.  418. 

Nise  laureada  y  Nise  lastimosa,  de 
Bermudez.  n,  157. 

Noche  de  Ivierno,  de  Rozas,  ni,  212. 

Noche  (La)  de  San  Juan,  de  Lope, 
ii ,  388. 

Noche  oscura .  de  San  Juan  de  la 
Cruz,  ni,  416. 

Noches  alegres,  de  Ortiz  Gallardo. 
iv ,  47. 

Noches  claras,  de  Sousa.  ni,  427. 

Noches  de  invierno,  de  Eslava,  m, 
340. 

Noches  de  placer,  de  Castillo  Solor- 
zano. ni ,  547. 

No  hay  amigo  para  amigo,  de  Rojas, 
iv,  67. 

No  hay  bien  sin  ajeno  daño,  comedia 
de  Antonio  Sigler.  ni ,  91. 

No  hay  cosa  como  el  callar,  de  Cal- 
derón, ni  ,54. 

No  hay  plazo  que  no  se  cumpla,  co- 
media de  Zamora,  ni ,  105. 

No  hay  ser  padre  siendo  rey,  de  Ro- 
jas, ni,  85. 

Nombres  de  Cristo,  de  Fr.  Luis  de 
Leon,  ii,  176;  m,  560. 

Nombres  y  atributos  de  la  Virgen, 
poema  en  octavas,  de  Alonso  Bo- 
nilla, ni,  509. 

Noroña  (Gaspar  de),  M.  1815.— Obras, 
iv,  82. 

Novel  (Le)  Confort,  composición  pro- 
venzal ,  es  l'a  primera  en  que  se  ha- 
lla usada  la  copla  de  cuatro  versos. 
i,  54. 

Novelas  amorosas,  de  Camerino,  m 
541. 

31 


482 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Novelas  españolas  (Origen  y  carácter 
de  las).  iii,272-o. — Pastoriles. 275- 
90.— Picarescas.  292-31 1.— Histó- 
ricas. 31-2-29. 

Novilens  (Fr.  Benito  Remigio  de), 
F.  1660. — Historia  de  Momo,  ni, 
525. — Publica,  acrecentado,  el  Te- 
soro deCovarrubias.  iv,  12. 

Nució  (Martin),  su  Romancero,  iv, 
195. 

Nueva  idea  de  la  tragedia  antigua, 
de  Salas,  iv.  31. 

Nueva  Jerusalen,  María,  de  Escobar. 
ui,154,  155. 

Nuevo  járdin  de  flores  divinas,  por 
Bonilla,  n.  508. 

Nuevo  (El)  inundo,  poema  de  Bo- 
Moraes.  iv,  19. 

Nuevo-Mundo  de  Cristóbal  Colon, 
por  Lope,  n  ,  339. 

Nuevo-Mundo  (Historia  del),  por  Mu- 
ño/.. iv,  101. 

Nuevo  plato  de  manjares,  colección 
de  poemas,  por  Luis  Antonio,  m, 
531. 

Numancia  (La),  de  Cervantes,  n. 
205— De  Avala,  iv.  122. 

Kumantina  (La),  de  Mosquera  de 
Barnuevo.  ni,  180. 

Nuñez  (Nicolás),  aumenta  an  capí- 
lulo  á  la  C  reel  de  amor,  de  San 
Pedro,  i ,  i'.hi. 

Nuñez.  (V.  Cabeza  de  Yaca.) 

Ñi  ñez  de  Alda  (üiego),  F.  L'iG".  n, 
509. 

Nuñez  de  -Castro  (Alonso),  M.  1711. 
— Corona  gótica.  ¡  i.  401 

Nuñez  de  Gl/man  (Fernán),  el  co- 
mendador griego,  ni,  173.— Car- 
tas. 364.— Refranes.  409.— Comen- 
tario á  Juan  de  Mena,  i,  412. 

Nuñez  de  Liao  (F.  1600).  sus  Oríge- 
nes de  la  lengua  portuguesa,  iv, 
163. 

Nuñez  de  Reinoso  (Alonso),  F.  1352» 
— Su  novela,  ni ,  515. 

Nuñez  de  Velasco  (Francisco),  F. 
1614.il,  510,  513. 

Nuñez  de  Yili  ai/an  (Juan),  F.  1530. 
—Cronista,  i,  181. 

Obelisco  fúnebre,  de  Lnra.  m,5. 
Obras  \  dias ,  de  Nieremberg.  m,  425. 
Obregón  (El  escudero  Marcos  de), 

por  Espinel,  ni,  305. 
Ocasipo  (Floriande),  M.  4553.— Cror- 

nista.  i",  i  12. —Da  á  luz  la  Crónica 


General.  115. — Su  credulidad.  Ib. 

— Su  Historia  de  España. 513. 
Ocaña  (Francisco  de).  F.  1603.— Sus 

I  oesias  líricas,  m,  198. 
Ochoa  (Eugenio de). i  ,20,28. 
Ocios  de  Castalia,  de  Ovando  Sanla- 

ren.  ni ,  504. 
Ocios  de  españoles  emigrados,  iv, 

154. 
Oliva  (Conde  de).  F.  1511.— Poeta. 

i ,  473. 
Oliva  (  Fernán  Perez  de),  M.  1530  — 

Obras.  u,93i — Tr  ducciones.  131. 

—Diálogo  latino-castellano. u;  190. 
Olivante  de  Laura  ,  por  Tui  quemada. 

i,  253;  ni,  4-12. 
Olivares  <  Conde-duque  de),  protege 

á  los  literatos,  n  ,  428. — Persigue  á 

Quevedo.  401. 
Olivares  (Jerónimo  de),  i,  407. 
Oliver  (  Miguel  Jerónimo),  poeta  va- 
lenciano, i.  1)2.'). 
Oliveros  de  Castilla  y  Artús  de  Al- 

garve  ,  libro  de  caballerías,  i ,  525. 
Oliveyra.  (V.  Botelho.) 
Ollero  (Fl)  de  Ocaña,  comedia  de 

Guevara,  u,  441. 
Olmedo  (Alonso  de),  cómico  repre- 

sentanle.  ni  ,111. 
Ommi.ida  (La),  de  Noroña.  iv,  82. 
Osa  (Pedro  de),  F.  1596.— Su  Arau- 

co  domado,  m  .  146  .471. 
Oña  (lomas  de),  F.  1660. -Su  colec- 
iii  de  poesías,  ui.  526. 

.  en  España,  ni ,  35,  104;  iv, 

115. 
Opiniones  (Las)  de  los  sabios,  de 

Francisco  de  Guzman,  m  .  252. 
Oración  apologética, de  Forner.  iv.93. 
Ordoñez de Ceiiai  Los(Pedro),F.  1614. 

—  Viaje  de.  ni,  422. 
Oí  feo  (El),  de  Jáuregui.  ni,  222.— De 

Monlalvan.  n,  44'i. 
Orfeo  militar,  de  Ovando  Santaren. 

ni,  183.504. 
Oria  (Santa),  de  Pcrceo.  i.32. 
Oriente  (Alvarez  de),  i ,  2,".:0. 
Origem  da  lingoa  portoguesa,  por  Nu- 
ñez. tie  Liao.  iv,  165. 
Origen,  antigüedad  ,  etc. ,  de  la  Vir- 
gen de  Monserrate.  m,  152. 
Origen  de  la  comedia,  por  Casiano 

Pellicer.  fu ,  25. 
Origen  de  la  lengua  española,  por  Al- 

drele.  iv,  105. 
Orígenes  de  la  poesía  castellana,  por 

Velazquez,  iv,  48. 


DE    NOMBRKS    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Orlando  determinado,  por  Bolea,  m, 
157,486. 

Orlando  (Kl)  enamorado,  de  Boyardo, 
traducido  por  Garrido  de  Villena. 
iu,157,488. 

Orlando  furioso,  de  Urrea.  nt ,  156, 
483.  —  De  Alcocer.  183 —De  Vaz- 
quez de  Coniferas.  183. 

Orlando  furioso,  seguíala  parte,  por 
Espinosa,  ni,  156. 

Orozco  (Fr.  Alonso  de),  F.  15G9.  ni, 
4-20 ,  558. 

Ortega  (Francisco  de),  F.  en  el  si- 
glo xvm. — Su  poema  descriptivo  de 
Monserrate.  1:1 ,  152. 

Ortega  (Fr.  Juan  de),  monje  Jeróni- 
mo, supuesto  autor  del  Lazarillo. 
n,67. 

Ortkga  ú  Ortiiega  (Jehan  d'),  poela 
del  sig'o  xv.  i ,  565. 

Ortessa (Pong  d')',  trovador,  i,  534. 

Ortiz  (Agustín),  F.  1555  — Escritor 
dramático,  su  coinedia  Radiana.  n, 
loa. 

Orí  iz  (Alonso) ,  F.  1593.  —  Tratados 
de.  i,44M. 

Ortiz  be  Calderón  (Francisco),  poeta 
del  siglo  xv.  i,  571. 

Ortiz  de  Calderón  (Sancho),  i ,  571. 

Ortiz  de  Stuñiga  ó  Zuñirá  (Iñigo), 
mariscal  de  Navarra,  poeta  del  si- 
nk) xv.  i,  561. 

Ortiz  de  Zuñiga  (Diego),  F.  1070  — 
Sus  Anales  de  Sevillu,  citados,  i,  59. 
— Lo  que  dice  acerca  de  Argote  de 
Molina.  ív,  213,  220. 

Or  ir/  Gallardo  de  Villaroel  (Isidro), 
F.  1758.  —  Sus  Noches  alegres,  iv, 
47. 

Ortografía  castellana,  de  la  Academia. 
ív,  13» — De  Alemán.  14. 

Osoi-.io.  (V.  Sanl/xtcban.) 

Oro  (Micer).  i,  554. 

Ottava  rima  ,  la  mas  antigua  en  la  poe- 
sía castellana,  i,  48.  —  De  Buscan. 
ii,37. 

Ovando  Samaren  (Juan  de  la  Vicio- 
ría),  F.  1689.  —  Su  Or  leo  militar. 
Di,  185,504. 

Oviedo  (Cosme  de),  autor  de  compa- 
ñías de  teatro,  ni,  1 18. 

OviBuo.  (V.  Fernandez  de.) 


Pacheco  (Francisco),  M.  1654.  Pin- 
tor y  escritor,  m  .  191.— Su  Tratado 
de  ia  pintura.  255. 


483 

Padecopeo  (Gnbriel ),  seudónimo  lo- 
mado por  Lope,  ii ,  283. 

Padilla  (Johan  de) ,  poela  del  siglo  xv. 
i,  561,562,571. 

Padilla  (Juan  de),  el  Cartujano,  F. 
1515.  —  Su  Retablo.  i,440.  — Doce 
Triunfos.  441. 

Padill\  (Lorenzo  de),  cronista,  u,  113. 

Padilla  (  Pedro  de),  F.  1600.— Amigo 
de  Cervantes,  n  ,  198.  —  I  raduce  á 
Cortereal.  ni,  175.  —  Poesía  lírica. 
189.  —  Églogas.  246.  —  Romances. 
265. 

Padre  (Rl) engañado,  nulo  de  Lope, 
ii ,  577. 

Padrón.  (V.  Rodriguez.) 

Paiz.  (V.  Tejada.) 

Pagan.  (V.  Ramirez.) 

Palacio  (El)  confuso,  de  Mira  de  Mes- 
cua.  ii,  4(j3. 

Palacios  (José  María),  su  Cajista,  iv, 
14. 

Palacios RüRios(Juan  Lopez  de  Vive- 
ro), F.  1524.  —  Su  Esfuerzo  bélico 
heroico,  n ,  77. 

Palaiox  y  Mendoza  (Juan  de),  m,  440. 

Palea  ,  trovador  ó  juglar,  i .  492. 

Palencia (Alonso  de),  F.  1474.— Cró- 
nica, i ,  195.  —  Vocabulario,  n,  107. 

Palmerin  de  Inglaterra  ,  por  Hurtado. 
i,  247.— Traducciones  de.  248. 

Palmerin  de  Oliva,  i ,  216. 

Palsiireno  (Lorenzo),  F.  1570. — Pro- 
verbios.  ni ,  4t0. 

Palomf.que  (Diego),  poeta  del  siglo  xv. 
1 ,  570. 

Pamphilo  Maurian  ó  Mauriliano,  poe- 
ta latiñodel  siglo xiii. — Imitado  por 
el  Arcipreste  de  Hita,  i ,  87. 

Pan  y  Toros  ,  sátira,  iv,  104. 

Panegírico  (El)  de  Guillen  de  Avila. 
111/400. 

Panegírico  funeral,  de  Paravicino.  m, 
552. 

Pantoja  ,  contra  el  teatro.  ív  ,  145. 

Pan/ano  i  Martin) ,  F.  1759.  —  Lo  que 
dice  de  Calderón.  111 ,  24. 

Para  algunos,  novela  de  Matías  de  los 
Reyes.  111,  344. 

Para  (El)todos,  deMonlalvan  111. 343. 

Para  sí ,  de  Fernandez  y  Peralta.  111, 
oii. 

Paraíso  cerrado,  de  Soto.  111.  532. 

Pahavicino-y  Arteaga  (  Fr.  Horleesio 
Félix),  M.  1G33.  —  Poela  y  predica- 
dor de  la  corte.  111,  209. —  Su  cul- 
tismo. 563,  552. 


484 


ÍNDICE    ALFAEÉTIC) 


Pardo  de  Monzojí  (Mauuala),  poetisa, 
ni,  507. 

Paredes  (Amonio  de),  F.  1623.— Sus 
Rimas,  ii! 

Paredes  (Las)  oyen,  de  Alarcon.  11, 
469. 

PAr.is(Juan  de),  escritor  dramático, 
F.  1558.  ii,  132. 

Parnaso  (El)  español,  de  Quevedo.  n, 
404. 

Párraga  Martel  de  la  Fuente  (Fran- 
cisco),  F.  1690.  —  Su  Lisseno  y  Fe- 
nisa.  ni,  3¿9. 

Partida  (La)  del  ánima,  de  Juan  de 
Narvaez.  ni ,  467. 

Partidas  (Las  Siete) ,  obra  de  D.  Alon- 
so el  Sabio,  i ,  54. —  Examen  litera- 
rio de  ellas.  53. 

Panos  (los),  de  Gil  Vicente,  su  se- 
mejanza á  los  graciosos  del  teatro 
español,  n ,  1  15. 

Pasajero  (El),  de  Figueroa.  m,  283, 
122. 

Pasión  de  Nuestro  Señor,  poema  en 
tercetos,  por  el  principe  de  Esqui- 
ladle, ni ,  51  í. 

Pasión  del  Hombre-Dios,  porDávila. 
ni,  133. 

Paso  (El)  de  los  dos  ciegos,  por  Timo- 
neda.  ii,  148. 

Paso  (El)  honroso,  de  Suero  de  Qui- 
ñones, i ,  201. 

Pastor  de  Filida  .  de  Montalvo.  m,  280. 

Pastor  ( El )  de  Clenarda ,  de  Dolelbo. 
ni  ,  286. 

Pastor  (El)  Fido,  de  Guarini,  tradu- 
cido por  Figueroa.  m  ,  283,  545.  — 
Por  I).a  Isabel  Correa.  Ib. 

Pastor  (  El )  Fido,  comedia  de  Calde- 
rón, ni ,  285. 

Pasloi  (El)  lobo,  auto  de  Lope,  u,  376. 

Pastoral  de  Jacinto,  por  Lope,  u,  308. 

Pastores  de  Belén ,  por  Lope,  u,  283. 

Pastores  de  Iberia,  de  Bernardo  de 
la  Vega,  ni,  285. 

Pastores  (Los)  del  Bétis,  de  Saave- 
dra.  ut,  287. 

Patón.  (V.  Ximenez.) 

Pairañuelo  (El),  de  Timoneda.  m,  534. 

Patricio  (El  Purgatorio  de  San) ,  por 
Montalvan.  n  ,  445.  —  Comedia  de 
Calderón.  m,27. 

Patron  de  España, de  Mesa.ni,  177-8. 

Patrona  (La)  de  Madrid,  de  Barbadi- 
11o.  ni»  180. 

Pecador  (El)  venturoso,  novela  de  Sa- 
las Barbadillo.  ni,  549. 


Pedraza  (García  de),  poeta  del  si- 
glo xv.  i ,  571. 

Ped¡;.v/..\  (Juan  de),  F.  1551.— Su  Dan- 
za de  la  muerte,  iv  ,431. 

Pedro  ,  infante  de  Portugal  (F.  1440), 
poeta  i,  405. 

Pedro  II  de  Aragón  (M.  1212),  prote- 
ge la  literatura  provenzal.  i,  529. 

Pedro  ill  de  Aragón  (M.  4285).  i ,  540, 
509. 

Pedro  IV  de  Aragón  (M.  1387).  i,  345. 

Pedro  el  Cruel,  rey  de  Castilla,  su 
crónica,  por  Ayala.  i,  488. — Roman- 
ces de.  189.  —  Comedias.  189;  m, 
42,81. 

Peguilain  ( Aimeric  de ) ,  trovador,  i, 
528. 

Pelato.iv,  478. — Poema  de,  por  el  Pin- 
ciano.  ni ,  179. — l'or  Soiis.  iv,  46. — 
Tragedia,  por  Quintana.  109. — Por 
Jovellanos.  12í. 

Pelegrin  Cathalan( Blasco ),F.  4579. 
— Su  Poema  didáctico,  ni,  553. 

Pei.licer  (Casiano),  Sobre  la  come- 
dia española,  ni,  2o. 

Pellicer  de  Toledo  (Ignacio  Alvarez), 
F.  4653.  —  Escritor  dramático,  ni, 
401. 

Pellicer (J.  A.),  Examen  del  Anti-Qui- 
jote.  i.  52. — Vida  de  Cervantes,  ii, 
252.— Sobre  Nasarre.  250.— Sobre 
el  Buscapié.  ív,  209.  —  Su  edición 
del  Quijote.  233. 

Pellicer  y  Torar  (José),  F.  4630.  — 
Lecciones  á  Góngora.  ni,  207,  509, 
540. 

Pensil  de  principes ,  colección  de  poe- 
sías ,  por  Gabriel  Ayrolo.  ni,  501. 

Peña,  poeta  del  siglo  xv.  i,  570. 

Peñalosa,  poela  del  siglo  xv.  i,  571. 

Peñasco  (El)  de  las  lágrimas,  por 
Francia  y  Acosta.  ni,  513. 

Peor  está  que  estaba,  comedia  de  Cal- 
derón, ni,  56. —  Imitada  por  Lesa- 
ge.  ív,  67. 

Peralta  Barnuevo  (Pedro  de),  F. 
4752.  —  Su  Lima  fundada.  ív,  49, 
597. 

Perálvarez  de  Ayllon,  su  comedia 
de  Preteo  y  Tibaldo,  n,  527. 

Perdigón,  trovador,  i,  330. 

Peregrino  (El)  curioso,  de  Villalba. 
ni,  496. 

Peregrino  (El)  indiano,  de  Saavedra. 
ni,  447. 

Peregrino  (El)  en  su  patria,  de  Lo- 
pe. ii,279,  509, 


RE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Peregrino  (Rafael),  seudónimo  de 
Antonio  Perez,  m,  56o. 

Peregrino  y  Ginebra  (Amores  de),  no- 
vela, ni,  314. 

Peregrinos  pensamientos, de Boniila. 
ni,  509. 

Pereira  (Antonio  Neves),  Sobre  Saa 
de  Miranda,  ni,  246. 

Perez  (Alonso),  su  poema  narrativo. 
111,161.-811  Diana.  278. 

Perez  (Antonio),  M.  1611.  —  Cartas  y 
relaciones,  ni .  565-70. — Suceso  de, 
narrado  por  Herrera.  591. — Argen- 
sola  se  le  muestra  contrario.  218. — 
Fué  poeta,  ni,  570. 

Perez  (Gonzalo),  F.  1553. —  Traduc- 
ción de  la  Odisea,  u,  31 ;  ni,  563. 
— Versos  sueltos  de.  31. 

Perez  (Juan  Bautista ),  F.  1595. — Ata- 
ca los  falsos  cronicones,  ni,  590. 

Perez  (Luis),  su  í<losaá  las  coplas  de 
Manrique,  i,  457. 

Perez  (Marcos),  sus  Siete  Sabios. w, 
556. 

Perez  (Miquel).  poeta  valenciano,  m, 
518. 

Perez  (Nicolás),  Sobre  Don  Quijote. 
n,  252. 

Perez.  (V.  Arias.) 

Perez.  (V.  Ramirez.) 

Perez  BAYER(Francisco),  ilustra  y  au- 
menta la  Bibliolheca  Veius .  de  An- 
tonio, i,  250.  —  Obras,  iv,  35,  599. 

Perez  de  Culla  (Vicente),  F.  1635. — 
Su  poema  de  la  Expulsion  de  los 
Moriscos,  ni,  501. 

Perez  de  Guzman  (Alonso),  carta  de 
D.  Alonso  X  á.  i,  40. 

Perez  de  Guzman  (Fernán).  F.  1460. 
— Sus  varias  obras,  i,  192-4,425-29, 
459. — Su  parte  en  la  Crónica  de  Don 
Juan.  ii,427. 

Perez  de  Herrera  (Cristóbal),  F.  1618. 
iu,411. 

Perez  de  Hita  (Ginés),  F.  1600.— Ro- 
mances, ni,  265.  —  Guerras  civiles 
de  Granada.  513.  —  De  Troya.  547. 

Perez  de  Leon  (Andrés).  F.  1605.  — 
Su  Pícara  Justina,  m,  502. 

Perez  de  Montai.van  (Juan),  M.  1658. 
— Su  Cueva  de  San  Patricio.  u,445. 
— Amistad  con  Lope.  444. — Come- 
dias. 445. — Teoría  sobre  el  drama. 
446.— Para  todos.  544. 

Perez  de  Montoro  (José),  M.  1694.  — 
Poesías  de.  ni,  252. 

Perez  de  Oliva.  (V.  Oliva.) 


485 

Perez  de  Veas  (Bartolomé),  m,  529. 

Perfecta  (La)  casada,  de  Fr.  Luis  de 
Leon,  ii,  178;  ni,  560.  —Comedia 
de  Cubillo,  ni.  89. 

Perfecto  (El)  señor,  de  Lope  de  Vega, 
ni,  210,  425. 

Peribañez  (El  comendador),  comedia 
de  Lope,  ii,  545. 

Pericles,  drama  atribuido  á  Shakes- 
peare, fundado  sobre  la  Historia  de 
Apolonio.  i,  28. 

Periquillo  de  las  Gallineras,  de  San- 
tos, ni,  552. 

Perro  (El)  del  hortelano,  de  Lope. 
ii,  520. 

Persiles  y  Sigismunda,  de  Cervantes, 
ii.  235,  234.  — Traducción  inglesa. 
234. —  Imitación  de.  237. 

Petimetra  (La),  de  Nicolás  Fernandez 
Moratin.  iv,  118. 

Pe  Ira  rqu  i.stas.  n.  56. 

Peyiíó  (Mossen  Johan).  i,  534. 

Phaeton  (El),  de  Villamediaiia.ii,  163. 

Philosophic  (La)  vulgar,  de  Alonso  de 
Fuentes,  ni,  557. 

Piamonte  (Nicolás  de),  su  Carlomag- 
no.  i.  256. 

Pícara  (La)  Justina,  de  Perez,  ¡n,  502. 

Picaresco  (Gusto),  novelas  del.  ni, 
291-512. 

Picarülo  ( El )  en  España  ,  de  Cañiza- 
res, ii,  105. 

Pidae  (Marqués de),  publica  el  poema 
de  Apolonio  y  el  de  Santa  María 
Egipciaca,  i,  28. 

Pié  (El )  de  la  rosa  fragante,  libro  de 
caballerías  á  lo  divino,  i,  258. 

Piedad  y  justicia ,  comedia  de  Guillen 
de  Castro,  n,  450. 

Pierres  y  Mamalona  ,  novela  caballe- 
resca, i.  255. 

Pinciano  (El).  (V.  Lopez.) 

Píndaro  (Varia  fortuna  del  soldado), 
por  Céspedes,  m,  524. 

Pineda  (Juan  de),  publica  las  actas 
del  Paso  honroso,  i,  202. 

Pinedo,  cómico  representante,  alaba- 
do por  Tirso,  m,  111. 

Pinto.  (V.  Delgado.) 

Pinto  de  Morai.es  (Jorge),  Romance- 
ro iv,  199. 

Pintor  (El )  de  su  deshonra,  de  Cal- 
derón, ni,  45. 

Piramo  y  Tisbe  (Fábula  de),  por  Sil- 
vestre. n,59.  —  De  Góngora.  ni, 
207. 

Pitaco  (El),  de  Cienfuegos.  iv,  151. 


486 


ÍNMCE    ALFABÉTICO 


Pitillas  ("Jorge),  seudónimo  «Je  Her- 
ios, iv,  22. 

Plácida  y  Victoriano,  égloga  de  Juan 
del  Encina,  i,  529. 

Plagnés.  (V.  Arnalt.) 

Plasf.ncia  (Conde  de). poesías  de,  en 
el  Cancionero  General,  i,  475. 

Plauto  (Comedias  de),  traducidas,  n, 
157. 

Plaza  universa!, de  Figueroa.  m,422, 
560. 

Pleito  (El  )  de  Hernán  Cortés ,  come- 
dia de  Cañizares,  ni,  105. 

Pleito  (El)  del  diablo,  comedia  de 
Guevara   n,442. 

Pobreza  no  es  vileza,  comedia  de  Lo- 
pe, ni,  390. 

Pocos  bastan  si  son  buenos,  comedia 
de  Matos,  ni,  96. 

Poema  aljamiado,  anónimo,  de  José 

•    el  Patriarca. i,  100-í;  iv,247-74. 

Poema  anónimo  en  alabanza  de  Mab.0- 
ina.  iv.  52¡¡-~o.  123. 

Poema  castellano  de  Nuestra  Señora 
de  Aguas  Santas,  por  Alonso  Diaz. 
nt,  15o. 

Poema  irágico  del  español  Gerardo, 
novela  de  Céspedes,  ni.  3-2!. 

Poemas  aljamiados,  iv,  217-330. 

Poemas  histó  tivos.  m,  133- 

49.— Religiosos.  150-55.—  Fabulo- 
sos. 155-60. —  Narrativos,  lomados 
déla  antigüedad.  160-3.— Noveles- 
ros.  103-3.—  Burlescos.  108-72.— 
Históricos  de  asninos  nacionales. 
—172-83. 

Poesía  castellana,anónima  en  los  tiem- 
pos primitivos,  i,  51. 

Poesía  lírica,  m,  180-237.—  Satírica. 
23S-45.—  Bucólica.  243.-48.  —  Epi- 
gramática. 248-50.-Didáctica  230-8. 

Poesías  devotas  en  el  Cancionero  Ge- 
neral, i,  46o. 

Poesías  varias  de  grandes  ingenios, 
por  Alt'av.  nt,  503. 

Poeta  (El),  de  Moratin.  iv,  71. 

Policiana  (La  tragedia),  por  Sebas- 
tian Fernandez,  imitación  de  la  Ce- 
lestina, i,  282. 

Policisne  de  l'oecia,  libro  de  caballe- 
rías, iv,  243. 

Polifemo  (li.1),  de  Montahnn.  n,  431. 
—De  Góngora.  ni,  103.  207. 

Política  de  Dios  y  gobierno  de  Cris 
to,  de  Quevedo.  n,  41 1 ;  ni,  423. 

Polo  (Francisco),  escritor  dramático. 
m,  93. 


Poi.0  (Gil),  F.  1304.  —  Églogas,  ra, 
246. —  Su  Diana  enamorada.  279. 

Polo  df,  Medina  (Salvador  Jacinto), 
poesía  lírica,  m,  227. — Novelas.  550, 
531. 

Pompa  fúnebre  de  Felipe  III  en  Sa- 
lamanca ni,  509. 

Pompeyo(El ),  de  Mesa.  ni.  178. 

Posce  (Bartolomé).  F.  1582. —  Vuel- 
ve la  Diana  á  lo  divino,  ni,  550. 

PoxcEf Manuel),  poeta,  F.  1635.  m, 
512. 

Posce  i>f.  Leon  (Luis).  fV.  Leon.) 

Pons  I!ai\ra,  trovador,  i,  550. 

Pon/a.  (V.  Comedíela  de.) 

Porfiar  basta  morir,  de  Lope.  II,  550. 

Por  el  sótano  y  |ior  el  torno,  come- 
dia de  Tirso,  ii,  401. 

Por  la  Puente,  Juana,  de  Lope.  u,530. 

Ponn  as  (Jerónimo  de),  F.  1039.  —  Sus 
rimas,  ni.  524. 

Porp.fs  (El  Dr.  Francisco  Ignacio  de), 
F.1658.  111.529. 

Por  su  rey  y  por  su  dama ,  comedia  de 
Dances  Cándamo.  ni,  100. 

Portugal  (Francisco  de),  M.  1652. — 
Arte  tic  galantería,  ir,  2í2:  tu,  428. 

Portugal  (Manuel  de),  Y.  1006.— Poe- 
sías, ni.  197. 

Portuguesa  (Lengua},  orígenes  déla,  i, 
45. —  Poesía  primitiva.  45. — Voces 
francesas.  44. 

Portugueses  (autores),  escriben  á  me- 
nudo en  castellano,  i,  297;  III,  211, 
245,  513. 

Postrer  (El)  duelo  de  España,  de  Cal- 
derón, ni,  63. 

Po/.o  (Ledo  del),  Apología  de!  rey  D. 
Pedro,  i.  190. 

Pradilla  (El  bachiller  de  la),  F.  1520. 
—Su  égloga  real,  ni,  407. 

Prado  (Andrés  de),  F.  1005.— Nove- 
las, ni,  347. 

Prado  (ti)  de  Valencia,  por  Merca- 
der, ni,  539. 

Prado  (Fr.  Adrian  del),  F.  1630.  m, 
541. 

Prado  (Sebastian  de) ,  cómico  repre- 
sentante, ni,  111,  115. 

Pragmática  (La)  del  tiempo,  de  Que- 
vedo. ii,  414. 

Plática  de  virtudes,  poema  por  Cas- 
tilla, ni,  251. 

Preceptos  (Los)  de  buena  crian/a,  del 
comendador  Ludueña.  ni,  251. 

Preciosa  (La),  de  Cervantes,  imitada 
á  menudo,  ii,  220. 


DE    NOMBRES    PRONOS    Y    MATERIAS. 


Pregunlns  y  respuestas  en  el  Cancio- 
nero General,  i.  47:2. 

Premio  (El)  ele  la  Constancia,  por 
Espinel  Adorno,  lir,  28(5. 

Premio  (El)  del  bien  hablar,  de  Lope, 
i!,  319. 

Premia  (La)  redimida,  de  Lope.  II, 
564. 

Premios  de  amor,  diálogo  por  Lope 
de  Rueda.  II.  1 45 

Presumid';)  (La)  y  la  liermosa,  come- 
dia de  Zarate,  ni,  91. 

Pretendiente  (El)  oculto,  novela  de 
Solorzano.  ni.  550. 

Primakon,  libro  de  caballerías,  i, 
247. 

Primavera  de  romances,  por  Arias 
Perez,  in.  268;  iv,  199. 

Primavera  (La),  de  Lobo,  nt,  288. 

Primer  (El)  rev  de  Castilla,  de  Lope. 
ii,  584. 

Primeras  tragedias  españolas,  de  Sil- 
va, n,  157. 

Principe  (El)  Celidon  de  Iberia,  de 
Con/alo  Gomez  de  Lu(¡ue.  ni.  490. 

Principe  ('¿1)  Constante,  de  Calderón. 
m,5i. 

Principe  (El)  perfecto,  de  Lope,  n, 
."54. 

Provza,  poela  del  siglo  xv.  m.  516. 

Problemas  de  Villalobos,  n,  90. 

Procés  (Lo)  de  les  olives,  por  Jaume 
Gacull.  i,  558 

Proceso  de  carias  de  amores,  novela 
sentimental  del  siglo  xvi.  i,  456. 

Pródigo  (El  bijo),  de  Lope.  II,  511. 

Propalladia  ,  de  Torres  Na  liar  ro.  i, 
510. — Expurgada  por  la  Inquisición, 
o  10.  — Edicionesde  la.  5^1.  —  Cor- 
regida por  Velasco.  n,  499. 

Prosa,  qué  sea.  iv,  191. 

Prosa  castellana  (Noticias  de  la),  i, 
50,  53,  69. —  Bajo  .luán  II.  419.— 
Enrique  IV.  445  —Carlos  V.  n,  88. 

—  Influencia  de  Italia  en  la.  95. 
Proserpina  (La),  de  Silvestre,  iv,  20. 
Provenza  (Pierres  de),  y  la  linda  Ma- 

galona,  libro  de  caballerías.  i,524. 

Provenza,  su  historia  y  situación  geo- 

grálica.  i,  325.  —  Relaciones  con  la 

Cataluña.  525  —Con  Aragón. 326. 

—  Con  los  árabes  españoles.    IV, 
178. 

Provenzal  (Literatura),  aparecimiento 
de  la.  i,  5-22.—  En  Cataluña.  525. — 
Aragón.  526.  —  Carácter  de  la.  527. 

—  Relacionada   con  la  berejía  de 


487 

los  albigenses.  528.  — Su  decaden- 
cia. 559. 

Provenzal  (Poesía),  rimas  en  la,  abun- 
dantes, i,  53.  — Cultivada  por  Alon- 
so el  Sabio.  47.  —  Por  el  marqués 
de  Santíllana.  5!)3  —  Inlluencia  en 
los  Cancioneros.  461,  476. 

Proverbios  morales ,  de  Barros,  ni, 
556  —Id.  de  Herrera.  411.  — Üe 
Alonso  Guajardo  y  Fajardo.  557. 

Proverbios  ó  refranes  españoles,  m, 
407-1 1 .  —  Por  Santíllana.  i,  400.  — 
Pero  Diaz.  401—  Liarte,  ni,  41 1. 

Providencia  contra  fortuna,  de  Vále- 
la, i,  192. 

Prueba  (La)  de  los  amigos,  n,  552. 

Pruebas  (Las)  en  la  mujer,  novela  de 
Castillo  Solorzano.  ni,  5)0. 

Psíquis  y  Cupido,  de  Valdiviclso.  n> 
464. 

Puente  nr.  Mendoza  (Antonio),  m ,  70. 

Puente  (El)  del  mundo,  de  Lope,  n, 
575. 

Puente  (Juan  de  la),  Jardín  de  ama- 
dores, iv,  199. 

Pukrtocarrero,  poeta  del  Cancionero 
Genera! ,  su  Diálogo,  i,  308.— Otras 
poesías.  461. 

Puiuusque  (A.),  su  Historia  comparada 
de  las  literaturas  española  y  fran- 
cesa, i.  4G0. 

Pojasol  (Esteban),  F.  1637.— El  Sol 
solo,  ni,  429. 

Pulgar  (Fernando  ú  Hernando  del),  F. 
1480.— Su  Crónica  de  los  Reyes  Ca- 
tólicos, i,  197.  —  Claros  varones. 
450.  —  Comentarios  á  Mingo  Re- 
vulgo. 274,  ;:>->. 

Pulgar  (Hernán  Perez  del),  el  de  las 
Hazañas.  (M.  1Ó51),  Vida  de  Gonza- 
lo de  Córdoba,  i,  209. — Comedias 
que  tratan  de  él.  210. 

Purgatario  (El)  de  San  Patricio,  por 
Calderón,  m,  26. 

Púrpura  (La)delarosa,por  Calderón, 
ni,  55. 


Quadro  (Gonzalo  de),  poeta,  i,  571. 
Quaderna  via,  qué  signilica.  i,  29,  55. 
yueja  y  Aviso  contra  Amor,  ó  Historia 

de  Lucindaro  y  Medusiiía,  por  San 

Pedro,  i,  456;  ui,515. 
Quejas  dé  la  Fortuna,  por  San  Pedro. 

IU.251. 
Quercy  (Mateo  de),  trovador,  i,  551. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


488 

Querella  (La)  de  Amor,  de  Santil'.ana. 
i,596. 

Querella  (La)  de  la  fe,  por  Diego  de 
Burgos,  i,  458. 

Querellas  (Las)  de  Alonso  el  Sabio,  i, 
42,48. 

Question  de  Amor  (C.  1512j,  novela 
del  género  sentimental,  i,  509,  456. 

Quevedo  (Faustino  de),  iv,  155. 

Quevedo  Y  Villegas  (D.  Francisco  Go- 
mez de),  M.  1645.  —  Nacimiento  y 
educación,  ¡i,  598.— En  Sicilia.  599. 

—  Ministro  de  Hacienda  en  Ñapó- 
les. 400.  — Desterrado.  401.  — Ca- 
sado y  perseguido.  402.  —  Sus  es- 
critos'. 403-20.  — Juicio.  561.  —Sá- 
tiras, m.  25S. 

Quien  habla  mas  obra  menos,  come- 
dia ele  Zarate,  m,  91. 
Quijote  (El),  de  Avellaneda,  u.  245. 
Quijote  (El  Don),  juicio  de.  u, 

—  Ediciones,  traducciones  é  imita- 
ciones, iv,  232-9. 

Quinquagenas,  de  Oviedo,  n.  121. 

Quinta  de  Laura,  de  Solorzano.  m, 
547. 

Quintana  (Francisco  de),  F.  1627.— 
Hipólito  y  Aminta.ii,  257.  — Expe- 
riencias de  amor,  ni,  286. 

Quintana  (Manuel  José),M.  1856.— 
Su  Vida  del  Cid.  i,  17.  —  Del  princi- 
pe de  Viana.  55!. —De  Las-Casas,  n, 
125.  —  ¡urina  una  colección  de  ro- 
mances, i,  155.  —  Su  prólogo  á  la 
conquista  de  la  Célica,  ni,  179.— 
Su  opinion  acerca  de  las  cartas  de 
Cibdareal.  iv,  202. 

Quiñones  de  Bexavexte  (Luis) ,  sus 
loas,  ni,  120. 

Quiñones  (Pedro  de),  poeta  del  si- 
glo xv.  i.  571. 

Quiñones  (Suero  de),  Passo  Honrosso 
de.  i,  205. 

Quirós  (Francisco  Bernardo  de).  F. 
-165G.  m,515. 

Quinos  (Juan  de),  F.  1549.— SuChris- 
topalia.  m,480. 

Quirós  (Pedro  de),  F.  1670.  — Poeta, 
ni,  252,  515. 

Qeirós,  poeta  del  Cancionero  Gene- 
ral, i,  475. 


Rabadán  (Moliamad),  F.  1605.  —Poeta 
aljamiado,  m,  441 ;  iv,  275-526. 

Racionales  (Paradojas),  de  Antonio 
Lopez  de  Vega.  w,  560. 


Raimundo  de  Miraval,  trovador.  i,330. 
Ramillete  de  divinas  flores,  m,  266. 
Ramillete  de  flores  poéticas,  por  Evia. 

ni,  252. 
Ramillete  poético,  deTafalla  Negre- 

te.  ni,  252. 
Ramírez  de  la  Trapera  (Albanio),  F. 

1612.  ni,  256. 
Ramírez  de  Prado  (Lorenzo),  F.  163o. 

ni,  511. 
Ramírez  Pagan  (Diego).  F.  1550.— Su 

Floresta,  i,  550;  n,  492. 
Ramirez  Perez  (Antonio),  F.  1698.  ni, 

455. 
Ramón  Rerenguer,  conde  de  Barcelo- 
na. 1.525. 
Rana  (Juan),  cómico,  ni,  111. 
Ranjel  (Pero  Lopez),  C. 4555.— Farsa 

de.  ii,  155. 
Raquel  (La),  de  Huerta,  iv,  123,  131. 

—Id.  de  L'lloa.ni,  212. 
Raquel  (La  desgraciada) ,  de  Mira  de 

Meseua.  n,  463. 
Raymond  de  Tours,  trovador,  i,  47. 
Raynouard,  Choix   des  poesies  des 
trouvadours.  i,  58,  47,  328,  350; 
iv, 176,  179. 
Rayo  (Fl)  de  Andalucía,  de  Cubillo. 

in ,  89. 
Rayos  (Los)  de  Faetón,  de  Soto  de 

Rojas,  ni,  551. 
Razón  (La)  contra  la  moda ,  por  Lu- 

zan.  iv,  118. 
Rebolledo  (El  conde  Bernardino  de), 
M.  1676.  —  Poesía  lírica,  m,  251. — 
Epístolas.  250.  —  Epigramas.  249. — 
Poesía  didáctica.  252. 
Reconocimiento  y  lloro  de  pecados, 

De  Cosme  de  AÍdana.  ni ,  498. 
Red  (La),  la  banda  y  el  cuadro,  de 

Enriquez.  u  ,470. 
Redentor  (El)  cautivo,  de  Matos  Fra- 
goso, in,  95. 
Redondillas,  i,  117. 
Reforma  protestante.  —  Sirve  de  con- 
trapeso al  poder  de  España,  i,  486; 
n,8.  —  Perseguida.  15. 
Refranes  (Cartas  en),  de  Blasco  de 

Garay.iu,  409. 
Refranes  ó  proverbios,  m ,  407-37. 
Reglas  de  trovar,  deD.  Juan  Manuel,  i, 

70. 
Reina  (La)  Sabá,  de  Horozco.  m,  420. 
Reina  (La)  Sevilla,  historia  caballe- 
resca, ni,  314;  iv,  457. 
Reinaldos  de  Montalvan,  libro  de  ca- 
ballerías, i,  256. 


DE    NOMBRES    PF.OPIOS    Y    MATERIAS. 


■Reinar  después  de  morir,  n,  441. 

Reinosa  (Pedro  de),  F.  1727.— Su  San- 
ta Casilda,  iv,  20. 

Reinosa  (Rodrigo  de) ,  F.  lo  10.  — Sus 
coplas,  ni,  467. 

Reinoso  (Francisco  de),  poeta  del  si- 
glo xvi.  i,  47 í. 

Reinoso.  (V.  Ñúñez.) 

Rejón  de  Silva  (Diego  Antonio),  F. 
1786.— La  pintura,  iv,  77. 

Relación  de  la  tragicomedia,  por  Sar- 
dina Mimoso,  ni.  111. 

Relación  del  sitio  de  Malta,  por  Balbi 
Hi,  547. 

Relaciones  de  Cortés,  n,  1 16.— De  Pe- 
rez, ni,  568. 

Reloj  de  príncipes ,  de  Guevara.  n,99 

Remedio  (El)  de  la  desdicha,  come- 
dia de  Lope,  ni,  533. 

Remon  de  Tolosa  (Pedro) ,  trovador 
i,  328. 

Renault  (Juan),  trovera  normando, 
empieza  la  historia  fabulosa  del  ca- 
ballero del  Cisne,  i.  59. 

Renegada  (La)  de  Valladolid,  porLuis 
Belmonte.  ii,  470. 

Rencifo  (Juan  Diaz),  F.  1392.— Arte 
poética,  iv,  50. 

Repetición  de  amores,  por  Lucena 
1,538. 

Repúl)üca(La) literaria,  de  Saavedra. 
m,4i6,560. 

Requesens  (Alosen  Luis  de),  trova- 
dor, i .  5o5. 

Resende  (García  de),  F.  1516.— Can- 
cionero, i,  70.— Sobre  Juan  del  En- 
cina. 500. 

Residencia  (La)  de  amor,  por  Casti- 
llejo, ii  ,  59. 

Restauración  (La)  de  Buda,  come- 
dia de  Bances  Cándamo.  m,  100 

Restauración  (La)  de  España,  iv,  185. 
—Poema  épico  por  Mesa,  m,  178 

Retablo  (El)  de  la  vida  de  Cristo ,  por 

Padilla.  i,440. 
Retórica  (La)  de  Guzman.,  n,  512. 
Retrato  panegírico  del  infante  D.  Car- 
los, poema  de  Üocángel.  iri.515. 
Revelación  de  un  ermitaño.  (V.   Vi- 
sion.) 
Rey  de  Artieda  (Andrés),  F.  1605 
m,  196.— Sátiras.  237.— Poesía  di- 
dáctica. 255.— Se  muestra  contrario 
al  antiguo  drama,  ii,  584,  557.— 
Sus  Amanles  de  Teruel,  m,  496. 
Rey  decretado  del  cielo,  por  Urrulia. 
iv, 113. 


489 


Rey  (Del)  ¡ibajo  ninguno,  de  Roías. 
'    iii,83 

Rey  valiente  y  justiciero,  de  Moreto. 

ni,  81. 
Reyes  (Cosme  de  los),  m,  528. 
Reyes  (Matías  de  los),  F.  1624— Su 

novela.  m,344. 
Reyes  nuevos  de  Toledo  ,  por  Loza- 
no. in,546. 
Riada  (La),  de  Trigueros.  iv,12l. 
Ribas  (Duque  de).  (V.  Saavedra.) 
Ribeiro  (J.  P.),   sus  Disertaciones, 
publicadas  por  la  academia  de  Lis- 
boa, i,  44. 
Ribera  (Anastasio  Pantaleon  de),M. 
1629.— Interviene  en  el  certamen 
de  S.  Isidro,  u,  289.— Poesías,  m, 
165,211. 
Ribera  (Suero  de),  poeta  del  siglo  xv. 

i,  419,561.562,  568,571. 
Ribero  de  Barros  f Antonio  Luis),  F. 

1672.— Poesías,  m,  252. 
Ribero  y  Larrea  (Alonso  Bernardo), 

su  Don  Quijote,  iv,  2.18. 
Ribeyro  (Bérnardin),  F.  1537.  m, 

288. 
Ribeyro  (Santos),  su  Orígem  da  poe- 
sía portuguesa.  i,44. 
Riego  (Miguel  del).  i,5íi. 
Rima  cuaderna,  qué  sea.  i,  55.  Sin  la 

última  sílaba,  m,  505. 
Rimado  de  Palacio ,  por  Avala ;  juicio 

de  este  poema,  i,  103. 
Rimas  castellanas,  de  Salas  Barbadi- 

llo.  iu,5í9. 
Rinconete   y  Cortadillo,  novela  de 

Cervantes,  n,  214,  219. 
Rioja  (Francisco de),  M  16VS8.— Poe- 
sía lírica,  ni,  227.— Epistolas.259. 
— Elegías.  245. 
Ríos,  cómico  representante,  m,  111. 
Ríos  (José  Amador  de  los),  su  traduc- 
ción de  Sismondi.  i,  57,  94,  107. 
—Historia  de  los  judíos.  94. 
Ríos  (Vicente  de  los),  Vida  de  Cer- 
vantes, ii .  183  —  Sobre  Don  Quijote. 
252.— Sobre  el  Buscapié,  iv,  208. 
Riqüier  de  Narbona  (Giraud) ,  trova- 
dor provenzal,  dedica  un  poema  á 
Alfonso  el  Sabio,  i ,  58.— Compone 
una  elegía  á  su  muerte.  58,47. 
Risco  (Fr.  Manuel) ,  publica  la  cró- 
nica latina  del  Cid.  i,  17,494.— Lo 
que  dice  de  los  Fueros  de  Aviles, 
iv ,  187. 
Rivadeneyba  (Pedro  de),  M.  1611.  f 
Historiador  eclesiástico,  m,  379. 


400 


índice  alfabético 


Rívas  (El  í)r.  Mateo  de),  F.  163o. ni, 
512. 

Roa  (Martin  de).  F.  1604.— Escritor 
didáctico  ni .  438. 

Roberto  el  Diablo,  historia  caballe- 
resca, i .  257. 

Robi.es (Isidro  <le).  Navidad  v  Corpus 
Christi.  ii,3'i9.— Novelas.  371  .—Co- 
lección de  Comedias,  iv .  242. 

Robo  (El)  de  Diana,  comedia  de  Lope, 
ii ,  363. 

Robo(EI  infeliz)  de  Helena  porPáiis, 
poema  de  Romero  de  Cepeda,  ni, 
102. 

Roe*  y  Serna  (Ambrosio  do  1:»),  M. 
1649.— Poesía  lírica,  ni,  210. — Ro- 
mances. 21!". 

Rocauerti  (Juan)  el  vizconde,  trova- 
dor.  i.  349,  533. 

Rodomontadas  castellanas,  m.33n. 

Rodrigo,  el  Godo,  romances,  i.  13!. 
—Comedia  de  Lope.  159. —  Cróni- 
ca, íi,  222. — Historia  verdadera  por 
Miguel  de  Luna.  223. 

fioDiuco.  (V.  Ximenez  de  Rada.) 

Rodríguez.  ( José ) ,  M  «703.— Biblio- 
teca Valentina,  i .  561. 

Rodríguez  i>f.  Almf.la( Diego), F.  1  172. 
_  Su  Valerio  tic  las  historias,  i, 
.Ü7.  —  Oirás  obras.  557. 

Rodríguez  de  Castro  (José),M.  1799. 
_  Su  Biblioteca  española,  i ,  28. 

Rodríguez  de  la  Cámara,  ó  del  Pa- 
drón Molían),  poela  del  siglo  xv. 
i,419,  561,  562.— Parte  que  tuvo 
en  la  Crónica  de  Don  Juan  II.  10!. 

Rodríguez  Florian  (Juan).  F.  1554.— 
Su  Comedia  tlorinea.  i.  282. 

Rodríguez  del  Padrón.  (V.  Rodriguez 
de  la  Cámara.) 

Rodríguez  de  Tcdela  (Alonso) ,  F. 
1515.-1,547,  548. 

Rodríguez  de  Vargas  (Damián),  F. 
1620.  — Su  poema  de  los  Mártires 
de  Arabia,  ni,  loa. 

R  dERS  (Pedro),  trovador. i, 528. 

Roig  (Jaume),  M  1478.— Sn  Librarte 
les  dones  ó  deis  consells.  i,  353. 

Roí/,  de  Cormas  (Juan),  poela  valen- 
ciano, i ,  359. 

Roías  (El  Dr.),  poeta  de  Osuna,  F. 
1633.  ni,  512. 

Rojas  (Fernando  de).  C.  1483— Su 
continuación  de  la  Celestina.!,  277. 
— Poesías  de.  571. 

Rojas  (Francisco  de) .  F.  164o.  —Co- 
medias de.  ni,  84-8. 


Rojas.  (V.  Soto.) 

Hojas  Vii.i,  añorando  (Agustín  de),  sn 
Viaje  entretenido. ni,  II!,  421,558. 
—  Noticias  del  drama  antiguo.  I, 
2!)!.—  Loas,  m,  120.  — Representa 
comedias.  1 1 1. 

Roma  abrasada,  de  Lope,  u,  "2. 

Romance  ,  voz  usada  por  el  autor  del 
libro  de  Apollonio,  en  el  sentido  de 
cuento,  novela  .  historia,  i ,  20. 

Romancero  del  Cid.  i,  143;  in,268.— 
Id.  espiritual  de  Valdivieso.  2110. — 
Id.  de  Fernandez,  iv,  200.— Id.  de 
Ju  in  de  la  Cueva,  m,  264.— Id.  Ge- 
neral. 2í¡7:  iv,  198  —  Id.  de  Padi- 
lla. 111,264.— Id.  deTorta.jada.267. 

Romanceros  (Bibliografía  de  los),  iv, 
102,201,  404-8. 

Romances,  i.  111.  1"í;  m,  259,271.— 
Origen  y  estructura  de  los.  1. 113- 
l'radicionales.  123.— Caballe- 
rescos. 155.— Históricos.  158.— Mo- 
riscos. 149.— Varios.  152.— Inédi- 
tos. 509. 

Romero,  poeta  granadino,  F.  163o. 
tu.  512. 

Romero  (Valerio  Francisco),  su  Epi- 
cedio.  i .  403. 

Romero  of.  Cepeda  (Joaoum) .  F.  1582. 
—Sus  comedias,  i,  284:  n.134.— 
Obras  poéticas,  ni,  162,  100. 

Romero  Larrañaga  (Gregorio),  come- 
dia sobre  Garcitaso.  ii,  38. 

Rompecolumnas  (La  famosa  v  tome- 
raria  compañía  de),  m  .  323. 

Ros  CCarles),  poeta  valenciano,  i.  538. 

Rosa  de  romances,  de  Timoneda.  i, 
263. 

Rosa  (La)  blanca  ,  comedia  de  Lope. 
■i,  201. 

Rosa  fresca,  romance. i.  128. 

Roscoe  (Thomas),  traduce  al  inedés 
la  Historia  literaria  deSismondi.  i, 
37  —  Su  Vida  de  Cervantes,  n  ,  186. 

Roskl  v  Fufnllana  (Riego  de) ,  amigo 
de  Cervantes,  ni,  506. 

Rósete  (Pedro),  autor  dramático,  m, 
104. 

Ross  (MissTbomasina). traduce  al  in- 
glés la  historia  de  Routerwek.i,57. 

Rou  (Le  román  du).  i ,  520. 

Ro  venan  (Bernardo  de), trovador  pro- 
venzal.  i ,  332. 

Rozas  (Gabriel  Fernandez),  F.  1662. 
Poesías  líricas,  tu.  212. 

Rija  (Pedro  de),  F.  1540.— Su  respues- 
ta á  Guevara,  n,  99. 


DE    NOMBRES    PliOPIOS    Y    MATERIAS 
comedia  por  Gil  Vi 


Rubena  (Ln> . 
cenle.  i,  305. 

Rueda  íLopede),F.  1550.— Comedias. 
i!,135.  —  Opinion  tie  Cervantes  y 
Lope  acerca  de.  Ib.  ,144.  —  Amos 
sacramentales.  169.  —  Entremeses 
y  pasos.  578. 

Rüescas  (Agustín  de),  F.  1518.— Su 
Centiloquio,  m,  557. 

Rufián  (El)  dichoso,  de  Cervantes,  n. 
227. 

Rufo  (Juan  Gutierrez),  F.  1594.  Su 
Austriada.  lii,  175.  —  Poesías  líri- 
cas. 189. 

Ruiz  (Fr.  Benito),  F.  1615.  m ,  551. 

Ruiz  Clunn),  arcipreste  de  Hila,  poe- 
ta del  síííIo  xiv.  Juicio  de  sus  poe- 
sías, i,  8G. 

RuiZIlE    RüSTAMANTE  (Juail),  SU  ColeC- 

cion  de  adagios  y  proverbios  lati- 
no-castellanos, ni ,  534. 

Ruiz  de  Leon  (Francisco),  F.  1755.— 
Su  Hérnandia.  iv,  106. 

Rute  (El  abad  de) ,  F.  1635.  m  ,  512. 

Ruiseñor  (El)  di1  Sevilla,  comedia  de 
Lope,  ii,  330. 

Ruy  Díaz  (Antonio),  Sobre  el  Busca- 
pié, iv,  208. 


Saa  df.  Mm  and  a  (Francisco) ,  M.  1588. 
Églogas,  ni ,  243. 

Saavedra  (Ángel),  duque  de  Rivas. 
ni-,  151.209;  iv,  152. 

Saavedra  (Antonio),  F.  1599. — Su 
Peregrino  indiano,  ni,  147. 

Saavedra  (Gonzalo) ,  F.  1635  — Pas- 
tores del  fiélis.  ni ,  287  ,  546. 

Saavfora  Fajardo  (Diego  de),  M. 
1599. —  Su  Príncipe  cristiano,  tu, 
421.  —  República  literaria.  426. — 
Corona  eótica.  401. 

Saavedra  Venegas  ( Pedro  de) ,  poe- 
ta. ui,215. 

Sabia  Flora  Malsabidilla.  comedía  en 
prosa  de  Salas  Barbadillo.  ni.  548. 

Sabio  (El)  en  su  retiro,  comedia  de 
Matos  Fragoso,  ni,  95. 

Sabios  (Libro  de  los),  por  D.  Juan 
Manuel,  i,  70. 

Saco  (El)  de  Roma  ,  comedia  de  Juan 
de  la  Cueva,  n,  152. 

Sacrificio  (El)  de  la  Misa  ,  poema  de 
Gonzalo  de  Berceo.  i ,  32. 

Sa  font  (Jaime) ,  trovador,  i ,  533. 

Sagadell  ,  el  capellán  beneficiado  de 


491 
«i 


la  Seu  de  Barcelona  ,  trovador. 
553. 

Sagaz  (El  Estacio),  novela  de  Salas 
Barbadillo.  iii,518. 

Saggio  slorico-apologelico,  de  Lam- 
pinas, iv,  24Í. 

Sagrada  Éralos,  de  Carrillo,  ir ,  51. 

Sagrario  (  El )  de  Toledo ,  poema  d e 
Valdivielso.  ni,  153. 

Saguera,  trovador,  i .  533. 

Sagunlo  (Historia  de),  poema  de  Za- 
mora, ni,  177. 

Sainte  Beuve  .  sus  disertaciones  crí- 
ticas ii,  237. 

Saínetes,  quesean,  m,  123. — Los  de 
Calderón  perdidos,  nr.  16. — De  Ra- 
mon de  la  Cruz,  iv,  129. — De  Cas- 
tillo. 130. 

Saint  Cyr  (Hugo  de),  trovador,  i,  530, 

Salamanca  (Escuela  poética  de).  iv, 
85. —  Universidad.  1,58,  367. 

Salas  (Francisco  Gregorio  de),  F. 
1800— Obras.  IV,  82. 

Salas  (.loseta  de),  poetisa,  ni,  507. 

Salas  (J.  T.  de) ,  Vida  del  P.  Isla,  iv, 
53. 

Salas  (Pedro  de),  poesías  didácticas, 
ni,  255. 

Salas.  (V.  Yagüe.) 

Salas  Barradillo  (Alonso  Jerónimo 
de),  M.  1635.— Comedias,  n,  471.— 
—Novelas,  m,  556-40,  518.  —  Poe- 
sía lírica.  180,  227.  —  Escuela  de 
Celestina,  i ,  283. 

Salazar  (Agustín  de),  M.  1675.  —  Su 
comedia  Celestina,  i,  284  — Poe- 
sías líricas,  ni,  212.  —  Orí'ec,  do 
Jáuregui,  atribuida  á  Monlalvan 
222. 

Salazar  (Ambrosio  de),  F.  1622.  m, 
341. 

Salazar  (Catalina  de),  ni  ,507. 

Salazar  (Diego).  u,508. 

Salazar  (Francisco  Lobon  de),  seu- 
dónimo del  P.  Isla,  iv,  58. 

Sai  azar  (Pedro  de),  el  capitán,  F. 
1550.— Su  Historia  deh  guerra  de 
Alemania,  n  ,  504.  — Criticada  por 
Mendoza.  74. 

Salazar  Marrones  (Cristóbal  de),  co- 
mentador de  Góngora.  m,  208. 

Salazar  y  Alarcon  (Dr.  Eugenio  de), 
F.  1570.— Obras,  n,  503.— Carta  de 
los  Catariberas  Ib. 

Salazar  y  Lü\a  (Bartolomé),  escritor 
dramático,  u,  26. 

Salcedo  Coronel  (García  de),  F, 


492 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


1650.  —  Comentador  de  Góngora. 
111,200,259. 

Salda  ña  óSaldakna  (Diego  de),  poe- 
ta del  siglo  xv.  i,  563. 

Saldce.ña  (Conde  de).  (V.  Sol/s.) 

Salinas  (Francisco  de),  su  Tratado 
de  música,  i ,  487. 

Salva  (D.  Vicente),  su  Repertorio 
americano,  i, 41 . — Sobre  Don  Qui- 
jote. ii,241.  —Gramática,  iv,  15.— 
Sobre  los  libros  decaballerías.  243. 
— Romancero.  200. 

Salvación  (La)  del  hombre,  por  Lo- 
pe, ii ,  509. 

Salvaje  (Comedia) ,  por  Romero  de 
Cepeda,  i,  284. 

Salvo  i  f:¡  sastre),  escribe  comedias. 
iv,  115. 

Samaniego  (Félix  María  de),M.  1801. 
— Fábulas,  iv.  80. 

Sampere  (Hierónimo),  F.  1500.  m, 
155. 

Sanchez  (Miguel),  llamado  el  Divino, 
autor  dramático,  h  .  471. 

Sanchez  (T.  A.),M.  1798.  — Poesías 
anteriores  al  siglo  xv.  1. 17,  20. 

Sanchez  ( Vicente ) ,  F.  1668.  —Loa. 
m,120. 

Sanche/  de  Badajoz  (Garci),  poeta,  i, 
468 ,  474. 

Sanchez  de  Jaén  (Alonso),  poeta  del 
siglo  xv.  i .  570. 

Sanchez  de  las  Rrozas  (Francisco), 
comenta  á  Juan  de  Mena.  410. — Es 
perseguido,  n,  15.— Publica  á  Gar- 
cilaso.  46. 

Sanchez  de  Toledo  (Pero),  F.  1590. 
Historia  moral  y  filosóüca.  ni.  429. 

Sanchez  Tortoles  (Antonio),  F.  1617. 
—Novelas,  m  ,  541 ;  iv  ,  4Q. 

Sanchez  de  Tovar  (Fernán).  F.  152o. 
—Cronista,  i,  180. 

Sanchez  de  Viana  (Pedro),  sus  Meta- 
morfosis de  Ovidio,  ni .  178. 

Sancho  IV,  denominado  el  Bravo  (M. 
1295) ,  sus  Castigos  y  documentos. 
i,  65. 

Sandio  García  (Don),  tragedia  de  ca- 
dalso, iv.  120. 

Sancho  Panza  (Historia  de),  iv,  238. 

Sandio  Ortiz  de  las  Roelas  ,  refundi- 
ción de  la  Estrella  de  Sevilla,  u.345. 

Sandoval  (Francisco  de),  F.  K¡50.— 
Su  Gigaulomacbia.  m,  494. 

Sandoval  (Prudencio  de).  M.  1620. 

—  Su  historia  de  Carlos  V.  ni,  587. 

—  De  España.  577,  378. 


San  Felipe  (Marqués  de).  (V.  Baca- 
llar y  Sanna.) 

San  Ignacio,  poema  por  Escobar,  m, 
134.  — Id.  por  Camargo.  153. 

San  Luis  (Francisco  de),  su  Glosario 
de  voces  francesas  que  se  hallan  en 
el  portugués,  i,  44. 

San  Miguel ,  comedia  de  Cubillo,  m, 
90. 

San  Millan  de  la  Cogulla  ( Vida  de), 
eu  verso ,  por  Gonzalo  de  Ber- 
ceo.  i ,  "2. 

Sannazaro,  su  Arcadia,  traducida  al 
castellano,  ni,  275. 

San  Pedro  (Diego  de),  F.  1500.— 
Desprecio  de  la  Fortuna,  i,  453. — 
Cárcel  de  amor. 434.— Poesías.  126. 
475. 

San  Pedro  (  Jerónimo  de) ,  su  Caba- 
llería celestial,  i,  257. — Se  supone 
ser  el  mismo  llamado  Hierónim 
Sémpere.  52  i. 

San  Pedro,  F.  1769.  — Arte  del  ro- 
mance castellano,  iv,  15. 

Sanson  nazareno,  de  Enriquez  Go- 
me/., ni,  155. 

Sant  Jorim  (Mosen  Jordi  de),  trova- 
dor, i ,  548,  553  ,  554. 

Sant  Sieve  (Mosen  Pedro  de),  i.  554. 

Santa  Bárbara,  comedia  de  Guillen 
de  Castro,  u,  451. 

Santa  Cruz  (Melchor  de),  su  Floresta 
de  apotegmas,  m,  411. 

Santa  (La)  Liga,  de  Lope,  n,  547. 

Santa  María  "(Alonso  de  ),  también 
llamado  de  Cartagena,  i .  425,  555. 

Sania  María  ( Alvaro ).(  V.  García  de.) 

Santa  Maria  Egipciaca,  poema  del  si- 
glo xin  ,  publicado  por  el  marqués 
Pidal.  i,  50.—  Juicio  de.  31. 

Santa  María  (Gonzalo  de),  obispo  de 
Plasencia  (M-  ***8).  i,  423.556. 

Santa  Mama  (D.  Pablo  de).  M.  1455.— 
Obispo  de  Burgos,  i,  425,555. 

San  i  aflea.  (V.  Fernandez.) 

Santa  Oria  (Vida  de),  escrita  en  ver- 
so por  Gonzalo  de  Berceo.  i,  52. 

Santa  Rosa  de  Viterbo,  su  Elucida- 
rio, i,  44. 

Santillana  (Marqués  de).  {V.Men- 
doza.) 

Santistéban  Osorio  (Diego  de),  F. 
1597. — Su  continuación  de  la  Arau- 
cana, ni,  144. 

Santo  (El)  milagroso  agustiniano, 
San  Nicolás  deTolentino,  poema 
de  Camargo.  ni,  482-4. 


DE  NOMBRES  PROPIOS  Y  MATERIAS. 


Santo  Domingo  de  Silos  (Vida  de),  en 
verso,  por  Gonzalo  de  Berceo.  i,  52. 

Santob  ( Babbi  D.) ,  judío  de  Carrion 
(F.  1330),  sus  poesías,  i,  03;  iv, 
531,4-24-30. 

Santos  Reyes  (La  adoración  de  los 
Ires),  poema  antiguo  castellano, 
publicado  por  el  marqués  de  Pi- 
ñal, i,  50. — Juicio  de  este  poema. 
Ib. 

Santos  ( Francisco ),  F.  1697.  —  ¡Nore- 

•   las.  ni,  351-4. 

Sanz  (Hipólito) ,  F.  1382.  —Su  Mal- 
tea,  ni,  133. 

Saraos  (Los)  de  D.a  María  de  Zaras, 
ni,  346. 

Sarama  ( Sonso  ú  Sancho  de  ).  i,  534. 

Sardina  Mimoso  (Juan  ),  su  Relación 
de  la  tragicomedia  representada  en 
Lisboa  en  1619.  m,  111,  334. 

Sarmiento  (Fr.  Martin),  M.  1770.— 
Sobre  el  dialecto  gallego,  i,  46. — 
Sobre  el  Amadís  de  Gaula.  252. — 
Memorias  postumas.  ív,  69,  70. — 
Sobre  la  lengua  castellana.  189. — 
Noticia  de  su  rida  y  escritos.  401. 

Sarnés,  poeta  del  siatlo  xv.  i,  365. 
571. 

Sarria  (Marqués  de).  (V.  Lémos.) 

Satírica  (Poesía),  antigua  en  Espa- 
ña, ni,  236.  —Tiempo  de  Carlos  V. 
237.—  Horaciana.  240. — Turo  poco 
éxito,  y  por  qué.  241. 

Savai.l  (Ramon),  trovador,  i.  555. 

Savariego  de  Santa  Anna  ( Gaspar ),  F. 
1605.  — Sulberiada.  m,  180. 

Sablsier  (Juan),  F.  1612.  m,559. 

Savavedra.  (V.  Luxan.) 

Schlegel  (A.  W.) ,  su  elogio  del  poe- 
ma del  Cid.  i,  27. — Traduce  la 
Banda  y  la  Flor  de  Calderón,  m,  70. 

Scrivá  (Jaime),  i,  555. 

Sebastian  v  Latre  (M.  1792),  refunde 
comedias  antiguas.  ív,  120. 

Secreto(  A)agrario  secreta  renganza, 
de  Galderon.  m,  46. 

Sedaño.  (V.  Lopez.) 

Sedeño  (Juan),  F.  1540.  —  Pone  en 
rerso  la  Celestina,  i,  285.—  Obras. 
n,94. 

Sedeño  (Juan).  F.  1650.  —  Traduce 
al  Tasso.  i ,  285.  —  Y  á  Tansilo.  m, 
489;  ív ,  454. 

Seguixo  (Pedro) ,  su  supuesta  tra- 
ducción al  dialecto  gallego  de  la 
Historia  latina  de  dou  Servando, 
i.  4o. 


493 

Segunda  ( La )  parte  del  Orlando,  por 

Espinosa,  ni,  156. 
Segundo  (El)  Escipion  ,  de  Calderón. 

ni,  64. 
Segura,  el  comendador,  i.  571. 
Segura  (Francisco),  F.  1629.— Prima- 

rera  de  romances,  ni ,  268  ;  ív,  199. 
Segura  (Juan  Lorenzo  de),  clérigo 

natural  de  Aslorga,  su  poema  de 

Alejandro,  i,  60. 
Seguro  de  Tordesillas  ,  por  Velasco. 

i ,  203. 
Selra  de  Aventuras,  de  Contreras. 

ni ,  514. 
Selva  (La)  sin  amor,  égloga  de  Lo- 
pe, ii ,  579;  ni,  101. 
Selvagia(La),  imitación  déla  Celes- 
tina, i,  282,  283. 
Sel\ago.(V.  Villegas.) 
Semíramis  (La),  de  Virués.  n,  136. 
Sempere  (Hierónim),  F.    1560. — El 

mismo  que  Jerónimo  de  San  Pedro. 

i,  524. 
Semper  y  Guarinos(  Juan  de).  F.  1521. 

—  Biblioteca,  ir,  51.  —  Historia  del 

lujo,  i ,  585. 
Séneca,  susTroranas,  traducidas  por 

Salas,  ir,  51.  —  Prorerbios  de.  (V. 

Diaz.) 
Señor  ( El )  de  noches  buenas,  m,  89. 
Señorita  (La)  mal  criada,  de  Iriarte. 

ív,  121. 
Señorito  (  El )  mimado ,  de  Iriarte.  ir, 

121. 
Sentaffé,  trorador.  i,  554. (V.  San- 

tafé.) 
SEPúLrEDA  (Juan  Ginés),  cronista,  n, 

115. — Contrario  de  Las-Casas.  114. 
Sepúlveda  (Lorenzo),  F.  1551. — Ro- 
mances, ni,  260. 
Sermon  (El)  de  amores,  de  Fr.  Ni- 

del  (Castillejo),  ii,  499. 
Serranilla ,  la  del  marqués  de  Santi- 

llana.  i,  594. 
Serrano  (Tomás),  Sobre  el  cultis- 
mo, ir,  245. 
Sesé  (Mosen  Juan  de),  i,  571. 
Setenario  (El),  código  empezado  á 

formar  por  San  Fernando,  i ,  55. 

Sí  (El)  de  las  niñas,  de  Moralin. 

ív,  141. 
Sibylla  Cassandra  (Auto  de  la) ,  por 

Gil  Vicente,  i,  500. 
Siega  (La) ,  de  Lope,  n,  575. 
Siete  (Los)  dias  de  ia  semana,  sobre 

la  creación  del  mundo,  poema  por 

Cáceres.  ni,  481. 


494 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Siete  fLos)  infantes  'le  [,nn,  come- 
dia  de  Juan  fie  la  Cueva,  n,  152.— 

De  Lope.  547.  —  De  Cubillo,  ni .  89. 

Siele  (Los)  pecados  moríales  y  sie- 
te obras  de  misericordia,  nor  Fer- 
nán Perez  de  Guzman,  i,  427. 

Siete  (Los)  pecados  moríales,  de 
Juan  de  Mena,  i,  407. 

Siete  (Losl  sabios  de  Roma,  de  Pe- 
rez, ni,  550. 

Sigler  ni:  Huerta  (Antonio),  F.  4654. 
—  Comedias  de.  ni  ,91. 

SÍ2I0  (  El)  de  oro,  de  Balbuena.  m, 
284. 

SiQlof El)  pitagórico,  de  Enriquez.  11, 
509. 

Signos  fT.os  )  que  aparecerán  antes 
del  juicio,  poema  de  Berceo.  1,  36. 

Sigxorelli  en  España,  iv.  115. —  So- 
bre don  Hamon  de  la  Cruz.  150. 

Sigüekza  (P.  José  de),  M.  1606.— Su 
Historia  de  la  orden  de  San  Jeró- 
nimo, ni.  579. 

Silíceo.  (V.  Martinez.) 

Silva  ( Feliciano  de),  F.  15Ó0.  — Su 
segunda  Celestina.  r.2S2. 

Silva  (Juan  de).  1 .  571. 

Silva.  (Y.  Méndez.) 

Silva  de  varios  romances   iv.  19í-6. 

Silva  ( La  1  de  varia  lección,  de  Mejía. 
11.  95.510. 

Silvas,  metro  usado  en  las  comedias. 

II.  589. 

Sii.veira  (Miguel  de),  F.  1656.  — Su 
M:<caheo-  ni .  I 

Silves  (  Don  )  de  la  Selva ,  libro  de  ca- 
ballerías. 1 .  241. 

Silvestre  (Gregorio),  M.  1570.  — Su 
¡.•losa  á  Jorge  Manrique.  1,  457.  — 
Obras.  1?,  58-61,  500. 

Silvestre  (Pedro).  F.  1721.— La  Pro- 
serpina, ni.  iv,  20 

Sin  secreto  no  bay  amor,  comedia  de 
Lope.  11.  551. 

Siñeriz  (Juan),  su  Quijote,  iv  .  338. 

Sismonpi  1  Sismonde  de),  M.  184"2.  — 
Su  Historia  de  la  literatura  del  me- 
diodía de  Europa.  1 ,  57.  —  Elogio 
del  poema  del  Cid.  27. 

Sii;o  (El)  de  Preda  ,  comedia  de  Cal- 
derón 111.  60. 

Sitio  y  toma  de  Ambares,  por  Giner. 

III.  197. 

Skm  ton,  poeta  inglés, M.  1529.  i,553, 

510. 
Soarfz  de  A lar con  (Joño),  F.  1600. — 

Su  Infanta  coronada.  111 .  502. 


Soberbio  (El)  castigado,  novela  de 
Castillo  Solor/.ano.  m,  550. 

Sobregaya  companbia,  en  Tolosa.  1, 
5J4. 

Sol  (El)  parado,  comedia  de  Lone.  11, 
500. 

Sol    El)  solo,  por  Pujasol.  m.  429. 

Soledades  de  Aurelia,  de  Mata.  n¡, 
346. 

Soledades  de  Rucaco,  de  D.a  Bernar- 
da Ferreira  de  la  Cerda.  111,  503. 

Soledades  de  la  vida,  de  Lozano.  111, 
346. 

Soledades  (Las),  de  Góngora.  iu,207. 

Sou's  (Antonio  de),  comedias  de.  111, 
97.— Poesías.  99.— Historia  de  Mé- 
jico. 401. 

S01. is  Folcb  de  Cardona  (Alonso  de), 
conde  de  Saldueña  ,  F.  1754.  —  Su 
Pelayo.  iv.  46. 

Solorzano.  (V.  (astillo.) 

Somni  (Lo),  de  Joan  Joan.  i.  558. 

Sonetos,  usados  antiguamente  en  Es- 
paña. 1,  596.  —  De  Posean.  11.  51. — 
De  Garcilaso.  42. — En  las  comedias. 
589.  —  Opinion  de  Herrera  acerca 
de  los.  ni,  192.  —  Gran  número 
de  ellos  en  la  literatura  castellana. 
25  í- 

Son  apande  Rieros  (Juan),  F.  1016.— 
Proverbios,  ni,  411. 

Sordel,  trovador  provenzal.  1.  352. 

Soria,  poeta  del  siglo  xv.  111,  516. 

Sons  (Leonart),  trovador.  1 .  .'¡55. 

1  pe  de),  F.  1500.—  Poeta  del 
Cancionero  General.  1, 126. 

So'sa  (Lope  de),  F.  1605.— Poesías  lí- 
ricas de.  ni,  198. 

Soto.  (V.  Barahonn.) 

Soto  DERo.us(Pedro).  F.  1025.— Poe- 
ta.  111, 227,  248,  531. 

Southev  (Roberto),  escritor  inctlés. 
—Su  Crónica  del  Cid.  1.  17.  27. 

Spongia ,  critica  de  Lope  ,  escrita  por 
Torres  Ramila.  n,  558. 

Stapfer,  su  Prólo-o  á  la  traducción 
francesa  del  Bouterwek.  1.  57. 

Madama),  su  traducción  fran- 
cesa del  Bouterwek.  1,  ". 

Su  ñica.  (V.  Estúñiga.) 

Suarez  ¡Pedro),  lii ¡o  de  D.  Pablo  de 
Santa  Maria.  1,  557. 

Sr iari  7.  de  Figiieroa  (Cristóbal),  F. 
ifilG.  —Su  Constante  Amarilis.  111, 
285.  _  Ataca  el  drama  antiguo.  11, 
4CM.  —  Su  vida  del  marones  de  Ca- 
ñete. 111,  145. —Su   típica.    181, 


nn  rvoviBnr.s  propios  y  matkiuas. 


528.  — Pasajero.  285,536.—  Pastor 
Filio.  283,  543. 

Suarez  re  Mendoza  y  Figueroa  (Enri- 
que), F.  1629. — Su  Euslorgio  y  Clo- 
rilene.  n,  237. 

Subida  al  monte  Carmelo,  de  Santa 
Cruz,  ni,  416. 

Suceso  del  segundo  cerco  de  Diu, 
por  Corlereal.  ni,  173. 

Sueño  (El)  del  perro,  papel  poético 
del  tiempo  de  Felipe  V.  iv,  598. 

Sueños.  <  Los)  de  Quevedo.  n,  415-19. 

Sueños  hay  que  son  verdades,  come- 
dia de  Lope,  iv,  113.  —  De  Cañiza- 
res. II). 

Suerte  f  La)  sin  esperanza,  de  Agriilar. 
ii,  426. 

Sultana  (La),  de  Cervantes,  u,  227. 

Suma  de  todas  ias  crónicas,  i,  22G. 

Sunyer  (Mosen),  i.  553. 

Sutil  (El)  cordobés,  Pedro  de  Urde- 
malas  ,  novela  de  Salas  üarbadillo. 
ni,  549. 

Swam,  traduce  el  Cesta  romanorum 
al  inglés,  i,  29. 


Tablante  de  Piicamonle,  libro  de  ca- 

hallerías.  i,  255. 
Tablas  (Las)  alfonsinas.  obra  de  Don 

Alonso  el  Sabio,  i,  42. 
Tablas  poéticas,  de  Cáscales,  ni,  214; 

iv,  31. 
Tai- ai  a  Negrete  (José  de  ),  F.  1700. 

Poesías,  ni,  233. 
Talavera  (Fernán  Sanchez),  poeta  del 

siglo  xv,  llamado  por  otros  Calave- 
ra, i,  461. 
Tallante  (Mosen  Juan),  i,  359,  465. 
Tamayo.  (V.  Vargas.) 
Tamerlan  (Embajada  al).  1,213. 
Tanco  rel  Fregenai.  (Vasco  Diaz). 

K.  1540.— Sus  varias  obras,  u,  521; 

ni .  202. 
Tapada  (La),  de  Lope,  ii,  293. 
Tapia  (Eugenio),  su  opinion  acerca 

del  poema  del  Cid.  i,  24. 
Tama  (Gomez  de),F.  1588.— E«!ogas. 

1U.247. 
Tapia  (Juan  de),  poeta  del  siglo  xv.  i, 

550,562,503.571. 
Taima,  coela  del  Cancionero  General 

i,  473. 
Tarasca (l al  departo,  novela  de  San- 
Ios,  ni,  "55. 
Tarascas  (Las) de  Madrid,  de  Santos. 

ni,  554. 


495 

Tardes  entretenidas,  de  Soloizano. 
iii,  3i7. 

Tárrkga(EI  canóniso  Francisco),  u, 
422. 

Tarsia  (Piiblo  Antonio  de).  11,398. 

Tavira  (Juan  de),  poeta  del  siglo  xv. 
i,  564. 

Teatro  crítico,  de  Feijoó.  IV,  38. 

Teatro  de  los  teatros,  por  Bancos 
Cándame  ni,  454. 

Teatro  (El)  de  las  maravillas,  entre- 
mes  de  Cervantes,  n,  228. 

Teatro  español,  de  Huerta,  iv,  131. 

Teatro  español  (Origen  religioso  den. 
i,  267-71  —En  el  sido  xv.  272-80. 
—  En  el  xvi.  i..  150-07.  —  Posterior 
¿Calderón,  i»,  80-106. 

Teatro  fiances,  traducciones,  iv,  118. 
— Imitaciones.  112.  —  Primera  co- 
media original  al  estilo  del.  1 18. 

Tejada  Comí:/  de  los  Reyes  (Cosme), 
F.  1656. —  Leon  prodigioso,  ni.  527. 

Tejada  Pa-ez  (Agustín),"  M.  1635.  ni, 
106,512. 

Tejedor  (El)  de  Segovia, de  Alarcon. 
ii.  467. 

Telémaco  (El),  de  Fenelon.  iv,  19. 

IYllez (Fr.  Gabriel):  (V.  Molina.) 

Tellez  de  Acevi  no  (Antonio),  escri- 
tor dramático,  ni,  106. 

Templo d'  Apollo,  comedia  por  Gil  Vi- 
cente, i.  305. 

Templo  militante,  de  Cairasco.  tu, 
525. 

Tenaza  (Caballero  de  la),  por  Queve- 
do. ii,  414. 

Tendida  (Comiede),  poesías  del,  en 
el  Cancionero  General,  i.  473. 

Teórica  de  virtudes,  de  Castilla,  ni, 
232. 

Teresa  de  Jesús  (Santa),  censurada 
por  la  Inquisición,  ii,  16.  —  Obras. 
Ill,  370-417. 

Tesorina  (La),  de  íínete.  u,  15i. 

Tesoro  (El  libro  del),  de  D.  Alfonso 
el  Sabio,  i,  4'2  — Según  Sarmiento, 
traducción  del  italiano.  Ib.—  Otro 
libro  del  Tesoro,  en  verso.  42,  48. 

Tétis  y  Peleo,  por  Polea,  ni.  72. 

Tiiamara  (Francisco),  F.  1548.  —  Sus 
Apotegmas,  ni.  550. 

Tiioms,  «obre  los  libros  de  caballe- 
rías, i.  50.  237. 

Tía  (La)  fingida,  novela  de  Cervantes, 
ii.  523. 

Tía  (La)  y  la  sebrina,  de  Morcto.  ni, 
81. 


496 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


Tiempo  de  regocijo  y  Carnestolendas 
de  Madrid  /novela  de  Castillo  Sc- 
lorz:no.  ni,  550. 

Tiekry  (Agustín),  i,  12. 

Timbria  (La),  de  Lope  de  Rueda,  ii, 
140. 

Timoneda  (Juan  de),  F. 1597.  n,  133. 

—  liomances.  ni,  263.  —  Novelas. 
55  í. 

Tinclaria  (La),  comedia  de  Naharro. 
1,312. 

Tirant  lo  Blanch,  libro  de  caballerías, 
por  Martorell.  i,  3i9,  557. 

Tiho  (Guillermo  de).— Su  Historia  de 
las  Cruzadas,  traducida  en  parte  de 
orden  de  D.  Alfonso  el  Sabio,  i,  49, 
498. 

Tirso  de  Molina.  (V.  Molina.) 

Tobias  (Los  dos),  de  San  Felipe, 
iv,  24. 

Todo  es  dar  en  una  cosa ,  comedia  de 
Tirso.  n,461. 

Todo  es  enredos  amor,  dcCórdoba  y 
Figueroa.  iv,  67. 

Toledana  (La)  discreta,  de  Marti- 
nez, ni,  490. 

Toledano  (Miguel),  F.  1616.  m,506. 

Toledo.  (V.  Airare:  y  Diaz.) 

Tolosa  (Juegos  llórales  en),  i ,  .">!.">. 

Tomillas (El  conde) ,  libro  de  caba- 
llerías, i,  255. 

Torquemada  (Antonio  de),  F.  1555. 

—  Sus  Colloquios  satíricos,  ii,  556. 

—  Coloquio  pastoril.  55". — Jardin 
de  flores,  m,  412. 

Torquemada  (Gonzalo  de),  i  .  574. 
Torre  (Alfonso  déla),  F.  1460.— Su 

Vision  deleitable,  i,  415;  n,94. 
Torre  (Fernando  de  la),  poeta  del 

siglo  xv. , ,  562  ,  563, 561, 567,568; 

ii  ,  561. 
Torre  (Francisco de  la) ,  distinto  del 

anterior,  F.  1654. — Poesías,  u,  407. 

409;  ni, 211.  —  Epigramas.  250. 
Torre  (Juan  de  la),  poeta  del  siglo  xv. 

i ,  570. 
Torre  (Juan  Gonzalez  de  la).  ( V.  Gon- 
zalez.) 
Torre  y  Seril  (D.  Francisco  de  la), 

F.  1665.iii,529. 
Torrellas  (Pere  ó  Pedro),  poeta  del 

siglo  xv.  i ,  553 ,  534  ,  535,  566. 
Torrepalma  (Conde  de),  F.  1740. — 

Su  Deucalion,  iv,  25. 
Torres  (Diego  de),  Poesías,  iv,  21. 
Torres (Jehan  de) , trovador,  i ,  534, 

562. 


Torres  Amat.  (V.  Amat.) 

Torres  Naharro  (Hartolomé  de) ,  F. 
1517.— Su  Propaladla,  i ,  509,  530. 

Torres  Ramila  (Pedro  de),  F.  1018. 
— Ataca  á  Lope,  n,  558 ;  m  ,  528. 

Tortajada.  (  V.  Lopez  de.) 

Tortoles.  (V.  Sanchez.) 

Tovar  (Luis  de),  poeta  del  Cancio- 
nero General,  i,  475. 

Tovar.  (V.  Sanchez.) 

Trabajos  (Los)  de  Hércules,  por 
D.  Enrique  <\*>  Vil  lena,  i  ,582,  545. 

Trabajos  (Los)  de  Hércules,  de  He- 
redia.  ni  ,  455. 

Trabajos  (Los)  de  Jacob,  de  Lope. 
II,  564. 

Tragedia  de  Mirlia ,  por  Villalon. 
(C.  1536).  ii,  155. 

Tragedia  Policiana,  por  Sebastian 
Fernandez,  i,  525. 

Tragedias  de  amor,  de  Arce  Solorza- 
no.  ni ,  285. 

Tragicomedia  de  los  jardines  y  cam- 
pos sábeos,  de  D.a  Feliciana  Enri- 
que?, de  Guzman,  n,  564. 

Trajes  de  los  cómicos  en  el  siglo  xvii. 
ni ,  150. —  En  el  xvui.  iv,  1 15. 

Trampa  adelante,  comedia  de  Moro- 
lo. iu,82. 

Trapera.  (V.  Ramirez.) 

Tratado  de  amores  de  Arnalte  á  Lu- 
cenda  ,  novela  cabal leresco-senli- 
mental.  i,559. 

Tratado  del  aojamiento ,  por  D.  En- 
rique de  Aragón,  i ,  545. 

Tratado  de  la  lepra,  por  D.  Enrique 
de  Aragón,  i,  545. 

Tratado  de  las  comedias,  por  Juan 
Ferrer,  n ,  358. 

Tratado  de  ortografía ,  por  Lopez  de 
Velasco.  u,  499. 

Tratado  de  re  militari ,  por  Diego  de 
Salazar.  n,  508. 

Trato  de  Argel,  de  Cervantes,  n, 
200-3. 

Trato  ( El )  muda  costumbre,  de  Men- 
doza, ii,  165. 

Trece  (Los)  discantes,  de  Mendo- 
za, ni,  489. 

Tres  justicias  en  una,  de  Calderón. 
in,66. 

Tres  (Las)  musas  del  Melodino,  de 
Meló.  iii,211. 

Tres  (Los)  mayores  portentos,  co- 
media devota  de  Guevara,  it,  442. 

Trescientas  ( Las )  cuestiones  natura- 
les, de  Córelas,  n,  87. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    V    MATERIAS. 


Trescientas  (Las),  de  Juan  de  Me- 
na, i,  410. 

Trescientas  (Las),  de  Juan  de  Ruto, 
ni ,  498. 

Triaca  (La)  del  alma  ,  de  Lebrija.  u, 
519. 

Tribagia  (La),  de  Juan  del  Encina, 
i,  52S. 

Triualdos de  Toledo  ( Luis  ),M.  1634. 
ni ,  5-28. 

Tribunal  (El)  de  la  justa  venganza, 
de  Franeo-Furt ,  contra  Quevedo. 
íi .  419. 

Trigueños  (  Cándido  María) ,  F.  1784. 
—  Refunde  antiguas  comedias,  iv, 
421.— Su  Riada.  Ib.— Su  teatro.  150. 

Trilogía  de  losPizarros,  por  Tirso, 
ii ,  460. 

TniLLo  y  FiGu::noA  ( Francisco  de),  ni, 
532. 

Tristan  de  Leonis,  libro  de  caballe- 
rías, i,  255. 

Triunfo  de  la  humildad,  por  Fernan- 
dez de  Ribera,  m.  542. 

Triunfo  (El)  de  la  virtud  y  paciencia 
de  Job ,  poema  de  Diego  Ilenriijuez 
Rasurto.  ¡u ,  484. 

Triunfo  (  El )  de  las  donas,  i,  585,546. 

Triunfo  (El)  de  María ,  cancionero 
de  Martin  de  ampies,  ni ,  516. 

Triuulo  (  El)  mas  famoso,  t!e  Sardina 
Mimoso,  ni,  534. 

Triunfos  de  amor  y  fortuna ,  de  Anto- 
nio de  Solis.  ni,  598. 

Triunfos  divinos,  de  Lope. n,  296. 

Triunfos  morales,  de  Guzman,  ni,  252. 

Triunfos  ( Los  doce )  de  los  doce  após- 
toles, por  Padilla,  i,  440. 

Triunfos  (Los  veinte)  de  Frejenal. 
ni ,  202. 

Trpbes  (Les) de  Mossen  Jaume  Fe- 
brer.  i ,  532. 

Trofea(La),  comedía  de  ¡Naharro. 
1,308. 

Trofeo  (El)  del  oro,  de  Pelegrin.  m, 
535. 

Tropezón  ( El )  de  la  risa  ,  por  Mal- 
venda. iii,550. 

Troya  (  La  guerra  de) ,  traducida  por 
Ayala.  i,186. 

Tudela.  (  V.  Rodriguez  de.) 


Ubeda  ( Reneíic¡3do  de) ,  poeta  del  si- 
glo xiv ;  su  Vida  de  San  Isidoro,  en 
verso.  i,84. — Su  poema  de  Sania 
María  Magdalena.  Ib. 

TOM.  IV. 


497 

Ureda.  (V.  Lopez.) 

Ulloa  ( Alonso  de ) ,  F.  1553.  n  .  31 . 

Ulloa  (Luis  de),  poeta,  F.  1674. — 
Defiende  el  teatro.  111,  212.  — Epís- 
tolas. 239.— Églogas.  247. 

Ultimo  (El )  godo,  de  Lope.  11 ,  547. 

Universal  ( La  )  redención  ,  poema  de 
Blasco.  111,  150. 

Universidad  (  La)  de  amor,  de  Polo 
de  Medina.  111 ,  551. 

Ukdemalas  (Pedro  de),  de  Cervan- 
tes. n.150. 

L'rrea  (Jerónimo  Ximenez  de),  F. 
1550. —  Su  Diálogo  de  la  verdadera 
honra  militar.  11,  96. —  Traducción 
del  Orlando.  111,  156.  —  Caballero 
Determinado.  11 ,  53. 

Urrea  (Miguel  de).  1 ,  439. 

Urries(  Mosen  Hugo  d'),  poeta.  1, 571. 

Urrea  (Pedro  de),  F.  1515.— Pone 
en  verso  un  acto  ele  la  Celestina.  1, 
282.  —  Sus  poesías.  459. 

Urrutia  (Rodrigo  Pedro  de) ,  F.  1707. 
—  Escritor  dramático.  iv,  113. 

Usátegui  (  Luis  de ) ,  yerno  de  Lope. 
n,269. 

Uzielí  Jacobo),  F.  1621— Su  David. 
ni ,  155. 


Vaca  (Josefa),  actriz.  111, 111. 

Valdepeñas  (Rodrigo  de).  1 ,  457. 

Valdi  rráeano  (Manuel  Perez),  F. 
1785.  iv,  88. 

Valderrama  (El  P.).  iii,2I6. 

Valdés  ( Francisco  de  ).  11 ,  509. 

Valdés  (Juan  de),  F.  1540.—  Diálogo 
de  las  lenguas.  11 ,  105.  —  Otras 
obras.  512." 

Valdés  (Juan  de),  F.  1655.  —  Su  co- 
lección de  comedias.  ív,  242. 

Valdés  (  P.  Rodrigo  de ) ,  F.  1687.— 
Su  poema  lalino-hispano  de  la  fun- 
dación de  Lima.  ív,  597. 

Valdivielso  ( José  de),  M.  1638.— Tea- 
tro. 11,  463-5.—  Poesías.  287.— Su 
Nacimiento  de  Cristo.  359.  — Sobre 
el  bachiller  la  Torre.  411.— Su  San 
José  y  Sagrario.  111,  152. —  Sus  ro- 
mances. 266. 

Valencia  (  Diego  de),  poeta  del  si- 
glo xv.  1,  4b9,554,570. 

Valencia  (Juan  de),  F.  1570.  — Sus 
obras  dramáticas.  11 .  544. 

Valencia  (Pedro  de),  poeta,  F.  1635. 
111,  511. 

Valencia  (Teatro  antiguo  de) ,  su  prin- 

52 


ÍNDICE    ALFABÉTICO 


498 

cipio  al  rayare!  siglo  xvi.  n,  154. — 
Su  fin.  155. — Tiempo  de  Lope.  264, 
306.512. 

Valera  (Mosen  Diego  de),  F.  1481.  — 
Sus  varias  obras,  i ,  191.  —  Poesías. 
562  ,  563 ,  561 ,  570. 

Valerio  (  El )  de  las  historias  escolás- 
ticas ,  por  Almela   i ,  417. 

Valiente  i  El)  Céspedes,  de  Lope,  n, 
548. 

Valientes  (Los)  de  la  Ampa,  y  Fan- 
farrón de  la  Europa,  entremés  del 
tiempo  de  Felipe  V.  ív.  598. 

Valtera  ó  Valtierra,  trovador,  i,  535, 
571. 

Valladares  de  Sotobayor  (Antonio), 
autor  dramático  del  siglo  xyiii.  ív  , 
133. 

Valí  adares  he  Valdelohar  (.Iuan),F. 
1617.  —  Su  Caballero  venturoso,  ui, 
525. 

Valladolid  (Johan  de) ,  poeta  del  si- 
glo xv.  i .  567. 

Valle  (Juan  del ),  seudónimo  de  Ca- 
dahalso, iv,  121. 

Valles  (Pedro  de),  aragonés,  F.  1549. 

—  Crónica  del  marqués  de  Pesca- 
ra, n.  25,  4(9,484.— Proverbios. 
111,409. 

Valles  (Pedro) ,  de  Córdoba .  F.  1580. 

—  Su  discurso  de  la  muerte,  u  ,  95. 
Y  u. i  manya  (Antonio  de) ,  trovador,  i, 

548. 
Van  Male.  (V.  Mattneo.) 
Vanda  (La)  v  la  flor,  de  Calderón,  ni, 

70. 
Vasderhameh  y  Leon  (Lorenzo),  F. 

1625.— Amigo  de  Quevedo.  n ,  418. 
Vakegas  (Alexio).  ( V.  Yenegas.) 
Vai.hekas  ,  trovador,  i,  551. 
Varflora.  (V.  Arana.) 
Vargas  (Balthasar  de).  F.  1560.— Su 

poema  relativo  al  duque  de  Alba. 

ni,500. 
Vargas  (Rodríguez  de) ,  F.  1621.  ni, 

55  i . 
Vargas  ( Tomás Tamayo  de ),F.  1619. 

—  Su  edición  de  Carcilaso.  n,  47. 
— Su  defensa  de  Mariana,  m,  587. 

Vargas  Machuca  (Pedro  de) ,  F.  1629. 
H.287,544. 

Vargas  PoscE(José),  M.  1821.— Abu- 
sos de  la  lengua  castellana.  ív,  11. 

Varia  fortuna  de  Oloseo,  comedia,  ii, 
548. 

Varia  fortuna  del  soldado  Píndaro , 
novela  de  Céspedes,  m  ,  324. 


Varias  aplicaciones  y  transformacio- 

nes  .  novela  de  Rosel.  ni ,  506. 
Varias  hermosas  llores  del  Parnaso  , 

por  Ta falla,  m,  252. 
Varias  noticias  de  Figueroa.  III,  422, 

541. 
Variedades,  de  Blanco  While,  i,  77. 
Varios  efectos  de  amor,  de  Alcalá  y 

Herrera,  ni.  347. 
Varios  prodigios  de  amor,  de  Robles. 

ni ,  547. 
Vascokcellos  (Juan  Méndez  de),  F. 

1615. —  Su  Liga  deshecha,  ni,  181. 
VasconCellos.  (V.  Ferreira.) 
Vascongada  (Lengua),  iv,  160. 
Vazqpez  de  Gontreras  (Diego),  F. 

1585.  —  Su  traducción  del  Orlando 

Furioso,  ni ,  183. 
Vazquez  de  Siroela  (Martin).  m.512. 
Vazquez  de  Taima  (Hernán),  F.  1  ¡97. 

—  Su  poema  descriptivo  de  las  lies- 
tas  de  Santander,  ni.  468. 

Vega  (Alonso  de  la),  escritor  dramá- 
tico, M.  1566.  ii.  151. 

Vega  (Bernardo  de  la) ,  F.  1591. — Pas- 
tores de  Iberia,  ni,  285. 

Vega  (Gabriel),  (V.  Lasso.) 

Vega  (Garcilasode  la),yidade.n,  28 
-49.— Muerte.  41.— Églogas.  45. — 
Sus  obras  comentadas  por  Sanchez. 
46. — Por  Herrera.  47.  —  Por  Tama- 
yo de  Vargas.  Ib.,  488-9. 

Vega  (Carcilaso  de  la),  el  Inca,  M. 
1616.  —  Sus  Comentarios,  ni ,  393. 

Vega  (Joseph  de  la),  F.  1693. — Prosa 
didáctica  de.  Ill,  455. 

Vega.  (V.  Garcilaso  de  la.) 

Vega.  (V.  Lopez  de.) 

Vega  Carpió  (Lope  Félix  de),  M.  1655. 

—  Raí  ¡miento  y  educación,  u  .  236. 

—  SU  Arcadia.  261.  —  Hermo- 
sura de  Angélica.  267,  274.  —  San 
Isidro.  272. — La  Dragon  tea.  277. — 
Peregrino.  279. — Arte  nuevo  de  ha- 
cer comedias.  280,  504.— Jerusa- 
lem 285.— Pastores  de  Belén.  284. 

—  Poesías  sagradas.  285.  — Fiestas 
á  San  IsidroT  287.  —  Catomaquia. 
291.  — Filomena.  295.  — La  Tapada 
v  Fortunas  de  Diana.  295. —Circe. 
294.—  Triunfos  divinos.  296.  —Co- 
rona trágica  v  Laurel  de  Apolo.  297. 
—Dorotea.  298.  — Teatro.  502-420. 
Comedias  heroicas.  551. — De  capa 
y  espada.  550.  —  De  santos.  563. — 
Entremeses  y  loas.  578.  —  Églogas 
representadas.  379.— Cartas.  558. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Vegas  (Damián  de),  F.  1399.—  Autor 
dramático,  n  ,421,504. — Sus  poe- 
sías líricas,  ni,  188. 

Vejamen  (El)  de  ingenio;? ,  de  Cáncer. 
hí  ,  429. 

Velasco  (Alfonso  Vz.  ó  Velazquez  de), 
F.  1600.— Su  comedia  del  Celoso, 
i ,  284. 

Velasco  (Antonio  de),  poeta  del  Can- 
cionero General,  i ,  466. 

Velasco.  (  V.  Fernandez. ) 

Velazquez  (Baltasar  Mateo) ,  F.  1621. 
— Su  Filósofo  de  aldea,  m ,  430. 

Velazquez  (Luis  Joseph),  marqués 
de  Valdeflores,  M.  1772.  —  Su  edi- 
ción del  bachiller  La  Torre.  408.  — 
Sus  Orígenes  de  la  poesía  y  otras 
obras,  iv,  48. 

Velez  de  Guevara  (Luis),  M.  1644.— 
Comedias. i!, 438-42.  —  ¡Novelas,  ni, 
548. — Sobre  la  lengua,  n,  107. 

Velez  de  Guevara  (Pedio) ,  poeta  del 
siglo  xv.  i,  419,  461. 

Velez  de  Guevara  (Sebastian),  Ro- 
mancero de.  iv  ,  197. 

Venegas  (Alejo  de),  F.  1540.— Su  Ago- 
nía del  tránsito,  etc.  n  ,  97. — Su  Di- 
ferencia de  libros.  98. 

Venegas.  (V.  Saavedra.) 

Venegas.  (V.  Vanegas.) 

Venganza  (La)  prudente ,  comedia  de 
Lope,  ii ,  385. 

Venganza  (La)  venturosa  ,  de  Lope,  u, 
257. 

Ventadorn  (Bernat  ó  Vicent  del),  tro- 
vador, i ,  554. 

Vera  (Juan  de),  poeta  sevillano,  F. 
1635.iii,5l2. 

Vera  (Luis  de),  n,  489. 

Vera  Ordoñez  y  Villaquiran  (Diego 
de),  F.1622.— SnsHeroid:is.iii,523. 

VeraTássisv  Villarroel  (Juan).  Su 
Vida  de  Caldei'on.  y  edición  de  sus 
comedias,  m,  16. —  Publica  las 
obras  de  Agustín  de  Salazar.  212. 

Vera  y  Figieroa  ,  conde  de  la  Roca 
(Antonio  de),  M.  1658.  — Su  Diser- 
tación sobre  don  Pedro  el  Cruel,  i, 
490.— Su  Fernando,  ni,  185 —Emba- 
jador. 182.  —  Parte  que  tuvo  en  la 
composición  del  Centón,  iv,  202-7. 

Vera  y  Villaroel  (Juan  de) ,  escritor 
dramático,  m,  106. 

Verdad  (La)  en  el  potro,  de  Santos, 
ni ,  555. 

Verdad  (La)  sospechosa  ,  de  Alarcon. 
ii ,  468. 


499 

Verdadera  (La)  hermandad  de  los 
cinco  mártires  de  Arabia ,  poema 
por  Vargas,  m  ,  155. 

Verdadera  narración  de  un  desafío , 
por  Fuentes,  n  ,484. 

Verdadero  ( El)  amante ,  de  Lope,  u , 
507. 

Verdadero  (El)  suceso  de  la  batalla 
de  Roncesvalles  ,  por  Garrido  de 
Villena.  ni,  157. 

Vergara  Salcedo  (Sebastian  Ventura 
de) ,  poeta,  F.  1660.— Poesías,  m  , 
211. 

Vergel  de  flores  divinas,  de  Lopez 
de  Ubeda.  ni,  520. 

Vergel  de  nuestra  Señora,  por  Moli- 
na, ni,  518. 

Vergel  de  plantas  divinas,  de  Alar- 
con. ni ,  523. 

Verger  de  la  Verge ,  de  Miquel  Perez, 
poeta  valenciano,  m,  518. 

Vergonzoso  (El)  en  palacio  ,  de  Tirso 
de  Molina,  u,  459. 

Versos  árabes  de  la  Crónica  General, 
i,  505. 

Vessach  (  Fr.  Tomás  de),  dominico, 
i,  541. 

Vecilla  Castellanos  (Pedro  de  la) , 
F.  1586. — Su  Leon  de  España,  m, 
176. 

Viaje  (El )  del  alma  ,  comedia  de  Lo- 
pe, ii .  509. 

Viaje  (El)  del  mundo,  de  Cevallos. 
iu,422,560. 

Viaje  ( El )  entretenido ,  de  Rojas,  m , 
420 ,  558. 

Viaje  del  Parnaso,  de  Cervantes,  n, 
225. 

Viana  (Carlos) ,  príncipe  de.— Su  Cró- 
nica, ni ,  405. 

Viana  (Juan  de) ,  poeta  del  siglo  xv.  i , 
570. 

Viana.  (V.  Sanchez.) 

Vicente  ( Gil ) ,  M.  1557.  —  Sus  come- 
dias castellanas,  i,  297,258.  — Su 
Amadís.  505;  n,  150.  — Sus  Parvos, 
ii ,  145. 

Victoria  insigne  de  Filiberto  de  Sa- 
boya,  poema  de  Diego,  duque  de 
Esirada.  m  ,  500. 

Victoria  ( La )  por  el  amor ,  de  Corde- 
ro, ti ,  470. 

Vida  de  D.  Pablo  de  Santa  María,  por 
el  maestrp  Sanctotis.  i ,  556. 

Vida  de  Estebanillo  Gonzalez.  in,310. 

Vida  del  gran  Tacaño  ,por  Quevedo. 
n,412;  iu,508. 


500 

Vida  de  D.  Gregorio  Guadaña,  por 
Enriquez  Gomez,  ni ,  509. 

Vida  (La)  de  corre,  por  Castillejo. 
u,56. 

Vida  (  La  )  es  sueño,  zarzuela  políti- 
ca del  tiempo  de  la  guerra  de  su- 
cesión, iv,  598. 

Vida  y  excelencias  de  San  José,  por 
Valdivielso.  m,  152. 

Vidal  de  Besalu  (Ramon) ,  trovador 
provenzal.  i,  34'j. 

Vida u. ( ¿Ramon?).  i,534. 

Vidas  de  Cervantes,  h  ,  18o. 

Vidas  de  españolescélebres,  por  Quin- 
tana, iv,  108.  —  Sus  demás  obras. 
109. 

Vidriaría  (La) ,  de  Huele,  u  .  154 

Viejo  (El)  celoso,  de  Cervantes.  H, 
229. 

Viejo  (El)  enamorado,  comedia  de 
Juan  de  la  Cueva,  n ,  152. 

Viejo  (El)  v  la  niña,  de  Moratin.  iv, 
138. 

Vieyra  (Antonio  de),  sus  Lagrimas 
de  Heráclito.  m,424. 

Vigilias  (  Las)  del  sueño,  por  Alvarez 
de  Lugo,  ni,  526. 

Vilap. asa  (Luis  de  ),  trovador,  i,  518. 
553 ,  554. 

Vi!.l  (Arnau  de),  trovador;  i,  533. 

Vili.  (Fr.  Ramon  Roger  de),  trova- 
dor, i ,  555. 

Villafrasca  (Marqués  de),  poesías 
del,  en  el  Cancionero  General,  i, 
475. 

Villagra  (Gaspar  de),  F.  Kilo. —  Su 
Nueva  Méjico,  ni,  149. 

Villaizan  (Jerónimo  de),  escritor  dra- 
mático, n,  470. 

Villaizan  (Juan  Nuñez  de  peronista 
deD.  Alfonso  XI.  i  ,481. 

Villalba  y  Estaña  (Bartolomé),  F.  1390. 

—  Su  Peregrino  curioso,  ni,  496. 
Villalobos  (Francisco  de).  F.  1543. 

—  Obras,  n.  89-91.  —Traducción 
de  Planto,  i.  304.  —  Colloquios  iné- 
ditos, u,  506. 

Villalobos,  poeta  del  siglo  xv.  i,561, 
502. 

Villalobos  (Simon  de),  F.  1605.— 
Modo  de  pelear  a  la  jineta,  ni,  427. 

Villalon  (El  bachiller  Cristóbal  de), 
F.  1541.  — Somete  su  libro  á  la  In- 
quisición, n,  10.  —  Comedia  de.  u. 
135. 

Vil  lalpando  (Jacinto  de).  F.  4655.— 
Poesías  de.  m,  165.  —  Novelas.  547. 


ÍNDICE  alfabético 


Villalta  (Andrés  de),  Romancero  de. 

iv,  197. 
Villamediana  (Conde  de),  D.  Juan  de 

Tássis.  M.  1621. — Poeta  satírico. 

ni,  163,   209. — Fiesta  dramática 

ideada  por.  li,  524.  —  Su  gongoris- 

mo.  iv.  II. 
Villancicos,  su  tendencia  dramática. 

i ,  592. 
Villanleva  (Tomas  Lorenzo  de),  Viaje 

literario,  m,  590. 
Villapardo  (¿Nillalpando?),  poeta  del 

siglo  xv.  i.  563. 
Villar  (el  maestro  Francisco  del),  F. 

1633.  ni  512. 
VillarOel  (Cristóbal  de),  n  ,  489. 
Villaboel  (El  Dr.  José  de),  F.  1658. 

IU.529. 
Villaboel.  (V.  Ortiz.) 
Yillabova (José  dej.  Sobre  la  crónica 

del  rey  I>.  Jaime,  i,  535. 

Vll.LASANDINO.  (  V.  AlVÓfeZ.) 

Villaviciosa  (Josepíi  de),  su  Mos- 
quea, ni,  170. 

Villaviciosa  (Sebastian  de),  come- 
dias de.  ni,  95. 

Villegas  (Antonio  de),  F.  1550.  —  Su 
Inventario,  ii,  58 ;  m ,  555,  518. 

Villegas  (Esteban  Manuel  de).  F. 
1662.  —  Sus  poesías  líricas  ni,  224. 
—  Sátiras.  2  ¡ti.  —  Elegías.  242.  — 
Églogas  245.  —  Epigramas.  248. — 
Contra  el  teatro  antiguo,  u.  476 

Villegas  (  Francisco  de), escritor  dra- 
mático, ni  ,  104. 

Villegas  ( Jerónimo  de),  traduce  á  Ju- 
venal, ii.  491. 

Villegas  (Pero  Fernandez  de),  M. 
1525.  —  Traduce  la  divina  comedia 
del  Dante,  i,  457;  n,  57,  490. 

Villegas  (Sancho  de),  poeta  del  siglo 
xv.  1,560,564. 

Villegas  Selvago  \ Alonso  de).  F. 
1550.  —  Imita  la  Celestina,  i,  282. 

Villena ( Enrique  de),  M.  1434 — Noti- 
cia de.  i,  379-81.— (¡bras.  83, 579-85, 
542,  544,545.  —  Traducciones.  582. 

Vn  lena  (Marqués  de),  F.  1710. —  Plan 
de  la  Academia  Española,  iv  ,   9. 

Villena.  (V.  Garrido. ) 

Villoslada  (El  bachiller),  F. siglo  xv. 
i ,  5o9. 

Vínoles  (Narcis).  F.  1510.  —  Su  suma 
de  lodas  las  crónicas,  i,  226. — Poe- 
sías. 559. 

Virgen  (La)  del  Sagrario,  por  Calde- 
rón, ni,  53. 


DE    NOMBRES    PROPIOS    Y    MATERIAS. 


Virgen  (La)  Madre  de  Dios,  poema  de 
Escobar  y  Mendoza,  m  ,  155. 

Virginia  (La),  tragedia  de  Montiano. 
iv,  116. 

Virués  (Cristóbal  de) ,  el  capitán,  F. 
1609.  —  Comedias,  n ,  133.  —  Mon- 
serrate.  m,  151.  —  Sátiras.  257. — 
Poesía  didáctica.  25o.  —  Descripti- 
va. 257. 

Vision  de  un  ermitaño,  poema  del  si- 
glo xiv.  i,91. 

Vision  (La)  deleitable,  de  Alfonso  de 
la  Torre,  i ,  443;  n,  94. 

Vita  (La)  beata,  de  Lucena.  i,  445. 

Vita  Christi,  por  Montesino,  ni,  517. 

Viudo  (O),  comedia  de  Gil  Vicente,  i, 
305. 

Vivas  de  Contreras  (Fr.  Duran),  F. 
1643.  —  Sus  Grandezas  divinas,  m, 
155. 

Vivero  (Luis  de),  i,  466. 

Vivo  (El)  y  el  difunto,  de  Santos,  ni, 
354. 

Votos  (Los)  del  Pavón,  poema  con- 
tinuando el  de  Alejandro;  se  lia  per- 
dido, i,  63. 

Vuelta  (La)  de  Egipto,  de  Lope,  n, 
376. 


"Wace  (Maistre  ó  Maese),  trovera  nor- 
mando, autor  del  Roman  de  Brut,  i, 
520. 

Wartox.  Su  Historia  de  la  poesía  in- 
glesa, i,  50,  95. 

Wolf  ( Fernando),  literato  au siriaco ; 
su  opinion  acerca  del  poema  del 
Cid.  i,  17,  27.  —  De  la  Silva  de  ro- 
mances, ív,  192. 


Xácaras  ,  qué  sean,  m ,  124. 

Xerezó  Jerez  (Francisco  de),F.  1540. 
—  Su  Conquista  del  Perú,  n,  128, 
514. 

Ximenez  pe  Ayllox.  (V.  Atjllon-) 

Ximenez  de  Rada  (D.  Rodrigo),  arzo- 
bispo de  Toledo,  obras  históricas, 
i,  174. 

Ximenez  de  Urrea.  (V.  Urrea.) 

Ximenez  Patón  (  El  maestro  Bartolo- 
mé ),  M.  1640.  —  Proverbios  concor- 
dados, ni,  412.  —  Elocuencia  espa- 
ñola. 427,561. 

Ximexo  (Vicente).  M.  176L  — Su  Bi- 
blioteca valenciana,  i,  361. 


501 

Xufré  del  Águila  ( Melchor),  F.  1650. 
— Su  poema  sobre  la  guerra  de  Chi- 
le, ni,  472. 


Yagüe  de  Salas  (Juan),  F.  1616. — 

Sus  Amantes  de  Teruel,  m,  165. 
Yañez  y  Ribera  (Jerónimo  de  Alcalá), 

su  Alonso,  mozo  de  muchos  amos. 

ni,  507. 
Yépes  (Diego  de),  F.  1599.  — Su  Vida 

de  Santa  Teresa,  ni ,  428. 
Yerro  (El)  del  entendido,  comedia  de 

Matos  Fragoso,  ni,  95. 
Yugo  (el)  de  Cristo,  auto  sacramental 

de  Lope,  n,  552. 


Zabala  y  Zamora  (Gaspar),  escritor 
dramático.  ív,  155. 

Zabaleta  (Juan  de  ),  F.  1667.  —Prosa 
didáctica.  iu,435.  —  Teatro.  ív,  91. 

Zabaleta  (Tomás  de);  F.  1750.  —  Su 
defensa  de!  antiguo  teatro  y  de 
Cervantes,  ii,  231.— Obras,  ni,  434. 

Zafra  y  Fernandez,  Colección  de  co- 
medias, iv  ,212. 

Zamora  (Alonso  de),  F.  1525.  m, 
518. 

Zamora  (Antonio),  F.  1750.  —  Come- 
dias de.  iii,103. — Su  Don  Juan.  104. 

—  Poesías.  Ib. 

Zamora  (Lorenzo  de).  M.  1614.— Su 
Historia  de  Sagunto  y  iNumancia.  ni, 
¡77. 

Zapata  ( Luis) ,  F.  15G5.  —  Su  Cario 
famoso,  ni,  155. 

Zapata,  poeta  del  siglo  xv.  i,  562. 

Zarabanda,  baile,  m,  125. 

Zarate  (Agustín  de),  historiador,  ii, 
128. 

Zarate  (Fernando  de),  comedias  de. 
in  .91.  —  Confundido  con  Enriquez 
Gomez.  92.  457.  —  En  las  comedias 
escogidas.  ív,  241. 

Zarate.  (V.  Lopez  de.) 

Zarzuela  (Origen  de  la  voz),  m  ,  102. 

—  Las  de  Calderón.  75.  —  De  Dia- 
mante. 95. —  De  Bances  Cándamo. 
100. 

Zayas  (María  de),  F.  1647. —  Nove- 
las, ni,  94,  545. 

Zegríesy  Abencerrajes  (Romances  de 
Tos),  i,  150.  — Novela,  m,  316. 

Zeloso  (  El ),  comedia  á  imitación  de 
la  Celestina ,  por  Velasco.  i ,  284. 


502    índice  alfabético  de  nombres  propios  y  materias. 


Zenobia  (La),  de  Calderón,  ni.  64. 
Zevallos  (Miguel  de),  F.  1798.  —  Su 

Elocuencia  del  silencio,  iv,  20. 
Zorayda  ( La),  de  Cienfuegos.  ív,  131. 
Zorrilla  ,  poesías  y  drama  de  D.  Juan 

Tenorio,  n,  457. 


Zorzi  (Alessandro) ,  su  opinion  del 
cultismo.  ív,  244. 

Zu.mga.  (V.  Avila.) 

Zorita  (Jerónimo  de),  sus  Anales  de 
Aragón,  m ,  573-5.  —  Su  correspon- 
dencia epistolar.  364,  533. 


FIN    L'EL    TOMO    IV    Y    ULTIMO. 


ÍNDICE. 


TERCERA  ÉPOCA. 

LITERATURA  ESPAÑOLA  DESDE  Ql'E  OCUPÓ  EL  TRONO  LA  DINASTÍA  DE  BORBOPÍ 
HASTA  LA  INVASION  FRANCESA,  Ó  SEA  DESDE  LA  ENTRADA  DEL  SIGLO  XVIII 
HASTA   LOS    PRIMEROS   AÑOS  DEL    XIX. 


Páginas. 

Capítulo  primero. — Guerra  de  sucesión. — Rama  borbónica. — Feli- 
pe V. — Academia  Española  de  la  lengua ;  su  Diccionario ,  Ortogra- 
fía, Gramática  y  otras  obras. — Academia  de  Barcelona.— Real  Aca- 
demia de  la  Historia. — Estado  de  las  letras.— Poesía;  Moraes  ,  Bar- 
nuevo,  Reinosa,  Ceballos,  Gerardo  Lobo,  Benegasi  y  Jorge  Pitillas.        5 

Cap.  ii. — El  marqués  de  San  Felipe.— Influencia  francesa  en  la  litera- 
tura española .— Luza n. —Sus  predecesores  y  doctrinas. — Triste  es- 
tado del  cultivo  intelectual  en  España. — Feijoó 24 

Cap.  ni.  —  Intolerancia,  credulidad  y  superstición. — Reinado  de  Fer- 
nando VI. — Señales  de  mejoría.— La  literatura.— Saldueña.— 
Moraleja. — Academia  del  Buen  Gusto.— Velazquez.  — Mayans. — 
Nasarre 41 

Cap.  iv.— Lentos  progresos  de  la  cultura.— Carlos  III  y  su  política. — 
Padre  Isla. — Su  Fray  Gerundio.— Su  Cicerón.— Su  Gil  Blas. — Es- 
fuerzos para  restablecer  la  antigua  escuela  poética. — Huerta. — 
Sedaño. — Sanchez.— Sarmiento.— Conatos  de  introducir  la  es- 
cuela francesa. — Moratin  el  padre  y  su  tertulia. — Cadahalso,  Iriarte, 
Samaniego,  Arroyal,  Montengon,  Salas,  Meras,  Noroña.    ...      50 

Cap.  v. — Escuela  de  Salamanca. — Melendez  Valdés.— Gonzalez. — For- 
ner. — Iglesias. — Cienfuegos. — Jo  vellanos.— Muñoz. — Escoiquiz. — 
Moratin  el  hijo:— Quintana ' 83 

Cap.  vi.— Teatro  en  el  siglo  xviu.— Traducciones  del  francés.— Come- 
dias originales.— Operas.— Teatro  nacional.  Castro,  ASorbe.— 


504  ÍNDICE. 

Imitaciones  del  teatro  francés,  Montiano,  Moratiu  el  padre,  Ca- 
dahalso, Sebastian  y  Lalre.  Trigueros,  Iriarte,  Avala,  Huerta, 
Joveilanos. — Prohibición  de  los  autos  sacramentales. — Teatros 
públicos  y  particulares. — Ramon  de  la  Cruz  ,  Sedaño ,  Cortés, 
Cienfuegos  y  otros. — Colección  de  comedias  antiguas  ,  de  Huer- 
ta.— Discusiones. — Valladares. — Zabala.  —  Cornelia. — Moratin  el 

joven. — Estado  del  drama  al  comenzar  el  siglo  xix 112 

Cap.  vii. — Reinado  de  Carlos  IV.— Revolución  francesa.— Inquisición. 
— Causa  del  Escorial.  —  Fernando  VIL  — Bonaparte.— Invasion  y 
ocupación  de  España  por  los  franceses. — Restauración  de  Fer- 
nando VII. — Su  gobierno  absoluto.— Interregno  literario. — Reac- 
ción.— Conclusion 147 

Apéndices. — Apéndice  A.  Del  origen  de  la  lengua  castellana.     .    .     .    159 

Apéndice  B.  üe  los  romanceros 192 

Apéndice  C.  Del  bachiller  Fernán  Gómez  y  su. Cenlon  Epistolario.      .    202 

Apéndice  D.  Sobre  el  Buscapié 207 

Apéndice  E.  De  las  diversas  ediciones  é  imilaciones  del  Don  Quijote.  .    232 
Apéndice  F.  Délas  primeras  ediciones  de  comedias  antiguas  españo- 
las  239 

Apéndice  G.  Del  origen  del  mal  gusto  y  del  culteranismo  en  España.    .     212 

Apéndice  \\.  Poesías  inéditas 247 

Notas  y  adiciones  délos  traductores 397 

Suplemento  á  las  notas 433 

Índice  alfabético  de  nombres  propios  y  materias  contenidas  en  los 

cuatro  tomos  de  esta  Historia 441 


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